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Migración

Estudios sobre el desplazamiento de ciudadanos cubanos y el efecto de la migración en un contexto transnacional

migración

¿Cuán económica es nuestra migración?

por Arturo Mesa 3 marzo 2023
escrito por Arturo Mesa

A menudo escuchamos que la migración en Cuba es económica, acto seguido muestran las tablas y cifras de la región centroamericana, con la intención de confirmar que vivimos en otro país pobre, intentando abrirnos camino en el Norte; por lo que detrás de esta migración no hay nada «diferente».   

La pregunta sería entonces si es realmente económica la emigración de los cubanos, o si se muestra con más carga política. Es decir, si el trasfondo de esa urgencia de mejoras se expresa de la misma forma en Cuba que en otros países de la región.

Cuando analizamos las circunstancias de los países cuyas poblaciones emigran, se perciben grandes diferencias con relación a las de Cuba. Aquí tenemos acceso gratuito a los servicios de salud, educación, cierta tranquilidad y seguridad ciudadanas, además de algunas asistencias y prestaciones de las que adolecen otras naciones.

Si a esto le sumamos el hecho de que muchos cubanos, para emigrar, venden su casa, su carro o su negocio, para pagar los nada baratos trámites o trayectos migratorios, ello implica que muchos tienen casa, carro o negocio. Otros, además, suelen recibir remesas, salarios, compensaciones laborales, beneficios, y un buen número de etcéteras. Cualquiera sea la fuente de esos ingresos no son comparables con países de un alto índice de pobreza. De ahí que resulta altamente cuestionable esgrimir la idea de una emigración puramente económica.

Resulta difícil separar la llamada emigración económica de la emigración política, pues, además de la acumulación de riquezas que pueda tener un país, es justamente la política quien se encarga de trazar las estrategias económicas que pueden generar mayor o menor prosperidad en un territorio.

Entendiendo esto, puede decirse que la emigración cubana actual tiene un fuerte basamento político, porque a pesar de que el ciudadano no va a llegar a un punto extremo de inanición, ni morirá a causa de enfermedades sin cuidado médico, cada vez se aleja más el sueño de construir una vida próspera en su país, porque la política de este no parece tener un plan efectivo para lograr mejoras sustanciales. Todo lo que nos rodea es un discurso político sin una estrategia económica y social que logre presentar un esquema salvador ante la crisis reinante.

A todo esto, habría que añadirle el escenario que vemos desarrollarse previo a las venideras elecciones de marzo. La Comisión Electoral nomina a un grupo de diputados para los 470 escaños del Capitolio sin explicar —más allá de una simple biografía— sobre qué base fueron nominados y cómo estos van a legislar, acorde a los intereses de la ciudadanía, o contribuir a la solución de nuestros problemas.  

Dicha ausencia de prosperidad en su propio país, sumado a la exclusión de las personas con ideas abiertamente disidentes, ha empujado a muchos a emigrar hacia el destino más fácil, Estados Unidos, y con ellos se llevan sus dolores y heridas no sanadas. Hasta la fecha, no ha existido un reconocimiento tácito de la falta de un plan reconciliador del Estado cubano con estos sectores, por lo cual, muchos de ellos se han convertido en detractores de un necesario proceso de normalización de relaciones entre Cuba con su vecino del Norte.

Cuando la emigración es política, la cercanía con el extremismo y la radicalización en el discurso es mayor. El emigrado lamenta haber dejado su país por motivos de persecución, expulsión, imposibilidad de impactar sobre una política o acceder a puestos de decisión. Aparece así un resentimiento hacia quienes le «obligaron» a tomar el camino del «exilio».

De esas personas que han emigrado pudieran surgir futuras voces de opinión, de confraternidad, negocios, e incluso, pudieran ser los encargados de impulsar la normalización de las relaciones entre ambos Estados. Entonces, ¿cuál sería el resultado si el emigrado llega radicalizado a «la otra orilla»? ¿No es esto lo que ya se aprecia de forma cada vez más evidente? He ahí la importancia de caracterizar, con estudios científicos, las formas que adquiere la emigración para poder contenerla y/o cambiar las estrategias de política interna al respecto.

Seguir el procedimiento de descalificar todo lo que sucede en Estados Unidos, viendo solo la paja en el ojo ajeno, no va a lograr que el fuerte posicionamiento miamense afloje la prédica. Tampoco el hecho de justificar nuestros errores internos con las agresiones y sanciones que recibimos de este país.

Poco se habla en nuestros medios del fallo del ¿ordenamiento?, que se planificó sobre un ¡¡60%!! de inflación. Poco se habla de las tiendas en MLC (Moneda Libremente Convertible), donde se puede ofertar 125 gramos de mantequilla a 2.30 MLC, más de 300 pesos cubanos al cambio informal de esta moneda, lo cual representa más de un día de trabajo según el último dato disponible de salario medio cubano. Poco se habla del absolutismo partidista o comunicacional, para no mencionar la agresividad hacia algunas voces y medios que resultan incómodos e inaceptables.  

Cuando el extremismo llega al debate, este muere, nadie más quiere entrar en razones y hoy, vemos ese extremismo tanto en las noticias de «allá» como las de «acá».  Son relatos que diseccionan cada aspecto de la vida de cualquiera de los dos países para presentarlos intencionadamente como Estados fallidos, sin reconocer jamás las virtudes que puedan tener ambos.  

migraciónAquello no funciona, nos repiten, hay violencia; un policía asesinó a un negro; hay crímenes, corrupción, falta de democracia, desahucios, tiendas vacías… nos dicen los medios cubanos, sin analizar con esa misma intensidad y consistencia las múltiples carencias y problemáticas que tenemos aquí. Los ejemplos sobreabundan a lo largo y ancho de la Isla: una libra de cerdo con hueso puede costar hasta 480 pesos; los medios no estatales son criminalizados; el sindicato no tiene independencia real del Estado; no hay transporte para ir a trabajar; las colas roban gran parte del día y una joven es asesinada en la misma nariz de un policía.

Cuando hablamos de proyecto de comunicación y de prensa, se hace más necesario que nunca la seriedad en las noticias, la concreción y la presentación de los temas e investigaciones con el rigor que exigen los buenos estándares periodísticos. Deberían distanciarse de ese enfoque de destrucción que tienen hacia todo lo que suene estadounidense y que, por tanto, agudiza el extremismo del otro lado del estrecho, así como un entendimiento real desde «esta orilla» de su sistema político.

Esa sociedad anglosajona —con sus aciertos y desaciertos— es el sitio en donde casi dos millones de cubanos se van abriendo camino. Muchos de ellos mantienen con remeses, recargas y envíos, y otras formas, no solo a sus familiares, sino también a los esquemas comerciales de los que dependen muchas empresas en la Isla para obtener su liquidez en «moneda fuerte».

La mayoría de los que para ahí partieron, vieron en algún momento cómo se les cerraban las posibilidades de ser felices en su país debido, entre otros elementos, al empecinamiento o la ineptitud política de quienes no han podido lograr el tan prometido y postergado bienestar social.

3 marzo 2023 46 comentarios 1,5K vistas
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Comunidades emigradas

Comunidades emigradas y Estado cubano: la cuerda que se tensa

por Observatorio sobre el Extremismo Político 8 febrero 2023
escrito por Observatorio sobre el Extremismo Político

La relación del Estado cubano con la emigración, aunque ha variado  con el paso del tiempo, está marcada por tensiones no resueltas. El presente texto expone los factores que signaron los vínculos del Estado cubano con la diáspora luego de 1959, resume las principales demandas y áreas de contradicción de estas comunidades en la actualidad; y analiza el accionar de grupos extremistas y su relación con partidos u organizaciones políticas extranjeras.  

Migración y Estado cubano, entre tensiones y distensiones

La migración cubana a partir de 1959 ha mantenido distintas relaciones con el Estado. En 1961, bajo la justificación de reducir el abandono ilegal del país y evitar la llegada de mercenarios y terroristas, el Gobierno Revolucionario estableció fuertes restricciones a la entrada y salida de la Isla, que incluyeron permisos especiales en ambos casos y la confiscación de bienes a quienes dejaran definitivamente el territorio nacional o permanecieran en el exterior  más tiempo del acordado con las autoridades.

Asimismo, durante los primeros años de la Revolución, los cubanos que decidían emigrar eran presentados como apátridas por el discurso oficial. En 1977, bajo el gobierno del presidente estadounidense James Carter, arribó a Cuba la Brigada Antonio Maceo, compuesta por jóvenes cubanoamericanos, lo que dio inicio a posteriores conversaciones con la emigración.

Sin embargo, a partir de los años 80, con los sucesos en la Embajada de Perú, se agravaron las tensiones entre el Estado cubano y la comunidad de emigrados. Fidel Castro pronunció el conocido discurso en el que subrayó: «Quien no tenga genes revolucionarios […] no lo necesitamos». A la par,  organizaciones aliadas al gobierno cubano promovieron y ejecutaron actos violentos de repudio contra quienes pretendían abandonar de manera definitiva el país.

