La Joven Cuba
opinión política cubana
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Equipo
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto

Miguel Díaz Canel Bermúdez

Dall-e

Dall-e como e’

por Jorge Fernández Era 8 enero 2023
escrito por Jorge Fernández Era

—Qué manera de ascender el país en los últimos tres años, mi amiga.

—Ay, chica, pero tú no avisas. Y una como que no se da cuenta.

—«Hemos de hacer silencio para admirar lo fuerte que hemos sido, para sacar de entre las pesadumbres, las luces».

—Las pesadumbres sobran. Si algo ha escaseado en el último año son las luces.

—Pero la patria se sostiene «por la justeza de su causa y la grandeza de su gente, forjada en la calidez, hecha a darse, y a persistir cuando la tientan con la comodidad del yugo».

—Yo no sé la del yugo, pero las comodidades son las comodidades. No hay como una opípara comida, un buen vino, la despensa llena, el aire a todo meter…

—«La fortaleza de este pueblo laborioso, noble, apasionado e imaginativo supera el intento de comparación». No tener las cosas que mencionas es parte de «esos tropezones» o «pequeñas piedras en el camino».

—Querrás decir seborucos.

—«Es de la naturaleza humana y, definitivamente, de la naturaleza cubana, echar al morral lo que aprendimos y seguir en pie».

—Echar en la jaba lo que encuentres en el camino.

—«Ser leales a quien nos condujo por esa vía, que hoy puede tener algunas hierbas, aunque solo nosotros debemos desaparecerlas».

—Desaparecerlo todo. En eso son expertos.

—Te veo en modo hipercrítico. Tal parece que no disfrutaste el mensaje del presidente por año nuevo. «Al pueblo le habla, del pueblo proviene, al pueblo se debe», «va marcando su huella como líder heredero».

—Lo vi. ¿A quién se le habrá ocurrido comenzar y terminar ese spot con la bandera ondeando para atrás, con música de «Mi lecho está tendido», como sugiriendo, con la imagen de Canel, «Hiciste tu labor y te marchaste»?

—Es el primer video cubano que se realiza con Dall-e.

—¿Eso qué es?

—Un hito de la ciencia y la innovación en 2022, un programa informático con capacidad de crear imágenes a partir de descripciones textuales. Recurre a una potente base de datos y a la inteligencia artificial.

—Su inteligencia artificial no la cuestiono… la del programa informático digo. Ese spot presenta al país que no existe, que está solo en la imaginación del discursante, dirigido a «una masa incapaz de análisis alguno, borregos creados bajo la ilusión de rebeldes».

—Porque esta herramienta consigue «fusionar conceptos, atributos y estilos para ofrecer al usuario una imagen acorde con su demanda». Es antológico el plano donde la cámara sube desde las botas de vaquero, pasa por el pitusa de vaquero, continúa hacia el saco blanco de no se sabe qué y concluye con un close-up del primer secretario, quien sonríe como si hubiera alcanzado pollo.

—«Dall-e calabaza al pollo», hubiera clamado Formell.

—Exacto. Ese programa «puede dibujar prácticamente cualesquiera cosas que se le pida». Una de las primeras fue el boceto de «un rábano japonés sonándose la nariz».

—Fiel al original.

—No hablo del video cubano. En este último, si te fijas, se incorporan imágenes en forma de gestos del presidente que explican lo que expone, como cuando menciona «después de vencer juntos», o más adelante «hagamos entre todos un país mejor», con las manos en pose de monje tibetano.

—¿Qué me dices de «al empujar la puerta del 2023»? Rememora la puja por montar la guagua que lo llevaba en sus años mozos, «con el empeño de empujar un país», a la Universidad Central.

—Cada vez es más difícil poner en duda que la inteligencia artificial es capaz de poseer «creatividad».

—Y nosotros «resistencia».

—¿Te imaginas el material audiovisual que pudiera filmarse si le dictamos al Dall-e: «Nada como la voluntad de hacer, y cuando alguien quiere hacer algo, lo hace», «La inmovilidad aquí no hizo nido», «El cuerpo nacional aguantó incólume la fuerza con la que 2022 nos mostró su peor cara»…

—Es decir, dio de cuerpo.

—…«Grupos de jóvenes emprendedores para la solidaridad, hambrientos no de comida (aunque coman mal), sino de Revolución», «retoños de una mística que renace, todavía incierta», «con rebeldía fundacional, cósmica»?

—Rematamos el video mencionando que en el panorama científico y agrícola cubano han aparecido siete nuevas variedades de trigo que pueden sembrarse y cosecharse en la Isla: Inifat RM-26, 29, 30, 31, 32, 36 y 37.

—Nada que ver con las frases mencionadas.

—Eso crees tú: Inifat RM son las siglas de «Imposible no insultarse frente a tanta Reiterada Muela».

8 enero 2023 4 comentarios 1k vistas
5 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Invernadero

Invernadero

por Jorge Fernández Era 6 noviembre 2022
escrito por Jorge Fernández Era

(Intervención del representante del Partido de Nuestra Tierra de Vanuatu en el XXII Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros, realizado en La Habana. Diversiones Taquigráficas del Consejo de Estado).

Companions (o mejor compañeros, como se dice en español):

Vengo de un archipiélago de ochenta y tres islas, diez veces menor que Cuba, situado en Oceanía, región donde nació el socialismo melanesiano.

A esta isla nos unen muchas cosas. El Índice del Planeta Feliz, catálogo alternativo de desarrollo publicado por New Economics Foundation, basado en la expectativa de vida y la percepción subjetiva de felicidad, nos sitúa como el país más feliz del mundo, condición que amenaza ser destronada por Cuba si los parámetros para su otorgamiento toman en cuenta la información proporcionada por el Noticiero.

Las coincidencias no terminan ahí. En Cuba vas a una Cadeca y te encuentras el dólar a 120 pesos. Si lo vendes en la calle, la moneda nacional oscila en el entorno de los 160. La única empresa telefónica existente, Etecsa, lo obtiene por la bicoca de 24. En resumen, cada cual pone la tasa que le da la gana. Son, como nosotros, un paraíso fiscal.

Pisar esta tierra es conocer el valor de la solidaridad, el valor de la resistencia y el valor que puede llegar a alcanzar un cartón de huevos. Según el eurodiputado español Manu Pineda, los cubanos tienen «estándares de calidad de vida muy por encima de la media del mundo». Envío mi más sentido pésame a las naciones que viven por debajo de dicha media. «Cuba no da lo que le sobra, sino lo que le falta», ha dicho también. ¡Cuánto no podrá entregar este país todavía!

Los vanuatuenses sabemos ser agradecidos. El gobierno cubano nos ha proporcionado ayuda médica. Por ello, enterados del paso de Ian y los estragos que causó en la occidental Pinar del Río, hemos comunicado la voluntad de ayudar en la necesidad más apremiante que dejaron los vientos huracanados: el llenado de planillas. Vanuatu sufrió en 2015 el paso de un tifón con vientos de hasta 340 kilómetros por hora, sabemos lo que es eso… sufrir un ciclón digo.

Los líderes de Vanuatu han hecho un llamado urgente a todos los países del mundo para que firmen un tratado de no proliferación de combustibles fósiles. Incluye poner fin a nuevos proyectos de carbón, petróleo y gasolina. Las colas en los servicentros de La Habana son una prueba contundente del apoyo inmediato a tal iniciativa.

El primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba acaba de afirmar a sus hermanos de lucha: «Nuestro horizonte sigue siendo el socialismo». Para Vanuatu, país situado en medio del Pacífico, de los más pobres del mundo, con un salario medio de 1000 euros, el horizonte sigue siendo… esa línea donde parecen confluir la superficie terrestre y el cielo, donde de vez en vez aparece una embarcación.

