A inicios de la República se popularizó una expresión surgida de la vieja aristocracia criolla: «Sin azúcar no hay país». Efectivamente, desde fines del siglo XVIII hasta los del XX, no solo las grandes fortunas sino toda la vida cubana (demográfica, económica, social, política, cultural, científica) giró en torno a la producción de la rica gramínea, y la propia identidad nacional se forjó a sus expensas.
La existencia de una rama económica tan poderosa en una isla pequeña, larga y estrecha, llena de planicies para cultivarla y bahías para exportarla, nos convertía por excelencia en la Isla del Azúcar. En 1958 este rubro representaba el 71% de las exportaciones cubanas y EE.UU. continuaba siendo el principal comprador.
Ni siquiera la ola transformadora de la Revolución triunfante y el afán secular de diversificar la economía y terminar con la mono-producción/exportación, lograron barrer tal herencia. Por el contrario, Cuba devino azucarera del campo socialista y alcanzó niveles de producción y dependencia externa mayores que antes. En 1975 su exportación representaba el 90% del total de exportaciones. Una década más tarde ascendía aún al 82%.
Con añoranza recordamos el ondulante mar verde que se extendía alrededor de las carreteras, la movilización del país en los tensos períodos de siembra y cosecha, y cómo los diferentes sectores contribuían, a su manera, al éxito de la zafra. Después conocimos con sorpresa que la gallina de los huevos de oro de la que todos vivíamos era una rama «irrentable e incosteable», y que el país tenía que subsidiarla para que siguiera funcionando.
Con el Período Especial, su rol se redujo paulatina pero significativamente. En 1995 ya había caído al 23% de las exportaciones y siguió disminuyendo hasta el nivel actual, inferior al de la etapa colonial e incapaz de garantizar el consumo nacional.
¿Cómo fue posible el retruécano económico que terminó en la decisión política de desmantelar la agroindustria azucarera, entregar sus tierras a la producción de alimentos —léase, al fomento del marabú— y cerrar y conservar los centrales para tiempos mejores —léase, vender sus hierros viejos como chatarra a comerciantes extranjeros? ¿Tendrá algún sentido económico tratar de revivir hoy, veinte años después, los restos de lo que un día fue el alma de la nación?

Recolección de caña de azúcar en Cuba. (Ilustración: Artehistoria)
-I-
Como todas las materias primas que aportan valor al proceso global de producción capitalista, la obtención de grandes volúmenes de azúcar crudo (prieta) dependió siempre de dos factores ineludibles: los vaivenes del mercado mundial y la disponibilidad de grandes financiamientos para sostener el proceso de reproducción de la gigantesca maquinaria técnico-económica que es el complejo agroindustrial del azúcar. Demostrado está en El Ingenio, de Manuel Moreno Fraginals, al que el Che denominara: «El Capital de los cubanos».
Aunque existía un sólido engranaje entre los productores del crudo insular y los refinadores de la costa este de EE.UU., la cuestión del acceso al mercado azucarero fue siempre un asunto complicado y especulativo. Pero una verdad saltaba a la vista: las guerras/posguerras europeas fueron el gran momento del azúcar cubano. Como sus competidores principales eran los remolacheros europeos y los cañeros asiáticos; los conflictos en estas regiones elevaban los precios del dulce que, por el contrario, solían bajar en tiempos de paz.
Muestra de ello fueron los períodos alcistas de la Primera Guerra Mundial y las Vacas Gordas (1919-1920), y la consiguiente depresión con las Vacas Flacas (1920-1921) y la crisis mundial de 1929-1933. Sin embargo, en ningún momento de superproducción y rebaja de precios se pensó en renunciar a la agroindustria, de modo que, el lugar destacado de Cuba en el mercado mundial azucarero, fue conseguido y mantenido en medio de feroz competencia.
Por su parte, el financiamiento de los productores en la época colonial y republicana se garantizaba con los llamados préstamos de refacción —así denominados porque costeaban los insumos de la zafra— suministrados por grandes bancos, generalmente españoles (Colonia) o estadounidenses (República). Vendida la producción, los altos ingresos del dulce bastaban para compensar todos los gastos y repartir amplios dividendos entre productores, comerciantes, banqueros y el Estado.
No obstante, al triunfo de la Revolución tal sistema de financiamiento agrícola fue abandonado. En lugar de sustituirlo por créditos similares de la banca socialista, fue aplicado un sistema de financiamiento en que los fondos de amortización se centralizaron y dejaron de ser gestionados por las empresas. Al unísono, cualquier inversión para la compra e instalación de nuevos elementos de capital debía ser solicitada y autorizada por el nivel central.
