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Desplazamiento de ciudadanos cubanos y sus efectos en un contexto transnacional

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Nación y emigración
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IV conferencia «Nación y emigración»: impresiones críticas de un participante

por Arturo López-Levy 28 noviembre 2023
escrito por Arturo López-Levy

La IV conferencia «Nación y Emigración» concluyó en la Habana el domingo 19 de noviembre tras dos intensos días de diálogo. Los 371 invitados debatieron con un grupo importante de intelectuales y funcionarios del gobierno, con la presencia permanente de figuras de primer rango del gobierno cubano y el Partido Comunista, incluido el presidente Miguel Diaz-Canel.

Al concluir el evento, los participantes rindieron homenaje a José Martí, el imán del patriotismo, la ética de justicia social y cubanía, donde se encuentran todos los cubanos de buena voluntad. El evento se dividió en cuatro paneles, además de la inauguración y la clausura. Incluyó como parte de su narrativa de continuidad, un homenaje a un grupo de los participantes en el diálogo de 1978 entre el gobierno de Cuba y prominentes emigrados de entonces.

***

A medio camino de la administración Biden en Estados Unidos, se da esta reunión entre el gobierno de la Isla y un número significativo de emigrados cubanos por el mundo. Una masa crítica de cubanos residentes en Estados Unidos como en otros 70 países, ratificó la voluntad de acompañar, tanto los procesos de reforma y apertura planteados por el Estado cubano, como un camino de distensión, diálogo y desmantelamiento de las sanciones contra el pueblo de Cuba. Si el presidente Biden se decide a comportarse con Cuba como un «hombre crecido» —en palabras de Henry Kissinger— «no una comadreja»; hay emigrados cubanos que lo acompañaran en el camino de Obama, y Jimmy Carter, a construir puentes, y derribar muros.

Apenas por enviar esas señales nada más, valió la pena ir y dialogar cualquiera que fuesen las limitaciones. Con todos los defectos que se le puede señalar a la conferencia y sus organizadores, el diálogo y la distensión más incompletos son alternativas óptimas frente a los enclochados en la perfecta hostilidad.

El espectro político de los invitados abarcó desde los grupos de solidaridad con la Revolución dentro de la emigración cubana —con títulos como Asociación de Emigrados «Desembarco del Granma» en Bilbao hasta el Cuba Study Group, partidario abierto de un cambio de sistema político en el país, a través de una distensión con Estados Unidos.

En términos de representación geográfica, hubo un conjunto grande de cubano-estadounidenses, con cerca de la mitad procedente de Miami —según un estimado muy arbitrario de este autor— y el resto de otras partes de Estados Unidos. Hubo también una gran representación de otros lugares del mundo. Esto último es importante porque en conflictos asimétricos, como lo demostró la estrategia torrijista para recuperar el canal de Panamá, la parte pequeña gana al internacionalizar el conflicto, e involucrar la opinión de otros, incluyendo los emigrados, como cuestión de orden y derecho internacional.

IV Conferencia de Nación y Emigración

IV Conferencia de Nación y Emigración / Foto: CIPI

La conferencia no partió desde una concepción litigante por ninguna de las partes involucradas. Hubo posiciones diversas y hasta contrapuestas, con emigrados y funcionarios coincidiendo y disintiendo según temas, experiencias y posiciones. No faltaron discusiones álgidas ni asuntos controversiales, pero la idea que alentó a los participantes fue de unidad patriótica martiana.

Desde una base de cubanidad, entendida como orgullo de ser cubano culturalmente, se proclamó una voluntad de cubanía, en la cual predomina la conciencia de comunidad política nacional soberana amenazada en el momento actual por el bloqueo estadounidense.

Patriota es todo el que defiende la soberanía, independencia y bienestar de su patria, tal y como lo establece el derecho internacional contemporaneo, «no es el amor ridículo a la tierra, ni a la yerba que pisan nuestras plantas». No se trató de un patriotismo de exclusión. Un gran educador dijo que salió de Cuba con el título de «no confiable» impuesto desde la ideología pero que era, es y sería siempre «cubano y solo cubano» sin menoscabar un ápice la soberanía de Cuba ni causar jamás el menor daño a su pueblo. Otros argumentamos tener múltiples identidades que no son excluyentes sino complementarias, respecto a nuestras patrias de origen y de adopción. Nadie nos lo recriminó.

Ni los emigrados participantes, ni los funcionarios del gobierno pretendieron que se tratara de una representación de todo el espectro nacional de opiniones sobre Cuba, su sistema político o sus relaciones con el mundo. Se dijo a las claras, que era una reunión del gobierno con emigrados patriotas, y ese es el «con todos y para el bien de todos». Seguro que hay espacios para más inclusión y de eso se debatió en la conferencia, pero nadie allí lamentó la ausencia de plattistas. En lo personal, creo que, aunque todavía queda mucho por andar, se entiende mejor la diferencia entre oposición leal y apostasía.

Las sesiones formales fueron importantes pues en ellas las autoridades informaron del estado del país y sus visiones oficiales. Desafortunadamente lo que siguió a las presentaciones oficiales —me dicen que ha sido así en los diálogos anteriores y que las quejas contra ese formato se han hecho reiteradamente por varios emigrados, sin ser escuchados por las autoridades—, no fue una discusión en talleres o en comisiones sino un diálogo en plenario donde los emigrados expusimos opiniones, criticas o sentimientos. Los representantes oficiales aclararon dudas, precisaron datos o los cambios propuestos o en discusión.

Desde mi observación participante, alertaría que la agenda discutida rebasó los temas abordados en el plenario. El diálogo ocurrió en las sesiones formales, y también en los recesos, actividades colaterales, y la recepción en el Palacio de la Revolución. El tiempo de las sesiones formales, todas en plenario, a veces no se utilizó eficientemente —algunos ponentes e invitados fueron repetitivos y poco concretos en sus diagnósticos y propuestas, hubo poemas y hasta malos poemas—. En los espacios formales se produjeron propuestas de intercambio y colaboración entre instituciones educacionales, culturales, sociales y económicas entre los emigrados y las instituciones oficiales y directamente con la sociedad civil que eran impensables años atrás.

Bastaría consultar algunos cursos y textos impartidos en el centro Martin Luther King o en las escuelas de gestión y liderazgo de las universidades cubanas sobre métodos participativos para concluir que un evento más descentralizado hubiese originado una discusión de los asuntos concretos a ventilar entre el gobierno y los emigrados mucho más fructífera. En ese sentido, la conferencia, con sesiones exclusivamente plenarias y una relatoría abierta a la voluntariedad de enviar las opiniones que el tiempo evitó que se expresaran, cargó muchas oportunidades perdidas.

El debate informal y la entrega de opiniones a la relatoría alivia estos déficits del formato verticalista pero no los resuelve. Otro de los problemas del verticalismo de la conferencia fue que dejo sin articular una red de colaboración entre los participantes. Al no haber talleres, ni comisiones específicas, el gobierno preserva cierta jerarquía en el control de la agenda, pero también hizo difícil conformar grupos de trabajo autónomos entre quienes tengan la voluntad de aunar fuerzas contra aspectos específicos del bloqueo o a favor de la promoción de contactos con Cuba.

Reitero entonces la importancia de que los organizadores por la parte cubana escuchen más a los que le sugieren otro formato más participativo y horizontal en la confección de la agenda, el formato de discusión y el diálogo.

Foto: Perfil de Twitter de Nación y Emigración

Se notó un notable avance de la concepción oficial sobre el emigrado. El presidente, los ministros de relaciones exteriores, justicia y comunicaciones, y el presidente de la Casa de las Américas aludieron a un paradigma en el que la separación entre la condición de emigrado y el resto de la ciudadanía desaparece. Un grupo grande de los participantes tiene residencia hoy en la isla y en el exterior.

En el campo de las inversiones, el gobierno mostró una actitud receptiva a problemas de índole práctica que enfrentan quienes, retornando a Cuba o no, han optado por varios emprendimientos económicos. Aludiendo a los ejemplos de socialismo del este de Asia, varios emigrados inversionistas hablaron de la necesidad de una nueva ronda de transformaciones, en las que ciertas privatizaciones serian urgentes, y a resolver incompatibilidades entre la posibilidad de invertir como extranjero y la exigencia para los dueños de las mipymes de relocalizarse en el territorio nacional.

Defendiendo su esperanza de que la empresa estatal siga siendo el baluarte fundamental del socialismo cubano, los miembros del gobierno mostraron una actitud abierta al diálogo y a reevaluar las premisas desde las cuales se han dado importantes problemas y cuellos de botella en la transición hacia un modelo de economía mixta.

La prioridad de ese diálogo crítico giró en torno a la reforma económica pero no se limitó a esta. En términos de intercambio educacional y cultural se discutieron experiencias de participación de los cubanos residentes en el exterior en la vida de la Isla, como artistas, profesores, educadores, y colaboradores con la participación internacional del país. A nivel general, se enunciaron políticas de apertura en lo ideológico, en las cuales lo esencial es respeto a la soberanía, y la legalidad que se anuncia se ajustará al nuevo modelo económico-social con mayores protecciones a la propiedad.

A un observador de largo plazo, como este autor, de la historia y la contemporaneidad cubana le caben muchas dudas sobre la implementación de esos grandes enunciados. El gobierno y su estrategia comunicacional deben dar señales sobre la vocación enunciada de respeto a la pluralidad con mucho más dramatismo. Toda esa poesía de la gran apertura debe concretarse en la prosa de decisiones locales, de miles de funcionarios decentes, pero también burócratas, agitadores ideológicos, con un fardo importante de verticalismo, inmovilismo y oportunidades rentistas y corruptas en el proceso de cambio, y en los equilibrios de reforma parcial.

En la propia conferencia, de manera informal hasta hubo quien se enzarzó en distracciones hasta con este servidor por posturas disidentes y criticas con las autoridades cubanas en torno al conflicto medio-oriental.

Da pena y es de lamentar que, en la sesión de inversiones, particularmente entre los emigrados cubanoamericanos con negocios y aspiraciones de estos con Cuba, faltaron referencias a como pondrían por lo menos parte de su capital en función de hacer política para levantar el bloqueo. En eso se aprecia un retroceso con relación a la conciencia de empresarios de antaño como Francisco González Aruca, Kirby Jones, John Henry Cabañas, Xiomara Almaguer y otros.

Aquello de que los «empresarios anti-embargo» hagan su zafra, y esperen que los activistas hagan el sacrificio para que ellos viajen gratis a comerse los beneficios no tiene nada de conciliación martiana. Pagan los tabaqueros de su jornal al partido revolucionario cubano y pagan los dueños de las tabaquerías. Conviene a la nación cubana, que los que hacen los negocios, pongan su dinero donde ponen las palabras. A eso debe contribuir la opinión pública y la gestión gubernamental con incentivos y castigos.

Nada de eso es nuevo bajo el sol de las transiciones, pues -—como dijo la gran escritora judía norteamericana Cinthya Ozick— «el paraíso existe solo para los que ya estuvieron allí». Todos los que estudian los casos de Vietnam y China, y sus ejemplos en la relación con la diáspora —un buen ejemplo del economista Omar Everleny en la serie de la Universidad de Columbia, Horizontes cubanos— saben que, incluso después de los cambios paradigmáticos de mentalidad a nivel de liderazgo, la implementación no fue miel sobre hojuelas. Para implementar los cambios hacia una economía mixta y un pluralismo político de raíz martiana se necesita un estado desarrollista, distribuidor y regulador que sea fuerte por su institucionalidad y cultura, no por ser abarcador ni controlador.

