La Joven Cuba
opinión política cubana
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Equipo
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto

covid-19

Cuba después del nuevo coronavirus

por Julio Antonio Fernández Estrada 15 abril 2020
escrito por Julio Antonio Fernández Estrada

El tiempo de duración de esta pandemia, con la que hemos empezado el 2020, es una variable de la que dependen muchos reajustes económicos, políticos y sociales, en el mundo entero.

La cantidad de personas fallecidas será otra realidad de la que dependerán muchos cambios, al final de esta nueva peste, así como el daño económico realmente ocurrente cuando sea posible cuantificarlo.

En Cuba las circunstancias son particulares porque al declararse la pandemia afrontábamos una crisis económica sostenida por más de 20 años. Esta ya ponía al gobierno cubano en la disyuntiva de hacer profundos cambios estructurales en la economía o mantener la misma marcha de la Actualización del Modelo Económico cubano, “sin prisa, pero sin pausa”.

En lo político-jurídico, la Asamblea Nacional puede retrasar la marcha de cumplimiento del cronograma legislativo aprobado por ella misma, y así ganaría tiempo un legislativo sobrepasado por las exigencias de tantas leyes importantes para los próximos dos años.

Las leyes más esperadas, por el momento, son la que creará un procedimiento para la defensa judicial de los derechos humanos, y la que propondrá un nuevo Código de Familias, en este caso aceptado previamente por referendo.

En cualquiera de los dos casos hablamos de leyes decisivas en el panorama político-social cubano.

La primera que hemos mencionado debe aprobarse en octubre de este año, según decimosegunda disposición transitoria de la Constitución de 2019.

Para el Código de Familia, la Asamblea Nacional tiene más tiempo, porque en abril de 2021 debe comenzar el proceso de consulta popular para la realización del referendo. Solo que para iniciar este proceso en abril de 2021 debe existir de manera pública un proyecto de Código de Familia listo para circularse y consultarse con la población.

Para octubre de este año deben aprobarse tres leyes sumamente importantes, pero menos mediáticas. La de Tribunales Populares, la de Procedimiento Penal y la de Procedimiento Civil, Administrativo, Laboral y Económico.

La Ley de Tribunales es fundamental para organizar la estructura y principios de la administración de justicia en Cuba, y para conocer si nos mantendremos en la administración de justicia colegiada o avanzaremos hacia formas donde algunos procesos sean resueltos por jueces individuales y sin la participación de jueces legos, representantes del pueblo.

La Ley de Procedimiento Penal es fundamental para regular de forma estricta principios que han sido esbozados en la Constitución. Me refiero al debido proceso, al derecho a la defensa desde el inicio de los procesos penales, a la supervivencia o no de procedimientos como el de las Medidas de Seguridad Predelictivas, y al alcance y viabilidad del nuevo procedimiento de Habeas Corpus.

De la misma manera es muy importante conocer los nuevos contenidos de la Ley de Procedimiento Civil, Administrativo, Laboral y Económico. De ella depende gran parte del tráfico jurídico nacional, al regularse en sus artículos la forma en que se llevará a la ley la nueva protección civil y administrativa de las personas naturales ante actuaciones ilegales y dañosas de funcionarios y directivos del Estado.

También en esta ley pueden ampliarse o restringirse las garantías laborales, mediante procesos más o menos protectores de los derechos de los trabajadores ante los empleadores estatales o privados, y se pueden abrir nuevos procesos para defender los derechos de los pequeños y medianos empresarios frente a las empresas estatales o regular estrictamente la responsabilidad de la empresa estatal socialista por sus actos jurídicos.

Esta pandemia refuerza los puntos de vista de las facciones más ortodoxas del PCC y deja sin argumentos a los reformistas y a los que apostaban por cambios más rápidos y profundos en la economía e incluso en la política doméstica.

Como siempre, para evaluar certeramente la política cubana después de la COVID-19, debemos tomar en cuenta el estado de la política en l Estados Unidos de Norteamérica. El futuro de Cuba dependerá en gran medida del recrudecimiento o no de las leyes y medidas administrativas norteamericanas, relacionadas con el bloqueo económico a la Isla.