A la larga, esto no podía funcionar bien, salvo en un mercado cautivo y subsidiado con precios preferenciales, mayores que los del mercado mundial. Además, el problema quedaba encubierto pues el ingreso por el intercambio azucarero se expresaba en pesos/rublos, pero se recibía en bienes (combustibles, maquinarias, materias primas), no en dinero. De esta forma, una parte de los costos de la refacción azucarera debía ser asumida por el Estado con asignaciones de divisas para la compra de insumos en el mercado capitalista.
Carentes de autogestión financiera y posibilidades de negociar prestamos internacionales, los centrales y complejos agroindustriuales (CAI) no podían hacer frente a sus gastos a partir de ingresos propios, para reponer sus edificios, plantaciones, maquinas y piezas. Parecía como si el Estado bienhechor estuviera sosteniendo con su esfuerzo a una costosa e irrentable agroindustria, ficción contable y financiera que fomentaba el mito de la incosteabilidad azucarera.
Cuando desapareció aquel mercado socialista y fue preciso entrar en la competencia con los demás productores para acceder a los mercados, los altos costos, obsolescencia tecnológica y bajos rendimientos asolaban a la industria nacional. Entre 1995 y 1999, los costos de producción cubanos rebasaban los 10 centavos por libra —$224 la tonelada métrica ™—, mientras los precios del mercado mundial oscilaban entre 6,6 y 12,25 centavos por libra —$148-274 la tm. A su vez, el gasto de diesel en una zafra era insostenible: más de 450 000 tm.
En lugar de modernizarla con la reposición del capital fijo mediante asociaciones con capital extranjero, la agroindustria nacional fue abandonada a su suerte. Desde 1996 comenzaron a paralizarse centrales y, en el año 2000, algo más de cincuenta de ellos no trabajaban por falta de caña. El Gobierno decidió concentrar su limitado fondo de inversión en otras áreas que parecían más prometedoras: turismo, biofarmacéuticas, petroquímica. Se cerraba el ciclo azucarero y se abría otro basado en la quimera de la integración bolivariana y la economía de servicios.

Cortadores de caña de azúcar. (Foto: Muy Old Cuba – Facebook)
-II-
En este contexto de caída de la producción azucarera a unos tres millones de tm —la tercera parte de su capacidad y la mitad de lo producido en los ochenta—, y baja de los precios a 6 centavos por libra ($132 la tm) el Gobierno/Partido/Estado inició, en abril de 2002, el llamado Redimensionamiento de la actividad. Esto incluía reducir a la mitad la empleomanía del sector y reorganizar su sistema empresarial y los institutos de investigación y capacitación.
La reestructuración de la industria se haría en dos etapas, hasta diciembre de 2007. Del fondo de 2 100 000 ha de tierra dedicadas a caña, quedarían 760 000 ha, mientras 1 340 000 ha se transferirían a labores agropecuarias. A su vez, serían eliminados noventa y cuatro centrales en los cuales laboraban 109 000 personas.
A fin de encubrir el despido de casi medio millón de trabajadores agrícolas e industriales, y la ruina de los bateyes —comunidades que alojaban a la décima parte de la población cubana—, se les mantuvieron los salarios y, junto a sus familiares, fueron incorporados a la Tarea Álvaro Reinoso con el fin de prepararlos en otros oficios ajenos al mundo azucarero.
Pocos años después, al finalizar la década, los precios se reanimaron y alcanzaron entre 14 y 30 centavos por libra ($308 la tm); pero ya Cuba no pudo aprovechar tan promisoria coyuntura porque había dejado de ser un importante productor azucarero.
La «reestructuración» anunciada no fue tal, sino una imparable destrucción. Lo han demostrado las declinantes zafras posteriores y la situación actual del sector, cada vez menos productivo e ineficiente. Pero: ¿existían alternativas al desmantelamiento de la agroindustria de la caña? Por supuesto que sí. Las bases para ello existían.
Aunque el azúcar crudo era el principal producto de la caña, también había una producción consolidada de otros derivados con una capacidad industrial instalada en funciones. Entre otros, provenían de las mieles —rones, alimento animal (torula) y medicina (sorbitol)— y del bagazo —madera artificial, muebles, papel y energía eléctrica.
