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Derechos libertad expresión

Derechos en letra muerta

por Consejo Editorial 7 abril 2023
escrito por Consejo Editorial

Este 6 de abril, mientras caminaba junto a su esposa Laideliz Herrera Lasa, el humorista y escritor cubano Jorge Fernández Era fue detenido y conducido a la Unidad de Policía de Aguilera, en La Habana. Según le comunicaron los oficiales que lo interceptaron, se encontraba «circulado» tras haberse negado a comparecer ante la Seguridad del Estado, que lo había citado en reiteradas ocasiones en los últimos meses por las sátiras dominicales publicadas en La Joven Cuba y publicaciones críticas en su perfil personal de Facebook.

Ante esas presiones, Fernández Era había interpuesto un recurso a la Fiscalía Provincial en el que denunciaba el proceder ilegal del órgano. Sin embargo, su queja no recibió respuesta.

Jorge Fernández Era derechoComo muestra de solidaridad por la detención, la profesora, ensayista y editora cubana Alina Bárbara López Hernández acudió al Parque de la Libertad, en la ciudad de Matanzas, para protestar de forma pacífica, amparada en el artículo 56 de la Constitución de la República, que reconoce los «derechos de reunión, manifestación y asociación con fines lícitos y pacíficos (…) siempre que se ejerzan con respeto al orden público y el acatamiento de las preceptivas establecidas por la ley».

Durante su permanencia en el parque, se acercaron a ella funcionarias del Gobierno que se interesaron por el caso. Alina Bárbara accedió a acompañarlas con el propósito de dialogar sobre la situación de Era y se dirigieron hasta la sede del gobierno provincial, ubicado en las inmediaciones de la plaza.

 

Más tarde, cuando se disponía a salir del Salón de Conciertos White —donde esperaba al director de Cultura, quien luego de la conversación en el gobierno, le había sugerido permanecer allí mientras él supuestamente llamaba a La Habana para tener actualizaciones sobre el caso— fue interceptada por tres agentes de la Seguridad del Estado, que intentaron subirla por la fuerza a un auto. En el altercado, los agentes vestidos de civil agredieron físicamente a la profesora, su hija y yerno. Tras este hecho, Alina, acompañada por su hija, fue conducida en una patrulla de la PNR hasta una estación policial.

Según el artículo 95 de la Carta Magna, un ciudadano no puede ser privado de su libertad sino por una autoridad competente. Además, en tal caso deberá ser informado sobre la imputación en su contra, y tratado con respeto a su integridad física, psíquica y moral. Por otro lado, de acuerdo con la Ley de Procedimiento Penal, quienes tienen capacidad legal para proceder a una citación oficial son la policía, el instructor penal, fiscal o tribunal, mas no agentes u órganos de contrainteligencia.

En la noche de este jueves tanto Jorge Fernández Era como Alina Bárbara López Hernández se encontraban en libertad, esta última con una advertencia por las posibles consecuencias violentas de sus acciones, que se negó a firmar.

Las detenciones arbitrarias de ambos intelectuales cubanos, denunciadas en redes sociales por familiares, amigos y colegas, representan una violación de derechos fundamentales consignados en la Constitución aprobada en 2019, al tiempo que evidencia la falta de voluntad gubernamental para emprender un camino cívico de diálogo con su ciudadanía.

En los últimos años, y especialmente luego de las manifestaciones del 11J, la Isla ha experimentado una escalada de tensiones entre el Estado y sectores críticos de la sociedad civil, más un crecimiento exponencial de los presos políticos. Asimismo, activistas por los derechos de la comunidad LGBTIQ+, colectivos feministas, artistas y periodistas de medios independientes, han enfrentado presiones y amenazas de la Seguridad del Estado, y en no pocos casos el exilio forzoso.

La nación, sumida en la mayor crisis sistémica de los últimos treinta años, vive también el éxodo migratorio más grande de su historia. A ello se suman problemas que demandan políticas públicas efectivas de carácter urgente, como son los feminicidios registrados en los últimos años y en particular en este 2023, las condiciones de vida de colectivos, sectores y comunidades marginadas y empobrecidas, el deterioro del fondo habitacional, la crisis energética, la inseguridad alimentaria y la precariedad del sistema de salud, por solo mencionar algunas de las más apremiantes.

Mientras el Estado de Derecho no se traduzca en expresión real de las garantías políticas y civiles de todos los ciudadanos y, por el contrario, se normalice y tolere el irrespeto y la arremetida violenta contra la libertad de expresión; el país no podrá avanzar hacia la necesaria reconciliación nacional y la edificación de la patria con todos y para el bien de todos que soñó el Apóstol.

La Joven Cuba reitera su solidaridad con Jorge Fernández Era y Alina Bárbara López Hernández, así como el reclamo por la libertad de las personas presas por motivos políticos. Además, rechaza cualquier manifestación de violencia con fines políticos, entre las que se incluyen la detención arbitraria de colaboradores de su plataforma o cualquier otro ciudadano por parte de entidades gubernamentales en respuesta al ejercicio de expresarse libremente.

7 abril 2023 24 comentarios 1,4K vistas
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Mito

Mitos, leyendas, rituales y conjuros

por Mario Valdés Navia 18 enero 2023
escrito por Mario Valdés Navia

En su teoría sobre el establecimiento de los Estados totalitarios, Hannah Arendt demostró el importante papel que corresponde al pensamiento irracionalista fantasioso y los fenómenos del subconsciente en el funcionamiento de la ideología totalitaria y sus manifestaciones estaduales de entonces: CCCP estalinista  y III Reich hitleriano.

Para la Arendt, el totalitarismo se sustenta en la ficción ideológica según la cual todos los hechos que no estuviesen conformes, o no coincidieran con la ficción oficial, serían tratados como carentes de existencia. Por el contrario, los que se escogieran para fundamentarla se transformarían en mitos y leyendas, objetos de fe cada vez más distantes de los acontecimientos reales y el razonamiento libre.

Esta intelectual descubrió la sorprendente semejanza entre los movimientos totalitarios y las sociedades secretas en lo tocante al papel del ritual, al que considera: «el resultado natural de la ficción conspiradora del totalitarismo, cuyas organizaciones supuestamente han sido constituidas para contrarrestar las acciones de las sociedades secretas enemigas».

En el sui generis Estado totalitario cubano se vive una creciente oleada de irracionalismo en el discurso oficial, que apela cada vez más, ya no solo a mitos, leyendas y rituales de épocas pasadas, sino también al conjuro de fuerzas fantásticas para demostrar lo indemostrable: las ventajas del modelo y su prometida longevidad de 62 000 milenios.

Mitos y leyendas

En Cuba permanece uno de los mitos favoritos de los regímenes totalitarios: el de la plaza sitiada a punto de caer en manos del enemigo al menor descuido o desliz de los defensores. El sustrato idóneo para su persistencia es la política errada de los Estados Unidos, que ha usado factores coercitivos como: amenaza de agresión militar, apoyo al uso del terrorismo por organizaciones antigubernamentales y bloqueo económico permanente para doblegar al país.

Para el grupo hegemónico del Gobierno/Partido/Estado, este ha sido el principal pretexto para justificar su poder omnímodo y liquidar cualquier forma de disidencia, facciones o críticas internas. Incluso, ha posibilitado que las autoridades no solo exijan al pueblo obediencia y abnegación, sino también rituales de lealtad y gratitud por sus supuestos sacrificios en pos de conservar a flote el barco de la Revolución en medio de tantos ataques y planes sediciosos de los imperialistas y sus agentes internos.

Derivado del anterior, surge y se fomenta el mito de la unidad totalitaria, que actúa sobre la base real de la necesaria unidad nacional y la no menos importante unidad revolucionaria, pero las trasciende con creces. La unidad totalitaria absolutiza, manipula y corrompe la unidad revolucionaria cuando el sector conspirador de un partido se emancipa de su control interno y alcanza la jefatura.

El tercer componente de esta tríada es la leyenda del jefe infalible y sobrehumano. Según Arendt, los métodos de Stalin para establecerse como líder supremo totalitario fueron los típicos de un hombre que procedía del sector conspirador del partido: devoción por los pormenores, énfasis en el aspecto personal de la política, estilo implacable en el empleo y liquidación de camaradas y compañeros de viaje que se tornaran amenazadores para su liderazgo por cualquier motivo.

Con variantes propias del contexto diferente y las peculiaridades de los dirigentes históricos de la Revolución Cubana, también acá se manifestaron rasgos similares. En la práctica interna del partido, la leyenda del líder omnisciente y todopoderoso garantizó la liquidación de las facciones y la democracia, con el solo argumento de discrepar de la palabra del jefe. Su complemento final fue la admisión en la organización de militantes desinformadas ideopolíticamente y leales solo al jefe supremo.

Históricamente, este proceso ocurrió de manera natural y acelerada durante el proceso de unificación de las fuerzas revolucionarias (1956-1961), cuando la lealtad al liderazgo de Fidel fue opacando las dudas y discrepancias de muchos, primero con la dictadura militar, y luego con la ideología y la práctica del comunismo.

Bajo el lema: «Si Fidel es comunista, que me pongan en la lista», entraron al nuevo partido no solo luchadores antibatistianos y comunistas del PSP, sino una gran cantidad de advenedizos que corrieron a alistarse en las filas de la  Revolución y jurar lealtad al nuevo status quo en aras de hacer carrera como nuevos revolucionarios marxista-leninistas.

