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Giordan Rodríguez Milanés

Giordan Rodríguez Milanés

Realizador de radio y televisión. Estudioso de la Comunicación Social

Caballo (1)

A propósito de una tiza que dibuja un caballo desbocado

por Giordan Rodríguez Milanés 17 julio 2021
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

¿Cómo se puede llegar a consensos sin diálogos o cómo se pueden entender las razones del otro sin escucharlo? ¿Cómo se puede ejercer el poder en una nación diversa sin que haya diversidad de poderes? O lo que sería otro modo de preguntar lo mismo: ¿se puede sumar algo —o alguien— a una pretendida totalidad absoluta?

Una vez alguien me dijo que, a la larga, era menos laborioso detener a un caballo desbocado que azuzar a un caballo holgazán. Pero lo que a nadie sensato se le ocurriría jamás sería azuzar a un caballo desbocado. Porque ese arrasará con todo lo que encuentre en su camino, y terminará despeñándose, chocando con algo más fuerte que él mismo, y matándose.

El domingo 11 de julio yo vi azuzar, peligrosa e irresponsablemente, a un caballo desbocado que se llama pueblo de Cuba.  ¿Quién más lo vio? ¿Tú lo viste? Haberlo visto, haberlo identificado: ¿te hace un mercenario? ¿Te hace un represor? ¿Te hace un agente de la Seguridad del Estado? ¿O te hace un topo de la CIA?

Yo vi ese día a un caballo desbocado, azuzado por una guerra que comenzó siendo contra el imperialismo yanqui y se está convirtiendo en una guerra entre los cubanos ¿nadie se da cuenta de eso?

Si no digo aquí que Díaz-Canel azuzó al caballo desbocado al llamar al combate a un pueblo cuya idiosincrasia es pelear, que parece que está peleando hasta cuando celebra, ¿entonces soy un comunista que apoya a Díaz-Canel y merezco ser arrastrado por algunos de mis propios compatriotas? Y si lo digo: ¿soy lo contrario?

Si no afirmo que el bloqueo lleva más de sesenta años entorpeciendo todos nuestros empeños, que afecta incluso a quienes lo defienden, y a las madres y a los ancianos de quienes lo justifican: ¿entonces soy un mercenario? Y si lo digo: ¿soy lo contrario?

Y si digo ambas cosas: ¿soy lo contrario de ambas cosas?

¿Y qué es ser lo contrario de ambas cosas? ¿Es la paradoja de la suma a la totalidad absoluta? ¿Es la búsqueda sin diálogo del consenso? 

¿Y si me callo? Bueno, eso sí es fácil de responder: soy un cobarde. Entonces mejor sigo preguntando: ¿Qué nos está pasando como nación?

En Estados Unidos vive una muchacha que me llamaba «padre». Cristiana evangélica. Violinista. Con su hermosa voz la he escuchado alabar a su señor Jesucristo.  Ayer leí las ofensas que profería a un amigo común  —periodista de un medio estatal. Católico—  porque no ha dicho que en Cuba se  ha producido un genocidio.

¿Alguien en su sano juicio puede creer que en Cuba ha ocurrido un genocidio? ¿Alguien en su sano juicio puede comparar lo ocurrido en Cuba esta semana con la reconcentración de Weyler? Sí, esa muchacha que me llamaba «padre» lo cree. Y se indigna. Y llora por los niños asesinados, que en realidad están vivos. Y afirma que han sido expuestos irresponsablemente a la Covid. Y dice que si enferman esos niños, serán atendidos por los médicos de la trata. ¿Se puede esconder en la era de los satélites y la inteligencia artificial la muerte de decenas, cientos, miles de personas?

Y sin embargo sí hemos tenido una violencia que no era necesaria, ni es justa, ni es admisible, ni es compatible con la decencia. ¿Quiénes la han alentado durante meses y años? Eso queda para los historiadores. ¿Qué bando la inició en cada lugar del país donde se produjo una protesta? Eso queda para los jueces. ¿Quiénes tenemos el deber de evitarla a partir de ahora? ¡Todos los cubanos! Todos los cubanos que amamos a Cuba, porque Cuba somos todos: revolucionarios y conservadores, ortodoxos y renovadores, anti-comunistas y comunistas, demócratas, liberales, republicanos, creyentes y no creyentes. Todos deberíamos ser Cuba, ahora y siempre. ¿Es tan difícil entenderlo?

caballo

Hemos tenido una violencia que no era necesaria, ni es justa, ni es admisible, ni es compatible con la decencia (Foto: Efe – Reuters)

Entonces encuentro la respuesta:

No es posible llegar al consenso sin diálogo. Si alguien cree que por eso busco una porción del poder, que él llama pastel, se equivoca rotundamente. No se me aparezcan con esa reducción falaz de que, quienes abogamos por el diálogo, lo hacemos porque queremos repartir algo. No reduzcan el pueblo cubano a una sarta de indigentes políticos alrededor de la pira de los sueños.

Tampoco es posible sumar a la totalidad absoluta. Primero, porque la totalidad absoluta es imposible, como se ha visto en estos días. Lo que sí es posible matemáticamente es el cero absoluto, según creo haber aprendido, y nadie querrá llegar a él. Segundo, porque si algo llegara ser totalmente absoluto, sería porque no se le puede sumar nada más.

De tal modo, cada cubano debería empezar por reconocer que no posee todas las verdades, sino algunas. Ni todas las razones sino algunas. Y que solo comenzaremos a entendernos, si reconocemos las del otro y hacemos un esfuerzo por comprenderlas y compartirlas.

¿A usted no le interesa comprender ni compartir las razones ni la verdad del otro? Entonces siga azuzando el caballo desbocado, arrase todo a su paso y expóngase a ser arrasado por la autodestrucción. Yo no estaré para verlo. Caeré antes, tratando de detener al caballo o defendiendo el amor. Usted, el del látigo, seguramente llegará hasta la caída final sin importar si la consigna que escoja para el instante póstumo, se cante con muerte o se grite con vida.  

17 julio 2021 35 comentarios 3k vistas
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Privado

Al privado

por Giordan Rodríguez Milanés 25 junio 2021
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

«Nunca fue tan usada la frase al privado. La gente vende todo lo que puede», me comenta Ignacio Riverón, un instructor de música que, a falta de contenido de trabajo, labora voluntario en un centro de aislamiento de pacientes sospechosos de padecer Covid-19.

Cuando en nuestros tiempos de estudiantes nos decían: al privado [salón de profesores] te preparabas para un regaño y sabías que era la antesala de un análisis con el director de la escuela. A  mi compañera Yaquelín, de Secundaria Básica, la llevaron al privado por vender cremitas de leche durante el receso, a veinticinco centavos cada una. «Ahora esa misma vale diez pesos», sonríe Ignacio sobre una bicicleta con las gomas llenas de remiendos.

«Estas gomas son de la tienda de Carlos III en la capital», me escribe en el chat una vendedora desde Bayamo. A pesar de que los viajes interprovinciales están restringidos por la pandemia, de algún modo se las arreglan los emprendedores de la precariedad para traer los neumáticos a 800 Km del lugar donde los compraron y proponérmelos a mí, que los necesito, a 3 mil doscientos CUP. Ignoro el precio «oficial» en MLC de las gomas. Estoy dispuesto a pagarlas gracias a la contribución de varios amigos, pero no están hechas a la medida de mis llantas.

«El país no está hecho a la medida  de nadie, asere», me espeta Alejandro, un profesor recién graduado, con quien hace unos meses tuve un contencioso acerca de las tiendas en MLC. Me parecía una alternativa loable para la economía del país que las personas con acceso a divisas no tuvieran que ir a Panamá o a Rusia a realizar sus compras, que la moneda dura se quedara en casa con la venta de artículos de gama media o alta.

Privado 1

Las filas para entrar a la tienda Carlos III, en La Habana, en el año 2019 (Foto: @lennierlopez)

Alejandro decía que eso «es una trampa, al final van a dolarizar la economía real y nos vamos a convertir en ciudadanos de tercera. De primera los que tienen la decisión o la información de en qué lugar van a sacar esto o lo otro y obtengan provecho de eso; de segunda los que tienen acceso a la divisa de modo lícito o no tan lícito, y de tercera, nosotros, los comemierdas que nos fuimos a la Universidad y trabajamos por un salario».

