La Joven Cuba
opinión política cubana
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto

Escenarios

Identificación de tendencias históricas para evaluar escenarios actuales y futuros

Escenarios

Raydel Armando: el alcoholismo y Cuba

por Néster Núñez 2 septiembre 2023
escrito por Néster Núñez

El bar está lleno. Hay cervezas a 150 pesos, lo más barato que se pueden comprar. Desde un rincón, Raydel observa todo. Una pareja paga y se va. Él recoge las latas vacías y las pone dentro del saco. Cuando regresa a su mesa, apartada del resto, ya estoy sentado allí. Nos damos la mano.

-Te afeitaste- le digo.

Raydel se rasca por debajo de la gorra, casi sonriendo, y se pasa la mano por los cañones que le han vuelto a crecer. Ahora solo le queda el bigote, manchado por la nicotina del cigarro y por no lavarlo casi nunca.

-Me regalaron una maquinita. Empecé ahí mismo en el parque, en seco. Yo solo. Pero había un carro parqueado en la calle Río y me miré en el espejo. La verdad es que estaba en candela. Pasó un socio, Damián, y me llevó para su casa. Yo cargaba un saco de latas. Nosotros tenemos ya tres sacos de latas, sin escachar. Cuando las vendamos, el dinero es a la mitad. Entonces me dio un espejo y hasta un jabón y terminé de afeitarme. Después me dio un poco de arroz amarillo con pollo y me dije: «Bueno, ya me cayó algo en el estómago».

«De todas maneras, de regreso para acá vine pidiendo comida a la gente que conozco. Me dieron un tanto así, casi un cuarto de jabita, de congrí. Con lo que me había dado Damián y con esa comida, pasé la noche feliz. Figúrate la artera que cogí, que ya hoy he ensuciado dos veces. Primero fue en el parquecito aquel… no me dio tiempo a nada, era mucha la artera. La segunda vez sí me fui para abajo de una mata de guano que hay entre los dos puentes, a donde siempre voy. No sé si es una mata de guano normal, o si es guano de cana».

Foto: Néster Núñez

Una señora le trae seis latas de cervezas. Raydel, con su lengua siempre enredada, le agradece. Luego guarda las dos primeras en el saco. La tercera se la lleva a la boca y baja, de un buche, el contenido caliente que le quedaba.

-A estas también le quedan, pero tengo que darle suave a la cerveza, que la presión me sube.

Lo que habitualmente bebe Raydel son las tinturas medicinales con base de alcohol que venden en las farmacias. Lo mismo de tilo, de caña santa que de pino macho. Cada pomo cuesta solo seis pesos. Emborracharse le sale barato.

Antes de las laticas, vendía cloro por las calles.

-Iba a la bomba inyectora del acueducto a buscarlo. El cloro venía puro de Villa Clara. A un tanque normal le podías echar hasta dos de agua. Pero aquello explotó, porque la gente de allí fue muy ambiciosa. Si tú te puedes ganar cien pesos, ¿por qué razón querrás ganarte mil de pronto?. Ese fue su fallo.

«Yo siempre tomé. Desde que llegué de Angola, tomé. Y más desde que se me murieron mis abuelos. La única que me hizo renacer fue mi hija. Me llevaron para Luanda con 17 añitos, en el último llamado. Y de Luanda para Cabinda, a una base de tanques bajo tierra. Yo era francotirador. Había que dormir con las botas puestas y un dedo en el gatillo, porque los Unitas siempre atacaban».

Se rasca el cuello y el brazo; dice que la escabiosis lo tiene loco. Casi nunca se baña. Duerme en el portal del Teatro Sauto, Monumento Nacional, o frente a la galería de arte. Sí, pide comida, pero nunca ha robado. Antes fue albañil. Técnico integral en Construcción Civil. Ganó mucho dinero. Es oriundo de Sibanicú, en Camagüey. Una pareja de médicos, amigos de su abuelo, lo trajeron para Matanzas.

Foto: Nester Núñez

Le he preguntado cómo llegó a la situación actual, y sus respuestas saltan de un tema a otro: la casa que levantó desde los cimientos en Pastorita, donde le robaron todas las herramientas. La vez que conoció personalmente a Pablo Milanés en otra casa que estaba terminando en el reparto Camilo Cienfuegos. La esposa que tuvo durante diez años. El alquiler en La Marina. La muerte de su abuelo y de su abuela, quienes lo criaron.

-Mi padre renegó de mí cuando yo tenía tres meses- dice.

Como una especie de terapia de choque, para que deje de victimizarse, le digo que muchas personas han pasado por situaciones similares y no terminaron alcoholizadas.

-Yo entiendo lo que tú dices, entiendo. Pero yo siempre tomé. Siempre. Por suerte, fui a Angola. Angola me enseñó a sobrevivir.

Me habla entonces de su hija de 20 años, entre lágrimas. Lo desvío de esa cadena de pensamientos negativos preguntándole, como si fuese un niño, qué tres deseos pediría si se le apareciera un ser mágico.

-El primer deseo que tengo para pedir, esto es sin pensarlo mucho, es que mi hija sea feliz. Que me dé un nieto o una nieta que estudie y que también sea feliz. El segundo deseo, que me renazcan. Renacer es volver a vivir. ¿Por qué? Porque yo cometí muchos errores. Me arrepiento mucho de no cumplir la palabra que le di a mi abuelo: seguir en la construcción. El otro deseo, que me quiten el alcoholismo este que yo tengo. Y el último, que Jesucristo me mande la muerte cuando él desee.

