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pobreza

sonrisa

La sonrisa y las cavernas

por Teresa Díaz Canals 12 enero 2021
escrito por Teresa Díaz Canals

«La sonrisa es lo más delicado de la expresión humana, que florece de preferencia en la intimidad, y aun a solas; comentario silencioso de los discretos, arma de los tímidos y expresión de las verdades que por tan hondas o entrañables no pueden decirse».

María Zambrano, El payaso y la filosofía

***

«A mí ya me gastó la espera. (…) Conozco el mecanismo de las trampas de la moral y el poder adormecedor de ciertas palabras. He perdido la fe en todas estas construcciones de piedra, ideas, cifras. Cedo mi puesto. Yo ya no defiendo esta torre cuarteada. Y, en silencio, espero el acontecimiento».

Octavio Paz, Visión del escribiente

Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar

Un repartidor de pan se paró el primero de enero de 2021 delante de mi casa y comentó a varios vecinos que a la panadera se había quedado la mitad del pan sin vender. También leí las noticias «no oficiales» de que en determinadas zonas del país está teniendo lugar la misma reacción. Pienso en esos niños que dependen del tal alimento mal elaborado para poder merendar en sus escuelas y recordé mi propia niñez en los años sesenta del pasado siglo.

Yo era la única estudiante que se quedaba en el aula de primer grado a la hora de la merienda. La maestra me llamaba cada día, depositaba en mi mano una moneda de cinco centavos y para que me comprara un masarreal. Han pasado cincuenta y ocho años de ese pequeño gesto cotidiano y llevo a esta educadora en mi vida como unas de las personas que me enseñó que la ética no se aprende en un aula con un discurso plano de categorías como el bien y el mal.

Asimilé que lo que puede ser mostrado no puede ser dicho, que hay una forma de conocimiento además del alfabeto aprendido en ese curso: el de ver con el corazón.

En estos momentos transitamos a no sé qué modelo de sociedad a través de cambios demoledores. Escuché a un dirigente explicar, con motivo de la discreta reducción de la anunciada tarifa eléctrica, que alguien le había comentado que quienes consumían en Cuba alrededor de nueve CUP de electricidad vivían en las cavernas.

«Bueno –respondió uno de los artífices del ordenamiento– un 22 % de la población se encuentra en esa condición». No me asombra la altanería con la que se refieren a las capas más humildes de la población cubana.

Deseo recordarle a ese dirigente que fue imposible hacer un museo con las pertenencias de José Martí, porque nada poseyó que pudiera dejarse materialmente. Solo nos dejó lo que era y no lo que tuvo. Y lo que fue el Apóstol forma parte del patrimonio moral de la nación.

El pelo largo de Martí quedó para la posteridad, pues poseía dinero del Partido Revolucionario Cubano, pero no lo empleó para cortarse el cabello.

Al buen Pedro

Dicen, buen Pedro, que de mí murmuras

Porque tras mis orejas el cabello

En crespas ondas su caudal levanta:

¡Diles, bribón!, que mientras tú en festines

En rubios caldos y en fragantes pomas,

Entre mancebas del astuto Norte,

De tus esclavos el sudor sangriento

Torcido en oro, bebes descuidado,

—Pensativo, febril, pálido, grave,

Mi pan rebano en solitaria mesa

Pidiendo ¡oh triste! al aire sordo modo

De libertar de su infortunio al siervo

Y de tu infamia a ti!—

Y en estos lances,

Suéleme, Pedro, en la apretada bolsa

Faltar la monedilla que reclama

Con sus húmedas manos el barbero.

***

Mientras muchas casas y edificios en Cuba se derrumban, mientras miles y miles de cubanos no pueden vivir de una manera decente debido a la crisis económica estructural, el flamante Estado acaba de destinar una cantidad impresionante de materiales de construcción para crear el Centro de Estudios «Fidel Castro». Me pregunto si es racional ese desbordamiento para una institución que podía haberse concentrado en un lugar mucho más modesto.

¿Hay que asistir a un palacete para estudiar un pensamiento? Para estudiar la obra del Padre Félix Varela, de José Martí, de José de la Luz y Caballero, de Enrique José Varona, de José Lezama Lima, por solo poner algunos ejemplos, solo se necesitan sus escritos y silencio.

Olvidó la burocracia estatal que representantes de la gran burguesía criolla abandonaron en la época colonial su riqueza para ir a la manigua con el objetivo de lograr la libertad de Cuba. Parece que ignora que existió un bayamés, Francisco Vicente Aguilera (1821-1877), uno de los más ricos hacendados de la región oriental que renunció a todo y murió en el frío de Nueva York, casi congelado, con los zapatos rotos.

Volvieron a las cavernas nuestros burgueses por amor a la Patria.

Julián del Casal, uno de los grandes poetas del siglo XIX cubano, fue un intelectual que vivió en cuartos de hoteles, –en la calle Prado hay una tarja que destaca la cuartería en que permaneció– y remendaba él mismo sus trajes. Perdido en sus paraísos artificiales, le llamaba a la bañadera de latón de zinc «mi tina de mármol de rosa». A menudo frecuentaba la casa de empeños y malamente pudo vivir de su labor periodística.

El poeta Lezama, fundador del Grupo y la revista Orígenes, el autor de Paradiso, subrayó en su Diario un lunes 13 de agosto de 1956 lo siguiente: «Faltan tres días para que nos paguen la quincena. No sé si pedir anticipo, o pasarme tres días sin dinero, entonces mamá me dará veinte o treinta centavos. Así me siento niño. Antes con esos 20 centavos compraba libros; ahora, tabacos».

El creador de La Isla en peso, Virgilio Piñera, en carta dirigida a su hermana desde Buenos Aires, el 31 de agosto de 1947, escribió: «…salí del paisaje habanero (…) de las intriguitas, del hambre, de los harapos… Para mí la vida no es mejorar o empeorar…Es solamente pasar, ser, asistir. (…) No hay una vida mejor que otra; lo que hay es un baño mejor que el otro, una comida mejor que la otra, y en este sentido es el único en que la persona puede sentirse más afortunada o más desvalida».

En su autobiografía Vida tal cual afirmó: «Aprendí que era pobre, que era homosexual y que me gustaba el arte».

Señor economista –uno de los responsables del ascenso del precio del minúsculo y magro pan que come la gente de pueblo, nuestra población de las cavernas–, con mucho respeto le sugiero que lea los poemas de Gastón Baquero, ese poeta ocultado por décadas. Allí podrá encontrar la mirada de la pobreza, porque parece insinuar en sus palabras que la humildad y la inocencia del mirar del pobre es la única capaz de ver el tesoro de la realidad.

Por ello se detiene en Coloquial para una elegía en «el misterio del pedazo de pan sobre la mesa» y en Primavera, es el poeta «al mismo tiempo príncipe y mendigo».

Es importante comprender la importancia de poseer riquezas, dinero, poder y ser a la vez «pobre de espíritu». «Felices los que tienen el espíritu del pobre», es una idea que pertenece al evangelio de Mateo.