«Esta es la cola de los cien, y aquella es la cola de los mil», me dice un destacado  entrenador deportivo que, por la situación sanitaria, está reubicado como cuidador de colas. «Giordan, es lo que soy, y si no estoy de acuerdo pues, ya sabes, la ojeriza».

No entiendo:  ¿Los de a cien y los de a mil?.  «Sí, hay colas tácitas, la de los cien, o sea, la de los que te sobornan con cien pesos para que les consigas un turno; y la de los que te sobornan con mil pesos por lo mismo. Los de a mil compran motorinas, aires acondicionados, refrigeradores, los electrodomésticos que antes vendían en las TRD por los difuntos CUC». ¿Y los de a cien? «Esos compran otros artículos de higiene, comestibles, lencería y esas cosas». ¿Y los terceros?  «Los terceros, Giordan, son los que no tienen plata para sobornar, o no quieren hacerlo, y pueden pasarse tres días cuidando la cola para poder comprar lo que necesiten».

«Aquí todo el mundo revende, no sólo nosotros, los coleros profesionales», me dice Maritza. «Oye, tú no vas a mencionar mi nombre ¿verdad?, fíjate que lo mío es al privado». Tranquila, sólo me interesa conocer más o menos cómo funciona todo. «¿Funciona? En este país no funciona nada, mijito, tú mismo lo escribiste en Facebook, que me lo leyó el que me talló para que habláramos». Sonrío, porque no fue eso lo que dije exactamente, pero no me voy a poner a discutir con una fuente tan bien ubicada.

«Mira, mijo, te decía que aquí todo el mundo revende porque al que le ponen en la tarjeta un dinerito, y le dicen ahí adentro que le tocan, por ejemplo, cinco de cada cosa, pues compra las cinco y vende tres, o dos, y le saca el costo».

«¡Qué nadie se me haga el santico que pueblo chiquito, infierno grande!, y aquí veo a médicos, enfermeras, directores de escuela, ingenieros, funcionarias, o sus hijos; tú ves al chamaquito bien vestidito que se baja con la novia de porcelana de la motorina, y hace su colita en ETECSA para comprar un par de teléfonos en MLC, es el hijo del doctor tal y va a revender la mitad de su compra. Esos, y los que nos compran a nosotros, los coleros profesionales, son los que tú ves en los grupos de WhatsApp y Revolico poniendo que al privado».

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«Aquí todo el mundo revende» (Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate)

Pero habrá quienes deseen vender algo que les sobre o que no les sirva, y también lo comercialicen en los grupos de WhatsApp, me parece. «Sí, mijito, claro, pero para qué van a decir al privado, esos te dan el número y ya». Tiene lógica, sí. Bueno, por lo menos no me mencionaste a dirigentes conocidos del municipio o la provincia. «Na′, esos jamás vienen por aquí cuando hay colas. Seguro les llevan las cosas a la casa. Oye, tú no me vayas a sacar por ahí, que ya se olvidaron del Tras las Huellas TV pero en cualquier momento se vuelven a acordar, por tu madre».

Este reportaje lo escribo sobre la mesa de comer de nuestra casa. Hace tiempo que estoy por comprar un buró pequeño. Ahora vale lo menos cuatro mil CUP. Me lo dice al privado alguien que contacté desde uno de los tantos grupos de WhatsApp en los que me colé para tener una idea acerca de lo que sucede con el comercio en Cuba en tiempos de Covid-19.

«¿El comercio en Cuba?, un desastre» —me ha dicho un rato antes el ex profesor de economía y ex interventor Pedro Rodríguez Figueiras—, «pero un desastre que no comenzó con la necesaria Tarea Ordenamiento, que no han provocado nuestro coterráneo Murillo, ni la Covid-19, ni GAESA, ni siquiera Trump, ni el período especial de los noventa, ni la desaparición de la URSS»  ¿Y entonces, compay? «Esta película comenzó hace ya más de medio siglo, aquel verano de la Ofensiva Revolucionaria del 68».

Viejo —pregunto a mi padre— ¿tú te acuerdas de la llamada Ofensiva Revolucionaria del 68? «Claro, mijo, si los mecánicos de los talleres particulares tuvimos que entregarle al Estado hasta las herramientas con las que trabajábamos, que las habíamos comprado con nuestro dinero, porque pasaron a ser propiedad de todo el pueblo. Tanto fue así, que al año ya todas estaban rotas o se las habían robado de los pañoles».

Entonces me cuenta y descubro que he perdido el tiempo. Este no es el reportaje que debo escribir.

25 junio 2021 18 comentarios 3k vistas
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Información

La ambigüedad en la información y el salto al vacío

por Giordan Rodríguez Milanés 4 junio 2021
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

Hace unos meses, algunos llegamos a creer que el emblemático Jazz Café Habana sería convertido en una tienda en divisas. Se armó un alboroto en las redes. Nadie comprendía por qué no se aclaraba el asunto hasta que, ¡por fin! Aparecieron notas explicativas como preámbulo a subsiguientes descalificaciones y burlas sobre las personas y los medios que habíamos propagado la falsa noticia.

Después vimos hacer el ridículo al opositor José Daniel Ferrer, cuando aparecieron en las redes videos de personas que se habían acercado a él con supuestas denuncias de maltratos o desmanes de las autoridades estatales, y resultó que trabajaban para los órganos de la Seguridad del Estado. Se demostraba así que el líder de UNPACU no contrastaba sus fuentes ni constataba los hechos que le referían y los acomodaba a sus intereses.

En los últimos días se han manifestado molestias por la reparación del restaurante La Bodeguita del Medio, proceso en el cual fueron borradas de sus paredes las firmas de miles de celebridades. La tala indiscriminada de árboles en La Habana, o la supuesta agresión contra médicos cubanos colaboradores en Namibia, han sido otras tantas fuentes de contrariedad.

En todos los casos, los comunicadores financiados por el gobierno guardaron silencio el tiempo suficiente para que se impusieran las versiones de los medios no oficiales o alternativos, y luego, en un final victorioso, apareció una explicación plausible, verosímil, apegada a lo que se considera una correcta actuación de las instituciones del Estado.

«Nada de Jazz café para tienda en MLC», «José Daniel es un mentiroso que ha sido tratado magnánimamente por el gobierno a pesar de su oposición», «otras veces se ha tenido que borrar las firmas de La Bodeguita debido a serios problemas constructivos, incluidos los resultantes de un brutal ataque terrorista organizado desde los Estados Unidos»; la tala indiscriminada de unos pocos árboles fue la iniciativa irresponsable de «alguien» —del que nunca sabemos nombre y apellidos— pero no es una práctica gubernamental, o «lo que pasó en Namibia no fue tanto». 

-II-

Allport y Postman nos legaron la ley básica de la Teoría del Rumor. Su expresión matemática sería R=I x A, donde R es el Rumor, I es la importancia que la comunidad le concede al hecho que provoca el rumor y A la ambigüedad con que se informe sobre el rumor. Como se nota, el rumor depende de la multiplicación de esos dos factores, sin los cuales puede producirse sin llegar a reproducirse; es decir, mientras menor sea uno de esos factores, menores posibilidades de propagación tendrá.

Información

Gordon Allport

La importancia que una comunidad concreta le adjudique al hecho, depende de un complejo grupo de condicionantes psicosociales que no son relevantes para el texto que nos ocupa. El potencial ambiguo de la información sobre ese hecho, dependerá de las intenciones, la ética y las competencias profesionales del comunicador.

En 1938, el psicólogo social McGregor realizó un experimento en los Estados Unidos que demostró la relación entre los estados emocionales de la comunidad y el sentido del rumor. Una primera variante del estudio indagó, en una muestra de norteamericanos que odiaban a Hitler, si creían que gobernaría por muchos años. El 95 % respondió que sí, a pesar de su aversión. La segunda variante preguntaba a partidarios del casamiento del rey de Inglaterra, si este lo haría. La respuesta fue positiva.

El primer resultado se explica porque lo que se informaba en Estados Unidos acerca de Hitler estaba sumamente sesgado por obvios condicionamientos políticos, el sesgo conduce a la ambigüedad y esta inclina a la comunidad a escoger la peor de las soluciones, la que más teme. A mayor ambigüedad, mayor respuesta inducida por emociones negativas.

