Las protestas de los días 11 y 12 de julio de 2021 fueron un test fiable del estado de las estructuras de oposición al Gobierno, o de su endeblez y nula capacidad política para convocar, o al menos intentar de alguna forma capitalizar un acontecimiento de tal magnitud.
Parece bastante obvio que las referidas protestas eran hijas del demoledor impacto social de las medidas económicas tomadas, las consecuencias económicas de la pandemia, así como del inédito reconocimiento oficial de la existencia de un pensamiento de oposición al Gobierno y al Socialismo que habían gestionado palabra a palabra, frase a frase, los autores y ejecutores de la polarización política.
Para algunos analistas, la parte de la población que no salió a protestar a las calles durante el verano de 2021 es mucho más importante a la hora de hacer un balance de los acontecimientos, o evaluar el posterior desarrollo de la vida política del país. Sin embargo, el hecho mismo de que tampoco saliera, al menos no significativamente, para oponerse a los manifestantes, parecía una compleja incógnita política a despejar en el futuro, más que una garantía de apoyo.
Si los datos empíricos de las jornadas de protestas remiten directamente al perfil sociológico que los inductores y operadores de la polarización política habían ayudado a construir y expandir en sus programas televisivos y artículos: hombres y mujeres jóvenes, estudiantes, intelectuales, negros, mestizos, desempleados y pobres; la imagen de una anciana habanera afirmando en medio de las protestas: «nos quitamos el ropaje de silencio», permite también atisbar la existencia de un ángulo ciego a la hora de entender la formación, movilización y comportamiento de los consensos sociales y políticos en Cuba, sus déficits, fracturas y cursos en el tiempo.
La propia alocución televisiva del Presidente cubano el 11 de julio, y su conocida orden de combate, a pesar de ser considerada por muchos como irresponsable llamado a la guerra civil, era un implícito reconocimiento de que las capacidades de auto-movilización espontánea de las bases políticas del gobierno y de las organizaciones de masas y políticas habían sido comprometidas por la envergadura y volatilidad con que se expandieron las protestas, pero también de la atomización y progresiva disfunción política y social que ellas venían sufriendo, desde incluso antes que las circunstancias de sucesivos aislamientos sanitarios y de reforma económica afectaran su funcionamiento.
De hecho, la represión inicial —prevista en planes de contingencia de acuerdo a los escenarios que avizoraban el impacto que tendría la reforma económica—, recaería fundamentalmente sobre fuerzas policiales convencionales, unidades antidisturbios especializadas, así como reclutas movilizados apresuradamente, y los muchas veces dubitativos integrantes de grupos para-estatales que respondieron al llamado.
Una hipótesis que compite contra las versiones que sobre los hechos, sus motivaciones y causas dieran las autoridades antes y después de controlar a los manifestantes, es que la represión fuera en realidad el gatillo que desencadenó casos de enfrentamientos entre manifestantes y agentes de la autoridad.
Asimismo, que generara situaciones de agresiones y lesiones a funcionarios públicos (que encuadraban en el delito de atentado), detenciones y/o golpizas, tratos degradantes y abusos, y disparos con armas reglamentarias —causantes de al menos un muerto y un número hasta ahora indeterminado de heridos—, en lo que habían sido hasta el momento de la alocución presidencial, protestas mayormente pacíficas con esporádicos incidentes de saqueos y destrozos de tiendas e instalaciones de comercio y servicios en lugares no protegidos por las autoridades.
Las marchas, casi invariablemente, seguirían el patrón concéntrico inicial que se había apreciado en San Antonio de los Baños, epicentro de las protestas. Empezarían desde las periferias de ciudades y pueblos, nutriéndose desde los barrios más pobres, hasta confluir a sus centros urbanos. Esa ruta es quizás reveladora de algo cuya importancia no se ha valorado lo suficiente: una vez allí, en la mayoría de los casos, los manifestantes se dirigieron a las sedes de los gobiernos municipales, provinciales, o del Partido Comunista. En ningún caso, aun estando débilmente protegidas, se intentó tomar dichas instalaciones por los reclamantes, que superaban en número a los efectivos policiales y trabajadores que las custodiaban.
Las reflexiones que se desprenden, tanto de ese patrón concéntrico como del re-direccionamiento de las marchas hasta los lugares en que física y simbólicamente radicaba el poder, permiten valorar las causas económicas y políticas subyacentes en las protestas e igualmente interpretar sus impactos a más largo plazo.
No todas las inconformidades podrían ser explicadas, ni circunscritas, a las condiciones impuestas por varios ciclos de aislamiento pandémico, sus efectos económicos y psicológicos, o los condicionamientos que imponía a la vida social la política estadounidense contra el Gobierno cubano. Parece más probable la influencia de procesos continuos y prolongados de empobrecimiento y estratificación de segmentos cada vez más numerosos de la sociedad, el deterioro de las infraestructuras públicas que garantizaban los derechos y la seguridad y asistencia social, o su pérdida de alcance y eficacia por recortes presupuestarios y, sobre todo, por una muy baja inversión social en ellas.
Por otra parte, el estado calamitoso e inhabitable del fondo habitacional, la caída en picada de la producción de alimentos, las primeras señales e impactos de una crisis estructural de la producción de energía eléctrica, y la sostenida tendencia al incremento de la desigualdad y diferenciación sociales, también de su percepción social, se unieron de forma catastrófica a los efectos de la reforma económica gubernamental.