Se pasa la mano por los cañones de la cara. Se ajusta la gorra. Se rasca la escabiosis con sus uñas sucias y largas.

-Probablemente me caiga un trabajo de custodio. Por eso me afeité ayer, porque no me aceptaban con la barba.

Veo bastante difícil que eso suceda, pero callo. En cambio, le señalo varias mesas con latas vacías. Raydel Armando Mesa Vicente arrastra su saco para recogerlas todas.

Salto mis dudas éticas y pongo su nombre y sus fotos para que no sea más el borrachín anónimo del parque, el apestoso del que la gente desvía la mirada. Para que recordemos que, detrás de todos los que son como él, hay una persona, un ser humano, un cubano en desgracia, como cualquiera.

Foto: Néster Núñez

Además, Raydel me dio su consentimiento, antes de emborracharse, teniendo por testigos al Teatro Sauto (monumento nacional); a la galería de arte; al museo provincial; a la oficina del conservador de la ciudad; al cuartel de bomberos; a los adoquines nuevos y los centenarios; al monumento al mambí independentista cuyo cartel reza: «Los derechos no se mendigan, se conquistan con el filo de la espada…»

Y la dignidad, ¿cómo se recupera?

La pregunta ahora no es ¿cómo caíste ahí?, sino ¿cómo se sale del agujero del alcoholismo, de haber perdido a la familia, de no tener casa?

Los ministerios de Salud Pública, de Trabajo y Seguridad Social, los trabajadores sociales, los CDR, el gobierno, el PCC y el resto de las instituciones que existen para algo, ¿van a esperar a que se le cumpla a todos los Raydeles su cuarto deseo: la muerte? ¿O van a ayudarlos antes?

2 septiembre 2023 4 comentarios
6 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
El reparto
Escenarios

Un reparto y un adiós

por Néster Núñez 11 junio 2023
escrito por Néster Núñez

Michel pasa corriendo. Lo persigue un perro alto y flaco que ladra sin parar. Atrás viene Jhonatán, más lento y gordito. Desde su balcón en el tercer piso, la vecina que siempre está hablando por WhatsApp con su hija, la de EE.UU., les grita que dejen el escándalo y se pongan a jugar pelota.

– ¡¿Con qué guantes?! -grita Michel.

– A la manito, como antes. ¡O por lo menos quimbumbia!

La viejita del quinto piso se asoma a ver si es con su nieto. La del tercero le dice: «Yo sé que son niños, pero cómo joden». La conversación se desvía antes de un minuto y me entero que al quiosco entraron los cigarros y esperan el aceite que debieron traer el mes pasado. Pero, ¿cuál de los dos quioscos, el de TRD o el de CIMEX?

El reparto

El reparto / Foto: Néster Núñez

Esos quioscos fue lo último que construyeron por los años 90, más el Ditú donde vendían pollo frito, croqueticas, potes de helado Nestlé y refrescos, confituras, chupa-chupas y cervezas. ¡Qué nostalgia! Cachito, Ciego Montero… Los cigarros Vega también se fueron a pique, como un paracaídas mal cosido. Recuerdo hasta el eslogan de los inicios: Lo mío primero. Temo que ya no haya nada nuestro, tan poco se produce en este país. A la gente le ha dado por decir que antes del reordenamiento éramos felices, pero no lo sabíamos.

De la peluquería/barbería ya no queda nada. Tampoco del taller de reparación de electrodomésticos. Recuerdo que hubo incluso un organopónico. De siete u ocho consultorios del médico de la familia, malamente funcionan dos o tres. En uno hacen guardias nocturnas, aunque a veces no hay ni oxígeno para los asmáticos. Las guaguas ya no entran al reparto. En los noventa pusieron un tractor que halaba una especie de carreta con asientos, y ahora ni eso. O sales hasta la plaza en un coche de 20 pesos o coges un mototaxi. Por el viaje más corto piden 100, imagínate. Está también la opción de madrugar y llegar caminando al trabajo, por supuesto.

Algo bueno sí hay: las matas de mango y de aguacate que se sembraron entre edificio y edificio ya dan sus frutos. Estamos en esa temporada. Veo también chirimoyas y naranja agria y, últimamente, maracuyá. ¿Qué otra cosa? Que la amenaza del gobierno de demoler las construcciones ilegales no se ha cumplido hasta la fecha. Hay casas enteras como extensión de las plantas bajas, por eso son mejor valoradas.

El reparto /Foto: Néster Núñez

Los del cuarto piso tiran por las ventanas papeles, semillas, pomos y latas, en dependencia del nivel de conciencia de cada quien y de cuán bien se lleven con sus vecinos de abajo. Estos son los que más sufren si hay filtraciones. Hace unos años impermeabilizaron las azoteas, pero la manta asfáltica ha terminado por levantarse. Además, las tuberías hidráulicas se oxidan, las llaves gotean y arreglar cualquier cosa vale un ojo de la cara. No todos pueden.

Por suerte, ya nadie cría cerdos en los baños. Los corrales están camuflados entre los edificios, sobreexplotando la obsoleta red sanitaria que debe llevar las aguas albañales al lugar de tratamiento para que no corran libres y contentas por las calles, como Jhonatán y Michel. La solución ha sido, en algunos repartos, abrir huecos para conducirlas… hasta el manto freático.

El reparto /Foto: Néster Núñez

El reparto está feo y cuadrado. Las ventanas originales que sobreviven están acabadas por el comején. La panadería hace un pan de asco y ya no vende el cake por el Día de las Madres. Los de la escalera del medio oyen a los Van Van los fines de semana a todo lo que sube el bafle. El sonido rebota entre las toneladas de concreto y se escucha como si estuviésemos metidos en una gran cueva. Unos se quejan y otros solo agradecen que no sea reguetón. Los pajaritos y los gallos andan sueltos, cantando también a su antojo.

