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Bloqueo

Trumpismo

Cuba-Estados Unidos: Trumpismo después de Trump

por Redacción 17 junio 2022
escrito por Redacción

Al cumplirse este jueves cinco años de que el expresidente estadounidense Donald Trump decidiera revertir el deshielo con Cuba iniciado por su predecesor Barack Obama, la política exterior de ese país hacia la Isla sigue apostando por el cerco económico y el aislamiento a la nación caribeña.

El 16 de junio de 2016, en un discurso en Miami, Trump afirmó que cancelaría «el acuerdo completamente desequilibrado del gobierno anterior con Cuba». Su presentación en esa ciudad de Florida fue la antesala de medidas más férreas, como la suspensión de las remesas en octubre de 2020 y el aumento de las restricciones de viajes para estadounidenses, incluidos los individuales bajo la categoría «persona a persona», permitidos por el gobierno de Obama.

También durante el mandato de Trump, fue retirado gran parte del personal diplomático de la embajada en La Habana bajo la excusa de supuestos ataques sónicos, cuestionados más tarde por estudios científicos. No obstante, ello sirvió como pretexto para congelar los servicios consulares y el programa de reunificación familiar.

De acuerdo con informes del gobierno de Cuba, presentados anualmente ante la Organización de Naciones Unidas y con el respaldo mayoritario de la comunidad internacional, solo entre abril y diciembre de 2020, las medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos causaron pérdidas en el orden de los 3 mil 586,9 millones de dólares.

«A este régimen coercitivo se añaden los efectos disuasivos e intimidatorios asociados a la inclusión de Cuba en la Lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo en enero de 2021», señala el documento titulado Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba.

Durante décadas, las sucesivas administraciones estadounidenses han afirmado que su único objetivo es apoyar al pueblo cubano. Sin embargo, el recrudecimiento de las sanciones ha afectado de forma negativa casi todos los rubros de la economía de la Isla, especialmente durante la ola más crítica de la pandemia de Covid-19 que experimentó la Mayor de las Antillas en el verano de 2021.

El retroceso en la normalización de las relaciones entre ambos países durante el trumpismo ha significado un duro golpe para familias que reciben remesas, trabajadores privados del sector del turismo y la gastronomía, además de limitar las posibilidades de desarrollo de los ciudadanos cubanos en escenarios como la salud, la educación, la investigación científica, los intercambios culturales o el acceso a servicios vía Internet.

La Joven Cuba apoya la normalización de las relaciones entre ambos países y condena las sanciones e injerencias de Washington en los problemas internos de la nación. Cuba tiene ante sí retos muy complejos, como construir una economía eficiente que garantice al menos la satisfacción de las necesidades básicas del pueblo; y generar mecanismos democráticos, de participación popular y de respeto a los derechos humanos. Si bien es un camino difícil, transitarlo solo atañe a los cubanos.

17 junio 2022 22 comentarios 1k vistas
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AMLO

¿Por qué AMLO debe ir a la Cumbre de las Américas?

por Arturo López-Levy 12 mayo 2022
escrito por Arturo López-Levy

En su interacción mañanera con los periodistas, tras una gira por tres países de América Central y Cuba, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunció que valoraba no asistir como jefe de estado a la IX Cumbre de las Américas en Los Ángeles, Estados Unidos. Así sería si el país anfitrión excluía a Cuba, Nicaragua y Venezuela.

El mandatario explicó que México no se retiraría de la Cumbre, pero estaría representado por el canciller Marcelo Ebrard. Entre las razones que esgrimió figura el bloqueo de Estados Unidos a Cuba, del cual la exclusión de la Cumbre sería la más simbólica expresión. 

Razón tiene el presidente mexicano al denunciar el bloqueo a Cuba como «indebido e inhumano». Es una guerra económica que viola hasta consideraciones humanitarias que serían protegidas en conflictos armados. En medio de la más fuerte pandemia que haya asolado al mundo, Estados Unidos ha perseguido y bloqueado transacciones financieras y donaciones de ventiladores y mascarillas por el solo hecho de que se usa el dólar.

«Es un asunto de derechos humanos —dijo AMLO— que tiene que ver con la soberanía e independencia de los pueblos y con la no intervención y con la autodeterminación de cada país». 

Cualquier observador objetivo coincidiría con el presidente de México en que el bloqueo contra Cuba no sirve a los intereses y valores de Estados Unidos, ni de los estados latinoamericanos y caribeños. A pesar de los remilgos que ahora exhiben algunos críticos mexicanos, como el embajador Arturo Sarukhan, AMLO continúa una tradición que compite con el tequila. 

AMLO

Arturo Sarukhan (Foto: El Economista)

México ha condenado el bloqueo —en esos términos— desde su establecimiento,  lo que incluye a los gobiernos de los presidentes Fox y Calderón, cuando la relación con Cuba se deterioró. Su referencia a «grupos políticos en Estados Unidos que apuestan a la confrontación y que quisieran tener rehenes a los pueblos de América Latina y el Caribe, como es el caso del bloqueo a Cuba, que es muy promovido por políticos cubanos», ha sido confirmada hasta por el presidente que firmó la ley Helms-Burton. Bill Clinton escribió en sus memorias que «fue una buena política para las elecciones de 1996», pero «un desastre en política exterior».

El costo de oportunidad de este test de liderazgo desaprobado en las relaciones Estados Unidos-América Latina, se incrementa en la actual coyuntura, precisamente por los cambios ocurridos en las relaciones hemisféricas. Justo en La Habana, capital de un latinoamericanismo radical, que insiste en una integración decimonónica sin Estados Unidos, AMLO expresó a sus amigos cubanos, en el pasaje más subvalorado de su discurso, que habría que «hacer a un lado la disyuntiva de integrarnos o de oponernos en forma defensiva (…) en vez de cerrarnos debemos abrirnos al diálogo comprometido, franco y buscar la unidad en todo el continente americano».  

¿Por qué desaprovechar ese consenso para discutir temas sustantivos de migración, pobreza, integración en salud y economía, en una cumbre hemisférica precisamente en Estados Unidos? No tiene sentido que luego de que la administración Obama sacara la política de Estados Unidos del atolladero de décadas, Biden insista en ser un Trump 2.0, excluyendo a Cuba, lo que ni siquiera intentó el magnate inmobiliario en la VIII Cumbre de Perú. 

¿Puntos o diferencias?

Todo eso es cierto, pero aun así, la diplomacia mexicana y sus aliados en el continente deben valorar las consecuencias de una ausencia presidencial, quizás secundada por unos cuantos, respecto a la Cumbre de los Ángeles. La pregunta relevante no es cómo hacer el punto retórico contra una cumbre excluyente de la que se hablará poco en un par de meses, sino cómo hacer la diferencia al usar la atención que genera dicho evento para avanzar la posición de los grupos que dentro de Estados Unidos, y específicamente dentro del Partido Demócrata, procuran levantar las sanciones contra la Isla. 

Si Biden termina por no invitarla, Cuba misma, con frío cálculo, debería exhortar a que todos sus aliados vayan a Los Ángeles, y que discutan allí, desde dentro, una estrategia de cooperación hemisférica con Estados Unidos difícil de implementar debido la cerrazón estadounidense hacia Cuba. 

EEUU continúa dando señales de que organiza una Cumbre selectiva sin todos los países del hemisferio.

Persigue, con la ilegítima exclusión, evitar un análisis verdaderamente serio sobre los problemas que tienen impacto en la vida de millones que habitan en esta parte del mundo.

— Bruno Rodríguez P (@BrunoRguezP) May 5, 2022

El tema migratorio es un ejemplo. México y otros países centroamericanos que son afectados por el tránsito de la masiva migración cubana hacia la frontera sur de Estados Unidos, deben poner sobre la mesa la responsabilidad estadounidense en tal crisis. Desde 2017, Estados Unidos ha incumplido los acuerdos firmados en 1994-1995 con Cuba, que incluían el compromiso de entregar por lo menos veinte mil visas anuales para la emigración legal cubana.

Si de «causas de raíz» de la emigración se trata, la política de bloqueo —que desde Trump incluyó restricciones a las remesas y los vuelos a las provincias de Cuba hasta para los cubano-americanos—, es una de las principales.

Para que de la cumbre trascienda una narrativa por la que Estados Unidos se comprometa a revisar cómo sus sanciones —unilaterales, ilegales y violatorias de la soberanía de Cuba y otros estados— agravan las condiciones que empujan a los cubanos a emigrar, hay que participar en la misma al mas alto nivel.

Si finalmente Biden se comprometiera a levantar las restricciones a las remesas y los viajes, y abrir la embajada en La Habana para cumplir desde 2022 y en adelante la entrega de las veinte mil visas, tal diferencia sería más importante que cualquier punto retórico contra su administración.

