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Democracia

Mecanismos de participación que garantizan el poder popular sobre la toma de decisiones políticas en función de una democracia saludable

Disenso y derechos humanos en Cuba ¿quién viola a quién?

por Lisbeth Moya González 31 mayo 2023
escrito por Lisbeth Moya González

Es atractivo ser activista de derechos humanos. Te da un aire como de modernidad y justeza, como de quien está del lado correcto de la historia. Los derechos humanos son saco amplísimo en el cual caben las causas y el llanto de toda la humanidad, pero lo mejor de todo, es que no tienen ideología, ni escogen bandos, además, son reclamados desde cualquier lugar de enunciación. Sin embargo, la pregunta que siempre me hago es ¿qué derechos, para qué humanos?

La ciudadanía es entendida por el sociólogo británico Thomas Humphrey Marshall como el «status que se otorga a los que son miembros de pleno derecho de una comunidad […] [que] son iguales en lo que se refiere a los derechos y deberes que implica». No obstante, cabe preguntarnos si bajo las relaciones capitalistas de producción, partimos todos de la misma línea de meta. Si ese derecho mínimo de bienestar económico del que habla el autor es generalizado, o es solo el espejismo del capital y qué valores encarna ese «ser civilizado», ante qué estándares sociales. Por tanto, la concepción ideal y abstracta de la ciudadanía, proclamada desde los imperialismos de «la libertad», es el arma de manipulación más filosa de las sociedades modernas.

Durante la época medieval, según el teórico alemán Reinhard Bendix, no existían las clases sociales —como las entendemos hoy en día— y un hombre solo podía modificar el estatus por la «benevolencia personal» —y por ende arbitraria— de su amo. En este sentido, el dueño del feudo tenía —formalmente— más posibilidades de participación política que su vasallo o su mujer. Para el autor, es con la Revolución Francesa y la secuela napoleónica que se destruye ese sistema de privilegios y se «inauguran las democracias de masas del mundo moderno». 

El 28 de agosto de 1789 en Francia se proclama la «Declaración de los Derechos del Hombre» que reconoce la propiedad como inviolable y sagrada, así como el derecho de resistencia a la opresión, la seguridad e igualdad jurídica y la libertad personal. Sin embargo, esos derechos no son entendidos para las mujeres y por esto en 1791 la feminista Olimpia de Gouges escribe la «Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana» en la cual señala que «la mujer tiene el derecho a ser llevada al cadalso y, del mismo modo, el derecho a subir a la tribuna…».

Retrato de Olympe de Gouges (Detalle), finales del siglo XVIII. Artista: Alexandre Kucharski.

Retrato de Olympe de Gouges / Tomada de: BBC

Las mujeres que alzan su voz en esta etapa de inauguración de las «democracias» modernas, son reprimidas. Hasta la propia Olimpia es guillotinada por su participación en la política. No es hasta 1920, que tras la lucha de las sufragistas se aprueba el voto femenino en los Estados Unidos y no es hasta 2001 que en Países Bajos se aprueba por primera vez en el mundo el matrimonio igualitario. Lamentablemente, se tuvo que esperar hasta 1948 para que la esclavitud se declarase ilegal en la «Declaración Universal de Derechos Humanos» y la última nación en abolirla es Mauritania en el no tan lejano de la actualidad, 1981. Por ende, no podemos hablar de ciudadanos «iguales ante la ley» tras la revolución francesa.

Marxismo y ciudadanía

Desde el punto de vista de Marx, la ciudadanía moderna era un progreso limitado respecto al pasado feudal por su carácter meramente político y «porque el mercado, en el que ella se reproducía, enmascaraba la desigualdad económica de la sociedad moderna». Si bien, el marxismo tradicional señala el carácter clasista del concepto de ciudadanía moderna, no remarca otras particularidades y opresiones que también están encarnadas en el sistema capitalista y limitan el acceso a esa «libertad ciudadana».

El lugar del trabajo alienado en la opresión de la mujer - Partido de los Trabajadores

Tomada de: Partido de los Trabajadores (Uruguay)

Según la académica y feminista marxista, italo-estadounidense, Silvia Federici, Marx no contempla que en el proceso de acumulación originaria no solo se separa a los campesinos de la tierra, sino que los procesos de producción y reproducción se dividen en la producción para el mercado y de mercancías, así como la producción desde los hogares de esa fuerza de trabajo.

Por ello, es insuficiente en el caso de las mujeres, por solo poner un ejemplo de la influencia de la opresión en sectores subalternos, la categorización de Marx como proletariado homogéneo, debido a que su condición de clase está atravesada por una doble explotación, la del capital y la del patriarcado. Cabe cuestionarse entonces, si al terminar la explotación del capital, terminaría, por transitividad, la explotación del patriarcado, la colonialidad y otros sistemas de opresión.

Derechos en la posmodernidad y violaciones trasnacionales  

Sabías que el gobierno de Cuba viola de hecho todos los artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos? | Foundation for Human Rights in Cuba

Eleanor Roosevelt primera Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos / Foto: Naciones Unidas

La Organización de Naciones Unidas (ONU) define a los derechos humanos como inherentes a todas las personas, más allá de la «raza, sexo, nacionalidad, origen étnico, lengua, religión o cualquier otra condición». Entre ellos se encuentra el derecho a la vida y a la libertad; a no sufrir esclavitud o torturas; a la libertad de opinión o expresión, a la educación; el trabajo y muchos otros.

La Declararación Universal de los derechos humanos es aprobada por la referida organización entre 1945 y 1948, como consecuencia del holocausto nazi, en el cual se exterminaron a unos 6 millones de judíos. Sin embargo, durante los procesos de colonización de África, llevados a cabo por potencias europeas, murieron muchos millones más y cuántas habrán sido «las brujas» llevadas al cadalso como De Gauges.

Se entiende como resultado de la evolución ética de la humanidad, la naturaleza del proceso evolutivo y cultural de ensayo error, que supone la formación de los Estados nacionales y la posterior articulación de organismos globales que velan por los derechos humanos; pero nada es casual: las condiciones para centrar la mirada en el discurso de los derechos humanos maduraron cuando los afectados fueron blancos europeos. 

Por demás, es obvio que la existencia en abstracto de un compendio de derechos trasnacionales que deberían ser otorgados por nacimiento, no garantiza la no violación de estos. Basta mirar el resultado de las guerras en el medio oriente, patrocinadas por la injerencia de potencias imperialistas, para entender que el derecho a la vida o al no sufrir torturas ha sido violado sistemáticamente.

Detainees in orange jumpsuits sit in a holding area while watched by U.S. military police at the temporary Camp X-Ray, which was later closed and replaced by Camp Delta, inside Guantanamo Bay naval base in a January 11, 2002 file photo. President Barack Obama launched a final push on Tuesday to persuade Congress to close the U.S. military prison at Guantanamo Bay, Cuba, but lawmakers, opposed to rehousing detainees in the United States, declared his plan a non-starter. REUTERS/U.S. Department of Defense/Petty Officer 1st Class Shane T. McCoy/Handout/Files via Reuters THIS IMAGE HAS BEEN SUPPLIED BY A THIRD PARTY. IT IS DISTRIBUTED, EXACTLY AS RECEIVED BY REUTERS, AS A SERVICE TO CLIENTS. FOR EDITORIAL USE ONLY. NOT FOR SALE FOR MARKETING OR ADVERTISING CAMPAIGNS

Prisioneros en la cárcel norteamericana de la Base Naval de Guantánamo  / Tomada de: La Vanguardia

Cabe preguntarnos, además, el rol de la injerencia de los imperialismos —voceros por excelencia del discurso de los derechos humanos— en países tercermundistas y su violación de estos de manera directa o indirecta. ¿No es acaso el neoliberalismo el principal causante del desempleo, las violaciones de derechos laborales, las migraciones forzosas de índole económica y otros fenómenos que vulneran el régimen de derecho universal?

La socióloga, escritora y profesora neerlandesa, Saskia Sassen explicita que lo global trasciende los marcos del Estado-Nación y simultáneamente habita en lo local. Entender actualmente a los Estados como único contenedor de los procesos sociales y por demás como los vulneradores exclusivos de los derechos humanos, es cuando más aberrante.

El economista y sociólogo brasileño, Ruy Mauro Marini, plantea que tras el fin del ciclo de desarrollo capitalista tras la Segunda Guerra Mundial, con la recesión norteamericana de 1967, ocurre un proceso de exclusión económica y empobrecimiento de los países subdesarrollados. Nuevamente el tercer mundo danza a la par de lo que los teóricos de la dependencia plantean como países centrales. Aunque la teoría de la dependencia ha sido superada en disímiles aspectos por la realidad en el advenimiento del siglo XXI, la caída del muro y la evolución neoliberal de finales del siglo, vale la pena partir este análisis de la relación centro-periferia para entender algo muy simple: la violación de los derechos humanos tiene carácter trasnacional y su motor se encuentra en la esencia misma de los países que se dicen voceros por excelencia de estos.

"desigualdad-economica"

Tomada de: oxfamintermon.org

Las economías trasnacionales son aseguradas por la presión de los países centrales a los periféricos, a través de mecanismos como la deuda externa, o el apoyo desde el exterior a las facciones políticas internas que más se adecúan a sus intereses. Una de las consecuencias de dicho proceso internacional de competitividad económica fue que, para crear saldos exportables, los gobiernos afectaron la calidad de vida de sus ciudadanos, mediante rebajas de presupuestos sociales con las consiguientes desprotecciones que presupone para los más vulnerabilizados.

Este simple análisis devela el mecanismo básico de cómo se exporta la violación de derechos humanos desde los centros de poder: injerencia en países de la periferia, dictaduras convenientes, la deuda externa como moneda de cambio y que la población paga con su sudor y marginalización.

No son los Estados nacionales los únicos y directos responsables de la violación de derechos humanos; de ahí que me parezcan absurdas las listas que tanto elaboran los organismos internacionales de Estados que violan tal y cual derecho; para empezar, los imperialismos que conforman los bloques de poder deberían encabezarlas.

Cuba en la encrucijada

Cuba lleva alrededor de 60 años bloqueada económicamente por los Estados Unidos, cada cierto tiempo asistimos al rechazo por votación de dicha medida de injerencia económica y política por parte de la mayoría de los países que conforman la Organización de Naciones Unidas, no obstante, es letra muerta y en intenciones se queda cualquier resolución.

La consigna de plaza sitiada es a su vez la excusa para aplicar mano dura en materia de disenso dentro de la Isla. Si bien la Constitución contiene buena parte de los derechos civiles, en la práctica no se cumplen, por factores que van desde la termidorización (proliferación de posturas conservadoras en una Revolución) de quienes detentan el poder político, hasta la influencia trasnacional de otros poderes hegemónicos.