Deseamos proponer a las autoridades cubanas la firma de un acuerdo migratorio que regule su entrada a Espíritu Santo, Malakula, Efaté u otra de nuestras islas. Son quince horas de diferencia, más de 13 000 kilómetros, un trayecto por mar difícil de emprender, pero nunca se sabe.

Siento decirles que en Vanuatu se celebra el 31 de octubre la Noche de Brujas, pues fue gobernada conjuntamente por Francia y Gran Bretaña hasta su independencia en 1980. No obstante, entendemos que «nadie que esté afirmado a su identidad nacional o se sienta orgulloso de su condición de cubano celebrará con tanto entusiasmo tradiciones como Halloween».

«Mientras las cabeceras mediáticas anticubanas saludan esta muestra de colonización cultural entronizada entre segmentos limitados de adolescentes y jóvenes», la Isla tiene otras tradiciones más sanas, como la de dar tres vueltas a una ceiba en conmemoración de un acto fundacional de los conquistadores realizado a despecho de la población originaria.

«Aquí estamos, soñando y haciendo, sobre todo intentando que se haga posible lo imposible», ha expresado Miguel. Y es cierto: parecía imposible que volviéramos a ver a Murillo, el pintor del Ordenamiento cubano. Algunos afirmaban que se había largado, y helo ahí, recorriendo las vegas de Pinar, desmintiendo a aquellos que le negaban coherencia de ideas, como si antes, desde su puesto de jefe de implementación, no nos hubiera hecho ya la historia del tabaco.

Considerábamos también una quimera que se superaran los presupuestos fundacionales de Marx, Engels y Lenin, pero ahí está el corpus teórico de Salvador Valdés Mesa con una definición que es el summum de la espiral dialéctica: «Si se quiere aumentar la producción, ¡hay que producir!».

Regresamos a Vanuatu con inmensas tareas. La más difícil: interpretar qué quiso decir el primer secretario del PCC con lo siguiente: «Se trata de conjugar el reto entre la alternativa necesaria y posible en el proceso y en el proyecto, de manera que lo posible presente no contradiga lo necesario futuro del proyecto histórico».

¡Los camaradas cubanos y del resto del mundo pueden estar seguros de que los socialistas vanuatuenses no les fallaremos, no importa si no damos pie con bola con dicha frase! ¡No preferiremos, antes que la traición, hundirnos en el mar, porque ya eso, por efecto invernadero, lo tenemos garantizado! Pero si el imperialismo osara agredirnos, ¡nuestra sangre no se derramará en vanu!

6 noviembre 2022 12 comentarios 1k vistas
18 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Almendrones

Un sueño creativo con almendrones eléctricos

por Néster Núñez 5 noviembre 2022
escrito por Néster Núñez

La botella dejó de dar vueltas y el pico apuntó al Miri, que tenía que darse un buche y decir rápido un deseo:

–Lo que deseo es que Elon Musk pase una temporadita aquí en Cuba.

Elon Musk, el de la compañía SpaceX, el de Tesla, el reciente dueño de Twitter. Y nosotros, un grupo de socios cubanos esperando mi cumple cuarenta y siete. Y el Miri salía con aquello.

–Elon Musk y bien. Pero que venga no en plan turista ni como CEO ni empresario. Que deje allá su influencia y sus millones y llegue de incógnito a vivir, por ejemplo, en la piel de un mecánico de almendrones.

Nos reímos. Elon Musk dándose una zambullida en el pasado.

–Aseres, sí. Que venga y bien —insistió Miri— ¿qué daño puede hacerle eso al mundo? ¿Qué daño puede hacerle al propio Elon vivir como un cubano? Lo ponemos en una casa de tablas con techo de fibrocemento y lo dejamos ahí una temporadita nada más, cuarenta y cinco días, vaya, el mismo tiempo que duraban aquellas escuelas al campo.

Almendrones

(Foto: Néster Núñez)

La botella pasó de mano en mano. El ron Cajío no estaba tan malo.

El Dani dijo:

–Si Elon va a estar entre nosotros, que no tenga almendrón ninguno: que espere guagua o se monte en un camión pa′ La Habana. Que maneje una yunta de bueyes. Que se haga su café Hola de la bodega en una cafetera artesanal y toda prieta. Que no tenga gas en la casa, que sea una hornilla eléctrica. Que tire su propia red al río y, si no pesca nada, que se quede sin comer esa noche.

Almendrones

(Foto: Néster Núñez)

Yo dije después que Elon Musk había venido al mundo con ciertos dones de gerente y empresario, que lo pusiéramos de administrador de una panadería a ver si no se robaban más el aceite y si el pan nuestro de cada día venía completo y no a la mitad de su tamaño.

Gracias a la idea del Miri, estaba siendo una fiesta diferente. Al Miri, y también a Kiko, hay que darle su mérito, que hizo un truco en el hotel donde empezó a trabajar y trajo unos jamoncitos y unos quesos para picar mientras bebíamos. Entonces el Kiko dijo:

-Hablando ahora en serio… Imaginen que Elon se enamore de Cuba y de los cubanos. Que dirija pa´ca´ todos sus satélites y nos dé Internet gratis. Que ponga paneles solares en todas las casas. Que los almendrones sean eléctricos. Que desarrolle una Inteligencia Artificial que gobierne este país de un modo próspero y sostenible.

Almendrones

(Foto: Néster Núñez)

Un cumple diferente, el primero después de la pandemia, aunque sin David, sin Elsita, sin Yuria, sin Yoanny y sin mis hijos presentes. Igual, a las 12 soplé la velita del cake y me cantaron felicidades por WhatsApp y en vivo y en directo. Todavía estábamos en eso cuando quitaron la corriente. A lo lejos sonaron enseguida muchos calderos. De inmediato se cayó la Internet y me puse creativo: le di vueltas a la botella, dejé que girara unos segundos y la detuve auto-apuntándome con el pico.

-Yo lo que más deseo es que Díaz-Canel venga a Cuba. Una temporadita nada más. Que corte con sus propias manos un árbol de verdad, que lo suba al camión él solo y que escoja el arroz de la bodega sentado en el quicio de su casa.

Almendrones

(Foto: Néster Núñez)

La gente me miró como si yo estuviera loco.

-Aseres, sí. ¡Que venga y bien! ¿Qué daño puede hacerle eso al mundo? ¿Qué daño puede hacerle al propio Díaz-Canel vivir como un cubano?

El Dani, que se anotó por décima vez en el bombo de EE.UU. para ver si por fin le toca la suerte y se acaba de ir, dijo que veía más fácil a Elon Musk viviendo entre nosotros. Entonces Kiko se comió el último pedacito de jamón y dijo que Díaz-Canel sí era socialista y bien, que asumió el liderazgo del Partido solo porque es el más destacado de la vanguardia, y que el Estado es un mal necesario para garantizar temporalmente la dictadura del proletariado y que será abolido junto a toda la burocracia cuando el pueblo victorioso por fin conquiste el comunismo.

Almendrones

(Foto: Néster Núñez)

La bandejita vacía de jamón y queso brillaba a la luz de la luna, o de la linterna. No lo sé, porque el ron Cajío empezaba a caer pesado en la barriga.

Alguien dijo que pusiéramos a Elon Musk y a Díaz-Canel en la misma casa.

Esa noche soñé que Díaz-Canel iba rumbo a la luna en un cohete de SpaceX. La verdad, se le veía un poco triste porque no se pudo despedir de su pueblo que tanto lo quiere, porque Elon Musk le había cerrado su cuenta de Twitter.

5 noviembre 2022 15 comentarios 1k vistas
8 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Nosotros

«Permítanos a nosotros tomar decisión por nuestras propias vidas»

por René Fidel González García 10 octubre 2022
escrito por René Fidel González García

Las protestas de los días 11 y 12 de julio de 2021 fueron un test fiable del estado de las estructuras de oposición al Gobierno, o de su endeblez y nula capacidad política para convocar, o al menos intentar de alguna forma capitalizar un acontecimiento de tal magnitud.

