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Observatorio sobre Extremismo Político

El Observatorio sobre Extremismo Político (OSEP) analiza la escalada de extremismo en la esfera política cubana y su relación con fenómenos como la polarización y la violencia política

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Teorías de la conspiración / teorías conspirativas
Observatorio sobre Extremismo PolíticoEnsayos

Cuando todo cobra sentido: teorías conspirativas y extremismo político

por Marcos Adrián Alemán Alonso 7 diciembre 2023
escrito por Marcos Adrián Alemán Alonso

Un gorro de aluminio, un poster de «I want to believe»[1] en la pared, una pizarra llena de recortes de periódicos interconectados mediante una indescifrable maraña de hilos y una mesa repleta de notas. La cultura popular nos ha dado una imagen bastante pintoresca del personaje conspiranoico, cuyo modelo arquetípico parte de la caricaturización que hizo el cine norteamericano del «ciudadano preocupado» de mediana edad, propenso a creer en toda clase de teorías, generalmente relacionadas con seres extraterrestres, gobiernos mundiales secretos, o criaturas legendarias de la talla del monstruo del lago Ness y el esquivo Pie Grande. Así, productos como la saga de películas Men in Black y la popular serie Expedientes X han dado forma a la concepción extendida de cómo debe ser un teórico de la conspiración.

Sin embargo, más allá de la exageración del estereotipo, las teorías de la conspiración y sus acérrimos defensores son un fenómeno muy real, y debido a su creciente popularidad, se han convertido a su vez en un factor cada vez más presente en la discusión política. En ese sentido, la difusión de elucubraciones como el Gran Remplazo entre la extrema derecha europea, los grupos anti-vacunas durante la pandemia del coronavirus y movimiento QAnon en Estados Unidos —que influyó en gran medida en los sucesos del asalto al Capitolio—, hacen necesaria una profundización sobre estas ideas y los motivos que explican su éxito en el ámbito político actual. 

Movimiento QAnon / Foto: GETTY IMAGES

Las teorías conspirativas no son un fenómeno nuevo. Ya en el siglo pasado aparecieron algunas que hasta el día de hoy siguen teniendo mucha fuerza y no pocos simpatizantes. Para casi todos son ampliamente conocidas la falsificación del Alunizaje del Apolo 11, la teoría del ocultamiento OVNI, el gobierno en la sombra de «organizaciones secretas» como la masonería o los Illuminati, la teoría de la infiltración reptiliana y la recientemente revitalizada «teoría de la Tierra plana». No obstante, a pesar de lo colorido y satíricamente atractivo de estos ejemplos, han existido y existen otras tantas que, a pesar de no sonar tan sensacionalistas, o no ser tan conocidas en el ámbito de la cultura popular, han tenido consecuencias mucho más marcadas y en no pocas ocasiones fatales.

A lo largo del siglo XX, regímenes totalitarios utilizaron teorías de la conspiración para legitimar las atrocidades cometidas con grupos concretos por su raza, nacionalidad, religión e ideas políticas. Tal fue el caso de la conspiración descrita en el falso alegato Los protocolos de los sabios de Sión, de 1902, construida por la Rusia zarista para justificar la persecución y el linchamiento a los judíos; así como la «conspiración judeo-masónico-comunista» que fue utilizada en Italia y Alemania durante el fascismo para fomentar el rechazo popular hacia hebreos, masones y comunistas por igual. Esta última también se empleó en España durante el régimen de Franco, que, por cierto, escribió bajo pseudónimo un caótico volumen titulado Masonería, donde exponía esos supuestos planes de la fraternidad para destruir el país.

Visto lo anterior, es evidente que estas teorías distan mucho de ser inofensivas.

Las nuevas teorías conspirativas y el discurso de odio

A partir del nuevo milenio, especialmente luego de los sucesos del 11 de septiembre de 2001, se han popularizado —en buena parte gracias a Internet— gran cantidad de nuevas teorías conspirativas que, si bien por sus connotaciones o sensibilidad no han entrado con tanta facilidad a la cultura popular, han tomado un lugar progresivamente mayor en la discusión pública.

El negacionismo del cambio climático y de la pandemia por la COVID-19 han pasado de ser afirmaciones marginales y pseudocientíficas, a convertirse en elementos habituales de la narrativa de ciertos movimientos y grupos, como ocurrió con el movimiento MAGA durante la presidencia de Donald Trump, quien llegó a sugerir en 2020 que el coronavirus se trataba de una pequeña gripe, y que el confinamiento no era necesario.

Sin embargo, si se necesita algún ejemplo de su impacto y del peligro que pueden llegar a representar algunas de ellas, bastaría estudiar el caso de la masacre de Christchurch, Nueva Zelanda, en el año 2019, donde el perpetrador asesinó a decenas de asistentes en dos mezquitas, inspirado por la teoría del Gran Remplazo. 

Esta teoría, que plantea que una «élite global» busca reemplazar la población blanca de cultura occidental europea por otros grupos étnicos —principalmente musulmanes—, ha ganado un amplio terreno en movimientos políticos de extrema derecha. Sin ir muy lejos, el periodista y ex-candidato a la presidencia de Francia en las elecciones de 2022, Eric Zemmour, ha defendido públicamente estas ideas para fundamentar una propuesta política cargada de xenofobia y conservadurismo social.  

Declaraciones similares pueden encontrarse en líderes de movimientos políticos ultraconservadores, como pueden ser Santiago Abascal en España, y fuera de Europa, como parte del discurso de la derecha alternativa en Estados Unidos, donde puede encontrarse bajo la forma del llamado «genocidio blanco». Además del atentado de Christchurch, se puede observar también la influencia de estas ideas en otros sucesos lamentables de índole similar, como el tiroteo de Búfalo, Estados Unidos, en el año 2022, perpetrado por un joven simpatizante de la alt-right que, al igual que el tirador de Nueva Zelanda, se radicalizó en estas ideas a través de foros internet y transmitió en vivo la masacre en la plataforma Twitch.

Protesta contra el supuesto «genocidio blanco» en Alemania

Protesta contra el supuesto «genocidio blanco» en Alemania / The Times of Israel

La figura de la «élite global», que encuentra sus raíces en teorías conspirativas clásicas y conocidas como el «Nuevo Orden Mundial», es cada vez más recurrente en el actual discurso de la derecha alternativa y los movimientos conservadores. Los «globalistas» aparecen como un selecto grupo de poderosos del que se dice forman parte las élites financieras de Wall Street, el stablishment político estadounidense y europeo, los empresarios de Silicon Valley y, según qué versiones, socialistas y miembros del Partido Comunista Chino. En este corpus discursivo, la Agenda 2030 de las Naciones Unidas se presenta como un plan de estos poderes en la sombra para disolver los «valores de la sociedad» a través el progresismo —o del llamado marxismo cultural— y las políticas de justicia social.

En los blogs y foros que comulgan con estas ideas es habitual encontrar nombres como George Soros, magnate judío y fundador de la red Open Society Foundations, Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, Bill Gates, la familia Clinton —incluidos también en el escándalo alrededor de la teoría conspirativa Pizzagate—, la familia real británica, entre otros.

Para los defensores de estas teorías, esta élite controla las vidas de los ciudadanos a niveles que no pueden ser percibidos a simple vista, y argumentan que desean «adoctrinarlos» sutilmente para hacerlos aceptar medidas que van en contra de la libertad, la propiedad o los valores tradicionales de Occidente. El ejemplo más común al que se hace referencia en redes como evidencia de este adoctrinamiento no es otro que la llamada «inclusión forzada» en el cine, especialmente en Hollywood y las producciones de Netflix y Disney, que según estos criterios buscan confundir a los niños con «ideología de género».

Todas las ideas antes mencionadas confluyen a menudo en el discurso de las nuevas derechas y movimientos políticos tradicionalistas, que se presentan como la alternativa a la decadencia de la civilización. Incluso fuera del ámbito de la alt-right más mediática y relativamente  periférica, pueden encontrarse trazas de estos elementos discursivos en el Partido Republicano de los Estados Unidos —por ejemplo, la esfera de influencia en torno a la figura del ex-estratega de Trump, Steve Bannon—, o en el movimiento tradicional euroasiático del filósofo ruso Alexander Dugin, cercano en origen a las ideas del nacional-bolchevismo, y con una marcada influencia en el espíritu imperialista de la Rusia de Putin.

No obstante, quizás uno de los casos más llamativos en tiempos recientes ha sido el movimiento QAnon, formado en torno de la figura de Donald Trump a finales de su mandato, y que tuvo un papel central en los sucesos del asalto al Capitolio de los Estados Unidos en enero de 2021.

Esta agrupación, nacida y organizada a través de Internet, se popularizó en medio de la pandemia, y su premisa es la denuncia de un supuesto complot para destruir la democracia y los valores estadounidenses, que involucra nuevamente las figuras del «Estado profundo» y la élite progresista. Asimismo, ha encontrado aliados entre grupos como los Proud Boys y otros movimientos de la derecha alternativa. Además, por si lo anterior fuera poco, una de sus simpatizantes, la republicana Marjorie Taylor Green, ha conseguido nada menos que un asiento en el Congreso.

En la actualidad, como se demuestra en el caso QAnon, Internet es principal espacio donde las teorías conspirativas de hoy crecen y se mezclan con el extremismo. Entonces, cabe preguntarse: ¿cómo se forman y difunden estas teorías en la era de la información? ¿Por qué son tan populares? Y, también, ¿por qué le vienen tan bien al extremismo político?

Internet, teorías conspirativas y radicalización

Sería un descuido abordar el fenómeno de las teorías conspirativas en el siglo XXI sin tomar en cuenta el papel que han jugado en su proliferación la configuración del debate y los flujos de información en Internet, y más concretamente, en las redes sociales. Una gran parte de las paranoias conspiracionistas recientes ha surgido en foros y discusiones en línea, en los cuales se propagan como pan caliente entre grupos de «free thinkers» que, tras tener acceso a determinada idea, o bien de la mano de algún orador carismático, comienzan ver los hilos del poder en las sombras y toman «la pastilla roja»[2].

Tiempo atrás, cuando los algoritmos aún no controlaban lo que aparecía en nuestros teléfonos, las teorías conspirativas y sus simpatizantes estaban más aislados entre sí. Su difusión ocurría principalmente a través de periódicos y revistas, así como convenciones y grupos de interés. En los años 70, 80 y principios de los 90, numerosos documentales y películas abordaron tramas de conspiraciones gubernamentales, infiltración y ocultamiento, que calaron hondo en una generación que había crecido en medio de la paranoia de la Guerra Fría, los espías y las amenazas de guerra atómica.

En el caso de los Estados Unidos en particular, donde se acabó por inmortalizar en el folclore —Hollywood mediante— la figura del conspiranoico caricaturesco, las sombras de un discutido complot para el asesinato de JFK, las mentiras del gobierno sobre la guerra de Vietnam y escándalos presidenciales como el legendario caso Watergate, entre otros, fueron consolidando en parte del público la idea de que existen agendas ocultas entre algunos sectores del gobierno y/o grupos de poder.

El proceso de creación —o emergencia— de una teoría conspirativa, o el de conversión de un individuo en conspiracionista, están permeados por diversos factores psicológicos, sociales, políticos y culturales. La idea de la existencia de complots y tramas ocultas es un elemento común en la historia y la existencia social humana. En ese sentido, el filósofo Karl Popper consideraba que las conspiraciones eran parte inseparable de la vida en sociedad, y que las «teorías de conspiración» emergían en ciertos contextos como formas de fundamentar determinados proyectos políticos, por ejemplo, el totalitarismo del siglo XX.

Teorías de la conspiración

Teorías de la conspiración / Foto: El Diario

El conocimiento de la realidad, en todo momento, es parcial. Al abordar un fenómeno complejo, resulta prácticamente imposible para el observador conocer la totalidad de factores que determinan la lógica de sus procesos, y para poder describirlos, desarrollamos nuestros razonamientos a partir de ciertas inferencias que hacemos desde datos incompletos o de certeza variable. En otras palabras, la totalidad de la realidad no siempre parece tener sentido para el observador, y para poder describirla con el mayor rigor posible se hace necesario recurrir a explicaciones parciales, o renunciar parcialmente a las certezas absolutas.

En la política y la vida en sociedad, estos vacíos de información coexisten a menudo con la desconfianza, justificada o no, hacia el discurso oficial o «establecido». Si a esta desconfianza se le une cierta disposición de buscar una explicaciones fáciles para la totalidad de aristas de una realidad social o política, se obtiene el terreno fértil para el nacimiento de una nueva teoría de la conspiración, y se fabrican enemigos a partir de supuestas amenazas que justifican determinados cursos de acción y le dan luz verde al extremismo.