En la segunda variante hubo un resultado positivo porque había tanta información en esos días, en múltiples soportes, que se indujo en la comunidad una respuesta favorable emocionalmente a lo que ella deseaba. A menor ambigüedad, menor tendencia a una respuesta inducida por emociones negativas. 

Información 2

En esencia, mientras menos información acerca de algo, mayor probabilidad de que la respuesta —rumor— se imponga en sentido contrario a los deseos de la comunidad. Por el contrario, mientras más información se brinde sobre algo, mayor probabilidad de que la respuesta —rumor— se imponga en el mismo sentido de los deseos de  la comunidad.

En ninguno de los dos casos, información llega a significar conocimiento. La información es conocimiento, en sentido estricto, solo cuando se corresponde con la realidad y la verdad. Y ni la verdad ni la realidad importan para la propagación del rumor, en un sentido u otro.

-III-

El marketing colateral enseña que si estás seguro de que el producto genera altos niveles de simpatía, y deseas que se compre aún más, debes lanzar información ambigua y constante sobre él: haz correr la voz de que se puede acabar en determinado lugar y, a la vez, de que ese lote tiene determinada actualización y mejoría.

Antídotos contra la manipulación del lenguaje

En cambio, si ya el producto va perdiendo preferencia, debes generar información contradictoria sobre él: que si no se sabe qué va a pasar con el producto debido a la alta aceptación que ha tenido, que si se va a devaluar porque en determinado lugar no sale, que si lo van a retirar para actualizarlo y mejorarlo, que si la actualización quizás no será tan buena como el original. También se promoverán más ventas, aunque resulte paradójico apriorísticamente.

La manipulación del rumor, a partir de tales presupuestos, puede ocasionar que determinados medios o comunicadores caigan en una especie de salto al vacío y hagan el ridículo ante un público neutral o indeciso en términos de credibilidad.

En Cuba se sabe que cualquier indicio desfavorable al gobierno —cierto o no— inmediatamente va a ser usado por la mayoría de los medios alternativos en correspondencia con sus matrices. Esto tiene otra peculiaridad: que los representantes o defensores del gobierno incluyen en el grupo de los contrarios a cualquiera que no se atenga a sus preceptos ideo-políticos y a sus cánones tribales.

Una clave que refuerza la hipótesis de la manipulación del rumor para provocar un salto al vacío se puede observar, por ejemplo, en el párrafo que cito a continuación, tomado de un blog llamado PostCuba, en el cual se suele descalificar lo mismo a La Joven Cuba, a Esteban Morales que a cualquiera que difiera de las ideas oficiales:

 «(…) Biden da la pauta, La Vieja [manera patética en que se refieren a LJC] obedece. Como ya veremos cuando aflore la verdad, harán una vez más el ridículo y se hundirán cada vez más al estercolero de la historia revolucionaria», así escribe en su Facebook Carlos Luque y lo reproduce PostCuba.

¿Por qué les interesa que la verdad demore en aflorar? ¿Por malas prácticas profesionales de la comunicación? ¿Por falta de pericia? ¿Por qué prefieren el secretismo parcial que contribuye a la propagación de rumores para, cuando ya son de más o menos alto impacto, salir a desmentirlos o a presentar aristas antes ocultas, que al informarse desde el primer momento hubieran cortado de raíz la desinformación?

Comunicación, manipulación y consenso en Cuba

Si uno de los pilares de la guerra de cuarta generación es la información distorsionada de la realidad a partir de la omisión o la mentira: ¿por qué tanta demora en ofrecer toda la información sobre el caso de Luis Manuel Otero Alcántara, por ejemplo? ¿Será que estaban esperando, a partir de los presupuestos psicosociales de Allport y Postman y los resultados del experimento de McGregor, que diéramos un salto al vacío e hiciéramos un ridículo similar al de José Daniel Ferrer?

¿Es más importante inducir ese resultado entre quienes de buena fe se preocupan por la salud de Otero Alcántara y por el tratamiento que se le brinda —estén o no de acuerdo con su ideología— que el ejercicio transparente y ético de la información pública en Cuba?

Epílogo

Una nota de la dirección del hospital Calixto García de La Habana, fechada el 31 de mayo, informa que Otero Alcántara fue dado de alta de esa institución, en la que se encontraba ingresado desde el día 2 del referido mes. Se plantea que «durante su estadía hospitalaria su evolución ha sido favorable, con parámetros clínicos y de laboratorios que ya se encuentran todos dentro de rangos normales». 

Ideología y derechos humanos. El caso de Luis Manuel Otero Alcántara

Entonces: ¿tenía o no problemas de salud como resultado de una previa nutrición deficiente? Evidentemente los tenía, de otro modo ¿qué sentido tendría haberlo mantenido casi un mes ingresado hasta que lograra «ganancia de peso y recuperación de los requerimientos energéticos»?.

¿Puede responder desde la ciencia a esas preguntas el autor del texto publicado en PostCuba, o habrá dado también su saltico al vacío?

4 junio 2021 38 comentarios 3k vistas
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Familia

La familia, el CENESEX y los medios del Estado

por Giordan Rodríguez Milanés 17 mayo 2021
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

El 4 de mayo de 2021, el sitio web Cubadebate publicó el artículo «Jornada contra la homofobia y la transfobia, otro paso en un camino de derechos». En él se aludía a una conferencia de prensa en la cual interviniera Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) y Diputada a la Asamblea Nacional. Se circunscribía a la referida jornada con el proceso de discusión del código de familia que se avecina, referéndum mediante.

Los comentarios de los foristas en el artículo de marras, indican que estamos aún lejos de una comprensión consensuada de la necesidad de pasar de la hetero-normatividad tradicional a una basada en el otorgamiento de todos los derechos a todos los tipos de familia. La doctora Mariela Castro planteó, según Cubadebate, que: «debemos trabajar también en la creación de conciencias, en la creación de conocimientos de modo que no sigan atravesados por diversos prejuicios en torno a la orientación sexual, los diferentes tipos de familias entre otros».

Esa conciencia no la puede lograr únicamente el CENESEX, menos sin contar con el concurso sistémico de los medios de comunicación estatales y la prensa, las instituciones educacionales y de la cultura artística. Hoy solo me voy a detener en el análisis del modo en que los medios se han proyectado hacia este sensible asunto.

Rutas del nuevo conservadurismo

Es una práctica del ICRT y la prensa, marcar determinados temas para que se enfaticen editorialmente en los territorios. Por ejemplo: la comparecencia diaria del doctor Durán, los twitts del Presidente de la República, cualquier publicación del periódico Granma relativa a la subversión político-ideológica o la Guerra de Cuarta Generación; serán inmediatamente replicados por los sitios webs de emisoras y televisoras territoriales y sus páginas oficiales en redes sociales.

Un análisis de los temas reproducidos en medios estatales de tres provincias de Cuba: Pinar del Río, Granma y Villa Clara, nos muestra que el 4 de mayo, tales medios y sus páginas oficiales en redes sociales, no solo no reprodujeron la reseña, sino que ni siquiera hicieron la más mínima referencia a ella.

Únicamente en la página web de la emisora Radio Guamá, de Pinar del Río, se alude a «una batalla cubana contra la homofobia y la transfobia» y se listan actividades virtuales a ser realizadas por motivo de la jornada, no obstante, no hay una convocatoria explícita ni enfática a sus lectores.

En un artículo publicado por el sitio web de la CMHW, emisora provincial de Villa Clara, se informa sobre la visita de Mariela Castro a Santa Clara como parte de la jornada, y se mencionan las acciones contra la discriminación en las escuelas cubanas. No se aborda, sin embargo, la polémica respecto a la inclusión del matrimonio igualitario en el Código de Familia.

Derechos LGBTIQ: entre el Estado y la pared

Activistas, lideresas y líderes granmenses de proyectos defensores del matrimonio igualitario y los diversos tipos de familia, me confirman el monitoreo de contenidos que hiciera durante el mes de abril a los programas de orientación a la familia en las emisoras Radio Bayamo y Radio Granma de Manzanillo. ¡Ni una sola vez fueron invitados a dialogar sobre el tema en pugna!

¿Qué campaña de concienciación es esa en la cual los contenidos favorecedores de su comprensión no se reproducen en los medios territoriales del país? ¿Descuido? ¿Alguien tenía que dar la indicación y no lo hizo?