Parece bastante obvio que las referidas protestas eran hijas del demoledor impacto social de las medidas económicas tomadas, las consecuencias económicas de la pandemia, así como del inédito reconocimiento oficial de la existencia de un pensamiento de oposición al Gobierno y al Socialismo que habían gestionado palabra a palabra, frase a frase, los autores y ejecutores de la polarización política.

Para algunos analistas, la parte de la población que no salió a protestar a las calles durante el verano de 2021 es mucho más importante a la hora de hacer un balance de los acontecimientos, o evaluar el posterior desarrollo de la vida política del país. Sin embargo, el hecho mismo de que tampoco saliera, al menos no significativamente, para oponerse a los manifestantes, parecía una compleja incógnita política a despejar en el futuro, más que una garantía de apoyo.

Si los datos empíricos de las jornadas de protestas remiten directamente al perfil sociológico que los inductores y operadores de la polarización política habían ayudado a construir y expandir en sus programas televisivos y artículos: hombres y mujeres jóvenes, estudiantes, intelectuales, negros, mestizos, desempleados y pobres; la imagen de una anciana habanera afirmando en medio de las protestas: «nos quitamos el ropaje de silencio», permite también atisbar la existencia de un ángulo ciego a la hora de entender la formación, movilización y comportamiento de los consensos sociales y políticos en Cuba, sus déficits, fracturas y cursos en el tiempo.

La propia alocución televisiva del Presidente cubano el 11 de julio, y su conocida orden de combate, a pesar de ser considerada por muchos como irresponsable llamado a la guerra civil, era un implícito reconocimiento de que las capacidades de auto-movilización espontánea de las bases políticas del gobierno y de las organizaciones de masas y políticas habían sido comprometidas por la envergadura y volatilidad con que se expandieron las protestas, pero también de la atomización y progresiva disfunción política y social que ellas venían sufriendo, desde incluso antes que las circunstancias de sucesivos aislamientos sanitarios y de reforma económica afectaran su funcionamiento.

De hecho, la represión inicial —prevista en planes de contingencia de acuerdo a los escenarios que avizoraban el impacto que tendría la reforma económica—, recaería fundamentalmente sobre fuerzas policiales convencionales, unidades antidisturbios especializadas, así como reclutas movilizados apresuradamente, y los muchas veces dubitativos integrantes de grupos para-estatales que respondieron al llamado.  

Una hipótesis que compite contra las versiones que sobre los hechos, sus motivaciones y causas dieran las autoridades antes y después de controlar a los manifestantes, es que la represión fuera en realidad el gatillo que desencadenó casos de enfrentamientos entre manifestantes y agentes de la autoridad.

Asimismo, que generara situaciones de agresiones y lesiones a funcionarios públicos (que encuadraban en el delito de atentado), detenciones y/o golpizas, tratos degradantes y abusos, y disparos con armas reglamentarias —causantes de al menos un muerto y un número hasta ahora indeterminado de heridos—, en lo que habían sido hasta el momento de la alocución presidencial, protestas mayormente pacíficas con esporádicos incidentes de saqueos y destrozos de tiendas e instalaciones de comercio y servicios en lugares no protegidos por las autoridades.

Las marchas, casi invariablemente, seguirían el patrón concéntrico inicial que se había apreciado en San Antonio de los Baños, epicentro de las protestas. Empezarían desde las periferias de ciudades y pueblos, nutriéndose desde los barrios más pobres, hasta confluir a sus centros urbanos. Esa ruta es quizás reveladora de algo cuya importancia no se ha valorado lo suficiente: una vez allí, en la mayoría de los casos, los manifestantes se dirigieron a las sedes de los gobiernos municipales, provinciales, o del Partido Comunista. En ningún caso, aun estando débilmente protegidas, se intentó tomar dichas instalaciones por los reclamantes, que superaban en número a los efectivos policiales y trabajadores que las custodiaban.

Las reflexiones que se desprenden, tanto de ese patrón concéntrico como del re-direccionamiento de las marchas hasta los lugares en que física y simbólicamente radicaba el poder, permiten valorar las causas económicas y políticas subyacentes en las protestas e igualmente interpretar sus impactos a más largo plazo.

No todas las inconformidades podrían ser explicadas, ni circunscritas, a las condiciones impuestas por varios ciclos de aislamiento pandémico, sus efectos económicos y psicológicos, o los condicionamientos que imponía a la vida social la política estadounidense contra el Gobierno cubano. Parece más probable la influencia de procesos continuos y prolongados de empobrecimiento y estratificación de segmentos cada vez más numerosos de la sociedad, el deterioro de las infraestructuras públicas que garantizaban los derechos y la seguridad y asistencia social, o su pérdida de alcance y eficacia por recortes presupuestarios y, sobre todo, por una muy baja inversión social en ellas.

Por otra parte, el estado calamitoso e inhabitable del fondo habitacional, la caída en picada de la producción de alimentos, las primeras señales e impactos de una crisis estructural de la producción de energía eléctrica, y la sostenida tendencia al incremento de la desigualdad y diferenciación sociales, también de su percepción social, se unieron de forma catastrófica a los efectos de la reforma económica gubernamental.

Nosotros

El estado calamitoso e inhabitable del fondo habitacional se unió a los efectos de las reformas económicas (Foto: ADN Cuba)

Una serie de procesos desaceleraron, restringieron y acorralaron dramáticamente los proyectos de vida de la población en contextos urbanos, suburbanos y rurales en un tiempo increíblemente corto:

– Acelerada y súbita pérdida de ingresos, poder adquisitivo y acceso a bienes y servicios básicos experimentada por los trabajadores. 

– Dramática devaluación de sus ahorros e imposibilidad de invertirlos de forma legal y segura antes de que ello ocurriera por inexplicables tardanzas en la entrada en vigor de un nuevo marco para la actividad económica privada. 

– Caída del empleo formal e informal, o su precarización, por la paralización de la industria del turismo y de los servicios asociados a ella.

– Exclusión económica estructural de la mayoría de la población que supuso la dolarización de la economía.

– Inflación galopante, promovida por escasas ofertas de bienes y servicios de las empresas estatales y depresión del comercio minorista.

Las historias de vida, a medida que el grado de diferenciación social entre individuos y grupos aumentaba, reflejaban cada vez más las distancias entre triunfadores y perdedores de la reforma económica; pero también entre los políticos, funcionarios, empresarios y los ciudadanos. Se evidenciaba el declive de más de tres décadas de un modelo de justicia social, y la impotencia e imposibilidad de cambiar su destino para miles de personas.

Por otro lado, que en muchos casos los manifestantes improvisaran diálogos, hicieran peticiones e interpelaran a autoridades y funcionarios frente a las sedes de instituciones gubernamentales y políticas, era demostrativo del nivel de obstrucción de los canales de comunicación política y administrativa con la ciudadanía y de su manejo burocrático y formal.

Que esos intercambios ocurrieran en el espacio tenso y potencialmente inestable de las protestas, era también un paradójico dato de que, a pesar del grado de erosión de la confianza política de los ciudadanos en las instituciones y sus dirigentes —y de la escasa preparación, empatía y capacidad exhibida por muchos de estos últimos para discutir, explicar y rendir cuentas de múltiples problemas de la realidad—; los manifestantes reconocieron y buscaron a las autoridades como interlocutores.

Igualmente, que personas sumergidas en muy difíciles condiciones de vida corearan la palabra ¡Libertad! en lugar de demandas más concretas, no puede ser descartado como poderosa expresión de la percepción que miles de ciudadanos tenían de su realidad política y/o económica, pero también como consecuencia de la arrogancia, insensibilidad, pedantería y comportamiento despótico y autoritario que exhibían no pocas veces las autoridades, o sus agentes.    

