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Democracia

Mecanismos de participación que garantizan el poder popular sobre la toma de decisiones políticas en función de una democracia saludable

Nomina

«El pueblo nomina». Elecciones en Cuba

por Rodolfo Alpízar Castillo 2 febrero 2023
escrito por Rodolfo Alpízar Castillo

Un comienzo esperanzador

En la mitad de los setenta del siglo pasado se inició en Cuba un proceso esperanzador: la sustitución de la provisionalidad institucional instaurada en enero de 1959. El gobierno revolucionario daría paso a otro elegido por el voto libre y secreto, se reinstalarían instituciones democráticas, como las elecciones y el parlamento, y el país pasaría a ser regido por normas legales amparadas por una constitución que sustituiría a la llamada Ley Fundamental, vigente desde febrero de aquel año.

(El hecho de que se proclamara la Ley Fundamental en 1959, y no se repusiera la Constitución de 1940, por la cual derramaron su sangre muchos cubanos, exige un análisis que escapa a las pretensiones del presente artículo).

Haciendo abstracción de razones que la justificaran o no, la extensa provisionalidad dejaba transformaciones necesarias, pero también, como saldo negativo, la pérdida de los hábitos democráticos y su sustitución por un mesianismo raigal, con el añadido de la siembra en el imaginario nacional de un todopoderoso, ubicuo e infalible Estado paternal que, cual dios supremo de una nueva religión única y verdadera, vela por el bienestar de todos, y cuyas decisiones son por naturaleza justas, sabias y las mejores posibles, padre infalible que no admite contradicción y castiga ejemplarmente a los discordantes.

Las consecuencias de tal provisionalidad/religiosidad fueron terribles en el campo económico por los abundantes disparates (Ofensiva Revolucionaria de 1968, Zafra de los Diez Millones, Cordón de La Habana, deforestación de oriente a occidente, intento de desecar la Ciénaga de Zapata…), pero analizar ese tema corresponde a los economistas. Solo deseo resaltar que el mesianismo y el aventurerismo económico cultivados en aquella provisionalidad fueron devastadores para la formación del sentimiento de ciudadanía.

El proceso de institucionalización era la esperanza de que el país se encaminara por la senda del desarrollo económico armónico y del renacer de la conciencia ciudadana.

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(Imagen: Las Razones de Cuba)

El proceso de institucionalización de los setenta

Uno de los líderes de la Revolución de los Claveles declaró en una entrevista, a fines del siglo XX, que la dirigencia cubana había echado a andar una experiencia de poder popular totalmente innovadora, pero después se había asustado con ella. Mientras más tiempo pasa más razón le doy.

La idea de que fueran los propios vecinos quienes propusieran y eligieran a sus dirigentes inmediatos y a sus representantes en los máximos órganos de poder del Estado, en elecciones bajo el control de comisiones también elegidas popularmente, todo ello sin la intervención del único partido existente, auguraba la posibilidad de una experiencia democrática verdaderamente novedosa. Dejaba atrás la representatividad multipartidista burguesa y desterraba el centralismo monopartidista estalinista. La existencia misma de un partido político podría llegar a ser innecesaria.

La consigna «El poder del pueblo, ese sí es poder» anunciaba el regreso de la democracia ateniense del ágora, ahora generalizada a todas las capas de la población. En el criterio de muchos, en ese sentido apuntaba la discusión popular de los principales documentos de la institucionalización.

La propaganda en un solo sentido, más la real necesidad de dotar al país de instituciones representativas, unidas al capital político acumulado por quienes habían derribado una dictadura, contribuían al respaldo mayoritario al nuevo proyecto e impedían escuchar las voces discordantes.

Algunos objetaron la dificultad que entraña el hecho de que quienes tomaron el poder mediante las armas dirigieran un proceso que los relevaría de la conducción del país, pero esos «agoreros de la mala suerte» no contaron con acceso a medios donde argumentar, y pocos pudieron oírlos. Los demás confiábamos en el buen criterio y el sentido democrático de los gobernantes.

Ilusionados (y sobre todo, ilusos, como veríamos después), muchos nos entusiasmamos y nos llenamos de orgullo porque nuestra patria sería la cuna de una nueva Utopía, real, posible, no la ficticia de Moro.

Se discutieron leyes y documentos, se aprobó una nueva Constitución, se realizaron las primeras elecciones para el poder popular, se constituyó la Asamblea Nacional… El gobierno revolucionario nacido de un enfrentamiento armado cedía el lugar al surgido de la institucionalización del país.

(Al respecto, siempre me llama la atención que las declaraciones del Ministerio de Relaciones Exteriores lleven el encabezamiento «El gobierno revolucionario de Cuba declara…», pues hace décadas ese gobierno revolucionario fue sustituido por otro surgido de las urnas).

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La nominación de «candidatos» a diputados de la Asamblea Nacional

Con independencia de las manipulaciones y otras deformaciones que cualquier sistema electoral presente, en mi criterio, lo más democrático siempre será que los ciudadanos mismos nominen los candidatos entre los cuales elegirán libremente a sus representantes, y no las cúpulas partidarias o de organizaciones o instituciones autorizadas por el Estado.

Soy un convencido de que ningún sistema partidista (mono-, bi-, tri- o multi-) es realmente democrático. Para mí, verdadera democracia solo existe si ella no se convierte en el modo de vida de los supuestos representantes de los electores, como ocurre en todas partes, incluido nuestro país. No sé cómo se podrá llegar a ello, pero considero que debe pasar por la nominación/elección libre de candidatos por la población, no por cúpulas partidarias o de «organizaciones de masa» que responden al partido que está en el poder, como ocurre entre nosotros, donde, para completar, solo se permite un partido.

En Cuba ocurre una curiosa contradicción entre la fórmula para elegir a los delegados de circunscripción y la aplicada para elegir a los diputados: Los candidatos a delegados de circunscripción son nominados por los propios electores, quienes después eligen, entre esos nominados, a sus representantes en la asamblea municipal. Ello permitió, por ejemplo, que mis vecinos me propusieran y me eligieran en otro tiempo. Es decir, el primer paso para la conformación del poder en el país es lo más democrático que se pueda pensar, al menos en teoría. (Durante mi mandato tuve variadas experiencias de lo positivo y lo negativo del sistema, pero ese es otro tema).

Ese proceso, sin embargo, sufre una transformación radical cuando se trata de los diputados a la Asamblea Nacional, «órgano supremo del poder del Estado» (Constitución vigente, artículo 102). La ley electoral impide a los ciudadanos la posibilidad de nominar a los candidatos a representarlos en ese órgano. Con ello borra, veo yo, la alegada superioridad frente a los sistemas electorales de otros países.

(Nota: Como lego que soy, también encuentro contradicción entre la afirmación del artículo 102 constitucional, que cito, y el artículo 5, pero esa no parece ser la opinión de los constitucionalistas cubanos que la elaboraron).

A pesar de lo afirmado por la propaganda, la preparación de la relación de candidatos a diputados en Cuba no se diferencia en esencia de cómo se hace en cualquier otro país en que existan votaciones. Digo «votaciones», y no «elecciones», por lo que explicaré en artículo posterior. De momento me detengo en el proceso de nominación, pues es el más invocado por los medios de difusión.

La propaganda oficial afirma que el sistema cubano es el más democrático existente porque en otros países los candidatos a parlamentarios son propuestos por las cúpulas partidistas, y en Cuba el partido (el único permitido) no postula, sino las «organizaciones de masa».

La afirmación es innegable. E inexacta.

Ante todo, no es cierto que todas las organizaciones postulan; postulan solo las reconocidas por el gobierno al frente del cual está el partido que, se afirma, no postula. Y ni siquiera están todas las reconocidas, solo las autorizadas para postular, cuya relación establece la ley electoral (artículos 180 al 188 de la ley 127 de 2019).

Tampoco son las bases de las organizaciones autorizadas por la ley quienes nominan. Nominan las cúpulas dirigentes de esas organizaciones (los «plenos» de las organizaciones, establece la ley), pues esas cúpulas, siempre según la ley, designan a quienes conformarán las comisiones electorales. Y esas comisiones nombradas por las cúpulas conforman la lista de nominados. O sea: Las comisiones electorales designadas por las cúpulas deciden los «candidatos» que, invariablemente, después resultan «elegidos».

¿Quiénes son esos nominados?

En primer lugar, quienes encabecen las organizaciones de masa autorizadas a nominar: secretarios generales de la CTC y la FMC, coordinador nacional de los CDR, presidentes de la ANAP, la FEU y la FEEM (curiosamente, la ley no menciona la UNEAC, pero quien sea su presidente siempre será nominado). A sus nombres se suman los de otros dirigentes principales de dichas organizaciones, y otros más mantenidos como reserva, por si en algún municipio los delegados objetan a alguien.

Finalmente, la nómina de «candidatos» se somete a la aprobación de los delegados en las asambleas municipales; estos pueden rechazar alguno(s) de los nombres propuestos, o todos (artículo 191), en votación a mano alzada (no secreta). En ese caso, la comisión presenta otra propuesta, a partir de la reserva elaborada previamente.

Según esto, los delegados (los únicos realmente elegidos en todo el proceso) no tienen derecho a realizar una contrapropuesta. Según la ley, el derecho a proponer corresponde solo a la comisión electoral. (Por cierto, la ley no estipula qué hacer si los delegados rechazan la nueva propuesta. No es olvido: Sus redactores dieron por sentado que nunca sucederá).

La candidatura aprobada en las asambleas municipales es, de hecho, la relación de los futuros diputados, pues el número de candidatos en nómina corresponde obligatoriamente al número de escaños correspondiente al municipio en la Asamblea Nacional (artículo 192). La posterior «elección popular», por tanto, es una formalidad: Una vez que están en la boleta, están «elegidos».

Llegados aquí es pertinente hacer una aclaración: Tampoco es exacto que sean las organizaciones autorizadas las únicas que designan candidatos/diputados:

La ley establece que la propia comisión nacional de candidatura hace propuestas de «candidatos» a partir de «los actuales diputados y otros ciudadanos en el pleno goce de sus derechos civiles y políticos» (artículo 180 c). Eso significa, ni más ni menos, que no son los ciudadanos, ni los delegados elegidos por ellos, quienes deciden qué diputados en funciones salen y quiénes permanecen en la Asamblea Nacional, sino la comisión nacional de candidaturas. (Comisión que, no olvidarlo, es designada por los mismos diputados en ejercicio).

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(Imagen: Asamblea Municipal del Poder Popular en Gibara)

En resumen

Los electores en Cuba no proponen candidatos a diputados: Los proponen las comisiones electorales en los diferentes niveles.

Las direcciones nacionales, provinciales y municipales de la CTC, los CDR, la FMC, la ANAP, la FEU y la FEEM, cuyos máximos dirigentes son diputados en ejercicio, designan a los integrantes de las comisiones electorales encargadas de proponer a los «candidatos» a diputados (artículo 153.1 de la ley).

La comisión electoral nacional decide qué diputados en funciones en cada período de mandato integran la candidatura para la siguiente legislatura y quiénes no. Entre los diputados que han de permanecer se cuentan, por ley no escrita, los máximos dirigentes de las organizaciones que las designaron (CTC, CDR, FMC, ANAP, FEU, FEEM), así como altos jefes militares, ministros y máximos dirigentes de algunas otras organizaciones (como la UNEAC y algunas denominaciones religiosas).

¿En qué aspecto es superior ese método de proponer candidatos al existente en otros países? En otras partes del mundo, las cúpulas de cada agrupación política (sea un partido o una conjunción de fuerzas) seleccionan entre sus miembros a quienes mejor respondan a sus intereses, realizan campañas electorales y los someten al escrutinio de la ciudadanía. En Cuba es diferente, pero la esencia es la misma, con la diferencia de que aquí las agrupaciones «no partidistas» que proponen, responden a los intereses de un único partido que, además, está en el poder.

El método es un poco más complicado tal vez, pero no es superior ni más democrático.

Otra diferencia nos recuerda la propaganda oficial: No se realizan campañas electorales para buscar el favor de los electores. Eso queda para un próximo artículo.