Otro tanto sucede con la cooperación panamericana en temas de salud. Contrario a la administración Obama, que cerró el programa de promoción de deserciones en las misiones cubanas de salud internacional, la administración Trump procuró estigmatizar la presencia de doctores cubanos salvando vidas por el mundo como «trabajo esclavo». 

Con el guiño de la anterior administración, grupos que reciben financiamiento supuestamente para promover los derechos humanos, han iniciado cínicos procesos judiciales en cortes estadounidenses contra la Organización Panamericana de la Salud (PAHO), por auspiciar tal cooperación que ha salvado vidas a cientos de miles y curado otros tantos. 

La administración Biden, en la que sirve como directora de la USAID la embajadora Samantha Powell, quién alabó en octubre de 2016 la cooperación médica estadounidense con Cuba en África Occidental; no ha dado paso alguno para relanzar en Haití, o en cualquier parte del mundo, esa «victoria de la humanidad sobre las diferencias ideológicas». Tampoco ha ido a las cortes a defender las inmunidades de PAHO, garantizadas por leyes norteamericanas.

AMLO

El presidente Obama, Samantha Power (en el centro) y Susan Rice.
(Foto: A. H./Bloomberg)

AMLO acaba de firmar con Cuba un convenio para llevar médicos en función de asistencia primaria, a áreas del sur mexicano con niveles desfavorables de salud. Otros países latinoamericanos, como Honduras, han mostrado interés en seguir estos pasos. 

Si la cumbre se convoca con el fin de lograr una estrategia continental de salud post-Covid-19, hay un espacio grandísimo para exigir un retorno a la era de Obama, no solo desde la defensa de la soberanía sino de los intereses sanitarios y los derechos humanos. Que PAHO salga protegida de la cumbre y se relance la cooperación de salud entre todos los estados hemisféricos, incluyendo Cuba, es más importante que cualquier declaración o acto gallardo, por tangible que parezca la ganancia a corto plazo. 

En lo que refiere al objetivo de promover la democracia y los derechos humanos en el hemisferio, ¿cómo han contribuido las sanciones norteamericanas contra Cuba a ese propósito? El que crea que el bloqueo se concibió o sirve a esos designios impidiendo el desarrollo de Cuba hasta en su sector privado, que compre el puente del Almendares.

Desde su esbozo durante la administración Eisenhower hasta hoy, esa política imperial fue guiada por un anticomunismo a la vez antidemocrático que, aliado con las dictaduras de derecha, solo desprestigió la causa de los derechos humanos con su doble discurso.  

¿No sería mejor aprovechar la actual coyuntura —con líderes de izquierda o progresistas en los gobiernos de México, Argentina, Bolivia, Honduras, y otros que con gusto objetarían las sanciones en la cumbre— para promover una narrativa que denuncie al bloqueo no como una promoción sino como una violación de los derechos humanos? 

¿Cuándo como ahora van a tener esos líderes una tribuna al interior de Estados Unidos? Si los gobiernos latinoamericanos que anuncian no ir, quieren hacer una diferencia, que creen un grupo de trabajo a nivel de viceministros para una campaña de relaciones públicas contra el bloqueo a propósito de la cumbre en Estados Unidos. Claro que declarar no asistir es más simple. Y fácil. 

Otro elemento a sopesar es las coyunturas políticas en Estados Unidos y México. En ambos países se avecinan elecciones presidenciales en 2024. La cumbre es el momento supremo para demostrar que AMLO y Biden pueden aparecer juntos en la comunidad de Norteamérica y cooperar con madurez. Si Biden no se eleva a ese liderazgo por cortas miras de elecciones de medio término en Florida, donde ya los demócratas están en problemas, no justifica que AMLO reaccione con una riposta irreflexiva. 

AMLO

(Foto: Alexandre Meneghini/AP)

La alternativa a Biden en 2024 no sería un «buen vecino», sino un retorno a las políticas bravuconadas de Trump o algunos de sus clones en el Partido Republicano. México, como país latinoamericano en la frontera con Estados Unidos, tiene temas de «dignidad latinoamericana» tan importantes como Cuba que avanzar ante Estados Unidos y la cumbre le brinda importantes oportunidades. 

Sería irónico que el presidente mexicano de izquierda que pudo entenderse con Trump, ponga en riesgo la posibilidad de elevar la relación amistosa que ha desarrollado con Biden en el entendimiento de que los problemas entre América Latina y Estados Unidos deben resolverse con diálogo y cooperación.

El tiempo es una de las variables más importantes en política. Hoy es difícil anticipar cómo un desaire de AMLO a Biden, por justo que parezca dada la «rémora de política intervencionista de más de dos siglos», contribuya a promover la mejor alternativa real existente para América Latina-dígase Biden- frente a sus opositores. 

En México también se complica el panorama político para 2024. Según la última encuesta del periódico Reforma, AMLO disfruta de una ventaja amplia de popularidad (62% de aprobación) frente a sus oponentes, pero se acerca al fin de su mandato sin decidir todavía su sucesor en la candidatura de MORENA. Tales elecciones siempre crean fractura, y un triunfo de la izquierda no es un hecho asegurado ante una oposición que empieza a caminar inciertamente hacia la posibilidad de candidaturas unidas al congreso, y quizás incluso a la presidencia. 

En el debate sobre política exterior mexicana se incluyen temas como la postura gallarda frente al bloqueo de Estados Unidos a Cuba, pero este no es prioridad en «la relación más compleja entre dos países», como la denominara la ex-secretaria de Estado Madeleine Albright.

La política mexicana será juzgada no por ser la mejor para EE.UU. pero tampoco para Cuba, sino por servir primordialmente a los intereses y valores de México. Cuba debe entender esto y preguntarse si no sería preferible proteger al mejor aliado que tiene en el país azteca, allanando la elección de un miembro de MORENA a la presidencia en 2024. 

AMLO

Madeleine Albright (Foto: Getty Images)

Al condicionar su asistencia en calidad de jefe de Estado en Los Ángeles a la presencia cubana, como hiciera públicamente, AMLO no ayuda a Biden a manejar la legítima objeción mexicana a una cumbre excluyente. Una aceptación norteamericana a un condicionamiento mexicano de tal naturaleza no tiene precedentes en la historia y la cultura política estadounidense. 

Es perentorio para México y América Latina, que AMLO evite el entusiasmo y la preferencia de una parte de su base política por el conflicto con Estados Unidos por mero interés en exhibir rupturas con un pasado de subordinación. La medida del triunfo de una opción soberanista en el tema Cuba no son los puntos que se declaren, sino cuánto se avance en el desmantelamiento de las sanciones inmorales, ilegales y contraproducentes. El campo decisor de ese progreso está en Estados Unidos. Es allí donde los líderes latinoamericanos no deben evadir oportunidades. 

El canciller austríaco Metternich, artífice de la gran coalición europea anti-napoleónica, definía la mediocridad diplomática como «la obsesión con obtener ganancias tangibles sacrificando oportunidades para el avance de posiciones». «Todavía no se resuelve», fue la mejor respuesta de AMLO para avanzar las posturas anti-bloqueo a la pregunta sobre si iría a la cumbre de Los Ángeles. Cada declaración de buena voluntad hacia Biden antes de la cumbre es otra flecha en el carcaj para estigmatizar el bloqueo y sus partidarios dentro de ella.

12 mayo 2022 49 comentarios 2k vistas
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Palabras (1)

Palabras que devoran las palabras

por Gustavo Arcos Fernández-Britto 9 diciembre 2021
escrito por Gustavo Arcos Fernández-Britto

Alguien, a modo de broma, dijo cierto día que en Cuba solo había tres problemas: desayuno, almuerzo y comida. Mientras que en ciertas instancias, toda la conversación se establece sobre los grandes desafíos de la nación, la vida cotidiana de los ciudadanos transcurre en otra dimensión.

Parecería una banalidad, pero ningún análisis serio sobre Cuba puede obviar ese drama que representa, para la mayoría de la población, todo el sentido actual de su existencia. Por eso, no son los llamados disidentes, ni los mercenarios, ni los enemigos externos los que están generando una ruptura con la Revolución, sino que es ella misma la que viene implosionando, destruyéndose desde adentro. Aferrados a una narrativa que solo apela al flash back, nuestros dirigentes y funcionarios pierden de vista el presente e ignoran las señales que les envía el mundo real. 

La Historia, los héroes, las razones de Cuba, están muy bien; pero el pollo que sacaron en la esquina es mejor. Se ha ido imponiendo una pragmática de la cotidianidad, una peligrosa tendencia al ¡sálvese quien pueda!, que suele desconocerse en los estudios sobre la Isla, reduciendo ese gran relato a la dicotomía entre el bien y el mal, pasado y presente, Cuba versus Estados Unidos, Revolución-Contrarrevolución.

