Del hambre y la desesperación a soluciones patrióticas viables

La salida de la situación actual de Cuba radica en lograr tanta justicia social como sea sostenible, abierta al cambio económico y la promesa del pluralismo.

«Hambre y desesperación» son las palabras que mejor explican la angustia y hastío que ha sacado a grupos de cubanos a las calles el pasado domingo para protestar contra la falta de electricidad y comida. No se trata de ninguna convocatoria política de la oposición, la cual, sin brújula ni propuesta de alternativas reales, no ha podido ni sabido capitalizar la crisis más profunda que ha vivido el sistema político cubano.

No se trata, siquiera, de una convocatoria de sociedad civil a través de unos intelectuales disidentes o de figuras religiosas, que le piden bondad a todo el que salga a defender al gobierno, sin atreverse a hacer lo mismo con los que apoyan el bloqueo norteamericano, epítome de violencia solo superado por una invasión militar. «Hermanos» también de esos curas y pastores, supongo, son los cubanos bajo la persecución macartista, a los que han hecho actos de repudio en y desde el sur de la Florida por promover intercambios culturales, científicos, y educacionales, o Eulalio Negrín, Luciano Nieves y otros a los que mataron por querer dialogar.

El mensaje no partidista del Papa y de sus obispos resulta una postura mucho más balanceada y justa, pues denuncia las prácticas totalitarias del gobierno y también las sanciones «ilegales, inmorales y contraproducentes». Qué justo sería si sus representantes en Cuba y Miami hubiesen agregado a su listica de pedidos: «hermano cubano dondequiera que vivas: no bloquees ni apoyes que bloqueen a otro cubano». Se les olvidó esa parte de «no a la violencia» pero démosle el beneficio de la duda. La propuesta está en el aire. Arriba que para luego es tarde.

Es desesperación, no un proyecto político alternativo lo que ha sacado a los cubanos a las calles. Es el hastío, el cansancio, y la ira los que provocan la falta de electricidad y el hambre. Incluso si el gobierno colapsara, la carencia de movimientos políticos para agregar demandas, poner propuestas coherentes sobre la mesa —más allá del proyecto anexionista que le tienen preparado— es un legado del que el país no se podrá sustraer. 

Al margen de la indiscutible responsabilidad que le corresponde al gobierno cubano por los errores, abusos y corrupciones de sus funcionarios, «hambre y desesperación» es también el diagnóstico apropiado porque esas fueron las palabras específicas que en secreto entonces, y abiertamente hoy, proclamó perseguir la política estadounidense de guerra económica, comercial y financiera. Están en el famoso memorándum de Lester Mallory en 1960. Claro que la embajada norteamericana no ha organizado ninguna de las protestas, ni le hace falta. Esa protesta tiene de auténtico el hambre que la provoca, el nivel de desesperación y desesperanza que no se entiende sin la premisa de un país intervenido.

Causalidad compleja

No es sorprendente que en paralelo a las protestas se haya desatado un debate de narrativas polarizadas donde toda la historia de los conflictos entre Cuba y Estados Unidos se vuelve a replicar sin perspectiva de entendimiento ni solución.

«Toda la culpa la tiene el gobierno cubano y la ineficiencia permanente del comunismo» dicen los partidarios del bloqueo, quienes dicen que no existe, o peor, que no tiene efectos sustantivos, pero lo quieren mantener. Rara esa lógica con la que se defiende lo que según sus defensores no existe, o no es relevante, o constituye mero pretexto. Solución sencilla contra el pretexto, levantar las sanciones. Lo otro es reconocer lo evidente: los partidarios del bloqueo y todo el que haga la más mínima coalición con ellos, apuesta al hambre y la desesperación del pueblo. Nada de democracia, ni derechos humanos.

Para los incondicionales del gobierno de Cuba, es posible admitir marginalmente alguna pequeña falta, que el pecadillo de funcionarios haya contribuido a la protesta, pero toda la culpa, o al menos casi toda, debe ponerse a los pies de los gobiernos de Estados Unidos.

