La Joven Cuba
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Ciudadanía

Análisis de procesos sociopolíticos que contribuyen al poder popular en el desarrollo de una república inclusiva y una ciudadanía activa

Alma de dinosaurio

El Alma rota del dinosaurio

por José Manuel González Rubines 3 mayo 2022
escrito por José Manuel González Rubines

«Cuando despertó, una semana después, ya nadie se acordaba del dinosaurio», podría ser la mutación del famoso microrrelato de Augusto Monterroso si lo adaptamos al contexto cubano actual. Hace exactamente siete días, en una nota de veinticuatro palabras, la revista Alma Mater anunciaba la «liberación de funciones» de quien fuera su director, el periodista Armando Franco Senén.

La publicación —que hasta ayer había generado poco más de mil seiscientas reacciones, mil trescientos comentarios y fue compartida 259 veces— prendió fuego a la pradera. Las siglas blancas AM sobre un fondo de luctuoso negro, se propagaron por todas partes en señal de duelo ante la decisión de un inmaterial Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas. El suceso, y los acontecimientos asociados, dejaron señales interesantes.

La primera de ellas da cuenta del nivel del periodismo en los medios estatales cubanos y de cómo es percibido por los públicos. Según muchas de las opiniones, la salida del director de AM y su equipo marcó el fin de uno de los pocos espacios donde se hacía «periodismo crítico». No obstante, si bien la revista trató con seriedad determinados temas ausentes del discurso de sus homólogos —aunque no del de varios medios independientes—, esta idea habla más de la aridez del panorama mediático que la rodea que de la calidad de la publicación en sí.

Alma de dinosaurio

Algunos de sus éxitos —como la interesante serie Desafíos del consenso, que examinó desde diferentes ámbitos del saber el estallido social del 11 de julio, por poner un ejemplo—, son muestra de buen hacer, pero nada más. Cosas como esas serían lo normal en tanto análisis de la realidad; no es normal, sin embargo, que la mayoría de sus congéneres mediáticos guardaran silencio o se vistieran de la propaganda gastada de siempre ante aquellos hechos.

En AM se hizo periodismo bueno y malo, como en cualquier medio. La mayoría de las reacciones de apoyo, entre las cuales se cuenta la mía, muestran respeto por lo positivo. Pero de ahí a presentarla como el non plus ultra de las publicaciones insulares, es una evidencia más de las tremendas carencias del periodismo estatal cubano en cuyo ecosistema la revista se inserta, y del bajo nivel de los referentes del público. En un batey atiborrado de bohíos de guano, una casa de ladrillos es un palacio.

La segunda cuestión interesante se relaciona con la reacción de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) al suceso. Ante la separación de funciones —sin previa justificación— del director de un medio de prensa y la renuncia de casi todo su equipo, ¿cuál fue la respuesta de la UPEC? En un post críptico en su perfil personal en Facebook —una hora y media después de que se pronunciara el Partido a través de uno de sus funcionarios—, el presidente de la asociación manifestó, en esencia, que la decisión «lo entristecía».

No obstante, es válido preguntarse, ¿qué podría hacer el presidente de la UPEC frente a una decisión de la UJC, organización hija del Partido que es, a su vez, órgano superior de la sociedad y el Estado? ¿Pueden tanto los medios como la ciudadanía o las organizaciones, manifestarse contra una orden emanada de un ente superior —y/o sus asociados— no electivo ni sometido a control popular alguno? ¿Podemos nosotros, simples mortales, rozar siquiera la sandalia del Ser Superior?

Lo único correcto, tanto en posiciones de representatividad como desde la ciudadanía, es plantar cara a la arbitrariedad del absolutismo, pero no todo el mundo lleva en su alma a un Martí, un Mella o un Guiteras. Ante la inexistencia de mecanismos institucionales eficientes y efectivos, la mayoría prefiere derramar alguna lágrima —si es discreta, mejor— y lamerse las heridas mientras marcha feliz por tantos logros obreros el Primero de Mayo.

Al final, lo más que consiguieron las reacciones salidas desde las redes sociales —cómodo foro que habita nuestra ciudadanía entre perfiles falsos y fotos de gatos—, fue que quienes mandan nos recordaran que mandan. Por ejemplo, la secretaria de la UJC reconoció que puede que se hayan cometido algunos errores en el tratamiento del tema, pero que es competencia del Comité Nacional decidir sobre los directivos de medios como AM. Ella y otros funcionarios repartieron elogios, se reunieron con este y con aquel, pero la decisión no se ha echado atrás. Como dicen mis abuelos: cuando Dios no quiere, ni los santos pueden.

Alma de dinosaurio

Si el directivo sacado de su puesto tiene tantas cualidades, ¿por qué fue «liberado» de ese modo? ¿Así es como se trata a un «periodista joven y talentoso, quien tiene mucho que aportar»? ¿Por qué no se dio el tratamiento adecuado para que el equipo de la revista no renunciara en masa? ¿Hasta cuándo va a ser dirigida la prensa por personas ajenas a ella?

En muchas de las publicaciones y comentarios, se percibe una visión casi de escatología cristiana: la decisión es arbitraria e injusta, pero debemos aceptarla con resignación revolucionaria. Y no puedo evitar preguntarme, ¿hay algo de revolucionario en acatar una arbitrariedad?

¿Puede un funcionario —desde el Buró de la UJC o cualquier otro— cometer una injusticia y por levantar el blasón de la Revolución, la misma debe ser aceptada o perdonada? ¿Alguno de los manuales por los que se estudia en las Escuelas de cuadros prohíbe expresamente reconocer un error, pedir perdón por él y resarcir los daños? ¿Es que acaso la Infalibilidad Papal tocó la puerta de la Ñico López?

Como el Señor Oscuro Sauron, los hálitos tóxicos del Quinquenio Gris se empeñan en volver y parecen fortalecidos. Sus jinetes cabalgan y si bien Alma Mater no es la primera víctima de sus cacerías, es la más sonora de los últimos tiempos. Circunscribir el conflicto en Cuba a lo que está dentro o fuera de la Revolución, es no ver la magnitud de un fenómeno de décadas de antigüedad. La puja es entre las fuerzas que deciden esos límites. Lo que hoy es revolucionario, mañana puede no serlo; quien hoy es un «cuadro» confiable, mañana puede ser un hipercrítico o un confundido.

Que la reacción con tintes estalinistas sea una amenaza permanente y ejerza su poder, habla de un sistema deformado, como un dinosaurio enfermo, que necesita cambios urgentes y radicales. Lo peor es que el diagnóstico está dado desde hace mucho tiempo, pero una y otra vez se posterga el tratamiento. Al final, tanta soberbia puede que termine resumida en aquel viejo estribillo: Murió como Chacumbele, él mismito se mató.