Los resultados

No tiene sentido medir el éxito de un evento o proceso a partir de una exigencia que solo proclaman los oponentes de este. Ni los que fuimos al dialogo ni los que lo convocaron dijeron nada de conversar sobre una transición a una democracia representativa ni buscar el levantamiento del bloqueo a través de aceptar las indignas demandas de la ley Helms, que es un desastre para Cuba y también, así lo siento como estadounidense, para Estados Unidos. De hecho si esa fuera la convocatoria, muchos ni nos hubiésemos presentado. El destino de todo lo que haya salido de Jesse Helms, apoyo a Pinochet, oposición a los tratados Torrijos-Carter, apoyo al racismo del apartheid y la segregación racial en Estados Unidos, y pisoteo a la soberanía cubana, es la irrelevancia.

En el documental sobre el diálogo de 1978, la participación de Max Lesnik y varios intercambios informales se invocó aquella negociación y la gestión de Bernardo Benes y otros para la liberación de los presos por participación en hechos políticos entonces. En el contexto actual y con referencias a los presos del 11-J, muchos lamentamos, no solo emigrados sino también funcionarios, que Biden no haya entroncado con la tradición de Carter y Obama. Con una política así, EEUU pudiera propiciar esos gestos humanitarios de liberaciones de presos, que han tendido a ocurrir sin imposiciones ni proclamados quid pro quo.

Ingenuo sería buscar conciliación entre posiciones antagónicas. Lo interesante es que, en la conferencia, por lo menos desde los enunciados de varios emigrados y hasta de una parte de los funcionarios, se abrieron espacios a propuestas con una dosis de desideologización.

Desde esa dinámica es posible avanzar posturas post-revolucionarias, que no procuran desmantelar el legado revolucionario, sino rebasar la litigación interminable de las luchas asociadas a la guerra fría, en primer lugar el conflicto comunismo-capitalismo. De hacerse efectiva esa mentalidad, se irían al basurero de la historia, el bloqueo estadounidense y la idea leninista de una sociedad sin pluralidad, guiada por una vanguardia de iluminados que saben mejor que los demás, lo que es bueno para el país, y lo que le conviene. Tiempo —para usar la expresión orteguiana— de una «época plena», con paz, conciliación, negocios y desarrollo.  

A la hora de valorar resultados es importante distinguir los que son tangibles de los intangibles, que en política no son menos importantes. Empezando por los tangibles, hay poco que anunciar, pues la normalización de los precios del pasaporte—ahora válido por diez años, sin necesidad de las abusivas prórrogas— y la moratoria en la pérdida de la residencia por permanecer fuera más allá de dos años, fueron establecidas previo al encuentro.

En términos de integración de los emigrados al contexto institucional cultural y educacional del país, se presentaron importantes ejemplos de algunos que hoy participan activamente dando cursos, exponiendo en eventos, realizando trabajo conjunto desde sus países de adopción con numerosas instituciones cubanas. La posición oficial mostrada por el Ministerio de Relaciones Exteriores y el de Comunicaciones, de conjunto con la ponencia de Abel Prieto, fue que la Cuba oficial está abierta a esa colaboración siempre y cuando los interlocutores emigrados estén a sana distancia de la política de bloqueo y cambio de régimen impuesto desde afuera.

Sería un optimismo de doctor Pangloss esperar que esta apertura signifique el desmontaje de los controles ideológicos leninistas sobre la educación y la cultura. Incluso si las instituciones cubanas se abren mañana a la colaboración de miles de profesionales que formaron y viven en el exterior, todavía quedarán chillando los que dicen que es su derecho colaborar con el bloqueo.

Es más importante constatar que se ha proclamado y empezado a implementar un cambio de paradigma en el que lo correcto es incorporar y ofrecer espacios a la colaboración y participación del emigrado en sectores estratégicos de formación de pensamiento como la educación, la prensa y la cultura, como no ha ocurrido antes desde 1961.

Habrá que ver como lo anterior se implementa, pues los funcionarios tienen mucha agencia para llevar a cabo u obstaculizar estas políticas. Cuba ya no funciona desde el modelo de Fidel o Raúl Castro al timón. Lo cierto es que para quien conciba el cambio en Cuba desde la distensión y la gradualidad hay aquí un importante espacio.

En términos de aporte emigrado a la inversión económica a nivel de país o en contextos locales, contribuciones a los fondos de desarrollo local, conexión a cadenas globales de producción u oportunidades de exportación habría que esperar. Puede que no sea suficiente, pero la sesión sobre oportunidades de negocios marcó una expansión significativa de las fronteras desde la cual la política económica se hace.

A nivel programático, el gobierno ha dejado claro que quiere promover el sector privado y hasta sus vínculos con el Estado en una estrategia de desarrollo que los integra. Quiere crear oportunidades de negocios privados y cooperativos para los que viven en la isla, y los emigrados. La cuestión hoy no es si, sino cómo, el gobierno materializa esas políticas. 

En la conferencia, observé desde la distancia al presidente Miguel Diaz-Canel. Además de clausurar el evento y dedicar una recepción en el palacio del gobierno, el presidente estuvo presente en tres de los cuatro paneles. Con la excepción de un par de conversaciones cortas con el ministro de exteriores Bruno Rodríguez, u otro miembro del gabinete sentado en su entorno, el máximo representante del Estado cubano dedicó su atención casi exclusivamente a las opiniones de los emigrados, tomando pocas notas, y abriendo la computadora un par de veces, para teclear por unos minutos. No tengo mucha base para juzgar, pero la señal que vi esos dos días es que tiene una aproximación a los emigrados entre sus prioridades. Los años que le quedan de su segundo mandato, que cada día se acorta, demostrarán si las puede implementar.

Postdata: En mi programa de youtube «Conversaciones Americanas» discutí algunas de estas impresiones con más detalles. Ud puede acceder en el siguiente link: https://www.youtube.com/@ArturoLopezLevyconversaciones

28 noviembre 2023 14 comentarios
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Irse, no irse, quedarse: mis razones

por Yadira Albet 3 octubre 2023
escrito por Yadira Albet

Cada vez más seguido me preguntan por qué no me voy. Personas que hace mucho no veo se muestran sorprendidas: «¿pero todavía estás en Cuba?» ,«pensaba que te habías ido ya». Eso me ha llevado a reflexionar seriamente sobre mis razones para permanecer acá.

No he podido volver a ver Habana Blues. En el año 2005 fui a la premier y empecé a llorar casi desde el minuto veinte. Una muchacha que estaba al lado mío y ni me conocía, me abrazó y estuvimos así todo el metraje, sufriendo nuestras propias despedidas. He tratado de ver el filme otras veces y nunca he podido terminarlo.

Yo nunca tuve un grupo amigable donde estar hasta que llegué al preuniversitario. Ese fue mi grupo seguro, mi espacio de afectos y crecimiento, sin violencia. Antes de eso había ido de una escuela a otra y había sufrido bullying sin sentirme acogida en ninguna parte. Así que para mí el éxodo de mi grupo fue el primer choque con las despedidas «adultas».

Me gradué en el año 1998, y en el 2005, cuando terminaron su período de servicio social, la mitad de mis compañeros desfilaron fuera del país. De casi todos me despedí personalmente. De una, en su boda con un empresario extranjero. De otros, en sus casas, en fiestas organizadas con ese fin; de ahí mi costumbre de preguntarle a la gente que me invita a fiestas, o comidas muy protocolares, «¿para dónde te vas y cuándo?». Con otros nos despedimos en el aeropuerto, y con una, incluso fui hasta la lancha. Ya con la embarcación en el lugar me agarró la mano y dijo «ven», pero no me atreví. Pensé en su madre que me esperaba con noticias y podría creer que había pasado algo si yo no volvía. He ahí una razón para no irme: responsabilidad.

 

Ya antes de eso, cuando terminé mi carrera en el año 2003, uno de los «idos» me había propuesto irme con él, y para eso teníamos que casarnos. Él se iba a Noruega. Hicimos mil papeles, hay hasta una foto mía de pasaporte en la que parezco una monja, de lo formal y estirada que estoy. Pero antes del trámite final, dudé. Esta persona no había expresado ningún interés romántico en mí hasta que los trámites estuvieron avanzados. En ningún momento me dijo, pero algo ahí en el modo de tratarme empezó a cambiar. No me hubiera desagradado especialmente, pero no sentí que fuera honesto de mi parte usar esa carta. Además, muchas cosas podían haber salido astronómicamente mal si me hubiera ido casada con alguien a quien en realidad no amaba, a un país tan distinto culturalmente, en el cual yo no tenía ninguna red de apoyo. Ahí se unieron otras razones para no irme: inseguridad.

 

Luego hubo un largo período de cero posibilidades. Mis amistades aún no estaban en condiciones de invitar a nadie. La Universidad de Ciencias Pedagógicas es muy poco generosa en viajes para quienes no tienen un alto grado académico o no forman parte de algún proyecto exitoso de alcance internacional. Así que todo el mundo de doctor para arriba viajaba, y yo no. Además, mi hijo era pequeño y viajar parecía poco aconsejable mientras él me necesitara. Fue en mi siguiente lugar de trabajo donde finalmente pude salir del país.

Mi primer viaje fue en el año 2014: una semana a México. Perdí el avión en Panamá, porque cambiaron la puerta dos segundos antes de la salida. En mi trabajo se inquietaron mucho cuando pareció que yo había desaparecido del mapa: la institución a la que pertenecía ha funcionado como una especie de aeropuerto y algunas de las personas que han salido del país en viajes de trabajo no han regresado.

Yo solo perdí el avión: era la primera vez que viajaba, sin nadie para asesorarme o acogerme y no sabía cómo hacerlo mejor. Así que seguí mi viaje después de un susto mayúsculo e hice mi trabajo esa semana. Pero dos días antes de mi regreso mi mejor amiga me dijo que ella me iba a buscar, que de la Florida a Valle de Chalco era un salto pequeño. Estuvo todo el tiempo diciéndolo. Y con ella, el coro de mis compañeros de preuniversitario. Pero dudé.

Pensé en nuestro especialista de relaciones internacionales, que había corrido con todos los trámites y debería rendir cuentas en Cuba, en las contrapartes de México, que tendrían que pasar por un momento incómodo explicando qué había sido de mí. Además, había algo más fuerte aún. Tenía mi hijo en Cuba, mi pareja; si me quedaba sería considerada desertora y corría el riesgo de no poder entrar a Cuba por ocho años. Pensé en mi hijo primero, a quien no sabía cuándo iba a volver a ver, en mi pareja, que iba a dejar de serlo si se interponía una distancia tan grande, y yo estaba enamorada. Por eso regresé: por amor.

 

Al año siguiente fui a Colombia. Esta vez fue un viaje sin sustos ni tropiezos. En Bogotá tenía otra muy buena amiga. Vinculada, además, por medio de su familia, con la comunidad cubana en Colombia y con las universidades de Bogotá, que son muchas. Me ofreció su sofá, su casa, sus contactos. Volví a pensar en mi hijo, en mi pareja, en los compañeros que habían trabajado para ponerme en Colombia, que es un lugar complicado.

En uno de los cursos de colaboración que te buscas cuando puedes, en tu tiempo libre, conocí mujeres trans emigradas. Mi realidad posiblemente iba a ser distinta a las de ellas, pero la descripción de sus angustias fue tan vívida, que me aterré. Colombia puede ser un lugar inclemente con las mujeres sin redes de apoyo. Un espacio peligroso. Por eso no me quedé: por miedo.

