El término voces platinadas es un invento no patentado (dicen que data de 1816), un dislate que muestra, en el menor de los casos, cierto déficit de visitas al diccionario de la RAE por parte de quienes dicen dirigir la Radio Cubana. Platinado es la acción y efecto de platinar, que es cubrir un objeto con una capa de platino, un elemento de la tabla periódica de Mendeleiev. Un experto en bioquímica quizás pueda esclarecerme si existen iones de platino en la composición de los tejidos del aparato de fonación humano.
Se dice que un locutor es atiplado (jamás en mis más de dos décadas como director de radio escuché eso de voz platinada) cuando su voz es aguda, proyecta pocos armónicos graves, o se acerca al tono dominante de la voz tiple, más frecuente en mujeres y niños que en los hombres, aunque sin que sean exclusivos de aquellos. Viene de tiple, un instrumento musical de viento madera que produce un sonido muy agudo, también una guitarra pequeña. El término es de etimología desconocida.
Los primeros cincuenta años de radiodifusión cubana se hicieron con voces que se escuchaban un tanto atipladas, aunque esa no fuera su naturaleza, por una razón muy simple: los micrófonos de condensadores usados hasta los años sesenta tendían a cancelar las bajas frecuencias. Por lo que una voz, por “macha” que fuera, siempre se escuchaba un poco más aguda, más suave (si cabe el término) de lo que en la realidad era.
Aunque tuviera un tono bajo dominante o proyectara muchos armónicos en bajas frecuencias, sencillamente no los registraba el transductor. Escúchense las grabaciones de las transmisiones de Radio Rebelde desde la Sierra Maestra, y me dirán si notan una voz de Orestes Valera “a lo Marlon Marlon”.
No recuerdo ninguna referencia en La Radio en Cuba, el imprescindible libro de Oscar Luis López, a que, para el dueño de una emisora cubana de antes del 59 o para los anunciantes, el tipo de voz de un locutor fuera impedimento para realizar su labor si, claro está, tenía audiencia suficiente, o “vendía”, como se decía entonces.
Hay incluso antecedentes de programas que, por su alcance marcaron pautas en la historia de nuestra radiodifusión, como aquel Pon tu pensamiento en mi, el del agua de Clavelito, cuyo locutor, cuando no cantaba una de sus décimas improvisadas, llegaba a tartamudear al leer las miles de cartas que le enviaban sus oyentes.
Los programas radiales cubanos, hasta bien avanzada la década del sesenta, se caracterizaron por una locución más bien desenfadada, (feriada, diríamos ahora) sin demasiados énfasis graves ni mucha solemnidad.
Lo varonil, lo “macho”, se relacionaba mejor con la expresión de la caballerosidad, el respeto a los invitados y al oyente, la educación formal manifiesta, al estilo de Germán Pinelli o Eduardo Rosillo; o con la riqueza de matices, el gracejo y el uso ameno de las intenciones, baste recordar a Manolo Ortega, Boby Salamanca o Jesús López Gómez. El tipo de voz era un elemento a tener en cuenta, pero un elemento más y no más importante que, lo que un lingüista llamaría: la actitud del hablante.
En la década del setenta hay una especie de obsesión por acabar de eliminar cualquier vestigio de código que nos remitiera a la radio comercial. El edificio metodológico de la radio cubana se comienza a sustentar en el funcionalismo lingüístico donde es más importante el cómo y el quiénes que el qué, porque de establecer el qué se encargan los ideólogos desde el Partido.
Ante la imposibilidad de abrir el espectro temático –pongámonos en contexto, hablamos del periodo del Quinquenio Gris que, para algunos, fue década- se enfatiza más en la clasificación formal de los programas que en el enriquecimiento y la diversidad de los contenidos acorde a la riqueza cultural y la pluralidad subyacente en la sociedad cubana. Ni hablar entonces de agenda pública.