Saltaba a la vista que al menos dos de ellos podrían fomentarse en lugar del azúcar crudo: la producción de combustible y alimentos. Pero la ideología y la política al uso les cerraron los caminos. El uso de variedades de la llamada caña energética para la producción de combustible (etanol) y energía eléctrica, fue prohibido a partir del criterio de algunos especialistas —compartido y postulado por Fidel— de que esto redundaría en la escasez y el encarecimiento de los alimentos.
La práctica internacional, sin embargo, ha demostrado otra cosa. Brasil emplea desde hace décadas parte de su abundante caña en la fabricación de etanol, con lo que mueve gran parte de su parque automotor. Un estado cañero de EE.UU. como Luisiana, dedicó sus centrales durante los años de rebajas de precios a la producción de mieles para el ganado. Hawái genera tanta electricidad con sus cañas que, si pudiera, podría exportarla al continente.
Para Cuba es hora de retornar a la caña. De azúcar y de muchos derivados más. Si los tuviéramos, estaríamos disfrutando de la actual subida de precios por el conflicto en Ucrania y los tambores de la guerra a nivel mundial.

Para Cuba es hora de retornar a la caña. (Foto: Prensa Latina)
Ante la quiebra del proyecto de una economía de servicios a partir de contratos gubernamentales en manos del Gobierno/Partido/Estado, y la imposición de un modo de producción remesista/importador que está desangrando al pueblo cubano dentro y fuera de la Isla, no cabe otro camino que desarrollar nuevamente el agro y sus industrias derivadas.
Un cultivo tan rico como la caña, capaz de arrastrar al crecimiento a toda la economía, no puede quedar olvidado en un momento tan peligroso a nivel global. En primer lugar, porque puede garantizar dos pilares básicos de la independencia: las soberanías alimentaria y energética.
En este sentido hay poco que inventar, basta volver a lo que hicimos bien durante siglos y superar erróneas y dogmáticas políticas económicas que precipitaron en la inopia a la agroindustria azucarera. Hoy, las economías cañeras suelen ser altamente eficientes y prometedoras. Es preciso asociárseles y aprovechar sus capitales, experiencias, tecnologías y nuevos modos de hacer.
Así hicieron ellos con nuestras experiencias y la obra del sabio Álvaro Reinoso, tan reconocido y aplicado en otros lares como olvidado en Cuba. Baste recordar que uno de sus asertos más aplicados: «El azúcar se produce en el campo, no en el ingenio», ha sido casi olvidado por acá, donde el indicador del nivel de sacarosa en caña es poco reconocido, mientras se insiste en el de la cantidad de caña por ha.
Si en la actualidad el azúcar constituye solo un derivado más de la caña, entonces valdría la pena acotar parcialmente el viejo aserto de los productores azucareros y afirmar que: «Sin caña, no hay país».
29 comentarios
El uso de variedades de la llamada caña energética para la producción de combustible (etanol) y energía eléctrica, fue prohibido a partir del criterio de algunos especialistas —compartido y postulado por Fidel— de que esto redundaría en la escasez y el encarecimiento de los alimentos.
La práctica internacional, sin embargo, ha demostrado otra cosa. Brasil emplea desde hace décadas parte de su abundante caña en la fabricación de etanol, con lo que mueve gran parte de su parque automotor. Un estado cañero de EE.UU. como Luisiana, dedicó sus centrales durante los años de rebajas de precios a la producción de mieles para el ganado. Hawái genera tanta electricidad con sus cañas que, si pudiera, podría exportarla al continente.
Se acabó la caña, ganadería, etc. Se acabó el país. Así es 😥
Un país que destruye su principal Industria esta condenado a desaparecer. La Industria Azucarera fue la locomotora económica de la economía Cubana por más de un siglo, arrastraba tras de si en su ascenso al comercio, la banca, la cultura, la ganadería, ect. Hoy los arrastra igual pero en sentido opuesto. El error más garrafal y costoso de la Revolucion Cubana fue, es y será para la historia la destrucción de la Industria Azucarera.
“Robar es un delito, pero arruinar un país, es traicionar a la patria”” – Gral. Don José de San Martin.
¿Que le pasó a la Industria azucarera?
Y ¿Hay que explicarlo?
Le pasó el Socialismo. Pero no solo a esta Industria. Le pasó a la Industria Pesquera, a la del Tabaco, a la Energética, a la Maderera, a la Producción de Bebidas y Licores a la Cementera, a la Refinación petrolera, a la Pecuaria, a la Producción textil, etc.
