Deporte Cubano: Encrucijada entre estructura y éxito

por Harold Iglesias Manresa
Deporte cubano

“Dayana, vamos a apuntar a nuestros hijos en pelota. Tienen tremendo embullo tras ver al equipo Cuba llegar a las semifinales del Clásico Mundial de Béisbol”, comentó Rocío… Sus hijos, Damián y Alejandro, tienen seis años y asisten a la escuela José Luis Arruñada, otrora pre-EIDE (Escuelas de Iniciación Deportivas), enclavada en el barrio de Nuevo Vedado, municipio Plaza de la Revolución.

“¿Pelota? ¡Tú estás loca, Rocío! El niño de Yilian está en segundo y lo apuntaron en el área especial del Ciénaga. Antes de jugar el primer partido con el equipo, ya se habían gastado más de 100 dólares en el traje, los tacos y el guante. Me disculpas, pero ahora mismo mi esposo y yo no podemos permitirnos eso.

¿Sabes cuántas cosas podríamos hacer con esos 100 USD? Además, Damián ahora tiene tremenda furia con la pelota, pero dentro de un mes será el fútbol, con la final de la Liga Española y la Champions a todo esplendor, y su padre persiguiendo las transmisiones de los partidos…”

Indudablemente, el factor económico, la crisis que vive la nación y el flujo migratorio han impactado en la preservación de la estructura deportiva cubana, incidiendo en los contratos de talentos fichados desde edades tempranas.

Los pilotes conceptuales de Deporte, derecho de todo el pueblo promulgados por Fidel e impulsados por el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder) con expresión a todos los niveles desde la base, constituyen hoy un espejismo. En esto repercuten otras variables internas que han desencadenado que lo que nos convirtió en potencias deportivas a nivel mundial en las décadas del 80 y el 90 del pasado siglo, en la actualidad sean un dejavú en la bitácora de los recuerdos.

Grietas en el dique de la pirámide de formación

En aquel periodo, las escuelas primarias denominadas pre-Escuelas de Iniciación Deportivas (EIDE) eran propicias para que miles de niños conjugaran la vida estudiantil con la iniciación en el deporte. Sólo en La Habana, pueden mencionarse las José Luis Arruñada y Manuel Valdés Rodríguez en Plaza de la Revolución, la Celso Stakemann en Boyeros y la Ciudad Libertad en Marianao, aunque estaban presentes en todos los municipios. Así es como recuerdo mis albores en el judo y el tenis de mesa luego, y como yo, otros tantos Damianes y Alejandros.

Un poderoso sistema de práctica deportiva existía en aquella etapa, estructurado sobre criterios reales de masificación. Entre ellos, los juegos murales o competencias inter-escuelas; las citas municipales donde se concentraba la calidad en correspondencia con los practicantes bajo cierto rigor y constancia en los llamados Combinados Deportivos y la escalada -en dependencia de los resultados y las virtudes individuales y colectivas- al equipo municipal para encarar las lides provinciales.

De este modo, para llegar a incursionar en unos Juegos Escolares, o simplemente ocupar el podio en una competencia provincial de cualquier deporte, se trataba de un verdadero “fuego cruzado”.

Paralelamente, los técnicos de las categorías infantiles se movían en ese entramado competitivo como verdaderos “scouts”, en busca de los ejemplares con mayor talento visible. Por ello, los procesos de captación eran más precisos, tenían una muestra o cantera de la cual escoger mucho más significativa, y su ciclo de vida era más fluido.

Deporte

(Foto: Jit)

Incluso, quienes en los primeros años de su vida deportiva no explotaban todo su talento por desarrollo tardío o cualquier otra cuestión, tenían la posibilidad de continuar vinculados a los Combinados Deportivos o a las academias provinciales, como parte de su ciclo formativo.

En tal sentido, justamente eran las EIDE y las Escuelas Superiores de Perfeccionamiento Atlético (ESPA) los pilares de esta estructura a nivel escolar y juvenil, como antesalas de lo que serían las preselecciones nacionales juveniles y de mayores.

Esa avalancha deportiva no era exclusiva de La Habana o los otros polos citadinos, pues en las zonas montañosas o lugares de difícil acceso existían los denominados Juegos de Montaña. Se trataba de una suerte de miniolimpiadas, que junto a otras competiciones similares, eran vitrina para visualizar, captar el talento, estimular la práctica deportiva y seguir los procesos de crecimiento.

Aunque los años 80 fueron considerados de bonanza en casi toda la vida social, incluyendo el deporte, la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la disolución del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) y la crisis del Período Especial provocaron el serio resquebrajamiento de la famosa pirámide deportiva desde sus cimientos.

La masa de niños practicantes de deportes disminuyó por distintas causas: la desaparición de las denominadas pre-EIDE; el cierre o la disminución pronunciada del quehacer de los combinados deportivos; la migración de los profesionales del deporte hacia otras latitudes o hacia actividades que garantizasen el mantenimiento de sus familias como el turismo o el trabajo por cuenta propia.

Deporte cubano

(Foto: Cubadebate)

A lo anterior se sumó otra realidad: la encrucijada de los padres entre poner algo a diario en sus platos, y la posibilidad de dar a sus hijos una actividad deportiva como espacio lúdico y de formación de carácter y espíritu.

Dicho proceso de desmoronamiento se fue acentuando, pues a la desaparición de las pre-EIDE se sumó la de las ESPA de carácter provincial y nacional, la de las preselecciones nacionales juveniles -con excepción del boxeo-, o como mecanismo de bálsamo, su fusión con las de mayores. En algunos casos, la decisión devino en aceleración del desarrollo atlético, deterioro del trabajo individual y personalizado, y el salto a equipos nacionales con muchas lagunas por cubrir.

