Graduaciones

por Néster Núñez

Después de que el acto comenzó, cantó el afinado coro del preuniversitario y la sempiterna danza española estuvo representada por el talento local, que incluía a una virtuosa muchachita de larga trayectoria en esos andares. Abarrotaban el teatro los cientos de alumnos que por fin se graduaban del grado doce, más sus familiares. Las almas, en vilo, vieron actuar a los profes/conductores, quienes alabaron a Fidel y a la Revolución y, de vez en vez, entre bloques, mencionaron a los mejores estudiantes. Así fueron reconocidos el más integral; la destacada en cultura; otra que poseía clara cabellera y sonrisa translúcida, y además era amable, honesta y desinteresada (proveniente de una familia humilde); el educador más laborioso y un etcétera que no recuerdo, debido a lo aburrido y reiterado de la puesta en escena. En definitiva, la obra transcurrió como un matutino necesario y sin emociones.

Graduación

Foto: Néster Núñez

Todos los que pasamos por la escuela primaria en Cuba sabemos lo complicado que es preparar un matutino así, para padres e hijos, por lo que no nos tiembla la voz al felicitar a sus organizadores. Quizá faltaron banderitas, aplausos chinos o deportivos y el poema Che Comandante, Amigo, pero esa es una cuestión muy subjetiva.

A la larga, los muchachos la pasaron bien. Se homenajeó a los que lo merecía, y luego firmaron sus camisas, se abrazaron, recordaron los mejores y peores momentos vividos en los últimos tres cursos, marcados por la pandemia, por la escasez y el aumento de los precios de las pizzas, por las olas de calor y por la emigración de algunos de sus compañeros… Hablaron de planes futuros y se desearon la mejor de las suertes mientras mostraban, con orgullo y apremiados por el tiempo, sus títulos de Bachiller. Después los devolvieron para que el director provincial de Educación estampara en ellos su preciada firma porque, como se ven en las fotos, no tenían validez. Según entiendo, tal desliz, tal inconveniente, fue culpa del bloqueo. Detallito ese de las firmas será olvidado enseguida, porque estamos venciendo.

Foto: Néster Núñez

Un poco más difícil de olvidar será el profe organizador en jefe, quien usó los micrófonos y su total libertad de expresión para clausurar la obra. Empezó con algo bien impactante, así como:

—Por suerte yo estoy aquí y ustedes allá, alejados, porque de estar cerca sentirían cierta fetidez que proviene de mi cuerpo.

Lo de la fetidez sí que lo dijo. Se refería a todo el estrés y a las carreras que dio para que la obra saliera tal cual la disfrutamos; al sudor de su frente, digamos; a lo difícil que se vuelve todo y a pesar de lo cual salimos adelante cuando el empeño personal y colectivo es serio y constante.

Después trajo a colación momentos memorables del último curso. Habló de los alumnos que no se estaban graduando con el resto de sus compañeros porque en ese mismo instante hacían la prueba extraordinaria de matemáticas, por ejemplo, «pero no hay que estar tristes por ellos, yo se lo advertí, pero no siguieron mis consejos. Y recordó esas mañanas en que literalmente hacía correr a los estudiantes que llegaban dos minutos tarde al matutino, con la amenaza de cerrarles en la cara la reja de la escuela.

—Pero era por su bien —dijo, orgulloso de su método—. Porque algún día tendrán empleos y así ya saben la importancia de llegar temprano.

Un profe con un poquito de poder y con supuestas buenas intenciones. Y también con la responsabilidad de educar a las nuevas generaciones en la ardua tarea de tener sentido del momento histórico y cambiar todo lo que debe ser cambiado. ¿O qué otro objetivo perseguiría la educación, si no es formar jóvenes críticos y creativos, con habilidades para insertarse en un mundo y en una sociedad cada vez más cambiante?

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Foto: Néster Núñez

Cuando esos muchachos empezaron su preuniversitario todavía existía el CUC como moneda; no había la inflación desmedida de ahora; no existían las Mipymes ni la tremenda pobreza de algunos sectores, y para emigrar había que hacerlo «visitando los volcanes», porque lo del parole es muy reciente. ¿Prepararlos para el futuro es cerrarles la reja de la escuela, o conversar con ellos sobre esos temas? En un mundo ideal, habrían terminado el pre sabiendo mucho más de las ventajas que ofrece internet, hablarían otros idiomas y conocerían a profundidad la Constitución de la República, para que supieran defender sus derechos.

Pero la educación en Cuba es una vieja con colorete que vive de las glorias pasadas. Me arriesgo a afirmar que hasta los niveles de instrucción han descendido por la falta de motivación de estudiantes y profesores, porque los métodos no se han actualizado, porque el conocimiento debería construirse colectivamente en correspondencia con los intereses específicos de cada alumno, y no está sucediendo de ese modo. El nuestro es un sistema monolítico, burocrático, y a los profesores se les sigue evaluando por la cantidad de alumnos promovidos.

No hay que ser exministro del ramo para saber que la educación está en la base de todo, más que los mismísimos limones. Yo sé que no va a suceder, pero esta es la hora de darle un vuelco, de revolucionar todo el sistema educativo. El paradigma de Hombre Nuevo nunca se alcanzó o, en todo caso, quedó obsoleto. Habría que preguntarse otra vez, de modo estratégico, ¿qué tipo de jóvenes queremos formar? ¿Cuáles serán los conocimientos, habilidades y valores imprescindibles para construir una sociedad de bases humanistas?

A los que se graduaron en este curso, felicidades. Lo lograron en uno de los años más difíciles de los últimos tiempos.

Foto: Néster Núñez

4 comentarios

Manuel Figueredo 29 julio 2023 - 9:42 AM

Bueno el artículo. Entiendo que para construir una Sociedad humanista se necesita tener
🗽 Libertad y eso es lo que realmente a mi tierra le hace falta. Feliz Sábado para todos los graduados.

Ramiro 29 julio 2023 - 11:58 AM

Felicidades a esos jovenes ojala no tengar que emigrar

Jorge Sanguinetty 29 julio 2023 - 11:59 AM

Lo primero es aprender a ser libre y después a hacer que la libertad sea útil. Un ministerio no sirve.

Satoshi 30 julio 2023 - 2:05 PM

Yo no sé de qué educación estamos hablando. Hay escuelas donde los estudiantes se aburren y los profesores se fastidian, donde se cultiva la disciplina y la obediencia por encima del conocimiento y el talento. Cada sociedad tiene la educación que necesita para seguir existiendo tal cual es, y de esa forma la escuela se convierte en el mayor perpetuador del statu quo, en el escenario donde ocurre la verdadera lucha en la que la sociedad poda y esclaviza la naturaleza. Cuando la educación es un mero servidor de pasado en copa nueva, y ya no tributa como condición esencial al enriquecimiento cultural y espiritual de los individuos, deja de ser educación y se convierte en una fábrica de mano de obra especializada, en una refinería de recursos humanos. Hubo un tiempo donde la función de la escuela era liberar al pueblo de la ignorancia y sembrar valores humanistas, pero ahora solo se dedica a nutrir de profesionales experimentados y dóciles a la aborrecible maquinaria del mundo, mientras la verdadera educación ocurre en los entornos digitales e internet, donde la industria cultural capitalista se encarga de expandir el consumismo, el individualismo y el nihilismo a las pobres nuevas criaturas, que ya se sienten avergonzadas hasta de ser humanos.

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