Para la gente de a pie —y cada día hay muchos más en esa lista—, el tiempo de las promesas se acabó. Eso es, como diría La Lupe: «puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro»…. En los años sesenta y setenta, se trabajaba incansable y voluntariamente para un futuro que, se decía, pertenecía por entero al socialismo. Un concepto de sacrificio que cobró sentido para nuestros padres. El hombre nuevo, la sociedad nueva, la trova nueva y el pueblo nuevo.

Todo se veía desde un prisma positivista, transformador, sostenido desde las palabras y los libros escolares por un discurso que estigmatizaba el pasado, visto como retrógrado y burgués. La Historia, los paradigmas, los valores, empezaron a reescribirse en aras de legitimar el camino trazado por el Partido que, aunque no era nuevo, ¡empezó a ser… inmortal!

La Revolución cambió muchas cosas, entre ellas el lenguaje. Hay toda una gramática generada por los ideólogos del Partido y la Cultura que impregnó cada esfera del pensamiento. La alfabetización fue buena, pero el adoctrinamiento de la sociedad resultó más eficaz. Es grandioso pensar, pero lo ideal sería citar al líder, aplaudir y nunca cuestionar.

Como toda cultura se levanta sobre leyendas y símbolos, el gobierno cubano puso especial empeño en inventar los suyos. La primera apropiación vendría con la palabra Revolución, reconfigurada ahora para definir, no una acción legítima y universal practicada durante siglos, sino un sistema político concreto, el nuestro, que es único e indestructible. Cualquier otra lectura de sus significados quedaba anulada o sancionada.

La Patria no es el lugar donde nacemos, donde encontramos nuestras raíces y cultura, sino que es, sobre todo, la Revolución, y solo se es un buen cubano defendiendo la Patria que es, al mismo tiempo, la Revolución. En la película Fresa y Chocolate (Tomas G. Alea – 1993) encontramos un ejemplo de hasta dónde puede estigmatizarse la existencia de los ciudadanos bajo esa perversa y excluyente analogía.

La independencia solo será leída como acción liberadora de un dominio externo, cualquier otra acepción es sospechosa puesto que, en un país institucionalizado y controlado por un solo partido e ideología, cualquier gesto de independencia resulta equívoco. Al mismo tiempo puede verse como se exacerba el concepto de unidad, palabra que atraviesa cada párrafo del discurso, las leyes o el mensaje público. La independencia es una fisura, un agravio a ese pueblo unido que jamás será vencido.

Hace apenas tres años, el parlamento cubano, como si no tuviera otro asunto importante que tratar, destinó ¡toda una mañana! a debatir el término propiedad privada, porque en el país lo que tenemos son… trabajadores por cuenta propia. Así, los eufemismos o el gerundio conformaron toda la estructura discursiva de nuestros políticos. Las cartas se están elevando, los problemas resolviendo, las leyes estudiando. Los emigrados pasaron de ser gusanos, escorias vilipendiadas, ratas que abandonaron el barco, a una comunidad residente en el exterior, gracias a la cual, por cierto, vive buena parte de la nación.

La verdadera democracia solo puede ser, si es socialista. El parlamento no es tal, sino una Asamblea del Poder Popular que es el verdadero poder, puesto que representa el poder del pueblo. La Constitución es la ley de leyes, pero por encima de ella está, según vimos en televisión, el poder del Partido que representa la fuerza rectora de la sociedad, aunque lo integren poco más de medio millón de ciudadanos.

No existe país más culto que el nuestro, ni ejército más noble, ni democracia más plena, ni bloqueo más genocida, ni elecciones más transparentes. Los héroes son sagrados, el líder es eterno, la calle y las universidades son de los revolucionarios, los que disienten son mercenarios y los que critican están confundidos. El arte es un arma de la Revolución, los CDR son la sociedad civil, las crisis no existen puesto que, solo son coyunturas y los problemas serán resueltos… cuando llegue el momento indicado.

Palabras (2)

No existe país más culto que el nuestro, ni ejército más noble, ni democracia más plena, ni bloqueo más genocida, ni elecciones más transparentes.

Los dirigentes rara vez ofrecen un discurso propio y, sin excepción, para legitimarse citan a Fidel o Martí, y mientras más lo hagan, mejor. Los debates sobre los derechos de la ciudadanía, las libertades, la justicia o la ética, siempre están condicionados a una interpretación de carácter ideológico.

En las leyes y disposiciones emitidas por la dirección del país existen muchas cuestiones favorables para la ciudadanía o el orden constitucional, salvo que atenten contra los principios de la Revolución y por tal motivo, toda huelga, manifestación pública o protesta ciudadana, quedarán prohibidas. 

Se ha dicho que el medio es el mensaje. En Cuba, el mensaje es el medio, en tanto la televisión, la radio y la prensa han estado totalmente controladas y supervisadas por el Departamento Ideológico del Comité Central del Partido. Ese matrimonio tuvo una existencia feliz y armónica, ofreciendo por décadas una imagen Cuba que tenía dos aristas: el paraíso tropical y la isla indomable. Los turistas, los amigos de la Revolución, los empresarios, viajaban al parque temático que guardaba, para cada segmento, sus rutas, sus baratijas —la comercialización exacerbada de la imagen del Che es un ejemplo— y sus narrativas.

No hay mayor relato que el diseñado alrededor del bloqueo de Estados Unidos. La historia del David enfrentado a Goliat siempre tendrá millones de seguidores. Esa dramaturgia ha sido escrita obtusamente por todos los gobiernos norteamericanos y algunos cubanos, en una ópera trágica que tiene mil voces. Mientras cada parte se ataca y niega, encuentra sus razones y sin razones, las familias cubanas sufren las mayores consecuencias. Enfrentamiento, divisiones, odios que se exacerban, rencores que no se superan.

Todo sirve para alimentar esa diabólica dramaturgia. Como si de un videojuego macabro se tratase, cada parte espera por las acciones del contrincante. Acción y reacción. A veces imagino a los políticos de turno junto al teléfono, haciéndose cada semana una llamada para trazar las estrategias y los obstáculos que colocarán en el camino de los ciudadanos, antes de pasar al próximo nivel.  

Uno pudiera preguntarse cómo es posible que luego de sesenta años, aún Cuba dependa tanto de las decisiones que tome un presidente de Estados Unidos. Recuerdo que entre las razones que propiciaron las acciones revolucionarias a fines de los cincuenta, estaba la necesidad de romper esa subordinación económica que teníamos con el vecino.

Mientras existió el campo socialista —devenida nueva subordinación—, el bloqueo estaba en el número diez de la agenda cubana, realmente poco importaba. Desde hace años, nuestros políticos, como pesadilla recurrente, no dejan de hablar del mismo y todos los problemas que tenemos son achacados a su existencia. No hay una mirada objetiva hacia dentro, hacia esa incapacidad de generar una economía propia que se sostenga. ¡Cuántas limitaciones, leyes, decretos y medidas se han firmado que obstaculizan la vida de los cubanos y que nada, o muy poco, tienen que ver con el bloqueo!

Palabras (3)

Cuando el pasado 11 de julio, miles de ciudadanos se lanzaron a las calles de toda la Isla, estaban mostrando su ira y frustración ante el estado de ciertas cosas. En ellos está también la angustia por la falta de diálogo real, las voces de aquellos que ya no quieren seguir en silencio, y el gesto inconforme, ¿por qué no?, ante la errática gestión de un gobierno.

Son los mismos ciudadanos que quizás marcharon ayer un 1ro de mayo, que en algún momento aplaudieron a Fidel y que, sin dudas, trabajan o estudian día a día intentando generar riquezas y progreso; pero que son, ante todo, seres con necesidades, carencias, angustias y expectativas no satisfechas. Para ellos, los discursos han dejado de funcionar, las reuniones son inoperantes, las quejas no tienen sentido y las promesas nunca se cumplen. El drama de la nación cubana encontró, desde ese día, su nuevo punto de giro. 

Si el gobierno tiene el control de todo, no puede únicamente esperar aplausos por su gestión benefactora, sino que también es responsable de todas las miserias y problemas que nos rodean. El ejercicio del poder implica una responsabilidad, para el bien y para el mal.

Los jóvenes de hoy nacieron en pleno período especial. Los que estudian ahora mismo en las universidades son una generación del siglo XXI, que se mueve a la velocidad de la luz y pegados a una pantalla, en una dinámica virtual que la aleja del mensaje unívoco y aburrido que muestran nuestros medios.

Las recientes medidas para unificar la moneda fueron una bomba de tiempo, lanzada al ya maltratado rostro de las familias cubanas, pero algunos prefieren hablar y dedicar largas horas a encontrar culpables en otras partes, obviando que no existe tal golpe blando, como gustan decir, sino uno verdadero, duro y terrible, originado desde las mismas instancias del gobierno.

Mientras algunos se entretienen siguiendo las rutas del dinero, buscando analogías en viejos manuales o encarcelando a supuestos líderes; miles de cubanos emigran cada año, en una sangría incontrolable que pone en suspenso cualquier idea que tengamos del futuro. Jóvenes formados por la Revolución que poco o nada quieren saber de ella.

