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Ciudadanía

Análisis de procesos sociopolíticos que contribuyen al poder popular en el desarrollo de una república inclusiva y una ciudadanía activa

María Santucho
Ciudadanía

María Santucho: Cuba en la piel, el cerebro y el corazón

por Redacción 11 agosto 2023
escrito por Redacción

Con motivo de la aparición del nieto 133 de las Abuelas de la Plaza de Mayo, La Joven Cuba conversa con María Santucho, historiadora del arte, promotora cultural, productora cinematográfica y guionista. 

Llega a Cuba en el año 1976 como refugiada de la dictadura militar argentina, vive en la Isla durante más de 40 años y aquí desarrolla varias labores en el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica, unido a esto, es fundadora del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau. 

En esta entrevista, además del reciente encuentro que ha impactado a su familia, exploramos su relación con la Isla, su militancia política, y las razones que la hicieron retornar a su país natal. 

Recientemente se supo la noticia del rescate de su primo-hermano, el nieto 133 de las Abuelas de Plaza de Mayo ¿Cómo fue el proceso de encontrarlo? ¿Qué significó para la familia?

Rescatar a esos nietos —que son más de 400 niños o niñas, ahora hombres o mujeres— es uno de los procesos de luchas de los organismos de derechos humanos en Argentina más loables. Porque es justamente arrancárselos a los represores.

El proceso de mi primo-hermano, hijo de Julio Santucho y de Cristina Navajas, que fue secuestrada en julio de 1976, lo inicia realmente Nélida Gómez de Navaja, la mamá de Cristina, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, y una luchadora incansable por la aparición con vida de estos niños y niñas apropiados. Las madres y las abuelas que comenzaron toda esta lucha con cuarenta y cincuenta años fueron envejeciendo. Y en el caso de Nélida, le pasó la posta —como decimos acá— a su nieto, hijo de Cristina y Julio, Miguel (el Tano) Santucho. Fue este quien, de alguna manera, protagonizó esa búsqueda en los últimos años.

María Santucho

María Santucho junto a Miguel (el Tano) / Foto: Kaloian Santos Cabrera, cortesía de la entrevistada

Fue un proceso casi de «la soledad del corredor de fondo». Así lo veía el Tano. Más allá de que uno acompaña afectivamente esa búsqueda, entre los familiares que tuvieron pocas esperanzas estaba yo. Mi primo fue quien nos motivó a seguir creyendo.

La búsqueda es un proceso complejo, porque debe pasar por la ciencia. Las familias dejan una muestra de sangre, y se cotejan cuando aparece un niño que pide saber su identidad —como ha sido el caso de mi primo— o las propias organizaciones de derechos humanos hacen esa pesquisa. 

En este caso en particular, eso ocurrió en menos de una semana. Nuestro primo se acercó a Abuelas hace unos meses, dejó su muestra de sangre, y el 26 de julio lo llamaron para notificarle que pertenecía a una familia, y era el hijo de Cristina Navaja, y había nacido en cautiverio. El 26 se lo comunican a él y habla con sus hermanos y su padre mediante una video llamada, el 27 a toda la familia; el 28, estamos junto a Abuelas en la Casa por la Identidad, donde, además, el Tano trabaja hace algunos años. Fue un momento de mucha conmoción. 

Para la familia resultó muy importante este hallazgo, porque hemos sido muy golpeados, con varios desaparecidos y asesinados, y algunos tuvimos que salir al exilio. Encontrar la vida nos potencia en los afectos y en el recuerdo de nuestros seres queridos. Y creo que también nos coloca en una revisión muy particular.

Estos nietos recuperan su familia luego de vivir durante años con otra impuesta por sus secuestradores ¿Cómo ocurre esa nueva acogida en la que un desconocido se convierte en un familiar? 

En el caso de nuestro primo, ya tenía sospechas de que esto estaba pasando. En un punto muy importante de su vida él ya tenía sembrada esa duda, y eso lo hizo tomar distancia de la familia apropiadora. Creo que ha sido lo mejor que pudo pasar, porque él, por supuesto, está abierto a conocernos.

No sentimos que es un desconocido, es una persona que buscamos durante años. Más allá de que le reconocemos rasgos físicos —sonrisas, miradas, gestos— de su mamá y de su papá, sentimos que hay algo ahí que lo identifica con la familia. Es un hombre de 46 años, tiene una tranquilidad que le hace afrontar todo este proceso lo más equilibrado posible. Nosotros somos toda emoción por este encuentro, y él mantiene la calma y pide que las cosas sean paso a paso.

Creo que efectivamente es un proceso que hay que cuidar mucho para no dañar nada y ganar el tiempo perdido buscándolo. Eso es lo que más sentimos, que es una persona que amamos por encima de no haberlo conocido ni haber convivido con él. Nuestra familia también tiene un ejercicio de reencontrarnos luego de exilios y distancias. Aprendimos a que se recibe con el mismo amor a todos y todas. 

Los crímenes de la dictadura militar argentina están más que documentados; sin embargo, ¿cree que sean interpretados e interpelados de forma diferente de acuerdo con el color político de quien se posicione sobre ellos? ¿Cómo lo hacen las izquierdas y cómo las derechas?

En el campo popular no hay mucha diferencia. Salvando, por supuesto, el silencio que generalmente hace la derecha. En este caso en particular fue muy llamativo, porque hubo una repercusión enorme, no solo por la aparición del nieto 133, que siempre es un motivo de enorme alegría en el pueblo argentino, sino por ser el hijo de quien es y a qué familia pertenece. Personalmente, siento que hay una reivindicación en la familia de las luchas y la entrega de los y las que militamos en los setenta y también de nuestros padres, tíos y tías.

María Santucho

Tomada del perfil de Facebook de la entrevistada

Por otro lado, ahora mismo este hallazgo fue hecho en medio de una campaña electoral. Yo tengo poca capacidad, información y cultura de este tipo de participación política porque viví hasta hace dos años en Cuba y mis referencias son los patrones cubanos, que no tienen nada que ver con los argentinos. Entonces siento que, a pesar de que cayó en medio de la campaña, este hecho no fue para nada politizado. Me parece que los organismos de derechos humanos, las Abuelas, las Madres, los Hijos, Exdetenidos, desaparecidos y todas aquellas personas que de alguna manera apoyan ese trabajo, incluso con las diferencias que puedan tener entre ellos, han respetado esto. 

Hay pocos espacios donde se cuestionen esas ganas y esa política de Estado que respeta, incluye y favorece los derechos humanos. Tanto entre las organizaciones de izquierda como entre las populares y nacionales —básicamente el peronismo y las izquierdas— y el pueblo argentino, hay una comunidad de entender, asumir y abrazar las causas por los derechos humanos, muchísimo más las que tienen que ver con la recuperación de los nietos y las nietas.

¿Qué papel desempeñó Cuba en su acompañamiento como víctima de la dictadura militar argentina? 

El proceso para llegar fue largo, duro, triste, doloroso, y eso convierte nuestro arribo a Cuba en un segundo nacimiento para mí. Fue una etapa de mucha calma, a pesar de lo vertiginoso de todo. Estuve un año con mi familia asilada en la embajada de Cuba en Argentina. Llegué a la Isla el 28 de diciembre de 1976, Día de los Santos Inocentes, y yo celebro siempre una nueva vida a partir de ese momento. 

Tuve personas con sensibilidad y capacidad de acompañamiento muy especiales, que tanto a mí como a mi familia, nos hicieron sentir que habíamos llegado a un lugar que nos iba proteger, cuidar, querer, abrazar y acoger. Todas esas expectativas se cumplieron cabalmente, y más. 

Mi formación no estuvo exenta de circunstancias difíciles, desde el punto de vista personal, de adaptación, de cosas tristes que me pasaron en ese tiempo. A pesar de que no estaba todo lo recuperada posible, tener a una sociedad y un Estado que te ampara, que responde por vos, que te protege, es fundamental para sanar. 

Tuve la oportunidad de hacer una vida medianamente normal. De ser perseguida, comencé a vivir las etapas como corresponde. Para mí Cuba tiene un significado muy especial. Yo, incluso, siento a veces que soy más cubana que argentina, y que mucho de lo que soy hoy, está, por supuesto en esa formación temprana en mi adolescencia, pero sobre todo en esos 46 años vividos en la Isla. Había un mandato familiar porque mi padre militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), y mi tío era el secretario general de ese partido, pero todo eso se potenció en Cuba.

María Santucho

Tomada del perfil de Facebook de la entrevistada

Hace muchos años, cuando me dieron la Distinción por la Cultura Nacional, en las palabras de agradecimiento dije que Cuba me permitió acomodar tanto dolor y no sentirme derrotada, y que no había entregado muchas cosas importantes de mi vida por algo que no ocurrió. 

Por eso digo que Cuba es fundamental para mi formación como ser político, pero también como ser humano. Todo lo que sé de solidaridad lo aprendí ahí. Entonces, cuando alguien me pide una ayuda desde Cuba, o necesita algo desde Cuba, siento que estoy en deuda con el pueblo cubano, porque recibí mucho más de lo que entregué. También ofrecí una parte muy importante de mi vida y tengo mucho orgullo cuando alguien se detiene y me agradece.

Regresa a vivir a su país luego de múltiples sucesos que cambiaron la historia de la nación cubana, como la desintegración del campo socialista en Europa del Este, el llamado período especial, la muerte de Fidel Castro, la apertura al sector privado… ¿Cómo vivió esa evolución? ¿Por qué decide retornar a su país luego de tanto tiempo viviendo en la Isla?

Cuando llegué a Cuba, más allá de las altas y bajas que pueda tener un ser humano, se me empezaron a abrir espacios de luz. Me fui descubriendo a mí misma. El amor con el que fui recibida en todos los colectivos en los cuales participé, me generaron ese sentimiento de pertenencia. 