Bajo a botar la basura. Michel me pregunta por Ayra, mi perra blanca, con quien jugaba a tirar y traer el palito. Le digo que estaba vieja, que se enfermó y murió. El niño abraza a su perro flaco. La vecina del segundo, la que cuida niños, no puede creerlo. Me dice que suba a tomar café acabadito de colar. Yo que no, que gracias, pero ella insiste. Así somos la gente del reparto.

Foto: Néster Núñez

Contrario a lo que pienso, no chismea nada. Solo hay tristeza en sus ojos cuando me extiende el café humeante. «Es un poco de Cubita que me regalaron». Yo dejo de mirarla para no acordarme de mi pastora suiza que en los últimos días tenía también una mirada similar, apagada. Le pregunto a la vecina por la foto en la pared, la de la Plaza Roja de Moscú. «Soy yo misma, estudié en la universidad, la Lomonósov».

En el reparto hay un edificio al que le decían «de los rusos», y otro que era «el de los franceses». Los franceses nos dejaron la termoeléctrica, y los rusos… la estética fea. Ahora están regresando tal vez con más fuerza. Mi apartamento está en el «edificio de los médicos» y lo estoy vendiendo a la mitad de lo que me costó. Me voy de aquí por segunda vez. Los recuerdos seguirán pegados como tatuajes, supongo. Ahora está también ese lugar que solo yo conozco, donde enterré a Ayra.

El reparto /Foto: Néster Núñez

11 junio 2023 8 comentarios
13 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Habana
Escenarios

La Habana: híbrida y enchufable

por Néster Núñez 27 mayo 2023
escrito por Néster Núñez

Un híbrido enchufable es la solución perfecta. Te da la autonomía eléctrica que necesitas para tus trayectos diarios y la flexibilidad del motor de gasolina para viajes más largos)

De Matanzas a La Habana los carros particulares cobraban mil pesos el pasaje, y a esa hora de la tarde (2:00 p.m.) ya no había camiones. Pero una guagua que iba de Varadero al aeropuerto José Martí paró enseguida y fui turista mientras duró el viaje: buena música, no reguetón y, con aire acondicionado incluido.

Antes de bajar en el Parque Central, el chofer avisó: “Son cincuenta pesos por persona”. Casi hago por pellizcarme, por si era un sueño, y cuando vi que era real hasta pensé en dejarle propina, pero me dije que los canadienses o los argentinos que recogería tendrían mejor economía que yo. Bastó el solicitado billete de Máximo Gómez más un bien sentido: “Gracias, chofe”, y puse el pie derecho en la acera, para que la suerte no se fuera de mi lado.

HabanaNo voy a negarlo: antes, yo iba directo al Capitolio. Claro, uno no iba así, al pecho, sino con esa cautela del que no quiere que sepan que vienes de una “provincia del interior”, que eres un guajiro, vaya. Me encantaba el señor de la cámara vieja sobre el trípode, el que se metía debajo de la tela negra para hacer su magia, su química, y entregarte luego unla foto de bastante mala calidad y aún mojada.

Esta vez, primero, no vi a ningún fotógrafo de esos. Y segundo, no quería no distraerme de las cosas prácticas por las que había ido a la capital de todos los cubanos, a la Poma, como se decía en mis tiempos. Tenía que ir al Cerro a arreglar unos lentes, y de paso, conseguir comida más barata. La idea era ir a La Cuevita, porque allí venden de todo, según me dijeron. Estuve como tres minutos decidiéndome bajo la sombra de los árboles frente al Teatro Nacional, y terminé por hallar el equilibrio: paseo y comida para lo que quedaba de tarde. Los lentes en El Cerro serían para el otro día.

Habana

(Cuando la autonomía eléctrica del Santa Fe Híbrido Enchufable se acaba, se activa el modo híbrido, lo que te permite utilizar el motor de gasolina, el motor eléctrico, o ambos. Ve hasta donde lo necesites…)  

La Habana tiene esto del Morro, los hoteles nuevos, muchos más negocios que en otras provincias… pero la mayor parte de la gente que vive allí pasa el mismísimo trabajo que el resto de los cubanos. El cigarro que venden en la bodega no es el Popular feo de la fábrica de Holguín, sino el Popular azul, con filtros, que parecen de juguete por serlo chiquitos. Y hay esos módulos de pollo, picadillo y salchicha todos los meses; más gas de la calle en muchos barrios; y las “gacelas” que siguen surcando con su amarillo de taxi el gris sucio de buena parte de la ciudad, parece que son como si fueran de petróleo.

Y muchos más almendrones. Y muchos más edificios en ruinas. Ah, y Gaesa y la Revolución están levantando el hotel más alto de Cuba. Pregunto y un constructor me responde que ya llegaron al tope. Cuarentaiún pisos, creo que dice. Aspiran a llenarlos de turistas algún día, o si no, ¿para qué lo construyen? Para un cochero por la Catedral, el negocio está bien malo. “Se hace alguito, pero nada comparable a antes de la pandemia. El que te diga otra cosa te está mintiendo. Hazme caso, que yo soy viejo en esto”.

Habana

Hay más banderas cubanas que en otras ciudades. Y más grafitis. El conjunto escultórico dedicado a Antonio Maceo no está rodeado de cercas de hierro, como el de José Martí en el Parque de la Libertad de Matanzas, y por eso unos adolescentes juegan allí como si estuvieran en la mismísima Expocuba o en el parque Lenin.