El relato oficial gusta de repetir que la cultura es el alma de la nación. Debería entonces prestar mayor atención a lo que esa cultura popular le está diciendo, porque los dos fenómenos culturales y sociales más relevantes en los últimos quince años han sido generados, precisamente, a contrapelo de las instituciones. El reguetón y el paquete semanal representan dos formas de resistencia y articulación social enfrentadas a un modelo de cosificación cultural que ya fue instaurado en el país alrededor de 1971 y que hoy —decreto 349 entre otros recientes—, vuelve con nuevos bríos.    

Actualmente, un bloguero, un streamer, un cantante de reguetón, un grupo de personas que comparten aficiones o deseos a través de WhatsApp, pueden ejercer más influencia en una comunidad que todos los cursos y clases recibidas en una escuela. Los valores son diferentes, la sociedad es diferente, las prácticas sexuales son diferentes. Hay otros mitos, otras lecturas, otras canciones, otros sueños, nuevas imágenes, villanos y héroes. Hay, en definitiva, otra conversación social que tiene que ser escuchada y respetada. Es ahí donde se está produciendo la nueva y verdadera Revolución.

9 diciembre 2021 37 comentarios 10k vistas
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Protestas (1)

Protestas en Cuba: causas y consecuencias para un debate desde América Latina

por Arturo López-Levy 31 julio 2021
escrito por Arturo López-Levy

Para explicar las protestas en Cuba del domingo 11 de julio empecemos por lo que es conocido: la economía y la pandemia. Los manifestantes cubanos no son distintos de los de otros países latinoamericanos. Están asustados y hambrientos por la subida de los precios y carencias de alimentos. Están ansiosos y angustiados por la incertidumbre sobre cuándo terminará la pandemia. Lo sorprendente es que no se haya roto el cántaro después de tantos meses llevándolo a la fuente.

Las raíces

La isla ya venía renqueando por décadas con una crisis estructural del modelo estatista, remendado de vez en vez con algunas aperturas al mercado que en ausencia de una transición integral a una economía mixta orientada al mercado solo producían reanimaciones parciales. Esos cambios segmentados creaban islotes de mercado que demandaban más reformas que el gobierno cubano trataba con la lentitud del que tiene todo el tiempo del mundo. La reunificación monetaria y cambiaria, proclamada como necesaria desde finales de los años noventa, no ocurrió hasta 2020, en el peor momento, en medio de la pandemia.

Por otra parte, la pandemia no solo ha sembrado muertes y destrucción económica, sino también el miedo y la incertidumbre en una población desesperada que no ve cuándo terminará la angustia de vivir al límite. A pesar del conocimiento sobre su deterioro, la población cubana actuó confiada en la capacidad de su sistema de salud en tanto este contuvo el avance del virus y avanzaba en la experimentación para vacunas propias. El hechizo, sin embargo, se deshizo cuando en el último mes se dispararon los casos.

A pesar de un sistema de salud de cobertura universal y su relativo desempeño positivo, información a la población y liderazgo apegado a criterios científicos, la pandemia terminó por exponer con crudeza el mayor problema para el sector de bienestar social cubano: sin una economía que lo respalde ese sistema de salud estará siempre a merced de una crisis que agote sus recursos.

Cuba es el único país latinoamericano capaz de producir dos vacunas propias. A la vez su campaña de vacunación ha tenido notables retrasos para implementarse por falta de fondos para comprar sus componentes y otros elementos relacionados. Paradójico.

Protestas (2)

Vacunas y candidatos vacunales cubanos contra la Covid-19 (Foto: BioCubaFarma)

Las protestas indican un hartazgo en el que concurre mucha insatisfacción con la arrogancia y gestión gubernamental. Pero ingenuo sería ignorar que el contexto de las sanciones ilegales, inmorales y contraproducentes de Washington contra Cuba han hecho el problema difícil de la pandemia, casi intratable. El lema de «la libertad» suena muy rítmico pero detrás de los que rompen vidrieras, vuelcan perseguidoras, y la emprenden a pedradas contra las autoridades hay mucho del «hambre, desesperación y desempleo» que pedía Lester D. Mallory para poner a los cubanos de rodillas.

La pandemia y su impacto económico son los factores que determinan la coyuntura. Son la última gota. Pero en la raíz de las causas que originan la protesta hay factores estructurales que llenaron la copa para que se derramara. Entre esos factores, dos son fundamentales. Primero, el desajuste de una economía de comando nunca transformada a un nuevo paradigma de economía mixta de mercado, atrapada en un nefasto equilibrio de reforma parcial; y segundo, un sistema de sanciones por parte de Estados Unidos que representa un asedio de guerra económica, imposible de limitar al concepto de un mero embargo comercial.

América Latina ante Cuba

Ninguna región del mundo ha sido golpeada por la epidemia de Covid-19 como América Latina. Lo sucedido en Cuba tiene características propias pero ya no se trata de la excepción que fue. En términos económicos, quitando el factor estructural del bloqueo norteamericano por sesenta años, Cuba se parece cada vez más a un típico país caribeño y centroamericano con una dependencia notable del turismo y las remesas. En términos de desgaste, la protesta indica a la élite cubana que, pasada la fase carismática de los líderes fundadores, en especial Fidel Castro, la Revolución es, en lo esencial, una referencia histórica.

El espíritu de la Revolución sigue presente en tanto el actual régimen político atribuye su origen al triunfo de 1959, y Cuba sigue siendo objeto de una política imperial norteamericana de cambio de régimen impuesto desde fuera. Más allá de esos dos espacios específicos, particularmente el segundo, todo el manto de excepcionalidad y las justificaciones para evadir los estándares democráticos y de derechos humanos se han agotado. El gobierno de Cuba está abocado, a riesgo incluso de provocar su colapso histórico, a emprender reformas sistémicas de su paradigma.

Se trata de construir un modelo de economía mixta viable en el cual se mantengan las conquistas de bienestar social con un estado regulador, redistribuidor y empresario. En lo político, eso implica un aterrizaje suave y escalonado en un modelo político más pluralista donde al menos diferentes fuerzas que rechacen la política intervencionista estadounidense puedan dialogar y competir. Una cosa es rechazar que Estados Unidos tenga derecho a imponer a sus cubanos favoritos, otra es asumir ese rechazo como un respaldo a que el PCC nombre a los suyos con el dedo.

Es desde esa realidad, no desde simplismos unilaterales que niegan la agencia del pueblo cubano o el fardo estructural del bloqueo norteamericano, que una política latinoamericana progresista puede y debe estructurarse. Las élites cubanas han estado trabajando desde un tiempo atrás (el VI congreso del PCC en 2011) en un modelo de transición más cercano a las experiencias china y vietnamita, de economía de mercado con partido único, que a cualquier precedente occidental. Tal paradigma en lo político rivaliza con los estándares de legitimidad política en la región latinoamericana, donde el derecho a la libre asociación, la expresión y la protesta pacífica van mucho más allá que una simple democracia intrapartidaria leninista.

Protestas (3)

El derecho a la libre asociación, la expresión y la protesta pacífica van mucho más allá que una simple democracia intrapartidaria leninista. (Foto: Efe – Reuters)

De igual modo, el paradigma de democracia pluralista hace aguas cuando se pretende defender los derechos humanos desde dobles estándares o la ingenua ignorancia del rol de los factores internacionales y las asimetrías de poder. Discutir sobre la democracia en Cuba sin mencionar la intromisión indebida de Estados Unidos en maridaje con la derecha anticomunista y la violación flagrante, sistemática y masiva de derechos humanos, que es el bloqueo, equivale a conversar sobre Hamlet sin mencionar al príncipe de Dinamarca.

En Miami, los sectores de derecha pro-bloqueo defienden los derechos humanos martes y jueves, mientras el resto de la semana crean un ambiente descrito por Human Rights Watch en el informe «Dangerous Dialogue» como «desfavorable a la libertad de expresión».  En términos de transición a un sistema político cubano más abierto, con actores de tan malas credenciales, es imprescindible un proceso pacífico, gradual y ordenado. Esos adjetivos son tan importantes como el proceso mismo.

No solo la izquierda radical, sino importantes componentes moderados de la diáspora cubana y alternativas democráticas dentro de la intelectualidad y la sociedad civil cubana han expresado decepción por segmentos de la comunidad de derechos humanos, como Amnistía Internacional, por su falta de trabajo sistemático en la denuncia del bloqueo norteamericano contra Cuba.