Lo explicado hasta aquí —obstrucción de los canales de comunicación política y administrativa con la ciudadanía; persistencia, pese a todo, en reconocer a las autoridades como interlocutores; y percepción de miles acerca de los límites que experimentaban sus libertades políticas a medida que se alejaban del ideal de consenso político y social que las autoridades asumían como válido—, tironeaban ya para entonces al sistema político cubano.

Más de un año después de los hechos, un hombre descamisado y sereno, habitante de un asentamiento improvisado en El Cepem, cerca de Playa Baracoa, al oeste de La Habana, le diría a autoridades y altos grados policiales en las postrimerías de un incidente violento entre fuerzas del orden y vecinos que preparaban una salida ilegal del país:

«Somos cubanos como ustedes, que tienen otra posición en este momento, pero alguna vez se les fue la corriente, alguna vez no tuvieron comida como no la tenemos nosotros hoy. Alguna vez no tuvieron nada como no tenemos nosotros. ¿Qué cambiaron de posición? Felicidades. Permítanos a nosotros tomar decisión por nuestras propias vidas».

Aunque el improvisado discurso fue más largo, la frase: «Permítanos a nosotros tomar decisión por nuestras propias vidas», más allá del contexto de pobreza, represión y migración en que se produjo, funcionaba como resumen de una contradicción política que se hacía cada vez más importante en Cuba.

El quiebre

La represión de las protestas fue, por así decirlo, el fin de una difícil luna de miel del Gobierno con la Constitución de 2019. Aunque es imposible saber con certeza la percepción que ellos y los directivos del aparato ideológico del Partido Comunista de Cuba tuvieron del proceso de apropiación de valores y contenidos constitucionales que hicieron muchos ciudadanos; es absurdo desconocer que en su totalidad provenían de una cultura y prácticas de poder ajenas, cuando no hostiles, a los procesos de autonomía y autodeterminación política que experimentaban muchos ciudadanos, también al sometimiento a la Ley.    

No obstante, puede deducirse que las tensiones políticas previas a las manifestaciones, y los intentos de los ciudadanos de usar dichos contenidos como herramientas para transformar la realidad —que iban desde la protección de animales, creación de asociaciones civiles, defensa de derechos y reivindicaciones de grupos, defensa contra distintas formas de discriminación, y ampliación y eficacia de la participación política, entre otras—, debieron inquietarlos lo bastante como para mirar con desconfianza la paulatina aunque creciente y novedosa repolitización de la ciudadanía que los derechos, libertades y garantías reconocidos en la nueva Constitución habían implicado.

De hecho, el mandato constitucional establecido en las disposiciones de la Constitución de 2019 para que se elaborase una normativa que allanara el camino a demandas de protección activa de los derechos humanos ante tribunales por parte de los ciudadanos frente a violaciones de funcionarios públicos; sería obviado por el Gobierno hasta que, después de posponerlo reiteradamente con el pretexto de la situación pandémica, finalmente lo aprobaría dentro del cronograma legislativo del verano de este año.

Las advertencias que algunos intelectuales habían hecho sobre la posibilidad de que el Estado de Derecho que proclamara la Carta Magna acabara siendo un Estado de Derechos del Estado y los funcionarios frente a los derechos de los ciudadanos, se estaba volviendo una muy dura realidad incluso desde antes de las protestas.

Los casos de Luis Robles Elizástigui, joven trabajador por cuenta propia detenido, procesado y condenado a varios años de privación de libertad por exhibir durante escasos minutos en un céntrico paseo habanero un tosco cartón de embalaje en el que aparecía un mensaje de libertad para los presos políticos; el de Karla Pérez González, joven estudiante que había sido privada arbitrariamente del derecho a la educación cuando cursaba su primer año en la Universidad, y a la que años después se impediría entrar al país al concluir su carrera en Costa Rica; y el de Leonardo Romero Negrín, otro estudiante universitario que en medio de una protesta enarbolara un cartel que proclamaba: «Socialismo Sí, Represión No»; ocurridos todos durante la vigencia de la nueva Constitución cubana, eran, sin ser los únicos, suficientemente diferentes entre sí como para identificar la existencia, o si se quiere continuidad, por parte de las autoridades y funcionarios de un patrón de actuación disruptivo de las normas y valores constitucionales.

Nosotros

Leonardo Romero Negrín

El escaso impacto que tuvo la nueva Constitución en la cultura institucional cubana, la ausencia de esfuerzos y exigencias para adecuar los protocolos de comportamiento y actuación de sus miembros a sus contenidos de derechos y garantías, la promoción sistemática de códigos de cultura política que reñían con su reconocimiento y respeto en las interacciones con los ciudadanos, y el no desmantelamiento de una densa madeja de normas administrativas típicamente inconstitucionales que abarcaban casi todos los aspectos de la realidad; fueron algunos de los factores tenidos en cuenta para pronosticar un escenario en que la eficacia de muchas normas constitucionales se vería sustancialmente afectada, o finalmente cancelada.

Que algunas normas administrativas fueran activadas de forma selectiva y discrecional por funcionarios que no motivaban legalmente su decisión, ni ofrecían posibilidad alguna de recurrirlas —como las que implicaban la prohibición de entrada o salida del país, o de abandonar inmuebles residenciales—, demostraban que, al estilo de las antiguas lettre de cachet, el poder se reservaba interferir en la vida de los ciudadanos de forma particularmente arbitraria e impune.

Para algunos intelectuales, la represión a manifestaciones había sido colofón de un proceso similar a una respuesta biológica autoinmune, pero en este caso contra el cambio de cultura política y jurídica, de creencias, prácticas y ejercicios ciudadanos que había producido la Constitución del 2019. Si fuera posible tal eufemismo, era el inicio de un golpe del Estado contra el nuevo modelo de derechos —y libertades—  políticos que ella reconocía.

Las protestas fueron interpretadas por muchos manifestantes, y por distintos analistas, como ejercicios espontáneos y legítimos de algunos de esos derechos y libertades. No obstante, para el Gobierno —más allá de los desórdenes, saqueos, e incidentes de violencia que se produjeron—, tales ejercicios fueron percibidos como inicio de una intolerable secuencia que era necesario detener y suprimir por todos los medios antes de que se tornara una peligrosa bola de nieve política.

A casi un año de las protestas, el Gobierno pondría a punto dos legislaciones que tenían el rol de antídotos penales y administrativos contra el ejercicio de los derechos y libertades políticas que reconocía la Constitución: el Código Penal y la Ley de Comunicación Social.

Las durísimas penas de privación de libertad impuestas a los manifestantes, habrían servido para disuadir a cualquiera que pretendiera usar los derechos y libertades políticas que reconocía la Constitución de 2019. Era un atajo para recuperar, o consolidar, la iniciativa política interna. Sin embargo, por más efectivo e incluso tranquilizador que pudiera ser tal despliegue de poder, la represión del conflicto era realmente una paradoja en la que la incapacidad política pretendía producir un resultado político.       

Por muchas razones, las protestas fueron extraordinarias en la historia cubana de los últimos sesenta años, pero sería un serio error confundir sus límites temporales con su finitud. En realidad, ellas formaban parte de un proceso político en desarrollo. Pese a la represión, las protestas expandieron increíblemente la apropiación cultural de los derechos y libertades constitucionales; contribuyeron a la consolidación de actitudes, prácticas, experiencias e ideas sobre lo político y lo democrático, que empezarían a mediar de forma cada vez más importante las relaciones e intereses entre la ciudadanía y los funcionarios del Gobierno y el Estado. Y también los sueños y aspiraciones de los cubanos.

