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pluripartidismo

Partido

«El Partido es el camino»

por Magdalena Zaldívar Madero 25 abril 2021
escrito por Magdalena Zaldívar Madero

Primero nos hizo oír su currículo revolucionario. Supimos por él mismo que había sido pionero destacado y que gozó de la confianza de sus maestros, quienes lo dejaban frente al aula porque sabían que encontrarían el listado de todos los que habían abierto la boca en su ausencia.

Por su afición a cantar y declamar en cualquier acto político, sufrió la burla y hasta el maltrato físico de sus compañeros con menor preparación ideológica. Pese a las dificultades, llegó a la secundaria y aceptó el encargo de dirigir el colectivo pioneril.

Ocupó un importante puesto dentro de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media en su municipio, al cual renunció para unirse al contingente pedagógico de los llamados «Valientes» tan pronto conoció la convocatoria del Comandante.

Allí obtuvo la doble militancia comunista por su labor destacada en todo cuanto hubiera que destacarse. Incluso sus compañeros dejaron de pegarle y alcanzó méritos para convertirse en el primer delegado directo de su provincia al VIII Congreso del Partido.

Su progreso fue seguido de cerca y con interés por los ojos más elevados del país. Como parte de ese seguimiento, recibió el encargo de impartir una conferencia de orientación ideológica al personal que atendería la logística y el área de servicio durante el congreso.

Su torso se mueve con libertad dentro de la holgada camisa. Va de un lado a otro de la pizarra explicando los puntos que considera que nos pueden ser más difíciles de asimilar, porque aunque el personal de servicio –auxiliares de limpieza, camareros, cocineros, albañiles, pintores, choferes y custodios– tiene estudios de posgrado y puede que alguno tenga hasta más de un doctorado, ninguno es militante del Partido.

La puntilla

―¿Habría sido posible enfrentar y resistir la actual situación bajo un régimen pluripartidista? ¡No, no es necesario que respondan! ―nos ataja con una sonrisa―. No es posible imaginar estos logros sin la labor de la vanguardia política unida. Miremos las consecuencias del pluripartidismo en el orden doméstico y en el desarrollo económico de un país. Tomemos a Haití como ejemplo, aunque también podríamos analizar a Mali, Sierra Leona o Ghana.

«¿Cómo les va? Exacto, es casi imposible estar peor. Miremos ahora a los Estados Unidos, que pretende darnos lecciones en temas de ordenamiento político y tienen más de sesenta partidos. Si esto no vuelve a un país ingobernable… No hay desarrollo posible cuando no existe unidad. Observen cuánto ha logrado nuestra Revolución bajo la firme conducción del Partido único».

El joven se lanza a describir, apoyado por gráficos de barras coloreadas, cuánto estamos a punto de conseguir a partir de la unidad como fuerza principal para lograr los propósitos de independencia, soberanía, democracia socialista, paz, eficiencia económica, seguridad y mantener las conquistas de justicia social. Nos trata de enseñar cómo debemos defender esa unidad, sin discriminar, sin dar espacio a prejuicios, dogmas o encasillamientos que dividen injustamente a las personas.

Sus ojos resplandecen cuando afirma que la unidad en torno al Partido es la «única vía posible hacia la soberanía y la dignidad de la nación y el bienestar y la tranquilidad de este pueblo».

―Lo más revolucionario dentro de la Revolución ―explica― es y debe ser siempre el Partido, así como el Partido debe ser la fuerza que revoluciona a la Revolución. Ahí los dejo para que reflexionen sobre esto. ¿Decimos algunas consignas para concluir?

***

Este texto pertenece a nuestra columna dominical de sátira política.

25 abril 2021 17 comentarios 2k vistas
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dia

Día Internacional de la Democracia

por Héctor Núñez Mantilla 22 septiembre 2020
escrito por Héctor Núñez Mantilla

Viendo las noticias, me entero que las Naciones Unidas decidieron dedicar el día 15 de septiembre a incentivar la instauración de la democracia. Una buena noticia, pero lo que realmente me llamó la atención, fue el comentario de un conocido periodista del noticiero. Cada vez que se habla en los medios públicos de nuestro país, no puede faltar el comentario crítico sobre la democracia en los Estados Unidos, con énfasis en la manera que utilizan para escoger el presidente. Este es un tema que se comenta y critica tantas veces, que es casi un tema de estudio en los diferentes niveles de enseñanza.