(Foto: Juvenal Balán / Granma)

Rituales

Los rituales existen en todas las instituciones sociales, pero adquieren un lugar primordial en las organizaciones totalitarias. En esos casos, la fastuosidad y sistematicidad del ritual estatizado viene a sustituir en la psicología social el lugar vacío que dejan los derechos humanos conculcados y la participación libre y espontánea en la vida política y social, constreñida ahora a los marcos de instituciones gubernamentales. Estos ritos se aprenden desde la niñez en la familia y la escuela, y acompañarán al habitante de la Isla hasta sus últimos días en ella.

Algunas de las formas monótonas y repetitivas que adoptan los rituales político-ideológicos son: desfiles, manifestaciones de apoyo al Gobierno/Partido/Estado y repulsa a los enemigos externos e internos, actos de repudio a disidentes, reuniones, asambleas, actos de imposición de condecoraciones y entrega de reconocimientos, intervenciones en los medios oficiales, mesas redondas y paneles —siempre con la participación de ponentes que piensan casi igual y dicen solo lo que no se salga de la zona de confort del grupo de poder hegemónico.  

En el plano íntimo (familiar o amistoso), se manifiesta también el ritual de la catarsis, caracterizado por los diálogos en voz baja donde se hace tábula rasa de las políticas del Gobierno/Partido/Estado, la actuación de dirigentes y las actitudes de compañeros de trabajo, amigos y conocidos. Incluye, como elemento de base, saber seleccionar con precisión el momento y lugar donde se va a ejecutar y, sobre todo, los testigos que van a estar presentes. Es peligroso ejecutarlo en presencia de dogmáticos u oportunistas que puedan molestarse o, peor aún, denunciar al quejoso ante las autoridades.   

También en el plano social abundan los rituales totalitarios. El más extendido es el triste ritual de la subsistencia, que tanto amarga las vidas de cubanos y cubanas de los sectores populares, imposibilitados de satisfacer sus necesidades con holgura. Las colas permanentes para cualquier producto o servicio que se necesita constituyen su forma más extendida; pero abarca también la resolvedera —imprescindible cuando las colas no son suficientes— y el amiguismo, que se liga con el anterior pero lo trasciende en ocasiones.

En el último trienio, el ritual de la subsistencia fue puesto en práctica como nunca antes. Mientras se construían cada vez más hoteles por GAESA; la industria, agricultura, ciencia-tecnología, educación y salud, agonizaban por falta de inversiones; las medidas de recrudecimiento del bloqueo de Trump y la pandemia de la covid-19 azotaron con fuerza, una decisión interna: la Tarea Ordenamiento, hizo desplomarse los niveles de consumo y calidad de vida de la población y provocó la estampida actual hacia cualquier lugar allende los mares.

Conjuros

Hasta un lustro atrás aproximadamente, las políticas del Gobierno/Partido/Estado se fundamentaban en la relación objetivos-recursos-resultados esperados,  aunque siempre el tercer rubro fuera el favorito de la optimista propaganda política y su control por la población se tornara casi imposible. Pero todo cambió al fallar el factor recursos, aquejado por la disminución de inversiones y el deterioro de las infraestructuras, carentes del necesario mantenimiento.

La ruptura de la cadena inversionista gubernamental le ha dejado al discurso oficial la apelación a conjuros como única vía de prometer resultados. El más abarcador de ellos, que engloba a todos los demás, es la llamada resistencia creativa.

El mantra de la resistencia creativa, sin que se asignen medios imprescindibles para desplegarla, se intenta materializar mediante conjuros más específicos, pero no menos vagos y fantasiosos, por ejemplo: «Si el hombre sirve, la tierra sirve» —expresión martiana que hacía referencia al trabajo libre de los campesinos, no al trabajo forzado dirigido por el Estado—; «Hay que producir más para tener más», «Es preciso disminuir las importaciones alimenticias cosechando más alimentos», y otros por el estilo.

En realidad, este tipo de exhortaciones generales convertidas en lineamientos, medidas y consignas de turno, han existido siempre, solo que ahora no tratan únicamente de elevar el entusiasmo y la entrega a las tareas, sino que se constituyen en la tarea misma. Sus portavoces no son ya exclusivamente figuras de las organizaciones políticas y de masas, sino también el presidente, vicepresidentes, ministros, directores de empresas y demás ejecutivos de la administración, que no están para entusiasmar y sí para asignar recursos a los productores directos y velar por su uso eficaz.

Mitos

(Tómate de @CubaMicons)

Difícilmente pueda detenerse la caída de la economía mientras la reposición del capital fijo y circulante, el mantenimiento y la inversión, sean sustituidos por invocaciones a la fe y esperanza de la ciudadanía y a la caridad de gobiernos amigos. Únicamente la correspondencia más efectiva entre los intereses nacionales, colectivos e individuales de los cubanos y cubanas, y la gestión más acertada de los fondos públicos, en particular los de inversión, pondrá a la economía en los cauces del crecimiento y el progreso.

Realidades y no fantasías, recursos y no lineamientos, libertades y no orientaciones, competencia y no monopolios; es lo que precisan los emprendedores cubanos para desplegar sus potencialidades reales con interés y dedicación.

En vez de andar recibiendo visitas de jefes que van al surco y al taller en lugar de ir a los mercados finales, sería mejor otorgar a los productores —estatales, cooperativos y privados— mayor autonomía en su gestión y librarlos de rituales y conjuros irracionales hasta el ridículo. Así, pronto se vería que la oferta de bienes y servicios crecerá a partir de las demandas del mercado, no de estrategias, campañas y lineamientos confeccionados por la voluntad de un pequeño grupo —los que saben— en sus locales refrigerados. 

18 enero 2023 12 comentarios 1,7K vistas
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Tiempo

El  tiempo de la dolorosa lucidez

por Teresa Díaz Canals 4 agosto 2022
escrito por Teresa Díaz Canals

Llevo muchos días intentando sentarme a escribir, mi estado de ánimo no es bueno. Nunca me interesó ser parte integrante de un grupo de manera absoluta, pero el hecho de haber pertenecido a algunas instituciones me otorgó cierto sentido de pertenencia a algo, aunque todo fue, al final, una ilusión. Los intelectuales por lo general cuestionan el mundo, pero pocos analizan al mundo intelectual.  

Hace meses me llamaron por teléfono para ser parte de un equipo que acompañará con sus comentarios la exhibición de una miniserie, prevista para estrenar en el período vacacional de verano. Los capítulos tratan acerca del feminismo en EE.UU. durante los años setenta del siglo XX, su nombre: Mrs. América.

En una primera reunión de preparación, me asignaron comentar el 2do y el 7mo episodios del serial televisivo. Para que estuviéramos comunicados, fue conformado ese día un grupo de WhatsApp por donde recibiríamos las informaciones de la Directora, que coordinaría los días en que nos tocaría grabar. Pasó un tiempo y comentan por esa vía que ya las personas implicadas conocían la fecha de su grabación, pues recibieron el cronograma de trabajo.

Resulta que, sin yo saberlo, fui excluida de la futura presentación, cosa que no me molestó, al contrario, significó un alivio. Lo que resulta bochornoso es la manera insultante del procedimiento que se utilizó para cancelar la invitación. Como mismo me molestaron, pues vinieron a mi casa para que revisara el material completo y me hicieron perder una tarde en una reunión de coordinación, pudieron haberme llamado por teléfono y explicarme. Eso se llama respeto, ética profesional, decencia.

Ante la pregunta que le hice a la directora del programa, el pretexto fue que sobraban personas, lo que me pareció una argumentación burda pues por mí pusieron a otra especialista que no había sido invitada inicialmente. ¿Por qué no explicarme la verdadera causa de la exclusión?

Hay algunas cuestiones que me gustaría analizar sobre el tema de la censura. En primer lugar, le diría a la dirección del programa que deberían haber realizado un trabajo previo de invitación selectiva (y de rechazo). Según el sociólogo Pierre Bourdieu, «la peor censura es la ausencia; las palabras de los ausentes se excluyen de manera invisible».

Tiempo

La noche oscura de lo humano

Haber firmado el Manifiesto contra el silencio, por la justicia, con el objetivo de pedir la liberación de presos políticos, y que mi nombre apareciera en una lista por la televisión, no es motivo —o no debiera serlo—  para invalidar una participación en un medio de comunicación. Si me lo piden hoy, y aún dentro de diez años si viviera, lo volvería a rubricar. Ignoro si esa fue la razón del descarte, tal vez. También puede que ya no me consideren feminista pues no pertenezco al grupo donde sus integrantes siempre se ven la cara en cada encuentro, quizá por ello aplicaron el desdén de las compuertas.

La mexicana Marta Lamas utiliza la palabra feministómetro para considerar quién es y quién no es feminista, lo cual tiene que ver más que con cuestiones políticas e ideológicas, con cuestiones personales. Es el instrumento ideal para ser parte del «barullo» feminista. Escuché una intervención de esta antropóloga a propósito de su libro Dolor y Política. A ella misma una vez, en un aula de la UNAM, le prohibieron entrar cuando iba a impartir una conferencia, pues la acusaron de ser integrante del neo-patriarcado.

En esta exposición, que podemos encontrar en Youtube, utiliza la frase «razón arrogante» para denominar esas actitudes violentas, que se encuentran muy lejos de la sororidad que propone un pensamiento partidario de la equidad y la justicia. Además, la teórica confirma la propuesta de algunas autoras que hablan de la necesidad de un feminismo crítico en continúo aprendizaje y en estado de alerta.