3 mayo 2022 32 comentarios 2.414 vistas
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Yanqui

Recordando al Yanqui

por Haroldo Dilla Alfonso 2 mayo 2022
escrito por Haroldo Dilla Alfonso

Hace unos días tuve un arranque de curiosidad por saber algo de un gran amigo: Roberto Rodríguez Suárez. De los que siempre se quiere, y con el que compartí buena parte de mi vida juvenil, esos espacios en que las relaciones te marcan para siempre, dando o tomando prestado, probablemente porque son los momentos en que aún aprendemos lo fundamental de la existencia: convivir.

No demoré mucho en dar con la terrible noticia de su muerte, unas semanas antes, aquejado por un COVID que se empeñó en terminar de destruir su sistema renal achacoso. La nota no venía de una fuente cubana, mucho menos de la prensa, pues la prensa cubana nunca se tomaría el trabajo de reportar el deceso de un tipo como Roberto.

Lo hicieron los científicos mexicanos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, con quienes tuvo la oportunidad de compartir algunas jornadas de trabajo en sus años finales. Pero curiosamente lo anuncian —con esa ingenuidad militante de una parte de la izquierda mexicana— como un «espléndido hijo de la revolución cubana» cuyo mérito más relevante fue haber participado en el equipo que encontró los restos de Ernesto Guevara y sus compañeros muertos en Bolivia.

Imagino a Roberto —a quien todos decíamos El Yanqui por su cara ancha siempre colorada por el sol, ojos claros y pelo rubio— riendo a carcajadas, tanto de la omisión como de la mención. Porque Roberto era un tipo muy irreverente, directo y profundamente desinteresado en la política. No es que fuera insensible, pero nada en él anunciaba a un partisano ni a un opositor del sistema.

Su vida, y en eso fue formidable, eran las ciencias que cultivó y la familia que cuidó con esmero, en un matrimonio de cuarenta y nueve años con Esther Lobaina —su alter ego contestatario— que solo la muerte interrumpió. Y eran sus amigos, entre los que me cuento con orgullo.

Su gran mérito científico no reside en haber participado en la búsqueda de los restos del Che Guevara, por mucho que ello entusiasme a los mexicanos solidarios, o en que alguna que otra vez Granma lo haya mencionado, sino en haber desarrollado metodologías de análisis aplicadas en nuestra arqueología.

Yanqui

A Roberto Rodríguez Súarez le decíamos El Yanqui por su cara ancha siempre colorada por el sol, ojos claros y pelo rubio.

Siempre recuerdo su pasión temprana por el desarrollo de un método que permitiría la datación mediante la variación del colágeno en los huesos, y sus aportes a los estudios tafonómicos, justo lo que los mexicanos le agradecen en su nota. Y hacerlo a pura pasión, con muy pocos recursos y aún menos estímulos.

En términos locacionales, sus estudios son cruciales para el conocimiento de la arqueología de la costa norte Habana/Matanzas, donde enfocó su mayor atención en el sitio arqueológico más importante del occidente cubano, casi en la desembocadura del río Canímar. No es posible hacer una historia de la arqueología en Cuba sin citar a Roberto Rodríguez, justo lo que muchos de los contertulios del grupo estudiantil hubiéramos querido y solo él consiguió.

Lo vi por última vez hace veinte años, durante el último y único viaje a Cuba tras mi salida. Nos encontramos en una cafetería del Vedado y hablamos largo y tendido de muchas cosas, incluyendo sus intenciones de extender contactos científicos con otros lugares de América Latina y, eventualmente, concluir su doctorado. Las dificultades en la comunicación con la Isla por un lado, las múltiples ocupaciones por otro, limitaron nuestros contactos a breves cambios de mensajes, siempre amistosos y deseándonos vernos pronto.

Alguien me dijo que había estado deambulando por los muy sofisticados centros de investigación de la UNAM, por lo que me ilusioné con la idea de encontrarlo en alguno de mis viajes a México. Pero llegó esto, inevitable, y nunca más podré disfrutar la carcajada sonora de mi amigo El Yanqui, tan sincera como su vida. Pero eso no quiere decir que vaya a prescindir de él durante el tiempo que me quede sobre el planeta.

Me explico. En aquellos lejanos tiempos en que ambos no llegábamos a los veinte de edad, una noche, en la costa de Boca de Jaruco, me dio una lección tan ética como práctica, que siempre he recordado. Éramos entonces miembros de un grupo estudiantil de espeleología, cuyo jefe, un apasionado de los usos militares —cosa de los tiempos— decidió una noche, durante una expedición, expulsarlo del grupo por indisciplina. El Yanqui no dijo nada y cuando el grupo echó a andar buscando los espléndidos farallones de Punta Jijira para armar campamento, sencillamente caminó junto a él.

Cuando «el jefe» le recordó que estaba expulsado, Roberto se limitó a responder que solo caminaba junto a un grupo de personas que eran sus amigos. Y se quedó. Con tanta fuerza que muchos años después, conversando con el entonces «jefe» en un bar de Miami, me confesó que esa noche se había sentido muy frustrado pues no supo qué hacer ante la irreverencia de El Yanqui. Roberto nos demostró, a esa edad en que todo se aprende, que es posible resistir las decisiones arbitrarias simplemente no acatándolas. Y luego, que siempre es posible estar si consigues ser parte.

Tras su muerte, él está, porque ha sido siempre parte. Por ello no solo invoco al científico indispensable, sino también seguiré dialogando con el amigo —directo, transparente, sencillo—, como en aquellos tiempos a orillas del Canímar, cuando nos dedicábamos despreocupadamente a imaginar un futuro que creíamos lineal y lleno de colores. 

2 mayo 2022 6 comentarios 1.051 vistas
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Alocución

Alocución

por Jorge Fernández Era 1 mayo 2022
escrito por Jorge Fernández Era

Este discurso es el primero de mayo. No me refiero a la fecha, sino a que es el primero que realizo en el mes. Ahora, mientras leía, me di cuenta de que lo estoy pronunciando el Primero de Mayo, vaya casualidad. ¿Por qué celebramos el Primero de Mayo? Sencillamente porque es feriado. Celebrarlo más adelante implicaría perder otra jornada de trabajo.

Esta fiesta de los asalariados cubanos se convierte en escenario preciso para enaltecer el valor del trabajo, no importa si con la inflación ya ni sabemos cuánto vale. Hace menos de un año expresé que «la satisfacción de las demandas del pueblo no puede hacerse con discursos, no puede hacerse con exhortaciones». Aprovecho este discurso para exhortarlos a que piensen en ello.

