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covid-19

Largo camino

Un largo camino a Yuma

por Arturo Mesa 21 mayo 2022
escrito por Arturo Mesa

Mi nombre es Irma. Tengo cincuenta años y estoy cansada. Cansada de  promesas, mentiras  y  consignas. Cansada de esconderme y esperar por el momento preciso para avanzar. Y cansada también de tanto correr desde que aquel señor, luego de exactamente treinta días con sus noches, diera la orden final: «¡Corran ahora!». Yo miré en ese momento a mi hija —mi única consigna era: Todo el sacrificio por sus veinticinco años—, y al río que se abría fraternal frente a nosotras, y me lancé a correr.

Serían las once de la mañana cuando mis pies descalzos se lanzaron al agua sin que me importaran los guijarros del río, ni  la humedad, ni el fango que se mezclaba con los dedos. Corrí, no recuerdo cuánto, creo que hasta reí en alguna ocasión cuando la vi a mi lado, corriendo feliz hacia el resto de su vida. No debía parar pero lo tuve que hacer para recobrar el aliento y, pocos segundos después, la escuché decir «¡Vamos, mami!» y seguimos en carrera desenfrenada hacia la entrada, hacia cualquier uniformado que hablase con acento norteño.   

No sabía qué esperar de todo aquello, por eso corría para no pensar, hasta que en algún momento su voz me dijo: «Ya, mamá. Ya llegamos. No hay que correr más». Quise voltearme a mirar ese último trozo de recuerdo, pero a ese pasado reciente le tenía tanto miedo, de hecho le tengo miedo aún. Tantos días huyendo, escondidas de tantas cosas. ¡Fue mucho lo que tuvimos que dejar atrás! Pero mi país ya no era un lugar que nos garantizara un futuro.

Llegamos a una gran entrada a lo largo del muro. Supuse eran periodistas los que nos tiraban fotos allí. Había autos y claro, los militares. Intenté no doblarme, a pesar del dolor en el vientre y la agitación en el pecho de tanto correr. Traté de mantenerme erguida al entrar a ese nuevo país, pero las palpitaciones eran fuertes. Nadie vino por mí, nadie me tocó, y allí estuve hasta que por mis medios me repuse, dispuesta a ponerle fin al sufrimiento y enfrentar lo que viniese.

Atrás quedaban mi casa, mis gatos, mis amigos y la escasa familia que me restaba luego que la mayor parte decidiera irse también; unos a España y otros a los mismos Estados Unidos.  Atrás  mi vida, mis títulos, mi oficina, mis sueños, mi país. Conmigo, mi hija. ¡Qué más! Mis piernas, mis sueños de madre. Delante, todo el futuro, una gran incógnita y un militar con cara y voz de militar. ¿Lloré? Puede ser.

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Dolió mucho tener que botar la mochila y las pocas pertenencias que llegaron conmigo hasta acá, pero era el precio por abrir un nuevo capítulo en nuestras vidas. Exigían entrar solo con la ropa puesta, el teléfono y cualquier cosa que cupiera en una pequeña bolsa de nylon de 20 x 20 centímetros.

Mostramos  los  pasaportes para que tomaran los datos principales y nos dieron de esas comidas para emergencias. Vino un jeep por nosotras, una especie de furgoneta para presos, con mallas en las ventanas y más militares. Unos pocos minutos de travesía duró el primer viaje en suelo estadounidense, hasta que llegamos al centro.  

Cuando vi la explanada y las carpas comencé a creer que la decisión había sido correcta y que habíamos triunfado en el empeño. Hasta ese momento no había pensado en ello.  La opción de la salida nos había llegado sin tiempo y las decisiones tuvieron que tomarse con premura: vender algunas cosas, dejar contactos, pensar en mi ciudad y mi gente o mejor, aprender a olvidar a mi ciudad y mi gente. ¿Para cuándo el retorno?  

Allí nos dieron otra vez de comer y de beber. Revisaron lo que traíamos en las bolsitas y nos inscribieron en listados. Solo unas pocas cosas permitieron entrar al país. Tomaron fotos de nuevo, huellas, datos del pasaporte y dirección a declarar. Éramos prisioneros y como tal nos trataron; algunos oficiales de forma más profesional, otros menos, pero, prisioneros al fin,  ese sentimiento fue de los que primero me sacudió. Yo, mujer universitaria, madre, trabajadora, escoltada por militares, presa; es algo que nunca concibes y  te perturba aunque lo esperes.

Nos llevaron a unas carpas de nylon anchas y grandes, cubiertas de colchonetas muy limpias, la hielera, le decían. Debíamos permanecer ahí. Hombres a un lado y mujeres al otro. Dos filas, yo detrás de mi hija, con miedo a una separación. Quedamos separadas, ella para un lado y yo para otro. El siguiente miedo se cumplió. No estaría conmigo.

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El frío adentro era intenso y las luces no se apagaban, quizás por eso me parecían más brillantes y molestas, o quizás por los días que llevábamos de monte en monte, de luna en luna.   

En aquel lugar traté de dormir, a pesar de la luz y de las veces que venían a higienizarlo. Debíamos salir cada vez que lo hacían. Volvieron a darnos meriendas y comida. No teníamos los móviles y perdí el control del tiempo, también las ganas de saber. Cuando la supervisión fue menor logré pasarme a la carpa de mi hija. Dormimos durante varias horas y me sentí con algo más de fuerzas. No sabía cuánto tiempo íbamos a permanecer allí. Las historias que nos contaban hablaban de un día, tres, una semana y hasta diez.

En la mañana vinieron por nosotras. Más controles y preguntas. Entre ellas, quiénes deseaban recibir la vacuna Pfizer. Yo tuve miedo, no hacía mucho había terminado mi ciclo con la Abdala y me negué. Nos colocaron unos grilletes electrónicos que no debíamos quitar nunca, ni para bañarnos. Para mantenerlos funcionando siempre era necesario cambiarle las baterías dos veces al día. Entonces me dieron unos papeles y pude leer que estaba en Yuma, jamás imaginé que realmente existía una ciudad con el nombre con el que llamábamos a los extranjeros en mi país.  

 A la sazón llegó un autobús y resurgió el nerviosismo de otra  separación. Yo salí primero, nos llamaron por una lista, todo muy bien organizado. A ella la nombraron quince minutos después para abordar otro transporte. El vehículo era muy cómodo y nos condujo en una travesía que se extendió por unas cuatro horas, para la que no nos prepararon. Tuve hambre, pero más me afectaba el deseo de dar con mi hija, ¿en dónde nos habríamos de encontrar? Era mi pregunta.

El bus se detuvo en otro campamento improvisado. Nos instalaron en carpas, estas a cielo abierto, y nos hicieron exámenes de Covid. Mientras esperábamos por el resultado llegó el que trasladaba a mi hija y tuve la tranquilidad de saber que nos llevaban al mismo lugar.  Luego nos condujeron hasta el  aeropuerto de Phoenix, Arizona.

Entonces comprendí que aunque luego vendrían las tensiones de reencontrarme con mi hija, cambiar el dinero mexicano que ya no servía para nada, comprar comida y dormir aquella noche en una ciudad desconocida, para luego hacer una larga travesía de un extremo al otro del país; podía sentirme verdaderamente libre y en menos de veinticuatro horas lo fui.  

La pesadilla que habíamos vivido desde el 16 de marzo del 2022, podía quedar atrás. Ahora quiero encontrar a mi hija, a mi familia, y contar la historia.

***

Este texto narra una historia real contada al autor por su protagonista, quien ha pedido que se respete su identidad.

21 mayo 2022 22 comentarios 1.319 vistas
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Necrotendencia

Necrotendencia y despoblamiento en Cuba (2021-2022)

por Mario Valdés Navia 19 mayo 2022
escrito por Mario Valdés Navia

En agosto de 2021 dediqué un post al análisis de las variaciones de la Tasa Bruta de Mortalidad (TBM) —cantidad de fallecidos por cada mil habitantes en un año—, o necrotendencia. Allí demostré que, tras descender de 8,83 en 1960 hasta menos de 7 en 1990, esta «comenzó a subir y se estabilizó entre 7,0-7,3 en una larga fase de meseta que persistió casi dos décadas. Esto cambiaría en 2008 (7,7), cuando nuevamente empezó a ascender».  En 2015 la TBM, con 8,9, sobrepasaba ya la de 1960 y persistió en un crecimiento sostenido hasta llegar a 10 en el año 2020.  

Teniendo en cuenta que según la Organización Nacional de Estadística e Información (ONEI), el resultado del 2020 no fue debido a la pandemia, ya que la cifra de muertes por enfermedades de las vías respiratorias se había contraído  respecto al 2019, apunté entonces en el referido artículo: «es de presumir que este 2021 llegue a ser muy superior por la elevada cantidad de muertes asociadas a la covid-19 y la incidencia perjudicial de las afectaciones al sistema de Salud en el tratamiento de otras enfermedades».

Sin embargo, los resultados que arrojan las estadísticas de salud recién publicadas por la ONEI superan cualquier expectativa nefasta: fallecieron 55 204 cubanos y cubanas por encima de los del año anterior. Analicemos estas cifras en su relación con la problemática del despoblamiento insular y el contexto actual del país.

