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Censura

decreto 349

Decreto 349: un decreto y 349 matices

por Yassel Padrón Kunakbaeva 18 septiembre 2018
escrito por Yassel Padrón Kunakbaeva

Desde hace algún tiempo el Decreto 349 está haciendo mucho ruido en las redes sociales y en algunos medios internacionales, está vinculado a la política cultural cubana. El Decreto 349 se titula: “Contravenciones de las regulaciones en materia de política cultural y sobre la prestación de servicios artísticos”. Se he querido ver, en esta disposición legal, el comienzo de un nuevo quinquenio gris. Sin embargo, el Decreto 349 en sí mismo es solo la punta del iceberg: mientras los cruzados de todos los bandos se concentran en él, queda fuera del análisis la compleja realidad de la que ha nacido.

Lo primero que habría que dejar claro es que el decreto no ataca la libertad de expresión, tal y cómo han querido hacer ver algunos de nuestros bien pagados adalides de la autonomía artística. En el documento queda claro que lo que se regula es, por un lado, lo que se puede hacer en el espacio público y, por el otro, lo que puede hacer el artista como ser económico. En todas partes del mundo, la protección del espacio público es una prerrogativa del estado. Y en lo que se refiere al artista como ser económico, el estado cubano no hace más que aplicarle a este la misma lógica que le aplica a los ingenieros, los científicos, los médicos, etc.

Cuando se analiza con calma, se hace evidente que con el Decreto 349 se intenta ponerle un freno a la grave crisis cultural por la que está pasando la sociedad cubana. Para nadie es un secreto la degradación del espacio público, sobre todo por el reguetón obsceno, la música alta, las bocinas abusivas en el transporte público, entre otras manifestaciones. Sin embargo, habría que preguntarse si utilizar la ley, o lo que es lo mismo, el aparato represivo del estado, es el mejor camino para sacar adelante la política cultural cubana.

Una cosa debe quedar completamente clara: si hemos llegado a este punto, en el que se hace necesario aplicar un decreto, es porque el estado, el partido y las instituciones en general, han sido negligentes en apoyar la política cultural que ellos mismos impulsaron en un principio. ¿Cuántas veces no se ha puesto reguetón obsceno en un establecimiento estatal, e incluso en escuelas? ¿Cuándo se ha reconocido ante la sociedad el problema cultural en el que nos encontramos? ¿Qué se ha hecho en los últimos años para crear una conciencia crítica frente a estos fenómenos?

Hemos llegado a este punto porque las instituciones han sido negligentes en apoyar la política cultural que ellas mismos impulsaron

Ahora se le quiere poner un freno, pero es un poco tarde. La cuestión del reguetón hasta cierto punto está siendo subestimada, y eso se nota en el texto mismo del Decreto 349. El problema no es la vulgaridad o la violencia, a las que, si se es riguroso, se las puede encontrar en toda la historia del arte. El problema son los valores que se transmiten a través de los nuevos productos culturales asociados al reguetón.

Y en el tema de los valores es difícil legislar. Un decreto, a estas alturas, es solo un paliativo, porque si se difunden valores de marginalidad, egoísmo, objetualización de la mujer y consumismo, es porque existe una parte de la población que vive y es exitosa con esos valores.

Las expresiones culturales que hoy se quieren atacar son las formas naturales de expresarse de todas aquellas personas que hoy viven en la economía del CUC, compuesta por los ingresos mal habidos, las remesas, el robo al estado, el invento, el trabajo directo con los turistas extranjeros, e incluso parte del cuentapropismo. Ese mundo ha crecido a la sombra de la economía oficial, vive en una Segunda Cuba, consume el paquete, y se comunica todos los días con Miami. No es de extrañar que dicho mundo haya creado su propia cultura, y que esta devore cada día los restos de la cultura socialista cubana.

El Decreto 349 en sí mismo puede ser una herramienta útil. Pero ¿basta con una medida represiva para atacar un fenómeno tan complejo? ¿Con qué garantías contamos de que no se prestará a otras arbitrariedades? ¿Acaso no es peligroso querer introducir el orden a la fuerza en el mundo del arte, un mundo que debe ser ante todo reino de la espontaneidad? En Cuba tenemos un problema con los inspectores corruptos. Si los nuevos supervisores-inspectores se corrompen, ¿no harán aún más daño a la cultura nacional?

Por supuesto, para valorar mejor todo el asunto será necesario revisar los reglamentos que establecerá el Ministerio de Cultura para aplicar el decreto.