Pero hay que procurar que te escuchen (De qué sirve una radio que no se escuche), con la condición de que eso que se escucha debe adecuarse a un plan temático preestablecido por los ideólogos, y no puede parecerse a la radio comercial. Es ahí cuando le llega su momento al pop español –ahora los nostálgicos le llaman: música de la década- y a las voces graves, los tonos bajos, la “piedra”, como le decíamos en el argot de los radialistas.
Aclaro que siempre existieron locutores con esas características, pero si los prefería la audiencia no era por su tipo de voz en si mismo, sino por la intencionalidad elocutiva¸ o sea: la actitud del hablante. Asociadas a las voces graves (no pocas veces brutalmente impostadas con ayuda de los recién llegados micrófonos de diafragma y las consolas con ecualizadores analógicos multibanda), se impone, o nos imponen, lo que particularmente denomino: el estilo Nocturno.
Es ese programa de Radio Progreso uno de los que mejor sirve de patrón para que a lo largo y ancho de la isla, proliferaran las “piedras”, los tonos solemnes con o sin melcocha, “la sobriedad, compañeros, la sobriedad”, porque la radiodifusión se ha convertido en un asunto muy serio, se trata de “la identidad, la defensa de la nación cubana, la Patria”, como nos dice la directora de comunicación y contenido de la Radio Cubana.
Esa defensa, según el criterio predominante en el ICRT, hay que hacerla con el trombón de vara y no con el tiple, con la piedra, no con el platino, con una voz a lo Elvis Presley y no a lo Bola de Nieve.
De tal modo la Radio Cubana, al pretender negar el estilo comercial de los años 50, magnifica la distribución machista de roles genéricos que asocia lo grave con la fortaleza y la agudeza con la debilidad. Yo no puedo asegurar que esa sea, en si misma, una postura homofóbica. También pienso que es un estereotipo discriminante, relacionar la homosexualidad con la voz aguda y la debilidad, y la heterosexualidad con lo grave y fuerte. Vamos, que algunas grandes “piedras” de nuestra Radio nunca se atrevieron a salir del closet, y emblemáticos conductores heterosexuales tuvieron voces atipladas y tenían que impostarlas para “salir ilesos”.
Si la directora de comunicación y contenidos de la Radio Cubana le dice al periodista Francisco Rodríguez Cruz que ni ella, ni ningún otro cuadro del ICRT, son homofóbicos, y además se lo cree un activista por los derechos LGTBI como Paquito, ¿quién soy yo para dudarlo?
Sí puedo asegurar, incluso testimoniar, la batalla campal que tuvimos que echar en la década del noventa desde la Asociación Hermanos Saíz, para que los evaluadores de la locución en Cuba abrieran el diapasón de los matices de lo que ellos –algunos mis amigos, reconocidas personalidades que respeto y aprecio- consideraban una voz radiofónica, y permitieran el acceso al micrófono a excelentes comunicadores que, ahora no creyéramos, pasaron por ese vía crucis, y lo mantienen calladito.
Tuve compañeros que esperaron años para que los avalaran como hablantes, que tuvieron inclusive que esperar a obtener, paradójicamente, una decena de premios en Festivales Nacionales de la Radio, para que los evaluaran como locutores. Decían que tenían voces atipladas o un tono central no acorde con su género.
A más de uno, algunos directores de programas, les enseñamos a “colocar” la voz, que no es más que aprender a impostarla sin que se note artificial, para que aprobaran el ejercicio evaluativo. Puedo mencionarlos con nombre y apellidos. No lo hago por una cuestión de respeto elemental, no he pedido su autorización. Me consta que la directora de comunicación y contenido de la Radio Cubana conoce personalmente, por lo menos, a uno de ellos.
Pero no hay que caer en la trampa de pensar que el gran reto comunicativo de la radiodifusión cubana, ni en lo formal ni en lo conceptual, está en el tipo de voz o la orientación sexual de sus locutores, ni siquiera en los roles que se les adjudican basados en estereotipos machistas y ortodoxos. El gran reto de la Radio Cubana actual es, tan simple y llano, como oírse, escucharse. Y más que eso, ser creíble, y ser portavoz del debate ideológico nacional, del verdadero, del que se produce en las colas, en la mesa del dominó, en los cinco minutos de cambio de turno en las escuelas, en las redes sociales.