El estado calamitoso e inhabitable del fondo habitacional se unió a los efectos de las reformas económicas (Foto: ADN Cuba)
Una serie de procesos desaceleraron, restringieron y acorralaron dramáticamente los proyectos de vida de la población en contextos urbanos, suburbanos y rurales en un tiempo increíblemente corto:
– Acelerada y súbita pérdida de ingresos, poder adquisitivo y acceso a bienes y servicios básicos experimentada por los trabajadores.
– Dramática devaluación de sus ahorros e imposibilidad de invertirlos de forma legal y segura antes de que ello ocurriera por inexplicables tardanzas en la entrada en vigor de un nuevo marco para la actividad económica privada.
– Caída del empleo formal e informal, o su precarización, por la paralización de la industria del turismo y de los servicios asociados a ella.
– Exclusión económica estructural de la mayoría de la población que supuso la dolarización de la economía.
– Inflación galopante, promovida por escasas ofertas de bienes y servicios de las empresas estatales y depresión del comercio minorista.
Las historias de vida, a medida que el grado de diferenciación social entre individuos y grupos aumentaba, reflejaban cada vez más las distancias entre triunfadores y perdedores de la reforma económica; pero también entre los políticos, funcionarios, empresarios y los ciudadanos. Se evidenciaba el declive de más de tres décadas de un modelo de justicia social, y la impotencia e imposibilidad de cambiar su destino para miles de personas.
Por otro lado, que en muchos casos los manifestantes improvisaran diálogos, hicieran peticiones e interpelaran a autoridades y funcionarios frente a las sedes de instituciones gubernamentales y políticas, era demostrativo del nivel de obstrucción de los canales de comunicación política y administrativa con la ciudadanía y de su manejo burocrático y formal.
Que esos intercambios ocurrieran en el espacio tenso y potencialmente inestable de las protestas, era también un paradójico dato de que, a pesar del grado de erosión de la confianza política de los ciudadanos en las instituciones y sus dirigentes —y de la escasa preparación, empatía y capacidad exhibida por muchos de estos últimos para discutir, explicar y rendir cuentas de múltiples problemas de la realidad—; los manifestantes reconocieron y buscaron a las autoridades como interlocutores.
Igualmente, que personas sumergidas en muy difíciles condiciones de vida corearan la palabra ¡Libertad! en lugar de demandas más concretas, no puede ser descartado como poderosa expresión de la percepción que miles de ciudadanos tenían de su realidad política y/o económica, pero también como consecuencia de la arrogancia, insensibilidad, pedantería y comportamiento despótico y autoritario que exhibían no pocas veces las autoridades, o sus agentes.
Lo explicado hasta aquí —obstrucción de los canales de comunicación política y administrativa con la ciudadanía; persistencia, pese a todo, en reconocer a las autoridades como interlocutores; y percepción de miles acerca de los límites que experimentaban sus libertades políticas a medida que se alejaban del ideal de consenso político y social que las autoridades asumían como válido—, tironeaban ya para entonces al sistema político cubano.
Más de un año después de los hechos, un hombre descamisado y sereno, habitante de un asentamiento improvisado en El Cepem, cerca de Playa Baracoa, al oeste de La Habana, le diría a autoridades y altos grados policiales en las postrimerías de un incidente violento entre fuerzas del orden y vecinos que preparaban una salida ilegal del país:
«Somos cubanos como ustedes, que tienen otra posición en este momento, pero alguna vez se les fue la corriente, alguna vez no tuvieron comida como no la tenemos nosotros hoy. Alguna vez no tuvieron nada como no tenemos nosotros. ¿Qué cambiaron de posición? Felicidades. Permítanos a nosotros tomar decisión por nuestras propias vidas».
Aunque el improvisado discurso fue más largo, la frase: «Permítanos a nosotros tomar decisión por nuestras propias vidas», más allá del contexto de pobreza, represión y migración en que se produjo, funcionaba como resumen de una contradicción política que se hacía cada vez más importante en Cuba.
El quiebre
La represión de las protestas fue, por así decirlo, el fin de una difícil luna de miel del Gobierno con la Constitución de 2019. Aunque es imposible saber con certeza la percepción que ellos y los directivos del aparato ideológico del Partido Comunista de Cuba tuvieron del proceso de apropiación de valores y contenidos constitucionales que hicieron muchos ciudadanos; es absurdo desconocer que en su totalidad provenían de una cultura y prácticas de poder ajenas, cuando no hostiles, a los procesos de autonomía y autodeterminación política que experimentaban muchos ciudadanos, también al sometimiento a la Ley.
No obstante, puede deducirse que las tensiones políticas previas a las manifestaciones, y los intentos de los ciudadanos de usar dichos contenidos como herramientas para transformar la realidad —que iban desde la protección de animales, creación de asociaciones civiles, defensa de derechos y reivindicaciones de grupos, defensa contra distintas formas de discriminación, y ampliación y eficacia de la participación política, entre otras—, debieron inquietarlos lo bastante como para mirar con desconfianza la paulatina aunque creciente y novedosa repolitización de la ciudadanía que los derechos, libertades y garantías reconocidos en la nueva Constitución habían implicado.
