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Covid

La etapa actual de la covid-19 en Cuba

por Mario Valdés Navia 23 marzo 2021
escrito por Mario Valdés Navia

El 2021 se nos vino encima teñido de Tarea Ordenamiento, pero la covid-19 seguía aquí y nos golpeaba con su tercera ola, iniciada en noviembre. A un año de que fuera detectada la presencia del virus en Cuba, su creciente expansión ya supera lo acontecido en 2020 y alcanza, de manera sostenida, a todas las provincias y al municipio especial.

Entre el 3 y el 16 de marzo se acumularon 11.411 nuevos casos positivos, más de ochocientos diarios. El 13 de marzo, Cuba entraba en el aciago Top 100 de la lista de contagiados por países (lugar 99, con 62 206). Considero entonces, basado en este escenario, que es hora de declarar el arribo del país a la etapa epidémica de Trasmisión comunitaria, o sencillamente Pandemia, porque ya esta «situación complicada» ha rebasado con creces la llamada Trasmisión autóctona limitada.

Según el «Plan para la Prevención y Control de la covid-19 en Cuba» —que diera a conocer, en febrero de 2020, el Grupo Temporal de Trabajo del Gobierno para el control del nuevo coronavirus (GTTG)—, se establecían cuatro etapas en su enfrentamiento: Pre-epidémica, Epidémica de trasmisión autóctona limitada (ETAL), Epidémica de trasmisión comunitaria (ETC) y Endémica, post pandemia. Las diferencias entre ellas son diáfanas: pre-epidémica, cuando son viajeros infectados, o casos relacionados directamente con ellos; ETAL, casos confirmados en una localidad sin relación directa con viajeros infectados; ETC, cuando los casos no tienen nexos con el exterior y aparecen en diferentes localidades del territorio nacional de manera sostenida.

El 28 de marzo del 2020, el ministro de Salud explicó las etapas y declaró que el país se encontraba en la pre-epidémica dada la existencia de un evento de trasmisión local en Matanzas ante el contagio de un animador en Varadero, y sus contactos, por el intercambio con turistas italianos. Dos días después, quedaron cerradas por completo las fronteras a vuelos comerciales y embarcaciones. Entre abril y mayo se enfrentó la primera ola de la c  ovid-19, que alcanzó su pico el 24 de abril y comenzó a descender tras las cuarentenas locales, el pesquisaje activo y el confinamiento de los contagiados y sospechosos.   

Palabras en la batalla contra el COVID-19

La Dra. Carissa F. Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), alabó en junio la estrategia asumida:

«Cuba adoptó un enfoque diferente. Amplió el sistema de salud sumamente fuerte que ya tenían, y ampliaron esta red con más trabajadores de la salud y estudiantes de medicina, e incorporaron herramientas digitales para mejorar el seguimiento de contactos y casos. Se valieron de un sistema de salud muy bien establecido y que ya incluye nuevos elementos a partir de esta pandemia». (Andar la salud, boletín de la OPS/OMS en Cuba, vol. 24, no.2, mayo-junio 2020).

Desde la crisis de inicios del 2020 en Europa, hasta ahora, cincuenta y seis brigadas del contingente internacional Henry Reeve han colaborado en cuarenta países y territorios, y salvado miles de vidas. La humanidad les agradece al apoyar, desde diferentes naciones, la propuesta de la institución para Premio Nobel de la Paz 2021.

En junio parecía que la covid-19 estaba «derrotada» en Cuba y algunos se lanzaron a cantar victoria. En un artículo de entonces señalé:

«La amplia y eficaz experiencia criolla en la lucha contra huracanes nubla el entendimiento de muchos sobre qué es la covid-19 y provoca un falso trasplante de fases. Para algunos meteorólogos epidemiológicos ya pasamos la etapa de seguimiento (pre-epidémica, o contagio externo), estamos en la alerta (trasmisión local limitada) y aún no sabemos si habrá o no alarma a nivel nacional (epidemia), la que daría paso —más o menos rápido— a la bienvenida recuperación. Error, nada será así. Si el ciclón afecta por unos días, esta pandemia lo hará por años, y no pasará por determinados lugares, sino que llegará a todos y se quedará después como una endemia más».

El 26 de junio, tras ciento siete días de enfrentamiento a la pandemia en cuarenta y cinco eventos locales, y pasado un mes de resultados positivos, el ministro de Salud informó cuáles serían las «Prioridades y medidas del Sistema Nacional de Salud para la Etapa Pos-COVID-19 en Cuba» en las tres fases de la Nueva Normalidad. En aquel momento, solo La Habana permanecía en la fase de TAL.