Si un opositor de derecha, conectado a la política imperial de cambio de régimen, es detenido en Cuba, la directora Erika Guevara Rosas otorga un seguimiento permanente a su caso. Sus denuncias a la política imperial de bloqueo no lo catalogan como violación sistemática de derechos. Ocurren de vez en vez, y enfatizando que es una excusa del gobierno cubano que debe ser eliminada. ¿Por qué no protestaba cada vez que Trump implementó una nueva sanción que afectaba el derecho a la salud, educación, y otros más, incluidos los de viaje, de cubanos y estadounidenses?

Las protestas contra el gobierno que salió de la Revolución representan un reto para la discusión del tema Cuba en América Latina que solo podrá madurar desde el entendimiento de su complejidad, sin simplismos ni falsas analogías. En primer lugar, Cuba vive un conflicto de soberanía con Estados Unidos, que marca estructuralmente su vida política y económica. Nadie que quiera contribuir a una solución constructiva de los temas cubanos, latinoamericana para problemas latinoamericanos, puede ignorar ese fardo.

La OEA, por ejemplo, es un escenario minado a evitar pues ha sido un instrumento de la política de acoso y aislamiento. Se necesita una visión del siglo XXI, desde la autonomía latinoamericana ante los grandes poderes, incluyendo Estados Unidos, que admita la pluralidad de modelos de estado y desarrollo, sin imponer moldes neoliberales.       

En lugar de reeditar los conflictos de guerra fría, esa visión de pluralismo ideológico pondría en el centro de la acción una perspectiva respetuosa de la soberanía cubana, pero concebida de un modo moderno, más allá de la mera defensa de la no intervención. Cuba vive en una región donde la protesta de todos los estados no ha sido capaz de hacer a Estados Unidos entrar en razones sobre la ilegalidad del asedio contra la isla.

Exigir una elección pluripartidista en Cuba ignorando las sanciones equivalentes a una guerra económica, donde se violan consideraciones de derecho humanitario, es otorgar a la derecha cubana una ventaja que nunca ha merecido. Como los Borbones franceses, los que se plegaron a la invasión de Bahía de Cochinos, asesinaron a Orlando Letelier, y han construido un enclave autoritario en las narices de la primera enmienda de la constitución norteamericana, no olvidan ni aprenden nada.

A su vez, América Latina es una región que ha cambiado, donde traficar con excepciones al modelo de la Declaración Universal de Derechos Humanos es inaceptable. Claro que hay pluralidad de implementación y argumentos de emergencia sobre las que los estados erigen desviaciones más o menos justificadas. Pero el paradigma de un sistema unipartidista leninista que castigue la protesta pacífica por rivalizar con el supuesto rol dirigente del partido comunista es incompatible con la premisa central de que la soberanía está en el pueblo, la nación, no en partido alguno.

Una cosa es argumentar que en condiciones específicas de emergencia, decretadas acorde al modelo de la Declaración Universal, algunos derechos pueden postergarse. Otra, e inaceptable, es el pretexto de una «democracia» unipartidista que no puede ser tal sin libertad de asociación. Partido, recordemos, viene de parte.

***

Este artículo fue publicado originalmente en The Clinic y reproducido con autorización de su autor.

31 julio 2021 33 comentarios 3k vistas
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Foto: BBC Mundo

Tendremos que hablar más claro en Cuba

por Ivette García González 31 julio 2021
escrito por Ivette García González

Después de la crisis devenida estallido, tendremos que hablar más claro en Cuba. Gestionarla e impulsar un nuevo proyecto de país es complejo, urgente y posible. A las múltiples problemáticas internas, se suman la hostilidad de los EE.UU. y el radicalismo en parte de la emigración.

Junto a la aparente calma conviven —dentro y fuera de la Isla— indignación, miedo, frustración, confusión, incomprensión y extremismo político. No es casual, la Revolución cubana siempre provocó grandes pasiones. Hasta este verano, unos creían imposible el estallido social y otros se preguntaban por qué no ocurría.   

Se trata de vivir y procesar un fenómeno inédito y traumático. No vale apuntar a causas externas, decir que no hubo represión, cortar internet y saturar los medios con propaganda oficial. Minimizarlo apuntando a otros escenarios más represivos significa: reconocer su existencia en Cuba, olvidar que solo aquí se invoca una «revolución», e ignorar que en el hemisferio somos el país donde supuestamente se defiende el «socialismo».

La sociedad y el pacto social se fracturaron. De un lado el gobierno y sus bases; del otro, parte de la sociedad civil con una mirada diferente al presente y futuro de Cuba. En ambos existen corrientes de pensamiento y opciones políticas no siempre antagónicas, que han carecido del necesario ambiente democrático.

Causales identificadas en varios análisis eclosionaron en el crítico escenario 2020-2021, que llevó al estallido. Estas atmósferas, como advertí en un texto anterior, propician clarificación de posiciones, radicalización e involucramiento de nuevos actores.

Hablar claro (2)

La sociedad y el pacto social se fracturaron. De un lado el gobierno y sus bases; del otro, parte de la sociedad civil con una mirada diferente al presente y futuro de Cuba. (Foto: Ernesto Mastrascusa/EFE)

Encaremos algunas verdades

Señalo algunos tópicos para reflexionar:

1. Nos trajo hasta aquí la falta de desarrollo democrático. La cubana fue una Revolución autóctona, pero derivó en un modelo reñido con la democracia. Muchos ideales fundadores se mantuvieron en el discurso, pero en la práctica se torcieron o resignificaron a conveniencia del poder, que usufructúa el simbolismo de esa Revolución y se erige en su representante.

2. Aun cuando el Estado cubano se define como socialista de derecho, varias características de su diseño y práctica evidencian rasgos de autoritarismo, totalitarismo y dictadura. La izquierda y la derecha han generado modelos de esa naturaleza, frecuentemente con apoyo popular. José Martí[1] alertó al respecto en varios textos, y durante el siglo XX lo hicieron otros, como la filósofa alemana Hannah Arendt, que en su obra El origen de los totalitarismos puntualizó incluso rasgos esenciales.

3. El resultado de mantener durante tantos años contenidos distintivos de la variante más torcida y fallida del socialismo, derivó en la fatal combinación de autoritarismo político e inviabilidad económica. Tal como expresé en entrevista reciente, la legitimación ideológica y el diseño que la engendró llegaron al límite.

4. El estallido del 11-J fue espontáneo y carente de liderazgo, pero evidenció diversos elementos articuladores del disenso: diversidad ideológica y de propuestas aunque centradas en la inconformidad y necesidad del cambio; conflicto generacional, dentro y fuera de Cuba, respecto a la visión de país; la música como recurso y expresión cultural que primero proyectó lo nacional; resignificación de consignas y transnacionalización del disenso.

5. El Estado de derecho y el socialismo se subvierten hace tiempo por el propio gobierno. Incluso con sus limitaciones, la Constitución ha sido bandera para defender derechos cívicos, que se han seguido violando. Si la Carta magna legitima a la prensa única al servicio del gobierno; si puede ser constreñida por este, no impide la violación de derechos humanos y sirve como justificación para reprimir el disenso; no es la que sirve a todos los cubanos.

6. Una represión de tal magnitud agrava sobremanera el trauma psicosocial que arrastramos los cubanos y tendrá consecuencias en el escenario sociopolítico. Hace años no somos la «revolución del callo»;[2] eso en parte se invirtió por: el nivel de instrucción, existencia de internet y descrédito de los medios oficiales. Hoy, directa o indirectamente, miles de cubanos han experimentado en carne propia algún agravio a sus libertades.

7. La sociedad cubana mira cada vez más hacia dentro, aunque reconoce el impacto del bloqueo. Esto resulta de la falta de autocrítica oficial; saturación de propaganda política, así como evidencias y efectos de dilaciones en reformas estructurales y establecimiento de prohibiciones que no guardan relación con esa política foránea y empeoran la calidad de vida de los ciudadanos.

Medidas urgentes para empezar a sanar

El gobierno ha hecho bien en moderar su discurso y adoptar medidas urgentes. No obstante, son paliativas y evidencian cuánto se pudo hacer tiempo atrás. Ellas no resolverán ni ocultarán la gravedad de la crisis.

Hablar claro (4)

Urge esclarecer la verdad de lo ocurrido y consensuar soluciones que vayan a la raíz. Un fenómeno extraordinario no debería tratarse con métodos tradicionales, eso profundizará la crisis de confianza existente, que no es fortuita. Se agudiza cada día por: la ausencia de instituciones independientes para la defensa de los ciudadanos; los intentos anteriores de reforma y restitución de derechos, ahogados o manipulados en interés del gobierno, y las limitaciones propias de un sistema político muy concentrado en pocas personas.

Einstein aseveró hace años: «No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo». En ese tenor, sería recomendable:    

  • Liberar incondicionalmente a todos los detenidos y recluidos que no hayan cometido violaciones de la Constitución.
  • Crear una comisión especial con acompañamiento internacional para investigar a fondo los sucesos recientes, esclarecer la verdad y evitar su repetición.
  • Fortalecer la sociedad civil y generar alianzas que favorezcan el activismo cívico y la consecución de los profundos cambios que necesita el país.
  • Promover un diálogo nacional estructurado entre el gobierno y la sociedad civil, incluida la emigración. Los diálogos emanados del gobierno, que define quiénes, dónde, cuándo y sobre qué se intercambia, y luego decide también qué se implementa, no resolverán la crisis.