Existe toda una línea de investigación académica que analiza los orígenes republicanos de los socialismos. Muy someramente, en el caso cubano podríamos decir que se trata de una mezcla insólita que bebe de lo que me gustaría plantear como dos tendencias reconocibles dentro de los sistemas y militancias socialistas:

  1. La tendencia autoritaria, que a largo plazo se termidoriza. Los burócratas se enquistan en el poder, aplican mano dura bajo la excusa ideológica de que es necesario para mantener las conquistas ante la agresión externa, y a largo plazo se convierten de casta en clase, mediante brechas legales que suavemente les garantizan la propiedad de los medios de producción, sin, necesariamente, bajar las banderas del signo ideológico. Algo así ocurrió en la URSS, en este caso con el fin del sistema socialista, y en China con una transición hacia un sistema capitalista de Estado.
  2. Tendencia hacia los socialismos democráticos a los que históricamente ha aspirado la «izquierda crítica cubana». Este sector tiende a ser crítico con la estalinización de las experiencias de izquierda y apuesta por salidas inclusivas de carácter comunitario y por la convivencia de libertades políticas, religiosas, culturales y de expresión en un régimen económico socialista de distribución de la riqueza

En Cuba tenemos de ambas, repartidas de maneras muy heterogéneas entre la sociedad civil y quienes ocupan posturas estatales, que se dirimen entre la estructura de oportunidades políticas cerrada que se configura en el contexto cubano, las prebendas que otorga el Estado, el asedio de los cuerpos represivos y por supuesto, la necesidad de migrar por cuestiones económicas, políticas o de superación intelectual. Lo triste es que muchas veces los intelectuales críticos en espacios estatales son vomitados por el sistema, les cae un rayo de los termidores o deciden salirse de las instituciones por contradicciones con su aparato burocrático.  

El dilema de la transición al ¿socialismo?

Cuba pasó de ser colonia de España, con una economía extractivista, a un republicanismo subordinado a los intereses de los Estados Unidos, lo cual la convirtió en el laboratorio neoliberal de esa potencia para América Latina. Dicho estatus, si bien le permitió algunos privilegios, —grandes construcciones y llegada temprana de tecnologías— eran aprovechados principalmente en centros urbanos y por los estratos medios y altos, mientras, en los espacios rurales y periféricos prevalecía una altísima situación de precariedad.

Estas contradicciones, sumadas a los crímenes cometidos durante la dictadura de Fulgencio Batista, dieron paso a una Revolución cuyas aspiraciones de soberanía y protección a las clases más desfavorecidas entraron en disputa con los intereses imperiales del vecino del norte. Por otro lado, en un contexto de Guerra Fría, la naciente Revolución fue abrazada por la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que la convirtió en la vitrina de modelo de socialismo en América Latina.

Fidel Castro junto a Nikita Jrushchov, Leonid Brézhnev y Emilio Aragonés / Tomada de: Cubadebate

A partir de ahí, transitó hacia un Estado que construyó sus nuevas estructuras sobre las bases de un estalinismo que combina la protección con el autoritarismo: ha enseñado en sus escuelas el marxismo-leninismo de manual y posee un parlamento en el que prima la unanimidad y no el debate plural de todas las tendencias que hay en la sociedad, pero también ha garantizado derechos fundamentales como la educación y salud gratuitas —en menor o mayor escala de calidad y afectadas en los últimos tiempos por la crisis económica que le aqueja y el bloqueo económico norteamericano.

¿Qué tenemos hoy?

Hoy somos un Estado que pasó de la homofobia y ateísmo como política nacional, a la aceptación de libertades religiosas, la aprobación del matrimonio, reproducción y adopción igualitarios. Asimismo, concedió desde sus inicios derechos a las mujeres, como es el caso del aborto y todo tipo de garantías que viabilizan su inserción social equitativa, por el contrario, aún no reconoce la existencia del feminicidio en su corpus legal.

Un Estado que se dirime entre el parlamentarismo y la existencia de un partido único, que constitucionalmente está por encima de las estructuras del propio Estado. Se trata también de un sistema electoral que desde la base está controlado por la influencia de ese Partido, que, a pesar de no postular, más del 95% de los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular son sus militantes directos o indirectos —del Partido Comunista de Cuba, o de su organización juvenil, la Unión de Jóvenes Comunistas—. Asimismo, aunque los integrantes del Parlamento son ratificados en la base, son seleccionados por una Comisión Electoral integrada, según la Ley, únicamente por las propuestas de las organizaciones de masas reconocidas oficialmente, y con un fuerte vínculo partidista.  

Votación en el Parlamento Cubano / Tomada de: Cubadebate

Entonces, ¿Qué sucedería si una persona equis, con un historial de disenso político fuera propuesto como candidato en esas elecciones de base?, pues su carrera política pasaría por los filtros de la mencionada Comisión de Candidatura, que nunca lo dejaría convertirse en diputado. Además, su elección y posterior mantenimiento en el cargo de delegado de base estaría siempre siendo torpedeada por los Órganos de la Seguridad del Estado.

No bastaría con que toda la vecindad fuera alertada a nivel privado de las consecuencias de votar por esa persona equis, sino que suponiendo que se imponga la voluntad popular, a mayores instancias donde el voto se delega a los elegidos en otras comunidades, o propuestos por las organizaciones de masas, la orientación desde arriba sería que equis no pase el filtro para representar a la comunidad en la instancia superior.

¿Y qué pasa con el disenso?

En cuanto a la persecución del disenso en Cuba es necesario situar en contexto. Al inicio de la revolución cubana, parte del disenso venía en barco y con armas a protagonizar una invasión armada, no son pocos los ejemplos de ataques reales gestados desde los Estados Unidos para destruir desde adentro al nuevo sistema político que, a noventa millas de sus costas, proponía socialismo riéndose en la cara de años de aplicación de la Guerra Fría.

La figura del disidente se enquistó en esas condiciones y puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, que ha sido un pilar de la creación de consenso en torno al enemigo común, porque se trataba de un país en guerra, de una plaza sitiada. Durante el llamado Quinquenio Gris (1971-1976), se aplicó mano dura a los llamados «desviados ideológicos» — homosexuales, artistas, rockeros, y otras personas que no se correspondían con la imagen del «hombre nuevo»—; se cometieron múltiples injusticias, como las expulsiones en las universidades y centros de trabajo, sumado el recrudecimiento de la censura, pero esto no significó para las mayorías esa ruptura de consenso en torno al sistema político, y esto quedó demostrado con la inmensa aprobación popular de la Constitución de 1976.

El caso Padilla', la imagen del testimonio perdido que desmonta a Fidel Castro | Cine

Heberto Padilla, uno de los intelectuales censurados y acosados durante en Quinquenio Gris / Tomada de: El Mundo

La criminalización del disenso en Cuba sí ha supuesto violaciones flagrantes de derechos humanos; pero si hago la lectura anterior del contexto en que ocurren estas violaciones, es porque el proceso de termidorización en la Isla tiene mucho que ver con la influencia norteamericana y el aislamiento y acoso internacional al que ha estado sometida. En guerra es difícil que florezca la democracia.

No limpio de culpa a los burócratas, no expío de sus errores a los «líderes históricos», pero, si bien en América Latina es el neoliberalismo el principal motor de la violación de derechos humanos, en Cuba es el aislamiento económico, la lucha por la supervivencia constante y las agresiones externas. Ese niño deforme llamado Estado cubano, nació bajo las balas, se configuró para resistir y heredó esa violencia y rectitud para sobrevivir, también educó a sus hijas e hijos para ello, aunque buena parte de las nuevas generaciones estén decidiendo partir y otros se le hayan rebelado.

Leonardo Romero Negrín en una protesta ciudadana

Curiosamente, muchos de esos hijos se han constituido también en una sociedad civil trasnacional y una facción no despreciable de esa sociedad civil se dirime en una polarización —también alentada por los centros conservadores internacionales— que promueve en ellos el rechazo y reacción de toda forma de izquierda, incluso hasta las menos autoritarias. Y no les culpo, en su propio país no pudieron realizarse económicamente, ni aspirar siquiera a acceder espacios de poder o al menos a una participación política real. 

Por demás, parte de esa sociedad civil trasnacional se ha convertido en un arma de los imperialismos para continuar atacando a Cuba y así se replica el ciclo de las presiones políticas. Denuncias trasnacionales de violaciones de derechos humanos cometidas por un Estado sometido a las presiones de quienes se proclaman bandera de los derechos humanos —y también los violan en su territorio.

Es simple, vas a quejarte con tu abuelo de que tu papá te golpea y de paso, te conviertes en un golpeador furibundo de todo lo que te recuerde a tu papá. Así funciona la polarización, así se replica la violencia. Solo que en esta historia el abuelo y el padre son inmortales, como el capitalismo o el PCC.

31 mayo 2023 15 comentarios 1,7K vistas
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Estado

Cuba, Estado de derecho…, ¿anómico?

por Rodolfo Alpízar Castillo 26 mayo 2023
escrito por Rodolfo Alpízar Castillo

Algunos opositores al gobierno aseguran que el cubano es un Estado fallido, a partir de las falencias materiales —y las espirituales que les son inherentes— a las cuales no se les ve solución en un plazo razonable.

Como sistema de instituciones dotado de estructuras de funcionamiento, colocado por encima de la sociedad y dirigiéndolo, con independencia de las fallas de dicho funcionamiento, el Estado cubano tiene vida, está sólidamente posesionado en todos los rincones del territorio nacional, ostenta la representación internacional del país, y mantiene relaciones diplomáticas con prácticamente el mundo entero.

Las relaciones de poder están bien jerarquizadas y solidificadas. Mediante la articulación de las instituciones gubernamentales, policiales y militares con el conjunto de organizaciones sociales, sindicales, etc., más los organismos educacionales y culturales, mantiene control sobre el actuar de la ciudadanía y los opositores.

A pesar de las crecientes insatisfacciones populares, no se asiste a graves conmociones sociales, ni campean por sus respetos las bandas criminales por campos y ciudades; por lo demás, los índices de delitos, salud, mortalidad y otros medidores de la eficiencia gubernamental son estables y se encuentran en niveles relativamente aceptables.

En ese sentido, no es exacto afirmar que el Estado cubano actual es fallido.

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Estado fallido

Las relaciones de poder están bien jerarquizadas y solidificada y el Estado mantiene el control sobre el actuar de la ciudadanía y los opositores.

Entiéndase bien: Que la ciudadanía esté satisfecha o no con la situación general del país es otro asunto. Es también otro asunto que varios de los índices «positivos» o «aceptables» enunciados por vía oficial se acercan cada vez más a niveles inaceptables, como es inaceptable que las relaciones sociales se enturbian día tras día.