Habana

(MÁS GRANDE. MEJOR. PREPARADO PARA EL FUTURO. Con su increíble diseño, el Santa Fe Híbrido enchufable está listo para conectarse y ofrecerte una gran gama de servicios inteligentes)

Hablando otra vez de la gente de La Habana: normales. Ni más oscuros ni más lindos ni más feos que el resto de nosotros. Es más, ni se les ve en las caras que estén a punto de protestar por cualquier cosa. Transporte hay mucho menos que antes, se nota en La Rampa, por ejemplo, casi vacía a las cinco de la tarde. Y hay perras colas en los servicientros, o no, si total, están desabastecidos. Y los habaneros tranquilos, sentados en las aceras sentados conversando mientras conversan con los vecinos o buscando igual que yo el lugar de la comida más barata. Cerveza encontré en muchas partes, incluso importada, a ciento cuarenta, la importada. Eso es como a 75 centavos de dólar, dado el cambio actual. ¿Qué estaba hablando?: La Habana sí tiene su talla.

HabanaUna señora me ve con la cámara y pregunta si yo mando a concursos. Le doy un poco de muela para ver por dónde viene y lo que me dice es que tiene una foto que gana en cualquier parte. Está sentada en el quicio de su casa con la bisnieta y una vecina. Me muestra el celular. Es María de Las Mercedes, su bisnieta. “Faltaba un mes para que naciera y mira ya como empujaba”. Sonríe ella. Le digo que tremenda foto, que me la mande por WhatsApp para ver qué se hace.   

Habana

En fin, que recorrí en esos dos días unos cuantos municipios: Habana Vieja, Centro Habana (los amigos que me alojaron viven en un cuarto en El Vedado), Plaza, El Cerro y… Marianao. Allí vi la prosperidad con mis propios ojos, que casi se quedan bizcos: estaban vendiendo ciruelas, como diez o doce en un pozuelo plástico, y no estaban ni tan siquiera maduras. A lo que me refiero es que no fui a Miramar ni a los otros repartos de la gran alcurnia, y aun así conseguí queso blanco a 450 pesos (¡me ahorré 50! En mi ciudad está a 500 la libra).

Lo otro que novedoso que vi fue un Hyundai Santa Fe cogiendo carga en una de esas casonas venida a menos, en la mismísima Centro Habana. O no sé si me llamó más la atención la escalera de mármol, la estatua que perdió la cabeza o los sofisticados adornos que algún día también terminarán destruyéndose, al paso que vamos.

HabanaEsto tampoco voy a negarlo: lo del Hyundai tuve que googlearlo, porque vi el cable pero no estaba seguro de que fuera un Híbrido enchufable. Y sí, confirmado. En España cuesta 48 860 euros. No quise ni buscar el precio en Cuba porque, total, dicen en las redes que ya hay un Tesla de más de 100 000 circulando por las calles de la Poma.

Una última cosa, a modo de chisme. Alguien hoy está jugando con el catao aquí en mi barrio. Han cortado la corriente tres veces en lo que escribo esto, y la batería de mi backup no sirve desdeya hace rato. Voy a buscar en Google a ver si algún compatriota inventó una PC que funcione con petróleo. La verdad, no me asombraría. Hubo algunos que sacaron gasolina del plástico ahí mismo, en el patio de su casa.  

Habana

27 mayo 2023 6 comentarios
1 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Abrazo
Escenarios

La hora del abrazo

por Néster Núñez 13 mayo 2023
escrito por Néster Núñez

Uno que va por la calle metiendo la cabeza en todos los quioscos, los timbirichis, preguntando a los vendedores ambulantes por un regalo para el día de las madres. El regalo justo, medio barato, simbólico y utilitario a la vez, tan difícil de encontrar.

Que si un libro, un ramo de flores, un vestido alegre para el verano, un par de zapatos, un adorno para la sala. O imprimir una foto ampliada de la última vez que toda la familia logró reunirse. O mejor, recargarle el teléfono, que se compre un paquete de datos. O buscar unas cervezas para brindar y olvidarse del calor, de las penurias cotidianas, de la ausencia del hijo lejano y, si se pone de suerte, hasta de los dolores del parto.

Abrazo

(Foto: Néster Núñez/LJC)

—Yo sé que a mí no van a regalarme nada. Es más, no quiero regalos —mi amiga suelta eso y después se encoge de hombros, le da un sorbo al café y hace una mueca como estuviera muy dulce o muy amargo—. No me merezco ningún regalo, por mala madre.

Mi amiga tiene dos hijos. El varón de siete y la niña de tres, que es la candela. Inquietísima. No se sienta ni para comer. Hipercinética más que el padre. A él le llegó el parole enseguida. Está abriéndose paso allá para cuando ellas lleguen.

Además de eso, mi amiga tiene casa propia, aunque al frente viven sus padres, que la ayudan bastante. Después que se fue su esposo ella no dejó de trabajar, lleva a los niños al círculo y a la escuela, cocina la mayoría de las veces, limpia, lava, los saca a pasear para que no extrañen tanto al padre…

—Ayer fue un día de esos —dice—. Desde por la mañana: lavatín completo, limpieza… Mami se llevó a los niños para que yo adelantara, y a eso del mediodía ya estaba yo tirando la ropa seca encima de la cama. Tenía tremenda hambre, y cruzo a almorzar algo. Mami había hecho unos chícharos riquísimos. Me como un tremendo plato y cuando termino noto todo tan tranquilo que le pregunto a mami por los niños.

Abrazo

(Foto: Néster Núñez/LJC)

—¿Cómo que los niños, mija? Si te los dejé allá hace un rato.

