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Equidad

Estudio de las condiciones de equidad social y propuestas que contribuyen a erradicar la pobreza y la desigualdad

antirracista

Lectura antirracista sobre la muerte de otro joven afrocubano

por Alexander Hall Lujardo 5 julio 2022
escrito por Alexander Hall Lujardo

La muerte de Zinadine Zidan Batista Álvarez a manos de las autoridades policiales, fue reportada en horas de la tarde del viernes 1ro de julio de 2022 y ha conmocionado a gran parte de la sociedad cubana. Las primeras noticias que circularon en redes sociales, mediante videos y testimonios de los presentes, ilustran el incidente como resultado de un altercado que ocasionó el despliegue de un operativo policial que culminó en el fatídico suceso.

No pretendo asumir en este texto una perspectiva hechológica de las circunstancias en que se produjo la muerte de la víctima; procuro más bien arrojar luces sobre las condicionantes que ocasionan la reproducción de estos eventos, bajo dinámicas similares de una recurrencia llamativa, que han provocado el deceso de varios ciudadanos de piel negra en intercambios violentos con miembros armados del Ministerio del Interior.

Zidan Batista se suma a otros jóvenes afrodescendientes que recientemente han perdido la vida a manos de la PNR como resultado del uso letal de la fuerza. El listado está precedido por: Hansel Ernesto Hernández Galiano (24 de junio de 2020), Yamisel Díaz Hernández (5 de julio de 2020) y Diubis Laurencio Tejada (12 de julio de 2021). Este tipo de hechos se produce en circunstancias en que la oficialidad alega peligro para su vida como elemento justificativo de tales procedimientos.

En todos los casos predomina en la institucionalidad la ausencia de un protocolo para tramitar demandas ante las autoridades, así como la contratación independiente de profesionales para el esclarecimiento de los hechos e indemnización económica de los familiares afectados. En tal sentido, persiste un escenario de opacidad que favorece al aparato del Estado en detrimento de los derechos ciudadanos.

Este desamparo resulta aún más lacerante cuando quienes se ven involucrados en estos acontecimientos son personas que viven bajo condiciones de pobreza y preterición económica, como resultado de la histórica desventaja que caracteriza la diferenciación socioclasista. Dichos argumentos han sido avalados por estudios sociológicos, históricos y antropológicos que dan cuenta de la desigualdad que persiste entre los distintos componentes del país.

Según una investigación efectuada por el Centro de Antropología de la Academia de Ciencias de Cuba en los años noventa, el 58 % de los blancos considera que los negros son menos inteligentes, el 65 % de la muestra afirma que estos no tienen valores ni decencia, mientras que un 68 % asevera estar en contra del matrimonio interracial. El elevado porciento de personas con esa mentalidad se ampara en una racionalidad que reafirma el predominio de un imaginario racista ampliamente extendido.

En el 2019, un estudio desarrollado por el instituto alemán GIGA arrojó que el 98 % de las empresas privadas en Cuba son propiedad de personas blancas. El mismo análisis ratificó que el 50 % de este componente es poseedor de una cuenta bancaria contra el 11 % de personas negras. En cambio, solamente el 3 % de ellos alega haber viajado al extranjero, mientras el 31 % de las personas blancas ha gozado los beneficios de semejante privilegio.

La realidad descrita evidencia una gran diferenciación clasista por color de piel, elemento que incide en la reproducción de actividades al margen de la legalidad entre personas negras, sector que presenta además elevados niveles de desempleo según las cifras del último censo publicadas en el 2016.

Todo ello provoca que muchas de las actividades realizadas por las personas de mayor melanina en la piel estén ceñidas a normas cívicas que tipifican determinadas conductas en ámbitos carentes de condiciones para una vida digna, lo que contribuye a la extensión de patrones asociados a la marginalidad como elemento intrínseco de su comportamiento. A su vez, esto ocasiona que sean más proclives ante las autoridades a la solicitud de identificación, realización de cacheos, así como detenciones por sospecha de delito. Y aunque el estado cubano no ofrece datos estadísticos al respecto, los especialistas refieren que la mayoría de la población penal está compuesta por sujetos racializados.

El imaginario delincuencial sobre las personas negras y mestizas se encuentra sustentado, además, por condiciones de vida relegadas a los peores sitios de convivencia, caracterizados por el abandono estatal, la insalubridad y el deterioro de una infraestructura que deja pocos márgenes a la inserción social. Este proceder se agudiza por la extensión de estereotipos que visibilizan al negro(a) como no apto para determinadas actividades laborales, por considerarlo carente de condiciones acordes a empleos que demanden la presencia de un paradigma estético apegado a patrones eurocéntricos.

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El imaginario delincuencial sobre las personas negras y mestizas se encuentra sustentado, además, por condiciones de vida relegadas a los peores sitios de convivencia. (Foto: Hacemos Cuba)

¿Necropolítica?

La violencia episódica del accionar represivo está usualmente acompañada por el predominio de una violencia sistémica, que relega a los afrocubanos(as) a los peores espacios de remuneración, lo que incluye sitios de segregación que generan la expansión de desigualdades y una restricción en su capacidad de compra. Téngase en cuenta que por cada dólar que recibe un afrodescendiente, las personas blancas pueden ser capaces de apercibir hasta cinco veces más. A tenor con ello, se perpetúan sus condiciones de marginación, atendidas de manera poco eficiente por las autoridades, que proponen estrategias de reparación y asistencialismo epidérmico no dirigidas hacia la raíz estructural del fenómeno.

El contexto cubano no está caracterizado por la definición necropolítica, propuesta por el teórico y filósofo Achille Mbembe. Este autor enuncia que, como resultado del modelo neoliberal que tiene lugar en el continente africano, la vida humana se convierte en fin mismo de la acumulación capitalista; a diferencia del pasado esclavista de la modernidad, donde el sujeto negro era entendido como mero instrumentum vocale en los ciclos de obtención de las riquezas, a través de las relaciones sociales de producción establecidas.

No obstante, el escenario antillano adquiere expresiones más evidentes de capitalización que endurecen la vida de los afrocubanos(as). Dado su endeble situación económica, estos han pasado a ocupar los peores sitios del trabajo asalariado bajo deprimentes garantías laborales. A su vez, el aumento en los niveles de pobreza e inseguridad alimentaria inciden en su deterioro económico, al tiempo que los efectos de la escasez tributan hacia una severa restricción en sus niveles de consumo.

Estas condicionantes desvían parte importante de sus actividades al sector no legal del mercado, debido a la incapacidad gubernamental para garantizar la viabilidad de un modelo que ofrezca bienestar social por vías convencionales. De tal manera, esto contribuye a la extensión de estrategias criminalizadas que, sumado a la violencia sistémica en la reproducción de patrones de dominación, obstaculizan las alternativas autonómicas de emancipación y autoorganización, cuyo marco restrictivo lesiona su prosperidad e independencia económica, subordinada al verticalismo estatal y/o la servidumbre que implica la sujeción a las lógicas del capital privado.

El predominio de este depauperado escenario refleja la ausencia de posibilidades para el mejoramiento cualitativo en la vida de los subalternos. De igual forma, predomina la inexistencia de acciones afirmativas dirigidas a revertir los efectos de la desigualdad.

A su vez, resulta evidente la carencia de metodologías adecuadas en los órganos policiales para un tratamiento humanista hacia la población afrodescendiente, como debe caracterizar el desempeño descolonizado de las autoridades. Todo ello reafirma los enormes desafíos para enfrentar el racismo sistémico que predomina en la sociedad cubana, al tiempo que resulta indiscutible la responsabilidad del estado en su sostenimiento.

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El escenario antillano adquiere expresiones más evidentes de capitalización que endurecen la vida de los afrocubanos(as). (Foto: Eliana Aponte / The New York Times)

A pesar de que las instancias gubernamentales alegan la ausencia de racismo institucional, resulta aberrante la forma en que el Ministerio del Interior justifica el uso desproporcionado de la fuerza mediante la emisión de una declaración en la que reproduce los marcos estigmatizantes de la criminalización, cuando exalta —contra toda norma ética y accionar responsable— los antecedentes policiales del fallecido, acto que pretende resaltar un prototipo delincuencial en quien ha sido en realidad la víctima mortal del desenlace y padece las consecuencias orgánicas de la opresión. 

La solución debe ser estructural e inclusiva

Para el abordaje del fenómeno racial, las instancias gubernamentales han optado por atrincherarse en: discursos triunfalistas, omisión de estadísticas, adopción de prácticas excluyentes hacia el activismo crítico, predominio de una concepción paternalista/colonial de matriz estadocéntrica, instrumentalización de la racialidad en función de intereses populistas, a la vez que han adoptado estrategias que promueven la condición de «eterno agradecimiento» que se aparta de los propósitos emancipatorios.

La conjunción de esos factores poco contribuye a la resolución definitiva de un asunto complejo, que requeriría una transformación estructural y participación política inclusiva, tanto de la amplia composición ciudadana como de aquellos actores que han sido fundamentales en la visibilización del fenómeno.

La situación demanda además una extensión de valores antirracistas, potenciación de espacios culturales que reivindiquen las tradiciones afrodescendientes, gestión de alternativas económicas de reparación racial, consecución de nuevas herramientas teórico-metodológicas en los niveles de formación educacional, incorporación a los medios de comunicación de los numerosos aportes realizados desde diversos campos de las ciencias sociales, mayor transparencia de los informes públicos para la realización de análisis certeros y penalización de las acciones discriminatorias, como se ha realizado en otros países de América Latina.

Igualmente, es impostergable la adopción de estrategias integrales dirigidas a erradicar el flagelo de la composición social del país, al ser esta una de las deudas históricas del proyecto revolucionario jamás saldadas con la población residente de la Isla, a pesar de las reiteradas promesas instrumentales sobre su definitiva erradicación.

5 julio 2022 26 comentarios 1,8K vistas
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Negros

«Cosas de negros, negocios de blancos»

por Alberto Abreu Arcia 9 junio 2022
escrito por Alberto Abreu Arcia

Roberto Zurbano Torres: crítico cultural y militante antirracista

***

A.A.: Las innumerables investigaciones realizadas en Cuba sobre marginalidad, movilidad social, reproducción de la pobreza asociada al color de la piel señalan brechas e indicadores preocupantes. Desde tu condición de intelectual y activista afrocubano, que durante tres décadas ha estudiado las diferentes desarticulaciones, tensiones y dinámicas que atraviesan al campo cubano de las negritudes, me gustaría que conversáramos sobre estas problemáticas relacionada con la equidad y la justicia racial.