Fui una estudiante cubana que abrazó la realidad de ese país porque también me sentí muy contenida dentro de ella. Y estudié como cualquier cubana. Primero la secundaria y el preuniversitario, después la licenciatura en Historia del Arte en la Universidad de La Habana. Encontré a través del arte y la cultura una manera de continuar mi temprana militancia revolucionaria, que había empezado en condiciones, quizás, no apropiadas para una jovencita de 14 o 15 años.

María Santucho

Tomada del perfil de Facebook de la entrevistada

Yo no siento que hay una división entre la persona que llegó y la que se crió en ese ambiente, con luces y sombras —como todo en la vida—, pero realmente muy creativo, solidario y con muchos espacios donde probarse una desde el punto de vista político e ideológico. Transité eso como cualquier otra joven en los finales de los setenta, principios de los ochenta. 

Después tuve la suerte de poder vincularme a una manifestación artística que me permitió hablar de cosas de las cuales durante largo tiempo no hablé. Trabajé muchos años en el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), en una etapa significativa en mi vida personal, porque hice una pareja que duró más de 35 años. En ese lapso —entre 1984 y hasta hace muy pocos años— fui fundadora, junto a Víctor Casaus —padre de mis hijas y mi compañero de entonces—, del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, en el que pude volcar toda esa fuerza que en la adolescencia fue truncada por la situación de mi país.

En los años 90, a pesar de que fueron muy duros para Cuba, tuve la oportunidad de crear un centro cultural, y de que fuera un espacio para los y las jóvenes, también un lugar de mucha libertad de expresión. En eso nos ganamos un lugar especial en la trayectoria artística y en el corazón de muchísima gente joven que no tenía dónde poner sus canciones, escribir sus libros o mostrar sus obras plásticas.

Tomada del perfil de Facebook de la entrevistada

Víctor y yo, junto a un equipo pequeño de personas muy entregadas, tuvimos el honor de acompañar esas proyecciones artísticas. Se trató de un proceso ascendente para mi vida y llegó a una altura imposible de superar. También porque en ese momento, muchísima gente amiga muy generosa junto al apoyo del Estado cubano, nos dio espacio, nos protegió, nos acompañó, y nos propició los medios para poder hacerlo. 

Por eso pude hacer un puente entre esa realidad hermosa que tenía en Cuba y la posibilidad de ir volviendo a la Argentina. Mi vuelta no fue de un día para el otro, porque para mí iba a ser un segundo exilio y yo quería algo diáfano. En la medida en que empezaron a aparecer espacios acá, comencé a estar más tiempo, sobre todo a partir de 2015. En este año mis hijas nacidas en Cuba deciden venir para acá.

También, debo decirlo, me parece que yo cumplí un ciclo en aquel centro cultural de cuyo hermoso parto soy una parte fundamental, aunque siempre constituyó un proyecto colectivo. Unido a esto, fueron surgiendo aquí planes que me resultan atractivos desde el punto de vista de realización personal y demandan de una mayor exigencia y participación. Empiezo a participar aquí de la lucha feminista, las manifestaciones en la calle, porque creo que es una hermosa manera que ha encontrado este país de enfrentarse a las malas políticas, a las malas decisiones, a los gobiernos que desgobiernan, a la represión y al silencio.

María Santucho

Cortesía de la entrevistada

Por otro lado, siento que en Cuba empieza a apagarse en buena medida la posibilidad de poder decir las cosas que pienso, que siento, que quizás parezcan un poco duras, críticas. Aunque nuestro centro cultural jamás tuvo una propuesta de orientación o definición, o de «esto no se puede hacer», yo sí sentí que el entorno nos podía afectar en algún momento y preferí tomar distancia. 

¿Cuánto se parece la Cuba que dejó a la que la recibió? ¿Cuánto la afecta lo que sucede hoy en la Isla?

Me siguen afectando algunas de las cosas que pasan en Cuba hoy, como el debate alrededor de las protestas, o algunas maneras de comunicar que tienen el Partido y el Gobierno cubanos que no son de mi agrado. Aun cuando yo sigo sintiendo que hay un respeto hacia mi historia personal y la de mi familia, no quisiera, bajo ningún concepto, que eso entorpeciera una vida, una manera de pensar, una manera de militar, que va más allá. 

Con mi historia, mi trayectoria de vida en esos más de cuarenta años, yo sí siento que hay una diferencia entre la Cuba que me recibió y de la que me fui, pues encuentro gente entre 16 años ―la edad con la que yo llegué― y treinta y pico y cuarenta, que reclaman por esos espacios de respeto a la discrepancia, de debate serio, comprometido, de establecer como rigor para la vida esos márgenes de libertad que impliquen discutir sin descalificar al que piensa diferente a uno, y de colocarnos frente a una realidad muy adversa, difícil, compleja, con muchos factores y responsabilidades que influyen en que las cosas sean como son. 

María Santucho

Cortesía de la entrevistada

Tengo un profundo amor y agradecimiento por Cuba, pero también siento una gran responsabilidad, aunque haya decidido volver a mi país. Siento que debo tratar de generar espacios que la sociedad cubana está reclamando, que son muy legítimos, sin permitir ciertas palabras que para mí tienen otras connotaciones, sin descalificar o calificar con términos que hablan de procesos mucho más graves que lo que está realmente ocurriendo en la Isla hoy. 

Yo en principio profeso esa responsabilidad, la asumo, soy parte de ella. No hay día que me levante y no busque las noticias de Cuba; no hay día en que no hable de Cuba y no hay día en que Cuba no esté en mi piel, mi cerebro y mi corazón. 

11 agosto 2023 2 comentarios
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Ciudadanía

Fecundidad en Cuba: el relevo que no llega

por Liz Martínez 9 agosto 2023
escrito por Liz Martínez

En mis años escolares casi nadie hablaba de futuro y mucho menos de hijos. Ya pasados unos años, pensé que mis amigos bromeaban cuando aseguraban que no pensaban en hijos ni ahora ni después. Mi primera respuesta fue reír. Después los juzgué, erróneamente, al asumir la máxima social que le exige llevar a cabo un alumbramiento a todas las personas con capacidad física y mental para ello.  

Reproducirse o no es siempre una decisión personal que debe ser respetada. Sin embargo, cada vez más son las mujeres y hombres que ponen la negativa por muchas razones. Algunos ya cansados de intentos fallidos incluso en consultas de reproducción asistida, otros porque prefieren esperar a que la situación económica mejore, o a tener la pareja ideal, postergan eternamente la posibilidad de dejar descendencia.  

Urgida de más nacimientos, desde hace más de dos décadas, Cuba y su contexto ponen matices heroicos a casi todo. La falta de incentivos para la fecundidad, como problemática trasciende el marco personal para convertirse en un problema social, sin solución a la vista, debido a la ausencia de un relevo generacional en todos los espacios.

fecundidad cuba

Tomada de NBC News

La fecundidad se ha reducido en el mundo entero. En el informe anual del Fondo de Población de las Naciones Unidas se explica que de un promedio de cinco nacimientos por mujer en 1950, en 2021 se redujo a 2,3.

En Cuba la Encuesta Anual de Fecundidad de 2022 arrojó que las mujeres en edad fértil no sueñan a corto plazo con la concepción: «el 60% de las mismas no dio certeza de querer reproducirse al menos en los próximos tres años. Una vez que se ha tenido un hijo, la intención de reproducirse se reduce sensiblemente, siendo que menos del 25% de las que han tenido hijos piensa volver a ser madres» Así lo confirmó una nota publicada en el portal web de la Dirección Provincial de Salud de Guantánamo.  

Además, la Isla reportó en 2022 cerca de 3600 nacimientos menos que el año anterior de acuerdo con las declaraciones ofrecidas a la prensa la Dirección de Registros Médicos y Estadísticas del Ministerio de Salud Pública (Minsap).Se reportaron 95 402 nacidos vivos, 3694 menos que el año anterior.

A partir del 2020 las defunciones están siendo mayores a los nacimientos, por lo tanto, se puede hablar de un decrecimiento natural de la población, a lo cual hay que incluirle la pérdida de población por migraciones. Entrevistado por Prensa Latina, el vicejefe de la Oficina Nacional de Estadística e Información, Juan Carlos Alfonso, sostuvo que jamás los cubanos llegarán a sumar 12 millones de habitantes, por el contrario, en unos 15 años su cantidad de habitantes descenderá por debajo de los 10 millones de personas.

Por otro lado el informe de la mencionada encuesta esbozó que las razones principales de las mujeres para no salir embarazadas son «el impacto de los hijos en su situación económico-financiera, así como en su situación laboral y oportunidades de empleo –calificados negativamente por el 39.6% y 35.8% respectivamente. Una de cada cuatro calificó también negativamente el impacto de los hijos sobre la superación profesional».

Condiciones económicas VS fecundidad

La Encuesta Nacional de fecundidad, de 2022, concluye que entre la población «se aprecian proporciones notables de nuliparidad —mujeres y hombres que alcanzan el final del período reproductivo sin haber tenido hijos— con un amplio diferencial por sexo, en las mujeres es de 13,1% y en los hombres de 24,4%»

Además, la inflación en Cuba se incrementa, y no solo debilita las condiciones de vida de la mayoría de la población, sino que aumenta la sensación de incertidumbre de cara al futuro. Tampoco ayuda que, en la actualidad, Cuba enfrente el peor momento en sus instituciones asistenciales. A los problemas habituales de higiene y mala alimentación se añade un éxodo notable entre los especialistas que prestan servicio asistencial, actualmente en más de un centenar de países.

Tomada de Tribuna de La Habana

En realidad, la inestabilidad en cualquier centro, ya sea de atención primaria o secundaria, venía caminando hace algún tiempo. Fue la etapa post pandemia la que dejó al descubierto la vulnerabilidad en áreas de salud. Algunos años antes, un reporte publicado por BBC Mundo relataba cómo mientras, en otras naciones, crecía el prestigio de los profesionales de la salud cubanos, puertas adentro ocurría la debacle:

«En la calle la gente comenta y se queja del asunto, culpando al déficit de profesionales y en menor medida a la carencia de recursos materiales. Es difícil encontrar un solo médico que no tenga entre sus planes el de irse a trabajar fuera de la isla, ya sea de misión estatal o a través de un contrato privado».