De hecho, el mandato constitucional establecido en las disposiciones de la Constitución de 2019 para que se elaborase una normativa que allanara el camino a demandas de protección activa de los derechos humanos ante tribunales por parte de los ciudadanos frente a violaciones de funcionarios públicos; sería obviado por el Gobierno hasta que, después de posponerlo reiteradamente con el pretexto de la situación pandémica, finalmente lo aprobaría dentro del cronograma legislativo del verano de este año.
Las advertencias que algunos intelectuales habían hecho sobre la posibilidad de que el Estado de Derecho que proclamara la Carta Magna acabara siendo un Estado de Derechos del Estado y los funcionarios frente a los derechos de los ciudadanos, se estaba volviendo una muy dura realidad incluso desde antes de las protestas.
Los casos de Luis Robles Elizástigui, joven trabajador por cuenta propia detenido, procesado y condenado a varios años de privación de libertad por exhibir durante escasos minutos en un céntrico paseo habanero un tosco cartón de embalaje en el que aparecía un mensaje de libertad para los presos políticos; el de Karla Pérez González, joven estudiante que había sido privada arbitrariamente del derecho a la educación cuando cursaba su primer año en la Universidad, y a la que años después se impediría entrar al país al concluir su carrera en Costa Rica; y el de Leonardo Romero Negrín, otro estudiante universitario que en medio de una protesta enarbolara un cartel que proclamaba: «Socialismo Sí, Represión No»; ocurridos todos durante la vigencia de la nueva Constitución cubana, eran, sin ser los únicos, suficientemente diferentes entre sí como para identificar la existencia, o si se quiere continuidad, por parte de las autoridades y funcionarios de un patrón de actuación disruptivo de las normas y valores constitucionales.

Leonardo Romero Negrín
El escaso impacto que tuvo la nueva Constitución en la cultura institucional cubana, la ausencia de esfuerzos y exigencias para adecuar los protocolos de comportamiento y actuación de sus miembros a sus contenidos de derechos y garantías, la promoción sistemática de códigos de cultura política que reñían con su reconocimiento y respeto en las interacciones con los ciudadanos, y el no desmantelamiento de una densa madeja de normas administrativas típicamente inconstitucionales que abarcaban casi todos los aspectos de la realidad; fueron algunos de los factores tenidos en cuenta para pronosticar un escenario en que la eficacia de muchas normas constitucionales se vería sustancialmente afectada, o finalmente cancelada.
Que algunas normas administrativas fueran activadas de forma selectiva y discrecional por funcionarios que no motivaban legalmente su decisión, ni ofrecían posibilidad alguna de recurrirlas —como las que implicaban la prohibición de entrada o salida del país, o de abandonar inmuebles residenciales—, demostraban que, al estilo de las antiguas lettre de cachet, el poder se reservaba interferir en la vida de los ciudadanos de forma particularmente arbitraria e impune.
Para algunos intelectuales, la represión a manifestaciones había sido colofón de un proceso similar a una respuesta biológica autoinmune, pero en este caso contra el cambio de cultura política y jurídica, de creencias, prácticas y ejercicios ciudadanos que había producido la Constitución del 2019. Si fuera posible tal eufemismo, era el inicio de un golpe del Estado contra el nuevo modelo de derechos —y libertades— políticos que ella reconocía.
Las protestas fueron interpretadas por muchos manifestantes, y por distintos analistas, como ejercicios espontáneos y legítimos de algunos de esos derechos y libertades. No obstante, para el Gobierno —más allá de los desórdenes, saqueos, e incidentes de violencia que se produjeron—, tales ejercicios fueron percibidos como inicio de una intolerable secuencia que era necesario detener y suprimir por todos los medios antes de que se tornara una peligrosa bola de nieve política.
A casi un año de las protestas, el Gobierno pondría a punto dos legislaciones que tenían el rol de antídotos penales y administrativos contra el ejercicio de los derechos y libertades políticas que reconocía la Constitución: el Código Penal y la Ley de Comunicación Social.
Las durísimas penas de privación de libertad impuestas a los manifestantes, habrían servido para disuadir a cualquiera que pretendiera usar los derechos y libertades políticas que reconocía la Constitución de 2019. Era un atajo para recuperar, o consolidar, la iniciativa política interna. Sin embargo, por más efectivo e incluso tranquilizador que pudiera ser tal despliegue de poder, la represión del conflicto era realmente una paradoja en la que la incapacidad política pretendía producir un resultado político.
Por muchas razones, las protestas fueron extraordinarias en la historia cubana de los últimos sesenta años, pero sería un serio error confundir sus límites temporales con su finitud. En realidad, ellas formaban parte de un proceso político en desarrollo. Pese a la represión, las protestas expandieron increíblemente la apropiación cultural de los derechos y libertades constitucionales; contribuyeron a la consolidación de actitudes, prácticas, experiencias e ideas sobre lo político y lo democrático, que empezarían a mediar de forma cada vez más importante las relaciones e intereses entre la ciudadanía y los funcionarios del Gobierno y el Estado. Y también los sueños y aspiraciones de los cubanos.
Su represión, en cambio, expondría y dejaría irresuelto, pospuesto, el conflicto que aquel hombre, descamisado y sereno, había sintetizado lúcidamente en el litoral habanero como el centro de todas las contradicciones políticas en Cuba.
