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MLC

Cuba vive

¿Cuba vive de lo que trabaja?

por Redacción 1 mayo 2022
escrito por Redacción

Como cada primero de mayo, una parte del pueblo de Cuba marchará en la Plaza de la Revolución y otros sitios del país, siguiendo la tradición de la clase obrera cubana en el Día Internacional de los Trabajadores.

Por primera vez desde el confinamiento por Covid-19 las actividades serán presenciales, y la máxima dirección del país ha convocado a un desfile en respaldo al sistema socialista, defensa de las conquistas sociales y reclamo por el fin del bloqueo estadounidense.

No faltarán, por supuesto, las banderas, carteles y consignas de esta efeméride, que en el mundo es mayormente un recordatorio de lucha por los derechos laborales, pero en Cuba se presenta como fiesta de la clase obrera.

«Vamos con todo» y «Cuba vive y trabaja» serán las etiquetas de este año, aunque cabría preguntarse, a propósito de ellas: ¿Cuba vive de lo que trabaja? ¿Se han conquistado todos los derechos?

cuba vive

(Imagen: CTC)

Si nos remitimos a la Constitución de la República, comprobaremos que en su artículo 31 se concibe al trabajo como «un valor primordial de nuestra sociedad» y «constituye un derecho, un deber social y un motivo de honor». También, establece la Carta Magna, «debe ser la fuente principal de ingresos que sustenta condiciones de vida dignas, permite elevar el bienestar material y espiritual y la realización de los proyectos individuales, colectivos y sociales».

La realidad, sin embargo, se aleja en buena parte de lo que la tinta dispone. Con un salario mínimo de 2100 CUP y uno medio de 3800, difícilmente el trabajador cubano viva hoy con la dignidad que su Ley de leyes estipula. La inflación desmedida, los bajos índices de productividad, los múltiples males derivados del burocratismo y desacertadas políticas económicas diseñadas por la dirección del país, junto a las presiones unilaterales del gobierno norteamericano, atentan hoy contra los proyectos individuales, colectivos y sociales que deberían encontrar los cubanos en su tierra.

A ello se suma la existencia de los mercados en moneda libremente convertible (MLC), que exacerban las desigualdades sociales, generan descontento en la ciudadanía y devalúan aún más el trabajo al propiciar mayor corrupción y crear un apartheid económico.

Dice también la Constitución, en su artículo 20, que «los trabajadores participan en los procesos de planificación, regulación, gestión y control de la economía»; pero en un escenario en que los sindicatos han sido fusionados con las administraciones, ¿hasta qué punto los obreros deciden en un medio de producción que en teoría debería ser propiedad socialista de todo el pueblo, pero en la práctica es dependiente de los designios del Estado?

El Primero de Mayo es un día para homenajear la epopeya de médicos y científicos, los esfuerzos de los maestros, y el valor de quienes, en general, contribuimos trabajando a diario. Pero también, debería ser un recordatorio de las tradiciones sindicales de este pueblo, y un momento para reclamar por el reconocimiento de nuestros derechos económicos y políticos violentados.

1 mayo 2022 35 comentarios 1,8K vistas
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Verbos

Tres tristes verbos cubanos

por Julián Pérez Rodríguez 5 abril 2022
escrito por Julián Pérez Rodríguez

I. «Jamar»

El viejo Pánfilo tenía razón: «jama, jama, lo que hace falta es jama», porque no hay, no se encuentra, se fue, se esfumó, y la poca y carísima que queda, emigra cada vez más a las vidrieras del imposible, esas de apellido MLC, un linaje con el que millones de cubanos no tienen parentesco.

Las conversaciones, que suelen comenzar por «la cosa está…», pasan necesaria y lamentablemente por el alimento. La angustia de qué poner en la mesa en los tres turnos al bate del día. ¿Leche? ¿Jugos de frutas? ¿Huevos? ¿Mayonesa? Si acaso un pan diario, de pésima calidad y cobrado a peso, para los desayunos. Y arrancar como se pueda la jornada, la larga jornada que incluirá otros dos momentos de lamentaciones en torno a las cazuelas.

El litro de aceite vegetal, combustible casi imprescindible para cocinarlo todo, es un ciudadano VIP de la desgracia insular. Muchas veces reenvasado, es decir, de dudosas procedencia y calidad, supera hace rato la varilla de los 500 pesos, y se mueve, esquivo y triunfal, en los récords de 600, 700, !1000! Hablamos del mismo litro que costaba, ya con un impuesto grande por parte de nuestro generoso gobierno, 50 pesos o 2 CUC en las tiendas estatales. La manteca de cerdo, el sucedáneo más al uso, no se baja de 400 pesos por la misma cantidad, con lo cual tampoco parece una opción viable.

Hablando del cerdo, ya las familias más pobres cuentan como sucesos memorables cuando la comieron por última vez. «¿Te acuerdas? Qué masitas más ricas, ¡fritas, eran fritas! Qué tiempos aquellos». Mientras, en las tarimas, el «mamífero nacional» se evalúa como la moneda del Reino Unido y aún el más mísero y poco jugoso pedacito de costillas, pasa sin dificultad el costo de 200 pesos por libra, con el dato significativo de que cualquier familia, digamos de 3 o 4 miembros adultos, necesita varias para hacer una comida decente.   

De las viandas, granos y hortalizas, ni hablar. El preterido boniato, que rara vez llegaba a 1 peso por libra, multiplicó por 10 (y más) su alcurnia. Y la malanga, ah, la malanga, en bolsas de 4 a 5 libras, por encima del listón de los 160 pesos. En tanto la libra de papa, «por la izquierda», supera los 40 pesos. En cualquier momento hasta su cáscara, tan querida por un reverendo… Padre, comienza a cotizarse a cifras de espanto.

En esta angustia permanente, cuentan que al célebre bodeguero de la canción de Richard Egües —que se la pasaba entre «frijoles, papa y ají»— lo sorprendieron llorando, mientras deshojaba una libreta de abastecimientos, y se debatía entre el mar con sus tiburones o la vida con un tiburón devorándole las tripas.

Verbos

(Foto: Roy Leyra/CN360)

II. Doler

El día a día duele. Me duele, te duele, nos duele. A su vez, nosotros mismos dolemos en la pupila de quienes nos rodean. Es una realidad dolorosa, doliente esta que abrasa una Isla que, alguna vez, fue la «más fermosa».

Pero hay un dolor, casi sin nombre, que a cada instante punza más hondo a cientos de familias. Es el dolor del ensañamiento, de la arbitrariedad y el autoritarismo convertido en ley, y pretendiendo imponer «justicia».

No porque se haya dicho mucho huelga repetirlo: las condenas con que ahora mismo el bloque Partido/Estado/Gobierno, a través de un sistema judicial que parece su dócil apéndice, está encajando sobre decenas de jóvenes que salieron a expresar descontento y exigir libertad el pasado 11 de julio, son la quintaesencia de la crueldad. Solo pueden parecer «justas», en la óptica de un poder abusador que violó a la mítica dama de balanza en mano y la está obligando a prostituirse.

Cinco, seis, diez, quince años y más de cárcel para muchachos cuyas edades rondan las dos décadas, son una piedra descomunal sobre sus vidas. ¿Qué será de ellos cuando pasen por la jauría del presidio? ¿Cuánto resentimiento, tristeza, desesperanza acumularán para volver, algún día lejano, a intentar reconstruirse? Y sus familias, y sus amigos, y sus conocidos o simples colegas de profesión, ¿podrán mirar al sistema, al magnánimo sistema que se nos vende como el súmmum del humanismo y la solidaridad, sin unas ganas terribles de escupirle a la cara?

Ay, poderosos mandantes con máscara de revolucionarios, de la cárcel también se sale, pero del dolor enquistado en el pecho de miles quizás ustedes no tengan regreso. Y algún día, en esta marcha caprichosamente cíclica de la Historia, los veremos alistando maletas y aviones para salvar el pellejo.

Verbos

(Foto: Getty Images)

III. Salir

Sin comida, y en dolencia, cada vez más la Antilla Mayor semeja un enorme reclusorio de donde hay que salir a como dé lugar. Haga la prueba usted y escoja al azar diez casas de cualquier barrio. En una, la adolescente que ahora mismo debería estar pensando en estudiar y crecer en la vida, tiene tatuado entre ceja y ceja su afán de encontrar un «yuma», casarse y largarse bien lejos.

En otra están sufriendo por un pariente que se fue a la larga y selvática ruta latinoamericana, para llegar con suerte al río Bravo y rezar porque ese día tenga menos braveza. En la de más allá, cuelga una foto en la pared evocando al que un día se lanzó al mar y nunca más dio señales de existencia.