-I-

De acuerdo con los Indicadores demográficos de Cuba y sus territorios 2021, en ese año ocurrieron 167 645 muertes, que al compararse con las 112 441 acaecidas en 2020, significaron 15 fallecidos por cada mil habitantes, es decir, un salto del 50% en la TBM. Esta cifra es muy superior al 9,3 del año precedente y a la tendencia histórica, ascendente desde 2008. Falta poco para que sea duplicada la TBM del año 1960 (8,8), cuando se iniciaba la etapa socialista de la Revolución.

Aunque en este informe parcial no aparecen las causas de muerte, es evidente que el incremento de fallecidos supera en 6,7 veces la cifra de 8 177, declarada oficialmente como muertes totales por Covid-19 en 2021. Hallo que existen dos factores fundamentales que pueden incidir en esta incongruencia: no declarar como víctimas de la Covid-19 a muchos de los fallecidos por ella, y el incremento notable de otras causas de muerte; aunque a la vista del ciudadano común no parezca que esto haya ocurrido de manera notoria.

Si bien en Cuba no se habla de él, es importante tener en cuenta que a nivel internacional se presenta lo que la OMS ha denominado Exceso de mortalidad por la Covid-19. A partir de la diferencia en el número global de fallecidos entre enero de 2020 y diciembre de 2021, y el que se esperaba en ausencia de la pandemia, la OMS estimó unos 15 millones de muertes relacionadas con la covid-19 por razones directas e indirectas. Esto representa el triple de los informados oficialmente en los países encuestados; siendo India, Rusia, Indonesia y EE.UU. los de mayor mortandad.

Según el estimado de la OMS, seis de cada diez víctimas de la Covid a nivel mundial no fueron informadas como tales en los balances oficiales. La diferencia se imputa a las llamadas causas indirectas, aquellas afecciones que no pudieron ser tratadas debidamente ante la congestión de los sistemas de salud por la pandemia. Países como México utilizan una metodología similar a la OMS para acercar las estadísticas oficiales a la realidad.

¿Es esta la causa principal del crecimiento galopante de la necrotendencia en Cuba en el 2021? ¿Será tenida en cuenta la categoría Razones indirectas del exceso de mortalidad por la Covid-19 en las estadísticas cubanas? A falta de datos oficiales de la ONEI sobre las causas de muerte en 2021, no creo correcto especular ahora con posibles respuestas. La salida del Anuario Estadístico de Salud 2022 traerá las estadísticas oficiales; mientras, analicemos otros datos interesantes de los indicadores recién publicados, más allá de la necrotendencia.

Necrotendencia

(Foto: Reuters)

-II-

Llama la atención que la TBM es mayor en las provincias de alto nivel de desarrollo relativo en el país, pero donde la población está más envejecida: Villaclara (18,3), Cienfuegos (17), Ciego de Ávila (16,7) y La Habana (16). Mientras, en las provincias orientales y la Isla de la Juventud se mantienen entre diez y quince.

Esto se debe también a la combinación de dos factores adversos que reducen la variable población total. El primero es la disminución de la natalidad debido al crecimiento de la edad media y mediana a niveles muy altos: 41,2 y 42,3 y, peor aún, su elevación por encima de la media en las mujeres a 42,2 y 44 respectivamente, edades en que aumentan los factores de riesgo para un embarazo.

El otro factor es la decisión de muchas parejas jóvenes de no tener hijos, o no tenerlos en Cuba. En 2021, nacieron vivos 93 093 bebés; estos fueron 5 945 menos que el año anterior. Así, los que no nacen no aparecerán nunca en el cálculo de la mortalidad, pero deben ser tenidos en cuenta como aquellos que jamás llegaron a engrosar la cantidad de población que debimos tener en condiciones de paz, y que no tuvimos por un conjunto de razones socioeconómicas y políticas.

En el contexto actual, responder la pregunta de si nacerán más o menos cubanos en el año 2022 se torna agónico. Si no se superan, o al menos se atenúan, las causas principales que llevan a las parejas a evitar reproducirse (crisis económica, ingresos insuficientes, falta de vivienda propia, alto costo de la canastilla y manutención del bebé, falta de posibilidades para la realización personal a través del trabajo honesto, derechos civiles y políticos conculcados, desconfianza en el Gobierno/Partido/Estado) es muy difícil que logremos elevar la cantidad de nacimientos.

A las razones que explican el incremento de la TBM, se suma el incremento de la Tasa de Mortalidad Infantil (TMI) en 2021 a 7,6 por mil nacidos vivos, la más alta de los últimos veinte años y un 55% mayor que la de 2020. El MINSAP expresó que detrás de este aumento se encuentra el «complejo panorama epidemiológico» que vivió la Isla. Su ministro reconoció que, pese al esfuerzo del personal de salud durante la pandemia, los resultados estaban por debajo de los esperados.

Necrotendencia

(Foto: Alexandre Meneghini / Reuters)

En medio de tantos factores adversos, los estadísticos calculan para Cuba una población de 11 113 215 habitantes al cierre de 2021. Esto representa 68 380 personas menos (−6.1%) respecto a la cifra del 31/12/2020, que era de 11 181 595. Es lógico valorar como muy optimista este cálculo si se tienen en cuenta que, según datos del US Customs and border Protection, solo entre mayo de 2021 y el mismo mes del 2022 arribaron a EE.UU. 102, 142 cubanos (42,142 el año anterior y 60 000 en lo que va de este).

¿Y los que se largaron al resto del mundo, en qué estadística cuentan? Es preciso que la ONEI incluya los datos de emigración externa como una variable indispensable en sus estadísticas y estudios; de lo contrario, investigadores y público en general estaremos haciendo análisis incompletos y sesgados.

¿Qué pasará con la población cubana en 2022? Si ya la pandemia no está en su clímax, pero ahora los EE.UU. abren las puertas a la emigración legal (20 000 del 2022 y 100 000 de los cinco años anteriores), de no introducirse reformas en el actual entorno desfavorable del país en lo económico, social y político, sería ilusorio considerar como una posibilidad real el compensar de manera natural la población que podría perderse en el resto del año por el flujo migratorio que se avecina.

Es preciso que el Gobierno tome medidas concretas y eficaces para incentivar a las parejas jóvenes a tener hijos, ayudándolas a paliar sus necesidades materiales perentorias; pero, además: ¿por qué no ir más allá de autorizar la repatriación de cubanos emigrados y sus inversiones en Cuba, y se les brindan a estos igualmente condiciones preferenciales, más amplias que las concedidas a los inversores extranjeros, similar a lo que hicieron China y Vietnam con gran éxito?

Por otra parte, ¿acaso Cuba ha renunciado definitivamente a estimular la inmigración de trabajadores extranjeros y sus familias, reconocida universalmente como vía expedita para aumentar la población en países envejecidos y en vías de despoblamiento?  Fuimos un ajiaco de pueblos de cuatro continentes, hoy somos un organismo humano envejecido y necesitado también de sangre fresca y gente emprendedora de otras latitudes. Sean o no de origen cubano.

La salida de la situación crítica que reflejan las estadísticas demográficas parciales del 2021 y las esperadas para 2022, pasa por el debate nacional, libre y abierto, del ¿Quo vadis Cuba? La Isla se va despoblando aceleradamente, no solo por el crecimiento de la necrotendencia, sino por la falta de expectativa de futuro en el país, lo cual conduce a la salida de muchos de sus hijos, en particular los jóvenes, para trabajar, vivir y procrear en otros lugares del mundo.

Estos temas pueden plantearse desde la demografía, sociología o economía, pero su solución es política. Mejor emprenderla cuando aún quedamos suficientes cubanos y cubanas dispuestos a levantar el país; pero cuidado con el tiempo: cada año somos menos y más envejecidos.  

19 mayo 2022 15 comentarios 970 vistas
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Casos aislados

Casos aislados

por Alejandra Aguirre Ordóñez 4 mayo 2022
escrito por Alejandra Aguirre Ordóñez

Al menos por España vivimos los episodios finales de la que parece ser la última temporada de la pandemia. No sé si hay nuevas cepas o acaso la guerra del gas ha desplazado este tema en las agendas mediáticas del mundo. Mi madre, que ha pasado tres meses con nosotros en Coruña, regresa a Cuba y de vuelta no le exigen certificado Covid ni tampoco han de aislarla al llegar a La Habana. A mí sí me tocó. Cuando viajé en septiembre pasado, fui del aeropuerto al centro de aislamiento que me destinaron, uno que queda muy cerca de la Lenin.

En mi cubículo éramos cuatro hasta que llegó ella. Desde el minuto uno preguntó cuándo podía irse de allí. Preguntó también si era posible adelantar el PCR. Ella hubiese ido a un hotel pero no le aceptaron los dólares, porque los hoteles solo era posible pagarlos con euros. Eso le había dicho la funcionaria de migración del aeropuerto.

En la primera cena no comió nada de la cajita. Llamó a su madre para  asegurarse de que le trajeran el almuerzo al día siguiente. Ella pagaría la máquina desde Luyanó y todo lo demás.