Los algoritmos cibernéticos complican esta situación al contribuir a la creación burbujas de filtro, que le muestran al usuario aquello que lo hará pasar más tiempo frente a la pantalla, en función de sus creencias y preferencias. Las teorías conspirativas que capten atención se harán cada vez más conocidas entre personas con ideas compatibles, y difundidas rápidamente a fuerza de likes y vistas. Así, en medio de los acalorados debates de Internet, se va insertando cada vez más la dicotomía de «nosotros» y «ellos», y crecen así la polarización y el radicalismo en grupos enteros de usuarios.

En el momento en que el interlocutor evita el diálogo genuino y crítico porque «él quiere creer» en sus ideas preconcebidas, la retroalimentación efectiva ocurre solo al interior de los grupos cerrados, radicalizándose, y las críticas son vistas como «medallas» o motivos para reforzar la sensación de superioridad, o bien de que los adversarios forman parte de una trama maligna más allá de lo aparente.

Después de todo, todos ellos están confundidos y manipulados, y el primero ya posee la verdad. La teoría conspirativa se convierte, así, en el pretexto perfecto para agrupar bajo un único avatar, fácil de atacar y moralmente despreciable, todo aquello que le resulta desagradable o incorrecto a determinado individuo o grupo.

Cuba: «cambio de régimen», «cambio fraude» y «guerra cultural»

Pero, ¿qué hay de Cuba? A pesar de haber tenido un acceso tardío a internet, en Cuba tenemos antecedentes de teorías de la conspiración. El caso más notorio podría ser la polémica hasta hoy existente alrededor de la desaparición de Camilo Cienfuegos, que incluso en nuestros días se vuelve tema de debate en conversaciones casuales.

Las teorías de la conspiración también han sido frecuentemente utilizadas por defensores del Estado cubano para acusar de ser «agentes de cambio de régimen» a personas con criterios frontalmente críticos, o que disienten de decisiones políticas tomadas por el gobierno.

Si bien es declarada la existencia de una política para favorecer un cambio de régimen en la Isla por parte de los Estados Unidos, no todos los que disienten o se oponen a las decisiones del gobierno cubano o expresan inconformidades con el sistema político tienen por qué estar afiliadas a esta, o siquiera simpatizar con la postura oficial de la diplomacia norteamericana respecto a Cuba.

De igual manera, bajo este dogma se ha sobredimensionado el impacto real que puede tener una acción puntual, como una publicación en redes sociales o el mensaje de una obra de arte, para justificar la violencia política desmedida hacia sus autores con el objetivo de «mantener el orden constitucional».

La «campaña contra el centrismo», que tuvo auge en 2017 durante la normalización de relaciones con Estados Unidos, fue un buen ejemplo de cómo se materializó esta estrategia política por parte de actores políticos con tendencias extremistas afines al gobierno cubano, quienes tildaron de «agentes de cambio» a valiosos prensadores cubanos de disímiles posturas ideológicas, y seguidamente esgrimieron esta acusación para censurar su trabajo y en no pocos casos tomar o apoyar represalias contra ellos.

Asimismo, la llamada «guerra cultural» ha sido otro de los términos que  han impregnado el discurso de las teorías de la conspiración. Paradójicamente, con argumentos esencialmente muy similares a los que esgrime un teórico de derechas como el argentino Agustín Laje —quien ha popularizado el concepto en Latinoamérica— es frecuente encontrar análisis de intelectuales cubanos afiliados al Estado que desconocen las múltiples mediaciones, intereses y dinámicas que pueden darse en el campo de la cultura, para entenderla, en cambio, como la caricatura de una batalla medieval en la cual dos únicos ejércitos se enfrentan sin mayor diversidad entre ellos —algo que no ocurre ni en las guerras convencionales—, desconociendo así las diversas facciones y tendencias que pueden conformar cualquier ideología, o cualquier fenómeno político en general. 

Libros sobre la guerra o batalla cultural

Libros sobre la guerra o batalla cultural

Bajo este concepto se ha asumido como un peligro el consumo de productos culturales de entretenimiento —como las películas de Hollywood o Disney— o la preferencia por géneros musicales como el reggaetón, el rock o el pop. Además, su concepción en no pocos casos desconoce la capacidad crítica de las personas para posicionarse activamente ante lo que consumen y presupone que, a raíz de su supuesta irreflexividad, reproducirán cualquier mensaje solo por haberlo visto en algún lugar. 

Por otro lado, a partir de la llegada de las redes sociales, la difusión de nuevas teorías se ha hecho mayor en nuestro contexto. Hay ya cubanos terraplanistas y anti-vacunas, así como declarados «librepensadores» opuestos a la Agenda 2030. No obstante, entre estas tendencias hay una muy autóctona e ilustrativa, que es de especial actualidad para nuestro contexto político: el llamado «cambio fraude».

La figura discursiva del «cambio fraude» es un ejemplo de como una preocupación política hasta cierto punto plausible puede mutar en una teoría conspirativa, fácil de esgrimir contra cualquier oponente. En primera instancia, un «cambio fraude» en Cuba sería un proceso de transición aparente hacia otro modo de gobierno, en el cual cambie la forma visible del sistema, mientras un determinado grupo continúa ostentando el poder efectivo.

Ese escenario hipotético, que posee antecedentes históricos en otras latitudes, no está excluido en lo absoluto del reino de las posibilidades futuras. Sin embargo, en la práctica, esta etiqueta ha pasado a utilizarse de forma indiscriminada, mayormente con el objetivo de descalificar, en el seno de ciertos movimientos de oposición, a otros grupos o proyectos disidentes que no siguen su particular línea y programa político, generalmente aquellos que apuestan por formas no violentas para promover cambios democráticos en Cuba.

Cambio fraude

Alexander Otaola, uno de los principales promotores de la teoría del cambio fraude

Plataformas como Cuba Próxima, el proyecto Archipiélago y proyectos tan disímiles como La Joven Cuba, El Toque y 14yMedio han sido acusados de ser agentes disimulados de este cambio, cuya función sería preparar el terreno para una supuesta transición irreal.

El resultado de esto no es otro que la gradual polarización, principalmente en redes sociales, del escenario político cubano, con activistas e influencers lanzándose mutuamente acusaciones de no ser verdadera o suficientemente opositores. La progresiva desaparición de la vocación de diálogo no solo contribuye a disolver toda esperanza democrática de conciliación, sino que, por demás, únicamente beneficia a aquellos que prefieren una disidencia radical y dividida, y por tanto incapaz de organizarse.

En ese sentido, los «ultraopositores» podrían serle más funcionales a los extremistas afiliados al gobierno cubano que a sus propias intenciones declaradas; después de todo, lo de no desviarse de la «línea del partido» ya lo tienen en común. Es evidente que, al parecer, hay costumbres difíciles de superar.

***

Entonces, ¿qué hacer cuando todo cobra sentido?

El mundo en que respiramos —y nos ponemos gorros de aluminio— se caracteriza por la complejidad, así como lo hacen a su vez las realidades políticas y sociales. En primer término, es importante aclarar que las conspiraciones han formado parte de la historia y desde luego forman parte de nuestro presente. Muchas teorías conspirativas han terminado siendo demostradas como reales. Tal es el caso del infame proyecto de «control mental» MK Ultra, que fue tachado como falso y paranoico hasta su tardía confirmación por parte del gobierno estadounidense mediante archivos desclasificados.

Sin embargo, que hayan existido teorías confirmadas no implica que otras conspiraciones tengan una mayor probabilidad de ser verdaderas. Las teorías conspirativas ofrecen explicaciones aparentemente interesantes y generalmente maniqueas a los fenómenos de la realidad, pero es precisamente por ello que deben ser vistas con sospecha y ojo crítico, especialmente cuando en su planteamiento y consecuencias tengan como protagonistas del complot a grandes colectivos de individuos, agrupados en función de su origen, religión, forma de pensar, sexualidad o estatus social.

No sería la primera vez que se justifican la violencia política y la exclusión, utilizando el pretexto de que la víctima forma parte de un plan mayor para destruir la sociedad, los valores o la pureza. Si realmente se aspira a una democracia racional e inclusiva, se hace necesario dejar atrás la polarización y desarrollar un pensamiento crítico y abierto a la pluralidad, donde el otro no sea un rival irreconciliable sino, más bien, un integrante más de la sociedad con el que trabajar incluso desde el disenso.

Si, en cambio, es demasiado tarde y ya todo cobró sentido, ¡que no cunda el pánico! Tal vez, tras haber cuestionado cada narrativa presente en la realidad —pongamos eso en duda—, sería pertinente cuestionar también el sentido de la conspiración, en lugar de imponerle a los sucesos del día a día un marco arbitrario de aparente pero forzada coherencia. Si esto no es posible, entonces, como mínimo, en pos del respeto y la vocación de diálogo, sería recomendable no considerar de forma indiscriminada al interlocutor en desacuerdo como una «oveja» dormida, con el cerebro lavado, o peor, como un agente malintencionado. Las consecuencias, como se ha visto, podrían ser nefastas.

Intentemos pensar y proyectar una sociedad abierta para todos lo que la componen, y evitemos la sobresimplificación al abordar fenómenos de la realidad social y política.

La verdad está ahí fuera. Mientras tanto, el gran hermano te observa

[1] Popular expresión en inglés que significa «yo quiero creer». Se popularizó especialmente gracias a la serie de televisión norteamericana Expedientes X.

[2] «Tomar la pastilla roja» es una expresión tomada de la saga de películas The Matrix, que se ha popularizado entre grupos de extrema derecha para hacer referencia a la toma de consciencia de la realidad falsa en la que, según afirman, las élites nos han encerrado.

7 diciembre 2023 2 comentarios
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Norah Jones cancelada
Observatorio sobre Extremismo PolíticoNoticias

Norah Jones cancelada en La Habana

por Observatorio sobre el Extremismo Político 30 noviembre 2023
escrito por Observatorio sobre el Extremismo Político

La empresa de espectáculos Dreamcatcher Events, organizadora desde EEUU de los conciertos de Norah Jones en La Habana, confirmó que la intérprete canceló sus presentaciones, previstas para febrero de 2024, sin explicar las razones de esa decisión. Pero esto sucede luego de que el diario Miami Herald publicara la semana pasada un reportaje periodístico en el que asegura que el Hotel Grand Aston, donde se hospedarían los asistentes al evento, pertenece a la empresa Gaviota, vinculada al Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) de Cuba y es propiedad del grupo GAESA.

El programa del espectáculo Norah Jones: Vive en La Habana, donde también intervendrían el cantante cubano Alain Pérez y el grupo Síntesis, como parte de un paquete turístico, estaba limitado a 100 personas, con precios que oscilaban entre 3 000 y 8 000 dólares (USD), hospedaje en el Hotel Grand Aston, recorridos en autos clásicos y visitas a sitios turísticos e históricos de La Habana y una clase magistral de Norah Jones en la Universidad de las Artes (ISA).

Sin embargo, la empresa Gaviota figura en la Lista Restringida de Cuba, que elaboró el Departamento de Estado de los Estados Unidos en el año 2017, con el objetivo de impedir las transacciones de entidades estadounidenses a cubanas que tengan vínculos con instancias militares y de seguridad. De acuerdo con un vocero del Departamento de Estado consultado para el reportaje del Miami Herald, la lista no se actualiza desde el 8 de enero de 2021.

Es un hecho que el Grand Aston no figura en el listado del Departamento de Estado; sin embargo, el senador republicano Marco Rubio envió una carta el lunes al secretario de Estado, Antony Blinken, considerando que el atraso en la actualización de la lista permite que sean organizadas «visitas educativas» para turistas de Estados Unidos, y permite al Gobierno cubano «crear nuevas entidades para eludir ilegalmente las sanciones existentes y realizar transacciones con industrias privadas de Estados Unidos».

Al conocerse la noticia de la presencia de Norah Jones en Cuba en febrero de 2024, activistas cubanos de la oposición expresaron su descontento, aludiendo a la situación de los presos políticos y al precario escenario económico de la Isla, que se expresa en todos los ámbitos de la vida social y se ha agravado con la implementación de otras medidas coercitivas unilaterales. No obstante, una cancelación del turismo no tendría ningún efecto positivo sobre la economía cubana, sino todo lo contrario.

Otra de las razones para la indignación fue el precio indicado del paquete, que privaría a la mayoría de los cubanos de poder ver a la artista norteamericana. Ni el gobierno cubano ni la empresa organizadora del evento aclaró si los conciertos eran exclusivos para quienes compraran el paquete o habría otras formas de acceder al teatro. 