De los restantes hogares puede que en algunos vivan un poquito mejor, porque uno de sus miembros logró una beca o un contrato de trabajo como asesor de lo que sea en algún país remoto y desde allá les recarga la tarjeta MLC y los celulares, engrosando con esto último el millonario negocio del monopolio de telecomunicaciones ETECSA.

Buscando una tabla de salvación, un cubano llega a lanzarse al agua, literalmente, en una tabla (de surf), para llegar a la orilla más próspera. Y no es un advenedizo que no sabe de las garras del mar. Se trata de un instructor de buceo, paciente de cáncer, con una colostomía en su costado. Uno puede imaginar que si conseguir una pastilla de dipirona para bajar la fiebre está en el orden de las batallas campales; agenciarse suficientes bolsas de colostomía para llevar con dignidad la circunstancia de un recto desviado hacia el abdomen, no debe ser nada sencillo.  

Otros dos temerarios arman, también con tablas de surfear y motor, una embarcación rústica, y se arrojan contra las olas. Pasan los días. La guardia costera norteamericana los busca, los busca… nada. Los da por perdidos. Y después, como el pez Fénix resurgen. Y se acercan, tal vez, al umbral de su deseo.

Las historias son disímiles. Muchas con sustancia suficiente para que un buen escritor o cineasta las inmortalice.

Algunos no corren la buena dicha, y regresan a Cuba, no como los turistas que un día soñaron, sino como cadáveres repatriados desde un punto de la travesía.

Hagamos de este 60 aniversario, un motivo para que todo joven cubano, vuelva a pensar en sí mismo, vuelva a pensar en su barrio, en sus amigos, en su familia, en su futuro, en su Patria. #VamosConTodo #CubaVive @DiazCanelB @DrRobertoMOjeda @JuventudRebelde @UJCdeCuba pic.twitter.com/IIqqeP7spb

— Aylín Álvarez (@aylinalvarezG) February 4, 2022

Mientras, en el confortable Palacio de las Convenciones, la Primera Secretaria del Comité Nacional de la «Unión de Jóvenes Comunistas», se llena la boca para decir, en la neolengua que ya no convence ni a los sumisos convencidos, que «tomar el pulso de la época y atemperarse a sus dinámicas es vital para sostener el poder de convocatoria y la efectividad movilizativa»; y que «es primordial convertir nuestra Juventud Comunista en un espacio más fresco, abarcador e inclusivo, sin renunciar a principios políticos e ideológicos esenciales».

Y en Cubadebate, uno de los voceros mediáticos del Poder, se afirma sin el mínimo pudor que lo de la «Isla en fuga» es simplemente una «metáfora» u otro de los «mitos (anti)cubanos».

***

Así nos va. Jamar, doler y salir son nuestro verbos modales. O mejor, nuestros verbos «modélicos». Resumen pestilente de un Modelo que prometió hace décadas construir la felicidad, sin advertirnos de que se trataba de la felicidad de unos pocos, a costa del sufrimiento de muchos.

5 abril 2022 16 comentarios 2,3K vistas
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Réplica

Derecho a réplica: a propósito de «Los profetas de Gurulandia», publicado en Granma

por Mauricio De Miranda Parrondo 23 febrero 2022
escrito por Mauricio De Miranda Parrondo

Siempre he creído en el inmenso valor del debate honesto y desprejuiciado en cualquier aspecto de la vida, pero esto resulta particularmente importante en cuestiones relacionadas con las ciencias sociales y muy especialmente con el análisis y el ejercicio de la política.

Solicité al periódico Granma que me diera la oportunidad de replicar el artículo firmado por Antonio Rodríguez Salvador en el que me ataca directamente haciendo citaciones incompletas para manipular a los lectores que no han tenido acceso a lo que antes había escrito yo sobre el modelo económico y las tiendas en moneda libremente convertible. Sin embargo, hasta el momento de redactar estas líneas no ha habido respuesta del medio de prensa, ni han sido publicados mis comentarios en el sitio web.

Resulta lamentable, por no decir indignante, que para enfrentar posiciones teóricas o políticas se prefiera acudir al manido ejercicio de la descalificación, la calumnia y la mentira. Sin embargo, nada puede esconderse bajo el sol. Por ello, ejerzo con toda libertad y mesura el derecho a réplica que no me concedió Granma, eliminando de mi argumentación la hojarasca que acompaña al sarcasmo del texto en cuestión.

No tengo intención alguna de ser reconocido como «gurú», sin embargo, quizás los tantos años que llevo como profesor universitario me lleven a tratar de poner en palabras sencillas lo que a las personas que no tienen formación económica les parece algo proveniente de una «ciencia oculta», para usar el término citado. Precisamente, trato de hacerla visible y comprensible, sin perder el rigor teórico.

Escribo buena parte de mis artículos en el medio digital La Joven Cuba, que no es un medio contrarrevolucionario ni es financiado por el gobierno de los Estados Unidos. Sugiero acudir al sitio web y tomarse el trabajo de revisar «Quiénes somos» para entender la filosofía que inspira ese proyecto.

Réplica (2)

De forma específica, en el acápite «¿Cuáles son nuestros principios?» se dice expresamente: «No aceptamos contribuciones o donativos que tengan como objetivo manifiesto influir en LJC o imponer en Cuba preferencias políticas foráneas. En particular, rechazamos los fondos para cambio de régimen del gobierno de Estados Unidos, autorizados bajo el inciso 109 de la ley Helms Burton de 1996. Recibimos con aprecio cualquier contribución que respete la soberanía cubana y la Carta de la ONU».

He escrito, y lo repito, que el modelo de economía centralmente dirigida ha probado históricamente su fracaso. El derrumbe del llamado socialismo real en Europa Oriental y en la Unión Soviética fue el resultado —entre muchas causas más— de la ineficacia de ese modelo y de su incapacidad para reformarse.

China y Vietnam han tenido éxito económico precisamente por reemplazar la economía centralmente administrada por el funcionamiento del mercado regulado por el Estado. Lo explico con más detalle en mi artículo «El modelo económico y las tiendas en MLC en Cuba».

El articulista distorsiona lo que afirmé acerca del papel económico que, en mi opinión, debe tener el Estado cuando dice que yo critico «la distribución centralizada de productos básicos». Lo que en realidad dije es que «el Estado, además de trazar las líneas estratégicas del desarrollo y orientarlo a través de la política económica —lo que es correcto—, también exporta, importa, asigna materias primas y bienes de capital a las empresas, les dice qué y cuánto deben producir, monopoliza el comercio exterior, las comunicaciones, la banca, las construcciones, los servicios sociales, la mayor parte del transporte y del comercio doméstico». 

Y dije que ese modelo no funciona, ni va a funcionar. Se que esta opinión es contraria a la del ministro de Economía y Planificación y probablemente a la de buena parte de los funcionarios del gobierno. Pero es mi opinión y no solo tengo el derecho a expresarla, sino que también es mi deber. Y el argumento es que mientras el gobierno se desgasta en actividades que deberían estar en manos del sistema empresarial, con independencia de la forma de propiedad, pierde el rumbo de lo que debería ser su función económica en una economía moderna.

Esto no es solo un error, sino una irresponsabilidad política porque los errores de política económica se pagan con el empeoramiento del nivel de vida y el bienestar material de la sociedad y ello tiene severas implicaciones políticas.

No sé por qué se hace referencia a la economía y los problemas sociales de Colombia en un texto en el que se critica a otro escrito sobre Cuba. El articulista se pregunta «¿por qué las recetas del señor Parrondo no funcionan para Colombia?». Aunque no soy un especialista en la economía colombiana, he escrito sobre algunos de sus problemas pero este no es el caso que aquí se debate.

Obviamente conozco sus problemas porque enseño en ese país, pero nunca he dado «recetas» ni para Colombia ni para Cuba. Mis textos expresan mis opiniones, no mis recetas. Una de mis libertades como profesional y como ser humano es escoger sobre qué escribir y al escribir sobre Cuba, sobre China o Vietnam, sobre la historia del socialismo, estoy ejerciendo esa libertad.

Sobre la cuestión del tipo de cambio, en política económica, y la política cambiaria es una de ellas, no existen verdades absolutas, como en casi ningún área del conocimiento. Respecto al sistema cambiario hay argumentos a favor y en contra de que sean fijos o flexibles.