Y para salir airoso de ese gran reto lo primero que necesitan sus directivos es despojarse de sus propios amarres metodológicos, propiciar que sus realizadores salgan del closet conceptual en el que están escondidos con criterios propios de la diversidad y riqueza cultural del siglo XXI cubano. Ya muchas de las voces de “piedra” que aún rigen los destinos de la locución en Cuba, lamentablemente, no alcanzan a entender. Y para ello, para defender la identidad y la Patria, como la Canción con Todos de Tejada e Isella, se necesitan: “todas las voces, todas”. Una diputada seguramente ha de saberlo.
*El autor trabajó durante 23 años como guionista y director de programas de radio. Tiene en su currículum tres decenas de premios en Festivales Nacionales de la Radio Cubana, y la Orden al Mérito Artístico otorgada por la antigua Universidad Pedagógica de Granma por su labor como radialista.
22 comentarios
Excelente
El problema: La Sra. Yusimi González Herrera, directora de Comunicación y Contenido del Instituto Cubano de la Radio y la Televisión (ICRT) flanqueada por Alfredo Zamora Mustelier, jefe de propaganda de la Radio Cubana, no quieren saber nada de voces “platinadas” en la arquitectura propagandística de la revolución socialista.
¿Por qué: “Caballero, ¿ustedes se imaginan la emoción de una persona que está convocando a una marcha y que ustedes pongan una voz platinada?”.
“Pero, mira, más allá de eso Zamora, nosotros tenemos que cuidar las voces que hacen nuestra propaganda política, señores, es una arquitectura”.
En “la propaganda política, que en ella nos va la identidad, la defensa de la nación cubana, señores, de la patria, yo no puedo poner ahí cualquier voz”.
Por qué es importante: Mientras la población cubana se debate entre la escasez, el desabastecimiento y la incertidumbre, los directivos de la radio se “preocupan” por el timbre o los tonos de las voces que deben anunciar la propaganda del partido único y el gobierno cubanos.
Si bien Cuba posee una larga tradición haciendo radio y alguna vez la radio cubana estuvo entre las mejores de nuestra región y del mundo, ese medio ha quedado como una simple extensión del aparato propagandístico del partido único y el gobierno. Eso es lo que ahora “vende” la radio cubana.
Lo que se dice: A raíz del primer audio filtrado [por Alexander Otaola], activistas cubanos de diversas tendencias exigen en redes sociales la renuncia de González Herrera.
Lo que dice la Sra. Yusimi González Herrera: “El audio fue ‘manipulado'”.
Lo que verdaderamente importa: En un país donde no existe la libertad de expresión, prensa y asociación, cualquier medio, al estar controlado por el aparato de propaganda del partido único, no tiene otra opción que servir de canal de transmisión de la ideología imperante. La Sra. González Herrera es una simple empleada del gobierno y debe cumplir el guión. De no seguirlo al pie de la letra sería “tronada” instantáneamente. No debemos culparla por algo que escapa a su control y que es más grande que ella.
Mientras en Cuba no exista la libertad de expresión los medios y periodistas oficiales estarán atados de manos y pies para hacer el verdadero periodismo, ese que refleje la vida y los anhelos de la gente.
Pero: Luego de la llegada de las redes sociales el público cubano de la isla cuenta con una alternativa poderosa. La Sra. González Herrera puede continuar con su “batalla de ideas” hasta que le pongan una medalla en el pecho. Todos sabemos que el ICRT es lo que es y que desde allí no habrá objetividad informativa ni el verdadero periodismo de investigación que merecen estos tiempos.
Gracias por su artículo, Sr. Milanés.
Simple y claro, se llama HOMOFOBIA
Veo que a fin de cuentas por mucho que lo rechacen es el Show de Otaola el que marca pauta en que temas se tratan en los medios que tienen que ver con Cuba no importa si están dentro o fuera del país. Por suerte no es tan seguido (sarcasmo).