—Ya tú sabes, ¿no? La corredera. Que si yo estaba en el patio y ella me gritó que los dejaba ahí para que vieran los muñes. Que si cerró la puerta de la casa cuando salió. Pero mami, si la puerta estaba abierta. La habrás dejado abierta cuando limpiaste. Que no, mami, tenías que llamarme. Pero si te grité y tú respondiste que no me preocupara… Pues si dije eso habrá sido en modo automático.

Todo eso buscando como dos locas a los niños por todas partes, claro. En la casa de ella, en la mía. Debajo de las camas, en los escaparates, en el baño, arriba del techo. Y cuando no los encontramos, para la calle a preguntar al que pasaba, a los vecinos. Un barrio cubano en plena histeria, imagínate. ¡Y yo pensando cómo decirle a mi esposo que había perdido a los niños!”

Abrazo

(Foto: Néster Núñez/LJC)

Parece que el café le va a salir por los ojos, en vez de lágrimas. Toma de mi vaso de agua y después pone la mano delante de mí para que vea cómo tiembla al recordarlo.

—Y nada. Que en un momento estoy paralizada así con la vista perdida hacia la puerta abierta de mi casa, y veo que la niña llega y se sienta en el quicio de la entrada con la almohadita de dormir y el dedo gordo todavía en la boca. Así es como duerme ella. Les había tirado encima el bulto de ropa limpia. El varón todavía estaba allá abajo. Los cogí a los dos y les di así un abrazo…

Por eso no merezco ningún regalo, dice mi amiga y pide a la camarera otro café y sigue hablando de si les llega a pasar algo, de lo mala que tiene la cabeza, de que cualquier madre en este país lava con lo que tiene y le da a los hijos la comida que aparezca pero no se les pierden, que ella no sirve para madre…

Abrazo

(Foto: Néster Núñez/LJC)

Sin embargo, yo dejé de oírla. Me quedé atrás, en el abrazo. En el apretón que le dio a sus hijos contra el pecho. En su corazón latiendo todavía asustado, porque se supone que una cosa así no le pase a una madre. La miro y se está riendo, aunque un par de lagrimones se le escaparon.

—Te juro que me estoy volviendo loca —dice—. Esto es demasiado.

La consuelo diciéndole que a mí también me pasó, pero al revés. Que de niño mi madre me dejó en un banco del policlínico para hacer unas preguntas y yo no vi lo que hizo, para dónde cogió, y salí a buscarla a una de las calles más transitadas de la ciudad. Crucé hasta el parque. Tendría yo como cinco años y empecé a llorar cuando no la encontré. Pero que después mi mamá vino corriendo y me abrazó también. Que abrazos así es lo que vale.

Abrazo

(Foto: Néster Núñez/LJC)

Pagamos los cafés y salimos caminando.

—Hace rato no abrazo de verdad a mi madre -dijo mi amiga—. Un abrazo de esos, asustado. Como si no fuera a verla en largo tiempo.

Ponerse cursi es algo que hacen los amigos, creo. O sentimentales. Por eso nos pusimos a hablar de abrazos mientras yo hacía fotos.

—Es que el mundo entero debería ponerse de acuerdo para abrazar a las madres a la misma hora del mismo día. Como mismo se hace los 31 de diciembre.

—Un abrazo público, sin nacionalidades, que sea transmitido por todas las cadenas de televisión.

—Que no se quede una sola madre sin ser abrazada. Por muy loca que sea, por muy histérica, por muy vieja o muy joven o muy rica o muy pobre.

Abrazo

(Foto: Néster Núñez/LJC)

—No decir más “Felicidades” y seguir de largo, sino dar ese abrazo apretado aunque la madre no sea la tuya sino la de otro.

—Y que se llame el momento de la madre. Y que no sea solo una vez al año.

—Y que no haya que regalarles nada más que un abrazo, por supuesto. No he visto una cosa más estresante.

13 mayo 2023 7 comentarios
7 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Escenarios

De gente, un mar, más ChatGPT

por Néster Núñez 7 mayo 2023
escrito por Néster Núñez

El viernes 5 de mayo hubo sol bueno, y un mar de gente salió a desfilar por las calles de Cuba. 

La tormenta no pronosticada la llevaba yo debajo del pulóver rojo, que me puse expresamente para insertarme entre la multitud, como uno más del sindicato.

El mal tiempo era un susto. Como también lo era en el pecho el gesto de sacar la cámara. Que preguntaran ¿para qué?, ¿para quién?, o ¿qué, cuándo y dónde…?

Gente Primero de MayoPero la conga sonaba rico y los trabajadores bailaban tan gozosos, que me contagié de esa alegría carnavalesca lo suficiente como para encontrar un buen motivo y hacer la primera foto de la multitud, de la muchedumbre, del gentío, de la masa (¿sin cantera?) de trabajadores que avanzaba indetenible y heroica hacia la tribuna, bañada por el agradable sol de la mañana, con sus carteles y banderas sacudidos sobre las cabezas mientras eran batidos por el aire.

Azul. Rojo. Blancos. Los colores de la patria, uníos. Rostros serios pero no tristes, interpreté en ese momento. Risas y hasta carcajadas. Baile, choteo, consignas pre-hechas y consignas improvisadas gritadas a todo pulmón:

¡Unidad, compromiso y victoria!

¡A la Patria, manos y corazón!

Capté además con mi lente aquella foto kordiana del Che con el cartel más moderno detrás como de los años ’80, con un estilo vintage, como se dice ahora, del miliciano optimista: “En defensa de la patria, por un futuro mejor”.

