La Joven Cuba
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cambio

Nostalgias de hace poco

por Harold Cardenas Lema 15 junio 2017
escrito por Harold Cardenas Lema

Cuba se siente distinta. Extraño a mi presidente criticando el triunfalismo y la estridencia, fustigando en público los problemas de la prensa. Añoro el Partido que promovía un movimiento nacional para cambiar la mentalidad de los más ortodoxos, sin necesidad de marginarlos, como si fuera un problema de todos. Extraño la seguridad con que se anunciaban transformaciones necesarias, sin que nos ganaran las inseguridades o la paranoia. Son nostalgias de hace pocos años, tan distintos y tan cerca.

Dónde fueron las sesiones de esa Asamblea Nacional que anunciaba cambios y no necesitaba darse terapia a sí misma para sentirse en control, que decía (y creía) que todo era posible. Ojalá pudiéramos repetir ese enero de 2013 cuando recuperamos la posibilidad de viajar sin mediaciones, o permitimos la compraventa de autos y casas. Extraño la imposición del sentido común sobre nuestros errores y limitaciones.

No es que no existieran problemas igual de complejos, pero la actitud era otra. Al comenzar los Lineamientos se generó un nuevo consenso, como hacía Fidel, y logramos sentirnos parte de algo. Marino Murillo decía con crudeza lo difícil del momento y su honestidad nos hacía sentir más seguros, quizás tocando fondo y conscientes de los problemas podríamos encontrar la luz al final del túnel.

Cuando fue necesario nos apretamos el cinturón, ahorramos energía, renunciamos a las “gratuidades” en pos de un mejor orden económico. Pocos recuerdan que hace menos de una década el emigrante era un traidor para algunas instituciones, en poco tiempo logramos cambiar esos prejuicios. Fuimos menos homofóbicos como sociedad, los cimientos que soportaban el miedo a Internet comenzaron a ceder, el propio Raúl legitimaba el cuentapropismo y otras formas de gestión, parecía que mucho era posible.

La esfera pública comenzó a nutrirse. Luchamos en la blogosfera cubana y tuvimos victorias que prometían una mejor relación con el Estado, tan aplastante fue la irrupción de nuevos blogs que la blogosfera opositora debió mudarse al periodismo. El 17 de diciembre de 2014 fue el clímax, ver a Raúl estrechar la mano de Obama sin hacer concesiones nos hizo creer que podríamos hacer lo mismo desde la sociedad civil, no contamos con las reservas de paternalismo, soberbia y verticalidad que esperaban su contraataque.

Extraño ese sentimiento de ver a los Cinco cantar junto a Silvio en un concierto, saberlos entre nosotros como una carga más contra los bribones, sin los complejos que tienen los que padecen insularidad extrema. Extraño a Josefina Vidal dándole pelea a los yanquis como un epítome de lo que ha construido la Revolución en medio siglo. Echo de menos el sentimiento de vivir en un país que se mueve hacia el futuro y no el pasado. Extraño no sentirme a la defensiva, escribiendo un post crítico tras otro como si este país no tuviera tantas cosas buenas que pasan invisibles ante nosotros, maldito mecanismo de defensa.

Y sí, tengo nostalgia de cuando Raúl dedicaba más tiempo a movernos el piso, pero sé cuánto lo necesitamos. En estos días difíciles, de muertes injustas e incertidumbre, tranquiliza que sea Raúl quien esté a cargo del proceso de continuidad generacional.

No puedo evitar sentirme más identificado con la Cuba que buscaba un cambio de mentalidad. Añorar al presidente que promovía la crítica como método revolucionario, animando a “buscarse problemas”. Hoy me falta la energía de Alfredo Guevara con su cruzada movilizadora de jóvenes, los artículos de Guillermo Rodríguez en Segunda Cita y las preguntas incómodas de Fernando Martínez Heredia. La muerte traicionera, parece llevarse primero a los herejes, como si quisiera debilitarnos más. Por eso y porque Cuba se siente distinta, tengo nostalgias de hace poco. Ojalá pronto sean un mal recuerdo.

15 junio 2017 168 comentarios 339 vistas
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Una fábula sobre depredadores

por Osmany Sánchez Roque 23 septiembre 2016
escrito por Osmany Sánchez Roque

Intentemos una fábula. En la sabana africana aparece un animal y reúne a los Impala, cebra, antílope, búfalos y otros animales y les dice que confiaran en él, que a partir de ese momento todos podían pastar e ir a tomar agua sin problemas, que ningún depredador los atacaría. Les aseguró que no debían temer, que ya no necesitaban estar alertas, el peligro había pasado y venían tiempos de paz y bonanza. Algunos animales se ponen contentos, vitorean los nuevos tiempos, pero algunos no están convencidos y proponen seguir a aquel que les había hecho la promesa, ver quién era realmente.