Pelo lacio azabache, ojos expresivos, boca de negra, buenas tetas, uñas de princesa del trap y un caminao de reparto a juego con las cadenas de oro que le colgaban del cuello. Sin tener nada extraordinario, era el rostro más hermoso del albergue. La niña del albergue, la niña de Hialeah.

Los hombres del cubículo contiguo la velaban con hambre. Uno de ellos, Nelson —Nelsito al segundo día— fue quien la bautizó como Hialeah. «¿Hialeah, cómo dormiste? ¿Hialeah quieres refresquito con hielo? ¿Quieres pan con pasta?» Le ofrecía sin éxito opciones gastronómicas que en realidad eran formas infantiles de matar el tiempo. Tras varios días de aislamiento, masticar hielo puede resultar entretenido. Eso, o jugar dominó rodeadas de testosterona, humo y torsos tatuados.

Los hombres del cubículo de al lado tenían eso en común: tatuajes. Por lo demás eran diferentes: un mulatico de mirada noble llegado de Venezuela, un sexagenario que llevaba de mula más de veinte años, un evangelista que no se relacionaba con nadie y Nelsito, que se relacionaba demasiado. «¿Cómo es que tú te llamas?», le preguntó. Así Hialeah pasó a ser Dachel.

Por sus melindres, Dachel tenía pinta de ser quizás, la hija consentida de bisneros macetas, la única hembra de una camada de hermanos varones, la más chiquita, la nieta preferida: la niña de Luyanó. Era todo eso. Malcriada y generosa en la misma medida. Piadosa. De mente rápida y por supuesto chusma, mucho.

Casos aislados

Una turista, en un control sanitario del Aeropuerto José Martí, de la Habana. (Foto: Alexandre Meneghini / Reuters)

Blanquita cazadora de negros: la abeja reina seducida finalmente por un  macho común, un macho que le puso corona, cadenas de oro, extensiones pero luego se acostumbró a gritarle. Hasta que ella, no hace mucho, se cansó. Porque en Hialeah, Dachel no es abeja reina sino obrera, de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. No toma, no fuma, no se droga y odia la peste a cabo. Tiene una niña chiquita que «tiene un pelo bello. Ella quiere cortárselo pero el problema es que todavía no ha cumplido los quince».

Tras doce años de relación, una travesía de cuatro meses con su hija en brazos, Dachel ya no grita ni se altera por gusto, solo cuando hace falta y un día lo bota, bota al padre de la niña, lo bota pa′ allá, pa′ la pinga lo bota. «Y ahora él anda to′ loco».

A la derecha de Dachel, pegada a la ventana dormía Virgen: sesenta y cinco años, residente en Tampa. La madre acababa de morir. Por las conversaciones telefónicas que Virgen sostenía a viva voz, nos enteramos de su luto, sus afectos y la necesidad de colocar la casa familiar ya deshabitada en el mercado inmobiliario: «¿Ahora que la cosa está malísima?». «Sí, ahora».

A diferencia del resto, Virgen no se queja, no critica la comida, ni las sábanas, solo la suciedad del baño. Ella es —se le ve—, una matriarca autoritaria con manos gastadas que no pide prestado. Una matriarca de sarcasmo roñoso, mandona y un poquito bretera.

A la izquierda de Virgen dormía Marai: Criollita de Wilson, bailarina de variedades, hiperactiva, alma de pugilista y jefa de destacamento allí donde vaya. Se había pasado tres meses en Bremen pero vive en el Bahía. Está construyendo. Ya tiró la placa y terminó la cocina. Todo desde Bremen con la ayuda de su padre y uno ahí que está puesto pa′ ella.

Entre la cama de Marai y mi cama, que es la quinta y última del cubículo, está Amanda: violinista, risueña, integrante de una orquesta de cámara, profesora de Saumel y guarachera nata. Mujer sin grandes conflictos aunque de espíritu humanista y pensamiento complejo. Quien es así, en realidad siempre vive en conflicto.

Las horas en un centro de aislamiento cuentan como días. Los primeros minutos son tímidos, lacónicos. Luego se empieza a abusar de la confianza peligrosamente. Entre desconocidos, el camino a la confianza es como abrirse ruta en la selva. Quien sabe transitar la selva con respeto, tiene  posibilidades de encontrar los claros del bosque y hasta posibles riachuelos.

En nuestro cubículo, el respeto y el humor nos llevaron a buen puerto. Al inicio, el rechazo a los tipos tatuados y sin camisa del cubículo de al lado fue una sensación compartida.

Dachel los mantuvo a raya las primeras horas, pero sin ella quererlo era un caballo de Troya. Además de Nelsito, la merodeaban el gastronómico, el mensajero, el enfermero y uno que cambiaba dinero en la planta de arriba.

Casos aislados

Los desplantes de Dachel a los merodeadores los convirtió en equipo. A veces los hombres convierten el rechazo en espíritu de liga. Al tercer día todos éramos un equipo bien llevado, tatuajes incluidos e incluidos también los trabajadores del centro.

Al tercer día, mi cubículo era un rectángulo gregario con dos ventanas de aluminio. Apelar a la posibilidad de contagio como pretexto para expulsar al macherío era lo único que nos dejaba intimidad por ratos. Al cuarto día dieron los resultados del PCR y todos éramos negativos, con lo cual nos quedamos sin pretextos. Encima, Dachel cumplía años y la madre había enviado desde Luyanó cake para un regimiento. Ella no lo probó, porque de verlo, solo de verlo, decidió que no le gustaba.

Un poco antes de cantarle felicidades sonó el móvil de Nelsito; la noticia que no deseaba escuchar: su madre. Abrieron para operar y volvieron a cerrar sin estrenar el bisturí. Nelson había regresado para despedirse de ella. Contestó el teléfono y por su reacción, supimos que no fue posible esa despedida. Nelson rompió a llorar, gritaba, golpeaba la pared y para evitar que lo vieran tan descompuesto se metió en el baño. Nadie lo siguió, pero Virgen sí.

Fue una noche de celebración luctuosa. Los trabajadores del centro también pasaron por ahí, brindaron sus condolencias como a cada cual le salió.  Trajeron el café que el día anterior no había, el ventilador que el día anterior no había y un calmante en el bolsillo de uno de los enfermeros. Jugamos dominó toda la madrugada. Dachel y yo contra Nelson y el mulatico. No les dejamos ganar.  

Enterrar a una madre, vender una casa, traer dinero personalmente para comprar una lavadora o tirar una placa son motivos para volver por breve tiempo a Cuba. Tramitar los antecedentes penales, el certificado de notas del pre o legalizar papeles en el Minrex si ya no tienes a nadie de confianza que te haga el favor o le quieras pagar.

Mi motivo era mi madre, viva. Afortunadamente viva. Necesitaba saber cómo estaba tras año y medio de pandemia sin nadie que salga a la calle a buscarle comida, como es el caso de muchas madres de mi generación. Mujeres mayores solas, cuya única compañía es la tele y los vecinos que coinciden en las colas. Lo peor es que cuando llego a su casa con espíritu de salvadora, ella sigue su rutina, no descansa porque su modus vivendi no se detiene con maletas cargadas de comida y medicinas.

Al quinto día nos dieron el alta. Recogimos las maletas del depósito, nos hicimos una foto de grupo, intercambiamos teléfonos y nos buscamos en el Facebook. Tras cinco días compartiendo vida en la Escuela de la Aduana, uno de los centros destinado para el aislamiento de cubanos y residentes permanentes, las relaciones se vuelven en apariencia esenciales. Teníamos la sensación que era el inicio de una amistad, pero nadie se volvió a ver. Nadie envió un mensaje de WhatsApp ni una llamada como habíamos prometido.

Casos aislados

(Foto: Pedro Lázaro Rodríguez Gil)

Sin embargo, desde esa ventana a la que nos asomamos a mirar la vida ajena supe que Nelson no regresó a Key West. Decidió prolongar su estancia para acompañar una temporada a su padre que había caído en depresión tras la muerte de su mujer. Un padre diabético, hipertenso y muy poco acostumbrado a llevar una casa no debe quedarse solo, más aún si se deprime.

Para esas cosas, Facebook es como un hilillo que, de un extremo a otro, evita que los recuerdos se desdibujen del todo. Por Facebook supe que Amanda sigue trabajando en el Conservatorio y que la bailarina está embarazada.

Supe también que el hermano de Dachel salió a la calle el 11 de julio a protestar junto a un par de amigos del barrio. Subió a las redes varios videos y ahora espera sentencia. Dachel no sabe qué pasará con su hermano. Tampoco lo sabe su madre, que en abril del año pasado, aprovechando el último año de visa, había viajado a Hialeah para los quince de su nieta. El muchacho está solo, atravesando el vía crucis judicial más improcedente de los últimos tiempos. Es uno de los 1.393 detenidos.

Hay muchas maneras de estar aislados: un albergue es una de las ellas, la emigración puede ser otra, también lo es estar al cuidado de una persona mayor o a la espera de juicio. En Cuba los modos de aislamiento se multiplican en círculos concéntricos porque la pulsión que los genera es la misma.

