Según la astrología, el año 2020 se muestra promisorio para los cubanos. En el horóscopo chino será de La Rata (shú) −25 de enero 2020 al 11 de febrero 2021−, signo protector y facilitador de prosperidad material. Por su parte, la Comisión Organizadora de la Letra del Año lo declaró gobernado por Oshún (belleza y pasión), acompañada por Obbatalá (moderación e inteligencia), en un dúo de orishas muy halagüeño.
Pero nada promete más a la gente optimista que las palabras del presidente en sus últimas intervenciones del 2019 cuando prometió que este año se desatarían las fuerzas productivas del país. A unos días de conocerse el lento programa legislativo que aprobó la Asamblea Nacional para implementar la nueva Constitución −que se extiende hasta el 2028− sus declaraciones sonaron como música para los oídos de la mayoría del pueblo/población.
No obstante, será ardua la tarea del ejecutivo (presidente, primer ministro, gobernadores, intendentes) si de veras pretenden entrarle de frente a demoler las retrancas que frenan el crecimiento económico. Pueden hacerlo a golpe de decretos y resoluciones. Con tal de que se ponga orden y se rompan trabas, el pueblo los apoyaría decisivamente. A fin de cuentas, es lo que se ha hecho hasta ahora por el gobierno, sin tener que esperar nunca por las leyes correspondientes para su cometido.
Si la implementación de lo planteado en los documentos rectores de la nación (Constitución) y del partido/Estado (Conceptualización, Lineamientos y Plan 2030) tiene que esperar por un cuerpo de leyes aprobado por el legislativo, me atrevo a pronosticar –aún cuando soy agnóstico y con perdón de gurús y babalaos− que lejos de desatarse las fuerzas productivas sociales, lo único que crecerá será la economía sumergida, la emigración económica y la salida de recursos del país en forma de capital comercial y dividendos por el capital extranjero que se ha invertido, por la izquierda, en el sector no estatal.
El largo compás de espera para aprobar tan grande cuerpo de leyes podría disminuirse a menos de la mitad sin inversión alguna. Bastaría con poner a trabajar a nuestros legisladores en esa responsabilidad, en lugar de un mes al año, en jornadas de ocho horas diarias, cinco días a la semana, tal y como hacen los demás trabajadores y sus colegas del resto del mundo.
Realmente, esperar un salto en la prosperidad material por una determinación volitiva del gobierno es una quimera y el pueblo lo sabe, aunque la respeta, comparte y apoya. Pero la prosperidad no es solo una estación a la que se llega; es también una forma de llegar. Si en el sector estatal se lograra vincular más el ingreso a la magnitud del aporte de cada uno al producto de todos, los trabajadores se sentirían mucho más satisfechos.
Ya en 2018, con la subida de pensiones y sueldos en el sector presupuestado se dio un paso arriesgado, pero fructífero. La inflación esperada no logró opacar el éxito de la medida y sí se sintieron los efectos positivos en las familias beneficiadas tras largos años sin incrementar ingresos. También en las empresas los salarios han ido subiendo y son más los beneficiados por la disminución del número de empresas irrentables.
Lo que más me preocupa es que se prometa liberalizar las fuerzas productivas mientras se posponen medidas imprescindibles para lograrlo, tales como: unificación monetaria, reforma general de precios y salarios, empoderamiento de los colectivos laborales, extensión y apoyo al sector no estatal, y mayor descentralización de empresas y municipios. A base de visitas de los dirigentes a empresas y localidades y reportajes televisivos más exhaustivos de las reuniones no se aumenta el PIB.
Mas, el consenso entre el pueblo/población y los dirigentes en torno a la urgencia de aplicar nuevos métodos para lograr mejores resultados parece irse imponiendo al inmovilismo tradicional. Solo el ir eliminando las trabas burocráticas a la participación de los individuos y colectivos en la gestión económica de sus empresas haría más feliz la vida de los trabajadores y crearía mayores expectativas de progreso en el seno de la sociedad cubana.