Según había dicho Norah Jones en el comunicado de prensa, la visita era parte de un «intercambio educativo y cultural», pero el Miami Herald señaló que la normativa del Departamento del Tesoro establece para estos casos que «deben tener el propósito de participar, mientras esté en Cuba, en un programa de actividades de tiempo completo que tengan como objetivo mejorar el contacto con el pueblo cubano, apoyar a la sociedad civil en Cuba o promover la independencia del pueblo cubano de las autoridades cubanas; y resultará en interacciones significativas con personas en Cuba».

La suspensión de los conciertos de Norah Jones, que hubieran tenido lugar en el Teatro Martí de la capital cubana, es resultado de la campaña de cancelación y boicot que desde el sur de la Florida reciben los artistas cubanos y estadounidenses a partir de 2016, año en que cobró impulso el intercambio cultural, a la que se han unido algunos sectores de la oposición.

Como estrategia política, la cancelación sigue siendo enarbolada por quienes consideran que deben ser eliminados y silenciados todos los actos o actores culturales que beneficien al Gobierno cubano, limitando a los cancelados su libertad de expresión y la posibilidad de ejercer su defensa, al esgrimir la existencia de disposiciones de índole política, como la lista del Departamento de Estado.

En el trabajo del Observatorio Sobre Extremismo Político (OSEP) titulado Cultura de la Cancelación o Boicot: ¿Censura o lucha civil?, se concluye que «la cancelación por razones políticas incluye, además, el riesgo de que los grupos dominantes boicoteen a sus adversarios sin dejar espacio a la pluralidad de ideas y el debate cívico».

Lo sucedido con Norah Jones es una expresión más del extremismo político, expresado en el sector de la cultura contra figuras públicas, que adquiere mayor connotación en una sociedad polarizada con carencias de espacios de debates donde dialoguen las distintas posturas políticas para la búsqueda de soluciones conjuntas. 

30 noviembre 2023 2 comentarios
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espiral del silencio
Observatorio sobre Extremismo Político

Espiral del silencio y polarización afectiva: aproximaciones al caso Cuba

por Observatorio sobre el Extremismo Político 10 noviembre 2023
escrito por Observatorio sobre el Extremismo Político

Cuando se habla de opinión pública, en el sentido de la autora alemana Elisabeth Noelle-Neumann, se entiende como una fuerza de control social que presiona a las personas hacia la conformidad. En este proceso, los medios de comunicación, como estructuradores del modo de ver el mundo, legitimadores de conductas y de climas de opinión, constituyen un factor clave.

En la sociedad contemporánea, el auge de Internet y las redes sociales condiciona las opiniones de los usuarios sobre temas de cualquier índole, es notable cómo si una persona expresa una opinión contradictoria con respecto a la «consensuada», corre el riesgo de ser rechazado, y por tanto, los restantes usuarios o bien se abstienen de emitir una opinión o se unen a la de la mayoría.

Aunque los estudios científicos sobre espiral del silencio y polarización afectiva en el caso cubano son pocos, dispersos y mayoritariamente sesgados, los indicios evidencian que es un fenómeno presente tanto entre quienes residen en la Isla como fuera de ella. De ahí que los párrafos siguientes buscan exponer sus fundamentos, cómo se expresa y cómo hacerle frente.

Una mirada panorámica a los postulados de la espiral del silencio

Los estudios sobre opinión pública realizados por la investigadora alemana Elisabeth Noelle-Neumann concluyeron que los individuos, cuando se perciben como minorías, tienden a ocultar sus opiniones en el escenario público por miedo a ser aislados socialmente. Así surgió una de las teorías más influyentes en los estudios de comunicación política de las últimas décadas, denominada espiral del silencio.

De acuerdo con sus postulados, las personas temen ser aisladas en la esfera social por manifestar opiniones contrarias a las que presuntamente han asumido las mayorías, a partir de la percepción del clima de opinión derivado de la vigilancia del entorno. Es en correspondencia con lo anterior, que se origina un fenómeno en espiral silenciosa, transversalizado por la voluntad de expresar las opiniones y conductas en público.

Cuando una persona se auto percibe como minoría, es propensa a autocensurar su opinión o conducta en presencia de otros individuos, principalmente si son desconocidos. Por otro lado, quienes se auto perciben como mayoría, expresan su opinión en presencia de otros, sean conocidos o no.

La espiral del silencio indica que las opiniones minoritarias tienden a desaparecer en la esfera de lo público, en detrimento de las mayoritarias, pues la presión a la que se ven sometidas esas personas las conduce al miedo al aislamiento. Noelle-Neumann indica que esta «es la fuerza que pone en marcha la espiral del silencio», pues las personas se motivan por los sentidos de pertenencia a los grupos sociales y la necesidad de ser tolerados por los demás. Ello conduce a que los individuos identifiquen cómo minimizar las inseguridades que genera tener una opinión que no coincida con la de la mayoría, a través de la identificación del clima de opinión.

Espiral del silencio

Imagen: Ovidiocortazar

Como sostiene el investigador español Felipe Alonso, «en función de la percepción del clima de opinión, es decir, a partir de la percepción de la distribución de las corrientes mayoritarias y minoritarias de la opinión pública respecto a temas con alta carga emocional, el individuo elige expresar en público su propia opinión y mantener su propia conducta o permanecer en silencio».

Sin embargo, la teoría también reconoce la existencia de dos grupos:

  • Las vanguardias: héroes de la opinión pública, porque son capaces de cambiarla.
  • Los núcleos duros (hardcores): ocultan sus opiniones al encontrarse con una mayoría distinta a las suyas.

La autora alemana establece que el segundo grupo «se puede encapsular como una secta y orientarse hacia el pasado o hacia el futuro más lejano», por lo que la diferencia entre uno y otro reside en la voluntad de hacer uso de la libertad de expresión.

El miedo al aislamiento también genera temor a ser sancionado socialmente, condenado al ostracismo y a correr el riesgo de ser despreciado y rechazado por sus semejantes. Se trata de un estado al que constantemente los seres humanos se exponen —de acuerdo con la teoría de la espiral del silencio—, lo que les otorga la habilidad para detectar las tendencias futuras de las opiniones que podrían surgir en el organismo social, y cuáles de ellas podrían imponerse como dominantes.

Espiral del silencio y polarización afectiva: posibles interrelaciones

En tiempos recientes, los estudios en el campo de la política apuntan a un marcado interés por estudiar el fenómeno de la polarización afectiva. La polarización no es un término nuevo, pues una sociedad tiende a ella cuando los individuos —organizados o no en partidos políticos— se sitúan en los extremos ideológicos más comunes: izquierda-derecha.

Los investigadores españoles José Miguel Rojo e Ismael Crespo, apuntan que el interés por estudiar la polarización afectiva inició una vez que el ex presidente estadounidense Donald Trump resultó electo para desempeñar su cargo en 2016. Este tipo de polarización no renuncia a su carácter político, más bien «se caracteriza por una creciente animadversión personal entre partidarios de diferentes opciones políticas». Es decir, se establecen distintos niveles de afecto hacia los grupos políticos, resumidos en el binomio agrado/desagrado.

Polarización afectiva

Imagen: El Pais

Quienes han profundizado en el estudio del concepto, indican que sobre la base de identidades partidistas cruzadas, se evalúa negativamente a quienes abrazan una ideología contraria, considerándolos integrantes de grupos sociales externos; mientras los que coinciden con su modo de pensar se asumen como miembros con los que se establecen patrones de identificación.

Es la investigadora Liliana Mason quien expone los tres elementos constituyentes de la polarización afectiva:

1) el prejuicio mutuo de los partidarios, como consecuencia de una identidad social que crea grupos en competición;

2) la predisposición al activismo político y a la defensa de las propias posiciones entre quienes más se identifican con un grupo;

3) la reactividad emocional presente en los individuos fuertemente identificados, tanto en forma de respuesta iracunda ante posibles derrotas como entusiasmada ante las victorias de quienes forman parte de su grupo interno.

De esta manera, los niveles de hostilidad de los miembros de un grupo hacia otro se concretan en las reacciones emocionales en contextos no siempre políticos: las actitudes discriminatorias hacia miembros de la familia, trabajadores o aspirantes a puestos de trabajo que simpatizan con grupos políticos contrarios, la búsqueda de pareja que pertenezca al mismo signo político o la necesidad de contender con personas apegadas a la opción política contraria.

En estos casos, José Miguel Rojo e Ismael Crespo advierten que «se comienzan a vislumbrar modelos de división social pro-homofilia que tienen su origen más relevante en la identidad política y ya no en las habituales líneas fronterizas étnico-culturales», por lo que la polarización afectiva adquiere un carácter interpersonal mediado por los niveles de aceptación y rechazo (agrado/desagrado) hacia las opciones presentes en el escenario político.

En el plano de las relaciones interpersonales la polarización afectiva puede provocar sentimientos de miedo al aislamiento en personas que pertenecen o han mostrado afecto explícitamente hacia el grupo político marginado, por lo cual, aunque estén en desacuerdo con determinadas posturas del grupo dominante, optan por el silencio como garantía de seguir perteneciendo a ese signo y ser aceptados o tolerados.

Breve análisis del fenómeno en Cuba

En el contexto nacional, las muestras de espiral del silencio y polarización afectiva tal vez se han vuelto más notorias en los últimos tiempos, en los que el escenario político interno ha estado cada vez más marcado por la existencia del binomio gobierno/oposición. Esta realidad provoca que los sectores de la sociedad cubana apoyen a uno u otro, incidiendo en bajos niveles de tolerancia y exacerbada afectividad negativa hacia los grupos contrarios.

Precisamente, la pertenencia a un grupo político y la discriminación hacia quien no se identifique con él, marcan la pauta en la sociedad cubana actual para generar conflictos y rivalidades, que se vislumbran con mayor énfasis en el escenario digital, por ser espacios donde se generan opiniones que enfatizan o no los niveles de cercanía afectiva hacia las políticas, las tomas de decisiones, las expresiones y los modos de pensar con relación a la Isla.

Al respecto, persisten en algunos sectores vinculados al gobierno o la oposición expresiones directas o indirectas del miedo social a expresar públicamente criterios que pudieran denotar preferencias o simpatías de índole política hacia el grupo contrario. Ello se evidencia en el escaso reconocimiento a los aciertos del otro o propuestas que pudieran resultar interesantes para la construcción plural de la nación.

Sucede tanto dentro como fuera de la Isla. El grupo dominante —entiéndase hegemónico— censura las opiniones que no son bien acogidas por considerarlas contrarias a sus políticas o ideologías, por lo que los sectores afiliados a ellos se autocoaccionan a guardar silencio, aún a sabiendas de que sus ideas pudieran ser tomadas en cuenta si se abren al debate, pero les limita el temor al aislamiento social.

Es así como los contextos sociales, laborales y escolares tienen marcada influencia en términos de ejercicio de la opinión. Las personas se limitan de expresar ideas que puedan ser contrarias a la que propugna el poder hegemónico para no ser señalados como simpatizantes de uno u otro bando político y conservar de ese modo su estabilidad social.

Esta práctica se vuelve más naturalizada tanto en Cuba como en el sur de la Florida cuando se hace noticia que personas públicas han perdido oportunidades de empleo luego de expresar una opinión política que molestó al grupo hegemónico.

Ejemplos de cancelaciones a cubanos por opiniones políticas en Cuba y La Florida

Aunque en Cuba no suelen hacerse públicos estudios de opinión para intentar medir los niveles de afección/desafección con relación al gobierno o la oposición, la presencia de cuentas a nombre de miembros de uno u otro bloque político en las redes sociales, y las consecuentes reacciones o comentarios que generan sus publicaciones, constituyen indicadores —si bien de muy poca fiabilidad aún— para identificar indicios de polarización afectiva.

El notorio boom de los llamados influencers de la oposición —con un marcado auge durante la administración de Donald Trump—, que construyen discursos vinculados a una u otra ideología política, evidencian la polarización afectiva por los niveles de agrado o desagrado que son capaces de generar sus publicaciones. Un ejemplo es el expresentador, influencer y candidato a alcalde de Miami- Dade Alexander Otaola, con más de 252 000 seguidores en la red social Instagram y 490 000 en Facebook, quien genera publicaciones polémicas que suelen ser comentadas por cientos de usuarios que en unos casos ratifican su postura de agrado hacia el activista de origen cubano y en otros rechazan o refutan sus opiniones.

