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Ciudadanía

Análisis de procesos sociopolíticos que contribuyen al poder popular en el desarrollo de una república inclusiva y una ciudadanía activa

Esencial

Lo esencial, que sigue siendo invisible a los ojos

por Néster Núñez 28 enero 2023
escrito por Néster Núñez

Todo empieza con una jutía en el cuello de un hombre. Una que se adaptó a la ciudad, a la vida entre humanos.

—Ven a jugar conmigo —le habrá dicho quien la encontró—, estoy tan triste…

—No puedo jugar contigo —habrá respondido la jutía. No estoy domesticada.

Mientras me alejo del barrio, de la ciudad, porque hoy necesito escaparme, coger monte, pienso en lo que sería un campo de trigo, y en los cabellos color oro de El Principito. Recuerdo las veces que leí a mis hijos ese libro. A los varones, que ahora viven en otro país, y a mi hija, que vive conmigo. Me pregunto si tuve éxito en domesticarlos.

Esencial

(Foto: Néster Núñez / LJC)

—Solo se conoce lo que uno domestica —dijo el zorro, que en nuestro caso pudiera ser la jutía conga. Los hombres ya no tienen más tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas a los comerciantes. Pero como no existen comerciantes de amigos, los hombres no tienen más amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!

Quiero pensar que sí, mis hijos y yo somos amigos. Aparte de ellos tengo otros, pero en otros planetas. Así que voy, cámara en mano, caminando solo. Para escapar de la rutina sigo este rito esencial: alejarme, mirar la ciudad, el mundo, la vida, desde lo alto. La naturaleza me hace bien, las lomas, el río, el valle. Son para mí como aquella flor que domesticó al Principito.

Esencial

(Foto: Néster Núñez / LJC)

Salir a tomar fotos es lo que hace que un día sea diferente de los otros días, una hora de las otras horas. Hasta que llego a lo que llaman El Pie de Cristo. La ciudad hacia el sur, el valle hacia el oeste. Y aquella casa sola, que me llama.

¡Eh, vecinos, buenas tardes! —grito antes de acercarme. Ningún perro ladra. No veo humo ni ropas en una tendedera secándose con la brisa y el sol de la tarde. ¿Hay alguien? —pregunto una vez más, pero es una casa a la intemperie, desierta, que llora.

Me siento al principio más bien lejos, en la hierba, para no asustarla. La casa me mira de reojo y no dice nada porque sabe que el lenguaje, muchas veces, es fuente de malos entendidos. Cuando se acostumbra a mi presencia, avanzo un poco más, despacio, y termino sentado en su banco, a la sombra del portal.

Esencial

(Foto: Néster Núñez / LJC)

—Tú no eres de aquí —me dicen por fin. ¿Qué buscas?

—Busco a los hombres.

—Los hombres tienen sueños y planes, y al final tienen que irse con toda la familia, como mismo harás tú. En esta tierra, por ahora, es imposible.

—¿Eso pasó con tus dueños, los que te construyeron?

Sopla un viento fuerte y el polvo que levanta empaña aún más los únicos cuatro cristales que tiene la casa, que son como sus espejuelos. Yo le acaricio las tablas con el dorso de mi mano derecha, con la yema de mis dedos, con mis ojos, y ella aprovecha el viento que bate otra vez para destrabar el pestillo de la ventana trasera, la de la cocina, y la abre de par en par, y ya sé a esas alturas que son las puertas de su corazón lo que me está abriendo la casa. Por eso entro. Y porque, además, todos sus fantasmas también me están invitando a pasar.

Esencial

(Foto: Néster Núñez / LJC)

Me siento muy bien acogido, no puedo decir otra cosa. Es como si colaran café para el amigo de toda la vida. El café normal, el de la bodega, no te pienses. Me gusta igual, pero sin azúcar —les contesto—, mil gracias, y si antes pudiera darme un poquito de agua, se lo agradecería muchísimo.

Los niños juegan en la bañadera vacía y la muchacha/madre les pide que bajen el volumen de las carcajadas, y se disculpa por el reguero. Vinimos de Oriente hace poco, antes de la pandemia, ya tú sabes. Todavía no hemos podido comprar un refri, así que el agua es del tiempo. Me la alcanza en un vaso que en realidad es una botella de ron cortada por la mitad y, como no me la bebo toda, vierte el agua sobrante en la orquídea que cuelga en la terraza.

Esencial

(Foto: Néster Núñez / LJC)

Algunas gotas caen sobre la tierra. Se hacen pequeños circulitos de fango. La muchacha/madre entonces comenta:

—Los niños están locos porque llueva, pero un buen aguacero, para ver si da para repletar la bañadera. ¿Tú te imaginas una buena piscina aquí arriba? Qué va. Habría que tener dinero por sacos.

Yo pienso que, sin embargo, son millonarios: por las vistas, por la tranquilidad, por el atardecer y los amaneceres. Y por ver la vida pasar desde esta altura. Después me despido. Les dejo mis bendiciones, un abrazo, y les deseo que sean felices donde quiera que hayan ido.

Esencial

(Foto: Néster Núñez / LJC)

Cuando salgo por la ventana, todas las tablas de la casa crujen.

—No estés triste —le digo. Tú eres más importante para ellos que todas las casas en las que vivirán en lo adelante. Porque subieron hasta aquí, en su espalda, cada una de las tablas con que te construyeron. Cada teja, cada caldero, el colchón, los muebles… Y porque bajo tu sombra crecieron sus hijos, y rieron, y los padres soñaron junto a ti una vida mejor, o al menos distinta, para esos niños. «Es el tiempo que has perdido en tu rosa lo que hace a tu rosa tan importante». Así que no van a olvidarte tan fácil. Tú también los domesticaste.

Esencial

(Foto: Néster Núñez / LJC)

—Adiós —me dijo la casa.

Y cuando di la vuelta, allí estaba Osmani, el negro, con Niña y Jacinto, sus dos perros.

—¿Qué haces? —le dije.

—Vine a revisar las jaulas, ahí en el monte.

—¿Qué jaulas?

—Para cazar jutías.

Esencial

(Foto: Néster Núñez / LJC)

El bucle del tiempo, la espiral de las circunstancias. El reloj detenido en un día y una hora cualquiera. Y Osmani que se ríe como un niño que nunca crece. Y mi tía que cuando sabe el cuento se juega veinte pesos a la jutía, en la charada. Y yo que bajo de El Pie de Cristo henchido de nuevas ganas de vivir, luego de haber subido tan alto.

28 enero 2023 19 comentarios 1,5K vistas
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Justicia social

Justicia social e inminente transición política en Cuba: un intercambio enriquecedor

por Alina Bárbara López Hernández 24 enero 2023
escrito por Alina Bárbara López Hernández

Desde hace varios meses sostengo un intercambio bastante frecuente con Hubert Klement, miembro de la agrupación Opción Marxista Internacional. Con su venia decido divulgar esta opinión respecto al más reciente artículo que publiqué en LJC, replicado asimismo por OMI. Creo que sus consideraciones, aun cuando no concuerde por completo con todo el enfoque, pueden ser de mucho interés en las actuales circunstancias que vive Cuba.

***

Hola Alina. Buen día.

Le hago llegar algunos comentarios a propósito de su artículo La justicia social en Cuba: muerte en tres tiempos. De conjunto, como le mencioné ayer, pienso que se trata de un muy buen documento. Serio, fundamentado y bien orientado, para reflejar la cruda y siempre ocultada realidad, de injusticia social que impera en la isla.

Así vea algunos matices y diferencias del enfoque respecto de las causas del proceso que ha llevado a esta situación tan lamentable o del momento de su inicio, el artículo es un muy buen instrumento de denuncia acerca de la crítica y angustiante situación en la vida y trabajo de la mayoría de los trabajadores y la población allá. Los videos son de mucha ayuda en esa denuncia, especialmente el de la compañera Esmeralda Cárdenas.

Si bien el centro de su artículo por la temática central que aborda, correctamente no desarrolla o no se centra en esta ocasión en el aspecto de las libertades y la ausencia de democracia, veo una coincidencia muy importante en su acertada afirmación «que el proceso fue autoritario desde sus inicios» y «que cercenó libertades individuales que conducirían con el tiempo a un Estado todopoderoso». 

Esa ha sido nuestra definición de tiempo atrás sobre el régimen político y del tipo de estado que se inauguró desde el triunfo de la revolución. Esto a consecuencia de que si bien no fue protagonizada sí fue liderada, según nuestra definición, por un «partido ejército guerrillero». Organización que trasladó la imprescindible disciplina militar necesaria en la guerra, en disciplina política. Primero sobre las opiniones políticas y decisiones de los combatientes pero que luego trasladó al conjunto de la sociedad, empezando por amordazar las organizaciones de base de los trabajadores, los campesinos y la población.

Justicia social

Y luego cuando señala un hecho muy importante:

…la gente contó por muchos años con una serie de beneficios, entre los cuales los sólidos y eficaces sistemas de Salud, Educación y Seguridad Social fueron pilares. Hubo una época en Cuba en que la consigna: «Nadie quedará desamparado» no era, como hoy, una burla cruel…

Y lo que acertadamente luego señala:

…lo que permite explicar el mantenimiento de altas cotas de consenso frente a evidentes errores de política económica y social, y a prácticamente ninguna libertad política.

Ud. reseña una situación análoga a lo sucedido en la URSS, China y Europa del Este, aunque por más tiempo: mientras hubo «prosperidad» o crecimiento económico de la economía mundial, con el «boom» de posguerra (ciclo que se expresó también en la economía de esos países), hubo, como dice, «altas cotas de consenso» y las masas soportaron la represión, la ausencia de democracia y libertades, etc. No había libertades, pero se vivía más o menos holgadamente. Aunque no había democracia política, había «democracia de los nervios y los músculos», según nuestra definición.

