La Joven Cuba
opinión política cubana
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto

Equidad

Estudio de las condiciones de equidad social y propuestas que contribuyen a erradicar la pobreza y la desigualdad

disidentes sexuales

Cuerpxs Negrxs disidentes sexuales

por Alberto Abreu Arcia 7 abril 2022
escrito por Alberto Abreu Arcia

Uno de los grupos menos visibilizados por los estudios sobre vulnerabilidad, desventaja social y marginalidad en Cuba es la población LGBTIQ+ y, dentro de la misma, el segmento compuesto por lxs disidentes sexuales negrxs. El presente artículo se basa en entrevistas y observaciones, formales e informales, que desde hace algunos años he venido realizando en diferentes espacios.

A través del mismo me acerco, desde una mirada interseccional, a las relaciones entre disidencia sexual, clase y la raza como articulación de varios sistemas de opresiones, donde confluyen procesos y dinámicas históricas de exclusión, marginalización y vulnerabilidad que posibilitan que un grupo social llegue a ejercer una dominación con consecuencias reales sobre otro(s) grupos(s).

Ser negrx y disidente sexual es asistir a una doble o triple discriminación. Incluso al interior de los mismos colectivos LGBTIQ+ en los que concurren y se reproducen prácticas, prejuicios y estereotipos racialmente discriminatorios que imperan en la sociedad y se relacionan con la sexualidad de las personas negrxs.

Tal situación coloca a este grupo en una posición de vulnerabilidad particular y pone al descubierto el carácter interseccional de las opresiones. Al respecto comenta Raúl Soublett, coordinador general del Proyecto Alianza Afro-cubana: «Vemos las diferentes formas de discriminación hacia los sectores más vulnerables en la sociedad, y nos damos cuenta de lo que sufren los afrodescendientes dentro del propio colectivo LGBTIQ».

En el ámbito académico cubano, específicamente en los circuitos consagrados a estudios sobre género, sexualidad e imaginarios del deseo no heteronormativo; llama poderosamente la atención su voluntad por construir cuerpxs y sujetxs desracializados.

Dicha actitud es perfectamente coherente con los ademanes de expulsión del cuerpo negrx de los discursos historiográficos, antologías, cartografías, genealogías, y otras prácticas académicas e intelectuales encargadas de historiar cómo se han delineado las subjetividades no heteronormativas, los territorios del deseo diferente en la nación cubana y su rol en el diseño de un concepto de ciudadanía y sujeto nacional más plural e inclusivo.

disidentes sexuales

(Foto: EFE)

En todos estos actos arqueológicos consagrados a la escritura de una memoria colectiva de la disidencia sexo-genérica en Cuba, las experiencias históricas de trans, lesbianas, locas, bi, gay, travestis, pajaritas, butch, drag King… negrxs, se leen desde el vacío. Lo que pone en evidencia la responsabilidad del arte, la literatura y las ciencias sociales en la producción de un conocimiento que se desprende de representaciones descentradas, precarias y/o abyectas de las negritudes.

De igual forma, tales silencios y ejercicios de tachadura se reproducen al interior de los movimientos políticos afrodescendientes y los llamados estudios afroamericanos o afro-latinoamericanos, y en los conclaves académicos destinados a la institucionalización de este campo de estudios, sus publicaciones científicas, y demás intentos por diseñar una cartografía política del campo de las negritudes. En dichos ámbitos somos percibidxs como una amenaza.

Agustín Laó-Montes, en su imprescindible Contrapunteos afrodiaspóricos: Cartografías políticas de nuestra afroamérica,  reconoce que la mayoría de los análisis de la diáspora africana tienden a marginalizar las consideraciones de género y sexualidad. Y reflexiona que esta absoluta ausencia de un análisis de la lógica sexual y las economías libidinales inscritas en los discursos de la diáspora en general y de las trayectorias Afro-diaspóricas en particular, implican una urgente necesidad de erotizar la teoría crítica y el análisis histórico.

Por estas razones, el presente análisis marca una diferencia radical respecto a los archivos del deseo e imaginarios de la disidencia sexogenérica en la Isla, que se piensan —teórica, conceptual y metodológicamente—, como un  espacio occidental y profundamente blanco.

 «La invisibilización se da bajo la lógica de que lo que no se ve no existe y lo que no existe no tiene derecho», afirma Héctor Miguel Salinas en su provocador ensayo Políticas de disidencia sexual en América Latina. La invisibilidad inferioriza y estigmatiza. Ratifica construcciones que sitúan a los grupos incivilizados en posiciones de subalternidad social entre sí. Es una práctica profundamente desacreditadora.

Paradójicamente, esos ejercicios de borramiento casi siempre terminan generando las condiciones para que estas identidades colectivas tachadas puedan convertirse en identidades políticas e iniciar luchas por su legitimidad y reconocimiento.

Lo hasta aquí expuesto ayuda a entender por qué, más allá de su naturaleza interseccional, lxs afrodisidencias sexuales se construyen a partir de una serie de negociaciones con los códigos, imaginarios y representaciones del mundo no heteronormativo blanco. Sobre todo en los gays siempre está presente la disyuntiva de estar con personas negras pero sin ser visiblemente marica, o vivir la experiencia con gentes blancas más abiertas al tema LGBT pero también racistas.

Cuenta el poeta y afrodisidente sexual Julio Mitjans, que en una ocasión, en sus años de adolescencia, un joven blanco al que miraba insistentemente le increpó: «—no mires tanto que aquí los negros y los blancos no llevan el mismo paso». «Yo ni siquiera pensaba en algo erótico solo miraba su camisa de botonadura ciega». Luego, suavizando la aspereza de su voz le dijo: «por lo menos tú no tienes ñata ni bemba». A partir de entonces, «supe que por ser negro tendría problemas también en mis relaciones de pareja».

disidentes sexuales

Julio Mitjans (Foto: El Palenque)

A partir de sus vivencias, Mitjans estima que en la población LGBTIQ+ los arquetipos de belleza que rigen son totalmente eurocentristas: «Los patrones de belleza que compartían mis amigos no tenían en cuenta a los negros, para ellos debía tener rasgos cuasi griegos».

La intelectual trans Mel Herrera, en su ensayo «El trauma de las subalternas: amor romántico desde una perspectiva trans y decolonial», relata una experiencia similar: «Recuerdo que cuando pensaba en el amor, además de imaginar que era una niña cisgénero, imaginaba que era blanca y que tenía romance con muchachos apuestos y blancos. Me atravesaban varias cuestiones entonces: la negación identitaria, la negación del amor heterosexual y el racismo internalizado».

Se pregunta entonces: « ¿cómo no desear relacionarme con hombres blancos si los hombres negros han sido construidos como maltratadores por naturaleza, violentos, agresores sexuales, vulgares, atrasados, salvajes?».  

Uno de los correlatos derivados de las historias que cuentan Mitjans y Mel, es cómo las identidades no heteronormativas blancas se construyen desde lugares de privilegio donde la afrodisidencia sexo-genérica deviene otredad desvalorizada, y criminalizada, que se desenvuelve en escenarios hostiles. Es precisamente en ese punto cuando esta última, dada su condición afrodiaspórica, trasciende y desestabiliza las construcciones binarias que el proyecto colonial de la modernidad occidental hizo de la feminidad, la masculinidad, y la heterosexualidad.  

Al respecto comenta Mel: «Las imposiciones/restricciones de género y a la sexualidad, y la estratificación racial que Occidente impuso desde el período colonial, nos convirtieron en identidades, cuerpos y territorios subalternos. Somos las subalternas y hemos crecido con ese trauma desde la infancia. Es un trauma ancestral».

A propósito de estas prácticas destinadas a excluir las afrodisidencias sexo-genéricas de los territorios del deseo y la disidencia sexual, observa Mitjans: «los negros no existimos en su imaginario. Esa omisión siempre ha sido un síntoma de otras omisiones, síntoma de un sutil desprecio: un negro siempre viene con muchos problemas aunque haya terminado la universidad».

Esta problemática que denuncia Mitjans viene a ser apuntalada por la representación, plena de estereotipos racistas injuriosos, que construyen los medios de comunicación masiva sobre las personas afrodescendientes. Y subraya este poeta afrocubano, miembro del grupo literario El Palenque, que se trata una cadena de significaciones peyorativas y degradantes la cual configura un «valladar que es casi imposible superar», por cuanto coloca a estas personas:

(…) en la imposibilidad de acceder a la movilidad social, el negro un ser nacido para el estancamiento, una noria que absorbe a más de una generación en la familia negra y si eres gay peor, la omisión del cuerpo negro en el universo gay se torna en un proceso de re victimización porque el que dialoga contigo, el compañero de la comunidad LGBTIQ, reproduce los patrones o códigos de  belleza  de la heteronormatividad blanca aunque seas una margarita que se ha abierto paso desde la tierra en primavera.