 

 

Hoy me preguntan constantemente por qué no me he ido, o por qué no me voy. No me voy por responsabilidad con quienes se quedan, por inseguridad con el destino que tendré en otros lugares, por amor a los que me rodean y por miedo a sufrir las penurias que sufren muchos emigrantes —la mayoría en silencio. Y también un poco porque quiero ver qué hago para ayudar. Porque si yo no me puedo ir y otros tampoco, alguien tiene que trabajar porque «esto» sea vivible.

Consecuencias de mi decisión: las de todos. Independencia doméstica limitada, dificultades económicas, crecimiento profesional a veces estancado. Y lo más doloroso, un desánimo enorme que me cae a cada rato, la sensación de haber dejado oportunidades valiosas atrás. Si me voy ahora, no sé si regrese. O a lo mejor sí.

Me he levantado cada día sabiendo que delante del aula donde he impartido clase, la mayor parte de los muchachos que han estado presentes frente a mí tienen un norte en su cabeza, y no es Cuba. Siento que he estado dándole mi tiempo y mis energías a los futuros emigrantes y eso me da mucha tristeza. Siempre les he dicho que a donde sea que vayan traten de ser honestos, justos, estudiosos, que trabajen bien, que sean leales y felices, que me enorgullezcan.

También se lo digo a mis amigos, colegas y a las otras personas a las que indirectamente he formado y formo. Pero cada vez me duele más decirlo porque siento que los estoy despidiendo anticipadamente y así ha sido en muchos casos. Porque temo que algún día sea mi hijo quien se vaya. Ya tiene dieciséis años, así que no falta mucho.

Cada vez veo menos caras conocidas. Y cada vez que alguien me invita a un café inesperado, a un almuerzo protocolar o a una fiesta sorpresa, le pregunto «y tú ¿para dónde te vas y cuándo?».

3 octubre 2023 11 comentarios
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El peregrinar en rutas de migración desde suelo mexicano

por Liz Martínez 30 agosto 2023
escrito por Liz Martínez

Extraña sus juguetes, me lo repite sin ánimo de causarme ningún dolor. Yo sabía que sería así desde el momento en que lo animé a seleccionar unos pocos, los de su preferencia. Noté inmediatamente que a mi hijo le costaba discriminar. Dejar los más usados tal vez implicaba, como acto involuntario, abandonar también sus recuerdos.

Salimos de Cuba una tarde que no fue lluviosa ni nublada. No hubo poesía en nuestro adiós, pero en el momento en que el Airbus levantó vuelo supe que algo se había quedado. En primera instancia, tal vez por la congestión en los oídos, no lo tomas demasiado en cuenta. Cuando a 38 mil pies de altura ya las casitas no se ven, vas entreteniendo a la nostalgia, poniendo atención a las nubes que toman formas caprichosas y a las que parecen dinosaurios; la mayoría, garabatos para una cabecita de seis años.

Cuba desde avión

Foto: OnCuba

Todavía nosotros no aparecemos en la última actualización de migrantes cubanos. En julio de este año el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS) daba cuenta de cerca de 35 mil que habían entrado por la vía del Parole Humanitario.

Migración como derecho

De acuerdo con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 13, «toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado, y toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso el propio».

Recientemente, el Consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, anunció que su país trabaja en conjunto con México para crear un centro multipropósito con el objetivo de procesar solicitudes de refugio para migrantes irregulares provenientes de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela.

Por su parte, el presidente Andrés Manuel López Obrador confirmó el anuncio de la Casa Blanca cuando indicó que se atenderían peticiones de asilo de nacionales de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela que ya estaban en México, esperando para cruzar a Estados Unidos.

Mientras se lleva a vías de hecho, se mantienen el otorgamiento de 1 450 citas diarias a través de la aplicación gratuita y en línea CBP One, lanzada por la administración de Joe Biden, con el objetivo de procesar solicitudes de migrantes para alguno de los ocho puertos de ingreso habilitados —Brownsville, El Paso, Eagle Pass, Hidalgo, Nuevo Laredo, Nogales, Calexico y San Ysidro.

Según se informa en la web del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, CBP One brinda las citas de forma directa y «debido a esto se reduce la posibilidad de que contrabandistas y otros actores exploten a los migrantes».

Foto: HIAS México

De acuerdo a la publicación, la aplicación facilitó más de 170 mil citas en seis meses y continúa siendo una herramienta segura, ordenada y humana.

Sin embargo, activistas y migrantes demandaron al gobierno federal de Estados Unidos por condicionar los pedidos de asilo. Además, llegar a México sigue siendo un requisito indispensable porque la aplicación está destinada a los migrantes que se encuentran en el centro y norte de ese país.

Entrevistada para La Joven Cuba, una cubana que prefiere mantener el anonimato explicó que llegó a Estados Unidos aun cuando usó un simulador de ubicación, a través de un VPN.

«Estuve tres meses en Tapachula. Hicimos travesía por Nicaragua. Cuando llegó la cita no me lo podía creer, ya nosotros estábamos trabajando allí porque los ahorros se habían agotado».

Al tanto del creciente volumen de migrantes en México, el Instituto de Migración regulariza la estancia de indocumentados. La Comisión Mexicana de Ayuda a los Refugiados (COMAR) y la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR) trabajan en conjunto para garantizar los derechos de quienes llegan rumbo a Estados Unidos, y no en pocos casos deciden quedarse.

Fin del Título 42: un paso atrás

Aplicado en la administración de Trump, el Título 42 —sección de la Ley de Servicio Público de Salud de 1944—, amparado en la excusa de protección ante la pandemia de Covid-19, permitió la expulsión de más de 2.8 millones de personas. Casi a la par del cese del Título 42, Adriana Palomares, jefa de misión Médicos sin fronteras en México y América Central, declaró: «esperábamos que los procesos para acoger a quienes buscan protección se restablecieran con el fin de la norma».

Actualmente la política migratoria estadounidense se rige por el Título 8, como antes de la pandemia, en virtud del cual quien entre ilegalmente a territorio norteamericano enfrentaría multa, sanción o deportación, además de la prohibición de entrada al país por al menos cinco años.

Migrantes en Matamoros, norte de México / Foto: MSF

Miles de personas han dado un paso atrás en su sueño migratorio y no en pocos casos permanecen en albergues próximos a la frontera norte. Apenas 10 días después del cese del Título 42, entrevistado por la agencia española EFE, el director del albergue Ágape Misión Mundial, Albert Rivera Colón, explicaba que los cupos allí se habían incrementado en un 500%, sobre todo a partir de la entrada de personas desplazadas.

Sucede que con el Título 42 se negaban oportunidades de asilo, pero no se penalizaba por cruces ilegales de frontera o por deportación, por lo que según reportaron varios medios, muchas personas intentaron ingresar a territorio estadounidense varias veces. Con el Título 8, aunque se cuenta con mayor tiempo para el pedido de asilo, se penaliza el cruce ilegal de frontera.

«El Gobierno mexicano debería saber que una vez retornados los migrantes son cinco años que no podrán ingresar a los Estados Unidos y deberían tener un albergue y una bolsa de trabajo, para que las personas busquen insertarse en la sociedad mientras arreglan su situación», considera el Padre Rivera.

***

Convertirse en migrante no es una meta. No es lo que quieres ser cuando piensas en el futuro. Muchas decisiones, algunas no tan propias, pesan sobre la responsabilidad de permanecer en tu país. Mi hijo ahora extraña sus juguetes y en su lamento dibuja el mío propio.

Tal vez hoy manejo su voluntad, decido sobre su derecho a uno u otro cielo mientras recuerdo al personaje de John Bunyan en su novela El progreso del peregrino (1678). El protagonista, así como nosotros, se abre paso hacia una ciudad que no conoce, y supera distintos obstáculos en el camino, ese que ya visualiza como destino final.

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30 agosto 2023 0 comentario
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La sociedad civil cubana no es una isla

por Lisbeth Moya González 2 agosto 2023
escrito por Lisbeth Moya González

Ya no pienso a Cuba como una isla, aunque pesen sobre mí todos los relatos insulares que la inmortalizan en su patrimonio intangible. Si tuviera que definir a Cuba, tal vez las palabras no fueran suficientes. La dibujo en mi cabeza como un mapa pequeñito en medio del Caribe, y atados a la cintura con lazos imaginarios, muchos de sus hijos, que se mueven por el mapamundi como buscando un sitio donde algo se les parezca al hogar. La pienso quizás como un conjunto de barcos que zarpan y vuelven, o una caravana de nómadas que se refugian en el pasado.

Migrar es añorar, y en el caso de los cubanos la migración ha sabido construir muchas Cubas allí donde se encuentre; mas no todo migrante se va por la misma razón, ni vive los mismos dolores. No todos partieron en iguales circunstancias y eso hace que Cuba comparta todo con el mundo, aunque no se parezca mucho al resto de los países. En Cuba, hasta la sociedad civil es trasnacional.

“Anoche yo tuve un sueño, qué cosa más placentera, yo me encontraba bailando en una esquina habanera” (Willy Chirino: La esquina habanera)

La Revolución cubana significó en 1959 un cambio radical en la dinámica migratoria. El proceso de migración tras esa fecha transita por diversas etapas. Entre 1959 y 1975 salieron hacia Estados Unidos aproximadamente 550 000 personas. La diáspora inicial se componía de sectores vinculados al gobierno de Fulgencio Batista, personas inconformes con el nuevo sistema político, otras cuyos bienes fueron expropiados y muchas más tras familiares que partieron por algunas de las razones anteriores. En este sector de la diáspora primaría el rechazo al nuevo orden político, y en sus demandas históricas al Estado cubano está recuperar posesiones expropiadas y el retorno a la vida republicana que una parte de ellos ejercía como clase privilegiada en la Isla.

Ese grupo migró fundamentalmente a Estados Unidos en medio del diferendo cubano-norteamericano instituido desde siglos anteriores y reforzado durante la Guerra Fría. La disputa política entre un gobierno declarado socialista en 1961, que arrebata su neocolonia más preciada al imperio más poderoso del mundo, configura para la diáspora cubana un contexto excepcional, marcado por leyes que favorecen su estancia en el país de acogida como refugiados políticos y la convierten en juez y parte de un combate político trasnacional que trasciende hasta nuestros días y que las administraciones norteñas han sabido financiar y potenciar para sus intereses.

Tales estrategias de subversión tienen como respuesta el blindaje legal y el discurso en torno a la seguridad nacional que despliega el gobierno cubano, así como la construcción de un imaginario de plaza sitiada que favoreció la criminalización del disenso tanto a nivel del Estado como de la ciudadanía.

Es importante resaltar desde la lectura afectiva de la migración y teniendo en cuenta los transnacionalismos de índole cultural, que desde esa primera migración cubana comienza a construirse una nueva Cuba en la Florida, donde se reproduce arquitectónicamente a La Habana añorada, se conservan hábitos y prácticas gastronómicas ya extintas en la nación actual y se afianzan tradiciones religiosas y culturales en todo el espectro de la palabra. De ahí que el sándwich cubano y la croqueta original sean más populares en Miami que en La Habana.

Migración cubana / sociedad civil trasnacional

Sandra Ramos: «Los problemas del peso» / Tomada de ADMagazine

Se trata, además, de cubanos que añoran el retorno de la República anterior a 1959 y la Constitución de 1940; que se organiza como sociedad civil para, en muchos casos, pedir el refuerzo de medidas unilaterales coercitivas con el fin de derrocar a la «dictadura»; una sociedad civil trasnacional y heterogénea que incluye a otros activismos de existencia más reciente, constituidos para solidarizarse con sus compatriotas en momentos de catástrofe o precariedad, o que, en casos de organizaciones como Puentes de Amor, abogan por la normalización de las relaciones entre ambos países.