Esto último es algo que los gobernantes no deberían descuidar: Existe en la sociedad el caldo de cultivo para la destrucción del Estado cubano tal cual se conoce hoy, y para provocar la ruptura social de la nación y la quiebra total de sus instituciones, para que este sea un Estado fallido. Negarlo es suicida.

Vistas las condiciones objetivas presentes, solo desde un optimismo sin base real, como el que caracteriza a la propaganda oficial, se puede negar la probabilidad a mediano plazo de una conmoción social de grandes proporciones en Cuba. Si se produjera un estallido, el Estado cubano se vería obligado, para sobrevivir, a obviar su discurso histórico y su autodefinición como Estado de derecho, y asumirse sin tapujos como represor.

Se impone una mirada objetiva a la realidad del país, no sesgada por posiciones ideológicas. Es imprescindible que las autoridades gubernamentales dialoguen en serio con la sociedad. Esto implica escuchar, atender, tomar en cuenta a quienes piensan distinto o ven los problemas desde un ángulo diferente, en lugar de reunirse —como es habitual— con grupos escogidos que solo parafrasean las mismas ideas del discurso oficial.

La existencia de un sistema de leyes protectoras de los derechos ciudadanos y garantes de la convivencia social, armónicas entre sí, es un importante elemento para el sostenimiento de un Estado, con independencia de ideologías o tendencias políticas que lo sustenten.

El Estado cubano, amén de tomar medidas de índole económica, hasta el momento desfasadas en el tiempo, insuficientes o ineficientes —por sí mismas o por el omnipresente acoso económico y financiero extranjero—, se ha involucrado en un proceso de adopción de elementos legales con los cuales sostenerse en el poder y blindarse contra la posibilidad de convertirse en Estado fallido.

Como resultado de dicho proceso se ha aprobado un conjunto de normas que, por una parte, garantizan el acallamiento de las voces discordantes (varios elementos de la Constitución, buena parte del Código Penal, Ley Electoral y otros textos legales de control en diversas esferas); por otra, le ganan el apoyo de ciertas capas de la población y lo muestran al mundo como Estado moderno y progresista (Código de las Familias y algunos derechos reconocidos por la Constitución).

Un elemento diferenciador en este proceso, además de la unanimidad de criterios habitual en el parlamento cubano, es la rapidez con que se han aprobado las normas.

Llegados aquí, cabe la pregunta: ¿Ese sistema de normas, a toda prisa montado por la estructura de poder en Cuba, es realmente capaz de blindar al Estado contra la posibilidad de ser fallido, en medio de la crisis generalizada del país?

El Estado anómico…

La anomia es, ante todo, la condición de un país o una región donde las reglas sociales no existen, se han degradado al punto de ser inoperantes, o han dejado de existir porque no son respetadas por los integrantes de esa sociedad, incluidos los encargados de aplicarlas. Es la carencia de normas legales funcionales en una comunidad humana y la desprotección jurídica del ciudadano.

El término Estado anómico es bastante reciente (Peter Waldmann, El Estado anómico…, Venezuela, Nueva Sociedad, 2003, traducción del alemán), aunque en la literatura es posible encontrar referencias anteriores a la anomia política. En síntesis, se caracteriza por cuatro elementos fundamentales: a) inclinación al desorden por parte de la sociedad, b) debilidad de las instituciones estatales, c) actuación de los funcionarios de la administración pública (jueces, fiscales, policías) contraria a la normativa vigente, d) carencia de legitimidad del Estado, por no otorgar seguridad jurídica a los habitantes.

Un punto inferible del último inciso es la falta de correspondencia de las normas entre sí, pues deja al ciudadano desamparado en la práctica. Sucede, por ejemplo, cuando el goce de derechos estipulados en la constitución de un Estado no está consolidado mediante normas subsidiarias que los viabilicen, lo que subordina su aplicación al criterio de las autoridades, o cuando normas de inferior nivel limitan o impiden la aplicación de otras de mayor nivel.

La anomia no significa que no haya normas en absoluto, sino que estas no garanticen la vida en armonía en la sociedad, por la debilidad de las instituciones estatales, porque los encargados de hacerlas funcionar no sean capaces de cumplir su cometido, o porque estos se valgan de ellas para su propio beneficio o las apliquen según sus conveniencias particulares o sus preferencias ideológicas.

Según datos publicados por la prensa, solo en 2022 se aprobaron 27 leyes y 15 decretos leyes. Ante tamaña cifra, pareciera que el Estado cubano está muy lejos de ser considerado anómico. Empero, también cabe dudar de que el total de normas aprobadas en los últimos tiempos —entre las cuales se incluye una nueva constitución para el país— cumpla con el criterio de correspondencia armónica entre sí, y entre ellas y la Ley fundamental; habida cuenta de que esa actividad legislativa se sumó a la realización de las funciones habituales del parlamento, y que el tiempo promedio de trabajo en plenario de los diputados suma menos de 30 días al año.

Foto: Ismael Francisco / Tomada de Cubadebate

La existencia de normas no garantiza por sí sola su cumplimiento, además, hay que considerar el valor práctico de cada una de ellas. Es evidente que se aprobaron ante todo las más favorables a las autoridades, como el Código Penal y las relativas al funcionamiento del sistema judicial, convenientes para un mejor control de la oposición, y el de las familias, importante para la imagen internacional del Estado. En cambio, en ese maratón legislativo no hubo espacio para la norma llamada a garantizar el cumplimiento del derecho a la libre manifestación pacífica de los ciudadanos, estipulado por el artículo 56 de la Constitución.

El derecho a la libre manifestación pacífica no es un derecho cualquiera; es el reconocimiento a la libertad que tiene el ciudadano de manifestar públicamente su inconformidad con las autoridades, cuando lo desatienden, lo sojuzgan, lo discriminan, etc. Que la Constitución de 2019 lo reconozca es una victoria democrática del pueblo cubano. Sin embargo, han pasado los años, los diputados han aprobado normas legales de todo tipo, pero la llamada a garantizar ese derecho constitucional ni siquiera tiene anunciada fecha de elaboración.

Para el buen funcionamiento de un Estado democrático es imprescindible que el derecho a la libre manifestación pacífica esté garantizado. Por la vía de su ausencia hace agua la nave de cualquier Estado que se califique a sí mismo como Estado de derecho, pues pierde legitimidad. Y perder legitimidad es uno de los elementos que pueden calificarlo como Estado anómico. En síntesis: Al no aprobarse una norma que garantice el artículo 56 constitucional, el Estado cubano ha dado un paso largo hacia la anomia.

Represión durante la manifestación pacífica del 11 de mayo de 2019. Tomada de ABC

Las autoridades y la prensa oficial han cantado loas al maratón legislativo reciente, usando términos como «récord olímpico» y «actividad legislativa sin precedentes en el mundo». Pero cualquier ser racional puede preguntarse de qué tiempo dispuso la Comisión de Asuntos Jurídicos y Constitucionales del parlamento cubano para confrontar ese cúmulo de normas entre sí y con la Constitución, para garantizar que no sean contradictorias, sean efectivas y no dejen espacio a la prevaricación o el simple desconocimiento de sus respectivos alcances y limitaciones.

¿Es posible evaluar con detenimiento el articulado de 27 leyes y 15 decretos leyes, confrontarlos entre sí y con lo dispuesto en la Constitución, en apenas un año?

La prisa no suele ser aliada de la calidad. Ante la realidad de tantas normas aprobadas en tan corto tiempo, es difícil creer en una revisión exhaustiva de los entresijos de cada una de ellas. La presión por «cumplir con el cronograma» hace tender a la superficialidad en los análisis. Si al escaso tiempo de que se dispone para discutir se suma la carga horaria dedicada en las sesiones plenarias del parlamento a saludos, repetición de consignas, discursos de autoelogio, ¡y hasta lectura de poemas laudatorios!, confiar en un resultado de alta calidad resulta un acto de fe.

La aprobación del Código Penal fue, por ejemplo, un acto de fe. Dicho Código contiene elementos que no estarían presentes en su articulado (o estarían redactados de manera diferente), si de veras se hubiera sometido a una discusión informada por los diputados que lo aprobaron, y si la Comisión revisora hubiera sido más esmerada al comparar su articulado con la Constitución. En otros momentos he señalado algunas incongruencias, no me detengo en ello ahora, pero el hecho de que, por una parte, la Constitución establezca que el voto es voluntario, y por otra exista un artículo del Código Penal que impone penas de prisión y multa a quien intente convencer a otro de no votar, resulta no solo contradictorio, sino también risible.

Y un código risible no es código para respetar.

Tomada del sitio web del Parlamento cubano

Es muy preocupante, además, la inclusión en dicho Código de una figura llamada «uso abusivo de derechos constitucionales», término no definido ni delimitado en su extensión, que coloca al ciudadano en completa indefensión ante la interpretación de cualquier agente policial, fiscal o incluso juez.

No solo ese código contiene contradicciones. La propia ley fundamental del país, la Constitución de 2019, es un ejemplo de norma contradictoria consigo misma, como revela una lectura detenida de su articulado. La principal contradicción es que, a pesar de definir en su artículo 1 al Estado cubano como Estado de derecho, contiene artículos opuestos a esa definición. En la propia Constitución, pues, está presente el riesgo de anomia para el Estado cubano.

Que un artículo constitucional (artículo 4) establezca como una condición ideológica como definitoria del país ad aeternum contradice la esencia del concepto de Estado de derecho. Y no es el único.

Una contradicción más grave todavía es que la formulación del artículo 5 puede interpretarse en el sentido de que una agrupación política está por encima de la de la propia Constitución y de la Asamblea Nacional (representación, según la propia Constitución, del pueblo de Cuba, donde reside la soberanía de modo intransferible, artículo 3). Esa interpretación llevó a un diputado a aseverar públicamente que la Asamblea Nacional no puede dictarle pautas a esa agrupación política, lo cual es un contrasentido y va contra toda lógica, pues coloca a la parte por encima del todo. Una afirmación de tanta trascendencia fue, no obstante, aplaudida por los diputados, lo que hace dudar a cualquiera del verdadero valor del sistema de normas jurídicas del país.

Por otra parte, según lo estipulado en el artículo 156 constitucional, los ciudadanos tienen derecho a presentar denuncias ante la Fiscalía General de la República.

Algunos ciudadanos han intentado hacer realidad ese derecho. No siempre han recibido respuesta satisfactoria, y nunca si las quejas se refieren a la actuación de los organismos encargados del orden interior, al primer ministro o al presidente del país. Aunque en la prensa no se comenta nada sobre el tema, en las redes sociales hay denuncias de personas que han presentado quejas y no han obtenido respuesta después de cumplidos los plazos establecidos.