Existe una Segunda Cuba con su propia cultura que devora los restos de la cultura socialista

Un punto delicado es el que tiene que ver con la contratación de los servicios artísticos. Según parece desprenderse del texto legal, la puesta en vigor del mismo significará la penalización de cualquier clase de arte freelance. ¿Es esto coherente con el camino que está tomando nuestra sociedad, en el que se van liberando actividades económicas? ¿Realmente se debe hacer pasar a todos los artistas, para cualquier cosa que vayan a hacer en público, por el aparato burocrático de las empresas culturales?

En un final, el Decreto 349 ni es la panacea ni es el infierno. Es una respuesta tardía y de dudosa efectividad a un problema mucho mayor que él. El camino para la regeneración de nuestra cultura pasa en realidad por que sean llevadas a cabo las transformaciones económicas, sociales y políticas que destruyan el mundo de la economía del CUC.

Mientras tanto, es cierto, necesitamos una política cultural, pero es mejor que esta sea más propositiva que represiva. Se necesitan artistas que con su obra den vida a los valores de la Revolución Cubana. Pero para eso también hacen falta dos cosas: claridad conceptual y financiamiento a las instituciones culturales revolucionarias. Sobre todo, financiamiento.

18 septiembre 2018 40 comentarios 364 vistas
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Los nuevos contrarrevolucionarios

por René Fidel González García 16 julio 2018
escrito por René Fidel González García

Los nuevos contrarrevolucionarios exhiben credenciales públicas de revolucionarios intransigentes porque son, es tan sencillo entenderlo, los oportunistas de un proyecto político revolucionario.

Los nuevos contrarrevolucionarios sospechan y señalan disidencias en cualquier átomo de pensamiento útil, o diferente al suyo, porque por razones obvias, saben por naturaleza que en una fortaleza sitiada los traidores nunca disienten: traicionan.

Los nuevos contrarrevolucionarios no creen en la justicia, ni en la igualdad de todos ante nuestras leyes y la Constitución, saben que es el legado de la Revolución para hacer el Socialismo en Cuba, regaladle una Constitución de la República a uno de ellos – me consta – invocadla ante ellos y tendréis a continuación un enemigo eterno y al mismo tiempo moribundo – gracias Roque Dalton –

Los nuevos contrarrevolucionarios no reparan por ello, llegado el caso, en violar, conculcar y subestimar derechos conquistados por la Revolución, o por nuestros ancestros, o en condicionarlos, o en justificar públicamente su inaplicación, si ello les hace parecer decididos, firmes y por supuesto, revolucionarios. Saben perfectamente que cuando el Derecho es de todos, para todos, entonces ya nadie puede monopolizarlo, nadie está por encima de él. En la antigüedad a ese sueño de la arbitrariedad se le llamó atinadamente privilegium, que quiere decir, ley privada.

En 1804, en Gran Bretaña, el Obispo Watson diría ante la Sociedad para la Supresión de Vicios con inusual sinceridad: “Las leyes son buenas para los pobres, pero, desgraciadamente, están siendo burladas por las clases más bajas. Por cierto, las clases más altas tampoco las tienen mucho en consideración, pero esto no tendría mucha importancia si no fuese porque las clases más altas sirven de ejemplo para las más pobres; os pido que sigáis las leyes, aun cuando no hayan sido hechas para vosotros, porque así, al menos, se podrá controlar y vigilar a las clases más pobres”.

Los nuevos contrarrevolucionarios otean cotidianamente el horizonte, calculan minuto a minuto donde quiera que estén cada paso que dan, cada palabra que dicen o escriben, son maestros consagrados de la interpretación del pensamiento del superior jerárquico y del silencio, cuando es redituable callar, o sea: ser inteligentes, no meterse en problemas, como dicen entre los suyos.  Los que no son accesibles a ese magisterio de la cobardía administrada son inmaduros, criteriosos, problemáticos, contradictorios y locos. Es mentira: saben que son peligrosos. Les consta.

Es por eso que los nuevos contrarrevolucionarios odian la historia, no sólo porque muchas veces son incultos –  éste es un dato importante –  sino porque quieren condenarnos a que cometamos los mismos errores. Cuando no pueden simplificarla o adulterarla, la historia es para ellos una pesadilla que no les deja dormir. Saben que su conocimiento sirve para la liberación de los hombres y no para su sometimiento, que las ideas, incluso derrotadas, laten en ella.

Los nuevos contrarrevolucionarios han copiado la técnica de la reducción de cabezas de algunas culturas para intentar reducir y empobrecer el pensamiento revolucionario en consignas, la verdad en frases huecas, la pasión en algo inocuo, la libertad en consumo. Saben que en ese pensamiento están las claves para comprender las condiciones de la opresión en cualquier circunstancia. Ahora intentan glorificar ese procedimiento, porque saben que la Revolución es hija de la cultura y de la crítica, porque saben que en Cuba existe una generación nueva, lúcida, anticapitalista y le temen.