No debieron caminar mucho, a unos cientos de metros, ocultos detrás de unas rocas, el que hace un rato les asegurara que no había nada que temer, ahora estaba reunido con los leones, los guepardos y los leopardos contándoles lo sucedido. ¿Se puede creer sus promesas cuando detrás de ellas están los depredadores? ¿Se puede confiar en la palabra de estos? Si no hay malas intenciones por qué ocultarse. Mejor estar alertas, pensaron los animales.

Con este intento de fábula comienzo a hablar de la realidad cubana. Antes, la contrarrevolución –sí, contrarrevolución- hablaba abiertamente del cambio de régimen, y de tomar el poder en Cuba, proponiendo un retroceso a la Cuba de antes de 1959. Hoy la estrategia es diferente. La contrarrevolución de hoy no plantea el cambio de régimen sino solo “hacer más efectiva a la Revolución”, incluso llegan a decir que los comunistas tendrán un espacio en el futuro de Cuba, pero si seguimos sus pasos vemos que sus benefactores –los depredadores- no querrán, ni permitirán, que ocurra algo de lo prometido.

¿Acaso la Fundación Nacional Cubano Americana les daría espacio a los comunistas en una Cuba sin Revolución? ¿Permitirá el gobierno de los Estados Unidos que en esa Cuba sin Revolución siga siendo universal el acceso a la educación y la salud? ¿Cuál sería la posición hacia Cuba de esa rancia derecha europea y latinoamericana? No especulo. Sigan los pasos de los “disidentes” cubanos, miren detrás de las rocas y verán que son estos quiénes los invitan y con quiénes se reúnen.

Antes hablaba de los contrarrevolucionarios, lamentablemente algunos que no lo son, también adoptan un lenguaje parecido. En política la ingenuidad se paga caro, y los daños son irreversibles o por lo menos hacen retroceder décadas de logros sociales. Es inevitable el regreso de la izquierda en Brasil y Argentina, pero cuando lo suceda encontrarán un país donde durante algunos años los ricos tuvieron muchas oportunidades, pero las clases menos favorecidas la pasaron muy mal. La derecha gobierna para los ricos, esa es una verdad tan grande como una casa.

Algunos critican al gobierno cubano por actuar como plaza sitiada, pero es que lo somos. La retórica política del gobierno de los Estados Unidos sobre Cuba va, por un lado, pero la realidad va por otra. Aún se recuerdan las palabras de Obama –que nadie creyó- de que serían los cubanos quienes decidirían su futuro y que ellos no intervendrían. Hoy los jóvenes cubanos se manifiestan contra un programa que busca la subversión de la juventud cubana y la creación por parte de World Learning de “agentes de cambio” dentro de Cuba ¿Cambiar qué y para qué? Es obvio.

Si de verdad World Learning “es una organización sin fines de lucro que propone capacitar a las personas y el fortalecimiento de las instituciones a través de la educación, el desarrollo sostenible y los programas de intercambio en más de 60 países” ¿por qué no proponen un programa de intercambio al gobierno cubano? Nadie se opone a que exista intercambio mientras sus objetivos no atenten contra la soberanía del país. Un medio publicaba hoy sobre el tema y hacía la aclaración de que este programa estaba destinado a más de 60 países, es decir que no era especial para Cuba y por lo tanto no es una amenaza, pero detrás de World Learning hay mucho más.

Un ejemplo de otro país. En Kosovo también actúa World Learning y plantea que cuando los alumnos regresen al país puedan “serán colocados en instituciones claves, especialmente en el sector público, donde pueden utilizar sus nuevos conocimientos y habilidades para influir en el cambio desde dentro”. ¿En qué consiste ese “cambio desde dentro”? ¿Ese cambio responde a los intereses del país o de los patrocinadores de World Learning?

Algunos piensan que no está mal ir, aprender y luego poner ese conocimiento en función de la Revolución y eso quizás estaría bien si se tratara de una persona conocedora de los planes subversivos contra Cuba, pero no para un grupo de adolescente. No puede sobrevivir una nación que no haga respetar su soberanía, y Cuba tiene todo el derecho a proteger las nuevas generaciones.

23 septiembre 2016 192 comentarios 1.011 vistas
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Los cambios y los cómo

por José Raúl Gallego Ramos 21 septiembre 2016
escrito por José Raúl Gallego Ramos

Hace unas semanas el Dr. Juan Triana comentaba en su columna de OnCuba la necesidad de eliminar trabas burocráticas para la aprobación de proyectos de inversión extranjera y las posibilidades de simplificar los mecanismos acompañando estas acciones con procesos abiertos y públicos de transparencia total.

Por esa fecha varios medios –ninguno de la prensa oficial cubana- publicaron que la Unión Eléctrica (UNE) de Cuba firmó un memorándum de entendimiento con la transnacional alemana Siemens para proyectos de generación, transmisión, y distribución de energía.