Aunque en las décadas siguientes ocurrieron diálogos puntuales con las comunidades emigradas, fue a partir de 2012 cuando se produjo un notorio giro en el enfoque oficial en relación con este fenómeno. Durante la ceremonia de despedida del Papa Benedicto XVI, de visita en la nación antillana, el entonces presidente Raúl Castro afirmó que su administración estaba realizando «prolongados esfuerzos hacia la normalización plena de las relaciones de Cuba con su emigración que siente amor por la Patria y por sus familias».

Comunidades emigradas

Raúl Castro dijo al Papa que su administración estaba realizando «prolongados esfuerzos hacia la normalización plena de las relaciones de Cuba con su emigración». (Foto: El País)

El gobierno modificó los requisitos de entrada para los nacionales residentes en el exterior, con la única exigencia de poseer pasaporte cubano vigente, incluso para los que habían salido de manera ilegal del país. También permitió que quienes lo abandonaran definitivamente pudieran traspasar sus propiedades a familiares, en lugar de ser expropiadas por el Estado como ocurría anteriormente.

Las condiciones en las que emigraron los primeros grupos a inicios de la Revolución —con hostilidad por parte del gobierno cubano y la imposibilidad de regresar a su tierra—, les valieron la etiqueta de «comunidad exiliada», beneficiada en el caso de Estados Unidos por la Ley de Ajuste Cubano, que les facilita a los migrantes procedentes de la Isla regularizar su estatus de manera más expedita en comparación con homólogos de otras latitudes. Si logran convertirse en ciudadanos, tendrían derecho al voto y a acceder a cargos públicos, pudiendo así incidir en la política norteña.

A pesar de que hoy las regulaciones cubanas tanto de entrada como de salida del país permiten un flujo migratorio mucho más organizado y con respeto a los derechos de movilidad, han sido documentadas violaciones de estos derechos a ciudadanos por razones políticas, así como presiones de la Seguridad del Estado a activistas opositores para forzar su abandono del territorio nacional. Este hecho genera rechazo por parte de grupos emigrados y contribuye a su radicalización en contra del Estado.

Demandas y opiniones actuales de las comunidades emigradas

Aun con las distensiones ocurridas principalmente bajo la presidencia de Barack Obama, en la actualidad persisten elementos de fricción entre el gobierno de la Isla y las comunidades emigradas, principalmente en Estados Unidos. Un estudio publicado en la Revista de Sociología y Ciencias Sociales Controversias y Concurrencias Latinoamericanas (2021), basado en análisis de tuits de tres cuentas pertenecientes a grupos de activistas emigrados (No Somos Desertores, Puentes de Amor y 23yFlager) delimitó motivos de demandas y tensiones como:

  • Regulaciones migratorias del gobierno —vencimiento del pasaporte y obligación de entrar al país para no perder la residencia y las propiedades.
  • Prohibiciones de entrada a los profesionales que hubieranabandonado misiones oficiales, principalmente médicos.
  • Imposibilidad de participación plena en la vida política y económica de la Isla. Aunque el estudio no ahonda eneste punto, se puede inducir que se refiere a la posibilidad de invertir de forma directa y votar desde la distancia en procesos electorales nacionales.

La investigación señala cómo dichas comunidades de emigrados se han organizado para exigir cambios en su país receptor que pudieran favorecer la situación de sus familiares en la Isla, como el fin de las sanciones de Estados Unidos o la reanudación de los servicios consulares de la embajada de Washington en La Habana, congelados por la administración Trump y retomados de manera parcial por su sucesor Joe Biden.

Por su parte, la más reciente encuesta aplicada por la Universidad Internacional de la Florida indicó que hay una ligera mayoría de cubanos que apoyan la continuidad del «embargo» hacia Cuba. De igual manera, consideran que el gobierno del país caribeño es una amenaza para los Estados Unidos y apuntan la necesidad de presionar a la Isla para un cambio de régimen.

Comunidades emigradas

(Foto: Miami Herald)

En contraste, reconocen que las medidas unilaterales coercitivas no han tenido el efecto esperado y no se muestran en desacuerdo con que el gobierno norteamericano permita la venta de alimentos y medicinas a la Mayor de las Antillas.

Si bien las opiniones antes mencionadas se inclinan hacia la defensa de la hostilidad en las relaciones bilaterales, la encuesta también deja ver que la migración cubana es diversa, por lo cual no puede hablarse de una única comunidad, sino de distintos grupos o comunidades con intereses políticos y opiniones muy variados.

Comunidades emigradas extremistas

En diferentes momentos del período revolucionario se llevaron a cabo actos terroristas organizados por grupos de emigrados con el apoyo de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana. Entre los más repudiados figura el atentado contra un avión en el que viajaba una delegación de deportistas cubanos en 1976, conocido como el crimen de Barbados. También pueden mencionarse las bombas detonadas en los años noventa en instalaciones turísticas como el Hotel Copacabana, hecho que dejó varios heridos y un muerto, además de daños materiales.

Precisamente, una de las organizaciones de extrema derecha integrada por cubanos en Estados Unidos es la Fundación Nacional Cubanoamericana. La entidad declara como objetivo político promover un cambio de sistema en la Isla y asiste a varios grupos opositores. Expresa que para este fin solo legitima vías no violentas, sin embargo, autoridades cubanas han relacionado a su líder, Jorge Mas Canosa, como financista de varios de los actos terroristas perpetrados por Luis Posada Carriles. La veracidad de estas afirmaciones sigue en discusión, no obstante, el propio Posada Carriles reconoció en The New York Times que había recibido el apoyo de dicha fundación.

A partir de los años 2000 los atentados mermaron, empero, aunque el extremismo violento solo se ha ha hecho notar en episodios escasos, como el ataque a la Embajada cubana en Washington en 2020, este ha mutado hacia otras formas de activismo político que implica la presión para no flexibilizar las medidas unilaterales coercitivas y frenar cualquier acercamiento de Cuba con países receptores de sus nacionales.

En los últimos años llama la atención el vínculo de estos grupos de activistas opositores emigrados con políticos de extrema derecha, incluso con una retórica antinmigrante como la enarbolada por Donald Trump en Estados Unidos o Rocío Monasterio en España —esta última de origen cubano.

Comunidades emigradas

Rocío Monasterio, de Vox, muestra su pasaporte cubano en un mitin en Madrid.
(Foto: Víctor Sainz / Europa Press)

Una de las razones que podrían explicar la simpatía generada por esas figuras en la comunidad de emigrados es su discurso a favor de la promoción de la libertad y los derechos humanos en la Isla, aunque sus propuestas para ello impliquen, paradójicamente, restricciones económicas que afectan a los residentes cubanos.

Dichas comunidades radicalizadas hacia la derecha no solo han constituido apoyo a una política hostil hacia su país de origen, sino que, además, se han convertido en importantes antagonistas de cualquier voluntad o movimiento a favor de cambiarla. Esta actitud ha sido visible en las reacciones a las últimas distensiones de la administración Biden o los enfrentamientos violentos con las caravanas que en Estados Unidos piden el fin de las sanciones.

Otra evidencia de la capacidad de organización y gestión de estos grupos fueron las manifestaciones en Londres con el propósito de presionar a la justicia británica para que emitiera un veredicto en contra del gobierno cubano durante el juicio en el que este se enfrenta a la empresa financiera CRF 1 Ltd. La pretensión desconoce o minimiza los efectos nocivos que pudiera traer sobre la ciudadanía cubana un embargo internacional, sumado a la profunda crisis económica que ya enfrenta la Isla.

***

La relación entre un Estado y su emigración es un factor esencial para impulsar un desarrollo democrático basado en el diálogo y la inclusión. La polarización visible en parte de la diáspora cubana se origina en un precedente histórico de confrontación, la ausencia de un clima propicio en Cuba para ejercer el disenso, y el apoyo de movimientos políticos de extrema derecha que ven en estas comunidades radicalizadas una oportunidad para impulsar una agenda injerencista.

Cualquier promoción de un desarrollo democrático en la Isla debe partir de un diálogo que reconozca tanto la soberanía del Estado cubano como el derecho de los cubanos, donde quiera que estén, a expresar de forma respetuosa y pacífica sus inconformidades con la política estatal.

8 febrero 2023 32 comentarios 1,6K vistas
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Biden anuncio migratorio

El anuncio migratorio de Biden

por Redacción 6 enero 2023
escrito por Redacción

Dos acontecimientos importantes en materia de crisis migratoria y relaciones Cuba-Estados Unidos han tenido lugar esta semana. Como se había anunciado desde el segundo semestre del pasado año, Washington retomaría los servicios consulares en La Habana para atender las solicitudes de visas de inmigrantes, lo que aconteció este miércoles 5 de enero.

Apenas un día después, se conoció la noticia de que para paliar la crisis migratoria que ha enfrentado Estados Unidos en los últimos años, y con efecto inmediato, el país norteño solo recibiría hasta 30 mil inmigrantes por mes procedentes de Cuba, Nicaragua, Haití y Venezuela, siempre que solicitaran un permiso de entrada especial mediante una aplicación online y cumplieran con requisitos como un garante en Estados Unidos, esquemas de vacunación anti-Covid-19 y una investigación de antecedentes. También se advirtió que quienes intenten ingresar de manera ilegal serán deportados y vetados de manera definitiva.