El viernes 13 de mayo, en el espacio cinematográfico La Séptima Puerta, del canal Cubavisión, el crítico Rolando Pérez Betancourt presentó el filme Desobediencia, en el que aparece íntegramente una secuencia erótica lésbica. Sin embargo, menos de veinticuatro horas después, en el programa Espectador Crítico del Canal Educativo, presentado por la doctora Magda Resik, fueron mutiladas dos escenas similares de la película Ammonite. ¿Por qué en un canal sí y en otro no?  ¿Acaso no responden a la misma política de programación vigente?

Una nota de disculpa aclara que la censura de las escenas «no responde a una postura institucional». ¿A qué responde entonces? De acuerdo a la nota, aparecida en redes sociales y no en el propio canal —al menos hasta ahora—, se trató de: «la decisión de la asesoría del programa».

Si los asesores son los encargados de velar por el cumplimiento de la política de programación en los colectivos de los espacios de las emisoras y televisoras estatales cubanas: ¿Podemos suponer que la censura se debió a un conato de indisciplina de alguien que no comprende la expresión artística del homo-erotismo? ¿Qué medidas tomó la dirección del ICRT para que, eventualmente, no sigan ocurriendo tales dislates?

Una demanda para Danay Suárez

Por otro lado, en ese mismo Canal Educativo disfrutamos la gala por la jornada en horas de la noche del domingo 15 de mayo. O sea: ¿Cómo es coherente con la necesidad de concienciar el que ayer alguien censure y hoy promueva?

A propósito del Día Mundial de las Familias, observé una publicación en la página oficial de Facebook de Radio Granma, emisora municipal de Manzanillo, cuyo texto hablaba de familias en plural, pero lo acompañaba la imagen de una familia tradicional. ¿Por qué? ¿Por descuido? ¿Por apego a una forma convencional de mostrar la familia cuando el Estado está abogando por reconocer todas sus variantes, y afirma promover el matrimonio igualitario?

Al menos una periodista de esa emisora compartió la referida publicación en su página personal de Facebook, con un par de citas bíblicas defensoras de la denominada familia original. Luego la retiró.

Una crónica sobre la familia, publicada por la periodista Denia Fleites en el propio órgano, se refiere también a una, la suya, de tipo «original», —ya sabemos que la crónica periodística puede ser un género personalísimo— con foto incluida, y tampoco se abordan otros tipos de familia.

En una entrevista realizada el 11 de mayo a una funcionaria de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) en la televisora provincial de Granma, se detallaron las actividades que se realizarían en saludo al Día Internacional de las Familias. Los ejes temáticos divulgados abarcaron desde la familia en el enfrentamiento a la Covid hasta su participación en el programa de alimentos. No hubo alusión a una sola actividad encauzada a la educación en aras del reconocimiento de todos los tipos de vínculos familiares. ¿Es que la promoción de todas las modalidades de familia no le compete a la FMC de Granma? ¿No lo tienen como prioridad?

La cara oculta del ICRT

Un artículo del sitio web del periódico La Demajagua, difundido el 15 de mayo, si bien incluye que el nuevo Código de Familia pretende reconocer: «el matrimonio y la unión de hecho, como un derecho, sin discriminación de cualquier persona»; reduce la familia a: «la encargada de la renovación de la fuerza de trabajo, del cuidado de los niños y los ancianos y, a la vez, deviene unidad económica productiva». Como vemos, se centra en el activismo de la FMC y evade abordar la postura del CENESEX respecto al asunto sobre el cual parece no haber consenso en la sociedad cubana.

He aquí apenas una muestra de que los puntos de vista de periodistas y comunicadores estatales, al menos, están divididos en relación con el reconocimiento jurídico de todos los tipos de familia y, por ende, del matrimonio igualitario. ¿De qué modo van a lidiar la presidencia del ICRT y los consejos de dirección de emisoras y televisoras territoriales, con los comunicadores prejuiciados o apegados a la norma de la familia patriarcal y hetero-normada? ¿Van a prohibirles que aborden el tema honradamente? ¿Van a obligarles a que reflejen la postura del CENESEX? ¿Cómo se prepara el ICRT para la confrontación ideológica que implicará la discusión y el referéndum del nuevo Código de Familia?

Que el ICRT responda esas preguntas quizás no sea una prioridad para Mariela Castro. Según OnCuba, además de lo que nos dice Cubadebate, la diputada  también declaró en la conferencia de prensa del 4 de mayo, que hay que estar: «muy atentos de que no se repita el mismo error metodológico de cuando la Constitución, que daba una idea de que había mucha gente en contra del artículo 68 cuando en realidad no era así». Igualmente agregó, al referirse a su participación como diputada en las discusiones sobre el artículo 68: «pude apreciar que la mayoría de las personas están a favor de reconocer los derechos de las personas LGTBIQ+, sobre todo en la opción que incluye el matrimonio».

Tal vez por esa seguridad de la directora del CENESEX, se considere innecesario que el ICRT y la prensa de los territorios —no me estoy refiriendo a los medios nacionales—  sean coherentes. ¡Quién sabe!

17 mayo 2021 33 comentarios 3k vistas
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Medios

Los medios, la anticipación y la Covid-19 en Cuba

por Giordan Rodríguez Milanés 27 abril 2021
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

Matanzas

Durante la quincena del 21 de marzo al 7 de abril del 2021, antes de la aparición de los primeros «casos extraños de neumonía en el municipio de Jagüey Grande, provincia de Matanzas», los medios de ese territorio se solazan en una especie de nueva normalidad no declarada oficialmente.

Atenidos a que las estadísticas brindadas por el doctor Durán cada mañana, muestran una provincia con bajos índices de contagio, las agendas mediáticas hacen los énfasis habituales, según presupuestos ideopolíticos. Ensalzan a su equipo de beisbol y la decisión de poner una base de entrenamiento nacional en el estadio de la Ciudad de los Puentes. Se vuelven rutinarios los llamados al cumplimiento de las medidas higiénicas y de distanciamiento social. 

Algunos médicos matanceros, habituales en la Zona Roja contra la pandemia, reflejan el relajamiento en sus redes sociales. Veo imágenes de cientos, tal vez miles, de jóvenes reunidos en el malecón matancero que disfrutan e intercambian, muchos de ellos sin siquiera llevar puesto el nasobuco.

¿Nueva enfermedad en Matanzas o falsa alarma ciudadana?

Si bien esos médicos no saben aún que acechan nuevas variantes de SARS-COV-2, algunas más contagiosas y letales que la ya conocida, su experiencia, saberes y sentido común les indican que esa tolerancia institucional a la irresponsabilidad y la indisciplina no puede estar bien.

Pero la mayoría de los comunicadores profesionales siguen en lo suyo, aplicados a otras prioridades y a otros énfasis editoriales. Sólo replican el comunicado tranquilizador de un funcionario del MINSAP: «No hay nueva CEPA, ni neumonía nueva, ni H1N5, ni ningún otro virus. Solo COVID-19», tal como lo publica en su página web Radio 26, la emisora provincial de Matanzas.

¿No tienen dudas ni temores? ¿Acaso no saben que el virus puede mutar? ¿No era mejor anticiparse y enfatizar en la prevención? Ningún periodista cuestiona, ningún medio estatal maneja ni siquiera una duda. La Joven Cuba pregunta y recibe un aluvión de descalificaciones y cuestionamientos desde blog y redes sociales cuyos accesos paga el pueblo de Cuba.

Granma

Mientras tanto, Granma alcanza los picos de transmisión de la pandemia desde el inicio de esta en 2020. ¿Qué publican los medios de comunicación del territorio en esos días? Una «provincia que combate la pandemia con la misma fuerza que su equipo de pelota lucha por el campeonato» y que «trabaja para cumplir con las tareas de la Revolución».

Esa quincena –del 21 de marzo al 7 de abril– coincide con la final del campeonato de beisbol, precisamente entre Matanzas y Granma. ¿Qué muestran los perfiles en redes sociales de la mayoría de los comunicadores granmenses? Reclamos a la Comisión de Beisbol por si se incluyó a fulano o mengano en la selección nacional, críticas a algunos de sus colegas de medios nacionales porque «se discrimina a los deportistas del oriente de Cuba en comparación con occidente», y que si «Los Cocodrilos no y Los Alazanes sí».