Al igual que muchos cubanos mis referencias sobre Siemens no pasaban de conocer algunos de sus productos y la imagen de su logo en las camisetas del Real Madrid durante varias temporadas de la era galáctica. Sin embargo bastó una pequeña búsqueda en internet para constatar que además de su amplia experiencia en el sector energético, cuenta también con un amplio historial de delitos de corrupción y sobornos para la obtención de contratos en países como Bangladesh, Venezuela, México, Rusia, Vietnam, Nigeria, China, España, Argentina e Israel. Y mi pensamiento volvió rápidamente sobre la advertencia de Triana.

En estas líneas no pretendo discutir las características del acuerdo entre Siemens y Cuba ni la integridad del mismo, puesto que no tengo la información para hacerlo. Lo que me interesa discutir realmente es por qué no tenemos la información para hacer estos análisis, por qué alguien en un buró determina que los cubanos no tienen que preocuparse por los acuerdos que firma su país y cuáles son las consecuencias de esta política para los ciudadanos y para el propio gobierno.

Constantemente desde el discurso oficial se insta, a los jóvenes principalmente, a tener los ojos abiertos, a estar atentos a las intenciones “del enemigo”, de “quienes pretenden dañar a la Revolución”… ¿y acaso las amenazas al proyecto sociopolítico cubano son solo externas? Por supuesto que no, lo reconoció hasta Fidel en la Universidad de la Habana el 17 de noviembre de 2005.

Y si alguien tiene dudas que haga memoria de la cantidad de ministros que han sido destituidos por casos de corrupción y ojalá pudiéramos tener acceso a la aún más larga lista de funcionarios que han abandonado el país con los bolsillos repletos o que han sido sobornados en el extranjero con comisiones por las compras de productos de pésima calidad que luego se pudren en las tiendas recaudadoras de divisas. Es difícil estar alerta cuando te tapan los ojos.

Un gobierno honesto es una primera garantía para evitar estas corruptelas, pero no es suficiente y la vida lo ha demostrado. No bastan con cien ojos, ni mil, sobre todo cuando esos ojos son los mismos que firman los contratos. Se necesitan contrapartes.

Tradicionalmente este papel le ha correspondido a la prensa, en su rol de “perro guardián” cumpliendo con la función de vigilancia del entorno. Sin embargo en Cuba, los medios de comunicación no juegan este papel, y no porque los periodistas no quieran, sino porque además de la excusa –hasta cierto punto real- de la persecución extraterritorial de las actividades económicas del país; la prensa, como señaló el decano Julio García Luis en su tesis doctoral, es un subsistema del sistema político, que es el que traza su política informativa y dentro de la cual no se encuentra la preocupación por estos temas. Una vez más, estamos ante el dilema de ser juez y parte.

Las pocas veces que los medios cubanos han informado sobre casos de corrupción (Los Shogunes del Cemento, el alcantarillado de Santiago de Cuba,) Es decir, que la prensa es disfuncional como sistema de alerta ante estos peligros para los ciudadanos y el propio gobierno.

Entonces, ¿de qué control social podemos hablar? El reciente Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030 recoge dentro sus objetivos específicos: “Fortalecer el sistema de control interno y externo, así como el control social, la prevención y el enfrentamiento a la corrupción, el delito, las indisciplinas sociales y administrativas, el acceso a la información de la administración pública, con el propósito de garantizar la rendición de cuentas y la calidad y eficacia de las políticas públicas.” (p. 19).

Pero cómo hacer que esto pase de la retórica a la práctica, si ni siquiera los periodistas de los medios de comunicación oficiales tienen la posibilidad de un acceso abierto a las fuentes, a la información pública que no está protegida por el Decreto Ley 199 Sobre la Seguridad y Protección de la Información Oficial.

Los funcionarios se dan el lujo de rechazar una y otra vez a los periodistas porque saben que no serán expuestos públicamente por tal conducta; e incluso, hay más de una historia de colegas que han sido declarados “personas no gratas” en determinados ministerios debido a la realización de algún trabajo incómodo. Los problemas de la prensa cubana son estructurales y no se van a resolver ni con discursos, ni con congresos, ni con resoluciones que no se controlan.

Desde hace más de una década “se” dice que “se” (y remarco el impersonal) trabaja en una Ley de Prensa, Información y Comunicación. Hasta el momento se viene haciendo con muy poca información, muy poca comunicación y muy poca prensa, así que tengo serias dudas de cuáles van a ser sus resultados.

No obstante, esperaría que dicha ley no solo reconozca el derecho de cualquier ciudadano –periodista o no- de acceder a la información que indique cómo se manejan los recursos que genera con su trabajo –porque todos los cubanos pagamos impuestos, que vienen incluidos en nuestro salario-, sino que también implemente las vías para hacerlo de manera efectiva. Y no se trata solo de conocer los resultados, se trata de transparencia en todo el proceso, para poder actuar antes de que el daño esté hecho.

