Lección histórica para un despertar cívico

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«Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo».

Tesis 11 de Marx sobre Feuerbach

***

«Existen en los procesos históricos extrañas recurrencias cronológicas. Ciclos que asombran por sus similares duraciones. Especie de números mágicos que dividen las estructuras temporales». Vuelvo a usar el preámbulo de mi artículo «El gran círculo» para analizar el significado simbólico del siglo transcurrido desde 1923 hasta hoy. La historiografía cubana lo denominó por mucho tiempo el año del «despertar de nuestra conciencia nacional». Juan Marinello por su parte, designó como «década crítica» al período comprendido entre 1923-1933. Pero ¿qué hizo tan especial aquel momento y cuáles son las lecciones que puede ofrecer a la ciudadanía actual?

-I-

En 1921 empezaba una enorme crisis económica y social, bautizada por la historiografía como «época de las vacas flacas». Los bancos cubanos y españoles cayeron en bancarrota debido al desplome de los precios del azúcar desde el año anterior, y se produjo el control definitivo de las finanzas por parte de compañías norteamericanas. Fue además un período de desplazamiento de la riqueza nacional a manos foráneas, apenas un lustro después «once compañías extranjeras poseían la mitad de la tierra laborable de Cuba (…)».1 

Aquella república de las primeras décadas había replicado condiciones y mecanismos de subordinación propios de la vieja oligarquía, patriarcal y decimonónica, que mantenían a muchos sectores apartados de la política. Las mujeres no tenían derecho al voto, los campesinos por lo general no eran dueños de las tierras que trabajaban, las personas negras eran preteridas en casi todos los campos sociales, los obreros y las clases trabajadoras eran explotados sin apenas derechos laborales.

Sin embargo, la terrible crisis económica en poco tiempo se tornó política. Especialmente en 1923 aconteció un significativo auge del quehacer popular, un ascenso de la conciencia democrática y de la oposición. Acciones intelectuales, huelgas obreras, movimientos de reivindicación femenina, creación de organizaciones estudiantiles, obreras y políticas que demandaban urgentes transformaciones, fueron síntomas inequívocos de una inconformidad creciente.2  

Un axioma político asevera que una crisis no es tal hasta que los actores sociales toman conciencia de ella. Ese fue el año en que tal cosa ocurrió en Cuba. Ayudó a eso la actitud del gobierno de Alfredo Zayas, muy corrupto y subordinado a los intereses norteamericanos pero poco inclinado a la represión.

Hasta ese momento los revolucionarios del 95 habían detentado sin competidores el poder político y simbólico. Su retórica, que apelaba al «honor nacional» y «la dignidad patria», se sustentaba en la consigna: «contra la injerencia extraña, la virtud doméstica». En esencia, pedían a la sociedad evitar enfrentamientos y rencillas políticas internas para no dar motivos interventores a la vecina potencia imperialista.

En su brillante ensayo Cuba 1900-1928. La República dividida contra sí misma, de 1976, Joel James denominó «ascendencia mágica» a la influencia que ejercía sobre la política cubana aquella generación de antiguos revolucionarios devenida clase política; muchos de ellos convertidos en demagogos y vinculados por redes de clientelismo y corrupción. No obstante, dicha influencia estaba llegando a su fin; estaba a punto de concluir el «monopolio político del mambisado».3  

Un hecho que evidenció nítidamente la fractura entre los viejos patriotas y la juventud intelectual ocurrió el 18 de marzo de 1923 y se conoce como «Protesta de los Trece». El instante en que el jovencito Rubén Martínez Villena, a nombre de quince compañeros presentes —de los cuales solo trece suscribirían el documento redactado a posteriori— interrumpía un acto oficial del Club Femenino de Cuba que homenajeaba a la educadora uruguaya Paulina Luissi, para interpelar a un ministro corrupto y retirarse del hemiciclo de la Academia de Ciencias, se convirtió en un hito de nuestra historia.

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Rubén Martínez Villena

Su intimación al funcionario pudiera parecer poco heroica desde una perspectiva actual, pero hay que reconocer el valor cívico de aquellos jóvenes, casi todos poetas, cuya incipiente obra tenía los avejentados ecos del modernismo; era una poesía quejumbrosa, ensimismada y ascética, a veces patriótica pero de alejamiento social. Al retirarse de aquel salón de actos rompían con la costumbre de agradecimiento sin límites a la historia política de los mambises convertidos en políticos republicanos, tradición recibida en su seno familiar, en sus escuelas y a través de los medios.