Hoy descubrí que la frase «ser pobre de espíritu» la entendía totalmente al revés. Captar esa tesis de civismo creo que es un proceso que debemos asumir. En su historia y esencia, esta Isla es «pobre de espíritu» y ahí radica precisamente su gran riqueza. Aclaro que este escrito no es un mensaje de apología de la miseria, al contrario. Sí lo es en el sentido de defensa de la humildad.

Solo me queda callar y sonreír como una habitante más de las cavernas ante el punto de la verdad, de la verdad sin más.

12 enero 2021 61 comentarios 2.911 vistas
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construida

Historias de-construidas

por Giordan Rodríguez Milanés 23 diciembre 2020
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

Hace dos años, Neris se sintió dichosa. Las autoridades municipales le comunicaron que le habían concedido un subsidio para arreglar su vivienda previamente construida. La mujer de casi 60 años, que vive sola con su nieto de 18, guarda el recorte del periódico en el cual se menciona la aspiración de ejecutar con la mayor calidad, la construcción de una vivienda diaria en cada municipio de Cuba. Que se cumpliera con lo establecido y comenzaran la reparación general de la casa de Neris, podría servir de argumento para un thriller.

«Que me otorgaran el dinero –lo que creí sería lo más difícil– fue lo más fácil. Luego comenzaron los problemas. No lograba completar los materiales necesarios para iniciar la obra. El cemento y el acero, sobre todo, siempre faltaban. Un entonces vice-presidente del gobierno se apareció con que no sé quién estaba haciendo un experimento tecnológico para la fabricación de un mosaico de nuevo tipo, más eficiente y barato, pero que debía cederle una parte del cemento para que los hiciera» –rememora Neris.

Resultó un desastre. Se desmoronaban. Se fueron acumulando en mal estado en la acera. Los inspectores amenazaban con multas: que si ya te dimos el cemento y no te lo podemos volver a dar. Hasta que me puse pesada y amenacé con ir a la prensa y a las redes sociales y contarlo todo. Entonces me asignaron un albañil, apareció más cemento, y comenzaron. No sé cómo pagaron o si pagaron lo perdido».

***

La Asociación Cubana de Limitados Físico Motores (ACLIFIM) le otorgó a Mirtha el derecho a una casa. Un día de junio del 2018, el Presidente de la República recorrería el Centro Histórico Urbano de Manzanillo. Por allí andaba Mirtha. El entonces Primer Secretario del PCC del Municipio, Calixto Santiesteban, la reconoció sentada en un banco, se le acercó y le preguntó qué hacía allí.

Ella le respondió que esperaba al Presidente para entregarle una carta, «porque no creo en ninguno de ustedes». El dirigente le pidió que no hiciera eso, que el siguiente lunes la atendería personalmente. La mujer no transigió.

Al cabo de unos minutos «alguien» marcó a Mirtha ante la Seguridad Personal del Presidente como una persona desequilibrada y propensa a la violencia. La detuvieron. Mirtha se puso muy nerviosa. Un hijo que trabajaba en una cafetería cercana se enteró y acudió a la sede del Gobierno Municipal de Manzanillo donde la custodiaban. Se armó un alboroto. Mirtha fue trasladada a un centro hospitalario y el hijo fue arrestado.

El historiador de Manzanillo, Delio Orozco González, envió una carta de denuncia a las autoridades por el hecho. La respuesta de la provincia fue su exclusión de un programa sobre el 10 de octubre que hacía por esos días en la televisora local.

El asunto trascendió a las redes sociales y algunos medios en Miami hicieron su zafra. Mirtha cuenta que, unos días después, la visitó una funcionaria del Consejo de Estado. Le comunicó que todo había sido una lamentable confusión, que ella tenía derecho a la construcción de su casa y que las autoridades de la provincia se encargarían de chequear que se la hicieran con la calidad debida. Delio Orozco no ha vuelto aún a la televisora local.

***

Las viviendas de Neris y Mirtha aparecen en el reajustado plan de construcción del año 2020. Ambas fueron «trasladadas» de un plan similar –también reajustado– del 2019. «El inversionista de la Dirección Municipal de la Vivienda, quiere que acepte que la casa está terminada, pero vea cuántas chapucerías», me dice Neris. «La instalación sanitaria está llena de salideros, la taza del baño está puesta sin el tanque de agua y sin herrajes, tampoco llega agua a los lavaderos, el tubo de los desechos desemboca justo en la acera de un vecino, falta pintura, una puerta…».

Neris me explica que, puesto que ella ha sido beneficiada por un subsidio, el Gobierno Municipal, a través de la Dirección Municipal de la Vivienda, tienen que velar por la calidad de los trabajos. Así aparece en el recorte de periódico que ella guarda como talismán. «Ni se sabe cuántas veces he llamado a Idania, la Intendente, y no me responde. Quise demandar al albañil particular que trabajó aquí, pero el banco es quien tiene la copia del contrato y no me la quieren dar. Hay otros muchos subsidiados en Manzanillo que están en la misma situación que yo».

La casa de Mirtha es grande. «Se ve que está hecha a conciencia» –le digo–. «No te creas, mijito» –me responde–. «Nosotros tenemos que dar las gracias al delegado de la construcción de Granma, que ha seguido esto en detalle personalmente y que ha gestionado las puertas, las luminarias, la pintura» –me cuenta el esposo de Mirtha–. «Así y todo, hemos tenido que lidiar con los “inventos” de la brigada constructora del municipio Bartolomé Masó –acota Mirtha–.

El delegado llama para decirnos que nos compró tantas lámparas y el jefe de la brigada nos miente y dice que llegaron menos. Y entonces el hombre tiene que venir de Bayamo y emplazar al otro. Que si son tantas puertas y el jefe brigada dice que todas no eran para nosotros. Que si informan que la pintura está completa y al final falta».

Señala la zona inferior de la sala. «Mira, ahí no pusieron los rodapiés y el jefe de la brigada dice que ellos ya terminaron, que eso es un problema de nosotros. Y no les ha dado la gana de llevarse esos escombros de allá afuera ni de pintar la reja. Y nosotros no tenemos por qué dar por terminada una casa incompleta para que ellos cumplan un plan».

***

Pedro Rodríguez Figueiras era profesor de economía y auditor cuando se acogió a la jubilación. Vive en la Avenida «Primero de Mayo», de Manzanillo. Luego de retirado, como asesor del gobierno colaboró con las comisiones de la Asamblea Municipal que chequearon la calidad de la ejecución de las inversiones en obras sociales. Al cabo del tiempo prescindieron de él.

La ocasión en la que fui a visitarlo, su esposa me dice que había salido. «Debe andar por el policlínico con la presión alta. Acaba de tener una discusión con el jefe de la brigada que ejecutó los portalones de la avenida. Hicieron una chapucería. Toda el agua nos cae y se estanca en nuestra placa que, cuando la construyeron, también fue una chapucería y se filtra» –explica la señora.