Ambos hechos se insertan en lo que parece ser un panorama de tímida distensión entre los dos gobiernos, si bien no existen anuncios oficiales al respecto. Para comprender mejor el impacto de estas medidas y posibles claves del diálogo futuro por parte de ambas administraciones, La Joven Cuba conversó con el exdiplomático y académico Carlos Alzugaray.

EE.UU.

Carlos Alzugaray (Foto: Mabel Torres/LJC)

A pesar de la reanudación de los servicios consulares y la tramitación de visados, aún no se incluyen visas de no migrantes. ¿Qué obstaculiza la normalización de los servicios consulares y qué podemos esperar en ese sentido durante el presente año?

Hay razones técnicas y razones políticas. Comencemos por estas últimas. Normalizar los trámites consulares es echar abajo una política que estableció Trump en el 2017. Biden debe evitar que triunfe la campaña que lo señala como un presidente débil que le hace concesiones al gobierno cubano. Por eso va haciendo las cosas en cámara lenta. Por cierto, sin pedirle disculpas al pueblo cubano por los sufrimientos que ha causado sobre presupuestos falsos, como el mal llamado “síndrome de la Habana”.

Lo técnico: el procesamiento de visas por parte la administración estadunidense es bastante complejo y conlleva consultar al menos siete instituciones vinculadas a la seguridad nacional. Esto es especialmente así con los visitantes temporales.

La inclusión de Cuba en la lista de estados promotores del terrorismo implica regulaciones aún más estrictas. De igual manera, establecer el andamiaje tecnológico necesario para que el Consulado pueda procesar los casos lleva bastante trabajo de especialistas en el procesamiento de información digital. Estoy convencido de que se restablecerá en los próximos meses, pero primero es necesario echar a andar el procesamiento de las visas de emigrantes y estabilizarlo, por demás con una gran acumulación de casos pendientes.

Embajada de Estados Unidos en la Habana. Foto: NBC News

¿Cómo cree que influya la reanudación de los trámites en la crisis migratoria actual que vive Cuba?

Con este paso se elimina un factor que agudiza el panorama, pero no vamos a ver una disminución radical inmediata, aunque con la medida anunciada ayer por Biden es obvio que la señal para los posibles emigrantes es que eviten llegar ilegalmente a suelo estadounidense. Esto es bueno en el largo plazo, aunque en el futuro inmediato puede causar numerosos sufrimientos a quienes ya están en camino.

Por cierto, la medida desbanca la falsa idea de que la política hacia Cuba se hace en Miami y que los emigrantes son el factor decisivo. No, la política hacia Cuba se hace en Washington y se tiene en cuenta, ante todo, los intereses nacionales de este país.

Remesas (5)

Ambos gobiernos están conversando y concuerdan en que hay que disminuir la gravedad del problema. Por lógica, el gobierno cubano le tiene que haber dicho al norteamericano que las sanciones le atan las manos y complejizan su accionar en la Isla por la repercusión que tienen en lo económico. Y ahí la pelota se va al lado norteamericano. Aunque eso lo sabe perfectamente la administración y, si no lo saben, Ben Rhodes se encargó de recordárselos recientemente

A partir del anuncio realizado este jueves por la administración estadounidense que se ha interpretado como “el cierre de la frontera sur”, surgen algunas interrogantes acerca de las opciones de los cubanos de burlar los controles fronterizos, esconderse un año y luego acogerse a la Ley de Ajuste. ¿Será esto posible?

En efecto, La Ley de Ajuste permanece vigente, aunque existen presiones para abolirla. Así que la respuesta corta es que sí podrían intentar acogerse, pero habrá que ver qué pasa. Hay que tener en cuenta que entre los privilegios de que gozan los cubanos, a diferencia de los mexicanos, por ejemplo, es que la Migra no los persigue activamente. Sin embargo, a partir de ahora sí se arriesgan a la deportación si las autoridades los descubren entrando o permaneciendo en territorio ilegalmente.

Año

Los migrantes de otros países buscan trabajo generalmente en la agricultura o en factorías (eso sucede mucho en California y Texas), por lo que detectarlos es relativamente fácil para las autoridades. Pero los cubanos por lo general se “disuelven” en Miami. Al año y un día se presentan ante las oficinas de la ICE y solicitan acogerse a la Ley de Ajuste. La nueva regulación que Biden anunció ayer ofrece una vía para arreglar este proceder. Pero siempre será complicado.

Los pasos dados por el gobierno de Biden parecen apuntar a un nuevo acercamiento, si bien ni Washington ni La Habana han hecho anuncio oficial al respecto. ¿Estaremos cerca de retomar la normalización?

A título de hipótesis, pudiera decirse que ambos gobiernos están acercándose aunque sea solamente para ver cómo resolver la crisis migratoria. Para Biden es importante hacerlo porque ya se encuentra en la segunda mitad de su mandato y debe demostrar que su política migratoria es efectiva.

Pero lo afectan otros temas de política exterior. En la guerra de Ucrania enfrenta una etapa crítica con factores agudizantes que pueden ser favorables a Rusia: invierno, crisis energética en Europa y enormes gastos militares en ascenso. En América Latina y el Caribe tiene que manejar el problema migratorio, el avance de China y el resurgimiento de la izquierda.

A ello se suma puntualmente el fall out del fracaso de la operación Guaidó, que lamentablemente Biden abrazó aunque era una iniciativa de Trump, evidentemente fallida cuando el actual mandatario asumió. La elección de Lula y su próximo viaje a Washington fortalecerá la demanda ya presentada por el gobierno de Petro en Colombia de que hay que retirar a Cuba de la lista de estados promotores del terrorismo. Todos estos factores externos lo obligan a ver el tema de La Habana de otra manera.

Se espera que Biden anuncie en breve nuevas medidas hacia la Isla y que se tengan en cuenta estos planteamientos del gobierno cubano que, además, le ha servido la mesa con el discurso del vicecanciller De Cossío y la no oposición del gobierno cubano a medidas que favorezcan en desarrollo de las MIPYMES. Por otro lado, Biden ha nombrado a Chris Dodd, un partidario del levantamiento del bloqueo, como su representante para América Latina y el Caribe.

En algún momento van a tener que pedirle a Obama que suba al ring para defender al candidato demócrata, sea el propio Biden u otro cualquiera. La apertura a Cuba fue el gran logro de su mandato. Y quizás algunas mentes pragmáticas le están diciendo a Biden: “con respecto a Cuba, lo menos riesgoso en este contexto es volver a la política de la normalización”.

Raúl Castro y Barack Obama. Foto: Granma

El gobierno cubano podría aprovechar la oportunidad y poner en libertad a los presos del 11J. Hay algo que los oficiales de inteligencia y especialistas norteamericanos en política exterior aprecian mucho y es la capacidad de cualquier gobierno, amigo o enemigo, de demostrar fortaleza y mantener el control. La liberación de algunos presos puede dar esa imagen. En el caso cubano esto es más importante por la vecindad, y más allá de cualquier crítica, Cuba ha demostrado, desde el 11J para acá, que puede mantener el control. Tampoco hay una oposición creíble.

Existen muchas razones para volver paulatinamente a la era de Obama. Lo que impide u obstaculiza avanzar más es la adopción por parte del gobierno de Biden de la lógica del “cambio de régimen” en Cuba a través de presiones económicas (medidas coercitivas unilaterales) y políticas (fomento de la subversión con abundantes fondos canalizados a través de organizaciones contrarias al gobierno cubano en Cuba y en Miami).

Por ejemplo, un elemento importante podría ser un cambio en la retórica agresiva contra el gobierno cubano que se expresa constantemente por el Departamento de Estado y los principales voceros de la administración. Recuerdo que eso fue lo primero que hizo Obama incluso antes del 2014. Desde el 2009 el gobierno norteamericano bajó el nivel de la retórica anticubana. Sin embargo, Biden no da ninguna muestra de querer comenzar por ahí.

Dicho esto, hay que reconocer que, al haber retomado conversaciones en varios temas, entre ellos el de la emigración ilegal que las medidas de Trump provocaron, es una señal cautelosamente positiva.

No obstante, el camino para un acercamiento diplomático sólido, permanente y estable es largo y hay que avanzar con más decisión. El gobierno cubano ha manifestado varias veces que esa es su posición. Su homólogo estadounidense no lo ha hecho. Se ha limitado a reaccionar ante los acontecimientos y todo parece indicar que con gran reticencia cuando es un asunto que requiere negociar con el gobierno cubano de igual a igual.

Y, finalmente, contra toda lógica, ha mantenido una retórica anticubana, lo que nunca ayuda cuando se necesita la colaboración de otro país para resolver un problema.

Urge que Washington dé señales claras de buena voluntad. Una de ellas pudiera ser bajar el tono de la retórica contra el gobierno cubano.