Ojalá la conjunción propicia entre el signo de La Rata, los orishas del año, las iniciativas del gobierno y el clamor popular hagan el milagro de desatar las fuerzas productivas sociales a pesar de la coyuntura internacional desfavorable por el incremento del bloqueo del imperio norteamericano y la contracción de las relaciones con los países de Latinoamérica gobernados por la derecha. Vale la pena intentarlo, pero habría que cambiar resueltamente mucho de lo que debe ser cambiado. Y muchos que deben ser cambiados.
12 comentarios
En el sector económico no hay milagros, Sr. Navia. Sin economía de mercado ni democracia Cuba seguirá, con mucha suerte, tan estancada como siempre.
Es muy alentador y refrescante escuchar ese tipo de cosas del presidente. El artículo es certero sin embargo respecto a la diferencia entre decir y hacer; y legislar e implementrar.
Creo sin embargo que cuando Miguel habla de “liberar las fuerzas productivas” no se está refiriendo a lo que el sentido común dicta, que es permitir a los cubanos buscar y crear oportunidades sin depender del ánimo del gobierno.
En la reunión dónde Miguel habló del asunto, había solo 10 personas, y en el fragmento que dejaron ver él intrudujo el tema criticando las trabas que tiene la empresa estatal y mencionó liberar las fuerzas productivas como algo ligado a la mejor de consiciones de trabajo, el incentivo a la innovación y aumento de la eficiencia del sector. Hizo referencia además a diseñar la manera en que deben interactuar el sector estatal y no estatal y la necesidad de crear encadenamiento productivo para las exportaciones.
Para mí es evidente que Miguel tampoco entiende que la economía, para que sea fuerte y real, no puede ser diseñada y mucho menos centralizada. El estado es pésimo en la economía porque require mantener mucha más infraestructura y personal que su equivalente privado y la centralización del financiamiento y la toma de decisiones sumado a la falta de enfoque en un área productiva específica le hace inviable ser eficiente. Fíjense como literalmente 10 gatos parecen ser los únicos capaces de decidir que trabas se quitan, increíble! Después de 60 años y 11 millones de almas.
En tanto el gobierno cubano no entienda que TIENE que dejar la ejecución de la economía en manos de los cubanos; y dedicarse a legislar y cobrar impuestos para mantener, ampliar y mejorar los programas sociales, vamos a tener forradores de botones y desmochadores de palmas para rato. Si eso no se asume como realidad y necesidad, la verborrea de Miguel solo va a llegar a las vallas publicitarias del PCC.
Espero que algún día los utópicos entiendan que si se sigue haciendo lo mismo ….. El resultado será peor cada año.
China y Vietnam entendieron cómo funciona la economía. En Cuba siguen como la avestruz.
Chinos y vietnamitas entendieron que desarrollar un país no depende de 4 gatos llenos de miedo a perder el poder, sino de la dinámica del mercado.
En ambos países el partido comunista sigue teniendo el control del escenario político, pero en lo económico más capitalistas no pueden ser. Abundan los millonarios en ambos países, abrieron sus economías al mercado internacional y dejaron que la iniciativa privada en asociación con el gobierno marcara el paso.
En Cuba todavía le dicen a la gente cuándo comerán picadillo de soja o un muslito de pollo con mucha suerte.
Seguir apostando al viejo estalinismo es cosa de locos en pleno siglo XXI.
Eso si, en 2030 veremos la “magia” de los lineamientos.
Fe y paciencia, que todo llega. Por algo “somos continuidad” y los señores del partido único ya están trabajando en esa dirección.
Lo siento, pero poco se logrará. El papel que juega el dinero en el capitalismo como capital, no lo hace en el modelo socialista cubano, donde cumple una función exclusivamente distributiva. Pueden aumentar el salario todo lo que quieran, pero al final el dinero vuelve a las mismas manos, el Estado. ¿Dónde está los incentivos del Estado? Los incentivos trabajan sobre los individuos. En el capitalismo la riqueza material conlleva estatus y prestigio. En Cuba, peligro. Ya lo dijo Janus Kornai hace mucho tiempo en sus “Economía de la escasez” y “Economía política del comunismo”, la economía socialista lleva a la escasez perpetua porque los incentivos que operan sobre los administradores socialistas no conducen a más, sino a menos. A pesar de ello, a que tanto la práctica como la teoría demuestran que el socialismo estatista es ha fracasado y seguirá fracasando en sus pretensiones, en Cuba le siguen tomando el pelo a la gente. Por eso yo repito: hay que darle de baja al PCC.
