El discurso político de los grandes líderes tiene diversos usos y lecturas según la época y el interés de quien lo lee. Sirve para ilustrar, comprender épocas y procesos, pero también se emplea a veces para cerrar o evadir un debate, extraer frases, unas veces bien empleadas, otras sacadas de contexto y otras mutiladas hasta donde dice lo que sirve a alguien interesado en legitimar determinada postura. Ocurre en cualquier parte, en Cuba, sobre todo, con los de José Martí, Ernesto Guevara y Fidel Castro.
En estos días volví a leer, luego de más de 20 años de haber trabajado procesando documentos de la autoría de Fidel Castro en el Instituto de Historia de Cuba, dos importantes discursos que pronunció el entonces Primer Ministro en 1960: el del 13 de marzo en la escalinata de la Universidad de La Habana y el del 23 de junio en Río Cristal.
Dos razones movieron mi interés. Una, la reacción de algunos intelectuales y combatientes al tratamiento que dio la Mesa Redonda del 13 de marzo al asalto al Palacio Presidencial y la toma de Radio Reloj, ocurrido en esa fecha de 1957, descalificando la heroicidad del hecho y cuestionando la fidelidad al Pacto de México entre las dos organizaciones más importantes de la insurrección.
Durante casi tres meses se estuvo reivindicando a través de las redes el significado de esos hechos, la importancia de la organización que lo protagonizó –el Directorio Revolucionario (DR) fundado un año antes y devenido en DR 13 de Marzo (DR 13/3)-, en el movimiento insurreccional de los años 50 contra la tiranía de Fulgencio Batista, así como los sucesos que cobraron las vidas de muchos de aquellos jóvenes. El tono de los reclamantes terminó de subir frente a la indiferencia de los medios oficiales ante el fallecimiento, el 8 de mayo pasado, de Guillermo Jiménez Soler, Jimenito, una de las figuras más reconocidas de aquella organización. Lamentablemente, no hubo desde esos medios ni siquiera digitales, rectificación, contrarréplica, o disposición al debate sobre los asuntos cuestionados.
A diferencia de otras organizaciones, respecto al DR 13/3 subsiste en algunos intelectuales y combatientes la percepción de que, a pesar del heroísmo y las posturas unitarias que protagonizó con el Movimiento 26 de julio (M-26-7) liderado por Fidel, los exponentes suyos que llegaron al triunfo del 1º de enero de 1959, no fueron ubicados ni entonces ni después en puestos relevantes de confianza en la dirección de la Revolución. También, que no se les ha dado el espacio y reconocimiento que merecen en la historiografía nacional ni en la práctica política, a diferencia del posicionamiento que rápidamente alcanzó el Partido Socialista Popular (PSP), la otra de las tres fuerzas políticas de oposición al batistato.
Poco después de las insatisfacciones mostradas, Cubadebate publicó el discurso que Fidel pronunció en junio de 1960 ante el Directorio de 1930. Aunque no era ese Directorio el que había movido los reclamos en las redes, valía la pena releer el discurso publicitado para conocer si contenía algún mensaje de interés sobre el tema. En definitiva, no lo había ni en ese ni en el que no se publicó del 13 de marzo. No obstante, alcanzaron para pensar el discurso político como documento histórico, a través de esos dos ejemplos del importantísimo año 1960.

“Nosotros hemos recogido los frutos del esfuerzo que han realizado todas las generaciones anteriores”. Foto: Perfecto Romero/Cubadebate
Mirar al pasado desde el ahora y a través de ese tipo de fuente posibilita pensar la historia más sosegadamente desde la distancia y los compromisos epocales. Las diferencias entre ese ayer y el hoy de Cuba son como de la noche al día. Los primeros años luego del triunfo de enero de 1959 fueron de una extraordinaria ebullición, como suelen ser las revoluciones: grandes manifestaciones, consultas populares recurrentes, traiciones, realineamientos, desgarraduras, confrontación, ilusión, pasión y hasta euforia. Solo en ese primer semestre de 1960 fueron 21 discursos, casi todos en grandes concentraciones populares espontáneas. Fue ese lapso identificado como de “histeria colectiva”, fenómeno socio psicológico que se emplea mucho en la salud pero que en el plano sociopolítico comprende la manifestación de los mismos comportamientos y estados de ánimo por parte de muchas personas cuando están agrupadas.[i]
Los discursos de Fidel Castro de aquellos años dan para comprobar ese estado. En su publicación original reproducen incluso los diálogos del líder con grupos e individuos asistentes, expresiones que corea la gente, aclamaciones reiteradas agradeciéndole los cambios y secundando todas sus propuestas. Y era una escena particularmente frecuente, todo un fenómeno sociopolítico: locaciones diversas, generalmente amplísimas, que se repletaban con hombres, mujeres y muchas veces niños apoyando enardecidos ante aquellas palabras argumentadas, viriles y cargadas también de emoción. Era, como diría el Che, “esa fuerza telúrica llamada Fidel Castro”, en un escenario muy fértil.