Ante el bajo nivel de contagios logrado con el pesquisaje activo, el confinamiento riguroso y el cierre de fronteras; en julio de 2020 el GTTG acordó declarar al país —con excepción de La Habana y Mayabeque— en la tercera fase de la recuperación postcovid, que permitía la reanudación de actividades económicas y sociales con determinadas precauciones.

Se inició la ansiada Nueva Normalidad postcovid-19, marcada por la desescalada de las medidas de confinamiento y la disminución de la percepción de riesgo, tanto a nivel poblacional como de las autoridades. Sin embargo, desde fines de julio se evidenciaron los rebrotes de una segunda ola, sobre todo en La Habana y Ciego de Ávila, que alcanzó picos mayores que la anterior en agosto y septiembre. Para controlar el contagio en la capital fue preciso regresarla a la TLC y establecer el toque de queda nocturno, al tiempo que se multiplicaban las pruebas PCR en todo el país para revelar nuevos contagios.

La tercera ola de la covid-19

En noviembre, el control logrado sobre la pandemia, la necesidad de reabrir la actividad económica y explotar en lo posible la temporada turística invernal, llevó a que se reanudaran los viajes internacionales y la recepción de viajeros del exterior tras ocho meses de cierre. Su corolario inmediato fue el rebrote de contagios en una tercera ola, mucho más fuerte que las anteriores. De acuerdo a las autoridades sanitarias, su causa fue la indisciplina mostrada por familiares y amistades ante el arribo de cubanos residentes y/o varados en el exterior; de ahí que se manifestaran más casos en las comunidades que en los hoteles.

Desmesuras de pandemia

Desde aquel momento, la tendencia fue in crescendo hasta el día de hoy. En correspondencia, los territorios retornarían a fases anteriores de la Nueva Normalidad y de la TAL, aunque sin declararse nunca en la TAC.

En diciembre los contagios alcanzaron la cifra más alta de todo el 2020: 15 356. Cuando la trasmisión se había extendido a todas las provincias, y treinta y cuatro municipios se encontraban en TAL, se decidió retrotraer a La Habana a esta fase. Aunque los aeropuertos permanecen parcialmente abiertos, al establecerse el confinamiento obligatorio de viajeros, los casos importados disminuyeron radicalmente, en tanto, los autóctonos se incrementaron hasta inéditos promedios diarios de 501.2 en enero y 822.9 en febrero.

No obstante la tensa situación actual, el sistema público cubano de Salud, que une atención primaria de calidad, instituciones científicas de alto nivel e industria farmacéutica desarrollada —aunque limitada en su producción por la falta de insumos—; muestra logros que superan los de cualquier otro país subdesarrollado, y su estrategia para enfrentar y controlar la covid-19 con sus propias fuerzas ha dado resultados positivos.

Lo más importante es que no hayan colapsado los cuidados intensivos, y que de los 62 998 contagiados hasta el 17 de marzo, 58 610 ya se hayan recuperado. En tanto, la cifra de fallecidos hasta esa fecha: 376, es similar a los que murieron quincenalmente de influenza y neumonía en 2019. Vale recordar que, de acuerdo al Anuario Estadístico de Salud 2019, en Cuba esa categoría creció entre 2018 y 2019 desde 8.701 hasta 8.923 fallecidos (24.5 diariamente) y se afianzó como la cuarta causa de muerte. Cada día normal del 2019, falleció una media de 299.6 compatriotas por diversas causas.

La experiencia cubana en el enfrentamiento a enfermedades infecciosas y en la fabricación de vacunas, representa una base sólida para confiar en el control de la covid-19. En el archipiélago se mantienen eliminadas catorce enfermedades de este tipo, otras nueve no constituyen problemas de salud por presentar tasas inferiores a 0.1 por 100 000 habitantes, y cinco tienen tasas de incidencia muy bajas. Existen veintinueve enfermedades transmisibles y formas clínicas bajo control, de ellas, dieciocho por vacunas.