Su represión, en cambio, expondría y dejaría irresuelto, pospuesto, el conflicto que aquel hombre, descamisado y sereno, había sintetizado lúcidamente en el litoral habanero como el centro de todas las contradicciones políticas en Cuba.

La celebración a finales de septiembre de 2022 del referéndum para la aprobación del nuevo Código de las Familias, fue, dentro de ese contexto, la oportunidad para muchos de un anhelado ejercicio de tomar decisión sobre sus propias vidas. Para otros, era una elección basada en la afirmación de una cultura política transversalizada por el poder de tomar decisión sobre —y por— otras personas, y no pocas veces excluirlas también, de derechos de los que ellos disfrutaban.

El Gobierno, que monopolizó la campaña por el SÍ, no pudo sin embargo evitar usar dentro de ella un núcleo de nociones y principios que remitían enfáticamente a la legitimidad de la pluralidad, la necesidad de reconocer, proteger y garantizar el respeto a la opción personal, así como proscribir la discriminación y exclusión. El propio Díaz-Canel, en encuentro organizado días previos a la votación, reconocería en la exclusión algo dañino y un factor de atraso para la sociedad cubana. Tal afirmación fue entendida por muchos como acto de hipocresía, que no pasó desapercibido en medio de los enconados debates.

Pero su utilización como argumento, quizás no solo se correspondía a una comprensión personal del terrible drama que había significado —y aún era— para miles de personas que de diversas formas fueron víctimas de discriminación por motivo de identidades y prácticas sexuales. Probablemente su manejo obedecía también a la necesidad de utilizar algunos contenidos fundamentales del paradigma político democrático que manejaban amplios sectores de la población —como parte del cambio político que la Constitución de 2019, las protestas, e incluso la represión, habían acrisolado culturalmente— como punto de apoyo para alcanzar y maximizar consensos sobre una cuestión en concreto.      

Más allá de las repercusiones inmediatas del resultado del referéndum del Código de las Familias —y aunque no fuera prácticamente advertida—, la convocatoria a elecciones municipales hecha a inicios del pasado septiembre, con la que se inicia el ciclo electoral al final del cual podrá ser electo —o re-electo— el Presidente de la República de Cuba, se vislumbraba como una oportunidad mucho más compleja para las expectativas de los cubanos de tomar decisiones políticamente relevantes para sus vidas.

Para el cuarto sistema político vigente en Cuba desde 1959, esta será su primera prueba de funcionamiento electoral. Sin embargo, desde su entrada en vigor en 2019, la respuesta dada a la conflictividad política de la población generó dinámicas y crecientes niveles de exclusión política que podrían influir en la marcha del proceso.

Hay que tener en cuenta que distintas circunstancias internacionales y deformaciones internas de todo tipo, así como los resultados desastrosos de planes y decisiones económicas implementadas por el Gobierno en un corto período de tiempo, han disminuido de forma sensible su capacidad para proponer y articular políticas públicas capaces de lograr la inclusión social y económica de las mayorías.

Esto podría haber comprometido la vitalidad del nuevo sistema político, no solo ya para cumplir su función de soporte eficiente del encauzamiento de consensos, inclusión y participación de los ciudadanos —tal como lograron en buena medida los sistemas anteriores, incluso en momentos de crisis—; sino para renovar formalmente su legitimidad mediante elecciones, o la representación de la diversidad de sectores, clases e intereses de la sociedad.

La acumulación a través de los años de déficits de interrelación y comunicación entre funcionarios electos y ciudadanos, puede haber llegado ya a su punto más alto de rendimiento político. Los ciudadanos cuyas posibilidades reales de comunicarse, ser escuchados, atendidos y representados efectivamente por los diputados nacionales son desnaturalizadas, viciadas, o imposibilitadas; acaban por ser indiferentes, no participar, y desear un modelo diferente al que tienen.  

Para un sistema político que —pese a la preferencia por la elección presidencial directa expresada por miles de ciudadanos en la consulta popular de la Constitución de 2019—, ratificó la elección de segundo grado, será también un enorme desafío que muchas inconformidades, problemas y antipatías de la población hayan sido firmemente dirigidas y personalizadas en el actual Presidente cubano y Primer Secretario del Partido Comunista.

Esta última es, sin dudas, la peor circunstancia que deba enfrentar un político en cualquier tiempo y país. En el caso de Díaz-Canel, puede explicarse por factores diversos, que van desde sus características personales y actitudes, el tratamiento mediático recibido, la vigencia o emergencia de tipos o estructuras de autoridad distintas a la ejercida por él, las percepciones sociales sobre el papel del liderazgo, o su entorno familiar, o imagen y edad; hasta su evaluación a partir de los criterios y expectativas de su cohorte generacional, o de otras generaciones, y la capacidad de lograr una comunicación efectiva y empática a través del discurso e interacciones con los ciudadanos.

Nosotros

El presidente Díaz-Canel y varios funcionarios cargan una pesada rama durante un trabajo voluntario efectuado el pasado domingo. (Foto: Facebook / Tribuna de La Habana)

No se puede subestimar el papel que desempeña la trasformación de cuestiones claves de la sociología política de la población cubana que tienen que ver con: los paradigmas de confianza política, exigencia de responsabilidad pública, nuevas formas de entender la democracia y lo democrático, igualdad política y uso y límites del poder, así como de distintas representaciones de la política, su institucionalización, finalidades y funcionamiento, adquiridas por nuevas generaciones de ciudadanos.

Una joven cubana recientemente entrevistada afirmó:

«(…) el arribo al poder en Chile de uno de los líderes de protestas estudiantiles de hace una década (aquí serían vándalos o mercenarios), de Petro en Colombia, o la derrota de Donald Trump en elecciones, son una metáfora de nuestras frustraciones y aspiraciones como generación. Uno siente que tampoco vamos a tener nunca un Mujica, que sea Presidente y siga viviendo en su destartalada casa de siempre, y eso duele, la impotencia duele. Ninguno de nosotros somos elegibles por el sistema. De eso se trata».    

Por otro lado, si durante los debates previos al referéndum del Código de las Familias, y en la propia jornada electoral, llamamientos y argumentos a favor de un voto de castigo contra el Gobierno posiblemente fueron motivadores en la opción del NO, la abstención y la anulación consciente de boletas; es evidente que la sostenida tendencia a la abstención y anulación de votos registrada en los últimos procesos electorales, pudiera ser indicador substancial del grado de desgaste, contradicciones e insuficiencias de un modelo político unipartidista, que nació y se legitimó en circunstancias muy concretas, pero que, por eso mismo, no puede funcionar eternamente a contramarcha de la dialéctica de los cambios sociales sin acabar siendo anacrónico.

Probablemente Rubén Remigio Ferro, presidente del Tribunal Supremo Popular, cuando reconoció en una comparecencia ante medios de prensa en días siguientes a las protestas de julio del 2021 que manifestarse era un derecho, condensaría sin intención lo desafiante que resultaba siempre al poder la frase que Giuseppe Tomasi di Lampedusa había acuñado en su célebre novela Il Gattopardo.

Ciertamente, no era tan fácil hacer que todo cambiara y conseguir que todo siguiera igual.

10 octubre 2022 27 comentarios 2k vistas
8 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
Miedo que les provoca

El miedo que les devora el alma

por Gustavo Arcos Fernández-Britto 15 agosto 2022
escrito por Gustavo Arcos Fernández-Britto

Dicen algunos por ahí que la gente es pesimista, que solo hace críticas sin ofrecer soluciones. Que todas son burlas, fake news y manipulaciones porque en el fondo lo que quieren es destruir la Revolución, apelando al desaliento y la renuncia. Me detengo un momento para aclarar que los primeros que han renunciado a la Revolución, y desmontado prácticamente todo lo que ella realizó en materia de progreso o beneficios sociales, no son los memes, ni las directas en las redes, ni siquiera el embargo de Estados Unidos; sino son los mismos que, con sus leyes y disposiciones absurdas, dicen sustentarla.