2 febrero 2023 33 comentarios 1,9K vistas
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diálogo

Diálogo entre Cuba y la Unión Europea reaviva el debate sobre las condenas del 11J

por Redacción 22 enero 2023
escrito por Redacción

Una revisión a las condenas de los manifestantes del 11 de julio y las repercusiones del nuevo Código Penal trascendieron como los puntos más relevantes de una reunión sostenida este miércoles por el ministro cubano de Justicia, Óscar Silvera, y varios embajadores de países de la Unión Europea (UE).

En la reunión, los diplomáticos extranjeros plantearon la necesidad de indultar a los condenados y, aunque el funcionario cubano afirmó que no existe la posibilidad legal de una amnistía en la Isla, tomó nota de la petición.

Por su parte, la agencia Prensa Latina calificó el encuentro a partir de un tuit de Silvera como “una conversación sincera, abierta, respetuosa y provechosa”, que forma parte del Acuerdo de Diálogo Político Cuba-UE, implementado desde 2017.

Hoy sostuvimos intercambio con los embajadores de los países de la Unión Europea como parte del Acuerdo de Diálogo Político Cuba-UE. Fue una conversación sincera, abierta, respetuosa y provechosa. Con nosotros viceministras y directores generales de @CubaMinjus @CubaMINREX pic.twitter.com/rtCcRXPQHg

— Oscar Silvera Martínez (@OscarCubaMinjus) January 19, 2023

La legislación cubana asume la amnistía como el perdón del delito; y el indulto, como el perdón de la condena. La primera afecta a colectivos y debe ser aprobada por la Asamblea Nacional del Poder Popular y el segundo incide sobre sujetos concretos y puede ser aprobada por el Presidente de la República.

Teniendo en cuenta la grave situación de vulnerabilidad social a la que estaban sometidos muchos de los condenados por los sucesos del 11J y en aras de construir un camino que permita la reconciliación nacional, La Joven Cuba apoya una amnistía para quienes ejercieron la protesta pacífica.

Asimismo, propone que se evalúe caso a caso la posibilidad de indulto para el resto, atendiendo a la gravedad del delito. En adición, insta a seguir trabajando por concretar avances en materia de derechos civiles en Cuba y el diálogo entre el gobierno cubano y sus pares internacionales.

22 enero 2023 21 comentarios 1,2K vistas
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Centrismo

El centrismo o la imposibilidad de la crítica desprejuiciada

por Observatorio sobre el Extremismo Político 17 enero 2023
escrito por Observatorio sobre el Extremismo Político

La polémica sobre el centrismo en Cuba, que se desarrolló a mediados de 2017, mantiene ecos y deudas en el contexto actual. En aquel entonces, intelectuales y actores de la sociedad civil, que abogaban por una mayor apertura económica y política en la Isla en medio del proceso de normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, fueron acusados de «centristas» por parte de defensores del discurso oficial.

Cinco años después, es posible advertir en lo ocurrido esos meses una antesala a procesos de profunda polarización política en la sociedad cubana y una de las arremetidas más violentas a nivel simbólico contra cualquier posibilidad de construir una nación más plural.

La controversia no fue espontánea, sino que respondió a una campaña mediática liderada por funcionarios del gobierno y del Partido. El término «centrismo» fue empleado en el discurso político y de la prensa estatal para desacreditar dichas voces ante la opinión pública.

El mayor legado de esos ataques fue contribuir a radicalizar políticamente proyectos y personas dentro de la sociedad civil, moviéndolos en algunos casos de posiciones moderadas a una postura antagónica con el Estado.

La campaña trascendió de blogs personales a medios estatales, en los que, como es usual, no se dio derecho a réplica a los acusados. La falta de espacios para el pluralismo en que devino la postura gubernamental, basada en acallar cualquier atisbo de disenso, no consiguió su propósito. Las propuestas de políticas públicas alternativas a las impulsadas por el gobierno cubano continuaron, sin embargo, el Estado limitó las posibilidades de que estas fueran discutidas a profundidad. Las fracturas provocadas durante esos meses fueron útiles a la narrativa confrontacional de cambio de régimen que desempolvaría la administración Trump.

El centrismo político como ideología

A pesar de los intentos por presentar el centrismo como un espacio oportunista y equidistante entre los polos políticos de izquierda y derecha, para el profesor argentino Ángel Rodríguez Kauth es imposible la existencia de un centro puro como espacio de convergencia de ideologías opuestas, pues «si uno de los puntos varía su posición, el centrista tiene que moverse inmediatamente». En la Cuba de 2017 no existía un centro, sino propuestas moderadas o críticas a las posturas de izquierda y derecha tradicional o al gobierno cubano y sus detractores.

Centrismo

Ángel Rodríguez Kauth

Kauth también argumenta el papel de la moderación en la política y su vínculo con las posturas asumidas como centristas: «…moderar es sinónimo de templar o mitigar. Tal acción de morigeración supone la existencia de una situación previa con características de radicalización. […] el moderado tiene que definirse con un programa concreto y sustantivo y, en tal caso, automáticamente se situará a la izquierda o la derecha de otras formaciones próximas, con lo que el declarado centrismo se volatiliza, se esfuma».

Si se admite como válida la lógica antes mencionada, el debate necesitaría incluir qué entender como izquierdas o derechas. Sobre la diversificación de estos polos, el investigador cubano Julio César Guanche polemizó:

«Como ha sido empleado en este debate, el concepto de “centrismo” es muy difícil de encontrar en el debate político en cualquier parte del mundo. La razón es simple: es difícil aceptar que en Cuba, o en cualquier otra parte del planeta, un espectro político pueda reducirse, si se mira a una sociedad real, a una oposición entre dos únicos polos, entre una sola y unívoca derecha y una única y unánime izquierda, como no es el mismo socialismo el que defienden los socialistas, que son una gran familia de tradiciones cercanas entre sí de amigos y “enemigos” fraternos, como los anarquistas, los anarcosindicalistas, los autonomistas, los consejistas, los autogestionarios, los socialistas democráticos, los socialdemócratas, los comunistas, etc.».

Dicha contienda en Cuba, lejos de abordar un debate conceptual crítico sobre qué es el centrismo, se redujo a utilizar la etiqueta de forma arbitraria contra actores que cuestionaban políticas del Estado cubano o su estructura, y hacían propuestas de superación; las cuales se movieron en un amplio espectro político que fue simplificado y reducido a «derecha disfrazada».

«Centrismo» en Cuba

En el contexto de normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos impulsada  por los expresidentes Barack Obama y Raúl Castro, las visibles muestras de agotamiento del modelo socioeconómico en Cuba y la incipiente entrada del Internet; emergieron actores y proyectos que hacían críticas a las políticas públicas y/o proponían transformaciones.

Las principales demandas apuntaban a la economía —dinamización del sector estatal y desarrollo del sector privado y cooperativo—, transparencia en la gestión pública —que incluía la necesidad de publicación de datos  estadísticos—, pero también se enfilaban en la necesidad de la ampliación de los espacios de participación política para que estos contemplaran más el disenso, así como la transformación del sistema de comunicación social.

Aunque años más tarde algunas de estas demandas  serían discutidas en espacios oficiales e incluso implementadas, la respuesta en aquel momento de un grupo de periodistas, funcionarios y otras figuras públicas, fue tildar a estos actores críticos de «centristas». Los ideólogos de la campaña insistieron en que se pretendía:

  • Corromper el pensamiento crítico de la intelectualidad que apoyaba el  socialismo en Cuba.
  • Manipular insatisfacciones con el funcionamiento del sistema político.
  • Atraer a Cuba hacia la derecha y ser caballo de Troya del capitalismo.
  • Dividir a los militantes de izquierda.
  • Limitar el poder del Partido Comunista.
  • Imponer una falsa pluralidad.
  • Desideologizar a la sociedad cubana y reconducirla hacia una ideología conservadora.
  • Tergiversar situaciones, hechos históricos y conductas.
  • Provocar un «golpe suave» o «guerra de tercera generación».
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Cuba Posible fue una de las plataformas acusadas de centrista.

La querella tuvo lugar principalmente en el ciberespacio —medios estatales y no estatales, blogs y perfiles en Facebook—, en una era en la que Internet aún no estaba masificado en Cuba. Este factor, unido a la naturaleza intelectual del debate, limitó la discusión a personas vinculadas a la política o las ciencias sociales y humanísticas, en detrimento de lo que pudieran aportar otros sectores.

Entre los acusados de «centristas» figuraron periodistas e intelectuales de diversas posturas ideológicas como Fernando Ravsberg, Harold Cárdenas, Roberto Veiga, Lenier González, Pavel Vidal, María Isabel Alfonso, Arturo López-Levy, Silvio Rodríguez, Aurelio Alonso, Humberto Pérez, Julio César Guanche, Julio Antonio Fernández Estrada, Omar Everleny, Pedro Monreal, Carlos Alzugaray, Carlos Lage Codorniú y Jesús Arboleya.

Varios de los textos «contra el centrismo» fueron compilados en el libro Centrismo en Cuba, otra vuelta de tuerca al capitalismo, del periodista Manuel Henríquez Lagarde,  quien en su prólogo advierte cómo los abanderados de dicha corriente «…ofrecen fórmulas para replantear el socialismo desde nuevos paradigmas políticos y filosóficos (multipartidismo, reformas constitucionales y democráticas, sistema electoral, papel de vanguardia del PCC). […] Critican y atacan a la gestión de las instituciones revolucionarias, especialmente del Estado, el gobierno y las organizaciones políticas y marcan un distanciamiento de lo oficial para generar estereotipos negativos sobre estos en los públicos previstos».

Uno de los proyectos acusados, la plataforma Cuba Posible, publicó una compilación más plural del debate titulada ¿«Centrismo» o ejercicio de la libertad ciudadana en Cuba? que, a diferencia de la antes citada, recoge tanto las acusaciones como las respuestas. 

Una de ellas es la de la intelectual Zaida Capote, quien escribió: «Se ha desatado una campaña mediática para tildar insistentemente de “centristas” a intelectuales cubanos que, víctimas de la penetración cultural, la labor de zapa de la CIA o de sus propias ambiciones […], han expresado últimamente alguna crítica a la labor del gobierno o cualquier preocupación por el futuro de Cuba en términos ajenos a los de Granma o el Noticiero Nacional de Televisión».

En la mayoría de los textos publicados «contra el centrismo» no se reconoce la diversidad de posturas existentes entre las figuras acusadas, que también era resultado de un momento sociopolítico de transformaciones y relevo de la generación histórica de la Revolución. En lugar de aportar de forma respetuosa al debate social, se apostó por la generalización y simplificación de actores críticos, el ajuste de cuentas personales y la utilización de medios que deberían ser públicos —por tanto, al servicio de la ciudadanía—, para defender las narrativas oficiales más conservadoras y silenciar al resto.

La campaña contra el centrismo, además de la visibilización de actores con un pensamiento dogmático y ortodoxo, también escondió una pugna interna entre sectores afines al Estado cubano que apoyaban las transformaciones que estaban ocurriendo y la normalización de relaciones con Estados Unidos y otros que eran partidarios de una postura más conservadora.

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Zaida Capote (Foto: Consejería Cultural. Embajada de España en Cuba)

***

El debate sobre el centrismo en Cuba no ha muerto. La sociedad insular sigue generando cada vez más actores críticos que reclaman transformaciones en las políticas públicas desde diversos enfoques, a pesar de que los antiguos ideólogos de la campaña, sumado a otros que emergieron después, los tilden de falsos progresistas o sigan repitiendo la narrativa de que son instrumentalizados por la derecha.

Asumir como centrista —y además con una connotación estigmatizante— cualquier  crítica, propuesta de moderación o modificación de una postura, sea de izquierda o de derecha, es incurrir en el error de no reconocer la pluralidad de enfoques ideológicos que pueden existir.

Luego de la polémica en 2017, el propio gobierno cubano implementó reformas que pudieran entenderse como una moderación de la propuesta tradicional de «Estado socialista» que había imperado hasta el momento. A su vez, muchos de eso cambios estaban en correspondencia con las propuestas de los llamados «centristas». El reconocimiento de la propiedad privada sobre los medios de producción o la autorización de las MIPYMES es un claro ejemplo de ello; entonces, ¿podría entenderse lo sucedido como un movimiento del gobierno cubano al centro?

