En Cuba el burocratismo es persona non grata: nadie lo defiende, todos lo desprecian, pero no hay manera de librarse de él. Se diría que, desde las sombras, son muchos sus protectores y adeptos. Desde los años sesenta se han realizado infructuosas campañas para erradicarlo pero hoy sigue a sus anchas.
Valdría la pena preguntarse si es necesaria la burocracia para la sociedad, o es un mal que debe erradicarse de raíz. Eso implicaría extirpar a los burócratas cual mosquitos Aedes aegypti. Pero cuidado, la mayoría de las personas que toman alcohol no son alcohólicas, y muchos militares no son militaristas.
Aquí hay tres conceptos diferentes que vale la pena dilucidar: burócratas, burocracia y burocratismo. A simple vista, ellos se mezclan de manera confusa e incesante y conforman una tríada de naturaleza indisoluble. Por demás, los tres poseen un sentido estricto y otro peyorativo que es preciso deslindar.
La burocracia es la parte de la estructura de una organización caracterizada por procedimientos explícitos y regularizados, división de responsabilidades y especialización del trabajo a partir de una jerarquía y relaciones impersonales. Está presente tanto en los sectores público y privado como Estado, empresas, organizaciones políticas y de masas, religiosas, militares, científicas, culturales y aun en la sociedad civil.
Cuando se habla de formas de organización social complejas es preciso un aparato burocrático que viabilice el flujo de información y la toma de decisiones. De ahí que tenga su lugar garantizado en las sociedades contemporáneas, sean feudales, capitalistas, o socialistas. Por tanto, no se puede eliminar absolutamente.
La jerarquía burocrática incluye la subordinación estricta de sus niveles inferiores a los superiores (verticalismo). Los inferiores ejecutan las órdenes y orientaciones recibidas y dependen de las decisiones de arriba para resolver cualquier contradicción, duda, o situación inusual que se presente en sus funciones. Por ello, saber amoldarse ante las orientaciones es propio del oficio de burócrata que requiere, por tanto, de cierta plasticidad del carácter.
Cuando es eficiente, la burocracia es útil en cualquier sociedad pues trae consigo ahorro de tiempo y esfuerzos en el funcionamiento de las organizaciones. En el caso contrario, su existencia se torna molesta para todos. De ahí que en el lenguaje cotidiano el término se emplee en sentido despectivo, como expresión de labor administrativa ineficiente, engorrosa y perjudicial para el interés ciudadano.
Los ocupados en la esfera burocrática son los burócratas, y por ser llamado así nadie debía molestarse. Como personas, no son mejores ni peores que las que pertenecen a otros sectores sociales. Lógicamente, puestos a escoger, prefieren ser llamados: cuadros, funcionarios, empleados, oficinistas, ejecutivos, o por el mero calificativo de sus puestos.
Los burócratas se agrupan en tres niveles: bajo, medio y alto. El bajo, o funcionariado, está conformado por los empleados de una organización que realizan sus funciones en contacto directo con los usuarios. En Cuba, y otros muchos países, criticarlos por su morosidad y falta de calor humano es casi un pasatiempo nacional.
El medio es el de los directivos/ejecutivos, cuadros de dirección en municipios y provincias, jefes de empresas, instituciones, unidades militares, etc. Generalmente son tenidos por grandes culpables de los males sociales a nivel regional y en las organizaciones. Suelen estar más protegidos que los funcionarios inferiores y el acceso directo a ellos es bastante difícil para los ciudadanos comunes. En casi todo el mundo -no así en Cuba-, los medios suelen acosarlos con frecuencia por sospechas de incompetencia y corrupción.
Por último, el nivel más alto entre los burócratas es el de los dirigentes de un Estado, partido, fuerzas armadas, iglesias, consorcios internacionales, o instituciones nacionales e internacionales. Estos se hallan prácticamente inmunes al control social, excepto cuando chocan con intereses hegemónicos de los grandes grupos de poder de los que, a su vez, forman parte activa.
No es posible identificar a los cuadros burocráticos con los líderes, pues los primeros existen solo por haber sido nombrados para cumplir una función en el aparato administrativo, mientras los segundos son conductores de masas, lo que requiere de condiciones excepcionales propias de contados individuos. El carisma del líder y la frialdad del burócrata tienen poco que ver, aunque pueden aparecer burócratas talentosos que alcancen posiciones de liderazgo a golpes de pura demagogia.
El burocratismo es un concepto bien complicado por tener dos acepciones: por una parte, hipertrofia de normas y trámites que dificultan o complican las relaciones del ciudadano con la administración y retrasan la solución de los asuntos; por la otra, excesiva influencia de los órganos administrativos y de los empleados públicos en la gestión del Estado.