La existencia de esa diáspora inicial con las características ya mencionadas conviene no solo al gobierno norteamericano en su diferendo político, sino también al cubano que legitima la exclusión, politiza el tema y refuerza su discurso nacionalista. Se trata, según según la doctora en Sociología Velia Cecilia Bobes, de «exportar la oposición», «utilizar la migración como válvula de escape a presiones internas» y como carta de negociación con el gobierno de Estados Unidos.

«¿Qué clase de libertad van a darte?» (Pablo Milanés: Yo me quedo)

Hasta 1962 ocurre el primer flujo migratorio entre Cuba y Estados Unidos, que utiliza vuelos regulares. No obstante, con la crisis de los misiles el presidente John F. Kennedy suspende los vuelos comerciales hacia y desde la Isla, y la migración comienza a producirse de manera ilegal. Entre 1962 y 1965 llegan al menos 30 000 cubanos irregularmente a territorio norteamericano.

En octubre de 1965 en la Isla se abrió el puerto de Camarioca para que los residentes en Estados Unidos recogieran a sus familiares por vía marítima, y así salieron al menos 3 000 personas. Nuevamente es la migración una moneda de cambio político entre los gobiernos. La tensión favorece un memorando de entendimiento entre las partes, que trae consigo la creación de un puente aéreo Varadero-Miami prolongado hasta 1973, cuando el presidente Richard Nixon lo elimina.

Con la suspensión de los acuerdos de 1965 concluyó la «segunda oleada» migratoria, durante la cual abandonaron a Cuba, por vía legal o ilegal, alrededor de 400 000 personas en poco más de diez años. Para 1980 existía una población de 670 000 cubanos en Estados Unidos.

Éxodo por Boca de Camarioca 1965 / Tomado de LASA

A finales de la década de 1970, un acercamiento diplomático dio lugar al establecimiento de Secciones de Intereses en La Habana y Washington. Como resultado del diálogo y las modificaciones a la legislación, desde 1979 los emigrados pudieron regresar a su patria y visitar a sus familiares, aunque en calidad de turistas. El humor popular convirtió a los otrora «gusanos» en «mariposas», pero en materia legal, la Constitución de 1976 mantuvo el rechazo a la doble ciudadanía y eliminó el derecho al libre tránsito.

En 1980 sobrevino una nueva crisis migratoria, tras la apertura del puerto del Mariel como resultado de la entrada de cerca de 10 000 cubanos a la embajada del Perú en busca de asilo político, y el incidente tuvo como resultado la migración de alrededor de 7500 personas a países centroamericanos por vía aérea. Ante la escalada de tensión, nuevamente el gobierno abrió la frontera marítima para quienes quisieran partir por esa vía.

Mas los llamados «marielitos» no fueron acogidos con tanta hospitalidad como los inmigrantes anteriores, al cargar con el estigma de ser de clases bajas y marginalizados ―un rechazo replicado hasta hoy con los «balseros». El propio Fidel Castro expresaría en el acto conmemorativo del primero de mayo de 1980: «Ese, ese es este pueblo, no los lumpens que quieren presentar como imagen del mismo, no la escoria que se alojó en la embajada de Perú! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Que se vayan!”, “¡Abajo la escoria!”, “¡Que se vayan todos los que no quieren trabajar!”, “¡Pim, pom, fuera, abajo la gusanera!”)».

Tomada de HavanaTimes

Por ende, la estigmatización de los migrantes cubanos en dicho contexto está mediada por no ser estos «víctimas» expropiadas por el socialismo, sino de desposeídos que salen de la Isla por las razones más diversas y que en muchos casos tenían un expediente criminal, o simplemente eran miembros de la comunidad LGBTIQ+, rechazada por la vieja guardia de ambas orillas.

Es importante destacar que, desde 1959 hasta los 80’s, no paró el estigma político sobre los migrantes por parte del Estado cubano, ya sea entendiéndolos como «escoria» o como «burgueses inadaptados», aunque necesariamente quienes migraban no lo hicieran por razones políticas sino económicas o de reunificación familiar. En este período se intensifican los actos de repudio como una forma de criminalización del disenso o simplemente de señalar a los familiares que quedaban en territorio nacional. Esos actos de repudio, condenados más adelante por la propia ciudadanía, se repetirían contra activistas opositores en los últimos años —aunque de forma menos intensa— principalmente tras los sucesos del 11J.

«… y ya no le dijeron más gusano, porque empezó a ser un comunitario…» (Frank Delgado: La otra orilla)

Las nuevas olas migratorias de la década del 80 en adelante no poseen un marcado carácter político. Paulatinamente deja de entenderse al migrante como «el extraño», «el contrarrevolucionario» o «la escoria». En la crisis económica de los años 90, tras la caída del muro de Berlín, el gobierno cubano se ve obligado a abrir sus puertas al turismo y poco a poco, con el advenimiento del nuevo siglo, quienes habían migrado retornan a visitar a sus familiares con regularidad.

Más adelante, las remesas se convertirían en un sostén para las familias en la Isla y la percepción de la migración cambiaría desde ambas partes. Como enuncia Cecilia Bobes, «En los años 90, nuevas modificaciones reconfiguran el escenario migratorio, esta vez asociadas a la crisis del Periodo Especial, la reforma constitucional (1992), la reforma económica (1993) y la “crisis de los balseros” (1994)». A esos repudiados que regresan a visitar a su familia, cargados de regalos, con cadenas de oro y rentando carros, se les comienza a llamar jocosamente, «comunitarios».

Crisis de los Balseros / Tomada de BBC

Según dicha autora, a partir de los años 2000, medidas como «la aceptación de la inversión extranjera (mixta y de capital privado) en diversos sectores, la legalización del trabajo por cuenta propia y la tenencia de divisas» abren las puertas al envío de remesas, que revaloriza socialmente a la migración.

La profesora de la Universidad de Massachusetts Denisse Delgado (2020) afirma respecto al cambio de postura de la diáspora cubana en Estados Unidos, que se produce «en la medida en que las generaciones más jóvenes, las que emigraron después de 1995, así como las segunda y tercera generaciones, mantienen lazos estrechos con la Isla».

Según la encuesta de 2018 a cargo de la Universidad Internacional de la Florida el 57 % de los encuestados estaban de acuerdo con el viaje sin restricciones de todos los norteamericanos a Cuba, y un 51% apoyaba el embargo —esto último cambia significativamente respecto al mismo sondeo de 2016, en el cual el apoyo solo fue de un 36% de la muestra—. En los últimos años estos criterios se han movido un poco. El mismo instrumento aplicado en 2022, arrojó que solo el 47% —10% menos que en 2018— apoyaban los viajes a la Isla sin limitaciones, y el acuerdo con continuar a las sanciones creció a un 63%.

Gráfico elaborado con los datos de la Universidad Internacional de la Florida 2016, 2018 y 2022

En estos criterios es probable que haya influido el paso del presidente Donald Trump por la Casa Blanca y una narrativa agresiva hacia gobierno de La Habana que fue amplificada por políticos e influencers en la Florida, sumado a hechos visibles de violaciones de derechos humanos en la Isla. Ambos elementos han contribuido a aumentar la polarización y el extremismo político entre los cubanos.

«a la pura yo se lo prometí…» (Kimiko y Jordi: El campeón)

Solo con la reforma migratoria de 2013 los cubanos pudieron viajar libremente. Más adelante, ante la crisis política suscitada por la covid 19 y la crisis económica, el gobierno facilitó una salida migratoria con el libre visado para Nicaragua. De acuerdo con datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP) «casi 40.000 cubanos llegaron a la frontera sur entre noviembre de 2021 y febrero de 2022». En octubre de 2021, «el número de los que llegaron a la frontera de EE. UU. oscilaba en los 5.000, y en febrero de este año superaban los 16.000».

Se trata de la mayor ola migratoria de la historia cubana, durante la cual muchos han perdido la vida, por ser un trayecto peligroso que puede incluir el cruce de la selva del Darién o del Río Bravo en México. Las cifras mencionadas solo se refieren al fenómeno migratorio hacia Estados Unidos vía Nicaragua, pero no contemplan a quienes migran hacia otros destinos con libre visado como Rusia, Emiratos Árabes o Ecuador, con procesos migratorios similares, pero en menor escala.

Migrantes cubanos cruzando el Río Bravo / Tomada de The New York Times

La fuga de cerebros es otro de los factores para tener en cuenta, puesto que miles de universitarios cubanos se van sin retorno para cursar becas de maestría y doctorado en el extranjero. El abandono de misiones internacionalistas y los intelectuales o deportistas que salen del país a algún evento o competición y no regresan, es también una ruta.

Tras el 11J se da un nuevo proceso de marcada migración política, pues muchos activistas, periodistas independientes o presos políticos y sus familiares han debido abandonar su tierra a causa del proceso de criminalización del disenso y acoso al que han sido sometidos por parte del Estado. Otros, incluso, han sido exiliados, al no permitírseles regresar al territorio cubano. En estos casos, la migración no solo se centra en Miami, sino en destinos como Madrid, Alemania y Serbia, entre otros.

Lo que facilita la migración hacia España es la posibilidad de los cubanos de optar por la ciudadanía de ese país, como resultado de las medidas de nacionalización por origen familiar. En el caso de otros destinos dentro de la Unión Europea, suele ser consecuencia del libre visado hacia Serbia y las escalas de los vuelos hacia ese país, en Alemania o Suiza, donde muchos viajeros procedentes de la Isla piden asilo político.

«Tú cinco nueve, yo doble dos» (Yotuel Romero, Descemer Bueno, Gente de Zona, Maykel Osorbo y El Funky: Patria y vida)

La migración cubana posee un amplio matiz político, pero, a fin de cuentas, aunque el Estado reniegue de ella ―tanto al no otorgarle derechos de ciudadanía, como al condenarla en su discurso―, es la parte de la sociedad civil cubana más activa. En ello influye la no restricción directa del gobierno cubano y los contextos en que las diferentes generaciones diaspóricas abandonaron la Isla, además de las características del país de recepción. Parte de esa sociedad civil diaspórica tiene una postura de no diálogo con el Estado cubano y basa su agenda en el cambio de régimen, lo cual ha sido el escudo histórico del gobierno de la Isla, para no reconocerla.

La sociedad civil diaspórica es heterogénea y está en pugna constante a su interior. Desde el 11J se aprecia una mayor politización signada por la denuncia de la criminalización de la protesta en Cuba, que es objeto de enfrentamiento entre sus miembros.

Tomada de The New York Times

No se puede pensar a la sociedad civil trasnacional cubana sin su propio proceso histórico y postura en el diferendo Cuba-Estados Unidos, ni obviando la heterogeneidad de los emigrados, fuertemente influida por el momento y las circunstancias históricas en que abandonaron su país, su postura política y cómo fueron tratados por el gobierno cubano y la nación de acogida.

Es fundamental en su configuración el componente afectivo y la nostalgia de una Cuba pre-1959, la pertenencia a una clase social o generación específica, la presencia o no del financiamiento norteamericano en sus campañas políticas y los motivos particulares de cada migrante, que pueden ser políticos, económicos, de reunificación familiar…

Finalmente, no debe pasarse por alto el rol del liderazgo de los activistas políticos desterrados o emigrados ni el capital simbólico-político acumulado por una diáspora que posee varias generaciones de organización política (en el caso de Miami) e influye en la política del país de recepción respecto a Cuba.

A pesar de que el discurso oficial cubano se niega a reconocer una sociedad civil más allá de las organizaciones de masas, y a pesar de que dentro de la Isla todo activista del signo político que sea puede llegar a ser criminalizado, la sociedad civil cubana existe. Y aunque no sea la soñada por las izquierdas oficialistas o críticas, aunque cargue con todo el dolor que supone la migración en contextos políticos hostiles como los descritos, aunque incluso adquiera tonos de derecha anticomunista; es un hecho, no se puede negar.