No lo niego, no comparto la idea, de que sean representantes los que tengan el derecho supremo en lugar de los ciudadanos. Sin intención de ser irrespetuoso, considero que es una burla nombrarse demócrata e impedir que sea el pueblo con su voto directo, quien elija al que va a dirigir el destino del país, por un plazo determinado de tiempo. Para no ser injusto con las restantes democracias que se supone existen en países occidentales, estas no son menos vilipendiadas cuando los “expertos cubanos en democracia” comentan sobre ellas en los medios de comunicación. No puedo describir la manera en que usualmente se discute sobre democracia aquí.

El pluripartidismo no recibe nunca elogios, de hecho, yo no lo apoyo tampoco.

Ah!, pero si estamos ante un examen y queremos obtener las mejores calificaciones, no podemos olvidar describir nuestro modelo de democracia como el único verdadero, non plus ultra e insuperable ejemplo de democracia, que cuenta además con el apoyo de todo el pueblo.

Propongo revisar la historia reciente, para verificar si es justo o no, coincidir con esa valoración respecto a la democracia en Cuba. Me viene a la mente una fecha; el 24 de febrero de 2008. Como pueden recordar, ese día sesionó la Asamblea Nacional del Poder Popular, para elegir de entre sus diputados al Presidente del Consejo de Estado y de Ministros y al Primer Vicepresidente, tal y como lo establecía la Constitución en aquellos días. En realidad debían haber elegido otros cargos, pero a solicitud de quien fue elegido como Presidente, se limitaron a elegir sólo al Primer Vicepresidente.

¿Qué tuvo de particular ese día, o más bien esa elección? Ha sido la única vez que se nos ha dado a conocer, que se presentó más de una persona como candidato a un mismo cargo, y por consiguiente, los votantes apoyaron a los candidatos de forma diferente, es cierto que, nunca se publicó cuantos candidatos hubo, ni la cantidad de votos obtenidos pero no podemos negar que el solo hecho, de que al menos de forma pública algo similar ocurriera, ya era un avance, hasta entonces y desde entonces, para los cargos más importantes, sólo se presenta un solo candidato, que siempre obtiene los votos necesarios.

Hasta ahora, ese día puede verse como uno normal o casi, pero si recordamos las palabras del Presidente, al referirse a la manera en que se eligió al otro cargo, se desvanece toda idea de que nos regimos por métodos democráticos de elección, pues fue elegida -y nuestros Diputados lo aceptaron-, la persona que menos votos recibió, por el simple hecho de que el voto de un diputado, valió más que el del resto.

Aunque en Cuba se critica fuertemente al sistema electoral de EEUU, lo hemos copiado.

Decir que el partido no postula a los candidatos, es más que una mentira, es una burla. ¿Quién elige a las comisiones de candidatura? No se hacen por oposición y voto popular. ¿Quién elige a los dirigentes de las organizaciones sociales y de masas? No es el pueblo. ¿Quién elige a los máximos dirigentes del partido en las provincias como Diputados? La lista pudiera extenderse, pero como dijo el Che, no vale la pena emborronar cuartillas.

Un hecho si considero cierto, no se necesitan cambios trascendentales, sólo perfeccionar lo que tenemos, y no olvidar lo que hace años dijo Raúl, “la técnica vale lo que el hombre que la maneja”. Ellos, quienes nos dirigen y representan son la técnica, nosotros, el pueblo, somos los hombres. Demostremos entonces que valemos mucho más, y aprendamos a manejar la técnica, en lugar de dejarnos manejar por ésta, esa es la verdadera democracia. Lo demás es vivir del cuento.

22 septiembre 2020 23 comentarios 583 vistas
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Juan Vilar entrevista a Max Lesnik (II)

por Juan Vilar 20 agosto 2020
escrito por Juan Vilar

(Puede consultar aquí la primera parte de la entrevista)

La Habana. Agosto Pandémico del 2020.

Continuando la lógica del molino de agua me seduce la viejísima idea griega de que el agua que corre no es siempre la misma a menos que se estanque y se convierta en agua que muere y apesta, no obstante, nuevas formas de vida surgen de la cochambre y el mal olor. Las relaciones entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba carecen de información popular como al populo le importan un bledo las rutas e intereses que van dando cuerpo a las relaciones entre nuestros gobiernos. Muy poco cambia la realidad cotidiana del cubano de a pie y mucho beneficio logran los pícaros, los lobistas de allá y de aquí, y los oportunistas que inundan bodas y cumpleaños reales.

