¿Por qué le temen al Derecho? ¿Por qué le temen a la ciudadanía y a sus ejercicios? ¿A qué se debe esa visión bipolar, esquizoide, que descubre enemigos en cada idea y propuesta, que intenta construir un pensamiento dicotómico como eje del entendimiento de la noción de república y del socialismo en Cuba?
En mi compresión la Revolución es también un resultado del ejercicio popular de la crítica de la sociedad y el Estado existente, y que para seguir siendo tal no puede detenerse y dejar de ser ni popular ni crítica, ni siquiera ante su propia creación estatal y la sociedad surgida de sus mismas transformaciones. Como no es obra de iluminados, ni nadie tiene ni tendrá nunca en ella creíble y perdurablemente el monopolio de las ideas sino la oportunidad de ser útil a todos, por eso tiene que convocar y juntar, concertar y allanar voluntades y diferencias, sueños y esfuerzos, porque a la Revolución, a su realización y a su sobrevida, concierne la unidad que logre.
¿Qué asusta a otros de llamar la atención sobre el proceso de reforma de la Constitución? ¿qué les inquieta de convocar al imperio de la ley y propugnar y proponer armonizar, sistematizar e institucionalizar y volver cultura política los derechos, las libertades y la conducta de civismo y decencia que tan importante ha sido y es a la Revolución en Cuba?
Algunos llevan meses ya agitando al viento el monigote tan escalofriante como real de la subversión del Estado y la sociedad cubana que ha sido el proyecto de nuestros adversarios durante décadas, como si intentaran sobre todo abrir una senda de desconfianza, sectarismo y extremismo de la que se creen ellos mismo a salvo en su pedantería, y que parece hecha más para ser recorrida por revolucionarios y personas honestas y sin dobleces, y para promover la misma obsecuencia, el oportunismo y la desidia que nos puede corroer finalmente como proyecto político.
Basta ya de etiquetas, descalificaciones y tergiversaciones, de juntar maderos que acaso sólo servirán para quemar revolucionarios que disienten y critican, que proponen y se comprometen abiertamente precisamente por serlos; de cortocircuitar y oscurecer la participación y la opinión franca con el síndrome de sospecha que apenas disimula la haraganería o la incapacidad para hacer la política más allá del catecismo de consignas mal digeridas y peor entendidas del pensamiento profundo y lúcido, emancipador y solidario que ha sostenido a la Revolución como opción de las mayorías; basta ya de hacer de las circunstancias y de la agresividad y los trabajos del enemigo un patíbulo para los principios, la legalidad, el decoro y la razón; de solicitar e intentar exámenes de limpieza de sangre ideológica que sólo sirven para impostar abrumadoramente la auténtica militancia revolucionaria, el talento, la capacidad y la vocación para servir y la confianza. ¿Llegará el día en que nuestros adversarios les premien por la estela de confusión, división, aridez, banalidad y absurdo que dejan a su paso en defensa de la Revolución, o desaparecerán ajenos de su culpabilidad inmensa?
Para entender esto último quizás bastaría con ver en días pasados a la contrarrevolución defender en su propio beneficio, por primera vez en su historia, la primacía de la misma Constitución que pretenden derribar y a revolucionarios justificando la necesidad de conculcar derechos constitucionales reconocidos y garantizados por ella en nombre de la defensa de la Revolución. Faltando apenas unos meses para la reforma de la carta magna cubana, muchos de los argumentos dados para respaldar decisiones tomadas por algunos funcionarios públicos han sido elaborados desde una bochornosa ausencia de cultura jurídica, del desconocimiento de los valores superiores de la Constitución y de su papel como contenedor de los derechos y garantías que le son reconocidos a todos los ciudadanos.
Se puede tener la razón y dejar de ser la mayoría, se puede ser derrotado y seguir teniendo la razón, lo que no se puede concebir que ocurra es que teniendo la razón y siendo aún la mayoría se actué como si se estuviera derrotado. Hacer tal, conduce irremediablemente a la derrota. En política, y ahí está la responsabilidad que compartimos todos, el dogmatismo, la intolerancia, la inmovilidad y la inerte autocomplacencia con el ejercicio poder o de las facultades que fascina a algunos, por más tonificante que resulte ser, es tan sólo un síntoma de incapacidad para liderar, convencer, o aglutinar y siempre una señal de debilidad que no dudarán en aprovechar los adversarios.