El presidente también dijo que, liberar las fuerzas productivas no significa privatizar,lo que traduzco que el estado seguirá teniendo el control;los aumentos de salarios son buenos acompañado del aumento de la producción,en los últimos meses se ha notado una escezes de algunos alimentos,en especial la carne de puerco,topar lo precios tampoco ha sido muy efectivo, productos como la carne se encuentran muy fácil en el mercado negro y de mejor calidad.
Totalmente de acuerdo, la primera traba es el PCC.
El mejor incentivo es montar un negocio y contratar a una secretaria a la cual pagarle el 90% de lo ganado debido a sus problemas familiares, eso sí que incentiva a la creación de bienes y servicios.
Estimado señor Mario: Lo ideal sería que como usted sugiere, nuestros diputados funcionaran el año entero con fines legislativos, pero ello choca no solo con el estatuto legal que establece las temporadas del cónclave sino con las propias limitaciones de los primeros: Nuestros diputados no son profesionales en el ámbito para el que han sido elegidos y ello es para producir LEYES. Entre las seis centenas de diputados encontramos científicos, tecnócratas, deportistas, artistas, obreros, estudiantes, médicos, ingenieros, personas que no dudo sean muy competentes en su área del conocimiento y que ciertamente representan diferentes estratos sociales. Sin embargo, aquella suprema tarea de generar las leyes de la sociedad demanda mucho más que eso. ¿Cuántos de nuestros diputados tienen conocimiento del Derecho, la Sociología, la Historia, la Filosofía, la Economía, la Antropología? ¿Cuántos de ellos tienen el tiempo suficiente para dedicarse a estas cuestiones cuando además de diputados son también trabajadores? Declaraciones de altos dirigentes de la Asamblea han dado a conocer que en realidad las leyes son preparadas por expertos designados por Ella misma y que una vez completado el proceso, la propuestas de Ley es presentada a los diputados, que después de estudiarlas le dan su aprobación o la regresan a los expertos para correcciones. Es decir, al parecer la mayoría de los diputados no participan en la génesis de las Leyes sino que fungen como “evaluadores” con un nivel de crítica que seguramente será directamente proporcional al conocimiento que sobre el tema posean. Supongo que está comisión de expertos se encuentre algo centralizada y que sólo sea una por tema a legislar y de allí supongo igualmente que venga la lentitud legislativa que ya muchos han notado. Esta dinámica legislativa genera esa unanimidad tantas veces cuestionada y que ocasiona que muchos ciudadanos nos quedemos con las ganas de presenciar un real debate en nuestra Asamblea. Podemos por otra parte concluir que o esta comisión de expertos es tan perfecta en su actividad que es capaz en todo momento de convencer a los diputados o que sencillamente nuestros legisladores se dejan convencer fácilmente. Nada, que sigo apostando por una profesionalización de nuestros diputados sin que ello implique elitismo y enajenación…..
Mañana el futuro será mejor.
“con la subida de pensiones y sueldos en el sector presupuestado se dio un paso arriesgado, pero fructífero”
El meollo no está en subir pensiones y salarios sino en subir el PIB nacional. Porque si no se sube el PIB, la subida de pensiones y salarios no conduce a subida de capacidad adquisitiva.
¡A que no sacan a referéndum el asunto de la economía en manos de empresa estatal o privada!
Y la dictadura del pececé en el país; o la misma permanencia del gobierno. No, porque autoridad discutida es autoridad desafiada. El régimen no respeta al pueblo, no lo quiere, más bien lo desprecia. ¡Que se conforme con lo que le doy; no faltara más!
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