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Pensando en Fidel

por Miguel Alejandro Hayes 25 noviembre 2017
escrito por Miguel Alejandro Hayes

No creo que esté pasando desapercibido. Sé que son muchos los que ya advierten que está ya está ahí el 25 de noviembre. Incluso el más distante, al más indiferente, lo sabe. De una forma u otra… de rojo o de azul, no se puede escapar.

Mucho será el material que se difundirá con motivo de la fecha. Intento no ser parte de esa saturación, y en medio de la tormenta, la leyenda y el oportunismo que pueden girar en torno a su figura, me pregunto: ¿cómo  recordamos los cubanos a Fidel? ¿Lo estaremos haciendo cómo él lo quería?

Lo recordaremos este día (hay que hacerlo siempre) haciendo quizá lo que muchos creen que es su mejor legado: la oratoria. Parecerá  irónico, pero se puede creer  que Fidel era solo político, y como político era un gran orador, y que su poder de orador fue lo que guió al pueblo. En momentos lo he aceptado y afirmado. ¿Cómo no pensarlo con tan hermoso cúmulo de conmovedores discursos? Los  discursos de Fidel son tan buenos que pueden llegar a opacar a Fidel.

! Pero no! Fidel no es solo un político, es un hacedor de caminos, de futuros, un arquitecto de una sociedad más justa. Su mejor legado está ahí, en la unidad, en su práctica revolucionaria que unió a un pueblo. Es el hombre de apenas pocas horas de sueño, el atento a todo, el que siente cristales molidos, el primero en llegar y el ultimo en irse. Eso es Fidel,  práctica revolucionaria. No podemos confundir al orador con el revolucionario, el primero es una extensión del segundo. El revolucionario es el que más importa, ese fue el que dio origen al gran orador.

Su verbo era necesario, era necesario para llevar a las masas los mensajes de la revolución y romper con la desinformación. Él sabía que la educación no era solo leer y escribir, el debía educar a un pueblo, y para eso, conversarle. No era un hombre de discursos per se, decir eso sería condenarlo a la jaula de la retórica. Tenía la necesidad de dirigirse al pueblo constantemente. Eran tiempos donde los discursos eran práctica revolucionaria, educaban al pueblo pero siempre impulsaban la acción transformadora.

Y logró su labor de educador. El pueblo cubano se creció como tal  dentro de los caminos de la revolución. Prueba de eso es más de un millón de profesionales, y un país sin analfabetismo.

 ¿Por qué lo hizo? Como todo martiano, sabía la importancia del saber en la obtención de la libertad, y que para lograr la acción transformadora de la realidad de la que hablaba Marx (porque Fidel era marxista de hechos), se debía empezar por educar.

Ya sabemos cuál era el objetivo. La obra parece que se pudo construir. Fidel luchó para que el pueblo tuviera el arma más importante, el conocimiento, para que pudiera construir su camino. Sabía que solo así seremos cada uno un comandante multiplicado.

Resulta muy claro qué nos toca como pueblo. Nos toca continuar lo que inició. Seguir con la práctica revolucionaria y no centrarnos en  discursos en cada ocasión, ni venerar a nuestros mártires como dioses. Ellos no lo son, ni quisieron serlos, si lo fueran sabemos donde estarían: en la trinchera, y no en la tribuna.

Fidel nos acompañó en los primeros pasos del camino. Ahora debemos continuar solos, y cuidarnos de aquellos que se adjudicarán ser sus continuadores. Muchos tratarán de usar su nombre como llave, y lo llevaran de bandera para obtener sus fines. Pero se pueden identificar esos peligros y conocemos el fin del proyecto que él quería, toca que construyamos los medios con lo aprendido y con esto trasformar la realidad en la misma medida que nos transformamos nosotros. Así hay que recordarlo, para eso nos preparó. Ese sería su verdadero legado, no un dios de piedra intocable, sino un camino de practica revolucionaria, transformadora (con hechos no con palabras)  para mejor de la realidad.