Medios - anticipación

Celebración en Granma del triunfo de su equipo de beisbol en la Serie Nacional. (Foto: CMKX Radio Bayamo)

El otro énfasis editorial se centra en la realización en Bayamo de la fase III de ensayo clínico del candidato vacunal Abdala. Pero no le llaman candidato vacunal, como corresponde, sino vacuna. Nadie explica hasta pasados muchos días que una parte de los voluntarios reciben placebos, por lo que no hay aun inmunidad garantizada.

Un número importante de taxistas manzanilleros, que habitualmente transportan a personas con sospecha de contagio por Covid-19 o personal de salud expuesto, protestan porque «a nosotros no nos han priorizado para inmunizarnos y también nos arriesgamos». O sea: no están conscientes, debido al inadecuado tratamiento mediático, de que se trata todavía únicamente del ensayo clínico de un candidato vacunal.

Las nuevas variantes del virus llegan a los medios

El equipo Granma gana el campeonato de beisbol. En las ciudades y poblados de la provincia oriental, la gente se lanza a la calle a celebrar. Ese domingo sólo la periodista bayamesa Gloria Guerrero, en su perfil de Facebook, hace un llamado a la responsabilidad y la contención. Sólo ella y, debo decirlo, un servidor. Al día siguiente, el Primer Secretario del PCC en la provincia hace un llamado a «celebrar con disciplina» y el gobierno anuncia la «venta controlada de cerveza y ron».

En la mañana del martes 7 de abril, se replican dos twitts del presidente de la República en medios estatales y redes sociales, en los cuales anuncia el recrudecimiento de medidas de contención para la capital del país y hace un enfático llamado a la prevención. Esa tarde, siete días después de haberlo negado, en la Mesa Redonda se reconoce la existencia en Matanzas y otros territorios de nuevas y más peligrosas variantes de SARS-COV-2.

Hace un par de jornadas el ministro de Salud Pública cubano, José Ángel Portal Miranda, declaró en Matanzas que: «Cada vez que el IPK ha estado secuenciando la cepa que está circulando, es la sudafricana  (…) ligada a una mayor capacidad de transmisión, y también a una elevada mortalidad y letalidad».

Cepas de Covid-19 en municipios de Matanzas

Obviamente, una aseveración tal no pudiera haberla realizado tres o cuatro semanas antes, cuando al parecer no tenía la certeza científica de cuánto podrían afectar las nuevas variantes. El ministro plantea: «Debemos cambiar el concepto de percepción de riesgo por el concepto de percepción del peligro, ese es el que hay que transmitir en todos los lugares».

Pero los medios de comunicación debieron anticiparse y adecuarse metodológica y prácticamente a tal propósito, a partir de los primeros indicios. El empeño en superar la pandemia, como se ha repetido hasta el cansancio, no es sólo una responsabilidad institucional del Ministerio de Salud Pública. Es, además y con no menos importancia, responsabilidad del ICRT y de la estructura partidista que dirige la prensa.

Los profesionales de los medios tienen –o deberían tener– las competencias profesionales, saberes y herramientas necesarias para el fomento de la imprescindible disciplina social e individual de modo sistémico y creativo.  Hemos visto al ministro de Salud Pública con su equipo visitando las provincias más afectadas. No podríamos decir lo mismo del presidente del ICRT.

Anticipación

Educados en el optimismo a ultranza y en que el miedo paraliza, podemos hacer lo que nuestro principal enemigo quiere: movernos de modo irresponsable. Usar morbosamente los medios de comunicación para provocar el pánico es diferente a usarlos para reconocer el momento preciso en que se deben escalar los énfasis en aras de educar para evitar mayores contagios.

El pánico es la exacerbación de una amenaza real o imaginada. Sin embargo, el ser humano –biopsicosocial como es– necesita desarrollar determinados mecanismos de auto-regulación de sus comportamientos por el bien propio y de los suyos. Fomentar desde los medios esa autorregulación lleva tiempo debido a complejas condicionantes de orden antropológico. Por tal razón hago tanto énfasis en la necesidad de la anticipación.

La etapa actual de la covid-19 en Cuba

Anticiparse no es ser alarmista ni generar malestares innecesarios. No es fomentar el pánico. Anticipar el peligro no es concederle caldos de cultivo a la desestabilización que pretenden los adversarios de la Revolución ni intranquilizar en aras de malsanos propósitos.

Asumir que es erróneo alertar a la gente de un presunto peligro relacionado con la pandemia, aun sin tener la total certeza científica de cuál es su origen, pero conociendo sus efectos devastadores porque existen ejemplos comprobables de ellos, es una actuación institucional que pudiera propiciar contagios, muertes, y mayores costos a un economía que el gobierno administra, pero que pagamos todos.

El azote de un evento como la pandemia de Covid-19 genera un cúmulo de información de todo tipo –verídica y falsa, verosímil e inverosímil– que muchas personas no pueden procesar sin ayuda por más que se repita en cada espacio informativo de la radio o la televisión. Informar estadísticas y arengar no siempre es comunicar, insisto. Por esta razón los medios de comunicación adquieren una relevancia tan decisiva como la de los institutos de investigación biomédicos, los centros de biotecnologías o epidemiología. Entender esto podría impedir peores secuelas, mayor mortalidad, más costo económico. Todavía estamos a tiempo.

27 abril 2021 28 comentarios 2k vistas
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Manipulación - preceptor

Comunicación, manipulación y consenso en Cuba

por Giordan Rodríguez Milanés 13 abril 2021
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

Así como Jesús invita a lanzar la primera piedra a quienes jamás han pecado, se puede retar a cualquier comunicador de este planeta a declararse libre de la intención manipuladora de sus mediaciones públicas. Todos manipulamos y, a la vez, todos somos sujetos de la manipulación expresiva.

Señalar la manipulación para descalificar a un medio o a un profesional de la comunicación, apegados a posturas ideo-políticas o doctrinas, magnifica algo que es inherente a todos los medios desde que el ser humano primitivo rasgara las primeras paredes de una cueva.

Cualquier estudioso de la comunicación lo sabe. Si digo que la Televisión Cubana manipula a sus preceptores cuando propaga extractos de discursos de Fidel Castro los días previos al VIII Congreso de Partido Comunista, no estoy diciendo nada ofensivo o descalificador. Si destaco que ETECSA le envía mensajes de textos a algunos de sus clientes, con consignas derivadas de esos discursos, tampoco estoy per se atacando a ETECSA. La manipulación ha formado parte, desde los albores de la humanidad, de nuestro instrumental comunicativo.

Ayer un conductor de la televisora granmense CNC dijo en su programa: «Hoy no podemos ocultar información». Se refería a cierto reclamo de parte de su audiencia sobre casos de «resultados de PCR inhibidos» en busca de positivos a la Covid-19. Aunque me aseguran que ni remotamente fue la intención del conductor –a quien conozco y sé que es una persona honrada–, a mí lo primero que me vino a la mente fue: ¿Ahora no ocultan información porque no se puede? Entonces: ¿Antes la ocultaban porque se podía?

Entuertos cubanos de lo político-ideológico

El lector seguramente ya habrá anticipado hacia dónde me dirijo, a otro precepto comunicacional ampliamente conocido: en los procesos de intercambios de ideas no sólo es relevante la intención manipuladora del emisor (el que inicia), sino que posiblemente sea más relevante aún, la postura interpretativa del preceptor (el que recibe el mensaje).

La potencialidad manipuladora de un mensaje no está tanto en la intención del emisor como en la postura interpretativa del preceptor. Lo resumía Faustino Oramas, el juglar holguinero apodado El Guayabero, cuando decía: «Yo pongo la cuarteta, el relajo lo ponen ustedes».

De tal modo, un preceptor común, al que le repitan que es sujeto de la manipulación, puede llegar a confundir un gazapo o un error, resultante de la incompetencia o la negligencia, con una oprobiosa trampa manipuladora. O, por el contrario, un preceptor ingenuo o tendiente al analfabetismo cultural puede creerse acríticamente cualquier idiotez o indignidad.

