A 50 años del sangriento golpe de Estado a Salvador Allende, aquellos días de violencia siguen en la memoria de los chilenos. El 11 de septiembre de 1973, el Comandante en Jefe del Ejército, el traidor Augusto Pinochet Ugarte, daría el golpe más duro que ha enfrentado la democracia chilena en su historia.
Desde varios años antes, con ayuda de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el entonces presidente norteamericano Richard Nixon, medios de comunicación contrarios al gobierno como El Mercurio y algunos sectores de la sociedad civil como el gremio de camioneros, se realizaba una verdadera campaña de terror contra el presidente electo democráticamente, incluso antes de que tomara posesión. Esto permitió no solamente organizar a los sectores más reaccionarios bajo la bandera del golpismo, sino también legitimar una de las más cruentas dictaduras que han existido en América Latina y el nefasto sistema económico que nació con ella: el llamado neoliberalismo.
La Operación Cóndor es una herida aún abierta y punzante para muchísimos chilenos. Bajo la dictadura pinochetista aumentaron la pobreza y la desigualdad, y aunque a través de redes y medios suele repetirse que con Pinochet Chile se convirtió en un país más rico, los datos indican lo contrario. Para el final de la dictadura, el país era más pobre que al inicio.
A eso debe añadirse que las cifras de víctimas directas del terrorismo de Estado se cuentan en miles. Gracias al trabajo de las Comisiones de Verdad, se ha logrado oficializar la cifra de 40 175 víctimas entre ejecutados, detenidos, desaparecidos y víctimas de prisión política y tortura. Más de 20 000 niños fueron arrebatados de sus madres y vendidos a personas en el extranjero.
Sin embargo, el pinochetismo está muy vivo. El negacionismo de la dictadura es común entre las fuerzas reaccionarias de la política chilena. Recientemente, el presidente Gabriel Boric, los expresidentes Ricardo Lagos, Eduardo Frei Ruiz, Sebastián Piñera y la expresidenta Michelle Bachelet han firmado de forma conjunta el documento «Por la democracia, siempre», en el que se condena el golpe y se reivindica la democracia. Mientras, los líderes de la derecha se han opuesto a cualquier posibilidad de expresar su rechazo al golpe.
Las similitudes y alianzas que se crean hoy entre las diferentes fuerzas políticas de ultraderecha a nivel mundial, comienzan a tener cierto tufo a primera mitad de siglo XX, por la mayoría de Estados democráticos del mundo, e inclina la correlación de fuerzas políticas hacia la derecha.
Ejemplos como el de El Mercurio dejan en evidencia el tremendo poder que tienen los medios para destruir la democracia, un poder que solamente ha ido creciendo con el paso del tiempo. Documentos desclasificados por el Departamento de Estado de EEUU este año, demuestran el importante papel que jugó el medio en la creación de una campaña de desinformación contra el gobierno de Allende.
El ex gerente general y ex presidente del directorio de la empresa, Fernando Léniz, sería posteriormente ministro de Economía de Pinochet desde 1973 hasta 1975. El rol de El Mercurio como propagandista del pinochetismo no se detuvo con el restablecimiento de la democracia. Desde entonces, ha encabezado campañas políticas contra varios presidentes y proyectos progresistas, y ha servido de altavoz a la oligarquía chilena y la ultraderecha. Desde rememorar nazis hasta homenajear a Pinochet, en lo único que nunca falla es en actuar como un actor político más de las fuerzas reaccionarias de la sociedad.
Hoy, el trumpismo, el pinochetismo, el bolsonarismo y en general, la ultraderecha, comparten los mismos discursos, narrativas, visión del mundo e interés por reescribir la historia. En el caso cubano, el sector más reaccionario de la oposición, supuestos enemigos acérrimos de «la dictadura castro-comunista» —no se sabe bien si por dictadura o por comunista—, lanzan alabanzas al golpe de Estado del 73, esparcen fake news y afirman que Pinochet salvó a Chile. Parece ser que, para algunos, matar a más de 3 000 personas, torturar, desaparecer a otras miles y destruir la democracia, es preferible a un gobierno democrático y popular de izquierdas.
Y por si fuera poco, no falta el que habla de los crímenes que «habría cometido» el gobierno de Salvador Allende, de lo terrible que «habría sido» para Chile, de cómo «habría convertido» el país en una Cuba o Venezuela. Algunos, incluso, se atreven a decir que «sin Allende no hay Pinochet», en un intento descarado de trasladar la responsabilidad.
Nos quieren vender una historia donde lo que no pasó es peor que lo que pasó e incluso lo justifica. Nunca sabremos qué habría sido de Chile y América Latina con Allende. No nos dejaron saber. Pero sí sabemos lo que fue con Pinochet y no debemos permitir que se repita jamás. Y para eso es indispensable la memoria.
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3 comentarios
Me parecer adecuado repetir este comentario que deje en el artículo de Arturo Lopez Levy.
“Podemos dar fe de la importancia de defender las instituciones y del inaceptable costo que imponen las salidas autoritarias para la libertad de las personas, los derechos humanos y la convivencia social. A 50 años del golpe de Estado, podemos decir, con más convicción que nunca, que los problemas de la democracia nunca, jamás, pueden invocar la violencia, el quiebre de las instituciones y el exterminio de quienes piensan distinto”
– ISABEL ALLENDE, Senadora e hija de Salvador Allende. 9/11/2023
Repetido: “Podemos dar fe de la importancia de defender las instituciones y del inaceptable costo que imponen las salidas autoritarias para la libertad de las personas, los derechos humanos y la convivencia social…podemos decir, con más convicción que nunca, que los problemas de la democracia nunca, jamás, pueden invocar la violencia, el quiebre de las instituciones y el exterminio de quienes piensan distinto”.
Aplíquese a CUBA, año 64 de la dictadura más larga, más sangrienta, más destructiva en todos los ámbitos: social, económico, moral que ha padecido el continente americano, de norte a sur.
Chile y Cuba, tenían en 1958, similares datos en lo económico y lo social, incluso en algunos aspectos Cuba superaba a Chile.
Chile es un hoy, con todo y los defectos que pueda tener, un país democrático, con un estado de derecho e instituciones sólidas, y con un grado de desarrollo económico y de bienestar infinitamente superior al de nuestra Patria.
(Por cierto, señor De Armas, a usted parece que le va muy bien en Chile, me alegro mucho)
No digo más.
Hoy, septiembre de 2023, yo me asomo a mi ventana en Cuba y no sé si mi gobierno se parece más al de Allende o al de Pinochet. Todos los académicos me dicen que se impone un cambio, pero no me aclaran cómo. Las autoridades dicen que están perfeccionando el modelo, pero cada día debo apretarme más el cinto. Quisiera quejarme, pero la tele me recuerda que la “orden de combate” sigue estando dada.
Muy completo y bueno el análisis! Es una aberración defender el Pinochetismo! Tanta como defender el facismo que son hermanos gemelos! Excelente analisis!
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