25 noviembre 2017 3 comentarios 358 vistas
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Homofobia en Cuba: la disculpa pospuesta

por Consejo Editorial 7 mayo 2014
escrito por Consejo Editorial
homosexualidad-cuba-derechos

En la Cuba actual los derechos LGTB gozan de amplio reconocimiento…no siempre fue así.

Por: Harold Cárdenas Lema (harold.cardenas@umcc.cu)

En la actualidad los homosexuales son un grupo social cada vez más reconocido en Cuba. Los últimos años han sido testigos de avances sin precedentes en el tema de género y la defensa de la comunidad LGTB en sentido general. No siempre fue así, el camino del reconocimiento estuvo marcado por incomprensiones y marginaciones que duraron décadas. Esta es la historia de una lucha social marcada por errores con tintes políticos y una disculpa pospuesta.

Podría decir que los cubanos en el pasado no hemos sido muy tolerantes respecto a la homosexualidad pero eso sería un eufemismo, hemos sido altamente intolerantes. Desde los primeros años de nación el asunto era un tabú como en la mayor parte del mundo. El escritor Truman Capote, quien le debiera su apellido a su padrastro cubano, decía sarcásticamente que “un maricón es un caballero homosexual que acaba de salir de la habitación”.

En el año 1959 el proyecto socialista caribeño comenzó con un alto sentido de moralidad heredada que rápidamente derivó en desviaciones éticas. Como compartíamos los prejuicios universales, pretendimos fundar una sociedad nueva basándonos en una imagen estereotipada de cómo debía ser el revolucionario latinoamericano… y los homosexuales no estaban incluidos.

A inicios de la década del 60 la homofobia era un mal recurrente. En muchos países el proceso fue traumático en este sentido, si tenemos en cuenta que en la actualidad la homosexualidad continua penada en algunas naciones, veremos que Cuba no fue de los peores casos pero aún así se impone un análisis crítico de los errores del pasado. Estar alertas para que nunca más la intolerancia se vista con ropaje político y la homofobia llegue a alcanzar estatus legal.

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7 mayo 2014 97 comentarios 595 vistas
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Teleología del cambio

por Consejo Editorial 27 enero 2014
escrito por Consejo Editorial

cambio-cubaPor: Harold Cárdenas Lema (harold.cardenas@umcc.cu)

Cuba es ahora el país de lo posible, en los últimos años nos hemos transformado más que en varias décadas de historia, sin embargo las incertidumbres persisten. ¿Cuál es el objetivo final de ese cambio? ¿A dónde vamos? ¿Existe algún plan respecto al futuro del país? ¿Cuál es el papel de los ciudadanos? Estas son algunas de las preguntas que existen en torno a un país que cambia.

Los cubanos nos sentimos mucho más identificados con una nación que cambia que una estática, es por eso que nos interesa tanto conocer cuál es la dirección que tomamos, y cuál es el objetivo final. Si no conocemos esto, ¿cómo podremos medir cuánto hemos avanzado? ¿Cómo puede existir consenso social respecto a un modelo de país al que aspiramos pero todavía sigue siendo vago en detalles? No se trata de encontrar certezas en una obra que se construye paso a paso, pero sí deberíamos buscar garantías de algún tipo.

 Algunos dicen que existe un Plan Maestro, otros creen que en nuestro rumbo predomina la incertidumbre, otros ven en los Lineamientos una dirección definida, el caso es que el asunto no está claro para muchos. Conocer el rumbo es muy importante, la Revolución del 59 triunfó porque existía un plan definido y el Programa del Moncada dejaba claras las metas, los Lineamientos palidecen junto a la obra que escribió Fidel encarcelado y cuyas metas ya están mayormente cumplidas. Leyendo los Lineamientos podemos saber más cuál es el país que no queremos que el que estamos buscando, resulta necesario para corregir el rumbo y salvar las finanzas del país pero el economicismo tecnocrático no aúna voluntades ni nos dice cuál es el puerto al que nos dirigimos.