 A su juicio, la población LGBTIQ+ no negra reproduce los mismos prejuicios raciales, exclusiones y dispositivos de la dominación heteropatriarcal blanca.

Lo que me interesa poner de manifiesto en esta lectura cruzada de los textos de Mel Herrera y Mitjans, es cómo dichas prácticas, destinadas al silenciamiento e invisibilidad de los cuerpxs de las afrodisidencias sexo-genéricas en los estudios académicos cubanos, son resultado de la reproducción de un sentido común racista, que tiene su anclaje en estructuras del saber y en producciones simbólicas y de conocimientos eurocéntricas y racializadas.

disidentes sexuales

Mel Herrera (Foto: ADN Cuba)

Como pueden ver, el entrecruzamiento: género-color de la piel y disidencia sexual, ensancha estas brechas de equidad, discriminación  y  desventaja social. Ser un disidente sexual negrx es entrar en un territorio donde se entrecruzan diversas opresiones. No por casualidad se encuentran entre lxs más expuestos a la violencia policial, para quienes ser negro y maricón es la última carta de la baraja: quienes peor visten, lxs tenidos como vulgares  y de menos nivel de instrucción, quienes viven en condiciones de marginalidad y pobreza pues en su mayoría provienen de familias de bajos recursos que carecen de patrimonio heredado.

La crisis económica de los noventa, y las sucesivas reformas que a partir de entonces se han implementado en alguna medida por parte del estado cubano, provocaron un incremento de la diferenciación socioeconómica; es decir  un ensanchamiento de las diferencias en el ingreso y en el acceso a bienestar. Ello se refleja en la existencia de una clase media, o lo que algunos autores, —como Mayra Espina («Reforma y emergencia de capas medias en Cuba»)—, denominan «capa», para designar el proceso de formación en Cuba de una franja socio-estructural media.

Este fenómeno también ha impactado al interior de la población LGBTIQ+, donde lxs afrodisidentes sexuales resultaron lxs menos favorecidos. De ahí su escasa presencia en el sector emergente de la economía y en otras formas alternativas de ingreso económico, como las remesas. Están subrepresentadxs en el trabajo por cuenta propia y en espacios laborales estatales ventajosos, y sobrerrepresentadxs en las ocupaciones elementales no calificadas.

En el caso de lxs transexuales, travestis y transgéneros negrxs, configuran un grupo profundamente desfavorecido, porque no solo tienen que lidiar con la vulnerabilidad familiar y social, la dificultad para conseguir empleo, la imposibilidad por razones de bulling, etc., de lograr acceso pleno a todos los niveles de enseñanza. Por estas razones, terminan viviendo del mercado informal, aceptando empleos no calificados o en el trabajo sexual, donde son víctimas frecuentes de violencia de género.

A lo anterior, súmese que muchxs residen en comunidades muy marginales, jerarquizadas por la violencia, así como por códigos, elementos conductuales y de supervivencia basados en estereotipos sobre la masculinidad negra, donde realmente tienen que imponerse sino, literalmente, lxs expulsan del barrio. 

Norma Guillard Limonta, psicóloga, activista lesbiana y afrofeminista, explica que, dada «la procedencia de esta población en su mayoría de la pobreza, de la zona de dificultades, de los barrios marginales», la sociedad interactúa con ella partiendo de una serie de estereotipos que refuerzan la imagen de «que somos diferentes, semi analfabetas, bajo salario, disponibles para cualquier trabajo, sumisión, obediencia, objeto sexual, potencia de prostituta, buena en la cama». Por estas razones, cualquier intento de transformación desde el interior de ese grupo vulnerable tiene que enfrentar las dificultades y resistencias que implica transformar ese imaginario.

Para Guillard Limonta —quien fuera coordinadora del grupo OREMI de lesbianas—, el gran costo que implica ser una mujer negra, se agrava «si además es lesbiana». Por el hecho de que es «más evidente la diferencia de lucha contra la opresión patriarcal con relación a la blanca, pues se le suma además que deben luchar contra el dominio colonial a nivel mental, por la historia marcada de la esclavitud y por ende con el racismo».

Por último, deseo compartir una idea que fue tomando forma a partir de los criterios que han emergido en este texto. Tiene que ver con la moda del concepto enfoque interseccional (no por azar fueron las afrofeministas norteamericanas, miembros de Combahee Rive Collective en la Declaración de 1978, las primeras en acuñarlo antes de que se hiciera teoría en la academia crítica).

De nada sirve apropiarse del mismo si no partimos del razonamiento de que tanto el género como la raza son construcciones culturales que responden a una filosofía higienista, enunciadas desde la blanquitud hegemónica y legitimadas en complicidad con las Ciencias Sociales y sus narrativas historiográficas.

En las voces de Mel Herrera, Julio Mitjans y Norma Guillart Limonta, hay una demanda explícita a las Ciencias Sociales sobre el hecho de que no basta emplear el enfoque o concepto interseccional si no se deconstruye ese episteme de la modernidad/colonial que nos inventó como negrxs, maricas, tortilleras, indias, y que todavía sobrevive al interior de las Ciencias Sociales latinoamericanas en su manera de entender y explicar nuestros procesos como negrxs y disidentes sexuales.

Un episteme que, desde su colonialidad del ser, nos impuso un arquetipo de belleza, sexualidad, masculinidad que históricamente han devenido prácticas discriminatorias, exclusiones y lenguaje de odio; que refuerzan condiciones de desigualdad, re-funcionalizan realidades sociales y sistemas de opresión y afectan directamente a lxs afrodescendientes, mujeres, disidentes sexuales, etc.

***

Este texto es parte del proyecto «Desigualdad, pobreza y sectores vulnerables en Cuba». Puede participar en él, enviándonos recomendaciones, testimonios, comentarios, al  correo jovencuba@gmail.com, con el asunto «Proyecto – desigualdad».

7 abril 2022 11 comentarios 1,5K vistas
3 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Pobreza

Pobreza, vulnerabilidad y campaña por los barrios

por Ivette García González 30 marzo 2022
escrito por Ivette García González

Pobreza, vulnerabilidad y exclusión constituye una tríada de diversa expresión y connotaciones. Desde hace unos meses los barrios «vulnerables» ocupan la atención gubernamental. Así lo indica la amplia cobertura que la televisión, Granma y otros medios estatales como Cubadebate y Cubahora, otorgan a las visitas oficiales a estos lugares —sobre todo en la capital— y la definición del tema como prioridad del gobierno.(1) Algunas reacciones que difieren del discurso oficial invitan a reflexionar.  

El contexto está marcado por la agudización de la crisis sistémica del país, incluido el persistente deterioro de la relación de confianza entre ciudadanía y Partido/Estado/Gobierno, y el incremento de la represión política. Eso explica la percepción de que tal campaña es la respuesta del gobierno al estallido social de julio del año pasado.

Estas son prácticas populistas que, con rápidos cambios cosméticos, pretenden aplacar la tensión social y recuperar apoyo popular, para lo cual el gobierno se sirve de la única prensa permitida. Finalmente, muestra el manejo del tema desde una noción menos comprometedora —la de vulnerabilidad— que alude solo a la probabilidad o riesgo y no al fenómeno palpable. De ese modo se oculta el grave problema de la reproducción y extensión de la pobreza.

Sin embargo, la pobreza y su incremento en barrios urbanos donde las personas enfrentan diversas formas de vulnerabilidad social, impacta sobre los derechos humanos y es una problemática que ocupa la agenda de foros internacionales y de la ONU. La UNICEF y el Programa de Naciones Unidas para los asentamientos humanos (ONU-Hábitat) desempeñan un importante rol en ese sentido. Desde 2015, la superación de tales condiciones se formula en dos de los objetivos —uno y once—, de Desarrollo Sostenible para el 2030, de ahí la necesidad de que estén en el centro de la agenda política.

Pobreza

-I-

Se trata de un fenómeno complejo, de muchas aristas y consecuencias. En Cuba afectan los permanentes retrocesos y errores de política económica y el avance de la precariedad. Como parte del fenómeno, continúa ampliándose la larga lista de barrios en tal condición en casi todas las ciudades de la Isla. Muchos de ellos son de larga data, con varias generaciones de familias implicadas; otros son más recientes.

