Cuando Tomás Moro escribió en el siglo XVI su utopía socialista, quizás tuvo una visión futurista (al más puro estilo de su contemporáneo Nostradamus) de otra isla que intentaría construir el Socialismo y en la que el tema de los viajes sería una constante para muchos cubanos. Difícilmente tendría este autor un éxito de ventas en Cuba, cuando este describe en su obra Utopía una isla en la que no era necesario viajar y por tanto la población no viajaba en absoluto. Para nosotros este es un tema sensible, está semi-impregnado en nuestro ADN el espíritu aventurero y el ansia de repetir el choque entre culturas que experimentara Cristóbal Colón, pero tanto es así que se convierte en un problema y adquiere dimensiones políticas.
Tampoco le agradezco a Moro haber proclamado desde tan temprano una supuesta separación entre Socialismo y la libertad migratoria o simplemente la posibilidad de viajar. Saben Dios y todos los santos que esto es fuente de mucho disgusto e incomprensión en la sociedad cubana. Al comienzo creí que Utopía estaba siendo un best-seller entre aquellos que toman las decisiones en esta rama, pero para no pecar de superficial y llegar a una conclusión definitiva al respecto, me dispuse a investigar un poco.
Después lo encontré clarito en el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:
- Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.
- Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.