En el verano de 2017, el intelectual cubano Aurelio Alonso resumió la reseñada controversia de la siguiente manera: «…la polémica que se ha abierto ahora no me parece dirigida realmente contra el centrismo sino contra el ejercicio de la crítica y la disposición de polemizar desprejuiciadamente, en el momento en que nuestra Revolución más lo necesita y cuenta con más madurez para hacerlo». Dicho ejercicio sigue siendo una asignatura pendiente.

17 enero 2023 13 comentarios 1,2K vistas
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Bisontes

Acorralados como los bisontes

por Mario Valdés Navia 11 enero 2023
escrito por Mario Valdés Navia

En medio de los preparativos para la Guerra Necesaria, José Martí reflexionaba sobre el riesgo que corrían los revolucionarios al aislarse del movimiento real y efectivo de la sociedad humana y su rica diversidad. Tal valoración sobre los ácratas de entonces, es extensiva a otros casos: «Anarquistas: los bisontes: acorralarse como los bisontes, en cerco contra el resto del mundo: la dicha no está en eso, sino en que el bisonte pasee en paz y respetado por esta vida».

En nuestros días, el que un país o agrupación política queden aislados del movimiento económico, social, científico y cultural del mundo es prácticamente una condena a la extinción. Durante las conclusiones de su histórica visita a Cuba en 1998, el Papa Juan Pablo II recomendó: «Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba». En saco roto cayeron esas palabras.

Hasta 2017, «sin prisa pero sin pausa», se adoptaron medidas que parecían apuntar tímidamente a la transformación endógena del modelo socialista y una mayor apertura al exterior. Como canto de cisne, el amplio proceso de análisis y aprobación de la Constitución, durante 2018, marcó la culminación de este reformismo centralizado.

Desde entonces se ha impuesto el inmovilismo abierto o encubierto, con medidas aparentemente prometedoras, pero condenadas a priori por su trabazón, inoperancia y lentitud. A lo que se sumarían posteriormente contramedidas demoledoras que muestran la voluntad nefasta del Gobierno/Partido/Estado de no compartir el poder de forma alguna.

¿Cuándo empezó Cuba a ser una rara avis para el resto del mundo? ¿Por qué las dirigencias insisten en el carácter único, exclusivo y particular de los procesos cubanos? ¿Acaso es conveniente la confrontación permanente con lo que hace el resto de la humanidad?

-I-

La huida de Batista y el fracaso del golpe de Estado fraguado por el alto mando de su ejército, dejaron a la oposición tradicional, instituciones de la sociedad civil y organizaciones que luchaban contra la tiranía, ante una situación de facto: el Poder había pasado directamente del dictador al triunfante Ejército Rebelde, comandado por Fidel. Por mucha propaganda que se hiciera sobre el flamante Gobierno Revolucionario Provisional (GRP) creado en Santiago de Cuba el mismo 1ro de enero de 1959, esto quedaba claro para todos.

Bisontes

Constitución del primer gobierno provisional revolucionario de la República de Cuba, suceso que tuvo lugar en la biblioteca de la Universidad de Oriente. (Foto: Periódico Trabajadores)

La Isla de la Libertad se convirtió en foco de atracción para la izquierda mundial, politólogos y periodistas. Parecía que un horizonte de sucesos felices y prometedores brotaría de aquella revolución de jóvenes y campesinos que había derrotado al poderoso aparato represivo de la tiranía batistiana.

Lo real fue que en el trienio 1959-1961 se consolidó una dictadura militar revolucionaria que ejerció el poder sin cortapisas hasta 1976, cuando se metamorfoseó en el Estado socialista de tipo soviético que aún perdura. Un somero recuento de esos años así lo confirma.

Ya las primeras leyes del GRP facultaban al Consejo de Ministros (CM) para crear nuevos órganos y autoridades en provincias y municipios. Se nombraron tres Comisionados para cada instancia, pero veinticinco días después se orientó que solo uno ejerciera tales atribuciones. Nunca más hubo alcaldes y concejales electos democráticamente.

Tras el remplazo de José Miró Cardona como primer ministro, Fidel asumió el cargo con la condición de «tener el control directo de la política general». A solo dos meses del triunfo, la dictadura revolucionaria estaba consolidada y las transformaciones prometidas podrían comenzar sin fuerzas opositoras internas, de cualquier signo político, legalmente organizadas.  

Unos meses más tarde, el conflicto surgido entre el presidente Urrutia y Fidel se zanjó cuando el segundo recobró el premierato por aclamación popular. Entonces Osvaldo Dorticós, del M-26-7, fue nombrado presidente. Nunca más se habló de elecciones libres.

Desde el inicio, ese gobernar sin oposición fue un rasgo particular de la Revolución que terminó por volverse en su contra. Su existencia hizo posible cualquier tipo de aberración y desvío respecto a los programas y proyectos previamente diseñados, y fortaleció el voluntarismo de la dirigencia.

Así ocurrió desde que se firmó la Primera Ley de Reforma Agraria y, para aplicarla, se creó el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), que actuaría como poder paralelo al gobierno central. Aunque no estaba en la ley, las tierras que no se entregaron a campesinos o cooperativas pasaron a propiedad del Estado (44% del total), y constituyeron las llamadas Granjas del Pueblo, embrión de los latifundios estatales que enseñorearían los campos cubanos desde entonces.

A partir de la Reforma Agraria, la agudización del conflicto con EE.UU. fortaleció la peligrosa lógica de golpear más fuerte ante cada medida punitiva del gigantesco rival. En el entorno de la Guerra Fría, este pulso con una de las superpotencias arrojaba inexorablemente al pequeño país en brazos de la otra.

Para vencer al enemigo externo se hizo tábula rasa de las anteriores formas de expresión política: elecciones multipartidistas, manifestaciones no gubernamentales y huelgas fueron prohibidas hasta hoy.

En febrero de 1960 fue impedida una manifestación anticomunista; nunca más se permitieron manifestaciones de ninguna índole. Ese mes visitó Cuba el viceprimer ministro de la URSS, Anastas Mikoyán. Recorrió el país y se adoptaron importantes acuerdos comerciales para canjear azúcar por petróleo, cereales y maquinarias. Según El Diario de la Marina la visita había «definido los campos».

Bisontes

Anastas Mikoyán durante su visita a Cuba. (Foto: Ara)

Las posturas se radicalizaban hasta los extremos. En abril, el subsecretario de Estado adjunto para los asuntos interamericanos aconsejó aplicar el embargo/bloqueo para frenar la Revolución: «El único medio previsible que tenemos hoy para enajenar el apoyo interno a la Revolución, es a través del desencanto y el desaliento, basados en la insatisfacción y las dificultades económicas». Hoy es el más largo de la historia.

En junio, Fidel llamó traidores a los contrarios a la Reforma Agraria y planteó que no habría elecciones hasta que no se consolidara la Revolución. Asimismo, se instauró la pena de muerte para las actividades tenidas por contrarrevolucionarias.

Desde 1960 iniciaron expediciones para gestar movimientos revolucionarios en países latinoamericanos como Panamá y República Dominicana. Ambas fracasaron, pero pusieron de manifiesto que Cuba socialista no se quedaría de brazos cruzados ante los gobiernos que no la reconocieran, fueran democracias o dictaduras.

La Isla no solo se aisló del mundo occidental por el bloqueo, también por decisiones propias de claro sesgo ideológico. Su retiro del Banco Mundial, en 1960, se basó en que la política económica de dicho organismo distaba «de ser efectiva» para el proceso de desarrollo y expansión de nuestra economía, que estaba siendo encauzada por su gobierno «de acuerdo a un plan definido».

Entre 1960-1962, coincidiendo con la agudización del conflicto con EE.UU., que incluyó la aún vigente prohibición del gobierno de ese país a sus ciudadanos de visitar Cuba, salieron del país unos 200,000 exiliados de clases medias: profesionales, directivos y técnicos. Seis décadas después, esta cifra de emigrantes cubanos ha sido superada por la del último año, solo hacia los EE.UU.  

En 1961 se definieron también los aspectos autoritarios de la nueva sociedad en otros ámbitos. En el campo cultural, la polémica en torno a la libertad de creación se solventó cuando Fidel, en sus Palabras a los Intelectuales, definiera de forma amenazantemente discrecional la actitud del GRP ante los problemas del arte y la literatura: «Dentro de la revolución todos los derechos. Contra la revolución ningún derecho».

En educación y deportes se extendió igualmente el modelo soviético. La reforma universitaria instituyó las asignaturas de Filosofía Marxista (Materialismo Dialéctico e Histórico) y Economía Política como obligatorias para formar/adoctrinar a los alumnos de todas las carreras. Por decreto, el profesionalismo fue, supuestamente,  erradicado del deporte.

En conflicto permanente con EE.UU., aislada del consenso interamericano y aliada con países socialistas de Europa Oriental, África y Asia; a Cuba le esperaban años de aislamiento respecto a su entorno regional americano. No obstante estas peculiaridades internas, su lugar y papel en el ámbito internacional hasta los años noventa no fueron aislacionistas.

Con un rol activo en el Movimiento de Países No Alineados, y relaciones económicas con naciones occidentales (España, Francia, Italia, UK), algunas latinoamericanas (México, Argentina, CARICOM), Japón e incluso filiales de compañías estadounidenses en terceros países; la Isla mostraba cierta propensión occidentalista poco común entre los países socialistas –excepto Yugoslavia y Rumania.

El cuadro cambiaría con el derrumbe del sistema socialista a inicios de los noventa, cuando la Isla quedó como uno de los dos remanentes del socialismo estatizado en el mundo.

Bisontes

Fidel Castro conversa con líderes de los NOAL. (Foto: Alai)

-II-

La crisis del Período Especial fue la gran oportunidad perdida para reinsertar a Cuba en los circuitos económicos internacionales post Guerra Fría en momentos en que aún se expandía la globalización. De la mano del turismo, productos biofarmacéuticos derivados de la caña, y el níquel; unidos a la autogestión empresarial, inversión extranjera e incipiente actividad de los sectores privado y cooperativo, parecía que el país podría encontrar su camino en el mapa económico global.

Para ello había que efectuar las reformas pertinentes en su modelo y abrir cauces a libertades democráticas y a la participación activa de la sociedad civil. Pero el espejismo del ALBA y el ansia centralizadora del grupo hegemónico del Gobierno/Partido/Estado, cerrarían paso a los nuevos proyectos y, peor aún, pondrían fin a muchos de los existentes desde los noventa en los sectores interno y externo.

El paso voluntarista a una economía sui generis en el planeta, de espaldas al mercado y sustentada en grandes contratos gubernamentales con países afines ideológicamente, terminó por obnubilar la mirada y se creyó que el maná de los contratos profesionales podría llevar al país a la anhelada prosperidad.

Unido a ello, la entrega de los sectores más rentables de la economía a GAESA, oligopolio de origen militar y alta rentabilidad, conseguida a partir de la explotación del mercado cautivo de la Isla y los nexos con el exilio, hicieron que los sectores tradicionales de la economía y los servicios fueran abandonados a su suerte, al priorizarse las inversiones en el sector inmobiliario en detrimento del resto.

El hecho de que ningún otro país haya experimentado con tales políticas económicas no pareció preocupar a los grandes decisores criollos. Cuando se despertó del ensueño y se comprobó que la economía no funcionaba sin caña de azúcar, infraestructuras e industrias nacionales, ya no había fondos de inversión para reanimarlos. La decisión de desarrollar un nuevo modo de producción remesista-importador gestionado por GAESA, algo sin parangón en el mundo, hundió todavía más en la inopia a los sectores populares y destruyó los demás renglones económicos y sociales.

¿Puede continuar el Gobierno/Partido/Estado experimentando con formas de gobernanza probadamente ineficaces e ineficientes, propias del anacrónico socialismo estatizado y burocrático, las mismas que causan la ruina del país y la huida de sus habitantes? No es posible condenar a nuestros hijos y nietos a vivir acorralados como los bisontes en un lugar detenido en tiempos del socialismo real y la Guerra Fría, mientras el mundo gira a su alrededor cada vez más rápidamente.