Los tipos de cambio fijos le dan estabilidad a la relación entre la moneda nacional y las extranjeras pero eso no significa que puedan establecerse arbitrariamente porque, a fin de cuentas, el tipo de cambio es el precio de la moneda nacional expresado en monedas extranjeras.

Réplica (3)

Si se establece un tipo de cambio por debajo de su valor de mercado y no existe forma de que a través del mercado formal se asegure una oferta de divisas extranjeras que sostengan el precio establecido por la autoridad monetaria, simplemente ocurre como en cualquier mercado en el que se topan los precios de los bienes escasos: se vuelven más escasos, se crea un mercado informal y en él, el precio de esos bienes escasos es más alto. Esa lógica funciona igual en el mercado cambiario.

Varios colegas a los que respeto y admiro son partidarios de mantener un tipo de cambio fijo para asegurar la estabilidad cambiaria. Yo también sería partidario de esto si las condiciones de la economía cubana no fueran las de la gran incertidumbre existente y, sobre todo, su altísimo nivel de vulnerabilidad externa. Por eso soy partidario, en las condiciones actuales, de un tipo de cambio flexible pero regulado por el Banco Central con una banda de fluctuación, precisamente para frenar la actividad especulativa que llevaría a una devaluación exagerada.

En estos momentos ésa es la realidad del mercado cambiario cubano, caracterizado por una gran incertidumbre que refleja la vulnerabilidad externa del país y la insuficiente confianza en la política económica. ¿Es duro decir esto último? Sí, es duro, pero es necesario. Y esto, como todo por supuesto, puede debatirse con argumentos, no con diatribas ni descalificaciones.

Los tipos de cambio fijos aseguran estabilidad mientras puedan ser sostenidos en el mercado por la autoridad monetaria. Cuando en este los valores se alejan del tipo oficial, significa que ha dejado de cumplir su función económica.

El tipo flexible, en contraste, permite ajustar los precios relativos de la economía en condiciones más cercanas a las de la economía internacional y entre sus ventajas podrían mencionarse las siguientes: a) los choques externos se ajustan a través del tipo de cambio; b) en el caso de que el tipo flexible conduzca a la devaluación, se favorecen los productores nacionales porque las importaciones se encarecen y se facilita la sustitución de importaciones con producción nacional, también se favorecen los exportadores porque se abaratan los precios de las exportaciones expresados en monedas extranjeras, lo cual hace más competitivas nuestras exportaciones.

Lo que pasa en el caso cubano es que tenemos una industria postrada por escasez de capital, materias primas y de tecnología y un sector agropecuario que no produce lo suficiente y tienen deformaciones estructurales muy fuertes que limitan su capacidad de reacción frente a una eventual flexibilidad cambiaria. Mientras tanto, subsisten infinidad de restricciones al emprendimiento.

De ahí que resulte necesario adoptar medidas que impulsen la producción doméstica de bienes y servicios y que se estimule la inversión extranjera en proyectos productivos. Pero esto es necesario hacerlo creando las condiciones adecuadas para un clima favorable y estable para los negocios. En ningún momento he propuesto privatizaciones masivas, sino un mayor espacio a los sectores privados y cooperativos en coexistencia con el sector público, sin la existencia de monopolios de ningún tipo de propiedad.

¿Qué tiene que ver eso con una terapia de choque? ¿Qué tiene eso que ver con el pensamiento de Milton Friedman? Absolutamente nada. Las terapias de choque son aquellas que descargan sobre la población, y especialmente sobre los trabajadores y los pensionados, los costes de los ajustes económicos. No hay nada de esto en mis planteamientos.

De hecho, he sido muy crítico con la política de pensiones adoptada en el llamado «Ordenamiento», que tiene todas las características de una terapia de choque. Y para no repetirme, sugiero la lectura del texto «Los jubilados de la Revolución».

Resulta necesario precisar algunas cuestiones acerca del impacto de una devaluación sobre los precios internos, porque el autor estableció relaciones erróneas que es necesario aclarar. La devaluación solo afecta directa y proporcionalmente los precios domésticos de los productos importados. Cuando se trata de productos fabricados en un país con componentes importados, los afecta en la proporción de estos componentes en el costo de producción. De ahí la importancia de desarrollar la producción nacional como alternativa a la importación en condiciones de devaluación.

Los salarios no tienen por qué ser los mismos. Muchos países establecen ajustes de salarios, o al menos los salarios mínimos, en función de la inflación, pero es sabido que eso puede convertirse en una especie de «bola de nieve» que no soluciona los problemas fundamentales.

Considero que el principal reto de la economía cubana es incrementar la producción de bienes y servicios y para ello es necesario adoptar todas las medidas económicas que conduzcan a lograrlo, y pasa por la necesidad de destrabar las fuerzas productivas. Para mí eso significa desplegar toda la capacidad de emprendimiento que existe en la población cubana, no importa si se trata de empresas estatales, privadas o cooperativas.

Finalmente, considero que los cubanos debemos y también merecemos asumir la responsabilidad de nuestro destino. La soberanía nacional no es concebible sin la de su propio pueblo sobre su vida. No es posible seguir apostando a un país en el que la juventud debe emigrar para prosperar y para ayudar a los suyos que quedan detrás.

Necesitamos un país en el que quepamos todos y en el que las diferencias sean resueltas mediante el ejercicio democrático. Solo en una democracia real podremos sentir que realmente somos propietarios colectivos de los medios de producción fundamentales que define a una sociedad socialista. Pero esto no debe ser el resultado de la imposición sino de la construcción de un nuevo consenso social.

Podríamos empezar por el respeto a la opinión contraria y a la posición política diferente. Fundar una «república con todos y para el bien de todos» no puede ser una consigna vacía de contenido, sino que debe expresarse en una nueva cultura política que nos permita crecer como sociedad.

***

Este texto fue publicado originalmente en el blog personal de su autor.

23 febrero 2022 32 comentarios 2,4K vistas
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María Luisa Carrasco (P)

María Luisa Carrasco

por Maylan Álvarez 19 febrero 2022
escrito por Maylan Álvarez

Dichoso el árbol

que es apenas sensitivo.

Y más la piedra dura,

porque ella ya no siente.

Rubén Darío

***

Después de ocho años volví a una película —y tendrán que disculparme las referencias cinematográficas más de dos veces en estos comentarios sabatinos— que asumo como un clásico sobre la violencia. A priori, muchos pensarán de inmediato en los hermanos Coen, Haneke, o en el tremendísimo Tarantino. Este viaje nos conduce más al Peloponeso: Yorgos Lanthimos, el director griego, y su película del 2010 Kynodontas.

Presumo que algunos lectores preferirán verla a que yo se las narre. Pero en mi afán por contarlo TODO, necesito hablar sobre la primera escena. Uno de los tres hermanos protagonistas propone un juego en el baño. Para ser el ganador debes sostener la mano bajo el chorro de agua hirviente el mayor tiempo posible. Basta decir que la película va subiendo la parada de la violencia intrafamiliar a tales dimensiones, que todos los implicados estarán muy dañados para cuando pasen los créditos.

También el espectador. También yo, al punto de llamar por teléfono a varios amigos minutos después de verla para comentar sobre la película, no sin antes venderles como aperitivo esa primera escena.

Y más que a la violencia, ese momento me remite a la tenacidad. A todo lo que puede soportar el ser humano, incluso sin razones de peso aparentes. «A brindar por el aguante», como de manera tan erudita nos invita René Pérez, el Residente de Calle 13.

Quizás algunos coincidan conmigo en que por estos días estamos soportando mucho, aguantando demasiado. Metafóricamente hablando, casi todos tenemos una mano, o ambas, bajo el chorro de agua caliente, esperando el fin del juego.

Y es cierto que no solo en Cuba. Por solo citar un ejemplo, ya solo veo documentales en Rusia Today, porque son especialistas en ponerme los pelos de punta si de noticias aterradoras se trata: guerras, hambrunas, sequías, la mala distribución de los recursos en el planeta, la maldita emigración, etc, etc, etc…

La lista pudiera ser particularmente extensa, pero creo que otros coincidirán conmigo que, en lo que vamos arreglando la Pacha Mama, hay cosas que pueden ser resueltas a nivel de país. Es más, a nivel de provincia, incluso de municipio, en el caso de Cuba. No me parece que tengan que intervenir la OTAN o la OMS para que distribuyan las toallitas sanitarias, nuestras archiamadas y siempre bienvenidas íntimas, a la farmacia del reparto. A este asunto, que me encanta, regresaremos dos páginas más adelante.