Me pregunto si todo ese grupo que me excluyó está consciente, no solo en abstracto, de que no existe un solo feminismo, que este, si es coherente con su historia, debe respetar la diferencia y lo político está dentro de esa divergencia. Lo importante es estimular el disenso, el debate, la discrepancia y no practicar, cuando les conviene, la política del silencio.

Cito algunos versos de la escritora española Ángela Figuera Aymerich.

No quiero

que la tierra se parta en porciones,

que en el mar se establezcan dominios,

que en el aire se agiten banderas

que en los trajes se pongan señales.

 

No quiero

que mi hijo desfile,

que los hijos de madre desfilen

con fusil y con muerte en el hombro;

que jamás se disparen fusiles

que jamás se fabriquen fusiles

 

No quiero

que me manden Fulano y Mengano,

que me fisgue el vecino de enfrente,

que me pongan carteles y sellos

que decreten lo que es poesía.

 

No quiero amar en secreto,

llorar en secreto

cantar en secreto

 

No quiero

que me tapen la boca

cuando digo NO QUIERO

Tiempo

Ángela Figuera Aymerich

Los académicos y académicas se la pasan impartiendo conferencias, hacen intervenciones en múltiples eventos, pero no se exponen mucho. Sin embargo, hay algunos que hacen escandaloso algo que ya sabemos acerca de las cosas de la vida, de la cotidianidad, de la cruda realidad. Cuando a alguien se le ocurre discrepar así, desentonar, se convierte en un sujeto inoportuno y, por ello, se rompe la relación de connivencia.

Una de las frases más tristes de la historia la dijo Baruch de Spinoza: «no hay fuerza intrínseca de la idea verdadera», ello significa que la verdad es muy débil, muy frágil.  Los que nos dedicamos a hablar, enseñar, escribir, tenemos una tarea esencial en esos quehaceres: el deber de comunicar la verdad.

Hay un texto que para mí ha resultado de importancia capital, se trata de una biografía de Hannah Arendt. Esta filósofa alemana tenía una noción muy elevada de la amistad, sin embargo, colocaba a un lado a aquellas personas que solo se preocupaban de sí mismas. Durante la etapa de la Segunda Guerra Mundial, en la autora de la obra maestra Los orígenes del totalitarismo se fraguó una fuerte aversión hacia los intelectuales elitistas y oportunistas. Sus amigos eran considerados outsiders, al margen, extraños, a veces por elección y otras por destino. Arendt consideraba que el inconformismo social era condición sine qua non del logro intelectual.  

En estos días se presenta una telenovela cubana (Tan lejos y tan cerca) que es digna de ver, pues recrea la primera etapa de la pandemia en el país, entre otras sub-tramas. Solo algo me incomodó en ella, es la parte donde algunos personajes hablan de las colas, incluso colocan a dos parejas escondidas en árboles de madrugada, pues en ese tiempo a quien encontraban en la calle a esa hora era multado por la policía, aunque el motivo fuera adquirir en la mañana algún producto alimenticio. Lo sorprendente es la manera jocosa, cordial, alegre incluso, en que los actores presentan la terrible realidad actual.       

Es obvio que si la guionista explicitara tal cual la terrible situación que se vive, la novela no hubiera salido al aire. No se trata de reflejar en la pantalla un realismo chismoso, pero otra cosa es suavizarlo de manera que hacer fila para lo más mínimo, resulte un hecho pintoresco. Claro que el arte no puede, ni debe, reproducir fotográficamente lo cotidiano, eso se sabe; pero el mensaje que llega a los espectadores es la naturalización de algo cruel para una gran parte de la sociedad.

Flor Loynaz desplegó una clase magistral de vínculo entre arte y realidad con sentido crítico cuando escribió estos versos en los que aludía a la escasez: A una hoja de papel que me regaló Dulce María,// regalo inconcebible en estos tiempos.

El 18 de mayo pasado falleció en Medellín, Colombia, el ensayista y profesor cubano Esteban Morales Domínguez. Muchas personas e instituciones en el país reaccionaron a este lamentable hecho por la rica trayectoria del destacado investigador, quien fuera miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), director por muchos años del Centro de Estudios sobre Estados Unidos (CESEU), profesor titular de la Universidad de La Habana, etc.

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Esteban Morales Domínguez

No obstante, fui testigo del severo silencio y aislamiento al que fuera sometido durante un tiempo por atreverse a decir lo que pensaba acerca de la corrupción presente a altos niveles en Cuba. Por eso me sorprendió tanto el desbordamiento de pesar ante la muerte del eminente intelectual.

Como he abordado el tema de la muerte, menciono también la del querido investigador Jorge Lozano, especialista en la obra martiana. El día antes de que falleciera, mucha gente lo pudo escuchar en el programa televisivo Mesa Redonda dedicado al Apóstol. Al día siguiente, en camino hacia una cafetería cercana a su casa, sufrió un infarto y cayó fulminado en la calle. Allí permaneció tirado largo rato, hasta que apareció el transporte adecuado para trasladarlo.

En ese lapso, alguien fue a buscar una sábana al policlínico más cercano, ningún muerto merece estar al descubierto como espectáculo público. El centro sanitario se negó a entregarla para cumplir un acto de respeto, pues era «medio básico» de esa instalación. ¡Qué ironía! Esa indiferencia fue una forma, específica y burocrática, de mancillar el cadáver de quien fuera un profundo estudioso de la figura de Martí.

Max Weber, el conocido sociólogo alemán, se irritaba cuando constataba una tendencia en algunos profesores a elegir colegas mediocres para nombramientos académicos. También aborreció el servilismo político y la timidez que obstaculizaban la candidatura de sabios con convicciones socialdemócratas. Por esta razón, apoyó a Robert Michels, quien fuera rechazado por las universidades alemanas y no tuvo más remedio que buscar trabajo en el extranjero. Después, el discípulo de Weber se colocaría al lado del fascismo, pero hay algo digno de atender en su obra: todo partido político se convierte en un fin en sí mismo.

Cuando elogia el cuaderno Metralla, de la escritora holguinera Zulema Gutiérrez, dice el poeta Ghabriel Pérez, también oriundo de esa ciudad, que estamos ante la generación cubana de mayor paz interior, pues ha sido la menos cómplice, la más cívica.

Otro hecho significativo, digno de reflexión, es la palabra gritada al unísono por los espectadores presentes en un concierto celebrado en el Coliseo de la Ciudad Deportiva durante la celebración del Festival Habana World Music: ¡Libertad! Los científicos sociales deben concientizar que esto constituyó un mensaje que, aclamado de manera espontánea, tuvo poder vivificante, porque tan solo su anhelo refresca, sana e ilumina todo. Como dijera José Martí: ¡Libertad, es tu hora de llegada! […] Ese ruido es el del triunfo que descansa. Hay que vivir con los tiempos y no contra ellos.

Un conocido comunicador y abogado exhibió una muestra de cárceles cubanas donde algunos privados de libertad expusieron las maravillosas posibilidades de estos establecimientos. En Cuba se sabe muy bien que esa caracterización del sistema carcelario es en su mayoría falsa. Un ejemplo de tal fingimiento: nada más que trasladar a un presidiario de una provincia a otra del país, es ya un inmenso castigo a él y su familia, por las condiciones deplorables del transporte en Cuba. Todas estas cuestiones deben estar en la agenda de los intelectuales.

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En Cuba se sabe muy bien que esa caracterización del sistema carcelario es en su mayoría falsa.

En una ocasión tuve la oportunidad de asistir a una de las reuniones de la UNEAC en la sección de escritores. Quedé sorprendida al escuchar a ese grupo defender con mucha energía sus intereses, como lo poco que se paga por derecho de autor, también criticaron el funcionamiento de la organización; cualquiera expresaba abiertamente el malestar que sentían por situaciones que les preocupaban dentro del ámbito de su sección.

Sin embargo, no me ha llegado que como colectivo asuman un compromiso con la nación (que no sean arengas revolucionarias), así como con la pobreza, las desigualdades, la injusticia. No pido inmolación, pero es una vergüenza la aparente neutralidad hipócrita. Ante este mundo de deshonestos, oportunistas, de los neuróticos del figurar, del pretendido éxito; ante el afán de sentirse ganador, opto por la esperanza.

Hace poco asistí al acto de graduación de los estudiantes que culminaron su carrera en el Instituto de Estudios Eclesiásticos Padre Félix Varela. A mi lado se sentó una muchacha que fue mi alumna, ahora es profesora de la institución en que estudió y hace su doctorado actualmente en Italia. No tuvimos esa cercanía estrecha que a veces se establece entre profesor-alumno. Pero en ese momento fue muy especial conmigo. Le comenté que no sabía si continuaría en la docencia, pues ya me sentía cansada. Con seguridad objetó: Profe, usted nunca se va a ir de aquí. Aunque no imparta más clases, usted siempre va a ser de aquí.

Llegó el momento de la foto conjunta. Ella se levantó para ubicarse donde ya se congregaban los graduados, los profesores y la dirección del Instituto. Quise evadir ese momento, no soy nada fotogénica. «Pues si Ud. no va, yo tampoco me retrato», expresó de manera categórica. Quedé tan sorprendida que acepté. Lo que no sabe la talentosa profesora, es que con su luz, su dulzura, su prudencia, salí con mucha paz de ese recinto.  