Para Juan Marinello (uno de los protestantes) aquel fue el «bautismo de dignidad» de su generación. A partir de entonces se irían desmarcando, paulatina pero decididamente, del modo de hacer política de sus predecesores y buscando un cauce propio. Jamás volvieron a ser continuidad. De las continuidades no nacen generaciones políticas. Cuatro años más tarde el monopolio político de los patricios independentistas entraría en una crisis definitiva con el anuncio de la prórroga de poderes por Gerardo Machado.

En el programa televisivo La Pupila Asombrada dedicado a la Protesta de los Trece que se trasmitió el pasado jueves, Iroel Sánchez utilizó la frase «punto de inflexión» para explicar que aquella no solo fue una protesta cívica contra un acto de corrupción, sino que implicó asimismo una condena al imperialismo. No mintió al decir eso, en pocos años tanto Villena como Marinello y otros intelectuales serían consecuentes opositores al imperialismo.

Ocurre que dijo apenas una parte de la verdad: sí fue un punto de inflexión en aquel momento, pero sobre todo respecto al modo en que la joven intelectualidad se separó de la clase política que se presentaba como revolucionaria y ya había dejado de serlo; atenta solo a sus intereses personales, era un grupo de poder que se representaba a sí mismo.

A partir de entonces la sociedad civil eclosionó en un espectro de tendencias políticas diversas que influirían en el proceso revolucionario de los años treinta. Y aunque en el referido programa el estribillo de una canción afirmaba: se fue a bolina el 33, hay que hacer justicia a un proceso que contribuyó a refundar la política nacional. Efectivamente, la institucionalidad y la normativa generadas en los años treinta permitieron que amplios sectores de las clases medias y de los trabajadores ejercieran protagonismo social y crearan organizaciones que tendrían mucha fuerza dentro de la reconformación del Estado.

Aun cuando las claves de la economía, muy susceptible a directivas norteamericanas, no estaban en manos de la nación, y a pesar de marcados contrastes y diferencias en las formas de vida de los cubanos; en esa etapa se legisló sobre cuestiones sociales, laborales y económicas como nunca antes se había hecho. Incluso, la propia Constitución del 40 fue derivada de aquel período.

Una acción política pacífica, como fue la Protesta de los Trece, ayudó a la toma de conciencia cívica y a la expansión de la sociedad civil republicana generando una onda de participación.

-II-

Cien años después, tras una revolución socialista con más de sesenta a su haber, la crisis económica estructural, de vieja data, se evidenció asimismo como crisis general, de carácter social, político y simbólico. El estallido del 11-J de 2021 fue consecuencia de décadas de malas decisiones administrativas, erradas políticas públicas, recorte de gastos sociales, debilitamiento de la justicia social e incompetencia y arrogancia de una clase política caracterizada por su falta de conexión con la ciudadanía, tanto en su forma de vida privada como en su discurso y su proyección.

Es cierto que los catalizadores inmediatos fueron la Tarea Ordenamiento —mal diseñada y aplicada en pleno auge de la pandemia—, la falta de alimentos y medicinas, los desgastantes cortes de electricidad y el aumento de la hostilidad norteamericana durante el gobierno de Donald Trump. No obstante, los factores reales de la crisis cubana están en el desgaste del modelo de socialismo burocrático debido a la misma contradicción irreconciliable que hizo fracasar a sus similares europeos.

Como afirmé en un artículo de hace años:

«En Cuba se manifiesta un estancamiento de las fuerzas productivas, reprimidas por relaciones de producción que se deciden a nivel político, por ello, sin cambios en esa esfera no avanzaremos. El marxismo considera como una ley la correspondencia entre las relaciones de producción y el carácter de las fuerzas productivas, pues cuando no se manifiesta tal correspondencia, se abre un camino que puede determinar la transición de un régimen social a otro.