Covid

El candidato vacunal Soberana 02 induce respuesta a nivel celular capaz de evitar las formas graves de la covid-19 (Foto: Roy Leyra)

 Cinco candidatos vacunales aprobados —dos en la tercera fase de ensayos clínicos—, constituyen la mayor esperanza de la población. Su producto estrella es la  Soberana 02, que induce respuesta a nivel celular capaz de evitar las formas graves de la covid-19, y se comprueba también en Irán. Como su aplicación masiva no será antes de junio-julio, para proteger al personal de salud y a los grupos vulnerables sería idóneo adquirir vacunas chinas, o la Sputnik-V rusa, pero todo parece indicar que las escasas reservas financieras del país no lo permiten.

A los candidatos vacunales se suman otros resultados científico-tecnológicos de primer nivel, como la fabricación de varios equipos (medios de transporte para virus, diagnosticador para la extracción masiva de ARN con nanotecnología, ventiladores pulmonares y otros equipos para salas de terapia intensiva) y dispositivos médicos (hisopos).

La cuestión de dilucidar con precisión la etapa en que nos encontramos es muy importante para la psicología social, en momentos en que los estadísticos de la UH pronostican una larga etapa de meseta con cifras de contagios similares a las actuales. La percepción de riesgo en la población —sobre todo en las localidades que tienen pocos contagios o una tendencia decreciente—, se elevaría si se comprende por todos que la trasmisión actual es autóctona comunitaria, no es cuestión de algunas localidades aisladas, se extiende a todo el país y solo terminará con la ansiada inmunidad del rebaño, tras la aplicación masiva de vacunas eficaces al alcance de todos.

23 marzo 2021 42 comentarios 4,7K vistas
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La vez que nos salvó el Estado

por Consejo Editorial 31 marzo 2020
escrito por Consejo Editorial

A lo largo de la historia hemos transitado muchas pandemias. Entre las más letales podríamos citar: la viruela, sarampión, la peste negra , VIH, las diferentes influenzas y más recientemente el corononavirus. Ya casi ninguna reconocidas por las personas de este siglo, fueron controladas gracias a vacunas y avances médicos que permiten su prevención. En épocas pasadas, donde la medicina tenía carácter de contingencia, estas pandemias resultaban incontrolables. Sólo el sarampión eliminó entre el 3 y 6% de la población mundial.

Lejos estamos de tener en estos momento dicho panorama de salud. Sin embargo la rapidez con que se ha propagado el virus y la suma de muertes ha sido considerable: 34.610 a la fecha. Paradójicamente, los países con mayor número de víctimas son también los más desarrollados. A todos nos sorprende y preocupa en diverso grado la crisis. En Latinoamérica vemos con preocupación las cifras. Suponemos a nuestro continente más frágil ante la pandemia, por poseer una economía menos estable. Sin embargo a lo largo de estos días de cuarentena; hasta el más lego puede notar que son otras las variables que definen cuán vulnerables nos encontramos.

Cada noticiero o diario que abrimos, vaticina una repercusión enorme para la economía mundial. La economía de mercado que mueve el engranaje global puso en jaque a gran parte del mundo. Nos encuentra con sistemas de salud en bancarrota producto de acuerdos con instituciones multilaterales, como el FMI y el Banco Mundial; así como sanciones en el caso de Cuba, Venezuela y Siria. Tenemos deficiencias de atención primaria, privatización del sector salud, aumento sustancial de los costos de medicamentos y atención médica. Se suma el escaso financiamiento a los centros de investigación y los monopolios de grupos farmacéuticos. De este panorama no escapa ni el propio EE.UU, donde existen 87 millones de personas sin seguro social o seguro insuficiente; según afirmaba el candidato presidencial Bernie Sanders hace pocos días en el sur de Seattle.

El doctor en Ciencias políticas de la Universidad de Lieja y de la Universidad de París VIII, portavoz del CADTM Internacional y miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia, Eric Toussaint, lo cataloga como una crisis del sistema capitalista; donde el COVID-19 no ha hecho más que detonar la crisis de un modelo ya en decadencia. Sin entrar en detalles bursátiles, que podrán leer de su propia pluma, diré que no me sorprende su afirmación. Quienes soñamos con asistir al sepelio del neoliberalismo, vemos las imágenes de estos días con un dolor ambivalente. No queda duda de que tenemos que probar otras formas más humanas de hacer política.

La sucesión de gobiernos neoliberales de los últimos años, nos ha dejado sin herramientas para sostener las medidas necesarias ante una pandemia de este calibre. Las pujas políticas y el cuidado de la economía se continúa anteponiendo al cuidado de la vida. Tengamos en claro algo, el peligro nos llega a todos, pero el acceso a los cuidados para evitar contagiarse constituye un privilegio de clase: la cuarentena es un privilegio de clase.