Sabe muy bien que la grandeza no viene del espectáculo, sino de la profundidad insondable de los vastos pensamientos, y de la levedad inmensa de un gesto. Ya me puedo alejar definitivamente, ese día ha pasado a formar una parte importante del premio mayor que determinadas personas me han otorgado.

4 agosto 2022 12 comentarios 1,8K vistas
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Cristales

De oportunismos, cristales rotos y guerra cultural

por Aries M Cañellas Cabrera 2 junio 2022
escrito por Aries M Cañellas Cabrera

Yo soy un «blanquito», no del Vedado sino del popular Atarés, que con sus amigos «negritos» estaba en el parque de H y 21 «el día que se rompieron los cristales» —los viejos trovómanos entenderán la alusión— cuando cantaba Varela.

O en el Karl Marx, cuando la policía cercó el teatro dos cuadras a la redonda y casi ningún seguidor real consiguió entrar. Yo llevaba el pelo largo, como ahora, no era de la UJC y accedí gracias a una amiga, fanática a Varela, militante comunista e hija de dirigente, la cual también quería hacer revolución aunque no la fueran a escuchar.

Puedo escribir porque estuve desde entonces en cada concierto, y luego del «filtrado» disco Colgando del Cielo dejé de seguirlo, pues en lo personal sus letras dejaron de sorprenderme, mas esa es solo mi opinión. Escribo esta crónica, no para unirme a un debate que es en realidad un pretexto, sino porque el mismo encierra corrientes mucho más preocupantes.

No existe una cultura cubana de «los que aman y fundan» y otra «de los que odian y dividen». No es el arte un sistema categorial con parámetros, donde la calidad de una obra la dicten aspectos de otro tipo, ajenos por lo general a ella.

Carlos Varela fue y es —según pude comprobar por pura casualidad una semana antes del debatido concierto—, un artista de masas. Lo era en los noventa y lo ha seguido siendo. Cada generación lo ha descubierto y asumido desde su realidad. El sábado anterior a la presentación, estando media ciudad sin luz, un grupo pequeño de amigos nos reunimos en un paseo fluvial de Matanzas a escuchar música en una bocina: Kamankola, Frank Delgado, Moneda Dura, Varela… y ahí paró la lista, nos vimos forzados a poner canción tras canción a pedido de muchos jóvenes que iban llegando, los cuales, además, pedían les copiaran los temas.

La parcelación nociva de la cultura ya ha empezado, se percibe desde ambas aceras políticas, pero ¡ojo! mi mente mal educada enlaza gusi con tutsi, blanquito, odiador, y el resultado es tremendamente preocupante y parecido al discurso de Otaola.

La guerra cultural se está haciendo también desde adentro, creando «enemigos» que permitan, al combatirlos, alcanzar determinado estatus para algunas personas. Ya pasó en el Quinquenio Gris, cuando «escritores revolucionarios» publicaban un libro tras otro gracias a méritos no literarios, mientras los padres  de Óscar y José Cemí (1) eran silenciados.

En la creación de bandos rivales estriba el éxito verdadero de la temida penetración cultural. El problema no es el concierto de Carlos Varela, que el gobierno —muy positivamente— aprobó, aun a sabiendas de lo que podría ocurrir. El quid del asunto es que nos preguntemos por qué los que atacan desmedidamente no asistieron de manera espontánea, a título personal, sin que mediara una «tarea», y entonaran sus cantos de defensa si algo sucedía.

Porque no había que ser adivino para saber que los ánimos se caldearían, como ha ocurrido desde siempre. Como pasaba en el Karl Marx en los noventa, cuando gritábamos ¡Policía no! o ¡Política no! al final de Cuchillas en la acera y de La política no cabe en la azucarera y, al salir, nos íbamos mi amiga —que aún piensa como entonces— y yo, tranquilamente, sin discutir.

¿Éramos más tolerantes? No creo que esa sea la esencia, pienso más bien que entonces, sin celulares ni redes sociales, el oportunismo exprés no existía. Los alarmados por los gritos de ¡Libertad! ¿Serán los mismos a los que mi hija pide permiso cada 13 de marzo a las 3:15 para poner Radio Reloj, porque nuevamente lo han olvidado?

¿No es más preocupante que haya quienes se sientan atacados por el reclamo? ¿Están asumiendo entonces que era ese el sentir de todos los que ahí estaban y que ser libre es algo peligroso? ¿Entonces ellos consideran que en Cuba no hay libertad? Nadie se pone a la defensiva sin motivo.

Conozco buenos trovadores que apoyan al gobierno, amigos que, me consta, son gente franca, a los que nunca he escuchado usar términos denigrantes ni peyorativos contra los que no piensan como ellos. Conozco también buenos trovadores que no apoyan al gobierno, a los que tampoco he oído jamás usar términos denigrantes ni peyorativos contra los que no piensan igual.

El artista o intelectual que está de veras imbuido en su obra, en el afán de creación, en la búsqueda de nuevas maneras de expresar, no tiene tiempo de cazar defunciones, ni de peinar las redes localizando enemigos.

El oportunismo, en una de sus definiciones, es visto: «como la capacidad de capitalizar los errores de los demás: aprovechar las oportunidades creadas por los errores, debilidades o distracciones de los oponentes en beneficio propio» (2). Las dos últimas palabras de la cita son en estos momentos el centro del problema en Cuba.

No es oportunista aquel que defiende al gobierno, sino aquel que amparado en una supuesta defensa llega a planos estelares y comienza a recibir beneficios, aupado en el combate a terceros y no en su capacidad. Los que usan la patria de pedestal son los verdaderos enemigos. No un cantante al que hay que reconocer que siempre ha dicho lo mismo. La historia de este país, desde 1959 hasta la fecha, está repleta de «combatientes revolucionarios» que dañaron y dañan el proceso. Muchos, hoy, ya no residen en Cuba. Otros, solo buscan cristales que romper.  

2 junio 2022 23 comentarios 2,3K vistas
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Tiempo

Cuestión de tiempo

por Alina Bárbara López Hernández 30 mayo 2022
escrito por Alina Bárbara López Hernández

Dos grandes adversarios tiene ante sí la clase política que detenta el poder en Cuba: el tiempo malgastado y la pérdida del monopolio de la información y las comunicaciones. La hostilidad de los Estados Unidos, y el injusto bloqueo que es su secuela más evidente, influyen negativamente pero no representan el principal obstáculo; lejos de eso, han permitido justificar políticas erróneas e ineficacias internas de vieja data.

El tiempo infinito de la burocracia

Cuando en abril del 2011, once años atrás —en medio del 6to Congreso del PCC—, los Lineamientos proclamaron al 2030 como meta hipotética o puerto de llegada a un socialismo «próspero y sostenible» (devenida utopía discursiva) ya el bloqueo estaba allí, era, por tanto, un miembro de la ecuación. Trump no estaba. Ni la pandemia. Otra cosa que estaba era una infraestructura básica en condiciones de franco deterioro.

¿Cómo fue posible entonces anunciar una transformación de la economía nacional sin haberse propuesto asimismo transformar previamente, o al menos en una fase inicial, la infraestructura básica? Esta pregunta es esencial. Nuestra burocracia política es muy dada a definir conceptos generales en pose grandilocuente, pero rara vez consigue operacionalizarlos en estrategias viables que se concreten en el corto, mediano y largo plazos.

Tampoco logra concebir las medidas en forma de sistema. De modo que la lentitud, estancamiento o no realización de proyectos se debe también a que se han aprobado decisiones imposibles de concretar, pues otras debieron ser tomadas antes o al mismo tiempo, y no después. O nunca.

En una isla estrecha y alargada debió haber sido más fácil mejorar el estado de carreteras, autopistas, calles, caminos, viales y ferrocarriles que en extensos territorios continentales. No lo ha sido. Hace pocos meses viajé desde Matanzas al poblado Los Palos, en la provincia de Mayabeque. Fueron necesarias más de dos horas para recorrer apenas setenta y cinco kilómetros por el estado de las carreteras, verdaderos caminos vecinales olvidados de Dios.

Una carretera central construida en tiempos de Gerardo Machado, durante la primera mitad del pasado siglo, y una autopista que llega solo hasta la provincia de Sancti Spiritus —ambas en muy mal estado y testigo de dramáticos accidentes—, son las vías más importantes del país. El resto, mientras más alejadas de la Carretera Central en peores condiciones están. Una excepción es la Vía Blanca que conecta La Habana y Matanzas, construida en tiempos de Batista cuando grupos mafiosos del Norte se interesaron en el turismo insular.  

Tiempo

(Foto: todocuba.org)

Los ferrocarriles, por su parte, presentan pésimo estado a pesar de que el nuestro fue el segundo país del hemisferio en estrenar el innovador medio de transporte en 1835, aun antes que la metrópoli española. Eso en cuanto al transporte interprovincial. Respecto al urbano, ni la capital ni ninguna ciudad importante cuenta con un metro que ayude a descongestionar la transportación citadina, que se convierte en lucha cotidiana de las personas para trasladarse a sus centros laborales.  

De la generación eléctrica, qué decir que no suframos cotidianamente. Cuba produce casi toda su electricidad mediante termoeléctricas que utilizan el petróleo nacional, muy pesado y rico en azufre, con el consiguiente desgaste técnico por mantenimientos y roturas. La más aportadora de todas, la planta matancera Antonio Guiteras, fue construida para producir electricidad con eficiencia por treinta años. Ya tiene treinta y cuatro. El socialismo sostenible requeriría una energía ídem que no parece haber estado entre las prioridades del diseño reformador.