En esos estados eso se modificó negativamente, primero lentamente a partir de finales de los años 60s, pero luego, a finales de los 80s, estalló como «paquetazos» contra la población que condujo a la indignación y furia de grandes sectores de los trabajadores y la población, en lucha contra los gobiernos y las calamidades y miseria que les significaba lo que ellos conocían como «socialismo» o «comunismo». Crisis que fue hábilmente aprovechada por el imperialismo y ciertos sectores de la casta gobernante para conducir esa indignación y movilización contra el «comunismo», hacia las «bondades de la democracia occidental», es decir burguesa, con sus derechos y libertades formales, es decir no reales sino aparentes.

La «democracia de los nervios y los músculos» llegó a su fin. Y los imperialistas (junto a los Gorbachov, Yeltsin y sus símiles burócratas de China y el Este), ofrecieron algo menos costoso: democracia política, formal. ¿A cambio de qué? A cambio de restaurar “el mercado”, es decir el capitalismo. Pero no un capitalismo de los pequeños empresarios y comerciantes o de las cooperativas (emprendedores, según el leguaje de hoy), sino bajo el dominio de las grandes trasnacionales, es decir del capital financiero internacional. Al respecto existe bastante documentación que, si lo considera y requiere, le puedo adjuntar más adelante.  

Algo similar, aunque a otra escala, es lo que desde ese momento vienen padeciendo allá y que salió a flote, más allá de sus limitaciones o defectos, en el 11J.

Y esa realidad de crisis, como Ud. lo señala, sin los subsidios de la URSS o los acuerdos con Chávez y su petróleo a U$140 el barril, que le permitió recabar apoyos, ya no está. Chávez al tratarse de solo un gobierno nacionalista pero que no llegó a tocar las bases del capitalismo venezolano fue efímero. Y hace años terminó. Todas esas maniobras económicas acordadas entre los gobiernos, tuvieron patas cortas.

Justicia social

Los fallecidos Hugo Chávez y Fidel Castro. (Foto: Presidencia de Venezuela)

Por eso y desde hace años la casta gobernante, como Ud. sabe y señala, se encuentra desarrollando a fondo un profundo proceso de restauración capitalista de la mano de capitales europeos (españoles, italianos, canadienses, brasileros, hasta yanquis, etc.) y todo bajo el manejo y control de las fuerzas armadas.

Todo al servicio de conducir el maltrecho barco de la economía hacia el imperio de las leyes del mercado y criterios capitalistas, buscando eso sí no perder el control político y restaurando criterios «democráticos» sólo formales, criterios burgueses y pequeño burgueses. Criterios de buen recibo y aceptación entre capas acomodadas de la población, la casta gobernante, nuevos empresarios y burócratas devenidos en empresarios.  

Mientras ese proceso avanza se notan los estragos que causa. Tanto a degradación, miseria y niveles insoportables de desigualdad social que su artículo retrata de excelente manera, es la consecuencia de ese desastre económico y social causado por la gestión burocrática tanto de los planes económicos y políticos, así como de la política exterior, que «desde sus inicios» ha afectado a la Revolución. Y su correlato: la represión política con saña a los opositores políticos, mientras se extiende la mano a las trasnacionales capitalistas del turismo mundial.

Durante los primeros años de «prosperidad» la justificación de la existencia del criminal bloqueo yanqui, sirvió como excusa para todo. Hoy se muestra inútil para explicar cabalmente el desastre económico y social, así como para contener la inconformidad y acusar a todos los opositores por igual, como agentes de la contrarrevolución imperialista o de los gusanos de Miami.  

Un aspecto importante es acerca de las posibles salidas a esta situación. Algo que, por la complejidad del problema y ante todo por nuestro desconocimiento de lo específico de la realidad allá, sería muy atrevido desarrollar de nuestra parte en solitario y desde la distancia. Se podrían elaborar hipótesis que sin duda requieren de un diálogo más detenido y profundo, así como un mejor acercamiento a la realidad. Algo que sólo Ud. y tal vez los compañeros de la LJC podrían aportarnos y que estamos dispuestos a escuchar y dialogar.

Me despido por ahora con un abrazo y saludo fraternal, extensivo a los amigos de la LJC.

Hubert K. por OMI

19-01-2023

24 enero 2023 13 comentarios 1,8K vistas
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Ingreso

Ingreso

por Jorge Fernández Era 22 enero 2023
escrito por Jorge Fernández Era

—La niña me ha dicho que se presentará a la convocatoria para estudiar Periodismo.

—¿Y está tomando algo para eso?

—Le di tilo y sigue igual.

—Tendrás que hacerme uno a mí. De imaginármela en la próxima década hablando de los logros del extensionismo en la cosecha experimental de arroz híbrido…

—¿Crees que dure diez años? El experimento del arroz híbrido digo.

—Nunca se sabe. Algunas cosas duran más que otras. La mayoría no duran o son solo un espejismo. Mira el Instituto de Información y Comunicación Social: se creó hace diecisiete meses y nadie sabe dónde está, quién lo dirige y para qué sirve.

—Para qué sirve es más fácil, pero no se lo digas a nuestra hija. Ya bastante criticona nos ha salido con solo 20 años. Ahora mismo anda encerrada en su cuarto, se lee el anteproyecto de Ley de Comunicación Social, esa que «favorecerá el ejercicio necesario de la crítica». Ya me preguntó si es legal que el ICRT, borrado del mapa mediante decreto-ley 41 para ser sustituido por el IICS, siga haciendo de las suyas. Quizás puedas explicarle, para eso eres su padre.

—Ni que tuviera respuesta. En la nueva ley se cita quince veces al Instituto de Información y Comunicación Social. La sola mención de un ente abstracto, etéreo e imperceptible es muestra de cuán incorpóreo comienza a ser el documento.

—Por tu madre, ¡no vayas a meterle esas cosas en la cabeza!

—Ni falta que hace. Ayer gritó: «¡¿Y en qué trabajas tú?!».

—¿No le tapaste la boca? Lo tuyo no nos da ni para el almuerzo, pero tiene que respetar a su progenitor.

—No se refería a mi persona. Oyó al presidente exhortando a concretar lo que según él, en la práctica, da frutos: «trabajar».

—Compite con Marrero, quien insiste en que para salir adelante hay que «hacer las cosas diferente», si los diferentes no son ellos mismos, digo yo.

—Lo peor no fue la pregunta que lanzó al televisor nuestra hija, sino la respuesta que ofreció de inmediato: «Se trabaja con mucho rigor, sí… ¡rigor mortis!».

—¡Esa es mi niña!

—No resolvemos aplaudiéndola. Puede darle por repetir en la universidad el comentario que escribió sobre las ONG para la composición que le pidieron en el pre, menos mal que te la enseñó antes: «La UPEC, la UNEAC, la CTC, la FMC y los CDR son tan no gubernamentales como el PCC. Este último las orienta, supervisa, financia y controla».

—¿No habrá manera de controlarla?

—Me parece bien que razone. ¿No dijo Fidel que «Cada periodista debe ser un gladiador contra las cosas que a su juicio marchan incorrectamente»? Hasta me río con sus ocurrencias (las de mi hija), como la de comentar que el Gobierno anda metido de lleno en los problemas de la satisfacción sexual cuando se asegura que «el deseo no está bloqueado» y que hay que «tocar con las manos lo que se está haciendo».

—Está feo que nos permitamos pensamientos libidinosos.

—No somos tan viejos. «Existen reservas materiales y humanas para salir adelante, afincados en la voluntad y el optimismo».

—Hablo de dejar a nuestra hija que converse de esas cosas… Ahí viene, alguna pregunta se traerá entre manos.

—Mami, papi: ¿puede ser posible lo que plantea Torres Iribar como proyecciones de La Habana para el nuevo año: «crecer un 40 por ciento en la productividad del trabajo, un 35 por ciento en las utilidades y un 16 por ciento en las ventas netas, y mantener el carácter superavitario del presupuesto en todos sus municipios, con un incremento por este concepto del 59 por ciento»?

—Explícale tú. Soy ama de casa. Solo entendí lo de «superavitario». Espero se refiera a cuando teníamos las granjas cundidas de pollos.

—A ver: si la productividad del trabajo crece más de un diez por ciento, el nivel de majaseo del año precedente debe haber sido estentóreo, o las políticas económicas son tan buenas que ocurrirá el milagro. Me inclino más a lo primero que a lo segundo. Crecer un 35 en las utilidades se hace sencillo cuando el 2022 no fue nada útil.

—Gracias, papi. Debo decírtelo: me preparo para presentarme a exámenes a ver si ligo Periodismo y aporto a «la transformación más radical del sistema de prensa de la Revolución», «autorregulación responsable creada desde nuestras redacciones». ¿Tú crees que con lo que sé pueda vencer la prueba?

—Cómo no. Estás para ingreso.

22 enero 2023 2 comentarios 2,1K vistas
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Benedicto XVI

Benedicto XVI y las teologías latinoamericanas de la liberación

por Julio Pernús Santiago 19 enero 2023
escrito por Julio Pernús Santiago

«Santo súbito, santo súbito, santo súbito», fue la frase que resonó con fuerza durante las transmisiones en vivo del funeral de Benedicto XVI, Papa emérito fallecido el pasado 31 de diciembre. Los gritos eran de fieles que reclamaban su ascenso inmediato a los altares, es decir, que fuera proclamado santo de la Iglesia Católica como los sumos pontífices que le precedieron: Juan Pablo II, Juan Pablo I, Pablo VI…

La iniciativa no es descabellada, pero, con seguridad, los peritos del Vaticano revisarán antes su vida, donde no es un suceso menor la relación de Joseph Ratzinger con las teologías latinoamericanas de la liberación. Para entender el vínculo de Benedicto XVI con el pensamiento católico latinoamericano, es oportuno viajar en el tiempo hasta 1962-1965, en época del Concilio Vaticano II.