Una de las mentiras que se difunden por las redes sociales es que los trabajadores son obligados a asistir al desfile. Eso es una farsa, ¡eso es farso! ¡Que le pregunten si no a los compañeros de la Empresa Consolidada de Encadenamientos Productivos y otros Eslóganes, citados a las tres de la madrugada en la propia sede de la institución. ¡Desde aquí los veo, alegres y confiados, con las banderas del socialismo en una mano y la merienda en la otra! Ni tiempo de desayunar tuvieron muchos de ellos. Otros tantos no desayunan hace tiempo.

Quienes difunden patrañas sobre nuestras celebraciones son los que para justificar el no asistir a la Plaza alegan que, si se han pasado trescientas sesenta y cuatro jornadas luchando por los derechos de los trabajadores, merecen entonces un día de asueto. ¡Si siguen en las mismas les rebajaremos el sueto!

Los que dirigimos esta Revolución desde Gaesa, desde el Partido, desde el Gobierno, desde el Poder Popular, desde la Asamblea Nacional y desde los sindicatos vivimos desvelados por la producción, desvelados por las distribución justa de la riqueza, desvelados por la satisfacción de las necesidades más apremiantes de la sociedad. ¡Y desvelado no hay quien rinda!

Queremos un sindicato con criterio propio, que promueva el debate con argumentos, enarbolando las orientaciones de Raúl, de nuestro presidente y de los demás líderes, los lineamientos de la política económica, el pensamiento emanado de las discusiones, debates, directivas y acuerdos del VIII Congreso, enfrentándose resueltamente a todo aquel que intente rebatirlos.

El salario no alcanza, lo sabemos. Como el país no está en condiciones de importar salario desde otras economías más industrializadas y solventes, solo podemos garantizar la distribución equitativa de los salarios que bondadosamente nos llegan a través de donaciones, y la venta en MLC de los salarios que recibimos vía remesas de aquellos que un día desfilaron junto a nosotros y hoy se les ve desfilando hacia la frontera mexicana. Nos solidarizamos con ellos. Solidaridad no es dar lo que nos sobra, sino lo que nos falta, es decir, compartirlo todo.

La unidad prima, somos indivisibles, tanto como la unidad es un número primo, solo divisible por él mismo. Yo me entiendo. Si queremos encaminar esta nave hacia puerto seguro, tendremos que ser más «proactivos». De lo contrario, la encaminaremos hacia atrás y seremos «popactivos». Ustedes me entienden.

En este preciso minuto, en Colombia, miles de artesanos marchan en contra de las políticas de su gobierno; en Perú, cientos de campesinos obstruyen las carreteras en protesta por leyes de corte neoliberal; en Ecuador, los maestros exigen pensiones más dignas para su jubilación; y en Auckland, Nueva Zelanda… los trabajadores duermen.

Mientras el proletariado del mundo clama por su alimentación, por una vivienda digna, por derechos que le son conculcados, o se van a la huelga, a nosotros, huelga decirlo, esos temas no nos conciernen, porque la clase obrera de la Isla de la Libertad está en el poder: poder comer, poder vestir, poder transportarse, poder hablar, poder callarse y, sobre todo, poder emigrar.

Cuba está dispuesta a tener relaciones normales con todos los países, incluyendo Estados Unidos. El Gobierno ha demostrado incluso la voluntad de mejorar las relaciones con su propio pueblo, un pueblo que trabaja en la agricultura, trabaja en la industria, trabaja en el turismo, trabaja en los servicios, trabaja en las exportaciones… ¡un pueblo que pasa trabajo!

El nuevo orden internacional necesita de una Tarea Ordenamiento. El primero ha sido un rotundo fracaso. La segunda diríamos que al revés: un fracaso rotundo.

¡Cuánta alegría, cuánta efervescencia revolucionaria, cuánta confianza en el futuro deja en nuestros corazones leer en el Granma que «Se refuerza el interés por el trabajo en Cuba». Si hemos sido capaces de alcanzar metas más difíciles que esa, ¿por qué no soñar junto al órgano oficial de nuestro Partido en que algún día en esta isla se trabaje?

Por este calor humano, por ese sol intenso que nos alumbra y que provoca a cada rato récords de temperatura en Veguitas: ¡Vamos con toldo!

¡Arriba los vulnerables del mundo! ¡De pie los esclavos sin harina de maíz sustituta! ¡No más salvadores supremos… y que me perdone el vicepresidente! ¡Debemos de ser los obreros los que guiemos el tren… u otros medios de transporte alternativos!

¡Agrupémonos todos… en los puntos de recogida! ¡Pero no permitamos, como sucedió ese infausto 11 de julio, que se alcen los pueblos!

1 mayo 2022 8 comentarios 1.590 vistas
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Cuba vive

¿Cuba vive de lo que trabaja?

por Redacción 1 mayo 2022
escrito por Redacción

Como cada primero de mayo, una parte del pueblo de Cuba marchará en la Plaza de la Revolución y otros sitios del país, siguiendo la tradición de la clase obrera cubana en el Día Internacional de los Trabajadores.

Por primera vez desde el confinamiento por Covid-19 las actividades serán presenciales, y la máxima dirección del país ha convocado a un desfile en respaldo al sistema socialista, defensa de las conquistas sociales y reclamo por el fin del bloqueo estadounidense.

No faltarán, por supuesto, las banderas, carteles y consignas de esta efeméride, que en el mundo es mayormente un recordatorio de lucha por los derechos laborales, pero en Cuba se presenta como fiesta de la clase obrera.

«Vamos con todo» y «Cuba vive y trabaja» serán las etiquetas de este año, aunque cabría preguntarse, a propósito de ellas: ¿Cuba vive de lo que trabaja? ¿Se han conquistado todos los derechos?

cuba vive

(Imagen: CTC)

Si nos remitimos a la Constitución de la República, comprobaremos que en su artículo 31 se concibe al trabajo como «un valor primordial de nuestra sociedad» y «constituye un derecho, un deber social y un motivo de honor». También, establece la Carta Magna, «debe ser la fuente principal de ingresos que sustenta condiciones de vida dignas, permite elevar el bienestar material y espiritual y la realización de los proyectos individuales, colectivos y sociales».

La realidad, sin embargo, se aleja en buena parte de lo que la tinta dispone. Con un salario mínimo de 2100 CUP y uno medio de 3800, difícilmente el trabajador cubano viva hoy con la dignidad que su Ley de leyes estipula. La inflación desmedida, los bajos índices de productividad, los múltiples males derivados del burocratismo y desacertadas políticas económicas diseñadas por la dirección del país, junto a las presiones unilaterales del gobierno norteamericano, atentan hoy contra los proyectos individuales, colectivos y sociales que deberían encontrar los cubanos en su tierra.