Un gobierno liderado por el partido demócrata en Estados Unidos dejará un panorama distinto en Cuba, en el cual las presiones populares internas pueden disminuir. Esto, como resultado de la relajación de las restricciones de viajes a los ciudadanos norteamericanos, el aumento del turismo de ese país a Cuba, la oxigenación de la economía nacional, ahora asfixiada, y el revivir de los servicios privados del trabajo por cuenta propia en nuestro país.

De la misma manera, la relajación o disminución del bloqueo contra Cuba, podría enlentecer una agenda de urgencia de cambios políticos en Cuba, porque pondría al Estado en condiciones de control renovado del consenso pasivo del pueblo de la mayor isla del Caribe.

En las condiciones actuales, uno de los panoramas más nocivo que se puede esperar en Cuba es el fomento de la importancia de los principios de la seguridad nacional, como solución a los problemas de la emergencia que se vive.

La seguridad nacional, que ahora tiene rango constitucional y acompaña a la conocida defensa nacional, puede abrir las puertas a excesos de control, contracción de derechos, limitación de espacios democráticos, etcétera.

La casi inevitable entrada en un nuevo Período Especial, que aterroriza a millones de cubanos y cubanas, ahora legitimada por la catástrofe de la pandemia del COVID-19, pondrá en tensión máxima al gobierno cubano, que tendrá que llevar la propaganda política a niveles no vistos desde los 90 del siglo XX.

Ahora el ambiente no será de tolerancia a la crítica política, ni a la libertad artística, ni a la libertad de expresión. Por ello, se deberá producir un nuevo canal de comunicación con las nuevas generaciones de cubanos y cubanas, sobre todo para sintonizar políticamente con un grupo etario que no tiene ninguna experiencia de triunfo real ni simbólico, y que no ha vivido la época de la mística socialista, que se acompañaba por el más alto estándar de bienestar material alcanzado en Cuba, dígase, década de los 80 del siglo XX.

Igualmente, difícil será el futuro inmediato en Cuba para la sociedad civil vertebrada en forma de ONGs, porque el derecho ya limitadísimo al asociacionismo se restringirá más, si las condiciones económicas y sus consecuencias políticas no mejoran.

Las organizaciones no gubernamentales cubanas y las organizaciones religiosas deberán insertarse en el ambiente de la reconstrucción o serán tildadas de divisionistas. Esto restringe el trabajo de las ONGs al ámbito del acompañamiento social y de la ayuda bajo permisos del Estado y del gobierno.

Tampoco es este un buen momento para el ensayo de la autonomía municipal, que parecía debía comenzar en breve a tomar auge. Estas circunstancias la retrasan, según mi percepción, porque la tendencia política del Estado omnipresente cubano es a considerar la centralización administrativa como estratégica en momentos de crisis de cualquier tipo.

Creo que esta pandemia refuerza los puntos de vista de las facciones más ortodoxas del PCC y deja sin argumentos a los reformistas y a los que apostaban por cambios más rápidos y profundos en la economía e incluso en la política doméstica.

Si de esta emergencia nacional resulta que el pueblo cubano se acerca a sí mismo en un ejercicio de auto reconocimiento y de respeto por nuestras singulares aptitudes para emerger de los problemas, podría ser una ganancia. Ello ayudaría a la reconsideración de la solidaridad, que también puede ser solidaridad política y económica entre grupos e ideas aparentemente irreconciliables hasta ahora.

Tomado de: El Poder de las Ideas

15 abril 2020 12 comentarios 333 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

La vez que nos salvó el Estado

por Gabriela Mejías Gispert 31 marzo 2020
escrito por Gabriela Mejías Gispert

A lo largo de la historia hemos transitado muchas pandemias. Entre las más letales podríamos citar: la viruela, sarampión, la peste negra , VIH, las diferentes influenzas y más recientemente el corononavirus. Ya casi ninguna reconocidas por las personas de este siglo, fueron controladas gracias a vacunas y avances médicos que permiten su prevención. En épocas pasadas, donde la medicina tenía carácter de contingencia, estas pandemias resultaban incontrolables. Sólo el sarampión eliminó entre el 3 y 6% de la población mundial.