Si bien la figura ha sido ampliamente criticada, incluso por miembros de la oposición, por su estrategia centrada en el descrédito de sus adversarios a partir de elementos como su vida sexual, la forma de sus cuerpos, informaciones no verificadas o de índole personal, la mayoría de sus seguidores no se cuestionan las falencias éticas de sus programas, pues priorizan el afecto ante la figura y las ideas que defiende por encima de cualquier argumento racional.   

Asimismo, la polarización afectiva puede evidenciarse en momentos repentinos, cuando figuras públicas de la cultura o el deporte, por desacuerdos con políticas gubernamentales, emplean el espacio de las redes sociales para exponer criterios sobre determinadas cuestiones de la agenda pública nacional.

Por otro lado, es más creciente la tendencia de atacar a figuras públicas que ostentan cargos gubernamentales por medio de caricaturas o imitaciones buscando ridiculizarlas a través del humor. Como estrategia discursiva, en estos casos el humor es un vehículo para promover interacciones que dan cuenta de los patrones de aceptación o rechazo que puede tener un individuo en la sociedad.

La reciente comparecencia del presidente cubano Miguel Díaz-Canel en televisión nacional fue empleada por influencers y grupos de la oposición para desacreditarlo a través de la creación de memes humorísticos. En casos como este, muchas reacciones emocionales de los individuos de la oposición se orientan a fortalecer el tratamiento despectivo que se les confiere a estas figuras. En tanto, el gobierno reforzó una estrategia comunicacional encaminada a mostrar la relación de empatía del presidente cubano con el pueblo.

Por parte del gobierno, resulta evidente cómo a nivel discursivo son expuestos los grupos que no se identifican con la postura del Estado, a través de las cuentas en redes sociales vinculadas al poder político o los medios de comunicación, considerándolos más como enemigos irreconciliables que como adversarios con los que pudiera entablarse un diálogo basado en la discrepancia respetuosa.  

Un ejemplo de esta estrategia está en el canal de youtube Cuba no es Miami con más de 24 800 subscriptores. El espacio dedicado a desacreditar principalmente a figuras y medios de la oposición, utiliza un lenguaje popular que en determinados momentos roza con lo grosero, asimismo se vale de géneros musicales como el reparto que son del agrado de una buena parte de los jóvenes cubanos para ganar audiencias entre esta franja generacional. No hay una figura pública detrás del canal, pero sus videos han sido compartidos por cuentas vinculadas a instituciones del Estado.

En su táctica discursiva utiliza elementos activadores de prejuicios arraigados en parte de la ciudadanía como pueden ser el machismo. Un ejemplo de ello fue el video realizado a raíz de la polémica por el presunto golpe que le diera el campeón mundial Mijaín López a un activista opositor. La mayor parte del material se centra en ridiculizar al golpeado insinuando que no tenía la suficiente fuerza física o «valor» para enfrentarse al atleta, lo cual naturaliza que la violencia es una forma legítima para resolver los problemas, sobre todo entre las personas del género masculino.

Los seguidores de este, como sucede con los de Alexander Otaola, casi nunca se cuestionan la violencia velada que promueve esta línea de mensajes, que entra, incluso, en contradicción con varios de los postulados que enarbola el Estado cubano en su propia constitución o principios democráticos básicos de respeto al otro. Se limitan a secundar lo expuesto y amplificarlo.

Ambos grupos políticos buscan la profundización de los niveles de animadversión y desconfianza de los individuos que les son afines, con respecto a los que son considerados rivales, y por tanto, esa antipatía y desafección se genera, a su vez, hacia los individuos que, a pesar de no mostrar explícitamente afiliación hacia algún grupo político, simpatizan con alguno de ellos y, por temor al aislamiento social o a recibir algún tipo de sanción en el espacio público, perciben el clima de opinión imperante antes de comentar o reaccionar, o evitan hacerlo.

***

Ante el interés creciente que despierta el tema debido a la arena política diversa y en constante cambio en el espacio internacional, cabría reflexionar brevemente en cómo hacer frente al tema de marras en el contexto cubano. Si se trata de trabajar por el bien común el primer incentivo sería valorar el pluralismo de ideas en la sociedad, considerando que es necesaria la diversidad de opiniones para fomentar debates constructivos para evitar el deterioro de la democracia.

La violencia política o coacción social que han identificado las teorías sobre la espiral del silencio y la polarización afectiva son caldo de cultivo para la proliferación de posturas políticas extremas, al erosionar la voluntad de los individuos de identificarse con puntos de vistas políticos diversos o expresar opiniones que, si son dichas por el bien común, difícilmente hagan peligrar la nación.

 

 

10 noviembre 2023 1 comentario
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violencia deporte
Observatorio sobre Extremismo Político

Politización de evento deportivo conduce a la violencia

por Observatorio sobre el Extremismo Político 26 octubre 2023
escrito por Observatorio sobre el Extremismo Político

Numerosas plataformas de redes sociales y medios de comunicación no estatales informan en las últimas horas de la agresión física que realizó el tetracampeón olímpico cubano Mijaín López contra un activista opositor Damián Montes de Oca Iglesias residente en Chile.

El joven, que portaba una bandera cubana con consignas escritas, había asistido el martes 24 de octubre al juego entre Cuba y Chile en el contexto del certamen Panamericano y desde las gradas voceó, junto a otros asistentes, lemas políticos contra el gobierno cubano.

El video difundido en las redes sociales muestra cómo al terminar el partido, varios de estos activistas se enfrentaron a miembros de la delegación cubana, y en medio del tumulto, Mijaín López golpeó al joven y luego otra persona le quitó la bandera que portaba.

Chile 🇨🇱

La Delegación castrista golpea a cubano libre en Chile, en pleno estadio donde se celebraban los juegos panamericanos de Santiago de Chile.
😡😡😡😡😡
pic.twitter.com/iwBfqYITHI

— Javi🇨🇺 (@JaviXCubaLibre2) October 25, 2023

Por los cortes de edición y la lejanía de la cámara, no es posible determinar con claridad si el deportista y el resto de los miembros de la delegación oficial de la Isla actuaron en defensa propia o iniciaron la violencia física contra los manifestantes. En posterior entrevista, el afectado acusó directamente a Mijaín López y a los miembros de la delegación de agredirlo sin que él antes les hubiera «faltado el respeto».

Hasta el momento, el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) no se ha pronunciado sobre los hechos, ni ha respondido a las acusaciones que se le imputan a la delegación cubana.

No es novedad la politización de los eventos deportivos por parte de grupos opositores que, incumpliendo con las normativas de la mayoría de las instalaciones y federaciones, enarbolan consignas políticas escritas y verbales desde las gradas cuando juega un equipo cubano. Tampoco sería la primera vez que una delegación cubana responde de forma desproporcionada y violenta ante los reclamos de grupos opositores.

El incidente constituye un ejemplo de extremismo en el actual contexto político, que incide en el universo deportivo y contribuye a fomentar los discursos de odio y de negación de quienes piensan distinto, dando lugar a escenarios de crispación que pueden conducir a la violencia física.

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26 octubre 2023 4 comentarios
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radicalización violenta / terrorismo
Observatorio sobre Extremismo Político

Radicalización violenta en y contra Cuba: extremismo, sabotajes y terrorismo

por Observatorio sobre el Extremismo Político 20 octubre 2023
escrito por Observatorio sobre el Extremismo Político

El 24 de septiembre de 2023 la embajada de Cuba en Estados Unidos (EE.UU.) fue blanco de un ataque con dos cocteles molotov. Una cámara de vigilancia captó a una persona en horas de la noche, mientras preparaba los artefactos frente a la sede diplomática y ante la vista de otros transeúntes que pasaban por el lugar.

El incidente sucedió en medio de un clima de tensiones por la presencia del presidente Miguel Díaz-Canel en Nueva York, quien participaba en el 78 periodo de sesiones de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU). En esos días ocurrieron protestas de cubanos residentes en EE.UU. que rechazaban la estancia del mandatario en ese territorio, y manifestaciones de grupos que apoyan al gobierno de la Isla.

Hasta el momento, se desconoce la identidad del atacante y existe una investigación en marcha para esclarecer los hechos; pero esta no es la primera vez que la embajada de Cuba en EE.UU. es blanco de agresiones. En abril de 2020, una persona de origen cubano que residía en ese país desde 2010, disparó una treintena de veces contra el mismo edificio.

El ataque perpetrado hace semanas fue calificado por Cuba como terrorista y, contrario a lo ocurrido en 2020, cuando sólo el gobierno cubano condenó públicamente la agresión, en esta ocasión ha sido rechazada por las representaciones gubernamentales de ambos países.

Escudriñando en el concepto de radicalización violenta y su relación con el extremismo

Como concepto, la radicalización ha sido difícil de definir. Su significado etimológico está asociado a «ir a la raíz de algo», en adición, la Real Academia de la Lengua le atribuye múltiples significaciones al adjetivo radical, las cuales pueden ir desde «fundamental o esencial» hasta «extremoso, tajante, intransigente».

Por su parte, el Diccionario Panhispánico del Español Jurídico define la radicalización como el «fenómeno por el que las personas se adhieren a opiniones, puntos de vista e ideas que pueden conducirles a cometer actos terroristas». No obstante, otras fuentes refieren la radicalización como un proceso de cambios que operan inicialmente en el nivel psicológico con tendencia a apoyar una determinada causa, sin que ello implique en primera instancia el uso de la violencia.

Foto: Ilustopía

En este sentido, el investigador Manuel Moyano destaca que pueden existir personas con ideas extremistas, que no llegan a radicalizarse, pues «la radicalización no ocurre “de la noche a la mañana”, sino que se desarrolla a lo largo del tiempo. A veces son necesarias escasas semanas o meses para que una persona se radicalice. En otras ocasiones, pueden pasar años».

Es así como la radicalización adquiere matices, en dependencia del grado de intensidad en que se produce. Puede hablarse entonces de una radicalización no violenta, motivada por movilizaciones en el marco de lo legal, hasta la adopción de una postura más radical, matizada por acciones ilegales, violentas o terroristas.

Cuando los individuos llegan a radicalizarse, progresivamente se asumen posturas inflexibles que dificultan la comunicación y el diálogo, lacerando las oportunidades para que otros puedan ejercer la crítica hacia sus posturas y consolidando los prototipos y tabúes hacia los que no simpatizan con su pensamiento radical. De esta manera, se construyen discursos que deshumanizan a estas personas y justifican las acciones violentas como formas de polarización.

Es así como, aunque los autores que se han acercado al fenómeno de la radicalización violenta coinciden en las implicaciones políticas y legales del término, argumentan que se trata de un proceso con dos componentes bien diferenciados: el pensamiento y la acción. Según los investigadores Isabel Bazaga y Manuel Tamayo, «implica la aceptación de una ideología radical a nivel cognitivo y una pauta de conducta que consiste en involucrarse, participar, sustentar o apoyar acciones violentas».

De ahí se deduce que los procesos de radicalización de las ideologías suelen ser violentos, no lineales y dinámicos, a la vez que responden a multiplicidad de factores económicos, sociales, políticos, culturales, religiosos, entre otros, cuando se dan en determinados contextos. Lo anterior se sustenta en el investigador alemán Daniel Koehler, al asegurar que «existen ciertos factores sociobiográficos  ̶ desempleo, escasa educación, problemas mentales, etc. ̶  que pueden motivar la radicalización».

Tampoco se deben desestimar factores como la humillación, las necesidades no cubiertas, la percepción de injusticias o discriminaciones, la convivencia en espacios de conflictos, la exclusión social, la necesidad de afiliación a un grupo, la migración, la falta de apoyo social, de empatía y de educación moral con anclajes en el respeto y la tolerancia. Estos elementos inciden en que un individuo busque satisfacer sus necesidades de reconocimiento social y de resignificación personal mediante el vínculo con grupos extremistas que pudieran llegar a radicalizarse.

Terrorismo y cultura de la violencia como fines de la radicalización

Como proceso, la radicalización violenta busca legitimar o asumir la violencia con el propósito de lograr objetivos políticos de cualquier índole y, asociada al terrorismo, tiene impactos negativos en la convivencia de las sociedades y en la polarización de los grupos ideológicos.

El propósito del terrorismo es provocar daños a las instituciones o los Estados, además de generar una psicosis de inseguridad. Esto incide negativamente en la vida del organismo social y, en consecuencia, en los ciudadanos.

En el Manual de Investigación del Terrorismo de Routledge, el especialista Alex Schmid se refiere al término como una «doctrina acerca de la efectividad esperada de una forma o táctica especial de violencia política coercitiva que tiene como fin generar miedo». Asimismo, este autor destaca que se trata de una «práctica conspirativa de violencia calculada, demostrativa y directa, ejercida sin ninguna constricción legal o moral».