El 17D convirtió a los caminantes en esperanzados de la zapatilla de cristal, y a la burocracia partidista en coquetos Lady Di. Pero la historia es cíclica en las aspiraciones de los políticos, a veces lo que ayer se percibe de un modo, hoy cobra modernidad y buen provecho en el contexto de mañana. En este sentido, no hay nada nuevo en la villa del Señor.

Recuerdo que cuando llegué a New York en mayo de 1992 llamé a mi padre y le dije: ¡Estoy en New York! A lo que él me respondió: ¿Están el Empire State, el Yankee Stadium y el Waldorf Astoria en el mismo lugar? Quedé en silencio. Él comprendió y me dijo:

JP: Avísame cuando descubras algo nuevo.

ML: Con la ascensión de Reagan a la presidencia y la creación de la Fundación Cubano Americana se establece un nuevo tipo de relación entre el gobierno de Estados Unidos y la comunidad cubana conservadora de Miami.

JP: ¿Por qué esta alianza no se rompe durante el primer mandato de Clinton?

ML: Porque la Fundación desarrolla una labor de circunferencia que penetra a través de ciertos intereses económicos. Ya no es una alianza ideológica, sino una alianza de mutua conveniencia a través de la ayuda económica a políticos. Además, existe una corriente más sensata en el proceso político norteamericano mirando hacia Cuba, que no escatima esfuerzos en tratar de convencer al gobierno para que, al menos, levante ciertas restricciones en cuanto a medicinas y alimentos; esa es la batalla.

JP: El planteamiento está entre embargo o no embargo. ¿Cuál sería la posición más sensata ante esa disyuntiva?

ML: Apoyar el levantamiento parcial, que sería su política más inteligente. Pero ellos no pueden hacer esa concesión porque implica una pendiente que puede terminar con el levantamiento total. Además, la derecha militante de los que hablan por radio, los extremistas, no van a permitir ningún cambio de posición.

JP: A pesar de los escándalos, hay analistas que piensan que la Fundación ha fortalecido sus vínculos con la Administración.

ML: Es muy difícil que en el juego de la política norteamericana actual un político mantenga relaciones estrechas con una organización cuyos integrantes están vinculados a corrupción y terrorismo. Y digo actual porque en otras ocasiones se ha practicado tanto la corrupción como el terrorismo a gran escala, incluido el terrorismo oficial. Pero en la situación actual esas dos cosas no son aceptables en el juego político estadounidense.

JP: ¿Qué papel juegan los sectores liberales?

ML: Bueno, esa posición que se ha dado en llamar liberal no es homogénea. Contiene gente que sin haber sido revolucionaria, no ponen ninguna condición al gobierno, hasta otros que habiendo sido revolucionarios, ponen condiciones para mantener el diálogo.

JP: ¿Cuáles son las posiciones?

ML: Los que en el exterior están con la revolución y de acuerdo con su línea; los que en el exterior están de acuerdo con los principios generales de la revolución, pero que consideran que hay que realizar aperturas de tipo económica y política. Y dentro de esos están los que supeditan esos cambios a que Estados Unidos cambie su política hacia Cuba; no lo plantean como condición para el diálogo.

JP: ¿Sobre qué bases plantean la discusión?

ML: No se puede hacer una abstracción de la realidad del embargo -esa es mi posición-, y de la presión mercantilista y el impacto que esto tiene en la realidad cubana,  porque sería una ingenuidad política.

JP: Pero el gobierno cubano debe continuar con la apertura.

ML: Pero no cualquier tipo de apertura, porque cualquier apertura aunque sea al más legítimo de los intereses cubanos en el exterior, o al más legítimo de los intereses cubanos en el interior, representa una brecha por la cual van a entrar otros que no son tan buenos y cuya intención real no es dialogar.

JP: En el toma y daca de estas discusiones existen dos demandas fundamentales: de un lado el pluripartidismo y del otro el levantamiento total embargo. ¿Cómo lo ves?

ML: La pregunta que yo siempre hago cuando discuto con algún dirigente del gobierno cubano es: ¿el pluripartidismo es una cuestión de principios o es una cuestión coyuntural? Y la respuesta ha sido que es una cuestión coyuntural, lo cual me hace pensar que si no es una cuestión de principios, entonces es posible. Los que no quieren otra solución que no sea el desplome, plantean que el gobierno cubano usa el embargo de pretexto para mantenerse en el poder. Esa es la ecuación que hay que despejar: en tanto el embargo no se levante, no va a haber cambios en Cuba.