6 enero 2023 22 comentarios 1,8K vistas
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Presentarán Cuban Privilege pese a oposición extremista en Miami

por Observatorio sobre el Extremismo Político 9 diciembre 2022
escrito por Observatorio sobre el Extremismo Político

Este viernes 9 de diciembre tendrá lugar en Florida International University (FIU) la presentación del libro «Cuban Privilege: The Making of Immigrant Inequality in America» de la académica estadounidense Susan Eckstein. Polémico para un sector de la migración cubana, el texto es un análisis académico sobre  el trato privilegiado que reciben los  cubanos al llegar a Estados Unidos en contraste con  los migrantes de otros países.

Las presiones para evitar que la obra fuese dada a conocer provocaron que la presentación original, propuesta para el 2 de diciembre en la biblioteca Books & Books en Coral Gables, se cancelara. Esto ocurrió luego de que el comisionado republicano del distrito 6 de Miami-Dade, Kevin Cabrera, calificó el libro como “anticubano” y “cargado de odio” y expresó su negativa de que el título fuera presentado en la ciudad. Por su parte, la autora alegó que la obra era resultado de una investigación científica sobre derechos exclusivos de la comunidad cubana y que lejos de reprocharlos, consideraba que deberían ser extensibles a otros migrantes.

El volumen también fue fuertemente criticado por el influencer Alexander Otaola, quien, desde su programa, intentó desacreditar a Eckstein, haciendo referencias a su cabello, utilizando evaluaciones negativas de sus exalumnos y descalificando las positivas como comentarios “comunistas”. Desde la web Cubanos por el Mundo, plataforma que ha sido clave en la carrera del youtuber, convocó a una caravana para protestar en contra de la presentación por considerarla “una ofensa a la comunidad cubana en el exilio”, sin brindar más argumento que el adjetivo de “castrista”.

La Ley de Ajuste Cubano se dictó en 1966 y permite a los ciudadanos de esa nación regularizar su estatus legal en Estados Unidos luego de permanecer un año en su territorio. El gobierno de la Isla en reiteradas ocasiones ha culpado a esta ley federal de estimular la emigración irregular, por lo que ha alentado a su vecino del norte a eliminarla y,  en su lugar, negociar un acuerdo migratorio que no ponga en peligro la vida de las personas. Por su parte, la administración norteamericana la ha defendido como un mecanismo de ayuda a los cubanos que escapan de su país por razones políticas

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Convocatoria del influencer cubanoamericano Alexander Otaola contra libro que describe los privilegios migratorios de los cubanos. (Fuente: Alexander Otaola/Instagram)

El libro detalla  los beneficios que reciben los cubanos y lo compara con las dificultades de los migrantes de Haití, donde se reporta una compleja situación de inseguridad ciudadana. Sin embargo, los migrantes procedentes de esa otra nación del Caribe no gozan de una protección legal similar al llegar a suelo estadounidense. Por el contrario, sus ciudadanos son deportados aunque esto pueda poner en peligro su vida.

A pesar de los argumentos que brinda la investigadora y sus credenciales como autora premiada y ganadora de numerosas becas en Estados Unidos, un grupo de cubanoamericanos no tardó en inundar de críticas negativas su libro en Amazon, con acusaciones de racismo, a la par que le otorgaron una puntuación de 1.4 estrellas sobre 5. Entre las reseñas pueden leerse afirmaciones como que es un “mensaje de odio, una ideología marxista y socialista para dividir y conquistar”.

Si bien la continuidad, derogación o extensión de una ley de ajuste a otros inmigrantes que pudieran estar en peligro en sus países de origen es un tema polémico y debatible, las campañas de los actores políticos mencionados no buscan una discusión sino la censura de la obra.

Estos límites a la libertad académica en Miami provienen de sectores que hacen reclamos democráticos al gobierno cubano, pero persiguen impunemente a los que piensan distinto a ellos en Estados Unidos. Los políticos locales que desde posiciones de poder promueven esa atmósfera de anticomunismo radical, mientras castigan el ejercicio académico y las posturas que no sirven al anticastrismo, son el mejor ejemplo del privilegio cubano al sur de la Florida.

9 diciembre 2022 35 comentarios 1,1K vistas
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Estampida

La estampida migratoria en Cuba y sus implicaciones

por Mauricio De Miranda Parrondo 8 diciembre 2022
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

Aunque no existen cifras oficiales de la reciente emigración de cubanos, diversas fuentes hablan de casi 225.000 personas entre octubre de 2021 y el 30 de septiembre de 2022. Muchas de ellas han usado caminos tan complicados como atravesar toda América Central a partir del tapón del Darién, hacerlo desde Nicaragua, o hasta la incierta vía de cruzar el mar. Quienes han seguido estas rutas, arriesgando su vida y pagando altísimas tarifas a los traficantes de seres humanos, tienen denominadores comunes: la desesperación y la desesperanza.

La mayor parte de los migrantes son jóvenes o personas en edad laboral, e incluso una cifra no despreciable de profesionales. Si bien no es posible generalizar, pues en imágenes también pueden verse niños y personas de la tercera edad.

En Cuba, sin embargo, no se dispone de datos ni estudios públicos sobre el sensible tema, y las estadísticas siguen enmascaradas porque se considera como residentes en la Isla a muchas personas que viven y trabajan en otras naciones. Mientras tanto, la población total del país ha descendido sistemáticamente desde 2017 hasta 2021, de acuerdo con cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). Solo en 2021 descendió 0,61% respecto a 2020, una magnitud alta de acuerdo con estándares internacionales.

Si analizamos ciertos datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), el descenso poblacional cubano supera al de otros países, como los casos de Japón (-0,24%), Corea del Sur (-0,19%), Albania (-0,17%) o Rusia (-0,41%); y solo es superado por el de Taiwán (-0,85%), territorio que goza de un altísimo nivel de desarrollo. Las estimaciones de la ONEI prevén para 2035 una cantidad de población incluso inferior a la de 2021, y muy probablemente en tales estimaciones no se ha tenido en cuenta la estampida migratoria actual.

La Isla enfrenta una grave crisis demográfica, con una economía que no solo es subdesarrollada, sino que está profundizando esa condición debido a una crisis estructural que data de más de tres décadas. Los países desarrollados que tienen problemas demográficos —determinados por el descenso y/o el envejecimiento de su población—, han debido incrementar el gasto público para afrontar los retos sociales que imponen estas circunstancias, y en parte pueden hacerlo gracias a su nivel de desarrollo. No es el caso de Cuba.

Por otra parte, la población cubana envejece. En 2020, el 21,3% del total reportado como residente en la Isla —que no cuenta a muchos que en realidad viven y trabajan fuera del territorio nacional—, tenía más de sesenta años; pero en 2021 esta proporción ha aumentado a 21,5%.

El descenso poblacional se hace evidente también en la fuerza laboral. El Anuario Estadístico de Cuba muestra que en 2021 la cantidad de trabajadores fue de 4, 619 millones, frente a 4,643 millones en 2020. Ello representa un descenso del 0,5%. El 59,9% de los trabajadores del año más reciente reportado, tiene cuarenta años o más.

La relación de dependencia —que mide la proporción de población de cero a catorce y de sesenta años o más, respecto a la población entre quince y cincuenta y nueve años—, ha estado aumentando en los últimos tiempos. Esto ha sido: 571 por mil personas en 2018, 578 en 2019, 589 en 2020 y 596 en 2021.

Desde 2010 se observa un incremento paulatino de la proporción de población mayor de sesenta años, mientras descienden tanto la de menores de quince como la que se ubica entre quince y cincuenta y nueve. En 2021 la población considerada adulta mayor representó el 21,6% del total, en tanto la población menor de quince años constituyó el 15,7%, y la comprendida entre quince y cincuenta y nueve significó el 62,7%.

Las previsiones de la ONEI sugieren que para 2035 los mayores de sesenta años constituirán el 32,5% de la población, los menores de quince serían el 15,2% y entre quince y cincuenta y nueve estaría solo el 52,3% del total de residentes. Ello establecería una relación de dependencia de 909 por mil, lo que resulta gravísimo para las posibilidades productivas del país.

En las referidas condiciones demográficas es que se está produciendo la mayor sangría migratoria del país en solo un año desde 1980, y se ha superado incluso la cantidad de salidas que ocurridas por el Mariel. Esto, a pesar de la suspensión, por parte del gobierno de Obama, de la ley «Pies secos, pies mojados»; aunque se ha mantenido la llamada ley «De ajuste cubano».

Estampida

Razones de la estampida migratoria

Desde 1959, Cuba cambió su condición de país atractivo para potenciales migrantes extranjeros, y se convirtió en emisor hacia otros países. En los primeros años, las razones fueron esencialmente políticas: desacuerdo con la deriva hacia el comunismo; supresión de las libertades políticas; expropiación de propiedades; imposibilidad de que los padres pudieran asegurar educación privada y religiosa a sus hijos; represión contra la disidencia política; discriminación gubernamental de las prácticas religiosas; represión contra la homosexualidad; y otras.

Posteriormente, en la medida en que se ha deteriorado la situación económica del país, las razones económicas se han unido a las causas políticas que aún subsisten, como la persecución y represión de la disidencia y la restricción de libertades políticas. Tal combinación ha producido varias crisis migratorias, especialmente las 1980 y 1994, y la que actualmente nos ocupa.