Nada de eso excluye la condena al bloqueo y a la hostilidad de los EE.UU. contra Cuba, mayoritaria dentro y fuera de la Isla. No es posible continuar justificando dilaciones y fracasos internos con el bloqueo, o condicionando los cambios necesarios a ese factor externo.

Los cubanos deberíamos poder elegir a los dirigentes, según programas de gobierno y compromisos establecidos a pesar del bloqueo. Y en consecuencia evaluar resultados. La capacidad de sacar el país adelante, articular consensos y gobernar respetando el pluralismo político, deberían ser requisitos para gobernar.

Necesitamos un nuevo proyecto de país que, preservando la independencia, ponga en el centro la democracia y la soberanía popular. Para eso, debemos empezar por hablar más claro.      

Para contactar a la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

***

[1] Véase, por ejemplo, «Cartas de Martí», La Nación, Buenos Aires, 18 de Marzo de 1883, donde expresa: «Todo poder amplia y prolongadamente ejercido degenera en castas. Con la casta, vienen los intereses, las altas posiciones, los miedos de perderlas, las intrigas para sostenerlas, las castas se entrebuscan y hombrean unas a otras». 

[2] Expresión usada por algunos durante un tiempo para sintetizar el estado en que las personas dudaban de todo lo no oficial, aunque viniera de testimonios directos, hasta que no vivieran en carne propia algún agravio. Además de la negación,  se manifestaba en expresiones como: «debe ser una excepción», «algo habrá hecho», «no se puede generalizar», etc. 

31 julio 2021 75 comentarios 4k vistas
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Manipulación (1)

Manipulación mediática: invirtiendo el catalejo

por Ivette García González 23 julio 2021
escrito por Ivette García González

La manipulación de medios oficiales nacionales, internacionales y de internet, explica en parte la evolución de la crisis política cubana. Las tergiversaciones y noticias falsas evidenciaron los extremismos políticos, aunque los objetivos, recursos e impactos fueran diferentes.   

El gobierno de Cuba demostró otra vez que, aun cuando ha perdido en parte el monopolio de la información, sigue siendo el principal proveedor de la realmente masiva y puede imponerse en circunstancias específicas.

La suspensión de internet desde la tarde del domingo 11, perjudicó solo a los ciudadanos. La prensa oficial no estuvo donde la noticia, sino donde el gobierno. Los medios tradicionales y los digitales Granma, Cubadebate, las corresponsalías cubanas de Telesur y Russia Today, proyectaron en exclusiva y sistemáticamente los mensajes gubernamentales.

El gobierno cubano mostró efectividad en alertar acerca de las falsas noticias foráneas. También lo hicieron algunos medios independientes, como El Toque, que publicó sugerencias para identificarlas y denunciarlas.

Manipulación (2)

(Imagen: El Toque)

Gobierno cubano y medios

Todo eso fue meritorio; sin embargo, los medios oficiales protagonizaron asimismo otras formas de manipulación política. El Partido/Estado cubano emplea y aporta a las estrategias definidas por el destacado intelectual Noam Chomsky.

No es solo lo que se dice y cómo se dice, sino también lo que se oculta. En los medios oficiales hubo omisiones, medias verdades y tergiversaciones a través del uso acostumbrado del lenguaje político. Este, según el catedrático Eugenio Bustos, «(…) no es inocente. Intenta siempre (…) mover al oyente en una dirección determinada, manipular nuestra conciencia».

Además de aplastar las protestas, tal recurso tuvo por objetivo adueñarse del espacio mediático al crear matrices de opinión dentro y fuera de la Isla. Se enfocó en: criminalizar la protesta con epítetos tradicionales y poniendo al vandalismo como norma; proteger la imagen gubernamental, que se arropa en palabras talismanes para Cuba y para la izquierda internacional; reducir las causas del estallido social al bloqueo y al origen externo del conflicto. A tenor con ello, se logró desviar la atención, neutralizar a indecisos, convocar a las mayorías y justificar una represión inédita en magnitud y formas.  

En un texto anterior advertí sobre el grado de toxicidad y extremismo político que tal fenómeno produce en la sociedad, cuyos efectos perduran cuando el país es más cerrado y controlado. Ciertos recursos que identifiqué entonces se constataron ahora: reducción del lenguaje a consignas; vocabulario de combate, focalización del «enemigo»; el «sesgo de etnogrupo» y las clasificaciones binarias; la descalificación del otro y el secretismo en la comunicación de asuntos públicos.

Noticias falsas y algunas verdades

Toda información requiere contrastación. Si fuera posible, la mayoría de los cubanos y el mundo verían que en esta crisis hubo cinco planos y una secuencia: manifestaciones cívicas contestatarias, actos vandálicos, grupos convocados para enfrentar a los manifestantes, manifestaciones populares de apoyo al gobierno y las de los emigrados en varios países.

Manipulación (3)

(Foto: Yamil Lage)

Es un fenómeno en curso. Muchas cuestiones deben procesarse con sosiego y evidencias, sobre todo porque la prensa oficial es del gobierno y la independiente no es tolerada. No obstante, algunas cuestiones se pueden ir dilucidando:[1]

1.- Las manifestaciones cívicas y las del gobierno con sus bases de apoyo tuvieron naturaleza política. Se diferenciaron en organización, liderazgos, respaldos oficiales, consignas y comportamientos.

Las primeras fueron pacíficas, masivas, con diversidad socio-clasista y etaria  aunque con peso juvenil, y sus recursos fueron cuerpos, voces y celulares por prensa. Las segundas se fueron tornando agresivas desde la tarde del domingo. Fueron organizadas por el gobierno y respaldadas por fuerzas represivas, uniformadas o vestidas de civil. Portaron banderas, carteles y únicamente tuvieron prensa cuando no se ejercían actos de violencia hacia los manifestantes críticos al gobierno.

Contrario a lo que afirmaron las autoridades y medios oficiales, en varias de las primeras se cantó el himno nacional y algunas de sus consignas fueron: «No tenemos miedo», «Sí se puede», «El pueblo unido jamás será vencido», «Libertad», «No más mentiras», «Cuba es de todos», «Abajo la dictadura», «Patria y Vida» y «Viva Cuba libre». Las otras corearon las tradicionales: «Abajo el bloqueo», «Patria o muerte», «Yo soy Fidel», «Viva la Revolución», «Que se vayan», «La calle es de los revolucionarios» y «Yo estoy con Díaz Canel».  

2.- Los actos vandálicos, siempre presentes en tales circunstancias, se protagonizaron por personas y en sitios específicos. Fueron condenados por la mayoría y corresponde al Estado procesarlos judicialmente. También ameritan otros análisis. Convendría evaluar condicionantes que también tendrían un cariz político, pues se violentaron tiendas en divisas —vedadas para la mayoría— y se agredieron autos del PCC y la PNR.

3.- Las protestas cívicas críticas al gobierno no desplegaron banderas estadounidenses ni de Cubadecide, y tampoco llamaron a intervención extranjera como afirmaron el presidente, periodistas extranjeros y corresponsales cubanos para Telesur, Russia Today y Cubadebate. Todo eso se afirmó sin evidencias reales, utilizando imágenes de actos delictivos y manifestaciones ocurridas en Miami.

Algunas consecuencias inmediatas

1.- La represión y la violencia se instalaron en múltiples formas contra manifestantes pacíficos y otros ciudadanos. Fueron usadas indiscriminadamente pistolas, tonfas, spray, palos y piedras. Mientras, se extendían los actos vandálicos con menor presencia de las fuerzas del orden, de ahí las tiendas saqueadas completamente.   

2.- Con la interrupción de internet desde la tarde del domingo se creó una gran confusión. Los ciudadanos y el mundo quedaron más expuestos a los radicalismos.

3.- Dicha situación arrastró a parte de la opinión pública internacional y movimientos de solidaridad con Cuba, cuyas fuentes habituales son medios oficiales cubanos y embajadas. Ello explica la rápida activación de esas organizaciones condenando el bloqueo y apoyando a Cuba desde la tradicional ecuación Revolución cubana-gobierno-pueblo vs imperialismo.

4.- Ambiente de temor en la ciudadanía y las familias, así como inseguridad de y sobre los detenidos. Ya se han conocido testimonios de maltratos y trato denigrante. Cuando se invoca la Convención contra la Tortura —de la cual Cuba es firmante—, se deben considerar las reconocidas internacionalmente como situaciones problemáticas[2] que pueden derivar en tortura: detenciones, demora policial y aislamiento, por ejemplo.