Gente Primero de Mayo

Gente Primero de MayoDe casualidad o no, la voz engolada y omnipresente del animador anunciaba por los altavoces de la tribuna el paso de los trabajadores de la empresa Bellotex y estos a su vez respondían, a punto de explotarles las venas del cuello:

“¡Eeeh, la textilera aquí! ¡Eeeh, la textilera aquí!”, mientras los pitos plásticos de toda la vida, esos que soplábamos en los cumpleaños infantiles, sonaban y sonaban como diciendo fañosamente: Cuba sí es una fiesta, Ernest Hemingway, donde quiera que estés. París ni París. Nosotros sí somos trabajadores felices.

Gente Primero de MayoNo sé si es la felicidad lo que los mueve, o el compromiso o la inercia o el miedo o la confianza en el porvenir… O los tambores y la trompeta de la conga, que suena más fuerte según avanza la tarima. Sí, porque de pronto siento que levantamos los pies y los brazos, pero en el mismo lugar, y es la tribuna la que se nos viene encima, aplastante. Que los jefes y directivos y políticos desde la cumbre han visto lo mismo que yo, la pancarta enorme que reza, que vocifera: “Todos somos Copextel”.

Gente Primero de MayoMas la pesadilla del regaño no se cumple: nosotros vamos y la tarima permanece, como si nada. Así andan los tiempos. De todos ser Fidel, a todos ser Copextel. Lo que se impone es la mentalidad empresarial, parece evidente. Aunque no veo carteles que anuncien la presencia de ninguna Mipyme, con tantas que ya han creado a lo largo y ancho del país. Quizás iban a la vanguardia y yo llegué tarde con mi pulóver rojo. El que sí hace zafra es el cuentapropista vendedor de pitos y globos, como buen inflador que es. Y el de las rositas, inflador también de granos de maíz. “Estamos demostrándole al mundo que Cuba no está sola, que Cuba vive y trabaja”, dice por los altoparlantes la voz engolada.

Lo que sigue después es regresar pronto a casa, caminando también, o sumarse a la fiesta otra. La que se hace en la plazoleta con cerveza dispensada o de lata y ron Cajío, el más barato que hay. Va a tocar la orquesta de DJ, GD, DG… no me acuerdo. El hijo de alguien importante, dicen.

Gente Primero de MayoGente Primero de MayoLlego a casa con una pregunta en la cabeza, un susto distinto del anterior: el de ser parcial en la respuesta, de que primen los sentimientos sobre la razón y la verdad. Por eso me quito el pulóver y ya frente al ventilador logro conectarme con Chat GPT-4. Le pido que liste los posibles motivos de por qué los cubanos acuden en masa al desfile.

La Inteligencia Artificial responde:

  • Celebrar el Día Internacional de los Trabajadores.
  • Demostrar su apoyo al gobierno y al Partido Comunista de Cuba.
  • Recordar la Revolucion Cubana y la lucha por la independencia.
  • Unirse a otros trabajadores para exigir mejores condiciones laborales y salarios más altos.
  • Mostrar su solidaridad con otros países y movimientos socialistas.

En algún momento de mi interacción, sale un cartelito aclaratorio: ChatGPT puede producir información inexacta sobre personas, lugares o hechos.

Gente Primero de MayoEl viernes 5 de mayo hubo sol bueno, igualito al del lunes primero de mayo.

7 mayo 2023 8 comentarios
1 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Simbolismo
Escenarios

Brutales simbolismos

por Néster Núñez 29 abril 2023
escrito por Néster Núñez

Cuando en este país suceden a diario tantas cosas absurdas y dolorosas por las que uno indignarse, no vale la pena dejarse molestar uno por los cartelitos que colgaron esta vez en los postes, previo al 1ro de mayo —pienso. Pero padezco este mal de leerlo todo, aunque trate de evitarlo, y me parecen tan absurdos, tan falta de todo, que termino haciendo unas pocas fotos que no son ni medianamente buenas, lo reconozco.

Lo bueno son los carteles. Por insulsos, en algunos casos. O por reiterativos, vacíos de sentido, y porque ofenden el sentido común y la inteligencia de los ciudadanos. No hay que explicar demasiado, según entiendo. Basta contrastar el optimismo y la falsedad de tales proclamas con la realidad que se vive, que se sufre día a día, exacerbada por estas semanas de escasez de gasolina. Tanta escasez, que decidieron suspender en todo el país las grandes marchas de “reafirmación revolucionaria” por el día de los trabajadores. No sé si había sucedido alguna vez, y bajo cuáles circunstancias.

Simbolismo

(Foto: Néster Núñez/LJC)

Pues a pleno sol sigo caminando, porque me gusta y porque un taximoto que antes cobraba 80 pesos hasta mi destino ahora pide 200, en el mejor de los casos. Caminar hace bien —me digo para relajarme, y añado—: Mente sana en cuerpo sano…

Pero mi mente, que alguna vez estudió psicología social y campañas y estrategias de comunicación, y hasta creó mensajes de bien público, lee otro cartel y de inmediato le surge una pregunta que pudiera parecer insulsa, pero no: ¿Quién, o quiénes, los hizo? ¿Quién fue el genial equipo creativo?