La situación económica y política de Cuba hoy —sobre todo tras el llamado «Ordenamiento monetario» y la represión a las protestas sociales de julio de 2021—, caracterizan una grave crisis económica de carácter estructural, unida a una crisis política y social. Dichas circunstancias han generado en una parte considerable de la población una crisis de confianza en la capacidad de las autoridades para revertir el contexto económico, lo que incrementa la sensación de desesperanza, no solo respecto al presente, sino también al futuro.

A diferencia de los primeros años, no existe un futuro «luminoso» al que aspirar. El derrumbe del socialismo «realmente existente» demostró que aquel no era el camino, pero en lugar de aprovechar de forma creativa la experiencia histórica, la dirigencia cubana ha optado por persistir en políticas probadamente ineficaces, que profundizaron la deformación estructural de nuestra economía y, en consecuencia, el subdesarrollo.

La Constitución de 2019 se ha convertido en papel mojado, lleno de definiciones vacías de contenido real. La respuesta gubernamental y del sistema jurídico frente a las protestas sociales de 2021, demuestra la debilidad institucional del país y las contradicciones, además de la violación de la Carta Magna. Por otra parte, las autoridades se caracterizan por un autismo político reacio a críticas y con alto espíritu justificativo, lo que ha deteriorado su credibilidad ante una parte creciente de la sociedad. Esta realidad deja a la ciudadanía las alternativas de: aceptar lo que se decida desde el poder aunque puedan existir diferencias, enfrentarse a ello, o emigrar.

Varias generaciones de cubanos han aportado una notable cuota de sacrificio personal en pos de un mejor país para sus hijos y nietos. En cambio, la Isla tiene en la actualidad mayores y más graves problemas que los que tenía en los años ochenta del siglo pasado, y lo peor es que no se ve la luz al final del túnel.

Estampida

Migrantes cubanos reman hacia la isla Stock, cerca del Cayo Oeste, en Florida, el 12 agosto. (Foto: Mary Martin/AP)

Implicaciones de la estampida migratoria

Desde el punto de vista económico y político, la estampida actual, junto a toda la sangría migratoria que ha caracterizado al país desde hace más de seis décadas, tienen un impacto altamente negativo.

Ya se han aportado datos sobre la difícil estructura demográfica. Con ella, resulta difícil prever un incremento sustancial de la tasa de crecimiento del producto, si tenemos en cuenta la importancia del factor trabajo dentro de la estructura productiva de cualquier país, pero sobre todo de uno empobrecido, subdesarrollado, con escasez gravísima de capital y bajas tasas de ahorro e inversión; a lo que se suma la errónea política inversionista del gobierno, que ha preferido concentrar las inversiones en actividades inmobiliarias —aunque no precisamente en viviendas para la población—, en lugar de apostarle a sectores productivos tales como: agricultura, industria, o incluso infraestructura.

Si bien crecimiento no es igual a desarrollo, para superar la crisis estructural de Cuba y comenzar una senda de avances se requieren altas tasas de crecimiento del producto, muy especialmente de los sectores productivos. Lejos de esto, el PIB de Cuba entre 2017 y 2021 tuvo una variación promedio anual de -1,3%. Después de una violenta contracción de 10,9% en 2020, en lo que sin dudas influyó el impacto de la pandemia, la economía creció en 2021 solo un 1,3%.

Mientras tanto, el crecimiento interanual del primer semestre de 2022 fue de 10,9%, pero la contracción en el mismo período de 2021 había sido de 12,7%, lo que indica que en términos trimestrales aún no se recuperó frente a la caída del año anterior. En el segundo semestre de 2022, el crecimiento ha sido de solo 1,7% frente al mismo período del año anterior.

Las cifras de crecimiento trimestral del producto bruto sectorial indican contracciones en ambos trimestres en la agricultura, la pesca, la minería, la industria azucarera, la no azucarera, el suministro de electricidad, gas y agua, ciencia e innovación tecnológica, intermediación financiera y servicios comunales. En el segundo trimestre también se contrajeron la salud pública y el comercio. Solo muestran resultados positivos la construcción, los servicios empresariales y actividades inmobiliarias, y la educación.

La emigración impactará negativamente en el crecimiento económico, en la posibilidad de asegurar el sistema pensional, en las contribuciones al fisco y, en consecuencia, en el desarrollo del país. Quizá algunos piensen que en contraposición a este impacto negativo se podrían recibir más remesas, sin embargo, esto puede ser cierto en el mediano plazo pero no necesariamente en el corto, y las necesidades financieras del país son críticas de forma inmediata.

En otros tiempos se frenó la emigración al prohibir la salida del país. Afortunadamente esto no se plantea en estos momentos, sobre todo porque quizás algunos irresponsables piensen que con ella crean una válvula de escape que ayude a reducir presiones políticas y sociales internas.

No obstante, la realidad es que la estampida migratoria es testimonio fehaciente del fracaso de un sistema que se pretende imponer a toda costa sobre una sociedad en gran medida hastiada, así como de la falta de esperanzas de una parte considerable de la población —especialmente joven— respecto a las posibilidades de vida provechosa en el país. ¿Esto es el socialismo próspero y sostenible? Ni es socialismo, ni es próspero, ni es sostenible, no solo económicamente, sino también desde los puntos de vista social y político.

Los cubanos necesitamos ser capaces de construir un país en el que podamos vivir la única vida que hasta ahora sabemos que tenemos. Nunca ha sido más imperiosa que hoy la divisa de crear una República «con todos y para el bien de todos».

8 diciembre 2022 24 comentarios 2,4K vistas
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Bahía Honda

Los sucesos de Bahía Honda y la factura que nos dejan

por Mabel Torres 2 noviembre 2022
escrito por Mabel Torres

Este sábado una lancha rápida procedente de Estados Unidos se hundió al norte de Bahía Honda, Artemisa, al colisionar con una unidad de superficie de Tropas Guardafronteras, lo que provocó la muerte de siete personas, incluida una niña de dos años.

La noticia se conoció mediante un comunicado del Ministerio del Interior (Minint), el cual precisaba que luego del choque fueron enviadas otras dos embarcaciones de la guardia costera cubana para efectuar las labores de búsqueda y salvamento. Ello permitió el rescate de las veintitrés personas que viajaban en la lancha, incluidos los cuerpos de los fallecidos.

El hecho dispara una vez más las alarmas en medio de la mayor crisis migratoria cubana en su historia, cuyo catalizador definitivo fue el anuncio de libre visado en noviembre de 2021 por parte del gobierno nicaragüense, que abrió el camino a una estampida masiva por tierra rumbo a la frontera sur de Estados Unidos.

Sin embargo, menos se habla de que en igual periodo también aumentó la cifra de los que se lanzaban a navegar noventa millas a bordo de lanchas rápidas, embarcaciones improvisadas, o incluso, tablas de surf. Basta un dato para ilustrar el panorama: desde enero de 2022 hasta la fecha, la cantidad de cubanos interceptados por mar fue cinco veces superior a la de 2021.

Unido a los riesgos que implica emprender la travesía por el Atlántico, por demás, en condiciones nada óptimas, los sucesos de Bahía Honda exigen preguntarnos una vez más por qué se van los cubanos y, sobre todo, coloca en tela de juicio el proceder de las tropas guardafronteras y la discrecionalidad con que se manejan eventos como este. Pongamos el hecho en contexto.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que no es la primera vez, al menos este año, que un acontecimiento similar ocurre. El 1 de marzo también tuvo lugar una colisión entre una embarcación de las Tropas Guardafronteras y una lancha rápida que violó el espacio marítimo cubano cerca de la costa norte de Cayo Coco, Ciego de Ávila, mientras incurría en el tráfico ilegal de personas hacia Estados Unidos, de acuerdo con informes de las autoridades cubanas. El saldo final fue de un fallecido.

Si nos remontamos en el tiempo, el antecedente más recordado es el hundimiento del remolcador 13 de marzo en julio de 1994, cuando murieron cuarenta y una personas, incluidos diez niños, luego de que par de embarcaciones modelo Polargo provocaran la destrucción del remolcador.

Según el diario Granma, en 2021 las Tropas Guardafronteras cubanas capturaron veinte lanchas rápidas infractoras, vinculadas con el tráfico de personas. Asimismo, en el presente año, este cuerpo de seguridad marítima ha contribuido al rescate de 121 ciudadanos, como parte de la intercepción de siete embarcaciones. Empero, como aclaraba al inicio, las cifras indican que la opción más socorrida para los cubanos que deciden emigrar ilegalmente hacia Estados Unidos es la frontera con México. Durante el año fiscal 2022, finalizado el pasado 30 de septiembre, el número ascendió a 224 607.

No obstante, el costo de los pasajes y trayectoria (cerca de 10 mil USD por persona), unido a lo complejo y costoso de obtener un visado de tránsito en países como Panamá, la cantidad de semanas o meses de viaje, así como los riesgos de ser capturados por las autoridades de la región y regresados más tarde a Cuba, donde quizás ya hayan vendido todos sus bienes, provoca que no pocos opten por lanzarse al mar.

No es de extrañar entonces que de octubre del pasado año a septiembre de 2022, la Guardia Costera de Estados Unidos interceptara a más de 6 000 cubanos, cifra que representa la mayor cantidad en un año fiscal desde la década de 1990, cuando tuvo lugar la crisis de los balseros.