A ello se suma la existencia de los mercados en moneda libremente convertible (MLC), que exacerban las desigualdades sociales, generan descontento en la ciudadanía y devalúan aún más el trabajo al propiciar mayor corrupción y crear un apartheid económico.

Dice también la Constitución, en su artículo 20, que «los trabajadores participan en los procesos de planificación, regulación, gestión y control de la economía»; pero en un escenario en que los sindicatos han sido fusionados con las administraciones, ¿hasta qué punto los obreros deciden en un medio de producción que en teoría debería ser propiedad socialista de todo el pueblo, pero en la práctica es dependiente de los designios del Estado?

El Primero de Mayo es un día para homenajear la epopeya de médicos y científicos, los esfuerzos de los maestros, y el valor de quienes, en general, contribuimos trabajando a diario. Pero también, debería ser un recordatorio de las tradiciones sindicales de este pueblo, y un momento para reclamar por el reconocimiento de nuestros derechos económicos y políticos violentados.

1 mayo 2022 35 comentarios 1.315 vistas
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Código - Iglesia

Apuntes sobre el Código de las Familias desde un pensamiento católico

por Julio Pernús Santiago 30 abril 2022
escrito por Julio Pernús Santiago

Una profesora universitaria me escribió hace un tiempo para preguntarme si le podía hacer llegar la opinión de la Iglesia católica sobre el Código de las Familias. En el WhatsApp de respuesta le expresé: «Hoy día la imagen perfecta para ilustrar el pensamiento católico cubano es un poliedro, es decir, la unión de todas las posiciones disímiles sobre un determinado tema que en la unidad conservan la originalidad de su parcialidad. No hay una sola respuesta desde el catolicismo cubano con respecto al proyecto de Código en discusión».

Después, le compartí el mensaje del Comité Permanente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba sobre el asunto, pues es la opinión eclesial emitida de mayor institucionalidad.

El reto es poder leer el Código de forma sosegada e íntegra, pues surfean a nivel barrial y eclesial diversos criterios sobre él, incluso sin haberlo leído, lo que complejiza la salud del debate. Vale destacar que mientras el país permanece cerrado a tópicos concebidos desde lo más avanzado de Europa respecto a temas vinculados con derechos de la sociedad civil —como las protestas masivas legalizadas—, en el referido Código han entrado a colación varios asuntos del mayor interés para el sistema cultural europeo.

Un punto a reflexionar es que se debió haber transformado primero el Código Civil o, al menos, a la par del de las Familias. Este paso, por alguna razón, se ha ido aplazando, lo que provoca un desfase entre los dos procesos y se evidencia en discusiones en un espacio como el Código de las Familias, que se deberían haber tenido dentro del Código Civil.

Sin embargo, no ha sucedido así con el Código Penal, que ha sido legislado en medio de todo este marasmo de debates, y su lectura, de gran importancia social, ha quedado relegada a un segundo plano para el cubano promedio.

Es indiscutible que el Código trae varias reformas loables, como las vinculadas a la protección de adultos mayores, necesaria en un entorno social en el que estos suelen vivir con mayor vulnerabilidad. Siempre es difícil legislar en el campo familiar, pues se trabaja con la materia humana y es preciso admitir que no se puede hacer ningún documento legal con la capacidad de satisfacer las demandas personales de cada cubano. Por eso, no es justo negar de plano todo el proyecto, sin antes tener una opinión fundamentada sobre el mismo.

Código - Iglesia

(Imagen: Revista Alma Mater)

El proceso de referéndum del nuevo Código

Si deseamos abordar el procedimiento de votación para aprobar el Código de las Familias, corresponde hablar del referéndum, un proceso donde todos los cubanos somos corresponsables con la decisión final.

Llama la atención que en la descripción de los pasos a seguir para el desenlace óptimo, se nombra singularmente la figura del matrimonio. Esto no ocurre con otros conceptos esbozados en el proyecto. Con seguridad, ello deviene del debate causado por el conocido artículo 68, que derivó en un artículo 82 de la Constitución que no decía nada y pospuso la definición, esbozada ahora en el Código de las Familias como «la unión de dos personas sin distinción de sexo».

Las urnas definirán la opinión pública mayoritaria, pero la opinión pública es un estado que se construye en base, sobre todo, a los flujos de información que llegan al pueblo desde las élites políticas y la utilización que estas hacen de los medios de comunicación. En otros países estos procesos son absorbidos en gran medida por los partidos, pero en el caso de Cuba, con un modelo político  de partido único y control absoluto de la esfera mediática, no hay mucha variedad en la manera de abordar el tema desde los medios de comunicación.

Tal situación propicia que el elector vaya a las urnas con una perspectiva coaccionada. Para que esta sea libre necesitaría diversas fuentes de información que le permitan cimentar una visión propia, buena o mala, pero suya. Hace poco se trasmitió un programa televisivo en el que un pastor bautista cuestionaba el Código, mientras una pastora presbiteriana evidenciaba otra postura. Eso estaría bien si siempre fuera así, pero este tipo de debate es un ave rara en los medios.

En un referéndum de quinientos artículos, las asambleas locales no parecen ser la fuente más adecuada, además, podríamos cuestionar cuántos se han leído el Código. Ir a las urnas a votar un Código cuyos impulsores saben que la mayoría de los votantes no va a leer, cambia en gran medida la democracia ideal alrededor del proceso.

Responsabilidad Parental

Entre los tópicos objeto de mayor debate en las redes, destaca el de la responsabilidad parental. Este nuevo concepto sustituye al de patria potestad. Según una de las miembros de la comisión redactora del nuevo Código, la Dra. Ana María Álvarez-Tabio Albó, «desde que los derechos bajan a nuestras casas y nos tocan a la puerta, no queda más que asignarlos a un proceso de construcción de su legalidad». (1) 

La responsabilidad parental se basa en el principio ―para resumir el asunto a los lectores― de que las madres y padres no tratan igual a sus hijos durante cualquier etapa de sus vidas, y la ley debe responder a esa obviedad.

Según la academia, el cambio de paradigma en la responsabilidad parental es hacia los derechos del niño, pues se le concibe como sujeto en desarrollo, capaz de ser avalado por sus propios derechos. La potestad en el derecho romano incidió, sobre todo, en dos acápites: la potestad marital, con la cual el marido podía hasta disponer de los bienes de su esposa, y la potestad sobre sus hijos, que le otorgaba la posibilidad de hacer con ellos lo que le pareciera mejor, incluso venderlos. Con el tiempo, dicho principio se ha ido transformando hasta quedar en el imaginario como el derecho de un adulto sobre un menor.