Sumado a la crisis sanitaria por el Covid19, no es de extrañar, entonces, el inusual aumento de los indicadores en la mortalidad materna, que llegó en 2021 a 176.6 por cada cien mil nacidos vivos, aunque en 2022 se redujo a 40.9 La mortalidad infantil, por su parte, ha tendido al incremento desde 2019, y la reducción de 2021 a 2022 no es tan significativa. Con una tasa de 7,5 por mil nacidos vivos en 2022, solo hubo 39 fallecidos menos que el año anterior.

El periódico Granma publicaba el pasado año la explicación de José Ángel Portal Miranda, ministro de Salud Pública para la mortalidad infantil, cuyas causas, según lo expresado por el funcionario, están relacionadas con «afecciones perinatales provocadas, fundamentalmente, por la restricción del crecimiento intrauterino, la prematuridad y el bajo peso al nacer, seguido de las malformaciones congénitas y la sepsis adquirida, esta última vinculada a violaciones de procesos en algunas instituciones del país». En cuanto a la mortalidad materna las afecciones principales que las provocan son «las hemorragias obstétricas y las sepsis».

Políticas a favor de la fecundidad

Cuba se abre paso a nuevas políticas de protección a las madres y ha intentado, sin éxito, fomentar la natalidad. Las disposiciones que buscan elevar cifras de fecundidad todavía son insuficientes. En mayo pasado se modificó la normativa de protección a madres trabajadoras con el Decreto Ley 71 del 2023, puesto en vigor inmediatamente después de la aprobación del nuevo Código de las Familias. Según la agencia estatal Prensa Latina «Entre las modificaciones aprobadas está la ampliación de la protección a otras personas que trabajan, como consecuencia de la multiparentalidad, la filiación adoptiva, asistida y socioafectiva, según los tipos y fuentes de filiación previstos en el Código».

En la Isla, la variante institucional más reconocida es el Círculo Infantil, establecidos con la Revolución para los niños desde los 12 meses y hasta los 6 años. Como requerimiento para el otorgamiento se llena una planilla y algún que otro documento, pero ¿todas las madres trabajadoras pueden acceder al Círculo Infantil? De hecho no, el Órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba, reconoció a principio de este año que en 2022 solo se pudieron otorgar el 46.9% de las solicitudes presentadas para estos servicios de cuidado.

Tomada de Cubadebate

Dichas informaciones confirman varios vacíos y puntos flacos en los apoyos que reciben las madres cubanas a la hora de reproducirse, más si se tiene en cuenta que las mujeres son más del 60% de la fuerza técnica empleada en el territorio nacional.

En nuestro país hace más de sesenta años las mujeres trabajan no únicamente en el hogar. Lo cual no significa que ya existan posibilidades que las atiendan de maneras esmeradas y, al mismo tiempo, más consecuentes.

Esta situación no es exclusiva de Cuba. A nivel regional, la Organización Panamericana de la Salud ha solicitado mejores garantías y apoyo a las madres trabajadoras.

«Pocas de las disposiciones son lo suficientemente ambiciosas como para asegurar que mujeres y niños reciban el apoyo adecuado… las mujeres que no están protegidas se enfrentan a un dilema muy difícil: la estabilidad económica o la salud de su hijo», aseguró Rubén Grajeada, asesor regional del ente latinoamericano de la salud.

Hay que plantearse seriamente el apoyo para quien, en el doble desempeño de trabajadora y madre, intenta la epopeya de llevar a su mesa un plato de comida. De lo contrario persistirá la reducción de la fecundidad, en principio, por el enfoque anquilosado de modelos de ayuda que se quedan a mitad de camino. Mientras el contexto sea tan adverso la trayectoria en el gráfico matemático no podrá sugerir una parábola con sentido creciente.

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9 agosto 2023 5 comentarios
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Ciudadanía

Retención del talento, otro agujero en el casco del barco llamado deporte cubano

por Harold Iglesias Manresa 31 julio 2023
escrito por Harold Iglesias Manresa

Una mezcla indiscutible de orgullo y tristeza se ha apoderado de mí en los últimos tiempos: si bien disfruto hasta la médula de los rendimientos de deportistas cubanos, en cualquier latitud que rubriquen sus hazañas, me duele que cada vez más esos performances, aunque tienen un sello de cubanía, no representen a la tierra que los vio nacer y esculpirse como atletas de alto rendimiento.

Así, en esa encrucijada de sensaciones, vi el debut y éxito rotundo como profesional del boxeador Andy Cruz sobre el rocoso mexicano Juan Carlos Burgos, para hacerse de la faja de las 135 libras de la Federación Internacional de Boxeo (FIB); celebré el nocao técnico de Robeisy Ramírez en Tokio sobre el japonés Satoshi Shimizu en el quinto round para retener su corona de la Organización mundial de Boxeo.

Clavé los pinchos en la pista con la misma cadencia que lo hizo Roger Valentín Iribarne para detener los relojes en Polonia en 13.21 segundos, tope personal en los 110 metros con vallas, y, más recientemente, vitoreé a dos de los mayores talentos naturales que ha dado el voleibol cubano en su historia: Melissa Vargas y Wilfredo León, proclamados actualmente campeones de la Liga de las Naciones, con notorio protagonismo para Turquía y Polonia, países por los cuales se han nacionalizado, respectivamente.

Melissa Vargas se erigió como la jugadora más valiosa de Turquía al computar 65 puntos en el segmento final de la Liga de las Naciones de voleibol. Foto: FIVB.

Melissa Vargas se erigió como la jugadora más valiosa de Turquía al computar 65 puntos en el segmento final de la Liga de las Naciones de voleibol. Foto: FIVB.

De hecho, los rendimientos más recientes en el voleibol, el atletismo y el boxeo, han vuelto a activar las alarmas reflexivas sobre una realidad a la que considero hay que enfrentar de una vez: la ausencia de estrategias del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder) para retener el talento deportivo.

Estamos hablando de atemperarnos a la realidad del vínculo entre los deportistas y sus respectivas selecciones nacionales en cualquier disciplina, a tono con el desarrollo de la práctica deportiva, con clubes y ligas como principales vitrinas, nichos de preparación y crecimiento, generalmente en aquellos escenarios que ofrezcan mejores condiciones a los atletas para acompañar su evolución.

Este fenómeno, con antecedentes en el fútbol, se acrecentó exponencialmente tras la irrupción del Dream Team de baloncesto de los Estados Unidos, en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, y dio lugar a una transnacionalización deportiva que, si bien tuvo referentes más sólidos en las disciplinas colectivas, en la actualidad se ha extendido a casi todos los deportes, con expresión desde edades más tempranas y un volumen cada vez mayor de atletas nacionalizados extranjeros, por disímiles vías.

Asley González aparece en el puesto 30 del ranking de clasificación olímpica en los 100 kilogramos, muy cerca de conseguirlo en representación de Rumanía. Foto: IJF

Asley González aparece en el puesto 30 del ranking de clasificación olímpica en los 100 kilogramos, muy cerca de conseguirlo en representación de Rumanía. Foto: IJF

Cuba aún se resiste a aceptar tan imponentes realidades. A veces me pregunto si es por no volver la espalda al paradigma de pensamiento sobre el que se construyó un modelo de deporte entendido como derecho de todo el pueblo tras el 1ro de enero de 1959; si es por tozudez de las máximas autoridades deportivas de la nación, o si es por temor a continuar perdiendo efectivos de considerable calidad, una vez abiertas por completo las puertas a ese fenómeno de transnacionalización deportiva.

Hurgando en el panorama cubano vemos que dicha transnacionalización ha estado acentuada con numerosos casos exitosos a lo largo de más de tres décadas, y que van desde el lanzador René Arocha, los basquetbolistas Andrés Guibert y Lázaro Borrell, y la esgrimista Taymí Chappé, hasta recientemente los triplistas Pedro Pablo Pichardo, Yordan y Andy Díaz, la discóbola Denia Caballero, los luchadores Frank Chamizo, Yasmani Acosta y Abraham Conyedo, los boxeadores Robeisy Ramírez, Javier Ibáñez y Loren Berto Alfonso o el judoca Asley González, por mencionar a algunos de los más connotados.

El luchador del estilo libre Frank Chamizo (74kg) ha obtenido un bronce olímpico y cuatro preseas en Campeonatos mundiales defendiendo los colores de Italia. Foto: Eurosport.

El luchador del estilo libre Frank Chamizo (74kg) ha obtenido un bronce olímpico y cuatro preseas en Campeonatos mundiales defendiendo los colores de Italia. Foto: Eurosport.

Tales ejemplos conjugan resultados, infraestructura de entrenamiento, opciones de competición de alto nivel y saberes de ciencia aplicada al deporte, superiores a las que poseían en Cuba; además de ser muy publicitados en medios de comunicación y redes sociales, lo cual le confiere un matiz aún mayor de reconocimiento entre las generaciones de atletas más jóvenes.

Asimismo, es oportuno introducir otros elementos:

  • Los estándares de competitividad cada vez más altos y la cantidad elevan la exigencia sobre los deportistas, incidiendo de manera negativa en su salud, en no pocos casos.
  • La creciente mercantilización del deporte conlleva a una sobrevaloración económica, por encima de la lógica deportiva y en detrimento de ella. Un ejemplo lo constituye la presión de los patrocinadores para que quienes estén bajo su amparo obtengan resultados que rentabilicen su inversión a corto plazo.
  • La carencia de una visión integral por parte de las instituciones deportivas nacionales e internacionales para lograr un balance entre las distintas esferas que intervienen en la gestión deportiva.

Tales cuestiones no deben desestimarse al dimensionar esos otros horizontes, y el impulso de muchos atletas para seguir rutas similares, máxime cuando puede acortarse el ciclo de esplendor del deporte en cuestión.

Un deportista afortunado puede mantenerse en un nivel top de rendimiento entre dos y tres ciclos olímpicos. No todos los días atestiguamos a súper dotados de la actividad del músculo como Mijaín López o Idalys Ortiz, con más de tres lustros instalados en la meca del Olimpo deportivo.