Hace varias décadas el tema está reducido a la academia, pero con aportes importantes. En un estudio de caso («Alturas del Mirador») del 2011, el antropólogo Pablo Rodríguez llamó la atención sobre la «marginación en la pobreza», como resultado de la conjugación de esas realidades y diversos fenómenos sociales conexos, entre ellos la exclusión. (2) 

En un análisis de hace unos años, se reconocen las graves condiciones de ciertos barrios en la capital: el Fanguito, la Güinera, la Corea y el Palenque. Entre ellas, las asociadas a vivienda y hábitat, bajos ingresos, inestabilidad o desvinculación laboral, bajo nivel de escolaridad y de participación sociopolítica, insuficiente acceso a servicios, y brechas significativas asociadas a género, raza, generación y territorio, lo que incluye asimismo el lugar de origen de las personas. Se alerta ahí sobre el incremento de la segmentación social y el agravamiento de formas de exclusión social.   

-II-

Durante estos meses de campaña y mejoras en algunos barrios, se ha insistido en que ya se habían dado pasos para atender esas realidades. Y es cierto que existen experiencias diversas de trabajo comunitario, sobre todo desde el ámbito de la cultura. A pesar de ello no se ha resuelto el problema, por el contrario, se ha agudizado, lo cual sugiere la pertinencia de profundizar y tener en cuenta los siguientes elementos:

1. Las raícesde la pobreza y los problemas del país relacionados con ella, son profundos y estructurales. Las redes de solidaridad, iniciativas socioculturales y medidas emergentes puntuales, ayudan a compensar pero no son suficientes ni se dirigen a las verdaderas causas.  

2. La economía y la política económica son fundamentales pero no han favorecido la transformación que requiere Cuba. El descenso de indicadores claves y las crisis recurrentes tienen creciente impacto en la esfera social y, de acuerdo con expertos, la «Actualización» tampoco dispone de un proyecto de desarrollo productivo. 

3. La práctica de sustraer del ámbito ciudadano —a través del silencio de los medios y el discurso oficiales, así como del limitado acceso a la información— asuntos de interés público como estos, que son realidades incómodas o incongruentes con la imagen del país que el Partido/Gobierno/Estado proyecta, mucho perjudica. Siete años de censura para el documental Canción de barrio es apenas un ejemplo. 

4. No se reconoce oficialmente el problema de la pobreza y, en consecuencia, no se estipula una política específica para enfrentarla. La tendencia ha sido matizar el fenómeno con eufemismos del lenguaje y continuar, desde el centralismo, esperando por el efecto derrame.  

Es un imperativo que se atiendan con urgencia las numerosas propuestas de las ciencias sociales cubanas, que son convergentes con recomendaciones de organismos internacionales. Entre ellas, destacan las siguientes:   

1. Transformaciones económicas estructurales, imprescindibles para encarar los retos y explotar las capacidades.

2. Implementación de políticas y programas sectoriales y territoriales con visión integral y diferenciada, enfocados en la solución de la pobreza y la erradicación del ciclo que favorece su reproducción.

3. Real e irreversible descentralización y autonomía municipal.

4.Estrategias de desarrollo local cuyo pilar sea el empoderamiento de los ciudadanos en todas las esferas.

-III-

Sin duda urge visibilizar un tema que, de acuerdo con la estrategia de la ONU, se empezó con retraso. El mismo debe ser encarado sin eufemismos, con transparencia, y responsabilidad con la ciudadanía.

Como expresé en un texto anterior, varios científicos sociales cubanos han fundamentado la multidimensionalidad y expansión de la pobreza en Cuba, así como los fenómenos asociados. Recientemente, el sociólogo Carlos García Pleyán destacó la importancia de distinguir tres ejes de análisis que se relacionan pero son diferentes —pobreza/bienestar, vulnerabilidad/resiliencia y exclusión/inclusión— y priorizar el tema de la pobreza.

Caminó por varias calles acompañado por el pueblo y la líder comunitaria Iliana María Macías. Se detuvo a conversar con los vecinos que lo saludaban desde fuera de sus casas.

A #Cuba 🇨🇺, #PonleCorazón ❤️ pic.twitter.com/dmAMssQueA

— A Cuba, Ponle Corazón (@ponlecorazoncu) August 20, 2021

No se debe continuar limitando la información y mirando siempre hacia afuera, con el fin de ocultar o difundir la realidad a conveniencia del gobierno. Como bien advierte Pleyan, sabemos cuántos millones de pobres había  en América Latina en 2020, «pero no tenemos idea (al menos, los ciudadanos) de cuántos pobres hay en Cuba, quiénes son ni dónde están».

Y consideremos que la pobreza entre los cubanos no se reduce a los llamados «barrios vulnerables». Hemos asistido a la generalización de la precariedad en el país, de lo cual posiblemente solo escapan ciertas zonas exclusivas y aquellas donde vive la clase política.

Al ver los reportajes de los dirigentes en los barrios, uno se formula cuando menos dos preguntas: 1) ¿dónde estaban ellos y la prensa todos estos años y qué hacían mientras la situación empeoraba hasta el estado actual? y 2) en medio de tantas privaciones, que ya parecen ser norma para las mayorías, ¿cuánto cuestan al país esos despliegues de delegaciones oficiales con dirigentes de todos los niveles acompañando al presidente?

Entre silencios y fracasos, se ha venido generando un fenómeno de naturalización de la pobreza, nos acostumbramos a vivir en la penuria y coexistir con sus manifestaciones y consecuencias; entre ellas la exclusión social y la emergencia de nuevas vulnerabilidades. Porque la pobreza, como señalara hace años Federico Mayor, ex Director General de la UNESCO, es también carencia de «futuro» y «expectativas». Y todo eso daña, a veces de modo irreversible, a las personas, las familias y el país.

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

***

(1) En el 2018 y unos años antes, se publicaron algunos textos sobre barrios enfocados en condenar los llega y pon en las ciudades y la urgencia de «poner orden» combatiendo las ilegalidades, atendiendo al llamado realizado por Raúl Castro ante el Parlamento en julio de 2013. Así, llegamos mucho peor al 2021.

(2) Pablo Rodríguez: Los marginales de las Alturas del Mirador. Un estudio de caso, Ed. La Fuente Viva, La Habana, 2011.

***

Este texto es parte del proyecto «Desigualdad, pobreza y sectores vulnerables en Cuba». Puede participar en él, enviándonos recomendaciones, testimonios, comentarios, al  correo jovencuba@gmail.com, con el asunto «Proyecto – desigualdad».

30 marzo 2022 50 comentarios 2,5K vistas
12 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Hijo de la Patria

El hijo de la Patria

por Teresa Díaz Canals 25 marzo 2022
escrito por Teresa Díaz Canals

Más bella que la luz del sol sobre la tierra

 es la de una buena acción sobre el rostro del bueno.

 La luz de las buenas acciones

 se parece a la luz de las estrellas.  

José Martí  

***

Hacer algo

Aracely Rodríguez Malagón, integrante del Proyecto Hormiga, me hizo una llamada. Quería que me interesara por un hombre de 89 años que vive en el conocido reparto Náutico, para nada parecido a los populares suburbios de algunas zonas de la ciudad que se caracterizan por sus pésimas condiciones de vida. Me informó que el señor estaba ciego, pues padece de cataratas, y que tanto ella como algunos vecinos aspiran a buscar soluciones para las múltiples penurias del anciano.  

Acordé con mi amiga en conocerlo. Cuando llegué a la casa de esta inquieta activista social, conversamos sobre la compleja situación de Luis Rafael Peñalver Soa, vecino de Ave. 1ra A e/ calle 154 y 156, Playa. Aracelys me condujo a la vivienda en cuestión. En el trayecto hacia ella, otras personas que también me acompañaron —Maritza y su esposo—  me informaron que Luis es un «Hijo de la Patria»; es decir, a lo que ahora es un «niño sin amparo filial», en aquel entonces le otorgaron ese estatus «revolucionario».

Hijo de la Patria

Luis Rafael Peñalver Soa (Foto: Teresa Díaz Canals)

La primera Casa Cuna fue fundada en 1687 por el obispo Diego Evelino de Compostela, en la calle que hoy lleva su nombre e/ Teniente Rey y Muralla. A su fallecimiento, en 1704, lo sustituyó en esta empresa caritativa fray Gerónimo Valdés. Con el nuevo director, el inmueble de acogida a niños desamparados radicó en Oficios esquina Muralla. Este sucesor, además, ofreció su apellido a las criaturas. Para 1830, la habanera Antonia María Menocal dejó como legado cierta cantidad de dinero con el cual fue fundada la Casa de Maternidad.