Tengo una comprensión muy clara de que muchos de los procesos de cambio político son resultados de largos y casi imperceptibles cursos de acumulación social y cultural, y que no pocas veces, son catalizados y se expanden hasta alcanzar sus verdaderas dimensiones por eventos que, en principio, parecen ser simples incidentes. También, como nos enseñaron los revolucionarios en Cuba, que la política no es nunca un acto rampante de poder, sino, por lo menos en una Revolución, una angustiosa y demandante forma y posibilidad ética de conseguirlo, manejarlo, hacerlo útil y ponerlo al servicio de todos.
Como sociedad y proyecto político que ha pretendido ser alternativo al capitalismo habrá que reflexionar mucho sobre el significado de ese dimensionamiento ético de la política. La apelación a la responsabilidad política no puede ser un entendida como un atajo de lo útil contra la honesto, o como justificación para confundir lo conveniente con lo que es posible. Es verdad que todo lo que hacemos regresa siempre a nosotros de formas inimaginables, pero no hay que olvidar que lo único peor a una sociedad en que las mayorías olvidan el papel de la política y las dejan en manos de minorías que le representan, es aquella en que esas minorías también olvidan cómo hacerla.
Acaso esa reflexión tenga que arrancar de interpretar que cuando no se identifica y trata a los demás como iguales, se acaba siempre por hacer prevalecer la fuerza y la arbitrariedad en la relación con el otro; también de la necesidad y conveniencia de un ejercicio elemental de empatía y ética que nos impida perder, incluso a pesar de las circunstancias, el respeto por la dignidad ajena sobre la que descansa la noción de justicia. Hacer tal cosa, no es de cobardes, ni de pusilánimes, mucho menos de traidores, es sobre todo un acto de realismo político, pero bastaría con que fuere nacido de la decencia.
Habrá que seguir serenamente la marcha, más allá del patético costo que nos pueda ser impuesto, sabiendo que el miedo al Derecho es el espejo del miedo al ejercicio de los derechos, que el miedo a la Constitución, a sus valores y poderosa capacidad de inspirar la audacia, la ética y el respeto al otro del que nace el respeto por uno mismo, es el espejo del miedo a la ciudadanía plena, la democracia y la justicia reivindicada entre nosotros por el socialismo y la forma de gobierno republicana.
El miedo nace de la ignorancia, pero el miedo siempre conduce al odio.
reforma
Por: Roberto G. Peralo (roberto.peralo@umcc.cu)
En esa necesidad de buscar respuesta a mis preocupaciones y dudas sobre los ingresos de los trabajadores en Cuba, me tropecé con un artículo muy interesante sobre la problemática del sistema salarial en Cuba. Escrito por el Dr. Sc. Lázaro González Rodríguez y el Ingeniero Yaisel Pérez Romero.
El artículo surge a partir de que llega a manos del autor un documento denominado plataforma organizativa dirigida al grupo de empresas donde se realizarán un conjunto de experimentos. Dentro de los 61 aspectos que se propone introducir aparecen dos alternativas (no excluyentes) para dar solución a la problemática salarial. Según el autor: “Dichas opciones carecen de todo fundamento, son superficiales y demuestran fehacientemente el desconocimiento del tema salarial. Ninguna resuelve en lo mas mínimo el problema en esta esfera, lo que hace es complicarlo más… El documento carece de profesionalidad es vago e impreciso en sus objetivos y realización, falto de fundamentación técnica y, por demás, de organizativo no tiene nada… “
Por lo extenso del texto y escrito con un lenguaje academicista me tomé la libertad de hacer un extracto del mismo. Tomando del artículo original los elementos fundamentales y a su vez que sean de fácil entendimiento para las personas que no son conocedores de términos económicos. Que sirva el mismo para que los trabajadores cubanos dominen a cabalidad cada una de estos elementos que puedan resultarles complejos y de esta forma tengan así más argumentos para poder defender sus derechos.
I. Introducción.
Fortalecer al Estado, entre otras cuestiones, no significa: anular la individualidad de las personas, obstaculizar la diversidad en los distintos aspectos de la vida, estatalizarlo todo, uniformar el pensamiento, centralizar todas las decisiones, establecer prohibiciones contra natura. Fortalecer el Estado significa: garantizar, sobre bases sustentables, la satisfacción de las necesidades materiales y espirituales de la población de forma tal que esta logre el “buen vivir” y se constate la superioridad del modelo socialista al que pretendemos llegar frente al capitalismo y lograr el máximo de empoderamiento de los ciudadanos.
Estar de acuerdo de manera general con los lineamientos del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba no implica, en modo alguno, aceptar siempre la forma en que se pretende instrumentarlos. Este es el caso de la solución que se propone dar a la problemática salarial existente en el país.