La Constitución blinda al primer mandatario del país contra quejas y denuncias contra su actuar, al hacerlas carentes de valor jurídico: Según su artículo 157, la Fiscalía General está subordinada al presidente de la República, pero es impensable que un subordinado enjuicie a su superior. Por otra parte, entre las atribuciones de la Asamblea Nacional no se cuenta la revocación del mandato del presidente de la República, a pesar de que ella lo elige. En consecuencia, el presidente de la República está fuera del alcance de la ley.

A diferencia de lo que la televisión nacional muestra en muchos países, en Cuba no existe la posibilidad de juicio político, o de ningún otro tipo, contra ese servidor público.

Fiscalía general de la República. Tomada de: Minrex

Una curiosidad en este sentido, que muestra las discordancias internas de la propia Constitución, es que el artículo 109 f) establece que la Asamblea Nacional elige al fiscal general de la República, a propuesta del presidente de la República (artículo 128 f). Dicho más claramente: Según el artículo 109 f), la Asamblea Nacional elige al fiscal general, pero el artículo 157 establece que la Fiscalía General no se subordina a ella, sino al presidente de la República, a quien ella misma eligió antes.

No imagino mediante qué malabares sofísticos se puede demostrar la armonía entre esos artículos.

En otro orden de cosas, la Constitución no establece la existencia de algún órgano independiente que dictamine sobre el carácter inconstitucional parcial o total de ciertas normas, o del actuar de servidores públicos. El ciudadano que desee denunciar la violación de sus derechos constitucionales (derecho de queja establecido en los artículos 98 y 99 constitucionales) debe acudir a los tribunales ordinarios y, en última instancia, a la Sala de lo Constitucional del Tribunal Supremo Popular. Pero la Sala de lo Constitucional es, como indica el nombre, un órgano subordinado a dicho Tribunal Supremo Popular, cuyo presidente, al igual que el fiscal general, es elegido por la Asamblea Nacional a propuesta del Presidente de la República.

Dicho de otro modo: El ciudadano que se sienta lesionado en sus derechos constitucionales no cuenta con ningún elemento con independencia del poder central que lo proteja contra posibles excesos gubernamentales. Y jamás contra excesos que pudiera cometer el presidente de la República, o contra sus omisiones.

Se trata, en definitiva, de un vacío legal que desprotege al ciudadano contra el actuar de las principales autoridades del país.

¿Acaso estamos, en este punto, ante un Estado anómico? ¿Queda algún recurso legal al ciudadano para protegerse de esa indefensión? Supuestamente, su recurso es acogerse al derecho estipulado en el artículo 56 constitucional: el derecho a la protesta pacífica.

Hay quienes han intentado ejercer el mencionado derecho consignado en el artículo 56 constitucional. ¿El resultado?: desencuentros de todo tipo con las autoridades. La prensa oficial, al referirse a estos ciudadanos, presenta a algunos como elementos provocadores pagados desde el exterior, y a otros como «personas confundidas por la propaganda enemiga». Aun concediendo algo de veracidad al discurso oficial en determinados casos, lo real, lo innegable por más que se quiera ocultar, es que hay personas sufriendo indefensión jurídica en estos momentos en Cuba, y todo apunta al empeoramiento de la situación. El silencio de la prensa oficial no alcanza para esconderlo.

Derecho

Tomada de El Nuevo Día

Si en el país existen normas, pero estas son inoperantes en cuanto a las garantías que ofrecen al ciudadano para vivir y desarrollarse en libertad y seguridad, presentan falta de concordancia entre sí o con la ley suprema, establecen excepciones en favor de un grupo social o político en detrimento de otros, o permiten que una institución política se coloque por encima de la propia Constitución y de su máximo órgano legislativo representante del poder soberano de la ciudadanía, ¿se puede afirmar que en ese país rige un Estado de derecho, o que se trata de un Estado anómico?

Un hecho recientemente ocurrido, aunque pudiera entenderse como menor, es ilustrativo del camino que se transita. A pesar del silencio oficial, ha sido muy comentado, por la calidad de la persona involucrada. En un municipio de Villa Clara, un padre conocido por su correcta actitud ciudadana y sus reconocimientos como intelectual, cuyo hijo menor fue golpeado por un hombre en estado de embriaguez, resultó acusado al presentar la denuncia ante la policía, con juicio señalado para el día 18 de mayo.

Algunos de los conocedores del hecho comentaron en las redes que el agresor es una persona de cuantiosos recursos económicos, «un poderoso», según la expresión más usada. Ante la inmediata movilización de muchas personas de prestigio social en las redes, el juicio está en suspenso.

Si las redes no hubieran funcionado, el padre que salió en defensa de su hijo hubiera sido juzgado y condenado, y el agresor habría salido indemne, a pesar de la existencia del tan propagandizado Código de las Familias. Todavía no ha concluido el proceso, pero ya hay conclusiones que extraer. Todas apuntan a lo mismo: El ciudadano está indefenso, las normas, cuando existen, no se cumplen, las autoridades carecen cada vez más de legitimidad.

Si las normas son contradictorias, insuficientes o sesgadas ideológicamente, si no hay ante quién apelar por violaciones de la Constitución, si las principales autoridades están blindadas contra denuncias populares, y si el derecho a protestar pacíficamente consignado en la Constitución vigente está vedado al ciudadano, se está sumando condiciones objetivas y subjetivas para salidas violentas.

Duele admitirlo, pues es una dolorosa posibilidad para cualquier patriota, pero los testarudos hechos insisten en afirmar que Cuba, si no lo es ya, está en vías de convertirse en un Estado anómico, con los resultados desastrosos que son de esperar. Si quienes rigen sus destinos no despiertan de los cantos de sirena entonados por ellos mismos, el futuro de nuestra patria será la violencia.

La represión no es la salida, sino la democratización inmediata de la sociedad. En carta abierta a los nuevos diputados he expresado mis ideas acerca de algunas medidas que es imprescindible aplicar de inmediato, apenas como primer paso para impedir la irrupción de la violencia en nuestras calles. Como ha sido costumbre durante décadas, la respuesta fue el silencio.

Pero se acaba el tiempo. La paz social peligra. La patria peligra.

No callemos.

26 mayo 2023 11 comentarios 1,4K vistas
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Batista

¿Vigencia de Batista?

por Esther Suárez Durán 14 abril 2023
escrito por Esther Suárez Durán

Días atrás una colega publicó en su muro de Facebook «¡Abajo Batista otra vez!» Lo vi durante las horas difíciles, tristes, en que ocurría la detención policial en La Habana y Matanzas de dos intelectuales cubanos connotados por sus méritos profesionales y cívicos: Jorge Fernández Era y Alina Bárbara López Hernández.

El primero, por estar «circulado», un estado resultante de no haberse presentado ante la unidad correspondiente de la Policía Nacional Revolucionaria, tras haber recibido dos citaciones por parte de los organismos de Seguridad del Estado, y, no obstante de encontrarse en espera de la respuesta al recurso interpuesto ante la Fiscalía Provincial y la Fiscalía Militar del Ministerio del Interior, respectivamente, por dichos emplazamientos.

La segunda, por manifestarse pacíficamente, al amparo del articulado de nuestro texto constitucional vigente, ese que los medios nacionales proclaman justo en estos días como continuador del primero que nos dimos en la manigua mambisa el 10 de abril de 1869.  

Se manifestaba Alina Bárbara López Hernández en el Parque de la Libertad de su natal Matanzas en protesta por la detención arbitraria de Jorge Fernández Era. Lo hacía después de haber anunciado, desde su muro de Facebook, que llevaría a cabo esta acción de continuar detenido Fernández Era.

En las redes se produjo —y aún se puede apreciar— la solidaridad con ambos cubanos y la condena de miles de personas ante estos hechos, además de otras reacciones solidarias que tuvieron lugar durante el transcurso de estos acontecimientos.

Las señales

Como dije al inicio, entre tanto, un post refería a Batista y sus vejámenes y atrocidades; aludía a eso que mi generación y las que nos suceden hemos conocido bajo el nombre de «el Batistato» y también «la dictadura batistiana».  Comenta su autora que recibió pocas menciones y duda que su sentido actual haya sido comprendido. Por supuesto, no puedo responder a tal interrogante, pero sí aportar una percepción que, tal vez, otras personas compartan.

En reiteradas ocasiones en redes, y en las interacciones frecuentes y diversas que caracterizan la vida social de los cubanos en la Isla, —por cierto, vida de intensa relación social a partir de 1959, renovada en su intensidad y disminuida su calidad1 tras el aislamiento obligado por la pandemia, incluso frente a las reiteradas crisis del transporte y a la pésima conectividad por redes digitales— escucho y leo comparaciones entre el actual ejercicio de determinados derechos cívicos y políticos —bien demarcada esta temporalidad por el 11J— y los gobiernos de Batista, en particular el correspondiente a la etapa que aquel inició con la acción anticonstitucional del golpe de estado del 10 de marzo de 1952 y que concluyó el 31 de diciembre de 1958 con su partida del país.

La atención a dicha fase parece estar dada por el hecho de que fue durante esta etapa cuando el entonces autoimpuesto Presidente tuvo que lidiar con la oposición revolucionaria más intensa y también más presente en el imaginario social. Uno de los hitos de ese proceso fue el asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, al cual van asociados la persecución y captura de su principal figura, el juicio al que se le sometió y donde se le permitió realizar su autodefensa, su condena en el Presidio Modelo de la Isla de Pinos y la posterior amnistía en 1955 con la exigencia de abandonar el territorio nacional.

Batista

Quienes desarrollan estas comparaciones se refieren también indistintamente a otros sucesos que, en sus visiones, caracterizaron la vida cívica y política de entonces y que tienen por espacio, en estos casos, la prensa, los tribunales, el asociacionismo civil entre otros.

Sin embargo, excluida de estas visiones parece estar la represión —profundamente feroz en aquella tiranía—  a las manifestaciones estudiantiles que se volvieron harto frecuentes tras el golpe de estado de 1952, cuando los estudiantes fueron la fuerza opositora de mayor actividad y destaque —quizás porque de esto se habla poco o no se habla— en un escenario político donde el partido de orientación marxista y organizaciones obreras se hallaban en desventaja.

Tampoco se incluyen los sucesos que siguen a los asaltos al Palacio Presidencial, al Cuartel Goicuría de Matanzas, la persecución implacable tuvo lugar en Santiago de Cuba y La Habana y de la cual fueron víctimas mortales, además de muchos otros cubanos y cubanas, Frank, Fructuoso, Joe, Carbó y Machadito o la propia masacre que sucedió a partir del día 26 entre los muros del Moncada, hechos sangrientos que no se han repetido en la historia posterior de la nación.

De mi experiencia social personal, de mis percepciones ha estado ausente, hasta hoy, este ejercicio de comparación al que asisto en estos años inmediatos con una frecuencia creciente entre ese período de gobierno —la tiranía batistiana— y cualquier otra etapa de gobierno a partir de enero de 1959, en particular tras el establecimiento del Gobierno Revolucionario en nuestra nación.