4 mayo 2022 13 comentarios 1.180 vistas
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Tercer trimestre (1)

Tercer trimestre de 2021: colapso sanitario, estallido social y olimpiadas exitosas

por Redacción 29 diciembre 2021
escrito por Redacción

El tercer trimestre inició en julio con las que posiblemente sean las imágenes más tristes de los últimos sesenta años en Cuba: pacientes durmiendo en los pasillos de hospitales, médicos y enfermeras al límite, crisis de medicamentos, colapso de los sistemas fúnebres por el aumento en el número de muertes…

La crisis sanitaria en Matanzas, agudizada desde finales de junio, sembró la alarma y movió sensibilidades entre los cubanos dentro y fuera de la Isla. En tan solo diez días, se reportaron 16 447 casos. El gobierno, que hasta entonces negaba la situación, debió tomar cartas en el asunto y movilizar personal médico y recursos hasta la provincia.

En Twitter, bajo las etiquetas #SOSMatanzas, #MatanzasNoEstásSola y #SOSCuba, la sociedad civil se articuló con el fin de reunir donaciones de insumos para los matanceros. Esta sería la puerta a futuras iniciativas semejantes en otros territorios del país. En medio de esta situación, que se extendía a otras provincias y ciudades, llegó el 11 de julio.

Tercer trimestre (2)

Los lugares donde se han registrado protestas según el sitio de investigación @inventario.

Las protestas de ese día fueron el colofón de una serie de conflictos políticos-económicos y sociales latentes en Cuba durante años y agravados por la pandemia. Desde más de sesenta puntos de la geografía nacional, los cubanos salieron a exigir tanto sus necesidades básicas como la libertad.

El gobierno, en todo momento, negó la espontaneidad del estallido social y trató de dar la impresión de protestas orquestadas desde Estados Unidos y ejecutadas por mercenarios y «revolucionarios confundidos». Pero la legitimidad de los sucesos y los reclamos del pueblo que salió a la calle ese día no pueden anularse ni con diez órdenes de combate.

Según datos de la organización Cubalex, luego de los sucesos se registraron 1332 arrestos. De este este total, 710 personas aún se encuentran detenidas, entre ellas catorce menores de edad.

La represión gubernamental durante esa jornada y las posteriores se cobijó bajo la consigna del presidente: «la calle es de los revolucionarios». La impunidad de los órganos represivos estuvo garantizada, en cierta medida, por los medios oficiales del estado que contaban su versión de los hechos en detrimento de las imágenes y testimonios de los manifestantes.

Con el objetivo de calmar los ánimos, el primer ministro Manuel Marrero anunció tres días después una serie de medidas para aliviar la situación. La más destacada fue la de suspender, «con carácter excepcional», el límite de entrada de alimentos, aseo y medicamentos como equipaje acompañado, a partir del 19 de julio y hasta el 31 de diciembre.

Los Juegos Olímpicos Tokyo 2020 se atrasaron un año debido a la pandemia. En esta ocasión, con la delegación más pequeña desde 1964, Cuba quedó en el lugar catorce del tablero de posiciones. Los 69 atletas cubanos se alzaron con 15 preseas, de ellas 7 doradas. El luchador Mijaín López obtuvo su cuarto título olímpico, primer cubano en lograrlo en eventos consecutivos de la misma modalidad.

Tercer trimestre (3)

Mijaín López (Foto: Reuters/Piroschka Van De Wouw)

La carencia de oxígeno en Cuba se hizo evidente en agosto. En medio del pico pandémico, la rotura de una pieza sacó de circulación a la principal planta productora de oxígeno. Las denuncias de pacientes y familiares desbordaron las redes sociales mientras el gobierno —nuevamente— negaba la situación.

También desde el gobierno se negó el colapso de los cementerios. Ante el incremento de fallecidos, que en julio y agosto sumaron casi 4000, los camposantos rebasaron su capacidad. Entonces fueron autorizados enterramientos en fosas comunes durante algún tiempo, mientras se trabajaba en la expansión de ciertas necrópolis.

Como una especie de Ley Mordaza se aprobó el Decreto Ley 35 «De las Telecomunicaciones, las Tecnologías de la Información y la Comunicación y el uso del Espectro Radioeléctrico». Aunque la normativa se había anunciado desde abril de 2021, el oportunismo de la fecha hizo pensar a más de uno en una especie de escarmiento social por el estallido social de julio, visibilizado principalmente desde las redes sociales.

Entre sus objetivos, la legislación está encaminada a que los servicios de telecomunicaciones: sean un instrumento para la defensa de la Revolución; logren satisfacer las necesidades generales del Estado y el Gobierno y las relacionadas con la Seguridad y la Defensa Nacional, el Orden Interior y la Defensa Civil y eleven la ciberseguridad para salvaguardar que el uso de los servicios de telecomunicaciones no atente contra la seguridad y la defensa nacional, el orden interior u ocasionen afectaciones o perjuicios a terceros.

Mientras por un lado se negaba y se satanizaba el derecho al disenso y la crítica, el decreto satisfacía una de las demandas sociales respecto al empleo de las TIC y las redes sociales: que no se puedan utilizar estos servicios «para realizar acciones o transmitir información ofensiva o lesiva a la dignidad humana; de contenidos sexuales, discriminatorios; que genere acoso; que afecte la intimidad personal y familiar o la propia imagen y voz; la identidad, integridad y el honor de la persona; la seguridad colectiva, el bienestar general, la moralidad pública y el respeto al orden público».

El 22 de septiembre, desde la plataforma Archipiélago, fundada por el dramaturgo Yunior García Aguilera para articular diferentes sectores de la sociedad civil luego del 11 de julio, se lanzó la convocatoria para la Marcha Cívica por el Cambio el día 20 de noviembre.

Septiembre cerró con otro suceso que desmentía el supuesto estado de derecho en Cuba. El artista Hamlet Lavastida, arbitrariamente detenido desde junio bajo la acusación de «instigación a delinquir», fue expulsado del país junto a su pareja, la poeta y activista Katherine Bisquet. 

29 diciembre 2021 9 comentarios 1.676 vistas
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Segundo trimestre (1)

Segundo trimestre de 2021: rebrotes, protestas y un Congreso

por Redacción 28 diciembre 2021
escrito por Redacción

El segundo trimestre del año empezó con malas señales. En abril, varios municipios de la provincia de Matanzas comenzaron a reportar casos de pacientes fallecidos por una neumonía de rápido desarrollo, ante la cual los PCR arrojaban resultados negativos. Las autoridades sanitarias desmintieron que algo así estuviera sucediendo y negaron estar realizando investigaciones en el terreno.

El día 5, después de investigar con pobladores de las zonas afectadas y familiares de los fallecidos, publicamos un llamado a las autoridades competentes para que aclararan los hechos e informaran a la ciudadanía. Como de costumbre, fuimos tildados de propagar rumores e intentar causar pánico, aunque por muy poco tiempo.

En la tarde del 7 de abril, el Gobierno Provincial de Matanzas publicó en su página de Facebook los resultados de un estudio poblacional, que reveló la existencia de cinco variantes de SARS-CoV-2 y seis patrones mutacionales circulantes en Cuba. En el caso de Matanzas, confirmó la presencia de las variantes conocidas como la sudafricana, la de California, Estados Unidos y la de Wuhan. La información publicada por las autoridades sanitarias desmentía lo que supuestamente los voceros oficiales y oficiosos estaban «desmintiendo». Era el inicio de la segunda ola del coronavirus, que causaría miles de muertes.

A mediados del propio mes, y luego de cuarenta años de prohibiciones, el gobierno cubano aprobó el sacrificio de reses por parte de los ganaderos. También la comercialización de leche y otros productos derivados. La resolución pertenecía al paquete de 63 medidas para estimular la producción de alimentos en la Isla.

Según explicó el ministro de Agricultura, Ydael Pérez Brito, «los productores podrán comercializar la carne bovina, o utilizarla como autoconsumo, una vez cumplidos el encargo estatal y siempre que garanticen que no haya decrecimiento de la masa ganadera». Dos meses después, el 5 de junio, se sacrificaban de forma oficial —y casi con solemnidad religiosa— las primeras reses.

También a mediados de abril sesionó el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), en el cual se renovaron los máximos cargos. Siguiendo con la tradición de sus dos predecesores, el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez fue nombrado primer secretario del PCC, con lo que nuevamente se concentraron en una persona el poder partidista y el de la presidencia.

Segundo trimestre (2)

Descargar aquí: «El 8vo. Congreso del Partido Comunista de Cuba: retos y resultados».

Uno de los nombramientos más sorpresivos de la reestructuración del Buró Político del CC-PCC, fue el de Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, presidente ejecutivo del Grupo de Administración de Empresas (GAESA). El militar, quien fuera yerno del general Raúl Castro, fue presentado como asesor del presidente en la visita gubernamental a México, durante la cumbre de la CELAC en septiembre de este año, y en octubre resultó electo diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular por el municipio villaclareño de Remedios. Pasó, en solo seis meses, del casi total anonimato a la palestra pública.