Días después, Pedro y yo conversamos. «Todos quieren que le quede “algo” de materiales a su favor. El ayudante, el operario, el jefe de la obra, el jefe de brigada, todos quieren que sobren materiales. Hasta el presidente de la cooperativa quiere que le quede algo a su favor, porque tampoco hay un mercado mayorista estable.

El gobierno tiene como política que en las tiendas se garanticen los materiales de las viviendas que están en el plan del año, ya sea por subsidio o inversiones directas. Ese mismo gobierno contrata una cooperativa, o a un albañil cuentapropista, para que arregle, por ejemplo, estos portalones. Pero ninguna entidad estatal les vende los materiales completos. A veces no les venden ningún material. Entonces sacan de aquí y de allá.

Compran para la casa de Neris, pero lo usan en esa columna. Les dan rodapiés para la casa de Mirtha, pero una parte los venden, por ejemplo, a una obra social contratada a particulares en Bartolomé Masó».

A menos de 300 metros de la casa del profesor Figueiras está el cabaret «Costa Azul», reinaugurado en febrero último luego de varios años de reparación capital. «Ya las paredes se filtran. Tuvieron que cerrar uno de los reservados por mala calidad de la ejecución. Los camerinos son un desastre…Vengan, vengan, para que vean» –nos dice un trabajador que pasa casualmente mientras me despido de Pedro en el umbral de su casa. «Es la de nunca acabar» –suspira el viejo economista.

En dirección opuesta al cabaret «Costa Azul», como a cien metros, una brigada avanza en la rehabilitación de una heladería llamada «El Jardín», nos preguntamos si una vez reinaugurada, antes del año, también le saldrán las chapucerías.

23 diciembre 2020 12 comentarios 1.285 vistas
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El lado oscuro de la migración

por Yasvily Méndez Paz 26 agosto 2019
escrito por Yasvily Méndez Paz

Con el rostro cubierto para no ser tomada por la cámara y la voz entrecortada en señal de dolor, una joven cubana de apenas 22 años relata el infierno vivido en la travesía hacia el «sueño americano». Junto a otras mujeres, hombres y niños, salieron de La Habana por vía legal hasta Guyana y cuando tomaron la «ruta centroamericana» para subir al norte, ahí comenzó su pesadilla. Después de mucho bregar, acompañados a empellones y tropezones por varios «coyotes», lograron llegar a México. Convertidos en mercancía y expuestos a ultrajes de todo tipo, sus vidas dependían de cuánto estuvieran dispuestos a pagar los cuasi gringos familiares del norte. Ella pudo lograrlo, del resto, no tuvo noticias…, demasiado miedo le impedía mirar atrás.

En Cuba, la migración ilegal no es un fenómeno nuevo, las rutas ilegales han fluctuado según medidas, políticas y coyunturas históricas. En enero de 2017 la administración de Barack Obama canceló la política de «pies secos/pies mojados». Junto a ello, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS por sus siglas en inglés) anunció un paquete de medidas relacionadas con el fenómeno migratorio que constituían pasos importantes para «garantizar una migración regular, segura y ordenada»; en cambio, la migración ilegal persiste. Las rutas migratorias han ido cambiando, cientos de cubanos han sido deportados desde países de Centroamérica, Sudamérica y México por estar indocumentados. A través de la trata ilegal, algunos no han vivido para contar sus historias, y otros se encuentran varados en una especie de limbo jurídico en varias zonas de México.

Según BBC News Mundo, ciudad Juárez se ha convertido en un hervidero ante la multitud de migrantes que pululan en sus calles. El conocido portal de noticias nos informa sobre la política establecida por la Casa Blanca para que quienes pidan asilo en EEUU esperen en esa ciudad mexicana hasta ser llamados al norte de la frontera, dependiendo del turno en una lista que, hasta mediados de julio, superaba las 17 000 personas.

La Asamblea General de las Naciones Unidas ha solicitado la cooperación de estados, organizaciones internacionales involucradas para mejorar la gobernanza de la migración y generar políticas que conduzcan a su curso legal donde se contemple la «perspectiva de los derechos humanos»; sin embargo, esto no se ha cumplido de manera óptima. Por su parte, el gobierno de Donald Trump crea nuevas barreras para la migración legal hacia los Estados Unidos. La normativa se basa en denegar visa, residencia permanente y ciudadanía a aquellos inmigrantes legales que puedan convertirse en una «carga pública». Los extranjeros que quieran residir en ese país norteño deben ser capaces de mantenerse por sí mismos, pues los programas de ayudas que proporciona el Estado deberán reservarse a los nacionales del país. Algunos sectores estadounidenses muestran su desacuerdo con la mencionada medida, como la fiscal general de Nueva York quien la ha considerado “un ejemplo más de cómo este gobierno le da la espalda a la gente que pelea para lograr una vida mejor para ellos y para sus familias”, según informó BBC News Mundo.

Como bien plantea la Dra. Ana Elizabeth Villalta Vizcarra —miembro del Comité Jurídico Interamericano— las causas de la migración a nivel mundial pueden ser «múltiples, complejas y heterogéneas», pero en el caso de América Latina y el Caribe el «factor económico constituye su principal causa, así como las brechas de desarrollo entre las naciones de origen y destino, los desequilibrios en los mercados laborales de nuestros países, y la aspiración natural de los mismos por superar la pobreza y la desigualdad».

El Norte y el Sur –vistos en su conjunto como realidades sociales y políticas al estilo de Roberto Fernández Retamar— se han estructurado a través de relaciones históricas, socioeconómicas, culturales y políticas, donde el binomio riqueza versus pobreza han ocupado un lugar fundamental. Las desigualdades entre los denominados países desarrollados y subdesarrollados se ensanchan demasiado y cada día aumentan las personas que viven en situaciones de pobreza.

Así las cosas, las brechas entre el norte y el sur, el lado oscuro de la migración, las redes de la delincuencia organizada que se llenan los bolsillos a expensas de vidas inocentes quienes, tras la búsqueda de deseos, quimeras y esperanzas, exponen sus vidas hacia un destino inseguro y desconocido.

26 agosto 2019 6 comentarios 462 vistas
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Los pobres y los intelectuales

por Manuel García Verdecia 24 abril 2019
escrito por Manuel García Verdecia

A raíz de la ascensión al poder de varios gobiernos de tendencia derechista en el continente americano, lógicamente que estudiosos y analistas se han dado a la tarea de averiguar las posibles causas de este fenómeno. Uno de los aspectos más enigmáticos y controvertidos es llegar a entender la razón por la que gente pobre vota a favor de sectores que, se supone, no favorecen a las personas más necesitadas.

El desconcierto ha llevado a nombrar a este tipo de personas como “pobre de derecha”. Particularmente el que esto escribe se niega a aceptar tan fácil concepto. Votó por alguien de derecha, pues de tal inclinación. En primer lugar me pregunto si los pobres tendrán, por la forma en que han vivido y las posibilidades que se le han dado, la posibilidad de discernir con diáfana profundidad que es ser de una u otra mano. La pobreza no es de izquierda ni de derecha sino de la parte dislocada y desesperada adonde la necesidad arrincona y esclaviza a las personas. Ya Carlos Marx establecía que la libertad es abandonar el reino de la necesidad. De donde se coligen que estos seres son prisioneros de sus penurias.