Porque primero pretendo hablar del chorro de agua caliente. El mío, el de muchos cubanos de a pie. Y es que no me lo puedo quitar de la cabeza, porque se ha convertido en un eje central de nuestra vida: las tiendas en MLC, rebautizadas con el nombre femenino de María Luisa Carrasco desde su nacimiento, hace poco más de ¿un año? ¿dos?

Está bien, ya me lo explicaron, había que hacerlo, pero… ¿y? ¿Y los que, como yo, no tenemos MLC? Dios, mi esposo y mis amigos no me dejarán mentir. Jamás he puesto un pie en ningún establecimiento para comprar con tarjeta, y aquí les va el aumento de temperatura del agua: la historia del día en que casi entro a una. Casi. Por equivocación, por supuesto.

Mi esposo y yo andábamos por el Centro Comercial Todo en uno, en Varadero, buscando zapatos para los niños. Claro que no conseguimos zapatos, querido lector, pero di de narices en el mercado con una cola que prometía.

Solo quienes hayan vivido momentos semejantes, pueden dar fe de mi entusiasmo. Las paredes transparentes me regalaron una vista espectacular. Ya me imaginaba a mis hijos con los yogures de platanito, qué de plátano… conté como cuatro sabores diferentes. En la tablilla informativa mis ojos pasaban del queso al puré de tomate, las pastas italianas, el jamón serrano, las pintas de aceite… Y yo nada más había guardado ochenta CUC en la cartera… Qué mujer tan poco previsora.

Una muchacha me aseguró que ella era la última, pero que en lo que la cola andaba, iba a tomarse una cervecita con su novio. ¿Cerveza? ¿Aquí? La cuestioné mentalmente y seguí haciendo cuentas, hasta que llegó mi turno y la muchacha sin aparecer. Abrió el custodio la puerta para darme paso, no sin antes aplicarme desinfectante en las manos y junto a la desinfección abrió en mi pecho la grieta más honda que manos cirujanas pudieran suturar.

Creo que nunca terminé de leer lo que decía el cartel en dos idiomas: Solo tarjetas. Y mostraba las referencias de las tarjetas que podían comprar en el mercado/Jauja. Inocente yo.

No sé cómo lo habría tomado el custodio de haber conocido la verdad. Atiné a musitar, de la manera más creíble y pausada: ah, caramba, dejé la cartera con las tarjetas en el carro. ¡Qué cabeza la mía! 

Lo que salió para el parqueo fue un bólido. Mi esposo me esperaba, no con cerveza pero sí con agua, y me tomé su pomo y el mío, y aun así no lograba calmarme. Le soné par de cocotazos a la guantera del carro, pobrecito, y mi amor tuvo que soportar el recordatorio histórico una vez más:

«que ya estaba harta de ser de la generación de las escuelas al campo, de comprarme zapatos solo cuando se rompían los que llevaba puestos, que si las tiendas del oro, que si las diplo-tiendas, que si mis padres profesionales jamás pudieron ir a ningún hotel después de los noventa, que si mi papá tuvo que ir para Angola, que si mi suegro se quedó con la carta en la mano para comprar el carro, y ahora esto… Otro lugar donde no podía entrar».

En fin, la catarsis de una mujer cubana que pareciera replicarse en tantas y tantos que conozco, con equívocos y recordatorios históricos semejantes.

Ha pasado el tiempo y las tiendas ahí, sin recibir mi cálida visita. Y he tenido que comprar lo necesario, lo vital, a otros precios; o esperar a que venga alguito a la TRD del barrio. En ese estado de cosas, las manos de amigos o de la familia han sido inequívocamente imprescindibles, porque las toallitas sanitarias, las sempiternas amigas íntimas de toda mujer, se compran en MLC. 

Y lo demás también.

María Luisa Carrasco

Almohadillas sanitarias marca Mariposa (Foto: Laura Rodríguez Fuentes / Cubanet)

Dice mi suegra que las hay de todo tipo: nocturnas, diurnas para flujo normal, para flujo normal plus ¿?, con barreras antiderrames, delgadas con o sin alas, con o sin gel absorbente, excelentes canales de distribución…

Dios sabe todas las cosas. A lo mejor por lo ignorante que soy ante semejantes especificaciones, es que no tengo acceso a comprar toallas higiénicas con María Luisa Carrasco. En Cuba solo he conocido las íntimas Mariposa, cada vez menos absorbentes, con menos pegamento y menos arribos a la farmacia.

Como bien le comenté a un amigo hace muy poco: esa mariposa hace rato que no vuela para mí.

Y no vamos a hablar de los precios. Bueno, los de MLC no los conozco. Supongo que la cotización de los paquetes vaya en consonancia con la cantidad y la calidad. Los que me sé son los de Mariposa. En los primeros meses de la COVID los paquetes de diez, sin dibujitos ni especificaciones, costaban cuarenta pesos en monumento nacional. Quiero decir, en moneda nacional.

En momentos de crisis los he pagado a setenta, como si fuera a comprarme una mariposa Monarca, ese espléndido ejemplar de la fauna mundial. En otras ocasiones solo he tenido que dar las gracias, porque la sororidad entre mujeres cubanas merece un comentario aparte.

La historia se repite una y otra vez, y mi suerte está echada con mis dos hijos varones. No me imagino como mi mamá, cortando y preparando trapitos para que pudiera malpasar el período en la beca. Eso sería semejante a meter, no mis manos, sino la cabeza bajo el chorro de agua hirviente, por muchíiiiisimo tiempo. La verdad es que TODO tiene sus límites.

Y no puedo desdecirme de tal manera que cierre este momento, este tópico tan ¿íntimo?, sin compartir el poema que publiqué en uno de mis libros, en el 2016.

El año tiene doce meses

pero a mí me da la menstruación trece veces por año.

Como las fases lunares. Cada veintisiete días.

En la Biblia que si impuras,

los egipcios que si baños especiales después de cada regla,

los chinos antiguos que si la sangre menstrual

no debía tocar el suelo por temor a ofender

al espíritu de la Tierra.

Las mujeres como yo en la historia de la humanidad

han sangrado dos veces:

por el truco de la sonrisa vertical,

el orificio de entradas y salidas,

el túnel excavado en el cuerpo para dar y recibir

y por el pecho,

también se menstrúa por el pecho

con más fuerza,

con más peste,

con más regularidad,

quizás más de cien veces por año.

Sangra,

sangra el pecho,

mana,

mana la sangre,

y no hay almohadas,

toallitas,

íntimas,

pacas de algodón

que contengan un torrente tan doloroso.

***

Posdata: Soy el número 288 en el censo de las íntimas en la farmacia del reparto. No distribuyeron en enero. No saben si yo alcance a comprar en febrero. ¿Cuál otro poema le escribo a mi cuerpo? ¿Alguien me puede resolver el gmail de Lanthimos?

19 febrero 2022 12 comentarios 2,9K vistas
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Malestar (1)

El Estado de malestar general

por Mario Valdés Navia 4 enero 2022
escrito por Mario Valdés Navia

En los años de la segunda postguerra, los traumas del conflicto bélico, el auge del keynesianismo, la presión del movimiento obrero, el triunfo de la socialdemocracia en varios países y la competencia con el naciente sistema socialista; hicieron proliferar en Occidente la idea de que podrían lograrse sociedades con un Estado de Bienestar General. Serían naciones donde el capitalismo, regulado por una mayor intervención del Estado en la economía, uniría a su tradicional eficiencia la existencia de amplios servicios y garantías sociales que beneficiarían a las mayorías.

Los países escandinavos, gobernados por partidos socialdemócratas, marcaron la pauta en este modelo. Otros (RFA, Francia, Países Bajos…) aplicaron políticas similares; mientras, EE.UU. vivía el sueño dorado de la era Eisenhower, cuando parecía que el American dream podría extenderse a la mayoría de la población. Ni siquiera el reflujo neoliberal de los años 70-90 pudo liquidar todas aquellas conquistas populares.

Por su parte, en la URSS y los países del campo socialista europeo, aunque más pobres económicamente, también se evidenciaron beneficios sociales a partir del desarrollo extensivo acelerado de sus economías.

Malestar (2)

(Imagen: M.Gortynskaya)

Al incorporarse a este modelo, Cuba se benefició con tales efectos, amparada por una cuantiosa ayuda económica y —a pesar del ya existente bloqueo estadounidense—, con la posibilidad de comerciar con el resto del mundo, incluidas filiales de empresas yanquis en terceros países.