De hecho, en el contexto de las batallas ideo-políticas –con el uso de los símbolos– una de las más sutiles formas de manipulación de cualquiera de los  bandos es tratar de inducir en el preceptor la idea de que El Otro es peor y más antiético manipulador que uno mismo. Así se descalifica al contrario ante el preceptor que se pretenda ganar para la causa propia. 

Pero eso tiene un costo: el sacrificio de la verdad consensuada, que es aquella interpretación de la realidad que, una vez validada socialmente, permite el avance hacia lo que la mayoría ha establecido como meta.

El pan, el ruido y la democracia socialista

Si asumimos que la mayoría en Cuba ha refrendado como meta el tránsito hacia el socialismo, entonces toda forma de manipulación que atente contra nuestras verdades consensuadas, nos aleja de esa meta y nos va sumiendo en una especie de Imperio de la Estupidez Consentida. Allí el consenso no importa, sino únicamente la postura ideo-política de los actores respecto a lo que el grupo de poder político, o sus opositores, dictaminen como favorable a sus doctrinas.

En el caso de Cuba, se puede manipular en el sentido del consenso con la inclusión de todos, desde los seguidores incondicionales y acríticos hasta los hipercríticos, en aras de que los mensajes sirvan para prepararnos y modificar la realidad –resolver los problemas– en pos de la construcción socialista. También se puede manipular para distorsionar la realidad, ocultar lo que nos divide que es responsabilidad del gobierno, desde un extremo, o hiperbolizarlo desde el otro.

La pretendida totalización del arsenal simbólico cubano, en pos de la narrativa del apoyo incondicional al Estado –por un lado– o de la narrativa del fracaso absoluto, por el otro, sólo favorece a los extremos que apuestan por la fragmentación. A partir de esa convicción es que, en lo personal, he estado insistiendo en que los comunicadores profesionales públicos, en medios estatales, que supongo quieren lo mejor para Cuba, comprendan que toda manipulación a ultranza, cuyo único fin sea descalificar al otro sin atenerse a un mínimo de argumentación basada en hechos, sólo beneficia a los contrarios a la meta refrendada.

Realidad y símbolo en la guerra cultural

Va en detrimento de un sistema de valores acorde a un ser Humano crítico, inconforme, transformador, sacrificado y solidario que sería, en definitiva, el único ente social garante para alcanzar la meta del socialismo. Pero eso no significa que sea deplorable en si misma toda forma de manipulación, como ya he explicado.

 Por consiguiente es relativamente fácil lograr, a fuerza de la reiteración de un argumentun ad populis, que una multitud virtual repita que La Joven Cuba, por ejemplo, «ha cambiado sus enfoques y ya no vale nada». Lo difícil sería demostrarlo con hechos y, más que eso, modificar para bien aquellos segmentos de la realidad que mostramos desde nuestras «ópticas manipuladoras», y que los criticados parecen incapaces de resolver.

Porque se puede descalificar a este sitio, como mismo se puede descalificar al periódico Granma o a Cubadebate –ejemplos sobran. Lo complejo, lo que en mi opinión sería verdaderamente revolucionario, es aprovechar los puntos de vistas de unos y otros a favor de la construcción del socialismo, con la solución conjunta de los problemas, por encima de las diferencias de interpretación o expresión de esa realidad. Quizás esté aspirando a demasiado.

13 abril 2021 30 comentarios 3k vistas
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Maestros-años

Los maestros y los años que el ordenamiento no paga

por Giordan Rodríguez Milanés 12 marzo 2021
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

Vive en una casa modesta en un poblado rural a 12 km de Manzanillo. En su sala hay pocos adornos: un cartel enmarcado de Fidel Castro con una frase dedicada a los educadores y un rótulo de reconocimiento a nombre del Sindicato de Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte. También hay una foto familiar y un trofeo al mejor profesor en un concurso de conocimientos. Tiene nombre y apellidos, como todos, pero varias generaciones de sus amigos y alumnos le llaman, sencillamente, «el Profe».

«Al triunfo de la Revolución, mis padres eran maestros normalistas. Mi madre, sin aula. Cumplí ocho años en plena Campaña de Alfabetización. Mi padre era una especie de coordinador en la zona de Vicana hasta Pilón, y mi mamá atendía una escuelita por Cienaguilla. Yo sabía leer y escribir, sumar, restar,  multiplicar, dividir, así que mi madre me ponía a que la ayudara con los desventajados, mientras ella misma me daba las clases correspondientes a mi grado en otro momento. Así que puede decirse que soy maestro desde los ocho años», cuenta.

Probablemente, el padre de «el Profe» haya sido uno de los beneficiados con el reconocimiento que el Gobierno Revolucionario hizo al pago por antigüedad de los maestros, un viejo reclamo sindical de los pedagogos cubanos logrado hace años y suprimido con la aprobación de la Tarea Ordenamiento.

«El Profe» ahora tiene 69 años acumulados y no ostenta muchas cosas materiales. «A los 65 me jubilé, pero antes del año solicitaron mi regreso por el déficit de profesores de matemáticas y ahí estuve hasta el curso pasado».  Los que alguna vez se sentaron en su aula saben que pueden acudir a su casa a cualquier hora, no sólo para aclarar dudas relacionadas con su asignatura, sino con cualquier otra ciencia exacta, historia o cultura política.

Los jubilados de la Revolución

Yamilet[1] es una antigua alumna de «el Profe». «Quería estudiar medicina, creo que por el embullo de andar con bata blanca, pero un día llegaron pidiendo gente para un curso emergente de profesores de secundaria básica, él me miró, y levanté la mano. Entonces, a estudiar a en una escuela pedagógica y luego a un aula, a pasar pena, como decía yo. Después hice la licenciatura».

Tanto Yamilet como «el Profe», tenían altas expectativas con el presumible aumento de salario que acompañría a la Tarea Ordenamiento. «Claro que se hablaba y se habla de salario entre nosotros los llamados “valientes”[2]. Más que hablar, se especulaba, si nos subirían esto o lo otro. Pero nunca ese fue un tema discutido en las asambleas sindicales, ni alguien nos consultó qué expectativas teníamos con la Tarea Ordenamiento, ni cómo pensábamos que podría afectarnos. Ese nunca fue un tema de nuestras asambleas sindicales ni reuniones ni claustros».

Jamás pasó por la cabeza de Yamilet –y probablemente por la de ninguno de los jóvenes profesores–, que fueran a ganar lo mismo que los maestros con más años de ejercicio. «Por muy valientes que seamos nunca tendremos más experticia ni habremos aportado más a cambio de menos que gente como “el Profe”», asegura ella con una mezcla de orgullo e insatisfacción.

Un artículo publicado en el periódico Granma el pasado 3 de enero, hacía referencia a la emisión del 30 de diciembre del espacio Mesa Redonda, en la cual la Ministra de Trabajo y Seguridad Social, Martha Elena Feitó Cabrera, explicó que «se priorizó el incremento de los salarios de los graduados superiores, lo cual supera el aumento por años de servicio». La funcionaria agregó que «se trata también de estimular a los maestros para que, los que no tengan nivel superior, continúen sus estudios».

***

Carmen Luisa, quien trabajara durante veinte años como jefa de Recursos Humanos en un municipio de Holguín y ahora lo hace en una Universidad, comenta sobre lo planteado por la ministra.

– «Ser graduado de Nivel Superior ha sido un requisito para ser maestro en Cuba. El déficit en algunas provincias donde existen otras fuentes más atractivas de empleo a profesionales ha obligado a convocar a cursos emergentes en un momento determinado, o a graduar maestros de primaria de Nivel Medio para que, mientras trabajan, terminen su formación; no para que se queden en el Nivel Medio».

«Donde ha ocurrido así ha sido por una distorsión de la política y el trabajo. Ocurre mayoritariamente en la Educación Primaria, en la cual más que conocimientos profundos de la asignatura, se necesita amor y herramientas pedagógicas. En menor medida ha pasado también en algunas provincias en Secundaria Básica. Sin embargo, no es una tendencia ni una problemática generalizada como para que determine la implantación de un determinado sistema de pago».