León, otro portento del voly cubano perdido, fue crucial en el accionar de Polonia para coronarse en la liga de las Naciones. Foto: FIVB.

León, otro portento del voly cubano perdido, fue crucial en el accionar de Polonia para coronarse en la liga de las Naciones. Foto: FIVB.

Entre prácticas imprecisas, un paso hacia adelante y… ¿dos hacia atrás?

El pasado 29 de junio el Inder anunció la eliminación de la repatriación como requisito indispensable para que deportistas cubanos residentes en el exterior pudiesen participar en campeonatos nacionales o eventos auspiciados por dicho organismo. Muchos alegan que la medida se concretó a raíz de múltiples debates sobre casos en el béisbol, pero en definitiva, la institución manifestó que las restantes comisiones nacionales debían actualizar los reglamentos de sus certámenes en aras de implementarla por igual.

A esta iniciativa de las máximas autoridades deportivas cubanas se han sumado otros movimientos que, desde el punto de vista individual, han estado intentando diferentes federaciones como las de voleibol, baloncesto, balonmano y atletismo, con el afán de aglutinar todo el talento antillano desperdigado por disímiles latitudes, y conformar selecciones competitivas capaces de pujar en escenarios cualitativamente superiores.

Es importante destacar que los involucrados no han estado exentos de desencuentros o criterios difusos y alejados de variables sólidas de calidad, en cuanto a la integración de selecciones nacionales. Lo mismo sucede con los juicios que predominan en el discurso de instituciones deportivas cuando algún atleta manifiesta su intención de retornar a representar nuestros combinados patrios.

El caso más importante y reciente lo hallamos en la partida hacia tierras portuguesas del talentoso saltador de longitud Juan Miguel Echevarría, quien busca rubricar un contrato profesional con algún Club luso, sin que esto implique dejar de representar a la Mayor de las Antillas.

La progresión de Iribarne desde su llegada al Benfica ha sido indiscutible. Con sus 13.21 se coloca en puesto 17 entre los mejores vallistas de la actual temporada. Foto: Record.

La progresión de Iribarne desde su llegada al Benfica ha sido indiscutible. Con sus 13.21 se coloca en puesto 17 entre los mejores vallistas de la actual temporada. Foto: Record.

También se comentó sobre presuntas negociaciones que sostienen el vallista corto Roger Valentín Iribarne y el velocista Reynier Mena, ambos al amparo del Club Benfica luso para volver a representar a Cuba en eventos internacionales, ante la inminencia del Mundial de Atletismo que acogerá Budapest entre los próximos 19 y 27 de agosto. Sin embargo, tanto Mena como Iribarne desmintieron tales rumores.  

Del otro lado de la balanza hay que colocar la ausencia de una política certera para manejar esta situación, con estándares generales aplicables a cada federación, y que sea capaz de establecer pautas para flexibilizar las regulaciones existentes. Una política, por tanto, cuya aprobación pase por un debate que genere consensos, inclusive en las comisiones del Parlamento cubano —que en su reciente periodo de sesiones no arrojó muchas luces sobre esta y otras cuestiones medulares, relacionadas no solo con el deporte, sino también con la vida actual y futura de la nación.

Conozco de casos que han pedido volver a defender la camiseta de las cuatro letras. Muchos de ellos, incluso, han sido rechazados al interior de esas federaciones «vanguardistas» sin una razón convincente, o solo por la reticencia a borrar un estigma que en algún momento pesó sobre el deportista en cuestión. Basta con señalar los casos de los basquetbolistas Reynaldo García y Howard Saint Ross, o los voleibolistas Fernando Hernández, Leandro Macías, David Fiel e Isbel Mesa, quienes intentaron negociar con la Federación cubana, infructuosamente.

En este entramado también pudiera jugar un rol más determinante la política de contratación de deportistas cubanos en el exterior. Si bien los números denotaron un crecimiento al cierre de 2021 respecto al año precedente, el de mayor impacto de la Covid-19, considero que puede ganarse en eficacia y esclarecer muchas cuestiones asociadas a la representación de nuestros deportistas, tanto desde el punto de vista jurídico —en lo que a sus contratos se refiere—, como a la jerarquización de los posibles escenarios de desempeño.

Es cierto que cada caso relacionado con la retención del talento deportivo en Cuba tiene sus particularidades, como sucede en otras esferas de la sociedad, donde tampoco hay estrategias para no perder a quienes ostentan las mejores habilidades.

En ese sentido, cuestiono que de cara a su pelea por el título mundial en Japón, Robeisy Ramírez haya recibido una comunicación de la embajada cubana prohibiéndole interpretar el himno nacional y usar la bandera o alguna prenda alegórica a esta.

Siempre he defendido la idea de que aglutinar, aunar y confluir es mejor que dividir, segmentar, marginar o desechar. Por eso, y por ese sentimiento de nacionalismo, defensa de la patria o de los colores del país que formó y vio crecer a sus atletas, me gustaría patentar en algún momento un cambio de pensamiento y acciones con respecto a la retención del talento y las estrategias para materializarlo.

De esta manera el orgullo será total, y millones de cubanos, desde cualquier parte del mundo y libres de prejuicios o estigmas, podremos disfrutar de los pinchos de Mena o Iribarne, los remates de otros portentosos voleibolistas, los jabs de Andy, Yoenlis o Robeisy, y los jonrones de José Adolis, Soler, Yordan, así como de tantos otros.

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31 julio 2023 6 comentarios
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Ciudadanía

Graduaciones

por Néster Núñez 29 julio 2023
escrito por Néster Núñez

Después de que el acto comenzó, cantó el afinado coro del preuniversitario y la sempiterna danza española estuvo representada por el talento local, que incluía a una virtuosa muchachita de larga trayectoria en esos andares. Abarrotaban el teatro los cientos de alumnos que por fin se graduaban del grado doce, más sus familiares. Las almas, en vilo, vieron actuar a los profes/conductores, quienes alabaron a Fidel y a la Revolución y, de vez en vez, entre bloques, mencionaron a los mejores estudiantes. Así fueron reconocidos el más integral; la destacada en cultura; otra que poseía clara cabellera y sonrisa translúcida, y además era amable, honesta y desinteresada (proveniente de una familia humilde); el educador más laborioso y un etcétera que no recuerdo, debido a lo aburrido y reiterado de la puesta en escena. En definitiva, la obra transcurrió como un matutino necesario y sin emociones.

Graduación

Foto: Néster Núñez

Todos los que pasamos por la escuela primaria en Cuba sabemos lo complicado que es preparar un matutino así, para padres e hijos, por lo que no nos tiembla la voz al felicitar a sus organizadores. Quizá faltaron banderitas, aplausos chinos o deportivos y el poema Che Comandante, Amigo, pero esa es una cuestión muy subjetiva.

A la larga, los muchachos la pasaron bien. Se homenajeó a los que lo merecía, y luego firmaron sus camisas, se abrazaron, recordaron los mejores y peores momentos vividos en los últimos tres cursos, marcados por la pandemia, por la escasez y el aumento de los precios de las pizzas, por las olas de calor y por la emigración de algunos de sus compañeros… Hablaron de planes futuros y se desearon la mejor de las suertes mientras mostraban, con orgullo y apremiados por el tiempo, sus títulos de Bachiller. Después los devolvieron para que el director provincial de Educación estampara en ellos su preciada firma porque, como se ven en las fotos, no tenían validez. Según entiendo, tal desliz, tal inconveniente, fue culpa del bloqueo. Detallito ese de las firmas será olvidado enseguida, porque estamos venciendo.

Foto: Néster Núñez

Un poco más difícil de olvidar será el profe organizador en jefe, quien usó los micrófonos y su total libertad de expresión para clausurar la obra. Empezó con algo bien impactante, así como:

—Por suerte yo estoy aquí y ustedes allá, alejados, porque de estar cerca sentirían cierta fetidez que proviene de mi cuerpo.

Lo de la fetidez sí que lo dijo. Se refería a todo el estrés y a las carreras que dio para que la obra saliera tal cual la disfrutamos; al sudor de su frente, digamos; a lo difícil que se vuelve todo y a pesar de lo cual salimos adelante cuando el empeño personal y colectivo es serio y constante.

Después trajo a colación momentos memorables del último curso. Habló de los alumnos que no se estaban graduando con el resto de sus compañeros porque en ese mismo instante hacían la prueba extraordinaria de matemáticas, por ejemplo, «pero no hay que estar tristes por ellos, yo se lo advertí, pero no siguieron mis consejos. Y recordó esas mañanas en que literalmente hacía correr a los estudiantes que llegaban dos minutos tarde al matutino, con la amenaza de cerrarles en la cara la reja de la escuela.

—Pero era por su bien —dijo, orgulloso de su método—. Porque algún día tendrán empleos y así ya saben la importancia de llegar temprano.

Un profe con un poquito de poder y con supuestas buenas intenciones. Y también con la responsabilidad de educar a las nuevas generaciones en la ardua tarea de tener sentido del momento histórico y cambiar todo lo que debe ser cambiado. ¿O qué otro objetivo perseguiría la educación, si no es formar jóvenes críticos y creativos, con habilidades para insertarse en un mundo y en una sociedad cada vez más cambiante?

Graduación

Foto: Néster Núñez

Cuando esos muchachos empezaron su preuniversitario todavía existía el CUC como moneda; no había la inflación desmedida de ahora; no existían las Mipymes ni la tremenda pobreza de algunos sectores, y para emigrar había que hacerlo «visitando los volcanes», porque lo del parole es muy reciente. ¿Prepararlos para el futuro es cerrarles la reja de la escuela, o conversar con ellos sobre esos temas? En un mundo ideal, habrían terminado el pre sabiendo mucho más de las ventajas que ofrece internet, hablarían otros idiomas y conocerían a profundidad la Constitución de la República, para que supieran defender sus derechos.