Resultaría fácil —y peligroso por ello mismo— hablar de una matriz perversa exportada desde los centros de poder enemigos de la Revolución Cubana o del socialismo.

Pero determinados hechos están ahí y se resisten a ser pasados por alto, subestimados o arbitrariamente interpretados. Vivimos una crisis sistémica que se presenta como telón de fondo y que se expresa, entre otros tantos signos, en los aspectos que enumero a continuación:

  • Los diferentes sectores y grupos sociales empobrecidos y la extensión a otros de la condición de pobreza;
  • los apremiantes problemas en la producción de alimentos;
  • la obsolescencia de la industria energética, la irresponsabilidad en su proyección y la decadencia del pensamiento al respecto;
  • el desgaste galopante de fondos habitacionales y de viales y obras públicas de diferente índole, unido a la ausencia de políticas eficaces para la solución de los problemas;
  • el deterioro alarmante y la fragilidad del llamado sistema de salud pública; la grave situación de la educación y de la cultura enseñoreada por un precario sistema de educación, niveles crecientes de analfabetismo funcional, resultados óptimos y fraudulentos como meta en lugar de que lo sean la calidad de los procesos, un pensamiento rígido sobre la base de axiomas ideopolíticos y escaso ejercicio del pensar y una seria alteración del sistema de valores;
  • la inoperancia de las instituciones y la ausencia de sinergia entre ellas;
  • la crisis de credibilidad, respeto y autoridad porque no es posible hablar de ejemplo moral ni liderazgo;
  • la puesta en acción del pensamiento colonizado (“la costra tenaz” de Villena) que se expresa en el desprecio al ser nacional, en primer lugar, y luego al saber, la capacidad, la creatividad y el exitoso desempeño de nuestra gente y de lo cual son la economía, el diseño, construcción, reconstrucción y conservación de nuestras ciudades y obras civiles, así como la organización de la sociedad, las primeras presas;
  • la instauración cínica de una clase para sí medrando con la depauperación de los niveles de vida de los ciudadanos a quienes debiera servir hasta las últimas consecuencias; la instauración de la corrupción, el robo y la mentira como pilares de vida, la última como comodín para salir airoso en cualquier circunstancia.
Batista

(Foto: Cubanet)

Dicha condición viene convenientemente acompañada de un Estado de Derecho nominal —que “vende” bien hacia el exterior, que tranquiliza cualquier conciencia burguesa— el cual no se hace cierto en el ejercicio de las garantías civiles y políticas de los ciudadanos y el respeto irrestricto a la libertad de pensamiento y su expresión, mucho menos en el ejercicio, imprescindible por saludable, de la crítica.

Asimismo, esta situación se acompaña, vergonzosamente, en la «Isla de la Libertad», de un aumento creciente de los presos políticos y un clima conminatorio y de intolerancia para los sujetos sociales más activos y comprometidos entre su población.

Tanto como socióloga que como dramaturga y crítica teatral estoy al tanto de las disímiles maneras, algunas sumamente sutiles, inesperadas, hasta caprichosas, en que puede revelársenos la realidad social trascendida y elaborada como pensamiento de los diversos grupos sociales —diría incluso que ello es uno de los alicientes para el desempeño creativo del sociólogo. Las formas que dicha operación asume, aquellas en que sus resultados se nos revelan, necesitan de la atención y la reflexión desprejuiciada por parte de los científicos sociales, los dispositivos ideológicos y las instancias dirigentes de la sociedad.

Por lo general las señales se nos muestran, esta restauración en el discurso público de la figura de Batista es una de ellas. A pesar de ello, no es más alarmante para un país que las cifras de su emigración (¡inéditas!) y de sus fallecidos (por pandemia, ausencia de medicamentos y recursos, abandono de sus familias y Dios sabe cuántas otras causas relacionadas con el decrecimiento de nuestros estándares de vida) en los años recientes.

14 abril 2023 41 comentarios 2,K vistas
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Pirro

Elecciones, victorias y Pirro de Epiro

por Rodolfo Alpízar Castillo 5 abril 2023
escrito por Rodolfo Alpízar Castillo

Hace la fruslería de unos dos mil trescientos años, el general Pirro de Epiro, quien llegó a ser rey de Macedonia y de quien se afirma que fue uno de los mejores estrategas de su época, obtuvo una gran victoria contra los romanos.

Pirro era inteligente, estaba seguro de cuánto valía, y hasta tenía sentido del humor; al contabilizar las bajas y conocer el costo del triunfo, exclamó: “Otra victoria como esta y estoy perdido”.

Evidentemente, no era cubano. Jefe cubano que se respete solo conoce victorias.

La situación del cubano de a pie es desesperada. Sufrimos una guerra económica de más de sesenta años, impuesta por la nación más poderosa del planeta. Su aliada ha sido una conducción económica en cuyo aval se cuenta estatalizar limpiabotas, barberos y zapateros remendones; emprender la zafra de los Diez Millones sin logística adecuada; deforestar el país; desmontar la industria azucarera, y muchas otras iniciativas igualmente victoriosas. Que no se entere Pirro.

Gracias a esa Santa Alianza, la mayoría de la población carece hasta de lo más elemental para una vida (y hasta una muerte) decente. En ese contexto se realizó el proceso electoral cubano.

La propaganda oficial insiste en que, en otros países, los candidatos y sus partidos invierten grandes sumas en campañas para convencer a los ciudadanos de elegirlos. Una salvedad: Ese dinero sale de sus bolsillos, o de donativos de simpatizantes y asociados. Les pertenece.

Mito

Negar la existencia de la campaña electoral en Cuba es no oír radio, no ver televisión, no andar en las redes sociales, no leer prensa y ni siquiera caminar por las calles, pues está presente en todas partes, para convencer a los electores de que elegir es aprobar la propuesta de las comisiones electorales. O para proclamar la “victoria de la patria”.

La campaña cubana se diferencia de las demás porque, en tanto en otros países el dinero gastado proviene de los partidos o los candidatos, aquí las campañas, electorales o de otro tipo, se pagan con los fondos del tesoro público.

El tesoro público es lo recaudado por el gobierno, mediante impuestos y otras vías, para atender a las necesidades de la población y cubrir sus propios gastos.

El combustible utilizado en traslados desde la capital hacia los más lejanos rincones del archipiélago para que los diputados vieran el lugar al que estaban asignados hubiera servido mejor, por ejemplo, para que los niños de cierta zona puedan asistir a la escuela con regularidad (¿recuerdan, diputados por Santa Clara?), para que los trabajadores acudan a sus centros laborales a producir riqueza para el país, o para que en los hospitales haya insumos de limpieza y desinfección, y no mueran niños en ellos por falta de higiene, como ocurrió recientemente.

Los números de Pirro

En definitiva, según el Consejo Nacional Electoral (CNE), la campaña electoral (cuyo objetivo fue convencer a las personas de que el “voto unido” siempre ha existido y conviene a la patria) ganó, por obtener el 72,10% de aprobación. Una gran victoria de la patria, y una derrota más de la manipulación mediática enemiga.

¿Es exacto?

No es objetivo del presente artículo discutir la validez de los datos del CNE, que varias voces impugnan. Parto de ellos por ser los únicos disponibles, no porque los legitime. En definitiva, como expongo más adelante, las propias cifras oficiales demuestran que la mayoría de la población en capacidad de votar se pronunció contra el proceso electoral o el llamado “voto unido”.

Es indiscutible que 72% es un margen amplio en cualquier pugna entre fuerzas políticas. Pero en estas elecciones no hubo “contienda electoral”, ni alternativa por la cual votar. Ni siquiera hubo representantes de la fuerza política única entre quienes elegir. Votar en blanco, proclamado como muestra de libertad de elección, anulaba la boleta. Por tanto, no hubo elección, sino ratificación de lo propuesto por las comisiones electorales. Si no hay contra qué comparar, las cifras de la “victoria” carecen de valor.

Elecciones Cuba

(Foto: EFE)

(Si quienes contabilizaron los votos en Cuba hubieran informado a Pirro de las bajas propias y enemigas, no existiría su famosa afirmación: Hubiera ordenado a las tropas cantar “Estamos ganando”, como repite constantemente la TV nacional).

Veamos los números ofrecidos por el CNE, y recordemos preguntas no formuladas en la conferencia de prensa informativa.

Primera pregunta: ¿El 72,10% de qué total? No del total de votantes. Tampoco del total de asistentes a las urnas. ¿Entonces, de qué? Veamos:

Padrón electoral actualizado: 8 129 321 votantes. De ellos:

  • Se abstuvieron: 1 964 445
  • Acudieron a votar: 6 164 876. De ellos:
  • Anularon el voto: 215 920
  • Votaron en blanco: 383 316

Esto significa que 2 563 681 electores registrados rechazaron el sistema electoral, y lo expresaron de la única manera posible: abstenerse, votar en blanco o inutilizar la boleta. Ese 31,53% del total de ciudadanos en capacidad de votar rechazó las elecciones, a pesar de la millonaria campaña desplegada.

Están además los votantes que acudieron a las urnas, marcaron algún “candidato” para que las boletas fueran válidas, pero tampoco aceptan el “voto unido”:

Votos “válidos”: 5 565 640. De ellos:

  • “Voto unido”: 4 012 864
  • “Voto selectivo”: 1 552 776

Un dato que Pirro tomaría en cuenta, pues indica que el “voto unido” tampoco fue aceptado por más de un millón y medio de quienes ejercieron el “voto válido”.

En total, 4 116 637 ciudadanos mostraron de una forma u otra su inconformidad con las elecciones o con el llamado “voto unido”. Si esto es así, ¿qué más hace falta para aceptar que el pueblo no siguió el llamado gubernamental a votar por todos? El alegado 72,10% de apoyo al “voto unido” no indica la realidad de las boletas, sino la manipulación de las cifras:

No lo es en relación con el número de asistentes a las urnas (6 164 876). En tal caso sería el 65%. Mucho menos lo es en relación con el número de electores empadronados (8 129, 321). En tal caso sería el 49,36%.

Esta es la realidad de la “victoria”: El 70,10% proclamado es en realidad el 49,36% de las personas con derecho al voto en Cuba.

El gobierno debería enfrentar la realidad: Sin opositores en las boletas, y luego de una millonaria campaña en su favor, menos de la mitad de los electores aprobó el “voto unido”.

Para ese resultado se desperdiciaron miles de litros de combustible. Se invirtieron cientos de horas de transmisión por televisión y radio. Se consumieron miles de raciones de alimento, incontables kilowatts de electricidad y de insumos variados, salarios y toda la gama de elementos que componen la logística de la transportación de personalidades importantes del país, escoltas incluidas, desde la capital hacia los municipios, no una ni dos, sino muchas veces

Súmese que el primer mandatario se trasladó desde su residencia en La Habana, junto a su esposa y el correspondiente séquito, para votar en Santa Clara, lugar al que está asignado como diputado.