La importancia del Estado ha quedado sobre el tapete.

No se trata de existencialismos en tiempos de crisis; hay que ver el mapa geopolítico en toda su amplitud para entender qué sectores han sido siempre los más vulnerables y lo son hoy, cuando se magnifica el peligro. Quiénes no perciben un salario mensual bajo contrato, quiénes viven de una jubilación escasa, quiénes no tienen obra social o acceso a salud gratuita, quiénes cobran por hora, quiénes viven en la calle y no pueden acceder siquiera al tan afamado alcohol (sea en gel o al 0.1 %) La lista es larga y angustiante.

Muchos mandatarios, como Macron, parecen haber descubierto el agua tibia hace poco al afirmar la importancia del Estado en la salud pública, universal y gratuita. Otros, como Bolsonaro y Trump , siguen jugando a que nada sucede y tienen todo bajo control. Algunos aterrados, como Piñera o Duque temen que el pueblo se les lance a la calle, cansado de tanto atropello. En estos momentos solo tengo dos faros, que me atrevo a decir sin chovinismo alguno: la diplomacia médica cubana y el recién electo presidente de Argentina. Es probable que sus medidas proteccionistas sean la garantía de que este virus se lleve menos vidas en ambos países.

Aún quedan unas semanas para el pico máximo en la curva de contagio. Cuando las aguas se calmen habrá preocupaciones del cotidiano de los días que nos asalten nuevamente; espero que el mundo no se olvide lo aprendido: de lo intangible de la vida. Las medidas que sean tomadas en lo adelante serán decisivas, ya no tanto para preserva  nuestra economía, pero si nuestra dignidad como humanidad.

31 marzo 2020 25 comentarios 557 vistas
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Cuba: Brace for Impact

por Harold Cardenas Lema 21 marzo 2020
escrito por Harold Cardenas Lema

There’s no way to explain this without a dose of drama, but it must be said. We must get ready for the possibility that every Cuban family will have a member or friend who will die in the next few months due to infection with COVID-19. We might think that, in an act of chauvinism, the national health system will underreport the number of cases, but the arrival of the pandemic is not just unavoidable, it’s a fact.

The new strain of coronavirus ended the world as we knew it a few months ago; something known in every country the disease has reached with enough time to reproduce. Cuba will soon know that too.

The global mortality rate estimated by the World Health Organization (WHO) currently sits at 3.4%. This doesn’t mean that the island may not be able to reduce that number, but such an outcome would require extraordinary measures that are yet to be implemented. The decision to put off social distancing, the closing of schools and the scaling down of the national productive cycle, has so far been criticized and defended with more political than scientific arguments.

In contrast, the countries successfully facing the disease are the ones that have mustered willpower, setting aside their internal differences.

It’s been verified that the moment and manner in which countries choose to contain the epidemic are decisive in its eventual impact. The social shutdown which has taken place in Europe and is now beginning in the US is the only effective way to contain the spreading.

The Cuban state policy of containment/mitigation and of deferring the closing of the country as a last resort is economically understandable, but it implies risks. Cuba is not conducting random testing to identify when COVID-19 will go from being an imported disease to freely circulate in the streets. Delaying isolation for too long may be dangerous, so the moment for everyone to go home should arrive soon. Success will depend on citizen participation.

The cultural traits of the population, far more used to physical proximity than that of other nations, represent a hazard when the first measure of prevention is isolation. Also, Cuba suffers economic sanctions which put the country at a disadvantage to face the crisis, while the US shows no sign of making a humanitarian gesture and scaling down its policy of maximum pressure on the island. Not even with 1100 deaths in Iran has the Trump administration reduced its sanctions. Cuba should not expect anything different.

Since it’s a new strain, it’s left to be seen whether reinfection is possible, whether a seasonal change will have some sort of influence or whether the virus can mutate. But we must get ready for the worst.

Additionally, the social practice of going to extremes, from disinformation to panic and from silence to stridency, is counterproductive in cases such as this one. The possibility of a mature debate in social media about how to face the crisis hasn’t materialized either. The public sphere is affected by the Industry of Indignation, an ecosystem of online political activists, specializing in maximizing citizen indignation in the face of any government decision.