El lenguaje tiene un peso importante en las denominaciones que damos a las cosas; no es lo mismo decir «un incapaz», que «una persona con alguna discapacidad». En el nuevo Código se justifica el cambio de patria potestad por responsabilidad parental con marcada intención. (2)  La responsabilidad parental tiene que ver mucho con el principio de autonomía progresiva, que plantea que el niño se desarrolla biológicamente de manera constante y debe ir adquiriendo derechos en la misma medida.

El proyecto hace una distinción entre la titularidad de la responsabilidad de los hijos e hijas: nadie más que los padres la puede tener; pero afirma que el ejercicio de paternidad es otra cosa. La responsabilidad parental habla de la protección que madres y padres pueden guardar sobre sus hijos.

En Cuba, con el auge de las migraciones, muchos niños que estaban al cuidado de sus madres y padres, han quedado desprotegidos legalmente de tutor. En vista de eso, se introduce ahora la posibilidad de delegar el ejercicio de la guarda y cuidado de los menores a otros miembros de la familia. Antes, cuando había una separación, se legislaba automáticamente que la guarda y cuidado recaía en la madre; ahora no, bajo la responsabilidad parental se puede equiparar el derecho del padre al de la madre.

Se eliminará la definición de maltrato leve como una limitación que se arrastraba de la patria potestad, pues puede existir quienes golpeen levemente a sus hijos por años. Antes no se les podía quitar la custodia, ahora sí. En el nuevo Código se incorpora la figura del defensor familiar, cuya función es velar por los derechos de los menores desde las leyes autorizadas en el país.

También se brinda un valor jurídico a las figuras de madrastra y padrastro. Se les asignan deberes, pero también derechos a los que cumplan con ese reconocimiento familiar de cara al menor. La idea es ofrecerles la posibilidad de que, si alguna vez se rompe la relación de pareja, ellos puedan seguir teniendo relación con ese ser humano que han ayudado a crecer.

Es menester comprender la utilidad de adaptar, acorde a los signos de los tiempos, las normas jurídicas que acompañan a las familias cubanas. Por ejemplo, con el siglo xxi han surgido nuevos entornos a legislar, como la responsabilidad de los padres sobre los hijos en ambientes digitales. 

El interés superior y la autonomía progresiva cambian; por ejemplo, un menor que asegura que no quiere ir a la escuela porque desea trabajar, pero luego que causa baja de la escuela no trabaja, ¿qué sucederá con él?

El empoderamiento de niños y adolescentes en una sociedad donde se han perdido tantos valores, es un desafío. La institucionalidad cubana debe lograr una respuesta coherente a este empoderamiento del menor, y ello incluye la participación en cualquier litigio de un dirimente exterior nombrado por el Estado y ajeno a la familia, todo un reto.

Código - Iglesia

Procesos asistidos de gestación

El Estado tiene el deber de garantizar a todas las personas las mejores condiciones para su salud, pero no puede imponerles cuándo tener hijos o cuántos. Respecto a la inseminación in vitro, no quedan establecidos varios aspectos, como qué se hará con los embriones sobrantes; entiéndase que los embriones son descendencia, o sea, hijos, y sobre eso solo deberían legislar los padres.

Las técnicas de reproducción asistida establecen que el donante puede elegir si participar o no, o si es anónimo o no. Hay Estados donde se prohíbe el anonimato, reconociendo así el derecho del menor a conocer sus orígenes. El anonimato pudiera ocasionar, en un caso extremo, que se produjeran relaciones incestuosas, y debería estar entre los asuntos a tener presentes en la nueva formulación que se llevará a referéndum.

La gestación solidaria se prevé en nuestro Código de forma altruista. Aquí el tema a debatir es que pueda ocurrir un secuestro afectivo para sacarle provecho a tal situación, asunto que escapa de la mera formalidad de un contrato civil. La gestación post-mortem tiene el riesgo del tema vinculado al interés del niño. La preocupación principal es su futuro, pues de manera planificada nacerá una criatura con un padre muerto, que no estará para responder a las demandas de su prole.

Luego de mencionar estos asuntos, polémicos de sí, es válido recordar que Cuba ha sido un país avanzado en materia de derecho familiar. Si vamos a la historia, podemos corroborar que en 1917 se aprobó una ley que permitía a las mujeres administrar sus bienes. En 1918 se dictó otra que concedía los mismos derechos jurídicos a mujeres y hombres en caso de divorcio.

El principio de igualdad en la corresponsabilidad parental fue aprobado desde 1950; hasta ese momento únicamente los hombres tenían derechos sobre sus hijos. En España, por citar un ejemplo, ese último tema fue aprobado una década después que en la Isla.

Que la sociedad cubana esté totalmente preparada para varias de estas nuevas disposiciones es algo difícil de afirmar previamente, pero es válido intentar actualizarse pues la vida cotidiana sigue enriqueciéndose de los conocimientos adquiridos. Es tarea de la Iglesia hacer que el Evangelio de Jesucristo llegue al corazón de las personas y las estructuras sociales; de ahí se desprende el derecho a opinar con base de cada católico cubano sobre el nuevo Código de las Familias.

***

(1) Nota tomada por el autor en el encuentro En Diálogo, organizado por la revista Espacio Laical el jueves 6 de abril de 2022, en el Centro Cultural Félix Varela.

(2) Artículo 132: La Responsabilidad Parental es el conjunto de facultades que corresponden a los padres y madres para contribuir a la educación y formación de sus hijos.

***

Estimados lectores:

Con tristeza debemos comunicarles que la gustada sección de la escritora Maylan Álvarez dejará de publicarse. Motivos ajenos (y contrarios) a su voluntad y a la nuestra la obligan a cerrar su espacio de sábados alternos. Sinceramente esperamos que cuando los tiempos sean más propicios (o menos adversos), pueda regresar con sus estampas, humor y agudeza. Hasta entonces, los brazos de La Joven Cuba están abiertos para ella.

30 abril 2022 4 comentarios 930 vistas
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Desfile colorido

Colorido, entusiasmo, compromiso: ¡victoria!

por Julián Pérez Rodríguez 29 abril 2022
escrito por Julián Pérez Rodríguez

A J. Fernández Era, Maestro.

***

Estoy que no quepo en mí. Otra vez a la marcha. El regocijo me desborda y solo pienso en la próxima fecha, esa que, para más dicha, cae domingo, un domingo en que el enemigo sabrá definitivamente, cuál es el calibre moral de nuestras ideas.

Esta mañana, como viene sucediéndome en las últimas mañanas de los últimos años, en las últimas décadas; no tuve leche para desayunar. Ni jugo de frutas. Ni refresco Piñata. Pero no me faltó el pan de la bodega, ese compañero fiel que ahora cuesta un peso, y el milordo, munga, o como quiera llamársele —Ecured mediante— a la suspensión oral de azúcar prieta.