Los nuevos contrarrevolucionarios dicen odiar furibundamente el capitalismo, pero le promueven travestido asépticamente como modernidad, eficiencia y prosperidad – las cosas buenas de los malos, dicen, a veces, cuando le disfrutan –  Quisieran borrar de la letra y el espíritu de la Constitución la salvaguarda ideológica que proscribe en Cuba la explotación del hombre por el hombre. Ellos saben que no es una simple frase, que detrás hay una idea sencilla y demoledora, una verdad, el capitalismo no produce pobres por defecto sino por necesidad. Somos anti imperialistas y nadie nos mete el píe, pero que bonito está ese zapato, ¿por cierto que marca es?, les cantó mordaz el grupo Buena Fe a sus cachorros.

Los nuevos contrarrevolucionarios espolean desde cada cota que ocupen el conservadurismo social, político y económico que ya practican en su vida privada, trasmiten su escala de valores como un patrón de éxito, se aseguran que así sea, porque saben que sobre ellos cabalgará el odio, el miedo y la ignorancia del otro, y eso puede bastar para matar la solidaridad, la bondad y la confianza. No dudan ya en devaluar la dignidad, en convertir la vileza en virtud, intentan destruir pacientemente los límites éticos en la impostura de la defensa de lo que no creen, porque saben que del abismo que se abra saldrán de entre nosotros mismos las bestias del pasado.

Los nuevos contrarrevolucionarios están hambrientos de poder, porque están obsesionados con lograr que se pierda en la memoria colectiva el significado de escoger la forma de gobierno republicano y el Socialismo. Necesitan desarmar la noción de ciudadanía y de democracia porque sueñan con una patria de consumidores, amnésica, insensible al dolor del otro, a la suerte del otro, enajenada. Por eso les inquieta más una opinión solitaria que el silencio, la inconformidad que la abulia. Es cosa sabida, también por ellos, que de vez en vez aparece un hombre, o una mujer, una persona sin mayor mérito que la decencia, sin mayor coraje que el hastío, que un buen día dice basta, y eso basta.

Por eso es que los nuevos contrarrevolucionarios saben quiénes son sus enemigos y por lo menos en eso hay que concederles tienen la razón.

Otra cosa es que nosotros no sepamos quienes son.

16 julio 2018 22 comentarios 333 vistas
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censura buena fe

¿Quién censura Buena Fe?

por Redacción 20 febrero 2018
escrito por Redacción

Música Vital, la más reciente canción del dúo ha sido limitada en los medios cubanos. De esta forma se censura Buena Fe junto a Omara Portuondo y Yomil y el Dany en la radio y televisión nacional. Nadie ha explicado por qué pero en el gremio todos conocen la razón. No importa cuán oportuna sea una canción que promueve la imagen de Cuba, si contiene a estos dos reguetoneros queda fuera de circulación, los demás artistas son daño colateral. Tampoco importa que esto dañe a las instituciones culturales del país, se cumplió la orientación.

Quienes toman estas medidas lo hacen desde el anonimato, no necesitan rendir cuentas ante el pueblo, que de seguro no lo aprobaría.

La censura no es secreto, Orlando Cruzata Montero, creador del programa y los Premios Lucas, expresó en su Facebook: “el video clip de Música Vital, se nos informó que no debemos seguir poniéndolo, por la presencia de Yomil y el Dany. Yo expliqué que este es un clip de valores éticos y estéticos correspondientes con la política cultural del país. Pero me respondieron que no es interés promover a el duo de marras (…) ante la presión y la disciplina que hay que guardar, tuvimos que dejar de ponerlo y sacarlo de nuestra lista“.

Israel Rojas Fiel, director del grupo Buena Fe le responde a Cruzata: “No soy de los que están esperando que suceda esto para armar una bronca que reporte popularidad. Pero mi hermano. Le ronca el mango (…) Yomil y el Dany pertenecen a la Empresa Ignacio Piñeiro. Son artistas evaluados y pertenecientes al catálogo del Instituto Cubano de la Música. ¿Son legales para facturar, pero ilegales para cantarle a Cuba? Le ronca la mandarina“.

En cualquier país del mundo, cuando varios de los artistas más populares se suman a cantarle a su tierra y realizan un video que muestra las bellezas del lugar, lo normal es que haya sido por encargo. El Ministerio de Turismo o el Gobierno buscando promover el lugar, han pagado una cuantiosa cantidad para que lo hagan. Cuba debe ser de los pocos lugares donde esto lo hacen voluntariamente sus artistas, y seguro es el único donde esa canción llega a ser censurada sin mediar un diálogo siquiera.