Es sumamente preocupante que un problema como el salarial de enorme relevancia política, económica y social a dos años de la celebración del VI Congreso del Partido – tiempo más que suficiente – no se haya revisado a fondo sobre bases técnicas debidamente consensuadas y no se cuente con un programa público sobre su contenido y aplicación a fin de dar cumplimiento al Lineamiento 171 de dicho evento que establece:
“Incrementar los salarios de manera gradual dirigidos inicialmente a las actividades con resultados más eficientes y a la labor de aquellos trabajadores que aportan beneficios de particular impacto económico y social”.
(“Revolucionar la Revolución” es la segunda parte de una entrevista al autor, sugerimos leer antes la primera parte)
El término revolución se refiere a procesos de cambio o transformación respecto al pasado, aun así, existe la noción de que durante años el país se cambió o transformó muy poco a sí mismo. Leonardo, ¿hasta qué punto seguimos siendo una revolución?
Esa es una pregunta muy difícil de responder porque es un término que se ha viciado con una retórica y con una realidad demasiado prolongada. Creo que la revolución es un momento en el que se producen grandes cambios y partir de estos se trata de generar un tipo de sociedad diferente y esta tiene que tener otro calificativo distinto al de revolución, porque incluso en términos marxistas cubanos, en este país no creemos en la “Revolución Permanente” de Trotsky.
El hecho de la revolución es importante en la medida en que haya actitudes revolucionarias, en el sentido en que las cosas sigan cambiando, se sigan perfeccionando y exista el espacio para poder darle la acepción principal de la palabra: darle vueltas a las cosas. Pero precisamente esa intención de mover las cosas, cuando no se hace desde arriba, en Cuba se ha considerado incluso como contrarrevolucionaria, porque a veces no corresponde con determinados cánones y maneras de pensar a las que hoy se les llama ortodoxias: y si no se corresponde con ciertas ortodoxias, es muy atacada.
Yo pienso que la sociedad cubana necesita seguir revolucionándose, y que los individuos revolucionarios son los que están a favor del cambio, no en el sentido de cambiar un sistema por otro, sino de mover la sociedad en el sentido del progreso. La imagen de la historia como una espiral en ascenso, en progreso, solo puede lograrse a través de una revolucionarización de la sociedad de manera general, en lo político, económico y social.
Hubo un punto en Cuba, después del primer impacto del Período Especial, en que se generó más el inmovilismo que la revolución. Por eso siempre he dicho que con independencia de lo profundo que sean los cambios y lo radicales o no que estos puedan ser, me siento mucho más identificado con una política de cambios que con una de inmovilidad, y aunque a veces me perjudiquen, tienen mi simpatía, porque siento que la sociedad cubana se ha vuelto a poner en movimiento, ha vuelto a poner en marcha sus revoluciones.”

“Me siento mucho más identificado con una política de cambios que con una de inmovilidad”
Como especular sobre el futuro del país no me parece una actividad estéril sino que nos puede dar una medida de las perspectivas del país, me atrevo a preguntar algo muy arriesgado, por mucho tiempo se habló sobre cómo sería Cuba sin Fidel en la dirección, ahora ya sabemos la respuesta, la pregunta sería entonces: ¿después de Raúl qué…?
“Realmente no lo sé, y ciertamente es arriesgado especular en ese sentido, porque incluso, todavía no sé “con Raúl qué…” y solo se sabrá en la medida en que pueda desarrollar su programa económico, que tiene inmediatas consecuencias sociales y que va a tener consecuencias políticas. Es un programa que está prácticamente comenzando, como ellos mismos reconocen y como la realidad lo está diciendo.
Creo que lo que para muchos de nosotros es una lentitud en los cambios, ha tenido que ver con un problema fundamental y es la falta del control económico, yo lo llamaría la falta de perspectiva económica que existía en el Estado y el Gobierno cubanos. Las decisiones que se tomaban en Cuba eran todas políticas, las buenas, malas y regulares.
En el año 1992 se decidió todos los días dar un pan a cada ciudadano de Cuba. Esto fue una medida política y no económica, pues la economía decía que no había pan pero políticamente se decidió que había que darles un pan a cada una de las personas. Esto fue los que nos salvó, pero también nos perjudicó pues permitió que las cosas no cambiaran mucho antes, aun cuando ya era evidente que había elementos del modelo, sobre todo a nivel económico, que no funcionaban.