Te propongo comenzar por una pregunta que quizás debería ser la última. ¿Cómo están afectando a la población no blanca el fenómeno de la pandemia, las medidas de reordenamiento económico y el recrudecimiento del bloqueo estadounidense?

R.Z: La población no blanca, como la defines, ha sido muy afectada. Para decirlo con propiedad: ha empeorado su situación, no solo por las últimas inclemencias económico-sanitarias; sino por la falta de una mirada crítica y autocrítica del gobierno a la situación racial en Cuba y la incomprensión política de los sujetos. No olvides que antes era prohibido abordar el tema racial. Te castigaban o convertían en un muerto civil. Los ejemplos abundan, pero solo mencionaré a Walterio Carbonell.

Esa subestimación de lo racial generó una desatención que se naturalizó en la misma medida que era un tema peligroso para el debate público. Así se perdió el significado político de las cuestiones raciales y las subjetividades negras fueron lanzadas al pasado, al folklore y a un concepto de cultura vacío de complejidad y futuridad. Este proceso, que trato de resumir brevemente, provocó un tratamiento sub-diferenciado a la población no blanca, particularmente a esa mayoría escasa de recursos materiales.

Si lo ves fríamente, durante la pandemia la gente negra tuvo los mismos tratamientos médicos y vacunas que los demás, pero… no siempre pudieron quedarse en sus casas, ahora más hacinados que nunca, dependientes de un mercado informal o de salarios muy bajos. Quiero decir, luego que sales del hospital, ¿hacia dónde vas? Y ¿cuáles son las condiciones que encuentras allí?

¡Ah, pero tales condiciones no son culpa del caotizador reordenamiento ni del recrudecido bloqueo, porque surgieron muchísimo antes de la pandemia, generadas por la desatención gubernamental que, tras los sucesos del 11J, se trata de reducir en los llamados barrios vulnerables, cuya demografía indica una mayoría negra y mestiza.

Aun así, no pretendo obviar la pandemia, el reordenamiento ni el bloqueo, solo indicar que estos vienen a formar parte de un paisaje más antiguo y complejo, donde se reproduce la subestimación político-racial, la emigración interna y la creciente pobreza.

En ese contexto, la pandemia afectó más a esta población negra, por las desventajas que creó el desamparo durante tanto tiempo. Toda ayuda que llegue a estos barrios será bien recibida. Ojalá que el fundamento del apoyo no se limite a la cuestión material, sino que también ayude a transformar los sujetos e identidades, su estima y entorno sociocultural.

Negros

Walterio Carbonell

¿Consideras que los intelectuales, artistas, proyectos-grupos, activistas comunitarios, líderes y lideresas inscritos en el campo cubano de las negritudes han tomado conciencia de estas brechas de equidad y reproducción de la pobreza que afecta a la población negra, o se trata de una problemática no visibilizada lo suficiente? ¿Cuáles son los principales diagnósticos y demandas que aprecias en este sentido?

El activismo antirracista cubano adolece de una visión histórica sobre esfuerzos antirracistas anteriores. Bregamos con visiones unilaterales de poco calado y acciones que no articulan lo que realmente significa ser negro en un país heredero del esclavismo, el republicanismo y la actual crisis del socialismo. Vivimos en medio del Caribe, doblemente aislados, por el mar y por una cultura eurocéntrica, cuyo proceso de blanqueamiento aún se recicla impunemente, no solo en lo cultural y demográfico.

Es raro ver una familia negra que enseñe orgullo o conciencia racial a sus hijos. Eso produce un vacío en su identidad personal y social que afecta su autoestima y le obliga, constantemente, a integrarse a ese contexto eurocéntrico donde lo blanco y europeo está cada vez más sobrevalorado, poseen instituciones propias y promueven sus legados y sus conexiones actuales sin problemas. No es el caso de la historia social del negro en Cuba, cuyas instituciones han desafiado devaluaciones, acusaciones y hasta desaparición.

En los cabildos afrocubanos, sindicatos, partidos y sociedades negras, desde el siglo XVII hasta el largo siglo XX cubano, siempre hubo consciencia de la desigualdad y opresiones que afectaban la población negra. Nunca fue una problemática invisible. Ya en el siglo XIX una intelectualidad negra, en sus propias publicaciones periódicas, denuncia la desigualdad racial y propone resolverla de diversos modos.

En este siglo XXI han surgido varios proyectos antirracistas —sociales, religiosos, educativos, culturales, políticos, feministas, etc.— que expresan las demandas de un grupo social discriminado. Tal discriminación ha sido directa o sutil, consciente o inconsciente, visible o invisible; pero discriminación al fin. Nuestros políticos tardaron mucho en reconocer: primero, que existe racismo en Cuba. Segundo, que el antirracismo tiene un significado político e histórico en nuestras vidas y luchas sociales.

Y tercero, lo insuficiente del reconocimiento social y la participación de este grupo racial en los principales temas de la agenda nacional. Eso no se logra únicamente con la representación, sino con la participación y el respeto a los derechos, el conocimiento, legado, diálogo y consenso con dicho grupo social.

Mas, siendo autocríticos, tampoco hemos sido eficientes en hacer que se reconozcan nuestros aportes y nuestro rol como ciudadanos en el ejercicio de derechos. «Cosas de negros, negocios de blanco», es un proverbio con el que mi abuela Enriqueta ilustraba cómo, frecuentemente, dejamos que otros decidan por nosotros: la manera de promover nuestra cultura, organizar nuestras religiones, debatir nuestros conceptos, de emanciparnos, y el modo en que nos integramos a una cultura nacional donde el lugar de lo afro y lo negro continúa siendo instrumentalizado, marginalizado y, sobre todo, aplazado una y otra vez.

A lo largo de su historia, la comunidad afrocubana desarrolló modelos de asociación y resistencia (cabildos, cofradías, sociedades de color, clubes, etc) que le permitieron no solo preservar sus saberes ancestrales y ayudar a negro/as y mulato/as a salir, económica y socialmente, adelante. Como expresión de esta misma voluntad germinó un corpus de textos de pensadores afrocubanos que reflexionan sobre la situación socio-económica de negros y mulatos y su empoderamiento

¿Qué impacto podría tener la reivindicación de aquellas experiencias y de otras zonas de nuestra memoria colectiva en el desarrollo de estrategias que, desde la sociedad civil, ayuden a revertir esta inequidad?

Te repito: es casi imposible que se puedan reivindicar experiencias anteriores a 1959, sobre todo porque nadie las conoce: no se publican ni estudian sus libros y columnas periodísticas. Los pensadores negros antirracistas cubanos son grandes desconocidos a quienes no se dedican tesis universitarias ni homenajes; y no por la falta de profundidad en sus obras.

Esta invisibilización o borradura de nuestra historia no es casual y muestra el blanqueamiento del pensamiento social cubano. Si no, ¿por qué son tan desconocidas figuras como Sandalio Junco, Alberto Arredondo, Damasa Jova, Gustavo Urrutia, Salvador García Agüero, Carlos Moore, Walterio Carbonell, o Juan F. Benemelis? Nuestra memoria colectiva ha sido mutilada con un tajazo discriminatorio al enorme legado antirracista cubano, ojalá esta frase no parezca radical o exagerada a los editores; pero dudo que tengan una definición mejor.

Me parece clave refrescar este legado de activismo antirracista, estudiarlo y quizás, hasta aplicar muchas de sus ideas. Estamos en el siglo XXI, claro, pero esa acumulación cultural permitiría pensarnos mejor, evaluar lo que funcionó y lo que no, encontrar valores ocultos y coincidencias en ideas que hoy nos parecen nuevas, pero en realidad han sido fijas en la historia de nuestro grupo racial, como la idea de los afro-emprendimientos, que tiene más de un siglo en Cuba.  

En ese patrimonio antirracista hay una fuente de ideas y experiencias que fracasaron o triunfaron en su momento. Debemos renovar o desarrollar otros modos de emancipación social que transformen la actual situación racial. Algunas podrían convertirse en políticas públicas si se trabajan con inteligencia. Es un gran desafío.

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Debemos renovar o desarrollar otros modos de emancipación social que transformen la actual situación racial. (Foto: Twitter)

¿Cómo son posibles estos indicadores y diagnósticos, a pesar de las políticas y legislaciones dictadas por la Revolución desde su llegada al poder que decretaron el fin de la discriminación racial y del racismo antinegro?

La Revolución, quizás ingenuamente, consideró que solo las medidas universalistas de los años sesenta eran suficientes para transformar a todos los sectores sociales: tres leyes de Reforma Agraria, una de Reforma Urbana, la Campaña de Alfabetización y la creación de organizaciones como la FMC o la ANAP beneficiaron a campesinos, mujeres, pobres y analfabetos.

Fueron acciones afirmativas que decidieron la movilidad social de dichos sectores. Pero, aun dentro de ellos, comprobarás cómo la población negra tuvo otros obstáculos que impidieron su «salto» como grupo. Como sabes, sobran estudios, comparaciones y estadísticas sobre esta «diferencia» o problema social.

Las variables raciales fueron expulsadas de la política y las ciencias después de aquellos textos y discursos que, a partir de 1962, decretaron el fin del racismo en Cuba. Y se hizo el gran silencio. Fue un vacío conceptual que generó distorsiones, incomprensiones y represiones sobre la legitimidad de la cuestión racial en la construcción de la nueva sociedad.

La ausencia de este debate y su subestimación política no permitió un flujo natural de ideas o propuestas sobre el tema racial. Únicamente fue y es atendible como parte del conflicto ideológico del diferendo Cuba-EE. UU.; fuera de ese universo todo se reduce, se aplaza y se subordina a otras cuestiones.

Por eso el activismo antirracista ha sido tan marginalizado, perseguido y coaptado. Y eso explica que el tema aún no logre insertarse, con acciones prácticas y conceptuales, en la agenda nacional. No solo es una cuestión local, sino regional y transnacional que seguimos cargando como pesada cruz en la espalda de la gente que más la sufre.

¿Cuánto pudiera ayudar el Programa Nacional Contra el Racismo y la Discriminación Racial en la implementación de acciones que favorezcan a la población afrodescendiente?

Este Programa Nacional, anunciado hace dos años y medio, lo entiendo como la estrategia o política racial que durante seis décadas faltó para complementar las medidas universalistas (salud, vivienda, educación, etc.) que se tomaron en los sesenta. La gran ausente fue una política racial que, finalmente, nos exige su lugar en el debate sobre la nación y su futuridad: reconocimiento y redistribución ha sido la pareja dialéctica que se ha impuesto en todas partes, también en Cuba.