Mas, el panorama actual difiere de lo ocurrido en la última década del siglo XX. Uno de los mayores contrastes es la anulación de la política pies secos, pies mojados, promovida por la administración Bill Clinton y que permitía a los migrantes cubanos que fueran interceptados en tierra, poder acogerse a la Ley de Ajuste.

Esta política fue derogada en enero de 2017 por el presidente Barack Obama. Con la llegada de Trump a la Casa Blanca y luego de los polémicos sucesos de la embajada de Estados Unidos en Cuba, conocidos como los ataques sónicos, Washington limitó en gran medida las vías de migración legal de cubanos hacia ese país, al decretar el cierre de los servicios consulares en La Habana. Aun así, Trump dejó congelado pies secos, pies mojados.

Para entender los sucesos de Bahía Honda, huelga preguntarse: ¿cuáles son las causas que llevan a los cubanos a emigrar ilegalmente, aun corriendo el riesgo de perder su vida? La respuesta a un fenómeno tan complejo y multicausal se presume igualmente difícil. Por un lado, el discurso político cubano en torno a la crisis migratoria señala a Estados Unidos como uno de los factores determinantes.

Bahía Honda

Inmigrantes cubanos en un bote frente a Marquesa Key el miércoles 8 de junio de 2022. (Foto: U.S. Coast Guard)

En efecto, la nota del Minint dada a conocer este sábado expresaba: «Un nuevo suceso con desenlace fatal ocurre como consecuencia de la política hostil y cruel del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba que tolera y estimula las salidas ilegales desde Cuba al permitir la permanencia en su territorio de migrantes irregulares».

«Al mantener vigente la Ley de Ajuste Cubano se estimulan las salidas ilegales, lo que a su vez es aprovechado por elementos inescrupulosos radicados en ese país, que lucran sin reparar en el riesgo que representan estas actividades.  Asimismo, el bloqueo económico, comercial y financiero provoca enormes dificultades a la población y se convierte en uno de los incentivos principales que generan este tipo de acción», continuaba el comunicado.

Un análisis objetivo apunta, en primer lugar, a una verdad de Perogrullo: los cubanos emigran por la misma razón que cualquier otro ciudadano proveniente de un país subdesarrollado hacia una nación con mejores perspectivas económicas. A estas alturas continuar desconociendo dicho factor como la causa fundamental del fenómeno migratorio habla de quien, incapaz de reconocer el defecto propio, se empeña en ver la paja en el ojo ajeno.

La grave situación económica que atraviesa la Isla, donde el salario promedio es menos de veinte dólares estadounidenses, provoca que los cubanos «sobrevivan» en condiciones adversas. A ello se suman otras problemáticas como el déficit en el fondo habitacional, constantes cortes del fluido eléctrico y un prolongado desabastecimiento de productos de primera necesidad que generan estrés y desesperanza. Como dije en un texto anterior, la solución a estos problemas tomará tiempo. Y es casi una ley no escrita que una buena parte de la población se haya cansado de responder ante el llamado oficial al sacrificio.

Por último, en una enumeración simple de indicadores que inciden en la oleada migratoria reciente, no pueden ignorarse las escasas garantías para quienes ejercen la crítica o deciden protestar contra la gestión de gobierno. El panorama político y la sociedad civil cubana distan mucho de lo que fueron en la segunda mitad el siglo XX, incluso durante el Período Especial. Paulatinamente, la ciudadanía se articula, conquista espacios, apuesta por la pluralidad y el disenso y promueve alternativas ante las deficiencias de la gestión estatal. Ello genera una tensión política poco vista en la historia de Cuba después de 1959.

Otra cuestión que contradice el discurso del gobierno cubano corresponde a un hecho no reconocido por el Ministerio de Relaciones Exteriores ni ninguna otra autoridad, aunque ha sido referenciado por medios extranjeros y otros no afines al Estado. Y es que, desde octubre de 2021 hasta abril de 2022, el gobierno de la Isla no había aceptado ninguna deportación de cubanos por parte del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de EE.UU. Para ese entonces existían más de 40 000 ciudadanos pendientes de ser deportados a Cuba, tras haber recibido una orden judicial.

Las conversaciones migratorias entre ambos gobiernos ocurridas en abril tampoco arrojaron medidas concretas para frenar el éxodo, si bien en los últimos meses Biden ha dado pasos positivos como el restablecimiento del Programa de Reunificación Familiar Cubano y el regreso de personal diplomático a La Habana.

Bahía Honda

Aun cuando el incremento de balseros y la crisis migratoria, que no da señales de retroceso, reafirman una gestión ineficiente por ambas partes, lo ocurrido en Bahía Honda va incluso más allá. Habla de un accionar al menos negligente y cuestionable de los guardafronteras cubanos, quienes teniendo como prerrogativa la persecución y detención de la lancha (por tratarse de una embarcación no identificada que violaba el espacio marítimo del archipiélago), procedieron a interceptarla aunque ello causara su hundimiento, incluso a costa de la vida de quienes se encontraban a bordo.

Además de la citada nota del Minint, las autoridades no han agregado nada más a la versión inicial. Los detalles adicionales sobre lo que pudo haber sucedido el 29 de octubre han trascendido a partir del testimonio de las víctimas, como fue el caso de Diana Meizoso, madre de la niña fallecida, quien afirmó que fueron embestidos por los guardafronteras.

Como señala un texto publicado por ElToque, para analizar los hechos hay que partir de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Además, la publicación explica que el entramado jurídico cubano para regular casos como este carece de suficientes elementos que permitan eliminar o al menos minimizar las manifestaciones de discrecionalidad.

«En el caso cubano —a diferencia de otros países—, no existen o no se han publicado protocolos o reglamentos que regulen el uso de la fuerza por las autoridades con funciones de orden interior. El vacío o la desregulación funciona como un mecanismo para profundizar la impunidad, pues al no existir reglas claras de cómo deben comportarse las autoridades ante hechos de este tipo, la ciudadanía tampoco cuenta con elementos de comparación que permitan evaluar la conducta de los cuerpos represivos», precisa ElToque.

En las primeras líneas de este texto decía que más de 6 mil cubanos migrantes fueron interceptados por mar en el año fiscal 2022. Quiero retomar el dato ahora desde otra perspectiva, pues ello significa que, aproximadamente y en promedio, dieciséis compatriotas tratan de salir de Cuba cada día a bordo de cualquier artificio, cual promesa de una escapatoria.

Desde ambas orillas se politiza el fenómeno, porque sí, nadie puede dudar que tiene de trasfondo una lectura política. Mientras la retórica gubernamental en Cuba sea la de culpar al otro porque los suyos se marchan, las opciones para la reconstrucción y la reconciliación serán cada día más escasas. De momento solo pido una cosa: ojalá que a la larga factura de esta crisis no sigamos sumando muertos.

2 noviembre 2022 48 comentarios 2,6K vistas
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Migrantes cubanos

Casi 4000 migrantes cubanos han sido devueltos a la Isla en 2022

por Redacción 9 septiembre 2022
escrito por Redacción

Tras la devolución, el pasado martes, de 225 ciudadanos cubanos que intentaban migrar hacia Estados Unidos por vía marítima, suman casi 4000 los compatriotas entregados por los guardacostas norteños en lo que va de año, según reporta el Ministerio del Interior.

Una estadística más reducida, pero también alarmante, muestra que son 1697 los cubanos regresados desde México, cuyas autoridades migratorias han realizado 33 operaciones aéreas de devolución en los últimos ocho meses. Por otro lado, en un vuelo procedente de Nassau, Bahamas, fueron repatriados 27 migrantes irregulares, para un total de 312 desde ese país de enero a la fecha, todos devueltos por vía aérea.

En el año fiscal en curso, más de 177 800 cubanos han arribado a los Estados Unidos, en la mayor ola migratoria de la que se tiene registro en Cuba, luego del éxodo del Mariel (1980) y la crisis de los balseros (1994). De acuerdo con las últimos datos proporcionados por la Oficina Nacional de Estadística e Información, el número de habitantes en Cuba durante 2021 se redujo a 11 113 215, que comparado con el año anterior, presenta un descenso de 68 380 personas. Aun cuando entre las causas de la disminución se hallan los fallecimientos por Covid 19, el envejecimiento poblacional y la baja tasa de natalidad, habrá que dar seguimiento a los efectos de la ola migratoria.

Teniendo en cuenta que los ciudadanos cubanos pueden permanecer en el exterior dos años y mantener su condición de residentes, de actualizarse los números en 2024 con las estadísticas de migrantes hasta el momento, las cifras podrían mostrar menos de 11 millones de cubanos en la Isla, el registro más bajo desde 1997.

9 septiembre 2022 33 comentarios 1,3K vistas
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Pasaje de ida

Pasaje de ida

por Mabel Torres 5 septiembre 2022
escrito por Mabel Torres

En Texas abundan los negocios de comida mexicana, nicaragüense y guatemalteca, existen enormes granjas dedicadas al cultivo de cereales y algodón, y al igual que en Miami o Hialeah, puedes pedir un café en español porque cerca del cuarenta por ciento de su gente es de origen latino. El ambiente rural tejano recuerda a las películas del oeste y a las casas de campo de las familias sureñas más tradicionales, aquellas que cenan fuera los sábados y van a la iglesia los domingos.