11 enero 2023 11 comentarios 1,7K vistas
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Izquierda

2023, por el despegue de las izquierdas en Cuba

por Mario Valdés Navia 4 enero 2023
escrito por Mario Valdés Navia

El año que comienza debería ser trascendental para Cuba. Exactamente cien años atrás, en 1923, iniciaron organizaciones y acciones que harían de la década del veinte del pasado siglo un período crítico de nuestra historia, especialmente por haber potenciado a la izquierda insular. La FEU (fundada en diciembre de 1922), la Protesta de los Trece, seguida de la Falange de Acción Cubana, el Grupo Minorista y la eclosión de otros movimientos y partidos de ahí en lo adelante (entre ellos el Comunista, en 1925), dieron lugar al llamado despertar de la conciencia nacional; aunque un somero vistazo a lo acontecido desde 1902 demuestre que, en realidad, la conciencia nacional nunca estuvo dormida.

Hablar de izquierdas y derechas es mucho más complejo en la actualidad, porque ambas posturas suelen hibridarse como parte del fin de las dicotomías binarias de que habla Bauman en su teoría de la modernidad líquida. En sus proyectos sociopolíticos, las derechas se vuelven más populistas y las izquierdas más moderadas.

Uno de los tropos extendidos para distinguirlas desde el punto de vista social, es el símil de la llave de paso: la izquierda afloja, la derecha aprieta. Mas, como no siempre es así, y en las dos concepciones políticas se ubican por todo el mundo regímenes autoritarios/dictatoriales (A) y libertarios/democráticos (L), se ha extendido el empleo de escalas para clasificar el ámbito político de los individuos en cuadrantes combinados: Izquierda Autoritaria, Izquierda Libertaria; Derecha Autoritaria, Derecha Libertaria.

En Cuba la dificultad es mayor aún, porque el Poder omnímodo del Gobierno/Partido/Estado se presenta a sí mismo, no como una opción de izquierda, sino como LA IZQUIERDA. En concordancia con ese mito, a todos sus oponentes los engloba en las filas de una supuesta derecha mercenaria y pro-imperialista, trátese lo mismo de la Fundación Cubano-Americana que de grupos centristas, trotskistas, o anarquistas.

¿Desde cuando existen izquierdas y derechas en Cuba? ¿Puede haber una sola voz de la izquierda si es la del grupo hegemónico en un partido comunista que detenta el poder absoluto? ¿Valdría la pena que aflorara una tendencia crítica en la sociedad cubana que sirviera de alternativa a hombres y mujeres de izquierda ante el monopolio del poder ejercido por los históricos?

Izquierda

¿Valdría la pena que aflorara una tendencia crítica en la sociedad cubana que sirviera de alternativa a hombres y mujeres de izquierda ante el monopolio del poder ejercido por los históricos? (Foto: Lobo Suelto!)

-I-

En el siglo XIX, el calificativo de izquierda no había prendido en los sectores radicales del movimiento revolucionario, aun cuando sus diferencias con la derecha nacionalista eran evidentes, sobre todo entre la emigración revolucionaria. Anarcosindicalistas, socialistas e independentistas radicales se enfrentaban a conservadores y patronos en los marcos de un movimiento de liberación nacional/social concebido por Martí como partero de una nueva república democrática, basada en el trabajo libre y la búsqueda de la mayor justicia social posible.  

El Delegado del PRC, en sus frecuentes intervenciones y artículos, modelaba ante aquellos patriotas los perfiles de la república a que se aspiraba. En particular, insistía en la exclusión del autoritarismo como forma de gobierno y en el respeto a las opiniones diversas sobre los problemas del país. Opuesto a la gestación de una sociedad autoritaria aseguraba:

¡Que los pueblos no son como las manchas de ganado, donde un buey lleva el cencerro: y los demás lo siguen!: más bello es el valle, rodeado de montañas, cuando lo pasea, en grupos pintorescos, encelándose y apaciguándose, el ganado airoso y libre. Si se desgrana un pueblo, cada grano ha de ser un hombre. La conversación importa; no sobre el reglamento interminable o las minimeces que suelen salirles a las asociaciones primerizas, sino sobre los elementos y peligros de Cuba, sobre la composición y tendencias de cada elemento, sobre el modo de componer los elementos, y de evitar los peligros.

En la propia Europa los comunistas eran poco dados a usar el término izquierdista, que con el estalinismo llegó a tacharse de pequeñoburgués. En cambio, cuando en 1923, en el seno del partido Bolchevique surgió una facción informal dirigida por Trotsky, no dudaron en llamarla Oposición de Izquierda. La misma sería liquidada en 1927, y sus miembros asesinados, encarcelados o deportados.

Por aquella etapa en Cuba la denominación de izquierda era grata a muchos grupos progresistas. Cuando surge el minorismo, en sus versiones habanera y matancera, sus integrantes no dudarían en proclamarse de izquierda, aunque luego varios de ellos renegaran. Asimismo, organizaciones filo-comunistas no integradas al PC adoptarían esta designación, como Ala Izquierda Estudiantil, creada en 1931 por Raúl Roa, Emilio Barceló, Pablo de la Torriente Brau y Carlos Prío.

Igualmente, al surgir una facción trotskista dentro del PC llamada Oposición Comunista de Cuba (1932), contraria a la política sectaria de clase contra clase y a los métodos burocráticos, de inmediato se adhirió a la Oposición de Izquierda Internacional. Uno de sus dirigentes más destacados fue Sandalio Junco, orador negro, amigo de Mella y Guiteras, asesinado en el ayuntamiento de Sancti Spiritus por un comando comunista aliado a la policía batistiana local.

En 1933, cuando los trotskistas cubanos denunciaron la traición de los comunistas a los obreros (denominada eufemísticamente: error de agosto) en la conducción de la huelga revolucionaria contra Machado, su célebre manifiesto «¡Al pueblo de Cuba! ¡A todos los estudiantes!» apareció firmado por la Alianza Estudiantil de Izquierda de La Habana.

Durante la República, numerosas agrupaciones, movimientos y personalidades del campo cultural también se reconocieron como de izquierda. Marcados todos por sus nexos directos con el pueblo y la creación de un arte y literatura ligados a los problemas del país y las posiciones de los sectores populares.  

Izquierda

Raúl Roa fue uno de los fundadores del Ala Izquierda Estudiantil en 1931. (Foto: Jack de Nijs / Anefo / commons.wikimedia.org)

-II-

Al triunfo de la Revolución, diferentes opciones de izquierda ocupaban espacios en la sociedad civil. Además de los movimientos revolucionarios M-26-7 y DR-13-3 y el PSP, otras tendencias como ortodoxos, jóvenes católicos, agraristas, anarquistas, guiteristas y trotskistas, unidos a una inmensa cantidad de gente sin partido pero de profunda raigambre cívica y patriótica, engrosaron las filas de los integrados al proceso de transformaciones liderado por Fidel.   

En los años sesenta el término izquierdista se utilizaba asiduamente en el discurso político. Así, el Congreso Cultural de La Habana (1968) reunió a más de quinientos intelectuales de izquierda e historiadores de setenta países, entre ellos prominentes científicos sociales (Ralph Miliband, EJ Hobsbawm), personalidades literarias caribeñas y latinoamericanas (Aimé Césaire, Julio Cortázar, Mario Benedetti), escritores europeos famosos (Michel Leiris, Jorge Semprún, Arnold Wesker), junto a políticos de esa tendencia provenientes de EE.UU., Europa, Asia y África.

Como el congreso se centró en el tema del antiimperialismo desde una perspectiva política, económica, y cultural, transcurrió en una atmósfera de tolerancia y diálogo donde todas las presentaciones y resoluciones propuestas fueron recogidas sin interferencias. Socialistas, guevaristas, maoístas, trotskistas, católicos revolucionarios e intelectuales de la denominada Nueva Izquierda europea, compartieron con una mínima representación de los países del llamado campo socialista y los anfitriones cubanos.

Fue el último acto de la etapa realmente izquierdista de la Revolución Cubana. Desde entonces, la Isla se sujetó ideológicamente a la URSS y fue tachado de antisovietismo y diversionismo ideológico todo lo que se diferenciara de esa postura. Según Fernando Martínez Heredia:

«(…) se hicieron fuertes en esa etapa la burocratización generalizada, la formalización y ritualización, el autoritarismo, el seguidismo, la formación de grupos privilegiados, la supresión de todo criterio diferente al considerado oficial, el reino de la autocensura, la simulación y otros males. Un “marxismo-leninismo” —trágico uso del nombre de uno de los más grandes luchadores por la libertad del siglo XX— dogmático, empobrecedor, dominante, autoritario, exclusivista, fue impuesto y difundido sistemáticamente, en el preciso momento en que crecía tan bruscamente el nivel de preparación de los niños y jóvenes cubanos, que es difícil encontrar en el mundo un ejemplo igual obtenido en el plazo de una generación. Las maneras soberbias y la aparente ocupación absoluta del lugar de la ideología por aquel tipo de marxismo fueron engañosas; en esos años se echaron las bases de la futura indiferencia o aversión que tenía que provocar esta situación».

En consecuencia, la fusión de la dictadura militar original con las formas de gobernanza propias del modelo estatista y burocrático del llamado socialismo real,  ignoraron cualquier otra posición de izquierda que no fuera la defendida por el Gobierno/Partido/Estado, única posible.

Los frutos de la decadencia y crisis ideopolítica y moral que trajera consigo tal situación, saltan a la vista en nuestros días. En las actuales condiciones de agudización de la crisis del modelo estatizado y burocrático de socialismo, y crecimiento del pauperismo y la desesperación de los sectores populares, no queda otra opción a los que sigan profesando honestamente un pensamiento de izquierda, patriótico, solidario y antimperialista, que aplicar sus energías a la reforma radical del sistema y la creación de una sociedad verdaderamente libre y democrática.

Las diferencias y celos que amenazan a los frentes de izquierda a lo largo de la historia cubana y mundial, han de ser superados en pos de una verdadera confederación nacional de agrupaciones de izquierda. El pueblo de Cuba debe saber que los hombres y mujeres de estas tendencias están a su lado en la lucha por superar la crisis crónica en que nos encontramos y reorientar los destinos nacionales con el concurso y participación de todas las cubanas y cubanos dignos.   

Como decía Martí: «La Patria es ara, y no pedestal» de nadie. Por tanto, es inaceptable que determinadas familias e individuos que se arroguen ser de izquierda, anden disfrutando desde el poder del usufructo privado de los frutos de la obra colectiva de tantas generaciones, mientras las mayorías gimen en la inopia y la desesperanza.  

La Patria es de todos los hijos que la quieran bien, no importa si ideológicamente son de derecha, izquierda, o centro. Luchemos porque en este 2023 nada ni nadie pueda secuestrar los destinos de la nación en pos de supuestos objetivos y consignas ideológicas anacrónicas, que ya de izquierda guardan muy poco, carecen de contenidos reales y se concentran en ridículos reclamos mítico-religiosos al apelar a la fe y la esperanza como única solución.

4 enero 2023 23 comentarios 1,4K vistas
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Votos

Votos para el nuevo año

por Rodolfo Alpízar Castillo 2 enero 2023
escrito por Rodolfo Alpízar Castillo

Existe la costumbre, al menos en países de raíz cultural occidental-cristiana, entre creyentes y no creyentes, de pasar revista cada fin de año a cuanto de bueno o malo le haya acontecido a uno. Junto a ese balance de positivo y negativo se elaboran planes para afianzar o multiplicar lo primero y limitar o disminuir la intensidad de lo segundo.

Individuos, colectividades, gobiernos, participan por igual de esta costumbre; los primeros, por lo general, de forma privada, consigo mismos o con sus allegados. Para colectividades y, sobre todo, gobiernos, es casi una obligación que ese balance sea público, si se habla en términos de democracia.

No recuerdo que tal hábito haya existido en Cuba alguna vez entre las instituciones gubernamentales, pero cualquier momento es bueno para comenzar. ¿Por qué no hacerlo nacer ahora?