La celebración a finales de septiembre de 2022 del referéndum para la aprobación del nuevo Código de las Familias, fue, dentro de ese contexto, la oportunidad para muchos de un anhelado ejercicio de tomar decisión sobre sus propias vidas. Para otros, era una elección basada en la afirmación de una cultura política transversalizada por el poder de tomar decisión sobre —y por— otras personas, y no pocas veces excluirlas también, de derechos de los que ellos disfrutaban.
El Gobierno, que monopolizó la campaña por el SÍ, no pudo sin embargo evitar usar dentro de ella un núcleo de nociones y principios que remitían enfáticamente a la legitimidad de la pluralidad, la necesidad de reconocer, proteger y garantizar el respeto a la opción personal, así como proscribir la discriminación y exclusión. El propio Díaz-Canel, en encuentro organizado días previos a la votación, reconocería en la exclusión algo dañino y un factor de atraso para la sociedad cubana. Tal afirmación fue entendida por muchos como acto de hipocresía, que no pasó desapercibido en medio de los enconados debates.
Pero su utilización como argumento, quizás no solo se correspondía a una comprensión personal del terrible drama que había significado —y aún era— para miles de personas que de diversas formas fueron víctimas de discriminación por motivo de identidades y prácticas sexuales. Probablemente su manejo obedecía también a la necesidad de utilizar algunos contenidos fundamentales del paradigma político democrático que manejaban amplios sectores de la población —como parte del cambio político que la Constitución de 2019, las protestas, e incluso la represión, habían acrisolado culturalmente— como punto de apoyo para alcanzar y maximizar consensos sobre una cuestión en concreto.
Más allá de las repercusiones inmediatas del resultado del referéndum del Código de las Familias —y aunque no fuera prácticamente advertida—, la convocatoria a elecciones municipales hecha a inicios del pasado septiembre, con la que se inicia el ciclo electoral al final del cual podrá ser electo —o re-electo— el Presidente de la República de Cuba, se vislumbraba como una oportunidad mucho más compleja para las expectativas de los cubanos de tomar decisiones políticamente relevantes para sus vidas.
Para el cuarto sistema político vigente en Cuba desde 1959, esta será su primera prueba de funcionamiento electoral. Sin embargo, desde su entrada en vigor en 2019, la respuesta dada a la conflictividad política de la población generó dinámicas y crecientes niveles de exclusión política que podrían influir en la marcha del proceso.
Hay que tener en cuenta que distintas circunstancias internacionales y deformaciones internas de todo tipo, así como los resultados desastrosos de planes y decisiones económicas implementadas por el Gobierno en un corto período de tiempo, han disminuido de forma sensible su capacidad para proponer y articular políticas públicas capaces de lograr la inclusión social y económica de las mayorías.
Esto podría haber comprometido la vitalidad del nuevo sistema político, no solo ya para cumplir su función de soporte eficiente del encauzamiento de consensos, inclusión y participación de los ciudadanos —tal como lograron en buena medida los sistemas anteriores, incluso en momentos de crisis—; sino para renovar formalmente su legitimidad mediante elecciones, o la representación de la diversidad de sectores, clases e intereses de la sociedad.
La acumulación a través de los años de déficits de interrelación y comunicación entre funcionarios electos y ciudadanos, puede haber llegado ya a su punto más alto de rendimiento político. Los ciudadanos cuyas posibilidades reales de comunicarse, ser escuchados, atendidos y representados efectivamente por los diputados nacionales son desnaturalizadas, viciadas, o imposibilitadas; acaban por ser indiferentes, no participar, y desear un modelo diferente al que tienen.
Para un sistema político que —pese a la preferencia por la elección presidencial directa expresada por miles de ciudadanos en la consulta popular de la Constitución de 2019—, ratificó la elección de segundo grado, será también un enorme desafío que muchas inconformidades, problemas y antipatías de la población hayan sido firmemente dirigidas y personalizadas en el actual Presidente cubano y Primer Secretario del Partido Comunista.
Esta última es, sin dudas, la peor circunstancia que deba enfrentar un político en cualquier tiempo y país. En el caso de Díaz-Canel, puede explicarse por factores diversos, que van desde sus características personales y actitudes, el tratamiento mediático recibido, la vigencia o emergencia de tipos o estructuras de autoridad distintas a la ejercida por él, las percepciones sociales sobre el papel del liderazgo, o su entorno familiar, o imagen y edad; hasta su evaluación a partir de los criterios y expectativas de su cohorte generacional, o de otras generaciones, y la capacidad de lograr una comunicación efectiva y empática a través del discurso e interacciones con los ciudadanos.

El presidente Díaz-Canel y varios funcionarios cargan una pesada rama durante un trabajo voluntario efectuado el pasado domingo. (Foto: Facebook / Tribuna de La Habana)
No se puede subestimar el papel que desempeña la trasformación de cuestiones claves de la sociología política de la población cubana que tienen que ver con: los paradigmas de confianza política, exigencia de responsabilidad pública, nuevas formas de entender la democracia y lo democrático, igualdad política y uso y límites del poder, así como de distintas representaciones de la política, su institucionalización, finalidades y funcionamiento, adquiridas por nuevas generaciones de ciudadanos.