Aunque instancias como la ONU o prestigiosas instituciones internacionales han realizado acercamientos al concepto de terrorismo en busca del consenso en su definición, no existe un acuerdo debido al carácter diverso de los actos terroristas, la transformación en la estructura de las organizaciones que los ejecutan, los métodos y las herramientas que emplean.

Sin embargo, existe cierto consenso en torno a la propuesta de Bruce Hoffman, quien en su texto Inside Terrorism, publicado en 2006, propuso cinco elementos generales que caracterizan al terrorismo y que lo distinguen de otros hechos criminales:

  • Tiene fines y motivos ineludiblemente políticos.
  • Emplea medios violentos o amenaza con el uso de la violencia.
  • Tiene repercusiones psicológicas que trascienden a la(s) víctima(s) o los objetivos.
  • Es dirigido por una organización, con una cadena de mando que puede estar estructurada en células, motivadas por objetivos ideológicos.
  • Suele perpetrarse por un grupo transnacional.

Isabel Bazaga y Manuel Tamayo alertan que, tras la ejecución de actos terroristas, «subyacen procesos más o menos duraderos de radicalización y de aceptación de la violencia como forma de actuar y reivindicar ideologías políticas, sean estas ideologías de extrema izquierda o anarquistas, de extrema derecha, independentistas, separatistas, nacionalistas o anticoloniales».

Imagen generada con Inteligencia Artificial mediante leonardo.ai

Lo anterior indica que las acciones terroristas se sostienen en bases extremistas e ideológicas fundamentadas en los procesos de radicalización que, en ocasiones, legitiman una cultura de la violencia que mina los sistemas de normas y valores como elementos otorgadores de sentido a la vida de los seres humanos y destruyen desde la autoestima personal hasta la confianza en los otros, generando inestabilidad en el orden social.

Esta cultura de la violencia tiene como finalidad la imposición y el ejercicio del control sobre otras personas, grupos o sociedades a través del miedo y, en el caso del terrorismo, obligar a asumir posicionamientos ideológicos en determinados contextos sociopolíticos, pues la violencia terrorista está al servicio de una causa, y puede ocurrir en paralelo a otras iniciativas de carácter aparentemente pacífico, con propósitos similares.

De este modo, la violencia asociada al terrorismo tiene un carácter instrumental, pues entre sus fines pueden encontrarse el cambio del status quo imperante en la sociedad, la creación de estados de alarmas e incertidumbres, la ganancia de protagonismo político, la demanda de cambios en la estructura social, la toma de conciencia ante injusticias o la eliminación de adversarios políticos. En este sentido, Alex Schmid refiere que el terrorismo no es más que una manifestación de esa cultura de la violencia en el escenario político.

Cuba: sabotajes y terrorismo

En un escenario internacional donde los actos terroristas amenazan la seguridad de las naciones y complejizan cada vez más los conflictos sociales, Cuba no queda excluida de esta realidad, en la que surgen actores con ideologías diversas que dejan su impronta de violencia tanto dentro como fuera de la geografía insular.

A mediados del siglo XX, principalmente en el proceso de luchas que inició contra la dictadura de Fulgencio Batista, el Movimiento 26 de Julio (M-26-7) emprendió acciones de sabotaje como parte de extender la guerra desde las montañas a las ciudades, que incluían la explosión de artefactos en cines, cabarets y otros espacios públicos, donde algunas personas  ̶ mayoritariamente jóvenes ̶ perecieron o resultaron heridas tanto en La Habana como en el interior del país. Algunas de ellas militaban en las filas del M-26-7.  

Hay muy poco registro histórico sobre las personas fallecidas durante estos actos. No obstante entre los ejemplos más documentados figuran la explosión que tuvo lugar el 4 de agosto de 1957 en una fábrica artesanal de bombas, petardos, niples, cocteles molotov y otros artefactos en el centro de la ciudad de Guantánamo, por presuntos errores en la manipulación de los explosivos, que provocó la muerte instantánea de cinco jóvenes que trabajaban en la manufactura clandestina; el 3 de septiembre de ese mismo año, Urselia Díaz Báez perdió la vida cuando intentaba poner una bomba en un baño del Teatro América, en La Habana; en 1958, fallecieron en Matanzas los luchadores clandestinos Enrique Hart Dávalos, Juan Alberto Morales García y Carlos García, al estallar una bomba tras el fallo de su mecanismo cuando se manipulaba.

A fines de la década de los ´50 fue común además el secuestro de personas y aeronaves como prácticas de violencia política. Aún se recuerda el secuestro, en La Habana, del campeón argentino de Fórmula 1 Juan Manuel Fangio, con el fin de que el M-26-7 ganase notoriedad internacional y demostrase que era capaz de sabotear la celebración del Gran Premio de Cuba, y a la vez, quedasen al descubierto las vulnerabilidades de la dictadura batistiana. Asimismo, en 1958 fue noticia el secuestro de un DC-3 con 14 pasajeros y, un mes después, un Viscount-755 que se precipitó en la Bahía de Nipe y solo sobrevivieron tres de sus 20 tripulantes.

Cobertura de Bohemia al secuestro de Juan Manuel Fangio

Cobertura de Bohemia al secuestro de Juan Manuel Fangio / Foto: BBC

En estos actos, el propósito era dañar instalaciones, servicios y lograr que el M-26-7 ganase notoriedad, a la vez que constituyen formas de radicalización violenta en medio de una guerra contra un gobierno que empleaba de forma sostenida la violencia extrema —principalmente asesinatos y tortura— como forma de lucha y principal estrategia para mantenerse en el poder.  

Siguiendo esta lógica, las acciones del M-26-7 se explican a partir de las tres condicionantes que establece Alex Schmid como impulsoras de la radicalización violenta: 1) la existencia de un status quo problemático, 2) la obligación de resolver esos problemas a través de la defensa de un ideario y 3) la violencia como medio para alcanzar ese propósito de cambio.

Asimismo, estos fragmentos de la historia insular constatan la existencia de un proceso de radicalización doméstico en un sector de la población, que tiene sus raíces en la concepción ideológica independentista de figuras como Félix Varela, Carlos Manuel de Céspedes o José Martí, basados en ideales que asumieron también los jóvenes revolucionarios de la década del ‘30 del siglo XX.

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Ernesto Che Guevara, en su texto La guerra de guerrillas, exponía sus criterios sobre las diferencias entre el terrorismo y el sabotaje en un contexto de lucha: «es preciso diferenciar claramente el sabotaje, medida revolucionaria de guerra, altamente eficaz, y el terrorismo, medida bastante ineficaz, en general, indiscriminada en sus consecuencias, pues hace víctima de sus efectos a gente inocente en muchos casos y que cuesta gran número de vidas valiosas para la revolución».

Con el triunfo de la Revolución en 1959 no tardaron en agudizarse contradicciones del nuevo poder, tanto con el gobierno de los Estados Unidos como con grupos nacionales probatistianos o que se oponían a las reformas implantadas por Fidel Castro, los cuales se exiliaron principalmente en el sur de la Florida. En este momento, la Isla comenzó a ser blanco de ataques terroristas, financiados desde el exterior, con el fin de generar inestabilidad en la población e intentar derrocar mediante la fuerza el Estado naciente y el nuevo sistema político establecido.

En los primeros años, se destaca el rol de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en el respaldo económico de operaciones militares y encubiertas de inteligencia para derrocar o asesinar a Fidel Castro, e instaurar una junta gubernamental favorable a los intereses de Estados Unidos que posteriormente convocase a elecciones.

En paralelo, la CIA destina fondos para el entrenamiento paramilitar de grupos anticomunistas fuera de la isla, el desarrollo de redes de inteligencia en el territorio cubano y la creación de una estrategia propagandística en contra del gobierno, con el propósito de sembrar el descontento, la desaprobación popular y garantizar de modo más certero el desmoronamiento del modelo político cubano.

Las formas de terrorismo en esta etapa van desde las acciones de sabotaje contra instalaciones de interés económico; atentados contra representaciones de organismos e instituciones cubanas en el exterior, incluido el personal diplomático; intentos de asesinato a dirigentes políticos; secuestros de aeronaves con el propósito de desviarlas hacia territorio estadounidense, hasta indicios de bioterrorismo mediante la introducción de plagas que han afectado la producción de alimentos y la salud de las personas.

El atentado contra el avión que transportaba desde Barbados a Jamaica a guyaneses, norcoreanos y miembros de la selección nacional del equipo de esgrima, el 6 de octubre de 1976, es recordado como el peor de su tipo en la región. En el año 2005, archivos desclasificados de la CIA daban cuenta de que ese ente «tenía inteligencia concreta de avanzada, tan temprano como junio de 1976, sobre planes de grupos terroristas cubanos exiliados, de atacar con una bomba de línea de Cubana».

Honores a los fallecidos en el acto terrorista conocido como crímen de Barbados.

A inicios de la década de los ‘80 se creó la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA) que, apoyada por la CIA, también destinó fondos para derrocar al gobierno de la isla y financió atentados contra hoteles en la capital cubana a fines de los años ‘90, que dejó como saldo la muerte de un turista italiano. En esos años, el mundo vivía el fin de la Guerra Fría tras el colapso del socialismo en Europa del Este por lo que, aunque la tensión política había disminuido notoriamente a escala internacional, se realizaron en distintas zonas de Cuba infiltraciones de grupos armados de cubanos residentes en EE.UU. Sin embargo, en periodos más recientes, las acciones terroristas tanto dentro como fuera de la Isla han tomado otras características, pues la actitud de EE.UU. ante el terrorismo cambió drásticamente tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Si bien en las décadas anteriores la CIA entrenaba directamente a cubanos que residían en el exterior con el fin de una intervención armada  ̶ que dejaron una filosofía de que «contra el gobierno cubano todo vale», reforzada con la tolerancia de las autoridades norteamericanas hacia quienes entrenó para emprender esas acciones violentas ̶ , en la actualidad grupos de la oposición que operan desde EE.UU. o algunos países europeos reclutan a cubanos residentes en la Isla para acometer acciones terroristas dentro del territorio nacional.

En este contexto, han aparecido procesos de radicalización ideológica asociados a las distintas fuerzas políticas que confluyen en el escenario cubano tanto fuera como dentro del territorio nacional. La crisis económica y de migración a gran escala, que han agudizado el descontento y la desesperanza popular, el discurso agresivo hacia el gobierno cubano que imperó en Estados Unidos durante de época de Donald Trump —y con numerosos amplificadores en la Florida—, sumado a las acciones de violencia política acometidas por el Estado cubano contra personas o grupos disidentes que ha trascendido a la agenda pública —reclusión domiciliaria, actos de repudio, interrogatorios por órganos de la Seguridad, exposición pública, y encarcelamientos— han incidido en el desplazamiento tanto individual como grupal hacia los extremos del espectro político.

De este modo, ha sido común en los últimos años el reclutamiento de personas por parte de sectores de la oposición cubana en el exterior, para emprender acciones violentas en algunas ciudades de la Isla. El descarrilamiento de un tren de carga que procedía de la terminal de contenedores de Mariel; el lanzamiento de piedras contra vidrieras de centros donde se comercializan productos en Moneda Libremente Convertible (MLC) en La Habana, Santiago de Cuba y Matanzas, o de cocteles molotov contra archivos del Tribunal Municipal de Centro Habana, una cafetería, una barbería y una bodega en San Miguel del Padrón; además de las vejaciones a bustos de José Martí en la capital cubana, constituyen ejemplos de estas acciones en el territorio cubano.

Bustos de José Martí vandalizados

Bustos de José Martí vandalizados / Foto: Diario de Cuba

Esta situación de radicalización política ha sido aún más aguda luego del estallido violento del 11 de julio de 2021 y la posterior respuesta altamente punitivista del Estado cubano que se materializó en altas condenas a múltiples manifestantes mediante sentencias que han sido consideradas como exageradas y atravesadas por un fuerte matiz político y de escarmiento público por parte de organizaciones internacionales y grupos ciudadanos.

El gobierno cubano ha declarado en la mayoría de los casos que estos son actos de terrorismo financiados desde el exterior para el cambio de régimen. No obstante, a diferencia de los atentados implementados en los primeros años de la Revolución, la relación directa con agencias de inteligencia extranjeras de estas últimas acciones no ha sido totalmente probada hasta el momento, cuando más, se ha demostrado vínculo directo de los comisores con grupos radicales del exilio.

