La Mesa Redonda de hoy se dedicó al tema de la inminente unificación monetaria y cambiaria, con la intervención de Marino Murillo, jefe de la “Comisión de Implementación de los Lineamientos”.
Murillo hizo una presentación acerca del “ordenamiento monetario”, que debería abordar al mismo tiempo, cuatro elementos fundamentales: a) la unificación monetaria, 2) la unificación cambiaria, 3) la transformación del sistema de subsidios y gratuidades y 4) la transformación de los ingresos de la población. En mi opinión, en esta ecuación falta un elemento imprescindible, que es la estrategia para lograr que la producción de bienes y servicios crezca al punto de compensar el incremento que ocurrirá en la emisión monetaria para responder a los incrementos de salarios y pensiones y de los precios, ajustados por nuevos costos de producción multiplicados por varias veces.
Las razones que fundamentan la unificación monetaria y cambiaria son evidentes, pero no son nuevas. Todas las distorsiones mencionadas por Murillo en su intervención, deberían haber sido suficientes para que no se hubiera adoptado una dualidad monetaria y mucho menos una multiplicidad de tipos de cambio, claramente desestimulante para el sector exportador. Es imprescindible reconocer los errores cometidos para que sea claro por qué la economía cubana está en las condiciones actuales y el país se ve obligado a hacer semejante transformación en condiciones claramente adversas.
En la Mesa Redonda se hicieron algunas afirmaciones que, en realidad, son imprecisiones.
- La cuestión del “Arbitraje”. En realidad, la diferencia cambiaria existente entre el valor del CUC en CUP para las empresas estatales y para el mercado cambiario de la población y los turistas no puede ser considerado un arbitraje de monedas. El arbitraje se produce cuando un agente del mercado se puede beneficiar de una diferencia de precios, en este caso, tipos de cambio, y lo logra mediante la compra de una divisa donde está barata para venderla donde está cara. Como todos los agentes harían lo mismo, al final, se logra la equiparación de los precios y los beneficios extraordinarios son obtenidos por los que primero logran hacerlo. Los circuitos de monedas en el caso cubano no están conectados entre sí, por lo que el arbitraje no es posible.
- La cuestión de la dualidad. Justificar la dualidad monetaria y cambiaria a partir del momento en que en el Período Especial, el peso cubano dejó de cumplir las funciones del dinero, lo cual llevó a la aparición de otra moneda. Esto fue así en Cuba en los años 90’s del siglo XX, cuando el dólar estadounidense apareció en la circulación y se produjo la dolarización de una buena parte de los gastos de las familias pero no de sus ingresos. Lo que en realidad ocurre en economías en las que se produce una hiperinflación, unida a una devaluación violenta de la moneda (que en el caso cubano se produjo en el mercado negro en los noventa pero que no se reflejó en el tipo de cambio oficial), no es la circulación paralela de monedas sino que la moneda que está en capacidad de cumplir las funciones del dinero lo hace, eliminando a la moneda que está incapacitada para cumplir dichas funciones. Es decir, ocurre la Ley de Gresham[1] al revés. Esto se resume en el abandono de la moneda nacional, asumiendo como moneda la de otro país o grupo de países. En Zimbabwe, en medio de la terrible inflación, en la década de 2000 se abandonó la emisión de dólares zimbabueneses, mientras que el dólar estadounidense y el rand sudafricano se convirtieron en el dinero circulante. Ecuador y El Salvador abandonaron sus propias monedas en circunstancias menos graves que las de Zimbabwe y en la actualidad el dólar circula en ambos países. Montenegro nació como Estado independiente usando el euro como moneda. El costo de esa decisión es la pérdida de la soberanía monetaria y con ello, la renuncia a que a través de la depreciación de la moneda se puedan asimilar los choques externos que resultan muy importantes en economías abiertas. Esto tiene consecuencias para la unificación monetaria.
- La cuestión de la devaluación en los demás países sin que se considere el impacto social de la medida (cuestión planteada por Randy Alonso en uno de sus comentarios al margen). Desde la crisis del sistema monetario internacional de Bretton Woods, la mayor parte de países ha transitado hacia el establecimiento de tipos de cambio flexibles. Esto significa que lejos de que el tipo de cambio lo determinen las autoridades del país (gobierno o banco central), éste se establece a partir de las condiciones del mercado, es decir, a partir de la contrastación entre la oferta y la demanda. Es por eso que en la mayor parte de los sistemas monetarios de los diversos países, los conceptos de devaluación o de revaluación han sido reemplazados por depreciación o apreciación y los tipos de cambio fluctúan en dependencia de la oferta y la demanda. De esta forma, las economías usan la variabilidad del tipo de cambio para asimilar los choques externos. Así las cosas, cuando un país tiene una balanza de pagos persistentemente deficitaria y sus reservas monetarias internacionales descienden, el tipo de cambio de la moneda de ese país suele depreciarse. Pero esto no es una decisión del gobierno o del banco central, sino que ocurre debido a las condiciones de los mercados. En algunos casos, el banco central interviene el marcado comprando o vendiendo divisas para evitar una volatilidad extrema que pueda afectar a la economía nacional.