Por otra parte, el cambio es esperanzador pero este no significa que sea automáticamente para bien porque el rumbo se lo dan los

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27 enero 2014 217 comentarios 330 vistas
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Que entren todxs. Entrevista a Mariela Castro.

por Consejo Editorial 23 enero 2014
escrito por Consejo Editorial

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Entrevista a Mariela Castro. Por Alicia Simeoni

Mariela Castro Espín es protagonista de una revolución dentro de la Revolución Cubana: a través del Centro Nacional de Educación Sexual que ella dirige, empezaron a promoverse políticas de integración para personas Lgbtiq, defendiendo tanto su acceso al trabajo como a la protección integral de su salud. La tarea no es sencilla en un país donde durante ocho largos años se mantuvo aisladas a las personas viviendo con VIH y donde el machismo resiste casi tanto como el bloqueo que asfixia al pueblo cubano. Castro Espín recoge tantas quejas como felicitaciones por su trabajo, pero no es esto lo que la guía si no el convencimiento de que la Revolución se debilita si no están todxs incluidxs.

Pueden hacerse muchas conjeturas acerca de si ser hija de guerrilleros, de combatientes revolucionarios contra la dictadura de Fulgencio Batista, en Cuba, y de quienes fueron dirigentes y primeras figuras de la gestión y representación del nuevo gobierno que comenzó el 1° de enero de 1959 resulta un cierto peso, un desafío para una de las hijas de la pareja compuesta por Raúl Castro –hoy presidente del país– y Vilma Espín. Puede ser, en cambio, que Mariela Castro Espín haya vivido su historia con la naturalidad y la decisión de continuar los cambios revolucionarios.

Lo cierto es que la actual diputada a la Asamblea Nacional, y directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) aparece como la heredera del trabajo y la mirada lúcida de Espín en materia de género; pero además resulta una inteligente luchadora política por esos cambios que obtuvieron un triunfo legislativo: la aprobación por la Asamblea Nacional de la primera ley de protección de las personas LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y trans) en el ámbito laboral, ley que será incorporada al Código de Trabajo. “Estoy sin resuello por tantas emociones vividas este viernes –dijo el 27 de diciembre pasado–, en el Parlamento. Ya tenemos la primera ley cubana que protege de manera explícita los derechos de las personas homosexuales, en este caso en el trabajo.” Mariela Castro propuso además incluir en el proyecto de Código de Trabajo la no discriminación por identidad de género, por padecer VIH o alguna capacidad diferente, e hizo la sugerencia de utilizar en la norma un lenguaje no sexista más un adicional para prevenir la violencia laboral. Es la primera vez que el Parlamento cubano, en el que hay una muy fuerte representación de mujeres, aprueba una ley con una expresión mayoritaria y otra minoritaria, y no a través del mecanismo de la unanimidad, muestra del constructivo debate del que más adelante habla la propia directora del Cenesex.

Mariela Castro Espín es maestra jardinera, licenciada en educación, especialista en pedagogía e investigadora en el área de psicología infantil,

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23 enero 2014 157 comentarios 393 vistas
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Fidel

por Consejo Editorial 13 agosto 2013
escrito por Consejo Editorial

fidel-castro-ruzPor: Harold Cárdenas Lema (harold.cardenas@umcc.cu)

Escribir algo honesto sobre Fidel es complicado, de antemano sabes que si renuncias a la apología o la difamación habrán muy pocos que vean con buenos ojos el escrito, así que lo que viene a continuación es un ejercicio casi suicida…

Mi generación no conoce al Fidel Castro guerrillero, nunca lo escuchó hablar en la Plaza de la Revolución con una paloma al hombro ni lo vio bajar de la Sierra Maestra. La imagen que tenemos sobre él es muy injusta, está permeada por la indetenible vejez y el desgaste político de alguien que durante décadas se echó sobre los hombros los destinos de un país, con todas las glorias y penas que esa responsabilidad significa. Mi generación tiene que hacer un arduo ejercicio a la hora de valorarlo porque la imagen que nos ha llegado está deformada por el tiempo y el contexto. Mi generación conoce poco a Fidel.