El fantasma de la sociedad civil siempre ha recorrido la Isla y el futuro de Cuba depende de ese diálogo trasnacional, que no implica necesariamente ponernos de acuerdo, pero debe implicar el cese de las falacias de ambas partes y el reconocimiento, por un lado, de Cuba como Estado indispensablemente independiente, soberano y libre de injerencia, y por el otro, de la sociedad civil cubana, trasnacional y heterogénea. 

2 agosto 2023 9 comentarios
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Migración

Las caras de la migración incontenible en el deporte cubano

por Harold Iglesias Manresa 28 junio 2023
escrito por Harold Iglesias Manresa

Pedro Pablo Pichardo, Orlando Ortega, Loren Berto Alfonso, Abraham Conyedo, Taymí Chappé, Niurka Montalvo, Osmany Juantorena, Melissa Vargas, Wilfredo León, Yoandy Leal, Taismary Agüero, Joan Lino Martínez, Ismael Borrero, Reineris Andreu, Andy Cruz, Fernando Dayán Jorge, Denia Caballero, Yiselena Balart, Jordan Díaz, Reynier Mena, Luis Robert Moirán, Yordan Álvarez, Yasmany Acosta, Arley Méndez, Osvel Caballero, Yoenlis Hernández, Kevin Brown (67 kg), Robeisy Ramírez y Herich Ruiz (86 kg) …

La migración en el deporte cubano ha alcanzado niveles inusitados en los últimos años. En lo que va de 2023, año medular ante la inminencia de los Juegos Olímpicos de París 2024, frisa la treintena el número de deportistas que se han desligado de nuestro sistema deportivo para redirigir el curso de sus carreras, o de sus vidas, hacia otros lares.

Estos números se añaden a los más de 60 que en el pasado 2022, según recuentos realizados e información aportada por una fuente del Instituto Nacional de Deporte y Recreación (Inder) que no quiso revelar su identidad, abandonaron delegaciones oficiales o contratos en el exterior, que se habían rubricado a través de la política de contratación de deportistas en el exterior implementada por dicho organismo en 2013.

El béisbol es el deporte más golpeado en Cuba por el éxodo de atletas en las distintas categorías. La imagen muestra al equipo que perdió a la mitad de sus jugadores en el Mundial Sub-23 de 2021
Foto: Getty Images

También se suma a los más de 120 peloteros que en ese mismo lapso, según el periodista e investigador deportivo Francys Romero, salieron de la Isla por disímiles vías. De ellos, al menos un tercio con edades comprendidas entre 14 y 23 años.

Este escenario preocupa más en el actual contexto de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador, en donde se echará de menos a  la mayoría de los efectivos mencionados al inicio de estas líneas y ausentes en nuestra delegación deportiva, pues muchos de ellos optarían por las preseas de oro en sus respectivas disciplinas.

Causas de la migración ascendente a nivel global

Hay variables asociadas al fenómeno migratorio que encajan con las realidades del deportista cubano y su afán por proyectar evolución y desarrollo, a pesar de que en materia de carrera deportiva, cuenta con perspectivas evolutivas en el presente y el futuro.

Según el último informe anual de la Organización Internacional de Migraciones, al cierre de 2020 el mundo contaba con cerca de 281 millones de migrantes, lo que representaba el 3.60% de la población mundial.

Ese valor arroja que en los últimos 50 años se triplicó la cifra de migrantes internacionales, pues hacia 1970 se registraron 84 millones de migrantes, en tanto, 153 millones se recogían al cierre de 1990.

La irrupción del Dream Team de baloncesto de los Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 marcó un antes y un después en la nacionalización de deportistas a nivel mundial, pues detonó un fenómeno de globalización en el deporte, acompañado del desarrollo tecnológico y de los medios de comunicación.

Tales cuestiones posibilitaron que talentos deportivos fueran vistos y evaluados por reclutadores de otros países. A esto se sumó que muchas naciones invirtieron más recursos en sus programas deportivos y la formación de atletas de alto nivel para mejorar su rendimiento en competencias internacionales.

Como consecuencia, varios países implementaron políticas de nacionalización deportiva para atraer a extranjeros, las cuales pueden conceder la ciudadanía acelerada a los atletas.

Entre los ejemplos más connotados de esta práctica clasifican los corredores de fondo Sifan Hassan y Mo Farah, nacionalizados por Holanda y Reino Unido, respectivamente; atletas de disciplinas de combate de las ex repúblicas soviéticas; y una legión de exponentes chinos y de otras zonas de Asia en el tenis de mesa y el bádminton.

De vuelta a esas variables de incidencia, hallamos que en el deporte hay seis factores asociados a que talentos de países pobres pasen a otros con mejores condiciones económicas y de desarrollo, donde en ocasiones tienen la oportunidad de representar a un equipo nacional como primera figura, luego de batallar durante años en su país de origen sin conseguirlo. Estos factores son:  

  • Búsqueda de mejores oportunidades: Es esencial en términos de desarrollo deportivo, competencias de alto nivel, instalaciones de entrenamiento de calidad, salarios más altos y perspectivas de carrera más prometedoras. Algunos países o clubes tienen mejores infraestructuras, programas más sólidos o ligas más competitivas, lo que los posiciona como destinos de nicho atractivos en los que los deportistas posan su atención.
  • Factores económicos: Los atletas se interesan por materializar contratos más lucrativos, mejores patrocinios o acuerdos comerciales más beneficiosos en otros países. La posibilidad de ganar más dinero se erige como incentivo para trasladarse a sitios que valoren mejor sus habilidades desde el punto de vista financiero, incluso con tendencia a rúbricas en edades más tempranas, de acuerdo con su talento.
  • Estabilidad política y social: La inestabilidad política, los conflictos sociales o la falta de oportunidades en el país de origen conducen a buscar ambientes más estables y seguros. La migración deportiva puede ser una forma de escapar de situaciones peligrosas, o derivarse de fenómenos asociados al desplazamiento forzoso como consecuencia de conflictos armados, persecución u otras causales de índole represiva.
  • Reconocimiento internacional: Pasa por el hecho de convertirse en una figura relevante. Al unirse a equipos o ligas más prominentes, aumentan su visibilidad y compiten en escenarios más notorios.
  • Oportunidades de representación nacional: Un número considerable de deportistas migra a países que ofrecen mejores oportunidades para representar a una selección nacional en eventos internacionales. Esto puede asociarse a restricciones o limitaciones en su país de origen, la presencia de figuras de mayor calidad por delante, o por creer que contarán con mejores opciones de elegibilidad en otra nación.
  • Mejor calidad de vida y estabilidad: Es un criterio que siempre gravita en los posibles móviles de una toma de decisión. En la balanza se colocan acceso a mejores servicios de salud, educación, seguridad y calidad ambiental.

Una investigación sobre el tema en la Universidad Autónoma de Barcelona, profundiza en los posibles factores facilitadores de la transición cultural en deportistas migrantes, sintetizados en: (a) el contexto sociocultural inclusivo, (b) las redes de apoyo social, (c) la identidad de migrante, (d) el idioma y (e) las competencias para la gestión de la carrera deportiva en el extranjero.

Caso Cuba: Un bote que no para de hacer aguas

Casi todas las variables de incidencia se exacerban en el caso cubano, donde un número considerable de deportistas encuentra el instante decisivo para emprender su viaje de no retorno en certámenes deportivos puntuales o citas multideportivas.

Si bien es cierto que emigrar es una decisión personal relacionada con variables de inconformidad o insatisfacción en el país de origen, así como horizontes o perspectivas de desarrollo supuestamente más favorables en otros destinos, este autor considera que hay unas vías de realización más cuestionables que otras.

El titular olímpico de Tokio 2021 en la canoa biplaza, Fernando Dayán Jorge, aspira a competir por Estados Unidos luego de abandonar una base de entrenamiento en México y cruzar la frontera en 2022. / Tomada del Instagram del atleta.

Abandonar una delegación inmersa en una competencia constituye un acto desdeñable por las consecuencias que desencadena en el equipo, pues cambian sus dinámicas y se enrarece el ambiente tanto dentro como fuera del terreno. A ello se suma la cuestión ética de volverle la espalda a los compañeros y el sentimiento asociado al orgullo patrio.

A propósito, según las autoridades cubanas, los deportistas que han emigrado en la última década superan los 800. En este sentido, el primer y mayor episodio de éxodo masivo de una delegación de la Isla se produjo durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Ponce, Puerto Rico, en 1993, cuando se desvincularon de Cuba 43 miembros de su delegación, entre atletas, entrenadores, periodistas e, incluso, miembros de la Seguridad del Estado. El hecho melló en los paradigmas y conceptos asociados al espíritu revolucionario que habían mantenido “compactos” a nuestra sociedad y al movimiento deportivo.

La crisis del Período Especial, cuyos ganchos contundentes se evidenciaron en 1993, se convirtió en el principal argumento esgrimido por casi todos los que patentaron la estampida en un contexto muy favorable, por ser Puerto Rico un Estado libre asociado de los Estados Unidos y la posibilidad de ir a por el “sueño americano”, más que continuar las carreras deportivas, ya exitosas, de algunos.

Luego han existido episodios similares que, si bien no alcanzan los números rojos de Ponce 1993, califican como connotados: en los Juegos Panamericanos de Toronto, en Canadá, se fijó en 28 la cifra de abandonos de la delegación; mientras nueve lo hicieron en los Centroamericanos y del Caribe de Veracruz, México, en 2014.

Capítulos igual de impactantes se encuentran en disciplinas como el béisbol, el voleibol, el fútbol (Copa de Oro), el baloncesto (ediciones de Centrobasket) y el balonmano.

La discóbola Yaimé Pérez acaba de imponerse en Nueva York con la segunda mejor marca del año y tope personal de la temporada (67.44 metros) / Cortesía de Milan Ruzic

En el voleibol, seis de los pilares del equipo masculino, abandonaron la delegación en 2001; mientras cuatro futbolistas lo hicieron en la edición de la Copa de Oro 2019, y una docena durante el Campeonato Sub 20 de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe  de Fútbol (Concacaf) en Bradenton, Florida, en 2021.

También en 2021, 12 miembros del equipo que disputaba la Copa del Mundo Sub-23 de pelota en México, rompieron nexos con la Federación Cubana de Béisbol (FCB) y el sistema deportivo antillano.  

Aquí vale introducir otra variable de incidencia: el acuerdo rubricado el 19 de diciembre de 2018 entre la Major League Baseball y la FCB, que fue truncado el 9 de abril de 2022 por el ex presidente Donald Trump. 

Los argumentos de algunos de los atletas protagonistas coinciden con el del voleibolista Robertlandy Simón, considerado uno de los mejores centrales del orbe, para quien los deportistas cubanos continuarán emigrando por motivos económicos:

«No tienen la posibilidad de tener una vida plena en nuestro país y esa posibilidad se la dan otros países. En Cuba, aun demostrando mucha calidad, simplemente no consigues lo que quieres, tu familia en general pasa mucho trabajo y lo que quieres es ayudar», aseveró el jugador, que fue readmitido en la selección cubana en 2019, tras jugar durante casi una década en prestigiosas y lucrativas ligas como la italiana y la brasileña.

Andy Cruz, doble titular mundial y as olímpico bajo la bandera cubana, tendrá su debut profesional el próximo 15 de julio. / Foto: Boxeo cubano

La actual crisis económica por la cual atraviesa la Isla, calificada por algunos expertos como más aguda que la de los ‘90 del pasado siglo, unida a la depauperación de instituciones estatales como el Inder, también pueden considerarse un factor de peso.