Deporte

(Foto: Radio Rebelde)

Por otro lado, la matrícula de las EIDE se contrajo o se redujo a aquellos territorios con mayor tradición y poderío en algunas disciplinas, como los casos del softbol en Granma, el voly de playa en Ciego de Ávila, la vela en Matanzas, La Habana y Cienfuegos, el tiro con arco en Sancti Spíritus, y el clavado durante muchos años en la propia Atenas de Cuba.

Por si eso no bastara, se detuvieron casi de golpe la Industria Deportiva nacional y las importaciones de equipamiento e infraestructura. A la vez se deterioraron las instalaciones y desaparecieron los escenarios de confrontación en estas categorías deportivas que fomentaba Cuba con países del área como las experiencias con equipos de béisbol, los intercambios de saberes en deportes de combate y atletismo, y los llamados Convivio de baloncesto, con infantiles y juveniles de Puerto Rico.

La economía tampoco cabe en la azucarera

Las bases sobre las que se edificó el sistema deportivo cubano, fundamentado en un derecho que prioriza la masividad, distan de la filosofía mercantil que mueve el mundo del músculo en nuestros días, considerada uno de los nichos de mayor crecimiento e irrupción en los distintos mercados, incluso los bursátiles.

En este sentido, se impone pensar que una economía en extremo deprimida, cuya crisis se ha acentuado en el último lustro, debería pensar en desarrollar una industria deportiva sobre criterios de clubes y mercantilización, ya sea bajo dinámicas contractuales o de patrocinios para quienes descuellen desde edades tempranas por su talento.

No resulta despreciable el hecho de que los gustos y las mentes de nuestros niños han sido penetrados por un fenómeno global denominado planeta fútbol, ya sea por concepto de transmisión en los espacios deportivos de la televisión cubana, la invasión y uso desmedido de las redes sociales y los videojuegos, o el consumo de ese deporte como entretenimiento de primer nivel.

En el mejor de los casos, nuestras series nacionales de béisbol, los torneos sub-23 y otros certámenes domésticos de calidad notoriamente inferior están por debajo de la transmisión televisiva del balompié.

Deporte cuba

(Foto: Granma)

Aquí abro un paréntesis, pues bien pudieran dedicarse espacios a otros deportes en los que Cuba goza de mayor prestigio o poderío como el atletismo, la lucha, el judo, el boxeo, el taekwondo o el voleibol, en aras de motivar a los pequeños y plantar cara al furor desatado por el bien llamado más universal de los deportes.

Es cierto que en medio de una profunda crisis, cualquier actividad que se salga del plano de las rutinas cotidianas del cubano y que implique gastos extras habrá que pensársela mucho, y en el mejor de los casos, replanteársela en un futuro cercano.

En una azucarera donde apenas hay azúcar en estos momentos, será en extremo complejo hallar políticas acertadas de reconstrucción, inversiones o suturas a una estructura inoperante y deteriorada para lograr ese batazo que de nuevo nos coloque en planos estelares; y así no ahogar el sueño semifinalista en un Clásico Mundial de Béisbol, una Liga Mundial de Voleibol o una cita del orbe de atletismo bajo el velo gris de no haber escalado por primera vez al podio de premiaciones.

Desde lo personal, añoro mi época de niño y deportista en ciernes, en la cual el mataperreo, el judoguis, los pitenes y salir en la guagua Girón raqueta en mano a competir en cualquier escenario generaba una felicidad y adrenalina incomparables.

En el contén del barrio continuarán esperando no pocos Damianes y Alejandros, mientras para sus padres y para las instituciones a nivel de país, el deporte seguirá lejos de ser una prioridad.

1 comentario

tony antigua. 3 mayo 2023 - 8:09 AM

En lo que se refiere al beisbol, en las condiciones paupérrimas de la economía de Cuba, hablar de éxito es una quimera.
Un Latino vacío, más allá de cual sea el equipo de uno, es un indicador del nivel aficionado y arcaico con que se maneja la pelota. La pelota actual no entiende de regionalismos sino de mercados. Es totalmente profesional. Los grandes equipos no estan donde hay mejores peloteros sino de donde hay más gente que puede pagar entradas, consumo, merchandising, tv por cable o satelite. ¿O es que creemos los cubanos que en USA ponen la pelota por tv en abierto y en España el fútbol se ve gratis?.
Si Cuba estaba en 1959 “a un paso” de tener un equipo de Grandes Ligas (después de varios años siendo sede de un equipo AAA) no es porque hubiera más o menos peloteros sino porque La Habana era una ciudad capaz de soportar económicamente un equipo de ese nivel.
Con el método actual nunca tendremos una liga al nivel de las del Caribe.
Para que los peloteros cubanos puedan ganar 10k usd como en las ligas del caribe y quieran jugar aqui, hay que tener una liga profesional como dios manda (Puello dio una clase en la entrevista con Hector Villar).
La liga tendría que identificar sus “big markets” que serían las ciudades de mayor población y desarrollo y más poder adquisitivo para sostener los costos de un equipo profesional.
Como mismo en la Florida hay equipo en Miami y Tampa y no hay en Jacksonville o Lakeland, no habria equipos en muchas provincias de Cuba.
¿Es posible económicamente pagar 10k dólares en lugar de los actuales 3500 cup?
¿Está la FCB y el país preparado para este panorama? No lo creo.
¿Está una afición regionalista como esta preparada para que la mayoría de las ciudades no tengan equipo? Menos.
Entonces seguiremos con esta pelota de rastrojo, donde cada cual carga con el suyo.
Reflejo de todo lo demás en el pais.
Lo otro es un sueño tan irreal como las tormentas del dia 1ro.

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