Nacido el 16 de abril de 1927 en Marktl am Inn, al sureste de Alemania, cerca de la frontera con Austria, su adolescencia y juventud estuvieron definidas por su país y los tiempos turbulentos del nazismo, así como por su fe. Antes de juzgar su carácter, es bueno tener presente que fue obligado a enlistarse en las tropas hitlerianas y sufrió prisión al tratar de escapar de ese totalitarismo. De ahí que el desmonte de ideologías totalitarias sea una de las premisas en su servicio a la Iglesia.

Hablamos de un hombre con una inteligencia extraordinaria, que estudió Filosofía y Teología en la Universidad de Munich. Dos años más tarde obtuvo un doctorado en Teología y se convirtió en profesor, enseñando Dogma y Teología Fundamental en cuatro universidades alemanas. Once años después de su ordenación como sacerdote, Joseph, de treinta y cinco años, sería consultor, durante el Vaticano II, del cardenal Josef Frings, un reformador que fue arzobispo de Colonia, Alemania. Como joven sacerdote, Ratzinger estaba en el lado progresista de los debates teológicos, junto a no pocos delegados latinoamericanos.

Benedicto XVI

Funeral del Papa Emérito Benedicto XVI, oficiado por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro. (Foto: EFE)

El Vaticano II sucede en el contexto de la Guerra Fría y la Crisis de los Misiles. En ese encuentro, Ratzinger tuvo un acercamiento tangible con la realidad latinoamericana, y en especial con Cuba. Recordemos que fue uno de los países visitados por él una vez que llegó a Obispo de Roma y, a diferencia de su predecesor, era un Papa que seleccionaba sus viajes minuciosamente.

Dentro de la revolución cultural acaecida en 1968, fueron notables los eventos del Mayo Francés y la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín, donde por primera vez en la Iglesia se habló de violencia institucionalizada y pecado estructural para referirse al capitalismo. En el documento final se expresó que «la pobreza no es casualidad ni es algo querido por Dios, más bien es un pecado nacido en el corazón de un sistema injusto de dominación».

Tales sucesos, marcados por la influencia de la filosofía marxista, hicieron cambiar a Ratzinger hacia una actitud más conservadora, enfrentada al temor de una juventud desenfrenada que rompía el dique de la estructura moral católica que permeaba la humanidad.

En 1977, fue nombrado arzobispo de Munich y, en junio de ese año, cardenal. En los inicios del papado de Juan Pablo II, se le convocó al Vaticano para dirigir la Congregación para la Doctrina de la Fe (dependencia eclesial destinada al control doctrinal y moral, anteriormente conocida como Santa Inquisición). Esa época constituye uno de los períodos más polémicos del cardenal Ratzinger, pues actuó como censor de teólogos y académicos progresistas, entre ellos Hans Küng y Leonardo Boff.

Hoy se habla de teologías latinoamericanas de la liberación, en plural, pues fueron varias las corrientes de pensamiento que surgieron a finales de los sesenta del pasado siglo en América Latina, motivadas por la influencia de la Revolución cubana, y que llegan a nuestros días. Entre sus fundadores destaca el sacerdote Gustavo Gutiérrez, que en su libro Teología de la liberación. Perspectivas, se refiere a la «fuerza histórica de los pobres».

Durante su servicio frente a la Congregación para la Doctrina de la Fe, Ratzinger entendió que la opción revolucionaria de los teólogos de la liberación —dígase Mons. Casaldáliga, Leonardo Boff, Ernesto Cardenal, entre otros—, les llevaba al rechazo claro de la tesis del desarrollismo en la perspectiva de desarrollo económico basado en procesos de industrialización, que influyó en América Latina a lo largo de los años sesenta, setenta y ochenta.

A él le preocupaba la opción radical adoptada por sectores de la Iglesia en el continente, que influenciados por el marxismo impulsaban las luchas de clases y sus consecuencias armadas. Gutiérrez, fascinado por el movimiento de Fidel Castro y el Che Guevara —citado más de cien veces en su referido libro—, así como por la figura-símbolo del sacerdote guerrillero Camilo Torres, justifica la contraviolencia, es decir, la violencia revolucionaria como reacción a la violencia del Estado y el capital. Esa filosofía causaba muchos recelos, tanto a Juan Pablo II como a Ratzinger.

Benedicto XVI

Gustavo Gutiérrez Merino, Sj.

Las teologías latinoamericanas de la liberación, a tono con la teoría marxista, identificaban liberación con emancipación de las estructuras y, para conseguirlo, el único camino que veían factible era la instauración del socialismo latinoamericano y el nacimiento del Hombre Nuevo. Ello generaba división al interior de las estructuras eclesiales del continente en la época. Al igual que las teologías políticas elaboradas por los alemanes J. B. Minsz y J. B Moltmann, las teologías de la liberación leen el cambio como proceso de salvación y progresiva realización del Reino desde los pobres, que representaban su «principal sujeto histórico».

Ratzinger sabía que los grandes problemas humanos eran, sin duda, universales, y, en cierto modo, intemporales, pero en la conciencia filosófica corren el riesgo de desvanecerse en formulaciones vacías, abstractas, si no pasaban por el tamiz de la pura y dura realidad; y la realidad es siempre encarnada, particular, concreta.

Sus críticos le achacan el desmembramiento de un modelo de Iglesia, pero un importante pensador católico latinoamericano, Alberto Methol Ferré, había escrito que ese conflicto, vivido al interior de la catolicidad del continente en época de la teología de la liberación, le permitió en el siglo xxi pasar de ser una Iglesia espejo a ser una Iglesia fuente.

Antes de su visita a Cuba, en marzo de 2012, Benedicto expresó algo que devela parte de su reflexión respecto al pensamiento elaborado por el marxismo: «Hoy estamos en una época en la que la ideología marxista […] ya no responde a la realidad y si no es posible construir cierto tipo de sociedad, entonces se necesita encontrar nuevos modelos, de forma paciente y constructiva».   

Sin duda, hablamos de una persona polémica, pero es injusto referirse a él como negado al diálogo con otras formas de pensamiento: ahí están sus encuentros con Habermas, Flores D’Arcais o el diálogo y correspondencia con Piergiorgio Odifredi, y con el propio Fidel Castro. Alejado del mediatismo, sus ideas, esbozadas en libros, lo convierten en un Papa teólogo que tuvo, desde el anonimato, un rol tangible en la caída del socialismo real.

Para comprender mejor su relación con la teología latinoamericana de la liberación, es necesario leer su primera declaración formal como prefecto de la Doctrina de la Fe, que se encuentra en la Instrucción Sobre algunos aspectos de la teología de la liberación, de 1984, y que puede complementarse asimismo con la Instrucción Sobre la Libertad Cristiana y Liberación, de 1986. Esos documentos deben entenderse desde el contexto mundial donde se generaron.

Respecto a su mayor influencia en Cuba, coincido con el historiador Fernández Otaño en que «la visita de Benedicto a la Isla consolidó la incidencia pública de la Iglesia local, antes purgada y diezmada por el Gobierno. Su máxima expresión de acercamiento fue durante la época del deshielo político entre Estados Unidos y Cuba, mediado por la Santa Sede y que sería imposible entender sin el apoyo del difunto Benedicto XVI».

El 11 de febrero de 2013, Benedicto XVI dio un paso que será recordado entre los sucesos de mayor trascendencia del siglo xxi: en latín y sin avisar ―de hecho, solo la periodista de ANSA se percató de lo que había dicho―, anunció su renuncia al puesto del Vaticano. Decisión inédita en la historia moderna de la Iglesia Católica, pues el último en hacerlo hasta ese momento había sido Celestino V, el Papa ermitaño, en 1296.

Las grandes preocupaciones de Benedicto XVI fueron la descristianización de Occidente ―en este proceso entra su enfrentamiento a las teologías de la liberación― y la recuperación de sus olvidadas raíces cristianas; la defensa de la vida desde el nacimiento hasta la muerte; la defensa de la moral natural y, por lo tanto, la condena del laxismo en moral sexual o el matrimonio homosexual; la denuncia de «la dictadura del relativismo» y, sobre todo, la limpieza de la Iglesia.

Para complejizar el debate sobre Benedicto XVI y la Teología de la liberación, antes de retirarse, el Papa emérito promovió la figura del cardenal argentino Bergoglio como su posible sucesor. Lo trascendente es que el sumo pontífice alemán vio en un cura jesuita, latinoamericano y adscrito a una variante de las teologías latinoamericanas de la liberación conocida como Teología del pueblo, las características idóneas para continuarlo en la conducción de la Iglesia. De ahí que por estos días, varios de sus seguidores han argumentado que el problema en el Vaticano no era la coexistencia entre Francisco y Benedicto, sino entre sus seguidores.

19 enero 2023 7 comentarios 885 vistas
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Mito

Mitos, leyendas, rituales y conjuros

por Mario Valdés Navia 18 enero 2023
escrito por Mario Valdés Navia

En su teoría sobre el establecimiento de los Estados totalitarios, Hannah Arendt demostró el importante papel que corresponde al pensamiento irracionalista fantasioso y los fenómenos del subconsciente en el funcionamiento de la ideología totalitaria y sus manifestaciones estaduales de entonces: CCCP estalinista  y III Reich hitleriano.