Música Vital llega en un momento necesario, ante una campaña de la administración Trump por sabotear la imagen nacional.

Lo irónico es que resulta difícil encontrar un grupo musical más políticamente definido a favor del proyecto socialista que Buena Fe. Mientras otros prefieren alejarse de la política para llegar a un público mayor evitando problemas, Buena Fe tocaba en la Tribuna Antiimperialista cuando eso simbolizaba una definición clara. Una valentía política que les ha costado, pero al parecer las orientaciones respecto a los mencionados reguetoneros pesan más.

En un caso similar, el documental Ex-Change, del director Juan Carlos Travieso y en el que uno de los editores de La Joven Cuba es codirector y guionista, ha sufrido una censura semejante. Aunque su temática del intercambio cultural entre Cuba y Estados Unidos resulte hoy tan oportuna como Música Vital y pudo ser estrenado en el reciente Festival de Cine Latinoamericano de la Habana, ya ha chocado con el muro invisible.

Travieso comentó recientemente en su muro de Facebook: “Esta semana la televisión cubana retiró del aire un programa Secuencia de Canal Habana donde yo hablaba del documental Ex Change. Una pena”. Javier Otero, productor de Ex-Change y presidente de Blue Night Entertainment (uno de los empresarios que promueve el intercambio cultural entre ambas orillas) agregó: “Es vergonzoso que existan este tipo de prácticas bochornosas que enlodan a las instituciones y tanto daño le hacen al país. Un fallido intento por asfixiar la obra de los creadores”.

Los editores de este blog hemos identificado sectores dentro de las instituciones que insisten en ignorar los últimos diez años en este país. Como si Cuba no hubiera pasado por un proceso de cambio de mentalidad, como si no existiera un consenso social respecto a los dogmas y procedimientos del pasado, como si decisores que actúan así no provocaran risas al pueblo en los programas más populares de la televisión.

Difícil saber quién censura el arte en general en Cuba, no nos extrañaría que sean los mismos que dejan héroes nacionales fuera de las nominaciones políticas en el país, pero lo que es seguro es que los reúne una mentalidad semejante. ¿Qué hacer entonces ante el regreso de viejos errores? Quizás la respuesta la tenga Israel Rojas cuando ante la censura responde: “Tranquilo. Esto es pa’ lante”. Y para allá vamos.

20 febrero 2018 50 comentarios 406 vistas
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El pretexto de la censura

por Consejo Editorial 7 febrero 2017
escrito por Consejo Editorial

La Joven Cuba ha sido uno de los blogs que más ha enfrentado a la censura en nuestro país, desde el silencio a los logros de la Revolución hasta el silencio a sus desafíos. Precisamente por lo atrevido de sus textos hoy somos incomprendidos. Desde hace siete años los miembros de este proyecto colectivo se han editado unos a otros los textos buscando segundas opiniones y que estos sean lo más completos posible. Hasta hoy nunca había sido un problema, resulta significativo lo oportuno del momento para una discrepancia así.

Hace días publicamos el texto “Los periodistas imprescindibles“, donde se opinaba sobre el valor que tiene el periodismo hecho en nuestras instituciones, uno de nuestros miembros ofreció referirse también al trasfondo político del asunto, propuesta que no solo fue aceptada sino priorizada para ser publicada con prontitud al día siguiente. Al recibir el texto por correo electrónico le hicimos una serie de sugerencias acorde a la línea editorial de LJC. ¿Cuál es esta?

Las ideas no se matan sino que se superan por otras mejores. Quien tiene la razón, no necesita adjetivar o recurrir a la descalificación personal sino basta con proponer una idea superior a la inicial. En LJC no hay espacio para la adjetivación y la demonización, el debate actual es a pensamiento y esa debe ser el lenguaje que usemos. Para señalar con el dedo hay otros muchos foros en Internet.

Enviamos por correo electrónico nuestras sugerencias al autor, luego en una conversación telefónica minutos antes de publicar este accedió a varios de ellos y demandó que otros permanecieran igual, incluso dijo exactamente de dónde a dónde debíamos suprimir. Nuestra posición literal fue: “si insistes en que salga así lo publicamos así, pero esta no es la línea de La Joven Cuba”.

Cualquier insatisfacción con estas sugerencias, pudo haber sido expresada por el autor a nosotros directamente, antes o después de su publicación. El uso mediático de este episodio en un contexto de difamación al blog, es al menos inoportuno. Debería ser Javier Gómez Sánchez quien explique lo ocurrido en último caso y tiene a su disposición las páginas de La Joven Cuba para ello.