Por su parte, a finales del siglo XVIII un grupo de vecinos de la Capital —entre ellos Luis María Ignacio de Peñalver y de Cárdenas, obispo de Nueva Orleans; la condesa de San Juan de Jaruco y el marqués de Casa Peñalver— apoyaron la creación de una Casa de Beneficencia y un lugar donde acoger también a los ancianos desvalidos. Para lograr ese objetivo se dirigieron al gobernador Luis de las Casas, y solicitaron un terreno ubicado en la caleta de San Lázaro.

En el período de 1822 a 1832, esta institución fue apoyada por el gobernador español Francisco Dionisio Vives (mitad militar, mitad bandido) quien manejó los vicios de la sociedad criolla: juegos, bandolerismo, apego a la disipación; como modo de desviarla de toda actividad política.  

Partidario del gobierno de las tres b —baile, baraja y botella—, mantuvo para su propio esparcimiento un garito y una valla de gallos en el Castillo de la Fuerza. Es muy significativo que este representante de la Corona ordenara un impuesto sobre los billetes de lotería y para jugar en la valla de gallos que poseía en el Castillo de la Real Fuerza, con el fin de beneficiar a la Casa de Beneficencia. A esta contribución se unieron sistemáticamente los filántropos que continuaron aportando al bienestar de los niños abandonados.

Hijo de la Patria

Dormitorio de Luis Rafael. (Foto: Teresa Díaz Canals)

Cuando Luis Rafael nació, en 1932, fue depositado en un torno situado en la antigua Casa de Beneficencia. Las personas que me recibieron en esa visita,  me explicaron que su segundo apellido quiere decir Sin Otro Apellido. El primero es Peñalver, pero no conocían su historia. Me llamó la atención que no fuera Valdés, como es tradicional encontrar entre las personas que tuvieron esa peculiaridad de vida.

Parece que se debe al obispo Luis de Peñalver, quien había donado un cuarto de caballería de terreno para construir  ese  edificio, ubicado en la calle San Lázaro, frente al actual parque Antonio Maceo y muy cerca del mar, con el objetivo de agrupar algunas dependencias de la Casa de Beneficencia de La Habana. Algunos autores afirman que a las niñas las apellidaban como Rodríguez y que en los años cincuenta del pasado siglo se escogía al azar para ambos sexos.  

En aquel lugar el niño Luis creció bajo el cuidado de las monjas, allí aprendió a tocar la corneta. Después, ya adulto, trabajó como chófer para la misma institución. Ese tiempo fue el más feliz de toda su vida, me confesó. Cuando tenía veintisiete años se produjo otro cambio importante que dio un vuelco a su destino.

La Revolución lo sacó de la protección de la institución religiosa, que desapareció en 1961. Las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, dedicadas a esta noble actividad, tuvieron que abandonar el país. El edificio donde creció fue destruido. El gobierno planificó construir el Banco Nacional, para ello se erigieron grandes bóvedas, pero no fue concluido. Años después se levantó en el terreno el Hospital Hermanos Almejeiras.

Así fue como Rafael se transformó en «Hijo de la Patria». Hasta ese momento no poseía familia ni vivienda propias. El Estado trasladó al grupo de niños y jóvenes que habitaban ese establecimiento, primero a Varadero por unos días, después lo ubicó en Ceiba del Agua, un lugar amplio que sería denominado «Hogar Granma».

Hijo de la Patria

La casa de Luis Rafael carece de servicio de agua. (Foto: Teresa Díaz Canals)

Al transcurrir el tiempo, fueron siendo utilizadas algunas casas de diferentes municipios para acoger a los niños sin amparo filial. Luis Rafael recibió una pequeña vivienda ubicada en los bajos de una residencia en el reparto Náutico. Trabajó en varios oficios y, en ese período, el jefe de sector de la Policía Nacional Revolucionaria del reparto lo convenció para que le prestara o cediera la parte más amplia de su casita con el objetivo de convertirla en una oficina para él trabajar.

Por tal motivo, Luis fue confinado para siempre al último cuarto de su propiedad. El jefe de sector se fue definitivamente de allí pero, lejos de devolverle lo que le pertenecía, introdujo a una mujer que ahora es su vecina.

Dentro de pocos meses, Luis Rafael cumplirá noventa años. No tiene agua potable en su habitación porque las tuberías colapsaron; por tanto, tampoco tiene higiene. Carece de cocina y de refrigerador. Gracias a Mariana, una vecina, almuerza diariamente.  Por las tardes, otro «Hijo de la Patria» que tuvo la suerte de crear una familia, lo lleva al portal de su casa para conversar.

Vinculada a otro proyecto que la asesoró, Aracelys dirigió una carta a la Oficina de Atención a la población de la Presidencia de la República. De allí derivaron el caso al Gobierno Municipal correspondiente. Esperaron un mes para ofrecer una respuesta negativa. No resolvieron nada en absoluto.

Ante casos semejantes no es ético guardar silencio institucional. Se requiere ir al encuentro de la verdad, de la singularidad y la biografía; de la pavorosidad de lo inmediato por parte de los organismos que deben interesarse por la situación planteada y brindar una solución.  

Esta persona requiere ser operada debido a la ceguera. Además, no se puede operar si no tiene a alguien que lo apoye en su convalecencia. Tuve la oportunidad de conversar con la médica de la familia que atiende a este Hijo de Nadie. La amable doctora me explicó que la alternativa de un asilo no es la solución para él. Tiene pavor a esa posibilidad. Es sorprendente —y comprensible—  que la palabra asilo estatal en Cuba no sea una opción de vida digna, y que, lejos de simbolizar la esperanza de un final apacible, genere rechazo, miedo y angustia.

Me llama la atención que determinadas acciones de algunos miembros de la comunidad mencionada estén colmadas de una sensibilidad exquisita, pero ellos solos muy poco pueden hacer. Se necesitan recursos para convertir en habitable el pequeño espacio donde vive Luis Rafael. Es imprescindible garantizarle la operación y una persona que sea su cuidador(a) permanente.

Hijo de la Patria

(Foto: Teresa Díaz Canals)

Me gustaría que alguien de la Red de Cuidados Cubana comentara algo que no sea promover la idea que aparece en cuartaedad.com: «Envejecer: una obra de arte al alcance de todos», cuando en el país no existe un desarrollo socioeconómico adecuado para un sector vulnerable que se encuentra dentro de ese 21,9% envejecido de nuestra población, ni tampoco un apoyo sustancial a sus problemas.

Asimismo, me pregunto de qué manera, ante situaciones lamentables como esta, se cumplirá el nuevo Código de la Familia que señala que todos y todas tenemos el derecho a gozar de una vida digna. ¿Cómo se materializará un entorno amigable para nuestra población envejecida? ¿Cuántas décadas habrá que esperar para la creación de las bases de un sistema nacional garante del cuidado integral de la vida?

Ojalá se restablezcan la alegría y la luz en su vida y desaparezca la tristeza indecible que lleva dentro este «Hijo de la Patria».  

25 marzo 2022 25 comentarios 2,5K vistas
3 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Ancianidad

Pobreza y ancianidad: la realidad que estremece

por Teresa Díaz Canals 9 marzo 2022
escrito por Teresa Díaz Canals

¿Y qué has aprendido después de tanto dolor, de tantas traiciones?

Entonces le respondí: Aprendí a siempre sonreír

Blaster 

 Delirios de un corazón roto

***

Hace unos días fui a visitar a una persona cerca de mi casa, en el barrio habanero del Vedado. Bajé por 26 hasta la calle 15 y busqué a una señora llamada María. No la encontré. Regresé al otro día por la mañana, la maltrecha puerta estaba entreabierta y allí pude observar a la que buscaba sentada en su cama conversando con una amiga. Lo correcto hubiera sido que me retirara pues estaba ocupada, pero no lo hice. Ella me invitó a pasar y me senté en algo que no era precisamente una silla.

Tras presentarme, empecé a explicarle el motivo de mi visita. Apenas me dejó terminar: «No se preocupe, pregunte todo lo que quiera». Sentí como si la conociera de toda la vida.

Enviudó hace un tiempo considerable y ahora enuncia su gran desafío: morir con dignidad, ya que no pudo vivir con ella. En algunas de las  cartas escritas por esta mujer de 74 años para pedir apoyo —pues fue clasificada como «asistenciada» de Seguridad Social—, entre ellas al mismo presidente de la República, destaca lo siguiente:

– Las condiciones de mi vida actual son «miserablemente indescriptibles».

– Al no poder sufragar los nuevos precios del comedor del Sistema de Atención a la Familia (SAF) y optar por comer en mi espacio, esto hace que necesite, además, una cocina y un refrigerador para la conservación de los alimentos.