También está el otro lado de Texas: su área metropolitana y cosmopolita, donde las personas siempre parecen tener prisa —prisa mientras caminan, prisa por el trabajo, prisa por ganar dinero. En la parte citadina, la vida nocturna se extiende hasta el almuerzo y es posible encontrar un stripper a plena luz del día invitándote a pagar la entrada a un rimbombante local pintado de negro y amarillo.

En el mes y medio que lleva en Estados Unidos, Lisette García* ha conocido ambas caras del segundo estado con mayor población de ese país: ha visitado los campos tejanos, donde residen los parientes que la acogieron hace más de cinco meses; ha subido dos rascacielos del downtown y ha contemplado Austin, la capital, desde un edificio a más de 200 metros de altura.

Al pisar territorio estadounidense el 16 de marzo de 2022, la joven cubana de 28 años se convirtió en una más de los 28 millones de personas que allí viven y una más de los casi 180 mil compatriotas suyos que han cruzado la frontera de México con Estados Unidos desde septiembre de 2021 hasta mediados de agosto de 2022, de acuerdo con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de la nación norteña.

A su salida del centro de detención migratorio de Piedras Negras, luego de permanecer recluida allí durante cuatro días y tres noches, Lisette no llevaba ninguna otra pertenencia que no fuese la ropa con que iba vestida y su celular. Por el camino había quedado la mochila con la que emprendiera el viaje desde el Aeropuerto Internacional José Martí en La Habana, cuyo interior albergaba tres licras y dos abrigos, cuatro pullovers, mascarillas, el monedero y «una corte celestial: siete estampillas para pedirle a sus santos por el camino».

Pasaje de ida

Austin (Texas)

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Las líneas siguientes corresponden al testimonio ofrecido por Lisette García* a La Joven Cuba, en el que narra su travesía desde La Habana hasta la frontera sur de los Estados Unidos. La fuente decidió mantener el anonimato para no comprometer el proceso judicial que tiene pendiente, así como proteger la seguridad de quienes actualmente realizan la misma ruta hacia territorio estadounidense. El texto fue construido con mensajes y llamadas sostenidas durante cuatro semanas.

***

Cuando recibí la confirmación de que me iba de Cuba llevaba la cuenta exacta de los días que no dormía tranquila: 304, equivalente a 43 semanas y tres días, el mismo tiempo que esperaba que los contagios por Covid-19 fueran en picada, el gobierno abriera fronteras aéreas y pudiera tomar el vuelo rumbo a Managua para emprender la ruta latinoamericana hacia Estados Unidos.

Tomé la decisión de irme en diciembre de 2020, un día en que necesité comprar una pasta de dientes y no encontré en ningún lugar. Pensé en mi juventud, en los hijos que quiero tener y en la posibilidad de una vida diferente a la que llevaba en Cuba.

Para ese entonces un amigo me facilitó el contacto de un hombre que conseguía pasajes a México, Nicaragua o Surinam, donde viajaban los cubanos para comprar ropa y revender luego. Yo no sabía cómo esa persona adquiría los boletos, pero la recomendación venía de cerca y lo consideré confiable. Lo llamé y me dijo que había un pasaje para finales de enero del 2021 por Aruba Airlines.

Con la ayuda de mi hermano que vive en Estados Unidos, pagué 1000 CUC por el boleto y 30 USD por una prueba de PCR que jamás vi. Fui a casa del señor, le llevé el dinero y él me pasó el boucher de la reserva a mi teléfono. Pero al parecer no era mi momento… Volvieron a cerrar el país, cancelaron todos los vuelos y el mío quedó postergado.

***

El año de espera coincidió con el reordenamiento monetario y la crisis económica más grande que he vivido, porque nací en 1995, durante el llamado Período Especial. En 2021 me tocó sentir en carne propia la imparable subida de los precios y un desabastecimiento que me recordaba que con poco más de dos mil pesos —el salario que ganaba en aquel momento como gastronómica— era imposible vivir con dignidad.

Durante ese tiempo intentaba no enfermarme, seguí trabajando, seguí sobreviviendo… Tenía mucho miedo de perder el pasaje y la oportunidad de irme. Viví el pico pandémico del verano y el 11 de julio. Mientras pasaban los meses, más segura estaba de irme de Cuba.  

En esos meses aprendí que hay grupos de Whatsapp donde la gente compra los pasajes. Existe una red de negocios dedicados a mover a los cubanos que desean viajar por Latinoamérica hacia Estados Unidos. Los dueños de estos «emprendimientos» se hacen llamar «gestores».

Tuve suerte que la aerolínea por la que volé no hizo ningún «teje y maneje» con mi boleto. Muchas personas que conocí en este trayecto fueron estafados o les cancelaron la fecha de vuelo el mismo día de su salida.

En ese período logré sentirme acompañada porque tenía dos amigos que también emprenderían camino desde Nicaragua, uno de ellos con pasaje para el mismo día que yo, aunque por otra aerolínea y con escala en países diferentes. La otra persona volaría al día siguiente, así que pactamos esperarnos en Nicaragua.

Pasaje de ida

Aeropuerto de Managua. (Foto: Houston Castillo/ VOA)

***

Mi vuelo salía el 3 de febrero a las 9:30 de la mañana y tenía que estar en el aeropuerto a las 6:00 a.m. a más tardar. Todavía recuerdo la imagen de la terminal. Las personas se empujaban para entrar a hacer el chek in, no muy diferente de las colas de los últimos años para comprar comida o cualquier artículo de primera necesidad.

Yo era primeriza volando. No había montado nunca un avión, así que me guié por unos muchachos que venían delante de mí y repetí cada uno de sus movimientos, para donde ellos iban, me movía yo. Pasé el check in, emigración, y quedé par de horas en la sala de espera porque el vuelo saldría con retraso.

Una vez en el «ave» sentí escalofríos, evitaba mirar fijamente a alguien, pero aquel avión iba repleto de cubanos. Estoy segura de que la mayoría, para no ser absoluta, iba para no regresar. Se les notaba la ilusión y los nervios en los rostros. Yo tenía mi mochilita y algunas pertenencias, pero había quien iba solamente con sus papeles en la mano. No llevaban nada más.

***

Todo fue muy rápido en el aeropuerto de Nicaragua, que es bien chiquito. Allí me compré una tarjeta prepagada de 20 USD que servía para llamar desde cualquier punto de Centroamérica. Enseguida hice contacto con mis familiares. Les dije que ya había llegado y estaba bien.

En el hostal me recibieron muy amablemente y me dieron una habitación que debía compartir con una pareja joven de cubanos y su bebé, quienes se encontraban de visita. Ellos eran la excepción, porque todo el que estaba en aquel lugar tenía el objetivo de llegar a Estados Unidos.

La travesía comenzó luego de tres días en la capital nicaragüense. Aquella tarde pagué 600 USD y emprendimos camino rumbo a Honduras. Cerca de la 1:00 p.m. abordamos una guagüita con aproximadamente 20 o 25 personas, incluidos niños y ancianos, y juntos atravesamos Nicaragua. Por el camino nos dimos cuenta de que había más guagüitas. Sumábamos más de 70 personas.

***

Cerca de la frontera con Honduras hicimos un segundo pago de 130 USD. Entonces nos montaron en unas diez camionetas, algunas con techo y otras descubiertas. Íbamos unos encima de los otros, apretados, como malamente podíamos. Fue así como tocamos territorio hondureño pocos minutos después de las 10:00 de la noche.

Una vez más cambiamos de vehículo. En ese tramo íbamos en un par de buses tipo escolares. Era de noche y estaba muy oscuro, apenas veía las luces de un pueblo que parecía estar rodeado por lomas y barrancos espantosos. No sabía en qué lugar del mundo estaba, solo que podría ser cualquier rincón de Honduras.

En la madrugada nos bajaron y nos montaron en otros buses que nos llevaban rumbo a Tegucigalpa, la capital. Ya en ese bus íbamos los 70 y pico juntos; tres, cuatro y hasta cinco personas en un par de asientos, de pie o acomodados en el piso.

Cerca de las tres de la madrugada la policía hondureña paró el bus. Dos hombres uniformados subieron y nos dijeron que estábamos ilegales en ese país y que su deber era conducirnos hasta Emigración, pero si colaborábamos nos podían ayudar. Pidieron 20 USD por persona y nosotros les dijimos que no teníamos para darles esa cantidad porque ya habíamos hecho muchos gastos.

No era cierto, pero teníamos que regatear. Allí viajaban familias enteras y muchos llevaban el dinero contado. Al final pagamos 10 USD cada uno, así que se embolsaron más de 700 USD. A cambio, nos custodiaron hasta el centro de Tegucigalpa en dos motos que viajaban justo detrás de nuestra guagua.