Pero ahora, sobre el tema: Creo que independientemente de cuan homofóbica pueda ser la señora Yusimy de las “voces platinadas”, lleva razón en lo que dice de como el público recibe un mensaje x dependiendo de quien lo diga. Es algo innato, pero muy real que un mismo mensaje dado por voces con y sin “platino” será mas escuchado desde la última. Es un prejuicio, pero muyy REAL. Una voz sin platinar se asocia de forma mas natural con seriedad. Otra cosa es la calidad del mensaje. Si lo que me dice la voz sin platinar son mentiras y tengo la alternativa ya saben lo que pasa. Para muestra un botón: vean al show de Otaola. ¿Mas ejemplos? ¿Cuantas voces platinadas conocen en medios de nivel mundial como RT, CNN, DW, BBC, Televisa, etc., etc.?
Pues, no son muchas. Entonces el prejuicio existe, pero como prejuicio al fin una mayoría lo ignora y continua su práctica. Es lo mismo que pasa con los derechos de las mujeres, con los negros, los indios y demás minorías.
José A.Huelva: ¿Podría facilitarme usted algun estudio psicosocial o neurocientífico que demuestre estadística o empíricamente que las voces graves son más creíbles o se asocian a la seriedad?
En todos los medios hay voces que pudieran considerarse platinadas, y cada vez es mayor la tendencia en el mundo a que la naturaleza de la voz, sea cual sea, no constituya el elemento distintivo de un comunicador.
Escuche, por ejemplo, a los grandes comentaristas deportivos de Fox y SPN, y se dará cuenta de que sus voces tienen una amplia gama de matices donde lo que importa son sus competencias comunicativas: su repertorios temáticos y significante, y su actitud como hablante.
Que la audiencia interprete un mensaje dependiendo de quien lo diga no es un asunto innato, sino construido socialmente a través de las mediaciones. Le recomiendo consultar los estudios al respecto de los psicólogos sociales norteamericanos Allport y Thurstone, de los comunicólogos Leswell y Malezke, cuyos trabajos datan de principios del siglo XX.
Ningún prejuicio es innato. Todos los prejuicios son constructos de base psicosocial y cultural. La Teoría Crítica y The Cultural Studies, entre otros abordajes desde las Ciencias Sociales, lo demuestran estadísticamente. De tal modo, no hay por qué, desde la institucionalidad, bailar al compás de ningún prejuicio atenidos a que, supuestamente, es lo que cree la mayoría. Si pensáramos así, todavía le pusiéranos cinturones de castidad a las mujeres y las quemáramos por dudar de la existencia de Dios.
Giordan, ya esperaba una respuesta así. Y no, no tengo ningún estudio de ninguna Universidad, psicosocial o neurocientífico avalando lo que digo. Lo que tengo es experiencia de vida en Cuba y en varios países del mundo, viendo como la gente recibe similares mensajes desde diferentes voces y notando como la percepción de mensaje cambia en la gente en dependencia de quien lo transmite.Ya sé que los prejuicios se aprenden, pero también sé que en el mundo estamos muy prejuiciados al respecto.
Espero que haya usted escuchado la segunda denuncia en el show de Otaola donde Yusimy hablaba de las “voces platinadas” ante un auditorio de supuestos dirigentes del ICRT. Se escucharon risas cuando ella hacía su alegato. ¿A qué cree ud que se deben esas risas?… ¡Pues al prejuicio!. Yo no necesito un estudio de ninguna universidad en el mundo para usar algo llamado “Sentido común” y que es justamente lo que tienen distorsionado la gente que practica prejuicios. Lo que no puedo hacer es quitarle la razón a la mujer (Yusimy de las voces) cuando sé que lo que me está diciendo es verdad.
¿A cuantos se nos ha juzgado alguna vez por el grosor de nuestra voz?