Una lectura adecuada de tales documentos a la altura de los 60 años transcurridos, no puede obviar tres aspectos básicos: el tipo de documento que se trata con sus ventajas y desventajas, sus contenidos básicos e ideas rectoras, quién es el orador y cuáles son sus propósitos y el contexto específico y general en que se produce el discurso.
Lo primero es que se trata de un “discurso político”, documento expresamente público desde que se concibe, aunque fuera mentalmente porque Fidel solía improvisar. Que se dirige a grandes masas o, a un auditorio o segmento de personas de interés y responde siempre a determinados objetivos e intereses políticos que el líder pretende estimular o neutralizar. Lo segundo es que el orador es el máximo dirigente de la Revolución, se conduce con el poder que le asiste pero también a sabiendas de la trascendencia de sus palabras, consciente de la importancia que tiene ganar toda la legitimidad posible en esos primeros tiempos, como garantía para la profundización de los cambios y la defensa del proyecto.
Todo eso iba acompañado de procesos políticos importantes y muy diversos. Eran tiempos de reacomodo de fuerzas políticas, de aprovechar las fortalezas de las principales fuerzas de la insurrección, mediar en las inevitables contradicciones y procurar la unidad para avanzar con el mayor respaldo posible. En los nuevos posicionamientos políticos, era lógico que los combatientes de las diversas organizaciones de la resistencia, estuvieran interesados en escuchar de primera voz el curso de los acontecimientos y las perspectivas, y que estuvieran también observando la distribución de funciones y puestos de confianza en la nueva Cuba. También que la contrarrevolución, como hija natural de la revolución, se incrementara y terminara de estructurar ese año, con una composición diversa y tratando de reeditar la fórmula insurreccional que había dado la victoria de enero de 1959.
Los dos discursos que interesan ahora se pronunciaron en momentos que precedieron y en el que daba inicio a la escalada de medidas y contramedidas económicas y políticas, que radicalizaron el proceso entre fines de junio y de octubre de ese año. Cada una de esas intervenciones públicas se identifica con sucesos específicos, auditorios diferentes, objetivos concretos y líneas de mensaje fundamentales, en algunos casos coincidentes y de continuidad hasta hoy.
El del 13 de marzo en la escalinata de la Universidad de La Habana era el segundo que conmemoraba desde el triunfo y esta vez en su tercer aniversario, uno de los hechos más audaces y heroicos de las luchas cubanas del siglo XX, encabezado por José Antonio Echeverría, también líder de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). Fidel discursó para todo un pueblo aunque más enfocado en los jóvenes. La conmemoración se mantendría de esa forma de manera ininterrumpida hasta 1968.
Estaba muy fresco el sabotaje al vapor La Coubre y el sepelio de las víctimas, con una impresionante concentración en la que Fidel pronunció por primera vez la consigna ¡Patria o Muerte!. EEUU aceleraba sus planes agresivos contra la isla, desde las incursiones aéreas, presiones económicas y otras contempladas en lo que 30 años después se hizo público como el “Plan de acciones encubiertas contra Cuba” aprobado cuatro días después de ese masivo acto. Poco antes, en febrero, se había producido la visita del Vicepremier Ministro de la URSS, Anastas Mikoyan.
Algunos aspectos que distinguen este discurso son: 1) Fue menos exhaustivo que el del año anterior en cuanto a los hechos del pasado que conmemoraba, incluso en cuanto a la organización líder de aquellos sucesos. Se centró más en el presente y futuro de la Revolución y el lugar de los jóvenes; 2) Crítica al pasado republicano y la debilidad de la economía cubana por la dependencia, lo que usa EEUU para presionar y castigar, por ejemplo con la reducción de la cuota azucarera; 3) el apoyo a las prioridades de los jóvenes: la edificación de la Ciudad Universitaria con el nombre de José Antonio Echeverría”[iii], el monumento a los mártires y la reforma universitaria.
El discurso ante el Directorio del 30 ocurre tres meses después, cuando se han restablecido en mayo las relaciones con la URSS y se ha firmado el primer acuerdo comercial de suministros de azúcar y petróleo con ese país. Mientras, EEUU a través de sus empresas petroleras suspendía el envío de hidrocarburos a la Isla y prohibía a sus refinerías procesar los que procedieran de otras fuentes. Al mes siguiente reduciría la compra de la cuota azucarera cubana. Se pronunció en un espacio más reducido, con un auditorio más limitado y centrado en el ámbito político. Un almuerzo ofrecido por esa organización política de los años 30, al que asistieron miembros y dirigentes de la misma y también la madre de Rafael Trejo, símbolo de las luchas de aquel Directorio contra la dictadura de Gerardo Machado.