El 25 de abril, el artista Luis Manuel Otero Alcántara inició su segunda huelga de hambre y sed, luego que las autoridades destruyeran o decomisaran algunas de las obras que había preparado para una exposición con motivo del día de los pioneros. Exigía, además, el cese del cerco policial a su vivienda y de la represión contra la libertad de creación. Una semana más tarde, un operativo de la Seguridad del Estado lo sacó de su domicilio por la fuerza y lo internó en el hospital «Calixto García».

Durante el internamiento del líder del Movimiento San Isidro, fueron exhibidos en televisión nacional los supuestos resultados de sus análisis médicos. Aunque según dichos exámenes gozaba de perfecta salud, le fue negada el alta médica hasta finales de mayo, cuando la Dirección Provincial del Ministerio de Salud Pública de La Habana emitió un comunicado según el cual todos sus parámetros clínicos y de laboratorio ya estaban «dentro de los rangos normales».

La huelga de hambre del activista devino detonante de las protestas de la calle Obispo, el 30 de abril. Trece personas fueron detenidas mientras intentaban llegar al domicilio de Otero Alcántara, en la calle Damas 955, entre ellos el joven socialista Leonardo Romero Negrín, apresado violentamente por levantar un cartel con la frase «Socialismo sí, represión no». Sería esta la segunda manifestación con relevancia mediática en el año, aunque no la última.

Segundo trimestre (3)

En el plano deportivo, los últimos días de mayo fueron testigos de un nuevo récord impuesto por un atleta cubano: el pelotero César Prieto desertó del equipo Cuba al poco tiempo de llegar a la Florida para el Preolímpico de Béisbol de Las Américas, lo que generó una lluvia de memes y burlas.

Como parte del rosario de situaciones difíciles de comprender asociadas a la economía cubana, a partir del 21 de junio el Banco Central de Cuba (BCC) suspendió los depósitos bancarios en efectivo de dólares estadounidenses. La medida fue tomada, según explicación oficial, porque en poder de las instituciones bancarias había demasiado efectivo en esa moneda; aunque paradójicamente, pocos días antes, las Casas de Cambio (CADECA) de los aeropuertos habían cancelado la venta de efectivo en esta divisa por carecer de «disponibilidad».

Se mantuvo igualmente la prohibición que impide a los cubanos extraer dólares de sus cuentas personales en esa moneda porque, al decir de Yamilé Berra Cires, vicepresidenta del BCC, ese dinero está «comprometido» y no se puede volver a cambiar.

La medida, supuestamente temporal, ha incrementado el mercado negro de divisas y el aumento y volatilidad de las tasas de cambio, lo que afecta directamente al pueblo, cada vez más limitado para acceder a los productos básicos, solo disponibles en MLC.

Junio cerró con un logro de la ciencia cubana: una eficacia de 92.28 % para el candidato vacunal Abdala, desarrollado por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), tras la aplicación de sus tres dosis. Quince días más tarde se anunció que Soberana 02 en su esquema de tres dosis junto a Soberana Plus tenía una eficacia del 91,2%, lo que puso a ambas vacunas cubanas entre las primeras en eficacia del mundo.

28 diciembre 2021 3 comentarios 1.170 vistas
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Apertura

Sobre la apertura de fronteras

por Gustavo Arcos Fernández-Britto 14 septiembre 2021
escrito por Gustavo Arcos Fernández-Britto

En la película Una pelea cubana contra los demonios (Tomás Gutiérrez Alea- 1971), vemos el conflicto entre un cura y un mercader. El primero está interesado en desplazar el pueblo donde reside hacia algún punto tierra adentro, mientras que para el segundo no existe mejor lugar que la costa, sitio que favorecería no solo su gestión, sino que traería prosperidad y bienestar a toda la comunidad.

Dos visiones enfrentadas, dos maneras de entender conceptos como libertad, desarrollo, seguridad, esperanzas y calidad de vida. El discurso del primero llamaba la atención hacia los peligros que podían llegar del exterior, eventos como ataques piratas, enfermedades, desastres naturales, inestabilidad, perdida de moral y poder. Cuando vio que las ideas del comerciante lo superaban, convocó al demonio y Satanás se hizo presente provocando incendios, quemas de «herejes» y destrucción, porque lo importante era «salvar su rebaño». Esta historia, asociada a la fundación de la ciudad de Remedios, aparece en un libro de Fernando Ortiz.

Como en el cine cubano las películas no surgen por azar, sino que están estrechamente ligadas a eventos, políticas y acontecimientos de nuestra realidad o Historia, uno puede leer en este filme de Alea todas las tensiones existentes en la Cuba de inicios de los setenta, cuando la frustrada zafra de los 10 millones había terminado y el país iniciaba un camino oscuro, entregado económica e ideológicamente a las tendencias más conservadoras de la práctica socialista. De alguna forma, quedamos separados del mundo, existiendo bajo una campana de cristal, dependiendo básicamente de las ayudas y colaboraciones con el campo socialista.

No por gusto el propio Gutiérrez Alea nos recordaba en su parábola social Los sobrevivientes (1979), que toda comunidad que pretenda aislarse o marchar a contracorriente, estará condenada a su propio exterminio.

Apertura (1)

«Los sobrevivientes» cuenta la historia de una familia de la alta burguesía que decide aislarse en su mansión e ignorar los cambios que ocurren en el país después del triunfo de la Revolución.

La anunciada reapertura de fronteras a partir del 15 de noviembre, nos coloca ante los mismos desafíos y conflictos tratados en esas películas que tanto se parecen a nuestras vidas.

Desde que apareció la Covid, a finales del 2019, cada nación ha buscado e implementado todo tipo de medidas y soluciones. Algunas han tenido éxito y otras han sido un fracaso. Nadie ha escapado de este impacto. Cada país ha tenido además que llorar a sus muertos y procesar mucho sufrimiento. Abrir, cerrar, prohibir, limitar, controlar, decretar; son palabras comunes hoy en día pues lo que se pensaba podía ser pasajero y local, se ha convertido en duradero y universal.

El cierre de fronteras ha significado para Cuba un golpe demoledor a toda su infraestructura, que ya marchaba con bastante dificultad debido a una ineficiente gestión gubernamental. Si algo positivo puede sacarse del presente evento, debe ser la impostergable necesidad de romper todas las barreras burocráticas y conceptuales que han lastrado nuestro desarrollo económico.

No se concibe que Cuba, una isla rodeada de agua, no cuente con una flota pesquera, ni con barcos que puedan importar o vender nuestras mercancías sin necesidad de terceros. Ante una carencia de alimentos, mucho hubiera ayudado disponer de este servicio. Lo mismo pudiera decirse de nuestra ¿flota? aérea, limitada en sus vuelos, pendiente mayormente de la caridad y la buena gestión de manos solidarias a la hora de traer donaciones e importar materias primas.

Hemos visto que el mal no puede circunscribirse solo a la existencia de la Covid-19 y sus efectos destructivos en la salud humana. Medicinas, vacunas, balones de oxígeno, alimentos, mascarillas, camas, hospitales y personal médico o asistencial; conforman todo un entramado que tiene su apoyatura en el adecuado desarrollo económico de una nación. No basta tener gobiernos responsables, entregados a la solución del problema, es imprescindible contar con organismos, empresas, tecnologías, recursos y especialistas para solventar con eficacia el asunto.

Apertura (2)

La rotura de la planta productora de oxígeno medicinal provocó que los balones con ese gas fueran trasladados en helicópteros del ejército para hacer más rápida la distribución. (Foto: Nelson Alejandro Rodríguez Roque/ACN)

¡Y claro!, hay que alimentar y cuidar a los enfermos, pero también a los sanos. Hay que invertir en medicinas, pero también hay que construir, desarrollar, educar, vestir, sembrar, reír y vivir. El mundo no puede paralizarse, el encierro puede ser un método puntual, pero va contra la propia naturaleza humana.

Cuba tiene ante sí un reto enorme, porque con la apertura aumentarán los contagios y por ende los enfermos, a la espera de que las vacunas hagan lo suyo. Al mismo tiempo, permitirá a mediano plazo una reactivación de su maltrecha economía y de todo el ecosistema privado, donde encuentran trabajo y beneficios más de un millón de ciudadanos.

El aumento de vuelos, la previsible normalización de la entrada de remesas y mercancías serán paliativos que mejorarán las dificultades y angustias de muchas familias, que han visto como sus vidas son dominadas por la rutina de las colas, la carencia de todo tipo de bienes básicos y la desesperación.

Supongo que para el gobierno todo esto haya sido un aprendizaje, un evento que, por cierto, puede repetirse con mayor fuerza en un futuro no muy lejano. La enorme deuda de nuestra nación, unida a su fragilidad económica, presagian un camino duro y mayores sacrificios. Lidiar con las sanciones y amenazas de Estados Unidos está bien, pero ya a estas alturas de la Historia, luego de seis décadas de confrontación, no puede ser que todos nuestros problemas y justificaciones estén asociados a ese diferendo.

Es hora de cambiar esa narrativa que nos hace vivir entre el lamento y la caridad. Este es un país con muchas riquezas, extraordinaria historia y cultura, pero su prosperidad llegará únicamente cuando sepamos vencer a nuestros propios demonios.

Septiembre 2021.