Pero la educación en Cuba es una vieja con colorete que vive de las glorias pasadas. Me arriesgo a afirmar que hasta los niveles de instrucción han descendido por la falta de motivación de estudiantes y profesores, porque los métodos no se han actualizado, porque el conocimiento debería construirse colectivamente en correspondencia con los intereses específicos de cada alumno, y no está sucediendo de ese modo. El nuestro es un sistema monolítico, burocrático, y a los profesores se les sigue evaluando por la cantidad de alumnos promovidos.

No hay que ser exministro del ramo para saber que la educación está en la base de todo, más que los mismísimos limones. Yo sé que no va a suceder, pero esta es la hora de darle un vuelco, de revolucionar todo el sistema educativo. El paradigma de Hombre Nuevo nunca se alcanzó o, en todo caso, quedó obsoleto. Habría que preguntarse otra vez, de modo estratégico, ¿qué tipo de jóvenes queremos formar? ¿Cuáles serán los conocimientos, habilidades y valores imprescindibles para construir una sociedad de bases humanistas?

A los que se graduaron en este curso, felicidades. Lo lograron en uno de los años más difíciles de los últimos tiempos.

Foto: Néster Núñez

29 julio 2023 4 comentarios
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Ciudadanía

Armas de fuego en Cuba y la invisible espada de Damocles

por Liz Martínez 26 julio 2023
escrito por Liz Martínez

En el nuevo Código Penal que entró en vigor el primero de diciembre de 2022, —aunque sí considera agravante la violencia de género en casos de homicidios y otros crímenes— no registró el término feminicidio como figura de delito, ni en su variante estándar bajo el derecho internacional, ni bajo ninguna categorización específica, como pudiera ser, por ejemplo, la violencia vicaria.  

Tampoco se contabilizan, aunque fuera técnicamente más sencillo, las muertes causadas por ciudadanos o policías que desenfundaron su pistola e hicieron más que disparos al aire. Precisamente, varios de los feminicidios registrados este año por plataformas feministas independientes han sido perpetrados de esta forma. 

En el caso de los feminicidios, por ejemplo, hemos sabido que en el presente año hasta el 24 de julio, se elevan en Cuba hasta 54 según los observatorios independientes Alas Tensas y Yo Sí Te Creo. La mayoría tienen como victimarios a parejas o ex parejas de mujeres que muchas veces dejaron hijos.

El primer crimen de este tipo públicamente registrado del 2023 ocurrió en Guantánamo, cuando la joven doctora Damaris Rodríguez Domínguez fue asesinada por su pareja —un policía de tránsito— quien también disparó al paramédico que la acompañaba. Según una nota del periódico Venceremos, «el perpetrador se entregó a las fuerzas del orden sin oponer resistencia».

Con cierre el pasado día 14 de julio, el informe del referido Observatorio de Género de Alas Tensas (OGAT) para el primer semestre de 2023, daba cuenta de 49 feminicidios, 13 más que los comprobados en 2022. Entre ellos, el de Rosmery Ponce de 25 años, en el poblado de Güines (Mayabeque), el cual, según lo relatado por una amiga de la víctima, se llevó a cabo con arma de fuego, «un disparo limpio directo a la cabeza, nadie vio a la persona, pero se cree que fue su expareja, además padre de su niño». En todos estos casos la conmoción ha sembrado una interrogante: cómo el arma de fuego había llegado a manos del asesino.

Tomada de IStock

En el actual año se dieron a conocer otros casos involucrando el uso de pistolas. Acorde a lo reportado por OnCuba, en Guanabacoa dos individuos encapuchados hicieron disparos al aire y asaltaron a una pareja, sustrayendo cerca de un millón de pesos y prendas. Por otra parte, el medio estatal Tribuna de La Habana informó, en una nota publicada en mayo, sobre un incidente que había incluido disparos con armas de fuego: el saldo preliminar del hecho dejó a dos lesionados graves y con peligro para la vida.

Control de armas y transparencia ciudadana

A tenor del Decreto Ley No.262 de 2008, el Ministerio del Interior había ordenado en 2010 incluir en un registro nacional todas las armas en manos de la población. Similar medida se había tomado poco después del triunfo de la Revolución, cuando lógicamente muchas personas las poseían, debido al conflicto que recién culminaba.

En la Gaceta Oficial No. 041 Extraordinaria del 2 de diciembre de 2008, el Consejo de Estado, presidido por Raúl Castro, proclamó la resolución concerniente a la tenencia, el porte y el uso legal de armas de fuego, bajo seis licencias con especificidades de acuerdo al tipo de armamento.

De manera general, amparados en el artículo 66, el poder para disponer de «los permisos para su empleo, así como las situaciones donde sea precisa la licencia correspondiente», se entregó a los miembros del Ministerio del Interior. Como primer requisito, quien porte un arma deberá ser mayor de 18 años y demostrar aptitud psicofísica.

Si bien la sociedad cubana luego de 1959 se ha caracterizado por una baja tenencia de armas de fuego, las estrategias actuales para su control generan alarmas en la población, ya que siguen ocurriendo hechos delictivos que las involucran.

El portal web GunsPolicy, un observatorio sobre armas de la Universidad de Sídney, dio cuenta en 2017 de un estimado en Cuba de aproximadamente 234 mil armas, en tanto en 2012 eran 220 mil. El informe incluye también las armas que portan los encargados de velar por el orden de forma autorizada. El dato no está basado en reportes oficiales, sino en aproximados a partir de organizaciones no gubernamentales y extranjeras, además de reportes de prensa. Asimismo, la cifra carece de actualidad; no obstante, a ausencia de una estadística oficial, este y ia datos de Small Arms Survey —con números muy similares— son los únicos registros públicos disponibles sobre el tema.

Armas de fuego en el mundo por cada 100 habitantes en 2017 según Small Arms Survey

A nivel mundial, la Organización de Naciones Unidas (ONU) publicó en 1990, los Principios Básicos sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego por los Funcionarios Encargados de Hacer cumplir la Ley. Casualmente aprobados en La Habana, Cuba, en diciembre del mismo año, dichos acuerdos consideran lícito el uso de armas de fuego cuando existe amenaza para la vida y seguridad de los funcionarios.

En la Isla pocas veces se divulgan los casos judiciales que involucran armas de fuego, ya sea a mano de las autoridades o de la población. Mucho menos se informan las condenas a agentes del orden por abuso de la fuerza; por tanto, es difícil para la ciudadanía entender a ciencia cierta si era «vital» abrir fuego. Tampoco hay publicada ninguna estadística oficial sobre la cantidad de armas circulantes, el estado de su control y las muertes causadas a manos de estas.

Aunque según lo pautado por la ONU, se supone que el uso de este tipo de armamento se ejerza «con moderación y en proporción a la gravedad del delito y al objetivo legítimo que se persiga; reduciendo tanto como sea posible los daños y lesiones y respetarán y protegerán la vida humana». En Cuba, desde 2020, al menos cinco personas han perdido la vida en acciones que tuvieron como antagonistas a policías con armas reglamentarias. Si bien esta cifra no es alta en comparación con la mayoría de los países del continente, tampoco es posible saber con exactitud cuántos casos más ocurrieron sin que trascendieran a la opinión pública.

Diubis Laurencio, manifestante del 11j muerto por un arma de fuego / Tomada de El Toque

Una de las muertes más notorias fue la de Diubis Laurencio Tejada, manifestante del 11J. A partir del análisis forense se concluyó que había sido baleado por la espalda, lo cual siembra la interrogante de si corría peligro la vida de quien disparó.

También fue conocido en 2020 el fallecimiento de Hansel Hernández Galiano a manos de un policía. Según el reporte oficial, el joven de 27 años se enfrentó al agente con piedras y este respondió con un disparo «en defensa propia».

Casos como estos, y la falta de transparencia con la que son manejados, dejan en dudas si el uso de un arma de fuego —de forma mortal— era la única alternativa posible para resolver el altercado.  

***

Un estudio elaborado en México por las asociaciones feministas EQUIS Justicia para las Mujeres, Intersecta Organización para la Igualdad, Data Cívica y el Centro de Estudios Ecuménicos, demostró que la violencia armada ha tenido un impacto particular en grupos poblacionales históricamente vulnerados, como las mujeres trans y las trabajadoras sexuales. Asimismo datos recogidos por organizaciones como el Centro Regional para la Paz, el Desarme y el Desarrollo en América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (Unlirec), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), entre otras organizaciones, evidencian que «la presencia de un arma de fuego en el hogar aumenta el riesgo de muerte para las mujeres entre un 200 y 500%».

Si comparamos las muertes conocidas en Cuba causadas por armas de fuego con aquellas ocurridas en otras partes del mundo, como Estados Unidos, México o incluso varios países de Europa, es realmente una cifra ínfima. Sin embargo, no todos los hechos tienen divulgación, ni existe un registro oficial público de la cantidad de armas circulantes en la calle —de forma legal o no— ni de los crímenes cometidos con estas. Por tanto, la incertidumbre que provoca la falta de transparencia se revierte en una mayor inseguridad ciudadana. ¿Cuántos más casos pueden estar pasando sin que lo sepamos? ¿Qué soluciones se han propuesto?

armas

Tomada de Star Tribune

La contabilización de armas no funciona de manera igual en todos los países; no obstante, la mayoría de las naciones occidentales en algún momento han dado algún registro oficial sobre su tenencia, y los crímenes causados por esto. En América Latina puede ponerse como un buen ejemplo de transparencia en este tema el Observatorio de Seguridad Pública de la provincia de Santa Fe en Argentina, que brinda informes detallados sobre los crímenes en los que se han utilizado armas de fuego.

Por su parte, en la Isla urge redirigir la mirada a cualquier hecho donde se empleen este tipo de armas y poner atención en el aumento de la violencia, sea policial o de género. No hablar de un asunto, por escabroso que resulte, no implicará que desaparezca. Los hechos demuestran que ocurre exactamente lo contrario.

Además, se hace necesario establecer controles sicológicos y de habilidad para el uso más estricto y la tenencia de armas, sobre todo, entre los agentes del orden. Asimismo, se impone llevar con mayor severidad las sanciones por su empleo, sin importar contra quién o por qué se apriete el gatillo, sobre todo, porque el telón de fondo se descorre en un país que siempre se ha preciado de limitarlas.