Si fuera tan simple la fórmula,  o sea, que los pobres actúan por simple inducción de los medios y el encanto con que los hechiza la vida de los ricos, pues solo habría que desarrollar una amplia campaña de divulgación que muestre lo contrario para contrarrestar esos presupuestos. Pero las campañas existen y los discursos de los candidatos de izquierda no dejan de advertir. Se pudiera objetar que no están en igualdad de proporciones, pero de todas formas hay campañas ideológicas de izquierda, incluso con medios de comunicación propios.

De manera que hay formas de llegar a una gran parte de la población para exponerles las contrariedades de ir por la derecha. Sumado a esto hay que decir que muchas de estas personas han votado por partidos de izquierda en ocasiones anteriores. Entonces, ¿qué sucede? ¿Cómo se produce el cambio? Ninguna respuesta es fácil cuando se trata de opciones que dependen de las aspiraciones y los intereses humanos. Los pobres no son más que víctimas de aquellos que manipulan y medran a costa de su indigencia y su incultura.

Presidente colombiano Iván Duque saluda a sus partidarios. Foto: Carlos Eduardo Ramírez

Una respuesta tan pronta y fácil como la del “pobre de derecha”, podría llevarnos a reconocer que también hubo el “pobre de izquierda”. Nos referimos a esas masas obnubiladas por himnos y consignas que creyeron en las promesas del “socialismo real” que naufragó en Europa Oriental.

En el caso de esos pobres que, contra toda lógica, votan por gobiernos que, según lo conocido al menos, no los beneficiarán, puede ser que el cansancio y el desespero donde lo arrinconan la precariedad y la frustración los mueva a buscar una salida mediante una decisión quizás irracional pero que les deja un posibilidad abierta. La lógica los guía de la siguiente manera: si algo no funciona, se cambia. No importa hacia donde sea el cambio pero en el acto de variar en sí se abre una oportunidad de que algo se logre. Además de esa eventual esperanza, aplican un castigo a quienes no les han cumplido, lo cual les confiere un transitorio sentimiento de poder.

El fenómeno de la pobreza, por todo lo que engendra la precariedad material y espiritual en el ámbito de la proyección y el accionar humanos, es sumamente complejo y no puede entenderse desde una simplificación ideológica. La pobreza, el hecho de carecer de los medios necesarios para desarrollar una vida física y mental dignas, genera las condiciones para que florezcan la ignorancia, la falta de un pensamiento crítico consciente y un irracional entusiasmo de grupo que no pocas veces lleva a los sujetos por caminos errados. No hay nada más arduo en la educación de las personas que formar una mentalidad analítica, creativa, independientemente sensata que sepa hacia dónde va y cómo llegar hasta allí. Eso en un medio indigente es doblemente difícil.

La batalla más importante del progresismo en el mundo es contra la pobreza. Foto: Corbyn Wrigh

Hacen falta políticas sensibles y humanamente concebidas que tengan como fin, no remediar en cierta medida la pobreza para alcanzar una base social más amplia, sino eliminar radicalmente la pobreza y ayudar a estos seres a diseñar sus propios proyectos de vida en permanente crecimiento de objetivos esenciales del ser. Obviamente, también se necesitan políticos persuadidos de esta política, que actúen por convicción y no por oportunismo, pues ellos son el rostro de la política y el espejo donde se avizora el mundo de oportunidades que se consiguen de seguir la senda propuesta.

Nada hace tanto daño a determinada política, por muy coherente y positiva que parezca en sus enunciados, que actitudes y prácticas de los políticos (como la corrupción y el engaño) que contradigan lo promulgado.

Hay que estar convencidos de que la erradicación de necesidades básicas puede eliminar en parte la pobreza, pero no tan fácilmente la mentalidad que esta ha modelado. Es por eso sumamente esencial el trabajo educativo y cultural constantes, debidamente concebidos. Por otra parte, la eliminación de la pobreza nunca puede entenderse como una meta de llegada, pues ello no implica la supresión de las crecientes y mutantes exigencias de los sujetos. La satisfacción de determinadas carencias engendra la aparición de otras necesidades y aspiraciones. El ser humano es inconforme por naturaleza.

Las plataformas políticas deben armonizarse con los momentos de evolución de las personas y sus anhelos progresivos

En definitiva, el objetivo de cada vida es poder desplegar la mayor cantidad posible de las potencialidades del ser. Es la dialéctica de la vida y por eso ya no vivimos en cuevas ni cazamos con garrotes. Toda estructura política que limite o retarde esa dinámica progresiva de anhelos y empeños, siempre será un lastre a barrer, independientemente de la tendencia que enarbole. Es importante que las personas con conocimiento y sensibilidad investiguen en la esencia del problema y no se queden en lo fenomenológico.

En ocasiones los intelectuales se proyectan como si habitasen otro mundo. Estos, por su formación y su ocupación poseen cierta información, determinadas herramientas que les permiten analizar asuntos de mayor intelección. Pero esto no quiere decir que vivan en otro nivel del mundo ni que sean personas superiores. Mayor intelección no implica directamente mayor calidad humana. Sobran los ejemplos en la historia del pensamiento. Sencillamente son individuos con un modo de pensar ilustrado que pueden usar con efecto público. Sin embargo hay que cuidarse de la arrogancia que suele acompañar a algunos intelectuales que, por pensar que poseen la verdad, creen que los demás son seres de segunda clase. Las actitudes arrogantes que hacen creer que uno es poseedor de la verdad y el otro está equivocado solo enquistan los odios y generan violencia.

El intelectual también tiene que cuidarse de creerse el portavoz del “pueblo”, de “los pobres”. Esto es otro tipo de fantasía ególatra. ¿Quién confiere esa función? ¿Quién le concede esa potestad? ¿Acaso ha consensuado con cada individuo del pueblo, de los pobres, para saber qué opinan y si le dispensan esa facultad? Él no puede ser más que portavoz de su propio pensamiento y, si acaso este lleva alguna verdad genuina, entonces aspirar a aportar una base teórica para que desde ahí, los otros puedan hacer sus propias construcciones intelectuales. Casi siempre los que se creen portavoces son aquellos amparados por algún tipo de poder por el cual hablan y escriben, usualmente, defendiendo esa suave sombra protectora y no precisamente a los pobres.

Siempre me ha parecido central el concepto de Octavio Paz de que el intelectual debe estar equidistante de todo poder para así no tener otros compromisos que los que su conciencia contrae con la verdad y la vida.

La Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad cumple una importante función como organismo que articula a parte del pensamiento crítico latinoamericano.

El verdadero intelectual cumple su papel con humildad: comparte conocimientos y perspectivas sin imponer su visión. Es fundamental entender la aseveración del maestro Osho en tal sentido: “Cada vez que sientas que eres la excepción, hazte a la idea de que la mente te está engañando.” Además hay numerosos intelectuales que viven literalmente en la pobreza, pues no siempre la obra inteligente legítima y desinteresada se paga con generosidad. Quizás estos son los que mejor entienden la actitud, a veces desconcertante, de sus semejantes.