– Vivo en un derrumbe, prácticamente en la intemperie ya que no tengo ni una puerta que cerrar cuando decido acostarme, carezco de privacidad,de agua potable, de higiene (me sobran las ratas y las cucarachas).

La habitación en que vive deja el alma helada. Como bien describió esta anciana, no tiene agua dentro de su casa, ni un mueble donde guardar absolutamente nada. En este encuentro me dijo que una Organización No Gubernamental que supo de sus graves condiciones de existencia, recién le hizo llegar un pequeño refrigerador. Confiesa que ese día no pudo dormir en toda la noche, porque le parecía mentira sentir el leve ruido que hace la nevera en el silencio nocturno.

Ancianidad (2)

(Foto: María Lucía Expósito)

Lo que debiera ser un hecho común y corriente —poseer un aparato eléctrico—, para esta persona de sonrisa amplia resultó un gran acontecimiento, pues lo anheló por mucho tiempo.

María Santiesteban Portuondo se cansó de pedir auxilio a las diferentes instancias correspondientes que debían haberla apoyado. Nunca obtuvo una respuesta satisfactoria. De la oficina de la Presidencia, pasaron el problema a la Fiscalía General para que resolviera —o mejor, analizara— el asunto.  Intentaron solucionarlo proponiéndole residir en un asilo, a lo que la solicitante se negó rotundamente, con todo su derecho y razones.

La Dirección Municipal de la Vivienda de Plaza asumió este «caso social». Se dirigieron a ella para pedirle paciencia, que esperara a las calendas griegas hasta que su situación fuera remediada, es decir, hasta nunca.

Cuando se conversa con esta lúcida mujer, es evidente que se expresa de manera excelente. Estudió la carrera de Medicina, que por algún motivo no pudo terminar. Frecuenta de manera sistemática una iglesia que radica en 41 y 42 en el Municipio Playa.  En la actualidad estudia idioma alemán y, sobre todo, la inunda eso que se denomina fe, y que le brinda una sabiduría que desborda la razón científica.

Ancianidad (3)

(Foto: María Lucía Expósito)

María se lamenta porque considera que no fue una mujer de «pelo en pecho», tuvo miedo de protestar con energía, pues no soportaría que la trataran de manera violenta en el plano físico. Sin embargo, su resiliencia, su estoicismo ante la adversidad, la desidia y el abandono de un sistema que se nombra socialista; la convierten en heredera del cimarronaje, de ese legado tremendo que nos transmitieron los seres humanos que fueron esclavizados en esta Isla.

La misma Organización No Gubernamental le acaba de enviar una cocina. Ojalá alguien con autoridad pueda acudir a Aguas de La Habana para que a esta adulta mayor le instalen el preciado líquido, imprescindible para sanear su espacio.

Además, requiere de atención especial en el ámbito de la salud, pues como resultado de una caída tiene afectada la cadera, estuvo por un tiempo imposibilitada de caminar y durante su convalecencia no podía asistir al comedor donde le vendían cierta alimentación. Me comentó que en ese período hizo una especie de huelga de hambre involuntaria.

Me pregunto qué nos está pasando, con algo que siempre ha significado un atributo inherente a la identidad cubana: la solidaridad. Durante décadas Cuba se jactaba de su defensa a los países más pobres, de la ayuda incondicional a cualquier nación del mundo ante un evento trágico. No obstante, no se puede disponer que un grupo de trabajadores le instale agua en el interior de su casita a una anciana enferma.

Eso constituye también una desgracia terrible y a nadie le importa. Disponer de materiales para mejorar una minúscula vivienda en condiciones deplorables, mientras se erigen ante nuestros ojos monumentales edificios para hoteles, sería otorgar un poco de justicia a tanta vergüenza y desigualdad.  

Fui testigo de la reparación constructiva  de una modesta casita donde vive la hija de un funcionario importante del Poder Popular. Ese señor se separó de la esposa y la misma retornó a su lugar de origen con la niña de ambos. Como mismo ese individuo revolucionario se preocupó por el bienestar de su hija, debería tener la decencia de enviar algunos camiones de materiales y monitorear la ejecución para mejorar la vida de las personas más desesperadas en su radio de acción.

Ancianidad (4)
Ancianidad (4)
Ancianidad (4)

Ahora mismo escucho a una artista muy reconocida expresar que en nuestro país existe gran solidaridad. Es lamentable lo distanciada que se encuentra de la extrema pobreza que hoy sufrimos. Dijo también que ella era un poco «chovinista» porque considera a Cuba como el mejor país del mundo.

Le recomendaría que camine un poco por la Cuba profunda y que recuerde la obra del sociólogo norteamericano Erving Goffman (1922-1982), ese representante de la Escuela de Chicago y creador de una teoría dramatúrgica, quien consideró que el teatro constituía una metáfora brillante  para arrojar luz sobre los procesos sociales de pequeña escala.  

Una nueva sensibilidad emergente sería un camino diferente y esperanzador para que María y muchos como ella puedan dormir tranquilos.

***

Este texto es parte del proyecto «Desigualdad, pobreza y sectores vulnerables en Cuba». Puede participar en él, enviándonos recomendaciones, testimonios, comentarios, al  correo jovencuba@gmail.com, con el asunto «Proyecto – desigualdad».

9 marzo 2022 25 comentarios 2,7K vistas
9 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
La Güinera

12 J: ¿Por qué La Güinera?

por Leonardo Fernández Otaño 7 marzo 2022
escrito por Leonardo Fernández Otaño

El pasado 12 de julio del 2021, La Güinera, localidad ubicada en el habanero municipio de Arroyo Naranjo, fue uno de los epicentros del estallido social que sacudió a Cuba desde el día anterior. Las condicionantes para este proceso de desobediencia civil fueron diversas: las consecuencias de la «Tarea ordenamiento», la incapacidad de democratizar las instituciones públicas, o la dolarización de la economía; combinadas con las disconformidades cívicas de una generación millennials hiper-conectada a redes sociales como Facebook o Twitter. Estos factores desembocaron en un panorama sociopolítico que desafía al autoritarismo del estado cubano, cada vez más expuesto mediante una directa en una red social.

Estas realidades, a su vez, pudieron ser denominadores comunes para otras comunidades donde el estallido social tuvo altos niveles de participación popular. Desde la implementación de la «Tarea ordenamiento», se fueron produciendo una serie de sucesos que apuntaban a la explosión de la desobediencia civil: el alza desmedida de precios y la inflación; la ofensiva contra «los coleros» y el sector privado; el desabastecimiento y el aumento de tiendas en monedas libremente convertibles, en detrimento de la oferta en pesos cubanos; la prohibición de depositar en dólares físicos en las unidades bancarias.

Los efectos de las medidas anteriores coincidieron con la crisis de la pandemia y su insuficiente gestión gubernamental, de modo que estas problemáticas se convertían en combustible en un granero cada vez más repleto de heno. Solo era cuestión de una chispa para que estallara el incendio. Ese momento llegó en San Antonio de los Baños la mañana del domingo 11 de julio.

Problemas acumulados

Nacido en el siglo XIX, a lo largo de su historia La Güinera ha presentado una serie de problemáticas sociales nunca resueltas que se agudizaron con la crisis de los noventa. La dinámica de extensión del estallido social apunta a que surgió en un sector intermedio de la calle Agramonte —caracterizada por su precariedad económica—, y los manifestantes se desplazaron hacia el final de esta vía, donde se ubican los mayores niveles de pobreza, para luego dirigirse hacia la zona del Capri. Este esquema, que se repite en la fisonomía del 11J, nos conduce a uno de los ejes del estallido: la precarización de la vida cotidiana en el país, visualizada en el aumento abrupto de la pobreza.

La Güinera (3)

Lugar donde empezaron las protestas en la comunidad de La Güinera (Foto: María Lucía Expósito)

La pobreza existente en el barrio indica dificultades persistentes a lo largo del siglo XX, que se han venido agudizando en el XXI. El primer elemento confirmatorio se basa en el deterioro del fondo habitacional. Esta situación responde a diversas causas: los bajos ingresos familiares (varios casos de madres solteras), afectaciones parciales por causa de los huracanes, dependencia del mercado laboral informal o derrumbes producto a la temporalidad de los materiales empleados en las edificaciones.