La única forma de hacer Socialismo “eficiente” es conectándolo a alguna gran “teta” económica. como Rusia o Venezuela. No lo digo yo. Son mas de 60 años de pruebas fallidas con los mismos incompetentes al mando haciendo experimentos, rectificaciones de errores y acabando con la vida y esperanzas de Generaciones enteras. Por eso la solución es sacarlos del Poder. Han demostrado su ineptitud con creces. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Cuba es un Estado Fallido y sé que aunque me digan que no, la mayoría está consciente de eso.
Sin azúcar no hay país, ¿ Cuál país ? ,
si eso ya ni tenemos. Acabaron con la quinta y con los mameyes, ya apenas tenemos bueyes, excepto algunos que andan por ahí en puro coqueteo con la dictadura. Buen trabajo del doctor Valdés Navia.
En general el proceso de nacionalización en Cuba no fue sustentableninguna fama ha sobrevivido a los tiempos. Sólo la privatización encontrará los capitAles necesaros. Ejemplo tenemos las cosechas en la Florida, México y Santo Domingo.
Este es uno de los mayores crimenes economicos ejecutado por este Gobierno en nuestro PAIS y es la principal causa de que hoy nuestra economia navegue en un mar de naufragios. Hoy por hoy no tienen capital para mejorar en ningun sector.
Cuando desmantelaron los centrales no les importo COMO se sentian sus trabajadores a quienes les habian hecho creer q eran los duenos. Los bateyes perdieron vida y dejaron a sus pobladores sin fuente de trabajo.
A los trabajadores agricolas caneros y a los obreros azucareros nunca le brindaron la atencion q merecian Sin embargo cuando comenzo el Turismo para los trabajadores de este sector fue todo muy distinto. La industria sin humo y con olor a perfume. Nada de bagacillo, humo, petroleo etc.etc.
Y lo.mas triste de aquellos azucareros q entregaron su vida laboral con amor ni por casualidad podran dusfrutar nunca de las bondades de ninguna de esas instalaciones hoteleras.
Para hablar de este tema hay.mucha tela.por donde cortar pero la mejor oratoria es la realidad cubana de hoy y como en cualquier chiste comico cuando los humoristan plasman imgenes q por si solas hablan:
SIN PALABRAS…..
Hay un danzon de Antonio Maria Romeu que fue brillantemente interpretado por Barbarito Diez (toda una leyenda de la cancion cubana). Su titulo: “De Paris un Caballero”. Y por supuesto se referia al “Caballero de Paris”. En una de sus estrofas decia aquel danzon: “El Caballero siempre dice asi, que sin azucar no hay pais” … “Mira quien viene por ahi, el Caballero de Paris!”. Nadie sabe con certitud que fue lo que volvio “loco” a aquel pobre Gallego (José María López LLedín). Eso si, que claro estaba ese Caballero de Paris!!!!
Vuelvo con el Caballero de Paris. Les dejo una de sus frases geniales: “Cuba debe convertirse en monarquía y nombrar como Rey a Carlos Prío. Al viejo Grau me lo haces Príncipe de la Palma o algo por el estilo, para que no se enoje. Sería la solución para todos nuestros problemas”.
No creo sea posible revivir el estado actual de la industria azucarera, será necesario rehacer y ha de comenzarse por cambiar el rumbo sustituyendo a los mismo que nos llevaron a esta encrucijada en que vemos hoy a Cuba y sus gentes, una Cuba diferente ha de abrirse paso para crear condiciones mínimas para el renacer del entramado económico-social que derive en progreso futuro.
Pero veamos más amplio esta historia narrada por usted, la historia de la industria azucarera resume como ninguna otra actividad económica del país, el resultado de la practica económica derivada del proceso de la llamada revolución Cubana para la nación, inclusive el autor de esta obra “El ingenio” el señor Manuel Moreno Fraginals que el Che denominara: «El Capital de los cubanos», pidió asilo político en Miami en 1994, y según sus propias palabras cuando presento su primer libro en el exilio, expreso sobre su condición de exiliado “Por primera vez en años pudo reflexionar, divagar y conjeturar sobre la historia nacional sin el temor de la censura.”. En el día de hoy extiendo la alarma por la profesora Alina Bárbara López Hernández que su integridad y valía intelectual comienza a ser foco de las autoridades represivas gubernamentales.