Fuimos los últimos testigos que coincidieron con él en la historia de este país. Hubiera sido emocionante verlo en la Caravana de la Victoria o en Playa Girón pero nos tocó presenciar su aparición en una televisión que lo favorecía bien poco. Hubiera sido tremendo estar entre el pueblo que él tocaba con sus manos cuando caminaba por los barrios pobres sin preocuparse por su seguridad personal pero cuando vinimos a tener conciencia política ya era demasiado tarde, la edad comenzaba a causar sus estragos y sus salidas públicas eran cada vez menos. Creo que me quedaré con las ganas de verlo personalmente, de ver si me ocurre como a Daniel Chavarría y me pongo todo nervioso en su presencia, me quedaré con las ganas de verlo y viviendo en su misma época es algo imperdonable.

No entendemos aquella frase tan común de “¡Comandante en Jefe ordene!” aunque quizás hubiéramos dicho igual si hubiéramos estado en el lugar de nuestros padres. Los tiempos son distintos y las personas también. Mi abuelo es un combatiente también que nació un 15 de agosto el año siguiente al de Fidel, con él me une una relación semejante a la que comparto con el líder, a veces tenemos desavenencias e incomprensiones pero nos une algo más importante y es sentirnos parte de algo, ya sea una familia o un proyecto de país alternativo.

En la mirada sobre Fidel existe sin dudas un componente generacional, nuestros padres no lo piensan sino que lo sienten, nosotros no actuamos así porque no somos producto de su misma circunstancia. En la actualidad unos pueden elogiarlo y otros difamarlo, lo cierto es que el Comandante tenía razón cuando hace 60 años dijo que la historia sería la encargada de juzgarlo. Por lo pronto me resultan absurdas las teorías que lo acusan de enriquecerse a expensas del pueblo, las que lo subestiman o las que lo presentan como un semidiós que nunca se equivoca.

En algún momento tuve que definir qué postura tomar hacia Fidel, cómo interpretarlo, opté por encontrar en él a un ser humano con virtudes y defectos como cualquier otro. Alguien dotado de un desinterés extremo, inclinado hacia el altruismo, dotado de disímiles armas sicológicas y de un liderazgo natural. Alguien que también se equivoca, que compartió los prejuicios sociales existentes en los 70 y tuvo poco tino para escoger a las generaciones que lo relevarían en el cargo. Es decir, un ser imperfecto pero humano como yo, con el semidiós no podría identificarme nunca. Este Fidel que lucha, se equivoca pero lo vuelve a intentar una y otra vez, ese me parece admirable.

No sabía qué escribir en el día de su cumpleaños, creo que el mejor homenaje que puedo hacerle es ser sincero, al menos es lo que él preferiría. Nunca necesité que dijera en el 2005 que la Revolución se podía destruir, ya lo sabía de antemano, tampoco necesito que nadie me diga quién es Fidel, ya lo sé. Fidel Castro es un guerrillero, tan solo por eso merece mi respeto, lo demás, son solo circunstancias.

13 agosto 2013 101 comentarios 671 vistas
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Hablar con el corazón

por Consejo Editorial 23 julio 2013
escrito por Consejo Editorial

hablar_corazon Creo que fue hace dos a tres meses.

Que comprendí que el único modo real

de decir todo era,

Sencillamente decir todo.

Guillermo Rodríguez Rivera

Por: Roberto G. Peralo (roberto.peralo@umcc.cu)

Desde niño mis padres trataron de enseñarme a decir siempre la verdad como la estaba sintiendo. No fueron pocos los regaños para tratar de formar ese valor en mí. Pero se les olvidó enseñarme a lidiar con las consecuencias de hablar con el corazón.

Una escena del primer capítulo de la serie “Espartaco: la guerra de los condenados”, se suscita un dialogo entre Espartaco y uno de sus seguidores. El cual sin saber que estaba hablando con el mismísimo “Gran Líder” se queja de las condiciones paupérrimas en las que estaban viviendo. Cuando se percata con quien estaba conversando el miedo lo invade y trata de pedir disculpas pero Espartaco lo interrumpe diciéndole: “Puedes estar hambriento o no tener una cama caliente, pero mientras yo respire tienes libertad de hablar con el corazón. Hasta en contra del “Gran Hombre sobre la Colina”.