Por suerte, ya hay suficientes investigaciones y resultados científicos como para iniciar una transformación real de la situación racial en Cuba. El activismo identificó y denunció el problema hace cuatro décadas, y en las últimas de ellas la Academia generó suficientes herramientas y diagnósticos. Solo faltan las políticas, las leyes y la aplicación de ambas.

Pero, ¡ojo!: para que este tipo de programa funcione deben ser convocadas todas las fuerzas emancipatorias y antirracistas de la sociedad en función de una tarea muy compleja. Sin una real articulación de estas fuerzas, conciencia y conocimiento de las problemáticas raciales en Cuba, más una voluntad política y económica que las priorice, será imposible obtener buenos resultados.

La cantidad de reuniones, comisiones, diagnósticos y spots publicitarios no determina el resultado del Programa si no expresan críticamente las necesidades de una población negra disminuida en sus derechos. Experiencias anteriores enseñan que una Comisión puede convertirse en un juguete que hace perder tiempo, energías y la oportunidad de construir un modelo social antirracista en la región.

Por otro lado, estemos atentos a la recomposición burguesa que viene estimulando en Cuba un fundamentalismo discriminatorio, no solo religioso. Hay fuerzas reaccionarias gestando el enriquecimiento de ciertos sectores poco interesados en la calidad de vida de otros sectores crecientemente empobrecidos, donde los negros siguen siendo mayoría. Esta simple realidad, ¿te parece exagerada?

Tomo un par de ejemplos: La construcción de viviendas para el pueblo vs. los hoteles de corporaciones poco dadas a la transparencia estatal, así como la permisibilidad con que los nuevos capitalistas generan nuevas opresiones y exclusiones para sus trabajadores y clientes.   

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Hay fuerzas reaccionarias gestando el enriquecimiento de ciertos sectores poco interesados en la calidad de vida de otros sectores crecientemente empobrecidos, donde los negros siguen siendo mayoría. (Foto: Cibercuba)

¿Cómo diseñar entonces políticas públicas, acciones afirmativas desde la perspectiva de las afro-reparaciones y la justicia racial? ¿Qué experiencias existen en comunidades afrodescendientes en América Latina y el Caribe que puedan ser de utilidad al escenario cubano?

Hay muchas experiencias en toda Latinoamérica: sectoriales, comunitarias, culturales, feministas, legales, de micro y macropolítica. Son ganancias de largas luchas, debates, diálogos y consensos de las comunidades afro, la sociedad civil, la academia y los políticos. Hasta las constituciones se erigen espacios en función de reducir la discriminación, combatir el racismo y luchar por la igualdad.

Han sido duras estas batallas y en medio de ellas siempre se intentó dividir las fuerzas antirracistas con métodos de una mezquindad inimaginable. Es un viejo ardid que nos acompaña desde la esclavización y que no siempre sabemos advertir y enfrentar con ética e inteligencia. No voy a precisar cuáles de esas experiencias pueden servirnos o no, teniendo en cuenta que el racismo es el mismo pero los contextos son diferentes y los modos de permisibilidad y visibilidad también han cambiado mucho en los últimos veinte años.

Siempre me llamó la atención como Lula logró instrumentar en Brasil un Ministerio o Secretaria de Estado por la Igualdad Racial (SEPIR), y aunque fue insuficiente, habrá que revisar ciertos fallos estructurales y errores estratégicos que allí incidieron. Luego, la experiencia avanzada de Uruguay es increíble, aunque no perfecta. En Colombia ha sido muy difícil, pero muestra sus logros gracias a la coherencia, resistencia y brillantez de muchos líderes entregados hasta la muerte a la tarea antirracista, ligada a otras opresiones.

Sucede que los puntos de partida no son los mismos y no siempre es bueno compararse, como frecuentemente se hace en Cuba respecto a Estados Unidos. Recuerdo que en los noventa, muchos críticos del antirracismo cubano nos acusaban de copiar a los afronorteamericanos. Claro, si desconoces la tradición antirracista cubana, anterior a la afroamericana, puedes terminar copiando.

Y lo peor es que, como vivimos de espaldas al Caribe, obviamos la fuerte tradición caribeña, desde el surgimiento de los cimarrones en Surinam, pasando por la Revolución haitiana, el sindicalismo anglocaribeño hasta llegar al impacto de la diáspora caribeña en los EE.UU. Sin que haya que dejar de admirar a los grandes pensadores negros norteamericanos, casi todos hijos o nietos de caribeños.

Toda esa tradición ha de ser tomada en cuenta, Alberto, y también cada esfuerzo del activismo antirracista de los últimos treinta años en Cuba, pues abrió, y profundiza aún, otros caminos. Sobre las afro-reparaciones, hay discursos de Fidel y Raúl Castro, fuera de Cuba, apoyando esa estrategia, pero ningún funcionario cubano los ha replicado y es un tema medio fantasmal.

Sé que es muy difícil adentrarse en ese debate; pero nos toca. Hablar de justicia racial en Cuba es un tema incómodo, que termina acusando a los negros de desagradecidos. Lo más difícil ha sido luchar contra un pensamiento colonial de izquierda; es el peor de los colonialismos porque resulta incapaz de reconocerse como tal y genera una actitud defensiva y cerrada que no permite los diálogos y aprendizajes necesarios.

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Sobre las afro-reparaciones, hay discursos de Fidel y Raúl Castro, fuera de Cuba, apoyando esa estrategia, pero ningún funcionario cubano los ha replicado y es un tema medio fantasmal. (Foto: Cibercuba)

Una de las carencias que frustra muchas de las iniciativas, acciones y proyectos destinados al empoderamiento de la población afrodescendiente en Cuba, es la relacionada con los financiamientos. Carecemos de las prácticas para buscar esos fondos y, por otra parte, no creo que exista en las agencias europeas una sensibilidad hacia la comunidad afrodescendiente. ¿Cómo lidiar con esta situación?

Hace diez años publiqué un texto que titulé «Doce dificultades para enfrentar al (neo) racismo» (Rev Universidad de La Habana, no. 273, 2012) y no me queda otra opción que glosarlo. La pobreza negra es una de las evidencias más contundentes de la asimetría estructural que caracteriza a una sociedad donde las desigualdades tienen color. Este grupo racial desconoce la acumulación de capitales y patrimonios. No hay costumbre de manejar fondos, créditos u otros modos de financiamiento.

Dicha incapacidad o desconocimiento visceral que tenemos como grupo social sobre la cuestión económica, viene de una real desposesión: fuimos saqueados hasta de nuestra condición humana, así que: ¿de qué patrimonio podemos hablar? Las relaciones económicas son relaciones de poder, ejercicios de salón y de fuerzas entrenadas, son herramientas de clases dominantes que comparten dichas relaciones solo entre ellas. No te olvides que en nuestra islita también padecemos nuestra propia colonialidad.

Lidiar con tal dificultad es una de las claves de nuestra emancipación socio-racial. Se necesitan entrenamientos, becas, créditos y apoyo sistemático. Es otra puerta que debemos abrir en Cuba. Muchas organizaciones y organismos internacionales han entendido este fenómeno y diseñan estrategias para ello. Es uno de los puntos más complejos de las afro-reparaciones.

No siempre el estado o el gobierno van a cubrir los déficits de tipo económico, tecnológico, etc. La sociedad civil ha de jugar su papel a través de organizaciones e instituciones propias, con tareas muy específicas —a veces técnicas, otras veces tácticas—, para la emancipación real de este grupo social.

Las políticas de redistribución social y acciones afirmativas, aunque no se reconozcan en nuestro contexto con dichos términos, son estrategias definitorias en lo económico. Después del 2011, Año internacional de los Afrodescendientes, logramos que la ONU declarara en el 2015 un Decenio Internacional.

Y a pesar de que perdimos cinco años en una discusión bizantina sobre el termino afrodescendiente, casi al final de este período comienzan aparecer algunas políticas para la reparación e inclusión de nuestra gente. En fin, se trata de un gran desafío, no solo de la población negra, sino de toda la nación. El antirracismo no es una lucha cerrada por unos pocos derechos para una sola parte de la población, sino que trata de alcanzar, o al menos luchar, por toda la justicia. Y todo parece indicar que estamos solo en mitad del camino.

9 junio 2022 32 comentarios 3,K vistas
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Ritual

La quiebra del ritual de la subsistencia

por Mario Valdés Navia 6 junio 2022
escrito por Mario Valdés Navia

Al triunfo de la Revolución, la economía cubana clasificaba como una de las más productivas de la región y, al unísono, como una de las más desiguales. Los principales problemas socioeconómicos de entonces estaban relacionados con los altos índices de inequidad en la distribución y, por ende, de injusticia social y desproporción entre los territorios. A esto se añadía, en lo político, la imposición de la dictadura de Batista como ruptura de la continuidad democrática postulada por la Constitución del 40.

De ahí que sean ciertas las imágenes de los años cincuenta, tanto las de bodegas surtidas y avenidas iluminadas llenas de automóviles, como las de niños famélicos de vientres hinchados, desalojos campesinos y jóvenes asesinados tirados en las cunetas. Para librar al país de la tiranía y poner esa riqueza a disposición del pueblo, fue que este hizo la Revolución al precio de sus mejores hijos. Sin embargo, seis décadas después, la producción cubana ha mermado tanto que no alcanza siquiera para dar continuidad al paupérrimo ritual de la subsistencia cotidiana.

-I-

Los regímenes de socialismo estatizado y burocrático partieron de garantizar a las grandes mayorías determinados niveles a través de una combinación de bajos precios y salarios y amplios fondos sociales de consumo. Tanto Stalin como Mao postularon que las masas no debían alcanzar niveles de vida propios de clases medias, por cuanto esto estimularía las ínfulas pequeñoburguesas y pondría en peligro la uniformidad necesaria en la llamada dictadura del proletariado.

En ese entorno de escasez relativa, se enraizó un estado de cosas donde la baja calidad de los bienes y servicios, carencias y largas colas se incorporaron al modus vivendi de las mayorías en tanto rituales consustanciales a la nueva sociedad. No obstante, el igualitarismo en la distribución, la protección a los grupos vulnerables y los logros en salud, educación, cultura y deportes pasaron a ser atributos de los países socialistas y elevaron, en sentido general, los niveles de vida. Con sus peculiaridades, Cuba manifestó todos esos rasgos hasta 1990.