Maestros-años

«En la Educación Primaria más que conocimientos profundos de la asignatura, se necesita amor y herramientas pedagógicas». (Foto: Ramon Espinosa/AP Photo)

«¿Cómo se estimula entonces la permanencia, en la enseñanza preuniversitaria y en la propia secundaria, en un sector en el cual ya de por sí, hay una tendencia a que los más preparados lo abandonen en busca de mejores condiciones de trabajo? En provincias como Granma o Guantánamo no hay problemas, pues más bien “exportan” profesores, pero ¿en Holguín, Ciego de Ávila, Matanzas o La Habana? Cuando un profesor llega a la cima de la escala salarial actual, ¿cómo se estimula a que se quede si no es con el pago de la antigüedad?».

– En la mencionada comparecencia de la Ministra de Trabajo, según lo reseñado por el periódico Granma, esta acotó: «Lo que está establecido es que cualquier ahorro en el fondo de salario se retira por el Ministerio de Finanzas y Precios. Aquí ese fondo salarial que se ahorra, se va a otorgar a los que mejor desempeño y resultados tengan». A ello Carmen Luisa, desde su visión en la base, responde:

«¿Mediante qué criterios de calidad del desempeño se va a aplicar esa estimulación del ahorro salarial? Además, con todo el respeto por la ministra, ahí hay un craso error conceptual. ¿Se ahorra salario en una entidad presupuesta? No. Decir eso es un error».

«En una entidad presupuestada se inejecuta salario, que es otra cosa. Y esa inejecución es un indicador que va en detrimento de la calidad. Porque si un profesor falta, por la razón que sea, justificada o no, otro profesor tiene que suplirlo y eso lo sobrecarga y va en contra de la calidad del proceso docente. Si no están las plazas completas en una escuela, por las razones que sean, se tiene que usar a alguien sub-calificado para paliar la situación o sobrecargar al capacitado, y eso va también en detrimento de la calidad. Entonces, ese enfoque no favorece la calidad».

«Quizás el MINED tenga pensada alguna metodología para el fomento de la calidad docente-educativa desde la remuneración económica, a partir del ahorro del fondo de salario, como ha expresado la Ministra de Trabajo y Seguridad Social, ¿no cree?», le pregunto a Carmen Luisa

Los Veteranos de la Revolución ante la Tarea Ordenamiento

«Puedo asegurarle que en la Educación General, Politécnica y Laboral ni siquiera tienen claro, después de muchos de años de supuesto estudio y análisis, qué relación habrá entre la evaluación anual del profesor y su remuneración. Tampoco hay hasta este momento un instrumento jurídico administrativo que pueda aplicarse en el sentido que explica la Ministra de Trabajo. El MINED no tiene claridad en cómo va a fomentar las jerarquías profesionales, así de simple. Ha llegado la Tarea Ordenamiento y no parece que hubieran pensado en el asunto».

– «¿Y en el Ministerio de Educación Superior qué sucede?», pregunto nuevamente.

– «En la enseñanza universitaria el profesor tiene al menos el cambio de categoría como incentivo. Se supone que a medida que pasa el tiempo y el profesional gana en experiencia, puede ir aumentando de categoría y, por consiguiente, mejorará su salario. El problema radica en cuando llega a la máxima categoría: ¿cómo se distingue entonces? Pues si quiere ganar más, tiene que aceptar un puesto como jefe, y ni todo el mundo quiere serlo, ni debería ser necesario que todos lo tuvieran que ser para mejorar su estatus económico. Sucede de manera similar si se dedica a la investigación».

– «Pero usted y sus colegas seguramente tuvieron la oportunidad antes de plantear esas inquietudes», le comento a Carmen Luisa.

– «No, en eso se equivoca. Siendo especialista con más de 30 años de experiencia en el área de desarrollo laboral, jamás me preguntaron mi opinión antes de que comenzara la Tarea Ordenamiento. Sí pedían muchos informes, cifras, una y otra vez. Cifras harto conocidas, por cierto. Todos los años, lo mismo durante no pocos cursos. Pero ni en reuniones de trabajo, ni en asambleas sindicales, escucharon mi opinión. Esa es la verdad».

***

Cuando «el Profe» conoció la opinión de Yamilet, su antigua alumna, sobre él, sobre los maestros ya ancianos, sonrió con satisfacción. «No siempre los años garantizan clases con toda la “pureza metodológica” que se exige. Sobre todo porque algunos metodólogos y directivos “de nuevo tipo” creen que hay un solo modo de impartir las clases. Pero Yamilet tiene razón cuando se refiere al valor del ejemplo personal».

En 1993 había en Cuba unos trescientos mil maestros, según un discurso del Comandante en Jefe Fidel Castro en un evento de Pedagogía. Fidel llegó a plantear que se podría dar una especie de año sabático a los docentes como estímulo por su labor ya que había suficientes.

El ordenamiento de la resistencia

El Período Especial no sólo golpeó la economía, sino también las prioridades de muchos profesionales. Para 1994 el éxodo hacia el turismo, el trabajo por cuenta propia y la economía informal era tan preocupante, que se ratificó y mejoró el pago por antigüedad como un incentivo para que los maestros permanecieran en el sector, incentivo que, como se ha demostrado, nunca fue suficiente. Las circunstancias que propiciaron el éxodo no han cambiado, más bien se han agudizado con más opciones dentro y fuera de Cuba. «¿Por qué eliminar entonces el incentivo?», se pregunta «el Profe».

Actualmente vive de su chequera, que no es muy holgada, porque ni siquiera le permitieron volver al aula este curso aduciendo que esta provincia no lo necesita. Ve pasar la guagua que lleva a los muchachos con el uniforme de la escuela pedagógica y se recuerda a él hace cincuenta años. Ve a otros casi tan jóvenes como ellos que son sus profesores y recuerda a sus maestros, todos personas maduras de quienes emanaban un respeto impresionante. «Aquel que forma maestros no puede ser igual que cualquier otro pedagogo. Y eso es algo que tampoco se distingue ni se estimula en el MINED».

***

Nota del autor: Hace poco tiempo, un accidente de tránsito arrebató la vida a diez jóvenes profesores granmenses, de los denominados «Valientes», que regresaban de La Habana a sus municipios en una guagua de Ómnibus Nacionales. Les fueron entregadas medallas y distinciones post morten a sus familiares. Sirva este texto también como un modo de honrar su legado. Algunos de ellos, estoy seguro, hubieran podido ser como «el Profe».

***

[1] Algunos entrevistados para este trabajo solicitaron cambiar sus nombres y no decir su municipio de residencia por temer a la repercusión de sus declaraciones.

[2] Así le llaman a los jóvenes que salieron de sus provincias a impartir clases en La Habana para cubrir fundamentalmente el déficit de maestros de Secundaria Básica.

12 marzo 2021 19 comentarios 3k vistas
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guerra cultural

Realidad y símbolo en la guerra cultural

por Giordan Rodríguez Milanés 4 marzo 2021
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

Estamos ante un episodio de guerra cultural. El pasado 9 de febrero, un twitt del Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, citaba un fragmento de un discurso de Fidel Castro Ruz en fecha similar del año 1990, ante un Congreso de Pedagogía:

«La independencia no es una bandera, o un himno, o un escudo; la independencia no es una cuestión de símbolo, la independencia depende del desarrollo, (…) depende de la tecnología, depende de la ciencia en el mundo de hoy».

Aunque el discurso es mucho más amplio y aborda otros múltiples problemas relacionados con la necesidad de una educación inclusiva y de calidad para los pueblos latinoamericanos, he querido detenerme en el enfoque semiótico, de tipo pragmático, del fragmento escogido.

Se repite mucho en ciertos círculos intelectuales cubanos, compulsados por una visión ideo-política autodenominada «clasista» que no pretendo cuestionar con este texto, que a Cuba se le hace una guerra de símbolos, la guerra cultural financiada por diversas organizaciones imperialistas que aprovechan el aumento de la conectividad a la Internet.

La identificación y el enunciado de esa guerra, su estrategia, sus tácticas, no es nada nuevo. Ha sido estudiado y ensayado desde que Napoleón usara los panfletos como quinta columna contra las naciones europeas antes de engullirlas. Quizás desde aquel argumento de la recuperación del Santo Sepulcro para justificar las Cruzadas. O desde las esgrimas retóricas en el fórum o el ágora.

En todos los casos, la re-adjudicación de sentidos a través de la manipulación simbólica ha constituido una metodología esencial del ejercicio del poder o su oposición. De tal modo, la llamada guerra cultural ni es nueva, ni es exclusiva –otros países también la sufren, desde Siria hasta China–; ni siquiera es muy creativa que digamos, pues reproduce los mismos cánones psicosociales ensayados y vueltos a ensayar en distintos momentos históricos con resultados más o menos exitosos.