Sin embargo, recordé las palabras de Ulises Guilarte, el secretario general de la gloriosa Central de Trabajadores de Cuba (CTC), cuando convocaba hace unas semanas, desde Sancti Spiritus, a «colmar las plazas del país este Primero de Mayo» y «asegurar un desfile colorido y bello que demuestre la unidad mayoritaria del pueblo cubano al proyecto social que hemos construido».

Antes de que apretara el sol fuerte del mediodía caminé hasta la farmacia. Cuando pregunté por los medicamentos del tarjetón —los regulados, los de enfermedades crónicas—, la muchacha, la única muchacha que estaba atendiendo al público mientras otros empleados conversaban alegremente, me miró con cara de lástima y me dijo «que no, que no habían entrado, que lo sentía, pero estaban perdidos, mi padre».

En ese instante destelló en mi memoria el «Movimiento Sembrando Victorias», de la CTC en Las Tunas, en virtud del cual: «a los campos de la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) San Miguel, del municipio de Puerto Padre, llegaron integrantes de centros que ostentan la condición de Vanguardia Nacional como la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa), la Unidad Empresarial de Base Desmonte y Construcción, la División Territorial Copextel y Cuba Taxi…».

Qué hermosas palabras pronunciadas allí por Manuel Rodríguez Reyes, jefe de producción cañera de esa UBPC, quien aseguró: «tenemos el compromiso y la necesidad de sellar la totalidad de las mil 126,6 hectáreas que dedicamos a este cultivo». Y esto, cuenta el periódico, lo dijo «sin apartar la vista de los surcos que acogen las simientes».

En el almuerzo comimos huevo hervido. No había aceite para freírlo, ni puré de tomate para una salsita. Felizmente nos quedaba arroz, del que compramos en el Mercado Agropecuario a treinta y cinco pesos la libra. En la sobremesa conversé con mi esposa sobre la oportunidad magnífica que tendrán unos 3 mil turistas nacionales e internacionales alojados en Varadero de participar, junto a nuestra gente, en la gran fiesta proletaria.

Desfile colorido

¡A colmar las plazas del país este Primero de Mayo! (Foto: Oscar Alfonso Sosa)

Este año, incluso, les pondrán transporte gratuito. Y, según Ivis Fernández Peña, delegada del Ministerio de Turismo en tierra matancera, esta «multitudinaria celebración se considerará la primera actividad de la XL Feria Internacional del Turismo, FITCuba 2022».

Por la tarde, el albañil me avisó que la semana próxima, por fin, vendrá a arreglarme el desconchado feísimo que tiene la pared de la cocina. Ya me resolvió, por la izquierda, un saquito de cemento que hacía falta. «Son 1300 pesos, Puro», me dijo. Le agradecí, porque de todas maneras, las cosas de construcción están más caras en otros lugares.

Este es un buen albañil, pero un poco ignorante. No sabía, por ejemplo, que se espera que «unos 650 santiagueros se den cita en los escenarios de las marchas en los nueve municipios, y en el acto central, en la plaza Antonio Maceo, alrededor de 320 mil», como informó René Berenguer, máxima autoridad de la CTC en Santiago de Cuba.

Por suerte hoy no tuve que cargar agua para bañarnos, pues la delegada del Poder Popular, que es una fiera, gestionó una pipa para el barrio y nos llenaron el tanque metálico de cincuenta y cinco galones. Ahorrándola, esa nos da también para mañana, pensé de inmediato.

Qué importa el agua cuando uno conoce que «a los jóvenes, continuidad segura de la inmensa obra de equidad y justicia social de la Revolución y quienes han tenido un aporte trascendental a la recuperación económica del país […] tocará abrir o cerrar los desfiles»; y que, según declaró Nislay Molina Nápoles, miembro del Buró Nacional de la UJC, en la Plaza de la Revolución José Martí, el bloque juvenil que cierra, «estará integrado por 50 000 muchachas y muchachos, y será un fiel reflejo de su protagonismo en el estudio, el trabajo y la defensa. Llevarán —dijo—, cientos de banderas cubanas, del 26 de Julio, de nuestras organizaciones y afiches alegóricos a la efeméride».

Como les decía, no quepo en mí del contento. Es verdad que llevamos casi tres horas dándonos sillón a oscuras en el balcón; no obstante, ya debe estar al venir la electricidad, porque la Termoeléctrica Antonio Guiteras logró sincronizar y, además, no se han planificado interrupciones de más de cuatro horas esta semana.

Qué emocionante volver a marchar. Cuánta razón le asiste a Susely Morfa, la primera secretaria del Partido en Matanzas —joven comunista de pasiones cumbres— cuando enfatizó: «El enemigo se esfuerza por desacreditar cada uno de nuestros logros, pero a pesar de las dificultades tenemos motivaciones para resistir y avanzar».

No digo yo.

29 abril 2022 33 comentarios 1.850 vistas
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Sujeto

El sujeto que necesitamos

por Manuel García Verdecia 26 abril 2022
escrito por Manuel García Verdecia

El espacio que habitamos ha estado marcado durante más de sesenta años por la impronta de una revolución. Este fenómeno ha permeado todas las esferas de la sociedad, de modo que lo que se espera en un ámbito así es que los individuos actuantes en él sean revolucionarios.

Debido a ello, en el principio se pretendió forjar el «hombre nuevo», un sujeto que acogiera todas las señas de quien construye una sociedad desconocida hasta entonces. Pero esto se asumió desde presupuestos principalmente ideológicos y con una dirección burocrática que muchas veces contravenía lo que se procuraba.

No se realizó desde una generosa y profunda formación humanista de valores que gradualmente se enraizaran como convicciones para la actuación. Antes bien se concibió como un intenso adoctrinamiento despersonalizado y dogmático, donde el discurso importaba más que la acción práctica. Consecuentemente, se premió más la obediencia y disciplina formales que la actitud consciente.

¿Cuántos de nuestros conciudadanos no proclamaron por años el propósito de ser «como el Che» (modelo de alta exigencia ética) y luego enrumbaron por sendas totalmente opuestas y devinieron individuos antisociales que refutaban tal objetivo? La aparición de conductas negativas que se han desarrollado en el país, denunciada por el entonces primer secretario del Partido, Raúl Castro —en su discurso ante la Asamblea Nacional el 7 de julio de 2013—, es muestra fehaciente del fracaso.

Los valores se forman desde la actuación sensible y consciente, así como en el más desprejuiciado y abierto humanismo. La decencia, la honestidad, la honradez, la sinceridad, la sensibilidad, la solidaridad, la participación, la responsabilidad, la productividad, la cooperación, etc. no son de izquierda ni de derecha, sino de lo más enraizadamente humano. No son lemas ideológicos, sino modos de ser debidamente interiorizados.