En nuestra opinión, un texto discutido con el autor y publicado con su autorización después de sugerir cambios, escasamente es un caso de censura.

La ética y la verdad marcan ahora las posiciones de cada persona implicada, desde los administradores de La Joven Cuba, hasta Javier Gómez Sánchez y el administrador de la Pupila Insomne donde fue publicada la otra versión del texto. Dado que el emplazamiento es público, la aclaración debe ser pública.

7 febrero 2017 130 comentarios 284 vistas
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santa y andres

Morbo y censuras con Santa y Andrés

por Javier Gómez Sánchez 15 diciembre 2016
escrito por Javier Gómez Sánchez

En estos días los medios digitales dedicados a la política cubana han tomado súbitamente interés en el cine nacional. El motivo de atención es la película Santa y Andrés del director Carlos Lechuga. Uno puede preguntarse la razón por la que medios políticos se interesan en una obra de arte.

La palabra mágica: Censura.

Nunca se fijarán en su valor artístico, nunca en la estructura del guión, en el ritmo dramático, en las interpretaciones, en la iluminación, en la dirección de arte. Jamás criticarán si hubo anacronismos, un salto de eje o un error de continuidad.

Pero Santa y Andrés les resulta en extremo interesante. Todos han hablado de ella, casi ninguno la ha visto.

Debo admitir que yo tampoco. Pero como la mayoría de los que la defiende o condena tampoco lo ha hecho, ese detalle parece no tener importancia.

En definitiva, esto no se trata de Santa y Andrés o una película.

Pero por respeto al arte como profesión, no puedo hablar de una obra que no conozco. Además a estas alturas si Santa y Andrés tiene o no calidad, si es cinematográficamente trascendente o memorable, ya no es importante.

En todo caso lo siento por ella. Tal vez ir acompañada el resto de la vida por eso, sea lo más lamentable para una obra de arte y sus creadores. Lo mejor que le puede pasar a un cineasta es que todos hablen de su película porque todos la han visto. No hay valor artístico en variar la fórmula.

Entonces valdría más hablar del cine cubano que se hace hoy.

Con el Período Especial el cine nacional comenzó a transitar por caminos cada vez más tortuosos y que no siempre lo beneficiaron. La profunda crisis económica hizo imposible que el Estado financiara las películas. Se buscaron coproducciones, principalmente con España que en ese tiempo vivía en una burbujeante bonanza económica.

Pero eso imponía temáticas y el cine cubano se llenó de comedias bufonescas con mulatas a la caza de un gallego o gallegos a la caza de mulatas, que era lo que le interesaba al mercado español. Otro tipo de obras pudieron hacerse pero fueron excepcionales. Para muchos cineastas cubanos, no quedaba más remedio que aceptar, pues como recuerdan varios, se trataba de hacer una comedia o no hacer nada.

Al principio el público cubano disfrutaba las comedias, los españoles llegaron incluso a contagiarnos con una enfermedad de su cine de los 90: ¨Ver una película cubana, era ir a ver una comedia¨.

Hasta que el público cubano se cansó y comenzó a exigir otra cosa. Para nuestra desgracia económica pero fortuna artística, España cayó en crisis y se acabaron las coproducciones.

Comenzó una nueva etapa para el cine cubano, que se interesaba cada vez más por mostrar problemáticas de la realidad nacional explorando sus espacios más escabrosos: pobreza, marginalidad, homosexualidad, migración. Temas proscritos por los tabúes y sin dudas necesarios.

Se buscaron nuevas vías de financiamiento, con fondos europeos para fomento del cine en el Tercer Mundo, festivales internacionales, premios de guiones inéditos, apoyo para películas inconclusas.

Apareció entre los cineastas locales una palabreja nueva e incómodamente anglosajona: ¨The pitch¨.

El pitch es el acto en el cual el cineasta ¨vende¨ la idea de su guión a los productores extranjeros, explicándoles la historia de la manera más atractiva posible en pocos minutos. Depende en gran medida de sus dotes oratorias e incluso histriónicas. Si logra despertar intereses y abrir bolsillos, su pitching ha sido exitoso.

Así los cineastas cubanos logran promover sus proyectos en eventos internacionales. Con enorme dificultad desde un país con mínimo acceso a internet, casi nulas posibilidades de manejo de cuentas bancarias y transferencias desde el extranjero, posibilidades relativas de registro autoral con valor internacional, escasa visibilidad o control de lo que ocurra con su filme fuera de Cuba, muy poco o ningún acceso a representación legal o comercial y un pasaporte cubano que requiere un exigente y engorroso visado por casi todos los países.