La debacle del Período Especial, la extensión del bloqueo al plano internacional con las leyes Torricelli y Helms-Burton, y las erróneas políticas internas que demoraron reformas necesarias y desaprovecharon oportunidades de relanzar la economía cubana en momentos más favorables; han destruido el viejo modelo sin que se aplique un proyecto integral para reformarlo acorde con las actuales condiciones. El resultado ha sido la incubación de un verdadero Estado de Malestar General. 

-I-

De aceptar el discurso oficial, desde hace mucho tiempo la economía cubana parece moverse en medio de factores siempre negativos, tanto naturales como humanos. Madre Natura, que parecía bendecirnos en clima y geografía, ahora nos es contraria: si llueve las siembras se atrasan, si no llueve es imposible sembrar; el fenómeno El Niño trae ciclones, La Niña envía sequías y polvo del Sahara. Antes éramos un dechado de recursos naturales, ahora resulta que carecemos de ellos y debemos vivir de los servicios.

No obstante, es en la economía donde no nos favorece ninguna coyuntura, según explican los que saben: cuando baja el precio del petróleo, el país se afecta porque gasta más, pero si aumenta también, porque exporta derivados que ingresan menos; si el precio del azúcar disminuye es preciso desmantelar la industria azucarera, pero cuando sube ya no tenemos azúcar ni derivados para exportar; si el valor del USD aumenta, nos cuesta más importar, en tanto si baja, nuestras exportaciones se derrumban. «Algo huele mal en Dinamarca», diría el rey Lear.

Respecto a la política económica, es evidente que las medidas que se conciben, casi siempre desconocen factores que los decisores —al parecer distraídos con tantos aspectos a evaluar—, suelen pasar por alto y al final nos pasan factura colectiva. A ellos en su amor propio, pero fundamentalmente al pueblo que queda a la espera de lo prometido.

Es como si la economía se empeñara en moverse según sus propias leyes e hiciera caso omiso a las decisiones de los iluminatti. El malestar ciudadano debiera dirigirse a los enredos del mercado, no cargar contra los ocupadísimos cuadros que desgastan sus neuronas buscando las mejores soluciones para el país. Un ejemplo evidente es el de la circulación monetaria.

-II-

Hasta los años noventa, en momentos en que el USD estaba prohibido, algunos se lo agenciaban para comprarlos a siete pesos y llevarlos a la rusa del barrio con el objetivo de que les comprara regalos en las diplotiendas. Luego se declaró su libre circulación y, cuando vinimos a ver, el gobierno de los Estados Unidos, en lugar de estar feliz con nuestra decisión, nos puso trabas para usarlos en el comercio internacional. Así que los sacamos del mercado interno y fueron multados con un gravamen del diez por ciento, para que nos respeten.

Los criticones afirmaron que eso espantaría al turismo latinoamericano y cubanoamericano y que los inversionistas pondrían el grito en el cielo, pero nuestro CUC soberano se adueñó de la circulación, aunque algunos dijeran que no era más que una ficha para cubanos que representaba un USD sobrevalorado. Peor aún, la sabia decisión transitoria —apenas duró dieciocho años— de utilizar una doble tasa de cambio: 1×1 para las empresas estatales y 1×25 para la población, llegó a ser calificada por los francotiradores como disparate que alteraría todo el funcionamiento económico y arruinaría la producción nacional.

Cuando se decidió eliminar esa situación y devolver su lugar al peso cubano mediante la «Tarea Ordenamiento» (TO), esos mismos que desde hacía años querían eliminar el CUC insistieron en provocar el malestar general, argumentando que este era el peor momento, cuestionando que no lo hicieran antes y porfiando que se debió haber fomentado primero la producción para luego hacer cambios en la circulación. Solo gracias a la labor de explicación y comprometimiento de los que llevaban más de una década obligados a viajar por el mundo estudiando experiencias de circulación monetaria en los cinco continentes, fue que logró convencerse a la población incrédula de las ventajas que recibiría.

Por desgracia, durante su ejecución varios factores impredecibles provocaron malestar en amplios sectores de la población, que ciertos exagerados tildan de generalizado: una pandemia que asolaba al mundo hacía un año y se había hecho la vencida en nuestro país; la demora del presidente Biden en cumplir su palabra empeñada como candidato de aflojar las medidas de Trump contra Cuba, algo nunca visto en la política de aquel país; y la inflación, que estalló desde que se difundieron los nuevos precios de la TO y no frena por muchos llamados de las máximas autoridades a que se detenga.

Menos mal que siempre se dejó abierta la posibilidad de que algunas personas pudieran comprar artículos —primero de alta gama y luego de media, baja y bajísima— en un novedoso mercado, único en el mundo, donde no se utiliza el USD, sino la tarjeta magnética en MLC.

Aunque algunos aseveren que es una nueva forma de dolarización, simplemente porque las tarjetas están nominalizadas en USD, lo cierto es que ni siquiera se pueden cargar con la moneda enemiga, que abarrota las bóvedas de nuestros bancos. Únicamente es posible hacerlo con otras divisas de países capitalistas que sí nos estiman, lo cual encarece el envío de remesas por los que se fueron y permite dejar mayor cantidad de bienes para el mercado en pesos, alias CUP.

Malestar (3)

El problema mayor para el Gobierno/Partido/Estado, es que el malestar ha tomado cuerpo en múltiples formas de crítica, rechazo y disidencia interna que recorren, cual fantasmas, diferentes estratos sociales y se manifiestan en variadas formas: huelgas de choferes y cocheros, reclamos a autorizar profesiones libres (guías turísticos, arquitectos, ingenieros), protestas de artistas e intelectuales contra decisiones y reglamentos, (27N),  plataformas ciudadanas en redes sociales (Articulación Plebeya, Archipiélago).

La mayor expresión del malestar general fue la sublevación de los obstinados del 11-J, entonces escribí:

Frente a los brotes espontáneos de protesta popular, la respuesta del Partido/Estado/gobierno fue de pura continuidad: ninguna concesión, cero diálogo con los participantes; mucho tonfazo y detenciones. El secretario-presidente, en comparecencia pública donde se olvidó del Estado de Derecho proclamado en la Constitución 2019, llamó a los seguidores de la Revolución a salir a imponer el orden por la fuerza bajo el lema La calle es de los revolucionarios.  

Ahora el malestar se amplifica ante las extensas penas de prisión que se están imponiendo a los protestantes, al añadirse a los cargos iniciales de escándalo público y desacato el muy grave de sedición, y considerarlos como miembros de un complot internacional jamás demostrado. Esta artimaña judicial entristeció numerosos hogares cubanos en este fin de año y levanta otra bandera de lucha para el 2022: la de la libertad de los presos políticos, injustamente castigados por participar en una protesta pacífica.

Ojalá este sea un año de reconciliación y diálogo para Cuba, donde el sentido de malestar e inconformidad ceda paso a un proyecto de país más aglutinador, democrático y participativo; que dé cabida a todos los cubanos y cubanas, dentro y fuera de la Isla, aunque haya mucho que luchar todavía para lograr este sueño.  

4 enero 2022 43 comentarios 3,8K vistas
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Fe, esperanza y caridad (1)

Fe, esperanza y caridad

por Mario Valdés Navia 21 diciembre 2021
escrito por Mario Valdés Navia

En tiempos difíciles suelen resurgir los valores mítico-religiosos como vía de escape de individuos, familias y pueblos ante las adversidades naturales y sociales. También en los ámbitos de la política ocurren estas vueltas a lo sobrenatural; incluso regímenes inicialmente alejados de fundamentos religiosos terminan apelando asiduamente a la ayuda divina, como ocurre hoy en Nicaragua y Venezuela.

La Revolución Cubana fue laica en sus albores guerrilleros, aunque marcada por una fuerte religiosidad popular ligada sobre todo al culto de la Virgen de la Caridad. Tras su conversión al marxismo-leninismo se volvió atea y la religión fue denostada como rezago del pasado, pero la religiosidad popular hizo caso omiso a tales prohibiciones. Con los cambios del Período Especial, proliferaron nuevamente los sentimientos religiosos y el Estado readoptó su carácter laico.

No obstante, nunca el discurso del Gobierno cubano había sido tan proclive a evocar los principios cristianos de «Fe, esperanza y caridad» como actualmente. Lo que acaece hoy no es una apelación abierta a Dios como sostén del régimen, al estilo nica/venezolano; sino que en las proyecciones políticas de los círculos más elevados de poder se renuncia cada vez más a las evidencias empíricas y los razonamientos lógicos basados en la realidad objetiva, para refugiarse en verdades de fe, llamados a la esperanza y promoción de prácticas caritativas.