Al hábito del recuento y los planes para el nuevo año se uno otro, el de los votos; esto es: la expresión de buenos deseos para los demás en el año que comienza.

Vista la carga de eventos negativos, frustrantes y deprimentes que han signado el año que finaliza, y que nos dejan, como ciudadanos, sin esperanza de mejoría a corto o mediano plazos, me ha parecido útil hacer público un pequeño número de mis votos para el país.

Sé que no alcanzarían, de cumplirse, para sanar las heridas que nos laceran, pero al menos podrían contribuir a la creación de una atmósfera más sana, donde los cubanos, sin dejar de pensar diferente, podamos dar pasos hacia un diálogo ecuménico, hacia el reencuentro entre hermanos, tan añorado por muchos, si bien temido o repudiado en los extremos del espectro político nacional.

Suena idealista, a sueño irrealizable, pero…, ¿no son estas fechas propicias al sueño y el idealismo?

Un comentario previo a los votos

Según la propaganda, los problemas enfrentados por la población son el precio que pagamos por defender «nuestros principios». Por esa defensa sufrimos una guerra comercial y financiera cruel e inhumana, causa principal, casi sine qua non, del fracaso de los esfuerzos gubernamentales por la prosperidad del país.

En otras palabras: el pueblo defiende sus principios, el gobierno defiende al pueblo, y el enemigo extranjero impide que el accionar del gobierno por el bienestar de todos tenga éxito. Por la agresión extranjera, vivir en Cuba es cada vez más un suplicio, y su juventud (¿desconocedora de los principios defendidos por sus padres?) huye en busca de otros horizontes.

Es innegable que defender los principios en que se cree, y sufrir el martirio por ellos si fuera preciso, es una actitud encomiable, y ha dado lugar a muchas obras literarias. Pero ocurre que la vida no es la literatura, y a estas alturas el cubano de a pie no tiene claro de qué principios para la resistencia le hablan.

Por ello, mi voto para 2023, previo a cualquier otro, es: Que quienes dirigen el país enumeren, uno por uno, esos principios por los cuales soportamos tanto castigo.

A las puertas de un nuevo año más desafiante y por tanto más atractivo para todo el que se sienta revolucionario, los invito a trabajar con pasión y con ganas para seguir venciendo imposibles.#VengaLaEsperanza #JuntarYVencer pic.twitter.com/Wag5dCmn7g

— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) December 31, 2022

No es mi intención ofender a las autoridades, pero lo cierto es que los tan mencionados principios por los cuales «resistimos la agresión imperialista» no están claros para el ciudadano simple que pierde día a día el bien más preciado que posee, su tiempo, en buscar alimentos para sí y su familia. Quien discrepe de mi afirmación está invitado a hacer una encuesta en cualquier cola en Diez de Octubre, municipio donde vivo, o en otro que libremente escoja.

Me detengo ahora en dos de esos principios por los cuales, supongo, nos dicen que debemos resistir: soberanía e igualdad. Analizarlos acaso sirva para responder a la pregunta que no pocos se hacen: «¿Vale la pena resistir?».

a) Soberanía

Soberanía significa que el Estado mantiene una política independiente en sus relaciones internacionales.

Por más que busco, nada me indica que seamos más soberanos que cualquier otro país pobre de América, incluso que la propia Cuba de, por ejemplo, la época de Ramón Grau San Martín o Carlos Prío Socarrás (vaya a la prensa de la época quien desee comparar).

¿Ha sido Cuba totalmente soberana alguna vez? Rara vez eso ocurre si no se tiene independencia económica. Nuestra dependencia económica, primero de la Unión Soviética y del came, después de Venezuela, Rusia y quién sabe quién más, me hace dudar de nuestra soberanía plena como Estado.  

Si Cuba fuera realmente soberana, sus medios de difusión no se guardarían tanto de denunciar acciones negativas de ciertos gobiernos, o no estarían tan pendientes de la elección de este o aquel presidente en Estados Unidos. En otro plano, tampoco se mantendría silencio ante acciones repudiables de ciertos «amigos», por un supuesto compromiso ideológico (y también económico en algún grado, por lo general).

Esta no es una afirmación gratuita: Arabia Saudita, Turquía, Rusia o Irán, por ejemplo, han cometido atrocidades (bombardear Yemen o descuartizar a un periodista, el primer país; invadir Siria o Ucrania, los dos siguientes; asesinar mujeres, o condenarlas a muerte por no usar el velo, y ahorcar opositores, el último), pero nunca se ha producido la correspondiente declaración oficial de condena del gobierno cubano.

Tampoco hubo pronunciamiento de ninguna de las instituciones culturales, sociales, etc., cubanas, en relación con el caso Ayotzinapa (por el contrario, el señor Peña Nieto pronunció uno de los discursos de elogio póstumo en las exequias del ex presidente Fidel Castro). ¿Decisión soberana del Estado cubano, o compromiso económico?

Sin llegar a tanto, nunca un sincero amigo de Cuba y de su gobierno, el poeta Ernesto Cardenal, recibió la menor muestra de apoyo oficial, al menos de las instituciones culturales del país, mientras fue perseguido y atropellado por el gobierno nicaragüense, a pesar de su edad avanzada y frágil salud. Murió sin recibir la solidaridad de un país que se define como soberano, pero que no podía criticar a un presidente «amigo».

Lamento si ofendo a alguien, pero no veo cómo puede ser soberano en sus decisiones un país con tanto compromiso político o económico.

b) Igualdad/equidad

El discurso sobre la igualdad adolece de un mal de inicio: La igualdad total no existe, ni en nuestro país ni en ningún otro, ni puede existir sin convertirse en injusticia.

Haciendo abstracción de algo tan elemental, pensemos en la igualdad desde un punto de vista menos teórico. En Cuba hay igualdad según la Constitución, pues todos tenemos el mismo derecho a la salud, la educación y el deporte (y a la alimentación, la vivienda, etcétera), pero la práctica, esa tan testaruda y materialista condición, no parece demostrarlo. Y la práctica es el criterio de la verdad, según el marxismo (por si alguien lo olvidó: Oficialmente en Cuba se sigue la ideología marxista).

Pasemos por alto las carencias de todo tipo de nuestras instituciones sanitarias y educacionales, el deterioro de sus instalaciones, la ausencia de medicamentos y las deficiencias en la formación de educandos y profesores. Olvidemos además que instrucción y salud públicas existen en muchos países, no son privativas del nuestro.

En cambio, preguntémonos: ¿Es cierto que todos tenemos igual derecho a ellas? ¿Todos por igual podemos ser atendidos, por ejemplo, en el cimeq, o solo los pertenecientes a ciertos círculos de ciudadanos privilegiados? ¿Los familiares de los altos cargos gubernamentales, partidarios o de las llamadas organizaciones de masa tienen que hacer colas desde la madrugada para ver si alcanzan a comprar el medicamento que necesitan para su enfermedad crónica?

Las respuestas son obvias.

En cuanto a la educación, la consigna «La universidad es para los revolucionarios», ¿no establece una desigualdad por motivos ideológicos? ¿Y la expulsión de profesores por no seguir determinados criterios políticos o filosóficos? Respuesta obvia, nuevamente.

Sinceramente, considero que un principio de igualdad donde unos ciudadanos son «más iguales que otros» no amerita ni justifica el sacrificio de nadie.

Es evidente, pues, que soberanía e igualdad no son los principios por los cuales nos sacrificamos (o nos sacrifican); entonces, ¿cuáles son?

No tengo respuesta. Por tanto, deseo que en 2023 las autoridades respondan a esa pregunta y nos actualicen la lista de los principios en defensa de los cuales el pueblo de Cuba sufre.

Votos

Considero que un principio de igualdad donde unos ciudadanos son «más iguales que otros» no amerita ni justifica el sacrificio de nadie. (Foto: Cibercuba)

Por último, mis votos para 2023

  1. Amnistía

Ante todo, deseo que el año comience con una amnistía general para los encausados por causas políticas sin excepción, en especial para los participantes en las recientes manifestaciones antigubernamentales.

A las familias rotas por una emigración desmesurada, en su mayoría constituida por jóvenes, se suma en los últimos años la cantidad no despreciable de las que se ven afectadas porque algunos de sus miembros (también en su mayoría jóvenes) se encuentran en prisión. Sabemos que hubo quien se aprovechó de las manifestaciones para cometer actos delictivos, pero incluso ellos forman parte de familias que sufren, y además tienen derecho a una oportunidad de recomenzar su vida. La prisión es castigo, pero no escuela de hábitos ciudadanos.

Por ello, el Estado debería decretar una amnistía política general, y reevaluar las condenas de quienes participaron en acciones violentas. Con esa medida no daría una muestra de debilidad, como parece temer, sino todo lo contrario: El castigo puede ser una muestra de fuerza, pero el perdón es siempre una prueba de superioridad moral.

  1. Abolición de la pena de muerte

Es inconcebible que un ministro de justicia afirme en público que fusilar opositores o delincuentes es «una necesidad» de su país, y vergonzoso resulta que ningún parlamentario o jurista discrepe de sus palabras. Pero ello ocurrió a mediados de año, en plena sesión de la Asamblea Nacional.

Si sinceramente el ministro cree en la necesidad de la muerte de ciudadanos para el bienestar del país (obsérvese que usó el término país; o sea, tanto el Estado como sus instituciones, los ciudadanos, etc., usted y yo incluidos), el gobierno debe llamar a referendo de inmediato, para conocer si ese es también el sentir mayoritario de la ciudadanía.

La pena de muerte es reprobable desde cualquier punto de vista político, jurídico, ético, hasta práctico, y desobedece uno de los diez mandamientos obligatorios para la religión declaradamente profesada por no pocos de los diputados presentes en la mencionada sesión de la Asamblea Nacional.

Incluirla en el Código Penal significa un retroceso jurídico para la república; hiere los sentimientos religiosos y humanistas de gran parte de la población, y significa colocar la legalidad del país bien atrás en el panorama jurídico internacional. Además, su énfasis en los delitos políticos es escandaloso.

Para completar, es una vergüenza la manera en que se aprobó por la Asamblea Nacional, demostrativa de que los diputados desconocen el articulado de la Constitución que juraron defender, y con apenas una única, muy tímida, voz discordante.

Recordemos que la Constitución de la república nacida el 20 de mayo de 1902 prohibía expresamente la pena de muerte por motivos políticos; la de 1940 la limitaba a delitos cometidos por militares y a espías en tiempo de guerra contra nación extranjera. En cambio, en un retroceso jurídico de marca mayor, en 2022 se ha aprobado su uso generalizado, en cualquier momento, y principalmente para delitos políticos.

Deseo para este año que el Consejo de Estado, en uso de sus facultades constitucionales, emita un mandato que modifique el Código Penal recién aprobado y elimine de él cualquier mención a la pena de muerte, por la causa que sea. Ello demostraría que el Estado cubano actual es, además de moderno, fuerte, se siente seguro de sí mismo, y no resulta, en temas jurídicos, menos progresista que la república nacida hace 120 años.

  1. Garantía jurídica para los artículos 52, 54 y 56 constitucionales

Uno de los elementos que conspiran contra el entendimiento nacional y colocan a Cuba lejos de la definición de Estado de derecho, es la injustificada demora en aprobar la norma que garantice el disfrute ciudadano de lo dispuesto en los artículos 52, 54 y 56:

Artículo 52. Las personas tienen libertad de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio nacional, cambiar de domicilio o residencia, sin más limitaciones que las establecidas por la ley.

Artículo 54. El Estado reconoce, respeta y garantiza a las personas la libertad de pensamiento, conciencia y expresión.

Artículo 56. Los derechos de reunión, manifestación y asociación, con fines lícitos y pacíficos, se reconocen por el Estado siempre que se ejerzan con respeto al orden público y el acatamiento a las preceptivas establecidas en la ley.

Estos son derechos constitucionales que se explican por sí mismos. Si el cubano es, como afirma la Constitución, un Estado de derecho, no hay necesidad de argumentar por qué debe existir una norma que garantice el eficaz cumplimiento de unos derechos tan comunes en cualquier país civilizado, incluso en los que no son un modelo de democracia y participación ciudadana.