Es necesario estar alertas pues se empieza sintiendo repugnancia por ciertos actos y se termina sintiendo repugnancia hacia los actores, o sea, los propios seres humanos que mayormente son mártires de los contextos económicos y los rejuegos políticos. En definitiva, en términos humanos, nadie es superior a nadie y lo que se necesita para el logro de un estándar de vida más digno es la transacción, el diálogo, el consenso y la participación inteligente y activa a favor de todo cuanto sea genuinamente bienhechor.

24 abril 2019 9 comentarios 361 vistas
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Una perspectiva eficaz

por Manuel García Verdecia 28 febrero 2019
escrito por Manuel García Verdecia

Hace poco hice un comentario en el cual manifestaba mi estupefacción por la victoria de Jair Bolsonaro (alguien con políticas tan retrógradas) por encima del Partido de los Trabajadores en Brasil y analizaba la falta de un análisis profundo que pusiera de manifiesto los verdaderos conflictos que impidieron que la izquierda brasileña accediera al poder. Sin embargo, al pasar vista a la situación en el resto de América, y en el mundo, notamos que ha tenido lugar una suerte de inusitada alta marea de la derecha.

Argentina, Paraguay, Chile, Perú, Colombia, Ecuador y recientemente El Salvador, han sentado en sus sillas presidenciales a políticos contrarios a la izquierda. Así mismo, en la mayoría de Europa, Asia y África, los que presiden los gobiernos de los respectivos países son de esa opción. A la larga, en un mundo de más de 243 países y una población de más de siete mil millones de habitantes solo tres países mantienen sistemas de corte socialista tradicional (descontamos a China cuyo orden es arduo de encasillar): Cuba, Vietnam y Corea del Norte, con unos 126 millones de habitantes.

Tal situación hace imprescindible que la izquierda internacional se someta a un estudio profundo y sin evasivas para que pueda retomar los bríos que alguna vez tuvo y que infundieron esperanzas a millones de desposeídos.

Tal vez una perspectiva eficaz para un estudio así es la que adoptó el intelectual y sacerdote Frei Betto al analizar la situación brasileña. Betto, identificado plenamente con los movimientos de izquierda del mundo, hace un análisis sensato e integralmente convincente de la peculiar circunstancia que llevó al Partido de los Trabajadores a perder la presidencia del Brasil. El mismo nos permite hacer inferencias significativas que pueden ser de mucha utilidad para el autoanálisis de los partidos de izquierda en el continente, pues se trata de una reflexión que va al fondo interno de los errores que facilitaron esto.

El artículo creo que vale la pena estudiarlo no solo por los fenómenos que describe sino, sobre todo, por la manera de aproximarse a los problemas con un genuino enfoque dialéctico y desapasionado. Dice allí el autor, ya de entrada: “La democracia brasileña siempre ha ido frágil.” Ese “siempre” es sintomático. Luego pasa al análisis de los errores del Partido del Trabajo. Señala tres fundamentales:

  • “El involucramiento de algunos de sus líderes en casos comprobados de corrupción, sin que la Comisión de Ética haya sancionado a alguno…”
  • “La desatención a la alfabetización política de la población y a los medios de comunicación…”
  • “No haber implementado ninguna reforma estructural a lo largo de 13 años de gobierno… El PT es hoy víctima de la reforma política que no logró promover.”

Más adelante reconoce: “Dilma fue reelecta con un pequeño margen de voto… El PT no entendió el mensaje de las urnas. Era hora de asegurar la gobernabilidad mediante el fortalecimiento de los movimientos sociales”. Para concluir su examen hace una generalización a la que deben atender todos los que se interesan por el verdadero triunfo del pueblo y el avance de este hacia el dominio auténtico de sus asuntos. Plantea:

“La izquierda se llena la boca con la palabra «pueblo», pero no está dispuesta a «perder» fines de semana para ir a las favelas, a las villas, a la zona rural, a los barrios donde viven los pobres. He ahí las prioridades de la actual coyuntura brasileña: que el PT se haga una autocrítica y se recree; que la izquierda retome el trabajo de base; que el movimiento progresista rediseñe un proyecto de Brasil que resulte un proyecto político viable.”

El carácter acomodaticio y sin profundas convicciones de muchos cuadros de la izquierda es algo generalizado y cercano

Igualmente indica lo imperioso de una meticulosa autocrítica que la aparte del comodín de buscar el enemigo externo, y no es que no lo haya, sino que no solo eso la lleva a perder territorio sino y, principalmente, sus propios desatinos e inconsecuencias.

Pienso que, precisamente, por confiar en tener las intenciones e ideas más certeras y provechosas para la redención de los grandes conglomerados humanos, la izquierda dio por seguro el apoyo permanente de esas muchedumbres. El exceso de triunfalismo, la obnubilación a que lleva creerse en posesión de la verdad infalible sobre la solución de los problemas, la tendencia a la externalidad en el análisis de las dificultades para el desarrollo y la falta de una raigal postura crítica hacia los propios impedimentos y errores han hecho que se pierda la postura de vanguardia y, por ende, la amplia base social que es el sostén de cualquier bando político.

Ha faltado dialéctica al analizar los procesos de desarrollo pues ciertos logros se dan como llegada a un punto de jovial suma existencial, sin tener en cuenta que los seres humanos son seres en constante insatisfacción y que una vez que alcanzan ciertas ganancias se imponen nuevas metas.

En un examen que hiciera el expresidente ecuatoriano Rafael Correa sobre los desafíos de la izquierda en el continente este expone una serie de puntos de máximo interés. Empieza por señalar: “Probablemente la izquierda es también víctima de su propio éxito”. Esto muestra que se dio lo obtenido como algo definitivo y terminado, que saciaba de una vez ansias y sueños de las personas.

No se ve los procesos como una constante reacomodación a nuevas circunstancias e intereses

Luego indica: “Tenemos personas que superaron la pobreza y ahora —por lo que se llama muchas veces prosperidad objetiva y pobreza subjetiva— pese a que han mejorado muchísimo su nivel de ingreso, piden mucho más, y se sienten pobres, no en referencia a lo que tienen, peor aun a lo que tenían, sino a lo que aspiran.”

Esta ha sido una de las insuficiencias capitales de la izquierda en el poder, concebir la eliminación de necesidades arrastradas de estadios anteriores como la conclusión de las aspiraciones y no como una plataforma para emprender nuevos alcances que pusieran en la hora mundial a nuestros pueblos y buscaran superar lo conseguido por otras naciones bajo el sistema capitalista.