Los cambios a los que tiene que hacer frente Cuba para intentar reformar una economía seriamente deformada en medio de contextos internacionales complejos, no son para nada fáciles y no creo que nadie tenga la receta infalible del éxito. Es un proceso donde necesariamente se cometerán errores, a los cuales no hay que temerles siempre y cuando se tenga la disposición, la agilidad y la honestidad para rectificar a tiempo. Pero eso no puede ser una responsabilidad que se delegue en unos pocos.

El país cuenta con una cantidad enorme de profesionales altamente calificados en las más disímiles materias que pueden contribuir con sus conocimientos y su honestidad al ejercicio del pretendido control social. Tal vez hoy esto pueda parecer utópico pero todo es cuestión de práctica y de que existan realmente las condiciones –que hoy no están- para que las personas tomen partido y se preocupen por los destinos de su país, más allá de lo que pueden hacer en una rendición de cuentas local o en la discusión de un documento en un núcleo del Partido.

Más que los cambios que se están haciendo y deben hacerse en la política cubana, me preocupan sobre todo los cómo. Cualquier transformación realizada desde oficinas aisladas al escrutinio público o sin la participación ciudadana real, corre el riesgo de caer en desviaciones; y sin un control social efectivo es muy fácil que perdamos, incluso sin darnos cuenta, las cosas buenas que hemos logrado.

21 septiembre 2016 65 comentarios 451 vistas
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Cuando Bonifacio Byrne le pida a Nicolás Guillén recitar “Tengo”

por Consejo Editorial 7 septiembre 2015
escrito por Consejo Editorial

relaciones_cuba_estados_unidosPor: René Fidel González García

 Estaba en Santiago de Cuba cuando se produjo el anuncio del 17 de diciembre del 2014. Ya para las 9.00 de la mañana a la ciudad se la estaba tomando una marea humana que dislocó su vida cotidiana sorprendiendo de paso a las autoridades que nada tuvieron que ver con aquel despliegue.

De hecho, los titulares de la Universidad de Oriente, del Gobierno y el Partido de la Provincia, estaban en ese momento en una de las brevísimas sesiones de la Asamblea Nacional.

No se me olvidará nunca la cara de asombro de dos motorizados de la policía que se antepusieron estruendosamente a la marcha que salida de la Universidad de Oriente, había interrumpido y congestionado por kilómetros el tráfico de una de las principales arterias de la ciudad ¨¿quién manda aquí?¨ – preguntó uno de ellos con un gesto hosco. ¨El pueblo, ¿no lo ven?¨. ¨Ábrannos pasó, hay que despertar a la ciudad¨, les dijo un profesor que se hizo oír en medio del estruendo de una conga que se aferraba al asfalto al ritmo de un coro áspero y pegajoso. Los motorizados obedecieron.

La marcha iba a ratos precedida por una antigua profesora de biología de preuniversitario que ahora, elegantemente vestida y extraviada en las brumas de una senilidad anticipada, gritaba de vez en vez consignas contra los yanquis que eran coreadas risueñamente por los más jóvenes cuando aquella mujer llenaba los pausas de la conga con sus gritos.

El coro conguero más popular de la jornada decía: ¨Obama ya me los diste, ahora quita el bloqueo¨. Hacía referencia a Hernández y a Labañino, que intercambiados sigilosamente esa madrugada eran el motivo de la alegría popular, para enseguida exigirle al Presidente Obama el fin del bloqueo.

Ese día, por lo menos en Santiago de Cuba, aunque la televisión nacional no lo reportase, fueron miles las personas que se abrazaron, lloraron,aplaudieron y se quedaron afónicas en lo que alguien, metafóricamente, llamó ¨incendiar la ciudad¨, y de alguna forma, y éste es un dato importante, muchos se redescubrieron, por un instante, como poder.

Un compañero, cuando aquella multitud se negaba a disolverse en los accesos del centro de la ciudad después de una cantada de himno nacional que a más de uno le pareció la más auténtica de todas en las que había participado, contó en uno de los grupos confusos de conocidos y desconocidos que se arracimaban en el Parque Céspedes, que alguna vez había visto a un cubano en la Calle 8 de Miami enarbolando muy sereno un cartel en el que pintado a mano aparecía el mapa de Cuba bajo la leyenda de Havamiami. Un joven que escuchaba preguntó, sin que pareciera venir al caso: ¨¿entonces ya somos amigos?¨

Hoy empezando el día, escuchando a un taxista que comentaba sobre la apertura de las embajadas, he pensado que muy probablemente de estar vivo, Philip Bonsal, que llegado en 1926 como empleado de la Cuban Telephone Company haría su debut diplomático en 1938 ya como un consumado conocedor de la psicología política cubana, tan solo para ser el último embajador estadounidense en Cuba antes de la ruptura de las relaciones entre ambos países, hubiese rumiado irónicamente a sus colegas, que más que con un gobierno revolucionario habían estado lidiado durante cincuenta años con un grupo de hombres nacidos para la conspiración.