A pesar de lo dicho, vivimos rodeados de seres que se autoproclaman revolucionarios aun cuando su actuación se aleje notablemente de lo que presupone tal calificativo. Se presume que un revolucionario sea alguien que continua y denodadamente luche por mejorar las condiciones en que vive, por cambiar los nudos que impiden un avance sistémico incesante y, a la vez, por mejorarse a sí mismo a través de su aportación.

Sujeto

(Foto: GTRES)

Muchos de los que se autodenominan así, son personas que básicamente se atienen a cumplir órdenes incondicionalmente, repetir postulados recibidos y mantener una conducta según lo estipulado por quienes marcan la pauta del proceso llamado Revolución.

Por lo general, no estudian la vida, no se inspiran en las vicisitudes de su entorno y de sus conciudadanos para trazarse nuevos propósitos y formas de actuación. Los impulsa su concepto del deber y no el verdadero ser. Es esto lo que conduce a un estatismo frustrante e improductivo. El país está necesitado de sujetos activos, ampliamente informados, atentos al fluir de la vida, con un pensamiento crítico, que sientan la necesidad de transformar el estado de cosas hacia una permanente superación.

El espíritu de transformación —y consecuentemente de auto-transformación— es principal. No se puede ser un mero perceptor o receptor de lo que acontece. Hay que involucrarse generadoramente. No se trata de cambiar solo para dar muestras de que algo se mueve. Se trata de ir a tono con el contexto y las exigencias de los tiempos y los seres humanos que transitan por ellos, para crear las condiciones de existencia donde mayoritariamente estos se puedan desarrollar satisfactoria y armónicamente.

Una sociedad que aspira a un modo de vida altamente cívico y próspero, demanda seres que tengan la voluntad de hacer lo posible para lograrlo, siempre pensando que no se puede postergar la vida. Ella es nuestro patrimonio mayor y es único e irrepetible. Hay que empezar a alcanzar lo ansiado desde hoy. De ahí la constancia indetenible del denuedo exigido.

Por esto es tan necesario el sujeto activo. Según mi parecer, este no debe semejar a un soldado que se limita a cumplir órdenes. Antes bien, debe ser un creador que, a partir de su conocimiento e información, así como de su involucramiento con el medio, comporte una constante intervención que lo lleve a obrar con opiniones y acciones en la evolución de su entorno. Ello implica, principalmente, una vocación humanista, un espíritu crítico, una inclinación meliorativa, en sentimiento cooperativo, una responsabilidad participativa, una postura cívica, así como una voluntad emprendedora.

Es  muy necesario el desarrollo de una conciencia crítica, pues el análisis sensato, la indagación constante y la inconformidad con los postulados osificados, son premisas para cualquier transformación. No obstante, a la vez, es imprescindible una postura activa en la búsqueda de solventar aquello que se critica.

Esto hace necesario que tal sujeto esté sensibilizado con los asuntos de sus conciudadanos y que sienta la responsabilidad de hacer, no solo por él mismo, sino por los otros. Se supone que, si cada cual asume esta actitud, pues la solidaridad y la armonía desplazarían a la indiferencia y el desdén típicos de la mentalidad gregaria que se guía por lo establecido. Al tener esa postura, consciente y activa, este sujeto estará apercibido de que las instituciones que los hombres crean para organizar y orientar a la sociedad solo los representan y a ellos deben responder.

Esto quiere decir que dichos sujetos tendrán una conducta vigilante para evitar que el estado y sus instituciones devoren a sus ciudadanos y lograr que los derechos e intereses de estos prevalezcan. Solo con tal actitud alerta se puede vencer cualquier situación de burocratismo autoritario, castrante e infuncional respecto a lo que necesitan y buscan los individuos.

Sujeto

(Foto: GTRES)

Para que ello se logre, se requiere un alto sentido de responsabilidad ciudadana, así como las condiciones que estimulen la actuación de ese tipo de individuo, antes que frenarlo, en circunstancias que incentiven su iniciativa y actividad transformadora.

Tal sentido de responsabilidad significa que los sujetos deben estar imbuidos de que es necesario que cada cual haga su parte y que ningún logro material o espiritual puede concretarse si no estamos convencidos y decididos a alcanzarlo. La libertad, la prosperidad, la democracia, la urbanidad armónica, solo se alcanzan si primero existen como determinación en nuestro fuero interno, que es quien dirige nuestro proceder.

La indiferencia a tomar partido, el temor a expresar lo que se piensa y la contención a actuar por iniciativa propia, solo derivan de espíritus ignorantes, domesticados y sin altos propósitos en su existencia. Hacen falta individuos atrevidos, que se arriesguen para obtener algo mejor, que quieran hacer su vida y no que esperen porque alguien se la diseñe.

En esto la autoestima es fundamental, pues si los individuos no tienen conciencia de lo que merecen ser, ni actúan a la altura de los tiempos por los que transita la humanidad, nada lograrán. Es necesario que vean su existencia como una creación a partir de sus deseos y aspiraciones, únicamente posible mediante su voluntad y desempeño. Porque la vida humana no es solo una realización biológica sino, sobre todo, una cultural y espiritual, lo que da preeminencia a la disposición del sujeto.

Es imprescindible desterrar el nefasto espíritu de masa, materia informe y manipulable, ente abúlico que solo sigue los impulsos de una fuerza externa superior. Debe sustituirse por el de un sujeto actuante, alguien que dialoga, concierta y actúa con sus semejantes para elevarse sobre las vicisitudes, carencias y limitaciones hacia su realización plena.

Tal vez esto parezca platónico, pero no lo es. Se necesita la voluntad que abra oportunidades y cree el contexto propicio para que germine un sujeto activo. En fin, más que el seguidor entusiasta de una idea que lo lleve a portarla como insignia permanente de identificación («revolucionario»), el país necesita de ciudadanos conscientes, sensibles, activos y escrupulosamente cívicos.

26 abril 2022 20 comentarios 1.688 vistas
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Discriminación política

Discriminación política en Cuba

por Ivette García González 26 abril 2022
escrito por Ivette García González

La discriminación política es posiblemente la más generalizada e institucionalizada en Cuba. Su base está en la fusión Partido/Gobierno/Estado para regir los destinos del país. Existe desde los años sesenta, pero en el lapso 2019-2022 se ha recrudecido. No es iluso pensar que empeorará con las nuevas normas jurídicas aprobadas o por aprobar en estos meses.

En la Isla suele asociarse la discriminación a ciertas identidades; pero en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, ella alude a: 

«(…) toda distinción, exclusión, restricción o preferencia que se basen en determinados motivos como la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional o social, la posición económica, el nacimiento o cualquier otra condición social y que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad de los derechos humanos y libertades fundamentales de las personas».