Muy poca autocrítica sobre la soberbia del partido de vanguardia que ha llevado a tanta pérdida de tiempo para reformar, incluso cuando tuvieron mejores condiciones. Sin ese gradualismo de tortuga, falto de coherencia, secuencia y complementariedad, sin esa obsesión leninista por el control político no es posible entender los niveles de desesperación existentes, con o sin las sanciones.

Las protestas son resultado de la desesperación y el hambre provocadas por una combinación inextricable del efecto abarcador del bloqueo norteamericano sobre la economía cubana y sus posibilidades de reforma y apertura, y los errores, abusos y corrupciones del Estado-partido único. Quien hable de uno de estos factores sin reconocer el otro expone su preferencia por la propaganda, sin búsqueda de objetividad .  

Medios independientes incapaces de ver lo evidente

Si no fuese tan trágico y drástico el efecto de las sanciones norteamericanas contra Cuba, sería irrisorio cómo, en presencia de tanta evidencia, se presentan «argumentos» sin lógica como que el bloqueo no tiene nada que ver con las escaseces, cuando justo en paralelo con la protesta le han impuesto el lunes una multa millonaria a un banco suizo por transacciones con Cuba que no violan ni las leyes de Suiza ni las cubanas, ni las europeas, ni las de convenio internacional alguno.

En la búsqueda de un lugarcito en el circo de mantenidos por la ley Helms, un atraco al contribuyente estadounidense con todas sus letras, ha surgido un numerito más sofisticado. Aparecen unos acróbatas que dicen estar contra el bloqueo pero lo soslayan, o afirman que no se puede hacer nada, ni siquiera tomarlo en cuenta.  Resulta que está muy legislado, así que mejor ni mencionarlo. Como si se tratara de una ley divina entregada por Dios en la zarza ardiente.

Nunca se olvide, toda la estrategia del bloqueo contra Cuba está animada por lo peor de los Estados Unidos. No es Mark Twain, ni Lincoln, ni Emerson ni Whitman. Esta gente de «Cubapa’la calle» está aupada por la patria de Cutting. No es Dios, es Jesse Helms. No hay zarza ardiente hablándole a Moisés; es la cruz encandilada del Ku Klux Klan.

El silencio de varios de los llamados «medios independientes» sobre el peso de las sanciones estadounidenses como causa de los niveles de escasez, «hambre y desesperación» detrás de las protestas es ensordecedor. La ausencia de una mera reflexión sobre documentos desclasificados y disponibles como el memorándum de Lester Mallory, que ilustran el mecanismo cruel, inmoral e ilegal de estimular una rebelión contra el gobierno cubano, a través de un castigo colectivo contra el pueblo cubano, es ilustrativa.

Esas medidas unilaterales coercitivas abarcan hoy incluso al naciente sector privado, semilla de una sociedad económica plural, esperanza de una autonomía que se traduzca un día en un aterrizaje suave para bien de Cuba y Estados Unidos en un sistema de pluralismo político.

La pregunta que estos mercaderes de la supuesta «promoción democrática» eluden responder es cómo serían compatibles la soberanía nacional cubana con la ley Helms-Burton, la legislación norteamericana, por la que reciben su mesada, para promover las protestas, para denunciar al régimen, para decir que las sanciones no son necesarias para entender la actual crisis. Allí empieza el tembeleque: que en Cuba no se debe confundir gobierno con país, ni al partido comunista con la patria; que si la soberanía nacional hoy no puede existir si no es con elecciones multipartidistas para que sea popular y ciudadana; que esas elecciones hay que hacerlas ya bajo el asedio externo sin importar a quién el bloqueo le da ventajas, que es «casualmente» a sus favoritos.

Todas esas frases atildadas evaden una respuesta simple. Tan sencilla a la luz del derecho internacional que los abogados del Departamento de Estado respondieron sin titubear, cuando recomendaron a Bill Clinton y Warren Christopher vetar la ley Helms-Burton. Como anteriormente lo fue la Enmienda Platt, es incompatible con la soberanía cubana, y tiene dimensiones extraterritoriales que incluso la hacen incompatible con la soberanía de terceros Estados.