Ritual

Transporte público durante el Período Especial. (Foto: Havana Leaks)

Cuando ese modelo implosionó a escala global y se instauró el llamado Período Especial en Cuba, la sociedad insular presenció no solo la quiebra brusca de la vieja economía monoexportadora, sino un crecimiento de las dificultades para acceder a bienes esenciales de subsistencia (alimentos, medicinas, vivienda, servicios básicos), ahora más escasos y cada vez más caros. Parecía que si bien habíamos entrado en la crisis como un todo, cada uno iría saliendo de ella por su cuenta.

Con altibajos, esta situación se fue tornando cotidiana y las medidas tomadas por el Gobierno/Partido/Estado para relanzar la producción y los servicios, aún con  éxitos temporales, naufragaron una tras otra. Doble moneda, Batalla de Ideas, Revolución Energética, paraíso turístico del Caribe, Misiones profesionales, Zona Especial de Desarrollo Mariel… fueron otras tantas quimeras que no lograron detener la ruina de la producción nacional y el aumento de la desigualdad social.

En consecuencia, crecieron la desconfianza en las autoridades y la enajenación de amplios sectores poblacionales, en particular la juventud, evidenciada en su tendencia creciente a emigrar a cualquier parte. Haciendo oídos sordos a la presión popular y a la opinión especializada, que clamaban por reformas liberalizadoras del obsoleto modelo, el Gobierno/Partido/Estado perdió un tiempo precioso por razones de extremismo ideológico y afán oportunista en preservar la hegemonía del grupo de poder militar/burocrático tradicional.

Mientras se construían cada vez más hoteles para GAESA, la industria, agricultura, ciencia y tecnología, educación y salud, agonizaban por falta de inversiones; junto a ellas, caían estrepitosamente los niveles de consumo y la ya restringida calidad de vida de la población. Para colmo de males, cuando las medidas del presidente norteamericano Donald Trump para recrudecer el bloqueo y la pandemia de la Covid-19 azotaban con más fuerza, el ritual de subsistencia de los sectores populares fue puesto en crisis como nunca antes por una decisión interna: la «Tarea Ordenamiento».

-II-

Si bien durante años muchos abogamos por la eliminación de la doble moneda y sus múltiples tasas de cambio, creo que nadie concibió que ello se aplicara de tal forma que la cura sería peor que la enfermedad. No fue el necesario reordenamiento monetario y económico lo que agravó los males del país, sino el modo en que se efectuó, guiado por el empeño en proteger los intereses de grupos privilegiados que se sitúan por encima de las necesidades nacionales.

No haber estimulado previamente la creación de empresas privadas y cooperativas que dieran empleo de calidad a miles de trabajadores; eliminar el CUC para establecer en su lugar un creciente mercado dolarizado digitalmente vía tarjetas MLC; no adoptar mecanismo alguno para venderlo a la población; fijar una tasa de cambio sobrevaluada artificialmente y mantenerla aunque la informal, más realista, la supere cinco veces; y añadirle ahora una tercera, intermedia, para vender MLC solo a determinadas empresas escogidas centralmente; son otros tantos factores de deterioro del valor del peso cubano y, por tanto, del incremento de la inflación y hundimiento del nivel de vida de los sectores populares.

Ritual

El viejo ritual socialista de la subsistencia acaba de quebrarse en pedazos ante el peñón de los intereses particulares de un grupo de agiotistas, que han hecho de la explotación directa a los consumidores cubanos y sus familiares emigrados un modo de producción propio. Los sectores más vulnerables, en particular los adultos mayores, pensionistas y jubilados, se hallan al límite de su resistencia física y emocional ante la presión combinada de precios estatales sin subsidio, carencia de posibilidades de acceder al mercado en MLC, hiperinflación en los diferentes mercados y escasez permanente en la oferta de alimentos y otros bienes y servicios básicos.  

Basta recorrer pueblos y ciudades para notar la proliferación de grupos de ancianos, famélicos y cansados, esperando en las afueras de bodegas y panaderías a que vendan algo a precios no tan altos para hacer la cola y llevar a casa algo con que atenuar transitoriamente el hambre de la familia. Este mes de junio vienen a complicar aún más la situación las dificultades con el cubrimiento de la ración normada de azúcar, arroz y granos —de por sí insuficiente—, la continuidad de los apagones y el fuerte inicio de la temporada de lluvias.

Si la protección a los sectores más vulnerables prácticamente va extinguiéndose mes tras mes, aun cuando han sido ellos los protagonistas más heroicos y leales del proyecto de la Revolución: ¿qué queda en Cuba del viejo modelo socialista estatizado, excepto el monopolio del poder por el mismo grupo que lo ha ejercido desde hace décadas, sus descendientes y senescales?

Urge abandonar la práctica demagógica de prometer y justificar, una y otra vez, y tomar iniciativas objetivas y racionales que conduzcan a resultados más promisorios.

Entre ellas: ampliar la oferta de bienes y servicios estatales en moneda nacional; abandonar el mecanismo de expoliación de los cubanos de dentro y afuera a través del mercado en MLC; disminuir los compromisos estatales y promover la producción y venta libre de las producciones agropecuarias y la competencia entre los diferentes sectores productivos; crear un mercado transparente de divisas; renunciar al fallido monopolio estatal sobre el comercio exterior e interior; y abrir el mercado interno a comerciantes, cubanos y  extranjeros, que lo provean de bienes suficientes a precios seguramente más bajos que los de las actuales tiendas de GAESA.

Es preciso cambiar de una vez la forma de gobernar, soberbia y elitista, del sector hegemónico de la burocracia en el Gobierno/Partido/Estado, incapaz ya de plantear siquiera proyectos eficaces, viables y aglutinadores de la voluntad popular; y adoptar propuestas de solución para los problemas viejos y nuevos que incorporen los puntos de vista de la ciudadanía, tantas veces ignorados y ninguneados. Solo así podrá el pueblo cubano librarse definitivamente del triste ritual de la subsistencia que tanto amarga sus vidas, y tener la posibilidad de satisfacer sus necesidades con mayor holgura, acorde a lo que cada uno aporte honestamente al bien común.

6 junio 2022 30 comentarios 2,9K vistas
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San Antonio

San Antonio de los Baños, radiografía de la decadencia

por María Lucía Expósito 4 junio 2022
escrito por María Lucía Expósito

San Antonio de los Baños, ciudad y municipio ubicado al suroeste de la capital cubana, es también signo de marcados contrastes sociales y arquitectónicos. Perteneciente a la joven provincia de Artemisa, y otrora parte de la provincia Habana, su fundación data de 1794 y se debe a inmigrantes canarios establecidos en la ribera del río Ariguanabo.

Diez meses atrás, este poblado marcó el comienzo de las protestas acaecidas en la mañana del domingo 11 de julio. El detonante directo, como señalan varios reportes, fue el hartazgo de la población ante la carencia de alimentos y los constantes apagones, intensificados durante los últimos meses, realidad que poco ha cambiado a casi un año del suceso.

En el centro de la ciudad, el cine-casino San Antonio, sito en la avenida 41 entre 66 y 64, que fue en su momento una confortable y hermosa edificación, es desde hace años una especie de esqueleto de ladrillos a la deriva. El sitio ocupó un lugar de privilegio en los hábitos de entretenimiento de los vecinos, que tuvieron la ilusión, según han expresado, de que sería restaurado con motivo de que Artemisa obtuvo la sede por el 26 de julio en 2014.

(Fotos: María Lucía Expósito)

El municipio cuenta también, entre sus puntos de referencia, al Ariguanabo, una zona natural que dio el gentilicio de ariguanabenses a sus habitantes. El río recorre, como parte de su trayecto, la parte urbana, donde existen numerosos desechos sólidos, así como aguas albañales procedentes de viviendas y centros estatales. Su cauce se ha tornado muy estrecho por la presencia de hierba y restos de concreto, causados estos últimos por los huracanes. Los derrumbes que acortan el ancho del río, llevan catorce años sin que se haya intentado lo más mínimo por extraerlos.

El trovador Silvio Rodríguez ha alertado sobre la situación del Ariguanabo. En una nota que publicara el diario Granma en 2018, referente a la Fundación Ariguanabo, asociación liderada por el propio Rodríguez para frenar el alto grado de contaminación del río, el trovador denunció:

«Mi conciencia no está tranquila, a pesar de haber sido parte de tantas acciones y gestiones, en estas dos décadas. Aunque “nunca es tarde si la dicha es buena”, no me siento totalmente a gusto con ver llegar una transfusión, ahora que el río está en coma. Pero sálvese lo que se salve, tenga futuro o no la naturaleza que hizo a nuestra Villa, creo que una de las responsabilidades principales que va a tener esta Fundación será la de re-educar a nuestros paisanos en aquel amor a lo nuestro esencial que se nos fue apagando, o que las circunstancias nos hicieron olvidar».

(Foto: María Lucía Expósito)

Un proyecto de jóvenes poetas, cantautores y actores promueve una estrategia medio-ambiental que suma cada año un festival ecológico a la vista del Ariguanabo. El actor, poeta, activista medioambiental y performer Alexander Diego Gil, junto a un grupo de ariguanabenses, han alertado igualmente —a través del activismo en redes, la poesía, el teatro y las costumbres sincréticas del pueblo—, sobre el deterioro del río ante el abandono institucional.

Muy cerca de una de sus márgenes, viviendas conocidas como llega y pon conviven en estado deplorable, en medio de la precariedad económica, y estableciendo marcadas diferencias con las de los barrios contiguos. Otra muestra de desigualdad se avista en la zona situada unos metros al frente de la estación de trenes de San Antonio de los Baños.

Por los mismos predios, la conocida cueva del sumidero, marcado accidente geográfico y punto fundacional del municipio, donde el río se sumerge para continuar su curso en forma subterránea, es otro signo evidente de vertederos y polución.

(Fotos: María Lucía Expósito)

El Portal Ariguanabo, vocero de las decisiones del gobierno local, informó el pasado 10 de mayo sobre la asignación de terrenos estatales para la construcción de viviendas en calidad de «esfuerzo propio»:

«Se establecen como causales y prioridades para el otorgamiento de parcelas y solares yermos estatales: haber sido afectado por desastres, necesitado en erradicar condiciones de precariedad, casos sociales y albergados ubicados en zonas de riesgo, que incluyen peligros sísmicos, desastres naturales y otros, por interés económico-social y también para solucionar déficit de viviendas, problemas de hacinamiento y convivencia, y otros relacionados con el estado técnico constructivo».

Un recorrido general por San Antonio permite constatar el desabastecimiento y los constantes cortes de electricidad, programados entre las dos y las seis de la tarde en repetidas ocasiones. Unido a ello, los basureros y edificaciones en ruinas son, no solo malas postales, sino fotografías recurrentes de la realidad en diversas localidades de Cuba.