Cuando llegamos a la capital, nos montaron en un bus en el centro de la ciudad a pleno día y nos llevaron para un pueblo que parecía tener mucha vida turística. Debíamos pasar la noche allí. Todo estaba bien organizado y no tuvimos que esperar el salvoconducto que usualmente consiguen los migrantes para transitar sin problemas por Honduras.

Antes del amanecer, emprendimos camino rumbo a la frontera con Guatemala, llegamos a una casa y permanecimos allí hasta la mitad de la madrugada. Así comenzó la quinta jornada de mi travesía.

Pasaje de ida

(Foto: Vatican News)

***

En las horas que llevaba con los coyotes o «guías», como los llamábamos, me parecieron gente buena, que habían hecho del cruce ilegal la manera de llevar el pan a sus casas. Siempre nos trataron con amabilidad y respeto. Funcionaban todos como un gran equipo, de manera que cambiábamos de guía en cada país o en cada región, en dependencia de cómo ellos hubieran pactado la ruta. Mantenían absoluta discreción sobre los lugares a los que nos movíamos, evitaban dar detalles de por dónde seguiríamos o los lugares de cada parada.

***

Llegamos a la frontera con Guatemala a las 6 a.m. Atravesamos el límite fronterizo a bordo de unas camionetas de las que atrás no tienen techo, sino unos tubos de hierros.

Tras una breve estadía en una casa pequeña durante un par de horas, continuamos la travesía por la ciudad de Guatemala o Asunción, como también se le conoce, hasta un punto localizado a solo veinte minutos de la frontera con México. Allí vivimos la primera parada larga de todo el trayecto. Nos explicaron que la situación migratoria en México estaba muy difícil, con muchos cubanos que iban a deportar. Permanecimos siete días en ese lugar, donde podíamos comer, bañarnos y ver la televisión.

Transcurrida esa semana, echamos a andar nuevamente hacia un pueblo desde donde resultaba más fácil acceder a México, pero en ese lugar tardamos tres días más. En total estuve diez días en Guatemala y desde que saliera de Nicaragua, ya había pagado mil dólares por el viaje.

***

México fue la parte más tensa del trayecto porque el peligro de deportación era constante y nos acechaba el miedo de caer en manos de los cárteles de la droga. Se nos pedía mantener el más absoluto silencio y no llamar la atención.

Permanecimos albergados en un pueblo que fue una de las peores experiencias de mi vida. El grupo había crecido en número y éramos alrededor de doscientos cubanos, más una cantidad similar de nicaragüenses, hondureños, guatemaltecos y personas de diversos países de América Latina.

Corría el mes de febrero y hacía mucho frío. El agua de la pila estaba helada y solo había tres baños para alrededor de cuatrocientas almas. Durante las cuatro noches que nos quedamos en aquella casa nadie pudo asearse ni comunicarse con la familia porque no teníamos cobertura. Las condiciones físicas del grupo no eran las mismas de las primeras semanas.

Nos sentíamos mal alimentados, mal bañados y el cuerpo no respondía igual. Las personas vomitaban con más facilidad a bordo de los autobuses o las camionetas, algunos habían enfermado con padecimientos estomacales… los niños lloraban, se quejaban.

Dicen que son los jóvenes quienes emigran y, por ende, si tienes un hijo lo llevas contigo; pero me emocionó mucho ver a tantas personas de la tercera edad ponerse en riesgo para salir de Cuba y empezar una nueva vida, cuando ya no quedan las mismas fuerzas y los sueños de juventud parecen cosa del pasado.

***

El siguiente movimiento rumbo al centro de México lo hicimos a bordo de unas furgonetas en grupos más pequeños. Nos tuvieron en medio del campo en unas casas de palo hasta por la noche. Cuando retomamos la carretera, subidos encima de unos camiones como si fuéramos ganado. Ya empezaban a sentirse los nervios a flor de piel.

La policía de emigración parecía respirarnos en la nuca todo el tiempo, llevábamos casi treinta días de viaje y estábamos desesperados por llegar. Teníamos miedo de que nos encontraran y nos regresaran a Cuba después de tanto esfuerzo.

Una noche los guías nos dejaron solos en la casa, porque tenían noticias de que muy pronto caerían las autoridades en el refugio donde nos encontrábamos. Ellos no iban a arriesgarse a ser atrapados, así que designaron como encargado a una persona del grupo, un migrante como nosotros, a quien le dieron indicaciones por el teléfono de que saliéramos del lugar.

Casi sufrí un ataque de asma porque eran como las dos de la madrugada. Al principio íbamos medio agachados y luego tuvimos que empezar a correr por un terreno desértico. La arena pesa mucho al correr e impide el avance, pero no podíamos detenernos. Había que correr.

No sabíamos hacia dónde nos dirigíamos, sino que teníamos que estar atentos a las indicaciones del muchacho. Él era quien decía: «agáchense, caminen por aquí, brinquen por allá, sigan recto…». No recuerdo cuanto tiempo estuvimos perdidos en estampida hasta que llegamos a la ubicación correcta donde nos esperaban unos carros.

En ese momento nos pidieron que los hombres fueran para un lugar y las mujeres para otro. Yo no me dejé convencer. Si íbamos juntos teníamos que permanecer así porque no sabíamos los riesgos a los que podríamos exponernos. Al final la gente permaneció unida, con sus compañeros más cercanos o sus familiares.

Pasaje de ida

Policía Federal en México

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Después de esa experiencia nos sentíamos en peligro. El grupo de migrantes había crecido mucho. La bulla de tantos cubanos juntos era otro riesgo al que nos exponíamos. Nos preocupaba nuestra seguridad y los tres decidimos cambiar de guía.

Nuestros familiares, quienes pagaban cada tramo mediante transferencias bancarias, contactaron con otro coyote. Tuvimos que liquidar dos mil dólares por cada uno para que nos trasladaran hasta un punto donde nos esperaba el nuevo guía, que cobraría mil quinientos restantes, porque el cruce por México tenía un valor de 3 mil quinientos dólares.

***

Había trascurrido un mes y cinco días de la travesía cuando empezamos a trasladarnos rumbo a Piedras Negras, localidad fronteriza del estado de Coahuila, que colinda con Texas. Avanzábamos en una calma aparente. Acercarse al río o al desierto aumenta el peligro de ser capturado por la policía a la caza de migrantes ilegales. Formaba parte ahora de un grupo de diecinueve personas, lo que adormecía mis nervios y los malos augurios.

Crucé el Río Bravo al mes y ocho días después de salí de La Habana. Pasamos primero diez y después nueve. El muchacho más alto entró de primero para marcar el paso y medir la profundidad. Nos juntamos en la orilla y formamos una cadena, cada uno sostenía la mano de su compañero. Con nosotros iba una niña pequeña que era la prioridad de todos.

Un hombre alto y fuerte la cargó sobre sus hombros y así nos adentramos en el agua. Corrimos con suerte al no ver ningún policía. El paso por el río fue muy peligroso, de verdadero pánico. La presión del agua en el primer tramo nos tambaleaba, pero permanecimos con paso firme y supimos acomodarnos.

Al otro lado nos recibió la migra americana. Les dijimos que éramos cubanos y nos pidieron algún documento que permitiera identificarnos. Yo entregué mi carné porque no llevaba pasaporte. También les facilité la dirección de mi familia en Texas. Nos quitaron los teléfonos, todas nuestras pertenencias y las prendas mojadas que guardaron en una bolsa. Fuimos en un camión hasta el centro de detención migratoria de Piedras Negras.

***

En el centro me tomaron las huellas y me dejaron bañarme. Luego me ubicaron en unas carpas hechas de unas lonas blancas y transparentes, dispuestas de forma tal que que en el primer cubículo puedes ver a las personas de cuatro cubículos más atrás. Cada carpa cuenta con un televisor y un reproductor de DVD, con el que proyectan películas de muñequito. Ahí teníamos agua, manzanas, barritas energéticas, papitas, galletas.. para disponer a nuestro antojo. También nos daban desayuno, almuerzo y sándwich por la noche.

Durante los días que permanecí en Piedras Negras conviví con personas de muchos países de América Latina: haitianos, argentinos, nicaragüenses, mexicanos, venezolanos… Andábamos todos con unos nylons plateados y una colchoneta para dormir. Así es como sobrevives en ese lugar. A medida que la gente se marcha, reúnes más nylons para hacerte almohadas y dormir mejor, porque ahí lo único que se puede hacer es dormir y comer.

Para mí fue la etapa más desesperante de toda la travesía porque nadie me llamaba ni para preguntar mi nombre. En cambio, veía cómo pasaban a buscar a otras personas para interrogarlos o rellenar formularios. Luego supe que de las personas que entraron conmigo algunos estuvieron menos tiempo detenidos y otros hasta un mes.

Temprano en la mañana del cuarto día, mientras tejía trenzas en el cabello de una muchacha que había conocido en el último trayecto, vinieron los oficiales y dijeron nuestros nombres. Me entregaron mi antiguo teléfono y otro para estar localizable.

Llegué a una iglesia del sur de Texas donde me recogería mi hermano cuatro horas después. Lo vi, nos fundimos en un abrazo que supe eterno y le dije: «Este es el día en que, por fin, he llegado a Estados Unidos».

5 septiembre 2022 10 comentarios 2,3K vistas
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