En la economía cubana nada es verdaderamente lo que parece. Las relaciones de propiedad, núcleo de las relaciones de producción, se manifiestan como una mistificación de la realidad: la propiedad socialista no es verdaderamente social, ya que ha sido suplantada por una propiedad estatalizada que escapa al control de los trabajadores; y la propiedad privada —reconocida en esta constitución— no es suficientemente privada, dados los excesivos obstáculos con que la rodean las determinaciones políticas. La propiedad cooperativa no despliega sus alas a pesar de todas las declaraciones y lineamientos que en el mundo son.

Este no ser realmente lo que se pretende nos ha llevado a un punto de inmovilidad (…)».

Miles de personas salieron a las calles ese día. Casi mil están en prisión aún, muchas de ellas acusadas injustamente de sedición. Aunque la Constitución refrenda el derecho a manifestación, asociación y libertad de expresión, se cumplirán muy pronto cuatro años de su entrada en vigor y todavía esos derechos no han sido habilitados por una legislación complementaria. En resumen: tenemos derechos y no los podemos ejercer. Eso es algo que la ciudadanía debe proponerse revertir.

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Represión en La Habana contra protestantes el 11 de julio de 2021. (Foto: Reuters)

Y todavía el Partido único no ha hecho un análisis político público de la situación. La manera de conducirse por parte del gobierno desde ese momento ha sido superficial, pues no se enfoca en atender las causas de la crisis general, sino en paliar ciertos efectos circunstanciales. Tampoco abrió canales de comunicación horizontales con una ciudadanía que puede interpelarlo abiertamente debido al incremento del acceso a Internet y las redes sociales. Cada vez es más clara la oposición entre el discurso político, francamente demagógico, y la realidad cotidiana que vivimos.

La narrativa oficial sostenida —una conspiración financiada desde el exterior para derrotar al gobierno—  ha quedado en entredicho. Por un lado, ante la falta de pruebas concretas; por la otra, ya que la constante referencia mediática a la presencia del presidente de la república y otros dirigentes en barriadas pobres, indica que se supo apreciar muy bien —aun cuando no se reconozca en su verdadera dimensión—, que el abandono, la vulnerabilidad extrema y la falta de participación, fueron componentes clave del descontento.   

Las acciones gubernamentales se caracterizan por su tónica asistencialista y populista, pero sabemos bien que el asistencialismo es una ruta ficticia y por lo general poco duradera.  La demagogia y las promesas se han incrementado ante las próximas elecciones, proceso ritual en que la clase política que nos dirige se clona dentro de las listas de candidatos a diputados a la Asamblea Nacional.

Mientras ello ocurre, la ciudadanía, impedida de articularse, no tiene posibilidades reales de encontrar una solución mediante el diálogo nacional que la haga participante activa en la vida política, lo cual sería totalmente coherente en un sistema que se autodefine socialista. Aunque la idea del diálogo es aceptada por una parte de las cubanas y cubanos, el gobierno no indica que tenga interés alguno en él.

Por su parte un sector de la oposición extremista, que no me parece mayoritaria al interior del país, no la admite bajo el argumento de que «no se dialoga con una dictadura».

En mi artículo «Cuba: dialogar o no dialogar, he ahí el dilema», expliqué mi posición al respecto al reconocer en el gobierno un interlocutor válido por las razones siguientes:

1. Porque no ha sido derrotado y tiene al ejército a su favor.

2. Porque, aun con las falencias del sistema electoral, fue instituido por vías constitucionales.

3. Porque en Cuba no existen condiciones para un levantamiento armado popular, para empezar, el uso de armas es ilegal.

4. Porque gran parte de la sociedad civil desea cambios pero no admite la violencia como medio de lograrlos.  

5. Porque una guerra civil es algo que debe evitar cualquier sociedad siempre que sea posible.     

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(Foto: Maisel López/Sputnik)

No obstante, es obvio que se requiera la anuencia del gobierno para que sea viable la celebración de un diálogo nacional. Esta pudiera ser una propuesta de la sociedad civil, desde abajo, hecha al gobierno y aceptada por este; porque es claro que el propio gobierno no indica su interés en dialogar. Todo lo contrario, está apostando sus energías a las próximas elecciones, y ya sabemos el resultado de ello.

En estos momentos se acumula —y no sólo proveniente de los años de pandemia— una enorme deuda de pobreza. Incluso, hay sectores sociales que viven en pobreza extrema, como los jubilados y pensionados, que prácticamente no tienen cómo sostenerse.