Ya en la noche, he descubierto en mi buzón de correo el mensaje de un proyecto desarrollado por un grupo de valiosos intelectuales cubanos en el que ellos se comprometían por trabajar por el desarrollo de relaciones bilaterales positivas. ¿Me habré perdido de algo?

Aunque es indudable que la inflexión de la antigua política norteamericana es sobre todo un resultado de la ética de la resistencia de la población cubana y de la tozudez de una dirección política que ha apostado durante más de medio siglo por alcanzar el actual escenario, no hay que perder de vista algunas cuestiones.

El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países y el fin del bloqueo por el que trabaja el gobierno cubano y grupos de intereses económicos de los Estados Unidos nos retrotraen de muchas formas también a la especie de parque jurásico en que se convirtieron, por lo abrupto de la ruptura, las relaciones económicas históricamente sostenidas entre ambos países. No hay que olvidar que fue precisamente el intentar cambiar esas relaciones en los primeros meses de 1959 lo que disparó el conflicto.

Detenido en el tiempo, ese nudo de contradicciones irresuelto permanece vital, ahora con el pesado lastre de más de medio siglo de enfrentamiento militar y económico, su profunda huella de deformación de nuestra economía, y nuestras propias contradicciones y yerros.

Más allá de la inmediata oxigenación de la economía cubana que supondría el fin del bloqueo, sobre todo en lo relativo al comercio y el acceso a fuentes de financiamiento internacional, las antiguas metas de independencia económica del país se mantienen intactas en el planteo de lo que serán las futuras relaciones con los Estados Unidos.

Bastaría revisitar el cuerpo de ideas de Guiteras, Jacinto Torras, Ramiro Guerra, Carlos Rafael Rodríguez, o el propio Fidel Castro, y el cada día más subversivo y desafiante Guevara, por sólo citar una parte del pensamiento crítico que definió la ausencia de soberanía económica como condición genitora de la neocolonia, y se tendría un inventario completo – también absolutamente actualizable – de los mecanismos por los que se lograba y afianzaba dicha dominación, tanto como de parte de los problemas que enfrentaríamos nuevamente como país subdesarrollado que somos en las relaciones con los Estados Unidos, ésta vez en un contexto mundial caracterizado por la emergencia de bloques regionales y una economía cada vez más financiera.

Si en el pasado parte de este pensamiento fue insuficiente para evitar que muchas de esas estructuras de dominación y dependencia se reprodujesen en las relaciones económicas sostenidas con la ex Unión Soviética, con más razón parece muy llamativo que la sociedad cubana se adentre en el restablecimiento de relaciones económicas con los Estados Unidos – ese es el principal contenido del fin del bloqueo – sin asumir y debatir públicamente el carácter político de las mismas, y sin definir una agenda ideológica que le permita sortear exitosamente, hasta donde le sea posible, ese enorme desafío pospuesto.

Tomando nota de las alucinaciones significantes, o las intenciones más o menos encubiertas, de algunos, que desde el gobierno o fuera de él intentan postular los modelos chino, vietnamita y últimamente el singapurense como posibles paradigmas para la nueva época que supone el restablecimiento de las relaciones con los Estados Unidos, no puedo evitar subrayar y advertir el alcance y peligrosidad de la visión caricaturesca y pueril del capitalismo que en el mejor de los casos, inculcó la vulgata seudomarxista en generaciones de dirigentes, economistas y de ciudadanos en general.

Valdría la pena, además, revisar los planes de estudio de las carreras de economía y contabilidad, entre otras, y la formación posgraduada, para descubrir desde cuándo y cuánto del pensamiento neoliberal más salvaje se ha infiltrado, travestido de modernidad y eficiencia, entre lo que pensamos hoy y aquella antigua ingenuidad dogmática de los manuales rusos.

Es imposible ignorar, por otro lado, que el haber resistido estoicamente el duro castigo que sobre la población cubana recayó por defender y sostener un proyecto político que hizo de la justicia social y la igualdad su meta fundamental, no impidió que, desquiciado por años de una muy escasa capacidad adquisitiva de alimentos y otros productos y servicios, sectores muy importantes – acaso todos – acabaran siendo unos consumidores potenciales extraordinariamente intensos e ingenuos, preparados, como probablemente habrán soñado alguna vez los gurúes del marketing, para aceptar el mercado.

No hay que ser discípulo de Marx para comprender perfectamente que el capitalismo no produce la pobreza como un subproducto. Cuba es, aunque apenas explorado y cubierto, un mercado relativamente pequeño de consumo. Cubierta esa expectativa inmediata que ahora fascina a la mayoría de los inversionistas, caerán sobre la enorme y puede que excepcional riqueza acumulada aquí en materia de desarrollo humano y profesional, saqueándola hasta agotarla y descarrilar su papel como factor de desarrollo interno, si no se le impide a tiempo.