Para la Arendt, el totalitarismo se sustenta en la ficción ideológica según la cual todos los hechos que no estuviesen conformes, o no coincidieran con la ficción oficial, serían tratados como carentes de existencia. Por el contrario, los que se escogieran para fundamentarla se transformarían en mitos y leyendas, objetos de fe cada vez más distantes de los acontecimientos reales y el razonamiento libre.

Esta intelectual descubrió la sorprendente semejanza entre los movimientos totalitarios y las sociedades secretas en lo tocante al papel del ritual, al que considera: «el resultado natural de la ficción conspiradora del totalitarismo, cuyas organizaciones supuestamente han sido constituidas para contrarrestar las acciones de las sociedades secretas enemigas».

En el sui generis Estado totalitario cubano se vive una creciente oleada de irracionalismo en el discurso oficial, que apela cada vez más, ya no solo a mitos, leyendas y rituales de épocas pasadas, sino también al conjuro de fuerzas fantásticas para demostrar lo indemostrable: las ventajas del modelo y su prometida longevidad de 62 000 milenios.

Mitos y leyendas

En Cuba permanece uno de los mitos favoritos de los regímenes totalitarios: el de la plaza sitiada a punto de caer en manos del enemigo al menor descuido o desliz de los defensores. El sustrato idóneo para su persistencia es la política errada de los Estados Unidos, que ha usado factores coercitivos como: amenaza de agresión militar, apoyo al uso del terrorismo por organizaciones antigubernamentales y bloqueo económico permanente para doblegar al país.

Para el grupo hegemónico del Gobierno/Partido/Estado, este ha sido el principal pretexto para justificar su poder omnímodo y liquidar cualquier forma de disidencia, facciones o críticas internas. Incluso, ha posibilitado que las autoridades no solo exijan al pueblo obediencia y abnegación, sino también rituales de lealtad y gratitud por sus supuestos sacrificios en pos de conservar a flote el barco de la Revolución en medio de tantos ataques y planes sediciosos de los imperialistas y sus agentes internos.

Derivado del anterior, surge y se fomenta el mito de la unidad totalitaria, que actúa sobre la base real de la necesaria unidad nacional y la no menos importante unidad revolucionaria, pero las trasciende con creces. La unidad totalitaria absolutiza, manipula y corrompe la unidad revolucionaria cuando el sector conspirador de un partido se emancipa de su control interno y alcanza la jefatura.

El tercer componente de esta tríada es la leyenda del jefe infalible y sobrehumano. Según Arendt, los métodos de Stalin para establecerse como líder supremo totalitario fueron los típicos de un hombre que procedía del sector conspirador del partido: devoción por los pormenores, énfasis en el aspecto personal de la política, estilo implacable en el empleo y liquidación de camaradas y compañeros de viaje que se tornaran amenazadores para su liderazgo por cualquier motivo.

Con variantes propias del contexto diferente y las peculiaridades de los dirigentes históricos de la Revolución Cubana, también acá se manifestaron rasgos similares. En la práctica interna del partido, la leyenda del líder omnisciente y todopoderoso garantizó la liquidación de las facciones y la democracia, con el solo argumento de discrepar de la palabra del jefe. Su complemento final fue la admisión en la organización de militantes desinformadas ideopolíticamente y leales solo al jefe supremo.

Históricamente, este proceso ocurrió de manera natural y acelerada durante el proceso de unificación de las fuerzas revolucionarias (1956-1961), cuando la lealtad al liderazgo de Fidel fue opacando las dudas y discrepancias de muchos, primero con la dictadura militar, y luego con la ideología y la práctica del comunismo.

Bajo el lema: «Si Fidel es comunista, que me pongan en la lista», entraron al nuevo partido no solo luchadores antibatistianos y comunistas del PSP, sino una gran cantidad de advenedizos que corrieron a alistarse en las filas de la  Revolución y jurar lealtad al nuevo status quo en aras de hacer carrera como nuevos revolucionarios marxista-leninistas.

(Foto: Juvenal Balán / Granma)

Rituales

Los rituales existen en todas las instituciones sociales, pero adquieren un lugar primordial en las organizaciones totalitarias. En esos casos, la fastuosidad y sistematicidad del ritual estatizado viene a sustituir en la psicología social el lugar vacío que dejan los derechos humanos conculcados y la participación libre y espontánea en la vida política y social, constreñida ahora a los marcos de instituciones gubernamentales. Estos ritos se aprenden desde la niñez en la familia y la escuela, y acompañarán al habitante de la Isla hasta sus últimos días en ella.

Algunas de las formas monótonas y repetitivas que adoptan los rituales político-ideológicos son: desfiles, manifestaciones de apoyo al Gobierno/Partido/Estado y repulsa a los enemigos externos e internos, actos de repudio a disidentes, reuniones, asambleas, actos de imposición de condecoraciones y entrega de reconocimientos, intervenciones en los medios oficiales, mesas redondas y paneles —siempre con la participación de ponentes que piensan casi igual y dicen solo lo que no se salga de la zona de confort del grupo de poder hegemónico.  

En el plano íntimo (familiar o amistoso), se manifiesta también el ritual de la catarsis, caracterizado por los diálogos en voz baja donde se hace tábula rasa de las políticas del Gobierno/Partido/Estado, la actuación de dirigentes y las actitudes de compañeros de trabajo, amigos y conocidos. Incluye, como elemento de base, saber seleccionar con precisión el momento y lugar donde se va a ejecutar y, sobre todo, los testigos que van a estar presentes. Es peligroso ejecutarlo en presencia de dogmáticos u oportunistas que puedan molestarse o, peor aún, denunciar al quejoso ante las autoridades.   

También en el plano social abundan los rituales totalitarios. El más extendido es el triste ritual de la subsistencia, que tanto amarga las vidas de cubanos y cubanas de los sectores populares, imposibilitados de satisfacer sus necesidades con holgura. Las colas permanentes para cualquier producto o servicio que se necesita constituyen su forma más extendida; pero abarca también la resolvedera —imprescindible cuando las colas no son suficientes— y el amiguismo, que se liga con el anterior pero lo trasciende en ocasiones.

En el último trienio, el ritual de la subsistencia fue puesto en práctica como nunca antes. Mientras se construían cada vez más hoteles por GAESA; la industria, agricultura, ciencia-tecnología, educación y salud, agonizaban por falta de inversiones; las medidas de recrudecimiento del bloqueo de Trump y la pandemia de la covid-19 azotaron con fuerza, una decisión interna: la Tarea Ordenamiento, hizo desplomarse los niveles de consumo y calidad de vida de la población y provocó la estampida actual hacia cualquier lugar allende los mares.

Conjuros

Hasta un lustro atrás aproximadamente, las políticas del Gobierno/Partido/Estado se fundamentaban en la relación objetivos-recursos-resultados esperados,  aunque siempre el tercer rubro fuera el favorito de la optimista propaganda política y su control por la población se tornara casi imposible. Pero todo cambió al fallar el factor recursos, aquejado por la disminución de inversiones y el deterioro de las infraestructuras, carentes del necesario mantenimiento.

La ruptura de la cadena inversionista gubernamental le ha dejado al discurso oficial la apelación a conjuros como única vía de prometer resultados. El más abarcador de ellos, que engloba a todos los demás, es la llamada resistencia creativa.

El mantra de la resistencia creativa, sin que se asignen medios imprescindibles para desplegarla, se intenta materializar mediante conjuros más específicos, pero no menos vagos y fantasiosos, por ejemplo: «Si el hombre sirve, la tierra sirve» —expresión martiana que hacía referencia al trabajo libre de los campesinos, no al trabajo forzado dirigido por el Estado—; «Hay que producir más para tener más», «Es preciso disminuir las importaciones alimenticias cosechando más alimentos», y otros por el estilo.

En realidad, este tipo de exhortaciones generales convertidas en lineamientos, medidas y consignas de turno, han existido siempre, solo que ahora no tratan únicamente de elevar el entusiasmo y la entrega a las tareas, sino que se constituyen en la tarea misma. Sus portavoces no son ya exclusivamente figuras de las organizaciones políticas y de masas, sino también el presidente, vicepresidentes, ministros, directores de empresas y demás ejecutivos de la administración, que no están para entusiasmar y sí para asignar recursos a los productores directos y velar por su uso eficaz.

Mitos

(Tómate de @CubaMicons)

Difícilmente pueda detenerse la caída de la economía mientras la reposición del capital fijo y circulante, el mantenimiento y la inversión, sean sustituidos por invocaciones a la fe y esperanza de la ciudadanía y a la caridad de gobiernos amigos. Únicamente la correspondencia más efectiva entre los intereses nacionales, colectivos e individuales de los cubanos y cubanas, y la gestión más acertada de los fondos públicos, en particular los de inversión, pondrá a la economía en los cauces del crecimiento y el progreso.

Realidades y no fantasías, recursos y no lineamientos, libertades y no orientaciones, competencia y no monopolios; es lo que precisan los emprendedores cubanos para desplegar sus potencialidades reales con interés y dedicación.

En vez de andar recibiendo visitas de jefes que van al surco y al taller en lugar de ir a los mercados finales, sería mejor otorgar a los productores —estatales, cooperativos y privados— mayor autonomía en su gestión y librarlos de rituales y conjuros irracionales hasta el ridículo. Así, pronto se vería que la oferta de bienes y servicios crecerá a partir de las demandas del mercado, no de estrategias, campañas y lineamientos confeccionados por la voluntad de un pequeño grupo —los que saben— en sus locales refrigerados. 