4 junio 2022 11 comentarios 1,7K vistas
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Privilegios

Privilegios políticos, una señal de desigualdad en Cuba

por Miguel Alejandro Hayes 3 junio 2022
escrito por Miguel Alejandro Hayes

Desde 1995, la revista bimensual de ciencia y parodia Annals of Improbable Research (AIR), hace sátira con la información científica. En sus páginas se publican experimentos absurdos o inesperados, ya sean reales o de ficción, lo cual mueve cierto público. Sin embargo, la actividad más mediática de la publicación es la entrega de los premios IG Nobel.

Se trata de una clara referencia a los premios Nobel de la Academia Sueca —la pronunciación de las palabras IG Nobel sugiere algo así como innoble—, pero en este caso se reconocen las investigaciones científicas más absurdas del mundo de la ciencia. Realizan incluso una ceremonia en la Universidad de Harvard, donde se premia, básicamente, a una investigación por hacer reír y, después, pensar.

Una breve lista de galardonados ilustra el espíritu de tal reconocimiento. En 2021 lo obtuvo una investigación de más de diez años sobre los ronroneos, gorjeos, maullidos y otros sonidos que hacen los gatos para comunicarse con los humanos.  Otro reconocimiento fue a Los efectos pulmonares y metabólicos de la suspensión por los pies en comparación con el recubrimiento lateral en rinocerontes negros (Diceros bicornis) inmovilizados y capturados mediante dardos aéreos; es decir, una seria investigación sobre los efectos de transportar vía aérea animales narcotizados (todo un reto, sí).

Privilegios

Un rinoceronte negro sedado es trasladado por aire en Sudáfrica. (Foto: WWF / Green Renaissance)

Algunos científicos se han molestado tras recibir un premio. Es el caso del biólogo español Manuel Porcar, quien inicialmente afirmó que no le vio la gracia a ganar un IG Nobel por su estudio sobre las bacterias en los chicles pegados en el suelo de diferentes ciudades del mundo con fines forenses y como lucha contra la contaminación.

Los implicados

En 2021 también se entregó un IG Nobel de Economía a Pavlo Blavatskyy, nada más y nada menos que por descubrir que la obesidad de los políticos en un país puede ser un buen indicador de corrupción. Blavatskyy es profesor de la Universidad de Montpellier en Francia y, al igual que cualquier premiado en los IG Nobel, su investigación tenía intenciones muy serias (y lo era).

El profesor analizó más de trescientos ministros de al menos quince países postsoviéticos en 2017, a partir del estudio de la masa corporal media de los funcionarios seleccionados, y de datos del Banco Mundial y Transparencia internacional. Encontró que existe una alta correlación estadística entre el nivel de corrupción y la masa corporal de los gabinetes, para concluir que «la gran corrupción política latente es literalmente visible a partir de las fotografías de altos funcionarios públicos».

La investigación, de la que varios medios se hicieron eco, no deja de ser polémica y tiene varios contra-argumentos que saltan al sentido común, pero el investigador también abordó esos elementos. Por ejemplo, encontró que los países con gabinetes en sobrepeso se caracterizan por no tener mucho sobrepeso en su población. Asimismo, demostró como cierta la falacia lógica derivada: los gabinetes menos corruptos eran menos delgados que su población.

Sin embargo, lo más relevante de la investigación parece estar claro: de los países estudiados, los más corruptos eran los más pobres, y en ellos, aunque existen dificultades para la subsistencia, los gobernantes son obesos.

Privilegios

Emomalí Rahmón, jefe de estado desde 1992.

¿IG Nobel en Cuba?

1. Cuba no aparece en los índices de Corrupción que ofrecen el Índice de Percepción de la Corrupción en Transparencia internacional y en el Banco Mundial, porque estas instituciones no tienen datos para ello. Estos son dos índices diferentes realizados a partir de la información ofrecida por dicho Banco Mundial, por el Fondo Monetario internacional, así como por expertos y empresarios locales de cada país. Tales índices miden aspectos como: sobornos, malversación de fondos públicos, funcionarios que utilizan su cargo para obtener lucro personal sin afrontar las consecuencias, capacidad de los gobiernos para prevenir la corrupción en el sector público, entre otros.

2. Cuba tiene, según las cifras encontradas y publicaciones del MINSAP, un problema de obesidad de la población en ascenso, de ahí que ocupe el lugar 56 en un ranking mundial. Estola sitúa con más obesidad porcentual que todos los países del estudio de Blavatskyy es decir, tenemos más porciento de índice de masa corporal (IMC) que los países mejor parados del estudio.

3. Por último, es un país con escasez de bienes de primera necesidad, por tanto, de un alto costo de la vida. Lo anterior parece sugerir dos cosas:

  • el gobierno cubano no tiene interés en participar en el cálculo de estos índices, lo cual también es una señal de la salud de la democracia cubana y de la posible participación real de la ciudadanía en el control de los poderes potencialmente públicos.
  • Siguiendo la lógica de los resultados de Blavatskyy (según la cual, en los países de menor corrupción encontró dirigentes con menor IMC que el promedio de la ciudadanía), como Cuba tiene una población más obesa que los países del estudio, de ser un país con baja corrupción, lo esperado es que deba tener un gabinete delgado.
Privilegios

Presidente Díaz Canel y primer ministro Manuel Marrero (Foto: PL)

La corrupción en Cuba

El gobierno cubano está lleno de gordos, o al de menos barrigones, literalmente.  Sin embargo, es cierto que para Cuba no es posible establecer con claridad la ortodoxa correlación de Blavatskyy, en tanto no se pueden usar sus mismas fuentes de datos. En cambio, se puede tener una idea de la magnitud de la corrupción si se reflexiona sobre el entorno específico de la institucionalidad insular.

La corrupción necesita un mínimo de condiciones para existir. Primero, que se ejerza un poder sobre determinado recurso, tangible o intangible. Es decir, se debe tener alguna capacidad de decisión sobre aquello en lo que sucederá la corrupción. Luego, es preciso que ese poder de decisión disfrute ciertos grados de libertad, es decir, debe haber una relativa ausencia de mecanismos de control sobre los recursos.   

En Cuba es fácil constatar cómo la verticalidad rige la administración de recursos, respaldada por el principio de centralismo democrático (eufemismo de verticalismo). A tenor con ello, por ejemplo, los jefes de las OSDE solo son fiscalizados por sus jefes, o por los que estos autoricen, en dependencia de una supuesta política estatal; del mismo modo, los directores de empresas no son fiscalizados por sus trabajadores.

La misma lógica se repite en organizaciones políticas, en las que sus dirigentes no están obligados a rendir cuentas a los de rango inferior. Tal es así, que esa dinámica contamina toda la gestión pública. No se rinde cuenta a los ciudadanos de qué, quién, cómo, en qué plazo, dispone del dinero y los recursos del país (un buen ejemplo es que no se ha justificado y explicado ante la ciudadanía la inversión priorizada en hoteles, así como la desprotección de la producción nacional para generar clientelismo político, por ejemplo, comprando pollo a agricultores norteamericanos para supuestamente asegurar respaldo en la lucha contra el bloqueo). Tampoco ocurre a nivel municipal o provincial.

A lo anterior se suma el hecho de que los funcionarios y cuadros son designados desde arriba sin que funcionen mecanismos reales para que puedan ser revocados desde abajo. Por tanto, esos funcionarios que no se deben al electorado o sus bases, sino a sus jefes; que además cuentan con la protección de los medios, el Partido y la Seguridad del Estado; que no son cuestionados públicamente, ni es interés del Estado hacerlo, ¿qué incentivos tienen para administrar de manera honesta y eficiente los recursos públicos? Es muy sencillo decidir, a nombre del socialismo, qué hacer con recursos que son de todos.

Dicha realidad favorece que, lejos de acusar al aparato estatal de corrupto, este se acuse a sí mismo. De no serlo, debería empezar por mostrarse transparente para demostrar probidad. Mientras llega el día en que un gobierno cubano funcione con ajuste a la democracia y la transparencia, algo va quedando claro: tenemos el gabinete (y a todo un séquito que se beneficia por efecto derrame) con cierta obesidad y una corrupción institucional que es un secreto a viva voz, que además ha merecido más de un texto de sobrada credibilidad, por lo que tampoco sería alocado hacer una afirmación similar: la corrupción es visible en el físico de los cuadros.

Privilegios

Segundo Taller Cuba Sabe 2020 (Foto: Demetrio Villaurruti/Twitter)

El contraste y la variante de IG Nobel para Cuba

Siempre se puede argumentar, en favor de los dirigentes cubanos, el puesto de Cuba en el ranking de IMC, y es cierto. Pero sería muy sencillo comprobarlo si se contrastara el peso de los dirigentes con el de figuras de la oposición cubana. Habría que recordar que históricamente a la oposición se le acusa de mercenaria, de recibir financiamiento, de ser movidos por los dólares y de que su oposición al gobierno es por interés económico.

Por ende, si fuera cierto que los dirigentes son gordos por la obesidad que afecta a la población cubana; sin grandes obstáculos, ese mismo rasgo podría repetirse, incluso potenciarse, en la oposición. Para comprobar, tomé una pequeña muestra de cuarenta opositores. Se trató de un muestreo aleatorio no probabilístico, que concentró a hombres mayores de cuarenta años (para evitar sesgos asociados a ciclos biológicos) clasificando su masa corporal según mi percepción.

Los resultados fueron estos: el 25% de la muestra de gobernantes cubanos o cuadros políticos eran delgados, mientras 15% de los opositores de la muestra eran gordos. La masa corporal favorece en Cuba a los hombres cercanos al gobierno.

Sin dudas, este último ejercicio —variante criolla del IG Nobel y con fines puramente ilustrativos—, si bien no indica causalidad en tanto resultado estadístico, sí parece reflejar un hecho social: es la clase política oficial la que dispone de privilegios que marcan una brecha con el nivel de vida de muchos cubanos.

Además, resalta que no son precisamente los grupos de opositores que enfrentan al gobierno y a la represión política, los que viven en zonas residenciales de La Habana, ni sus hijos y nietos aparecen en fotos paseando en yates, carros modernos o aviones lujosos. Otra estadística, para evitar el sesgo de tener una población obesa, cuya conclusión apunta al mismo lugar.

Sin embargo, ni este ejercicio, ni ninguna estadística sobre el tema, al menos en este escenario, serán responsables del imaginario social establecido, que hace a los ciudadanos percibir el cada vez mayor distanciamiento entre los discursos y modos de vida de los grandes dirigentes y los suyos. Y son esos privilegios, económicos y políticos, la mejor señal de desigualdad en Cuba. Con o sin datos al respecto.