Mientras, un especialista cubano en materia deportiva expresó en declaraciones a la agencia AFP que la creciente ola migratoria en el deporte probablemente acentuará un bajón en los rendimientos de elencos cubanos en Juegos multideportivos y certámenes de nivel.

«Renovar y reponer las salidas no es fácil, pues un deportista de élite no se forma en cuatro, ocho ni diez años. Mientras, darles titularidad a segundas figuras no es una garantía de éxito inmediato al primer nivel».

La política de contratación de deportistas cubanos en el exterior, así como la nueva directriz de remuneración, se instauraron como mecanismos para atemperarnos a las realidades mercantiles del deporte global, y mitigar el éxodo creciente de talento atlético.

Sin embargo, interpretaciones y procederes particulares asociados a estas políticas, así como algunas irregularidades relacionadas con los pagos de premios en metálico derivados de los rendimientos en competiciones puntuales, han diluido en la práctica las pretensiones y directrices sobre las cuales se implementaron.

Según el Inder, el 2021 marcó récord con 125 deportistas contratados en clubes de 25 países, con destaque para México (20), Italia (16), España (15), Francia (13) y Portugal (8). Las estadísticas crecieron respecto a los 78 de 2020; pero no sirvió para contener la hemorragia de talento deportivo en 2022, que hizo saltar las alarmas sobre el éxodo.

Deben contemplarse además otros agentes externos que influyeron en los procesos de contratación, como el impacto de la pandemia de la Covid-19 y los efectos reales derivados del bloqueo económico impuesto por el gobierno de Estados Unidos.

Una mirada al panorama migratorio en el Caribe, refleja que Cuba (1.757.300 migrantes) y Haití (1.769.671) emergen como principales emisores de inmigrantes y emigrantes en la región. Se presume que el panorama de éxodo esté en sintonía con las estadísticas generales desde el punto de vista demográfico, pues en materia deportiva Cuba puede considerarse poderoso en cuanto a formación de talento.

Migración en el caribe

Migración en el Caribe / Fuente Naciones Unidas

Recuérdese que muchos deportistas cubanos de primer nivel que han defendido los pabellones de otras naciones luego, han alcanzado rendimientos muy loables en Juegos Olímpicos y Mundiales de sus respectivas disciplinas.

El fenómeno migratorio tiene muchas aristas desde las que abordarse. En el deporte, cada caso de migración es único y puede estar influenciado por una combinación de factores.

Las motivaciones individuales de los deportistas pueden variar, y la migración en el deporte es un fenómeno complejo que puede tener implicaciones positivas o negativas, tanto en la vida de los atletas como en las comunidades involucradas.

De igual manera, deben contemplarse los cambios en las regulaciones deportivas y migratorias como agentes de influencia en las decisiones de los atletas para trasladarse a otros países, en busca de oportunidades.

Reitero el criterio de que la migración asociada a buscar mejoras de diversa índole es parte de una lógica evolutiva humana de la cual el deporte no está exento; pero esas decisiones personales no deben afectar a terceros miembros de un colectivo, ni lanzar por la borda años de trabajo.

Por ahora, la lista de deportistas cubanos que decide emigrar continúa en ascenso, y no se vislumbra a corto plazo una política de soluciones para contener dicha hemorragia. Seguiremos siendo testigos desde la barrera, con esa mezcla irreductible de orgullo y nostalgia, de los rendimientos de Yaimé, Denia, Chamizo, Conyedo, Andy Cruz, Pichardo, Jordan Díaz, Fernando Dayán y compañía.

28 junio 2023 3 comentarios
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Migración

Migración: nota en la sostenido de un pentagrama país desafinado

por Harold Iglesias Manresa 7 junio 2023
escrito por Harold Iglesias Manresa

“Los inmigrantes no pueden escapar de su historia más de lo que uno puede escapar de su sombra.”

 Zadie Smith

 

Soy cubano. Esa es mi respuesta cuando me preguntan. La emito con brillo en los ojos y una dosis de orgullo que, si bien es inferior a la que hubiese sentido hace diez años, todavía provoca que la frase salga disparada sin titubeos, como un acorde espontáneo en la sostenido dentro de un pentagrama nación que desafina.

Eso sí: soy un cubano con las heridas de la emigración a flor de piel. Conozco pocas familias en las que se respire tanta unidad como en la mía. Crecí bajo el calor de mi abuela Sara, mi madre Ileana, mis tíos, primos, amigos cercanos…

Sara orquestaba una sinfonía familiar en la que ausentarse sin razón de peso al almuerzo de los domingos era considerado sacrilegio, y en donde un fin de año llegamos a contar 32 personas en un apartamento de microbrigada en Mulgoba, todos con platos en mano compartiendo el puerco, los tamales y la yuca al ritmo de Van Van.

Ese pictograma familiar ahogado en el recuerdo no hay sutura sentimental que la contenga.

Imagen: AFP

Como miles de familias cubanas que sufren, viven y hasta se alimentan de los fenómenos asociados a la emigración, la mía se ha convertido en lágrimas de distancia, en un río caudaloso que por necesidad se ha desconectado de sus afluentes. Me separan casi 9.000 kilómetros de mi madre, a quien desde hace un año y medio sólo veo por videollamadas; casi 7.400 de mi padre en Martí, provincia de Matanzas; y unos 7.435 de la única tía materna que me queda en Cuba.

Ese rompecabezas se compone de piezas que las circunstancias, las necesidades de mejora y los sueños, no sin dolor, han llevado hacia Estados Unidos, España y Panamá, por solo mencionar los puntos cardinales más connotados de ese nudo familiar, otrora compacto, que fue desatado forzosamente tras la crisis del Período Especial en los ’90 del pasado siglo.

Móviles y el andar solitario de un oso

Los criterios sobre la posibilidad de emigrar nos golpearon con fuerza a mi esposa Madelaine y a mí, justo antes de irrumpir la pandemia de la Covid-19 en Cuba. Comenzaba a pujar la inflación como consecuencia de situaciones, que tocaban el umbral de la inseguridad alimentaria en muchos hogares. A ello se sumaba la bajísima producción agrícola y el consecuente desabastecimiento con ofertas casi inexistentes, así como políticas de gestión ineficaces en otros rubros económicos fundamentales.  

A la agudización de la crisis institucional, con alcance en pilares históricos de la Revolución como la salud y la educación, se añadía el envejecimiento poblacional y el desprendimiento de casi todo patrón de arraigo o pertenencia para con el país, por parte de la generación nacida bajo los embates del llamado Período Especial.

Cortesía del autor

Este agravamiento del fenómeno de susbsistencia a niveles insospechados, trajo también como consecuencia una profunda depauperación de la sociedad, partiendo del criterio de que la necesidad es la peor enemiga de las buenas maneras, incluso las relacionadas con la tranquilidad y la seguridad ciudadanas. 

Por otro lado, la llave de «oxígeno» que respiró una minoría al repuntar el sector turístico, con Estados Unidos como segundo emisor de viajeros a la Isla a raíz del levantamiento de restricciones por parte del entonces presidente Barack Obama, había sido cerrada por Donald Trump, su sucesor en la Casa Blanca.

Esos y otros agentes, como la política de reordenamiento económico implementada con el andamiaje desestabilizado y la ralentización de los procesos productivos y comerciales de la nación, incidieron en la decisión más compleja que he tomado en mi vida.

Despertar sin la posibilidad de poner un jugo o un paquete de galletas a mi hijo Enzo Samuel para su merienda del preescolar; estar desde las seis menos cuarto de la mañana en la cola de la Gacela 16 en Alamar para intentar llegar infructuosamente antes de las ocho a su escuela, ubicada en la Avenida Carlos III y Montoro, a dos cuadras de la céntrica Facultad de Estomatología; o estar al más puro estilo de los «cazafantasmas» detrás de un litro de aceite o un cartón de huevos en cualquier punto de la geografía habanera, fueron ganchos que hicieron blanco en mi anatomía y pensamiento.

Seis meses antes del día cero, mi madre con 61 años y con la certeza de haber convertido a su único hijo en un hombre de bien al verlo construir una familia sobre pilares y conceptos certeros, partió hacia Estados Unidos con las maletas de la separación y de la incertidumbre pasadas de peso, pero también con la esperanza de mejora.

Mi madre emprendió un viaje hacia el Norte con la experiencia de más de seis décadas vividas, de disímiles situaciones enfrentadas, de bonanza y apagones, del dólar a 170 pesos, de los mercaditos llenos y el Cerelac como única opción de desayuno. Su decisión fue otra flecha que hizo blanco en la diana de nuestros pensamientos y nos hizo sacudirnos de los miedos que gravitan sobre comenzar desde cero en un país extraño.

Tales temores son comunes en muchos de mi generación, porque a los nacidos entre 1979 y 1985, nos ha costado dilucidar el punto de no retorno.

Tomada de: Sin Permiso.

Unos porque se aferran a la esperanza de ser parte de un proceso de construcción de una Cuba mejor, donde el bienestar de las mayorías, lejos de ser una utopía arropada en consignas, sea una realidad cotidiana.

Otros porque desde su burbuja profesional intentan hallar infructuosamente el equilibrio entre realización e ingresos, y apuestan a disímiles mecanismos para satisfacer las necesidades básicas de sus familias, pues ante la imperante relación diabólica productos-precios, y las ineficientes políticas de remuneración estatal, urge diversificarse.

Mientras, una cifra mucho mayor padece del dolor de cabeza que provoca preguntarse qué ponerle a su plato al caer la tarde, y no tanto cómo vestirse o a dónde salir los fines de semana.

Melodía de una partida y nota aguda de lo nuevo

Llegar a España no fue sencillo. El proceso resultó tortuoso en toda la dimensión de la palabra. En un par de ocasiones nos fue denegada la solicitud de visado de larga duración por concepto de estudios, luego de tener aprobado el ingreso a la Maestría en Marketing Digital desde noviembre del año 2019 y cumplir con todos los requisitos que exigía el Consulado. Como consecuencia, la resolución de nuestro expediente alcanzó las instancias de los Tribunales de lo Civil de Madrid.

Transcurrirían 30 meses hasta junio de 2022, en los que sucedieron muchas cosas y cambiaron nuestras visiones respecto a un sinnúmero de situaciones; pero lo más importante para Madelaine y para mí era la presencia de nuestro hijo. Esa realidad se convirtió en espada y escudo de cara a cualquier toma de decisión.

Aunque salimos fortalecidos de la pandemia, comenzaba a mellar en nosotros el desaliento, aderezado con el paso del tiempo y la incertidumbre respecto a nuestra futura situación y posible partida. Mientras, la familia y nuestros amigos más cercanos no cesaban de apoyarnos y darnos aliento en aquellos días más sombríos, en los que decir cualquier palabra o tener puntos de vista encontrados podía desencadenar alguna discusión.

Cortesía del autor

Cerca de la una de la tarde del lunes 13 de junio desembarcamos en el aeropuerto de Barajas en Madrid, para iniciar esta nueva cruzada. Desde entonces, no hemos dejado de agradecer a quienes de una forma u otra nos ayudaron durante el proceso: mi madre Ileana, mi amigo y hermano Fernando y Karla su esposa, mis compadres Tony y Yisel, el Guille, el padrino Serafín, y en especial a Rosi e Isra, que nos albergaron en su casa durante casi ocho meses hasta que estuvimos en condiciones de independizarnos. 

Ha transcurrido casi un año y por primera vez me atrevo a escribir. Durante este tiempo, no ha habido una noche en la que no me cuestione si hicimos lo correcto e intente adelantar el próximo paso en función de la seguridad y el bienestar de mi familia.