Esta escena me motivó a reflexionar un poco sobre esta problemática en nuestra sociedad, la cual me provoca la pregunta ¿Por qué Raúl Castro convoca a la sociedad cubana “…a acostumbrarnos todos a decirnos la verdad de frente… discrepar incluso de lo que digan los jefes, cuando consideramos que nos asiste la razón…”? Y nada menos que en el discurso clausura de la Primera Conferencia Nacional del Partido. ¿Acaso esa no debe ser la práctica cotidiana de un revolucionario? Estoy convencido que en nuestra sociedad, en los espacios establecidos, los cubanos no estamos hablando con el corazón.

Una de las causas, y no la única, la plantea Raúl en ese mismo discurso cuando expresa “…Hay que estar dispuestos a buscarnos problemas defendiendo nuestras ideas y enfrentando con firmeza lo mal hecho…” Me pregunto ¿Por qué hay que buscarse problemas al decir lo que uno siente? ¿En qué manual de dirección o reglamento está escrito que hay que humillar, sancionar y hacer sufrir a un subordinado porque plantee un problema que está afectando el funcionamiento de la organización o la sociedad? Estoy hablando de un fenómeno, que no es así en todos los casos, pero lamentablemente constituye método y estilo de trabajo de algunos directivos y funcionarios.

¿Cuantos ciudadanos están dispuestos a “buscarse problemas”? Conozco casos que han cometido la osadía de enfrentar lo que ellos creen que está mal hecho y el precio que han tenido que pagar, ha sido muy alto. Alguien que tenga que vivir una experiencia semejante a esta: ¿seguirá siendo la misma persona? ¿Se borrará de su subconsciente los sufrimientos provocados? ¿Las personas que conocieron de lo ocurrido se atreverán, en algún momento, a ser tan osados? Después queremos ver como victoria la rectificación de las injusticias cometidas con “los busca-problemas”. ¿Cuántos hombres honestos y revolucionarios ha perdido la Revolución por hechos como estos?

Raúl decía, en esa misma intervención, que era necesario “fomentar un clima de máxima confianza y la creación de las condiciones requeridas en todos los niveles para el más amplio y sincero intercambio de opiniones, tanto en el seno de la organización (PCC), como en sus vínculos con los trabajadores y la población, favoreciendo que las discrepancias sean asumidas con naturalidad y respeto”. Estoy de acuerdo con él, no existen condiciones para el intercambio sincero de opiniones. Siendo los máximos responsables los funcionarios por tomar represalias con los “criticones”; los subordinados por dejarse dominar por el temor y en ocasiones, por actitudes oportunistas, asumir posturas indolentes y apáticas con lo mal hecho; y también a los funcionarios de organismos superiores que justifican estas malas prácticas como un exceso de recelo revolucionario.

Reconozco que son alentadoras las estadísticas ofrecidas por la Contralora General cuando develó que con la gestión del extinto Ministerio de Auditoría y Control el 99 por ciento de las denuncias de la población eran anónimos, hoy con las acciones y la implementación de un grupo de medidas el 76 por ciento de ellas son identificadas.

Resulta trascendental y estratégico el vínculo dirigente-pueblo en los momentos actuales del proceso revolucionario. Resultaría muy peligroso para el futuro de nuestro sistema social, que el cubano no confíe en los espacios creados para expresarse y en cambio busque espacios informales para hablar con el corazón. Creo que es importante fomentar una verdadera cultura del debate donde el ciudadano no sienta la necesidad de autocensurarse. Hablar con el corazón no puede convertirse en una utopía sino en práctica diaria.

23 julio 2013 204 comentarios 1k vistas
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El ejercicio de la crítica.

por Consejo Editorial 15 marzo 2013
escrito por Consejo Editorial

Para ser revolucionario hay que tener criterios propios. Tener criterios propios no puede ser visto como un defecto, tiene que ser considerado como una de las mayores virtudes.