¿Cuantas chicas prefieren salir con un tipo de “voz platinada”?
o tampoco ¿nunca oyó decirle a un niño en Cuba que cambiase el tono de voz porque el que tenía era afeminado? Eso me muestra que ella lleva razón. Lo que está mal es que se siga alimentando el prejuicio excluyendo a esas personas, lo que hay que hacer (en mi opinión), es incorporarlas, para iniciar la tarea de eliminación del prejuicio. Eso no lleva psicólogos ni estudio de letrados de alto rango. Lo que lleva es (una vez mas), sentido común.
De todas esas emisoras que usted menciona, yo veo bastante la CNN. Hay voces definitivamente ‘gruesas’ como la de Richard Quest, voces atipladas como la de Anderson Cooper, voces mas bien sobrias como las de Chris Cuomo. Todos estos periodistas tienen sus propios espacios, con altos ratings. El propio gobernador de Nueva York Andrew Cuomo, a quien un sector considerable de la poblacion estadounidense llama ‘mi presidente’ en señal de empatia y respeto, posee una voz decididamente atiplada. Lo siento pero no concuerdo con su teoria, que me parece muy acorde a lo que se considera ‘participacion’ en el contexto cubano, donde se valora no tanto la calidad o sensatez de lo que se dice, sino la intensidad y el volumen.
Hola Alheli, no dije que no existieran esas voces en esos medios, pero son bien raras. Dicho esto le aclaro que estoy en contra del prejuicio, pero lo que dice la mujer (Yusimy de las voces) es REAL.
Excelente artículo que pone al descubierto un poco más, y brindado detalles, el sistema de la propaganda comunista en Cuba al servicio de un régimen totalitario. El final del comunismo o en Cuba pasa por la toma de responsabilidad individual y la no aceptación de lo incorrecto. El futuro de Cuba está en el despertar de la conciencia del individuo como elemento central al cambio. Ya sea en la radio, la televisión, las universidades. Si más individuos deciden oponerse y denunciar lo incorrecto habrá esperanza. Desgraciadamente la mayoría decidimos irnos.
Buen articulo sobre una tontería y un desproposito mas de los miles que nos circundan, por la falta de profesionalidad y el intrusismo habituales en un sistema donde prevalece la confiabilidad politica.
Aun asi segun esta señora, Fidel Castro no deberia haberse dirigido al publico jamas.
Podremos discrepar en muchas cosas, pero coincidiremos en que voz grave no tenia.
Instructiva la entrada. Ya sé que ahí no tengo lío porque tengo voz “piedra”.
Benito.
Tony Antigua, buen punto ese.
Atinado, mesurado, justo su comentario. Quisiera solo agregar algo, no en carácter de disenso sino de argumentación a lo que usted muy bien ha dicho. El locutor (comunicador) de un medio de Comunicación MASIVA, ha de acercarse a una media correcta para lograr identificación con la mayor cantidad posible de público. Desde esa perspectiva, posturas demasiado feminoides como en extremo machoides, desequilibran esa media ideal. No se trata de caer en poses ni recursos falseados como el engolamiento u otros desnaturalizantes, sino acercarse a una media que es a lo que se refiere la “actitud del hablante” que usted cita. Por otra parte, como mismo existen tipologías de espacios comunicativos, existen las voces apropiadas para cada uno. Es tan inadecuado poner una voz grave y madura en un diseño de programa para adolescentes, como una voz feriada y festinada en un noticiario que exige formalidad y sobriedad en la noticia.
Considero que la locución, más que centrarse en las coloraturas timbricas o inflexiones de contrucciones de género, debiera comenzar a hacer énfasis en la Honestidad, la efectividad, la empatía. Veracidad por sobre el tecnicismo, asertividad más que perfección discursiva, coloquialidad en lugar de elitismo.