¿Cuánto costó su voto al país?

Tanto gasto sirvió para obtener un supuesto 72,10% que, en realidad, esconde que solo el 49,36% respaldó completamente la elección de la Comisión de Candidatura, como se pedía en los medios de comunicación.

Aquí Pirro habría repetido su frase. No quienes nos dirigen. Para ellos ha sido una contundente victoria.

Otra pregunta: ¿Y en cuanto a los “colegios electorales”? Los especialistas en procesos electorales harían bien en estudiar su caso.

Curiosidades

Los artículos 22.1, 178 y 195 de la ley electoral establecen que en los municipios con más de cien mil habitantes se pueden crear distritos electorales, los que se reparten a partes iguales los “candidatos” del municipio. Por ejemplo: Si al municipio X, de 120 000 habitantes, le asignaron cuatro “candidatos” (Josefa, José, Juana y Juan), se crean dos distritos, A y B. Los votantes del distrito A no pueden “elegir” a los candidatos del distrito B, y viceversa.

Siguiendo el ejemplo, cada distrito tendría 60 000 electores. Para facilitar las cuentas, imaginemos una quimera: Todos acudieron a votar y apoyaron el voto unido. ¿Cuántos votos obtuvo cada “candidato”? Evidentemente, 60 000. Pero 60 000 es solo el 50% del padrón electoral del municipio. Por tanto, en relación con el municipio, ninguno resultó “electo”, pues nadie alcanzó el 51% exigido.

Así lo entiende usted. Para el CNE los cuatro obtuvieron el 100% de los 120 000 votos del municipio que “representarán” en la Asamblea Nacional. Estamos ante el milagro de los distritos y las boletas.

Eso es con un ejemplo simplificado, pero difícilmente existe un único colegio sin abstenciones, votos en blanco, anulación de boletas o “voto selectivo”; en la realidad el porcentaje fue mucho menor, ni siquiera alcanza el 50%.

En conclusión, en este caso hipotético, ninguno de los diputados “elegidos” en distritos electorales alcanzó el mínimo de votos establecido, 51%, y deberían ir a nueva votación.

Pero para el CNE todos están legalmente elegidos.

Surgen entonces nuevas preguntas, soslayadas por los periodistas en la conferencia de prensa:¿Cómo la comisión electoral legitimaría a esos diputados? ¿Cómo alcanzarían el 51% exigido? Solo con sofismas se podría responder. Como afirma la sabiduría popular: El que hizo la ley hizo la trampa. Y aquí se muestra sin tapujos.

Para concluir

Aceptar que “Cuba ganó”, como afirma la propaganda, es realizar un acto de fe religiosa, y la fe no exige demostración. Se acepta, aunque los datos demuestren que solo el 49,36% de los cubanos con capacidad para votar siguió la convocatoria de la campaña oficial por el “voto unido”. Pero Cuba pierde dolorosamente si el gobierno no extrae las enseñanzas de este proceso, que no son pocas. El vano triunfalismo con que se enfrentan los resultados no me da muchas esperanzas.

La victoria, si quieren creer en ella, ha sido pírrica, y el triunfalismo no borra la realidad: A nadie escapa el despilfarro que significó alcanzar tan magros resultados. Tampoco se debería tomar a la ligera el desgaste en la imagen de figuras públicas.

Elecciones

(Imagen: Brady Izquierdo)

Me gustaría creer que el optimismo mediático es para consumo público, y en privado quienes dirigen el país estudian las enseñanzas del proceso para hacer las rectificaciones necesarias. Pero estoy escéptico.

Algunas de esas rectificaciones deben tomarse sin dilación, lo demuestra el rechazo al “voto unido”; empecinarse en pasarlas por alto es peligroso. La primera es prerrogativa del presidente de la república (artículo 128 constitucional), quien puede decretarla cuando lo desee. Las otras deben esperar por una sesión de la Asamblea Nacional. Veamos:

  • Declaratoria de una amnistía general para los presos por actividades políticas y revisión de las causas seguidas contra participantes en las manifestaciones públicas de los últimos tiempos. Disminución de las penas en todos los casos en que la amnistía no sea aplicable.
  • Elaboración de la norma que garantice el cumplimiento del artículo 56 de la Constitución sobre libertad de manifestación pacífica.
  • Abolición de la pena de muerte, por ir contra la letra del artículo 46 de la Constitución, y porque en su aprobación se produjeron irregularidades, como la omisión intencional de una parte fundamental de dicho artículo 46. Inicio de un proceso de revisión integral de la ley.
  • Eliminación de las trabas al libre ejercicio de la ciudadanía a las personas por sus ideas políticas. Elaboración de una norma que penalice severamente la violación de ese derecho, en particular del artículo 38 de la Constitución. Erradicación y penalización de la práctica de expulsar ciudadanos del país.
  • Abolición de la actual ley electoral o modificación radical de su contenido, para eliminar del articulado sus elementos antidemocráticos y garantizar el derecho de los ciudadanos de escoger libremente, entre varias opciones, a sus representantes.
  • Garantía para los ciudadanos cubanos residentes en el exterior de participación en la vida política y económica del país, con posibilidad de nominar y elegir libremente a sus representantes en la Asamblea Nacional. Extinción de cuanta normativa institucional limite esos derechos.

Haber tomado estas medidas con tiempo, en lugar de gastar millones del pueblo en la campaña electoral, hubiera sido la verdadera victoria de Cuba.

5 abril 2023 22 comentarios 1,9K vistas
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Ratificados

Los más y los menos ratificados: Curiosidades estadísticas de la votación cubana

por Redacción 3 abril 2023
escrito por Redacción

El pasado viernes 31 de marzo el Consejo Electoral Nacional dio a conocer los resultados finales de las votaciones ocurridas el día 26 del mismo mes. Las cifras oficiales no distan significativamente de lo antes reportado y confirman que, si bien la participación registrada aumentó con respecto a las elecciones de delegados de 2022, es la de menor asistencia a las urnas de todas las votaciones parlamentarias en la historia posterior a 1959. Unido a esto, el voto por todos los candidatos, por primera vez, no superó el 50 % en relación con el padrón electoral.

Las nuevas cifras aportadas permiten analizar el comportamiento por territorio, y aunque las elecciones parlamentarias cubanas no tienen carácter competitivo —pues el electorado no selecciona, sino ratifica lo ya propuesto por la Comisión de Candidatura—, el análisis de los porcentajes de votación puede ofrecer pistas sobre el rechazo o respaldo a algunas figuras de la política local y nacional, más aún cuando este es el único proceso de voto directo al que serán sometidas.

Los territorios que aportaron mayor cantidad de boletas válidas fueron Ciego de Ávila, Matanzas e Isla de la Juventud; y los de mayor nivel de abstencionismo (electores que no asistieron, votaron en blanco o anularon), La Habana, Holguín y Guantánamo. La mayor cantidad de papeletas anuladas o en blanco corresponden a Pinar del Río, Mayabeque y Villa Clara. Con respecto al padrón electoral, el llamado “voto unido” primó en Isla de la Juventud, Ciego de Ávila y Matanzas, y la mayor cantidad de marcas selectivas estuvieron en Ciego de Ávila, Matanzas y Artemisa.

De igual manera, sobresale el alto porcentaje de votación en Matanzas, teniendo en cuenta que históricamente ha tenido resultados similares (levemente más altos) que La Habana, y fue uno de las provincias donde se más extendieron los enfrentamientos del 11 de Julio. También es inusitado un menor por ciento de participación en la región oriental, que habitualmente se destaca por su alta concurrencia a las urnas.

En cuanto a los niveles de votación a nivel nacional, cabe destacar que el 72,10 % de quienes emitieron un voto válido, lo hicieron por toda la lista de candidatos, de ahí que la desigualdad entre unos y otros la decida solo el restante 27,90 % que hizo una marca selectiva. La media de los porcentajes con que salieron electos los diputados fue de 85,3 %.

El argumento más habitual utilizado históricamente para defender el llamado «voto unido» expresa que las figuras públicas tienen más posibilidades de ser ratificadas que quienes no poseen cargos de dirección o se desempeñan a escala local. No obstante, los rankings de los más y menos votados muestran que en la práctica esto no se comportó así.

A nivel nacional, el diputado menos votado fue Federico Hernández, primer secretario del Partido Comunista en Camagüey, con un 61,52 % de los votos válidos. En la lista de los diez menos respaldados sobresalen otros nombres de figuras públicas, o diputados que ostentan cargos significativos en el país o en su territorio, como Joel Ortega Dopico (presidente del Consejo de Iglesias de Cuba), Beatriz Johnson (Gobernadora de Santiago de Cuba) y el trovador Raúl Torres, quien en los últimos años ha tenido una notable presencia mediática.

En contraste, el diputado más respaldado fue el médico ginecobstetra Gastón Idael Martínez con 97,54 % de los votos. En la lista de los diez con un porcentaje de ratificación más alto, resultan conocidos a nivel nacional el general de ejército Raúl Castro, el primer ministro Manuel Marrero Cruz y el atleta de alto rendimiento Mijaín López.

Para ampliar el análisis, se seleccionaron los cuatro diputados que obtuvieron más votos y los cuatro menos votados en cada provincia. En esta muestra, los trabajadores sin cargos de dirección fueron los de mayor respaldo popular, mientras los cuadros nacionales abundaron entre los menos ratificados.

En cuanto a la aceptación de los directivos locales, se enuncian a continuación algunos hitos que llaman la atención:

  • En Guantánamo, tanto el primer secretario provincial del Partido Comunista (Rafael Pérez), como la secretaria de la Asamblea del municipio cabecera (Idaliena Díaz), se encontraron entre los menos populares.
  • Como se mencionó antes, en Santiago de Cuba, la gobernadora Beatriz Johnson fue la menos votada.
  • En Holguín el presidente de la Asamblea del municipio cabecera, Ricardo Antonio Suárez, estuvo entre los menos seleccionados.
  • En Las Tunas, el candidato con menos votos fue el primer secretario provincial del PCC, Manuel René Pérez Gallego.
  • En Camagüey, el primer secretario provincial del PCC (Federico Hernández) y la presidenta de la Asamblea del municipio cabecera (Dixamy Rodríguez) fueron los menos votados.
  • En Mayabeque, el vicegobernador Manuel Aguiar estuvo entre los menos elegidos.
  • En Artemisa el presidente de la Asamblea del municipio cabecera, Euler Velázquez, fue el segundo menos ratificado.