It doesn’t matter whether the Cuban government received the MS Braemar cruise liner with British passengers or not, criticism of its decision was assured. On the other hand, triumphalism and official propaganda are amalgamated with the information provided by professionals in the Cuban medical industry, the true authority at a time of epidemiological crisis.

Cubans must prepare for true social distancing, washing their hands frequently and remaining in their homes, perhaps for months. Even with all that, many would contract the virus. The goal isn’t preventing the number of cases from rising, something for which citizens must be ready, but reducing the number of infections, and especially to not flood the national health system. According to World Bank figures, Cuba has 5.2 hospital beds for every 1000 inhabitants. Each country is different, but if the trend until now is that an elevated number of inhabitants contract the disease, then the availability of beds becomes a matter of life and death.

China and Italy applied a probabilistic selection tool which decides who can occupy a bed or a piece of medical equipment and who can’t. According to this terrible yet necessary method, the elderly –despite being a more vulnerable sector– have had to cede their place to younger patients with a better chance of surviving.

If over 20% of Cubans are older than 60, the math becomes simple and macabre. Due to the magnitude of the danger, it is prudent that the Cuban State applies a mechanism of national lockdown as soon as the first locally transmitted case is identified. This measure will have a high economic cost at a time that’s already delicate as it is, but it seems indispensable.

If the global mortality rate does not vary, thousands of Cubans may die in the next few months due to COVID-19. Since it’s a new disease, there’s no immunity, which increases the risk of infection in inhabitants. Dividing the number of deaths between the number of cases, we’re able to calculate the mortality rate. It’s still too soon to make predictions in the case of Cuba.

Anyone who needs a dose of hope in these times may find it in literature. According to the fiction novel World War Z, after a global pandemic, Cuba became the wealthiest nation in the world for its geography, political system and education. Other scientific texts describe how to face an epidemic, and history books explain how previous crises have been weathered.

If this text hasn’t been enough to take the situation seriously, let us bring some perspective. The last great pandemic was the Spanish Flu of 1918, with a mortality rate of 2.5%, and it wiped out 50 million people. It’s quite possible that one of our ancestors might have died back then. From now on, we recommend being well-informed, following the guidance of medical authorities, and perhaps finding refuge in literature in the privacy of our homes to contribute to the necessary distancing. Just be aware that some of the books we considered apocalyptic in the past may today be found in the contemporary history section.

Translated from the original

21 marzo 2020 1 comentario 780 vistas
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impacto

Cuba: prepárense para el impacto

por Harold Cardenas Lema 19 marzo 2020
escrito por Harold Cardenas Lema

No hay forma de explicar esto sin cierta dosis de dramatismo pero es necesario decirlo para lograr el impacto necesario. Debemos prepararnos para la posibilidad de que cada familia cubana tendrá un miembro o amigo que morirá en los próximos meses por contagio con el COVID-19. En un acto de chovinismo podríamos pensar que el sistema de salud nacional reducirá el número de infectados, pero la llegada de la pandemia no es sólo inevitable, es un hecho. La nueva cepa de Coronavirus terminó el mundo tal y como lo conocíamos hace unos meses, esto lo sabe cada país donde ha llegado la enfermedad el tiempo suficiente para reproducirse, pronto también lo sabrá Cuba.

La tasa de mortalidad global estimada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) actualmente es de 3.4%. Esto no significa que la isla no pueda reducir el número pero tal resultado requiere medidas extraordinarias que aún no están implementadas. La decisión de postergar el distanciamiento social, el cierre de las escuelas y el ciclo productivo nacional, ha sido criticada y defendida hasta ahora con más argumentos políticos que científicos. En contraste, los países que enfrentan con éxito la enfermedad son los que han aunado voluntades poniendo a un lado sus diferencias internas.

Imagen: BBC News

Está comprobado que el momento y la forma en que los países contienen la epidemia, es decisivo en su impacto. El cierre social que ha ocurrido en Europa y comienza en Estados Unidos, es la única forma efectiva de contener la propagación. La política estatal cubana de contención/mitigación y postergar el cierre del país como último recurso, es económicamente comprensible pero implica riesgos.

Cuba no hace tests aleatorios para identificar cuándo el COVID-19 pase de ser enfermedad importada a circular libremente en las calles. Postergar el aislamiento demasiado tiempo puede ser peligroso, por lo que el momento de ir todos a casa debe llegar pronto. El impacto de estas medidas dependerá de la participación ciudadana.