Fe en la palabra

Una década después del prometedor VI Congreso del PCC —donde se proclamó la actualización del modelo económico y social, se adoptaron los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución y se creó la Comisión Permanente para su implementación y desarrollo—, ya casi nadie se acuerda de ninguno de aquellos acuerdos, proyectos y directrices pomposamente proclamados y presentados como la panacea para construir un socialismo cubano, próspero y sostenible.

Fe, esperanza y caridad (2)

Fidel y Raúl Castro en la clausura del VI Congreso del PCC. (Foto: Ismael Francisco)

Ni la supuesta Conceptualización posterior del modelo (2014) pudo superar las retrancas burocráticas puestas a la aplicación de las prometidas reformas, ante los temores del grupo de poder enquistado en el Gobierno/Partido/Estado a perder sus privilegios. Pero la triple coyunda de las insuficiencias y disparates económicos internos, las sanciones de Trump y la crisis pandémica, los obligó a aplicar la «Tarea Ordenamiento» en el peor momento de los últimos veinte años.

Tras el criterio generalizado de público y especialistas acerca del resultado desastroso de la «Tarea Ordenamiento», a consecuencia de los errores advertidos por muchos en la concepción y ejecución de tan complejo paquete de medidas; asombran las increíbles valoraciones justificativas, acríticas y supuestamente convencidas emitidas por las autoridades.

Frente a hechos tan graves como que más de 500 empresas estatales cerrarán el año con pérdidas, la inflación galopante alcanzara cifras de más de tres dígitos en casi todas las producciones y servicios, y el daño que la creciente dolarización estatal origina a consumidores y productores que cobran en pesos cubanos no convertibles; se presentan como éxitos gubernamentales la adopción durante el año de largas listas de medidas, planes, estrategias, macroprogramas, programas y proyectos generalmente intrascendentes y que darán frutos a mediano y largo plazo.

En particular, el criterio de que la espiral inflacionaria que vive Cuba no es un fenómeno exclusivo, sino parte de la inflación global efecto de la crisis pandémica, y que era inevitable con o sin «Ordenamiento», es inaceptable. Mientras la inflación mundial no rebasa el diez por ciento, los consumidores y productores cubanos estamos comprando hoy a precios multiplicados varias veces más que los ingresos, a partir de las decisiones tomadas en la «Tarea Ordenamiento», fuente principal del incremento de precios en la Isla.

Unida a ella, la dolarización parcial de la economía, presentada como imprescindible para obtener divisas en medio de la disminución de las fuentes tradicionales de ingresos, se ha universalizado al punto de que ya casi no hay otra manera de consumir o producir sin comprar en el creciente mercado en USD —al que renuncio a llamar con el subterfugio MLC. Por su parte, los mayoritarios consumidores que no tienen acceso directo a divisas se hallan en una situación todavía más grave: tener que comprar esos bienes en la economía informal a revendedores que multiplican los precios en USD mediante la tasa informal de cambio (80 pesos cada USD plástico), más elevadas cuotas de ganancia.

Fe, esperanza y caridad (3)

(Imagen: Cubahora)

La Palabra Divina como fuente inobjetable de verdades de fe se encuentra en los libros sagrados y funciona en creyentes, no en receptores guiados por la razón. Acaso nuestros dirigentes creen que un discurso suyo contentivo de un listado de nuevos precios y tarifas, medidas y contramedidas, o argumentos que nada tienen que ver con la realidad de los mercados callejeros, tendría el mismo valor comunicativo que la Biblia, el Corán, o el Sutra del Loto.

Esperanza en un futuro mejor

La esperanza en un futuro mejor después de la muerte para los que fueron buenos, leales y cumplidores durante la vida, está presente en múltiples religiones. El positivismo lo sustituyó por el ideal del progreso incesante, a partir del fomento de la ciencia y la técnica modernas en sociedades capitalistas. El socialismo lo hizo suyo mediante el mito de la instauración futura de una sociedad perfecta de trabajadores, a través de la persuasión en el caso de los socialistas utópicos, o de la revolución en los proyectos radicales de marxistas y anarquistas.

La Revolución Cubana, en realidad su Gobierno, hizo uso y abuso del mito del futuro promisorio. Primero creyó poder superar a Estados Unidos en los principales indicadores en una década; luego la meta fue el año 2000, pero se constató que «las maravillas vendrán algo lentas», como diría Silvio; ahora el horizonte parece ser el 2030.

La falta de expectativa que se advierte hace mucho en gran parte de los jóvenes, se extiende ya a padres y abuelos que, cansados de tantas promesas incumplidas y dueños de pesos que se devalúan incesantemente, recuerdan con nostalgia el propio pasado revolucionario. Es que los problemas actuales de la economía son mucho mayores que los de etapas anteriores. Baste con mencionar los ejemplos de las agroindustrias azucarera y ganadera, antes baluartes del consumo interno y la exportación y hoy caricaturas de sí mismas.

Esta situación de crisis profunda, estructural, del modelo burocrático y estatizado insular, ha colmado de incertidumbre cualquier ideal de futuro en los cubanos y cubanas. A pesar de que el mantra oficial hace caso omiso de los problemas del presente y pretende abusar del optimismo criollo, la realidad parece decirnos: cualquier tiempo futuro puede ser aún peor.

Si continuamos haciendo lo mismo una y otra vez, con resultados cada vez peores, ¿qué esperanza de mejoría económica y social puede albergar el ciudadano de a pie con el actual modelo? ¿Si las leyes complementarias que habilitarán los derechos plasmados en la Constitución de 2019 se posponen para las calendas griegas, que mejoría puede esperarse en la participación política y el incremento de la democracia verdadera?

Fe, esperanza y caridad (4)

Caridad hacia los pobres

El socialismo estatizado y burocrático se presenta como un modelo donde el Estado es el gran benefactor del pueblo a partir de un esquema basado en la centralización de la mayor parte de los ingresos que se redistribuyen a través de salarios y precios bajos y abundantes fondos sociales de consumo.

La crisis estructural del modelo cubano ha dinamitado ese esquema hace tiempo. Para lograr ser funcional, el Estado ha recortado los fondos sociales, incrementado los precios y disminuido proporcionalmente los salarios y la inversión, excepto en los negocios de GAESA. Con el agravamiento actual de la situación, intenta ahora resolver parcialmente el problema de la inflación sin perder sus ingresos.

Con ese fin, en lugar de disminuir los precios de los insumos que vende a los productores a través de sus ineficaces monopolios —causa principal de la subida de los precios mayoristas y minoristas—, exhorta a los sectores no estatales y a la mismísima economía sumergida a bajar sus precios apelando a soluciones caritativas que parecen sacadas del socialismo cristiano más ingenuo.

Si se ha tratado de acercar el mercado interno a condiciones cercanas al libre juego de la oferta y la demanda para todos los sujetos económicos, ¿por qué no se declara una disminución proporcional de los precios de todos los bienes y servicios que se ofertan en el mercado cubano por todos los sujetos económicos, estatales o no? ¿Cuándo las familias que no tienen necesidad de acudir al mercado porque viven de dietas y otras condiciones especiales, van a dar ejemplo de caridad renunciando a privilegios propios de las antiguas castas sacerdotales para consumir en condiciones similares al resto de los ciudadanos de la república?

La caridad es un valor indiscutido, pero exigírsela a sujetos económicos medianos y pequeños mientras es ignorada por los grandes vendedores estatales, monopolios capaces de influir decisivamente en la formación de los precios de mercado, es un requerimiento demagógico que solo producirá lo que ya sabemos: topes de precios impuestos centralmente y desvío de bienes y servicios a la economía sumergida, donde tendrán montos aún más elevados.

Fe, esperanza y caridad son valores religiosos muy valorados, pero al ser aplicados a los ámbitos de la política, la economía y la sociedad, solo contribuyen a proteger los intereses de grupos de poder hegemónico que los invocan con el fin de no afectar directamente sus intereses explotadores, preservar a toda costa el status quo existente y calmar la ira de los desesperados con cantos de sirena.

21 diciembre 2021 14 comentarios 2,8K vistas
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Remesas en Cuba: pasado y presente

por Mario Valdés Navia 21 octubre 2021
escrito por Mario Valdés Navia

El angustioso día a día del cubano de a pie no solo está determinado por la crisis pandémica, la inflación galopante y los apagones imprevistos, sino también por las dificultades para la recepción de las generosas remesas enviadas por sus familiares del exterior, una de las fuentes principales de ingresos de los hogares desde hace tres décadas. De ellas depende, en lo fundamental, que exista fondo de consumo para respaldar la realización de mercancías en los mercados en MLC (antes en CUC), y en los predios de la economía informal.