En la época de gran afluencia de recursos provenientes del campo socialista, se comenzaron la autopista y una central electronuclear que quedaron inconclusas. Contamos igualmente con conductoras ineficientes y muy pocos centros de tratamiento de agua; redes telefónicas técnicamente antiguas; y limitado abastecimiento de gas, que se concentra en determinadas ciudades y zonas.    

No sin razón se le denomina infraestructura básica o crítica, pues describe bienes esenciales para el funcionamiento de una sociedad y economía sin los cuales es difícil sustentar otros procesos y cambios. Tal es así, que su estado es uno de los aspectos que tiene en cuenta la inversión extranjera antes de aventurarse en cualquier país. Algo que evidentemente no ha sido una preocupación para los que atienden ese ámbito en Cuba.

No creo que privatizar tales bienes sea la solución para su correcto manejo, ya que por su carácter estratégico deben ser de propiedad pública, o al menos mixta en determinados sectores. Pero su estatalización y la consiguiente falta de democracia en el manejo de lo público en Cuba, impidió a la ciudadanía intervenir en su proceso de administración y gestión, lo que incluye las inversiones necesarias para un adecuado funcionamiento.

Existen experiencias que documentan cómo la sociedad civil cubana funcionó en tanto mecanismo de presión sobre autoridades de gobierno para el manejo de infraestructura básica. Citaré como ejemplos al Comité Pro-calles de Cárdenas y al Patronato Pro-calles de Matanzas durante la República, hay muchos otros.

Este último actuó entre 1941 y julio de 1959 y se caracterizó por su aporte desinteresado y su honradez administrativa. Se financiaba en parte con fondos del gobierno municipal o provincial, y en parte con fondos particulares a través de una cuota mensual voluntaria de un peso, entregada por personas asociadas; escuelas públicas y privadas; negocios, industrias y comercios locales; asociaciones profesionales y obreras; sindicatos, logias masónicas, partidos políticos, medios de prensa, clubes, asociaciones… Su declive tuvo lugar durante el gobierno de Carlos Prío, cuando se prohibió inyectar fondos estatales a proyectos gestionados por particulares.

El prestigio de esa organización cívica fue tan grande, que cuando el 7 de enero de 1959 la Caravana de la Libertad pasó por Matanzas, el pueblo solicitó a Fidel Castro que el acueducto de la ciudad —subastado en 1958 por treinta años a la empresa Servicios Públicos Unificados, como parte de un turbio negocio—, fuera administrado por el Patronato Pro-calles, lo cual se aprobó, aunque por apenas dos meses. (1)

Tiempo   

Los que gobiernan Cuba —devenidos clase política con el decursar de los años—, se adaptaron desde el inicio del proceso revolucionario a administrar mal y a no rendir cuentas. No debían temer nada y, efectivamente, durante décadas nada se les reclamó. No era posible. En buena medida por la confianza en ellos de gran parte de la ciudadanía, pero también porque no existía modo de confrontar decisiones erróneas en el uso de los fondos de inversión de las empresas, el manejo de créditos, inversiones y deudas; la concertación de negocios, licitaciones o contratación de servicios y, más recientemente, en la transferencia y/o disolución de la propiedad pública.

Desde la desaparición del campo socialista hasta hoy, han sido innumerables las estrategias, proyectos y planes anunciados para revertir la situación de la economía cubana. He aquí algunos de los más significativos en orden cronológico: proceso de Rectificación de errores y tendencias negativas, proceso de Perfeccionamiento empresarial, creación del holding Gaesa, desmontaje de la industria azucarera, Programa electro-energético nacional, proceso de Actualización de la economía cubana, experimento de Artemisa y Mayabeque, Zona Especial de Desarrollo Mariel, Tarea Ordenamiento.

A tenor con su costumbre de dilapidar el tiempo, quizás los decisores no se han percatado (¿o sí?) de que solo restan siete años y medio para el ansiado 2030. En ese breve plazo casi todo está por hacer, de modo que nuestra élite política empieza a reciclar expectativas en lugar de reciclarse a sí misma.

Veinte años después de su decisión de desmontar la industria azucarera, se nos informa que Raúl Castro convocó a salvarla. Dicha convocatoria llega justo a tiempo: la zafra del 2021 es la más baja desde 1959. En esa vuelta en círculos también se apela a la revitalización del ALBA. Nada que no hayamos visto antes.

No obstante tales dejavus, la realidad se muestra implacable, agravada asimismo por más de dos años de pandemia. La temporada turística fue decepcionante, lo que no se explica únicamente por la situación que generó la Covid-19, si se comparan los resultados del año con los de países del área turística caribeña.

Para Cuba, cuyo Estado ha destinado en el último lustro el mayor por ciento de sus inversiones a la construcción inmobiliaria asociada al turismo, esas cifras son elocuentes indicadores del fracaso en la concepción del modelo económico, que como bien ha demostrado el economista Mauricio de Miranda, solo ha conducido a la persistencia del subdesarrollo y al mantenimiento de la pobreza generalizada.

La necesidad de pagar la deuda externa contraída, más las escasas fuentes de financiamiento provenientes del exterior; retroalimentan una situación interna de crecimiento acelerado de la inflación, aumento sostenido de precios, escasez de alimentos y productos esenciales y enorme descontento ciudadano, que se expresó como estallido social hace casi un año.   

A fines de 2019 el presidente Miguel Díaz Canel exhortó a vivir «los próximos días y horas como si triunfara la Revolución otra vez». Su solicitud era congruente con la costumbre, descrita por Marx en El 18 Brumario de Luis Bonaparte, de las generaciones que:

 «(…) aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria [que] es precisamente cuando conjuran temerosos en su exilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal».

En lugar de vivir «como si triunfara la Revolución» deberíamos lograr que triunfara una que nos libere de la «burocracia empoderada», como denomina el estudioso Mario Valdés Navia a esa clase política que ha enajenado para sí el poder al excluir a la ciudadanía de cualquier decisión. Bien la describe un fragmento del ensayo «Los excluidos», del profesor René Fidel González García:

Los que han manejado durante muchos años la información pertinente y objetiva de todas las ramas de la sociedad cubana, los que han podido incluso evaluar e intentar corregir a partir de datos y evidencias suficientes los errores y deformaciones que ellos suponen, los que han podido articular e instrumentar durante todo este tiempo propuestas y decisiones como políticas públicas en un orden de complejidad sistémico, los que han dominado en todo momento los umbrales de incertidumbre y los riesgos de cada escenario, nos han llevado, por la acumulación y calidad de sus actos de gobierno, por los propios límites y la soberbia presentes en sus aprendizajes y desenvolvimiento, por el goce inapelable de la impunidad y la imposibilidad de la exigencia de cualquier tipo de responsabilidad y control de sus actos, por la inexistencia de mecanismos de rendición de cuentas reales, a una situación de desastre estratégico, a una situación potencialmente inestable y catastrófica para futuras generaciones pero de seguro crítica y difícilmente reversible en el orden económico y social (…)   

Ese grupo cree que puede mantenerse exclusivamente mediante la coacción y la instrumentación de la ley a su favor. Se equivoca.

«Los perros metidos en el tabaco»

Con permiso de Rubén Remigio Ferro, presidente del Tribunal Supremo Popular, bautizo este epígrafe con una frase coloquial suya, eco de su natal Pinar del Río, que usara en una reunión del 2018 de la cual conocimos hace poco. El funcionario alertaba a sus pares de la Fiscalía y el Minint que con la nueva Constitución los abogados podrían intervenir desde el inicio en la fase de instrucción penal y serían tan incómodos como «perros metidos en el tabaco».

En un modelo político como el de Cuba, una ciudadanía activa y dispuesta a participar en los asuntos públicos es, ni más ni menos, semejante a una enorme jauría. Sobre todo cuando tiene todos los motivos para estar molesta. Dicho modelo detenta, como condición sine qua non, el monopolio  de la información, las comunicaciones y la opinión pública.

En mi artículo anterior argumentaba que «Un partido único se puede mantener si existen estas condiciones: 1) control casi absoluto de la información y de la opinión pública y 2) ciertos niveles de consenso y prosperidad social, incluso en condiciones de austeridad. Puede fallar una de ellas, pero no ambas. Ninguna está presente en Cuba hoy».

El grupo de élite que determina la política insular parece convencido de que con mano dura (evidente en el Decreto-Ley 35, en la severidad de las penas a las personas detenidas el 11 de julio y en el nuevo Código Penal) solucionará el creciente disenso. Ya la propia Constitución, que crearon a su imagen y semejanza, les resulta incómoda y dejan muy claro que penalizarán la «práctica abusiva de derechos constitucionales». Pero es precisamente practicando tales derechos que se podrá influir en el presente y el futuro de la nación para que la burocracia empoderada no siga definiendo proyectos y estrategias que no está en sus manos, ni en su voluntad, cumplir.

Hace unos días se suscitó un interesante debate en Facebook a partir de la valoración de hipotéticas opciones de cambio político para Cuba sugeridas por José Gabriel Barrenechea. Una de ellas cuestionaba la definición de situación revolucionaria, al argüir que el modelo cubano ha demostrado que «los de arriba» pueden mantenerse siempre que «su aparato represivo funcione y la élite se mantenga unida».