Llegados aquí, vale hacer una llamada de atención contra la posible tentación, en los legisladores, de elaborar la norma no para protegerlos y asegurarlos, sino para acotarlos y limitarlos, para mediatizarlos, lo cual sería totalmente antidemocrático.

Esta advertencia no surge de la nada; hay razones para temer esa tergiversación. No olvidemos que, a pesar de lo establecido en la Constitución, hay ciudadanos cubanos a quienes se les niega la posibilidad de entrar en el país, sin que exista sentencia firme al respecto de tribunal competente previamente constituido. Al menos en un caso, hubo público reconocimiento de las autoridades, pero no rectificación, sino reafirmación oficial de la violación del derecho; en otros existe silencio ante las denuncias, pero los hechos están ahí.

No olvidemos, además, la presencia, en el Código Penal recientemente aprobado, del artículo 120.1, referido al «uso arbitrario de derechos constitucionales», cuya redacción se presta a todo tipo de interpretaciones contra el libre ejercicio de los derechos establecidos en la propia Constitución, y la presencia, además, del artículo 431.3. h), que estipula prisión de seis meses a un año, multa, o ambas penas, a quien promueva la abstención en los procesos electorales…

Esto último parece fantasía, pero es cierto: En el Código Penal actual se establecen penas contra algo que no es ilegal, ya que el voto no es obligatorio en Cuba. ¿Lo sabían los ilustres juristas que redactaron la ley? ¿Leyeron el Código Penal los diputados que lo aprobaron por unanimidad?

Realmente, asusta la posibilidad de que nos hayamos convertido en un Estado anómico.

Al publicar mis buenos deseos por el inmediato establecimiento de una norma para la protección de los artículos 52, 54 y 56, es necesario que los legisladores tengan bien claro que no se trataría de una norma para limitar derechos, sino para asegurarlos. Que no imponga restricciones, sino adecue esos derechos constitucionales a principios lógicos de convivencia ciudadana.

Por ejemplo, la norma debe indicar a partir de qué número de manifestantes esperados, y circulando por qué vías, los organizadores deben solicitar permiso a las autoridades; o la obligatoriedad, en caso de manifestaciones muy numerosas, de tomar medidas para evitar accidentes o acciones fuera de control; también debe recoger la obligación de la autoridades de colocar agentes del orden debidamente identificados en lugares donde posibiliten el normal desarrollo de la manifestación masiva, no para impedirla.

También la norma debe establecer la exención de solicitud de permiso previo a manifestaciones individuales o de pocas personas por lugares donde no afecten la circulación pública. Al igual que ocurre en otros países, cualquier individuo, o pequeño grupo de individuos, ha de tener reconocido su derecho a pararse en un lugar público con un cartel o un altavoz a expresar pacífica y respetuosamente su opinión sobre cualquier asunto de la política local o nacional, incluso internacional, que considere de su incumbencia. Y para ello no hay por qué solicitar ningún permiso.

Desde luego, las medidas expresadas en la norma han de ser exactamente las mismas para manifestaciones de protesta o queja por la actuación gubernamental y para manifestaciones de apoyo al gobierno. Otra vez más, la igualdad no puede ser solo para un tipo de ciudadanos.

Votos

Deseo que los diputados, antes de jurar la Constitución, la estudien, y en su labor en la Asamblea Nacional actúen en consonancia con ella y su compromiso con el pueblo. (Foro: Parlamento cubano)

Otros votos por el reencuentro entre cubanos

Los votos anteriores pueden ser cumplidos sin mayor dificultad y en un corto plazo, si el Estado cubano decide demostrar que la consigna «pensar como país» es algo más que eso, una consigna.

Deseo mucho más para Cuba en este comienzo de año. Por ejemplo, me gustaría que no se repita la decepcionante experiencia de las dos últimas sesiones de la Asamblea Nacional; que se elimine de la ley electoral la antidemocrática fórmula de elección de diputados, y se establezca la potestad de las asambleas barriales para elegirlos (única forma realmente democrática de hacerlo); que se devuelva a la palabra elección su verdadero significado de selección entre varias posibilidades, y se elimine el tergiversado, antidemocrático e irreal principio de «valen todos», impuesto en los años noventa; que los diputados, antes de jurar la Constitución, la estudien, y en su labor en la Asamblea Nacional actúen en consonancia con ella y su compromiso con el pueblo; que promuevan normas y no se limiten a aprobar lo que les propone el gobierno; que discutan, discrepen y mantengan su opinión frente a quien sea, pues ellos representan, o debieran hacerlo, a la ciudadanía, no a un gobierno, un partido o un funcionario, por encumbrado que se encuentre.

Por otra parte, me gustaría que se eliminen las leyes no escritas que impiden a las mujeres alcanzar el grado de general en las fuerzas armadas o asumir la máxima responsabilidad en determinados ministerios (Salud, Cultura, Interior, Relaciones Exteriores, Fuerzas Armadas, Economía, Primer Ministro, etc., o de organizaciones como ctc, cdr, anap, uneac…), o la presidencia de la república o de la Asamblea Nacional.

Nada de lo que pido en estos votos exige algo más que la decisión gubernamental de realizarlo y poner al Estado en consonancia con su definición como Estado de derecho.

Sospecho, sin embargo, que al terminar 2023 poco o nada de esto se verá realizado. Pero expreso estos votos porque considero que el único esfuerzo inútil es el que no se realiza.

Está claro que ellos no resolverán la dolorosa crisis que vive el pueblo cubano, si no se acompañan de otras acciones. Pero opino, como afirmé al inicio, que pueden servir para que la atmósfera nacional sea más respirable y podamos acercarnos, unos y otros, a conversar, a discutir con respeto, a buscar entre todos una salida no violenta, no dolorosa, a nuestra insostenible situación actual.

Mi voto final es que quienes ocupan las más altas responsabilidades al frente del país atiendan la voz del pueblo de una vez, dejen de mantenerse en el mismo círculo de opiniones, y actúen en consonancia. Que no olviden con tanta frecuencia que no son los jefes del pueblo: Son solo sus servidores más encumbrados.

2 enero 2023 20 comentarios 1,6K vistas
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Derechos

Derechos humanos: garantías, violación y manipulación

por Observatorio sobre el Extremismo Político 10 diciembre 2022
escrito por Observatorio sobre el Extremismo Político

Altamente disputados y objeto recurrente de manipulaciones, los derechos humanos pueden ser una garantía y al mismo tiempo, un motivo de discordia política. Aun cuando el reconocimiento de su valor es uno de los grandes logros civilizatorios del período posterior a la Segunda Guerra Mundial, su respeto y cumplimiento por parte de los Estados supone un reto fundamental en la actual centuria.

Con motivo de celebrarse el Día de los Derechos Humanos, el presente texto  se detiene en el tratamiento de estos en la legislación cubana, así como en los indicadores que describen el avance y los desafíos que al respecto exhibe la Isla. Asimismo, contrasta informes del gobierno cubano con los de organizaciones internacionales, y analiza mediaciones internas y externas que también influyen en su implementación.

***

La Declaración Universal de los Derechos Humanos fue debatida en sesión de la ONU en 1946 y adoptada en 1948, cuando en Cuba ejercía la presidencia Ramón Grau San Martín. El documento mencionado constituyó la primera conceptualización sobre el reconocimiento de los derechos humanos y, dado su carácter progresivo, ha inspirado otras declaraciones y tratados.

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), con sede en Ginebra, es la organización encargada de velar por su cumplimiento y cuenta con tres objetivos fundamentales: establecer los estándares de observancia de los derechos humanos, monitorear el cumplimiento de estos estándares y tomar acciones directas para aplicarlos en caso necesario.

En 1977 el jurista checo Karel Vasak propuso agrupar los derechos humanos en tres generaciones, según su naturaleza, origen, contenido y materia. La primera son los derechos civiles y políticos, cuya formulación se remonta a la Ilustración y a la Revolución Francesa. Incluye el derecho a la vida, a la libertad y a la igualdad entre ciudadanos.

La segunda generación contempla los derechos económicos, sociales y culturales. Comprende, además, las obligaciones del Estado respecto a las necesidades económicas de sus ciudadanos, como garantizar una alimentación y vivienda dignas. Los de la tercera generación agrupan a los de las minorías, sociales y étnicas, y otros universales no planteados con anterioridad, como el derecho al desarrollo y a un medioambiente sano. Actualmente algunos teóricos proponen una cuarta generación relacionada con el acceso y uso seguro de las tecnologías de la información y la comunicación.  

El investigador y jurista Julio Cesar Guanche afirma:

Los derechos pueden desvirtuarse (en forma de usos ineficientes de un bien objeto de derecho), y pueden desaparecer (por pérdidas de poder de quienes los obtuvieron), pero nada de ello relativiza su importancia. El único derecho inútil, o desestimable, el único derecho que puede causar vergüenza, es aquel del que se carece. No hay idea mínimamente fuerte de democracia que no suponga conflicto. Esta ni se da ni se concede. Pasa igual con los derechos. Ambos necesitan conflicto y desafío: actos ejemplares, moralidades de la libertad, éticas de la justicia, testimonios de fe en el ‘mejoramiento humano.

Por su parte, para la académica Ivette García, “el gobierno cubano muestra en sus discursos una visión amplia, pero en realidad asume los del tercer grupo y parte de los segundos con reservas. Pone énfasis allí donde tiene más holgura y facilidad para el triunfalismo”.

Derechos

(Foto: Mauricio Román/Milenio)

Legislación y derechos humanos en Cuba

En Cuba se han ratificado 44 de los 61 instrumentos establecidos por la ONU para el cumplimiento de los derechos humanos. Uno de los no ratificados es el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) y, por lo tanto, su Protocolo Facultativo. Estos instrumentos permiten a víctimas presentar quejas contra otro individuo, institución o gobierno ante el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

El gobierno cubano justifica la no ratificación alegando el acatamiento de lo establecido en materia de derechos económicos y sociales; igualmente, aseguran que el PIDCP es una injerencia en los asuntos internos del país.

La Constitución de 2019 reconoce derechos como la salud y educación gratuita (Art.72 y 73), libertad religiosa (Art.15), respeto al domicilio  (Art.49), hábeas corpus (Art.96); no discriminación por razones de sexo, género, orientación sexual, identidad de género, edad, origen étnico, color de la piel, creencias religiosas, discapacidad, origen nacional o territorial (Art.42); libertad de pensamiento, conciencia y expresión (Art.54); derechos de reunión, manifestación y asociación, con fines lícitos y pacíficos (Art.56); y protege la propiedad privada sobre los medios producción (Art.22).

No obstante, hay elementos que limitan el ejercicio de tales derechos contenidos en la Carta Magna, como la asunción del Partido Comunista de Cuba como “fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado” (Art.5), y la no elección ni ratificación por voto popular directo de los cargos directivos principales.

Si bien la democracia occidental y el multipartidismo no son el único modelo válido para hacer sostenible el desarrollo de los derechos humanos, tampoco existen en Cuba mecanismos para garantizar la competencia de fuerzas políticas ni siquiera en el interior de ese único partido. Unido a ello, el proceso legal de revocación del poder de un directivo es sumamente inviable para la ciudadanía.

Por otra parte, algunas leyes accesorias que deberían servir para establecer el modo en que los derechos constitucionales se materializan terminan limitándolos al punto de casi negarlos. Así ocurre, por ejemplo, con la Ley de Asociaciones, que data de 1985 y se mantiene vigente dada la ausencia de una nueva, cuya aprobación ha sido injustificadamente postergada. Su segundo capítulo establece que la creación de asociaciones debe hacerse a través de órganos estatales y prohíbe la existencia de dos asociaciones con similar objeto social.

Otro instrumento que ha causado polémica en relación con la protección a los derechos humanos es el recién aprobado Código Penal. El nuevo sistema legal cuenta con mejoras en el marco penal contra la violencia intrafamiliar, sexual y de género, y elimina el “estado de peligro”, utilizado anteriormente para enjuiciar de forma arbitraria a personas pertenecientes a grupos históricamente vulnerados, como las mujeres trans o los trabajadores sexuales.