Creo necesario que la ciudadanía, excluida por décadas de la política, empiece a actuar políticamente. Pero la política tendrá que dejar de ofrecer «la injuria como razonamiento», parafraseando a Gastón Baquero. Debemos levantar nuestra voz y presionar pacíficamente desde abajo para ser escuchados. Hay que sustituir los gritos y las ofensas por argumentos profundos. Y en eso la intelectualidad debe ayudar. No porque sea superior a otros sectores sociales, sino porque están mejor preparados para exponer las ideas.

Entre nosotros el intelectual fue dejando de ser político y, desgraciadamente, el político dejó de ser intelectual y se fue consolidando como una clase burocrática, instruida pero no calificada ni para improvisar un discurso. La dualidad del intelectual-político se fragmentó en los modelos de socialismo burocrático, pues se le exigió al sector una lealtad monolítica, que fue debilitando el ejercicio del pensamiento crítico. Los intelectuales hemos permitido que esto ocurra por dos razones: acatamiento acrítico o conveniencias personales. Dejamos de ser políticos y tenemos que recuperar esa función.

La actitud de la intelectualidad republicana puede ser una lección histórica al paso de un siglo.

***

1 Ramiro Guerra: Revista de Avance año I, t II, no. 16, 30 de noviembre de 1927, p. 87.

2 Hay que apuntar que entre los estudiantes de la Universidad de La Habana, desde fines de 1922 se había producido la fundación de la FEU, inicio de la reforma universitaria que también en 1923 se radicalizaría.

3 «Al desembridarse de la guía de los viejos caudillos, rechazar la instrumentación por la cual esta se realizaba y romper con la ascendencia mágica de unos y otros sobre la política cubana, los hombres del 25 están cometiendo el acto de toma de conciencia, reafirmación propia y definición de posibilidades y deberes más importantes en toda nuestra historia republicana». Joel James Figarola: Cuba 1900-1928. La República dividida contra sí misma, Arte y Literatura, La Habana, 1976, p. 265. 

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27 COMENTARIOS

  1. Excelente reflexión…Hay que sustituir los gritos y las ofensas por argumentos profundos. Y en eso la intelectualidad debe ayudar… He ahí donde veo el gran reto, la intelectualidad bien preparada que tenemos, la veo muy «dormida»

  2. Su descripción y razonamiento de los llamados ciclos históricos de la historia de Cuba demuestran cuán profundo conocimiento y estudios excelentemente aprovechados usted tiene, mis respetos y hasta un poco de envidia sana por su capacidad mostrada de reiteradamente presagiar futuro mirando pasado,

    «La historia se repite, primero como tragedia y después como farsa» dijo Karl Mark, esperemos que dure el menor tiempo posible está segunda fase por qué Cuba y sus gente sufre y padece en demasía.

    Hay una frase famosa de Steve Jobs, ese empresario y visionario de nuestra generación que ilustra cómo creo poco la situación de la Cuba de hoy.

    «Durante los últimos 33 años, me he mirado al espejo todas las mañanas y me he preguntado: “Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?”. Si la respuesta era “no” durante varios días seguidos, entonces sabía que tenía que cambiar algo»

    Cuántos meses todos nos hemos respondido negativamente en el pasado presente al levantarnos, y hemos de seguir «dándole a la bicicleta», por cuánto tiempo más?. Considero que en esta idea suya escrita de hoy está la clave de cambiar algo definitivamente.

    «Creo necesario que la ciudadanía, excluida por décadas de la política, empiece a actuar políticamente. Pero la política tendrá que dejar de ofrecer «la injuria como razonamiento»»

    Más que necesario, es decisivo e impostergable para lograr esa Cuba futura de todos y para el bien de todos que vendrá al terminar la farsa presente.

    Buen fin de semana para todos.