En medio de lo banal que pueden parecer estas cuestiones para el país oscuro que tratará de alzarse sobre el país profundo uno puede preguntarse: ¿Habrá llegado la hora de empezar a levantar un monumento a esos símbolos de la resistencia cubana que son el fongo y al picadillo de soja? Para sorpresa de muchos lectores, en el caso del segundo, cientos de miles de cubanos le buscan aún como una fuente principalísima y crucial de proteínas de su dieta semanal. Otros ni se enteran de su existencia. Puede que en el fondo todo se trate de eso. Es un dato importante: el otro existe.

El agosto pasado fletó la bandera estadounidense sobre su antigua embajada en una ceremonia solemne – histórica, dirán prosaicamente algunos periodistas – al trasmitirla por la televisión cubana, la CNN y Telesur. En toda Cuba, esa mañana como hasta hoy, se izó con orgullo la bandera nacional hasta lo más alto del mástil para luego ser arriada unos centímetros. Quedará por delante la entrega del territorio ocupado de Guantánamo y el fin del bloqueo con los enormes y variados desafíos que para el país entraña.

Estoy seguro que allá donde estén, Bonifacio Byrne de seguro seguirá sospechando del pabellón ajeno, y quizás le pida a Nicolás Guillén recitar su hoy ya casi olvidado Tengo. Ese olvido, es también un dato importante.

7 septiembre 2015 33 comentarios 364 vistas
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Cuba: qué puede cambiar

por Consejo Editorial 7 enero 2015
escrito por Consejo Editorial

Por: Roberto G. Peralo (roberto.peralo@umcc.cu) Twitter: (@RobertoPeralo)

El gobierno cubano venía reiterando desde hace varios años su voluntad de resolver el conflicto bilateral con EEUU a través del diálogo. Finalmente Obama, de forma muy audaz, hizo todo lo que se le está permitido hacer como presidente de los EEUU para iniciar un acercamiento entre los dos países. Pudo haber anunciado y aplicado paulatinamente esas medidas; sin embargo decidió ejecutarlas todas de inmediato.

Mis primeros sentimientos fueron de optimismo pero no dejo de tener mis preocupaciones. Un grupo de personas que aún conservan poder e influencia en el gobierno de los EEUU, han declarado que harán todo lo que está a su alcance para impedir estos acuerdos.

El gobierno cubano tiene sobre la mesa un grupo de medidas que de aplicarlas, contribuirían a consolidar lo hasta ahora logrado y facilitaría el complicado camino que deben transitar dichas negociaciones. Estamos conscientes de que la administración Obama tendrá que enfrentar una presión muy fuerte para poder restablecer plenamente las relaciones con Cuba. Nos toca ahora ayudar esa voluntad.

Entre los cambios que anunció Obama está incrementar las categorías de viajeros que pueden ir a Cuba sin solicitar antes un permiso del departamento. Las nuevas medidas retirarían algunas restricciones en 12 categorías. Aunque, todavía se prohíbe el turismo ordinario porque los servicios de turismo y sectores relacionados involucran fundamentalmente a empresas estatales y empresas de capital mixto.

Si el objetivo de la medida es no beneficiar al gobierno cubano, y el espíritu de Obama es ayudar a los nuevos empresarios cubanos, el gobierno cubano pudiera permitir a las agencias de viajes crear productos turísticos exclusivos para los norteamericanos, que sea solamente gestionado por cuentapropistas. La transportación, el alojamiento, la recreación y la alimentación pudieran ser a través de negocios particulares. Así eliminaríamos los pretextos que esgrimen para dificultar los viajes de norteamericanos a Cuba. Y más ciudadanos de ese país puedan vivir de cerca la realidad de nuestro pueblo.

Uno de los temas más complejos es solucionar las compensaciones a los norteamericanos que fueron afectados por el proceso de nacionalización. La nacionalización es un acto jurídico reconocido por el derecho internacional. Según noticias leídas, el Congreso de Estados Unidos demandó en 1964 a una agencia del Departamento de Justicia que determinase la validez y el valor de las compensaciones solicitadas por empresas estadounidenses. El proceso, que llevó 6 años, se cerró con el reconocimiento de casi 6,000 reclamaciones por un valor total de 1,800 millones de dólares, que por los intereses habrían aumentado ya hasta los 7,000 millones.

Siempre existió voluntad del gobierno cubano de pagar dichas afectaciones, siempre y cuando el origen de ese patrimonio haya sido legal y legítimo. Lo demostró con el resto de los capitales foráneos que operaban en Cuba. Fue el gobierno de los EEUU el que impidió que sus ciudadanos cobraran sus indemnizaciones. Si las 6000 reclamaciones se encuentran dentro del patrimonio que Cuba reconoció como legítimo, creo justo reconocer como deuda los 1,800 millones de dólares. No así el incremento hasta los 7000 millones que se le acreditan al interés, esa es una responsabilidad que debe de asumir el gobierno norteamericano.