(Lo dijo alguien en algún lugar o le leí en algún libro,  que ahora no recuerdo)

 

Por: Roberto G. Peralo

 

 

 

 

Algunas personas me han aconsejado que deje a un lado esa manía de criticar los procesos económicos – políticos – sociales que no cumplen mis expectativas. Creo que sus intenciones son las de evitar que me “meta en problemas”. Raúl en una de sus comparecencias le pidió a los revolucionarios que nos buscáramos problemas enfrentando lo mal hecho. Para esto conozco dos vías: una es implicándome en la solución del problema y la otra es denunciarlo en el momento oportuno y a la persona indicada.

Por lo que decir lo que pienso sobre un fenómeno, dar mi criterio ya sea positivo o negativo sobre nuestra realidad social tan compleja, se convierte en una necesidad y en un deber ciudadano pero, hay que saberlo hacer bien.

 

Según los diccionarios, por crítica se entiende el “examen y juicio acerca de algo” o “el juicio sobre el valor de las cosas, fundado en los principios de la ciencia o en las reglas del arte”. La raíz etimológica de la crítica (del griego κριτικός) significa “capaz de discernir”, esto supone que al criticar hacemos una valoración distinguiendo lo que es “bueno” y lo que no, separando los elementos, atendiendo a un criterio personal. También puede entenderse como un modo de ejercer ciudadanía, con la posibilidad de intervención pública, pero su método varía según cada punto de vista.

 

La crítica simplista sobre las acciones del hombre llega a ser muy fácil. Decir que algo está mal, sólo es pasar por encima de cualquier obra humana y emitir, sobre ese punto, algún irresponsable juicio discerniendo desde los inocultables y evidentes errores que siempre estarán presentes, creyéndose tener el poder de la implacable verdad que atribuye el denunciarlos. Me es fácil identificarlo porque lamentablemente lo he practicado.

 

El ejercicio de la crítica, debe de ser una actividad autónoma, un ejercicio del pensar del individuo, estar puesta siempre al servicio del cambio revolucionario, de la persona y la sociedad. Esto llevado a escala social debe de fomentar un debate enriquecedor entre diferentes posiciones y puntos de vistas, generando contradicciones naturales.

 

La base de un verdadero ejercicio de la crítica es plantearse sobre lo que yo haría si fuera el autor de la actividad, mostrando los puntos coincidentes y los antagónicos, dejando bien explícitos la raíz y motivos de estos. Teniendo como máxima la ética y la responsabilidad.

 

No me considero un crítico imparcial y objetivo. Mis opiniones son resultado de mi percepción de la realidad que tiene como base mis conocimientos y experiencia vivida, mis ideales y valores, mis sentimientos y pasiones. No son tiempos para dejar que otros decidan nuestro futuro por lo que el debate real entre los revolucionarios es una necesidad urgente. La crítica no puede considerarse un asunto de una élite política o un asunto académico, se trata de una necesidad vital, sin el cual no se puede construir el socialismo.

 

 

Hoy constituye una barrera para poder ejercer la crítica el pensamiento dogmático. Que ha demostrado ser capaz de sobrevivir a diferentes épocas y volverse importante como medio de control social, permitiéndole a un grupo de personas, poseer todas las preguntas permitidas y todas las respuestas irrefutables. Convirtiéndose en jueces y verdugos de cualquier pensamiento revolucionario. En nuestra sociedad aún existen personas que utilizan como herramienta para combatir una opinión, la humillación pública y las amenazas desde su posición de poder.

 

 

A estos dogmáticos las palabras de Raúl expresadas el 4 de abril del 2010  en la clausura del IX Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas “Fomentar la discusión franca y no ver en la discrepancia un problema, sino la fuente de las mejores soluciones. La unanimidad absoluta generalmente es ficticia y por tanto dañina. La contradicción, cuando no es antagónica como es nuestro caso, es motor del desarrollo. Debemos suprimir, con toda intencionalidad, cuanto alimente la simulación y el oportunismo. Aprender a colegiar las opiniones, estimular la unidad y fortalecer la dirección colectiva, son rasgos que deben caracterizar a los futuros dirigentes de la Revolución.”