3 junio 2022 11 comentarios 2,3K vistas
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Casa en familia

Casa en Familia

por Teresa Díaz Canals 20 mayo 2022
escrito por Teresa Díaz Canals

¿Y qué se puede hallar en una casa vacía

 sino el ansia de no serlo más tiempo?

Dulce María Loynaz  

Últimos días de una casa

***

En febrero del presente año fui invitada a participar como oponente en un  tribunal de tesis de Licenciatura en el ámbito de las Ciencias Sociales. El hecho en sí tiene una significación, pues culmina una etapa de la vida del estudiante que defiende su investigación. Para los profesores que acompañan el ejercicio, este es parte de su rutina en el mundo académico, amén de la satisfacción de ver graduarse a sus discípulos, felices, con un título obtenido como resultado de sus estudios. No obstante, ese día tuvo una connotación especial para mí en dos aspectos:

— Ejercité una manera de hacer, de educar, que durante años fue una constante de mi vida laboral como profesora universitaria. Privada de esta posibilidad cuando comenzó la pandemia, rememoré mis viejos tiempos. Lo más difícil no es ascender, sino descender. Me reconfortan las palabras de María Zambrano en su libro Filosofía y Poesía: «he descubierto que el condescendimiento  es lo que otorga legitimidad, más que la búsqueda de las alturas […] vale más condescender ante la imposibilidad, que andar errante, perdido, en los infiernos de la luz».

— En el Instituto de Estudios Eclesiásticos Padre Félix Varela, renuevo ahora esta peculiar actividad docente. Cada vez que entro en el antiguo Seminario de San Carlos, siento algo muy especial en mi interior. Camino por los mismos lugares habitados un día por ese sacerdote nuestro, que escribió, en fecha ya lejana, en su obra cimera Cartas a Elpidio: «No hay patria sin virtud, ni virtud con impiedad».

— En la tesis Envejecimiento poblacional y espiritualidad cristiana, del estudiante Roberto Páez Vento, encontré algo que llamó mucho mi atención. En su disertación mencionó una iniciativa denominada Casa para ancianos en Familia, cuyo objetivo es ayudar a ancianos vulnerables Me pareció espectacular y novedoso que reflejara esta nueva práctica en su indagación científica.

¿Cómo dar a los cuidados caseros una actividad creadora?

Quise averiguar en qué consistía exactamente esa experiencia de la comunidad Sant Egidio. Después de terminado el acto de defensa, me acerqué a dos integrantes de la mencionada Casa que estaban presentes allí. No podía perder la oportunidad de conversar con los mismos protagonistas. Uno de ellos, Elio Amador Ricardo, comenzó a narrar la siguiente historia:

Evelio Cuesta Mustelier, un señor de elevada estatura, muy delgado, asistía a la iglesia radicada en Compostela no. 663, e/ Luz y Acosta, cerca de la plaza de Belén. Vivía solo, sin familia, en pésimas condiciones en el reparto Camilo Cienfuegos, edificio 319, apto 206. Su residencia se encuentra bastante lejos de la parroquia.

Casa de familia
La casa de Evelio cuando vivía solo.
Casa de familia

 

Un día enfermó gravemente y un grupo de feligreses de su Iglesia comenzaron a prestarle ayuda en el hospital. La oración, los pobres y la paz, son los referentes fundamentales de esta organización religiosa. Después de su lenta recuperación, había que hacer algo para cuidarlo. Coordinaron con el sacerdote y el responsable de atención a los ancianos en la comunidad, cómo auxiliar al enfermo de manera permanente.

Le propusieron entonces restaurar su deteriorado apartamento, que poseía inicialmente dos habitaciones. La propuesta que le hicieron fue que permitiera residir allí —para ayudarlos también— a dos ancianos igualmente necesitados.

La casa, que posibilitaba la habilitación de otro pequeño cuarto, fue completamente reparada al acceder Evelio a la generosa iniciativa. A partir de ese momento, él disfruta de una atención especial, acompañado, atendido, bien alimentado.

Después de la conversación que tuve con Elio, una señora se presentó como una de las personas que en la actualidad se acoge a esta posibilidad de nueva convivencia. Su nombre es Manuela Rodríguez Rodríguez, vivía en un albergue desde hace años y todavía espera que le reparen su casa inhabitable. Expresó que allí se siente feliz como nunca antes, satisfacción que se reflejaba en su rostro.

Elio, un hombre extraordinario, encontró cerca del edificio de Evelio un pequeño terreno abandonado. Allí sembró un huerto y, gracias a su perseverante trabajo, cosecha las hortalizas que se suministran en la mesa de la Casa en Familia. Esos tres ancianos son atendidos por una señora que tiene el encargo de prepararles la comida. Si un residente falleciera, sería sustituido por otro adulto mayor vulnerable.

Solucionar pequeños problemas puede ser el inicio de un aprendizaje para resolver los grandes. Claro que es imposible la solución definitiva de los vulnerables en Cuba si tomamos un solo modelo. No obstante, las imágenes habitan, al observar las fotos de este caso sentí la formación de una concha en ese espacio salvador, aquí se siente lo grande que existe dentro de lo pequeño.

Casa de Familia
Evelio Cuesta Mustelier
Casa de Familia
Elio Amador Ricardo
Casa de FamiliaCasa de Familia
Elio y Manuela Rodríguez

 

El detalle de esta manera de vivir la soledad, puede ser el signo de un mundo nuevo para un número significativo de seres humanos. En el trabajo científico que cualquier especialista despliega sobre el complejo tema que hoy nos atraviesa, es preciso primero digerir las sorpresas. Haber tomado una lupa como señal de atención y observar este aparente acto de pequeñez, es llegar a la tremenda conclusión del potencial que encierra un grupo de personas con un secreto de amor y alegría.   

Hace pocos días, el viernes 6 de mayo, precisamente en el momento que explotó el hotel Saratoga, me encontraba muy cerca del lugar del triste acontecimiento en medio de un panel que expuso acerca de la temática de la vejez. Me llamó la atención el que una joven se refiriera a la educación de los adultos mayores en sentido muy general, pues apuntó que los adultos de edad avanzada debían aprender a desarrollar un pensamiento crítico.

Recordé que cuando comencé a trabajar, en  los años ochenta del pasado siglo, los profesores de más experiencia nos advertían con insistencia sobre la necesidad de «enseñar a pensar» a los estudiantes. Tal exigencia me molestaba. Los estudiantes son seres que piensan, al igual que los ancianos. La educación se ejerce siempre en dos sentidos. Percibí en el evento que ciertos expertos conciben a este segmento de la población como una masa indiferenciada.

Esas personas, que decidieron por sí mismas unirse un día en un recinto de paz y armonía, y que se sienten felices compartiendo el pan y la esperanza, fueron muy capaces de pensar. Saben bien que no existen formas únicas de vivir, de existir; porque los seres humanos pasamos la vida inventándonos a nosotros mismos. Ellos demuestran con su convivencia que una ética de la compasión está relacionada con la libertad, porque jamás estamos del todo atados a un lugar, a una idea. La ética es una aporía.

20 mayo 2022 12 comentarios 1,8K vistas
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Igualdad

En busca de la igualdad perdida

por Mabel Torres 5 mayo 2022
escrito por Mabel Torres

Hace poco más de un año un viejo amigo puso en mis manos un ejemplar de La tiranía de la igualdad. El sugerente título y las conversaciones sobre política que sostuvimos me hacían imaginar un manifiesto liberal en toda regla. Él, abiertamente de derecha; yo, una joven de izquierda enamorada de románticos paradigmas.

Por lo general, el ser humano tiende a buscar siempre opiniones afines que refuercen los puntos de vista propios; en cambio, desecha aquello que huele a diferente y puede incluso intentar desacreditarlo. No quise pecar de esto último, sin hacer una lectura personal. Confieso que me acerqué al libro con recelo, pero también con la inquietud intelectual de conocer qué argumentos podría sostener el autor contra la igualdad. Una tarde me bastó para leer a Axel Kaiser, reconocido politólogo, académico y economista chileno.

La tiranía de la igualdad (2014), en apariencia crítico con lo que al autor denomina «derecha estatista» y demoledor con la izquierda latinoamericana, no dejaba de ser aquello que sospechaba al inicio: una loa al individualismo, con un discurso sagaz, convincente y, quizás, un poco emocional, como buen discurso político. El texto de Kaiser reflexionaba en torno a la naturaleza humana y buscaba en ella desmontar el concepto de igualdad. «La gente lucha por ser mejor y no por ser iguales», sentenciaba.

En Cuba, desde hace años escucho un discurso ambivalente acerca de la igualdad: «no se debe confundir igualdad con igualitarismo», dicen algunas consignas. La historia de las últimas décadas en el país evidencia una vuelta de tuercas al ideal de «mismas posesiones todos», enarbolado a partir del 59.

Igualdad

Con el monopolio estatal de la producción, distribución, y la mayor parte de los servicios logrado a finales de los sesenta —después de eliminar a productores independientes y monopolios que operaban en la Isla— parecía que construir una sociedad igualitaria era cosa de coser y cantar. El subsidio a actividades como salud, educación, seguridad social y deporte, y la restricción del mercado como el escenario potencial de las desigualdades sociales en aras de la planificación, completaban la receta de la felicidad.

A partir de entonces, la sociedad cubana quedó compuesta por grupos sociales muy bien demarcados: la clase obrera, el campesinado, los trabajadores intelectuales y una ínfima parte de trabajadores no estatales urbanos. Dicha estructuración socio-clasista se mantuvo estable hasta finales de los ochenta, como señala el investigador Albert Noguera en un artículo publicado en la Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe.

De acuerdo con Noguera, entre 1959 y 1989, Cuba figuró como una de las sociedades más equitativas del mundo, con una diferenciación de ingresos per cápita entre el 20% de población con ingresos más altos respecto al 20% más bajo, menor de cuatro veces. En este contexto, destacaba además que las transformaciones sociales llevadas a cabo por la Revolución alentaban un sentimiento de bienestar y calidad de vida entre la población.

Un cuarto de siglo después del triunfo revolucionario llegó una de las primeras sacudidas para el sueño socialista: el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas de la segunda mitad de los ochenta. Se trataba de un vaticinio del derrumbe del socialismo en Europa del Este y un intento por frenar la catástrofe financiera que se avecinaba, consecuencia de un modelo económico deformado, con poca diversidad y dependiente de potencias extranjeras.