Hoy Cuba no está en condiciones de pagar esa deuda, pero sí cuenta con una Ley de Inversión Extranjera muy atractiva para los inversionistas norteamericanos. Ajustándose a lo legislado el gobierno cubano pudiera, de forma paralela a las conversaciones, ir negociando individualmente con cada una de estos empresarios y proponerle negocios que sean ventajosos para las dos partes y paulatinamente ir saldando dicha deuda. Se llevarían a vía de hecho cuando sea legal el comercio entre los dos países.

Es público el creciente interés de los inversionistas norteamericanos por realizar negocios en Cuba. Por cada inversionista o empresario estadounidense que aprobemos futuras inversiones, Obama contará con un fiel militante que lo apoyará a en su cruzada por restablecer las relaciones con Cuba.

Una medida que estimularía mucho más las inversiones norteamericanas es eliminar el impuesto que tiene el dólar estadounidense. Sería también recíproco a la medida tomada por Obama de incrementar el límite de las remesas que se pueden enviar a los familiares en Cuba. Esta medida incrementaría el consumo de una parte importante de los cubanos, elevando su calidad de vida y estimularía el crecimiento económico y la productividad en sectores económicos de bienes y servicios.

Las telecomunicaciones es otro sector muy sensible en las relaciones de ambos países. Cuba pudiera reducir las altas tarifas a las llamadas telefónicas en la medida que EEUU garantice seguridad a los ingresos que se perciben por estos servicios. No tengo toda la información para ser absoluto, pero me han comentado que son los servicios más caros del mundo.

Estas son algunas medidas que pudiera aplicar el gobierno cubano de las cuales en ninguno de los casos estaríamos renunciando a uno solo de nuestros principios. Se estarían forjando intereses económicos y políticos entre las dos naciones. Así Cuba pondría otro granito de arena para ayudar a despejar el camino que ambos países debemos transitar para acabar de una vez y por toda con 50 años de sufrimiento para ambos pueblos.

7 enero 2015 79 comentarios 311 vistas
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Las posibles alternativas de Cuba

por Consejo Editorial 18 agosto 2014
escrito por Consejo Editorial

alternativa-cubaPor: Harold Cárdenas Lema (haroldcardenaslema@gmail.com)

La incertidumbre es la palabra del momento en mi país. Ya no son los tiempos de antaño en que la lucha contra la colonia, gobiernos corruptos y enemigos foráneos, dibujaban la clásica lucha entre el bien y el mal. Mi generación heredará los matices de un laberinto lleno de disfuncionalidades, donde las esencias a salvar parecen perderse entre las necesidades materiales y muchos prefieren marcharse por no encontrar posibilidades para un futuro, una alternativa viable.

¿Abrazarían los cubanos nuevamente la alternativa capitalista? Definitivamente. El día que la inercia social y el descontento sean lo suficientemente altos, con tal de que cambie algo, no dudo que un segmento amplio de la población apoye algún camino que nos separe de la Revolución. Triste desenlace para más de cinco décadas de resistencia nacional pero las medidas de los últimos tiempos, buscando sacar adelante nuestra maltrecha economía, podrían terminar saboteando por entero el sistema político imperante y creando condiciones para un futuro capitalista. Tampoco hace gracia entregarle de esta forma las riendas de la nación a una caricatura de oposición nacional que carece de programa político serio salvo la subordinación a intereses foráneos.

Otra alternativa sería entregarle el país a un segmento de la burocracia nacional que apoya el actual proceso de cambios, pero puede estar interesado en cambiarlo todo precisamente para que no cambie nada, ese segmento preciso que puede convertirse en la nueva clase. Triste haber enfrentado medio siglo de gobiernos corruptos en la República para terminar en manos de algo semejante disfrazado con ropajes de izquierda. Lo peor de todo es que en este grupo podría mezclarse con los ingenuos conservadores de izquierda, que manteniendo el estado de las cosas inmóvil creen que están salvando la Revolución, mientras la condenan a la inercia.

Una tercera alternativa podría preservar las esencias del proyecto político cubano y romper con las medias tintas. Asumir que cualquier actualización del modelo cubano, no solo puede ser económica sino política también. Visibilizar la gestión de los dirigentes del país en busca de un mayor consenso y protección contra casos de corrupción o simple incapacidad. Mejorar la comunicación entre el Estado y el pueblo, que no se trata solo de representar los intereses populares sino también rendir cuenta ante este sistemáticamente. Y podría seguir enumerando una lista interminable de mecanismos y métodos de dirección que son más participativos, más democráticos y por ende más socialistas.

Estas son algunas de nuestras alternativas posibles El primer escenario peca de aspirar a la destrucción de todo lo construido por la Revolución Cubana, de entregar el presente y futuro del país a segmentos que han luchado poco por él y no ofrece garantías de mejoría alguna que no sea la del cambio. El segundo representa lo peor logrado por lo modelos socialistas del siglo XX, sus enfermedades infantiles que aún no superamos con el paso del tiempo. Mi opción personal sería el tercer camino, que no rompe con el actual proceso de cambios que ocurre en Cuba sino que sería más bien su mejor resultado, no obstante para que se logre es necesario un nivel de reconocimiento de los problemas actuales y de voluntad política que no estoy seguro tengamos aún.