Lejos estamos de tener en estos momento dicho panorama de salud. Sin embargo la rapidez con que se ha propagado el virus y la suma de muertes ha sido considerable: 34.610 a la fecha. Paradójicamente, los países con mayor número de víctimas son también los más desarrollados. A todos nos sorprende y preocupa en diverso grado la crisis. En Latinoamérica vemos con preocupación las cifras. Suponemos a nuestro continente más frágil ante la pandemia, por poseer una economía menos estable. Sin embargo a lo largo de estos días de cuarentena; hasta el más lego puede notar que son otras las variables que definen cuán vulnerables nos encontramos.

Cada noticiero o diario que abrimos, vaticina una repercusión enorme para la economía mundial. La economía de mercado que mueve el engranaje global puso en jaque a gran parte del mundo. Nos encuentra con sistemas de salud en bancarrota producto de acuerdos con instituciones multilaterales, como el FMI y el Banco Mundial; así como sanciones en el caso de Cuba, Venezuela y Siria. Tenemos deficiencias de atención primaria, privatización del sector salud, aumento sustancial de los costos de medicamentos y atención médica. Se suma el escaso financiamiento a los centros de investigación y los monopolios de grupos farmacéuticos. De este panorama no escapa ni el propio EE.UU, donde existen 87 millones de personas sin seguro social o seguro insuficiente; según afirmaba el candidato presidencial Bernie Sanders hace pocos días en el sur de Seattle.

El doctor en Ciencias políticas de la Universidad de Lieja y de la Universidad de París VIII, portavoz del CADTM Internacional y miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia, Eric Toussaint, lo cataloga como una crisis del sistema capitalista; donde el COVID-19 no ha hecho más que detonar la crisis de un modelo ya en decadencia. Sin entrar en detalles bursátiles, que podrán leer de su propia pluma, diré que no me sorprende su afirmación. Quienes soñamos con asistir al sepelio del neoliberalismo, vemos las imágenes de estos días con un dolor ambivalente. No queda duda de que tenemos que probar otras formas más humanas de hacer política.

La sucesión de gobiernos neoliberales de los últimos años, nos ha dejado sin herramientas para sostener las medidas necesarias ante una pandemia de este calibre. Las pujas políticas y el cuidado de la economía se continúa anteponiendo al cuidado de la vida. Tengamos en claro algo, el peligro nos llega a todos, pero el acceso a los cuidados para evitar contagiarse constituye un privilegio de clase: la cuarentena es un privilegio de clase.

La importancia del Estado ha quedado sobre el tapete.

No se trata de existencialismos en tiempos de crisis; hay que ver el mapa geopolítico en toda su amplitud para entender qué sectores han sido siempre los más vulnerables y lo son hoy, cuando se magnifica el peligro. Quiénes no perciben un salario mensual bajo contrato, quiénes viven de una jubilación escasa, quiénes no tienen obra social o acceso a salud gratuita, quiénes cobran por hora, quiénes viven en la calle y no pueden acceder siquiera al tan afamado alcohol (sea en gel o al 0.1 %) La lista es larga y angustiante.

Muchos mandatarios, como Macron, parecen haber descubierto el agua tibia hace poco al afirmar la importancia del Estado en la salud pública, universal y gratuita. Otros, como Bolsonaro y Trump , siguen jugando a que nada sucede y tienen todo bajo control. Algunos aterrados, como Piñera o Duque temen que el pueblo se les lance a la calle, cansado de tanto atropello. En estos momentos solo tengo dos faros, que me atrevo a decir sin chovinismo alguno: la diplomacia médica cubana y el recién electo presidente de Argentina. Es probable que sus medidas proteccionistas sean la garantía de que este virus se lleve menos vidas en ambos países.

Aún quedan unas semanas para el pico máximo en la curva de contagio. Cuando las aguas se calmen habrá preocupaciones del cotidiano de los días que nos asalten nuevamente; espero que el mundo no se olvide lo aprendido: de lo intangible de la vida. Las medidas que sean tomadas en lo adelante serán decisivas, ya no tanto para preserva  nuestra economía, pero si nuestra dignidad como humanidad.