 

 

Para salir adelante y proveer salidas socialistas al presente, será vital que cada vez más cubanos conozcan a fondo nuestras realidades y opciones, y participen en el planteo de los problemas principales y en las decisiones para enfrentarlo; convirtiendo el ejercicio de la crítica en un proceso enriquecedor que debe de asumirse como un deber ciudadano para que los pueblos se conviertan en verdaderos protagonistas de su destino. Tengo conciencia de lo difícil que resulta el entorno actual. La realidad cubana es muy compleja y nuestros políticos y dirigentes tienen un gran reto por delante, en el cambio de mentalidad, pero me siento optimista.

 

 

 

 

 

15 marzo 2013 30 comentarios 297 vistas
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Una aproximación al tema de la oposición en Cuba

por Consejo Editorial 24 febrero 2013
escrito por Consejo Editorial

oposicion-cubaCon todos y para el bien de todos.

José Martí

Por: Roberto González Peralo

Nos encontramos en buen momento para crear condiciones políticas en Cuba con el objetivo de construir un país más plural. Está claro que hoy uno de los pocos argumentos que le queda a la contrarrevolución para desacreditar nuestro sistema político son las respuestas que a aplica el gobierno a las acciones de los llamados “opositores”.

Tratar de caracterizar a la “oposición” cubana de igual forma que a la del resto de los países, es cometer un error conceptual. La oposición en Cuba no está en contra del gobierno sino del sistema que rige nuestra sociedad. Todas sus acciones, van encaminado a un solo objetivo derrocar el sistema imperante.

A esto le agregamos los intentos del gobierno de los EE.UU por más de 100 años,  controlar los destinos de Cuba. ¿Cuál es el objetivo del bloqueo económico de los EE.UU? ¿Traer más democracia a Cuba? ¿Qué los cubanos alcancemos un mayor nivel de vida? Está claro que no. Los EE.UU se empeñan en seguir con tal política, además de destinar 120 millones de dólares para la subversión interna. Dinero que va a parar a manos de esta “oposición”.

Es aquí donde pierden toda legitimidad los llamados “opositores”. No solo porque reciben dinero de un gobierno extranjero sino que sus actividades opositoras son planificadas, orientadas y coordinadas desde los servicios especiales de potencia extranjera tanto de EE.UU como de Europa para esto existe una palabra muy bien definida en el diccionario y es mercenarios.

Si siguen adoptando esa forma de actuar, son más que legítimas las acciones que realiza el gobierno cubano para defenderse de tales provocaciones. Acciones, que está claro, constituyen un freno para el desarrollo socioeconómico del país.

Parto de la idea de que debiera de existir una oposición, no todo el mundo debe tener las mismas soluciones para los problemas que enfrentamos como nación, por lo que hay que crear espacios y vías legales para que ellos también participen y contribuyan a la construcción de nuestra sociedad.

Nicolas Maquiavelo decía “Nada contribuye más a la estabilidad y firmeza de una república como el organizarla de suerte que las opiniones que agitan los ánimos tengan vías legales de manifestación… porque si no existen estos recursos legítimos, se acude a las extralegales, los cuales ocasionan, sin duda, peores resultados que aquellos…”1

Para que una oposición sea legítima en Cuba primero debe de estar alejada de cualquier interés imperialista. El cubano no cree en ningún opositor que reciba dinero y orientaciones de una potencia extranjera.

Otro tema muy importante es que estas personas deben de estar integrada a nuestra sociedad. Hablo de que trabajen, ya sea con el estado o por cuenta propia, que contribuya al desarrollo de la sociedad. No es legítimo ni creíble que conviertan su militancia opositora en un modo de vida.

Raúl Castro hablaba de la necesidad de “acostumbrarnos a discrepar y discutir, discrepar incluso de lo que digan los jefes”…, pero aclaraba que debiera ser “en el lugar adecuado, en el momento oportuno y de forma correcta, o sea, en las reuniones”2. Los que no sean militantes del Partido o de la UJC, ni dirigentes administrativos, ni delegados a las Asambleas Municipales, ni diputados; ¿cuál es el espacio o reunión que cuentan para discrepar, debatir, dar su opinión a favor o en contra de una medida, Resolución o una posición que asuma el gobierno, así como plantear una solución concreta a un problema determinado?