Si sostengo que como mismo no todos podemos ser músicos, o bailarines, o deportistas, o pilotos, tampoco la locución puede incluir a todos, porque se necesitan aptitudes, como en toda actividad humana. Pero el espectro de selección debe contemplar aspectos en función de la efectividad y la afectividad, entendiéndose por esta última la capacidad de carisma, empatía, personalidad, sensibilidad… características que puede tener o no cualquier ser humano, independientemente de su condición racial, sexual, étnico o regional. En fin, que si revolución es “cambiar todo lo que debe ser cambiado”, urgen cambios sistemáticos en las estructuras a tenor con la dialéctica de los tiempos.
Ahora bien, todos esos cambios deben operarse desde la participación y no desde la desintegración, desde el diálogo y no desde el linchamiento. Los que hemos evolucionado tenemos la responsabilidad de hacer evolucionar al otro, no de crear abismos ni anulaciones. Eso es estar “con todos y para el bien de todos”, como pidió Martí, eso es trabajar por la diversidad y no por la diferencia. No es justo luchar contra la homofobia desde la heterofobia, ni crear el Síndrome paranoico del enemigo por todas partes.
Jorge Luis Sopo, estamos de acuerdo. Por supuesto que hay códigos que, si bien se pueden subvertir, hay que partir de identificarlos, y saberlos manejar con profesionalidad y tino. Lo primero para eso es argumentar y convencer al equipo de realización de por qué se propone una ruptura con determinada convención y de las posibilidades de éxito.
Lo que a mi más me llamó la atención del audio donde habla Yusimí -a quien conocí peesonalmente y con quien compartí criterios y debatí cuando ella era una recién graduada de Historia del Arte llegada a la dirección de programación de la Radio Cubana-, lo que me llamó la atención fue su tono absolutista y definitivo, su voz de mando. Después supe que se trataba de una reunión de balance donde en ese auditorium habría, a saber, por lo menos una docena de directores de programa que pudieran darle clases magistrales a Yusimí o a cualquier funcionario del ICRT de cómo se hace radio, y de cómo se subvierten los códigos correctamente. Gente de experiencia cuyo pecado, en mi opinión, es llevar demasiado tiempo callados, tratando de sobrevivir como pueden en un ambiente organizacional y metodológico rígido, a veces, hasta la estupidez. Pero no porque les falte talento ni experticia.
Porque hay que entender que los prejuicios, los estereotipos, las estandarizaciones discriminatorias, también son códigos, también son convenciones, que se.pueden precisamente subvertir en nuestra o cualquier sociedad, si de verdad queremos aspirar a mayor inclusión y mayor participación.
Recuerdo cuando allá por los noventa, en Radio Ciudad de La Habana -creo-, unos, entonces, chamacos se aparecieron en un Festival de la Radio con un programa cuya conducción era recitativa como si fuera una moña rapera. Los maestros Alberto Luberta y José Luis García Barbán integraban el jurado donde competía el programa. Y me cuenta Pepe que hubo que premiarlo a pesar de que rompía con cualquier clasificación genérica o cualquier perfil preestablecido. Pero estaba bien hecho, comunicaba, convencía, cumplía su superobjetivo. Esa es la flexibilidad que le falta a la Radio Cubana por factores que van desde ideopolíticos hasta de dinámica organizacional, y por eso sigue enquistada mientras Cuba, tal vez agónicamente, va cambiando.
Excelente texto
Me molesta que se ponga a una persona en la picota, aunque se lo merezca. Porque bien pensado en la picota te sujetaban la cabeza y las manos y no tenías manera de defenderte si te atacaban por detrás. Y eso no se lo merece nadie.
Pero lo que más me molesta de poner a alguien en la picota es esa sensación injusta de ver a una masa de muchos insultando a una sola persona que nadie defiende.
Por eso, por instinto, suelo defender a quienes es más difícil defender.
Si, es como un mitin de repudio de los que algunos participaron en 1980.
Solo que, como ud mismo reconoce esta vez es merecido.