Como en el anterior, el único tema importante del contexto de esos meses que Fidel no incluye en su intervención pública es el de las relaciones con la URSS. Algunos asuntos abordados el 13 de marzo los retoma, expandiéndose con otros argumentos. Otros, que allá fueron marginales ocupan ahora el centro de atención. Acaso el tópico más novedoso y a tono con un auditorio políticamente selecto, a muchos de los cuales no conocía más que por referencias, es el referido a las diferencias entre un momento revolucionario, cuando diversas organizaciones estaban en la lucha incluso con contradicciones, y un momento político como ese, luego del triunfo, en que las prioridades son otras en bien del entendimiento para el país.
Otros tres temas, que están relacionados y se manejan con muy diferentes profundidades en los dos encuentros, son los relativos a: el enemigo externo, la unidad y la contrarrevolución interna. El primero es el más reiterado. Ocupa buena parte de su intervención de marzo, destacando los enormes peligros que impone al país ese enemigo externo con las agresiones económicas, políticas y armadas, para todo lo cual avisa que hay que destinar recursos y prepararse, tanto para la defensa como para resistir las carencias económicas que sobrevendrán. Lo retoma varias veces y asocia esa capacidad de resistencia con el patriotismo, la valentía y usando como ejemplo lo vivido durante la lucha en la Sierra Maestra. También lo vincula al sentido de las conmemoraciones, que en su visión son especialmente para “afianzar ese espíritu de sacrificio, fortalecer ese estado de ánimo de quienes están dispuestos a todo (…) renunciar a todo egoísmo, renunciar a las comodidades si es necesario, para estar dispuestos a dar también nuestra cuota de sacrificio cuando la ocasión se presente.”
En el discurso de junio este mensaje está presente pero en otro tono, además de que se nota un esfuerzo importante en rechazar las acusaciones de que la Revolución se ha excedido y en que tampoco podrán culparla de eso en lo adelante porque ha sido hostilizada desde el inicio, a pesar de lo cual todavía hay intereses estadounidenses en la Isla. Adelanta y a la vez tantea el nivel de respaldo para lo que se iniciará en unos días con las grandes nacionalizaciones, de ahí que expresiones como “no nos quedaremos impasibles ante las agresiones económicas,” aparezcan en varios momentos del texto, con un mensaje sobre todo para los EEUU y también para el capital nacional.
Esboza el escenario venidero mucho menos dramático: “en los meses venideros estamos enfrentados a momentos trascendentales; (…) los acontecimientos se van precipitando; (…) se acercan meses, y tal vez años, de prueba.” Y en la alerta incluye que además de agresiones económicas podrán venir otras de tipo militar desde los EEUU. Desde fines de ese mes se dio una acelerada radicalización de las transformaciones económicas. Sobrevinieron las nacionalizaciones contra el capital extranjero, básicamente estadounidense y en principio contra las refinerías de ese país y luego de otras empresas hasta eliminar las últimas 166 en octubre, a lo que responde EEUU con la primera declaratoria de embargo a las exportaciones cubanas, a excepción de alimentos y medicinas que se agregan dos años después. Aquel ciclo de octubre del 60 se cierra con intervenciones y confiscaciones de otras muchas empresas de todo tipo pertenecientes al capital nacional, desde bancos hasta perfumerías, textiles, productos lácteos, molinos de arroz, tiendas por departamentos, circuitos cinematográficos y almacenes de la economía.
La unidad es una preocupación constante. Se argumenta siempre en sentido afirmativo y como recurso imprescindible para enfrentar los desafíos, en particular los que impone el enemigo externo. En el primero de los discursos la unidad tiene un enfoque más amplio y comprometido, insistiendo en la necesidad de asegurarla junto con el respaldo de la mayoría del pueblo, por lo que “todo lo que divida (…) es tratar de restarle fuerzas a esa mayoría (…) tenemos que mantenerla, (…) debemos saber rechazar con energía a todo aquello que pretenda debilitar las fuerzas de nuestro pueblo”. En el otro discurso, el manejo del asunto es diferente, más persuasivo y menos emotivo. Sus expresiones “Hoy nos hemos sentado todos en la misma mesa (…) y a ninguno de nosotros nos ha invadido la menor duda de que estamos sinceramente unidos”, o que el encuentro “no lo ha promovido ningún interés”, resultan interesantes e ilustrativas de lo que aquí interesa. Hay una evidente intencionalidad política en esas frases, que responden más al “deber ser” o el “estado deseado” que a la realidad y evidencian la prioridad de lograr respaldo de las demás organizaciones de la sociedad civil cubana, que también se está revolucionando.