Ah!! señores, hagan una pausa en los sufrimientos y disfruten esto!!! https://www.youtube.com/watch?v=eKhQZg4FBeA
Y esto!!! https://www.youtube.com/watch?v=vEnNNdnHFF0
Hay algo que es muy importante para que un pais se desarrolle economicamente y es la confianza. En cuba se perdio ya desde los tiempos de fidel castro y sus fracasos y actualmente no queda ni una gota. Nadie invertiria su vida en nada y el unico proyecto a los que se acostumbraron los cubanos es al de emigrar.
No vamos a inventar el agua tibia. Para que se reestablezca la confianza debe reestablecerce la ley y el compromiso politico.
Para eso hay que tumbar cabezas, monumentos, partido y hasta el ultimo chivato debe ser llevado a los tribunales.
Ya nadie quiere iniciar algo a lo que regularmente hay que ponerle el corazon y el sacrificio. Por eso prefieren estar en el dia a dia resolviendo que no implica riesgo ni esfuerzo.
Y tampoco hay país sin gobierno inteligente y consagrado a su pueblo!
Hay dos actividades que son el alma de la Nación: el azúcar y la pelota, ambas han llegado con mucho al nivel de fracaso más extremo comparándolas con la larga lista de fracasos y desastres a los que ya estamos acostumbrados. Sería imperdonable y un acto criminal perder la industria azucarera y desgraciadamente va a suceder.
Nuestra historia como Nación solo se puede contar con el azúcar, tal como se hace en el libro de Moreno Fraginals.
Pero desde el 59 acá viene ese proceso, hay que reconocer que aunque les costó trabajo lo han logrado.
Ah, se me olvidaba: buen comentario y muy oportuno.
Con centrales o sin ellos no volveremos a ser la nación orgullosa que un día fuimos. No importa si la industria azucarera logre al fin producir los 10 millones de toneladas de azúcar prometidas por Fidel hace ya 52 años, lo perdido perdido queda y el hueco dejado se rellena con distinta amalgama, los que vienen son más decrecidos y más pragmáticos.
Cuba no solo necesita el azúcar para resurgir como el ave Fénix; lo de los centrales puede resolverse, lo otro, la esencia, el sentido de ser cubano se ha desvanecido entre las brumas de consignas, himnos y discursos prometedores de dirigentes que prefieren hundirse en el mar antes de perder la gloria vivida; por otro lado aun más pendiente que nunca del norte y los vientos alisios de la población de a pie que también prefiere hundirse en el mar buscando la gloria que han podido vivir otros.
La mona así la vistan de seda mona queda. Primero colonia, después república bajo la injerencia yanqui, ahora república socialista dizque que independiente y soberana. Negros encueros montados a caballos blandiendo machete contra el opresor !olvídenlo, jamás de los jamases!, no por los caballos ni el color de la piel o vestimenta, es que son otros los tiempos, otros son los opresores y otras las aspiraciones.
Un joven vecino mío estudiante universitario le dijo a su madre que a el le daba pena decir que era cubano. No le pidamos peras al olmo.
Muy buen artículo. Aunque es realmente muy difícil seleccionar entre tantísimos candidatos en su “proeza” demoledora de la riqueza material y espiritual de la nación, la destrucción de la agroindustria azucarera clasifica sin dudas al podio de los enormes desastres logrados por ese poder incapaz y soberbio. Minuciosamente alcanzado en sus dos ramas, la agricola y la industrial, se destruyeron incluso las prometedoras industrias de sus numerosos derivados (desde fabricación de muebles, medicamentos hasta productos quimicos, para no referirnos a las tradicionales mieles, alcoholes, etc.), y sin referirnos al daño cultural y patrimonial que prestigiaba a esa esfera. Por si fuera poco, el bagazo servía para generar electricidad que autosostenia a los centrales, sus bateyes y podian aportar al SEN en epoca de zafra, asi como desmantelaron el sistema ferroviario que garantizaba el suministro desde los campos a los centrales. Todo tirado al vertedero, junto a todo el entramado económico de propiedad privada de todas las ramas.
La Tarea Alvaro Reynoso fue conducida por el General Ulises Rosales, quizas su batalla mas renombrada, luego de su mediocre desempeño en Angola y su peor desempeño en su infiltración en Venezuela en los 60’, donde fue herido apenas desembarcar y rescatado por Arnaldo Ochoa, a quien “agradeció” su salvamento con su voto de apoyo al fusilamiento que fue victima en 1989. Toda una vida de fracasos, bajezas y sumisión. Esos “heroes” militares, en sus uniformes impolutos que ya no ensucian con el polvo de batallas muy pretéritas sino a lo mejor con fluidos propios de la chochera y que su larguisima vida de “sacrificios” les permitirá morir de viejos en la cama de sus residencias o de un hospital de excelencia a los que solo ellos tienen acceso. Los mismos militares que destruyeron todo lo que tocaron, entre ello toda la riqueza que durante siglos crearon tantisimos cubanos, algunos invirtiendo y muchisimos laborando, pero todos llevando el progreso al pais.