Se deduce entonces que si usted cobra por esa ley, se gana así el pan que lleva a su casita de emigrado, legitima la acción imperial y actúa contra el derecho a la autodeterminación de su pueblo. En la ética martiana de independencia y república social se cree o no se cree. Si se cree en ella, no se puede traer la democracia ni los derechos humanos del pacto fáustico con el látigo intervencionista, el de la enmienda Platt. Esas metas son incompatibles con lo neocolonial y el protectorado.

Claro que la protesta civil es legítima. Aquí lo que se trata es de canalizarla sin ser carne de cañón de aquellos para los que el bienestar de los cubanos no ha importado ni un minuto. El que empuja no se da golpes.  Es el mismo anticomunismo de guerra fría, antinacionalista y antidemocrático que ha prevalecido en Miami, y que vive orgulloso de su legado macartista, de atentados y persecución contra los que han pensado distinto incluso bajo la primera enmienda de la constitución de Estados Unidos.

No hay ruptura de la nueva hornada de los medios supuestamente independientes, con los sectores intransigentes de derecha. Se denuncia la corrupción, el autoritarismo y el irrespeto a la ley por parte del gobierno cubano los martes y jueves, pero para lo mismo de sus afines en Miami, todo es amor y fraternidad, toda la semana. Si la protesta en Cuba quiere ser civil y patriótica tiene que estar a mil leguas de los viejos y de los nuevos contrarrevolucionarios. Se trata de moverse a un futuro diferente post-revolución, no de retorno al pasado.

El patriotismo no puede ser escudo para la picardía del corrupto y la rigidez ideológica

Aunque las responsabilidades no son equivalentes, porque a Estados Unidos no le corresponde arte ni parte alguna en los destinos de Cuba, y es la potencia mundial más importante en una relación asimétrica, el gobierno cubano y varios de sus diplomáticos y funcionarios han mostrado su propia renuencia a asumir las culpas y hacer las transformaciones que tocan.

Con bloqueo o sin bloqueo, no se entiende la gravedad de la crisis sin el récord bochornoso del mal manejo de la economía y las reformas de los últimos 30 años. La crítica debe ir más allá, porque la soberbia de partido de vanguardia, la intolerancia de los sesgos ideológicos contra quien ha pensado diferente, y la preferencia política por el control, por encima de claras opciones de crecimiento económico, precede a la caída del campo socialista. Aquellos vientos sembraron estas tempestades.

Planteada como un objetivo central de la revolución cubana, nunca se logró la soberanía económica que proponía revertir la dependencia; desde la reforma agraria, la industrialización y la sustitución de importaciones por producciones nacionales, en particular de los alimentos. Hubo importantes avances en sectores de avanzada como la biotecnología y una industria farmacéutica propia, y se dinamizaron aspectos de un estado de bienestar en las áreas de salud, educación y deportes. Sin embargo, de un 60% de importaciones de alimentos, y avances importantes en la producción doméstica de arroz en 1959 —para sustituir su traída desde Luisiana y Arkansas—, hoy los niveles de importación de alimentos rondan el 80% del consumo nacional o más.

Los niveles de consumo alcanzados en Cuba, incluso en los años 1980’s no se sustentaban en un desempeño económico propio. Lo especial no fue el periodo que vino después, sino el tiempo bajo subsidio soviético. Ese apoyo no se usó apropiadamente para ensayar un nuevo sistema. Por el contrario, un shock positivo de ayuda temporal se asumió como permanente y en lugar de invertirlo en una estrategia desarrollista, se optó por aumentar el consumo para afianzar la preferencia comunista por el control político.

Por terrible que fuese la guerra económica, agudizada después de la caída del bloque comunista, no se puede entender el nivel de depauperación que Cuba vive hoy sin la posposición de reformas urgentes, planteadas por economistas —tanto dentro como fuera de las instituciones estatales—, año tras año, y que apuntaban a convertir el país en una economía mixta. Incluso llegado el apoyo de la Venezuela de Chávez, se volvió a perder un tiempo y financiamiento precioso para colocar el país en un nuevo camino de crecimiento, sobre bases sustentables de mercado.  