El tema de la contrarrevolución interna tuvo realmente peso en el segundo discurso examinado. En el primero fue secundario, se menciona solo una vez y para decir que es débil y sustentada por el enemigo externo, que sí es poderoso, de lo contrario no existiría. Pero en junio este no es un tema simple. La insistente referencia a traiciones que se habían estado produciendo desde el triunfo no es casual, aunque a la luz del tiempo y de la ciencia se sabe que ese fenómeno de reconfiguración de fuerzas y posiciones políticas que articulan una contrarrevolución, es una regularidad de las revoluciones. Así como el campo revolucionario se ensanchaba con los que se beneficiaban directamente de las medidas implementadas, que era la mayoría, en el de la oposición ocurría algo parecido al integrar a los afectados y a otros que, siendo del campo revolucionario, tenían contradicciones con el rumbo que iba tomando el proyecto, que a su juicio se estaba desviando de la plataforma que los había incorporado en otro tiempo a la lucha, lo que significaba que estaba cruzando la línea hacia el socialismo, o al “comunismo” como más se decía entonces. Se basaban en general en la radicalidad de las medidas, el acercamiento a la URSS y la apreciación de posiciones sectarias estalinistas en algunos socialistas populares en el poder. En la segunda mitad del año, solo en La Habana habían más de 40 organizaciones contrarrevolucionarias y dos de las más fuertes se identificaban como Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP) y Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR).
En los dos momentos se evidencia la intención del 1er. Ministro de usar esos encuentros para transmitir informaciones de interés político general y específico para los diferentes auditorios, interactuar con el pueblo y escrutar la reacción popular y de grupos políticos, compulsar el respaldo de la gente y la unidad frente a un escenario que avizora complejo y cargado de desafíos. Todos esos aspectos complicados y muchos conflictivos, los aborda en un lenguaje muy afirmativo, optimista, de seguridad en la victoria y tocando la sensible fibra de la idiosincrasia y la identidad nacional en las personas.
La historia en su función educativa y como recurso para legitimar el proyecto y su liderazgo está presente también en las dos intervenciones, pero de modo diferente. En marzo, ante tanto pueblo y muchos jóvenes, es muy amplio y asociado a las consecuencias de la presencia de ese enemigo externo para Cuba desde fines del siglo XIX en lo económico, lo político y en sus afectaciones a la identidad nacional y las luchas cubanas. En junio, ante el Directorio del 30, la cuestión generacional en la historia de las luchas ocupa el centro del repaso histórico. Su objetivo es persuadir y lograr apoyo de ese segmento político a la Revolución. Así que se extiende en las diferencias entre las generaciones, en particular las de 1868, la del 30 allí presente y la suya propia. Reitera su reconocimiento al aporte de las anteriores, en particular la que está presente y el ejemplo que representan para la lucha de la del 50, más comprometida con el proceso porque con menos tiempo pudo ver coronado el triunfo.
Varios discursos de esos primeros tiempos tuvieron una tónica similar. Examinando el contexto permiten comprender la prioridad que tuvo la casi omnipresencia y oratoria de Fidel en la marcha de los procesos y la reafirmación de su liderazgo, coronado al año siguiente con la victoria en Playa Girón. Lo excepcional no está tanto en los temas y los recursos del líder para convencer y articular consensos a través de gigantescas y enardecidas movilizaciones populares espontáneas, cuyo centro fueron sus discursos y un inédito ejercicio de democracia directa. La mayoría de esos temas principales y recursos los mantuvo durante décadas. Lo realmente relevante está en la novedad que representaron entonces y que correspondieron al extraordinario y definitorio momento en que toda la fortaleza, energía y capacidad creadora (arriba y abajo) se desplegaban al máximo por una nueva Cuba.
Todo y más de lo que se avizoraba, e incluso lo que se temía durante aquellos meses del primer semestre de 1960, ocurrió a seguidas. A fines de octubre el Programa del Moncada se había sobre cumplido y había avanzado de modo notorio la unidad política de las bases sociales en torno al proyecto. Aunque el carácter socialista de la Revolución no se declara oficialmente hasta abril del año siguiente y hasta casi tres meses no surge la primera organización política única y rectora -Organizaciones Revolucionarias Integradas, ORI, que al año siguiente se convertiría en Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba, PURSC, mismo que desde 1965 asumiría el nombre de Partido Comunista de Cuba, PCC-, desde el último trimestre de 1960 quedaron a la vista dos rasgos fundamentales que siguen definiendo al socialismo cubano.