  3. Bueno,en realidad,no estoy siempre de acuerdo con la Profesora,pero en general,no creo que estae mal encaminada…pero la historia,si se interpreta como yo creo,dic,con respectoa nuestro Pais : mientras cuba vivio en un estado de derecho,con una sociedad civil fuerte,aunque no fue algo perfecto e idilico,cuba se fue modernizando,pero,al tomar el poder la Banda de los cuatro,dirigida por el Ego en Jefe,se acabo la republica imperfecta,pero surgio el etado totalitario y ahora,se paro la modernidad,reina el Dogma,la fuerza y …tendremos,Profesora ,que esperar por nuestro Gorbachov y para mi,que vivo otra realidad,no hay apuro,pero para ustedes,creo es dura la realidad.Como decia la pelicula ; «Moscu no cree en lagrimas»
    Nota :mi principal desacuerdo con la Profesora es en que ,para mi,el gobierno de Cuba es el de una dictadura totaltaria de facto,producto de un golpe de estado y por lo tanto,nada constitucinal.La soberania popular esta secuestrada y no tiene poder de expresion.

  4. Siempre que escribe la Doctora Alina me deja pensando, sinceramente, pero no lo puedo evitar. Mi pregunta es la siguiente: ¿ Que hacer?
    ¿ Qué debe de hacer el soberano pueblo
    para despojarse del yugo que lo oprime ?
    Creo que de la destrucción de Cuba, todos, de una manera u otra hemos sido culpables, pero la balanza recae en los intelectuales por su poder en la pluma. Sabemos las consecuencias que se derivan de nadar contra la corriente en un país donde al gobierno no se puede tocar mi con el pétalo de una rosa y el que lo ha hecho a tenido que sufrir las consecuencias. Desde mi punto de vista se
    necesitan más intelectuales que afronten las consecuencias, sería un buen ejemplo para la clase proletaria hoy sin guía y protección
    ¿ Que hacer Alina, que hacer ?
    Mis respetos hacia ti, estimada Alina. Saludos.

      • Taran, no le contesto, porque usted sabe lo que pienso, no de usted, sinó de sus ideas.

    • Todo lo dirigible sobre suelo cubano lo hace el apartido, el ejército, las instituciones, la prensa y las organizaciones de masas. Cuánto pagas por lo que comes lo decide el partido que también decide los salarios.
      Las convocatorias populares realizadas por el partido es el empeño de mostrar al mundo las simpatías y apoyo de las mayorías, ahí y no en otro momento ni por otros motivos es necesaria la participación popular de los más ninguneados en esta historia que allá vamos en dóciles rebaños a defender la patria la revolución y el socialismo. ¡pa lo que sea! y allá vamos, da igual lo que pagues por lo que comes y cobres por lo que trabajas
      Mi sapiencia de vieja me dice que el corojo se va romper ahí mismitico en el seno del poder y no por problemas concernientes a Cuba y a los cubanos, va suceder por puros celos de alguien ofendido por un chalet mas grande que otro, o celos de mujercitas queriendo robar cámara y coger las riendas donde ya están cogidas desde mucho antes, o por nietos o hijos despistados en busca de protagonismo donde ya hay otros establecidos con mas pedigrí Por ahí va a venir la cosa.
      Ahora la convocatoria es por el team asere. Y allá van los agradecidos por las pantallas en los estadios las gorritas, pulovitos y las pipas de cerveza que trae la felicidad.
      ¡Coge el trillo Venao!

      • Este tipo de artículos me genera un torrente de ideas. Gracias Alina por la exhortación. Desde hace años pienso que el futuro de Cuba dependerá de la actitud de los intelectuales y/o de la postura de los militares. Promovamos espacios de debate cívico, la política es intrínseca al pueblo, no espacio exclusivo de militantes aprobados, porque hasta a los defenestrados se les descalifica, se les niega un derecho de expresión.

  5. Un magistral texto, profesora Alina. Creo que de la historia todos podemos aprender lecciones, y comprobar cómo en la República el civismo y la conciencia nacional fueron pieza determinante en muchos de los procesos políticos de aquella intelectualidad comprometida con su nación y con el bien de su pueblo. Como dice usted, tenemos que recuperar eso, Cuba está viviendo un nuevo momento histórico, en el que resulta imprescindible una estrategia consensuada que sea clara en sus objetivos y en la visión a largo plazo. En medio de la debacle nacional y del circo de payasos que tenemos por gobierno, la actitud no puede ser más de complicidad o acriticismo. La ideología no puede cegarnos una vez más, sobre todo si tenemos en cuenta que la realidad no se puede confundir con las demagógicas y engañosas palabras de los personeros de la tiranía. Precisamos audacia, acción, inteligencia, para salvar a Cuba del oprobioso destino que le espera bajo esta banda de corruptos e incapaces, que han provocado el mayor éxodo de la historia de Cuba, y se aprestan a dejar a los cubanos endeudados con medio mundo, además de haber devastado la nación.

