En el contén del barrio continuarán esperando no pocos Damianes y Alejandros, mientras para sus padres y para las instituciones a nivel de país, el deporte seguirá lejos de ser una prioridad.
Ganará la pelota cubana el día que solo importe la pelota cubana por encima de cualquier otra cosa. Algo que, por desgracia para el béisbol, parece lejano, irrealizable.