Lo primero que se ha tenido que hacer es recuperar ese control económico y crear una perspectiva económica para pretender cambiar ciertas cosas, porque si tú no sabes cuánto gana un país, difícilmente puedas hacer ninguna planificación económica. Eso explica que los cambios fueran primeramente tan lentos y mayormente en la superestructura, cambios que se podían decidir con el dedo: “los cubanos pueden ir a los hoteles, pueden tener celular, pueden comprar casa, pueden comprar carros”, medidas de carácter administrativo o decisiones de carácter político.
En el caso de los teléfonos, por ejemplo, es una medida de carácter político aunque tenga una razón económica muy evidente, porque durante 40 años la única manera de tener un teléfono en Cuba, era si el Estado te otorgaba la posibilidad de tener un teléfono, y ahora por primera vez el ciudadano puede ir libremente a una tienda y sacar 60 CUC, comprar un teléfono y una línea. Eso es un gran cambio aunque parezca una cosa intrascendente desde una perspectiva no cubana.
Los cambios de carácter económico que tienen que ver con esta tercera Reforma Agraria que se está haciendo, la posibilidad de comercialización de productos, de contratación de fuerza de trabajo(que empieza siendo muy elemental todavía en estos momentos pero que la tendencia parece ser a un incremento) sí va a provocar grandes movimientos económicos en Cuba, que van a generar cambios sociales y políticos.
Hay que ver hasta dónde Raúl, en el tiempo que tiene para gobernar, puede llevar adelante ese proyecto. ¿Qué va a pasar después? Es una gran incógnita. Porque puede ser tanto un cambio político radical como un retroceso político radical, y esa es la preocupación que tenemos muchas personas en Cuba, que sabemos los cambios son necesarios. En general pienso que la gente está por esa evolución, y la manera en que se produzca es lo que sigue siendo muy misterioso sobre los próximos años.”
Eso me recuerda un debate que tuvimos tiempo atrás con otro entrevistado, y le pregunto brevemente: ¿en Cuba existe una reforma o una actualización del modelo?
“No lo he pensado con esos términos pero creo que hay una reforma, están tocándose aspectos que antes se consideraban intocables. El otro día había un delegado en la Conferencia del Partido que se preguntaba ahora cuál era la relación de los individuos contratados por los empleadores privados con el principio constitucional de que no existe la explotación del hombre por el hombre en Cuba.
Él pobremente lo reducía a la pequeña empresa privada, decía que explotaba el trabajo de los individuos que contrata… pero es que muchas veces a esos individuos a los que contratan los particulares, estos les pagan 3 veces más de lo que paga el Estado. ¿Quién es más explotador, el pequeño empresario o el Estado que paga 3 veces menos? Y al momento dijeron que eso había que hablarlo de otra forma, que eso no es así, que si es de mutua conveniencia no hay explotación, en fin, se complicó y a la vez se disolvió la cosa.”
Hablamos entonces sobre el nivel de información y transparencia que necesita el proyecto socialista cubano y le comento que generalmente a la hora de los vacíos informativos o la falta de transparencia, se emplea el argumento de que muchos elementos se ocultan para que no sean utilizados a favor del bloqueo que se le hace al país. A mí personalmente me da la impresión de que los servicios de inteligencia extranjeros saben más de lo que ocurre en Cuba que los propios cubanos, y ese control de la información muchas veces nos perjudica más a nosotros de lo que nos podría ayudar… mi interlocutor me responde de inmediato.
“Yo creo que la transparencia en una sociedad siempre es beneficiosa. Por ejemplo, en los planes económicos que se están haciendo, si los ciudadanos tuvieran mejor conocimiento de hacia dónde se va y adónde quiere llegar el modelo económico cubano, la gente se sentiría más parte de ese proceso.
Si la prensa debatiera más los problemas esenciales de la sociedad cubana y no siguiera única y exclusivamente las políticas que se establecen a nivel de Estado y de Gobierno, creo que eso ayudaría mucho más a que entendiéramos los cubanos el país en que vivimos y a que tuviéramos mucho más sentido de la participación.
¿Por qué no tenemos derecho a saber qué pasó con el cable de fibra óptica de Internet? Esa es una de las muestras de la falta de transparencia que hay en Cuba. Posiblemente hay un proceso policial y judicial, del cuál no se dan nunca determinados detalles porque pueden afectar esas investigaciones. Pero nos tienen que decir que el cable no es operativo porque hubo un problema, porque dijeron que en junio del año pasado el cable sería operativo y estamos en febrero y nada…

“Siento que la sociedad cubana se ha vuelto a poner en movimiento”
Este es un tema esencial, porque el problema no es que yo tenga acceso a un Internet más o menos rápido, el problema es que el país no tenga ese acceso, porque un país que pretende actualizarse económicamente y funcionar económicamente, en estos momentos no lo puede hacer sin Internet, ya sea de uso individual como de uso colectivo, social e institucional. Por ejemplo, yo no sé cómo va a funcionar el puerto del Mariel sin Internet de alta velocidad, porque si allí mandas un correo de negocios y este se demora una hora en descargarse, se jode el negocio. Lo digo de una manera muy burda pero es así.