JP: ¿Y si se levantara el embargo y el gobierno cubano no continúa los cambios?

ML: No podría sostener esa posición, porque hasta los más leales defensores de la revolución van a preguntarse por qué si no hay enemigo. Y como el gobierno tendría que inventar sus propios enemigos, la revolución terminaría devorando a sus hijos.

(Puede interesarle: Entrevista de LJC a Max Lesnik, primera y segunda parte)

20 agosto 2020 23 comentarios 726 vistas
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Democracia popular

por Yassel Padrón Kunakbaeva 4 agosto 2020
escrito por Yassel Padrón Kunakbaeva

¿Son necesarios cambios políticos en Cuba? La pregunta no es irrelevante: en estos días en que se habla de reforma económica, de medidas rupturistas con el modo en que se han hecho las cosas durante décadas, no son pocos los que han puesto sobre el tapete la necesidad de transformaciones políticas que aseguren para el país un camino de democracia y prosperidad. La respuesta evidente parece ser que sí: Cuba necesita de una renovación y transformación de su política. Lo que habría que preguntarse a continuación en qué dirección deberían ir tales cambios.

La necesidad de los cambios casi no permite discusión. Es harto conocido que el período de influencia soviética nos legó una concepción de la política basada en la hiperconcentración de poder en el cuerpo del Estado-Partido, y en la entronización de una ideología oficial, o lo que es lo mismo, un monoteísmo de los valores. Todo lo cual dio al traste con el establecimiento de diferentes niveles de demonización del disenso. En el terreno económico, esto tuvo su correlato en el dominio indisputado de la burocracia sobre el proceso de producción y distribución. En general, la búsqueda del monolitismo provocó una degeneración de la política, cumpliéndose la advertencia de Rosa Luxemburgo:

“Sin elecciones generales, sin una irrestricta libertad de prensa y reunión, sin una libre lucha de opiniones, la vida muere en toda institución pública, se torna todo en una mera apariencia de vida, en la que solo queda la burocracia como elemento activo. Gradualmente se adormece la vida pública, dirigen y gobiernan unas pocas docenas de dirigentes partidarios de energía inagotable y experiencia ilimitada. Entre ellos, en realidad, dirigen solo una docena de cabezas pensantes y, de vez en cuando, se invita a una élite de la clase obrera a reuniones donde deben aplaudir los discursos de los dirigentes y aprobar por unanimidad las mociones propuestas.”

Ahora bien, valdría la pena señalar que en Cuba se han dado los primeros pasos para una transformación de la vida política. Me refiero a la Constitución de 2019, un documento que, al ser promovido por la alta dirigencia del país, dio muestras de que esta no está completamente ajena a la urgencia de cambios que acompaña siempre a una nueva época. En la nueva Carta Magna, se reconoce la libertad de expresión sin subordinarla a ningún interés, se establece la transparencia como un principio del Estado, se reconocen los derechos humanos y sus garantías, y se dan pasos importantes hacia la autonomía municipal. En general, aparecen un conjunto de herramientas que pueden servir para el empoderamiento de la ciudadanía. El problema está en saber si estas modificaciones son suficientes, o si cumplen las expectativas de todos los que abogan por los cambios políticos.

Se podría decir que la gran ausencia en la Constitución de 2019 es el problema de la oposición política. No queda claro si la constitución protege todos los derechos para las personas que no compartan los valores martianos, marxistas, leninistas o fidelistas que se establecen en su Preámbulo, incluyendo los derechos políticos. Y esa ausencia es aprovechada por los defensores de la tradición de pensamiento liberal, que proponen una solución muy precisa: el regreso al pluripartidismo. Lo cual pone toda la cuestión en un punto muy problemático.

El pluripartidismo es una solución muy limitada para el problema de la hiperconcentración del poder en Cuba.

Solo hay que ver la experiencia del pluripartidismo en los países vecinos e incluso en nuestra historia prerrevolucionaria. En general, desemboca en la formación de una clase política, parlamentaria, que se turna en las diferentes posiciones de poder del Estado, mientras mantiene enajenado de la política a las grandes mayorías populares. En fin, el pluripartidismo acaba en ser un juego de élites. En Cuba, significaría abrirle las puertas a una élite opositora para que pueda recibir su trozo del pastel, mientras el gran poder del Estado como tal se mantiene incólume.