No son los jóvenes que salen con un cartel a la calle, ni los grupos que se manifiestan reclamando derechos, los cineastas que hacen un corto independiente, o aquel que postea su criterio en Facebook, los que dañan al país. No son los medios o plataformas alternativas los culpables de la inflación, la deuda, la carencia de viviendas o la falta de alimentos. Impugnarlos es desviar el asunto, porque el responsable real y único de todo eso es el gobierno. En el caso cubano, este tiene total autoridad y control sobre todos los recursos, bienes y servicios del país.

No son los ciudadanos los culpables del estado de cosas, son las autoridades que toman las decisiones. Si el modelo de sociedad no logra sostenerse hay que buscar uno nuevo. El peor enemigo de una Revolución son los revolucionarios que, una vez empoderados, olvidan lo que fueron y se aferran, no a ideas sino a dogmas y consignas.

Desde luego que hay muchos logros para celebrar en la historia más contemporánea del país. En múltiples áreas, como la ciencia, la educación, el deporte, la salud pública o la cultura hay ejemplos de esa obra. Precisamente por eso, varias generaciones que conocieron tales conquistas perciben con preocupación y angustia su marcado retroceso. No es algo puntual, sujeto a determinadas circunstancias o fenómenos que pueden entenderse, es una erosión palpable, constante y profunda de todo ese entramado que legitimaba un proyecto social.

El desarrollo de las vacunas anticovid es uno de los logros recientes de la ciencia cubana. (Foto: Instituto Finlay)

Como no se sale de un problema para entrar rápidamente en otro, los ciudadanos cada día sienten que las autoridades no tienen el control de la situación. Es natural que aparezcan la frustración y el desencanto. Dictan una ley hoy, mañana otra, y al tercer día anulan la primera. Donde dije digo, digo Diego. Reuniones, «visitas gubernamentales», actos políticos, compromisos y decretos no dejan de sucederse sin que generen a su vez un avance sustancial y perceptible en la calidad de vida de la población. En esa espiral decadente todo vuelve a repetirse como farsa, tragedia y esperpento, juntos. Es lógico que afloren la burla y el abandono, porque quien vive de ilusiones muere de desengaños y, francamente, ya la gente está agotada de sacrificarse.  

Como los políticos actuales no tienen nada que ofrecer, ofrecen promesas. Y cuando estas no son suficientes, evocan al máximo líder. Se producen así extraños rituales, en los que un grupo de jóvenes se creen poseídos por su espíritu y corren por las calles mientras gritan: «Yo soy Fidel». Otros, más introvertidos, prefieren susurrarle palabras a la piedra donde descansan las cenizas del héroe mientras le preguntan qué hacer. Un tercero ve la silueta del comandante flotando sobre la ciudad en forma de nube, y se siente lleno de energía y desasosiego.

(Foto: Laura Bicci)

Mientras esto sucede, ciertos medios o figuras oficiales recurren a comparaciones que no tienen sentido. Vuelven a viajar en el tiempo —esa es una película que les encanta—, y como si hubiésemos vivido en un páramo, nos hablan de la «horrible existencia y destino» que tenían los cubanos antes de 1959, salvados todos gracias a la Revolución.

No sé si en su afán de potenciar el proceso posterior perciben que, contrario a lo que ellos pregonan, la Cuba del presente, con su acentuada crisis y dependencia económica, inflación descontrolada, carencia de viviendas y recursos, corrupción, violencia policial y deterioro social, se parece cada vez más a esa que nos cuentan de los años cincuenta. Si la práctica es el mejor criterio hacia la verdad, baste observar la impresionante cifra de cubanos que han emigrado en los últimos años, muestra palpable de cómo una parte notable de las nuevas generaciones siente que su destino o proyecto de vida no está en la Isla.

Detectar un problema es el primer y necesario paso para buscarle una solución, que no debe ser esconder la basura bajo la cama o aplicar la técnica del parche. La televisión nos muestra al funcionario que visita una cooperativa y ofrece su «sabiduría» al campesino, pidiéndole que siembre más. No importa que después el gobierno no le pague, o no distribuya sus cosechas; porque ya esa parte no saldrá en televisión. Los vemos también recorrer fábricas y empresas donde nuevamente escuchamos: «hay que trabajar, producir más». El presidente visita una comunidad, abandonada por décadas a su suerte, y aparece una santera que le agradece todo lo que la revolución ha hecho por ellos.

En la imagen está el mensaje. Las autoridades hablan, orientan, se muestran diligentes, señalan el surco, las maquinarias; pero los sujetos hacen mutis, caminan, asienten. Automatismo total. No se produce un debate, nadie hace un señalamiento, cambia la línea, se rasca una oreja. Todo se mueve según una dramaturgia falsa, calculada, diseñada en el Departamento Ideológico del Comité Central. Fuera de Cuba dicen que el país es un caos, nosotros mostramos orden y progreso, inspirados en la bandera de Brasil, porque si en algo hemos sido expertos es en aparentar.

Sí, en Cuba se trabaja, se emprenden negocios y proyectos, se ofrecen iniciativas, se hacen eventos, arte, ciencia; la gente sueña y busca, con muchos obstáculos, la felicidad. No somos ninguna excepción, ninguna de esas cuestiones es propiedad de la Revolución. En todas partes del mundo se ansía lo mismo y, salvo que estés bajo un bombardeo ruso o norteamericano, las naciones tratarán de salir adelante.

Lo cierto es que demasiada gente vive aquí de la comodidad que brinda cierto estatus, y hará todo lo que sea necesario para conservarlo. Como aquel personaje del filme Los sobrevivientes (Tomás Gutiérrez Alea-1975), al que «le da lo mismo el socialismo que el feudalismo, lo importante es cogerle la vuelta al sistema». Para ellos ya no se trata de tener una conciencia revolucionaria, sino de ser conscientes de cómo vivir del cuento revolucionario.

No hay nada nuevo bajo el sol. Las señales y alertas de ese deterioro han estado siempre ahí, emitidas desde hace décadas por múltiples vías, pero como vivíamos protegidos por la campana de cristal que significó la adhesión del país al CAME, el gobierno cubano olvidó que éramos una isla y quiso ser continente. En 1980 un guantanamero se convertiría en cosmonauta. Dos años después, la vaca Ubre Blanca rompía un récord Guinness al producir cientos de litros de leche en un día. Fidel llevó aquello al plano de la lucha política y las proezas de la vaca merecían titulares y discursos. A su muerte, en 1985, el Granma le dedicó una nota necrológica y más tarde se le haría un monumento. En La Habana, los ingenieros comenzaban las excavaciones para el Metro y en Cienfuegos se instalaban los cimientos de una planta nuclear.

Ubre Blanca Fidel

Ubre Blanca (Foto: Prensa Latina)

Cualquier problema parecía menor, desdeñable, superable. No importaba el bloqueo, rara vez se hablaba de él. Creíamos que el futuro pertenecía por entero al socialismo y que el imperio tenía sus días contados. El idioma que se enseñaba en nuestras escuelas era el ruso, y con mil ochocientos pesos se podía viajar como turista a todos «los países hermanos». No necesitábamos a Disney ni a Hollywood, porque desde arriba Mashenka nos mira. Un día, todo eso colapsó. García Márquez lo había avizorado en los cincuenta: «La URSS es un gigante con pies de barro». Eso no gustó en el Kremlin y se enemistaron con él.