No se interpretaba bien ahí el verdadero significado de la frase de Lenin: «que los de arriba no puedan». No se trata de que puedan porque posean la fuerza del aparato represivo; se trata de que puedan continuar en el poder usando los métodos tradicionales de gobierno. Lo cual, para el caso de un Partido y gobierno que se define de izquierda y popular, significaría no abandonar esa actitud para asumir cada vez más un cariz abiertamente anti-constitucional, violento y dictatorial.

Se trata de poder gobernar manejando ciertos niveles de legitimidad, pero esos niveles han disminuido peligrosamente en los últimos tiempos, sobre todo tras el 11 de julio. Si se acudiera única o esencialmente a la fuerza represiva para mantener el poder, ello ocasionaría (ya se está viendo) que el costo político y (no perder de vista) el económico sean tan elevados que no puedan pagarse sin que repercuta en un aumento consiguiente del disenso, que conduciría asimismo a mayor represión, en un proceso de alimentación recíproca o relación directamente proporcional.

Sin embargo, tal proceso no puede ser eterno, pues no existe posibilidad para el gobierno de mantenerse mucho tiempo sin recuperar legitimidad y aumentar el consenso en alguna medida. Eso si pretende continuar presentándose ante los ojos de la ciudadanía y de la comunidad internacional como popular y de izquierda, cosa cada vez menos creíble.  

En el artículo «Cuba, los árboles y el bosque», de finales del 2020 resalté la novedosa coexistencia de condiciones objetivas y subjetivas para una transformación sociopolítica del modelo cubano. Afirmé entonces: «La cuestión que está en juego ahora no es si hay que cambiar, sino cómo hacerlo».

Continúo pensando igual, creo que es una cuestión de tiempo y sigo defendiendo medios pacíficos para el cambio. La incógnita sería entonces: ¿Un cambio para construir un inexistente socialismo democrático o que apueste a una perspectiva pro-capitalista?  Pero eso será objeto de un próximo análisis.

***

(1) Caridad Contreras: El Patronato Pro Calles de Matanzas. Una respuesta ciudadana, Ediciones Matanzas, 2009.

30 mayo 2022 40 comentarios 4,2K vistas
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Hanna Arendt

Glosas a Los orígenes del totalitarismo, de Hannah Arendt

por Mario Valdés Navia 25 febrero 2022
escrito por Mario Valdés Navia

Hannah Arendt (1906-1975) fue una filósofa, historiadora y politóloga alemana de origen judío. Discípula de Heidegger, Husserl y Jaspers, su obra teórica ha marcado la historia del pensamiento con sus investigaciones y atrevidas ideas plasmadas en vastos ensayos de teoría política que encabeza el clásico Los orígenes del totalitarismo (New York, 1951). (1)

Por combatir al nazismo en Alemania fue perseguida, encarcelada y obligada a exiliarse en Francia. En 1941 se instaló en Estados Unidos, donde impartió clases en las universidades de California, Chicago, Columbia y Princeton. Orgullosa de sus raíces étnicas, fue directora de instituciones culturales judías; pero también una de las primeras en enfrentar a la extrema derecha sionista de Menájem Beguin, racista y expansionista, y defender la necesidad de establecer un Estado federal árabe-judío en Palestina.

Hannah defendió el pluralismo político y la discusión libre como generadores de libertad e igualdad entre individuos y naciones. Por ello, criticó profundamente los regímenes totalitarios de Hitler (1933-1945) y Stalin (1927-1953), al tiempo que censuraba las limitaciones de la democracia representativa y postulaba un sistema de gobierno basado en consejos populares y formas de democracia directa.

A casi medio siglo de su muerte ¿qué podría aportarnos su ideario para el análisis de los problemas del mundo actual, en particular los asuntos cubanos? Glosemos algunos de los postulados centrales de su ensayo sobre el totalitarismo.

1. Hannah Arendt llega a su teoría sobre los regímenes totalitarios después de examinar las experiencias históricas del III Reich y el estalinismo soviético, únicos regímenes a los que consideró de dominación total,(2) un tipo de relaciones de subordinación que sobrepasaban, por su rigor y efectos, a las peores dictaduras. Aunque otros investigadores han empleado el término con más ligereza, (3) ella advirtió acerca de la necesidad de «emplear escasa y prudentemente la palabra totalitario».

Si clasificamos las formas de gobierno en monarquías, repúblicas, dictaduras militares, tiranías y totalitarismos; entonces la categoría más acorde para designar al Gobierno/Partido/Estado cubano se torna un constructo difícil de definir. En principio parece tener un poco de todas esas formas, y lo más acertado sería crear una categoría híbrida para clasificarlo con mayor precisión: algo así como república dictatorial-totalitaria.

Hannah Arendt (2)

2. Para el establecimiento de regímenes totalitarios, la pensadora consideró imprescindibles cinco requisitos: que estuvieran precedidos por el crecimiento de movimientos de masas de ideología totalitaria(bolcheviques, nazis…); transformación de las clases sociales en masas; atribuir el rol principal a la propaganda en relación con el mundo no totalitario; utilización del terror como esencia del sistema de gobierno; imponer al individuo, el movimiento y el país un aislamiento respecto al resto del mundo, su estabilidad dependería precisamente de cuán efectivo pudiera ser en tal sentido. 

De estos requisitos, los tres primeros están presentes en el caso cubano, con las peculiaridades que el devenir histórico, el entorno de la segunda mitad del siglo XX y las dos primeras décadas del XXI han impuesto. Sin embargo, la aplicación del llamado terror total nazi-estalinista, basado en el exterminio físico de oponentes y grupos enteros de la población por razones diversas, no aplica al caso cubano. No obstante, eso no excluye el empleo sistemático de la violencia física y simbólica contra opositores, así como amenazas, presiones, tortura psicológica y  medidas extrajudiciales contra  críticos y disidentes  de cualquier signo político.

El aislamiento del experimento cubano pudo ser impuesto con bastante efectividad entre los años sesenta y ochenta, pero se resquebrajó desde los noventa con el acceso al turismo y las visitas de los emigrados. En la época de Internet y las redes sociales, con los cubanos disfrutando del derecho a viajar libremente (2013), es imposible mantenerlo.

3. Para la Arendt, el totalitarismo se sustenta en la ficción ideológica según la cual todos los hechos que no estuviesen conformes, o no coincidieran con la ficción oficial —datos sobre economía, criminalidad, actividad «contrarrevolucionaria»—, serían tratados como carentes de existencia. Por ello, la característica más distintiva de Stalin: «fue el relieve por completo no leninista otorgado a la conspiración, que llegó a convertirse en el sello de la época».

Ese rasgo —amplificado por la apelación indiscriminada a los secretos militar y de Estado—, se manifiesta en Cuba de manera permanente, y trata de ser mantenido por los medios oficiales de información aún en plena sociedad de la información. De ahí la imposibilidad de una prensa oficialista objetiva, a pesar de las supuestas apelaciones constantes de las máximas autoridades a sus periodistas para que pierdan el miedo a decir la verdad verdadera.  

4. La politóloga destacó que la rama ejecutiva del gobierno estalinista no era el Partido, sino la policía, cuyas «actividades operacionales no eran reguladas a través de los canales del Partido». Este Estado policíaco logró que personas enteramente inocentes —diferentes a los enemigos auténticos— llegaran a auto-asumirse como «delincuentes sin delito» y reaccionaran con la misma «completa pasividad» que fuera norma de conducta en víctimas del terror nazi.

El establecimiento de tal Estado policíaco en Cuba no alcanzó ribetes totalitarios, en primer lugar, porque a pesar del poder que ostentan los órganos de orden interior, son los altos mandos militares los que siempre han preponderado en el aparato estatal.

Por otra parte, aunque la mayoría de los dirigentes e intelectuales reprimidos se resignan a su suerte y se acogen al confortable Plan Pijama; los opositores y disidentes cubanos tampoco suelen ofrecer el cuello al sacrificio con el silencio de los corderos. Recuérdese la representación montada por Heberto Padilla a sus represores estalinistas en la famosa  Sesión de autocrítica de 1971, y las grietas que abrió en el apoyo de la intelectualidad progresista a la Revolución.

Hannah Arendt (3)

Heberto Padilla

5. Lejos de aceptar la tesis extendida de que el terror de los últimos años veinte y durante los treinta en la URSS fue: «el elevado precio en sufrimientos que hubo que pagar por la industrialización y el progreso económico»; Hannah sostuvo que el terror no produjo ni el progreso ni la industrialización rápida, sino «el hambre, las caóticas condiciones en la producción de alimentos y la despoblación».

El terror administrativo ejercido durante más de medio siglo por el gobierno cubano a los diferentes sujetos de la producción, supeditados a la tiranía del plan estatal, unido al que se impuso a la libre expresión de las ideas políticas; han traído similares resultados para Cuba: baja productividad del trabajo, disminución de la producción —en particular de alimentos— y peor aún, de la población, debido a la escasa inmigración, baja natalidad y migración masiva, sobre todo de la juventud, lo que ha impedido que nacieran y/o se establecieran millones de nuevos habitantes.