Por otra parte, existen varias razones por las cuales el pluripartidismo en su formato puro es una propuesta problemática para el socialismo cubano. Se trata de una institución liberal, y no en vano el liberalismo es la filosofía política más orgánica al capitalismo noratlántico. Al tratarse de una política de élites en competencia, este sistema es poroso a la intervención del dinero, es decir, a la influencia de los poderes económicos nacionales y extranjeros. De este modo, dado el nivel de articulación de la hegemonía capitalista a nivel global, los sistemas pluripartidistas se convierten en una eficaz herramienta para la intervención de los intereses económicos de las transnacionales y las potencias imperialistas en la política de las pequeñas naciones del Tercer Mundo.

En Cuba, la formación de un partido anticomunista, sería la plataforma ideal para que los poderes extranjeros intentaran desquiciar la política nacional, revertir la opción del pueblo cubano por el socialismo y anular en lo posible las conquistas sociales alcanzadas.

Todo el proceso de la Revolución Cubana, se ha construido desde un anticapitalismo y un antimperialismo radicales, que incluyen el rechazo a las instituciones que resultaron ineficaces para conquistar la soberanía nacional en el período de la república burguesa. Al mismo tiempo, la adopción del pluripartidismo es una de las principales propuestas de sus enemigos históricos. Es por eso que la simple aceptación de esa institución sería prácticamente un suicidio político, sería la señal de que el proyecto socialista y el poder que lo sostiene estarían internamente derrotados y a un paso de la rendición incondicional. No de otro modo sería interpretado tal acto de mimetismo en el cual se adoptara una institución liberal como esta.

Frente a esta encrucijada, lo ideal es que Cuba avanzara en construcción de un modelo soberano de democracia, de corte socialista y popular, no mimético frente al modelo liberal, pero que pueda dar participación a una parte de quienes se consideran opositores, siempre que estén dispuestos a entrar en los cauces constitucionales. La Constitución de 2019 tiene el potencial para permitir dentro de sus marcos esa evolución, convirtiéndose en el punto de partida de nuevas luchas populares. ¿Pero cuáles serían, a fin de cuentas, las características de esa democracia sin pluripartidismo?

Lo primero es que esa democracia debería comenzar por el plano de la democratización de la economía, en el sentido de una auténtica socialización de la propiedad que hoy se encuentra en manos del Estado. La propiedad social debería ser la columna vertebral del socialismo cubano, el lugar donde se construye el grueso de la riqueza nacional, y la planificación debería ser democrática. Se podría comenzar, por ejemplo, por lograr que sean los trabajadores los que elijan a los directivos de las empresas, sobre todo ahora que estas tendrán mayor autonomía y la figura del empresario se fortalece. La actual Constitución abre el camino para avanzar en esta dirección cuando plantea en su Artículo 20: “Los trabajadores participan en los procesos de planificación, regulación, gestión y control de la economía. La ley regula la participación de los colectivos laborales en la administración y gestión de las entidades empresariales estatales.”

Luego está el tema de la participación propiamente política.

Algo que debería quedar claro es que la diversidad política es algo irreductible en una sociedad. Lo que debería caracterizar a un sistema político socialista por sobre uno liberal, no debería ser la exclusión de la diferencia, sino la búsqueda de la cooperación por encima de la competencia. La política liberal es la de una sociedad marcada ante todo por la competencia: es en ese marco que se explica la sustantividad de la dualidad oficialismo/oposición. Una sociedad de transición socialista debería desde la misma estructura del sistema político promover la cooperación, sin pretender tampoco anular por decreto toda competencia por el poder.

En la búsqueda de dotar al sistema de una mayor pluralidad, un camino puede ser la adopción de un pluripartidismo acotado, permitiendo la aparición de otros partidos de corte socialista. Esta experiencia de prohibir la creación de partidos con una ideología específica no es nueva: en varios países se han prohibido la formación de partidos fascistas por ejemplo. En Cuba se trataría de prohibir el surgimiento de partidos anticomunistas. Sin embargo, las experiencias de esta clase de pluripartidismo (que han existido en países del bloque comunista), no han sido muy felices.