18 enero 2023 12 comentarios 1,3K vistas
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Justicia Social

La justicia social en Cuba: muerte en tres tiempos

por Alina Bárbara López Hernández 16 enero 2023
escrito por Alina Bárbara López Hernández

Pocas imágenes ilustran la deriva del proceso sociopolítico en Cuba con tanta claridad como la de Esmeralda Cárdenas Hidalgo —mujer negra, trabajadora de Servicios Comunales, que protestaba por los apagones, la falta de alimentos y la pobreza—; abofeteada y tirada al pavimento de una calle habanera por un hombre que se presentaba como defensor de la Revolución.

Si alguien hubiera profetizado algo así en la época de los actos multitudinarios, cuando Fidel Castro declaraba que esta era la revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, nadie le hubiera creído. Pero no se trata de juzgar un hecho que indica el alejamiento de ideales y principios por mucho tiempo compartidos; es más importante explicar cómo se ha llegado al punto en que la justicia social ha desaparecido como meta del horizonte político cubano.

Primera estocada

La noción de justicia fue una de las apelaciones de la Revolución que más impregnó el imaginario social. Aun cuando era evidente que el proceso fue autoritario desde sus inicios, que cercenó libertades individuales que conducirían con el tiempo a un Estado todopoderoso en detrimento absoluto de la autonomía ciudadana; también es cierto que la gente contó por muchos años con una serie de beneficios, entre los cuales los sólidos y eficaces sistemas de Salud, Educación y Seguridad Social fueron pilares. Hubo una época en Cuba en que la consigna: «Nadie quedará desamparado» no era, como hoy, una burla cruel.

Esa noción fungió como amalgama que permite explicar el mantenimiento de altas cotas de consenso frente a evidentes errores de política económica y social, y a prácticamente ninguna libertad política.

El derrumbe del socialismo europeo, fuente nutricia del modelo insular, dio su primera estocada a la justicia social entre nosotros. Como se ha repetido hasta la saciedad, todos entramos en similares condiciones en el Período Especial, pero no todos salimos igual… y muchos jamás salieron. Desde entonces, la clase burocrática que nos dirige ha recargado en los sectores más pobres su incapacidad para reformarse y desarrollar la economía.

La pobreza ha crecido no solo debido a las restricciones del bloqueo norteamericano y a las medidas del gobierno de Donald Trump —como se afirma con ánimo justificativo—, sino motivada por los propios paquetes de políticas y medidas que en los últimos treinta años, y de manera paulatina, han olvidado la esencia de lo que debiera ser una revolución socialista. Porque concebir como socialismo el control de la propiedad estatal y la planificación económica centralizada, olvidando al humanismo y la justicia social; es lo mismo que pretender disfrutar de una bella melodía únicamente leyendo su partitura.

Fidel Castro estuvo convencido siempre de que defender la justicia social era la forma de mantener, contra todo pronóstico adverso, una base social que sustentara con su apoyo al sistema político. A tenor con ello confirió un peso decisivo al tema, incluso en los años noventa, en que la realidad mostraba los contrastantes modos de vida de personas y familias que recibían o no remesas del exterior; o que trabajaban en el turismo y las firmas extranjeras, con presencia creciente en la Isla.

Las reformas de los noventa incidieron en el aumento de la desigualdad social y la pobreza. Primero, al legalizarse el uso y tenencia de divisas, en agosto de 1993, y cuando en septiembre del propio año fue autorizado el trabajo por cuenta propia. Tales determinaciones, necesarias y positivas, evidentemente beneficiaban más a ciertos sectores sociales.

El surgimiento de tiendas que vendían ropas y alimentos en dólares, dejó fuera de ese mercado a los sectores más humildes, obligados a subsistir con los escasos productos que se podían adquirir por la libreta de racionamiento.

Justicia Social

Durante el Período Especial hubo mayores niveles de protección social que los actuales. (Foto: Hakan Ronnblad)

En 1994, durante los meses de mayo y julio, se determinaron dos nuevas directrices: el aumento de precios y la eliminación de gratuidades. El Estado debía enfrentar un gran déficit presupuestario, intentó entonces sanear sus finanzas incrementando precios y disminuyendo gastos. Anunció con ese fin un considerable aumento de precios en el transporte público, agua, electricidad, servicios postales, combustible y artículos de amplio consumo popular, como tabaco y bebidas alcohólicas.

Subieron un 566 % las dos cajas de cigarros mensuales por libreta de racionamiento; un 270 % el galón de gasolina, un 116 % el costo del pasaje del transporte interprovincial, y 122 % en la electricidad para los núcleos familiares que consumían más de 100 kilovatios hora al mes. Se empezó a cobrar por primera vez treinta centavos mensuales por persona a cada núcleo familiar para sufragar gastos de alcantarillado.

Así lo valoraba Pablo Alfonso en un texto de ese año:

«A mediados de julio el gobierno dio un nuevo paso en su reorganización financiera que algunos observadores han calificado como “política de choque progresivo”.

Apremiado por la dramática realidad económica que enfrenta, el régimen comunista cubano dejó a un lado los sueños del estado paternalista que durante tres décadas fueron acuñados por el respaldo de la ex Unión Soviética. Esta vez el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros suspendió un amplio número de servicios que se ofrecían gratuitamente a la población en las áreas de educación, deportes, cultura y salud pública».

Las gratuidades eliminadas se evidencian en las siguientes medidas:

1.Cobro del almuerzo a estudiantes de la enseñanza pre-escolar, primaria y media, con una tarifa de siete pesos mensuales por alumno.

2.Los matriculados en cursos de idiomas, fuera del sistema regular de educación o de los programas de capacitación de las empresas estatales, tendrían que pagar 20.00pesos

3.Los estudiantes becados debían comprar sus uniformes en la red comercial y recibirían un estipendio para gastos personales con carácter de préstamo.

4.Empezaron a cobrarse las tabletas de Neovitamin 2 que desde 1993 se distribuían gratuitamente para combatir la neuropatía epidémica. Las personas que recibían treinta tabletas mensuales, para cuya producción Cuba recibió ayuda humanitaria, debían pagar 1.50 pesos.

5.Cobro de entradas a museos, actividades, espectáculos y exposiciones en las Casas de Cultura, Comunales y Galerías de Arte.

6.Cobro de servicios en los gimnasios de cultura física, clases de gimnasia musical aeróbica y artes marciales.

7.Cobro de la entrada a competencias deportivas en estadios y salas, de acuerdo a una tarifa de entre 3.00 pesos para palco y 0.50 centavos para gradería.

A lo anterior se agregaba el establecimiento del pago de impuestos por razones diversas y el pago de derechos fiscales para la obtención de numerosos documentos públicos.

Aunque en esa oportunidad no fueron incrementados los precios de la canasta básica normada, los aumentos mencionados representaban un duro golpe al presupuesto familiar de los trabajadores. Si tomamos en cuenta que el salario mínimo en la etapa era de cien pesos, y que un trabajador promedio devengaba aproximadamente 150 pesos mensuales, podremos calcular lo que significaban esas medidas para familias de bajos salarios, con varios hijos, que no recibieran remesas, laboraran en el sector estatal y no se vincularan con el emergente sector turístico.

Las medidas se aplicaron sin distinción a toda la sociedad. Ese sería un enorme error, pues al partir de una serie de privilegios existentes, aumentaban la pobreza de determinados sectores y familias. Es justo reconocer, no obstante, que incluso en medio de la crisis los sistemas de Salud y Educación, si bien muy afectados, no cayeron en los niveles de precariedad actuales.

El programa del médico de la familia se había inaugurado en 1984 y funcionó perfectamente. Contaba con instalaciones apropiadas, excelentes profesionales e interconsultas de especialistas que hacían innecesaria la afluencia y hacinamiento en policlínicos y hospitales. Por su parte, la mayoría de los municipios disponía de servicios de obstetricia y cirugía, lo que permitía que los hospitales provinciales no tuvieran que asumir toda la responsabilidad en esos casos.

Hubo asimismo mayores niveles de protección social que los actuales. Por ejemplo, en 1994 las mujeres embarazadas tenían un programa de apoyo alimentario, que puedo describir con propiedad pues fui una de las beneficiadas. Una vez por semana, y organizado por consultorios, se garantizaba el acceso a un restaurante para una comida gratuita que incluía: fruta, carne y productos lácteos.

La oferta de papa y huevos, sin incremento sustancial de precios, permitió que las familias más pobres, sin acceso a los nuevos mercados en dólares, tuvieran al menos un sustento alimentario elemental, que no existe hoy por la ruina de la agricultura estatal.

El censo correspondiente al 2002, ya ofrecía datos preocupantes en cuanto al desempleo, el limitado acceso a la educación superior de sectores empobrecidos y la grave situación de la vivienda. Sin embargo, la alianza con Hugo Chávez había dado a Fidel los recursos para maniobrar en función de lo que sería su última gran campaña social, conocida con el nombre de Batalla de Ideas. Alrededor de 179 programas se establecieron con el fin de mantener la adhesión de trabajadores y jóvenes al proceso. Uno de los más significativos fue la universalización de la enseñanza.

Se ampliaron las oportunidades educacionales y el acceso a la cultura como vías de superación humana. No obstante, consignas políticas como: «La cultura salva» o «la cultura como escudo de la nación», daban fe de una óptica idealista que romantizaba la situación de personas, familias y barriadas venidas a menos. Entre tanto, se mantenía apartadas a esas personas, barriadas y familias, con preeminencia de población negra, de las nuevas formas productivas. Esos eran los que no podían entrar en la categoría de emprendedores, cuentapropistas y empresarios, pero tampoco de socios de cooperativas jamás creadas.   