31 marzo 2020 25 comentarios 367 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
impact

Cuba: Brace for Impact

por Harold Cardenas Lema 21 marzo 2020
escrito por Harold Cardenas Lema

There’s no way to explain this without a dose of drama, but it must be said. We must get ready for the possibility that every Cuban family will have a member or friend who will die in the next few months due to infection with COVID-19. We might think that, in an act of chauvinism, the national health system will underreport the number of cases, but the arrival of the pandemic is not just unavoidable, it’s a fact.

The new strain of coronavirus ended the world as we knew it a few months ago; something known in every country the disease has reached with enough time to reproduce. Cuba will soon know that too.

The global mortality rate estimated by the World Health Organization (WHO) currently sits at 3.4%. This doesn’t mean that the island may not be able to reduce that number, but such an outcome would require extraordinary measures that are yet to be implemented. The decision to put off social distancing, the closing of schools and the scaling down of the national productive cycle, has so far been criticized and defended with more political than scientific arguments.

In contrast, the countries successfully facing the disease are the ones that have mustered willpower, setting aside their internal differences.

It’s been verified that the moment and manner in which countries choose to contain the epidemic are decisive in its eventual impact. The social shutdown which has taken place in Europe and is now beginning in the US is the only effective way to contain the spreading.

The Cuban state policy of containment/mitigation and of deferring the closing of the country as a last resort is economically understandable, but it implies risks. Cuba is not conducting random testing to identify when COVID-19 will go from being an imported disease to freely circulate in the streets. Delaying isolation for too long may be dangerous, so the moment for everyone to go home should arrive soon. Success will depend on citizen participation.

The cultural traits of the population, far more used to physical proximity than that of other nations, represent a hazard when the first measure of prevention is isolation. Also, Cuba suffers economic sanctions which put the country at a disadvantage to face the crisis, while the US shows no sign of making a humanitarian gesture and scaling down its policy of maximum pressure on the island. Not even with 1100 deaths in Iran has the Trump administration reduced its sanctions. Cuba should not expect anything different.

Since it’s a new strain, it’s left to be seen whether reinfection is possible, whether a seasonal change will have some sort of influence or whether the virus can mutate. But we must get ready for the worst.

Additionally, the social practice of going to extremes, from disinformation to panic and from silence to stridency, is counterproductive in cases such as this one. The possibility of a mature debate in social media about how to face the crisis hasn’t materialized either. The public sphere is affected by the Industry of Indignation, an ecosystem of online political activists, specializing in maximizing citizen indignation in the face of any government decision.

It doesn’t matter whether the Cuban government received the MS Braemar cruise liner with British passengers or not, criticism of its decision was assured. On the other hand, triumphalism and official propaganda are amalgamated with the information provided by professionals in the Cuban medical industry, the true authority at a time of epidemiological crisis.

Cubans must prepare for true social distancing, washing their hands frequently and remaining in their homes, perhaps for months. Even with all that, many would contract the virus. The goal isn’t preventing the number of cases from rising, something for which citizens must be ready, but reducing the number of infections, and especially to not flood the national health system. According to World Bank figures, Cuba has 5.2 hospital beds for every 1000 inhabitants. Each country is different, but if the trend until now is that an elevated number of inhabitants contract the disease, then the availability of beds becomes a matter of life and death.

China and Italy applied a probabilistic selection tool which decides who can occupy a bed or a piece of medical equipment and who can’t. According to this terrible yet necessary method, the elderly –despite being a more vulnerable sector– have had to cede their place to younger patients with a better chance of surviving.

If over 20% of Cubans are older than 60, the math becomes simple and macabre. Due to the magnitude of the danger, it is prudent that the Cuban State applies a mechanism of national lockdown as soon as the first locally transmitted case is identified. This measure will have a high economic cost at a time that’s already delicate as it is, but it seems indispensable.

If the global mortality rate does not vary, thousands of Cubans may die in the next few months due to COVID-19. Since it’s a new disease, there’s no immunity, which increases the risk of infection in inhabitants. Dividing the number of deaths between the number of cases, we’re able to calculate the mortality rate. It’s still too soon to make predictions in the case of Cuba.