En lugar de reformar estructuralmente la economía hacia un modelo funcional, el liderazgo de Fidel Castro optó por tratar de reconstruir en todo lo posible el sistema inviable de economía de comando. Bajo un liderazgo sin renovar entonces por casi 50 años, se lanzó la operación Álvaro Reynoso, con la que se desmanteló una parte importante de la industria azucarera, sin lograrse la meta de producir internamente los alimentos que se compraban antes con exportaciones de azúcar. Nadie rindió cuentas.

Cualquiera que fuesen los méritos de la generación histórica de la revolución encabezada por Fidel y Raúl Castro, el diseño de un modelo económico soberano viable no es uno de ellos. La agricultura nacional, piedra angular de la soberanía alimentaria, existe hoy en condiciones históricas de máxima precariedad. La revolución cubana no solo no resolvió los problemas centrales desde la desaceleración de la economía cubana con respecto a los ritmos de crecimiento de la economía mundial, desde los años 20 del siglo pasado, como lo apuntan Bertola y Ocampo en su texto de historia económica de América Latina, sino que agravó los problemas de sostenibilidad.

Diálogo, pluralismo, no violencia y conciliación patriótica

La esperanza de una Cuba mejor no proviene de la polarización, sino del avance que significa el carácter pacífico de la protesta y la sin precedentes disposición de las autoridades cubanas a conversar y buscar entendimientos para desactivar el peligro de una escalada que, más allá de lo local, termine por incendiar la Isla quemando la posibilidad de una transición ordenada con reforma pactada.

Cuba ya ha cumplido su plan de revoluciones. ¿Hasta cuándo los metarrelatos adolescentes sobre conquistar el cielo? De lo que se trata es de iniciar en la visión de Ortega y Gasset una «época plena», de reposo, concordia y virtud para recoger el fruto de tanta era de movimientos.

Ojalá ese diálogo y tolerancia, a los que las autoridades parecen forzadas a regañadientes, comience un proceso de habituación, en el que se normalice la protesta legítima, aquella en la que se optó por la no violencia en la discusión de la diferencia, y hasta se cantó el himno nacional que une, en Bayamo, donde históricamente Perucho Figueredo compuso sus gloriosas notas musicales de «morir por la patria es vivir».

Se rinde honor al sacrificio buscando hoy un compromiso martiano, donde se desactiven las estructuras de hostilidad y sobre la base de una conciliación patriótica, nadie tenga que morir. 

De lo que se trata desde una perspectiva responsable de inspiración martiana —en cuya superioridad ética, repito, se cree o no se cree— es de conciliar conflictos, no de azuzarlos; de poner curas reales donde se asuma a Cuba en toda su complejidad, y profundidad. País plural, diverso, mucho más abierto a la diferencia que en los últimos 60 años, dentro de cotas razonables.

Son legítimos los intereses de cualquier grupo político, siempre que no contradigan el interés público o se conviertan en un obstáculo a un mejor futuro. Esto es válido para la economía con sus precios dictados por la oferta y la demanda, pero también para la política. La experiencia internacional de transiciones a sociedades más abiertas y en alguna medida reconciliadas, aporta un legado de manejo de dilemas en los que el paraíso solo existe para aquellos que estuvieron ya allí. Si no se trata de principios no negociables, que siempre deberían ser pocos, como la soberanía y el culto a la dignidad plena, es mejor terminar a lo Chéjov, con ciertos sabores amargos, que a lo Shakespeare, rodeado de muertos.

Hay alternativas dentro de una economía de mercado, pero no al mercado mismo. Este, en el contexto cubano, debe venir acompañado de un estado empresario, regulador, redistribuidor y desarrollista. Esas funciones, que de por sí son dificilísimas, no pueden ser desempeñadas por un sistema donde la prioridad no es el desarrollo económico y el bienestar, sino la preservación de condiciones favorables al monopolio político del Partido Comunista. A la transición a una economía mixta, imprescindible para derrotar al bloqueo y transmitir señales claras de recuperación, debe acompañar la promesa de que una vez que existan condiciones normales, Cuba se moverá a un espacio de pluralismo político.