La Batalla de ideas tuvo su óptica asistencialista, como evidenció la creación en 2000 de la Escuela de Trabajadores Sociales de Cojímar. Recuerdo que por aquellos años, como profesora de la Universidad de Matanzas, debí asesorar metodológicamente a un grupo de trabajadores sociales. Era en el municipio de Jovellanos, donde un diagnóstico arrojaba resultados alarmantes: personas viviendo en condiciones paupérrimas, familias que dormían en el suelo por carecer de colchones, viviendas en precario estado y carencia de artículos electrodomésticos básicos, como refrigeradores y ventiladores.

Justicia Social

Fidel en la inauguración del primer curso de Trabajadores Sociales en la Escuela de Cojimar, el 10 de septiembre del 2000. (Foto: Fidel, Soldado de las Ideas)

Las inversiones en salud, educación y asistencia social en la referida etapa ayudaron a paliar la situación. La pobreza crecía, pero las personas aún podían acudir a servicios médicos sin necesidad de comprar medicamentos e insumos para ser atendidos. Esto marcaría la diferencia en unos años.    

Segunda —y profunda— estocada

En 2006, con la enfermedad y consecuente retiro de Fidel, quedaba sellada la etapa heroica de la Revolución cubana. Demasiados errores habían lastrado la utopía. Raúl Castro, aún sin ser presidente en funciones ni primer secretario del Partido, favoreció un escenario de enorme expectativa. Su autocrítico discurso del 26 de julio de 2007, generó confianza en muchos sectores.

Su acceso al poder gubernamental tuvo dos períodos bien definidos: uno interino, entre julio de 2006 y febrero de 2008, y uno formal desde esa fecha y hasta 2018. En el primero, lanzó la campaña pro-reforma conocida como Actualización del modelo económico y social cubano, y tomó medidas que devolvían derechos constitucionales a los cubanos: viajar fuera del país, alojamiento en nuestros propios hoteles, compra-venta de casas y autos; todas muy positivas, pero que beneficiaban más a sectores sociales con la solvencia requerida para ejercer tales derechos.

A partir de su nombramiento oficial como presidente del Consejo de Estado, en febrero de 2008, enfatizó en la necesidad de recortar gastos y «gratuidades indebidas». Bajo la consigna «sin prisa pero sin pausas», pronto se constató que la prisa se dirigía más a transformar al modelo social que al económico.

Las medidas adoptadas por entonces afectaron a las personas y familias más pobres: cierre de 24 000 comedores obreros; aumento de la edad de jubilación en cinco años para hombres y mujeres; disminución de la edad de inicio laboral a quince años, es decir, las personas que empezaban a trabajar siendo adolescentes debían hacerlo durante medio siglo para tener derecho a una jubilación.

Más adelante se suspendería el derecho al almuerzo de los estudiantes que no estuvieran becados en los centros de educación superior. Ello afectaba mucho más a las familias pobres, que ahora debían garantizar de sus deprimidos salarios, además del transporte, el gasto que implicaba el almuerzo diario de sus hijos, que a veces tenían dos sesiones de clases o actividades en las universidades.

La situación se agudizaba por la disminución sostenida de inversiones en sectores de impacto social directo, como Salud y Educación, que decrecieron en la misma medida en que aumentaban las inversiones en los sectores del turismo e inmobiliarias.

Justicia social

En un análisis de Mario Valdés para LJC, se explica que el mayor recorte en la inversión de salud ocurrió precisamente durante el gobierno de Raúl Castro (2006-2018), en etapas en que la exportación de servicios médico-farmacéuticos fue la principal fuente de divisas del país, por encima del turismo. Su conclusión lógica es: «Todo indica que una parte sustancial de estos ingresos, lejos de consagrarse a modernizar el sector sanitario, fueron destinados a la inversión en el turismo, rama que apenas cubre sus ingresos por el alto índice de valor importado que tiene por peso de producción».

Ante esto se debió ampliar la asistencia social para proteger a la población más pobre, sin embargo, lo que se hizo fue reducirla. Como demuestra la periodista Karla R. Albert, «entre 2006 y 2018, el gasto del presupuesto asignado a la asistencia social se contrajo de 2.2% a 0.3%, mientras que el número de beneficiarios como proporción de la población decreció de 5,3% a 1,6%».

Según el economista Carmelo Mesa-Lago, ello se explica «por el lineamiento aprobado en el VI Congreso del PCC en 2011 que terminó la asistencia social a los asistidos con una familia capaz de ayudarles». En el referido documento se dejaba claro que el Estado transferiría a las familias y al mercado aquellas responsabilidades sociales que decidió no continuar asumiendo.

La ley de presupuesto para 2011 evidenció el marcado deterioro de indicadores asistenciales entre 2009 y 2010. El número de beneficiarios se redujo un 61 % en comparación con el 2005, y como porcentaje de la población total pasó del 5,3 % al 2,1 %. En el propio 2010 se recortaron 237 millones de pesos por «depuración de beneficiarios».

En esa etapa hubo una campaña desde los medios estatales que culpaba al pueblo de su dependencia al Estado, como si ello no hubiera sido una directriz política incuestionable.

Llegó incluso a eliminarse, al considerarlos gratuidades indebidas, los estímulos a trabajadores vanguardias que les permitían acceder a instalaciones turísticas; a pesar de que en realidad no era gratis pues ellos sufragaban sus gastos, si bien en moneda nacional. Desafiando cualquier rasgo de decoro, la misma prerrogativa se mantuvo para altos dirigentes y sus familias. Evidentemente «algunos animales eran más iguales que otros».

Durante esos años, aun con medidas que encarecían la existencia cotidiana de la población, no se aumentaron los salarios de manera general, solo a determinados sectores como salud, educación y empresas priorizadas.

Los jubilados —alrededor de 1,7 millones en estos momentos— constituyen otro sector que sufrió las consecuencias de esas políticas. El economista Mauricio de Miranda demostró en un artículo el desfase del sistema pensional cubano frente al incremento sostenido del costo de la vida, y concluye que las pensiones actuales son «insuficientes e injustas» y condenan a la pobreza.

En julio de 2013, Raúl Castro se lamentaba ante la Asamblea Nacional del Poder Popular: «Hemos percibido con dolor, a lo largo de los más de veinte años de período especial, el acrecentado deterioro de valores morales y cívicos, como la honestidad, la decencia, la vergüenza, el decoro, la honradez y la sensibilidad ante los problemas de los demás». Esa valoración, en realidad, podía atribuirse como anillo al dedo a la política del Partido y el gobierno cubano, especialmente bajo su mandato, respecto al aumento de la pobreza y el olvido de la justicia social.

Tiro de gracia

Con la designación de Miguel Díaz-Canel como presidente de los Consejos de Estado y de Ministros en 2018 —luego de la Constitución de 2019 sería presidente de la República—, se proclamaba la continuidad de esa política antipopular. Tres evidencias apuntaban a ello: la apertura de comercios en MLC que han discriminado a una enorme cantidad de personas, la negativa a depósitos bancarios en dólares físicos si no es desde fuera de Cuba, y la tristemente célebre Tarea Ordenamiento, que disparó los precios y la inflación para convertir en nada las pensiones, jubilaciones y salarios.

En fugaz alocución televisiva del 11 de diciembre de 2021, el presidente expresó como objetivos del Ordenamiento: «este proceso se propone ofrecer a los cubanos mayor igualdad de oportunidades, a partir de promover el interés y la motivación por el trabajo». Los políticos dicen una cosa, los datos muestran otra. Al respecto, el economista cubano Pedro Monreal valora: «los datos de ventas minoristas y de inflación en Cuba en el primer semestre de 2022 evidencian dos cosas: un ajuste económico apoyado en la inflación, y distribución desigual del costo del ajuste, con sesgo contra los hogares pobres».

No creo necesario reiterar lo que todos conocemos sobre este fracaso, cuya única consecuencia política fue el traslado de Marino Murillo, cara visible del fallido experimento, a un puesto de menor categoría para el que fue despedido con una ovación por el Parlamento que dice representarnos.  

No obstante, más allá del Ordenamiento, existen consecuencias sociales debidas a décadas de empobrecimiento y ajustes económicos. Las más notorias son: aumento de la mortalidad general, infantil y materna; disminución sostenida de la natalidad; incremento del número de suicidios; crecimiento de la población carcelaria hasta ubicarse entre las mayores per cápita del planeta; un éxodo de proporciones dramáticas y acentuación de la desigualdad.

La insensibilidad de la dirigencia política ante este escenario, llegó al punto de que en el Informe Central al 8vo Congreso del Partido, Raúl Castro —denominado en los últimos tiempos Líder de la Revolución, para asombro de muchos—, reprochó con molestia la «cierta confusión» de algunos cuadros de dirección al emprenderla contra la «supuesta desigualdad» creada por la comercialización dolarizada.

El Partido ha vuelto la espalda a un problema de primera magnitud, que debió ser analizado profundamente y que condujo, menos de tres meses después del referido congreso, a un estallido social nacional. Pero esta no parece ser su intención. Prefiere catalogar los hechos del 11j como una operación financiada desde el exterior para no admitir su responsabilidad histórica y la razón que asistía a los que salieron a manifestarse ese día.

Durante 2018, en la versión original del proyecto de Constitución, la comisión redactora, en un repunte de honestidad, había decidido eliminar el comunismo como horizonte de aspiración futura, lo cual me pareció muy realista pero poco coherente con un partido que se designa con ese nombre. En la versión final sería devuelta a su lugar la referida aspiración, pero ya todos comprendemos que una cosa es la letra de la Constitución y otra la actitud de las autoridades ante ella, sobre todo cuando esas autoridades no tienen las mismas condiciones de existencia de las mayorías.

Justicia social se ha convertido en una frase usada en foros internacionales con el fin de recabar simpatía hacia el gobierno cubano, y también en medios oficiales para un discurso demagógico; pero no en los documentos y declaraciones programáticas partidistas.