Solo ese panorama, da la idea de lo difícil que resulta hacer cine en Cuba. Para facilitarlo desde hace años se viene proponiendo una Ley de Cine que otorgue personalidad jurídica a los cineastas, pero esta no ha visto avance efectivo en el ámbito gubernamental ni legislativo.

Por su parte el ICAIC ha promovido la producción de películas que ya vengan con una parte de su presupuesto conseguido fuera de Cuba. Es económicamente entendible, Santa y Andrés pudo beneficiarse más de eso.

Pero lamentablemente esos eventos internacionales, de financiamiento principalmente europeo ya que el bloqueo dificulta la posibilidad de capital estadounidense, están dominados por una visión neo colonial del resto del mundo.

Pasan por ahí cineastas africanos, latinoamericanos, árabes, frente a los productores y evaluadores franceses, alemanes, suizos, ingleses o canadienses. Si usted es árabe, para conseguir atención idealmente debe ir con una película sobre el extremismo religioso, si es colombiano con una de droga, si es mexicano con una de emigrantes, si es haitiano con una de miseria y así. Si se aparece usted con una historia que se desarrolle en su país pero trata de problemas existenciales universales, sin ambientarlas con algo del ¨folclor tercermundista¨ que le toque, tiene muy pocas posibilidades.

Solo los cineastas muy prestigiosos, con largas trayectorias de éxito, logran a veces encontrar financiamiento para otro tipo de historias. Y a veces ni siquiera. Porque en la mente de los europeo-occidentales, las películas existenciales las hacen ellos.

Incluso si usted es serbio, bosnio, croata y su película no es sobre el trauma de la guerra o algo por el estilo, ya va en desventaja. Así es la discriminación temática incluso entre los europeos.

¿Qué esperan entonces de los cineastas cubanos? Pues películas escabrosas, mientras más lo sean mejor. Que se desarrollen en solares, barrios marginales, con personajes delincuentes, transexuales, prostitutas, buscavidas, enfermos terminales. Todos deseosos de huir de la isla. Escenarios ruinosos, decadentes, oscuros, lo más deprimentes posible.

Ya ni siquiera es el cliché lúdico de los españoles, ahora es la visión morbosa y decadentista hacia la ¨isla comunista¨. En eso encaja Santa y Andrés perfectamente.

Esa visión porno-turística tiene escenarios propios. Si décadas atrás se le reprochaba al cine cubano que por motivos económicos no salía de la Capital, ahora se ha encerrado más aun y por motivos temáticos no sale de Centro Habana.

Habría que preguntarse si de esa forma un personaje como el Sergio de Memorias del Subdesarrollo podría existir en el cine cubano actual, siendo heterosexual y viviendo en el Vedado. Aun teniendo un conflicto tremendo y fascinante con lo que ocurre a su alrededor. O la Teresa de Retrato de Teresa, o los personajes de Papeles Secundarios, o la protagonista de Hello Hemingway viviendo su época, incluso el Mauricio de Páginas del Diario…

Porque también ocurre que cuando usted va a buscar esos fondos extranjeros presentando una obra reflexiva, analítica, verdaderamente crítica sobre una realidad muy compleja, no se le garantiza la suerte. Si su visión sobre su propio país es estereotipada y simple, le irá mejor.

Por ese camino una buena parte de las películas cubanas más recientes, a través de una ilusión de estar ¨explorando¨ la realidad, han caído en un empobrecimiento temático.

Y el público nuevamente se está cansando.

Cansado de películas donde todas las paredes están despintadas, donde todas las realidades son deprimentes, en que todos los personajes son víctimas de las instituciones sin jamás recibir nada bueno de ellas, donde todas las historias son reales, sí, pero no por eso dejan de sentirse rebuscadas. Y luego trilladas.

Los cineastas cubanos están de nuevo en una encrucijada. Para muchos se trata de hacer películas así o no poder hacer películas. Pero eso nos puede llevar a que haya cineastas que ya no vean las cosas de otra manera.

Y así se corre el riesgo de mostrar solo lo malo de nuestro país, proyectando al mundo y a nosotros mismos la peor de sus imágenes. Y de paso no estar haciendo crítica alguna, porque lo que se puede es caer en el simple regodeo de una parte de la realidad y en nada más que eso.

Solamente en una parte. Pero Cuba toda queda año tras año representada solo por esa parte. Habría que ver si Santa y Andrés es parte de ese fenómeno.

Entonces uno recuerda esa frase que le ha escuchado decir a Alicia Alonso: ¨El arte no tiene patria, el artista sí¨

El público también.

Deben reflexionar sobre esto, el ICAIC, el Ministerio de Cultura, los cineastas, todos, para que en la medida de lo posible se apoye más a un cine hecho desde la patria, que no tenga que ir a hacer pitch a ninguna parte.