Una joven cubana recientemente entrevistada afirmó:
«(…) el arribo al poder en Chile de uno de los líderes de protestas estudiantiles de hace una década (aquí serían vándalos o mercenarios), de Petro en Colombia, o la derrota de Donald Trump en elecciones, son una metáfora de nuestras frustraciones y aspiraciones como generación. Uno siente que tampoco vamos a tener nunca un Mujica, que sea Presidente y siga viviendo en su destartalada casa de siempre, y eso duele, la impotencia duele. Ninguno de nosotros somos elegibles por el sistema. De eso se trata».
Por otro lado, si durante los debates previos al referéndum del Código de las Familias, y en la propia jornada electoral, llamamientos y argumentos a favor de un voto de castigo contra el Gobierno posiblemente fueron motivadores en la opción del NO, la abstención y la anulación consciente de boletas; es evidente que la sostenida tendencia a la abstención y anulación de votos registrada en los últimos procesos electorales, pudiera ser indicador substancial del grado de desgaste, contradicciones e insuficiencias de un modelo político unipartidista, que nació y se legitimó en circunstancias muy concretas, pero que, por eso mismo, no puede funcionar eternamente a contramarcha de la dialéctica de los cambios sociales sin acabar siendo anacrónico.
Probablemente Rubén Remigio Ferro, presidente del Tribunal Supremo Popular, cuando reconoció en una comparecencia ante medios de prensa en días siguientes a las protestas de julio del 2021 que manifestarse era un derecho, condensaría sin intención lo desafiante que resultaba siempre al poder la frase que Giuseppe Tomasi di Lampedusa había acuñado en su célebre novela Il Gattopardo.
Ciertamente, no era tan fácil hacer que todo cambiara y conseguir que todo siguiera igual.
27 comentarios
“Ciertamente, no era tan fácil hacer que todo cambiara y conseguir que todo siguiera igual.” Vaya, en buen cubano seria algo asi como “Lo que fue y no es, es como si no hubiese fuesesido”.
Excelente texto.
“Las protestas de los días 11 y 12 de julio de 2021 fueron un test fiable del estado de las estructuras de oposición al Gobierno, o de su endeblez y nula capacidad política para convocar, o al menos intentar de alguna forma capitalizar un acontecimiento de tal magnitud.”
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Profesor, la oposición en Cuba es espontánea y motivada por la miseria. En Cuba no existe una oposición legal reconocida por las leyes y por lo tanto esta de ninguna manera podría gozar de una estructura que le permita batallar contra los comunistas en el poder en las instituciones.
Es un mito que los opositores cubanos, una masa en contínuo crecimiento compuesta por gente sencilla del pueblo desde San Antonio a Maisí, necesite de algo más que mirar lo mal que la estamos pasando y pasaremos bajo un inservible sistema/modelo impuesto y mantenido en Cuba a sangre y fuego para salir a las calles a protestar contra la desidia gubernamental.
Es el hambre, la miseria generalizada, el vivir sufriendo las consecuencias de un estado fallido, la desesperanza, la represión, la falta de derechos civiles básicos como la libertad de expresión, asociación y movimiento más el desamparo que hace del cubano de a pie un paria en su propia nación, la que ha estado sacando, ¡y sacará!, a los cubanos de sus casas a sonar cazuelas y gritar LIBERTAD en todas nuestras calles, que dicho sea de paso son de todo el pueblo y no de los llamados “revolucionarios”.
No se necesita de líderes opositores para eso. O mejor: es la dictadura misma quien está motivando a todo un pueblo que poco a poco va a despertando de su sueño de 63 años y ha decidido dar batalla en las calles y por toda vía posible, redes sociales incluidas. La gente está perdiendo el miedo obligada por las horribles condiciones de vida que padece.
El título de su artículo es «Permítanos a nosotros tomar decisión por nuestras propias vidas». Suena bien, pero es completamente utópico bajo el comunismo porque dicho sistema político no permite eso. Por el contrario, se basa en el férreo control sobre las vidas de los gobernados.
El derecho a tomar decisiones, a elegir libremente a nuestros gobernantes y el sistema socio económico que queremos, se lo tendremos que arrebatar a quienes creen que Cuba es de ellos y los cubanos una dote de esclavos de su propiedad. El comunismo se trata de tener a un pueblo sojuzgado precisamente por medio de la falta de derechos y siempre corriendo de aquí para allá detrás de lo elemental para malamente subsistir. Por lo tanto, no pidamos eso si no salgamos a conquistarlo.
Escribió Rubén:
“Hace falta una carga para matar bribones,
para acabar la obra de las revoluciones,
para vengar los muertos que padecen ultraje,
para limpiar la costra tenaz del coloniaje,
para no hacer inútil, en humillante suerte,
el esfuerzo y el hambre, y la herida y la muerte;
para que la República se mantenga de sí,
para cumplir el sueño de mármol de Martí;
para que nuestros hijos no mendiguen de hinojos,
la patria que los padres le ganaron de pie.”
Deseo agregar también, querido profesor, que en las protestas que se suceden no vemos a los disidentes tradicionales que todos conocemos. A ellos no les dejan salir a las calles a protestar si no que los detienen en sus propias casas o en los cuarteles de la policía hasta que la represión feroz ordenada por la dictadura usando paramilitares y a la policía dispersa a los protestantes.