Mucho más interesante es la perspectiva de una democracia sin partidos electorales. Se trata de la participación de cualquier ciudadano, a título personal, en el proceso electoral, sin que sea relevante su pertenencia o no a un determinado partido. De ese modo los gobiernos locales y la Asamblea Nacional se conformarían a través del voto popular, sin la mediación de estructuras partidistas. Al mismo tiempo, se mantendría el proceso político a salvo de la corrupción del dinero, llevándose a cabo las campañas con una asignación pública de presupuesto igual para todos.

Como puede observarse, esta idea de la democracia sin partidos no es muy diferente del sistema actual. Solo habría que eliminar o modificar las Comisiones de Candidatura, de tal modo que no impidan la llegada a las instituciones del poder popular de personas con un pensamiento diferente a cierta posición oficial. Esta idea no estaría reñida con la formación de otros partidos o asociaciones de cualquier tipo, formar las cuales es un derecho de los ciudadanos. Por el contrario, es una idea más radical, porque reduce la capacidad de acción y la necesidad misma de cualquier partido. Sobre todo, si este modelo político se acompañara de un desplazamiento lo mayor posible de poder hacia los gobiernos locales, el verdadero núcleo de la nueva democracia.

El Partido Comunista mismo, carecería en este sistema de cualquier participación electoral explícita. Su influencia sobre la sociedad vendría dada solo por su importancia como baluarte moral e ideológico del socialismo. (Ya en su momento Tito le cambió el nombre a la organización para hacer patente este cambio de función, llamándole “Liga de los Comunistas”).

No pretendo sentar de una vez para siempre un modelo exhaustivo de democracia socialista. Se trata de cuestiones complejas, y lo mejor es ser conscientes de las inmensas dificultades teóricas y prácticas para cualquier avance en esta dirección. Sin embargo, me parece importante alertar sobre los pantanos a los que nos puede llevar el ansia de cambios políticos, así como pensar en cuáles deberían ser nuestras apuestas como sociedad. Si debemos luchar por algo, debería ser por la construcción de esa democracia autóctona y verdaderamente popular.

4 agosto 2020 49 comentarios 1k vistas
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Vivir en Democracia

por Consejo Editorial 25 junio 2015
escrito por Consejo Editorial

democracia

Por: Osmany Sánchez (jimmy@umcc.cu)  @JimmydeCuba

Muchas cosas en Cuba tienen que cambiar. En algunos casos los cambios parecen más cercanos y en otros no tanto, pero lo más importante es que exista la voluntad política. Soy crítico acérrimo de lo mal hecho y cuando le toca a un funcionario pues que así sea. No es posible construir un país para todos si quienes lo dirigen solo piensan en unos pocos. Creo que se deben ampliar los espacios de participación popular pero también que Pluripartidismo no es sinónimo de Democracia.

No importa si es en Estados Unidos con los Republicanos y los Demócratas, o en España con el PP y el PSOE (aquí las reglas están cambiando) el juego es siempre el mismo. El partido que está en la oposición hace lo imposible por impedir que el otro gobierne con efectividad, no importa que con su mezquindad se afecte el pueblo, de todas formas este asociará sus problemas con el partido que gobierna y lo castigará con el voto al contrario. Así sucede una y otra vez y a eso le llaman democracia.

Hace unos días comentaba que en Venezuela la derecha estaba actuando precisamente así, saboteando la economía, mintiendo, asesinando…y todo eso silenciado por los grandes medios de comunicación que están en su poder. Es tan grande su desprestigio que apelan a esos métodos para confundir al pueblo.

No soy yo quien lo dice, un comentarista de La Joven Cuba me da la razón y nos deja una joyita digna de ser reproducida en todo el país. Dice así (cita textual): Enviado el 16/06/2015 a las 3:37 pm | En respuesta a tatublog. El Cubiche
Independientemente de lo cierto o falso de ese sabotaje de “la derecha” al honesto y trabajodor gobierno bolivariano y su proyecto, tiene que saber usted, Tatu, que precisamente una de las misiones principales de toda oposicion que se respete, es la de no dejar gobernar al gobierno de turno. Asi es como funciona la democracia, pero usted de eso no entiende, porque para usted, gobierno, y entidad sobrenatural, son casi la misma cosa.

Siempre que me hablan de los problemas de Cuba les pregunto qué soluciones tienen. No sé cómo resolver el problema del salario, de los precios en el agro o del transporte pero de lo que estoy seguro es que de no quiero un país donde los que nos dirigen actúen como dice “El Cubiche”, y mientras, el pueblo pasando trabajo se alegre de vivir en “Democracia”.

25 junio 2015 26 comentarios 393 vistas
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