El país debe cambiar si quiere encontrar una alternativa que lo saque de su crisis permanente, si no ocurre esto pronto, quien más sufrirá será el sueño de crear un proyecto socialista viable. Una de las mayores tragedias del siglo XX ha sido el constante asedio que han sufrido los proyectos de izquierda, a los que se les reclama su ineficiencia luego de ser saboteados. Dicho esto, el bloqueo externo (y real) que sufre el país, debe dejar de ser pretexto para justificar la mala administración y la pobre planificación de nuestros pocos recursos.

Lamentablemente en Cuba las formas de hacer política no maduraron con el tiempo, se quedaron varias décadas atrás mientras el mundo y el país cambiaron constantemente. Es como dice una canción cubana: “las nostalgias no valen para hacer hechizos”. Ya el tiempo va tocando a nuestra puerta dejando claro que si no encontramos el camino rápido que nos saque de la incertidumbre, se va todo al diablo y nos toca hacer tabula rasa con una economía de mercado.

Ahora: ¿cuál es el papel del ciudadano en apoyo a la mejor alternativa? A través de la reflexión y el pensamiento crítico, tenemos que sacar a la sociedad civil de la marginación y el recelo al que la hemos condenado para convertirla en arma al servicio del proyecto nacional, al servicio de la opinión pública. Si se logra fortalecer una participación popular que rompa la apatía y la ignorancia política predominantes, podremos influir activamente en la gestión estatal y regularla. No temo a la socialización de la información y la toma de decisiones, la inteligencia colectiva siempre será superior a la de unos pocos. Este debe ser el camino a seguir, porque alternativas, no tenemos muchas.

Publicado en: El Toque

18 agosto 2014 114 comentarios 214 vistas
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Cuba: ¿tiempo para una nueva Constitución?

por Consejo Editorial 3 junio 2014
escrito por Consejo Editorial

portada_constitucion_cubaPor: Harold Cárdenas Lema (harold.cardenas@umcc.cu)

En el profundo proceso de cambios que vive Cuba la Constitución se ha vuelto cada vez más obsoleta, se hace necesario sustituirla por una nueva que sea adecuada no solo en su contenido sino también en  la forma que se elabore. Pero… ¿acaso somos una sociedad empoderada, horizontal y participativa para lograr esto? Hoy hablaremos sobre el cambio de la Constitución cubana y los desafíos que esto implica.

En mi país para nadie es un secreto que muchos cubanos nos hemos conformado con vivir al margen de la Constitución, es una contradicción real que con el alto nivel de instrucción existente en el país, sepamos menos de derechos y deberes que otros pueblos de la región con menor escolaridad. Buscando superar esto, en los últimos tiempos se escucha cada vez con mayor atención un llamado a cambiar la Constitución de la República de Cuba y lograr también así un empoderamiento sociopolítico que todavía no existe.

La pregunta que pudiéramos hacernos los cubanos es: ¿lo hacemos mediante asamblea constituyente o reforma constitucional? En realidad lo importante no es que sea de una u otra forma sino que en cualquiera de estos casos se cuente con la participación ciudadana desde el inicio hasta el final de la misma.

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3 junio 2014 96 comentarios 224 vistas
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Variables que pueden influir en un cambio de política de EE.UU. hacia Cuba

por Consejo Editorial 2 junio 2014
escrito por Consejo Editorial

Por: Jesús Arboleya

LA HABANA. Aunque usualmente es considerada una excepcionalidad, la política de Estados Unidos hacia Cuba, tanto en sus objetivos como en muchos de sus métodos, no ha sido muy distinta a la aplicada por ese país ante cualquier proceso que haya cuestionado su dominio. La diferencia radica en que, hasta ahora, solo Cuba ha podido sobrevivir a estas presiones por más de medio siglo.

Desde la época de Eisenhower, los gobernantes norteamericanos han actuado bajo la premisa de que el régimen cubano resulta “incompatible” con los intereses de Estados Unidos, por lo que el objetivo ha sido destruirlo a toda costa. Más allá de otras consideraciones, Cuba se ha convertido en una “obsesión” de la política estadounidense, característica ajena al “pragmatismo” atribuido como virtud propia de los políticos de esa nación.

Dentro del contexto de la guerra fría, la excusa fue la amenaza que representaba la alianza de Cuba con la Unión Soviética. Pero desaparecido ese entorno y fracasado el intento de incluirla en la hecatombe, el problema cubano emergió como parte de los procesos políticos que están teniendo lugar en América Latina, donde de manera unánime se exige la reintegración de Cuba al concierto político continental.

La política de Estados Unidos no ha sido

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2 junio 2014 26 comentarios 196 vistas
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