A esto puede responderse con las palabras del historiador Youval Noah Hariri: “Los humanos raramente se sienten satisfechos con lo que ya tienen. La reacción más común de la mente humana a lo conseguido no es la satisfacción sino ansiar más.” (Homo Deus, p.23)

Tampoco hemos sabido sacar experiencias de lo que hacen los otros

Mientras el capitalismo ha aprendido ciertas lecciones de la crítica social de izquierda (planes de atención social, médica y mejoras laborales), las izquierdas no han hecho lo mismo respecto al sistema que rechazan. Así lo ve el profesor Hariri al plantear que el liberalismo capitalista “…ha adoptado varias ideas e instituciones de sus rivales socialistas y fascistas, en particular un compromiso a proveer a la población en general con educación, salud y servicios de bienestar social.” No es que estos sean una panacea, pero sí se han dado pasos para el mejoramiento de los menos afluentes con el fin, básicamente, de preservarse en el poder.

Hay mucho de eficacia productiva, mucho de incentivación a la iniciativa individual, mucho de modos de hacer producir ganancias que han logrado países capitalistas y son aspectos que han hecho falta a los gobiernos de izquierda. No se puede resolver la situación de millones de habitantes con sistemas insolventes o improductivos. Además, siempre dijeron los padres intelectuales del socialismo que este sería solo posible una vez que se propasaran las condiciones adonde había llegado el capitalismo, pues se supone que el socialismo sea una etapa superior en todos los órdenes.

Desde la pobreza y la precariedad material no se puede construir un sistema superior

Es evidente que a la izquierda la hace falta una introspección minuciosa, desprejuiciada y responsable si quiere restablecer una amplia base social y, consecuentemente, volver a posiciones de poder. Ante todo, ya es ineludible dejar atrás los rezagos de estalinismo burocrático y policial, así como el maoísmo de absurdos saltos al vacío. Se hace necesaria una concepción novedosa, fortificada con el conocimiento exacto de los errores cometidos por los partidos de izquierda durante el siglo XX y la actualización según las nuevas condiciones y perspectivas de los estudios sociales.

Hay algunos aspectos que, creo, deben tenerse en cuenta de manera priorizada para un enfoque más sensato y coherentemente esperanzador. La izquierda no debe atrincherarse en algoritmos ideológicos como si fueran sistemas eternos e inamovibles, sino tener ojos y oídos abiertos para adecuarse a las necesidades de las circunstancias así como a las aspiraciones de sus seguidores.

A la par, se hace primordial sustituir el castrante igualitarismo por la equidad auspiciadora y más cercana a las características y propensiones del ser humano. Otro aspecto fundamental, que ha sido una piedra en el zapato de estos sistemas, es evitar el burocratismo omnipresente y paralizante. Este debe sustituirse por un mínimo indispensable de cuadros y organismos funcionales que estén muy cercanos y atentos a la base social. A esta debe dársele verdaderamente la posibilidad de vigilar y criticar la labor de dichos cuadros.

Concomitante con lo anterior es la anulación del secretismo y la censura. Deben propiciarse las vías reales para ventilar públicamente la actuación de los cuadros decisores. Esto preserva la salud ética de la izquierda y cierra el paso a los abusos de poder y la corrupción debilitante.

Igualmente, no debe demonizarse a los oponentes, bien sean de izquierda o de derecha. Es fundamental trabajar con ellos en un diálogo permanente que posibilite consensos provechosos y armonizantes. Todo lo que sea juicioso y útil debe aceptarse, venga de donde venga.

Además, no se debe tomar los fenómenos resueltos como conquistas definitivas sino como peldaños para ayudar a la realización de los siempre cambiantes y crecientes anhelos de las personas. La solución de ciertos problemas que, de viejo, aquejan a la sociedad no implica que esta se alinee permanente y definitivamente con la izquierda por encima de sus necesidades, pues las renovadas demandas de la vida y las ansias de progreso individual ineluctablemente llevarán a aquella a buscar asociaciones que favorezcan la consecución de lo anhelado.

Ningún sistema político puede estar por encima de las exigencias de la existencia humana

El gran intelectual de izquierda mexicano Carlos Fuentes, en su libro En esto creo, tras admitir “fracasos, oportunismos, traiciones, pasividades”, en la izquierda del siglo XX, también reconoce sus indudables éxitos “en sus luchas contra los fascismos, en Europa, en los Estados Unidos, en Latinoamérica”, y halla que tiene mucho por hacer en medio de la globalización, sobre todo por un “ordenamiento político internacional” que beneficie a las naciones con justicia social y económica así como con democracia. Esto, según él, debe hacerse dándole el papel correspondiente tanto a la empresa privada como al Estado, con “el ejercicio efectivo y vigilante de los procesos democráticos”.

El desafío para la izquierda del siglo XXI es aprender a oponerse a sí misma para no caer más caer en dogmas, falsificaciones y arbitrariedades que la mancillaron en el s. XX

En fin la izquierda necesita de un profundo, serio y responsable ejercicio de introspección, sin dogmatismos ni triunfalismos vanos, que la restañe de sus heridas y le devuelva la posibilidad de conducir las grandes mayorías hacia la redención, la prosperidad y el más amplio humanismo.

28 febrero 2019 18 comentarios 286 vistas
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El problema

por Alina Bárbara López Hernández 16 enero 2019
escrito por Alina Bárbara López Hernández

El problema no es que la crisis arrecie. Ni que se espere un año 2019 “de grandes desafíos”, como aseveran nuestros eufemísticos medios oficiales. El problema no es que las dos últimas generaciones de cubanas y cubanos nacieran bajo el Período Especial. Tampoco que tal etapa sea ya tan extensa que pudiera cuestionarse si el verdadero período especial no fue el que Cuba vivió bajo el manto protector del campo socialista. La secuela más terrible de una larga crisis es el cambio que sufren las personas que la soportan.

Se modifican sus proyectos de vida, en realidad dejan de tener proyectos de vida ante el imperativo de la cotidianidad. En consecuencia, se transforman sus sistemas de valores. Nociones contrapuestas, como lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, lo legal y lo ilegal, difuminan sus demarcaciones debido al aumento de la pobreza y al incremento de las familias, con hijos que no tienen culpa alguna de que el salario de sus madres y padres tenga cada vez menos influencia en la economía doméstica. Resultado de lo anterior: cada vez nacen menos hijos. Aun así, este no es el verdadero problema.

Una crisis puede valorarse desde dos puntos de vista: interno y externo. Sin embargo, no se trata aquí de perspectivas geográficas, sino de visiones respecto a la misma crisis. De un lado se ubican los que la sufrimos en carne propia, con su corolario de carencias, migraciones, depresiones, decepciones y deserciones; del otro, los que han hecho de la lucha por superarla su razón de ser, los que se ocupan y preocupan de ella, pero que no saben en verdad lo que es sentirla, ni ellos ni sus familias.

La existencia de una clase de burócratas en Cuba debe ser considerada también teniendo en cuenta su actitud ante la agudización de la crisis económica. ¿Cuál es su propuesta concreta para sumarse a la austeridad y al ahorro que tanto le piden al pueblo? En Cuba existe un enorme aparato de dirección, partidista y estatal, que lejos de disminuir tiende a incrementarse. Hace poco escribí en un post: “Un país empobrecido como el nuestro, cuya economía prácticamente no crece desde hace casi una década no puede mantener tal derroche de recursos materiales y humanos al sostener dos formas de dirección, una que orienta y otra que gobierna”.