Santa y Andrés, la historia más reciente del cine nacional nos demuestra que de esa manera se obtienen obras que valen, que nos mueven. Incluso más duras y verdaderamente críticas. Por lo tanto útiles.

Para hacer películas completamente cubanas, porque sus temas sean de interés de los cubanos y no tener que pasar el filtro de lo que les interesa ver de Cuba a los bolsillos extranjeros.

Porque esa es la peor de las censuras.

15 diciembre 2016 136 comentarios 527 vistas
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autocensura

Sobre censura y autocensura

por Osmany Sánchez Roque 28 abril 2016
escrito por Osmany Sánchez Roque

Ayer La Joven Cuba publicó un post sobre periodismo y censura – o de censura en el periodismo- hoy yo vengo a hablar de la autocensura en nuestros medios. También pudiera referirme al instinto de auto conservación de algunos periodistas y estaría hablando de lo mismo.

Desde hace semanas en el programa Deportivamente de Radio Rebelde se dijo que más de veinte peloteros cubanos que habían abandonado el país por diferentes vías, habían regresado y en el programa muy acertadamente se abogaba porque los dejaran jugar.

Desde que se mencionó el hecho cada noche llaman oyentes preguntando por los nombres de los peloteros, pero invariablemente la respuesta era que “en su momento” se diría, que ellos no tenían toda la información y que habría que entrevistar a algún funcionario de la CNB para conocer sobre el tema.

En el programa de anoche llamó un periodista “de provincia”, mencionó el hecho y se refirió a una circular enviada por la CNB que decía que solo podían jugar los peloteros que:

  1. No habían abandonado el país de manera ilegal.
  2. No abandonaron un equipo en una competencia.
  3. No incumplieron el contrato con sus provincias y equipos.

Al escuchar eso casi infarta el carismático locutor Roberto Pacheco pues como bien dijo, a pesar de que durante semanas en ese programa se estuvo diciendo que no podían decir los nombres o referirse al tema sin consultar con la CNB, esta pasó por alto el programa –que varias veces los altos directivos de la CNB han dicho que escuchan todos los días- y no les enviaron la referida circular.

Se molesta Pacheco porque dice que a los medios los utilizan porque los mandan a llamar solo cuando quieren que se divulgue algo pero se ignoran en casos como estos. ¿Tiene razón Pacheco y sus colegas de Deportivamente para estar molestos?

Quizás sí, pero yo creo que ellos mismos se lo buscaron, porque en lugar de “tirar paños” durante días como dijeron, tenían que haberle dado seguimiento al tema, llamar a las provincias, preguntar nombres, en fin lo que se espera que haga un periodista.

¿Alguna ley lo prohíbe? ¿No respondería eso a los intereses de los oyentes que se interesaron llamando al programa? ¿Responden nuestros medios a los intereses del pueblo o a los de los funcionarios?

Hace daño la censura, pero la autocensura no se queda atrás.

Sobre el tema de los peloteros, bueno hay que ver las cosas en su contexto. No me da ninguna gracia que juegue de nuevo un pelotero que abandonó un equipo en un evento internacional o en la serie nacional , pero las reglas deben ser parejas. Si permitimos que los médicos que abandonaron una misión regresaran ¿por qué no darle la misma oportunidad a los deportistas? Ya les tocará a ellos ganarse de nuevo la confianza del pueblo.

No podemos olvidar que la inmensa mayoría de esos que regresan son jóvenes a los que sacaron del país engañados –verdaderas mafias lucran con ellos- y que luego chocaron con la triste realidad. Cerrarles las puertas sería un error. Quizás lo aconsejable sería hacer tabula rasa y aclarar las reglas del juego a partir de ahora.

Debemos sumar, no restar. De censura y autocensura en nuestros medios se puede hablar mucho. Este es sólo un ejemplo.

28 abril 2016 55 comentarios 335 vistas
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El Colimador y el dinosario

por Consejo Editorial 10 marzo 2016
escrito por Consejo Editorial

cropped-El-Colimador-BannerPor: Harold Cárdenas Lema

Cada cierto tiempo ocurre algo en las redes que nos despierta y recuerda que el dinosaurio sigue aquí entre nosotros. Cuando se lanzó la campaña -ya olvidada- por el cambio de mentalidad, muchos subestimamos la capacidad de superviviencia que tiene el dogma, su tenacidad en existir y su habilidad para disfrazarse bajo un discurso seudorrevolucionario. Entonces desaparece un blog valioso para el país como es El Colimador y recordamos a Monterroso. Hay que plantarle pelea al dinosaurio.

