Cumbre de los Pueblos: sociedad civil, exclusiones y argumentos en busca del diálogo

Cumbre de los pueblos

Los pasados 17 y 18 de julio, Bruselas fue escenario de la tercera Cumbre conjunta de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y la Unión Europea (Celac-UE), y en paralelo, sesionó la Cumbre de los Pueblos en la misma capital belga.

Varias delegaciones oficiales que participaron en la Cumbre Celac-UE también fueron invitadas y acudieron a los debates de la Cumbre de los Pueblos, en la cual múltiples voces y actores sociales, en representación de sus respectivos países, dialogaron sobre temas como las luchas del feminismo, las migraciones, y las luchas contra el racismo o el cambio climático.

El derecho de los pueblos a la autodeterminación, la solidaridad con los proyectos progresistas de América Latina y la necesidad de una mejor relación entre la Unión Europea y América Latina, también formaron parte de las conversaciones sostenidas en foros, talleres y conferencias. En este contexto, se insistió en la necesidad de poner fin a las medidas coercitivas unilaterales contra Cuba, así como su exclusión de la lista de países terroristas.

Cumbre de los pueblos

Tomada de Cumbre de los Pueblos 2023

Miembros de la sociedad civil cubana de dentro y fuera de la Isla, que pertenecen a grupos de solidaridad con Cuba en distintos países de Europa, se dieron cita en Bruselas, donde coincidieron con representantes de la oposición, que aprovecharon el espacio de las cumbres y la presencia de líderes políticos de todos los espectros ideológicos para exponer sus demandas al gobierno cubano y emplazar a miembros del Parlamento Europeo que simpatizan con este.

Cuba en las Cumbres de los Pueblos

La Cumbre de los Pueblos se celebró por primera vez en 2005 en Mar del Plata, Argentina, y desde entonces se convoca para aglutinar a representantes de movimientos sociales y políticos de izquierda, sociedad civil, organizaciones no gubernamentales y grupos de solidaridad, principalmente de América Latina y el Caribe, para sesionar en contraposición a las reuniones oficiales de los gobiernos, con el propósito de respaldar las luchas y los derechos de los pueblos.

El primer punto de quiebre con la Cumbre de los Pueblos se produjo en 2015, cuando se celebró en el Paraninfo de la Universidad de Panamá, y resultó un reto para la delegación cubana. Sesionó de forma paralela a la VII Cumbre de las Américas, a la que Cuba fue invitada por primera vez tras el restablecimiento de las relaciones bilaterales con Estados Unidos, pero con múltiples presiones para que no pudieran participar las asociaciones cubanas de la sociedad civil reconocidas por el Estado.

Desde Estados Unidos asistieron al foro personas de origen cubano, cuya presencia fue rechazada explícitamente por la delegación oficial de la Isla, que se retiró de las mesas de debates y reclamó en los espacios externos de las salas donde se producía la reunión. Posteriormente, frente a la embajada de Cuba en Panamá, hubo enfrentamientos físicos entre activistas cubanos y panameños de los grupos de solidaridad con Cuba y miembros de la oposición.

El hecho dio lugar a discusiones públicas entre la delegación de Cuba y los participantes del exilio, que fueron visibilizadas en los medios de comunicación tanto de Cuba como de Estados Unidos.

Asimismo, en 2018 se realizó la Cumbre de los Pueblos de Lima, en paralelo a la VIII Cumbre de las Américas que sesionaba en la capital peruana. En esa ocasión, también asistieron ciudadanos de origen cubano de la oposición y se colocaron vallas gigantes con mensajes contra el gobierno de la Isla, cerca del aeropuerto limeño.

Siguiendo una lógica similar a la de 2015, la delegación cubana fue impedida de participar en los debates, recibió agresiones verbales y el rechazo a su presencia en los foros. Tales presiones condujeron a los cubanos a demandar su inclusión en las reuniones, y lograron que cinco representantes de la sociedad civil entraran a la de los jóvenes.

Cubre de los pueblos 2018

Cuba en la Cumbre de los pueblos 2018 / Tomada de Escambray

En 2022, el gobierno estadounidense excluyó a Cuba de participar en la IX Cumbre de las Américas en la ciudad californiana de Los Ángeles, y se les negó el visado a 23 miembros de la sociedad civil cubana – reconocidos por el gobierno– que asistirían a la Cumbre de los Pueblos por la Democracia. Asimismo, el Estado cubano le impidió la salida a activistas opositores residentes en la Isla que sí estaban invitados a participar.

Aunque gobiernos aliados de la Isla y movimientos políticos y sociales expresaron su inconformidad y condenaron la decisión unilateral de Estados Unidos, la presencia de Cuba se vio limitada a la virtualidad en algunos paneles.

¿Qué pasó en Bruselas?

Desde los preparativos para el evento en Bruselas, la delegación cubana se propuso que, en esta ocasión, su participación tuviera un espíritu constructivo y de paz, a tono con la declaración final de la Cumbre de la Celac celebrada en La Habana en 2014, donde se declaró a América Latina como Zona de Paz.