El primero, la estatización por socialización en la economía, siendo ya de propiedad estatal -salvo en la agricultura que era el 37%- más del 80% en indicadores fundamentales: comercio exterior, banca y comercio mayorista 100%, construcción e industria 82.5% y transporte 92%.[iv] El segundo, la fórmula de organizaciones unitarias desde la base hasta la máxima conducción política ideológica del proyecto, que también funcionarían como mecanismos de control social. Se había estrenado el año anterior con las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR) y se amplió durante 1960: en enero los niños y jóvenes en la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), en agosto las mujeres en la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y en septiembre los ciudadanos a nivel de barrios en los Comités de Defensa de la Revolución (CDR).
El titular con que Cubadebate divulgó el discurso ante el Directorio del 30 (“Cuando se hable de la Revolución, se hablará de una sola generación”) es casi la frase que Fidel dijo ese día: “Cuando en el futuro se hable de esta obra revolucionaria, se hablará de una sola generación.” Esa ligera imprecisión en la cita da para volver a la intencionalidad política del documento y los diversos acercamientos y usos posteriores aludidos al inicio. En Fidel fue la necesidad de persuadir respecto a la unidad que necesitaba ese momento político y la oportunidad que les ofrecía para que, de cara al futuro y la historia, fueran ellos también actores directos del cambio que en ese minuto ofrecía la “generación nueva” -como la llamaban los veteranos del 30- encabezada por Fidel. En los editores, pasados 60 años, muestra el interés por extraer y sintetizar una idea en forma de consigna, que resalte en la palabra del líder un mensaje de ausencia de contradicciones y de imperativo de la unidad, en un momento en que ese tema parece preocupar mucho y ocupar muy poco.
[i] Ver de Andre Clement Decoufle: Sociología de las revoluciones, OIKOS-TAU S.A, Barcelona, 1975
[ii] También españolas, francesas, suizas, británicas y canadienses
[iii] La CUJAE, que más tarde pasó a denominarse Instituto Superior Politécnico “José Antonio Echeverría”, se fundó el 2 de diciembre de 1964.
[iv] José Luis Rodríguez García: Estrategia del desarrollo económico de Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990, p. 23
16 comentarios
No terminé de leer el artículo por cuanto me pareció muy largo y, por tanto, agotante. Pero hay una observación que puedo señalar: Fidel más nunca volvió a hablar ni a mencionar de las cosas que él dijo en sus primeros años como líder de la revolución, lo que nos da la impresión como si se hubiera olvidado de que alguna vez las hubiera dicho o bien como si no hubieran tenido absolutamente ninguna importancia real más allá de mantenerse hablando todo el tiempo como líder para mantener su popularidad mientras iba asegurando su poder con unos discursos que dieran la impresión de que en él se podía confiar, al mismo tiempo que poco a poco lo iba controlando todo para así imponer sus convicciones una vez que supiera que ya nadie podría mover un dedo en contra de lo que él decidiera.
La Cuba de hoy no es mas plural, o mejor que la de antes de 1959, al contrario. Solo basta leer a la profesora Alina en este blog y conocer lo solida que era la sociedad civil en la etapa republicana. Cuba era un país con problemas si, pero la calidad de vida era mucho mas alta que la de hoy en día. Las construcciones eran hermosas, tremenda calidad en las obras sociales, y un sin fin de detalles que eran tomados a la hora de desarrollar proyectos sociales, estructuras y muchas cosas mas. La constitución de 1940 es un claro ejemplo. Que había problemas si, los había, pero esos problemas todavía siguen. Hoy en día el campesinado cubano esta en peor condiciones que hace cien años atrás.
Al final la carreta sigue cuesta abajo, la emigración por las nubes, los ancianos de hoy, mejor ni hablar, da lastima la situación en que viven. Los políticos y dirigentes, bueno, ahí bien, defalcando todo lo que pueden, y sin rendir cuentas.
Bueno, tal vez para el 2030
Dijo la autora: A fines de octubre el Programa del Moncada se había sobre cumplido y había avanzado de modo notorio la unidad política de las bases sociales en torno al proyecto.
La verdad: Para esa fecha el “programa del Moncada” no solo no se había cumplido sino que NUNCA se cumplió hasta el día de hoy.
Algunos puntos incumplidos de ese programa:
1- Restituir la Constitución del 40;
2- Devolver al pueblo de Cuba la democracia arrebatada tras el golpe de estado de 1952;
3- Dar participación a los obreros en las utilidades de las grandes empresas, y garantizarles a los colonos el derecho a beneficiarse del 55 por ciento del rendimiento de la caña.