El fin de la URSS y los primeros años de la década de los noventa dejaron al descubierto las enormes grietas de la economía cubana. Con una reducción del 85% de nuestras relaciones comerciales, el país se sumía en una crisis que todavía arrastramos. La sociedad comenzaba a comprobar que la igualdad, tal y como se había soñado, era insostenible, porque en una nación económicamente ineficiente no puede existir ese tipo de desarrollo.

Pero la debacle de los noventa dejó entrever otras diferencias que echaban por tierra la utopía de la igualdad. Resurgieron la prostitución y la delincuencia, creció el sector informal y Cuba poco a poco dinamizó su mercado interno. Asimismo, afloró el turismo y se despenalizó la tenencia de divisas.

Se abrió la puerta a una economía dual, con una parte sujeta a la ley del mercado de oferta y demanda, catalizador de una diferenciación social evidente en cuanto a las posibilidades de acceso a determinados bienes y servicios, comercializados en divisas. A partir de entonces comenzaban a jugar un rol decisivo en la economía cubana las remesas familiares. De hecho, se estima que entre 1989 y 1996 se ingresaron al país tres mil millones de dólares por este concepto.

Igualdad

Axel Kaiser (Foto: Pablo Monge)

Luego del 6.to Congreso del Partido Comunista de Cuba en 2011 y con la aprobación de los Lineamientos, la privatización recibió un impulso sin precedentes, pues —mientras en los noventa se permitió el cuentapropismo para un limitado número de actividades y, sobre todo, de pequeños productores— la nueva apertura otorgaba un papel más protagónico y diversificado para el sector no estatal.

Como colofón, en 2021, el gobierno amplió el espectro de actividades privadas, llamadas eufemísticamente por cuenta propia, de ciento veintisiete a más de dos mil, además de la aprobación de ley de las micro, pequeñas y medianas empresas.

Lo anterior ha representado un bálsamo necesario para una economía estancada y controlada totalmente por el Estado, que además figuraba como el mayor ofertante de empleo. Sin embargo, algunas lecturas sobre estas medidas apuntan hacia la consolidación silenciosa de un modelo de capitalismo de Estado, con restricciones en torno a la propiedad y a la generación de riqueza en manos privadas, que ha dejado en el camino la esperada mejora en el acceso a bienes y servicios por parte de la mayoría de la población. 

Mientras el discurso oficial se agota en el carácter público de la salud y la educación, aproximadamente el 70% de las familias del país vive con menos de 117 USD al mes, de acuerdo con una encuesta realizada por Statista a 1141 cubanos entre junio y julio de 2021.

La investigación de la empresa alemana, especializada en el procesamiento de datos, indica que para hogares de tres o más integrantes, dicho monto simboliza un ingreso de menos de 1,90 USD diarios por persona. En el momento en que se realizó esta encuesta, la tasa de cambio vigente en el mercado informal era de 1 USD por 50 o 60 CUP, por lo que estamos hablando de un monto que oscila entre 100 y 120 CUP. Estas cifras indican que más de ocho millones de cubanos vive por debajo del umbral de la pobreza, marcador establecido por el Banco Mundial.

Igualdad

Cuestión de matemática elemental: ante la escasez, la distribución equitativa de un poco para muchos ha significado en la práctica la socialización de la pobreza. ¿Esta era entonces la sociedad igualitaria que prometía el socialismo cubano?

La igualdad figura como un derecho, refrendado por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas que data de 1948. El documento plantea un trato similar para cualquier persona con independencia de su género, etnia, religión o posición social, como también lo reconoce la Constitución de la República de Cuba.

Sin embargo, garantizar igualdad de oportunidades para el desarrollo individual representa un gran desafío en la práctica debido a las condiciones de vida de las que parten grupos menos favorecidos, como aquellos procedentes de estratos humildes y marginados, con un bajo nivel de escolaridad y trabajos precarios o informales. 

El concepto de «equidad» pudiera convertirse entonces en una alternativa más viable y justa, en tanto no renuncia al principio de la igualdad, sino que parte del reconocimiento de las diferencias y condiciones de vida de cada ciudadano. Garantizar la igualdad implica que el Estado desarrolle políticas públicas orientadas a la eliminación de las brechas en torno al acceso a bienes y servicios básicos por parte de colectivos socialmente vulnerables.

Y aunque hasta ahora solo me he referido a la igualdad en materia económica, no debe obviarse la dimensión política. Ser iguales debe suponer también el respeto a los derechos civiles, económicos, políticos y jurídicos de todos los ciudadanos, y que disentir de una supuesta voluntad colectiva unánime no sea sinónimo de la pérdida de libertades individuales.

La igualdad conlleva que cada ciudadano disponga de una vivienda digna y de un trabajo como fuente fundamental de sustento, por solo citar dos elementos básicos. Ello contrasta con un fondo habitacional que a inicios de 2021 tenía un millón 452 852 viviendas (37% del total) con una infraestructura en mal estado o con peligro de derrumbe y un salario medio de alrededor de cuarenta dólares estadounidenses… Y en ese orden pudiera continuar el discurso con una interminable apología a la miseria de las mayorías.

Así como la justicia, la democracia o la libertad; la igualdad es intangible, no solo por su naturaleza abstracta, sino porque resulta casi imposible conquistarla por completo. Más que un logro social para la vanagloria de cualquier gobierno, representa una especie de deber ser para toda sociedad, en tanto mute y se adapte al contexto social en que vivamos.

Después de leer a Kaiser coincidí con él en varios puntos y discrepé en otros tantos, pero en algo le doy la razón: a lo que no debe renunciar ningún ser humano es a la igualdad en dignidad.

5 mayo 2022 12 comentarios 2,1K vistas
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Vivienda

La construcción de la vivienda en Cuba. Antecedentes y situación actual

por Omar Everleny Pérez Villanueva 19 abril 2022
escrito por Omar Everleny Pérez Villanueva

Cuando el gobierno cubano tomó el poder en 1959, se encontró con una parte del sector de la vivienda muy deteriorado debido al déficit habitacional existente, las notables diferencias entre el campo y la ciudad, la variabilidad de los materiales usados y la existencia de cordones de pobreza en las principales urbes, sobre todo en La Habana.

Esto lo impulsó a priorizar el mejoramiento de las condiciones de vida en el campo y a intentar erradicar los asentamientos informales en las ciudades. Sin embargo, la vivienda urbana continuó su proceso de deterioro y esto permitió que el déficit habitacional creciera.

Un sucinto análisis histórico permite conocer que en 1802 existía en la capital un promedio de cincuenta personas por viviendas, lo que demostraba el elevado hacinamiento. El censo realizado en 1899, durante la intervención del país por Estados Unidos, arrojó la cifra de 262 724 casas para más de un millón y medio de habitantes, lo que significaba 5.3 personas por edificación, aunque bajo el término casas se incluían las de una sola pieza o cuarto, los bohíos en el campo y los barracones de guano y piso de tierra.

La Habana inicia su configuración hacia zonas periféricas de entonces, fuera de escala respecto a una parte de la realidad nacional y con el deseo de competir con el vecino del Norte. Un ejemplo evidente fue la construcción del lujoso Capitolio Nacional, imitación estilística del de Washington.

Durante la primera mitad del siglo XX, la arquitectura se fundamentaba en la iniciativa constructora de la burguesía cubana, con la construcción de edificios públicos y grandes residencias privadas. El objetivo era multiplicar el capital, ya que esos edificios fueron convertidos en viviendas de alquiler. En esa época, el 74.5 % de las moradas habaneras no pertenecían a quienes las habitaban, pues estos lo hacían en calidad de arrendatarios.

A partir de la década del treinta, debido al aumento demográfico de las ciudades, especialmente La Habana, y por el creciente desarrollo comercial e industrial, comienza a registrarse un alza en la demanda de viviendas. Como paralelamente aumentaban el costo de los terrenos y el de la construcción, la casa individual empezó a ceder en preferencia ante al edificio de apartamentos colectivos, mayor en conjunto y menor en espacio habitable.

A partir de 1940, aparecen innumerables residencias privadas en lugares como Varadero, los repartos Miramar, Playa, Habana, Río Almendares, entre otros. Tales mansiones eran de alto lujo.

Vivienda

Reparto Miramar. 5ta Avenida desde el reloj de calle 10. 1931.

El promedio anual de construcción en el período 1946-1953 fue de 26,827 viviendas. Entre 1953 y 1958 creció de forma acelerada, no obstante que el déficit habitacional continuó ascendiendo y la población de más bajos ingresos carecía de domicilio apropiado. Fueron formuladas diversas políticas que buscaban la reducción de asentamientos informales en los alrededores de La Habana, así como la disminución del déficit habitacional, pero ninguna tuvo los resultados esperados.

Desde 1945 a 1958 —considerada la etapa de mayor actividad constructiva antes de 1959—, las viviendas erigidas con niveles buenos o aceptables solo pudieron satisfacer un tercio de la demanda por crecimiento demográfico.

Durante todo el siglo XX, y hasta 1958, el estado cubano construyó algunos conjuntos urbanos de importancia en la capital: en 1910 el de Pogolotti, en Marianao, y el Barrio Obrero de Luyanó, a partir de 1945. Debe señalarse también la agrupación de viviendas en el reparto Lutgardita, en Boyeros.

En ese período prerrevolucionario el estado, bajo el programa de Fondos Hipotecarios conocidos como FHA, estimuló la construcción de casas individuales en el país. Por su parte, se erigieron viviendas en barrios alejados del centro de la ciudad de La Habana, como los de Fontanar y Altahabana.

Según la investigación censal realizada en Cuba en 1953 —dirigida y coordinada por la Oficina del Censo de los Estados Unidos—, solo el 13 % de las casas existentes en el país podrían considerarse como buenas.

Buenas

13

Aceptables 20
Regulares 21
Malas 32
Ruinosas 15

Tabla 1: Estado de la Vivienda en 1953 en porcientos.

En Cuba se edificaba donde la rentabilidad fuera elevada. Ello explica que el 80 % de las construcciones consideradas buenas se ubicaran en la Ciudad de La Habana, lo que evidenciaba un desequilibrio en el desarrollo urbano del país.

La referida desproporción se repetía dentro de la misma ciudad, ya que por un lado existían un ostentoso litoral, exclusivas urbanizaciones de la burguesía, lujosos edificios de apartamentos y grandes residencias y, por el otro, enormes zonas de construcción espontánea y barrios insalubres con condiciones inapropiadas para vivir. En zonas rurales las condiciones eran más adversas, con los llamados bohíos y la insalubridad por falta de agua potable, alcantarillado y depósitos de aguas negras.