Pero primero lo primero. Hoy el patriotismo, que habita tanto en el gobierno como en los que simpatizamos con otras matrices ideológicas, tiene el deber de manejar con tino y responsabilidad la ola de protestas que si no cesan sus causas, va a continuar. Por cierto, lo extraño es que haya tardado tanto la normalización de la protesta. Abra un periódico de cualquier país, y en la mayoría, hay y debería haber protesta pública. Lo importante es canalizar la protesta dentro de lo no violento, ampliando lo institucional desde la afinidad. Así se cerrará el camino a alternativas fuera de la cultura patriótica.

El gobierno es el primer interesado en que al frente de las protestas, entre sus interlocutores, haya manifestantes honrados, patriotas, capaces y leales a la soberanía del país. Es un reto pero también una oportunidad para que todos los sectores responsables distingan entre la oposición o disidencia leal al país y la apostasía. El diálogo, que es una urgencia política, debe partir del reconocimiento de las diferencias pero también de la comunidad en la defensa del sueño martiano de una república independiente, con tanta justicia social como sea sostenible, abierta al cambio económico y la promesa del pluralismo.

23 COMENTARIOS

  1. Este artículo da en el clavo, en el medio, en el meollo. Muy bueno. Solo les pido corrijan sarsa… pues lo ortográficamente correcto es zarza… o quizás salsa, si el autor pretendía un guiño a nuestro cubanismo sentido del ritmo (que hasta a paso de conga protestamos).

  2. Aunque reconozco que por lo regular tengo sustanciales diferencias con sus opiniones, sobre todo cuando insiste en tomar como valido la imposición de un Partido Comunista Único y Plenipotenciario en la ecuación política presente y futura de la sociedad Cubana, ayer le escuche decir creo en su propio canal de youtube que “la Continuidad” había dejado de ser un camino viable para la Cuba actual ante los retos y la extremada fragilidad política y económica que han llevado a la calle a miles de Cubanos como primera, pero solo primer grito de “Corriente y Comida”. Honestamente considero que usted persiste erróneamente un principio de prioridad cuando usted termina esta entrada suya de esta manera.

    “El diálogo, que es una urgencia política, debe partir del reconocimiento de las diferencias pero también de la comunidad en la defensa del sueño martiano de una república independiente, con tanta justicia social como sea sostenible, abierta al cambio económico y la promesa del pluralismo.”

    Para mi solo con el pluralismo, y no como promesa, sino como primer paso a la hora de lograr la Cuba futura, la inclusión del arcoíris de pensamiento YA en el debate político, la participación política y la búsqueda de los caminos diferentes como única salida a una Cuba que muy bien como usted advierte.

    “Si no se trata de principios no negociables, que siempre deberían ser pocos, como la soberanía y el culto a la dignidad plena, es mejor terminar a lo Chéjov, con ciertos sabores amargos, que a lo Shakespeare, rodeado de muertos.”

    Cuídense todos y busquemos a futuro pienso yo, más los puntos de coincidencia que las divergencias de todos, que creo es la única manera que nos pudiésemos enfocar en sacar a Cuba del reto a futuro que veo en los próximos años.

  3. Traer el bloqueo y relacionarlo como una de las causas de las actuales manifestaciones de protesta en Cuba, es querer justificar la culpa que tiene el sistema económico impuesto por el gobierno cubano. El bloqueo solo puede ser cambiado por la aprobación del Congreso de los EEUU y para someterlo a discusión primero Cuba deberá someterse a elecciones libres. Por tanto hablar de la posibilidad de negociar es imposible. Se negocia cuando las partes están dispuestos a ceder en algo y los gobernantes actuales prefieren mantener su » dignidad y honor» legado del comandante,que hoy día se traduce en tozudez, intransigencia y falta de sensibilidad humana. Cuando el honor se corroe por la corrupción, y se trata de justificar lo injustificable. Cuando no se quieren aceptar las opiniones de la mayoría y se reprime a todo el que piense y se exprese en contra, suceden estas manifestaciones que no son más que el sentir de todo un pueblo que sufre y padece, lo que no sufren los gobernantes y la nueva casta militar que dirige la economía cubana a su antojo.
    El bloqueo ha sido la mejor justificación para escudarse y esconder la ineficiencia y la mala gestión económica del gobierno. Las nuevas oleadas de manifestaciones no han encontrado la magnitud de la represión aplicada en oleadas anteriores. Ahora el gobierno pretende aplicar otro método, quizás utilizar la protesta imparable del pueblo, para justificar las sustituciones que iniciaron semanas atrás con la sustitución de varios ministros y seguir hasta el nivel más alto del gobierno y el Estado. Ahora los «chivos expiatorio » salvarán la situación para dar una imagen favorable cambiando a personas pero sin cambiar la causa fundamental (el sistema político y económico imperante). Esta es la misma receta aplicada con la Perestroika o lo que otros han denominado » cambio fraude». Vivir para ver.