Los casos aquí relatados indican que la espada afilada pende sobre la cabeza Damocles, aunque no conozcamos el grosor del hilo que la soporta. El debate público sincero y transformador sobre el tema, es la única solución para evitar más desenlaces fatales.

26 julio 2023 7 comentarios
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Ciudadanía

Tres tristes torres y una señora con sombrero

por Néster Núñez 22 julio 2023
escrito por Néster Núñez

Humanos sobrevivientes se bañan en el mar para refrescarse en el agua salada, según entiendo. Algunos han traído a sus animales de compañía y otros comen frutas del trópico, que no parecen muy nutritivas. Los más jóvenes activan la química interna, la adrenalina, lanzándose de cabeza desde un atracadero de barcos en desuso. Practican la natación, se ejercitan. Las parejas expresan su afecto y los solteros miran o exponen sus cuerpos ante las miradas de otros y otras solteras, con el fin de aparearse temporal o permanentemente. 

Es un día típico de ocio para los humanos en la Playita del Deteí, como la nombran ellos. Queda en la costa norte de la bahía, en la zona del puerto de Matanzas. No hay barcos en los muelles y el agua se ve bastante limpia. Para asegurarlo, tendría que realizar un análisis micro óptico de sus componentes.  El cielo está despejado. Son las siete de la tarde, hora local. La noche cae repentinamente.

Foto: Néster Núñez

No. Es una mujer que se ha sentado delante de mí, sobre las raíces de un árbol costero llamado uva caleta. La pamela que le cubre la cabeza es la causante de la oscuridad. Me quita el sesenta por ciento de mi campo de visión, y yo necesito ser libre de mirar hacia donde tenga deseos. Carraspeo la garganta, como hacen las personas decentes, para ver si se percata de lo incómodo de la situación, pero es en vano. Respiro la atmósfera de diez galaxias buscando lógica y paciencia. Después le toco un hombro a intervalos de un cuarto de segundo. Cuando vuelve su rostro terrestre hacia mí, le explico cuál es el problema y, además, le hago ver que es una redundancia estar sentada a la sombra y llevar un sombrero del tamaño de los anillos de Júpiter.

—Entiendo que los rayos del astro sol le molesten, pero le sugiero que escoja entre estas dos opciones: o se quita de inmediato esa cosa enorme que lleva en la cabeza, o se va para otra parte.

La señora es versalliana, dice. No el Versalles de Francia, en París, sino el de Cuba en Matanzas. Para más datos, del reparto Dubrocq. Su casa está a muy pocos metros de la planta química conocida como Rayonitro:

—Allá donde se ven las tres tristes torres —dice y señala con el brazo completo.

Foto: Néster Núñez

Las tres torres sí que son tristes. Ya pasé por allí. Tristes por las ruinas que las rodean: barras de metal oxidado y pedazos de concreto, caídos de lo que fuera el techo. Oscuridad. Peligro. Maleza por todas partes. Sótanos sin tuberías, pero aún con olor a ácido. Tres tristes torres como túneles horizontales que no conducen a ninguna parte. Por allí pasó la guerra, pensé en ese momento.

Solo un edificio sobrevive. Encomed, se lee afuera: Empresa Comercializadora de Medicamentos. Bien hecho, supongo, para restaurar a las víctimas. Al frente, algunas casas de vecinos. Las casuarinas viejas bordean la carretera hacia la curva y más abajo hay lo que fuera un centro recreativo con piscina, abandonado y saqueado. En un tiempo y un universo que ya no es este, hubo también un parque de diversiones. Cuando me lo dijeron, respiré la atmósfera de diez galaxias y logré trasladarme allí: escuché la risa de los críos humanos. Había una noria, una estrella, como la designan en esta parte minúscula del cosmos, y otros muchos aparatos. Exhalé el aire y volví a encontrarme en la playa.   

Foto: Néster Núñez

—Ya sé con exactitud dónde usted vive —le dije a la versalliana—, pero eso no cambia el hecho de que su sombrero continúe interrumpiendo gran parte de mi campo de visión. ¿Usted sería tan amable de cambiarse de sitio? Yo llegué primero.

—Ven acá, chica. ¿De qué planeta tú eres?

Por un momento casi perdí la compostura, creyéndome descubierta. Controlé, sin embargo, el rubor verde que me acaloraba el rostro, y contesté:

—¿Por qué lo preguntas?

La versalliana hizo ese gesto humano con la cabeza, que significa NO. Eso llevó a que su sombrero levantara aires de tormenta y que una marejada arrasara parte de la playita. Cuando tomó consciencia del daño, accedió a quitarse el sombrero. Cinco personas hubieran podido usarlo como barco para irse a una playa de arenas más blancas.

—Yo lo que te digo, cariño, es que he vivido en la zona industrial toda mi puñetera vida. Soy lo más tóxica que te vas a encontrar, y no precisamente por haber respirado toda la contaminación que sale de esas chimeneas. Así que mejor no te metas conmigo.

Foto: Néster Núñez

Lo de los niveles de azufre en el aire lo había notado, pero no me causó preocupación. Más me interesaba su versión de la historia.

—¿Qué sucedió en esa fábrica? ¿Hubo un conflicto armado?

—De verdad, cariño… ¿De qué planeta tú vienes?

—De acuerdo, me descubriste. Provengo de Marte.

—Eres hasta graciosa —dijo la versalliana—, pero voy a creerte.

Foto: Néster Núñez

Desvió su atención de mí y se acostó en la arena. Tomó su sombrero como almohada y comenzó a tararear una nana infantil que me remontó a los primeros meses de mi existencia, doscientos años atrás. Lágrimas verdes descendieron por mi rostro. Recordé la voz de mi abuelita y no pude dejar de cantar yo también: «Un día de paseo, una señora rompió con su sombrero una farola…»

—No fue una farola. Fueron tres torres y todo a su alrededor… Pero los poetas lo suavizan todo.

—Entonces no hubo guerras —dije—. Fue solo un accidente.

—Exacto, cariño. Y no puedo decir que yo fui la culpable, sino mi sombrero.

Más lágrimas verdes, pero marcadas por otra emoción: conocer a una famosa intergaláctica. Le pedí que me firmara un autógrafo. Mientras dibujaba en la palma de mi mano martiana lo que sería una boa con un elefante dentro, le pregunté si su sombrero había pagado la multa, pero no. 

 

22 julio 2023 11 comentarios
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Pueblo
Ciudadanía

¿Qué es el pueblo cubano?

por Marcos Adrián Alemán Alonso 19 julio 2023
escrito por Marcos Adrián Alemán Alonso

«La Guerra del Golfo no ha tenido lugar»: Con esta polémica frase el filósofo Jean Baudrillard se aseguraba, en un ensayo homónimo, su lugar en la historia del pensamiento post-moderno. El pensador en cuestión llegó a asegurar que vivimos en un simulacro permanente de una realidad que ya hace mucho se perdió para nosotros.

Baudrillard sabía perfectamente que los hechos —y la violencia, y las víctimas— de la Guerra del Golfo eran reales. La cuestión estaba en la interpretación de los sucesos. Para él, la llamada guerra no era más que una atrocidad disimulada, que solo existió como tal para el mundo occidental a través de la propaganda, los medios de comunicación, y las sucesivas manipulaciones convenientes que hicieron de lo sucedido la maquinaria mediática y sus intereses ocultos. La sangre se derramó, las masacres ocurrieron, pero lo que el mundo occidental conoció como la «guerra del Golfo» no sucedió jamás, y solo existió como una figura narrativa. He ahí el mensaje tras la frase.

La guerra del golfo no ha tenido lugar

Tomada de Editorial Anagrama

Han pasado ya más de tres décadas desde que Baudrillard publicó su ensayo sobre la guerra del Golfo. Sin embargo, ahora, en la era de las redes sociales y la posverdad, el fenómeno que denunciaba aparece tan o más presente. Los intereses mueven discursos y estos construyen narrativas. En este campo los cubanos tenemos experiencia y estamos de cierta forma acostumbrados a ello, al haber vivido toda la vida entre —o por debajo de— toda clase de discursos antagónicos, aislados en sus respectivas realidades.

  • El pueblo cubano quiere libertad.
  • El pueblo cubano es fidelista.
  • El pueblo cubano es firme en las convicciones revolucionarias.
  • El pueblo cubano salió a las calles para pedir el fin del comunismo.
  • El pueblo cubano condena el bloqueo.

El pueblo cubano quiere esto, lo otro, aquello…

En todas partes «el pueblo cubano» se vuelve un eje en torno al cual giran discursos, se imprimen pancartas y se firman generosos cheques y donativos. Es una combinación de palabras que se dice fácil, cuyo significado parece obvio. Es el conjunto de personas que viven en Cuba. Es evidente, ¿cierto?

No.

Si es así, ¿dónde quedan los cubanos que viven en el exterior, o los que se han visto obligados a abandonar la patria por motivos ajenos a su voluntad? ¿No son cubanos? ¿No deberían ser incluidos en el «pueblo cubano»?

Digamos que sí. Podríamos, entonces, vernos tentados a decir:

  • ¡Voilá! ¡He ahí la definición de «el pueblo cubano»!

Tomada de elToque

Sin embargo, dicha definición no es tan obvia, pues, de ser así el caso, ¿por qué su concepto parece ser tan variable para cada actor político, medio de comunicación, facción, grupo de presión, lobby, influencer, o cualquier emisor de criterio ocasional? Lo que es peor, no solo varía su contenido, sino que incluso se le atribuyen a ese «pueblo» del que hablan una serie de atributos: una voluntad, una personalidad, y hasta deberes morales.

Casi todos tenemos frescas en nuestra memoria las palabras de ciertos discursos: declaraciones soberbias donde se despojaba de la condición de cubanos a aquellos que, por un motivo u otro, no se acomodaban al concepto de preferencia que tenía el orador de lo que «el pueblo cubano» significaba. No hay que pensar en nadie en específico, pues es un síntoma común del que padecen, ya sea explícita o implícitamente, casi todos aquellos que entran al juego de la politiquería y el oportunismo sobre el tema de Cuba.