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Este texto fue originalmente publicado en Progreso Semanal.

14 septiembre 2021 15 comentarios 2.097 vistas
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Malecón

La otra acera del Malecón

por José Leandro Garbey Castillo 4 septiembre 2021
escrito por José Leandro Garbey Castillo

Sin el bullicio de siempre parecía muerto. Tenía la imagen de un corazón infartado. Y comparar aquel espacio de concreto rugoso y bañado del salitre con uno de los órganos vitales del cuerpo no resulta una exageración. Para La Habana, el Malecón cumple la misma función, solo que por estos días falta su gente, y se ha afectado hasta terminar pareciendo, a ratos, un lugar fantasmal.

Toda gran urbe tiene sus sitios distintivos por los que se la identifica en el mundo. En París, la Torre Eiffel; en Madrid, la Puerta del Sol; en Río de Janeiro, el Cristo Redentor; en La Habana pudiera ser su Malecón. Solo que últimamente algo ha cambiado.

***

A finales de 2019, los titulares de los grandes medios se referían al surgimiento de una nueva enfermedad respiratoria de origen viral en la ciudad china de Wuhan. Por su elevado nivel de contagio, la neumonía causada por el virus SARS-CoV-2 se propagó de forma desordenada por toda la región y, en poco tiempo, por el mundo. Era una emergencia sanitaria global. Nos enfrentábamos a una pandemia. 

En Cuba, el primer caso de COVID-19 fue reportado el 11 de marzo del 2020. No tardaron en establecerse medidas de distanciamiento social para reducir la transmisión del virus pero, como en todo el planeta, el número de casos aumentó. Se paralizaron escuelas, centros de trabajo y el transporte público; por períodos se decretó el confinamiento domiciliario.

Sin tiempo de reacción, se nos detenía la vida como la conocíamos. Para otros, significó algo más.

***

Mendaro Gregory transmite una sensación de juventud como pocos a su edad. No parece llevar sobre la espalda setenta años bien vividos. Quizás sea por las dotes de actor, o por su propia figura; tal vez, la forma de vestir, su estilo personal, o ese arete que le otorga un swing de bailarín caribeño.

En su apartamento del Vedado habanero retumba la potente proyección de su voz, recordada por miembros de las recientes generaciones en la serie radial infantil Tía Tata cuenta cuentos. Su rostro fue familiar en programas televisivos de Aventuras y Telenovelas; algunas, como El viejo espigón, Sin perder la ternura y Tierra o sangre, rememoradas por los que pasan de cuarenta años. En la trayectoria de este artista cubano destacan, entre otras condecoraciones, la Medalla Raúl Gómez García y el Premio Actuar 2019 por la Obra de la Vida.

Malecón (1)

A la derecha, Mendaro Gregory interpretando un personaje en la televisión.

Pero, a pesar de su apariencia, Mendaro es un hombre enfermo. En 1969 una comisión médica le diagnosticó Psicopatía Afectiva. Padece de diabetes, hipertensión e insuficiencia respiratoria. En estos tiempos de COVID-19, aun sin padecerla, la enfermedad ha afectado su vida en demasía.

Estuve encerrado durante meses. No podía salir al pasillo. Encontré mi zona de confort en casa. Era la forma de escapar al virus. Sé que tengo mis problemas de fobia. Bajé cuarenta y cinco libras. Llegó un momento en el que no podía más por las taquicardias de la hipertensión, así que escribí una carta al correo electrónico de la Presidencia solicitando ayuda. Recibí atención por parte de la Dirección de Salud del municipio Plaza de la Revolución. Me trajeron medicinas, fui atendido por el médico de la familia. Aun así, no recibí la atención por ser vulnerable.

Poco tiempo después solicitó la ayuda de un psicólogo. El especialista le recomendó caminar como forma de ejercicio físico.

El ejercicio me ayuda a controlar la psiquis. Me incorporé a caminar. Lo hacía en el Malecón. Con casi dos años de pandemia, las personas —hasta niños y jóvenes— que vivimos cerca, deberíamos poder salir a caminar, sin acercarnos, manteniendo el distanciamiento social. Es una forma de combatir el estrés.

Malecón (2)

Mendaro Gregory había desarrollado una fobia al contacto interpersonal por su temor a la COVID-19.

Sin embargo, con el aumento de la propagación del coronavirus en La Habana, las autoridades imposibilitaron la circulación peatonal por el Malecón. El testimonio de Mendaro Gregory ayuda a entender las implicaciones del asunto:

Escuché que podías caminar pero no hacer estancia, sentarte, socializar. En ocasiones caminaba por el Malecón, pasaban las perseguidoras y no decían  nada. Como es algo que no está regulado, el problema sería crear un precedente. Si en el periódico se explicara que no se puede caminar por el Malecón, igual que se dice que no se van a abrir las playas, no camino por ahí. Pero no se menciona nada.

La policía no está para establecer las disposiciones, sino para hacerlas cumplir. Eso no está establecido, de lo contrario la policía me tiene que decir que se prohíbe por la disposición tal, no importa si es ley, decreto o una disposición ministerial, o lo que sea. Pero me tienes que decir basado en qué; no en que me lo diga un policía, porque si es así, le estamos dando el derecho a la policía a poner leyes en este país, y ya tenemos bastantes problemas para que también la policía pueda poner las leyes.

El 11 de julio vi que en G estaba parqueada una patrulla. Me acerqué para dialogar. Uno de ellos, el jefe de la patrulla, me dijo que sabía lo que yo le decía, que no estaba establecido, que no había salido en el periódico, que no lo habían dicho, pero… “—Si no lo hacemos, nos dan con el cinto”.

Al otro día caminaba alrededor de las siete de la mañana. En J y 9 estaba una patrulla, la número 009, con un oficial de mayor rango que lo habitual. Me acerqué a plantearle lo que había hablado antes con los otros jóvenes (patrulleros):“—Ustedes tienen que entender que si quieren disponer eso, tienen que publicarlo. Yo no tengo por qué obedecer lo que me diga la policía si no hay constancia de que esté reglamentado. Si me dicen que cruce, lo hago, pero al otro día quizás transite por el mismo lugar”. El oficial llegó a la conclusión de que tenía razón.

El pasado martes regresaba del túnel de Línea por la senda del Malecón, necesitaba caminar de frente al tráfico. Están muy malas las aceras. Con setenta años puedo caerme. Me topé con la primera perseguidora, con la que había hablado antes. Al ver que eran ellos me reí, pues me resultaba curiosa la casualidad, no por ofender. Me mandaron a cruzar para la otra acera, crucé.

Pero necesitaba transitar frente al tráfico y retomé la senda. Me puse tan fatal que me topé con la misma patrulla. Me ordenaron cruzar y uno de ellos dijo que sería conducido a la estación. Fui esposado. Llamaron a la planta (operador de patrullas). Cuando íbamos subiendo por G, les informaron que a nuestra ubicación se dirigiría otra perseguidora con un oficial. Se acercó y preguntó mi edad, ordenó esposarme por delante. Le planteé que si no existía una norma, o si no era publicada la orden de cierre de circulación peatonal, volvería a circular por el Malecón.

—Mañana volveré a caminar por acá. Si me mandan a cruzar, lo haré, pero usted es policía, no tiene derecho a poner una norma. Esta es la forma en que le tendrá que volver a decir a su jefe que eso está mal, o indicar que lo publiquen en la prensa. Es pacíficamente, volviendo a caminar, que uso mi derecho.

El oficial explicó que si permitían la circulación, se aglomerarían personas. Al final, me retiraron las esposas. Es que no lo pueden justificar. Los ciudadanos tenemos que exigir nuestro derecho.

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Patrulla policial de guardia frente al Malecón, en la zona del Vedado.

La ruta de la burocracia

La divulgación en medios oficiales de las medidas restrictivas ha sido casi inexistente. El área en cuestión se extiende por los municipios Habana Vieja, Centro Habana y Plaza de la Revolución y consta de ocho kilómetros.

4 de agosto: Se visitó la sede del Gobierno Provincial de La Habana. En el departamento de Atención a la Población, una de sus funcionarias alegó desconocer la existencia de documentación sobre el asunto y remitió a la sede del Gobierno de Habana Vieja.

5 de agosto: Mientras se producía la polémica caravana de bicicletas desde La Chorrera hasta el Parque 13 de Marzo, organizada por la UJC, se acudió al Gobierno Municipal de Habana Vieja. En esa sede, luego de solicitar al periodista sus datos personales, el Secretario de la Asamblea se negó a conceder una información que debería ser de carácter público; además,  alegó que la misma pudiera ser obtenida en la sede del Gobierno Provincial ya visitada. La funcionaria antes entrevistada volvió a manifestar desconocimiento.

1:53 p.m: En la estación de policía de Habana Vieja, ubicada en Cuba entre Tacón y Chacón, el oficial de guardia informó que hasta la fecha, en ese municipio se permitía la circulación de peatones en la zona de la bahía.

4:10 p.m: Se visitó la estación de policía del municipio Centro Habana, ubicada en Dragones entre Lealtad y Escobar. Después de consultar con su superior, el oficial de guardia indicó que no existía restricción de movilidad peatonal en la zona que comprende desde Malecón y Prado hasta las inmediaciones del Hospital Hermanos Ameijeiras. 