Anyone who needs a dose of hope in these times may find it in literature. According to the fiction novel World War Z, after a global pandemic, Cuba became the wealthiest nation in the world for its geography, political system and education. Other scientific texts describe how to face an epidemic, and history books explain how previous crises have been weathered.

If this text hasn’t been enough to take the situation seriously, let us bring some perspective. The last great pandemic was the Spanish Flu of 1918, with a mortality rate of 2.5%, and it wiped out 50 million people. It’s quite possible that one of our ancestors might have died back then. From now on, we recommend being well-informed, following the guidance of medical authorities, and perhaps finding refuge in literature in the privacy of our homes to contribute to the necessary distancing. Just be aware that some of the books we considered apocalyptic in the past may today be found in the contemporary history section.

Translated from the original

21 marzo 2020 1 comentario 500 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
impacto

Cuba: prepárense para el impacto

por Harold Cardenas Lema 19 marzo 2020
escrito por Harold Cardenas Lema

No hay forma de explicar esto sin cierta dosis de dramatismo pero es necesario decirlo para lograr el impacto necesario. Debemos prepararnos para la posibilidad de que cada familia cubana tendrá un miembro o amigo que morirá en los próximos meses por contagio con el COVID-19. En un acto de chovinismo podríamos pensar que el sistema de salud nacional reducirá el número de infectados, pero la llegada de la pandemia no es sólo inevitable, es un hecho. La nueva cepa de Coronavirus terminó el mundo tal y como lo conocíamos hace unos meses, esto lo sabe cada país donde ha llegado la enfermedad el tiempo suficiente para reproducirse, pronto también lo sabrá Cuba.

La tasa de mortalidad global estimada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) actualmente es de 3.4%. Esto no significa que la isla no pueda reducir el número pero tal resultado requiere medidas extraordinarias que aún no están implementadas. La decisión de postergar el distanciamiento social, el cierre de las escuelas y el ciclo productivo nacional, ha sido criticada y defendida hasta ahora con más argumentos políticos que científicos. En contraste, los países que enfrentan con éxito la enfermedad son los que han aunado voluntades poniendo a un lado sus diferencias internas.

Imagen: BBC News

Está comprobado que el momento y la forma en que los países contienen la epidemia, es decisivo en su impacto. El cierre social que ha ocurrido en Europa y comienza en Estados Unidos, es la única forma efectiva de contener la propagación. La política estatal cubana de contención/mitigación y postergar el cierre del país como último recurso, es económicamente comprensible pero implica riesgos.

Cuba no hace tests aleatorios para identificar cuándo el COVID-19 pase de ser enfermedad importada a circular libremente en las calles. Postergar el aislamiento demasiado tiempo puede ser peligroso, por lo que el momento de ir todos a casa debe llegar pronto. El impacto de estas medidas dependerá de la participación ciudadana.

Los rasgos culturales de la población, acostumbrada a una proximidad física mayor a la de otras naciones, representan un peligro cuando la primera medida de prevención es el aislamiento. También, Cuba sufre sanciones económicas que ponen el país en desventaja para enfrentar la crisis mientras Estados Unidos no muestra señales de tener un gesto humanitario y disminuir su política de máxima presión sobre la isla. Ni siquiera con 1100 muertes en Irán, la administración Trump ha disminuido sus sanciones. Cuba no debería esperar algo distinto.

Como es una nueva cepa, queda por comprobar si es posible volver a contagiarse, si el cambio de estaciones influirá de alguna forma o si el virus puede mutar. Pero debemos prepararnos para el peor impacto.

Adicionalmente, la práctica social de ir a los extremos, de la desinformación al pánico y del silencio a la estridencia, es contraproducente en casos como este. La posibilidad de un debate maduro en las redes sociales sobre cómo enfrentar la crisis, tampoco ha tenido lugar. La esfera pública está afectada por la Industria de la Indignación, un ecosistema de activistas políticos en Internet, especializados en maximizar la indignación ciudadana ante cualquier decisión gubernamental.