Mientras el Canciller Bruno Rodríguez Parrilla, en su intervención ante la ONU del 3 de noviembre del pasado año, aseguró «que Cuba nunca renunciará a su sistema socialista de justicia social (…)», y en el sitio Cubadebate Agustín Lage afirmó hace poco que: «La concentración de la propiedad en personas naturales o jurídicas no estatales es regulada por el Estado, el que garantiza además, una cada vez más justa redistribución de la riqueza, con el fin de preservar los límites compatibles con los valores socialistas de equidad y justicia social»; las proyecciones del Comité Central del Partido para 2023 no mencionan NI UNA SOLA VEZ esas palabras.

La proyección no. 16 afirma la intención de: «Desarrollar políticas públicas para la atención a situaciones de vulnerabilidad y la eliminación de desigualdades, y también orientándonos hacia las políticas públicas para atender diferenciadamente un grupo de problemáticas de nuestra juventud». No obstante, es difícil creer realizables tales políticas en una sociedad cuya pobreza crece exponencialmente, dado que la proyección no. 20 será: «Reducir los gastos y orientar estos a la atención a las situaciones de vulnerabilidad».

En esencia, el Estado pretende el imposible de reducir sus gastos y a la vez orientarlos a una pobreza en expansión, porque eso es aunque la disfracen eufemísticamente de vulnerabilidad. Y lo peor es que no hace partícipe a las ciencias sociales cubanas de estudios que puedan diagnosticar la situación real y proponer soluciones viables, a pesar de que el gobierno de Díaz-Canel se presenta como un gobierno de ciencia e innovación y que la proyección no. 9 es: «Apoyar todos los procesos con la ciencia y la innovación, desarrollando la capacidad de acudir a la ciencia y a la investigación para resolver y atender nuestros principales problemas».

Lo cierto es que las estadísticas hablan de una década perdida para la economía cubana que se extiende desde 2010 a 2020. Pero desde antes, como hemos visto, comenzó el deterioro del pacto social del Estado con la ciudadanía.

El punto de vista de los científicos sociales

La socióloga cubana Elaine Acosta, en su enjundioso texto «Yo quiero fundamento. El 11j en Cuba y la necesidad urgente de una Sociología que incomode», analiza el incremento de la pobreza y la vulnerabilidad y los límites de las ciencias sociales en la Isla para abordar esa cuestión. Ella se hace eco del criterio del economista Pedro Monreal acerca de que existe un «apagón estadístico nacional sobre la pobreza y la desigualdad».

En intercambio con la Dra. Mayra Espina, especialista en Sociología de las desigualdades, me explica que «no hay datos públicos de pobreza desde los estudios del Instituto Nacional de Investigaciones Económicas (INIE) del Ministerio de Economía y Planificación, fueron investigaciones oficiales realizadas en 1994 y a inicios de los 2000, esta última identificó una franja de 20% de pobreza urbana. Colegas me han dicho que se siguen haciendo las encuestas de hogares y se calcula la línea de pobreza, pero no se publica». También aclara:

«El informe voluntario que Cuba ha hecho sobre los ODS para Naciones Unidas ha incluido un cálculo a partir del índice de pobreza multidimensional, pero considero que subvalora por margen amplísimo la magnitud real de la pobreza y declara que el indicador ingresos no es relevante para Cuba, error grande si se considera que el régimen de bienestar vigente ha tenido un corrimiento hacia el mercado y la familiarización, con lo cual los ingresos se han vuelto decisivos para las satisfacción de necesidades».  

La opinión de Espina sobre la importancia de los ingresos es compartida por Monreal, que considera:

«El análisis de la desigualdad social en Cuba, además de los datos que hoy no se divulgan, debe reconocer que la desigualdad no es un accidente social. Es el síntoma de causas “estructurales”: funcionamiento de instituciones que crean privilegios y exclusiones.

Es plausible asumir que parte de la explicación del incremento de la desigualdad en Cuba radica en el efecto distributivo del paquete de política económica conocido como “reordenamiento”, específicamente el efecto diferenciado de cambios en precios relativos.

Asumir que la desigualdad en Cuba tiene causas “estructurales” equivaldría a reconocer el alcance limitado que tendrían las medidas de “ayuda” dirigida a grupos e individuos».

A finales del 2022, una nota del periódico Granma anunciaba que desde el 16 de octubre y hasta el 26 de noviembre se realizaría una Encuesta Nacional sobre la Situación Económica de los Hogares (ESEH), a cargo de la Oficina Nacional de Estadística e información (ONEI) cuyo objetivo era recabar información sobre los gastos e ingresos de la población cubana. Se explicaba que se efectuaría a partir de una muestra probabilística en alrededor de 12 000 viviendas de zonas urbanas en diferentes provincias.

En sus redes sociales, Monreal compartió esta noticia con la siguiente observación: «Con los datos de esta encuesta puede calcularse un indicador de pobreza y también indicadores de desigualdad. Veremos si los publican o si continúa la narrativa de la equidad».

Los economistas Omar Everleny Pérez Villanueva y Mauricio de Miranda comentaron respectivamente: «Hasta ahora nunca fue publicada esta encuesta. Ojalá hayan cambiado los tiempos», y «Amigo, cuando lo vea lo creo. Ya veremos qué pasa. Ojalá hayan cambiado los tiempos pero hasta ahora los cambios que veo no son para bien».

¿Tendrá razón tal escepticismo? Lo cierto es que casi dos meses después no se conocen todavía los resultados de la encuesta, cuyos datos serían de fácil tabulación mediante programas informáticos. Ocultar esa información, que debería estar al alcance de expertos y ciudadanos, indica falta de voluntad política para enfrentar con claridad la situación de la pobreza en Cuba, conocimiento sin el cual será imposible hablar seriamente de justicia social y socialismo.

Cuando en 2002 se aprobó la Ley de reforma constitucional que modificó la Constitución al adicionar este párrafo al artículo 3 del Capítulo 1: «se propone que el carácter socialista y el sistema político y social contenido en ella sean declarados irrevocables», ya ese sistema, en lo social, había empezado a cambiar aceleradamente. Lo ha seguido haciendo a lo largo de más de veinte años. Actualmente no se parece en nada al proyecto social por el que tantos se han sacrificado. ¿Qué es lo irrevocable entonces?  

16 enero 2023 45 comentarios 3,1K vistas
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Bigotes

Bigotes

por Jorge Fernández Era 15 enero 2023
escrito por Jorge Fernández Era

—Ando por esta pescadería en una visita que pretende «evaluar las potencialidades de los territorios y aprovecharlas en el propósito de lograr un mejor año en todos los ámbitos para la nación». Y a usted, ¿qué le trae?

—Tras la felicidad por el regreso de esas variedades cartilaginosas, ausentes a su puesto laboral desde hace más de un año, me encuentro con que un kilogramo de claria cuesta cuatrocientos pesos. Hablo de una especie cuya cría en estanques, según Ecured, «registra altos volúmenes de captura y bajo costo».

—Cómo le explico: la especie fue introducida en Cuba hace poco más de veinte años, procedente de Tailandia y Malasia. ¿Sabe lo que eso significa? Son miles de millas naúticas en un viaje que, producto del bloqueo norteamericano, muy pocas navieras están dispuestas a realizar.

—Pero hace solo tres años ese recorrido hacía rato se había dado por concluido, y el filete de claria, no el troncho que se vende hoy, tenía un precio trece veces menor. Multiplicado por el Índice Murillo arroja si acaso una cifra de alrededor de ciento cincuenta baros.

—El barómetro de la presión a que es sometida nuestra economía suele registrar límites sorprendentes. De ahí que nos exija ser cada vez más rigurosos con las fichas de costo. Ese pez de cuatro pares de bigotes no deja de ser una de las cien especies más exóticas y dañinas del planeta, y el exotismo se cobra en todas partes. Fíjese que, internacionalmente, su cultivo extensivo no está permitido, debe hacerse en reservorios controlados. Quién iba a sospechar que el azote de huracanes propiciaría su dispersión en los ecosistemas naturales de la Isla.

—Claro, los ciclones son eventos meteorológicos muy raros.

—Aun así, nuestro Gobierno importó su cría intensiva. El factor riesgo, elemento a tener en cuenta para formar precios, no fue óbice para introducir su carne en nuestra dieta.

—A la par que decaía la introducción de billetes en los maltrechos bolsillos, o lo que es igual: se multiplicaba exponencialmente su salida intempestiva hacia las arcas estatales y privadas.

—¡No se prive, hombre! Cada animalito de esos, suelto por ahí en ciénagas, riachuelos y alcantarillas, cuesta al erario público. En sus estómagos se han encontrado jicoteas y hasta pequeños cocodrilos, lo cual incrementa su valor agregado, un aporte para que la economía no se detenga.

—Y vaya «por más».

—¡Eso!, «superarnos a nosotros mismos», que cada uno se pregunte: «qué estoy haciendo para no detenerme».

—O para que no lo detengan.

—Si nuestro principal contrincante (otro de los valores agregados) se saliera con la suya, es decir, se engullera al caimán entero, Cuba desaparecería de la faz de la Tierra y no quedarían ciénagas, riachuelos y alcantarillas para el cultivo de la claria. Así que el precio de ese bicho es lo menos importante. Debemos «evitar que el adversario ideológico erosione el consenso necesario en los asuntos de mayor importancia, diluyéndolos en otros temas de menor alcance o coyunturales».

—¡Usted le sabe!

—Porque soy un empresario revolucionario. Mi deber es «crear una conciencia en todos los cubanos de que, en los temas esenciales legalmente refrendados en la Constitución, no puede haber un paso atrás, y que cualquier decisión concreta es buena en la medida en que no erosione esos principios».