6. La Arendt interpreta el punto de vista mitológico de aquellos personajes totalitarios que se enfrentaron al hecho consumado de tener que conservar lo que había llegado a ser suyo gracias a un accidente histórico y tuvieron que hallar una razón plausible para trocarlo en un tipo de acto voluntario:

«Tales cambios históricos de hecho se han operado desde los tiempos antiguos mediante las leyendas [por eso] En la base de la burocracia como forma de gobierno y de su inherente sustitución de la ley por decretos temporales y mudables se halla esta superstición de una posible y mágica identificación del hombre con las fuerzas de la Historia».

El grupo de poder burocrático-militar hegemónico en Cuba ha monopolizado el poder por más de medio siglo, a fuerza de decretos y leyes aprobadas sin oposición parlamentaria alguna, lo cual las convierte de hecho en decretos. Para eso ha creado el mito de los que saben, apelando tanto a la leyenda del elegido como a la confianza en ideólogos y tecnócratas que supuestamente piensan siempre lo mejor para el pueblo.

7. Hannah descubre una sorprendente semejanza entre los movimientos totalitarios y las sociedades secretas, plasmada en el papel del ritual, al que considera: «resultado natural de la ficción conspiradora del totalitarismo, cuyas organizaciones supuestamente han sido constituidas para contrarrestar las acciones de las sociedades secretas enemigas».

Considera igualmente que las sociedades secretas, en particular el aparato conspirador de los partidos revolucionarios, siempre se caracterizaron por la ausencia de facciones, supresión de opiniones disidentes y absoluta centralización del mando. Esto permitió a Stalin trocar: «la dictadura unipartidista rusa en un régimen totalitario y los partidos comunistas revolucionarios de todo el mundo en movimientos totalitarios [mediante] la liquidación de facciones, la abolición de la democracia interna del partido y la transformación de los  partidos comunistas nacionales en ramas de la Komintern dirigidas desde Moscú».

Hannah Arendt (4)

En Cuba, la amenaza —real o fingida— de agresión armada extranjera, el uso del terrorismo por organizaciones contrarrevolucionarias internas y el bloqueo económico permanente de los Estados Unidos; han creado el sustrato idóneo para la persistencia del mito de plaza sitiada al borde de caer en manos del enemigo que ha usado el Gobierno/Partido/Estado para justificar su poder omnímodo y liquidar cualquier forma de disidencia, facciones o críticas internas.

De ahí que las autoridades no solo exijan al pueblo obediencia y sacrificios, sino también rituales de lealtad y gratitud a los líderes por sus sacrificios en pos de conservar a flote el barco de la Revolución en medio de tantos ataques de los imperialistas y sus mercenarios internos que intentan hundirla con planes sediciosos secretos.

8. Según la Arendt:

«De la misma manera que surge el peligro de una dictadura militar cuando el Ejército ya no sirve, sino que desea dominar al cuerpo político, así el peligro del totalitarismo surge cuando el sector conspirador de un partido revolucionario se emancipa del control del partido y aspira a su jefatura. Los métodos de Stalin fueron siempre los típicos de un hombre que procedía del sector conspirador del partido: su devoción por los pormenores, su énfasis en el aspecto personal de la política, su estilo implacable en el empleo y liquidación de camaradas y amigos».

Como complemento a esta usurpación del rol del partido por los conspiradores: «La liquidación de facciones y de la democracia interna del partido fue, en consecuencia, acompañada en Rusia por la admisión en la afiliación de grandes masas políticamente ineducadas y neutrales».

Este proceso ocurrió en Cuba de manera natural, pues durante la unificación de las fuerzas revolucionarias, la lealtad al liderazgo de Fidel opacó las dudas y discrepancias de muchos con la ideología y la práctica del comunismo. Bajo el lema de: «Si Fidel es comunista, que me pongan en la lista», entraron al partido no solo viejos luchadores antibatistianos y comunistas del PSP, sino una gran cantidad de advenedizos que corrieron a apuntarse en la Revolución y jurar lealtad al nuevo status quo para hacer carrera como estrenados revolucionarios marxista-leninistas.

9. «La única regla de la que todo el mundo puede estar seguro en un Estado totalitario es que, cuanto más visibles son los organismos del Gobierno, menor  es su poder, y que cuanto menos se conoce una institución, más poderosa resultará ser en definitiva».

De acuerdo con este visionario aserto de Hannah, la Asamblea Nacional del Poder Popular, la más alta autoridad del Estado, tiene menos poder que el Buró Político del PCC; este, que recluta abiertamente a sus afiliados y es reconocido como la fuerza dirigente de la sociedad, tiene menos poder que las FAR y el MININT, soportes armados del poder. En lo más profundo de la sociedad militar, pero sin lazos de subordinación a ella, se encuentra el holding GAESA, auténtica fuente actual del poder en Cuba, protegida por un halo de absoluto secreto.

Creo que las ideas de la Arendt tienen mucho que hacer en Cuba todavía.

25 febrero 2022 43 comentarios 3,1K vistas
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Gotha

Gotha a Gotha

por Jorge Fernández Era 31 octubre 2021
escrito por Jorge Fernández Era

Querido Federico:

Me quedé preocupado por la discusión que tuvimos con Vladimir en la partida de dominó que echamos el otro día en Westfalia. Lo veo entusiasmado con lo que pasa en Cuba, con su insistencia en equiparar las condiciones objetivas y subjetivas creadas para la Revolución de Octubre y los lineamientos para la actualización económica impulsados en la pequeña isla del Caribe.

Es cierto que hay puntos de contacto entre la Rusia presoviética y la Cuba prepróspera de 2021: el poder del zar era inmenso, la policía zarista amordazaba a la oposición, y desde el punto de vista económico el inmenso país euroasiático era una nación con una agricultura extensiva, rudimentaria y estancada. Cuba es un país… de hombres de ciencia y, lamentablemente, de ineficiencias también.

La más ostensible concomitancia entre ambos procesos es la de levantar Murillos de Berlín dignos de caerse. Sería muy sano que Díaz Canel proclamara el carácter socialista de la actualización para no dejar lugar a confusiones. Quizás alguna meta económica que movilice a todo el pueblo pueda servir de acicate para conseguir la unidad en torno al líder. Hablo de algo alcanzable, menos quimérico que lo del 70, como lograr diez mil cujes de henequén o diez onzas de boniato por consumidor para luego restregarle veinte productos de la canasta básica a los demás miembros de la ONU.

Los dirigentes partidistas hablan de perfeccionarlo todo, como si ya hubiera concluido lo más sustancioso. Tanto se afanan en ello que mira la seriedad que se toman en la instauración de la dictadura del proletariado, con un poder que, más que de ordeno y mando, es de ordenamiento, mandados, inflación galopante y una comandancia de la plata.

Me deja absorto la riqueza de pensamiento en la mayor de las Antillas. Hay que seguir muy de cerca el aporte teórico que a nuestra filosofía hace ese profeta del que pocos hablan y que responde desde su nacimiento al nombre de Ulises Guilarte. Ha dicho en el Período de Sesiones refiriéndose al impacto del bloqueo: «Lo que ma podemo hacel es resitil y tlatal de atenual».

Frases como esa apuntalan el llamado del PCC a un proceso asambleario que «va a pedir opiniones después que se escriba para ver si los tonos son los tonos adecuados o si está incluida toda esa savia inicial que se hizo». Ahí está Yosuam en Palacio para confirmarlo, aunque no me quede claro qué quiso exponer con lo de «recuperar la dulzura del pueblo cubano, la dulzura de la Revolución, la dulzura del socialismo». Quizás se refiera a la cuota de azúcar que un día los cubanos le regalaron a los chilenos y nunca se les devolvió.

Hay que tener cuidado de no apretar con la verborrea. Leí en Cubadebate un artículo de un tal Fernando Buen Abad. Por muy bueno que sea en su monasterio no tiene derecho a bombardearnos con esto: «Nos urge una guerrilla semiótica de acción directa, por todos los medios, para producir los anticuerpos culturales indispensables que exterminen, en plazos cortos, las influencias tóxicas de los medios y los modos burgueses para manipular conciencias». No imagino qué pasaría en el Palacio de las Convenciones si se agrega ese fragmento a una declaración de la Asamblea Nacional y se la hacen leer al compañero Lazo. Hasta los diputados se tirarían para la calle.

Mira que he repetido veces que no es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social el que determina su conciencia. Pero Canel, en vez de leerse «El capital», anda por la capital tratando de enmendar lo que según él no se ha hecho por el letargo que se vivió durante quince años, los mismos en que ellos aseguraron que se actualizaría el socialismo.

No sé cuántos días poseen los años de Miguel, pero ese sopor tiene larga data y no se resuelve con moticas de polvo y apariciones televisivas ―donde ya le gana al… Serrano de la Batalla de Hídeas―, mucho menos preguntando «¿qué más podemos hacer?» ―«¿Qué hacer?», inquirió en 1901 nuestro amigo ruso― o machacando con lo de la irrevocabilidad, que es antimarxista, como antidialéctica es la continuidad.

No recuerdo si fue en aquella crítica que le hice al programa de Gotha donde, previendo lo que se venía, dije que «el trabajador está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado». En Cuba no ha vuelto a revivirse el trabajo voluntario porque no hay papel para imprimir los bonos, aunque de vez en cuando algún organopónico se levante para todos los tiempos. Pero está latente el voluntarismo: cualquier día, para eliminar la liquidez, conminan a la población a devolver el dinero a los bancos.