Con respecto a los más elegidos, solamente en el municipio especial Isla de la Juventud y la provincia Pinar del Río, las máximas autoridades locales del PCC estuvieron entre los más ratificados. Ningún gobernador provincial se incluyó entre los más respaldados, y si bien en este top se encuentran 12 miembros de gobiernos locales, presiden consejos populares, municipios no cabeceras u ocupan una dirección dentro de las Asambleas municipales.

Como otros datos curiosos cabe destacar que todos los secretarios de Comités Provinciales del Partido fueron seleccionados como diputados. Las provincias en los que dichos políticos tuvieron mayor porciento de votación fueron Pinar del Río, Santiago de Cuba y Granma, y donde tuvieron menos respaldo fue en Camagüey, Guantánamo y La Habana. Asimismo, cabe mencionar que de los 15 gobernadores que tiene el país, solo 7 fueron propuestos como diputados por la Comisión de Candidatura.

Por último, en lo que respecta al presidente Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, no encabezó las listas de ratificados con más votación, ni a nivel nacional, ni en el municipio por el que fue postulado (Santa Clara). Con un porciento de votación del 88,78, el mandatario cubano ocupa el lugar 130 de 470 en el escalafón nacional; 14 de 32 a nivel provincial (Villa Clara) y 4 de 8 a nivel municipal (Santa Clara).

Para los lectores interesados, La Joven Cuba comparte  la lista de candidatos clasificados por provincia y municipio, y ordenados por el pocentaje de votación, que puede descargar aquí.

3 abril 2023 6 comentarios 1,7K vistas
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Mito

El mito de la unidad y el Voto Unido

por Mario Valdés Navia 31 marzo 2023
escrito por Mario Valdés Navia

El supermonopolio ETECSA puede tener dificultades en sus servicios pero hay que reconocer que su divisa es impecable: “¡Gracias por elegirnos!”. No obstante, tal sarcasmo se queda corto en comparación con el resultado de las elecciones legislativas del pasado domingo 26: de 470 candidatos a diputados que se sometieron al escrutinio popular ¡TODOS fueron electos! Récord sin parangón a nivel mundial que se repite una elección tras otra … hasta ahora.

Hija pródiga del llamado Voto Unido, tal rasgo de la gobernanza cubana altera los propios fundamentos del concepto de elecciones. Aquí votas, pero no eliges. Su origen no es actual, se remonta a la lucha por preservar la unidad revolucionaria, ese crisol donde se han volatilizado otros valores inalienables del pensamiento progresista: libertad, democracia, justicia, derechos humanos. Repasemos brevemente la historia y presente de este mito fundador de la Revolución Cubana y su expresión en las urnas: el Voto Unido.

I. Historia

Medio siglo después del triunfo del 1-1-1959, al publicarse el libro de Fidel La contraofensiva estratégica,  se tuvo evidencia de que este había ordenado al Che avanzar hacia La Habana solo con las fuerzas del M-26-7. Por entonces ─fresco aún el enojo por el Pacto de Miami, fraguado a sus espaldas─ Fidel consideraba un grave error político compartir fuerza, autoridad y prestigio con el DR-13-3, “un grupito cuyas intenciones y cuyas ambiciones conocemos sobradamente, y que en el futuro serán fuente de problemas y dificultades”.

Si bien ambas organizaciones habían promovido la unidad entre las fuerzas que combatían a la tiranía, la imposibilidad de vertebrarse como plataforma de dirección colegiada de la lucha, como había pretendido inicialmente, llevó al DR a proponer al resto de los grupos insurreccionales la coordinación de esfuerzos “como la forma más eficaz y posible de la unidad”.

En cambio, el M-26-7 desde sus inicios concebía la unidad con otros sectores como la incorporación de ellos a sus filas, aceptando  su autoridad y disciplina. En vez de “coordinación de esfuerzos”, pretendía la consolidación de su “hegemonía revolucionaria”. Decía Fidel: “no habrá que hablar de coordinación de esfuerzos sino de aceptación llana y simple de que la dirección revolucionaria ha cambiado de manos y a su nueva estrategia, disciplina y programa tendrán que subordinarse todos los demás factores”.

Logrado el triunfo militar en el Centro y Oriente, Fidel ordenó a los mandos del Ejército Rebelde proseguir  las operaciones hasta que estuviera asegurada la victoria y garantizado el pleno reconocimiento al Gobierno del Dr. Manuel Urrutia Lleó, el candidato del M-26-7. Este había sido proclamado Presidente de la República, desde julio de 1958, por la mayoría de las organizaciones opositoras a Batista nucleadas en el Frente Cívico Revolucionario.

Creado el Gobierno Revolucionario Provisional (GRP) en Santiago de Cuba, su necesario desplazamiento hacia el Palacio Presidencial, en manos del DR-13-3, generó tensiones entre este y el M-26-7 durante los días 4 y 5 de enero de 1959. Les pusieron fin la llegada de Fidel y Urrutia a la capital y el reconocimiento por parte del DR-13-3 de la presidencia del segundo y el lugar del primero como Comandante en Jefe de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire de la República, prerrogativas del jefe de Estado que Urrutia le cediera desde el mismo 1 de enero.

Mito

Manuel Urrutia Lleó, Fidel Castro y otros miembros del gabinete del primer gobierno revolucionario de Cuba. (Foto: Cubadebate)

El control del Gobierno por el M-26-7 reflejaba una situación real: la hegemonía que había conquistado durante la Guerra de Liberación al ser la de mayor militancia y extensión, su Ejército Rebelde la fuerza armada de mayor poder y gozar de un abrumador respaldo popular. A partir de entonces se impondría el concepto de unidad revolucionaria en el sentido de unidad de todos para el cumplimiento de las decisiones del grupo de poder hegemónico: el de los caudillos/comandantes del victorioso Ejército Rebelde.

Tomaba cuerpo en el país una dictadura militar de nuevo tipo: revolucionaria, antioligárquica, popular  y antimperialista. Su poder fue in crescendo en la medida en que avanzaban las transformaciones económico-sociales, agudizábase la lucha de clases y el conflicto con los EEUU. El vínculo unitario entre el líder caudillista y la masa del pueblo revolucionario se fue tornando cada vez más directa, lo cual hizo que los demás actores políticos, individuales y colectivos, pronto se tornaran superfluos.

A partir del propio mes de enero de 1959, cualquier acción que amenazara esta sacrosanta unidad revolucionaria fue considerada como acción enemiga, traición a la Revolución y merecedora de ejemplarizante castigo. A ella quedaron supeditados los ámbitos de la política, justicia, arte y literatura, educación, sociedad civil, filosofía y las propias ciencias, en particular las sociohumanísticas: historia, filosofía, sociología, economía política, antropología…   

Como señalara Guillermo Jimenez Soler (Jimenito):

La realidad es que las más veraces y sanas interpretaciones no pueden lidiar cuando le anteponen el sambenito de poner en peligro el factor de “la unidad”, cuyas definiciones y alcances han estado en ocasiones permeadas por un interés muy sectorial o coyuntural, sin la posibilidad de un mínimo diálogo o argumentación. Es un valladar que no admite la menor resquebradura.

La aprobación, en 1959, de una nueva Ley Fundamental que atribuía al Consejo de Ministros potestades legislativas dejaba en manos del Primer Ministro las facultades para hacer las leyes y ejecutarlas. Era el fin de la división de poderes y la conversión del presidente en una figura de segundo orden.

Todos los cargos del Estado se establecieron por designación, las elecciones generales prometidas en el Manifiesto de la Sierra Maestra para un año después del triunfo fueron canceladas, los partidos políticos suspendidos, prohibidas las huelgas y manifestaciones de protesta y desmantelada la rica y diversa sociedad civil existente mediante la creación de organizaciones unitarias leales al GRP.

Cuando se adoptó el socialismo totalitario en versión cubana, con su modelo de partido único, se anatemizó el pasado republicano. Como parte de él, las elecciones pasaron a ser parte del anacrónico sistema burgués, supuestamente superado mediante la construcción acelerada del socialismo y el comunismo.

Sin embargo, al iniciarse el llamado Proceso de Institucionalización (1974-1978) regresaron las elecciones como parte de la democracia socialista, entiéndase sólo entre candidatos fieles a la Revolución, el PCC y Fidel. Los delegados del Poder Popular y diputados a la ANPP no serían profesionales; por lo que la iniciativa legislativa pasaría al propio Gobierno y sus organismos centrales.

El lema inicial de las elecciones sería: “A elegir a los mejores”. Los candidatos serían propuestos por las direcciones de las organizaciones de masas dirigidas por el partido único, pero seleccionados a todos los niveles por Comisiones de Candidatura designadas por el PCC y encargadas de impedir que se filtrara alguien capaz de cuestionar las decisiones de los mandamases.

Con ese esquema, los miembros principales del anterior GRP (1959-1976) siguieron ocupando los más altos cargos en la dirección del PCC y el Estado. Pero ni eso era suficiente para garantizar el sueño de eternizarse en el poder del grupo hegemónico.

Con la debacle del campo socialista europeo y la URSS, la élite del Gobierno/Partido/Estado decidió blindar definitivamente los resultados de las elecciones legislativas mediante la convocatoria de Fidel al llamado Voto por Todos, o Voto Unido (VU) (1993).

Ahora, la candidatura sería cerrada ─misma cantidad de candidatos que de plazas─ por lo que los votantes no tendrían que elegir, sino votar por los que seleccionaran o, preferentemente, por todos los candidatos. La comunidad de aparatos ideológicos del Poder se puso en función de inculcar el VU como principio superior de democracia y deber de todo buen revolucionario.

Mito

(Foto: Radio26)

II. Presente

Durante las tres últimas décadas las elecciones cubanas han dividido al electorado en dos grandes campos: los que apoyan al Gobierno/Partido/Estado asisten y ejercen el VU, o algunos el selectivo. Los opositores no asisten, y si lo hacen votan en blanco, o anulan las boletas. Por ello, ambas posturas convierten cada elección en un referéndum al Poder.

Sin observadores imparciales, ni oposición legalizada y organizada, la pelea electoral cubana se torna, como diría mi abuelo refranero: “De león a mono y el mono amarrado”. Sin embargo, el análisis de lo ocurrido en las cinco votaciones ocurridas desde 2003 muestra que la oposición va ganando terreno en esta sui generis pugna electoral.

Si bien entre 1976 y 2010 ─incluyendo los años del Período Especial─ la asistencia a las urnas estuvo entre el 97 y el 99%, desde el 2003 hay una tendencia sostenida al voto de castigo en su versión cubana: disminución del VU en un 20%, incremento de abstenciones en 1000%, votos selectivos y nulos en 300% y en blanco en 200%. 