Los resultados parciales arrojan que sí, pese a que me he desdoblado en múltiples facetas: editor de madrugada, cuidador de perros, mozo de almacén, traductor in situ de inglés para mediar entre nigerianos y españoles en las naves de Supermercados Día, y actualmente asesor inmobiliario. De eso se trata, de darle el pecho a las situaciones y comerse el mundo para garantizar el bienestar de los tuyos.

La mayor satisfacción ha sido ver cómo Enzo se ha adaptado a la escuela, evidenciar sus progresos diarios insertado en un programa de enseñanza bastante diferente y complejo, así como de brindarle mayores posibilidades de cara a su futuro.

Tener la certeza de que con trabajo podemos acceder a la mayoría de las cosas que constituyen necesidades elementales, y que igualmente la educación y salud públicas son gratuitas y con altos estándares de calidad, deviene reconfortante en gran medida.

Esta enorme ciudad capital nos hace patentar un clima se seguridad, y aunque no está ajena a los impactos de una inflación global que hace mella en las economías familiares, no alcanza los niveles estratosféricos existentes en Cuba porque la oferta satisface la demanda, y la competencia diversificada permite opciones de compra más económicas para los de menores ingresos.

Por mi color de piel o mi condición de migrante, he sido víctima de racismo con sutileza similar a la de un avezado violinista para esculpir acordes de su instrumento. Me ha ocurrido en sitios insospechados como la cola del supermercado, la entrada del parque Wagner o el metro. Pero ese es otro fenómeno que aún en pleno siglo XXI y en vías de alcanzar el metaverso, arropa a no pocas personas.

Existen otros problemas como también otros caminos para su solución democrática, y está latente el flujo migratorio proveniente de otras naciones, así como de españoles que parten hacia destinos europeos más lucrativos.

Lo cierto es que, como yo, cada día miles de cubanos se plantean la opción de emigrar en busca de bienestar y acceso a un futuro que les permita materializar, o al menos luchar por sus sueños en un escenario más favorable. No importa si es hacia Estados Unidos, España, Chile, Angola, República Dominicana, Islandia, Egipto, Rusia o Serbia.

Estadística: Número de emigrantes de Cuba en 2020, por país destino | Statista
Ante esta realidad, el arraigo a tierra, tradiciones, costumbres y familia cada día pesa menos. No reparan en vender sus bienes más preciados para desafiar los peligros de una travesía de miles de kilómetros, varios pasos fronterizos, la selva del Darién, el Río Bravo, o residir sin documento legal de identidad luego del vencimiento de un visado en cualquier otro destino.

El periodo comprendido entre el 1 de octubre de 2021 y el 31 de diciembre de 2022 es considerado el más cruento de este nuevo episodio de crisis migratoria, pues según las estadísticas ascendió a 394.070 la cifra total de emigrados cubanos, de los cuales 334.430 entraron en territorio estadounidense.

Tales datos, son visiblemente superiores a crisis precedentes como la acontecida en el año 1965 cuando por el puerto de Boca de Camarioca salieron 5.000 cubanos; el éxodo del Mariel en 1980, durante el cual partieron otros 125.000 y la Crisis de los Balseros de 1994 que contempló el éxodo de unos 32.362.

Por mi parte, cargo y seguiré cargando con mi mochila de nostalgias, como hacen miles de cubanos que componen el caudal de una hemorragia migratoria que, en este minuto, carece de acciones de contención visibles a nivel de Estado.

Cortesía del autor

A eso le agrego el lastre y la valentía de dejar a mis padres y a parte de mi familia; mi hogar, refugio construido con tanto esfuerzo; mis costumbres, mis amigos, el ambiente del barrio; desprenderme de un pedazo de mi para enfrentarme a realidades muy distintas.

Pero aun así toco la melodía de mi vida, que en definitiva se compone de notas y acordes colocados en el pentagrama de mis decisiones, con el peso de cada una, con la fe puesta en un futuro mejor y sin remordimientos.

7 junio 2023 14 comentarios
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Moscú no cree en lágrimas
Migración

Moscú no cree en lágrimas. La historia de una migrante cubana en Rusia

por Lisbeth Moya González 8 abril 2023
escrito por Lisbeth Moya González

Placetas es un pueblo de avenidas tan grandes como las pretensiones del marqués José Martínez Fortún; médico, periodista, historiador y casi hombre renacentista que tras obtener su título nobiliario a manos del rey Alfonso XII de España, se dispuso a construir en el centro de Cuba un caserío con aires de grandeza en torno a la industria azucarera. Placetas quiso ser New York, Madrid o París y abrió sus calles para darle espacio a los edificios soñados: construcciones que nunca levantaron la cabeza, más allá de los portales anchos que podían abarcar toda una cuadra, para que los vecinos socializaran, como si sus casas y sus vidas fueran la extensión de las de al lado.

Placetas es un lugar de gente “maceta” y muy chismosa, dicen por ahí. Lo de “maceta”- gente adinerada- se debe a la industria del aluminio, que allí tomó mucho auge; lo de chismosa y conservadora, al “infierno grande” que es todo pueblo donde se conoce la vida del vecino.

Porque Placetas

(Foto: Flickr)

El parque de Placetas es uno de los pocos espacios de socialización de los jóvenes. Ellos se reúnen a cualquier hora en sus bancos, bajo los  laureles, cuyas raíces centenarias amenazan con abrir en dos la tierra. Acompañados de bocinas, con el reguetón sonando hasta estremecerlo todo, los jóvenes sacan sus mejores galas —zapatos de tacón alto para las mujeres, y camisas para los hombres— para asistir a algunos de los pocos centros nocturnos del pueblo.

Entre las que caminan con dificultad en tacones por las carreteras destruidas, está Lucía. Harta de ser juzgada por libre y de no tener más distracción que el parque y alguna piscina de las que abundan en el pueblo; dejó la escuela en décimo grado, porque para qué estudiar en un país en que los intelectuales ganan menos que los negociantes.

Su familia la consiente, pero no la mira con buenos ojos, y ella mira al mundo con ganas de correr y perderse en grandes avenidas, donde los edificios si hayan germinado. En Moscú, en cambio, le espera la calle Arbat —cuyo nombre proviene de la palabra árabe arbad o suburbio en español— con la promesa de abrirse ante ella y ser una buena pasarela para sus zapatos de tacón.

Calle arbat

(Foto: Rusalia)

Desde que supo que en Rusia no exigían visa para los cubanos y había trabajo, no paró de soñar la nieve. Todo saldría bien, tenía amigos esperándole y vendería todas sus cosas para tener con qué vivir en los primeros tiempos. A tanta insistencia, su tío de Miami le pagó el pasaje. A fin de cuentas, él también había sido un inmigrante y sabía de antemano que el mejor regalo que podría hacerle a su sobrina era el empujón para salir de Cuba.  

Se arriesgó mucho al irse, porque había que tener reservación en un hotel para entrar a Rusia y demostrar que ibas de turista. Ella solo tenía el pasaje, pero, aún así no hubo problemas con migración. En el aeropuerto de Moscú la esperó un amigo que la dejó a su suerte en aquel paraje monstruoso y helado, donde no parecía haber una vecina chismosa que le tendiera la mano, ni un parque cálido donde sentarse, sin miedo, a la sombra de un árbol.

(Foto: Cubacute)

“Nadie me enseñó cosas elementales que una debe saber en un nuevo país, ni me guiaron para encontrar trabajo y ni siquiera a tomar el metro. Con un celular que no servía, porque se apagaba cada cierto tiempo, tuve que ubicarme. Siempre he vivido fuera de Moscú, pero trabajo allí y sin saber ruso tenía que hacerle señas a cualquier persona para que me indicara las paradas del metro. Mil veces me quedé botada en la calle. Gracias a Dios siempre llegué a casa.  A los veinte días de estar acá, mi amigo regresó a Cuba y me quedé sola en la renta en la que estaba, donde vivía con cinco personas más”, cuenta Lucía, un año y dos meses después de llegar a Rusia.

Al poner un pie en Moscú tuvo que comprar toda su ropa, porque solo traía consigo lo puesto: unos tenis blancos de suela fina, y un abrigo gris, que sería su compañero durante los primeros tiempos. Para una cubana adaptada al clima tropical, soportar una temperatura de 7 grados fue el inicio del infierno. Desde la noche del 17 de octubre de 2021, en que pisó suelo moscovita, añora el calor y la ropa corta con que solía andar.

“He pasado mucho frío. Hubo -25 grados una noche y pensé que me iba a morir. No sabía qué ropa comprarme para aguantar esto y sentía que nada que me pusiera era suficiente. Iba a las tiendas y me maltrataban mucho, porque yo no les entendía y al final no lograba comprarme lo que necesitaba para soportar el frío. Tuve que aprender solita a desenvolverme y andar con el traductor de Google en la mano todo el tiempo. He visto mucho maltrato a los migrantes acá. A los de piel más oscura, sobre todo. Pienso que conmigo no han sido tan duros como con otros. Puede ser peor”.

(Foto: El Periódico)

Cuando logró conseguir trabajo, estuvo un mes limpiando tiendas. Tenía que moverse constantemente, sin conocer cómo llegar a las diferentes ubicaciones a las que la enviaban. “Mi primer jefe ruso no me hablaba, me gritaba. Yo le ponía en el traductor que no entendía y él se molestaba mucho. A ellos no les importa nada, no intentan comunicarse. Tú eres un objeto y no les agradas, eso te lo dejan claro”. En ese trabajo, Lucía cobraba 1100 rublos (alrededor de 16 dólares) al día y debía reunir 10 mil para la renta, más sus necesidades.

(Foto: Sumarium)

Cuando ya no podía soportar a su jefe, por suerte, encontró un trabajo en la construcción donde le pagaban mucho mejor, pero terminó rápido. Al finalizar la obra, estuvo dos meses desempleada, viviendo de ahorros precarios y de la ayuda de unos amigos que recién había conocido.

“El tema del trabajo aquí es que te explotan durante al menos doce horas diarias y si te ven descansando te multan. Los inmigrantes hacemos lo que los rusos no quieren hacer. Desde limpiar tiendas, hasta la nieve o la construcción; todos son trabajos duros y mal pagados”.

Lucía cuenta que ha visto casos en que un cubano tiene negocios con los rusos y se encarga de pagarle a otros. Muchos de esos cubanos estafan a los recién llegados y, según ella: “es muy duro porque trabajas quince días o un mes y no ves la remuneración. El dinero se pierde y no puedes denunciar, porque al llegar a la policía la respuesta es que no tienes permiso de trabajo y vas deportado”.

“Acá la policía es muy corrupta”, afirma. “Si te detienen siendo indocumentada te piden dinero para no deportarte o meterte a la cárcel. Lo que normalmente sucede es que te encierran tres días y no te deportan, porque los cubanos somos una mano de obra barata y conveniente”.

Policía Moscú

(Foto: Lapatilla)

La vida no vale nada

Una de las historias de cubanos en Moscú que más conmovió a Lucía fue la de una conocida suya que estando embarazada trabajó con en la construcción. “Esa mujer ya no aguantaba más y fue a la policía a pedir que la deportaran.  Las propias autoridades le negaron el regreso y le dijeron que se prostituyera, que eso daba mucho dinero. En este país para los cubanos no hay ley, ni amigos. Eso es lo primero que aprendí. A mí aquí me cambió la vida y no fue por el clima, ni por el idioma, incluso, ni por la explotación laboral, fue porque entendí lo poco que valemos los migrantes, lo solos y desprotegidos que estamos”.