Al contrario de lo que venía ocurriendo en estas citas desde 2015, la delegación cubana participó activamente de los debates, foros y actividades previstas e, incluso, el presidente cubano asistió a uno de los encuentros.

Sin embargo, por la celebración de ambas cumbres activistas de la oposición cubana residentes en Europa se manifestaron fuera de las sedes, convocados por la Coalición Cubano-Belga por la Democracia en Cuba frente a la Comisión Europea, contra la presencia de las delegaciones oficiales de Cuba, Venezuela y Nicaragua en la Cumbre de la Celac-UE.

Liderados por Ariel Ruiz Urquiola, Avana de la Torre y Sayde Chong García, abordaron ofensivamente al eurodiputado Manuel (Manu) Pineda, al presidente del Partido Comunista de España, Enrique Santiago, y a miembros de sus equipos de trabajo, tildándolos de asesinos y corruptos.

Asimismo, emitieron consignas donde calificaban a Cuba de Estado fallido, y reclamaban además la liberación de los presos por motivos políticos ante la sede del Parlamento Europeo. Por su parte, el gobierno cubano encontró en las redes sociales un espacio para denunciar a los activistas residentes en Bélgica que contribuyeron a organizar la manifestación.

Estas personas recibieron en su vivienda a poco menos de una decena de activistas que habían arribado desde distintas ciudades europeas hasta la capital belga para participar de las acciones antes descritas, pero fue expuesta públicamente su dirección particular, y se divulgaron fotografías de sus familiares en perfiles vinculados al gobierno cubano. Asimismo, los opositores denunciaron que, en las afueras del domicilio, se colocó un cartel con propaganda contra las medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos contra la Isla.

Más allá de la cumbre, sociedad civil cubana en el centro del debate

La presencia de miembros de la sociedad civil en estos escenarios ha dado de qué hablar con relación a Cuba. Los debates en torno al tema parten de preguntarse cuál es la real sociedad civil cubana: ¿la que asiste a los foros internacionales en representación de los cubanos que viven en la Isla?, ¿los que se oponen al gobierno desde el exilio y demandan que sus voces también sean escuchadas?, ¿ambos?

Se impone entonces una breve mirada al concepto de sociedad civil, que se ha nutrido de aportes del campo de las Ciencias Sociales, en especial la política, la filosofía y el derecho. Los investigadores reconocen la evolución del término desde la Grecia antigua hasta nuestros días y sus implicaciones políticas, que han sido tomadas en cuenta a lo largo de la historia de las sociedades.

En Cuba, el término sociedad civil se asumió en el discurso gubernamental en la década del 90 del siglo pasado, cuando reconoció la existencia de una sociedad civil socialista, con las organizaciones de masas como abanderadas, además de asociaciones deportivas, culturales, religiosas, organizaciones no gubernamentales, proyectos comunitarios, cooperativas, entre otros grupos afines al proyecto de país que construye el Estado.

Tomada de Radio 26

Según el corpus teórico gramsciano, la sociedad civil es el espacio público y privado donde se producen y reproducen las representaciones ideológicas sociales. En su texto Sociedad Civil y Hegemonía, el investigador cubano Jorge Luis Acanda apunta que la misma tiene un carácter contradictorio, porque es asumido tanto por los grupos de izquierda como los de derechas en defensa de sus respectivas posiciones e intereses. A su vez, de acuerdo con la profesora e investigadora del campo jurídico, Lissette Pérez Hernández, «lo que otorga contenido esencial a la sociedad civil es el grado de participación ciudadana en correspondencia con el espíritu solidario, que permite complementar los intereses individuales con los colectivos».

Según estadísticas de la Misión Permanente ante la oficina de las Naciones Unidas en Ginebra y los organismos internacionales con sede en Suiza, la sociedad civil cubana está compuesta por más de 2 200 organizaciones sociales y de masas, asociaciones científicas, artísticas, culturales, deportivas y de solidaridad, expresadas en estudiantes, obreros, campesinos, trabajadores, mujeres, profesionales e intelectuales, siguiendo lo indicado por la Ley de Asociaciones 54, vigente desde 1985. Ante la necesidad de reactualizar el enfoque de la legislación, a esas asociaciones habría que agregar los actuales actores del emergente sector privado de la Isla, representados en las Mipymes.

Imagen de Referencia / Tomada de EU-Lat

De esta manera, siguiendo lo indicado por la Constitución cubana y la Ley 54, vigente, el Estado reconoce, como condición para registrarse y legalizarse, una organización con un determinado objetivo social (Federación de Mujeres Cubanas (FMC), Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), Comité de Defensa de la Revolución (CDR), entre otras). Es así como dos o más organizaciones con un mismo propósito social, no tienen cabida en el sistema legal o el corpus jurídico cubano.

Dicho enfoque ha dejado fuera de cualquier protección jurídica a otras formas organizativas de la sociedad civil de muy variado espectro político con objetivos antirracistas, feministas, defensores de los derechos de los animales, ambientalistas, entre otras; asimismo, limita sus posibilidades de existencia y de reconocimiento legal. También cierra cualquier posibilidad a formalizar asociaciones de la oposición, las cuales deben funcionar al margen del espacio público o fuera del territorio nacional.  