Solo los mentirosos comunistas en el poder y sus medios de propaganda pueden decir que detrás de las protestas está el dinero del imperialismo yanki, y si lo dicen es para minimizar el hecho de que son ellos mismos quienes están empujando a la gente a pasarles un día de estos por encima.
Los dictadores comunistas no van a abandonar el poder por las buenas ni van a permitir jamás que el pueblo cubano adquiera derechos civiles básicos que pongan en peligro su deseo de gobernar de por vida. Ello no es propio de los comunistas en el poder.
Tendremos que sacarlos o continuarán hundiéndonos en la charca pestilente de la miseria y la desesperanza.
¿ Que hacer para que todo no
siga igual ?
Buen artículo del profesor.
Demoliendo falacias.
No se como todavia se pueda sostener la teoria de que el “modelo político unipartidista, nació y se legitimó en circunstancias muy concretas”.
No solo cuando reconozcamos los errores de otros, sino cuando nos despojemos de la testarudez y el miedo a reconocer los nuestros, se empezara a paliar la situacion en la que nos tiene y nos ha tenido siempre ese modelo unipartidista.
Si pudiera establecer una diferencia substancial entre esas “circunstancias muy concretas” y las que rodean al comienzo de dictaduras de cualquier tipo, seria muy apreciable.
Poe favor, no aportar justificaciones manidas y gastadas y recordar que el mismo individuo que “legitimo’ aquel modelo” murio en el poder, defendiendolo con las unnas y los dientes, muchas decadas despues de imponernoslo a la fuerza y despues de que se habia constatado sobradamente su inoperancia.
Ya la fractura entre el poder y los ciudadanos es imposible de soldarse y por el contrario se agrava irremediablemente. Ya se agotó toda credibilidad y toda viabilidad de cumplir las promesas de prosperidad y justicia social. Solo queda el poder sin máscaras, sin argumentos, soberbio y urgido a emplear la represión, el engaño y aprovechar la abyección que han logrado inducir en sumisos y oportunistas. Indigna ver como una intelectualidad que se vanagloria de vanguardia haya caido tan bajo y se alinee junto a los opresores, cerrando fila con grupos represaliales que hacen el trabajo sucio contra el pueblo que se manifiesta agobiado de tanta miseria. Un poder podrido en su gestión interna y en su proyección internacional, aliado de las dictaduras y regímenes totalitarios, condenados por la abrumadora mayoría de las naciones. Sin salida e incapaz de reconocer su fracaso. Incapaz y renegado al diálogo y dispuesto a la confrontación y la violencia, siempre que no pongan su propio pellejo en peligro. Quieren morirse de viejos en sus uniformes impolutos, dando pateticas lecciones de heroismo e inmolación que ya muy pero que muy pocos creen, por supuesto incluyendo a muchos de los firmantes y de los miembros de esos grupos de respuesta rápida.
Excelente idea desarrollada desde la cronología de un fracaso, personalmente me es extremadamente difícil salirme de la simple idea, no idea simple, de ver la Cuba de hoy y su sociedad resultante desligada material e intelectualmente del empobrecimiento general que se ve a simple vista en todo cuanto leo, veo o escucho, separarla del claro clasismo y diferencia de actuar e intereses, que muestra una foto del trabajo voluntario del presidente y su seleccionada comitiva con pullovers nuevos alegóricos, botas adecuadas recién estrenadas, y charla acompañante con las miles de imágenes de ese pueblo de Pinar que en modo supervivencia, sin camisa, en muchos casos hasta sin zapatos en chancletas, buscan recuperar partes del techado de sus precarias casas, o proveerse de algo de alimentos con la imagen del desamparo en sus rostros.
Al día de hoy Cuba entera está reflejada en la condición precaria y obsoleta condición de su sistema electroenergetico, y cuando leo la causa del más reciente fallo de la termoeléctrica Matancera que su director explica,
“La nueva avería se produjo por defectos mecánicos provocados por dilataciones y contracciones propias de los procesos de arranque y parada, en una central con 34 años de explotación”
Me es imposible extrapolar a nivel de país, de sociedad, en esa dilataciones y contracciones que varios procesos de arranque y parada, rectificación de errores, revolución energética, actualización del modelo y el ordenamiento monetario y cambiario, han provocado en una revolución que por más de 60 años de cuestionada explotación económico social del país en calidad de único y plenipotenciarios, han causado ese empobrecido, dependencia exterior y falta de oportunidades y desesperanza para su población.
Excelente escrito.
Martí, con su magistral verso describió lo que es nuestra actual contrasentido.
Mira estas dos, que con dolor te brindo,
Insignias de la vida: ve y escoge.
Este, es un yugo: quien lo acepta, goza.
Hace de manso buey, y como presta
Servicio a los señores, duerme en paja
Caliente, y tiene rica y ancha avena.
Esta, oh misterio que de mí naciste
Cual la cumbre nació de la montaña,
Esta, que alumbra y mata, es una estrella.
Como que riega luz, los pecadores
Huyen de quien la lleva, y en la vida,
Cual un monstruo de crímenes cargado,
Todo el que lleva luz se queda solo.
Pero el hombre que al buey sin pena imita,
Buey torna a ser, y en apagado bruto
La escala universal de nuevo empieza.
El que la estrella sin temor se ciñe,
Como que crea, crece!
—–Y concluye, no basta con llevar la estrella; además, hay que aplastar al yugo:
Dame el yugo, oh mi madre, de manera
Que puesto en él de pie, luzca en mi frente
Mejor la estrella que ilumina y mata.