    • El mencionado memorando de Mallory, expresión teórica del bloqueo, comienza diciendo «la mayoría de los cubanos apoya a Castro». Obviar eso para aducir que «Cuando no se quieren aceptar las opiniones de la mayoría y se reprime a todo el que piense y se exprese en contra, suceden estas manifestaciones…» es un contrasentido, o es que sencillamente se asume como natural que el gobierno norteamericano ejerza el derecho de aplastar al pueblo cubano, por pensar en contra. Por muchos años -demasiados- el bloqueo ha sido un arma para aplastar a un pueblo cuya mayoría ha apoyado al gobierno, y revertir esa proporción de apoyo por la fuerza. Peor aún hablar luego de sensibilidad, ignorando al mismo tiempo el bloqueo. El que les haya tomado 65 años para lograr que parte de ese pueblo caiga en el «hambre y la desesperación» es testimonio de lo brutal y genocida que ha sido esa política, aplicada a una nación que con apoyo de la mayoría de su población ha buscado un camino diferente. Me quedo con el análisis mesurado y balanceado de Arturo.

  4. Lo que el autor propone es una vía hacia la transición pacífica. Eso no lo aceptan los revolucionarios cubanos que no quieren transición ni los contrarrevolucionarios que quieren ver correr la sangre de sus adversarios. No veo cómo lograr lo que propone el autor. Añado que se habla solo de bloqueo, pero la política hostil hacia Cuba incluye además campaña de descrédito y subversión. La combinación de todo eso es lo que nos ha llevado a esta situación. La solución es que EE.UU. deje a Cuba y los cubanos vivir en paz, y que los incitadores se busquen otra forma de ganarse la vida.

  5. Un análisis académico bien profundo con un sentido práctico muy objetivo. El sr.Arturo es un conocedor del tema Cubano como muy pocos politólogos.

  6. excelente articulo, balanceado en el análisis, nos llena de dolor el tiempo perdido, indigna la sin respuesta y falta de resultados de la autoridades en estos años, tanto como el bloqueo/embargo, a todos los patriotas, con dolor se observa que esta literalmente «quebrada» nuestra tierra, sin atisbo alguno de como salir de ello en las líneas actuales y sin una lectura adecuada de a donde nos llevo el agua pasada y del funcionamiento económico y dinámico del mundo actual, no hay oportunidad de reconstruir y aunar a los patriotas en esa causa, lamentablemente el embargo incongruente va seguir existiendo desde las entrañas de los rabiosos recalcitrantes que aún niegan sus efectos, pero no hay envión desde adentro, ni parece que lo fuéramos a tener, el sacrificio a hacer para muchos, parece ser, ver la patria desangrarse de sus Jovenesy ya no tanto, emigrando como válvula de escape, sin invitar a los cambios reales que desde hace tiempo están sobre la mesa.

  7. excelente articulo, balanceado en el análisis, nos llena de dolor el tiempo perdido, indigna la sin respuesta y falta de resultados de la autoridades en estos años, tanto como el bloqueo/embargo, a todos los patriotas, con dolor se observa que esta literalmente «quebrada» nuestra tierra, sin atisbo alguno de como salir de ello en las líneas actuales y sin una lectura adecuada de a donde nos llevo el agua pasada y del funcionamiento económico y dinámico del mundo actual, no hay oportunidad de reconstruir y aunar a los patriotas en esa causa, lamentablemente el embargo incongruente va seguir existiendo desde las entrañas de los rabiosos recalcitrantes que aún niegan sus efectos, pero no hay envión desde adentro, ni parece que lo fuéramos a tener, el sacrificio a hacer para muchos, parece ser, ver la patria desangrarse de sus jovenes y ya no tanto, emigrando como válvula de escape, sin invitar a los cambios reales que desde hace tiempo están sobre la mesa.