No importa si el gobierno cubano recibía o no al crucero MS Braemar con pasajeros británicos, la crítica a su decisión era segura. Por otro lado, el triunfalismo y la propaganda oficial se mezclan con la información que brindan los profesionales de la industria médica cubana, verdadera autoridad en momentos de crisis epidemiológica. 

Imagen: BBC News

Los cubanos deben prepararse para un verdadero distanciamiento social, lavarse las manos con frecuencia y permanecer en sus casas, quizás durante meses. Aún así, muchos contraerán el virus. El objetivo no es evitar que aumente el número de casos, algo para lo que deben estar preparados los ciudadanos, sino disminuir la cantidad de contagios y en especial no colapsar el sistema médico nacional. Según datos del Banco Mundial, Cuba tiene 5.2 camas en sus hospitales cada 1000 personas. Cada país es distinto pero si la tendencia hasta ahora es que un alto número de habitantes contrae la enfermedad, entonces las camas son cuestión de vida o muerte.

China e Italia aplicaron una herramienta de selección probabilística que decide quién puede ocupar una cama o equipo hospitalario, y quién no. Según este método terrible pero necesario, a pesar de ser un sector más vulnerable, los ancianos han tenido que ceder su lugar a pacientes más jóvenes con mejores probabilidades de sobrevivir. Si más del 20% de los cubanos son mayores de 60 años, la matemática es sencilla y macabra.

Por la magnitud del peligro, es prudente que el Estado cubano aplique un mecanismo de cierre nacional en cuanto se identifique el primer caso de transmisión local. Medida que tendrá un alto costo económico en un momento de por sí delicado, pero parece imprescindible.

De mantenerse la tasa de mortalidad global y su impacto, pueden fallecer miles de cubanos en los próximos meses por COVID-19. Al ser una enfermedad nueva no existe inmunidad alguna, lo que aumenta el peligro de contagio en los habitantes. Dividiendo el número de muertes entre los casos, podremos calcular la tasa de mortalidad y su impacto. Todavía es muy pronto para hacer predicciones en el caso cubano.

Matt Damon en ‘Contagio’, película de Steven Soderbergh que describe una pandemia global

Quien necesite una dosis de esperanza en estos momentos puede encontrarla en la literatura. Según el libro de ficción Guerra Mundial Zombie, después de una pandemia global Cuba se convirtió en el país más rico del mundo por su geografía, sistema político y educación. Otros textos científicos describen cómo enfrentar una epidemia y los volúmenes de historia explican cómo se ha sobrevivido en crisis anteriores.

Si este texto no ha sido suficiente para tomar en serio la situación, brindemos algo de perspectiva. La última gran pandemia fue la Gripe Española de 1918, con una tasa de mortalidad de 2.5% y eliminó a 50 millones de personas. Es muy posible que algún antepasado nuestro haya muerto en ese entonces.

A partir de ahora recomendamos estar informados, seguir las orientaciones de las autoridades médicas y quizás refugiarse en la literatura desde la privacidad de sus casas, para contribuir al distanciamiento necesario. Posiblemente algunos de los libros que ayer considerábamos apocalípticos, hoy se encuentren en la sección de historia contemporánea.

* Este texto ha sido actualizado del original, para reflejar con precisión la tasa de mortalidad por COVID-19.

19 marzo 2020 40 comentarios 1.298 vistas
1 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4

Ayúdanos a ser sostenibles

Somos una organización sin fines de lucro que se sostiene con donaciones de entidades e individuos, no gobiernos. Apoya nuestra independencia editorial.

11 años en línea

11 años en línea

¿Quiénes Somos?

La Joven Cuba es un equipo de investigación y análisis político que trabaja por un país justo, democrático y sostenible. Con una plataforma digital y un equipo especializado en el análisis de la realidad cubana, aspiramos a ser punto de enlace entre la sociedad civil y los decisores, mediante la investigación y la generación de conocimiento sobre la aplicación de políticas públicas.

@2021 - Todos los derechos reservados. Contenido exclusivo de La Joven Cuba


Regreso al inicio
La Joven Cuba
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Equipo
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto
 

Cargando comentarios...