Lo que siempre se ha dicho: Los jóvenes que se nuclearon alrededor de Fidel Castro tras el golpe de Batista tuvieron como objetivo supremo devolver el país a la senda democrática, no el comunismo. No por gusto la restitución de la C-40 ocupaba un primerísimo lugar en el programa del Moncada. Fidel Castro dijo que habrían elecciones en 18 meses.
Lo que sucedió: Ni los colonos ganaron el 55% de las producciones, ni se restituyó la C-40, ni hubo elecciones libres y democráticas en 18 meses. Más bien el entonces joven líder revolucionario pronunció una frase lapidaria en forma de pregunta cuando ya manejaba todos los hilos del poder y la mayoría de sus enemigos politicos habían sido sacados de la escena: ¿elecciones para qué?
Fidel Castro mismo traicionó la esencia de ese programa.
Lo que vemos y padecemos hoy: Desde el 10 de Marzo de 1952 Cuba y los cubanos jamás hemos disfrutado del derecho de elegir a nuestros gobernantes. La democracia prometida por Fidel se convirtió en la imposibilidad de gozar de la libertad de expresión, asociación, prensa y movimiento. El pueblo cubano no elije un presidente desde que Carlos Prío fue electo en 1948.
La economía cubana no satisface, ni de lejos, las necesidades de la población.
Sin embargo, los “líderes revolucionarios” y sus familias viven aún mejor y gozan de más poder que la burguesía que derrocaron el 1/1/1959.
Castellanos, a esos planteamientos y más, Fidel respondió (a su manera claro…) casi 40 años después del triunfo, en el discurso del 26 de Julio de 1998: http://www.cu/gobierno/discursos/1998/esp/f260798e.html
Estoy seguro que le resultará interesante, aunque no tan seguro de si le gustará jejeje
¡Oh si¡, él dijo muchas cosas. 😉
Sinceramente es muy tedioso leerse los discurso de Fidel Castro. Cuando creo que únicamente valía la pena oírlo fue en los primeros dos o tres años de la revolución, pues nos hacían pensar en cosas grandes, entre ellas que tendríamos en pocos años un mejor nivel de vida superior que el de los Estados Unidos y que el de la URSS; algo que dijo sin imaginar que éste último era uno de los países “desarrollados” con los peores niveles de vida. También durante esos tiempos él hablaba de libertades, entre ellas la libertad de prensa y de palabras. Pero ya poco después -y a partir de haberse consolidado totalmente en el poder después de la crisis de octubre- ya los discurso de Fidel dejaban de traer digamos… ilusiones. De manera que si hay algo que él dijo que usted quisiera destacar, pues póngalo aquí porque la verdad es que me da pereza ponerme a leer de lo mismo que tantas veces ya había dicho.
Llegará el día en el que la Historia pondra en su justo sitio a esa personalidad imprescindible del Siglo XX que fue Fidel Castro. Sus grandes virtudes, así como sus grandes también defectos y errores, seran enjuiciados con más objetividad que lo que permiten las emociones y compromisos de las personas involucradas en la confrontación que una revolución social conlleva, incluidos intereses desde legitimos hasta mezquinos, admiración y frustración, propósitos y promesas versus fracasos estrepitosos, etc.
Sin embargo, la juventud de la Generación del Centenario pudo encabezar y liderar aquella gesta principalmente porque eran jovenes. La carga geriátrica del PSP con su estalinismo a cuesta nunca hubieran podido liderarla. Después de tantos años, aquellos jovenes ya no lo eran y su vejez apoltronada y sin posibilitar el relevo, se convirtieron en conservadores y temerosos de que el mismo pueblo, que fue la masa de apoyo y lucha por el sostenimiento de la Revolución, tomara distancia del conservadurismo que cercenó las libertades y democracia que fueron banderas de lucha por una sociedad y un mundo mejor.
Si una vez, con justa razón, expresó que la Historia los absolvería, esta vez, no será así.