Tambien me gusta el articulo de Rene Fidel.
Los jovenes que integramos la Generacion del Centenario Martiano, hicimos nuestro Yugo y Estrella como ideologia. Para mi sigue vigente para siempre el principio de levantarme sobre el yugo, para alcanzar la estrella que ilumina y mata.
Es un faro de vida
IAN huracán de categoría 3 con vientos máximos sostenidos de 185 km/h, su ojo permaneció sobre la ciudad donde vivo durante casi 2 horas. Hay aproximadamente 100,000 hogares afectados. 14 días después parte de la capital provincial no tiene energía eléctrica.
—
La dirección del país alegre por un triunfo revolucionario más y convencida de la estabilidad y bienestar que traerá a los cubanos el código de la familia recién aprobado. Se olvidaron de IAN. Se olvidaron de la defensa civil, no dieron la orden de evacuar, de podar árboles frondosos, de resguardar los víveres y proteger los insumos. Los cien mil hogares de miles de familias pinareñas ni estabilidad ni bienestar tendrán por mucho tiempo. Calamidad sobre calamidad.
—
Me consta que:
Un conocido no tiene corriente aunque en su circuito la restablecieron, el problema es que le robaron la acometida.
Las ráfagas desprendieron tejas metálicas que volaron de una cuadra a otra, nada más amanecer con el viento amainado y alumbrándose con las luces de los celulares varios vecinos las hicieron suyas, ya a 1/2 día las estaban vendiendo a 1 500 pesos.
Pasado el ciclón algunos dueños de plantas eléctricas cobraban $200 por cargar lámparas y celulares, después empezaron a vender cervezas, maltas y refrescos fríos, también las alquilaban por horas.
Las gasolineras fueron invadidas por los coleros.
—
Triste panorama.
Excelente articulo que suscribo totalmente. Gracias.
…..escribe el autor: “Se evidenciaba el declive de más de tres décadas de un modelo de justicia social, y la impotencia e imposibilidad de cambiar su destino para miles de personas.”…,ingenuo o ignorante? ….el DECLIVE que el autor enuncia va mucho mucho más atrás de las 3 décadas que reconoce….el DECLIVE comenzó en la mañana del FATÍDICO 1ro de enero de 1959…,, dice el dicho “EL QUE SIEMBRA VIENTOS RECOGE TEMPESTADES”
Estuve mirando la carta de los pseudo intelectuales que firmaron la carta que falsamente desmiente la violencia del regimen.
Nombres y profesiones una por una.
No quisiera ofender a nadie pero el 99% son personas que si se van de cuba se mueren de hambre y sin embargo alla viven muy por encima de la media por la sencilla razon de que cambiaron su profesion por un mendrugo. Iroel, ubieta. No igmagino que pudiern estar haciendo aqui.
Periodistas hay muchisimos pero todos tienen un denominador comun. Ninguno critica a un politico o hace un reportage sobre corrupcion. Son alabarderos del regimen y reciben prebendas solo por eso. Esquivan el hacer su profesion, como dije,a cambio de mendrugos
Los periodistas estan para criticar y hacerlo es lo que los hace utiles. Nunca para enaltecer politicos.Solo para evaluar sus deficiencias
Escritores: lo mismo. Gente que firmo su juramento con un regimen que se sabe que de no hacerlo tendra que cortar marabu y a diferencia de otros paises, sera sometido al obstacismo y no podra imprimir jamas, ni en un papel de cartucho. En eso todos estaremos de acuerdo. O no?
Israel rojas o amaury perez : no hacen falta comentarios, o si . Amaury sabia, desde los tiempos de la Nueva Trova, que para vivir tendria que firmar muchas cartas. el otro, el jabao, ya mas desprestigiado no puede estar.
Altos cargos y familiares de gerarcas: Apellidos Castro, Crombet y que se yo, que engrosan el nepotismo cortesano nacional
Pedagogos, posiblemente demagogos.
Algunas viejas artistas (prefiero no referirme a ellas ) . Al menos por ahora
Algunos que trabajan detras del telon o dirigen.
Una ingeniera.Una solita.
DE ESTE LADO HAY CIENTOS DE MILES DE CUBANOS, INGENIEROS, MEDICOS, PARAMEDICOS, ARTISTAS, DEPORTISTAS, TRABAJADORES DE LA CONSTRUCCION , CARPINTEROS, ETC, QUE SE LA BUSCAN MEJOR QUE ELLOS, TIENEN LA CONCIENCIA LIMPIA y sin que los presionen solo por cumplir con su conciencia firmarian una carta condenando al regimen opresor que ordena a sicarios entrenados del sexo “mascuino?” golpear mujeres.
AHORA BIEN. QUIEREN UNA LISTA?. MIL. DIEZ MIL, CIEN MIL ?
CUANTOS QUIEREN QUE LA FIRMEMOS?
Sr González
“no era tan fácil hacer que todo cambiara y conseguir que todo siguiera igual”
Eso es lo que pasa a lo largo de todo el mundo capitalista, que todo cambia cada 4 años e unos sitios, cada 6 años en otros como México, y lo que se consigue es que todo siga igual.