No estoy de acuerdo que tan merecido sea arremeter contra alguien, que de estar equivocada en este aspecto, lo más saludable sería dialogar con ella y compartir puntos de vista. A fin de cuentas la función de Yusimy como funcionaría, es mucho más amplia que la de dar recomendaciones u orientaciones a los profesionales sobre esta materia del uso de las voces, que además no ha sido tratado aqui por algunos foristas desde el respeto y la profundidad que exige. Es evidente que hay muchos que se atreven a opinar sin saber siquiera de lo que realmente se habla, al considerar que Fidel tenía voz “platinada”, asunto que ni siquiera lo voy a debatir, porque desde mi experiencia profesional me respeto mucho para caer en debates fútiles.
Si embargo, me llama poderosamente la atención que se menciona y satanizar a Yusimi hasta el cansancio, se habla de Otaola como cañón que disparó la bala, pero nadie se refiere a la persona que, a mí modo de ver, lleva la peor parte en esta historia. ¿Quién consiguió este audio y lo puso en manos del equipo de Otaola? Evidentemente solo pudo ser alguien que participó en aquella asamblea, que escuchó las opiniones allí vertidas, y calló, cobardemente guardó silencio en un marco del que doy fe que bien pudiera hablar y decir su parecer, porque yo lo he hecho cada vez que algo me parece incorrecto. Tengo pruebas de que allí nadie disintió, nadie rebatió el más mínimo criterio, repito, pudiéndolo hacer con todo derecho y sin temor a represalias que nunca se toman en esos ámbitos.
Luego, Yusimy puede llevar algo de culpa por expresar ideas desde su posición hegemónica que pudieron tener un enfoque inexacto y hasta homofóbico, lo cual no quiere decir que la proyección de su departamento sea esa, y la prueba es el altísimo porciento (y me permito el superlativo) de profesionales homosexuales que no solo trabajamos, sino que gozamos de respeto y garantías dentro del Instituto. Habría que ver quién fue esa persona, que amparado por el tiempo transcurrido, las sombras y quizás hasta de la distancia, hoy se atreva en gesto reprochable a lanzar desde una tribuna ajena, ni siquiera propia, un debate que en su momento no se atrevió a rebatir. Cobardia, y quién sabe si hasta pagada. En fin, hay varios culpables, muchos, en un asunto que ha desatado diferencias en lugar de convocar a la diversidad, que hace crecer las fobias sociales en lugar de propiciar el diálogo, y que prioriza la histeria y el odio, por encima de la unidad y el amor. Personalmente no me sumo a ese juego, ni creo que una persona, aún estando equivocada, merezca la culpa de tantos cobardes y tantas bajezas
Manuel, quien a hierro mata… No obstante, mi artículo no juzga ni a Yisimí ni a nadie. Mi artículo expone hechos documentados, y los analiza. Para juzgar están Dios y sus secuaces terrenales.
Gracias al vende patria, gusano, traidor, mal nacido, oportunista ,servil y odioso de Alexander Otaola por revelar las cosas que la prensa cubana que es objetiva y revolucionaria.
🙂
Sería muy rico tener en mis programas voces lindas, cálidas con buen timbre si, pero es muy bueno también tener locutores disciplinados, respetuosos, buenas personas, y por encima de todo inteligentes, no importa si son homoxesuales eso no importa.ahora,eso quedó en el pasado y yo me alegro mucho. Pienso que en la medida que seamos capaces de acaparar buenas voces sí pero también buenas personas e inteligentes seremos capaces de hacer rica la radio y la televisión cubanas. Haría falta no crees .
Alina, estamos de acuerdo. Mis maestros de la radiodifusión: José Luis García Barbán, Georgina Mendoza Cedeño, el profesor Victor Montero, el profesor Banderas de Holguín, me enseñaron que la voz de un locutor siempre se puede educar y adecuar al programa, y que la estructura del programa y la musicalización siempre se puede acomodar a cualquier voz. Pero que lo que no se podía -y mi vida profesional me lo demostró-, era hacer un buen programa con aguien arrogante, egocéntrico, indisciplinado y que no supiera respetar al oyente en cualquier circunstancia. Y nada eso tiene que ver, en absoluto, con la orientación sexual.
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