  8. HABLAMO DE CUBA COMO UN PAIS PEQUEÑO Y SIN RECURSO Y NOS OLVIDAMOS DE QUE CUBA ESTA EN EL LUGAR 28 DE TIERRA PER CAPITE DE MAS DE 150 PAISES ,TENEMOS LA 4TA O 3ER MAYOR RESERVA MINERAL DE NIQUEL Y COBALTO SIN CONTAR EL POTENCIAL TURISTICO DE ESTA ISLA , OJALA ALGUN DIRIGENTE SE PREOCUPE DE VERDAD DE ESTA ISLA

  9. El bloqueo ha sido el pretexto perfecto en manos da la «REVOLICION»para justificar su incompetencia.El socialismo es in sistema fallido y aùn,despuès de màs de 60 años de falimentos,no acaban de reconocerlo.

  10. Estimado amigo, el hambre y la desesperación es solo la consecuencia. Pensemos y hablemos de la causa, que no es del bloqueo sino del sistema socialista que pretenden sostener a pesar de que, está demostrado que es un fracaso. Quiere más pruebas que el fracaso de la ex unión soviética y los antiguos países socialistas, o el fracaso de la economía Venezolana, ninguno víctimas del bloqueo que Cuba esgrime como pretexto.

  11. López-Levy ha escrito un magnífico artículo y es bueno que saque a colación el tema del embargo estadounidense, una medida ciertamente inhumana y que atenta contra la soberanía nacional cubana por lo que yo lo he criticado fuertemente, pero sobre todo porque en el fondo ha beneficiado a la dirigencia cubana por haberle servido como coartada para justificar todo el desastre económico del país y la represión contra los que dentro de Cuba han criticado la política gubernamental cubana, sin olvidar que igualmente le ha procurado el apoyo de gran parte de la opinión pública internacional. Y justamente ese es para mí el elemento discordante con este artículo, porque equipara en paridad el efecto del embargo con los estragos enormes que ha provocado la administración cubana: disminuir la responsabilidad de ese régimen en la tragedia del pueblo cubano.

  12. Es fácil enjuiciar desde otra posición, quisiera saber que país con una guerra económica tan brutal durante tantos años,hubiera hecho algo mejor .En Cuba,se ha hecho lo que los gobernantes cínicos le han dejado hacer.Siguen con la matraca del pluralismo político, quisiera saber cuanto ha resuelto en los demás países que no tienen bloqueo y están peor que Cuba.

  13. No se puede tapar la verdad, porque es muy visible; en las protestas sociales que vienen ocurriendo desde 2021, los miles de participantes no pertenecen generalmente a los que mejor viven en Cuba, han estado protagonizadas por los que más sufren las penurias económicas: los vulnerables de la sociedad; no son delincuentes, ni trabajan para agentes extranjeros, aunque se les haya tratado de etiquetar de esa manera. Llama la atención que nunca, en ninguna de estas protestas sociales en las demandas enunciadas en carteles, gritos individuales y colectivos, congas, se mencione el “bloqueo yanqui” como causante de las desgracias del cubano. Así mismo sucede con las expresiones de desespero de la población cada vez más públicas, generales y en todo escenario al referirse a la miseria, grado de abandono en que se encuentra el pueblo y la corrupción institucionalizada del gobierno. No, en ninguna plaza donde se expresa el cubano de a pie, culpa al “conveniente bloqueo” de la miseria en que se encuentra. Culpa única y exclusivamente al gobierno ineficiente, acomodado y demagogo que tenemos, incapaz de plantearse medidas funcionales porque siempre ha gobernado “con el oído cada vez más alejado de la tierra”

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Arturo López-Levy
Arturo López-Levy
Politólogo y economista que se especializa en política internacional, política comparada y desarrollo económico. Su agenda de investigación se centra en Cuba, América Latina y el papel de Estados Unidos en los asuntos mundiales

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