Al unísono, las remesas resultan primordiales para el fondo de acumulación del sector privado-cooperativo, incapaz aún de generar su propio ahorro interno en MLC, y de parte importante del sector estatal. De hecho, el incremento del mercado dolarizado de bienes de producción y consumo intenta forzar a los emisores y receptores de remesas a ingeniárselas para hacerlas llegar al país burlando las restricciones de las administraciones Trump y Biden, que en este campo también han sido continuidad.

En Cuba, las remesas permanecen cubiertas por el secretismo que acompaña los datos económicos cruciales del Gobierno/Partido/Estado, sobre todo si se relacionan con las andanzas de su hijo pródigo: GAESA. No obstante, desde antes de surgir la nación ya las remesas y otros flujos financieros provenientes del exterior eran vitales para la economía y contribuyeron a consolidar una cultura de su explotación y acaparamiento por grupos de poder.

-I-

Aunque actualmente proliferan las críticas —a veces extremistas y arrogantes— en torno al papel de las remesas familiares en la economía, lo cierto es que Cuba tiene una larga tradición en tal sentido, rasgo acompañante de su economía abierta. Según su estatus económico, en diferentes épocas ha sido más o menos exportador (remesante), o importador (remesista), pero siempre el dinero entró y salió profusamente de la Isla para beneficio de familias cubanas o sus parientes allende los mares.

A diferencia de lo que creen muchos, durante los tres primeros siglos coloniales (XVI-XVIII) Cuba no fue capaz de autofinanciarse. Aunque su posición geoestratégica convirtiera a La Habana en la más importante factoría comercial y militar del imperio español, su valor no era tanto por las riquezas producidas acá como por las que pasaban rumbo a la Península a través del Sistema de Flotas.

Remesas (2)

A diferencia de lo que creen muchos, durante los tres primeros siglos coloniales (XVI-XVIII) Cuba no fue capaz de autofinanciarse.

Tan temprano como en 1540, la Corona obligó a la Capitanía General de Nueva España a remitir cuantiosas sumas anuales —los situados de México— a la Isla para financiar la construcción del sistema de fortificaciones y mantener la guarnición de la plaza. En 1584, las autoridades insulares recibieron de la Metrópoli el derecho a repartir tales fondos. La Habana y Santiago de Cuba fueron las ciudades más beneficiadas por los situados, a razón de dos terceras partes para la primera y el resto para la segunda.

Con altibajos, la remisión de los situados de México dotó a la Isla de ingresos adicionales no producidos de forma endógena, lo que se mantuvo por casi tres centurias, hasta 1811, cuando estalló la guerra independentista en el país azteca.

Gran parte de esos fondos para inversión inmobiliaria de carácter militar (fortificaciones, astilleros), fue desviada en la práctica hacia fortunas particulares, lo que dio lugar a un modo de actuación corrupto que llegaría a entronizarse como hábito de las altas autoridades político-militares y otros grupos de poder: lucrar a expensas de financiamientos externos originalmente destinados al desarrollo del país.

No obstante, en lo tocante a remesas familiares Cuba colonial fue un país netamente exportador. La figura del indiano —ricos emigrantes que volvían a España con las bolsas repletas— y sus envíos fueron determinantes en el desarrollo y prosperidad de familias, pueblos y regiones enteras de la Madre Patria. Si bien la mayoría de los inmigrantes españoles eran pobres que ahorraban para remesar contadas pesetas a sus depauperadas familias y ayudarlas a subsistir.

Con el fin de la colonia, la migración española lejos de disminuir se amplificó, al convertirse en ciudadanos cubanos —o residentes extranjeros— la mayor parte de los peninsulares que vivían en la Isla y buena parte de los ex-soldados del ejército colonial.

A ellos se sumó, entre 1901 y 1930, una exorbitante inmigración que trajo a Cuba a uno de cada tres españoles llegados a América, e hizo crecer la población 2,4 veces entre 1899 y 1931. Otra oleada sería la de exiliados izquierdistas del bando perdedor republicano en la Guerra Civil Española (1936-1939). Aquellos inmigrantes fueron padres y abuelos de los actuales ciudadanos cubano-españoles.

Por su parte, en época de la república la población cubana no tenía tendencia a emigrar, salvo en períodos de crisis y hacia Estados Unidos. Los trámites legales para que un cubano emigrara al vecino país eran tediosos y rigurosos, y mínimas las visas que otorgaba la embajada. Los trabajadores humildes que lo intentaban hallaban pocas posibilidades de establecerse en el Norte. Todo cambió con el triunfo de la Revolución en enero de 1959.

Remesas (3)

En época de la república la población cubana no tenía tendencia a emigrar, salvo en períodos de crisis y hacia Estados Unidos.

Desde entonces, EE.UU. se volvió refugio seguro para cualquiera que saliera de Cuba, legal o ilegalmente. La visa dejó de ser un trámite necesario y la categoría de inmigrante desapareció para los cubanos, que pasaron a ser tratados sin excepción como exiliados de un país comunista, según los cánones de la Guerra Fría.

Ni remesante ni remesista durante tres décadas, Cuba no dejó por ello de ser receptora de fondos provenientes del exterior y no vinculados a su actividad económica interna. Entre ellos se contaron los subsidios concedidos mediante la política de precios resbalantes y compensatorios que aplicaron la URSS y el CAME a lo largo de veinte años, y los provenientes de la venta por la URSS a Occidente de los excedentes de petróleo «ahorrados» por Cuba. Ambos se estimaron en 60,000 millones de rublos y 8,000 millones de USD, respectivamente.

Respecto a las remesas familiares, la penalización legal de la circulación del dólar  dentro de Cuba condicionó que por tres décadas los contactos económicos entre los que se fueron y los que se quedaron se limitaran a paquetería, medicinas y alimentos. En consecuencia, el precio del dólar en el perseguido mercado informal cubano de divisas, se mantuvo entre los 4-7 pesos hasta inicios de los noventa, cuando la crisis del Período Especial lo cambiaría todo.

-II-

Como parte de las medidas adoptadas desde 1993 para paliar la profunda crisis y paralización de nuestra economía, se decretó la circulación legal del dólar y la consiguiente recepción de remesas en esa moneda. Desde el inicio, el negocio de las remesas se entregó a la corporación CIMEX SA —creada en 1978 por la inteligencia cubana en Panamá— y sus filiales FINANCIERA CIMEX SA (1984) y American Internacional Services SA (1988).

A su vez, el mercado dolarizado también estaría en manos de CIMEX, que tendría así el control absoluto del negocio remesas/viajes/tiendas MLC. Ese mercado cautivo generaría anualmente una suma que, aunque desconocida e imposible de conocer, asciende con seguridad a varios miles de millones de USD anuales. Ya en 1995, las remesas se estimaron en 537 millones de dólares (MD).

A partir de entonces, las remesas familiares han constituido un factor importante en el enfrentamiento Cuba-EE.UU. y uno de los pocos mecanismos financieros empleados por el gobierno cubano para incidir en la vida económica del país, aunque con decisiones teñidas de un soberbio autoritarismo. Entre ellas, la que se adoptó en 2004 cuando, para desestimular la entrada de remesas ante las sanciones de la administración Bush, se impuso a la moneda del enemigo un gravamen del 10% para su cambio en CUC.

Desde 2011, en que se aprobó la liberalización y ampliación del llamado TCP, comenzó a entrar al país a través de las remesas una cantidad inmedible de fondos de inversión para buena parte de los negocios privados. Ante la falta de estadísticas oficiales, se suele atribuir este destino al 50% de las remesas.

Remesas (4)

En 2004 se impuso a la moneda del enemigo un gravamen del 10% para su cambio en CUC. (Foto: Yamil Lage/AFP)

El incremento del papel de las remesas en el siglo XXI, sin embargo, no es exclusivo de Cuba. En la región latinoamericana, México es el mayor receptor: 23,645 MD en 2014, más de la tercera parte del total regional y superior a sus exportaciones de petróleo, pero el impacto en su economía es de solo un 2% del PIB. Por el contrario para Guatemala, segundo país receptor a nivel regional, las remesas representan el 15% de su PIB, la mitad de sus exportaciones y el monto total de sus reservas financieras.

A tenor con la tendencia mundial y regional, en Cuba también ha crecido el rol de las remesas en la economía de los hogares. Solo que el estado crítico de nuestra economía, su falta de fuentes de acumulación internas y la agudización de las sanciones de los EE.UU., provocó que en el último decenio la influencia de las remesas aumentara de manera galopante y desigual.