  6. “……tanto va el cántaro a la fuente hasta que se rompe”.Doctora que estos tiempos y lugares su sola mención de la “opinion” de Juan Marinello “ seudo intelectual” agente sovietico en el primer intento fallido de comunizar a Cuba en los años 20…..ministro batistiano en los años 30.,.,agente subversivo durante la redacción de la Constitución de 1940 e históricamente comprobado obstruccionándote la lucha contra Batista en los años 50 del siglo pasado lo DESCUALIFICA como fuente de referencia de su descabellado articulo

    • Yo no veo el hacer de Marinello en la Republica como lo presenta usted. Me parece subjetiva su opinión, y aunque parece aportar verdades y hechos, estos son tratados con carencia dialéctica. Los años 20 y 30 son de incalculable valor en la historia de Cuba. Poco estudiados y poco mencionados luego de 1959, son obligado referente social para todos los que deseamos salir del hueco en que nos ha metido el nihilismo castrista.

      • Estimada Sonia: lamento discrepar…., Marínelo marxista burgués y batistiano es el mejor ejemplo de los rastrojos de los que se nutrió la difunda ROBOLUCION cubana..,,lo demás queda como jaqueca y resultado final de una borrachera de la que estamos saliendo poco a poco…..el castrismo se traicionó a él mismo y Fidel como el flautista de Amelin arrastró y embarró de “caca” a todos, incluido el sr. Marinello que en su senilidad se vendió por”un plato de chicharos(no lentejas)

      • Mi saludo.
        Seguimos discrepando. En lo de Marinello. Y en su valoración de las ideas expuestas por Alina. Descabellado es restringir la expresión a un postulado único. Es posible que en los pensadores del pasado hallemos respuesta y soluciones a un problema actual. Lo realmente imposible es medir la sociedad actual y sus problemas con la misma vara. Marx y Engels dejaron un legado importante, como también lo dejó Espinosa desde otra óptica, y más atrás, mucho más, Heráclito y su discípulo moderno, Hegel.
        Pluralidad, sentido histórico, conocimientos socioeconómicos, pasión y entrega. Cuba lo merece!

      • Usted Alina, encarna aquello que debió ser la mujer y el hombre nuevo; capaces de ver, discernir, explicar, tener una opinión y defenderla objetiva y orgullosamente, ya quisiera yo en mi país soñado tenerle de presidente. Mis absolutos respetos y desprecios por quienes intentan silenciar sus opiniones.
        Mis respetos.

  7. Un artículo tan lúcido como valiente, de los que prestigia este blogg. Una intelectual a la altura de lo que exige nuestra nación, que ofrece su obra y su pensamiento en pos de su ciudadanía, porque es imprescindible la acción de todos para que la exigencia por nuestros derechos pueda alcanzarse.

    Debemos admitir que aunque la legitimidad del poder es cuestionable, por la manera en que institucionaliza y gestiona el poder, lo que más le deshonra es la soberbia y el desprecio a toda idea opositora y eso es lo que desestimula cualquier intento de diálogo auténtico con esa dictadura. Ojalá fuera posible para evitar que la violencia sea la eterna partera de nuestra historia.

  8. Patetico que la Dra. Alina ponga a estas alturas del juego político las opiniones de un personaje tan funesto y desprestigiado en la historia cubana del sigloXX a l agente sovietico Juan Marinellocambia casacas y batistiano irrepento…..,solo mencionar a este sujeto,en mi opinión personal, INVALIDA el artículo como fuente referencial…,a otros con ese cuento

  9. Solo para dar las gracias a la profe Alina; en cada uno de sus artículos hace que cada vez se quiera seguir leyendo y leyendo. Por desgracia a los cubanos nos mutilaron en los últimos 60 años cualidades como la dignidad y la valentía; pocos pueblos en este mundo aguantan vivir amordazados y con la cabeza baja como el nuestro. Duele decirlo, pero es así. Puede que exista un grupo de intelectuales con ideas como las que necesita Cuba hoy, pero aún falta unirse como lo hicieron aquellos trece de la famosa protesta.
    No sé, realmente no sé qué tendría que pasar para que por fin se alcen a coro las voces que necesita Cuba.