En la aplicación de la doctrina marxista en Cuba se pretendía que el gobierno lo dirigiría todo, desde la gran industria hasta los puestos de fritas. Costó q se convencieran de la pequeña industria, la gastronomía, etc no podía abarcarla el sistema y a duras penas las han ido soltando. Con el comercio tampoco pueden, pero es un tabú. Ahora bien, la vida ha demostrado q en la gran industria: energía, transporte, construcción, agroalimentaria, el desastre ha sido mayúsculo y son incapaces de arreglarlo. Cuánto tiempo llevará q se den cuenta de su incapacidad?
Perdonalos señor porque no supieron y no saben lo que hacen. Lo poco que se produce tienen que exportarlo, a expensas del sufrido pueblo, que ya prácticamente no tiene ni donde amarrar la chiva. A propósito de amarrar: les comento que el día 24 arribó al puerto de La Habana el carguero Green Maverick de bandera de las Bahamas, procedente del puerto
De New Orleans, EEUU con 4,000 toneladas en sus bodegas con mercancía refrigerada.
Siempre se espera que las mercancías
tenga una distribución equitativa.
Del embargo no hablo, para qué
emborronar cuartillas, pues a veces ni se publican.
José, eso nunca sucederá, porque a los comunistas, cuando se les termina el tablón, caminan por el aire. Después de millones de muertos, jamás hubo uno que renunciara.
…..muy detallado el origen, triunfo y desastre de nuestra industria azucarera…. muy ligera mención del ÚNICO causante de la ruina azucarera y de la nación entera: el INFIDEL
Sin nada no hay país.
La verdad que coger la caña de azúcar para hacer un poco de gimnasia con el gobierno está bien, pero seguir añorando la caña es como si los británicos estuvieran llorosos aún de las industrias que los propios capitalistas europeos se llevaron hacia la zona más dinámica del capitalismo mundial hoy en día: Asia
Tenemos que tomar la industria azucarera cómo estandarte de lo que no se debió de hacer . Tanto jugaron con ella que la desbarataron cómo se desploma un castillo de naipes. No hablo de la pesquera y de la mercante para que no se sientan heridos. Son peores que más sanguijuelas.
Me imagino que deber ser por eso que en República Domincana no se cultiva caña de azúcar, ni cacao, ni otro producto alguno. ¿Y cuál sería la causa de exportar un alto porciento de todos sus productos agrícolas (algunos documentos mencionan un 90 por ciento) hacia USA y el resto del mundo?
Ese es el problema de hablar sin saber. Se hace el ridículo constantemente. ¿Usted no se ha enterado de que la caña no da solamente azucar?. Hay otros productos derivados de las mieles y hasta del bagazo. Fíjese si usted habla por hablar, que últimamente se ha mencionado, incluso en este mismo blog, la noticia de que el gobierno cubano está intentando reactivar la industria.
[…] Sin caña no hay país […]
Unos 300 venezolanos varados instalaron un campamento en la ribera del río Bravo, frontera de México con Estados Unidos, apelando a la compasión de las autoridades estadounidenses
El asunto es que si dejan entrar a esos 300, mañana entran 3 000, en una semana llegarian 30, 000, en un año 300 000. Y poco despues 3 millones.
Muy buen artículo, Mario. El desmonte de la industria azucarera ha sido una de las barbaridades más grandes cometidas en materia económica en Cuba después de 1959. Y eso que se han cometido muchas y se siguen cometiendo. Y no pasa nada. Es realmente lamentable e indignante. Parte de los gravísimos problemas económicos que padecemos hoy se deben a esa decisión en la que -hay que decirlo- el principal responsable fue Fidel Castro Ruz y, como siempre, aceptado por la máxima dirección del país, muchos de los cuales aun están activos en posiciones de dirección. Uno de los problemas de los sistemas totalitarios y más cuando además son autocráticos es el excesivo voluntarismo. Y muchos de los problemas que han debilitado estructuralmente nuestra economía, por no decir que la han destruido, se derivan de ello. Lamentablemente, al ritmo que vamos, creo que llegará un día en el que Cuba deberá levantarse de sus cenizas.
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