Asimismo, hay artículos que pudieran prestarse a deformaciones en el ejercicio de la justicia penal y derivar en violaciones a los derechos humanos, como eximir de responsabilidad penal a quien delinca por “obrar en cumplimiento de un deber” (Art.27), con el riesgo de naturalizar la violencia política sin consecuencias para quien la ejerza.

Además , amplía las sanciones y su severidad en relación con los delitos contra la seguridad del Estado, figura que se ha usado para la censura y represión. En adición, mantiene la pena de muerte, que, si bien está en moratoria desde hace más de dos décadas, su mera contemplación en la ley representa una violación del deber de los Estados de proteger, ante todo, la vida de sus ciudadanos.

Derechos humanos en el contexto latinoamericano e internacional

El Fondo para la Paz puntúa el respeto a los derechos humanos en todos los países del mundo. Dicha calificación se otorga de acuerdo con medios de prensa, investigaciones científicas y organismos internacionales. La cuantificación de temas tan cualitativos siempre resulta compleja, por tanto, el ranking no puede asumirse de forma acrítica o mecánica. Sin embargo, es útil su empleo para un acercamiento preliminar a un análisis comparado.

Siguiendo esta evaluación, los países con mayor respeto a los derechos humanos en el mundo son Noruega, Finlandia y Austria; y los que más afectaciones presentan son Yemen, Irán y China. Un ranking en América Latina y el Caribe a partir de la puntuación que otorga dicha organización (entendiendo menor puntuación como menor afectación), colocaría a la cabeza de la lista, con menos puntos, a Costa Rica, Granada y Barbados, y al final, a Venezuela, Brasil y Honduras. Según esta lógica, Cuba ocupa el lugar 109 de 179 en el mundo y el 22 de 29 en la región.

Pese a los señalamientos mencionados, Cuba es miembro del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. La pertenencia al grupo debería implicar la responsabilidad de defender derechos humanos interna y externamente, pero la elección se hace por mayoría de miembros de la ONU. O sea, el nombramiento solamente marca la existencia de un consenso mayoritario entre los votantes del respeto a los derechos humanos en el Estado elegido y/o su posible influencia para garantizarlos en la región, no un reconocimiento del organismo internacional sobre el cumplimiento de estos en su territorio.

Cuba no es el único país elegido en el que se han reportado violaciones a estos derechos; la acompañan otros como Eritrea, Burkina Faso, Somalia, Brasil, Venezuela, México, India, Pakistán, Indonesia y Ucrania.

Derechos

(Foto: Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDH).)

Informes sobre derechos humanos en Cuba

El más reciente informe sobre derechos humanos publicado por el gobierno cubano fue presentado ante Naciones Unidas en 2018. Entre los elementos principales que destaca se encuentran:

  • Protección del derecho a la vida.
  • Adopción por el Estado de las medidas necesarias para impedir la ejecución de actos proscritos en las Convenciones contra la Tortura y las Desapariciones Forzadas.
  • Existencia del hábeas corpus para impugnar la ilegalidad de las privaciones de libertad.
  • Sujeción del uso de armas a estrictos controles por las autoridades.
  • Inexistencia de sanciones de penas de muerte desde el informe anterior.
  • Información veraz y oportuna por los medios de comunicación masiva, que son de carácter público.
  • Utilización creciente de los mecanismos de opinión que proporcionan los medios de información digitales.
  • Incremento de la efectividad del control ejercido por el pueblo sobre la actividad de órganos estatales, representantes electos y funcionarios públicos.
  • Celebración de elecciones a partir del sistema electoral aprobado en la Constitución (1976).
  • Crecimiento en el acceso y desarrollo de las TICs.
  • Condena a todas las formas de discriminación, mediante leyes, programas y políticas.
  • Derecho de las mujeres a la elección libre y responsable sobre la fecundidad y al aborto.
  • Sistema de salud de calidad con cobertura universal y asistencia gratuita.
  • Educación de calidad y de cobertura universal y gratuita en todos los niveles de enseñanza, con independencia del género, color de la piel, ingreso familiar, religión, opiniones o ideas políticas del educando o de sus familiares.
  • Fomento y promoción de las artes y las ciencias y libertad de creación artística y literaria.
  • Protección al trabajador ante despidos, acompañados de una propuesta de reubicación laboral, garantías salariales y asistencia social cuando corresponda.
  • Cooperación con países de la región y del mundo.
  • Cumplimiento de los compromisos y obligaciones internacionales adquiridos en virtud de los 44 tratados internacionales de derechos humanos de los que Cuba es parte.

Como prioridades se apuntaron la necesidad de impulsar el modelo de desarrollo económico y social socialista, seguir fortaleciendo el marco jurídico e institucional de promoción y protección de los derechos humanos, robustecer la participación popular en los procesos electorales y la adopción de decisiones, continuar reclamando el fin del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de EE.UU., mantener la cooperación internacional con los mecanismos de derechos humanos de la ONU y brindar su modesta ayuda solidaria a otros países.

Como obstáculos solo se señalan las antes mencionadas sanciones, la existencia de la Base Naval de Guantánamo y las campañas político-mediáticas unidas a los fondos para cambio de régimen que se emiten desde Norteamérica. Empero, no queda explícito  ningún reconocimiento a problemas internos que obstaculicen las garantías para  estos derechos.

En contraste, los informes de la ONG Human Right Whatch (2020) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (2021) resaltan como principales problemas en la Isla:

  • No existencia de una democracia representativa.
  • Detenciones arbitrarias y encarcelamientos de corta duración a los opositores.
  • Existencia de la pena de muerte, aunque no aplicada desde 2003.
  • Control gubernamental de prácticamente todos los medios de comunicación y restricciones al acceso a información proveniente del extranjero.
  • Existencia de presos políticos y de conciencia.
  • Restricciones para entrar y salir del país a determinadas personas por sus ideas políticas.
  • Alta tasa de población carcelaria (según informes independientes, pues la última cifra oficial data de 2012); malas condiciones en los centros penitenciarios y abusos a los presos políticos o que emprenden formas de protestas dentro del penal.
  • Inexistencia de libertad de asociación en sindicatos independientes.
  • Explotación laboral en las misiones médicas.
  • Violencia y discriminación a personas de los colectivos LGBT.
  • Falta de legislación que aborde y prohíba de manera expresa la violencia basada en género.
  • Precarización de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, con impactos diferenciados en mujeres y personas mayores afrodescendientes.
  • Desabastecimiento de alimentos y medicamentos básicos.

Las antes referidos informes solo resaltan como elementos positivos que la Constitución de 2019 ofrece garantías judiciales como el hábeas corpus y el principio de presunción de inocencia, junto a un grupo de derechos civiles y políticos, y prohíbe expresamente la discriminación sobre la base de la orientación sexual y la identidad de género. Se reconoce la despenalización del aborto y su práctica de forma gratuita, y asimismo, se hace alusión al anteproyecto del Código de las Familias y su propuesta de matrimonio sin discriminación.

Igualmente admiten el impacto de las sanciones norteamericanas sobre la economía cubana y su mantenimiento, a pesar de la Resolución aprobada en Naciones Unidas.

Derechos

Derechos humanos, polarización y sanciones

La violación de los derechos humanos en la Isla ha sido empleada como herramienta por las administraciones de la Casa Blanca para implementar sanciones, a pesar de que EE.UU. mantiene amplias relaciones comerciales con países peor posicionados en esta materia de acuerdo con el ranking antes mencionado.

Por otra parte, jurisdiccionalmente las sanciones violan o contribuyen a la violación de derechos humanos tanto en Estados Unidos como fuera de este. Las que limitan los viajes a Cuba contradicen libertades civiles estadounidenses, mientras, las que impactan directamente en la economía de la Isla entorpecen la garantía de derechos para los cubanos, como la seguridad alimentaria, el acceso a determinados servicios de salud y el desarrollo de empresas del sector privado.

Aun así, políticos norteamericanos como Marcos Rubio y Rick Scott han fomentado el recrudecimiento de estas sanciones unilaterales planteando que el dinero que entra en el país se destina al mantenimiento de órganos represivos.

Las sanciones, sumadas a los fondos destinados para cambio de régimen, entre otras agresiones, han propiciado que en Cuba se desarrolle una mentalidad de plaza sitiada que favorece posturas y actitudes extremistas y violatorias de los derechos humanos ante una amenaza externa.

Nada justifica la transgresión de derechos que deberían estar garantizados para todos los ciudadanos en el presente siglo, no obstante, es posible ver que Estados —incluso que se presentan como paradigmas de la libertad de expresión— limiten derechos humanos en momentos de tensión o ante circunstancias que pudieran poner en peligro su estabilidad.  Ejemplo de ello es la censura a la cadena trasnacional de noticias Rusia Today —en el marco de la guerra con Ucrania— en varios países europeos.

Sin embargo, la violación de derechos humanos en otros territorios no debe asumirse como un “cheque en blanco” para naturalizar estas transgresiones. El gobierno cubano le debe a su ciudadanía un debate profundo y democrático sobre cuándo es imprescindible limitar determinados derechos en aras de mantener la soberanía nacional que garantiza otros y cuando responde a una visión extremista o autoritaria con respecto a las libertades para disentir.

De esta misma forma la negativa a permitir que organismos internacionales o nacionales independientes del Estado cubano revisen la situación de los derechos humanos, sumada a la falta de transparencia y la no autorrevisión crítica de estas transgresiones, ha conducido a que la gran mayoría de las fuentes que abordan la problemática sean afines a la oposición.

Esto tiene un impacto directo, no solo en una información mediática sumamente polarizada sobre el fenómeno, sino en que los organismos internacionales reproduzcan en sus informes los sesgos de dichas fuentes ante la dificultad de contrastar información.

El cumplimiento de los derechos humanos ha sido utilizado tanto por el gobierno cubano, como por la oposición, a modo de herramienta para justificar su actuar. Si bien en Cuba se cumplen algunos de los derechos universales, la dirección de país está lejos de tener la disposición política para reducir las violaciones hoy existentes y garantizar su carácter progresivo.

La polarización y el extremismo que violenta los derechos humanos se ha enraizado en la cultura política de un considerable número de cubanos, residan dentro o fuera del país, o apoyen al gobierno o a la oposición. Esta situación impide que surjan alternativas sostenibles desde el diálogo respetuoso que trasciendan la denuncia y se centren en un trabajo mancomunado que posibilite mejorar su situación.

10 diciembre 2022 15 comentarios 1,1K vistas
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Articulación Plebeya

La articulación pendiente de la ciudadanía cubana

por Alina Bárbara López Hernández 28 noviembre 2022
escrito por Alina Bárbara López Hernández

El jueves 26 de noviembre de 2020 había comenzado un evento de intelectuales convocado por el Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo de Cuba, con sede en la ciudad de Cárdenas (CCRD). La pandemia obligaba por entonces a evitar los viajes interprovinciales y las reuniones personales, pero Rita García Morris, directora de esa institución —que con gran vocación ecuménica auspiciara durante años los talleres que dieron lugar a la Red de intelectuales por los derechos humanos—, tuvo la iniciativa de mantener el encuentro vía WhatsApp. Debía durar dos días. El segundo de ellos fue el 27 de noviembre, fecha inolvidable de la que ayer se cumplió el segundo aniversario.

Debatíamos nuestras ponencias cuando alguien del grupo alertó sobre lo que ocurría en la capital. La aglomeración de un pequeño grupo de artistas e intelectuales ante el Ministerio de Cultura, la negativa de sus funcionarios a recibirlos y la constante afluencia de gente del gremio, estudiantes y habaneros, que llegó a reunir cientos de personas; recabó la atención de los participantes virtuales.

Como diría más adelante en un artículo:

De los que pudimos estar al tanto de la manifestación, pocos dormimos esa noche. El poder de convocatoria que lograron los congregados ante las puertas del MINCULT, no se explica solo por las redes sociales. Había mucha necesidad de ser auténticos, de dejar de ser meros espectadores y de participar en la vida nacional. Décadas de disciplina y obediencia, de manejos internos y discretos del disenso en el sector, murieron en esa calle del Vedado habanero.  