En todas sus formas y expresiones, es uno de los modos más comunes de violación de derechos humanos. Todo un desafío para la humanidad, de ahí que exista un marco jurídico internacional  correspondiente. La Carta de la ONU y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, más diversos pactos regionales y tratados globales refrendan tales derechos, recogen el espíritu de la humanidad y el compromiso de los estados. 

-I-

La discriminación política se expresa en el tratamiento desigual y lesivo hacia personas por las ideas políticas que profesan. Sus orígenes se encuentran en pugnas éticas, culturales, convicciones políticas, religiosas, etc.

Como en otras variantes, existen formas de canalizarla y materializarla. La jurista Alda Facio argumenta la «distinción, exclusión y restricción». Puede ser directa, indirecta y deviene estructural cuando el propio sistema mantiene en desventaja a ciertos grupos de personas. En ese caso —afirma el sociólogo Fred Pincus—  el elemento clave es «el efecto de mantener a los grupos minoritarios en una posición subordinada».

Discriminación política

(Imagen: Wimar Verdecia / Tremenda Nota)

En Cuba, tal discriminación —relacionada con la intolerancia y la violencia—, se manifiesta en todas esas fórmulas y vías. Y además, deviene «interseccional» cuando con ella se combinan otras actitudes discriminatorias. Por ejemplo, cuando los disidentes son personas negras o mestizas, LGBTIQ+ y mujeres.

En sentido general, este fue por décadas un tema tabú en Cuba. No obstante, la sociedad civil ha logrado denunciar y visibilizar en la agenda pública variantes como las mencionadas. En consecuencia, el gobierno implementa hace algún tiempo ciertas medidas para paliarlas.  

La relacionada con ideas políticas, sin embargo, ha sido ignorada y se recrudece según crece el disenso entre la ciudadanía. Sin duda, es mucho más conflictiva para el poder y tiene una raíz profunda en el modelo totalitario imperante.

Puede producirse en diferentes momentos de la existencia de un derecho. Su reconocimiento en la ley es el primer paso, pero dentro de ella misma puede subvertirse o hacerse inviable. Luego también puede ocurrir en otras dos etapas: el «goce» (necesidades que se satisfacen) y el «ejercicio» (aspecto activo del derecho) que supone la existencia de algún mecanismo para denunciar su violación y lograr resarcimiento. 

-II-

Entre 2019 y 2022 la discriminación política en Cuba ha escalado en todo sentido. La Constitución reconoce derechos pero es esencialmente discriminatoria y contradictoria en tal sentido. Responde a la dominación del Partido Comunista (Artículo 5) por encima de ella inclusive. Véanse los artículos que privilegian a su organización juvenil (6), los fines del Estado (13, inciso f), las organizaciones permitidas (14) y la exclusión de la discriminación política (42). Las libertades de pensamiento, conciencia, expresión y prensa (54 y 55) quedan atrapadas por la superioridad del PC y su fusión Gobierno/Estado, como se ha verificado en la práctica.

Posiblemente no haya existido antes un calendario legislativo tan lesivo para la ciudadanía como el actual. En particular para quienes disienten, a pesar de que las nuevas leyes contienen aspectos más a tono con exigencias internacionales sobre derechos humanos realizadas al Estado. Menciono cuatro que han sido de difícil o nulo acceso para los ciudadanos: Ley del proceso penal, los proyectos de leyes del nuevo Código Penal,  el de expropiación por razones de utilidad pública e interés social y el de la Ley de amparo de los derechos constitucionales.

Discriminación política

Tales normas amplían las facultades del Estado en detrimento de los derechos ciudadanos, prácticamente penalizan el disenso, aseguran mayor impunidad para represores y apoyantes y contravienen varios derechos constitucionales. Todo el espectro crítico de la sociedad resulta más vulnerable a la represión. Como es habitual, solo la prensa independiente asume un enfoque crítico.   

El peso de la discriminación política es tan grave que incluso el proyecto de nuevo Código de las Familias, que tiene aspectos positivos e incluye garantías a personas discriminadas, también activó alarmas en la sociedad civil. No es difícil imaginar que los sectores beneficiados lo serán mientras no se muestren críticos del gobierno. Si cruzan esa línea, caerá sobre ellos la discriminación política combinada con otras supuestamente proscritas, como ha ocurrido en no pocos casos desde el 11-12J.

Son leyes que se han preparado en un contexto de crisis nacional e incremento de las acciones represivas del Estado —muchas al margen de la ley— contra todo disenso o sospecha de este. En redes sociales y medios independientes sobresalen testimonios y denuncias.

Sobran los ejemplos de personas críticas privadas de empleo —mediante expulsión o porque no son admitidas— en el sector estatal y privado; impedidas del trabajo por cuenta propia, de salir de sus casas, de entrar o salir del país, desterrados, vejados durante las detenciones, imposibilitados de rentarse con particulares y violados sus derechos al debido proceso. Mientras, reina la impunidad de las fuerzas represivas y quienes apoyan al gobierno. En breve, con la unanimidad conocida del Parlamento, el Partido/Gobierno/Estado tendrá la mesa servida.

Discriminación política

(Foto: Irene Pérez/ Cubadebate)

-III-

Como sostiene Amnistía Internacional, la discriminación perpetúa la desigualdad y ataca el corazón mismo de lo que significa ser humano. Los discriminados sufren la crueldad solo por pertenecer a un grupo «diferente» de quienes están en posiciones de privilegio o poder. Dado el elemental sentido de la justicia —que es un valor cívico fundamental— y la supremacía de los derechos humanos, esta situación debería preocupar y ocupar a la sociedad en su conjunto.

El Partido/Gobierno/Estado es cada vez más discriminatorio. En Cuba, con la discriminación política se violan aspectos medulares de la «Carta» y la «Declaración» mencionadas al inicio. También de los Pactos de derechos civiles y políticos y de derechos económicos, sociales y culturales; convenciones sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial, contra la mujer, sobre los derechos del niño, contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes, y el Convenio relativo a la discriminación en materia de empleo y ocupación. 

El drama que viven hoy más de mil familias cubanas a causa de tener a uno o varios de sus miembros injustamente encarcelados como consecuencia de la crisis política, en especial desde julio 2021, es notorio. El que se sufre y narra desde las prisiones es un ultraje y una vergüenza nacional.

Sus consecuencias son enormes. No es un problema más, sino una limitación fundamental y un peligro para el futuro de la nación. Si de ir a la raíz de los problemas se trata, el fenómeno podrá atenuarse con el empoderamiento y presión ciudadanos; eliminarse, únicamente si cambian la naturaleza y condiciones que sustentan al modelo actual de sociedad.  

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

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