Las viviendas de los detenidos y sus familiares, en un setenta por ciento de los casos observados, presentan una estructura similar: cubiertas de asbesto cemento o zinc con afectaciones parciales, o procesos constructivos inconclusos. El espacio físico de los inmuebles, en el ochenta por ciento de las familias visitadas, no excede las cuatro habitaciones (generalmente sala-comedor, cocina, baño pequeño y un dormitorio colectivo). Además, la generalidad de los hogares estudiados son de numerosos miembros para los estándares cubanos, lo que los ha llevado a compartimentar las viviendas o a que convivan varias generaciones en las mismas.

La Güinera (4)
La Güinera (4)
La Güinera (8)

La estructura familiar tiene particularidades. Uno de los modelos que más se repite se basa en la prevalencia de la autoridad materna como figura coordinadora del hogar (aunque esta aproximación se realiza después de las detenciones de sus hijos en los meses de julio y agosto pasados). Tal situación tiene su origen en el alto índice de divorcios en la comunidad, o en la ausencia paterna por diferentes motivos, lo cual ha obligado a las madres a capitalizar el sostén familiar.

Otra característica de la comunidad es su alto índice de migración interna, proveniente sobre todo de las provincias orientales. Personas procedentes de provincias como Guantánamo y Santiago de Cuba se han establecido en los últimos sesenta años, pero con mayor intensidad desde la crisis de los noventa.

En estas migraciones, los individuos han vivido un complejo proceso de acogida e incorporación a la sociedad. La primera dificultad que enfrentan es el acceso a la vivienda. Este puede lograrse mediante la adquisición o la ocupación ilegal de un terreno para la fabricación de una casa —que en reiteradas ocasiones no posee los estándares mínimos para acoger a sus familias—, o mediante el alquiler de un inmueble.

Antes del estallido social, esta situación de vulnerabilidad era aún más grave, dada la imposibilidad de acceder a la canasta básica normada por no tener legalizado un domicilio reconocido que garantizara la consiguiente Libreta de abastecimiento, lo que complejizó la precariedad luego del advenimiento de la referida «Tarea ordenamiento» y el panorama de hiperinflación.

La Güinera (5)

La primera dificultad que enfrentan quienes migran desde la región oriental del país, es el acceso a la vivienda. (Foto: María Lucía Expósito)

La cuestión de la oferta de empleo y la informalidad del mercado laboral resultan terreno escabroso, pues se han detectado redes económicas informales en todas las esferas de la vida cotidiana de la comunidad. Este es un fenómeno de larga data en el barrio que persiste desde inicios del siglo XXI y provoca que varios de los detenidos del 11J sean declarados como «desocupados» por las autoridades. En cambio, la realidad simbólica y antropológica del barrio es otra, ya que para su entorno cultural, ellos son «luchadores», lo que se traduce en personas que han sobrevivido en medio de las ondulaciones económicas y las sucesivas crisis que ha sufrido el país.

En ciertos casos, los manifestantes se empleaban en el sector estatal de la economía, y su participación en la protesta del 12 de julio responde a la precarización de su vida cotidiana y a motivos personales aún por investigar.

Respecto al acceso a la educación en el barrio, un importante núcleo de jóvenes posee niveles de escolarización que oscilan entre 9no grado, técnico medio o el duodécimo grado; siendo más difícil hallar matriculados en la educación superior. Esta realidad responde a que los ciudadanos tuvieron que lidiar con panoramas familiares difíciles y situaciones de vulnerabilidad económica que los obligaron a iniciar un camino en el sector informal de la economía, para lo cual abandonaron el sistema de enseñanza.

La Güinera (6)

En la comunidad existen profundos problemas socioeconómicos no resueltos o cosmetizados. (Foto: María Lucía Expósito)

Un elemento persistente en la vida cotidiana de la comunidad es la desconfianza en las instituciones públicas y los poderes del estado. Varias familias de las visitadas habían acudido a las autoridades correspondientes para hacer notar la precariedad de su situación económica, sin que recibieran la atención debida o un acompañamiento real. Así, un importante grupo de los manifestantes que aún permanecen detenidos vivía bajo el umbral de pobreza o en situaciones de precariedad económica, por lo cual su participación en el estallido estuvo atravesada por dos elementos: el descontento ante el abandono institucional y la necesidad de cambios urgentes en su realidad.

Entender lo que sucedió en La Güinera el 12 de julio requiere un análisis más profundo. Este texto solo puede esbozar algunas ideas y observaciones del entorno. Falta mucho camino investigativo para comprender la situación de vulnerabilidad y precarización de la vida en este barrio. Sin embargo, sí puede afirmarse que el panorama se agudiza mientras la comunidad tenga más de cien presos políticos y diversas situaciones socioeconómicas no resueltas o cosmetizadas. El próximo estallido puede estar al doblar de la esquina, y bien pudiera ser la ciudadanía de La Güinera la llama que prenda el granero esta vez.

La Güinera (10)
La Güinera (9)
La Güinera (7)

***

Este texto es parte del proyecto «Desigualdad, pobreza y sectores vulnerables en Cuba». Puede participar en él, enviándonos recomendaciones, testimonios, comentarios, al  correo jovencuba@gmail.com, con el asunto «Proyecto – desigualdad».

7 marzo 2022 7 comentarios 2,2K vistas
6 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Código

Reflexiones en torno al proyecto de Código de las Familias

por Fernando Almeyda Rodríguez 22 febrero 2022
escrito por Fernando Almeyda Rodríguez

A raíz del inicio de la Consulta Popular en torno al ante-proyecto del Código de las Familias, varios sectores de la sociedad civil han manifestado preocupaciones, dudas y rechazos. El aparato propagandista del Estado cubano lo presenta como un proyecto profundamente progresista, que incorpora al ordenamiento jurídico las tendencias más contemporáneas en materia de Derecho de Familias.

Sin embargo, una ciudadanía que finalmente ha aprendido a sopesar bien las iniciativas de un gobierno no democrático, siente que este nuevo Código deja zonas oscuras que requieren un análisis detallado. ¿Es realmente progresista el nuevo Código? La respuesta, a grosso modo, es que sí.

El ante-proyecto de Código de las Familias —que ya va por su versión veinticuatro— es muy superior al vigente. Se propone resolver cuestiones postergadas por años. Para empezar, elimina el matrimonio infantil, reformula el reconocimiento de las uniones de hecho afectivas, establece la posibilidad de regímenes económicos matrimoniales nuevos, desarrolla el tema de las obligaciones de alimento y cuidado.

Igualmente, incorpora un concepto de familia más amplio así como los derechos que le asisten a sus miembros, incluye la «personalidad progresiva», proscribe el castigo físico o psicológico como forma de educar al menor, reconoce el matrimonio igualitario; amplía la participación y derechos de los abuelos y otros familiares en la guarda, cuidado y educación del menor; introduce la «responsabilidad parental» en sustitución del concepto de «patria potestad», entre otros muchos aportes más.

Entonces, si en efecto es tan avanzado, ¿cuál es el problema?, ¿por qué tantos sectores de la sociedad civil han expresado inquietudes al respecto? Hasta el momento podemos decir que existen tres matrices de opinión contrarias a la propuesta del nuevo Código.

La primera , y tal vez la más criticable, es la de los sectores ultra conservadores de la sociedad, que todavía rechazan de plano al matrimonio igualitario y que familias homoparentales adopten. Son criterios basados en tradicionalismos o fundamentalismos evidentemente homófobos.

Código (2)

(Foto: vistarmagazine)

Durante años el Estado cubano apeló a estas fuerzas, tendentes al inmovilismo, para apuntalar su dominio sobre la sociedad civil; especialmente las iglesias protestantes ganaron un reconocimiento y estatus privilegiado ante el establishment, tal vez demasiado. Este Código es una especie de «golpe de Estado» para esos grupos, con fuertes lobbies en el PCC, de manera que han empezado a organizar campañas anti-código.

Al segundo grupo de opinión, sin dejar de lado las reticencias frente a los derechos de las minorías LGBTIQ+, le preocupa la desaparición de la «patria potestad» y su sustitución por la «responsabilidad parental». Muchos padres perciben que esta nueva institución expropia el derecho que tienen de educar a sus hijos; temen que el Estado se inmiscuya en su crianza o que eventualmente «se los quite».

En el vigente Código de la Familia, tanto la suspensión de la patria potestad como su pérdida están contempladas, de modo que estas preocupaciones podrían ser exageradas; sin embargo, no deja de ser un hecho que a la luz del anteproyecto la crianza y educación del menor dejan de ser un privilegio de los padres para convertirse en una responsabilidad compartida con toda la familia y tutelada a través de Fiscalía, Tribunales y la Defensoría de la Familia.