Al concluir el foro virtual, algunos de los asistentes quedamos conversando acerca del significado de aquel hecho, de la evidencia de factores subjetivos para una transformación de la sociedad cubana. ¿Estaba nuestra ciudadanía preparada para el diálogo? Un diálogo que no podía ser responsabilidad solo de sectas ilustradas. Esa era una gran preocupación.

¿Cómo podríamos aportar desde nuestros campos y saberes? Fue así que decidimos crear un nuevo grupo de WhatsApp, ya independiente del CCRD. El nombre que se le puso sería ampliamente mencionado, para bien y para mal, durante los próximos meses: Articulación Plebeya (AP).  

El inicio

Amalia Pérez Martín, jurista cubana que cursaba estudios doctorales en Estados Unidos, fue la creadora del grupo de chat. A ella se debe el nombre por el que sería conocido el proyecto. Nueve personas lo integramos en un primer momento: Ahmed Correa Álvarez, Alina B. López Hernández, Amalia Pérez Martín, Eloy Viera Cañive, Julio Antonio Fernández Estrada, Lilian Rosa Burgos Martínez, Mario Juan Valdés Navia, Michel Fernández Pérez y René Fidel González García.

Articulación Plebeya

Esa tarde quedó redactada una declaración colectiva que se publicó en un perfil homónimo de Facebook creado al efecto, y fue replicada asimismo por los medios independientes El Toque y La Joven Cuba. Dos días después fueron incluidos Julio César Guanche y Ariel Dacal. Entre esa fecha y el 9 de diciembre se incorporaron Yunior García Aguilera, Ailynn Torres Santana, y Juan Pin Vilar.

A las catorce personas que llegamos a formar parte no nos vinculaba una organización o medio, ni siquiera una ideología o un campo profesional (juristas, historiadores, psicólogos, sociólogos, un dramaturgo y un creador audiovisual). Todos éramos compatriotas, pero siete de nosotros residíamos en Cuba mientras el resto estaba en becas fuera de la Isla, o radicados en otros países.

Nuestro vínculo quedaba explicado de esta forma: «(…) un grupo de intelectuales interesados e interesadas en el presente y el futuro político, económico y social de Cuba. La Articulación intentará ser una plataforma de diálogo que propicie el encuentro de personas y colectivos cubanos y cubanas con el único fin de aportar temas, metodologías, espacios, principios y valores para un diálogo provechoso sobre Cuba».

Luego seríamos acusados de recibir fondos de Open Society y tildados de mercenarios, pero la realidad es que durante los meses que funcionó el grupo, lo hizo por la absoluta dedicación de sus miembros que destinaron su escaso tiempo, con altruismo y sin recibir un solo centavo, más bien gastando en conectividad, muy cara en Cuba.

El esfuerzo colectivo

La primera declaración de AP se hizo pública el propio 27 de noviembre y tuvo una recepción muy positiva. Cientos de personas se adhirieron durante las próximas semanas, lo que despertó la atención inmediata del aparato ideológico y de la Seguridad del Estado.

El 30 de noviembre creamos pequeños subgrupos con el fin de elaborar una propuesta de petición en el orden social, económico, político, jurídico y migratorio. La intención era redactar un documento breve y contundente con puntos claros que solo se acompañaran de argumentación cuando fuera indispensable. El mismo sería sometido a la opinión pública para enriquecerlo y presentado como una iniciativa ciudadana. En ese empeño estuvimos trabajando hasta la disolución de AP.

Articulación Plebeya

El 4 de diciembre en el Noticiero del Mediodía se acusó a AP de ser un grupo de mercenarios. En particular se ensañaron con Julio Antonio Fernández Estrada, que había aceptado la asesoría legal del grupo que entró a dialogar en el Ministerio de Cultura, conocido como 27-N. Ese mismo día se anunció la ruptura del diálogo del Ministerio de Cultura con el referido grupo.

Hubo en las redes una campaña en apoyo a Julio Antonio Fernández Estrada que se hizo viral. Decidimos entonces, ante los asesinatos de reputación que se hacían cotidianos, elaborar un escrito de queja y petición por los ataques a personas en medios públicos. Mientras tanto, el sitio Cubadebate publicaba un cartel donde se leía: Machete, machete que son poquitos. Ante el estupor y crítica colectivos lo retiró poco después, pero se entendía el mensaje.

Articulación Plebeya

El 9 de diciembre las personas que conformaban AP hicimos una reunión por videochat. Ese día supimos que Julito estaba siendo presionado por Seguridad del Estado.

El 10 de diciembre salió publicada la queja y petición, dirigida a Esteban Lazo Hernández, presidente de la Asamblea Nacional y del Consejo de Estado; Yamila Peña Ojeda, fiscal general de la República de Cuba; Oscar Manuel Silveira Martínez, ministro de Justicia y Alfonso Noya Martínez, presidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión. La misma, luego de ser subscrita por 478 personas, se entregó once días más tarde.

Lejos de comedirse, la campaña de acusaciones contra AP escaló. Granma, Cubadebate, La Jiribilla, La Pupila Asombrada, La Tizza, se prestaron para aquel proceso de descrédito al que sumaron sus voces: Enrique Ubieta, Ernesto Estevez Rams, Karima Oliva, Iroel Sánchez, Javier Gómez Sánchez, y un por entonces poco conocido estudiante de periodismo espirituano: Pedro Jorge Velázquez, entre otros.

Eran ataques desproporcionados y absurdos, en los que se hacía todo tipo de acusaciones sin pruebas. Pero se tornó incluso internacional. Sumaron sus voces los argentinos Atilio Borón y Néstor Kohan y el mexicano Fernando Buen Abad.

Pronto, este tipo de presiones, a las que había que dedicar un precioso tiempo en desmontar, provocó que algunos de los miembros del grupo decidieran abandonarlo. En algunos casos se debió a compromisos de trabajo irreconciliables con un esfuerzo que era muy demandante. La pequeña cofradía se redujo a ocho, pero continuó con entusiasmo. Ya teníamos más de mil seguidores en Facebook. 

Trabajamos en elaborar una lista de temas y personas que pudieran participar en mesas de diálogo coordinadas por AP. La propuesta era que las mismas fueran ejemplo de seriedad, profundidad, respeto, diversidad e importancia de los temas. Creamos un canal de YouTube y un sitio web y el 11 de febrero se realizó lo que creíamos la primera Mesa, y que en realidad fue la única.

Articulación Plebeya

Estábamos eufóricos. Este es apenas uno de los comentarios del chat: «Estamos viéndola de nuevo también y estamos contentxs porque al final hicimos la primera mesa!!! Y fluyó bien a pesar d todas las limitaciones, y tuvimos diversidad, y más allá de las intolerancias y troles del chat, se lograron exponer criterios diversos en un mismo espacio. La audiencia fue buena y estable». Uno de los trolles era la doctora Karima Oliva, cuya hostilidad hacia AP fue evidente y a quien hubo que responder con un esclarecedor mensaje.

Organizamos varias propuestas de Mesas más que pueden ser observadas con sus posibles invitados.

Listado de Temas y personas vinculadas a ellos, para mesas de la Articulación Plebeya

La próxima sería dedicada a la Tarea Ordenamiento. Estas eran algunas de las aspiraciones:

Michel: “Necesitamos al menos dos invitadxs más. No tienen que ser economistas. Idealmente necesitamos a alguien que esté en Cuba y pueda hablar desde la experiencia personal del impacto de las medidas”.

Alina: “la periodista Katia Siberia es muy buena en temas económicos, Monreal siempre comparte sus textos”.

Michel: “Dile que lo que queremos es organizar una mesa sobre la Tarea Ordenamiento, que permita hacer una valoración de la misma, y de los efectos que ha tenido en la gente. La idea es que puedan cada quien resaltar lo que quieran, en una pequeña Presentación inicial (5-8 minutos) y después hacemos una ronda de preguntas que lógicamente les pasamos por adelantado. Están confirmadas Anamary Maqueiras, Tamarys Lien, Mario Valdés y Mauricio de Miranda. Es posible que invitemos a alguien más. Más que un debate académico lo que queremos es que sirva como un espacio de reflexión que la gente pueda ver e informarse, y quisiéramos que puedan defenderse puntos de vistas diferentes, o sea algo de ‘contrapunteo’ que permita dar una visión integral del proceso de reforma económica”.

El final

El 27 de febrero Julito escribiría en el chat grupal:

«Queridos y queridas de la Articulación Plebeya.

Para mí ha sido un honor todo este tiempo con ustedes. Ha sido poco pero lo he sentido como mucho tiempo. Hoy tuve mi cuarto encuentro con oficiales de la seguridad del estado. Me ordenaron cerrar inmediatamente Articulación Plebeya después de amenazas y mucha humillación.

No quiero repetir los feos detalles del encuentro. Me dijeron que les mandara hoy mi propuesta de cierre de la articulación. Les dije que este cierre no dependía de mí pero ellos insisten que sí. Tampoco aceptan que me vaya yo de la Articulación. También me dijeron que la Fiscalía me respondería la queja que pusimos.

Me dijeron que yo era un traidor, etc. Como lo que está en juego es, también, mi familia y especialmente mi hijo e hija, no puedo dilatar esto. Les pondré aquí mi propuesta de cierre de la articulación, aunque les dije hoy que esta sería una decisión de la mayoría. No les puedo decir cómo me siento hoy

Un abrazo para siempre».

Luego supimos con detalle que habían usado crueles métodos de tortura psicológica contra Julito en varios interrogatorios, uno de los cuales se extendió por siete horas: poseían su expediente médico y amenazaron explícitamente con violencia física contra sus hijos menores. Lo más aberrante del asunto es que, aun cuando él aceptó salirse de AP, le dejaron claro que esas amenazas contra sus hijos surtirían efecto si no obligaba a que todos abandonáramos el proyecto y sin denunciar las verdaderas razones.

Aunque me comprometí a borrar las conversaciones del chat, no lo hice, pido disculpa a mis amigos de AP, pero me alegra haber incumplido esa decisión.  Ellas me han servido para rememorar el dolor y la humillación que sentimos todos al tener que replegarnos, abandonar algo en que habíamos puesto tantas esperanzas para el cambio cívico, y saber que íbamos a decepcionar a todos los que nos habían apoyado y creído en la posibilidad de esos espacios de participación. El 28 de febrero, la publicación en Facebook rezaba:

«Articulación Plebeya (AP) ha querido ser una plataforma de diálogo en Cuba para propiciar el debate de ideas y propuestas al interior del país. La apuesta de AP ha sido por el respeto a los derechos humanos y al estado de derecho como vía para el diálogo en Cuba. Sin embargo, AP ha sido objeto de ataques, presiones y tergiversaciones. AP no se propuso ser un actor político pero ha sido tratada como tal, no ha promovido una particular ideología pero ha sido estigmatizada como contrarrevolucionaria, se ha sostenido con el aporte voluntario de sus colaboradores pero ha sido acusada públicamente de mercenaria. La persistencia de estos ataques hace muy difícil nuestra tarea de organizar mesas de debate. Como cubanos y cubanas dignos y dignas, y sin claudicar en la defensa de la soberanía del pueblo de Cuba, decidimos suspender los trabajos en Articulación Plebeya. Nuestros esfuerzos individuales no se frenarán y así continuaremos trabajando por un país mejor para todos y todas».

Quedaba listo el Petitorio que ha estado guardado hasta hoy. Creo justo darlo a conocer aquí por vez primera. Fue elaborado en el sueño de una Cuba mejor, un país donde no se rechace a nadie por sus ideas, donde primen la justicia social y la defensa a la integridad nacional. Era una deuda pendiente con la ciudadanía.

* Petitorio *

Trataron de silenciar lo que se veía venir. Indignada ese día dije en el chat: «Mientras cierran AP, en Caibarien y Camagüey la gente sale a manifestarse en las calles, eso es lo que prefieren, algún día podremos contar la verdad, ese día va a llegar, un abrazo enorme a todos, hermanas y hermanos, uno enorme a Julito».

Menos de cinco meses más tarde ocurrió el estallido social del 11 de julio.

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