Simbolismo

(Foto: Néster Núñez/LJC)

Simbolismo

(Foto: Néster Núñez/LJC)

Yo supongo que todo ocurrió un viernes, pasado ya el mediodía, en el departamento de propaganda de la institución encargada (¿el PCC?). Era viernes, y el cuerpo lo sabe. Los trabajadores estaban jugando dominó esperando a que dieran al menos las dos de la tarde, para no irse tan temprano, cuando llegó el jefe:

—¿Cómo anda por acá mi aguerrido y laborioso colectivo? No, no se detengan, ¡qué pasa! ¿No hay confianza? Pueden escucharme mientras terminan esa data… Compañeros camaradas, compañeras… hace aproximadamente tres minutos y 33 segundos nuestro esforzado colectivo recibió la honrosa misión de diseñar, elaborar y distribuir por toda la ciudad los carteles conmemorativos de este primero de mayo. No tengo que recordarles que estos carteles tienen la misión de convocar a las masas al desfile, de arrastrarlas, si se me permite la palabra, y además, deben encerrar, también, si se me permite la palabra, deben encerrar la idea de unidad esperanzadora y que al final del camino encontraremos el futuro esperado. Por cierto, se venderá cerveza de pipa al finalizar el desfile, y habrá una orquesta de primer nivel amenizando la tarde.

Simbolismo

(Foto: Néster Núñez/LJC)

 

No voy a hacer el cuento muy largo. El Jefe se fue en su Lada a resolver otro asunto importante, no sin antes proponerle al colectivo hacer un Domingo Rojo, trabajo voluntario, si no terminaban ese mismo viernes los carteles.

Con tal entusiasmo, el colectivo creativo del departamento de propaganda dio lo máximo de sí. Y no lo digo en tono de burla. Supongamos que no era un viernes, sino otro día cualquiera, incluso en horario de la mañana, acabados de llegar de casa… ¿Qué desayunó esa gente? ¿Cómo llegaron al trabajo? ¿Cuánto le pagan y cuantos días les alcanza el salario? ¿Cuántos de ellos revenden la pintura o los pinceles para llegar a fin de mes? ¿O cuántos trabajan en una Mypime como rotulista o diseñador, para hacer unos pesos extra?

La gente piensa como vive, dijo alguien. La base económica condiciona la ideología.

Para los Juegos Panamericanos de La Habana 91 se diseñó una tremenda campaña de comunicación. El estadio olímpico no se terminó, pero los jóvenes llevaban en las muñecas los pulsitos de colores chillones y se hizo famoso aquel cartel en los muros: “Somos felices aquí”. Después, en plan meme, aunque no había internet, salió la ingeniosa respuesta: Imagínate allá. (respuesta que no negaba la felicidad isleña, pese a la tremenda crisis). La UJC, con Robertico Robaina al frente, hizo la tarea propagandística, que no impidió el maleconazo y la tremenda estampida de los balseros en el 94, porque, otra vez, la gente piensa como vive. La propaganda no puede cambiar esa realidad.

Simbolismo

(Foto: Néster Núñez/LJC)

Y en el 96, el ahora presidente Díaz-Canel era el primer secretario del partido en Villa Clara, y convocó a un grupo de expertos en comunicación para diseñar la campaña para lograr la sede de la emulación nacional por el 26 de Julio. Así que en el departamento ideológico saben de la importancia de este asunto. Solo que la realidad es tan evidente, que los argumentos no les alcanzan para convencer a nadie.

Una muestra son los carteles en los postes. Ni los simples trabajadores que los escribieron se creen lo que ponen. Que el país avanza, dicen. ¿Hacia dónde? Que estamos ganando… ¿A quién? Que Viva Cuba libre… ¿Libre de quién o de qué?

Simbolismo

(Foto: Néster Núñez/LJC)

Hay uno que sí, que me dolió porque expresa lo que sentimos muchos y porque está de cabeza y porque allí, paradójica, casualmente, había una patrulla. Brutal simbolismo en una imagen.

Simbolismo

(Foto: Néster Núñez/LJC)

29 abril 2023 10 comentarios
4 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Pensamiento
Escenarios

Pon tu pensamiento en mí

por Néster Núñez 4 marzo 2023
escrito por Néster Núñez

 

La Marina es ese barrio sucio, feo y de mala fama, pobrísimo y de población mayoritariamente negra, que encontrarás en cualquier ciudad de la Isla. La diferencia, tal vez, es la mucha rumba, el guaguancó y la santería afrocubana. Lo otro: no es un barrio de la periferia. Está en el mismo centro de Matanzas.

Los turistas se quedan en el centro histórico. Sin embargo, a unas cuadras, con sus cámaras de fotos, muestran sus pocos deseos de establecer un contacto de primer tipo, “pueblo a pueblo”, como le llaman. No entran ni para llevarse una postal más o menos cercana a la realidad que se vive en buena parte de Cuba. No los critico. Son sus vacaciones. La semana libre es para llenarse de belleza y recargar los deseos de seguir viviendo en el primer mundo.

(Foto: Néster Núñez/LJC)

Yo que soy cubano, y matancero, confieso haber sentido también una especie de temor/repulsión parecida a la que pudieran sentir los turistas, si supieran al menos que ese barrio existe. Voy allá, en primer lugar, a comprar comida, porque allí revenden de todo. Te atienden superbién, siempre que pagues sin regatear tanto.

El otro motivo importante por el que voy con frecuencia a La Marina es porque me atrae mucho la gente que vive allí. Siento que para entender los modos diversos en que la humanidad se manifiesta hay que conocer un poco más a esa gente de abajo. Después que juegan dominó, que trabajan, que cocinan o ven televisión… ¿qué piensan? ¿Cuáles son sus ilusiones? ¿Qué los mantiene con vida? ¿En qué consiste la felicidad de sus días?