Tomada de Martí Noticias

Esta sociedad civil se formó al calor del nuevo Estado instaurado a partir de 1959, que rompió con las estructuras existentes hasta el momento. Según el investigador Juan Valdés Paz, «las nuevas relaciones sociales, el predominio de las relaciones de cooperación y la simplificación de la estructura social a clases y capas aliadas en el proyecto socialista propiciaron la unidad y la homogeneización de una sociedad civil».

Con las nuevas propuestas de actualización del modelo económico surgidas durante el gobierno de Raúl Castro, que estimularon el desarrollo del sector privado en la Isla, los debates en torno a la sociedad civil comenzaron a centrarse en la necesidad de privilegiar la participación, no solo desde el involucramiento de los trabajadores por cuenta propia en la vida económica del país, sino también desde la implementación de proyectos de desarrollo local que incluyan a todos los actores de la sociedad civil.

Sin embargo, el reconocimiento de una sociedad civil exclusivamente apegada a la estructura política del Estado cubano limita la diversidad de enfoques que pueden derivar del surgimiento de nuevos agentes que forman parte de la sociedad en su máxima expresión. Más cuando en los últimos años se han diversificado ampliamente las formas de militancia y asociatividad. Incluso con un mismo objetivo, como puede ser la defensa de las mujeres, más allá de la legalmente reconocida Federación de Mujeres Cubanas, han surgido otras formas organizativas con diversos niveles de confrontación o apoyo al Estado cubano, ejemplo de ello son los grupos Cimarronas o YoSíTeCreo.

Grupos feministas de la sociedad civil cubana

Precisamente es en este punto del análisis donde entra en juego la oposición, que se constituye con grupos de confrontación con el poder estatal, y cuya forma de lucha y discurso se sustenta en la idea de que son ellos la sociedad civil cubana genuina, desconociendo así los grupos de la sociedad civil que se auto-reconocen como socialistas.

El principal argumento del Estado cubano para desacreditar a las organizaciones opositoras ha sido siempre el hecho de que reciban financiamiento de fondos extranjeros destinados al «cambio de régimen» en la Isla, puesto que —consideran autoridades cubanas— sus agendas nunca apostarían por la soberanía del país. Por otro lado, en su defensa, estas organizaciones esgrimen que la imposibilidad de acceder de forma legal y segura a mecanismos de sostenibilidad económica, debido a la desprotección jurídica en la que se encuentran, no les deja otra alternativa que asumir dichos fondos.

Es así como en el caso cubano existe una sociedad civil con dos polos contrapuestos: una agrupada y articulada según los intereses de la institucionalidad política gubernamental, y otra opuesta al gobierno cubano, y que se esfuerza por ganar visibilidad y hacer escuchar sus voces en distintos espacios, dentro y fuera de Cuba.

Entre ambas partes de la sociedad civil se establecen entonces relaciones de exclusión, en las cuales, mientras el Estado entiende a la sociedad civil como un resultado de la relación orgánica con él, la oposición entonces asume aquellas organizaciones divorciadas de cualquier vínculo con las instituciones estatales. No debe obviarse que, a pesar de que estos polos son los más opuestos, dentro del espectro político cubano coexisten otras asociaciones menos visibles.

***

La presencia de variados actores y campos asociativos en el panorama de la sociedad civil cubana, demanda el reconocimiento del pluralismo político como fenómeno inherente a cualquier sociedad, que constituya un primer paso para entablar un diálogo que permita la confrontación política respetuosa.

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Ilustración: Brady Izquierdo

Si la importancia de las Cumbres de los Pueblos está dada precisamente por el reconocimiento de la bipolaridad en las formas de pensamiento político existentes en la región y entre los pueblos que conforman América Latina y el Caribe y la Unión Europea, y sobre esas bases, la búsqueda de puntos de encuentro desde una mirada profunda a las tensiones, donde las demandas, reflexiones y anhelos de los actores de la sociedad sean escuchados por medio de debates dialécticos, debería, entonces, repensarse la exclusión como alternativa para silenciar tanto a las voces de los representantes de la sociedad civil reconocida por el Estado como a las de la oposición, en eventos de esta envergadura.

En un país como Cuba, sobre el que pesan las medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos, una crisis económica agravada por el impacto de la pandemia de la Covid-19 y las consecuencias de medidas internas que no han sido exitosas en términos socioeconómicos, así como una cada vez más visible polarización y violencia política entre los ciudadanos, es importante que se sumen más voces en los debates, en función de lograr un mayor equilibrio y alternativas de articulación, con propuestas concretas orientadas al desarrollo integral de la Isla en áreas estratégicas.

1 comentario

Yoelito 28 julio 2023 - 4:48 PM

Un artículo zurdo que descalifica a la derecha y al final demanda equilibrio. Así no se puede. Ninguna organización financiada por ningún gobierno es considerada sociedad civil, así de sencillo. Cuál organización ha autorizado el Gobierno cubano a uno de esos eventos que no sea financiada por ellos? Iluminenme, por favor.

Los comentarios están cerrados.

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