En Cuba esto se vuelve muy complejo por la existencia de un solo Partido con una ideología muy bien definida. Renunciar a esta condición mientras exista imperialismo creo que sería un suicidio para la soberanía de Cuba. Por lo que el Partido Comunista de Cuba tiene un gran reto por delante y la solución está en el debate, en la confrontación de ideas, en el dialogo.

 Hay que crear los mecanismos legales para que una oposición legítima se pueda constituir en sociedad civil (ONG). Incluso cuando su organización alcance un número determinados de miembros puedan nominar Delegados y Diputados a las Asambleas igual que el resto de las organizaciones de masas en Cuba. Estoy conciente que si esta idea un día se aplica lo van aprovechar nuestros enemigos históricos para destruir nuestro sistema. Aquí es donde uno tiene que aprender de los autoproclamados jueces y verdugos de la democracia mundial. Estuve revisando algunas leyes de los EE.UU. y ellos tienen muy bien definido estos delitos, por ejemplo: En el Código Penal de los Estados Unidos en el párrafo 2385 establece 20 años de prisión para quien preconice el derrocamiento del gobierno de los EUA o del orden establecido. En el mismo código penal en el párrafo 854 establece 10 años de prisión para quien emitiera falsas declaraciones con el objetivo de atentar contra los intereses de los EUA en sus relaciones con otras naciones. Y en el Párrafo 953 establece 3 años de cárcel para quien mantenga relación con un gobierno extranjero con la intención de influir en su conducta respecto a un conflicto o una controversia con EUA.

Seguro que me van a decir que he descubierto el agua tibia pero la realidad es que en Cuba existen hoy muy pocos espacios para realizar un debate efectivo y plural. Los viernes en el periódico Granma se publican diferentes opiniones sobre algunos temas de la realidad cubana, pero estoy convencido de que no es suficiente. Existe la blogosfera y las redes sociales donde se leen cientos de opiniones y puntos de vista sobre la realidad cubana pero muy limitado su acceso para la mayoría de los cubanos. Conozco otros espacios en las universidades, también está el de la revista Temas pero su alcance es muy circunscrito a un sector específico de la sociedad.

Un ejemplo muy positivo el proceso de discusión de los Lineamientos de la Política Económica y Social. Pero han pasado más de dos años de aquel proceso. ¿Cuántas cosas no tendremos los cubanos que decir de su implementación, de sus aciertos y desaciertos? El mundo hoy es tan cambiante y tan dinámico que estoy seguro que algunos Lineamientos perdieron vigencia, es necesidad de incluir otro y modificar algunos. ¿qué espacio cuentan los cubanos para general el debate tan necesario?

Creo que la sociedad cubana debiera de tener más tolerancia a las opiniones diversas. Darle espacio en los medios de comunicación a opiniones divergentes. Crear una cultura del debate con condiciones más favorables en todos los escenarios, he conocido funcionarios que utilizan la humillación pública para agredir una opinión opuesta. En algunos casos han sido expulsados de sus centros de trabajo alegando que tienen ideas contrarrevolucionarias.

Hay que construir espacios efectivos para el debate, socializar las ideas resultado de lo que allí se discute. La curiosidad, el cuestionamiento, la polémica fecunda constituyen elementos imprescindibles para modelar el socialismo cubano, el cual tiene que ser sostenible, viable, rico en opciones y lejos de alienar al ser humano.

1-      Nicolas Maquiavelo: Discurso sobre la primera década de Tito Livio, editorial ciencias sociales, La habana 1973 pag. 74

2-  Discurso del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la clausura de la Primera Conferencia Nacional del Partido, en el Palacio de Convenciones, el 29 de enero de 2012, “Año 54 de la Revolución”.

24 febrero 2013 160 comentarios 467 vistas
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