Nunca como en esta ocasión fueron tan activas las campañas del Gobierno/Partido/Estado por el VU y las de la oposición por la no presentación de los votantes. La crisis estructural del país, agravada por las sanciones de Trump-Biden; la reactivación de la sociedad civil independiente (SCI) en los últimos años; el estallido social del 11J y su represión violenta, el enjuiciamiento y condenas exageradas a más de mil manifestantes pacíficos, puso en entredicho la capacidad del Poder para sostener un resultado favorable en este escrutinio y ambos contendientes se emplearon a fondo.     

Los resultados obtenidos, a despecho de que no pudieran ser avalados por observadores independientes (nacionales o internacionales), y que las encuestas alternativas a boca de urna los contradicen, permiten sacar varias conclusiones interesantes. La fundamental: tirios y troyanos se jactan del resultado como una victoria propia. Esto ocurre porque, si bien todos los candidatos fueron electos en primera vuelta al obtener más del 50% de los votos válidos, el VU cayó al 72%, casi 20 puntos porcentuales del 2003, e incluyó a solo 49% del padrón electoral (PE).

Mito

Sobre este elemento primigenio, el PE, llama la atención su gran reducción en el último decenio. Entre las legislativas del 2013-2013 la disminución es de 548 385 electores. La tendencia es aún más pronunciada entre las legislativas de 2018 (8 639 989) y 2023 (8 120 072): ─519 917; y entre las municipales de noviembre de 2022 (8 351 311) y las legislativas actuales: ─231 239. ¿Quiénes son los que tan masivamente han sido retirados del PE: fallecidos, emigrantes ─sin presencia física, no tienen residencia efectiva en el país─, o presos?

En la votación reciente, la SCI contó con la presencia activa de sus propias organizaciones de recuperación y gestión de la información, tales como: Proyecto Inventario, Observadores de Derechos Electorales (ODE), Comisión Cubana de Defensa Electoral (COCUDE) y Ciudadanos Observadores de Procesos Electorales (COPE). En sentido general, consideraron que estas fueron las votaciones más irregulares realizadas en Cuba desde 1976.

Entre las principales violaciones de la Ley Electoral que detectaron se encuentran: represión contra activistas y observadores independientes, no publicación en tiempo del PE, votación de personas no inscriptas en el colegio,  extensión de la votación una hora más sin causas reconocidas, funcionarios electorales buscando a los electores en sus casas, o llevándole las boletas sin causas de fuerza mayor.

Estas organizaciones destacan que la afluencia de público en muchos colegios observados fue escasa, lo cual pone en entredicho la alta cifra de votantes informada a posteriori. Además, se hacía campaña por el VU hasta dentro de los propios colegios electorales, algo prohibido expresamente por la propia Ley Electoral.    

Para los defensores del Gobierno/Partido/Estado el triunfo en el ejercicio electoral del domingo 26 garantiza la reelección sin problemas del Presidente y el Consejo de Estado para el próximo quinquenio. Mas, cuidado: de no revertirse la tendencia actual, difícilmente puedan repetir el éxito en las legislativas del 2028. Es que el recurso del VU, como una de las mayores aberraciones del manipulado mito de la unidad parece haber dado sus últimos estertores con la votación del pasado 26.

Esperemos que en las próximas legislativas cubanas haya un genuino enfrentamiento entre organizaciones políticas independientes, y que la competencia entre ellas conduzca a la nación por los cauces de progreso que tanto merece el sacrificado pueblo cubano.

31 marzo 2023 24 comentarios 1,6K vistas
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Elecciones Cuba

Elecciones 2023: lo que dicen los números

por Redacción 27 marzo 2023
escrito por Redacción

Tras amplias campañas propagandísticas y expectativas en torno a los comicios de este domingo —los más importantes en Cuba—, ya han trascendido los resultados oficiales, que ameritan un análisis profundo y complejo, por cuánto pueden revelar sobre la actualidad política cubana. En primer lugar, el 75.9% de las personas con derecho al voto, lo ejerció este domingo en las Elecciones Nacionales para escoger los Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, de acuerdo con lo informado esta mañana por Alina Balseiro Gutiérrez, presidenta del Consejo Electoral Nacional (CEN).

Asimismo, se contabilizaron un 90.28% de boletas válidas, un 6.2% en blanco y un 3.5% por ciento anuladas. Aunque el escrutinio de las boletas en las urnas es público, no se permiten observadores internacionales o independientes del Estado en el resto del proceso de votación y registro de las cifras, lo cual es el argumento comúnmente utilizado para cuestionar la transparencia del proceso.

La cantidad neta de votantes (6 164 876) aumentó en 436 656 con respecto a las pasadas elecciones de delegados, mientras que el padrón electoral se redujo en unas 284 621 personas, tendencia que viene ocurriendo en los últimos años — principalmente a partir de 2019— y que pudiera deberse al éxodo migratorio que enfrenta la Isla.

Los números oficiales de participación superan a los dos sufragios anteriores —el referendo para aprobar el Código de las Familias y las Elecciones Municipales del Poder Popular—, así como la media latinoamericana en países donde no es obligatorio votar. En el análisis de las cifras históricas cubanas, se puede constatar que las votaciones de diputados por lo general tienen una participación mayor que las de delegados; pues a diferencia de estas últimas, se le permite a todos los ciudadanos ejercer este derecho en cualquier colegio del país, aunque no sea el de su lugar de residencia oficial.

En cuanto al comportamiento del padrón electoral, se muestra que aproximadamente un 68.54% de las personas con capacidad de votar hizo un voto válido (8 puntos porcentuales por encima de las elecciones de delegados pasadas), un 2.66% anuló la boleta, 4.71% la dejó en blanco y un 24.1% no asistió. Solo un 49.42% de ese padrón hizo un voto por toda la lista de candidatos, y un 19.12% votó de manera selectiva, lo cual es menor que en las votaciones parlamentarias del año 2018.

A pesar del aumento de la participación en el recién culminado proceso con respecto al anterior, se sigue evidenciando en la última década una inclinación abstencionista en la ciudadanía cubana, que no es particular solo de estas votaciones. Desde 1976 hasta el año 2010, todos los sufragios en Cuba tuvieron un porcentaje de participación entre el el 97% y el 99,6%. A partir de ese año, comienza una paulatina reducción de la cantidad de personas que acudieron a las urnas. En 2022 este comportamiento se hace más evidente en el proceso del Código de las Familias y las posteriores elecciones de delegados.

La crisis económica que vive el país luego de 2019 puede que tenga un impacto en el aumento de la abstención. No obstante, los sufragios celebrados en los años 1992 y 1993, durante el llamado «periodo especial», presentaron un 97,2% y 99,6% respectivo de asistencia; de hecho, las votaciones parlamentarias de 1993 fueron las que mayor presencialidad han tenido en Cuba.

Dicho análisis indica que existen otras variables sociopolíticas que están incidiendo en la ciudadanía y han mediado en la actual situación de apatía. Se pudieran mencionar entonces la inconformidad con el sistema electoral y la realidad nacional —con problemáticas que trascienden lo meramente económico—, la interacción a través de vías digitales con el criterio de otros ciudadanos residentes o no en el país, sumado a fuentes de información y propaganda política, más allá del Estado cubano, como medios, organizaciones y activistas opositores, además de la prensa internacional y nacional no estatal.

En cuanto a la composición del nuevo parlamento, aunque se reduce en 130 diputados, su representatividad sociodemográfica no varía significativamente. Solo es notable un leve incremento en la cantidad de jóvenes menores de 35 años y de personas negras y mestizas. Cabe destacar que mantiene una fuerte presencia femenina en comparación con la media mundial.

Las votaciones en Cuba a menudo son utilizadas como termómetro de la legitimidad del Estado para con la ciudadanía. La ausencia de encuestas públicas de opinión popular en la Isla con muestras representativas hace imposible explicar con certeza las causas del comportamiento de los votantes.

No obstante, luego de la anterior experiencia —con la menor participación en la historia del sufragio cubano luego de 1959— y la campaña de la oposición por el «no voto», es muy probable que haya incidido la intensificación de la propaganda gubernamental que tuvo lugar en los medios. También pueden haber surtido efecto convocatorias personales directas a quienes avanzado el día no habían concurrido a las urnas. Durante años han sido comunes prácticas llevadas a cabo por funcionarios y directivos locales para ejercer presión sobre la ciudadanía y que esta acuda a votar.

El sistema electoral sigue siendo uno de los elementos más polémicos del modelo político asumido en la Isla y que provoca respuestas polarizantes. Por un lado el Estado evita reconocer sus fallas en cuanto a la efectividad del ejercicio del control popular, y por otro, buena parte de la oposición organizada asume como única alternativa la instauración de un sistema multipartidista. Sobre este y otros temas referentes al proceso electoral, La Joven Cuba continuará abordando en próximas publicaciones.

27 marzo 2023 70 comentarios 2,K vistas
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Elecciones

Elecciones en Cuba y los límites de una opción binaria

por Consejo Editorial 25 marzo 2023
escrito por Consejo Editorial

Este domingo tendrán lugar en toda Cuba las elecciones generales para ocupar los 470 escaños a diputados de la Asamblea Nacional de Poder Popular.

Más que una elección, se trata de una ratificación mediante las urnas, a un padrón ya conformado por la Comisión de Candidatura a partir de propuestas enviadas por un grupo de organizaciones sociales reconocidas oficialmente para ello, sumadas a los delegados municipales recientemente electos y algunos diputados del período anterior.

El proceso ocurrirá en medio de una crisis multidimensional marcada por una grave situación económica, provocada por factores internos y el recrudecimiento de medidas unilaterales coercitivas externas, en la cual se han acrecentado problemáticas sociales como las inequidades. A esto se le suma la permanencia de numerosas personas sancionadas a partir de los sucesos del 11 de julio y la ausencia de una estrategia para la reconciliación nacional.

El Artículo 205 de la Constitución expresa que «el voto es un derecho de los ciudadanos. Lo ejercen voluntariamente los cubanos, hombres y mujeres, mayores de dieciséis años de edad». Cada ciudadano cubano, el día de mañana, podrá hacer uso de las opciones que permite el sufragio parlamentario en la Isla: votar por todos los candidatos, hacerlo por las propuestas de su preferencia, dejar la boleta en blanco, anularla, o no asistir.

En redes sociales un grupo de usuarios han debatido y argumentado sus razones para tomar una u otra decisión, unido a esto, se ha hecho visible tanto la intensa campaña gubernamental por el llamado voto unido —por todos los candidatos— como su contraparte de zonas de la oposición que incitan al abstencionismo.

La Joven Cuba convoca a tomar la actitud que más corresponda con la conciencia cívica de cada cual, más allá de presiones o campañas políticas. Asimismo, llama a los diversos actores de la sociedad civil y comunidades políticas a respetar democráticamente la posición de los demás, coincidan o no con ella.

25 marzo 2023 23 comentarios 1,1K vistas
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