Recuerdo al sonero Oscar de León cantando en la Ciudad Deportiva: … bájate de esa nube y ven aquí a la realidad, que con orgullo, soberbia y vanidad, no lograrás felicidad.  El Período Especial no comenzaba, sino que llegaba a su fin con la caída de todo ese universo idílico que vivimos bajo la existencia del campo socialista. Ya nunca más tuvimos cosmonautas, ni leche, ni Metro, y la planta nuclear, gracias ¿a Gorbachov?, jamás se terminó.   

La solución es siempre la respuesta puntual a un problema que tiene que ser expuesto, revelado. Pero si este persiste, y además se multiplica, entonces se trata de algo estructural, profundo. Si en Estados Unidos o cualquier otro país, alguien se manifiesta contra una ley, quiebra un banco, la gente protesta por la inflación, un empresario es detenido por corrupción, la moneda es devaluada, se cierran industrias, crece el desempleo o un presidente resulta destituido; nuestro (inmortal) Partido lo interpreta como ejemplos indiscutibles de que ese sistema no tiene futuro y debe ser superado. Cuando cosas similares ocurren en Cuba, son presentadas como una coyuntura, un hecho aislado, debidamente atendido por «los factores», tratado por la «justicia revolucionaria» o…la sección sindical.

Si se trata de otros, el problema es sistémico; en Cuba, solo es un fenómeno puntual, circunstancial, ¡ah!, y siempre organizado por el enemigo. La técnica es la de anular cualquier activismo ciudadano, presentándolo como algo pérfido organizado por fuerzas externas. Tu acción, o tu derecho a manifestarte, conducen al caos.    

Empatía

(Foto: Cubadebate)

En las escuelas suelen enseñar que la Revolución es justa y pura, y sus errores o distorsiones son achacadas a los individuos que no supieron aplicar las orientaciones del líder o el Partido. Ambos son presentados como una abstracción, separados de las dinámicas del mundo real. Siempre son otros los que se equivocan, y ese otro eres tú, es decir el pueblo, que, como apuntaron cierto día en el Granma, quiere seguir viviendo como pichones, del alimento que les da la madre.

En Cuba, no solo crecimos durante décadas reproduciendo un modelo centralizado y vertical, sino que además dependíamos de las decisiones que tomaba un solo individuo. Y no importa que ese, sin duda líder, con todo su carisma, prestigio y astucia haya sido Fidel; el proceso quedaba resentido desde su configuración pues respondía a la voluntad de una persona que, además, se convertiría en la máxima autoridad del único Partido existente; el hombre que era juez y parte de todos los asuntos de la nación.

No por gusto la gente solía decir que tal o más cual problema ocurría «porque Fidel no lo sabía». Así, se fue conformando la imagen del hombre-dios, del Nostradamus tropical. Estaba en todas partes, podía ver el futuro. Entonces había que esperar a que el máximo líder se enamorara de un proyecto, para que este echara a andar sin vacilaciones. Si visitaba una fábrica, una cooperativa, un centro escolar, una comunidad rural; la gente le decía los problemas que confrontaban porque parecía ser la única forma de que hallar su solución.

¿Y el sindicato, las organizaciones de masas, la administración, el parlamento, las estructuras de gobierno? Bien, gracias. Con Fidel aparecían los recursos, la energía, se movilizaba el talento. Dinos Fidel, que otra cosa tenemos que hacer, coreaba la multitud entusiasta. Y todo eso funcionaba en ambos sentidos, a veces para beneficio de todos, pero en otras para propiciar enormes fracasos y desaciertos.

Cuando su hermano tuvo que asumir la dirección del país, emitió varios discursos relacionados con el estado de la agricultura, los salarios, las deudas a los campesinos, la falta de productividad, la inercia, la errática política de cuadros, la falsa unanimidad o la enorme dependencia del exterior. Todo ese análisis fue justo pero tardío y además… ¿quiénes dirigían la nación? Él también había estado allí, como casi todos los que en ese momento se sentaban a su lado, que ahora aplaudían y apuntaban las nuevas instrucciones en sus agendas.

Todo el talento del cubano se gasta en adaptarse al momento, la gente no es consistente y siempre necesitan que alguien piense por ellos. (Memorias del subdesarrollo– Tomás Gutiérrez Alea-1968)    

Por cierto, nada de lo expresado por Raúl era nuevo. Todas esas lecturas o críticas al modelo cubano ya se habían realizado por economistas, agricultores, investigadores, artistas; pero la burocracia estimó que no era el tiempo adecuado para atenderlas.

Recuerdo su viaje por carretera hasta Camagüey, donde debía ofrecer el discurso por el 26 de julio en el 2007. En el trayecto quedó tan impactado por el abandono de los campos, invadidos por el marabú, que cambió su intervención y dedicó prácticamente todas sus palabras al asunto. Fue un discurso inusual, de fuertes críticas, donde señaló varios problemas que frenaban la economía cubana ¿Nadie había alertado sobre ese fenómeno? ¿Por qué tienen que esperar a que el presidente dé las órdenes? Pues justo porque así de lamentable funciona el modelo de socialismo burocrático. Pienso que si en lugar de viajar por carretera hubiese tomado un avión, hoy al despertar, el marabú seguiría allí.    

En sus primeros tres años, Raúl derogó impopulares y viejas leyes o restricciones que afectaban la vida de los ciudadanos. Eran reclamos que al Partido nunca le preocupó mucho atender. Desmontó también parte del Programa Batalla de Ideas, impulsado por Fidel desde inicios del 2000, que había generado extrañas estructuras económicas y administrativas paralelas a los organismos del Estado. Sus reajustes no quedaron ahí, sino que también sustituyó a prácticamente todos los cuadros del partido o la juventud que su hermano había promovido a los más altos niveles, pero que ahora, en rara carambola del destino, resultaban corruptos, oportunistas, ambiciosos y penetrados por los servicios de inteligencia extranjeros. Su hermano, y padrino de todos, los lapidó con aquella reflexión: «quisieron beber las mieles del poder sin haber hecho nada a cambio».

Dos importantes figuras de la política cubana, Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, fueron destituidas en 2009. (Foto: Heraldo.es)

¿Qué es hacer algo por la Revolución? Visto el ejemplo anterior, ninguno de los nacidos después de 1959 hemos hecho algo que merezca la pena. Tal parece que somos simples epígonos, figuras de papel, piezas en un ajedrez político donde otras fuerzas deciden nuestro destino. Tú vas aquí, el otro allá. Hoy tienes que acatar una orden, mañana otra, porque eso es lo que requiere el país. Tienes, además, una deuda eterna con la Revolución, pues lo que eres se lo debes a ella. Miguel Díaz-Canel, que vio las barbas de sus vecinos de generación arder, lo tuvo claro, y en la primera oportunidad que le ofrecieron dijo: «Somos continuidad».    

Cierto día, el país se sorprendió con la noticia de que se iniciaban nuevas relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Se liberaron los presos, se abrió una embajada, se filmaron blockbuster en La Habana, se multiplicaron los negocios, se borraron viejos prejuicios, arribaron los cruceros, se hicieron reformas; se dio un paso adelante. Cuando Raúl levantó el brazo de Obama en el Gran Teatro de la ciudad, la ortodoxia revolucionaria y los radicales de Miami comprendieron que tenían que mover sus fichas para regresar al estatus quo. Interesante momento ese, donde los enemigos se sienten traicionados y deben unirse por una misma causa.  

Raúl Castro y Barack Obama impulsaron el deshielo entre ambos países. (Foto: Granma)

Fue bastante significativo lo que ocurrió algunos meses después de la visita de Obama. Raúl ofrecía a la Asamblea Nacional algunos detalles e informaciones sobre el curso de ese acercamiento, de pronto, alguien le envía una nota y Raúl comenta que, desde la mesa, intentan censurarlo porque le advierten que tenga cuidado con lo que dice, ya que el acto se estaba trasmitiendo en vivo por la televisión nacional.