***

Viernes, 20 de agosto de 2021. Malecón.

Me provoca una sensación extraña caminar más de un kilómetro por un sitio en el que no debía estar, solo para forzar el encuentro con algo que siempre había evitado. A esa misma hora, casi todos los días, pasan dos, tres o más; pero justo aquel día ninguna patrulla aparecía. Es surrealista pretender ser requerido por la policía, pero aquel viernes lo necesitaba.

Justo en las afueras del Hospital Clínico Quirúrgico «Hermanos Ameijeiras», en el populoso municipio Centro Habana, muy cerca del barrio Vedado, perteneciente a Plaza de la Revolución, se produjo el primer contacto con oficiales de la PNR. Una pareja que custodiaba los alrededores del Monumento a Antonio Maceo.

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El peligroso trayecto de un corredor por la vía del Malecón habanero.

El oficial, cuya placa era 26436, repetía con amabilidad las palabras que tanto ha dicho en el ejercicio de su trabajo: no se puede. Ante cada una de las preguntas incisivas se refugiaba en el suelo o en un punto cercano al mar y, a la vez, tan lejano de mí, de todo. Su compañero permanecía inmutable a varios metros de distancia. Eran oficiales de la unidad de la PNR de Centro Habana, pero de ellos no obtendría las respuestas que buscaba.

A menos de treinta y cinco metros se acercaba una patrulla. Eran dos muchachos menores de treinta años: uno negro, flaco, medio perezoso, al que le costó muchísimo pararse del asiento secundario; el jefe, bajito, inmediatamente después de que me presentara, pidió el carnet de identidad y anotó mi nombre en una libreta donde figuraban otros seis. Llamó entonces a la base para verificar mis antecedentes. Mientras les preguntaba, no recibía respuestas. Solo repetían que había que revisar. Si hubiera tenido antecedentes, ¿me conducirían solo por preguntar? Aún no lo entiendo.

Tras la inspección, el segundo oficial del carro 537 B de Patrulla Provincial, indicaba que ese era el procedimiento.«¿Absurdo, no crees?», indiqué. Silencio. Para él era más útil esperar a que su compañero interrumpiera para informar que «aquella era una orden dada, pero que no la dominaba». Más de lo mismo. Gracias.

El otro lado

María Antonia dice correr cinco kilómetros todas las tardes y yo le creo. No detalla la edad pero estimo que esté sobre los cincuenta. Viste una licra oscura muy ajustada al cuerpo y una blusa corta que deja al aire la musculatura que ha logrado con los años; en los tobillos ajusta un par de cintas elásticas que le ayudan a evitar nuevas lesiones. Hace unos meses sufrió una fuerte caída mientras corría que le ocasionó un esguince grado dos y afectó sus ligamentos; ahora se recupera.

«Iba corriendo cerca de la embajada de Estados Unidos. En esa zona te mandan a cruzar para la acera del Malecón, pero inmediatamente tienes que regresar. Cuando volvía, se acercaba un auto y tuve que apretar el paso. Choqué con el contén y le metí el pie a un desagüe. Me torcí el tobillo y me lesioné».

Malecón (4)

Para ella, eso se podía haber evitado si pudieran correr, como antes, por el Malecón.

Entiendo en parte que por la situación epidemiológica no se permita hacer estancia, pero, por ejemplo, hace menos de un mes, en el acto que hicieron en la Piragua, eso se llenó de gente. Hace unos días organizaron una caravana. Entonces, creo que correr o caminar en el Malecón no es un peligro real para la población si se toman las medidas.

Mendaro Gregory considera, además, que el estado de la acera alterna no es el mejor para practicar ejercicios físicos, de ahí que muchos corredores prefieran optar por los bordes de la calle.

El exceso de velocidad de los automóviles, el consumo de bebidas alcohólicas o desperfectos técnicos, pueden propiciar accidentes de tránsito que pongan en riesgo la salud de los corredores. 

Distintas realidades

Mientras se imposibilita la circulación de personas por el Malecón habanero en nombre de las medidas sanitarias para enfrentar la COVID-19, en otras áreas de la capital se producen aglomeraciones en espacios públicos y se viola el distanciamiento físico. Las cubanas y cubanos han sufrido en el último año y medio no solo la presencia de la enfermedad en el país, sino la caótica situación originada por el desabastecimiento de alimentos, medicamentos y productos de primera necesidad.

Malecón (5)

Menores de edad juegan en el Paseo del Prado sin cumplir las medidas sanitarias.

En reiteradas ocasiones, la OMS y especialistas de la Isla han convocado a la práctica de ejercicios para mantener la salud física y mental. El Malecón habanero es un espacio con las condiciones para realizar esta actividad. Velar por el cumplimiento de las medidas de distanciamiento social debe recaer en las autoridades locales, pero resulta inconcebible que sea el Malecón un área con prohibiciones que no se aplican en otras zonas de la capital.

Mucho menos admisible es que las referidas reglamentaciones no sean publicadas y de conocimiento oficial mediante la prensa o las respuestas de funcionarios gubernamentales y policiales. La ciudadanía requiere conocimiento exacto del estatus legal de esas medidas. Es necesario devolverle a La Habana un poco de vida en su Malecón.

4 septiembre 2021 23 comentarios 2.422 vistas
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Oxígeno (1)

Sin oxígeno no hay vida

por Redacción 27 agosto 2021
escrito por Redacción

La noticia de la rotura de la planta productora de oxígeno medicinal ha causado un profundo temor en el pueblo cubano. Sobre el modo en que se ha vivido esa carencia en un hospital de la Isla versa la tercera parte de la serie Testimonio desde la Zona Roja (parte I y parte II). Su autor —un médico intensivista en ejercicio que atiende a pacientes contagiados con la Covid-19— ha solicitado el anonimato por obvias razones.

***

Cuando me tocó trabajar en la Zona Roja con pacientes enfermos de Covid-19 no pensé que cambiaría tanto mi visión de la vida. Extraño a mis hijos, a mi esposa, a mis padres, hermanos, sobrinas; extraño mi biblioteca, mi jardín; extraño mucho la normalidad. Sin embargo, tenemos que seguir haciendo un esfuerzo, cuidarnos por el bien de todo aquello que se extraña.

8:00

El día anterior habíamos recibido a dos embarazadas, una de 34 semanas y otra puérpera —le decimos así porque el protocolo que se cumple es el mismo. Además, atendimos a un médico, compañero de trabajo y de estudio del colega que me acompaña en la Zona Roja. La sala está llena, aunque al pasar la noche y recibir PCR negativos tendríamos cuatro traslados. No hubo fallecidos en la sala, pero afuera lamentablemente sí.

Comenzamos a trabajar con los pacientes, a algunos intentaremos retirarle la ventilación. Esperamos poder cumplir con los pendientes para tener un descanso. Nuestro personal es muy joven, la mayoría de las enfermeras no supera los 23 años y demuestran mucho amor por la profesión: hacen todo lo humanamente posible para atender a los pacientes, conversan con ellos y los miman aunque se encuentren bajo sedoanalgesia y ventilación.

Duplicamos esfuerzos y rotamos en las horas de descanso, es decir, la mitad del personal estará adentro y la otra mitad afuera, ya que tenemos como objetivo principal sacar a todos los pacientes y, sobre todo, a la embarazada y a la puérpera. Llaman de la dirección para informarnos que el oxígeno medicinal iba a fallar por un momento. ¿Cómo va ser posible? ¡Eso es una locura, el oxígeno no puede faltar!

Llamo a un compañero que está en otra provincia para saber si tiene la misma situación y me cuenta que en el día de ayer se acabaron los botellones de oxígeno de su hospital. Según me dice, fue como una guerra. No había ambus[1] para todos los pacientes que priorizaron. Debieron hacer triaje[2] y edadismo. De golpe fallecieron ocho personas, la mayoría recuperables. Sobrevolaban helicópteros y se escuchaban los gritos de los familiares.

Oxígeno (2)

Ambu (Foto: Istock)

La población estaba aterrada y ellos tuvieron que mandar de urgencia a otros hospitales a muchos pacientes. Los familiares se quejaban con razón. Mi amigo tuvo que mentirle a una madre que perdió a su hijo cuando ella preguntó: «¿Médico, se hizo todo lo posible?». Él tuvo que decir que sí, con un dolor opresivo en el pecho, aunque sabía que las posibilidades del paciente se vieron minimizadas al extremo por la falta de oxígeno.

Tuvieron que venir miembros de la Brigada Henry Reeve sin haber descansado de la guardia anterior. Cuando termine la situación de la Covid-19, mi amigo y su familia se van del país. Él va a pedir la liberación aunque tenga que esperar cinco años y sea humillado y separado de todo en lo que cree.

Su historia me deprimió y me preparé para que no ocurriera lo mismo conmigo, no en mi guardia, no hoy, con personas a mi cuidado. Rápidamente llamé para saber de cuánto disponíamos y pedí un equipo de recursos humanos. No obtuve respuesta, no había de dónde sacar.