Estas líneas no las escribo por un compromiso personal con Ruslán Olivares porque nuestros caminos no se han cruzado lo suficiente para una amistad, pero la lucha por mantener su blog no es solo suya sino de muchos. Que le quieran imponer límites editoriales a su bitácora no es algo coyuntural sino otra batalla más de un fenómeno mayor en Cuba. Nuestra generación sigue buscando un espacio de participación social y política que no sea heredado sino en nuestros propios términos.

Esta capacidad de decidir cómo, dónde y por qué luchar, la tuvo la Generación del Centenario sin necesidad de pedirle permiso a nadie. ¿Vale entonces esperar que los jóvenes de ahora pidan permiso para ello?

En vez de socializar la libertad, de acoger el pensamiento y canalizarlo hacia lo útil, algunos optan por cortarle alas a lo que no cuadre con el esquema cerrado de lo políticamente correcto. Por suerte la plataforma Cubava no es la Revolución, mucho menos sus administradores y los errores que estos puedan cometer.

Lo usual cuando comienzan las presiones sobre alguna persona o se le va encima a un blog, es suponer que “por algo será”. Cuánta verguenza no darle el beneficio de la duda a la gente. Muy contradictorio resulta entonces el discurso político que se refiere a la confianza en la juventud cuando se hacen disparates así y no impera el sentido común sobre una medida que a menudo no es más que exceso de protagonismo de algún funcionario.

No sé si Ruslán ha publicado algo exagerado o cometió algún error, ni siquiera eso es lo importante. A nadie se le ocurrió sacar a Fidel del cargo cuando fracasó la Zafra de los Diez Millones, pero con mucha prontitud se presiona a un bloguero, un periodista o un joven que hace un comentario “fuerte” en un debate universitario.

Ruslán publicó su post diciendo que hasta aquí ha llegado y eso me aterra porque lo es una metáfora de cosas que pasan hoy en un contexto más que complejo. Cuando se defiende un blog como este no es solo por la necesidad básica de justicia sino porque la impunidad del hecho se convierte en precedente para su multiplicación. Y hay que salirle al paso.

Ojalá el Colimador no se detenga, porque de ser así por razones injustas y no tener nosotros capacidad para revertir esta situación, estaremos retrocediendo también como proyecto. Si ni siquiera podemos darle a los jóvenes un lugar donde luchar, un proyecto personal de participación que defender mientras la mayoría prefiere desconectar de la política, estamos perdidos. Si no sacamos al Colimador de esta posición, hasta aquí puede estar llegando no solo él sino nosotros también como proyecto de país mejor. Y habrá ganado el dinosaurio.

10 marzo 2016 109 comentarios 705 vistas
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Buena Fe y la lucha contra la mediocridad

por Consejo Editorial 1 abril 2015
escrito por Consejo Editorial

buena fe_frank delgado(Comentario publicado en la página oficial de Facebook de BUENA FE)

Lamentablemente la canción Casanova, Cecilia Valdés y la Bella Durmiente, de #BuenaFe y Frank Delgado, no puede pasarse por ciertas emisoras (que aún no expondremos) según el criterio de sus direcciones. ¡Qué raro! En Radio Taíno no ha presentado problema alguno. En conversaciones con un alto funcionario de Música del ICRT, a quien requerimos, nos manifestó que es decisión de cada director de emisora determinar que se transmite o no.

O sea, consideramos: la política cultural es una sola según el MINCULT y la UNEAC, pero en la práctica puede ser aplicada según los criterios de cada director de emisora haciendo de ella algo caprichosamente aplicable. Ok. Ya lo tenemos claro. ¿Habrá llegado la “payola” (soborno por “sonar”) a nuestra Radio pública y #BuenaFe no se ha enterado? No lo afirmo. Solo cuestiono.

Los últimos años #Cuba ha avanzado mucho en materia de tolerancia, aceptación de lo singular y respeto a la diferencia. ¿Cómo es posible que una canción así no pueda ser difundida en una emisora y en otra si? ¿Cómo es posible que la comisión de la televisión apruebe la difusión de su Videoclip, estrenado el Domingo 29 de marzo en el programa Lucas y no pueda sonar en una emisora? Esto es de locos.

Quizás ahora entiendo por qué Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Carlos Varela, Frank Delgado… casi nunca asisten a programas de Radio, ni de televisión. ¡Qué triste! ¡Qué chapuza molesta e innecesaria! Esto no es ni siquiera censura. La censura, cuando es seria, tiene el valor de mirarte a la cara y dar argumentos. Esto es mediocridad, que es peor. Mediocridad: el cáncer que está carcomiendo los huesos de la nación.

1 abril 2015 50 comentarios 283 vistas
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