Numerosos padres ven con desconfianza que el nuevo Código limite sus potestades sobre la crianza de los hijos. Y tienen razones para estar preocupados, aunque el problema en sí no es el Código, sino el sistema totalitario en el cual se inserta. Los tribunales y fiscalía que tendrán a cargo el monitoreo de los derechos familiares y la tutela jurídica de los mismos, no forman parte de un poder independiente, sino son apéndices de un sistema de unidad de poderes; es decir, cuando se hace referencia a tribunales, es equivalente al Estado. Y eso no es todo.

La Constitución establece claramente en su artículo 5 que el Partido Comunista es la «fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado», ergo, los órganos que velarán por la protección de la familia y el cumplimiento de las obligaciones de la «responsabilidad parental» son parte de un Estado cuyo funcionamiento es regido por un partido único y una ideología única.

¿Habilita el nuevo Código la intromisión ideológica del Estado en el desarrollo de la familia? No, no lo hace; pero la Constitución, sí. El Partido no tiene límites en su actuar, al punto que se arroga la potestad de violar los propios derechos que la Constitución reconoce. Otro ejemplo del alcance de la mano del Partido en la interpretación y aplicación de la Ley está en el Decreto-Ley 370. En ninguna parte prohíbe expresar criterios contrarios al gobierno; sin embargo, se fuerza el sentido de sus artículos para acallar las voces disidentes. Nada impide que se haga algo semejante con la familia a través del Código.

Código (3)

(Imagen: Granma)

La tercera matriz de opinión, refiere que este Código no es más que una «cortina de humo» del régimen para desviar la atención de todas las violaciones de Derechos Humanos que comete, a la vez que ofrece un «lavado de cara» internacional. Esta visión asume que dentro del Estado y el Partido no hay luchas de poder, pero nada más lejos.

Por un lado juristas de la altura de Leonardo Pérez Gallardo y Yamila González Ferrer (por solo mencionar algunos nombres), han estado abogando por esta reforma desde hace años; por otro, el activismo LGBTIQ+ y pro familias, que en la última década ha ganado fuerza en Cuba (recordemos el 11M y el movimiento homónimo), ha contribuido a la presión dentro del Estado y obligado a la facción más retrógada a ceder ante la más moderada.

De hecho, existe cierta urgencia dentro del Estado para que el nuevo Código de las Familias sea aprobado a toda costa. Y no es menos cierto que la propaganda a favor del mismo sirve para desviar la atención del draconiano proyecto de Código Penal y de la tensa situación socio-política.

Hacia lo interno del poder en Cuba, esta reforma representa un pulso político entre las fuerzas más conservadoras y las moderadas —que desean continuar el programa raulista de transformaciones. De cara a la sociedad, el Estado quiere ganar a la comunidad LGBTIQ+; para nadie es un secreto que el reconocimiento legal del matrimonio igualitario mejorará la actitud de las minorías ante el régimen cubano, lo cual podría traducirse en menos apoyo a los activistas de la comunidad que son frontales al gobierno.

De cara al mundo, el nuevo proyecto tal vez sirva para obtener el apoyo de las izquierdas progresistas y adquirir una suerte de trofeo con el cual vender el éxito del modelo socialista. Quizás lo que más molesta a muchos —opositores incluidos—, es que se trata en general de un buen proyecto legislativo.

No obstante, es el propio sistema el principal enemigo del nuevo Código de las Familias. Para empezar, se trata de una ley muy inclusiva, pero hecha en un órgano excluyente y anti-democrático. La Asamblea Nacional del Poder Popular, con sus votos unánimes y su ideología única, no es plural ni representativa de la sociedad cubana, únicamente de la parte incondicional al Partido Comunista, que en los últimos dos años ha perdido notable influencia.

Código (4)

La Asamblea Nacional del Poder Popular, con sus votos unánimes y su ideología única, no es plural ni representativa de la sociedad cubana (Foto: @AsambleaCuba)

Como consecuencia, la sociedad civil no percibe esta nueva ley como lo que es, un producto para beneficiarla, sino como una imposición. Aun cuando se propone un discutible referéndum, parte de la ciudadanía no se siente identificada con el poder.

Tal vez, el único factor común que tengan las posiciones contrarias al Código es que no lo entienden, y que no les genera confianza nada que provenga del régimen. Ello no solo compromete la aceptación del Código, sino su aplicabilidad práctica. ¿Qué pasará cuando la aplicación del mismo genere choques con la moral media? ¿Es preciso votar el Código como un todo y no por partes? ¿La sociedad cubana estará lista para renunciar al concepto de «patria potestad»?

Ninguna de estas preguntas parece haber sido debidamente confrontada por el poder. El sistema está diseñado de forma vertical, lo cual provoca que cualquier criterio divergente sea desechado y combatido, aun si supone críticas constructivas.

Posiblemente las interrogantes fundamentales sean estas: ¿hasta qué punto un Estado que no respeta su propia Constitución y que no garantiza los derechos fundamentales será capaz de respetar y garantizar los derechos derivados de esta nueva Ley, o de cualquier otra?, ¿qué garantiza que no se intrumentalice el Código como se han instrumentalizado el resto de las leyes en función de los intereses de la casta gobernante? La respuestas son obvias.

Un Código tan progresista resulta anacrónico en un sistema político tan represivo, pues se están reconociendo derechos de tercera generación al mismo tiempo que se niegan derechos de primera generación. El verdadero problema no es, por ende, el nuevo Código de las Familias en sí —hasta ahora son muchos más sus aciertos que sus desaciertos—, sino el sistema mismo que lo crea, interpreta y aplicará a conveniencia.

22 febrero 2022 12 comentarios 2,9K vistas
5 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Barrios, desigualdad y estrategias

Barrios, desigualdad y estrategias en Cuba

por Redacción 16 febrero 2022
escrito por Redacción

El tema de la desigualdad y la pobreza en Cuba es de suma importancia y actualidad, aunque es casi tabú para las autoridades cubanas. Estas han asumido una postura triunfalista y negacionista, amparada en los efectos esperados de políticas sociales generales.

Las investigaciones relacionadas con el asunto, realizadas desde los años ochenta por especialistas en diversas ciencias sociales, no han tenido suficiente visibilidad ni el impacto necesario en las políticas públicas.

Sin embargo, el fenómeno está presente con mayor crudeza desde la década de los noventa del siglo pasado. A partir del 2008, en que inició el proceso de reformas conocido como Actualización del modelo económico y social cubano, se ha incrementado exponencialmente e incorporado nuevos segmentos de ciudadanía y localidades. Cuba pasó a ser una sociedad muy desigual desde antes de la pandemia del Covid-19.

Tales problemáticas se pueden constatar tanto a escala de sectores sociales específicos en condiciones de vulnerabilidad, como relacionadas con el racismo y la violencia, y con dificultades de vieja y nueva data; entre ellas, la crisis económica, sociodemográfica, desigualdad en los ingresos, de acceso a fuentes de empleo, remesas, desequilibrios regionales, migración interna y marginación secular en ámbitos urbanos y rurales.

Interesados en profundizar y visibilizar en el tema y poner rostro a estos fenómenos sociales, en pos de generar propuestas de soluciones endógenas y sostenibles, el equipo de La Joven Cuba decidió promover la referida línea de investigación, de la cual ofrece ahora este resultado preliminar.

Investigar y escribir en tal sentido implica llegar a los lugares, involucrarse, identificar valores y dificultades que en muchos casos se han reproducido por varias generaciones en un espacio compartido, y promover soluciones desde los diversos actores sociales.

Llegar a comprender a las personas allí donde se presentan y convergen condiciones socioeconómicas, profesionales e incluso políticas desventajosas; expresiones religiosas históricamente estigmatizadas; familias en riesgo de pobreza y donde se constatan evidentes brechas de equidad y diversas formas de exclusión, resulta inevitable para la transformación social y el  mejoramiento humano sostenible.

A eso invitan tres prestigiosos escritores e investigadores sociales cubanos: Gisela Arandia Covarrubias, Alberto Abreu y Roberto Zurbano, quienes ofrecieron sus experiencias en barrios de La Habana y Matanzas. Puede acceder al texto a través de este link:

Barrios, desigualdad y estrategias en Cuba

***

Este dossier forma parte de nuestro proyecto «Desigualdad, pobreza y sectores vulnerables en Cuba». Si desea colaborar, puede enviarnos recomendaciones, testimonios, ideas, al  correo jovencuba@gmail.com, con el asunto: «Cartas al Proyecto».