Otro de los elementos a debate es la edad de quienes protagonizan estas formas de terrorismo y vandalismo. Según alertan los estudiosos Manuel Moyano e Irene González, en las sociedades, los jóvenes son «actores proactivos» por lo que corren mayor riesgo de ser «socializados en entornos vulnerables, expuestos a propaganda violenta y en riesgo real de captación y reclutamiento».

Algunos puntos de partida para prevenir la radicalización violenta y el terrorismo

Hasta el momento, los procesos de radicalización vinculados al tema Cuba de años recientes no han provocado actos terroristas dentro de la Isla que arrojen saldos de víctimas masivas, pero para evitar que esto llegue a suceder, es necesario contar con una estrategia que apueste por la colaboración e intervención de los actores involucrados. Ello supone disponer de mecanismos de alerta temprana que ayuden a detectar cuándo un sector se encuentra en un proceso de radicalización que puede conducir a la violencia.

Las investigaciones a escala internacional que se han acercado al fenómeno en otros contextos, apuestan por desarrollar programas de comunicación estratégicos y coordinados, que prioricen la puesta en práctica de contra-narrativas discursivas como respuesta proactiva a los discursos extremistas que pudieran incidir en un proceso de radicalización a corto, mediano o largo plazo.

Sobre la base de lo anterior, la prevención de la radicalización violenta y el terrorismo vinculado al tema Cuba pudiera enfocarse en tres aspectos fundamentales:

1) fomentar narrativas que apuesten por historias positivas y de resiliencia, donde se muestren valores asociados a la tolerancia, la libertad de expresión, de pensamiento y la democracia;

2) orientar el trabajo hacia lo educativo, para ofrecer apoyo, orientación y formación y así prevenir formas de radicalización violenta en escenarios presentes y futuros;

3) emplear de modo articulado las redes sociales digitales o humanas para difundir información y experiencias que promuevan la reflexión y protejan a las personas o grupos en riesgo de ser radicalizados, al ser posibles espacios que favorecen los procesos de radicalización, por su probada eficacia para difundir ideas y narrativas extremistas.

Lo anterior demandaría un trabajo donde confluyan, de modo colaborativo, todas las instancias y esferas de la sociedad, que se encaminen a la creación de equipos de trabajo interdisciplinares y asesoría especializada para promover una convivencia social libre de extremismos que corren el riesgo de desencadenar procesos de radicalización violenta.

20 octubre 2023 2 comentarios
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Diaz-Canel en Nueva York
Observatorio sobre Extremismo Político

Visita de Diaz-Canel a Nueva York: entre denuncias, enfrentamientos y polarización

por Observatorio sobre el Extremismo Político 25 septiembre 2023
escrito por Observatorio sobre el Extremismo Político

En días recientes, dos reuniones de alto nivel de suma relevancia internacional marcaron el escenario político cubano. Primero, la Cumbre del Grupo de los 77 (G77) y China, que tuvo lugar en La Habana los días 15 y 16 de septiembre, y luego el 78 periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) en la ciudad estadounidense de Nueva York, que se extenderá hasta el día 26 del presente mes.

El gobierno cubano, en su condición de presidente pro tempore del G77 y China, recibió a delegaciones conformadas por más de 1 300 participantes procedentes de 116 naciones, a la vez que estuvieron representadas 12 organizaciones y agencias del sistema de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

La cita fue un espacio de debate en torno a la necesidad de generar consensos sobre las inversiones globales en ciencia, tecnología e innovación en relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, además de la urgencia por reformar de modo integral la actual arquitectura financiera internacional desde enfoques inclusivos, coordinados y cooperativos.

Asimismo, la representación cubana en la AGNU, encabezada por el presidente Miguel Díaz-Canel, tuvo un papel activo en las reuniones y actividades incluidas en el programa del 78 periodo, entre ellos la Cumbre de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el debate central de la sesión y la reunión de alto nivel de cancilleres del G77 y China.

En sus discursos, el presidente cubano siguió la misma línea retórica que abordó en la reunión del G77 y China, con énfasis en las críticas al actual orden económico internacional y la necesidad de transformarlo; la defensa del multilateralismo; los cambios de paradigmas de la ciencia, la tecnología y la innovación, según su criterio, cada vez más enfocados en las perspectivas de los países del norte, además de la denuncia a las medidas unilaterales coercitivas por parte del gobierno de los Estados Unidos (EE.UU.) contra Cuba y otras naciones.

Durante esos días, cubanos residentes en EE.UU. coincidieron en Nueva York. Muchos lo hicieron en explícito rechazo a la presencia del mandatario en tierras estadounidenses, y otros, en apoyo a la delegación de la Isla y en favor del cese de las sanciones.

A continuación, se realiza un recorrido por la histórica presencia de la representación gubernamental cubana ante la AGNU, para posteriormente analizar los acontecimientos de fechas recientes en Nueva York.

Cuba en el foro multilateral de la ONU

Cuba es miembro fundador de la ONU y tras 1959 su presencia se hizo más activa en las sesiones y comisiones de trabajo. En 1960 trascendió el discurso más largo que haya tenido lugar hasta el momento en una AGNU, pronunciado por Fidel Castro durante 269 minutos, en el que denunció las prácticas injerencistas del gobierno de EE.UU.

De acuerdo con el político y diplomático mexicano Claude Heller, fue a partir de los años 80 cuando EE.UU. comenzó a desplegar una intensa actividad al interior de la organización en aras de condenar a la Isla y mantenerla aislada en el escenario internacional. Es así como hacia 1987, la administración Reagan introdujo una resolución sobre la situación de los derechos humanos en Cuba para condenar y monitorear su cumplimiento por medio de un relator designado.

En este sentido, para los intereses estadounidenses era necesario que el gobierno cubano «dejara de intervenir y de promover la subversión en América Latina, que dejara de constituir una base de la Unión Soviética en el continente americano, y que retirara sus tropas de Angola», según contextualiza Heller. 

Ante la politización del tema, EE.UU. inició una embestida diplomática en la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas (CDH) que generó polarizaciones, pues muchos gobiernos se vieron bajo presión para pronunciarse a favor de uno u otro gobierno, lo cual dio lugar a una propuesta de enfoques más constructivos para abordar la cooperación entre Cuba y la ONU en cuanto a derechos humanos, que fue adoptada mediante la decisión 1989/113.

Sin embargo, en 1991 la caída del socialismo en Europa del Este y las presiones de EE.UU. sobre países de Latinoamérica, propiciaron que resultase aprobada la resolución 1991/68, según la cual, un relator especial sueco sería designado en territorio cubano; pero la Isla no lo permitió.

Como respuesta a estas acciones, en el año 1991 Cuba presentó en la AGNU el informe contra las sanciones y, aunque el documento debió ser retirado por presiones ejercidas por EE.UU. contra muchos países, en 1992 el alegato retornó a la ONU y, desde entonces, cada año se presenta la propuesta, que es llevada a votación, y ha contado con amplio respaldo de la comunidad internacional.

Votaciones en la ONU por el fin de las sanciones en 202

Votaciones en la ONU por el fin de las sanciones en 2022 / Foto: Loey Felipe-ONU

Hasta el momento, el gobierno cubano no ha dejado de participar en los debates que convoca anualmente la AGNU, representado por sus altos funcionarios.

El presidente cubano en la AGNU 2023

El domingo 17 de septiembre el jefe de Estado cubano aterrizó en la ciudad de Nueva York para participar en numerosos eventos que tendrían lugar a lo largo de la semana de alto nivel en la AGNU. Previamente, había confirmado oficialmente su participación en la cita por medio de su cuenta en la red social X, antes Twitter.

Su agenda inició con una reunión a puertas cerradas en la mañana del lunes con la miembro de Cámara de Representantes por el Partido Demócrata, Bárbara Lee, quien aboga por la normalización de las relaciones bilaterales y el cese de las sanciones contra Cuba.

En esa misma jornada, intervino brevemente en la Cumbre de los ODS, al que fue invitado como presidente pro tempore del G77 y China, en la que calificó de «extremadamente crítica» la mitad del periodo recorrido para lograr el cumplimiento de los ODS en 2030 y alertó que se incumplirán más de la mitad de las metas que han sido acordadas para esa fecha. En este sentido, instó a aplicar la agenda de cambio climático y destacó que el unilateralismo es incompatible con los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio.

El martes, Díaz-Canel fue el sexto presidente en hacer uso de la palabra en el debate general, y centró su discurso en la demanda a una transformación profunda de la actual arquitectura financiera internacional, así como en el fin de las sanciones contra su país. El miércoles siguiente participó en el diálogo de alto nivel sobre Financiamiento para el Desarrollo, y el jueves en la reunión de cancilleres del G77 y China. En ambos abordó las mismas líneas discursivas de los discursos anteriores.

Llegada de Díaz-Canel a Nueva York / Foto: Cubadebate

Al margen de la agenda oficial de la ONU, el también primer secretario del Partido Comunista de Cuba estuvo presente en otros eventos, como en el homenaje al líder Malcolm X, la reunión que sostuvo con cubanos residentes en EE.UU. y algunos empresarios estadounidenses o de origen cubano, y en un acto de solidaridad con Cuba y Venezuela.

Reacciones ante la estancia de Miguel Díaz-Canel en Nueva York

Semanas antes de la llegada Díaz-Canel a la AGNU, se hizo pública una convocatoria de opositores cubanos residentes en EE.UU. para acudir a Nueva York a manifestarse contra la estancia del presidente en ese país y su participación en los debates del organismo multilateral. La senadora Alexis Calatallud, el influencer Eliezer Ávila y la presidenta de CubaDecide Rosa María Payá, fueron algunos de los que apoyaron la realización de las manifestaciones.

Desde el lunes 18 de septiembre, muchos residentes en ese país, detractores del gobierno de la Isla, comenzaron a congregarse con carteles y consignas frente a la sede de la Misión Permanente de Cuba ante la ONU, luego de que el jefe de Estado arribara al edificio, ampliamente custodiado por efectivos policiales neoyorquinos y el Servicio Secreto.

Las protestas de los activistas se movían indistintamente entre la sede de la Misión cubana y los alrededores de las Naciones Unidas, y encontraron cobertura periodística por parte de los medios de comunicación que transmiten desde el sur del estado de la Florida.

Protestas de cubanos en Nueva York por la visita de Díaz-Canel / Foto: Miami Herald

Frases como «¡Abajo la dictadura castrista!», «¡Abajo Díaz-Canel!», «Derechos humanos para todos los cubanos» y «Libertad para los presos políticos» se escucharon en las afueras de ambos recintos, a la vez que demandaron la realización de elecciones libres en Cuba. Asimismo, muchos manifestantes portaban carteles con los rostros de miembros de la oposición que cumplen sanciones en cárceles cubanas como José Daniel Ferrer, Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Castillo (Osorbo).

Trascendió en esta jornada la declaración que ofreció el exdiplomático cubano Joel Suárez Orozco al periodista Mario Vallejo, del canal Univisión. En sus palabras, Suárez explicó cómo se desempeñó como tercer secretario de la Misión Permanente de Cuba en la ONU en el año 2020, tras ganar una beca de la Alianza de Pequeños Estados Insulares de la ONU. Aunque trabajó en el área de cambio climático y desarrollo sostenible, denunció que el gobierno cubano le negó la posibilidad de continuar su superación profesional en universidades europeas, por lo que pasó por numerosos interrogatorios y estuvo detenido en una cárcel cubana hasta que logró salir ilegalmente del país y establecerse en EE.UU.

Según aseguró Suárez, su presencia ante la sede de la Misión Permanente de Cuba en la ONU responde a la necesidad de expresar su descontento con la falta de derechos, libertades y dignidades que sufren los presos por motivos políticos.

Por otra parte, el diario Granma publicó un artículo en el que, aunque no mencionaba directamente su nombre, llamaba traidor y desvergonzado al exrepresentante cubano por aprovechar «toda oportunidad laboral para su propio beneficio» y «sumarse al coro de la histeria reaccionaria que recibe en Nueva York […] al Presidente de la República».

Como parte de las actividades en rechazo a la presencia del mandatario cubano, se emplazó una muestra de artistas de la plástica cubanos, nicaragüenses y venezolanos en la galería de arte Blue Gallery, auspiciada por la organización de derechos humanos Freedom House, bajo el título de «Voces Silenciadas: Artistas Desafiando la Represión».

En la tarde del jueves, tuvo lugar un panel en el Hotel Knickerbocker, organizado por CubaDecide y la Fundación de Derechos Humanos en el Columbia University Club, y moderado por Rosa María Payá, en el que participaron activistas, abogados especializados en derechos humanos y expertos, en el cual se criticó a la ONU por permitir al presidente cubano asistir al evento, se denunció la situación en que se encuentra bajo arresto José Daniel Ferrer y se discutió sobre la ausencia de un poder judicial independiente en la Isla.