“Yo vivía con un muchacho de 22 años, uno de los pocos amigos que tenía acá y un día lo vi salir por la puerta y no volver. Solo recibí una llamada para informarme que había fallecido y nunca se supo que pasó. Aquí no investigan las muertes de los migrantes. Lo único que te dice la policía es que fue una sobredosis de drogas y es mentira. Han muerto muchos jóvenes gays y siempre son drogas. Por lo menos, lo de mi amigo yo sé que es mentira, no les conviene decir que un ruso lo mató”.

“En este país nos morimos y lo que queda es pagar 3000 dólares para que lleven el cadáver a Cuba. Hace cinco meses de la muerte de mi amigo y no he parado de escribirle a la policía para saber qué pasó. Pude ver los resultados de la autopsia y la única droga que él consumió esa noche fue alcohol. Estuve investigando y me enteré que los rusos van a las discotecas gays y se hacen pasar por homosexuales para castigar a muchachos como mi amigo. Pero eso no sale a la luz, porque aquí la homofobia es normal”.

Desde el 2013, Vladimir Putin inició una fuerte guerra legislativa anti LGBTIQ+ con la aprobación del Artículo 6.21 del Código de Infracciones Administrativas, que castiga la llamada “propaganda de relaciones sexuales no tradicionales dirigida a menores”. En 2022, la cámara baja del parlamento de Moscú —la Duma Estatal— aprobó por unanimidad enmiendas para fortalecer dicha ley.  

Solución rusa

(Foto: Monarquías.com)

“(…) es un delito sujeto a una multa de hasta 400.000 rublos (US$ 6.500) para personas físicas y hasta 5 millones de rublos (US$ 81.400) para personas jurídicas. Los extranjeros podrían enfrentar hasta 15 días de cárcel o deportación por violar la ley, según el sitio web del parlamento”, informa CNN.

Lucía había sufrido de cerca el acoso sexual. Por ser joven y bella, en Cuba pagaba el precio. Los hombres la piropeaban por la calle y hasta alguno había intentado llegar más allá, pero nunca olvidará el día en que saliendo de una tienda en Moscú se le acercaron dos extranjeros preguntando si era cubana y proponiendo, casi a la fuerza, que les hiciera sexo oral.

“Eso fue al lado de una parada llena de personas. Yo me aparté de ellos, pero seguían diciendo todas esas cosas delante del resto y nadie se dignó a intervenir. Eso me bajó la autoestima y sentí mucho miedo. Luego supe que es muy frecuente que las mujeres cubanas se prostituyan y las entiendo, por el grado de desesperación que se vive acá. Esos dos hombres me persiguieron hasta casi llegar a casa. Por suerte los perdí en el metro”.

“En otra ocasión, me persiguió un hombre en una camioneta y tuve que correr muchísimo. Es muy duro que una tenga que salir de su país sola y aguantar esto. Yo podría estar tranquila en Cuba, pero qué voy a hacer, allá no hay vida”.

Lucía no quiere quedarse en Rusia y está explorando otras vías migratorias. Según ella, muchas personas van hasta Serbia, que no requiere visado para los cubanos; luego cruzan a Macedonia, y siguen a Grecia, para llegar a España o Italia. “Rusia no es un país para inmigrantes”, afirma, “y las rutas hacia las comunidades europeas no son simples”.

Cubanos Moscú Rusia

(Foto: Noticias Cuba.net)

“Me asusta mucho irme cruzando fronteras. Un amigo se fue por Bielorrusia para Polonia y le tiraron los perros, casi lo matan. Supe de otros que se quedaron perdidos en un bosque y cuando los encontraron, la policía solo les dio de comer una manzana para ocho personas, hasta que los deportaron hacia Rusia”.

Un año y medio después de su llegada a Moscú, Lucía está mucho mejor, e incluso, ha podido enviarle a su mamá algún dinero y comida. Confiesa que entiende un poco más el idioma y ha aprendido cómo tratar a los rusos. Se ha adaptado al ritmo de trabajo que le exigen y logró estabilizarse laboralmente en una fábrica. Dice con orgullo que nunca han logrado estafarla y que ha aprendido a trabajar en un año, más que en toda su vida. La imagino feliz, incluso, caminando en tacones Arbat abajo, como quien respira en medio del caos y piensa en las calles desoladas de su pueblo.

“Ahora estoy bien, pero me he visto sin un peso y casi en la calle muchas veces. Por suerte, no he tenido que dormir en los parques con este frío, como sí le ha sucedido a muchos cubanos. He visto tantas veces esa escena: familias enteras de cubanos con todos sus bultos, tirados en una parada de autobús y nadie los mira, nadie los ayuda; porque aquí el cubano jode al cubano. Aquí los cubanos venden droga, se prostituyen y hasta matan por dinero. Es la selva, como dice la película esa: Moscú no cree en lágrimas”.

Moscú no cree en lágrimas

8 abril 2023 15 comentarios
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Migración

¿Cuán económica es nuestra migración?

por Arturo Mesa 3 marzo 2023
escrito por Arturo Mesa

A menudo escuchamos que la migración en Cuba es económica, acto seguido muestran las tablas y cifras de la región centroamericana, con la intención de confirmar que vivimos en otro país pobre, intentando abrirnos camino en el Norte; por lo que detrás de esta migración no hay nada «diferente».   

La pregunta sería entonces si es realmente económica la emigración de los cubanos, o si se muestra con más carga política. Es decir, si el trasfondo de esa urgencia de mejoras se expresa de la misma forma en Cuba que en otros países de la región.

Cuando analizamos las circunstancias de los países cuyas poblaciones emigran, se perciben grandes diferencias con relación a las de Cuba. Aquí tenemos acceso gratuito a los servicios de salud, educación, cierta tranquilidad y seguridad ciudadanas, además de algunas asistencias y prestaciones de las que adolecen otras naciones.

Si a esto le sumamos el hecho de que muchos cubanos, para emigrar, venden su casa, su carro o su negocio, para pagar los nada baratos trámites o trayectos migratorios, ello implica que muchos tienen casa, carro o negocio. Otros, además, suelen recibir remesas, salarios, compensaciones laborales, beneficios, y un buen número de etcéteras. Cualquiera sea la fuente de esos ingresos no son comparables con países de un alto índice de pobreza. De ahí que resulta altamente cuestionable esgrimir la idea de una emigración puramente económica.

Resulta difícil separar la llamada emigración económica de la emigración política, pues, además de la acumulación de riquezas que pueda tener un país, es justamente la política quien se encarga de trazar las estrategias económicas que pueden generar mayor o menor prosperidad en un territorio.

Entendiendo esto, puede decirse que la emigración cubana actual tiene un fuerte basamento político, porque a pesar de que el ciudadano no va a llegar a un punto extremo de inanición, ni morirá a causa de enfermedades sin cuidado médico, cada vez se aleja más el sueño de construir una vida próspera en su país, porque la política de este no parece tener un plan efectivo para lograr mejoras sustanciales. Todo lo que nos rodea es un discurso político sin una estrategia económica y social que logre presentar un esquema salvador ante la crisis reinante.

A todo esto, habría que añadirle el escenario que vemos desarrollarse previo a las venideras elecciones de marzo. La Comisión Electoral nomina a un grupo de diputados para los 470 escaños del Capitolio sin explicar —más allá de una simple biografía— sobre qué base fueron nominados y cómo estos van a legislar, acorde a los intereses de la ciudadanía, o contribuir a la solución de nuestros problemas.  

Dicha ausencia de prosperidad en su propio país, sumado a la exclusión de las personas con ideas abiertamente disidentes, ha empujado a muchos a emigrar hacia el destino más fácil, Estados Unidos, y con ellos se llevan sus dolores y heridas no sanadas. Hasta la fecha, no ha existido un reconocimiento tácito de la falta de un plan reconciliador del Estado cubano con estos sectores, por lo cual, muchos de ellos se han convertido en detractores de un necesario proceso de normalización de relaciones entre Cuba con su vecino del Norte.

Cuando la emigración es política, la cercanía con el extremismo y la radicalización en el discurso es mayor. El emigrado lamenta haber dejado su país por motivos de persecución, expulsión, imposibilidad de impactar sobre una política o acceder a puestos de decisión. Aparece así un resentimiento hacia quienes le «obligaron» a tomar el camino del «exilio».

De esas personas que han emigrado pudieran surgir futuras voces de opinión, de confraternidad, negocios, e incluso, pudieran ser los encargados de impulsar la normalización de las relaciones entre ambos Estados. Entonces, ¿cuál sería el resultado si el emigrado llega radicalizado a «la otra orilla»? ¿No es esto lo que ya se aprecia de forma cada vez más evidente? He ahí la importancia de caracterizar, con estudios científicos, las formas que adquiere la emigración para poder contenerla y/o cambiar las estrategias de política interna al respecto.

Seguir el procedimiento de descalificar todo lo que sucede en Estados Unidos, viendo solo la paja en el ojo ajeno, no va a lograr que el fuerte posicionamiento miamense afloje la prédica. Tampoco el hecho de justificar nuestros errores internos con las agresiones y sanciones que recibimos de este país.

Poco se habla en nuestros medios del fallo del ¿ordenamiento?, que se planificó sobre un ¡¡60%!! de inflación. Poco se habla de las tiendas en MLC (Moneda Libremente Convertible), donde se puede ofertar 125 gramos de mantequilla a 2.30 MLC, más de 300 pesos cubanos al cambio informal de esta moneda, lo cual representa más de un día de trabajo según el último dato disponible de salario medio cubano. Poco se habla del absolutismo partidista o comunicacional, para no mencionar la agresividad hacia algunas voces y medios que resultan incómodos e inaceptables.  

Cuando el extremismo llega al debate, este muere, nadie más quiere entrar en razones y hoy, vemos ese extremismo tanto en las noticias de «allá» como las de «acá».  Son relatos que diseccionan cada aspecto de la vida de cualquiera de los dos países para presentarlos intencionadamente como Estados fallidos, sin reconocer jamás las virtudes que puedan tener ambos.  

migraciónAquello no funciona, nos repiten, hay violencia; un policía asesinó a un negro; hay crímenes, corrupción, falta de democracia, desahucios, tiendas vacías… nos dicen los medios cubanos, sin analizar con esa misma intensidad y consistencia las múltiples carencias y problemáticas que tenemos aquí. Los ejemplos sobreabundan a lo largo y ancho de la Isla: una libra de cerdo con hueso puede costar hasta 480 pesos; los medios no estatales son criminalizados; el sindicato no tiene independencia real del Estado; no hay transporte para ir a trabajar; las colas roban gran parte del día y una joven es asesinada en la misma nariz de un policía.

Cuando hablamos de proyecto de comunicación y de prensa, se hace más necesario que nunca la seriedad en las noticias, la concreción y la presentación de los temas e investigaciones con el rigor que exigen los buenos estándares periodísticos. Deberían distanciarse de ese enfoque de destrucción que tienen hacia todo lo que suene estadounidense y que, por tanto, agudiza el extremismo del otro lado del estrecho, así como un entendimiento real desde «esta orilla» de su sistema político.

Esa sociedad anglosajona —con sus aciertos y desaciertos— es el sitio en donde casi dos millones de cubanos se van abriendo camino. Muchos de ellos mantienen con remeses, recargas y envíos, y otras formas, no solo a sus familiares, sino también a los esquemas comerciales de los que dependen muchas empresas en la Isla para obtener su liquidez en «moneda fuerte».

La mayoría de los que para ahí partieron, vieron en algún momento cómo se les cerraban las posibilidades de ser felices en su país debido, entre otros elementos, al empecinamiento o la ineptitud política de quienes no han podido lograr el tan prometido y postergado bienestar social.

3 marzo 2023 46 comentarios
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