—Vuelvo al principio: ¿cree correcto pagar cuatrocientos pesos, más de tres días de trabajo, por un kilogramo de esa cosa que se mueve hasta dando pasos para atrás?

—¡Por supuesto que sí! Ese dinero circula, ayuda a disminuir el déficit fiscal, y a que el presupuesto estatal cuente con el respaldo monetario para comprar el pienso que alimente a esas criaturas, que luego volverán a las tarimas como tronchos o filetes.

—Me llevo los dos kilogramos, no se discute más.

—¿Discutir dice? Qué va. «Urge escuchar a la gente y beber de la sapiencia popular». «En los debates económicos que ocurren en Cuba, principalmente en las redes, participan personas que, de forma abierta o encubierta, quisieran empujarnos en la dirección que quieren nuestros enemigos reales». Y para reñir con ellos…

—Están las clarias.

—Exacto. «Cuando alguien decide encerrarse en su mundo, pequeño y cómodo, dejando que sus límites no rebasen el bienestar familiar o el éxito propio, está produciendo una pequeña grieta en la solidaridad colectiva, está asumiendo el “a mí qué me importa” como respuesta a las aspiraciones de una sociedad de la cual, gústele o no, ha sido parte y ha recibido la cuota gratuita de beneficios». Que el kilogramo de bigotes baje y no surjan esos desequilibrios económicos «implica trabajar duro, innovar, aplicar la economía circular». «Solo así podremos superar contradicciones, vencer obstáculos y que venga realmente la esperanza».

—¿Esperanza mi vecina?

15 enero 2023 8 comentarios 1,8K vistas
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Leyenda

Una leyenda urbana

por Néster Núñez 14 enero 2023
escrito por Néster Núñez

Lo primero que ves es el casco amarillo de constructor, viejo y sucio, y debajo del casco, adentro, a un hombre que vende jabas de nailon. Si necesitas alguna te acercas, siempre desde arriba, porque tú estás de pie y él sentado. También porque eres tú el que paga. Estiras el brazo acercándole el billete, cosa de no aproximarte más de lo necesario, y recibes la bolsa blanquísima donde guardarás tus compras. Él quizás te dé las gracias. Tú responderás «Por nada», y te alejarás sin haberlo mirado a los ojos, restregándote la nariz inconscientemente.   

Entonces, Marcial Carmelo García Vázquez continuará en aquel quicio ganándose la vida del modo en que pueda, y tú, yo, usted, ellos, ellas, nosotros, vosotros, ustedes, retomaremos la vida donde la habíamos dejado antes de desviarnos a comprar la jaba. Si nos cuesta enfrentar su mirada es quizá por temor a ver, en esa miseria evidente, el fracaso de nosotros como como individuos, la frustración del país completo. Y, sin embargo, de Carmelo se dice, entre asombro y duda, que es millonario. Que vive así porque le da la gana.

Leyenda

(Foto: Néster Núñez / LJC)

La primera vez que me le acerqué fue para preguntarle si eso era verdad. Lo que me dijo fue que se ha pasado la vida entera trabajando. Fue cortador de caña, aunque no de los largos, y estuvo en la hilandería Bellotex y en la tenería de Matanzas, que ya no existe.

Pasó por la terminal marítima del puerto como estibador. Allí sí se destacó cargando sacos, fue jefe de brigada y se ganó, en los ochenta, aquellos estímulos que daba el sindicato en los hoteles de Varadero. Después fue barrendero. Los cien metros de calle los pagaban a 19 centavos. Él limpiaba de arriba abajo las vías Milanés, Medio y Río. Ganaba muchísimo dinero. Una parte la guardaba.

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(Foto: Néster Núñez / LJC)

Lo interrumpo, veo el momento de insistir: ¿eres o no millonario? Si respondiera con un Sí tal vez me nazca una esperanza. Una posibilidad: no todo está perdido. Si él lo logró… Después me digo que esa misma idea es la que sostiene la leyenda urbana. La necesidad de creer en un futuro mejor. La fe en una vida próspera… Detengo la cadena de pensamientos y busco en el móvil una foto que le hice hace más de tres años.

«Cuando aquello recogía latas vacías de refresco y cerveza, y las vendía como materia prima», me dice. «Y antes de eso, cargaba lavadoras y refrigeradores desde la tienda hasta la puerta de tu casa», rememora. La foto no aparece: Instagram no abre. La conexión está de madre por estos días. La conexión no: Etecsa. Me pide que otro día se la enseñe, y sigue:

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(Foto: Néster Núñez / LJC)

«Esa fue una época buena. Ahora las cosas están muy caras. La situación muy mala. El carbón mismo te vale cien pesos el saco. Tres o cuatro días te dura. Si es marabú, mangle blanco o guayabo, que aguanta un poquito más, pero no mucho más tampoco. Ni el cedro ni el pino, que son una boronilla. Ah, y la mata de guao.

Ayer yo gasté 235 pesos. Me habían cogido una libra de mortadela en cien pesos, que aquello no era mortadela ni nada. Me la comí así mismo, fría y todo, porque se me echa a perder y gasto los cien pesos, pues no tengo refrigerador. Y que yo critique no quita ni excluye que sea revolucionario.

Aquí hay sus cosas, porque hay mucha gente que no entiende de la Revolución, que hacen esto y hacen lo otro, y lo que están es haciendo daño. En definitiva, cuando el pueblo se una y se enfrente a la situación es que el pueblo va a ir adelante. Es el pueblo el que lo hace todo. La unión del pueblo es lo que va a hacer todo. El pueblo es el que se va a virar y va a responder por el bien de él, no por el bien de ningún mequetrefe de estos que están metidos aquí y allá haciendo cosas que no tienen que hacer.

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(Foto: Néster Núñez / LJC)

Y como te digo una cosa te digo la otra. Esto no lo tumba nadie. Y el día que lo intenten tumbar, a mí me tienen que matar. Prefiero dar mi vida antes de verme en las manos del capitalismo. No quiero saber del capitalismo ni p… nada de nada. Y tengo familia en el Norte. Un hermano mío que es el que me sigue en edad. Él se fue por sus gustos y sus cosas porque le gustaba el sistema capitalista, se fue para mejorar su economía. Vino dos veces a mi casa de visita y le dije: de política, a mí no me digas nada. En primera es mi hermano, es mi sangre».

Cada vez que nos encontramos, Carmelo me dice «Mi amigo», y de inmediato saluda con un gesto alegre para que lo fotografíe. Le he tomado cariño. Las jabas que necesito se las compro a él. Le regalo los tabacos de la bodega o algunos cigarros. Pero lo que más le gusta es conversar. Siempre está solo.

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(Foto: Néster Núñez / LJC)

Lo veo y me siento junto a él en el quicio, huyéndole a una ratonera artesanal que tiene a su lado. Son estos primeros días del año 2023. «Las jabas están perdidas —me dice—, no hay en ninguna parte». Normalmente las compra a tres pesos y las vende en cinco. Los domingos, día de feria agropecuaria, son los mejores, significan un respiro para el resto de la semana. Luego cambia y me habla sobre la máquina de hacer ratoneras…

Yo, sin embargo, pienso en la muerte del ratón que tiene hambre y sale de noche a robar la comida que dejaste fuera. Cómo será menos dura la muerte, si agonizar durante horas por el efecto del veneno o morir de una vez por un golpe que te parta el cuello o el cráneo. Y de ahí mi mente salta a la eutanasia, el derecho a morir con dignidad. A la vida que llevamos tú, yo, ustedes, nosotros, estos y aquellos.

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(Foto: Néster Núñez / LJC)

Pero entonces, por suerte, el amarillo intenso y sucio del casco de Carmelo me regresa a la realidad. Le pregunto de dónde salió. Él dice que hace años lo tiene, pero no se acuerda ni cuándo fue la primera vez que se lo puso, y que una vez le salvó la vida. Un viento fuerte arrancó una teja de zinc del techo de su casa y voló directico para donde él estaba. Con la punta le cortó encima de la ceja derecha. «Si no llego a tener el casco, me raja en dos la cabeza».

Tú siempre estás solo. ¿Tienes amigos? ¿Con quién hablas? ¿En qué piensas todas estas horas que estás aquí sentado? ¿Qué pasó con tu vida? ¿Cómo llegaste a esta situación? ¿Qué hiciste el fin de año? Indago.

«El 31 lo pasé aquí mismo. Compré tres raciones de congrí y tres de yuca en La Cuevita, y un pepino de un litro y medio de cerveza dispensada. Pero qué va. Cuando esa yuca se juntó con la cerveza, el estómago se hinchó y el alcohol dijo aquí estoy yo y me emborraché completo. Fui a mi casa y me acosté hasta el otro día. Y así. Me levanté otra vez y vine a trabajar».

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(Foto: Néster Núñez / LJC)

Está jubilado por enfermedad y cobra mil setecientos ochenta y pico de pesos mensuales. Poco más de diez dólares. Termina hoy su jornada sin agregar casi nada a esa cuenta. O no hay muchos ratones en las casas o la gente se está buscando gatos que los alejen. Lo que sí hay es muchas ratas en las instituciones estatales.

Carmelo mete en el saco la ratonera y los bolígrafos que vende, se incorpora como puede, camina lentísimo, intentando no arrastrar el pie malo. «Es un problema de nacimiento que después se me complicó por unos tendones…».

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(Foto: Néster Núñez / LJC)

La fe en la vida próspera… y Carmelo millonario.

«No me arrepiento por lo que he hecho ni por lo que me falta por hacer. No me arrepiento jamás. ¡Jamás! Si lo único que he hecho es trabajar como un caballo para poder vivir. Y nunca le robé a nadie».

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(Foto: Néster Núñez / LJC)

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