Creo que tenemos derecho a más transparencia y claridad informativa de la que tenemos actualmente (lo digo siempre dentro y fuera de Cuba porque nunca digo fuera de Cuba lo que no sería capaz de decir en Cuba). Por mi propia transparencia informativa creo que me he ahorrado muchos problemas, sobre todo evitando sospechas. Cuando empecé a escribir El hombre que amaba los perros lo dije a todo el mundo sobre qué estaba escribiendo, para que nadie creyera que lo hacía a escondidas, porque allí hago críticas sobre la realidad cubana y sobre la historia del socialismo… y porque sé que lo que digo toca algunos temas muy esenciales.
FIN DE LA SEGUNDA PARTE
Próximamente en la tercera parte: ¿Hasta qué punto asimilamos el estalinismo en Cuba? ¿Por qué fracasó el Socialismo del siglo XX? ¿Cuba está enmarcada en el modelo de Socialismo del siglo XX o del XXI? ¿Cuántas de las causas que provocaron el fracaso del Socialismo del siglo XX persisten en Cuba todavía?
Interesante artículo tomado de la revista Temas y que aborda el polémico tema del modelo económico a seguir en Cuba.
Julio A. Díaz Vázquez
Profesor Consultante. Centro de Investigaciones de la Economía Internacional.
jdv222002@yahoo.es
El Proyecto de lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución y la medular intervención del segundo secretario del Partido Comunista de Cuba, Raúl Castro Ruz, en la clausura del VI Período ordinario de sesiones de la Séptima Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular (18/12/2010), han dado origen a los más disímiles criterios sobre el documento que discutió todo el pueblo cubano. En el ciberchancleteo que circula en el país; en comentarios generados en el exterior, unos bienes intencionados y otros no tanto, comentan y especulan sobre la pertinencia que pudieran tener, para Cuba, las experiencias de las políticas económicas de la Reforma y Apertura, en China; y la de Renovación, en Viet Nam.
Acerca de la conveniencia de aprender o ilustrarse acerca de los cambios operados en esas economías en los últimos treinta años, considero —siempre abierto al debate— de utilidad e interés puntualizar lo siguiente:
1) El derrumbe del socialismo en Europa del Este y la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas (URSS) enterró la concepción de un modelo típico socialista inspirado en generalidades teóricas de la experiencia soviética. China, entre 1953 y 1957 tomó prestadas algunas de las características ensayadas en la URSS. Entre 1958 y 1976 —excepto el interregno 1961-1965, llamado de reajustes, consolidación, completamiento y elevación— intentó crear otro modelo de socialismo. Primero impulsó las Comunas Populares; después desplegó la Revolución cultural. Entre 1978 y 2010, ha aplicado con reconocido éxito una política económica innovadora que catapulta al país a los primeros planos mundiales.
2) Terminada la cruenta lucha de liberación nacional de más de treinta años, Viet Nam logró la reunificación del país en 1975. Se llevó a todo el territorio nacional el modelo de economía centralizada que rigió en el Norte; con la salvedad de que el presupuesto era financiado en cerca de 80% por la ayuda socialista y, en particular, de la URSS. El intento naufragó; dio paso a una situación crítica: las hambrunas costaron al país miles de vidas. Desde la segunda mitad de los años 80 fue introducida la política
Cuba a las puertas de reforma migratoria tras 50 años de restricciones
Una reforma migratoria, que los cubanos esperan que el presidente Raúl Castro anuncie el viernes en el Parlamento, eliminaría los engorrosos permisos de salida y entrada al país, así como la figura legal de “emigrante definitivo”, vigentes hace medio siglo.
El 1° de agosto Raúl Castro adelantó que se “avanza en la reformulación y elaboración” de la política migratoria, para acabar con restricciones que perduraron “innecesariamente”. Esto será “una contribución al incremento de los vínculos de la nación con la comunidad de emigrantes”, agregó Raúl, en referencia a una comunidad de dos millones de cubanos y sus descendientes que viven en otros 40 países, 80% de ellos en Estados Unidos. Académicos señalan que Raúl prevé eliminar los