Cuba y Estados Unidos, he aquí el verdadero pájaro con las dos alas de nuestra historia. Toda nuestra existencia gira alrededor de ello. Se hizo una revolución para romper con tal dependencia y hoy tenemos una nación atrapada en esa madeja, pendiente de lo que decida el gobernante de turno en la Casa Blanca. Abro, cierro, quito, pongo. Cuatro palabras que condicionan la vida de millones.   

Los defensores a ultranza de la Revolución dicen que no tenemos alternativas. El bloqueo (y no el limón) es la base de todo. Para ellos, cualquier apertura real con el vecino del Norte implicaría la entrega del país a sus intereses, la pérdida de nuestra cultura e identidad. Incluso, van más allá, al decir que nos convertiríamos en algo similar a Puerto Rico.

El miedo les devora el alma y, además, los traiciona. ¿Somos o no invulnerables? ¿No es eterno nuestro socialismo? ¿Y el Partido, no era inmortal? ¿Acaso no estamos preparados para resistir y vencer en los peores escenarios? Pero bueno, cuando se trata de cuidar ciertos privilegios y una casa en Miramar, Siboney o Nuevo Vedado, hay que inventarse todo tipo de justificaciones y aparentar que se defiende a la Revolución.

¿Y el pueblo, qué pinta en todo esto? Poco. Mientras los dirigentes se ponen de acuerdo en cómo hipotecar o vender todo el país —habida cuenta de su enorme deuda y carencias—, el pueblo, que fue viril y soberano… sigue haciendo colas.

15 agosto 2022 49 comentarios 5k vistas
44 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

¿De qué victoria habla el Presidente?

por Julián Pérez Rodríguez 11 agosto 2022
escrito por Julián Pérez Rodríguez

Fuego. Todo lo consume el fuego. Hasta que ya casi no queda nada por arder en los cuatro enormes tanques de la batería en la terminal de super tanqueros de Matanzas. Y junto a la piel y los trajes, y la vida de los heroicos bomberos —cuyo valor jamás agradeceremos lo suficiente— se quema parte de la poca esperanza que va sobreviviendo en la Isla.

Hay provincias que ven la luz eléctrica como un raro acontecimiento. Doce, catorce, dieciocho horas de apagón. La escasa comida que se consigue, echándose a perder sin remedio. El sueño despedazado entre el calor y los mosquitos. Y al otro día, de nuevo a la lucha, para llegar al trabajo sin transporte, trabajar sin condiciones, ganar una miseria y, después, volver a inventar en la casa qué comer, con qué cocinar, cómo dormir. Ciclo terrible de desgaste y ruina.

En medio de tal panorama aparece, vehemente y locuaz, el Presidente, para decirnos: «Victoria genera victoria». Y no satisfecho con su rotunda máxima, agrega: «Así vamos a seguir venciendo, adversidad tras adversidad, y victoria tras victoria».

Y yo me pregunto, como en aquella reflexión de alguien sobre el sonido de las hienas, semejante a la risa —«si son feas, huelen mal, comen carroña, ¿de qué diablos se reirán?»—: ¿de qué victoria hablará el Presidente?

Incendio en Matanzas

Los cuatro tanques de la base fueron consumidos por las llamas. Foto: Bohemia

¿De la extinción de un fuego que nunca debió llegar a los niveles dantescos que alcanzó, porque si bien los rayos son impredecibles, los sistemas para contenerlos o erradicarlos en los primeros momentos, y evitar sus consecuencias, son perfectamente planificables? ¿Del daño ambiental y económico aún no cuantificado, pero presumiblemente inmenso?

¿De la arrancada de la termoeléctrica Guiteras, celebrada triunfalmente por la 1ra secretaria del PCC en Matanzas: «#FuerzaMatanzas que vamos venciendo. Contamos con un colectivo de trabajadores consagrados y comprometidos con el pueblo y la Revolución»; la misma que a los diecisiete minutos volvió a detenerse?.

💪💪💪Sincronizada la @CteGuiteras #FuerzaMatanzas que vamos venciendo. Contamos con un colectivo de trabajadores consagrados y comprometidos con el pueblo y la Revolución.#MatanzasNoEstaSola #Cuba vencerá ‼️ pic.twitter.com/FGmWE78TMT

— Susely Morfa González (@SuselyMorfaG) August 10, 2022

 

¿De la «Tarea Ordenamiento», que luego de planearse, estudiarse y calcularse por diez años y 10 mil reuniones, ha terminado siendo un fracaso descomunal, con tres monedas activas, una inflación astronómica y el peso cubano cada vez más avergonzado de salir de la billetera?

¿Estará hablando del sistema de salud, en el que ya los médicos y el personal de enfermería no dan abasto a las continuas oleadas: dengue, influenzas, COVID, y no hay reactivos ni para hacer los más simples análisis?

¿Se estará refiriendo al deporte cubano, en el que las mayores carreras y saltos se están dando a través de fronteras cada vez que se produce una oportunidad de emigrar?

¿Pensará acaso en el flamante programa de la vivienda, que no logra despegar y resolver esa crisis agudísima en la que muchos, incluyendo madres con varios hijos, duermen en sobresalto de que les caiga el techo encima?

¿Estará enfocado en las universidades, donde cada vez más la discriminación por motivos ideológicos se ensaña con buenos profesionales y coarta el sagrado deber de pensar y vivir con cabeza propia?

¿Razonará sobre el nuevo código penal que, sin referéndum ni consulta asamblearia mínimamente digna, fue impuesto a la población y cuyas consecuencias ya estamos viendo?

¿O hablará de los costos enormes, desproporcionados, que tienen algunos trámites, como la legalización de títulos, y que constituyen una barrera más a quienes intentan salir a toda costa del desastre y darle un poco de sosiego a sus vidas?

¿Estará elogiando la marcha general de la economía, que según las propias estadísticas oficiales nos ha puesto en 2021 en condiciones de declarar, como apuntaba el profesor Pedro Monreal, una década perdida de crecimiento?

A pesar del mínimo crecimiento de 1,3% del PIB publicado hoy en la estadística oficial cubana de Cuentas Nacionales, se observa una “década perdida” de crecimiento económico reflejada en el retroceso del PIB de 2021 hasta un nivel inferior al PIB registrado en 2013 pic.twitter.com/9KT8KY3d5L

— Pedro Monreal (@pmmonreal) August 9, 2022

¿Cavilará acaso en las fracturas, cada vez mayores, entre familias que se desgajan poco a poco para alcanzar un horizonte de prosperidad que aquí les está negado, aunque trabajen y sufran por 62 mil milenios?

No, Presidente, no hay victoria alguna de la que hablar con fanfarria. Dolor infinito, como habría escrito el Apóstol. Por esos bomberos —algunos prácticamente niños— que pudieron y debieron salvarse si los mecanismos contra incendios hubiesen funcionado como se supone lo hagan. Dolor infinito por esas familias destrozadas. Dolor infinito por los héroes que, como dice un extraordinario poema: sí están muertos/ comencemos a llorarlos.

11 agosto 2022 48 comentarios 3k vistas
39 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

Ayúdanos a ser sostenibles

Somos una organización sin fines de lucro que se sostiene con donaciones de entidades e individuos, no gobiernos. Apoya nuestra independencia editorial.

11 años en línea

11 años en línea

¿Quiénes Somos?

La Joven Cuba es un equipo de investigación y análisis político que trabaja por un país justo, democrático y sostenible. Con una plataforma digital y un equipo especializado en el análisis de la realidad cubana, aspiramos a ser punto de enlace entre la sociedad civil y los decisores, mediante la investigación y la generación de conocimiento sobre la aplicación de políticas públicas.

@2021 - Todos los derechos reservados. Contenido exclusivo de La Joven Cuba


Regreso al inicio
La Joven Cuba
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Equipo
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto
 

Cargando comentarios...