16 febrero 2022 9 comentarios 2,2K vistas
3 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Pobreza (1)

Pobreza y desigualdad en Cuba

por Ivette García González 31 enero 2022
escrito por Ivette García González

La pobreza y la desigualdad en Cuba no existen en el discurso oficial, aunque hace tiempo crecen exponencialmente. Al constituir un efecto no deseado de la Revolución, que tuvo como pilares fundamentales la justicia social, la equidad[1] y el desarrollo humano y social; se opta por el silencio.

Son problemáticas muy complejas para los países subdesarrollados, máxime en las condiciones del nuestro. Desde 2015 Naciones Unidas adoptó diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible a cumplir en 2030. Ellos convocan a eliminar la pobreza, proteger el planeta y garantizar paz y prosperidad para las personas en esa fecha.

La pobreza, de acuerdo con la Dra. Mayra Espina «es un proceso social multidimensional de exclusiones, expropiaciones y carencias múltiples, de imposibilidad de acceder al disfrute de los bienes espirituales y materiales de los cuales dispone una sociedad y, con ello, de desplegar las capacidades humanas individuales y colectivas». De ahí su relación directa con la desigualdad y diversas formas de exclusión social, marginación y grados de vulnerabilidad. Todo ello se manifiesta tanto en sectores sociales específicos, como en los ámbitos laboral, familiar y local. Las consecuencias para la sociedad son múltiples.

Cuba tiene su Plan de Desarrollo al 2030 y un conjunto de documentos rectores de los que se infiere la voluntad política para tratar estos problemas. No obstante, desde antes del 2015 no mejoran los indicadores; por el contrario, se han incrementado el empobrecimiento, los sectores y localidades vulnerables y diversas formas de exclusión.

Pobreza (2)

(Foto: Kaloian Santos / Facebook)

-I-

Hasta los años ochenta, en que contamos con la URSS, Cuba fue un país altamente equitativo. Según expertos, la pobreza como fenómeno social se erradicó. Y lo hizo hasta del lenguaje, en el cual fue sustituida por términos como: «grupos vulnerables», «en desventaja» o «población en riesgo».

El parteaguas, como en muchos otros fenómenos, fue la década del noventa. Entonces colapsó el modelo y sobrevino una profunda crisis, que provocó numerosos impactos económicos y sociales. Cuba no volvería a ser la misma.

Hacia los 2000 la sociedad era más heterogénea y los problemas más agudos. Durante esa primera década del nuevo siglo, el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), identificó entre los problemas que afectaban la equidad a los siguientes: pobreza urbana, marginalización asociada a la migración interna y falta de viviendas, reproducción generacional de desventajas, su concentración a escala espacial, y particular incidencia en mujeres, ancianos, negros y mestizos.

A dicho repertorio se agregaron, de acuerdo con la Dra. María del Carmen Zabala, los relativos a la participación ciudadana; el acceso a un hábitat confortable, a servicios públicos y amparos; la distorsión en cantidad y calidad de la relación trabajo-ingresos y las desventajas para el consumo cultural.

La población urbana en situación de riesgo de pobreza pasó del 6.3 en 1988, al 14.7 en 1996 y al 20% en los 2000; la mayoría con ingresos cercanos a la línea de pobreza. La situación ya era más grave en las zonas rurales y en otras provincias, en particular las orientales.

Tales circunstancias empeoraron desde el 2008, cuando inició el proceso de Actualización del modelo económico y social cubano. Aunque se reconocen algunos impactos positivos, estos son mínimos comparados con los negativos, los cuales abarcan numerosos aspectos en lo económico, social, ambiental, político y cultural. Los ajustes que sobrevinieron entonces funcionaron como detonadores de desigualdades sociales, al profundizar las históricas y generar nuevas.

Pobreza (3)

(Foto: Observatorio de Derechos Sociales)

Vivíamos en una sociedad tan cerrada, que la simple eliminación de algunas prohibiciones absurdas —como la compraventa de casas y carros, alojarse en hoteles, viajar libremente al extranjero o adquirir un celular— aportó una imagen positiva. Sin embargo, a la par, se suprimieron medidas de beneficio social y se inició la tendencia a recortar drásticamente los gastos sociales.

Esas determinaciones afectaron profundamente la equidad e incrementaron la pobreza. Se acrecentó una inmensa brecha entre quienes pudieron aprovechar tales cambios y quienes no tenían ventaja alguna para hacerlo.[2] Un estudio reciente sobre el Centro Histórico de La Habana Vieja, muestra las anomalías y la estratificación a la que se llegó en esa localidad, resultado de la «evasión de las responsabilidades estatales con una población vulnerable».

-II-

No se dispone libremente de estadísticas actualizadas sobre pobreza en Cuba, de modo que los fenómenos asociados son difíciles de medir. No obstante, desde los años ochenta las ciencias sociales cubanas aportan diagnósticos y propuestas de políticas para atenderlos: generales, sectoriales, territoriales y de gestión local, familia, grupos sociales específicos como los jóvenes, personas de la tercera edad y mujeres; así como políticas de equidad.

En varios de los estudios realizados se revelan aspectos que tienen que ver directamente con el modelo de sociedad y constituyen las razones de que en el país se continúe reproduciendo la pobreza: lentitud y falta de integralidad y sincronización de las reformas, limitada descentralización y gestión local, escasa implementación de políticas focalizadas según sectores y regiones vulnerables, así como la persistencia del enfoque asistencialista en lugar del empoderamiento de la ciudadanía. 

En octubre del 2020, el destacado sociólogo cubano Juan Valdés Paz argumentó que en este escenario de reformas nos movemos «hacia un mayor patrón de desigualdad (…) tenemos cada vez más pobres». Según el Coeficiente Gini —herramienta analítica empleada para medir la desigualdad en los ingresos— hemos remontado desde un 0.22-0.25 en 1986, a más del 0.40 en 2019, y para el 2025 se preveía que llegara a no menos de 0.45. No obstante, desde fines del año pasado, algunos expertos estiman que ese valor ya fue superado.

Los ritmos, vaivenes y contenidos de las reformas han sido desfavorables para la ciudadanía y empeoraron desde el 2015. Junto a ello, la no implementación de políticas dirigidas a combatir la pobreza nos hicieron llegar al escenario 2020-2021 en condiciones de crisis y alta vulnerabilidad, como fundamentó recientemente la Dra. Alina López.

Trabajar por la erradicación de la pobreza en Cuba implica llegar a la raíz de los problemas, modificar las relaciones sociales promoviendo democracia desde la economía, con una real participación ciudadana en todos los procesos. Eso incluye transparentar y revisar los gastos del enorme aparato burocrático estatal, partidista, de las organizaciones que sirven al gobierno y de las fuerzas represivas; todos con estructuras verticales que pagamos los ciudadanos.

Hoy los indicadores económicos y sociales van cuesta abajo, mientras la opacidad habitual del gobierno no permite a la ciudadanía estar debidamente informada. Pocos en Cuba conocieron las causas reales del colapso socialista europeo. Otros interpretaron por nosotros y transmitieron sus conclusiones, así, las mayorías no pudieron prever el futuro que nos esperaba. Ya estamos en él.

No asumir tales anomalías, ocultarlas; descubrirlas en visitas gubernamentales y maquillarlas con programas emergentes de un populismo rampante, al calor de acontecimientos políticos indeseados por el gobierno; dilata soluciones verdaderamente sostenibles. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 de la ONU pretenden «no dejar a nadie atrás»; en Cuba cada día dejamos más personas afuera y detrás.

 

Para contactar a la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

***

[1] Durante mucho tiempo en Cuba una de las principales distorsiones estuvo en la asunción de la equidad como igualdad, y en política el conocido «igualitarismo», lo que también provocó numerosos efectos negativos que llegan hasta hoy.

[2] Esta particular coyuntura entre el 2008 y el 2015 aproximadamente, se examinará en textos posteriores como parte del proyecto de La Joven Cuba sobre desigualdades, pobreza y sectores vulnerables.

31 enero 2022 41 comentarios 4,K vistas
15 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
  • …
  • 7

Ayúdanos a ser sostenibles

Somos una organización sin fines de lucro que se sostiene con donaciones de entidades e individuos, no gobiernos. Apoya nuestra independencia editorial.

11 años en línea

11 años en línea

¿Quiénes Somos?

La Joven Cuba es un equipo de investigación y análisis político que trabaja por un país justo, democrático y sostenible. Con una plataforma digital y un equipo especializado en el análisis de la realidad cubana, aspiramos a ser punto de enlace entre la sociedad civil y los decisores, mediante la investigación y la generación de conocimiento sobre la aplicación de políticas públicas.

@2021 - Todos los derechos reservados. Contenido exclusivo de La Joven Cuba


Regreso al inicio
La Joven Cuba
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto
 

Cargando comentarios...