No es menos ignominioso cuando, desde una aparente posición de superioridad moral, se le piden a ese pueblo sacrificios —y no son pocos los que se le piden—, bajo el pretexto de que son necesarios para lograr la voluntad previamente atribuida, sin preguntar mucho, o preguntando selectivamente.

De esa manera vemos, por un lado, cómo un burócrata le pide al convencido y fidelista «pueblo cubano» resistir la crisis calmadito para lograr seguir «haciendo revolución» a su manera. Por el otro, algún «activista» desde la otra orilla les pide a los cubanos aguantar alguna flamante sanción económica porque, aunque vaya a impactar directamente en la calidad de vida de los más desfavorecidos —y en menor medida a aquellos a las que supuestamente va dirigida—, todo es por el bien del pueblo, que sólo quiere «libertad».

Lo hacen tan alegremente que, pareciera, nos conocen mejor que nosotros mismos, como si «revolución» y «libertad» no fueran también conceptos cuyo contenido es cualquier cosa menos clara, al estar sujeto a las premisas o convicciones de aquel que los usa.

Una vez más, aquellos que definen al «pueblo» según sus preferencias ya saben lo que es mejor para él, y sacrifican a los que verdaderamente componen lo que debería ser llamado «pueblo» como piezas en su particular juego político. Tan sabios y superiores son esos voceros, portadores de la «voluntad popular».

Cuando unos se hartan y gritan, resulta que grita el pueblo o un grupúsculo, según a quien se le pregunte. Y ya se sabe hasta por lo que gritan, incluso antes de preguntarles. ¿El 11 de julio de 2021 salió «el pueblo cubano» a protestar? También depende del interlocutor, como lo hacen también las causas y sentimientos de aquellos involucrados, por más infructuosa que sea la tarea de intentar abarcar en un único tipo de discurso la complejidad de los motivos, y la diversidad de todos los que salieron ese día, o los que sonaron una cazuela durante un apagón.

Por si fuera poco, hay otros que se incluyen en el pueblo y rellenan imaginariamente al resto de sujetos que lo componen a su imagen y semejanza, para de esa forma sentir que pueden hablar por los demás. Todos son el pueblo: un pueblo personalizado, hecho a la medida de sus ideas preconcebidas favoritas. Y ahí van los medios, haciéndole creer al mundo que el «pueblo cubano» es una cosa, u otra; haciéndole creer a los propios cubanos que al «pueblo» es posible hacerlo hablar por un solo micrófono.

Pueblo de Cuba

Tomada de France 24

Después nos sorprendemos del hecho de que muchos cubanos, especialmente jóvenes, se encierren en sí mismos y renieguen de todo lo que respecta a ese tal «pueblo cubano», tan ajeno y abrumador, del que nunca han formado parte.

No sería extraño concluir que «el pueblo cubano» es, al parecer, lo que usted prefiera que sea, o lo que los medios presenten, lo que las narrativas de turno le vendan al público, ya sea del interior o del exterior. Si esto es así, quizá deberíamos hacer como Baudrillard y, al no ser ese «pueblo cubano» más que una figura de discurso que se le vende a la opinión pública, declarar sin temor alguno que el «pueblo cubano» sencillamente no existe.

De la misma manera en que existió el enfrentamiento en el Golfo, desde luego existen los cubanos: son reales todos los sujetos que lo componen, así como sus sufrimientos diarios, sus opiniones —de un color u otro— sus costumbres, sus sentimientos, sus tragedias y sus alegrías. Existen los que quieren eso que llaman «libertad», signifique lo que signifique, así como los que quieren seguir «haciendo revolución», sea por convicción o por conveniencia; y también aquellos que no quieren saber más de Cuba y simplemente desean dejar todo atrás. Existen los que salieron el 11 de julio a expresar sus inconformidades, también los que tiraron piedras, y los que se quedaron en sus casas, y existen además los que salieron tras la «orden de combate», a defender sus «logros»; o los que salieron en uniforme —o uniformados de civil— a darle contenido a la palabra «represión». Todos ellos fueron «el pueblo», y a la vez ninguno lo fue.

Protestas del 11J / Tomada de CNN

Existen, en fin, todas las circunstancias que rodean a Cuba y los que en ella tienen su patria, estén donde estén. Eso podría ser «el pueblo» sin problema alguno, pero no es eso a lo que se refieren nuestros pretendidos portavoces: «el pueblo cubano» del que tanto hablan es un perfecto desconocido, tras décadas de instrumentalización, invisibilización de la pluralidad y voceros pretenciosos. En el mundo se hacen toda clase de declaraciones y muestras de condena o apoyo, a unos y otros en la cuestión cubana, que defienden «la causa del pueblo» con base en lo que han creído —o preferido creer— que eso significa.

«El pueblo cubano» es, en definitiva, una figura discursiva maleable, vacía, que ha perdido su contenido para caer en la oscuridad semántica. Solo a través de un diálogo respetuoso y verdaderamente inclusivo se podrá recuperar algo de claridad sobre lo que significa, y retomar —o crear desde cero— la capacidad de que aquellos que componen ese pueblo puedan expresarse por sí mismos.

Antonia Eiriz, Una tribuna para la paz democrática / Tomada de Museo Nacional de Bellas Artes

No hay vocero, por brillante que sea, capaz de abarcar la totalidad de la voluntad de un «pueblo», pues no existe discurso posible que pueda agotar la totalidad de lo que un grupo humano representa, y los deseos o convicciones de quienes lo forman. Si en el pueblo del que se habla no caben todos, entonces ese pueblo no existe. «El pueblo cubano» del que disertan sus bienintencionados médiums —pues eso deberán ser si pueden canalizar la voz de un fantasma—, allá desde sus alturas, en las sesiones del Parlamento Europeo, en el congreso de los Estados Unidos de América, o en las reuniones del Comité Central del Partido, es poco más que una ficción, un simulacro.

Ojalá que el famoso «pueblo cubano» se llene de voces propias y emancipadas, para que quizá, con el tiempo, las que hoy son palabras distantes y vacías lleguen a significar algo en lo que podamos reconocernos todos.

19 julio 2023 14 comentarios
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Ciudadanía

Más allá del 11J, múltiples lecturas sobre la encrucijada cubana actual

por Lisbeth Moya González 18 julio 2023
escrito por Lisbeth Moya González

En el segundo aniversario del 11J, sale a la luz el libro Cuba 11J. Perspectivas contrahegemónicas de las protestas sociales, coordinado por el historiador Alexander Hall (AH), quien también pertenece al grupo político de la izquierda crítica, Socialistas en Lucha. La propuesta editorial ve la luz bajo el sello de la organización barcelonesa Marx 21 y agrupa a autores de diversas nacionalidades, generaciones y posturas de izquierda. 

Hall asevera que la idea del libro surge «a raíz de las narrativas hegemónicas que en torno a los hechos de la protesta social se produjeron tanto en Cuba como en el exterior». En ese sentido señala la existencia de una narrativa gubernamental «respaldada por la difusión masiva criminalizante de los medios estatales y sus aliados de la izquierda internacional».

«En el inicio negaron el propio carácter popular de las manifestaciones, bajo rótulos como: “apátridas”, “agentes del imperialismo”, “contrarrevolucionarios”, “vándalos”, “revolucionarios confundidos”, “sujetos pagados desde el exterior”, “mercenarios al servicio de las agendas federales norteamericanas”, entre otros calificativos que insistían en la articulación de una agenda comunicacional previamente planificada, con el objetivo de derrocar el sistema político cubano —entendido por tales sectores como Revolución—. Además, rechazaban la tesis del estallido social bajo calificativos como “disturbios”, cuyo objetivo consistía en negar el propio carácter movilizativo-popular de las protestas», apunta el autor.

El entrevistado también explica que dicha narrativa fue respaldada por facciones de izquierda —mayoritariamente estalinistas— que conservan una visión utópica del proceso de transformación social que cambió el juego político cubano en 1959.

Los que padecen las narrativas del poder…

Cuba 11J aborda los acontecimientos de 2021 en sus múltiples narrativas. Como proceso, en este estallido social y en sus consecuencias a largo plazo, no se puede pasar por alto a qué estado responde, a quiénes, en qué contexto —dentro y fuera del territorio nacional— y cómo lo hace:

AH: En materia económica, el resultado del despotismo excluyente salta a la vista ante la debacle productiva en la que se encuentra sumida la nación, pues predomina una permanente inseguridad alimentaria que se acrecienta con la dolarización del país, el aumento de la inflación, los desincentivos financieros, burocráticos y estatales hacia los productores locales, el sistemático declive de la industria nacional ante la descapitalización que padecen los distintos ámbitos, salvo las irracionales inversiones destinadas al turismo que superan el 50 % de las inversiones dedicadas a infraestructura, en momentos históricos de baja ocupación hotelera, según las propias estadísticas de la ONEI.

Tomada de OnCuba

Todo ello, sin obviar el deterioro de sectores tradicionalmente ejemplares en su funcionamiento, como son los ámbitos de salud, educación y deportes, cuya crisis se expresa en la escasez de medicamentos, utensilios para la atención en los centros hospitalarios, carencia de materiales escolares, así como emigración masiva de profesionales al exterior.

Por otra parte, resultan archiconocidas las crisis cíclicas de combustibles para la transportación pública y la generación eléctrica, los problemas recurrentes en el abastecimiento de agua, así como las falencias estructurales en la construcción y mantenimiento de viviendas con un déficit cercano al millón de habitantes.

En resumen, el país padece las consecuencias de una crisis multidimensional sobre problemáticas sociales no resueltas desde hace décadas, que, acentuadas por el efecto de las sanciones norteamericanas y los estragos de la pandemia, se convirtieron en el catalizador de las manifestaciones populares del 11 y 12 de julio de 2021.