«En los métodos de producción y en las formas de cambio ―esto lo dijiste tú― se han producido calladamente transformaciones con las que ya no concuerda el orden social». Después queremos taparle la boca a los que disienten, y no es ese el camino. El propio Vladimir ha dicho que «allí donde hay represión, donde hay violencia, no hay libertad ni hay democracia». Es sintomático que el mejor ejemplo de que echen mano para demostrar que se avanza sea el de la empresa del mueble, a la que seguramente le asignaron la confección de los toletes que se reparten para los 15 que se anuncian en noviembre.

Y si hablamos de comparecencia televisiva, ¿qué me dices de la del miembro del Secretariado que atiende lo ideológico? Si la ley de la palanca anunciaba que potencia multiplicada por brazo es igual a resistencia por el suyo, la Ley de Polanco vendrá a trastocarlo todo, pues mientras más el Gobierno meta el brazo, mayor será la resistencia.

Hay cubanos que exigen al Gobierno adoptar políticas económicas similares a las vietnamitas. Si hicieran un análisis somero de lo que significan la actualización, los lineamientos y el ordenamiento monetario se darían cuenta de que Cuba va ―y no es estribillo― por el mismo camino de China, solo que a la distancia de la dinastía Ming.

La clase dirigente cubana es la única en el mundo que se acerca semióticamente al principio de distribución comunista que propuse hace algunos años. Ellos cumplen con otro, un tanto más singular: «De cada cual según su incapacidad, a cada cual según su necesidad».

Vladimir habla de la Nueva Política Económica (NEP) y algunos lo apoyan alegando que para salir del capitalismo primero hay que implantarlo. Dicen que Alejandro, el magno representante del Ministerio de Economía en la Isla, va por ese camino con el invento de las tiendas en moneda libremente convertible. Soy escéptico en cuanto al sistema social por el que se aboga en Cuba, pero no abrigo la menor duda, cuando veo el entusiasmo con que los barrios vulnerables se transforman en comunidades primitivas, de que los cubanos, más temprano que tarde, sabrán salir del esclavismo.

Proletariamente tuyo:

Carlitos

31 octubre 2021 39 comentarios 3,7K vistas
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Miedo al cambio (1)

El miedo a la incertidumbre y al cambio

por Ivette García González 27 agosto 2021
escrito por Ivette García González

«La clave para el cambio….es dejar ir el miedo».

Rosanne Cash

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El miedo a la incertidumbre asociado al cambio es, como referí en un texto anterior, uno de los tres tipos de miedo más frecuentes en Cuba. Distingue el momento actual y se relaciona con el daño antropológico que padecemos. En torno a él se dirimen contradicciones y posicionamientos políticos, sobre todo desde el estallido social del 11-J.

En sentido general, el miedo sirve para reaccionar y adecuar nuestra conducta a las circunstancias, pero cuando es excesivo y no se sabe gestionar resulta disfuncional y «nos paraliza, nos bloquea emocionalmente».

El que ahora interesa se manifiesta como recelo, suspicacia, desconfianza, intranquilidad, sospecha. Existe cuando nos cuesta visualizar el futuro que queremos, un miedo a lo desconocido que solo se puede evadir o confrontar.

El malestar y las frustraciones, así como el miedo a la incertidumbre, están presentes en el contexto sociopolítico cubano actual. En el gobierno se percibe en las marchas, contramarchas y reiteradas decisiones erráticas. Entre la gente se muestra en el inmovilismo, el escepticismo y las diferentes corrientes ideopolíticas de quienes están convencidos de la urgencia del cambio.

Cambio (1)

Zona de confort

Premisas del miedo al cambio

Estamos habituados a desarrollar nuestra existencia bajo determinadas normas. La rutina que permite organizar la vida con ciertas garantías, el espacio vital que controlamos porque sabemos cómo ocurren las cosas y cómo debemos manejarnos. Es nuestra zona o estado de confort, que no permite superarse, pero sí, al menos, mantenerse.

Al comprobar que esas reglas no funcionan, o están agotadas, se presenta la opción del cambio, que implica salir de la zona de confort. Aparecen entonces las «resistencias», pues no todos asimilamos los cambios, sobre todo porque ellos implican transitar por la incertidumbre.

Con el tiempo crece el arraigo al estado de confort. Por tanto, hay menos disposición para el cambio, sea por la energía que requiere, por compromisos con el pasado o por no poder confrontarlo ya que se asocia al fracaso personal.

La incertidumbre provoca miedo porque no podemos ver ese futuro. La rutina que se deja atrás puede ser negativa, pero es lo conocido y sabemos cómo manejarla. Las causas son diversas y los costos no son iguales para todos.

El intelectual catalán Borja Vilaseca ha enunciado mecanismos que se usan para garantizar la parálisis psicológica de la sociedad. Son graduales, concatenados y conducen a adoptar decisiones y actitudes contrarias a la posibilidad real de un cambio constructivo. De ellos, el miedo es el más utilizado por el statu quo para el control social y la preservación del poder. Cuanto más temor e inseguridad experimentamos, más deseamos que nos protejan el Estado y sus instituciones.

Por eso el miedo se puede convertir en el peor enemigo de la libertad. El psicoanalista Erich Fromm define tres premisas psicológicas que explican incluso la «extraña» circunstancia de que muchos ciudadanos cedan su libertad y apoyen a gobiernos opresivos:

1. Autoritarismo, abandono del yo para fundirse con lo externo buscando fuerza.

2. Destructividad, eliminación del otro.

3. Conformidad automática, la solución de la mayoría. El individuo deja de ser él, se transforma en el común y se muestra como los demás esperan. Así desaparecen el conflicto entre el yo y el mundo, el temor a la soledad y la impotencia, pero el costo es altísimo: pérdida de la personalidad propia.

Cambio (2)

Erich Fromm

Lectura del contexto

Todos esos elementos se manifiestan en Cuba, pero es importante atender a los procesos psicológicos que se presentan en los ciudadanos cubanos y su relación con el modelo social.

La esfera educativa ha sido fundamental para construir y reproducir nuestro estado de confort, muy conveniente al gobierno. Menciono dos vías adicionales que sobre las mismas pautas siembran el miedo al cambio en la conciencia social desde hace décadas:

1.- Política informativa basada en la censura, la propaganda y el contraste de los éxitos de Cuba frente a lo negativo en el mundo; permanente crítica al enemigo externo, exaltación de apoyos internacionales y silenciamiento de voces críticas nacionales e internacionales.

Esto configura un estado psicológico de atrincheramiento, conformidad, tolerancia y comprensión hacia el gobierno. Por eso muchos identifican solo las causas externas de las crisis, evitan la crítica y hablar de situaciones negativas. Cuando esto último no es posible, acuden al negacionismo, o las minimizan. 

 2.- Discurso político del miedo, que inunda la propaganda política con una enorme carga negativa y pesimista en torno a: intervención de EE.UU., eventuales ajustes de cuentas, pérdida de soberanía, privatización de la salud, educación y recursos del país en perjuicio del pueblo. Esto invade nuestro inconsciente, alimenta el instinto de supervivencia y con ello la resistencia a alterar el orden establecido.

Cómo encarar el miedo a la incertidumbre

La sociedad y sus normas influyen mucho en las personas, pero la libertad individual es derecho y responsabilidad del ciudadano. Vivir con miedo nos hace más vulnerables y la tendencia natural es la búsqueda de seguridad, el bloqueo mental y la resistencia a lo nuevo.

Existen numerosas técnicas psicológicas para superar el miedo al cambio, pero prefiero sugerir algunos recursos que ayudarían a lograr ese objetivo en las condiciones de Cuba:

1. Cuestionar las ideas y conceptos que hasta ahora dominan la mente.

2. Empoderarse individualmente a partir de la toma de decisiones, aunque sean mínimas.

3. Pensar positiva y proactivamente en el cambio con ideas propias. Tener alternativa estimula, convoca y ofrece confianza.

4. Participar en debates con personas que sostengan ideas contrarias a las propias.

5. Intentar contrarrestar los miedos con información objetiva acerca de: invasión extranjera; cómo otros países manejan áreas que nos preocupan —salud, educación, seguridad social—; consecuencias de manejarnos con esquemas mentales; conocimiento de deberes y derechos para ejercerlos.

6. Construir o ayudar a construir un diseño de futuro, que estimula el debate sobre el cambio, disminuye la incertidumbre y permite una visualización mínima del horizonte que se propone o que se aceptaría.

Cambios (3)

El momento actual es convulso, de contracción natural como consecuencia inmediata de la represión del 11-J y días posteriores, pero la energía cívica de ese día sigue convocando. Están en pleno fogueo del debate opciones políticas, proyectos de país, liderazgos, métodos de lucha cívica, estrategias, alianzas, prioridades, fines, y también los miedos que nos acechan.

No obstante, el curso natural de ese proceso, especie de «caos creativo», es que se vaya despejando el contexto y aparezca lo necesario para transitar hacia un nuevo proyecto de país. Tránsito que supone riesgos, implica esfuerzos y nuevos aprendizajes.

En cualquier caso, no cambiar cuando es preciso resulta más costoso; el verdadero peligro es mantenerse en la zona de confort cuando se sabe que el modelo está agotado y pueden acechar peligros mayores. Como expresara el filósofo Eric Hoffer: «En tiempos de cambio, quienes estén abiertos al aprendizaje se adueñarán del futuro, mientras que aquellos que creen saberlo todo, estarán bien equipados para un mundo que ya no existe».

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

27 agosto 2021 64 comentarios 3,9K vistas
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