No cabe dudas que este tema está produciendo incertidumbre en la población. Los miembros del gobierno tratan de generar tranquilidad, diciendo que habrá un período de tiempo para la desaparición del CUC; que se respetará el tipo de cambio al que se adquirieron los CUC (25 CUP por CUC es el actual tipo de cambio de venta); que nadie quedará desamparado a pesar del aumento de precios que sin duda ocurrirá; que se van a mantener precios centralizados (en muchas economías de mercado ciertos precios son establecidos por el Estado) e incluso en algunos casos se mantendrán subsidios; etc.
Sin embargo, como aporte al debate, resulta importante considerar algunas cuestiones fundamentales:
- La eliminación del CUC no asegura la unificación monetaria, toda vez que en el país se ha restablecido el uso de monedas extranjeras en cierto segmento del mercado, reviviendo la experiencia de los años novena, de forma modificada porque en lugar de usarse el efectivo se utilizan medios electrónicos respaldados por depósitos bancarios. El CUC nació como un signo de valor, representante del USD en la circulación interna, pero como es sabido, con el paso de los años, se rompió la “caja de conversión” en la que se basaba, de ahí que en la actualidad sea una “moneda” sobrevalorada, fenómeno que se observa en la actualidad en el mercado paralelo de divisas que ha vuelto a aparecer. Sin embargo, mientras exista un segmento del mercado que opere en una o varias monedas distintas a la del país, se crearán las condiciones para la existencia de un mercado paralelo de divisas. Si la opción es mantener la moneda nacional, lo adecuado es que ésta cumpla plenamente las funciones del dinero y disponga de fuerza liberatoria ilimitada y curso forzoso en el territorio nacional. Para ello, la tasa de cambio, no podría ser un capricho de algún funcionario o grupo de funcionarios, sino que debe resultar de la correlación entre la oferta y la demanda y debe ser flexible para que sirva como conector adecuado de las condiciones de precios relativos de la economía nacional y la economía internacional.
- Se puede hacer una unificación monetaria y cambiaria sin considerar el asunto de la existencia real de una “dolarización parcial” de la economía, se pueden modificar los precios, planificar mejor la unificación monetaria y se puede hacer una reforma de salarios, pero si esto no va acompañado de una reforma estructural fundamental del sistema económico, no se logrará el cambio fundamental que requiere la economía cubana. La reforma estructural del sistema económico debe apuntar a lo que se ha denominado, de forma insistente, liberar las fuerzas productivas de las trabas que ya se reconocen por parte de miembros de gobierno cubano. Pero una cosa es reconocer la existencia de trabas y otra es tomar las decisiones que pondrían fin a dichas trabas. ¿Qué podría hacerse? Podría empezarse por lo siguiente: a) autorizar, de manera transitoria, el funcionamiento de empresas privadas y cooperativas en los diversos sectores de la actividad económica, hasta que se elabore una ley de empresa (con el concurso de diversos sectores de la sociedad cubana); b) la expansión de los sectores privado y cooperativo en la producción y los servicios, sin terrenos vedados, lo que debería conducir a una migración de trabajadores a estas empresas y permitiría mejorar los salarios del sector estatal; c) entregar fábricas paralizadas o semiparalizadas a sus trabajadores en forma de arriendo permitiendo su reconversión productiva y tecnológica; d) abolir el monopolio estatal del comercio exterior, de forma que las empresas privadas y cooperativas puedan acceder al mundo en condiciones competitivas sin la obligación de hacerlo a través de empresas estatales; e) invitar, expresamente, a la comunidad cubana residente en el exterior y crear las garantías del caso, para que puedan invertir en el país (lo cual debería acompañarse del restablecimiento de todos sus derechos ciudadanos); f) abrir el sector financiero a la banca internacional, con la debida regulación, para evitar el lavado de activos, de forma tal que la actual insuficiencia de capital pueda ser compensada con la importación de ahorro por la vía de la inversión y no del endeudamiento externo; g) negociar la adhesión del país a los organismos financieros multilaterales en los cuales no está, tales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, así como en los regionales como el Banco Interamericano de Desarrollo, para permitir su acceso tanto a créditos para equilibrio de balanza de pagos como a créditos de fomento.
Las autoridades cubanas reconocen el carácter estructural de los problemas que enfrenta la economía del país. Ante problemas estructurales, la solución debe ser modificar la estructura del sistema económico que es responsable de esos problemas. A estas alturas no deberían perderse de vista las inmensas consecuencias políticas que resultarían de un fracaso de la reforma económica, y la unificación monetaria tiene un rol en esto.
[1] En el siglo XVI el mercader inglés, Sir Thomas Gresham afirmó que cuando en un país circulan simultáneamente dos monedas de curso legal, la moneda “mala” desplaza a la “buena” de la circulación porque se prefiere ahorrar la buena y usar la mala como medio de pago.
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