Los rasgos culturales de la población, acostumbrada a una proximidad física mayor a la de otras naciones, representan un peligro cuando la primera medida de prevención es el aislamiento. También, Cuba sufre sanciones económicas que ponen el país en desventaja para enfrentar la crisis mientras Estados Unidos no muestra señales de tener un gesto humanitario y disminuir su política de máxima presión sobre la isla. Ni siquiera con 1100 muertes en Irán, la administración Trump ha disminuido sus sanciones. Cuba no debería esperar algo distinto.

Como es una nueva cepa, queda por comprobar si es posible volver a contagiarse, si el cambio de estaciones influirá de alguna forma o si el virus puede mutar. Pero debemos prepararnos para el peor impacto.

Adicionalmente, la práctica social de ir a los extremos, de la desinformación al pánico y del silencio a la estridencia, es contraproducente en casos como este. La posibilidad de un debate maduro en las redes sociales sobre cómo enfrentar la crisis, tampoco ha tenido lugar. La esfera pública está afectada por la Industria de la Indignación, un ecosistema de activistas políticos en Internet, especializados en maximizar la indignación ciudadana ante cualquier decisión gubernamental.

No importa si el gobierno cubano recibía o no al crucero MS Braemar con pasajeros británicos, la crítica a su decisión era segura. Por otro lado, el triunfalismo y la propaganda oficial se mezclan con la información que brindan los profesionales de la industria médica cubana, verdadera autoridad en momentos de crisis epidemiológica. 

Imagen: BBC News

Los cubanos deben prepararse para un verdadero distanciamiento social, lavarse las manos con frecuencia y permanecer en sus casas, quizás durante meses. Aún así, muchos contraerán el virus. El objetivo no es evitar que aumente el número de casos, algo para lo que deben estar preparados los ciudadanos, sino disminuir la cantidad de contagios y en especial no colapsar el sistema médico nacional. Según datos del Banco Mundial, Cuba tiene 5.2 camas en sus hospitales cada 1000 personas. Cada país es distinto pero si la tendencia hasta ahora es que un alto número de habitantes contrae la enfermedad, entonces las camas son cuestión de vida o muerte.

China e Italia aplicaron una herramienta de selección probabilística que decide quién puede ocupar una cama o equipo hospitalario, y quién no. Según este método terrible pero necesario, a pesar de ser un sector más vulnerable, los ancianos han tenido que ceder su lugar a pacientes más jóvenes con mejores probabilidades de sobrevivir. Si más del 20% de los cubanos son mayores de 60 años, la matemática es sencilla y macabra.

Por la magnitud del peligro, es prudente que el Estado cubano aplique un mecanismo de cierre nacional en cuanto se identifique el primer caso de transmisión local. Medida que tendrá un alto costo económico en un momento de por sí delicado, pero parece imprescindible.

De mantenerse la tasa de mortalidad global y su impacto, pueden fallecer miles de cubanos en los próximos meses por COVID-19. Al ser una enfermedad nueva no existe inmunidad alguna, lo que aumenta el peligro de contagio en los habitantes. Dividiendo el número de muertes entre los casos, podremos calcular la tasa de mortalidad y su impacto. Todavía es muy pronto para hacer predicciones en el caso cubano.

Matt Damon en ‘Contagio’, película de Steven Soderbergh que describe una pandemia global

Quien necesite una dosis de esperanza en estos momentos puede encontrarla en la literatura. Según el libro de ficción Guerra Mundial Zombie, después de una pandemia global Cuba se convirtió en el país más rico del mundo por su geografía, sistema político y educación. Otros textos científicos describen cómo enfrentar una epidemia y los volúmenes de historia explican cómo se ha sobrevivido en crisis anteriores.

Si este texto no ha sido suficiente para tomar en serio la situación, brindemos algo de perspectiva. La última gran pandemia fue la Gripe Española de 1918, con una tasa de mortalidad de 2.5% y eliminó a 50 millones de personas. Es muy posible que algún antepasado nuestro haya muerto en ese entonces.

A partir de ahora recomendamos estar informados, seguir las orientaciones de las autoridades médicas y quizás refugiarse en la literatura desde la privacidad de sus casas, para contribuir al distanciamiento necesario. Posiblemente algunos de los libros que ayer considerábamos apocalípticos, hoy se encuentren en la sección de historia contemporánea.

* Este texto ha sido actualizado del original, para reflejar con precisión la tasa de mortalidad por COVID-19.

19 marzo 2020 40 comentarios 1,9K vistas
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