En 1959, solo por reposición de viviendas ruinosas o malas, la demanda era de 700 000, teniendo en cuenta la población y el número de viviendas existentes en ese momento.

Desde 1959 se planteó el enorme déficit habitacional que tenía Cuba, por ende, entre las primeras medidas que se estipularon en tal sentido, resaltan el intento de erradicar algunos barrios y la ley de Reforma Urbana.

Algunos de los principales barrios insalubres eliminados fueron el Manzana de Gómez en Santiago de Cuba, con la creación del Reparto 26 de julio; del habanero barrio Jesús María fueron trasladados a sectores residenciales de la propia ciudad unas 242 familias, por solo citar ejemplos.

En apenas cuatro años, hasta 1962, el llamado Instituto Nacional de Ahorro y Viviendas (INAV), construyó un conjunto de barrios representativos, a los que se sumarían los construidos posteriormente, hasta mediados de los setenta:

  1. Habana del Este (1959-1961), con edificaciones de cuatro y doce pisos.
  2. Distrito Urbano José Martí, iniciado en 1964 en Santiago de Cuba.
  3. Conjunto Alamar, a partir de 1971
  4. Edificios Apartamentos en Altahabana.
  5. Micro-distrito Central Plaza de la Revolución, con edificios altos.
  6. Reparto Lenin, en Holguín.
  7. Reparto Caribe, en Guantánamo.
  8. Nuevo Manzanillo.
  9. Los Olivos, en Sancti Spiritus.
  10. San Rafael, en Matanzas.
  11. Reparto Hermanos Cruz, en Pinar del Río.
  12. Repartos Armando Mestre (Naranjal)  y Camilo Cienfuegos, en Matanzas.
Vivienda

Construcción del reparto Alamar. (Foto: Twitter/@Memoire2cite)

Otros barrios aparecieron a lo largo de la Isla, e inclusive, los conjuntos urbanísticos mencionados se ampliaron en fechas posteriores.

Ya en los setenta comienzan a edificarse asentamientos en todo el país, sin mucho diseño arquitectónico, el único fin era construir viviendas para los trabajadores con mano de obra garantizada por ellos mismos. La consecuencia de esta política se reflejó en la baja calidad constructiva y el pobre diseño de ciudades o asentamientos, sumado a que muchas instituciones empezaron a levantar edificios cercanos a su área laboral, los ejemplos son variados.

El proceso de urbanización en Cuba fue uno de los más antiguos en el continente latinoamericano. Si bien su ritmo de crecimiento no fue tan intenso como en aquellos países, se considera alto, con valores que oscilan entre el 57 % de la población urbana para el Censo de Población y Viviendas del año 1953; 75.9 % en el Censo de Población y Viviendas del 2002 y 76 en el Censo del 2012.

Diferencias entre las provincias

El proceso de urbanización no se produjo de forma homogénea en Cuba, por lo que existen diferencias marcadas entre provincias. Ya en el censo de 1953, la provincia de mayor grado de urbanización armonizado era La Habana, con el 98.9 %, en tanto la de menor grado era las Tunas, con el 25.4 %. Pero en el censo del 2012, la provincia más urbanizada continuaba siendo la ciudad de La Habana con el 100 % de su población residiendo en zona urbana; al tiempo que la menos urbanizada era la provincia Granma, con el 60 % de urbanización.

Hasta 1971 se habían levantado mas de 100 000 viviendas en el campo. Al llegar a 1980 esta cifra ascendía a más de 295 000. Ese nivel de construcciones fue posible por la creación del llamado Movimiento de micro-brigadas, surgido en 1971 en el reparto Alamar, al este de la capital, y por el plan inversionista ejecutado en la industria de materiales de la construcción.

En el ritmo de construcción de viviendas que ha tenido Cuba, debe destacarse el rol de la población. A partir de 1980, esta construyó el 24.1 % del total de casas terminadas, llegando a representar el 34.59 % en 1984. Tal ritmo se iría incrementando por años. Así, en el quinquenio 1981-1985 se construyeron casi 200 000 viviendas. No obstante, seguía siendo insuficiente dado el nivel del déficit acumulado y el crecimiento poblacional.

El economista Carmelo Mesa Lago estimó en 1997 que el déficit de viviendas era de un millón de unidades, o 110 por mil habitantes (Mesa Lago 1997).

Hasta 1985, en La Habana se construían menos viviendas per cápita que en todas las provincias del país, lo que resultaba una situación inversa respecto a la década del  cincuenta. Asimismo, se daba menos mantenimientos a la planta existente, lo que provocó, entre otras causas, el deterioro acelerado de determinados municipios de la capital, como La Habana Vieja, Centro Habana y el Cerro, entre otros.

El desmantelamiento del sistema socialista en los países europeos, especialmente en la URSS, afectó la vida nacional y los programas de desarrollo cubanos, entre ellos el de la vivienda; si bien debe indicarse que el déficit habitacional no se resolvió, ni siquiera se amortiguó, antes de la crisis de los noventa.

No obstante las medidas y acciones tomadas por el estado cubano, el déficit habitacional ha continuado creciendo y el panorama actual muestra amplias necesidades de inversión pública. Es forzoso que nuevas medidas sean adoptadas en el corto plazo, ya que la combinación de lo heredado, más la situación económica adversa, ha complicado la situación actual.

A eso debe añadirse la proliferación de nuevos barrios insalubres que fueron surgiendo dentro de la capital del país y en numerosas ciudades de casi todas las provincias. Para intentar modificar el déficit de viviendas que hoy existe, el ritmo constructivo deberá superar las cien mil por año, y hoy se construye apenas la tercera parte de esa cifra.

A partir de 1997 se produce una caída en el número de viviendas terminadas, y solo  comienza a recuperarse este indicador desde el 2005. Lo interesante en el período es que se manifiesta un cambio de tendencia, pues el sector no estatal de la economía logra concluir viviendas en un nivel más elevado que el estado.

Viviendas

Fuente: Oficina Nacional de Estadísticas. Anuario Estadístico de Cuba. La Habana.

En 2006 se puso en marcha en Cuba un Programa Especial para la construcción, conservación y rehabilitación del fondo habitacional. El mismo determinó la edificación de cien mil viviendas anuales; sin embargo, solo se cumplió en ese año, fundamentalmente por la existencia de un elevado fondo habitacional pendiente de pequeñas acciones de terminación desde el comienzo del Período Especial. 

Los problemas históricos en la construcción de viviendas se mantienen en Cuba. En estos últimos años podrían mencionarse, entre ellos: la baja productividad de la fuerza constructiva, junto al déficit de fuerza calificada, tanto de constructores como electricistas, albañiles, plomeros, en algunas regiones del país; la mala calidad en la actividad constructiva estatal, lo que incluye las actividades de urbanización; los muy bajos niveles de mecanización y uso de técnicas modernas; el desvío de recursos de las obras en ejecución; y las demoras, trabas y burocratización en los trámites legales  requeridos, que entorpecen la gestión. (1)

Es necesario realizar acciones que permitan alargar la vida útil de las viviendas, por la calidad de la cubierta de los techos y la falta de mantenimientos, sumados a la vejez de muchas edificaciones, especialmente en las grandes ciudades.

Antes de 1920 3.1
1920-1933 1.9
1934-1945 3.01
1946-1958 6.8
1959-1970 7.7
1971-1981 11.5
1982-1989 14.9
1990- 2001 12.2
2002-2012 13.4

No sabe

25.0

Tabla 2: Viviendas particulares de tipo casas o apartamentos según período de construcción declarado en el censo de Población y Viviendas del 2012 en %.

La tabla 2 demuestra que el 60 % del fondo habitacional del país —2,1 millones de viviendas—, ha sido construido después de 1959, pero a la vez indica que el 40 % de los encuestados, o no sabe cuándo se construyó o afirma que se hizo antes de 1959. La baja calidad de las instalaciones existentes como viviendas, según se muestra en la tabla 3, permite afirmar que es lógico que en otras regiones la afectación más rutinaria sea la destrucción de las mismas por parte de ciclones tropicales.

Del fondo habitacional existente en el momento del último censo de población y viviendas, el del 2012, una parte significativa de las viviendas no tenían buena calidad —dados los materiales predominantes en sus techos— para enfrentar fenómenos meteorológicos de gran envergadura. Solo el 53 %, que son las casas techadas de cemento, poseen mejores condiciones. A la vez, los datos demuestran que se han sustituido las casas de madera y guano por techos de plancha metálica, con las afectaciones consiguientes que ello ocasiona ante adversidades naturales.

  2002 2012
Total 3 198 859 3 620 152

De ellos

Placa 1 576 301 1 941 894
Teja  523 178 293 272
Fibrocemento  791 624 788 770
Madera y Papel   115 848 67 858
Guano   169 963 88 477
Plancha Metálica   412 114
Otro  27 945 27 767

Tabla 3: Casas y apartamentos ocupados con residentes permanentes en el momento censal de 2002 y 2012 (de acuerdo con los materiales predominantes en el techo). Fuente. Oficina Nacional de Estadísticas. Informe Nacional del Censo de Población y viviendas. 2002, Tabla V.7, La Habana. Y Censo de 2012, tabla V.12

La compleja situación descrita permite concluir que:

  1. Cuba debiera darle prioridad a las labores de mantenimiento y conservación del fondo habitacional.
  2. Es imperativa mayor atención al aseguramiento de los programas de viviendas a nivel municipal, a partir de las materias primas existentes en cada lugar y las tecnologías disponibles para fabricar los materiales necesarios.
  3. La construcción de viviendas deberá organizarse sobre la adopción de nuevas modalidades, que incluyan la introducción de nuevas tipologías y el empleo de tecnologías constructivas que ahorren materiales y fuerza de trabajo, y sean de fácil ejecución por la población.
  4. La industria de materiales de la construcción debería satisfacer la demanda para las inversiones, el mantenimiento constructivo y potenciar la exportación de los materiales más competitivos, así como la venta a la población con costos mínimos y sin subsidios.
  5. Es preciso permitir la construcción de viviendas por empresas extranjeras en el país, y a la vez otorgársele créditos por parte de las instituciones nacionales a los arrendadores o compradores interesados.

La actual situación habitacional ha producido un impacto múltiple en la sociedad cubana, y aunque en las últimas seis décadas el Estado ha construido viviendas, el ritmo constructivo ha sido insuficiente para reducir el déficit, por lo que deben incrementarse los niveles de inversión en el sector y desarrollar una estrategia de participación financiera de la comunidad.

***

(1) Betsy Anaya: «Los programas priorizados en Cuba», Mimeo, CEEC, La Habana, 2008

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