Otra arista del asunto es la relacionada con los gastos individuales en que incurren nuestros dirigentes y sus familias. El presidente de México pretende disminuir los salarios a los funcionarios y magistrados —lo que le está costando mucho lograr—, pero en Cuba los sueldos de los burócratas no son los que determinan su estilo de vida. Nuestra burocracia —y en eso sí se parece al pueblo—, no vive del salario. Ello fue una práctica común de los países socialistas, como bien asevera Mario Valdés en su ensayo “La tríada burócratas-burocracia-burocratismo y la hora actual de Cuba” (Premio Temas 2017, en Temas 91-92, julio-diciembre 2017, pp. 117-125):

(…) la vocación antimercantilista de los estados en transición socialista hizo que la satisfacción de muchas de las necesidades de estos cuadros y sus familias a expensas del Estado se percibiera como una manera superior de distribución, más cercana a la comunista y ajena a las tentaciones del dinero; rara interpretación que daría lugar a toda una gama de privilegios, prebendas y beneficios que los alejaría cada vez más de las condiciones reales de subsistencia del pueblo trabajador. Por ello la burocracia socialista es representada socialmente por gran parte de la población como una cleptocracia parasitaria, ajena a las vicisitudes de las masas (…)

 Dietas especiales, transporte asegurado, atención médica especial, vacaciones a cargo del “quinto departamento”, que es el protocolo bajo el que se reconocen los gastos de los dirigentes y sus familias en los hoteles; estas condiciones diferenciadas explican que el discurso que genera la dirigencia sobre el cambio y las transformaciones medulares que requiere la Isla esté permeado de términos como “progresividad”, “paulatinamente”, “sin prisas”. Es claro que quien no sufre la pobreza no tiene la misma premura en salir de ella

Lo criticable no es que la burocracia dirigente viva mejor que el pueblo al que dicen representar, ese tampoco es el problema. Es lógico que quienes desempeñan funciones tan complejas no se distraigan pensando qué pondrán a la mesa familiar o cómo podrán comprar los zapatos que necesita su hijo. La cuestión es que cuando esos burócratas terminen sus períodos de mandato constaten en su experiencia personal el punto de vista popular sobre la crisis. Y aquí sí se manifiesta el verdadero problema.

La tesis de la física que afirma que la materia no se destruye, solamente se transforma, puede ser aplicada a nuestra dirigencia. En Cuba la burocracia es prácticamente vitalicia, los dirigentes que concluyen sus mandatos pasan “a ocupar otras funciones”, se reciclan, se convierten en asesores de otros burócratas, pero es claro que nunca sabrán lo que es vivir como “el pueblo en general”, frase que detesto en lo personal por la carga de demagogia que porta.

Cuba necesita dirigentes que nazcan del pueblo, pero que regresen a él cuando concluyan sus mandatos. De ese modo nuestros gobernantes se apresurarán a realizar cambios que en plazos breves mejoren las condiciones de vida de cubanas y cubanos. Bien dijo Marx que la gente piensa según vive, y no a la inversa.

16 enero 2019 33 comentarios 466 vistas
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circunstancia

Yo y mi circunstancia

por Miguel Alejandro Hayes 30 noviembre 2018
escrito por Miguel Alejandro Hayes

Quizá escriba pasado de tono en esta circunstancia. No lo voy a negar. Pero tengo un buen motivo para hacerlo. Se puede notar también cierto resentimiento, molestia e incomodidad en algunos textos. Quizás debiera moderarme, para mantener la imparcialidad falsa; esa que solo es una apariencia, una cierta diplomacia de quien transmite un mensaje. Tal estable proyección pocas veces la logro, pero tengo razones para ello.

Este es uno de esos momentos en que me cuestiono lo que escribo, no por su contenido, sino el ¿para qué sirven? No dejo de pensar en un artículo de Esteban Morales, y repetirme la pregunta ¿quién me lee? Por instantes tengo en cuenta la opción de que todo esto de escribir sea solo un juego, un ejercicio para insertarse en una endogamia de un grupo cerrado y parecer un tipo valiente que  burla la censura –a la indiferencia de los medios oficiales, que es lo mismo-, y despierta  la verificación de los sensores.

Sé que los medios crean estados de opinión, pero los independientes, ¿a quién? ¿para qué?

Me planteo seriamente una reflexión sobre quiénes escriben en las redes, ¿qué escriben? Encuentro gente con comodidades, que vive fuera de Cuba, otros que viven aquí pero lo hacen con ciertas facilidades y en mejores lugares. Otros reciben dinero del exterior, algunos tienen negocios o familias que los sostienen para “darse a esa vida del pensar”. No dudo que haya quien pase su trabajo, y que dadas sus capacidades podría estar mucho mejor, pero no se les ve en tan grave situación. No digo que sea malo estar bien, sino solo identifico el público potencial, y a la vez, la cantera de los que escriben.

Tal vez por eso, veo la ausencia –o no el peso suficiente- de algunas cuestiones. Nos atragantamos en disputas ideológicas, políticas, administrativas, macroeconómicas, y eso es una señal de la matriz clasista de las redes. La historia del pensamiento, es la de los hombres que lo pensaron, por eso las preguntas de un pensador, dicen mucho sobre él. Entonces, veo cuáles son los problemas que ocupan la mente de los que escriben.

Noto la ausencia de temas como la situación con los materiales de construcción en La Habana, las condiciones de limpieza –por no hablar de la higiene- de algunos hospitales de la capital (dije limpieza, porque para tirar agua no se necesita levantar el bloqueo), el venidero desastre de los taxis, el hecho de que para hacer trámites de vivienda haya que pagar, los niños recogiendo basura en La Habana, la pobreza que asusta; cosas estas que nadie me contó, sino que he podido verlas, y están ahí, solo hay que acercarse.

A lo mejor estos son temas muy simples, conflictivos, muy vulgares para escribirlo y de poco monto intelectual. Puede ser también que quienes escriban no tengan que chocar con esos problemas, o si los vivieron ya los olvidaron, o pasan y miran para el otro lado. Lo que resalta es que esos fallos de nuestro sistema, son típicos blancos de ataque y fuente de artículos que nuestra desvergonzada disidencia aprovecha y expone. No sé si es que la disidencia se apropió de ellos, o que escribir de eso te convierte en disidente.

Hay intelectuales consagrados cuyo nombre les permite correr ciertos riesgos, tocar temas vedados, pero no pasa de ser un coqueteo con el poder

No sé  si es que se desconoce la triste realidad, o no conviene abordarla. ¿Cómo se reacciona correctamente ante ella, ante los que la desconocen, ante los que la ignoran?