Considerando los resultados, Fidel desde hace muchos años atrás ya ha sido glorificado por la historia. Generó que muchas personas lo odiaran, dándoles una gran oportunidad entretenerse deseándole lo peor; generó que muchas personas lo amaran, dándoles la oportunidad de sentirse privilegiados; generó una vida de pueblo muy divertida, en la que se disfruta infinitamente más lo que se consigue que en una sociedad de abundancia; generó mucha envidia en las personas, lo que hacía sentirse muy dichosos a los que eran envidiados; generó una ciudad romántica que se derrumba a pedazos, lo que es una exquisitez para la vista que no se disfruta en ninguna otra parte del mundo; generó un país que parece haberse quedado atrás en el tiempo, lo que sólo puede ser visto en nuestra isla. Sin la menor duda si Cuba no hubiera tenido la suerte de haber experimentado una revolución dirigida por ese personaje que conocemos como Fidel Castro, la vida de los cubanos no fuera tan interesante. Quizás la Habana se parecería a la ciudad de Panamá o a un Hong Kong por sus muchos rascacielos. Pero eso no nos hubiera hecho sentir tan dichosos y felices como con esa Cuba y esa Habana que tenemos en el presente; una Habana de personas divertidas, de amigos en cada esquina; de personas que no piensan en cambiar nada sino que en vivir con lo que se tiene o con lo que se consiga, viendo muchos de ellos la vida como oportunismos y a los Estados Unidos como un simple instrumento para vivir mejor en la isla. Incluso muchos cubanos que quisieran emigrar para allá lo que menos desearían es que aquello cambiara, sino que se mantuviera exactamente todo tal y como está, al menos sin cambiar nada para “mejor” por cuanto lo “mejor” se revertiría en lo peor para todos los que han soñado con retirarse en uno de los pocos países del mundo en los que podrían vivir dichosamente con su retiro. Y algunos de esos cubanos están entre los que más han odiado a la figura de Fidel y al proceso revolucionario; un odio que no tendrían la más mínima ganas de expresar si tuvieran la oportunidad de estar viviendo en Cuba.
En mi opinión, Fidel tuvo una gran oportunidad de haber hecho un verdadero cambio en la historia de Cuba, un cambio que pudo haber convertido a nuestra hermosa isla en un país del primer mundo. Tuvo casi todo el apoyo del pueblo, pero tomo el rumbo equivocado, el de separar en vez de unir. Primero, incumplió sus promesas, la de llamar a elecciones y restaurar la constitución de 1940. También pifio grandemente con la nacionalización de las industrias y la economía, la fracasada ley de reforma agraria y el terrible error de traer a Cuba una ideología fracasada y sistema que nadie entendía, ajeno a lo que el cubano quería y había vivido.
Un mal negociador, que puso sus intereses personales por delante de los del pueblo. Donde se trituraba tanto a los que le servían como a los que se le oponían pacíficamente. “Un clásico psicópata, inteligente, pero con un egoísmo absoluto e incapacitado para la organización y la administración de un país”.
Yo creo que el genio politico de Fidel es de admirar. Hacer una Revolución social es inaudito en cualquier tiempo histórico. Lo que complica su obra es su dificultad para entender que a partir de consolidado el triunfo era imprescindible intentar la transición al socialismo. Su incapacidad para aceptar que se debía traspasar todo al pueblo y no al Estado fué su principal error. Considerar al marxismo como una filosofía extraña a este pueblo muestra desconocimiento de la teoría y sus alternativas más auténticas. Pareciera que debíamos seguir condenados a vivir en un sistema que, finalmente sabemos, está hipotecando el futuro de todos y no sabe cómo evitarlo.
La libertad de todos y no la de un grupito o grupote de elegidos solo es posible con la construcción de un socialismo libertario, participativo y con el pueblo como protagonista.
La libertad de todos y no la de un grupito o grupote de elegidos solo es posible con la construcción de un socialismo libertario, participativo y con el pueblo como protagonista.
Lamentablemente eso no ha existido nunca y no estoy seguro que llegue a existir alguna vez.
Pienso que en vez de esperar por lo que tal vez llegue si los astros se ponen en línea, es mejor usar lo que ha probado funcionar.
No hay que esperar por la llegada de un socialismo libertario para saber que la economía centralizada es un disparate y que las principales economías del mundo no usan el modelo/sistema cubano.
No hay que esperar por la llegada de un socialismo libertario para comenzar a respetar el derecho de la gente a expresarse, asociarse, moverse, reunirse y elegir a sus gobernantes. Sin ese maravilloso sistema que nadie sabe cómo se construye hay muchos lugares que funcionan mucho mejor que el Frankestein cubano, respetan el derecho de la gente, eligen a sus gobernantes y la gente come.
Esperar por esos sistemas de cosas hermosos, pero que no existen, parecen tener como única misión crear soñadores, paralizar a la gente y/o evitar la búsqueda de otros caminos que ya han probado resolver problemas que el socialismo nunca resolvió.
Por ejemplo, antes de 1959 no estábamos tan mal como ahora. Hubo un tiempo en que nuestros diarios oficiales nos contaban que “antes el hambre era tremenda y el coco se comía a los niños”. Hoy todos sabemos, gracias a los datos que cualquiera puede consultar en la internet, que Cuba nunca estuvo tan mal como ahora.