No obstante, la presencia de los defensores del gobierno cubano también fue notoria a lo largo de la semana. El martes 19 de septiembre, día en que Díaz-Canel ofrecería su discurso en el debate general del 78 periodo de sesiones, tuvo lugar un cruce de palabras entre ellos y los detractores, que obligó a la policía de Nueva York a desplegarse para garantizar la seguridad del sitio. 

En esa ocasión, los miembros de The People’s Forum estuvieron frente a la sede de la AGNU encabezados por uno de los líderes de la organización, Manolo de los Santos, y además de consignas exigiendo el cese de las medidas coercitivas unilaterales contra la Isla, portaban pancartas con mensajes que reforzaban esa petición. Este grupo abogó por que se cambiara la política oficial de la actual administración de Joe Biden contra la Isla.

El viernes 22 de septiembre, varios cubanos residentes en EE.UU., y estadounidenses pertenecientes a grupos de solidaridad con Cuba, marcharon en Nueva York exigiendo también el fin de las sanciones. Asimismo, el sábado tuvo lugar un acto de solidaridad con Cuba y Venezuela, organizado por la antes mencionada The People’s Forum y otros movimientos de solidaridad de EE.UU., que contó con la presencia del gobernante cubano.

Díaz-Canel en Nueva York en una manifestación contra las sanciones

Díaz-Canel en Nueva York en una manifestación contra las sanciones / Foto: Cubasí

En la noche del 24 de septiembre la embajada cubana en Estados Unidos fue atacada con dos cocteles molotov, según twiteó el canciller Bruno Rodríguez Parrilla en su cuenta oficial. «No hubo daños al personal. Se están precisando los detalles», añadió. Se desconoce aún si se trata de un acto individual o fue organizado por alguna organización opositora exiliada. 

En las respuestas a la publicación se pueden apreciar muestras de solidaridad con la delegación cubana y denuncias al acto calificado como terrorista, junto a comentarios que elogian esta acción como una vía de protesta genuina ante la presencia del presidente cubano en Estados Unidos, o se cuestionan la veracidad de la información. Múltiples cuentas también llamaron la atención sobre la ironía de que la embajada cubana sufriera un acto terrorista justo en el país que acusa de patrocinar el terrorismo al Estado que esta representa.

Conflicto, polarización y disensos

Ante un escenario de diversidad y contraposición de posturas, es oportuno un breve análisis de los ejes discursivos que siguieron los grupos en conflicto. La oposición al gobierno cubano con presencia en Nueva York, en su mayoría cubanos residentes en ese territorio, arrojó como principal estrategia, el rechazo a la presencia de Díaz-Canel en la ciudad neoyorquina.

Para fundamentar sus argumentos, los presentes se basaron en la existencia de presos políticos, principalmente luego del 11 de julio de 2021; la incapacidad del gobierno cubano para pagar las deudas contraídas con entidades como el Club de París y la ineficacia del sistema político de la Isla, dirigida por un presidente que no fue electo democráticamente, de acuerdo con una concepción de la democracia que exige voto directo y pluripartidismo.

Al respecto, dichos grupos desconocieron los efectos que tiene para la Isla la permanencia y el recrudecimiento de las medidas coercitivas unilaterales, reconocidas por organismos multilaterales como violatorias del derecho internacional, y en consecuencia, la necesidad del cese o al menos flexibilización de estas para aliviar el sufrimiento del pueblo cubano y garantizar una relación respetuosa entre Cuba y Estados Unidos.

Por el contrario, los defensores del gobierno cubano centraron sus estrategias discursivas en el cese de las referidas sanciones y en el derecho de Cuba a su libre determinación. Mientras tanto, evitaron debatir con profundidad sobre las problemáticas señaladas acerca de los presos políticos, la limitación de libertades civiles y otras violaciones de derechos humanos que siguen lastrando la relación armoniosa entre el Estado y la sociedad civil.

En adición, era evidente que —aunque estuvieron personas de origen cubano— la mayoría de los presentes en las manifestaciones en apoyo al presidente de la Isla eran nacionales estadounidenses o de otras nacionalidades, lo cual contrasta con la participación de miembros del exilio cubano en las protestas de calle, en la cual abundaban los cubanoamericanos.

Si bien las demandas de ambos grupos pueden comprenderse, continúa prevaleciendo la ausencia de un consenso y la falta de intereses y capacidades para negociarlo, ante la desestimación de un ejercicio del debate plural para llegar a puntos de acuerdo que contribuyan a analizar la situación de la Isla y a proponer marcos de actuación propicios y objetivos que tributen a la solución de los problemas internos y el bienestar de su ciudadanía.    

***

Las polémicas que generó la presencia de Díaz-Canel en la AGNU y las actividades desarrolladas en la ciudad de Nueva York evidenciaron los puntos de desencuentro y contradicciones entre los adeptos a los grupos políticos bien definidos (gobierno-oposición), cada vez más notorios, que llegan a tener momentos de crispación y confrontación en espacios físicos fuera del territorio cubano.

Más alla de que las demandas, alertas y propuestas por los representantes del gobierno de la Isla ante la AGNU tuvieron fundamento, la presencia de grupos que legitiman o deslegitiman su labor sería beneficiosa si, desde un ejercicio del debate plural, fueran expuestos, analizados y sometidos a debates respetuosos todos los argumentos de las partes que impliquen a los cubanos, donde quiera que residan y más allá de su postura política.

De esta manera, el discurso gubernamental en la escena internacional se viera reforzado, y se duplicarían los esfuerzos por contribuir al real y objetivo desarrollo de la Isla, en todas las esferas de actuación.

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25 septiembre 2023 1 comentario
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Cubapostcastro
Observatorio sobre Extremismo Político

Del liderazgo a la mitificación, un análisis a partir de la figura de Fidel Castro

por Observatorio sobre el Extremismo Político 24 agosto 2023
escrito por Observatorio sobre el Extremismo Político

El pasado 13 de agosto Fidel Castro hubiera cumplido 97 años. Es habitual que, en homenaje a la fecha, las instituciones cubanas organicen actividades que recuerden el legado de su vida y obra, así como una amplia cobertura mediática por las vías tradicionales y las plataformas digitales.

En paralelo, numerosos influencers cubanos que producen y reproducen el discurso opositor también evocan el acontecimiento, reaccionando en tono de crítica o sátira a las acciones programadas por las instituciones o medios estatales cubanos.

La controversial figura del líder de la Revolución cubana sigue siendo uno de los principales ejes de polarización existente en la Isla y fuera de ella, y sobre la cual es sumamente difícil encontrar criterios o análisis que pongan en la balanza sus aciertos y desaciertos como político.

Cultura política, extremismo y polarización

En términos teóricos, la cultura política se concibe como englobadora de acciones, sentimientos, patrones de conducta compartidos y creencias que estructuran y otorgan sentido a los conjuntos de principios, normas y sistemas de ideas que regulan la conducta política de un individuo, un grupo o una sociedad dentro de un proceso político.

De acuerdo con la investigadora Mary Luz Sandoval Robayo, la cultura política está dotada de una dimensión afectiva, en correspondencia con los grados de estimación que tengan lugar entre los individuos o grupos que integran la sociedad, y una dimensión sociológica, al ser producto de extensos y complejos procesos de socialización por medio de los cuales se transmiten valores, creencias, mitos, actitudes y normas de comportamiento que asumen la ciudadanía.

En este sentido, la cultura política incluye aspectos inherentes a la cuestión política, como el grado de confianza en las instituciones públicas y gubernamentales, los niveles de participación política de los ciudadanos, las demandas al sistema político; así como otras, más enfocadas en la cultura y con incidencia en la política, como las pautas de cooperación, los roles y posiciones que asumen hombres y mujeres y los niveles de confianza interpersonal.

Cultura Política

Tomada de El Comercio

Según la académica cubana Annelys Alfonso Concepción, los grupos sociales que se identifican con la cultura política de la clase dominante reproducen sus códigos y patrones, mientras los que se oponen, también buscan la manera de legitimar la suya.

Por otro lado, Sandoval destaca que los hechos históricos que producen rupturas en las costumbres de las sociedades —como crisis económicas, desastres naturales o revoluciones sociales—, pueden traer aparejada la aparición de posturas o bien conservadoras o bien innovadoras, y podrían propiciar la aparición de formas extremas en lo político y cultural.

Cada nación está dotada de una cultura política particular atendiendo a su carácter histórico concreto, y en el caso de Cuba, esta se caracteriza por un pensamiento político heredado de los procesos de socialización, que emergió y evolucionó desde el surgimiento de la identidad cubana. Desde la historiografía más apegada al poder estatal, ese pensamiento político encontró a sus figuras cumbres en José Martí y Fidel Castro.

La figura del líder histórico en la cultura política

El concepto de liderazgo se aplica a diversas instancias de la actividad humana, pero desde hace muchos años es objeto de los estudios centrales de la teoría sociopolítica desde diversos enfoques de análisis, con génesis en el surgimiento de la sociedad de masas, la aparición de los partidos políticos y la lucha por la posesión o el ejercicio del poder.

El politólogo francés Jean Blondel afirma que la esencia visible de la política, para la mayor parte de los ciudadanos, descansa en que ella se circunscribe al recuerdo que dejan los líderes en los ellos, hayan sido o no sus seguidores ideológicos o de acción.

De este modo, aunque no se desestima el rol de las instituciones del Estado y los procedimientos jurídicos que cada nación establece para regular la vida social, la actuación de los líderes políticos es trascendental, porque juegan un papel en el desarrollo de los hechos históricos condicionados por su personalidad, los roles y las tareas que desempeñan, los valores que demuestran y defienden, así como el entorno donde sus actos tienen lugar.

Como plantean José R. Arellano Sánchez y Margarita Santoyo Rodríguez, son los líderes políticos los responsables de decidir qué hacer y cómo actuar ante los problemas y, por otra parte, son los pueblos los que crean, consciente o inconscientemente, estos mecanismos para detonar acciones sociales colectivas y promover cambios.

liderazgo

Tomada de: Degree of Thought

El investigador español Santiago Delgado Fernández complementa lo anterior cuando manifiesta que el liderazgo político implica una serie de habilidades técnicas, cognitivas e interpersonales, una relación de superioridad y una focalización de las expectativas del grupo o sociedad que se lidera para lograr credibilidad y popularidad.

Por lo tanto, el líder político puede llegar a encarnar los valores de enviado divino, como símbolo mesiánico de salvación de la sociedad terrenal, por lo cual es respetado, exaltado y alabado por sus seguidores.

A la teoría sobre este fenómeno ha contribuido la socióloga Blanca Deusdad, quien destaca que, desde el punto de vista discursivo, los líderes políticos se centran en el elemento emotivo, aunque alerta que sus palabras pueden, o bien apaciguar a las multitudes que los siguen, o bien conducir a la catarsis colectiva. A la vez, indica que «al líder político se le considera un líder apto y se lo acepta como representante», pues es aceptado y en él se deposita toda la confianza, por lo que sus seguidores «tienen una fe ciega en este, como un elemento de lucha para conseguir mejoras políticas, culturales y sociales».

El líder histórico como imagen mítica

Dentro de la teoría del liderazgo los autores contemporáneos plantean que el líder debe desarrollar un pensamiento crítico sólido, racional y objetivo, que le ayude a tomar decisiones acertadas, justas y equilibradas, a tono con los indicadores de la legalidad y la ética. Se impone que esta persona gestione sus emociones inteligentemente, en aras de que su legado trascienda, una vez que otro ocupe la posición de liderazgo.

Sin embargo, en torno al líder —sea o no político— suelen construirse relatos unificadores vinculados a su fuerza, su esperanza, sus temores, sus decisiones o sus relaciones con los otros que, por medio de los significados construidos, crean una imagen mítica de ese sujeto, a través de narrativas trascendentes del discurso oral y otorgadores de sentido a su existencia.

liderazgo histórico

Tomada de BBC

Desde el punto de vista del semiólogo estructuralista francés Roland Barthes, a este líder se asocia un conjunto de significados que se concretan en un concepto con múltiples significantes. Estos permiten interpretar la imagen mítica del líder, en consonancia con las experiencias, las identidades, las ideologías y los imaginarios sociales de los lectores/usuarios/receptores/públicos/subordinados/seguidores.

Es así como los valores y las motivaciones que se asocian a un líder por medio de los relatos que se construyen en torno a su imagen, propician que los hechos que ha protagonizado sean creídos como verdaderos, y transmitidos de una generación a otra con emotividad, a tono con el concepto aristotélico de verosimilitud.