12:00

Les retiramos la ventilación a tres pacientes y les pusimos los concentradores de oxígeno, que ayudan pero no lo suficiente. No había de otra. Me llama mucho la atención que los concentradores son de producción norteamericana —«MADE IN USA», dicen. Como no puedo ver las noticias adentro por falta de tiempo, pensé que nos habían quitado el bloqueo. Hoy me prometí ver el noticiero.

Tuvimos que recibir a dos pacientes con PCR positivo que estaban ingresados en la terapia de sospechosos; además, llegó uno de la sala muy mal. A los tres debimos ventilarlos. Decidimos, conjuntamente con el comité de expertos, realizar una cesárea de urgencia a la embarazada de 34 semanas. Estaba evolucionando bien, aunque con lentitud, pero no podíamos arriesgarnos porque sin oxígeno no hay vida. Preparamos condiciones y subimos al salón de parto.

Mientras trasladábamos a la paciente, avisaron a viva voz que el oxígeno se había acabado. Comenzamos todos a dar ambu. Al unísono se dispararon las alarmas. Pasaron los minutos, los pacientes que habíamos recibido no tenían una saturación de oxígeno óptima, oscilaban entre 40 y 55 cuando el valor debe estar entre 85 y 100. Asociado a eso estaban taquicárdicos, en cualquier momento por la hipoxia caerían en parada cardíaca. ¡Por Dios, qué tensión!

Al correrse la voz, los familiares empezaron a hacer gestiones para conseguir algún botellón de oxígeno. Nos hacen llegar uno, pero qué hacemos: ¿se lo ponemos a la señora cuya familia lo trajo?, ¿se lo ponemos al galeno, compañero de mil batallas?, ¿se lo ponemos a la puérpera? Esas son las decisiones que nadie quiere tomar. Cae en parada cardíaca el primer paciente, comenzamos a reanimarlo pero como sabemos que la causa fue la hipoxia, lamentablemente no tenemos mucho que hacer. Después de reanimado, volvía a caer en parada hasta que falleció.

Oxígeno (3)

Una parte de oxígeno medicinal que requieren los hospitale es transportado por las Fuerzas Armadas (Foto: Nelson Alejandro Rodríguez Roque/ACN)

También cayó en parada la viejita cuyos familiares habían conseguido el botellón de oxígeno, murió después de reanimarla. Así sucedió hasta llegar en la primera hora a cinco fallecidos y los demás pacientes se encontraban con parámetros vitales inaceptables. Continuamos trabajando durante dos horas hasta que llegó el oxígeno y se priorizó la terapia, pero cómo sería en las demás salas del hospital. Cuánto sufrimiento para los pacientes. Pese a que esta experiencia había sido terrible, aun nos tocaba la peor parte: darles a los familiares el reporte de fallecidos.

Mi compañero y yo hablamos uno a uno con todos. Las personas nos dicen: «Médico, yo sé que ustedes hicieron lo posible», y es cierto, pero ha fracasado la organización de los recursos. Lamentablemente quienes están al frente de las provincias no son los mejores ni los más capaces. ¿Cuándo van a darse cuenta de que todos tienen que estar en esta guerra ayudando, que hay que cerrar todo lo que se pueda cerrar, que hay que educar y no castigar a la población, que hay que crear vías de comunicación? Nos estamos muriendo. Algunos familiares maldecían a los dirigentes y su propia suerte por haber nacido aquí, otros hacían referencia al eslogan «Cuba es una potencia médica».

Continuamos trabajando, tratando de arreglar el desastre de la falta de oxígeno. Nos ha golpeado muy fuerte la moral.

20:00

Son las ocho de la noche y ahora es que puedo parar un momento para comer. Cuando me siento a la mesa, recuerdo al primer ministro Marrero con su visión generalizada de lo objetivo y lo subjetivo. Dijo que lo que golpea más es la dejadez, la falta de atención médica, toda la culpa recae sobre nosotros, los médicos.

Él podrá decir muchas cosas positivas, podrán venir muchos elogios, pero de lo que sí estoy convencido, y no generalizo, es que a la mayoría del personal de salud que haya trabajado en una Zona Roja, el señor Marrero lo perdió. Los médicos a partir de eso que dijo lo van a mirar mal y habrá rechazo del gremio hacia su gestión de gobierno. Ha enterrado su figura política. ¿Así que lo subjetivo predomina por encima de lo objetivo?

¿Por qué nadie previó que podía romperse la principal planta de oxígeno medicinal de Cuba y por qué no se ha arreglado? ¿Por qué no tenemos los medicamentos que necesita la población? ¿Por qué hubo un cambio en la utilización del Interferón Alfa 2B, el cual provocó reacciones adversas que no fueron registradas y causó un aumento de la mortalidad en los pacientes? ¿Por qué no se contabilizan los fallecidos post Covid-19, que toda Cuba sabe que superan con creces las cifras de los muertos por Covid que se reportan?

¿Por qué no hay una atención integral a los pacientes que pasan la Covid-19, si todos los artículos científicos hablan de mortalidad elevada hasta los primeros seis meses después de contagiados, incluso en pacientes asintomáticos? ¿Por qué fallan las ambulancias? ¿Por qué cada día son menos los que quieren trabajar? ¿Por qué no hay medios de protección para el personal? La verdad es que su gestión, señor Marrero y demás miembros del gabinete, deja mucho que desear. Lo cierto es que ustedes no son los héroes.

21:00

Nos acaban de dar la noticia de que la embarazada se complicó en el salón de parto y falleció. Lamentablemente la mortalidad materno-infantil se ha elevado, está en números rojos. Los pronunciamientos al respecto han sido tibios y no se ha encontrado una solución.

Salimos hacia la zona del Cuerpo de Guardia de respiratorio. Lo que vimos fue la decadencia. ¿Hasta cuándo va a continuar solo un médico y dos enfermeras para atender un Cuerpo de Guardia de respiratorio en medio de una crisis como esta? ¿Hasta cuándo hay que esperar por que vengan los test para tomar una decisión? ¿Cuándo se van a dar cuenta que en los hospitales donde se atiende la Covid-19 no se puede atender nada más? ¿Cuánto tiempo más callará o manipulará la prensa estatal esta situación?

Vi personas en el piso, ancianos, jóvenes, embarazadas sentadas donde podían. No hay lugar donde atenderlos dignamente. De repente un anciano perdió el conocimiento y cayó al piso. Fuimos en su ayuda, pero en ese sitio no había desfibrilador, laringoscopio, tubo orotraqueal, branula, ni siquiera había una jeringuilla, pues en ese momento se habían agotado todas. A lo mejor ese señor había cortado caña en la Zafra del 70, o peleado en Angola, o marchado en una de esas tribunas durante la Batalla de Ideas. Los familiares comenzaron a llorar y los pacientes, a grabar y otros a maldecir.

00:00

Me toca el primer turno de la guardia de madrugada. Observo detalladamente todo lo que se le hace a los pacientes: los medicamentos a su hora, que se cumpla lo planificado, que todos tengan lo que necesitan. No quiero saber si hay poco, deben tener lo que necesitan.

Pienso que en otros lugares la situación es compleja y que por personas oportunistas y por falta de control y liderazgo, un tratamiento de ceftriaxona cuesta 20 mil pesos y una cama en una terapia, 25 mil. Las crisis sacan lo peor de las personas. No son justificables esos actos, que les caiga todo el peso de la ley. Pero sabemos que el personal de salud es el más sacrificado en medio de la pandemia y no recibe atención por parte del gobierno.

Tenemos que comprarlo todo en el mercado negro. ¿Qué médico va a hacer una cola de horas para adquirir alimentos? ¿Alguien ha pensado en eso? Hay leyes que nos hacen trabajar en situaciones extremas: somos el único personal que trabaja sin parar 24 por 24 durante siete días seguidos. Para colmo, no podemos ir a otros países, pues debemos pedir un permiso especial que firma el ministro para salir y el proceso puede demorar hasta cinco años. A eso se le llama liberación, como si hablaran de esclavos.

Nuestros compañeros que no han regresado de alguna misión en el extranjero llevan ocho años sin poder entrar a ver a sus familiares. También fuimos engañados con las famosas cartas para adquirir carros. Pienso en todo a lo que somos sometidos en las misiones, donde pese a los peligros debemos dejarle al Estado hasta el 80% de nuestro salario.

Mi compañero me releva. Miro a mis pacientes, ellos que están acostados son cubanos como yo y tienen familias que los esperan. Sabemos lo que implica eso. A pesar de los golpes, hay que trabajar duro por ellos, no pueden sentirse desamparados. Aquí estaré, luchando por Cuba y por los cubanos.

***

[1] Resucitador-manual o bolsa-autoinflable, es un dispositivo manual para proporcionar ventilación con presión positiva para aquellos pacientes que no respiran o que no lo hacen adecuadamente.

[2] Método de selección y clasificación de pacientes empleado en la medicina de emergencias y desastres. Evalúa las prioridades de atención, privilegiando la posibilidad de supervivencia, de acuerdo con las necesidades terapéuticas y los recursos disponibles.

27 agosto 2021 26 comentarios 3.660 vistas
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