En 2011 ascendían a 1,500 MD; en 2016, en pleno deshielo de la era Obama, a 2500 MD; en 2019, a pesar de las sanciones de Trump que eliminaron las transferencias por Western Union y el transporte por viajeros (mulas), se estimaron en 2055 MD (1,721 provenientes de EE.UU.), que llegaron a 1, 042,451 hogares, el 26% del total.

Para contrarrestar las sanciones norteamericanas a las empresas militares, en 2019 el Banco Central de Cuba (BCC) dispuso el uso del dólar en operaciones de ventas minoristas en divisas, importación, venta de mercancías en consignación y régimen de depósito de aduana entre entidades importadoras y personas naturales residentes en el país. De este modo, se inició el restablecimiento del reinado del dólar en el mercado cubano, en sustitución del ya inoperante CUC. Nuevamente al peso cubano quedaba en la estacada.

A fines del 2020, el BCC fue más allá y autorizó a Servicios de Pago Red S.A. (REDSA) —institución financiera no bancaria que atiende la red de cajeros automáticos—, para tramitar los envíos de remesas en lugar de a FINCIMEX, de GAESA. No obstante, hasta ahora no se ha informado de contacto alguno de dicha empresa con aquel país para cumplir con el mandato en cuestión.

Actualmente se extiende rápidamente una tercera modalidad de comercio dolarizado en tiendas por toda la Isla, mediante el empleo de tarjetas VISA o Mastercard, al que no tienen acceso los consumidores internos con tarjetas MLC de bancos cubanos. Al comprar alimentos y productos industriales nacionales en los portales de venta Envíos Cuba y Bazar Regalo, las remesas adoptan la forma de compras directas desde el extranjero, y ese dinero fresco se deposita en cuentas foráneas que no se sabe si pertenecen al sistema bancario cubano.

Tras las protestas del 11-J, Biden orientó reanalizar la política de remesas a Cuba a fin de flexibilizarla, pero ningún resultado se ha constatado aún. Aunque la disminución de la pandemia, el fin de la vacunación y la reapertura del turismo en la etapa invernal auguran el inicio de la reanimación económica, la flexibilización de las remesas familiares ayudaría notablemente a paliar los efectos de la pandemia y promover la inversión en el sector privado (mpymes, campesinos, TCP) y cooperativo.

Remesas (5)

Tras las protestas del 11-J, Biden orientó reanalizar la política de remesas a Cuba a fin de flexibilizarla, pero ningún resultado se ha constatado aún.

Mayores remesas favorecerían no solo el incremento del consumo familiar, sino la disminución del exorbitante precio del dólar en el mercado informal (75 pesos en tarjeta y 62 en físicos) y beneficiarían, por derrame, a toda la sociedad. Es preciso reducir el protagonismo del gobierno estadounidense en las decisiones sobre las remesas a Cuba.

Con ese fin, las autoridades cubanas han de hacer todo lo posible para quitarle pretextos a los halcones cubano/americanos y lograr la reapertura de los envíos, aunque para ello se tenga que sustraer a las empresas de GAESA y devolver a las instituciones financieras civiles el manejo de este sector tan importante, y cada vez más creciente, de los ingresos nacionales. 

21 octubre 2021 30 comentarios 2,9K vistas
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El Premio

El Premio

por Jorge Fernández Era 22 agosto 2021
escrito por Jorge Fernández Era

―Ay, mi amiga, estoy en puro susto. Quién te dice a ti que hoy me levanto más tarde de lo acostumbrado (estuve viendo hasta la madrugada la novela colombiana que me prestaste) y siento una manifestación…

―¡¿Otra más?!

―No, vieja, espérate, no me cortes la dramaturgia. Pensé lo mismo que tú, tengo que admitirlo, pero cuando me asomo, ¿qué veo?: un grupo tremendo de gente, junto al ruido de motosierras y camiones. Han tomado por asalto el Solar de las Margaritas y están tumbando una mata de mamoncillo inmensa que lleva años ahí, porque, según me dice la presidenta del CDR, van a poner de lo más chulo ese tugurio.

―Ven acá: ¿el Solar de las Margaritas no es ese en el que nació Celia Cruz, La Guarachera de Cuba? ¿No será que se cumple alguna fecha redonda de ella y van a construirle un monumento, un Centro de Estudios o algo así?

―No creo. El cumpleaños es en octubre, no será hasta el 2025 su centenario.

―Es que ayer oí al presidente de la Uneac…

―Donde está la fuerza.

―…declarar en el discurso por las seis décadas que la organización ha sido «punto de confluencia, puerto para el encuentro de lo diferente, para la conformación de un territorio común…». Pensé que reivindicaban a Celia.

―No, todavía el puerto para el encuentro de lo diferente tiene problemas con el transporte y la economía interna. Pero no me saques del trigo y la harina de maíz de mi pan: te decía que es apoteósico lo que se ha armado en ese solar, yo nunca había visto tantos tipos con agendas haciendo anotaciones, mientras una brigada de universitarios apilaba las ramas sobre las camionetas. No disfrutaba en esta cuadra a tanta juventud desde que se armaban aquellos pitenes antológicos entre los negritos del solar y los blanquitos de la cuadra, en los que, por cierto, participó alguna que otra vez Alejandro, el ministro de Economía que defiende hasta con las uñas las tiendas MLC.

―Entonces lo del solar puede considerarse un ordenamiento.

―No exageres, tú sabes cómo son las cosas cuando se hacen a la carrera, empujadas por las circunstancias. Esa misma mata daba una sombra tremenda y encapuchaba todo lo feo que hay detrás, además de ser sostén económico de una decena de familias que vendían a veinte pesos el mazo de mamoncillos. Casi una cooperativa.

―Quizás se fomente allí algún plan de subdesarrollo local.

―Ojalá. No hay manera de emperifollar Las Margaritas desde las raíces, en primer término porque el censo para inquirir cuántas familias habitan el solar demoraría lo menos un mes, y están apurados por cambiar la imagen. Fíjate que han aparecido de la nada, burlando el bloqueo, metros de arena, piedra, cabilla y como cien sacos de cemento.

―¡¿Cemento?!… Ay, chica, lo has soltado así, de pronto, poco faltó para que me diera un vahído. ¿Qué hotel cinco estrellas habrá sido aplazado? ¿Suspendieron hasta nuevo aviso el proyecto de campos de golf de la península de Guanahacabibes?

―La arena (nada es perfecto) la han vertido sobre un arroyo de aguas albañales que sale del propio solar y que, evidentemente, no está contemplado en los lineamientos. Te imaginarás la cochambre del agua putrefacta variando el ph de la arena y de la futura mezcla.

―¿Y dónde será almacenado el cemento? No son tiempos de financiar circuitos cerrados de televisión, alarmas de rayos infrarrojos ni Brigada Especial para la Custodia de Áridos becada allí por tres meses.

―Al cierre de esta publicación lo habían colocado sobre la acera. Todo indica que quieren salir de eso hoy mismo, y que el espíritu mancomunado de los participantes encofrará y fundirá in situ y en un dos por tres la nueva escalinata por la que los habitantes de la ciudadela se proyectarán hacia el futuro.

―¿Será lo que leí en el Granma: que es parte de la estrategia de trabajo que desde hace algunas jornadas se realiza en las sesenta y dos comunidades habaneras de mayor vulnerabilidad?

―Seguro. Canel dijo en La Güinera que esos barrios son escenario de una transformación que se consolida en muy poco tiempo y da una imagen de prosperidad que tenemos que seguir acrecentando.

―¿Prosperidad dijo? El pobre, a veces se pasa. Y lo del poco tiempo él sabe las razones. Cuando yo lo digo: a todos los muchachos que el 11 de julio viraron carros de la policía y los coronaron con basura en Toyo debían liberarlos. Algunos de ellos, no te quepan dudas, son de ese Solar de Las Margaritas.

―Te apoyo. Si yo fuera Gerardo Hernández les otorgaría el Premio del Barrio. La ciudad va a ser un tin diferente gracias a ellos, no importa si mañana el repello se cae y otra manifestación obliga a este «sistema de trabajo que tiene que quedarse para siempre».

―A propósito: recuérdale por Messenger a tu prima, la de Houston, el maquillaje que quedó en mandarnos. ¡Y por tu madre, ni se te ocurra comentarle lo que hemos hablado, que nos montan en la ruta 35!

22 agosto 2021 9 comentarios 3,2K vistas
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