5.- Peligro que supone la transnacionalización del conflicto, como ha ocurrido en situaciones similares. Ya se ha visto la reproducción del extremismo político y la polarización frente al tema en otros países. Esto complejiza el procesamiento interno de la crisis; solo favorece la hostilidad del gobierno estadounidense y de un segmento radicalizado de la emigración en ese país que defiende una salida cruenta para Cuba.

Reflexionar y procesar la crisis

El necesario procesamiento de la crisis sugiere tomar nota de que: 

1.- La manifestación pacífica es un derecho establecido, no puede condicionarse ni criminalizarse. Por tanto, los detenidos antes y durante la protesta deberían estar libres sin condicionamientos. Como otros derechos constitucionales, deben regularse jurídicamente con urgencia.

2.- Todo debe ser investigado, esclarecido y reparado: actos delictivos, detenciones arbitrarias, abusos y otras expresiones de violencia institucional.

3.- Hubo declaraciones de organizaciones articuladas con el gobierno cubano: CTC, UPEC, UNEAC; pero también otras de la sociedad civil independiente: masonería, Iglesia católica, ciudadanos e importantes figuras de la intelectualidad y la cultura insular.

4.- En lo internacional, junto a pronunciamientos de apoyo al gobierno por algunos homólogos, figuras y organizaciones solidarias; hubo importantes personalidades e instancias que han condenado la represión. Entre estos últimos, resaltan notables intelectuales de izquierda y organismos internacionales como Human Right Watch, Naciones Unidas, Unión Europea, y Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

5.- El discurso gubernamental se ha moderado. Eso es positivo, pero hasta ahora no se traduce en medidas acordes a las circunstancias y los derechos humanos violentados.

6.-.No existe un movimiento estructurado o un programa que haya volcado a la calle a miles de cubanos. Líderes opositores y disidentes conocidos estaban presos o en reclusión domiciliaria desde antes, muchos sin justificación. Urge resolver eso con el mismo lente. La historia muestra que la represión no ahoga la energía contestataria, sino que la multiplica.  

7.- Además de la económica y sanitaria, hay crisis de gobernabilidad, de confianza y de esperanza en amplios sectores populares. Sin la transparencia que debe tener la política informativa oficial, sin la restitución de daños y sin respeto a derechos cívicos y políticos, la crisis sistémica se multiplicará.  

Condeno la violencia, el bloqueo y todo lo que afecte la soberanía nacional, lo que no excluye defender la soberanía popular y criticar al gobierno cuando corresponda. Insisto en la necesidad del diálogo nacional inclusivo y ahora en la urgencia de visibilizar testimonios, recabar información de las autoridades y actuar en consecuencia. Eso permitirá esclarecer y juzgar lo ocurrido, evitar su repetición, sanar y articular consensos sobre la Cuba que queremos.

En cualquier caso, la transparencia de los medios oficiales, la regularización de medios independientes y el libre acceso a la información son vitales. Es hora de invertir de una vez el catalejo.

Para contactar a la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

***

[1] En todos los casos me baso en las evidencias plasmadas en medios oficiales y alternativos. Excluyo las expresiones obscenas.

[2] Una muestra se puede encontrar en «Tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes. Concepto, legislación, obligaciones del Estado y propuestas tendientes a erradicarla». Publicación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). Buenos Aires. Mayo de 2020.

23 julio 2021 88 comentarios 6k vistas
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Tiempo (1)

El tiempo y las reformas

por Mario Valdés Navia 18 junio 2021
escrito por Mario Valdés Navia

Según Marx, todas las leyes económicas se podrían sintetizar en una sola: la del ahorro del tiempo. La mayoría de las categorías económicas —productividad, intensidad, acumulación, eficiencia, etc.—, tienen que ver con la disminución del tiempo. En política ocurre algo parecido, de ahí la afirmación de que las revoluciones son las locomotoras de la historia; en un tiempo breve se producen transformaciones añoradas durante años. ¿Qué ocurre entonces cuando un Gobierno/Estado/Partido pierde interés en el paso del tiempo?

Si a un ruso o a un australiano se les preguntara cuál es la época de la cosecha de los mangos en las Antillas, responderían al momento: «en mayo». Solo bastaría que supieran que los vientos alisios arrojan el agua sobre ellas a partir de este mes y que esto origina en los trópicos el inicio de la estación lluviosa. Sin embargo, la empresa estatal de Acopio se asombra todos los años de que esto ocurra. ¿Acaso más de medio siglo de monopolio sobre las compras de las cosechas frutales a los campesinos no ha sido tiempo suficiente para comprobarlo?

En su primer gran discurso, el 26 de julio de 2007, Raúl Castro prometió «cambios estructurales y de concepto» en el deprimido sector agrícola, al que consideró «clave para sustituir importaciones y reactivar la economía». Allí informó que Cuba disponía de 6. 620,00 ha. de tierra cultivable o pastos, el 55 % de ellas (3. 631,000 ha.) sin cultivar. El marabú cubría 1.139,000 ha. y había que explotarlas urgentemente. En 2011, en el VI Congreso del PCC —tras catorce años sin realizarse alguno— se informó que aún quedaba más de un millón de ha. inutilizadas. ¿No se pudieron desbrozar en cuatro años?

Tiempo (2)

En la UPPC 1ro. de Enero, de Camagüey, se descompusieron 320 cajas de mango, 128 quintales aproximadamente, por demora de Acopio en ir a buscar la fruta. (Foto: Adelante)

Este cónclave analizó el Proceso de actualización del modelo económico y social y adoptó los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución. Un quinquenio después, el VII Congreso creó la Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo de los Lineamientos, que  conduciría el proceso de Actualización. ¿A nadie se le ocurrió crearla en el VI Congreso cuando se aprobó el documento?

El 24 de febrero de 2008, al ser elegido presidente por el Parlamento, Raúl planteó la necesidad de «encontrar los mecanismos y vías que permitan eliminar cualquier traba al desarrollo de las fuerzas productivas». Han pasado trece años y decisiones fundamentales para lograrlo, demostradas desde inicios del Período Especial por especialistas e incluidas en los Lineamientos, permanecen aún sin aplicar —creación de las mpymes, por ejemplo—, o han sido tergiversadas flagrantemente, como la unificación monetaria y cambiaria, condición indispensable para las reformas.

Es penoso constatar cuánto tiempo se perdió entre los años 2011 y 2018 para reposicionar al peso cubano como divisa nacional y en qué momento tan difícil se decidió ejecutar la «Tarea Ordenamiento» (recrudecimiento del bloqueo, Covid-19,  crisis económica mundial sin precedentes). No obstante, ya va quedando poco del modelo inicial del Ordenamiento, al priorizarse algo que nadie mencionara antes: la apertura a una redolarización plástica como vía de coacción para obligar a los remesantes cubanos a enviar dinero a sus familias y amistades en la Isla burlando las sanciones de Trump.

¿Y la reforma básica, la recuperación del peso y con él de los ingresos de los trabajadores, adónde fue a parar? ¿Acaso no se podía restablecer el monopolio de nuestra divisa en el mercado interno y cambiar por ella las extranjeras a una tasa de mercado, como hacen todos los países? ¿Ningún alto decisor pudo avizorar que volver a usar la moneda del enemigo era una actitud masoquista, por no decir suicida?

En diciembre de 2020 sostuve que:

El artículo 31 de la Constitución 2019 postula: «El trabajo remunerado debe ser la fuente principal de ingresos que sustente condiciones de vida dignas, permita elevar el bienestar material y espiritual y la realización de los proyectos individuales, colectivos y sociales». ¿Cómo conjugar esto con la venta indiscriminada de bienes y servicios de primera necesidad a las familias en una moneda que no es asequible a los trabajadores mediante su trabajo honesto?

El derecho de los trabajadores a recibir por su trabajo una moneda con capacidad ilimitada para cubrir sus deudas en el territorio nacional es un derecho humano fundamental, pilar de la libre contratación en todo el mundo. Las estrategias económicas que se adopten han de reconocer y respetar ese derecho, de una vez y por todas. Nunca habrá un solo camino ante un escenario confuso, siempre habrá otras decisiones que adoptar y soluciones que buscar.

Como fruto de aquella decisión, el Banco Central de Cuba (BCC) anuncia ahora que suprime la entrada de USD a sus bóvedas porque las tiene abarrotadas, sin poder ubicarlos en cuentas en el exterior ante las sanciones de EE.UU. ¿Por qué no dar licencia a los particulares tenedores de dólares para que salgan por el mundo a hacer lo que saben y, de paso, burlar al bloqueo estadounidense que se frota las manos ante los empeños del gobierno cubano por mantener el monopolio del comercio exterior y el tráfico de divisas en manos de contadas empresas harto conocidas y sancionadas por Estados Unidos?