Bien por el maravilloso socialismo libertario, pero eso no existe. Tampoco un ser humano va a vivir eternamente para sentarse a esperar que esa bendición llegue.
Hay que hacer algo, y hacerlo ahora. La gente en Cuba está pasando hambre ante la insensibilidad y la torpeza de un gobierno que solo parece interesado en mantenerse ahí cueste lo que cueste al pueblo.
Cuando llegue el socialismo libertario … pues felicidades, habrán fuegos artificiales y desfile de carrozas, pero en este momento Pepe, Chicha y Manolo no tienen qué comer y para colmo ahí está el infame decreto 370 para que ni puedan expresarlo en las redes sociales, constantemente vigiladas por un aparato de espionaje que se está chupando los pocos recursos que quedan.
Saludos.
Pues yo de veras tengo nada que admirar en FC.
Soy alérgico a los mentirosos. Y si un defecto sobresalía en este señor, era su capacidad para mentir. Creo que lo escribí en otro post anterior. Hay que tener una cara especial para pararse a diario en frente de una nación a mentir descaradamente. Sus mentiras provocaron el tener el desastre de nación que tenemos hoy día. Además tenía un ego superlativo, era de todo menos humilde cuando se trataba de él mismo, Casi nunca reconocía que se equivocaba. Los errores eran de otros y las ideas buenas, propias. Y !Ay del que se atreviera a decir que una buena idea no era suya o alabarlo en correspondencia!, historias de esas sobran. En todo logro alcanzado había que mencionarlo como si fuera Dios, y tampoco creo que como nación le importásemos demasiado (es mi criterio). Solo recordar su papel en la crisis de los misiles ya me da la medida de esa “importancia” que teníamos para él. Después recuerdo los miles de millones gastados en nada, las guerrillas por todo el mundo, la guerra de Angola y veo su legado (manifiesto en las necesidades que vivimos cotidianamente) y no que va. No puedo admirar a alguien así. Pero yo soy un bicho raro porque aquí muchos lo admiran como el gran profeta que pretendía ser. No los entiendo, pero así nos va.
Fidel se caracterizó por sus largos discursos, las promesas incumplidas y el engaño generalizado al pueblo, al final llevo a Cuba a convertirse en un instrumento neocolonial de la URSS, nuestros soldados, en nombre del internacionalismo proletario que el gestaba se convirtieron en soldados mercenarios, su apoyo a la izquierda lo hizo apoyar a los peores dictadores que ha conocido el mundo, los líderes de la izquierda africana y latinoamericana, solo su ego fue beneficiado y el país llevado a la ruina, destruido, las familias separadas y el resto todos los sabemos.
Mirar atrás para presumiblemente entender el presente e intentar esclarecer el futuro en la Cuba de hoy, tiene mucho más que ver con la astrología que con las ciencias políticas o la historia. Muchísimo más cuando todos sabemos y es relativamente fácil de demostrar cuanto fue cambiando el discurso de los máximos revolucionarios en el poder en función de su propia sobrevivencia. Una cosa si me queda claro Fidel movía el pueblo y tenia claro que resortes tocar para llevar a todo su pueblo a donde el quería, y digo “su pueblo” porque en Cuba siempre hubo mas fidelistas que “revolucionarios”. Hoy falta primero que todo “el hombre”, pero también el discurso, aquel que le ofrezca la credibilidad política de la figura que desde la palabra mueva multitudes y confianza de un futuro mejor. El apresurado traspaso generacional, en medio de una crisis que en vez de irse sobrepasando ha ido retornando y profundizando con las realidades que se están viviendo, es muy complicado. Ese “líder” elegido por los que necesitan mantener su poder, requería de tiempo para ocupar espacios y ganar credibilidad entre los que no lo eligieron, pero tampoco le preguntaron, una cosa si creo firmemente, CONTINUIDAD es lo menos recomendable si se quiere colmar las inquietudes y deseos en los Cubanos hoy para la máxima figura que al menos en los papeles los gobierna.
Lo que menos Cuba necesita hoy es otro “hombre” con un discurso que “mueva multitudes y confianza en un futuro mejor”, ya paso y resulto un engaño. Hace falta dejar que “las multitudes” se muevan solas bajo un sistema de democracia y libertad de creación en todos los sentidos solamente limitados por un lógico sistema de leyes que rija la actividad del país. Mientras menos importante sea el discurso y quien lo dice mejor para todos.
Es peligroso conducir mirando continuamente por el espejo retrovisor. Además el pasado divide —el que se cuenta aquí— mientras que el futuro une.
Por eso insisto a La Joven Cuba: por favor, incidid en entradas donde se discuta sobre el futuro de Cuba.
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