(Foto: Néster Núñez/LJC)

Una tarde de esas en que lo filosófico existencial me asalta, porque no estoy en mi semana de vacaciones, veo a unos niños en La Marina entrenando boxeo, justo en medio de la calle. Me acerco, por supuesto, y conozco al profe. Juan Esquerré Oña es su nombre. Tiene 78 años y los últimos 25 se ha dedicado a esta faena, de modo totalmente voluntario. En la sala de su casa construyó unos aditamentos artesanales para que sus pupilos aprendieran a tirar ganchos y golpes rectos. Los guantes son reciclados: algunos de la academia provincial de boxeo; otros, traídos por los padres o hechos a mano. Así con todo.

(Foto: Néster Núñez/LJC)

Le pregunto por qué lo hace y responde lo obvio: porque le gusta ese deporte. Allá en los años ochenta, mientras cumplía misión internacionalista en Angola, fue campeón en una competencia entre los ejércitos amigos. Luego regresó a Cuba y no pudo avanzar en el alto rendimiento. Menciona nombres de boxeadores famosos con los que topó en esa época, busca entre papeles y fotos, me muestra un libro impreso a color. “Ese soy yo”, dice orgulloso. Ahí estaba trabajando en la imprenta de la Universidad de Matanzas.

(Foto: Néster Núñez/LJC)

Los niños se impacientan, quieren tirar golpes. Esquerré cambia el entrenamiento previsto. Les dice que se pongan las cabeceras, improvisa una demostración para la cámara. Mientras hago las fotos me pregunto si él me ve como un turista que pudiera dejarle donaciones para su desmejorada academia. Hacia el año 2000 el gobierno le dio un lugar donde entrenar a sus muchachos, pero duró muy poco. Estaba en peligro de derrumbe y lo demolieron. También llegaron alemanes y franceses de buena voluntad y algo ofrecieron. Ahora queda una guantilla como único recuerdo de esos tiempos.

(Foto: Néster Núñez/LJC)

Más que ser visto como canalizador de donaciones, me preocupa no lograr responder las preguntas aquellas. Ante la adversidad tremenda que es vivir en un barrio así con un salario de jubilado, me cuestiono: ¿por qué Juan Esquerre hace esto? Me dice que varios de sus atletas han sido campeones provinciales y otros llegaron a la Marcelo Salado, la escuela de La Habana. Méritos justos a su dedicación y entrega.

(Foto: Néster Núñez/LJC)

Pasa un auto pitando, un panadero, otro que vende leche en polvo a 1 500 pesos el kilogramo. Juan pregunta a los discípulos cuál es la combinación que se le tira a un oponente zurdo.

— Dos rectas y un gancho — dice uno.

— ¿A otro que tire golpes rectos?

— Cuatro ganchos y un swing.

Entonces pienso que quizás las repuestas que busco las tengan ellos, los niños. ¿Qué es lo que más les gusta de esto? ¿Qué estarían haciendo si no estuvieran aquí? “Mataperreando”, comenta uno. “Viendo televisión”, suelta otro”. “Vengo porque aquí hago muchos amigos”, agrega un tercero.

(Foto: Néster Núñez/LJC)

Los turistas andarán sentados a la sombra de los bonitos bares de Narváez, consumiendo sus tragos. O haciéndose selfies con el antiguo edificio del Palacio de Justicia como fondo. A veces me pregunto qué estarían haciendo si no estuvieran aquí, qué es lo que más les gusta de esto… ¿Cuáles son sus ilusiones? ¿Qué los mantiene con vida? ¿En qué consiste la felicidad de sus días?

El hombre de la leche en polvo vuelve a pasar. Mil quinientos pesos el kilogramo. El yogurt, doscientos cincuenta: un litro y medio. Duró muy poco el edificio que el gobierno le prestó a Esquerré para academia. Terminó demolido. Desde entonces él está en la calle, con sus niños, haciendo lo mismo.

Regreso a mi casa con más preguntas que respuestas, como casi siempre.

(Foto: Néster Núñez/LJC)

4 marzo 2023 6 comentarios
6 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Escenarios

Después de Ian

por Redacción 29 septiembre 2022
escrito por Redacción

El paso del huracán Ian por el occidente de Cuba ha dejado una estela de daños humanos y materiales, graves afectaciones en el Sistema Electroenergético Nacional y las telecomunicaciones, y un sentimiento generalizado de tristeza y vulnerabilidad.

La compleja situación económica que vivía el país antes del impacto del meteoro y la crisis que atraviesa la generación eléctrica, pronostican que la recuperación a corto plazo será un desafío para el pueblo cubano.

El equipo de La Joven Cuba, que también ha sufrido las afectaciones de los últimos días, se compromete a mantener informados a nuestros lectores y apoyar las iniciativas de solidaridad. Llegue nuestro abrazo y mejores deseos a todas las familias cubanas.

29 septiembre 2022 14 comentarios
4 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
  • 1
  • 2
  • 3
  • …
  • 5

Ayúdanos a ser sostenibles

Somos una organización sin fines de lucro que se sostiene con donaciones de entidades e individuos, no gobiernos. Apoya nuestra independencia editorial.

11 años en línea

11 años en línea

¿Quiénes Somos?

La Joven Cuba es un equipo de investigación y análisis político que trabaja por un país justo, democrático y sostenible. Con una plataforma digital y un equipo especializado en el análisis de la realidad cubana, aspiramos a ser punto de enlace entre la sociedad civil y los decisores, mediante la investigación y la generación de conocimiento sobre la aplicación de políticas públicas.

@2021 - Todos los derechos reservados. Contenido exclusivo de La Joven Cuba


Regreso al inicio
La Joven Cuba
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto
 

Cargando comentarios...