Tiempo (2)

El presidente derechista de Panamá, Juan Carlos Varela, visitó la Isla para anunciar visas especiales de turismo comercial para cubanos, ansiosamente esperados en la Zona Libre del Canal.

Los países del área ayudarían en ello, porque el filón de negocios es muy prometedor. Ya en 2018, en plena era Trump, el presidente derechista de Panamá, Juan Carlos Varela, visitó la Isla para anunciar visas especiales de turismo comercial para cubanos, ansiosamente esperados en la Zona Libre del Canal. En República Dominicana los comerciantes solicitan al gobierno hacer ahora una oferta similar a nuestros buhoneros (mulas) para que gasten allá sus USD físicos. ¿No es tiempo de legalizar de una vez el mercado de bienes de consumo importados que el bloqueo no puede impedir? ¿De veras cree el BCC que su disposición hará que los USD fluyan hacia sus arcas obedientemente?

El tiempo para reformar el modelo se agota, pero la historia de Cuba continuará aunque no se quiera hacerlo. Varela, el que «nos enseñó primero en pensar» antes de actuar de manera irreflexiva y condenada al fracaso, también aconsejó no persistir en los errores. En medio del recrudecimiento de la pandemia en Cuba y sus vaticinios de incremento de contagios —a pesar de la aplicación masiva de los candidatos vacunales—, es preciso incrementar la oferta del mercado interno para disminuir las colas tumultuarias y el agobio de los desesperados proveedores familiares.

Lejos de emitir comentarios insultantes en el NTV al estilo de: «no se preocupe nuestro pueblo que las tiendas en MLC no van a cerrar», es preciso ganar tiempo en las reformas y adoptar iniciativas urgentes y realistas. Una de ellas podría ser abrir el mercado interno a cadenas comerciales internacionales. Esto contribuiría a equilibrar la exhausta oferta con la demanda efectiva creciente, y si pudiera ser en pesos cubanos mejor aún.

¿Cuándo se va a enderezar la pirámide invertida de las magras inversiones cubanas? ¿Hasta cuándo se invertirá preferiblemente en el sector inmobiliario y el turismo en lugar de en la producción agropecuaria, industrial y científico-técnica? ¿Por qué gastar lo poco que tenemos en proyectos prescindibles e interminables, como el de la derivadora este-oeste en el oriente y en nuevas habitaciones hoteleras, si cada año se cubren menos las existentes? 

Al tiempo de las reformas le va quedando poco. Solo decisiones endógenas, flexibles y liberalizadoras podrán reflotar la economía y restaurar la confianza. Si la soberbia inmovilista acabó con el socialismo real europeo, entonces el tren de las reformas en Cuba no puede seguir renqueando a la espera de mejores épocas. Nuestro tiempo es este, en él tenemos que crecer y desarrollarnos con entereza y creatividad. Decía Martí: «Los fuertes prevén. Los débiles esperan la tormenta con los brazos en cruz». 

18 junio 2021 31 comentarios 4k vistas
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Cubano

Firmas por los cubanos

por Consejo Editorial 9 marzo 2021
escrito por Consejo Editorial

El pasado 9 de febrero publicamos una Carta Abierta al presidente Joseph R. Biden en la que solicitábamos a su administración el levantamiento del sistema de sanciones que pesan sobre el pueblo cubano. Desde ese día, hace hoy justamente un mes, se han adherido a esa carta ochocientas personas de diversa formación profesional, nacionalidad y tendencia política. La misiva fue enviada a representantes de la nueva administración en la Habana y tenemos confirmación de que llegó al Capitolio de los Estados Unidos. De ella se hicieron eco importantes medios internacionales y cubanos.

El Consejo Editorial de La Joven Cuba es consciente de que solo los cubanos podemos resolver los problemas de la Isla, pero eso sería más fácil si no existiera el lastre de las restricciones económicas asociadas al bloqueo/embargo. La búsqueda de un sistema económico eficiente, transparente y sostenible, así como de un sistema político democrático e inclusivo es competencia de los ciudadanos de esta República que podrán exigir con menores tensiones internas si no existieran presiones externas de un vecino tan cercano y poderoso.

Cubanos en el mapa

(Foto: Shutterstock)

En el espíritu de esa misiva no hay un ruego hacia un mandatario extranjero, sino la solicitud del levantamiento de sanciones que existen para someter al pueblo cubano por hambre y carencias. Tampoco hay un desconocimiento de las responsabilidades de nuestro propio gobierno en las deficiencias económicas y democráticas que sufrimos los cubanos. Es una solicitud que pretende aliviar la vida de quienes sufren ante la anormalidad de las relaciones entre dos países vecinos, unidos entre sí por lazos de diversa índole harto conocidos.

Hemos recibido la firma de médicos, artistas, amas de casa, obreros, profesores. A continuación algunas de las figuras públicas que han rubricado la carta:

    1. Ailynn Torres Santana – Académica y militante feminista
    2. Alan Gross – Contratista estadounidense, Retirado
    3. Alberto Navarro – European External Action Service, La Habana
    4. Alina Dueñas Hernández – Directora de televisión, Cuba
    5. Antón Arrufat – Dramaturgo, novelista y poeta cubano
    6. Armando Vilaseca – Exsecretario de Educación de Vermont, presidente de Cuban American Friendship Society
    7. Arturo López Levy – Profesor de Relaciones Internacionales y Política, Holy Names University
    8. Carlos Alfonso – Músico, compositor y director del grupo cubano Síntesis
    9. Carlos Alzugaray Treto – Profesor y diplomático cubano
    10. Carlos Lazo – Profesor cubanoamericano y organizador de Puentes de Amor
    11. Carolina de la Torre – Investigadora y psicóloga cubana
    12. Collin Laverty – Presidente de Cuba Educational Travel
    13. Eduardo del Llano – Escritor, cineasta y guionista cubano
    14. Ele Valdés – Cantante líder en grupo musical Síntesis
    15. Elena Freyre – Fundación por la Normalización de las Relaciones Estados Unidos/Cuba (FORNORM)
    16. Esteban Insausti – Director de cine, Guionista y Fotógrafo cubano
    17. Esteban Miguel Morales Domínguez – Doctor en Ciencias y miembro titular de la Academia de Ciencias de Cuba
    18. Fernando Pérez – Director de cine y guionista cubano
    19. Fernando Ravsberg – Periodista y profesor uruguayo residente en Cuba
    20. Haydée Milanés – Cantautora cubana
    21. Hilario Peña – Actor cubano
    22. Humberto Pérez González – Doctor en Ciencias Económicas, Ex-ministro de Economía y ex-Vicepresidente del Consejo de Ministros de Cuba
    23. Inti Herrera Núñez – Director y Productor de Cine
    24. Irma Shelton Tasé – Periodista del Sistema Informativo de la Televisión Cubana
    25. Jorge Perugorría – Actor, artista plástico y director de cine cubano
    26. José María Vitier García-Marruz – Músico cubano
    27. Joseph Ros – Realizador audiovisual e ilustrador cubano
    28. Juan Vilar – Realizador audiovisual cubano
    29. Julio Antonio Fernández Estrada – Profesor y jurista cubano
    30. Julio César Guanche – Profesor, jurista e investigador cubano
    31. Luis Alberto García – Actor, director y productor de cine cubano
    32. Lynn Cruz – Actriz cubana (censurada)
    33. María Santucho – Productora cultural y Coordinadora del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau de La Habana
    34. Mauricio de Miranda Parrondo – Economista, profesor de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali
    35. Miguel Alejandro Figueras – Doctor en Ciencias Económicas, Premio Nacional de Economía en Cuba
    36. Milena Recio – Periodista y editora cubana
    37. Omar Everleny Pérez Villanueva – Economista y profesor cubano
    38. Pavel Vidal – Economista y profesor cubano de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali
    39. Pedro Franco – Director de Teatro El Portazo
    40. Rafael Grillo – Escritor y periodista cubano
    41. Rafael Hernández – Investigador cubano, analista político y fundador de Revista Temas
    42. Ricardo Torres – Economista cubano y profesor del Centro de Estudios de la Economía Cubana
    43. Rita García Morris – Directora del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo, Cuba
    44. Samuel Farber – Profesor Emérito de Ciencias Políticas, Brooklyn College of CUNY, cubano en el exterior
    45. Silvio Rodríguez Domínguez – Trovador cubano
    46. Teresa Díaz Canals – Ensayista y profesora cubana
    47. Ulises Aquino Guerra – Barítono cubano, Director General de la Compañía Opera de la Calle
    48. X Alfonso – Cantautor, productor, arreglista y compositor cubano
    49. Yasmín Portales Machado – Investigadora literaria y activista LGBTIQ cubana
    50. Yunior García Aguilera – Dramaturgo cubano, fundador de Trébol Teatro en Cuba

Carta Abierta al presidente Joseph R. Biden, Jr.

9 marzo 2021 22 comentarios 4k vistas
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