De acuerdo con la investigadora ecuatoriana Caroline Ávila, en el contexto político «el mito siempre pertenecerá a un grupo en particular, para ello debe hacer referencia a la memoria colectiva de ese grupo». Por ello, el mito tiene como figura central a un representante de un colectivo que encarna sus valores, ideas, y doctrinas desde las referencias de la memoria colectiva.

En el caso cubano, la memoria colectiva de la segunda mitad del siglo XX e inicios del XXI, está fuertemente marcada por el liderazgo de Fidel Castro como imagen mítica, el cual, para una parte de los cubanos, aporta significado al simbolismo del héroe salvador, de la lucha y de la revolución que garantizaría justicia social, educación, salud, vivienda y bienestar para todos, y para otros, su imagen está rodeada de un simbolismo del tirano que perpetuó un sistema antidemocrático en la Isla y es el principal responsable de los problemas que han aquejado a los cubanos.

Fidel Castro

Tomada de El Mundo

Fidel Castro fue una de las figuras políticas más importante de su época. Su largo tiempo de mandato, sus alianzas internacionales, así como su retórica discursiva lo convirtieron en un paradigma del bien o el mal, para muchos mandatarios, partidos y otras organizaciones políticas —principalmente latinoamericanas—, en dependencia de su orientación ideológica.

Su capacidad de liderazgo se puso a prueba en numerosos momentos de la historia cubana, como la Campaña de Alfabetización; el enfrentamiento a la invasión por Playa Girón; la Crisis de Octubre; la dirección estratégico-militar de las tropas cubanas en la batalla de Cuito Cuanavale, en Angola; la lucha por el retorno a Cuba del niño Elián González; la creación de alianzas en Latinoamérica, alternativas a las organizaciones hegemónicas hasta el momento; el impulso al desarrollo de la biotecnología en un momento de crisis económica en la Isla, entre otros.

A los logros políticos se le sumaron otras narrativas míticas: desde la imagen de la paloma que se posaba en su hombro mientras emitía el discurso tras su entrada a La Habana en 1959, hasta la sobrevivencia a múltiples intentos de atentados, lo cual coadyuvó a construir una imagen sobrehumana del individuo y líder político.

Fidel Castro Paloma

Tomada de El País

Sin embargo, Fidel Castro también encontró rechazo en muchos sectores de dentro y fuera de Cuba, por su política de enfrentamiento a la oligarquía cubana vinculada al gobierno de Estados Unidos e intereses financieros con empresas de ese país, así como las limitaciones y prohibiciones impuestas a quienes pensaban distinto, su renuencia a celebrar elecciones o su negativa a realizar reformas en la economía nacional luego de la desintegración del campo socialista.

Asimismo, su liderazgo prolongado lo convirtió, para el imaginario de determinadas comunidades políticas, en el principal responsable de múltiples acontecimientos negativos que tuvieron lugar en la Cuba de 1959, que provocaron fracturas en el consenso social y heridas no sanadas. Un ejemplo es el acoso y condena por parte de organizaciones del Estado a los homosexuales en los primeros años de la Revolución, o los actos violentos organizados contra quienes pretendían migrar en los años 80.

Por tales razones, Fidel Castro es una imagen mítica cuyo concepto está cargado de contradicciones y, en consecuencia, genera polarización. A nivel discursivo, esta imagen mítica proyectada por el gobierno cubano, es exaltada al extremo de deshumanizarlo, sin hablar de sus errores. Por otro lado, parte importante de la oposición lo demoniza al extremo de presentarlo como villano o caudillo, sin reconocer sus aciertos.   

Incidentes del aniversario 97 del nacimiento de Fidel Castro

En las honras fúnebres que tuvieron lugar el 3 de diciembre de 2016 tras su muerte, acontecida el 25 de noviembre, se dio lectura a la última voluntad del líder político, donde disponía que, una vez desaparecido físicamente, su nombre o imagen no fueran nunca usadas para nombrar instituciones o lugares públicos, ni se erigieran monumentos, estatuas o bustos en su memoria.

Honras fúnebres Fidel

Tomada de Onda Cero

En correspondencia, la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular del 27 de diciembre de ese año, aprobó la Ley Sobre el Uso del nombre y la figura del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz que prohíbe el culto a la personalidad del líder político. «Como expresión de la voluntad y le ética política que siempre acompañó a Fidel, se prohíbe emplear su nombre para denominar instituciones, plazas, parques, avenidas, calles y otros lugares públicos, así como también cualquier tipo de condecoración, reconocimiento o título honorífico», versa el documento.

Asimismo, se impide usar la imagen de Fidel Castro como «marca u otro signo distintivo, nombre de dominio o diseños, con fines comerciales o publicitarios», a la vez que se evitará «el uso de la figura del líder de la Revolución en el tráfico mercantil, o con fines de publicidad comercial», aunque no se limita el «uso, en actos públicos, de la iconografía e imágenes acumuladas en la trayectoria revolucionaria del Comandante en Jefe y se mantendrán fotos en centros de trabajo o de estudio, unidades militares e instituciones».

Estatua Fidel Castro Moscú

Estatua de Fidel Castro en Moscú inaugurada en 2022 / Tomada de RT

En homenaje al 97 aniversario de su nacimiento, además de los habituales mensajes de los dirigentes políticos cubanos y extranjeros en honor a la fecha, durante la semana previa al 13 de agosto se organizaron presentaciones de libros, exposiciones de fotografías y eventos que fueron cubiertos por los medios de comunicación nacionales.

A la vez, instituciones cubanas como el Centro de Estudios Fidel Castro y sedes diplomáticas de la Isla en el exterior celebraron el aniversario como un cumpleaños habitual, similar a como se hacía cuando Fidel vivía.

Sin embargo, en el espacio de las redes sociales digitales fueron difundidos mensajes que, si bien se construyeron con la intención de homenajear el nombre de Fidel Castro, hallaron respuestas por parte de los adeptos al gobierno y de la oposición.

Uno de los ejemplos más viralizados en estos espacios fue la iniciativa de la unidad comercial El Billarista, perteneciente a las Tiendas Caribe de Villa Clara, donde varias personas reproducían con sus cuerpos el nombre de Fidel a través de poses recogidas en una sola fotografía. El hecho fue calificado de ridículo por la oposición. También algunos de sus representantes residentes fuera de Cuba utilizaron la fotografía para desacreditar la figura del líder político.

Tomada de Tiendas Caribe Villa Clara

De la misma forma, un video grabado por trabajadores de una unidad comercial también de la Cadena de Tiendas Caribe, donde leen mensajes sobre el significado y el legado de la figura de Fidel, fue objeto de burlas en redes sociales, y motivo de memes del influencer Abejas Memes, en su espacio de Facebook.  

Además, el pasado 14 de agosto la cuenta de Facebook de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Matanzas anunciaba la propuesta de nombrar a Fidel Castro como el quinto descubridor de Cuba. Ante las reacciones de los ciudadanos, la publicación fue eliminada de la página. Usuarios en redes sociales —de diversas orientaciones ideológicas— denunciaron el hecho y se preguntaron si, además de violar la legislación vigente, las oficinas de los conservadores tienen potestad para tomar decisiones relacionadas con la aprobación de los descubridores de la Isla y otros simbolismos de carácter exclusivamente nacional. Días después, la Academia de la Historia de Cuba publicó un comunicado calificando la acción de «superficial, anacrónica y contraproducente», lo cual pudiera significar la ausencia de un consenso, incluso dentro de las instituciones cubanas, sobre cómo manejar la figura del líder histórico.

Por su parte, el influencer cubano residente en Estados Unidos conocido como Ultrack, en su cuenta de Facebook Ultrack Cuba, dedicó un espacio a desmontar una entrevista realizada a una trabajadora del Cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba, que expresaba el significado de la figura de Fidel para su vida y la de sus familiares. Con un discurso irónico, Ultrack cuestionó cada planteamiento de la entrevistada, y promovió un discurso contrario a lo expuesto por ella, apelando a las necesidades y carencias actuales del pueblo cubano.

***

Sin dudas, la desaparición física de Fidel fue un parteaguas en la historia de Cuba más reciente, que desató mayores afecciones y desafecciones a su figura, obra y legado. En este sentido, entran en juego manifestaciones de subculturas políticas contrapuestas, con una raíz cultural común, que crean relaciones de tensión entre lo tradicional y lo transformativo.

Esta contraposición da lugar al surgimiento de conflictos en torno a la imagen del líder político, que tienen al extremismo como centro, generador de violencias verbales en los espacios digitales, asociados, de un lado, a la imposición de la fe ciega y, de otro, a la generación de desconfianza e incertidumbre, sobre la base de las situaciones objetivas por las que atraviesa el pueblo cubano.

Si bien el liderazgo político puede ser un catalizador de importantes cambios en una sociedad, centrar un sistema social en la figura de un líder nunca será una estrategia sostenible que propicie a largo plazo el desarrollo democrático en un país. Por otra parte, mitificar a cualquier figura siempre imposibilitará analizar qué elementos de su pensamiento deben ser aprovechados y cuáles han sido superados por las circunstancias o el paso del tiempo. Por un otro, toda figura política terminará su mandato en algún momento, y las estructuras del Estado deberán ser capaces de seguir garantizando la gobernanza con servidores públicos que respondan a las siempre cambiantes necesidades del contexto en el cual se desenvuelven.

24 agosto 2023 10 comentarios
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Lenier Mesa cancelado
Observatorio sobre Extremismo Político

Lenier Mesa ¿cancelado?

por Redacción 21 agosto 2023
escrito por Redacción

Actualización: el alcalde de Hialeah Esteban Bovo confirmó mediante su cuenta oficial de Twitter la exclusión del artista cubano en futuros eventos celebrados en la ciudad.

***

El influencer Alexander Otaola anunció la presunta decisión del comisionado de Miami, Joe Carollo, de cancelar varias presentaciones del cantante cubano Lenier Mesa, luego de que se le asociara al Cayo Santa María Music Fest, celebrado en varios hoteles e instalaciones turísticas cubanas. 

Hasta la redacción de esta nota, Carollo no se ha pronunciado por sus canales oficiales acerca de la decisión. De ser cierta la noticia, llama la atención que un influencer cubanoamericano anuncie una medida antes que un funcionario, un fenómeno también presente en la isla y que parecer trascender fronteras.

Lenier Mesa cancelado

El influencer Alexander Otaola anuncia la cancelación de conciertos del cantante Lenier Mesa

El evento motivó varias campañas de boicot por parte de integrantes de la oposición, por asociarlo al conglomerado empresarial GAESA, perteneciente al Ejército cubano, ya que varios de los hoteles auspiciantes se encuentran bajo la jurisdicción de esta empresa. También causó polémicas por problemas organizativos que provocaron percances con la transportación y alojamiento de quienes habían reservado y pagado desde la Isla. 

El artista desmintió su participación en el festival y afirmó que se encontraba en la Isla por motivos familiares. No obstante, esto no evitó que se cerniera sobre él una campaña de cancelación. Mesa se ha declarado públicamente en contra del sistema político de la Isla y, además, fue protagonista del video musical Cuba Primero, también con un contenido de crítica frontal a la situación de los presos políticos del 11J.

El anuncio de la cancelación ha sido celebrado como una victoria de la campaña de boicot hacia el evento. El músico urbano no es el primero que sufre censura en Miami por ir en contra del discurso imperante en la comunidad opositora exiliada. Más allá de las razones que pueda tener para estar en Cuba, su actuación o estancia en el país nunca debería ser un impedimento para cantar en su actual lugar de residencia.

Las presiones y condicionamientos sobre artistas para que apoyen de forma acrítica y forzosa el discurso opositor, no le hará bien a la promoción de valores democráticos en Cuba. Solo traerá como resultado extender el oportunismo y la doble moral, que obliga a las personas a callar su forma de pensar por miedo a represalias. Lo ocurrido demuestra que las esencias del autoritarismo, tan criticable en el Estado cubano, están presentes en buena parte de las organizaciones y líderes de la oposición.

Sobre este tema, el Observatorio sobre Extremismo Político de La Joven Cuba, en un texto que analizaba otros actos similares, afirmaba: «Tales actitudes, lejos de propiciar un clima de libre creación en la Isla, aumentan la polarización que sirve de pretexto a los extremistas para seguir censurando. Cada vez que se responde a un acto de censura con otro, solo se consigue alejar a obras y creadores de su público natural: los cubanos, donde quiera que estén».

21 agosto 2023 4 comentarios
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