Le dejo con una frase del subcomandante Marcos sobre López Obrador que no ha sido un mal presidente “Cambiaron al capataz, pero el finquero sigue siendo el mismo”
Tiene usted razón González, lo que ocurre es que tanto usted como el conservador y reaccionario foro solo ven el cumplimiento de la frase en Cuba.
Para hacer un gimnasia política está bien, pero para nada más.
Ramoncito y por que otros pueden cambiar al capataz y los cubanos no?
Le respondo yo porque no los queremos a ustedes los quintacolumnas del imperio, cualquiera menos ustedes esa es la causa o tu no te has dado cuenta
Pero quieren nuestros dólares, para que los tracatranes digan viviendo la
Dulce vida. No hay manera de entender a los apapipios de la Dictadura.
Manuel: Buen tapabocas para Narciso. Que su gente se llene de ese dignidad de la que alardean y no reciban mas divisas de la gusanera. A que su valentía no llega a tanto.
Muy buen epitafio para el entierro de una nación
https://youtube.com/shorts/nEKjauOWqHA?feature=share
No hay duda que ahora estamos en lo mismo. Un grupo de capos construyendo hoteles….
No les duele el dolor de nadie
https://youtu.be/7dMzE0d6-B4
[…] «Permítanos a nosotros tomar decisión por nuestras propias vidas» […]
[…] «Permítanos a nosotros tomar decisión por nuestras propias vidas» […]
Expertos revelan imprudencias en la estrategia para contener el incendio de Matanzas
Además denunciaron que cuatro de las víctimas tenían entre 19 y 21 años y muy poca experiencia, cuando este tipo de incendios requiere “personal con formación específica y continuada”
CubaNet
MADRID, España.- Un estudio realizado por expertos en incendios explicó por qué fue una imprudencia enviar a primera línea de fuego a los bomberos que fallecieron en el incendio de la Base de Supertanqueros de Matanzas, desatado el pasado 5 de agosto.
En declaraciones a EFE, especialistas de España y México señalaron que hubo errores desde la respuesta inicial, entre ellos la excesiva aproximación a los tanques en llamas, los medios empleados y la estrategia para combatir el fuego.
El bombero español Joaquín Marfil declaró que “es una locura acercar personal” a la distancia que lo hicieron, partiendo de un video compartido por el periódico local Girón, donde los bomberos indican que se encontraban a unos 20 metros del primer tanque incendiado.
Marfil, cuya experiencia incluye haber intervenido en tres incendios en refinerías, consideró que tendría que haberse realizado un “ataque defensivo” del incendio y “centrarse en los alrededores”.
Otro experto antiincendios de Pemex dijo a la agencia española de noticias: “Veinte metros es una imprudencia, en especial con un tanque de esas dimensiones. Además, en el video se puede ver que el equipo que tenían era, sinceramente, pobre. Eso es un abuso”.
Mientras que otra especialista de la misma empresa afirmó que intentar bajar la temperatura de los tanques a corta distancia no funciona.
“Se puede ver el tanque rojo, a punto de colapsar… Dios mío, qué desesperante. Si no había manera de sofocarlo con espuma, solamente se estaban exponiendo”, expresó la experta en siniestros en instalaciones de hidrocarburos.
Además, coincidieron en que estos depósitos tienen que contar con sistemas automáticos contra incendios.
“Con el análisis de las imágenes de medios oficiales, como las difundidas por la revista Bohemia y la prensa local, los expertos afirman que la estrategia adecuada habría sido dar por perdido el primer tanque y trabajar en el segundo a distancia con maquinaria como cañones de agua con servocontrol”, cita EFE a los analistas.
“Hay materiales que puedes instalar y monitorear en la distancia sin ponerte en riesgo. Si es que no los tienes, y definitivamente no puedes apagar el fuego ni evitar que se propague, ¿cuál es el punto de arriesgar a tu personal?”, dijo otro de los entrevistados.
Muchos de los bomberos no tenían ni un año de experiencia
Los especialistas también condenaron la corta edad de los bomberos que fueron enviados a apagar el fuego y que muchos tenían muy poca experiencia.
A partir de testimonios obtenidos por EFE de personas cercanas a las víctimas, cuatro de ellas tenían entre 19 y 21 años y estaban cumpliendo el servicio militar en comandos de bomberos.
Tal es el caso de Leo Alejandro Doval Pérez de Prado, quien aún no llevaba cuatro meses destinado en el aeropuerto de Varadero.
Doval, de 19 años, no tenía intención de ser bombero, sino que iba a estudiar medicina tras terminar el servicio militar.
Mientras que Adriano Rodríguez Gutiérrez, también de 19 años, llevaba nueve meses cumpliendo el servicio militar.
También estuvieron en primera línea de fuego Michel Rodríguez Román, de 20 años, y Fabián Naranjo Núñez, de 21. Ambos estaban en comandos de bomberos y no llegaban a los dos años en el servicio militar.
Los expertos insistieron en que para afrontar este tipo de incendios es necesario “personal con formación específica y continuada”.
Tras compartir esta información, EFE indicó que ha solicitado una entrevista con el Cuerpo de Bomberos de Cuba, pero no ha recibido respuesta. Así como destacó que el régimen cubano no ha informado si se ha abierto una investigación al respecto.
[…] regímenes totalitarios parecen fáciles de etiquetar cuando el clasificador se atiene a rasgos muy generales: Estado […]
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