Las narrativas de la oposición

El entrevistado reconoce que en cuanto al 11J existe otro bando de la disputa hegemónica, representado por la oposición tradicional y los sectores derechistas radicados en el exterior, que ante la protesta fantasearon con la idea de ponerle fin al Gobierno. No obstante, considera que la influencia de estos sectores en los hechos fue escasamente significativa:

AH: Los sectores agrupados en torno a dicho espectro ideopolítico, por lo general no reconocen las conquistas sociales del proceso revolucionario de 1959, la importancia que en materia de dignificación social para las clases populares significó la victoria de los rebeldes contra la dictadura de Fulgencio Batista.

Cortesía del entrevistado

A su vez, niegan la praxis emancipatoria de las luchas descolonizadoras libradas en África al tildarlas de injerencia política contra el poderío extractivista e imperial de las potencias occidentales instaladas en dicho continente. Tales argumentos se inscriben en la narrativa de enfatizar el carácter autoritario que le impuso a Cuba el liderazgo revolucionario ascendente, desconectado de las batallas internacionalistas por la lucha contra los efectos contaminantes, explotadores y enajenantes del capitalismo, en defensa de una democracia liberal utópica e idealizada, vendida como paradigma de la libertad, la prosperidad y el progreso, solo sostenible sobre la base del abstraccionismo de las propias violencias que generan las lógicas de acumulación del capital a nivel globalizado.

Por una narrativa contrahegemónica y transdisciplinar 

AH: En tal sentido, contrario a esas narrativas, se inscriben las visiones de las/os autoras/es que forman parte del libro: Cuba 11J. Perspectivas contrahegemónicas de las protestas sociales, que parte del reconocimiento a esas complejidades, desde enfoques no homogéneos y problematizadores, pero alineados en el anhelo de materializar los ideales de socialización del poder, las riquezas y la participación popular de forma democratizada en la sociedad cubana.

A su vez, resulta novedosa la presencia de polémicas entre exponentes de diversas corrientes marxistas que, mediante sus propias categorías terminológicas acuden a conclusiones similares sobre las realidades de la Isla, sin estar alejadas de percepciones analíticas en torno a las problemáticas del ámbito internacional, debido a los efectos globales del capitalismo contemporáneo, del que Cuba no está en absoluto desconectada.

¿Tiene la sociedad civil mayor organización social tras el estallido?

AH: No es posible afirmar que se produjo un empoderamiento de la sociedad civil tras los hechos del 11J, dado que la actitud del Gobierno hizo énfasis en la criminalización del disenso, el linchamiento mediático a numerosos actores políticos por el ejercicio de la crítica o la oposición activa, el descrédito hacia representantes de la cultura no alineados al discurso oficial, la deslegitimación de intelectuales apegados a la postura anti-sistémica, entre otras prácticas de Estado que poco contribuyen a la resolución de las complejidades que caracterizan el actual escenario.

11J Cuba

11J / Tomada de Infobae

Desde las protestas de julio se aceleró el proceso de éxodo de activistas, artistas y actores políticos disidentes; que si bien se trata de un proceso que se inicia antes de esas fechas, luego de las masivas manifestaciones adquieren un carácter más relevante y apresurado. Además, en medio de la represión autoritaria no se han logrado articular estrategias efectivas de resistencias; a cuyos efectos resulta importante mencionar la escasa tradición organizativa autónoma luego de décadas de desmovilización sindical, estudiantil, obrera y cívica, dado el predominio de los patrones de mando verticalista/centralizados típico de los Estados totalitarios de inspiración soviética, y en cual tradición se inserta —con sus peculiaridades, es importante decirlo— la nación caribeña en donde triunfó el único proceso revolucionario del hemisferio occidental.

¿Fueron las protestas del 11J un éxito para la oposición o para los manifestantes?

AH: Recientemente en un artículo publicado en La Joven Cuba, el activista LGBTIQ+ y director de la revista Tremenda Nota, Maykel González Vivero, hizo un excelente análisis sobre los acontecimientos que conciernen a las protestas sociales de esas jornadas, de las que es posible afirmar que nadie salió como ganador.

Dicho texto demuestra la encrucijada de complejidades en las que se encuentra sometida Cuba, que por un lado contempla la auto-liquidación de las demandas sociales que inspiraron el proyecto revolucionario de 1959 cuando se implementan medidas de recorte que atentan contra la seguridad social, el bienestar y calidad de vida de la población, a costa de ceder ante los intereses del capital extranjero; en tanto recrea el ideal desarrollista de la industria hotelera que rememora los anhelos republicanos del dictador Fulgencio Batista.

11J Cuba

11J / Tomada de El Pais

Un proceso político que experimenta además en las últimas décadas el acelerado auge neocapitalista que simboliza la muerte de la Revolución, en tanto las imágenes de los jóvenes reprimidos/violentados a lo largo del país por las fuerzas policiales permanecen enquistadas en la memoria de los familiares de presos políticos, condenados a más de 20 años de prisión por ejercer el derecho constitucional a la libre expresión. Todo ello, mientras en la otra cara de la moneda, una desarticulada y mayoritaria oposición de militancia liberal, incentiva con gasolina las llamas de la desesperanza popular, en afán indiscutible por materializar los preceptos de privatización extendida.

¿Cómo leer el 11J en clave histórica a largo plazo?

AH: A mi juicio, el 11J constituye el símbolo más palpable de la pérdida de legitimidad popular del proceso revolucionario desde 1959, su lectura en la larga duración —para hablar en términos históricos braudelianos—, constituye la demostración más palpable de la crisis sistémica multidimensional que padece el modelo de capitalismo burocrático de Estado (totalitario, pos-soviético).

En ese contexto, solo resta apreciar si dicha disyuntiva deriva en la instauración de un nuevo pacto social que empodere a la ciudadanía/sociedad civil mediante el camino de la democratización o si sencillamente continúa, bajo cualquier bandera ideológica, el permanente proceso de oligarquización del régimen político que tributa a la centralización de poder, riquezas y autoridad en las escasos representantes políticos y representantes económicos que sostienen actualmente el statu quo nacional.

Para finalizar, ¿qué incluye el libro y por qué es importante?

AH: El libro incluye varias secciones, el primer capítulo está dedicado a pensar las causas sistémicas que provocaron el estallido social. En el capítulo segundo: «Análisis de las protestas sociales. Enfoques diversos y narrativas transdisciplinares», están presentes distintos estudiosos provenientes de las ciencias sociales arrojan luz sobre diversas perspectivas en torno a los hechos del 11J en su relación con la economía, la historia, la cultura, la emigración, la democracia, la participación social, entre otras variables de interés, para académicos e intelectuales que deseen una explicación profunda y holística de los hechos.

Cuba 11J. Perspectivas contrahegemónicas de las protestas sociales

En el capítulo III es posible disfrutar de las polémicas entre marxistas de distintas corrientes de orientación anticapitalista, que problematizan sobre las falencias del modelo político-económico regente en Cuba, sus visiones de la realidad de la Isla en relación con su perspectiva sobre luchas similares en otras partes del mundo, al tiempo que dialogan sobre la necesidad de articular estrategias entre los diversos colectivos para enfrentar la explotación obrera, el racismo, la LGBTIQ+fobia, la contaminación ambiental y la dominación sistémica.

El capítulo IV incluye las visiones de importantes académicos y activistas que durante años se dedican a sistematizar, estudiar y combatir el fenómeno del racismo y la discriminación hacia las disidencias sexo/género en la sociedad cubana. Sus voces resultan importantes no solamente por la instrumentalización a la que resultan sometidos dichos sectores ante los proyectos de disputa, cuyas causas de liberación por lo general permanecen excluidas o subordinadas a intereses de mayor relevancia por los grupos de poder. De ahí la trascendencia de su visibilización en el libro, —de manera analítica y protagónica—, no solamente por cuestiones de veracidad histórica, ya que responde también a razones de proyecto político que, en cualquiera de las alternativas sobre las que se piense el futuro de Cuba, tales grupos no deben quedar jamás excluidos o subordinados a otras agendas.

De igual forma, resulta de vital importancia la visibilización de esos actores, pues sus demandas han quedado históricamente relegadas por los proyectos de emancipación revolucionarios desde el siglo XIX hasta la actualidad, sin que logren materializarse plenamente.

Por ello, dichas visiones resultan medulares para entender que todo proyecto republicano, socialista o democrático, debe integrar a sus propósitos tales intereses sociales en igualdad de condiciones, para que la equidad no se convierta en una quimera populista de los liderazgos políticos o estrategia retórica con fines instrumentales.

Alexander Hall

Cortesía del entrevistado

El capítulo V está dedicado al análisis desde el Derecho de las manifestaciones populares. En este apartado es posible encontrar contribuciones valiosas que problematizan sobre las limitantes del marco jurídico cubano para el ejercicio de la protesta social, cuyo derecho cívico-político suele ser penado bajo el acápite de «sedición», «alteración del orden público», «instigación a delinquir», entre otros vericuetos legales.

En el punto contrario a ese posicionamiento punitivo, clasista y reduccionista en la interpretación del Derecho, se pueden disfrutar de las perspectivas analíticas que hacen énfasis en la necesidad de instaurar una Defensoría del Pueblo, en relación con otros debates importantes suscitados a raíz de las manifestaciones.

En la sección de entrevistas se indaga sobre las falencias del modelo político cubano en relación con los ejes: poder-sociedad civil, diferendo Cuba-Estados Unidos, contradicciones autoritarismo-democracia, en tanto los entrevistados dialogan sobre la importancia de las cooperativas y la labor comunitaria autónoma para fortalecer las bases sociales de empoderamiento ciudadano, entre otras variables de interés cívico.

El capítulo VII está compuesto de relatos. Por último, el cierre definitivo del libro lo compone una potente declaración titulada: «Por la democracia popular y el socialismo emancipatorio», que constituye un manifiesto que logró aglutinar a diversas corrientes de la izquierda internacional sobre la base de consensos políticos en torno a la situación social cubana, tanto a nivel denunciativo como de proposición ante el escenario autoritario neocapitalista ascendente.

18 julio 2023 2 comentarios
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