Frente a desfavorables panoramas sociales, están los que prefieren creer que es pobre aquel que no ha trabajado y esforzado lo suficiente, pero no soy malthusiano y mucho menos neoliberal; ¡soy marxista!, por lo que sé, que todo ello es generado socialmente por nosotros –aun con el bloqueo-, así que se puede cambiar. Comprendo el carácter clasista de la ciencia burguesa, que sirve para justificar los defectos de una sociedad, sin culpar a la clase dominante, mejor adaptada, dirigente.

Entonces, cuando se dice  que en Cuba los que no tienen nada -o ganan menos- es porque no trabajan, no me dejo engañar y recuerdo que he visto tantos que trabajan tanto, que lo han hecho toda su vida y tienen nada, y otros que trabajan nada y lo tienen todo.

No puedo ver eso y no pronunciarme, siento necesidad de decir. Acaso venir de una familia humilde, de obreros, campesinos, milicianos, alfabetizadores, sin más pena ni gloria, sin más reconocimiento que las medallas de destacados, me acerca más a los de abajo, a los intereses de nosotros, que a los de las castas. Algunos prefieren priorizar estos últimos, y en su bien, hacen callar a los de abajo.

Pero, ¿por qué no denunciar algo realmente injusto? El tiempo, espacio y lugar que se requieren para hacerlo no son estáticos, los espacios sociales se reconfiguran en cada época, y la nuestra exige hacerlo en las plataformas digitales, que son ese nuevo espacio que debe ser aprovechado.

Temo que se prefiera callar, antes que ser responsables y exponer todo cuanto esté mal; que se pondere a la vanguardia por encima de las masas.

A veces veo más solidaridad con los cubanos que vivieron en la época de Batista que con los que vivimos en esta; los cuales, pagamos con nuestro comprometido silencio -resultado de invocar al “disciplinado y obediente revolucionario” que llevamos dentro-, la supervivencia de una vanguardia que a menudo puede serlo solo formalmente, pero se afirma a sí misma como abanderada de la Revolución, es decir, como la única barrera a que aquellos nefastos tiempos vuelvan.

Yo sigo creyendo que debemos temblar de indignación cuando se comete una injusticia, sin importar quien la hizo. Por eso agradezco a quienes ejercen el valiente ejercicio de la crítica revolucionaria. La cual no es solo mirar la contracción y el bajo crecimiento económico -–esos son reflejos que hemos construido del problema-, sino el precio del plato de frijoles, que importa más.

Por lo que destaco la urgencia -y no se sienta aludido quien ya lo hace- desde espacios revolucionarios –e incluso, algunos que no lo son tanto- de ir más profundo, de trascender esa historia de grandes hechos y acontecimientos y mostrar las pequeñas historias, esas que, quién sabe, no sean dignas de la academia y la intelectualidad, esas de las que la disidencia en parte se ha apropiado, pero que son la verdadera historia.

Mi cercanía a esas pequeñas historias que muestran la cara más dura del precio que se paga  por tener el país más simbólico del mundo, es la razón de cierto tono sombrío en mis líneas. Yo también soy yo y mi circunstancia; no puedo escapar de ella.

30 noviembre 2018 50 comentarios 220 vistas
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ruinas

Crecer entre las ruinas

por Yassel Padrón Kunakbaeva 16 febrero 2018
escrito por Yassel Padrón Kunakbaeva

Un día estaba yo sentado en la concurrida parada de 23 y 12 en compañía de mi buen amigo Alejandro Mustelier, cuando este compartió conmigo una profunda reflexión. Según Alejandro, el ambiente hostil en el que los cubanos nos veíamos forzados a vivir nos había convertido a algunos en verdaderos escorpiones del desierto de tres colas. Es decir, nos había transformado en criaturas extremadamente resistentes, capaces de sobrevivir en las más áridas circunstancias. La ocurrencia puede parecer graciosa, pero merece una reflexión más demorada.

La inmensa mayoría de los cubanos convivimos día a día con una realidad verdaderamente dura. Las grietas, manchas, derrumbes, etc. han pasado a ser parte de nuestra vida cotidiana; la basura misma, los escombros, el agua desbordada, son una parte necesaria del paisaje. Tanto es así, que ese mundo de las películas, en el que todo está estilizado y limpio, nos parece hasta cierto punto irreal. Más de un adolescente cubano se ha preguntado si el mundo exterior a Cuba realmente existe, y si no viviremos todos en un reality show.

Cuba se siente como un lugar que está al borde de un colapso civilizatorio. Y no se trata solo de la imagen. Vivir en Cuba implica una permanente lucha por acceder a los bienes más elementales, participar de una economía subterránea de barracudas y tiburones.

El transporte urbano de La Habana es un verdadero suplicio que muchos sufren a diario; los pasajeros viajan como un ejército de zombis condenados, muertos en vida. Incluso las celebraciones en Cuba tienen algo de demoníaco: se celebra entre las ruinas de una vieja civilización.

La reacción más común entre la gente es la de tratar de esconder la cabeza, encerrarse en una burbuja, llegar a casa, bañarse, y sentarse a ver la novela. La realidad, no obstante, toca fuerte a la puerta. Son muchos los que se sienten derrotados, los que han aceptado la miseria y la angustia como la marca de sus vidas fracasadas. Entre estas personas, lo más común es el deseo de condenar en bloque al sistema político, de echarle las culpas al “gran padre” de todos sus problemas.

¿Pero qué pasa si un cubano, con deseos de llegar hasta la causa última del mal, se dedica leer a Marx, y descubre sorprendido que el filósofo le da la razón desde la lejana fecha de 1844, en la crítica del comunismo vulgar? Leer a Marx desde la Cuba del siglo XXI puede ser una experiencia interesante, sobre todo cuando se lee al mismo tiempo a Nietzsche.

Uno comienza a leer a Marx con los ojos de Nietzsche y a Nietzsche con los ojos de Marx. La vida revolucionaria puede ser entendida entonces como una manifestación de la voluntad de poder; la lucha contra el capitalismo, como la determinación de construir un poderoso lazo de solidaridad entre hombres y mujeres libres.

Nuestro destino nacional, trago amargo, puede dejar de parecer algo especialmente terrible cuando se comprende que el mundo es un lugar terrible. No somos más que las víctimas de una tragedia histórica, en la que no se va a ganar mucho con sacar la cuenta de los culpables o los inocentes. Todos hemos sido cómplices de esta Revolución maldita. Nuestros padres, y un poco también nosotros, hemos bebido del dulce vino de sentirnos dignos, soberanos, la capital del antimperialismo mundial. Ahora nos toca seguir el camino al abismo.

La mejor opción que nos queda, existencialmente, es asumir la fuerza que nos da ser seres que hemos crecido entre las ruinas. Mirar de frente a la oscuridad del destino, con la sonrisa de Zaratustra a flor de piel, y atrevernos a ser libres. Rompiendo con el pasado, sintiéndonos libres de deudas y de resentimientos, es la forma en que, paradójicamente, más cerca vamos a estar de seguir en lo mejor de nuestra tradición revolucionaria. Los hijos del nuevo día son los que construirán el futuro.

16 febrero 2018 92 comentarios 414 vistas
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