Spring is coming?

Si la guerra cultural y simbólica nos puede hacer ahora más daño como sociedad que hace veinte o treinta años, según el énfasis que hacen esos círculos intelectuales –al punto de polarizarnos y amenazar con desmembrarnos, de amenazar nuestros universos significantes y valorativos–; si es más perjudicial en el ámbito axiológico actual, no es porque hayamos mejorado las tecnologías de la comunicación sino lo contrario.

Es porque no hemos aprendido a usarlas mejor y a generar contendidos más asociados a nuestra realidad e historia. Las causas no habría que buscarlas tanto en lo que hagan los adversarios, o los enemigos declarados, como sí en lo que hayamos sido incapaces de hacer como nación con el uso de los aparatos ideológicos del Estado, entiéndase la institucionalidad en aras de la inclusión, la decencia y el consenso.

La idea diversa de La Cosa en Sí, creada en la mente por el intérprete, se acerca mejor al conocimiento de la realidad mientras más fuerte sea el vínculo del sujeto con el objeto referido –entiéndase: La Cosa en Sí convertida en Símbolo mediante la semiosis.

Sin ese vínculo cultural estrecho con La Cosa en Sí, la semiosis suele ser demasiado deformada de la realidad misma al punto de enrarecer la comprensión de esta. Se aleja de facilitar la comprensión de esa realidad. Entonces, la devolución reelaborada del símbolo a la sociedad tenderá a una distorsión infinita camuflada estéticamente, la mayoría de las veces tendiente al hedonismo pueril.

Al asumir que La Cosa en Sí es el doble sabotaje contra el vapor La Coubre anclado en el puerto de La Habana, a  partir del cual se resignifica la consigna «Patria o Muerte», pero incapaces de mantener una conexión adecuada con ese suceso a través de la enseñanza eficaz de la historia y el uso de las plataformas mediáticas, entonces será fácil crear una interpretación distorsionada de la consigna que permita negarla con lo que, en apariencia y sólo en apariencia, sería su contra-símbolo: «Patria y Vida».

Fragmento del video de la canción «Patria y Vida».

La distorsión tiene a favor lo que algunos teatrólogos y dramaturgos le hurtan a la antropología y llamaron en los años noventa, el proceso de «de-culturación dramática» o de negación del objeto referido, en aras de la creación de un universo simbólico que ya no dependa de la producción de significados a partir de la relación tradicional entre texto y contexto, sino entre texto e intratexto.

La realidad no importa, ni menos la verdad, lo que importa es lo que el manipulador «prefiere» que se crea o «quiere» que se crea acorde a las reacciones emocionales que provoca en el manipulado. No digo nada que no se haya estudiado antes. Sólo explico el ejemplo.

O sea, sin una modificación concreta y tangible de la realidad a favor de nuestro sistema de valores que permita una conexión lo más directa posible del intérprete con La Cosa en Sí, la simbolización puede usarse con mayor facilidad para deformar la realidad.

Dicho en términos mundanos: el margen a la interpretación distorsionada de la realidad cubana y la guerra cultural es mayor mientras menos problemas culturales concretos de nuestra sociedad somos capaces de identificar anticipadamente y solucionar de forma creativa. Así de simple.

También es de Perogrullo que mientras mayores competencias axiológicas y normativas un sujeto posea –mejor conozca la Constitución, sus derechos, deberes y límites–, mientras mayores sean sus competencias en cualquiera de los otros órdenes –artístico, tecnológico, científico y religioso–; menores posibilidades tendrá de ser manipulado con éxito. Y no se logran esas competencias sin la educación del pensamiento crítico con la menor cantidad posible de sesgos ideológicos.

Otros podrán darse el lujo del autoengaño. Un patriota y revolucionario no debería jamás darse ese lujo a partir de la apotema de Romand Rolland, incorporado por Gramsci, de que «la verdad siempre es revolucionaria», a lo que el cantautor cubano Israel Rojas Fiel agrega: « (…) incluso cuando te la diga tu enemigo». El autoengaño es peor que la guerra cultural.

Someter la verdad al ámbito exclusivo de lo simbólico, según nociones políticas preconfiguradas, aparte de que la relativiza, la deforma y vuelve reaccionaria su distorsión: la convierte en contrarrevolucionaria, acrítica en el ámbito pragmático.

De tal modo, es una verdad que la bandera cubana surgió como símbolo del anexionismo y, como parte de esa verdad, está el hecho de que el uso sostenido y consensuado como estandarte en la guerra contra España, independientemente de su concepción original, la convierte en símbolo de la nación soberana y no anexada.

Sería una tontería sesgar la naturaleza de su origen para subrayar su posterior semiosis asociada al independentismo. O sea, los símbolos –y las consignas dada su relevancia simbólica– pueden cambiar de sentido acorde a los nuevos usos. El mundo no se acaba por eso.

El Grito de Oriente y la guerra de Martí

El gobierno cubano cada vez da más señales de entenderlo correctamente cuando vemos el énfasis que pone en impulsar la ciencia y la tecnología para coadyuvar a resolver nuestras dificultades socio-económicas, y la identificación crítica de nuestros problemas, aún con el asedio de las fake news, las provocaciones y las hiperbolizaciones en redes sociales. La guerra cultural es una arista más. 

Ahí hay, desde el punto de vista pragmático, un nuevo simbolismo que nuestros ideólogos no alcanzan –o no desean– subrayar en los medios cuando el Presidente reconoce críticamente los errores en la aplicación de los protocolos de contención de la Covid-19. Cuando el Primer Ministro Manuel Marrero llama a los aduaneros a hacer cumplir la legalidad en frontera con probidad, amabilidad y respeto. Cuando el Vicepresidente del Consejo de Ministros, Marino  Murillo,  acepta los excesos y  las distorsiones en la aplicación de la Tarea Ordenamiento en detrimento de los más desventajados socialmente.

¿Cuántas veces aquellos considerados «El Enemigo», con o sin comillas, expusieron –acaso expusimos, catalogados como tal–, esas mismas problemáticas y muchas otras?  

Pero en los mismos medios y plataformas donde vemos esos indicios de comprensión de lo esencial por parte de altos funcionarios gubernamentales, también vemos su negación por los ideólogos –comunicadores profesionales y sus orientadores políticos– a escala simbólica y valorativa en una postura francamente contraria al enfoque pragmático que hemos citado del discurso de Fidel de 1990. Sobran ejemplos de acusaciones de guerra cultural que no eran tal. 

Pongo solo uno para no abusar del lector. Cuando en las redes sociales fueron criticados los precios del Sistema de Atención a la Familia (SAF), desde intenciones lo mismo contrarrevolucionarias que revolucionarias, un núcleo duro de la ortodoxia ideológica sesgaba el problema con énfasis en las presuntas intenciones desestabilizadoras de opositores a través de la guerra simbólica y solo aceptaron las evidencias cuando el propio Murillo criticó duramente en la Mesa Redonda el comportamiento de unos cuantos empresarios. Se rectificó el dislate.

El ordenamiento de la resistencia

Esa resistencia fatal al reconocimiento crítico de los acuciantes problemas sociales o un reconocimiento parcial y no pocas veces limitado de nuestras realidades. Y la justificación –que no argumentación– a partir de una presunta defensa ideológica clasista de la Revolución en el ámbito simbólico –bien podría ser tema de otro artículo– tiene un costo pragmático al polarizar la sociedad y contribuir, tanto como quisieran los enemigos de la Revolución Cubana, a nuestras divisiones internas.

No por gusto Fidel Castro Ruz en aquel discurso de Pedagogía 90, prefirió no adentrarse en los problemas ideológicos y sí centrarse en lo que, también para mí, es esencial: «Hay cosas que todos vemos muy claro, sea católico o sea protestante, musulmán, hindú, animista, cristiano, marxista, socialista o no socialista, y es que no somos nada; es decir, que estamos siendo saqueados, que un porvenir terrible nos espera…».

Entonces vuelvo a remitir al lector a la cita con que inicio este artículo. A buen entendedor…

4 marzo 2021 20 comentarios 4k vistas
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