Es medular que siempre se diluciden bien estas acepciones, cosa poco usual. La segunda de ellas es la más peligrosa pues constituye toda una corriente de pensamiento con rasgos bien definidos: mecanicismo, falta de creatividad, rutina, obediencia, impunidad, inercia, corrupción, clientelismo, indolencia y secretismo.
En la práctica, esta imprecisión conduce a que se atrofien constantemente los resultados de las campañas antiburocráticas si los ataques se limitan -como es usual en Cuba- a criticar el papeleo y la morosidad. Así, el verdadero burocratismo renace cual Ave Fénix y consolida su hegemonía.
5 comentarios
La burocracia en Cuba es una vergüenza y se ha encompadrado con la corrupción descarada a tal punto que para obtener en ocasiones hasta un medicamento tienes que empezar a abonar de lo que sea, desde el que tiene la historia clínica, hasta el que va a vender el medicamento.
El mismísimo estado empieza a crear mecanismos y controles, que termina siempre complicándose la vida al pueblo y este comienza a dar tumbos y a pagar en cuántos servicios existen. No hay una autoridad que se ocupe de todas esas cosas que disgustan, bueno, cuando no hay ni quién organice la sociedad para eliminar el churre de las calles, la bulla constante de la música, el relajo en el tránsito y así en casi todas las cosas. Después escuchamos al Cubano deslumbrado, porque en el extranjero todo es diferente, pulcro, bonito, con servicios de excelencia y atención personalizada. Hasta cuándo y hasta dónde?
Recuerdo en mis años de estudiante en la desaparecida URSS uno de nuestros profesores nos contó una anécdota. En una ocasión una fabrica en Japón invitó a representantes de varios países para mostrar un avance tecnológico y fueron bien enfáticos en cuanto a los controles, no fotos, ni videos ni grabaciones de audio, solo con los sovieticos fueron flexibles. Ellos mismos, les preguntaron el motivo del trato preferencial, ellos le contestaron, es que en lo que ustedes llegan a casa, presentan lo que vieron y alguna idea, eso es aprobado por sus jefes, luego por los que dirigen a sus jefes y así sucesivamente, para cuando decidan hacer algún uso de lo que vieron, ya esto va a ser tecnología obsoleta, así de retardador sobre el desarrollo es el burocratismo, pero no hay forma de eliminarlo en países donde hasta los detalles más insignificantes son tomados al más alto nivel.
Vamos a hacer un comentario conjunto para la triada burocrática y esos paisajes en decadencia que con esa agricultura cubana tenemos el mejor ejemplo de por dónde anda el país. Se han dado cuenta que la burocracia se implementa y alimenta principalmente con el exceso de control y la duplicación de funciones para intentar solucionar de “otra manera” lo que ya no funciona. La agricultura estatal Cubana en su momento fue reconocida como el primer paso para mostrar la valía de la actualización del modelo económico que proponía Raúl, estamos hablando de hace 10 años, y señores seguimos esperando.
Nunca se desmonto la burocracia y la rutina que ha acompañado siempre a ese ministerio de guajiros de oficina que vemos al pasar por la avenida Boyeros, basaron su pretendida función de suministradores con la creación de los llamados paquetes tecnológico, es decir semilla, fertilizantes en fin insumos necesarios que eran asignados para respaldar la producción de cierto renglón, entonces había que estimar, controlar, fiscalizar y administrar todos esos recursos estatales y vamos que tenemos trabajo, y claro esta intentar hacer más con menos porque eso lo ordenaron de arriba. Quedo atrás esa vieja forma que el campesino desidia que sembrar, por la luna, o como estaba el mercado o simplemente que pedía la tierra en esa rotación de cultivos para mantenerla saludable, para ello iba a un almacén en donde compraba la semilla, el fertilizante y todo lo que necesitaba para sacar adelante su cultivo y después cuando realizaba la cosecha pagaba y cerrado el ciclo. La falta de resultados de la agricultura es desgraciadamente el ejemplo más claro de la burocracia de oficina que por años ha acompañado el sector productivo del país, pero desde el piso 17 de esa mole de concreto cerca de la avenida Boyeros les aseguro que el paisaje se ve de lo más bonito.
Interesante que LIvio Delgado ponga como ejemplo la agricultura,digo interesante por que en Venezuela ha pasado lo mismo,ellos tenian una empresa que se llamaba Agroisleña,esta empresa fue confiscada,hoy se llama Agropatria y esta en la ruina,la empresa fue entregada a quienes no sabian nada de agricultura,hoy pagan las consecuencias.
Favor leer https://octaviobaez.blogspot.com/2019/04/sin-burocracia-habra-una-sociedad-mejor.html donde expreso que la sociedad sin burocracia es posible, es parte del sueño …
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