  10. Concuerdo con el excelente texto y razonamiento totalmente fundamentado de la profesora Alina.
    Sin embargo, con respecto al qué hacer y qué esperar, desde hace tiempo me ronda el pensamiento una frase expresada por F. Engels en su obra «Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana» sobre la composición de fuerzas sociales empleando un símil matemático al decir que esas fuerzas sociales son como vectores creando una suma o composición vectorial, en la cual, la resultante generalmente tiene una magnitud, una dirección y un sentido que no se corresponde con ninguna de los vectores (fuerzas sociales) que componen el cuadro de esas fuerzas.
    De ese razonamiento de Engels -muy acertado, a mi juicio, por cierto – se resultados desprende que el resultado de las fuerzas sociales en la lucha hoy por Cuba, es incierto, pudiendo llegar, en caso extremo, hasta la guerra civil que sería aprovechada inmediatamente por los EEUU y los acólitos de la Unión Europea – si la correlación de fuerzas internacionales se lo permiten- para una intervención «humanitaria» tipo Irak, Libia o Afganistan cuyos resultados, si bien no podrían acabar con la nacionalidad cubana, sobrevendrian decenas de años de muertes, sufrimientos, sometimientos y destrucción de nuestro país con una guerra casi eterna como de ha visto dondequiera que han invadido.
    Sé que ese temor lo alberga gran parte de nuestra población y nación, tanto dentro, como fuera de nuestras fronteras y esa posibilidad será la mayor culpa ante la Historia de quienes se autoerigieron en los dueños y responsables del destino de la Patria.

  11. Anécdota:
    Hace muchos años, joven estudiante examiné ante un tribunal la asignatura que trataba sobre la clase obrera cubana en distintas épocas.
    De un lado: dos jóvenes profesores recién graduados en las URSS -creo que de Marxismo, fue la primera y última vez que los vi- y mi profesor; del otro: yo, buena estudiante incapaz de examinar con materia pendiente de estudio y que casi siempre salía con 4 ó 5 .
    Después de responder satisfactoriamente el cuestionario de la boleta uno de los jóvenes me preguntó: ¿el partido es el que gobierna en Cuba? , respuesta contundente: claro; ¿segura?; yo, claro y asi seguimos el estira y encoge, ellos insistiendo y yo también – el jurado muchas veces hacia dudar al alumno con la respuesta y buscaba la seguridad en el conocimiento – mi profe ante la controversia inclinó la silla un poco hacia atrás y saliendo del campo visual de los otros dos me hizo señas negativas con la cabeza. Rápidamente recogí pita y les dije ¿me pueden repetir despacio la pregunta? creo que estoy confundida, lo hicieron y respondí ¡claro que no! Me gané un 3.
    1 me enteré ese día que el partido no gobernaba.
    2 El paso de los años me hizo entender que siempre estuve mas que clara en quien gobernaba pero que no se podía decir.

  12. Más allá de teorías filosóficas, como la Dialéctica Materialista Marxista, y de actuares más oscuros o preclaros de “protagonistas” históricos, Marinello y Villena en este caso, importa mucho la necesidad de diálogo y los papeles que deben jugar los intelectuales y el gobierno/partido. A mi muy modesto criterio, no soy PhD, ni siquiera me puedo considerar intelectual, este último apuesta a la tesis de Fukuyama, sobre “el Fin de la historia” quienes disienten o se “conVENCEN” o se les da una alternativa, pasaporte y pasaje, y se garantiza la parte de la tesis del japonés que dice “[…] los hombres satisfacen sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar sus vidas en ese tipo de batallas” La hipótesis del asiático, ha resultado cierta hasta el momento, intelectuales de la talla de Fernández Estrada o Guanche, con mucho que decir y aportar en ese diálogo, han “plantado campaña” en otros lares y no se les puede achacar a la falta de compromiso ni a la cobardía, creo que es más bien apatía de la Sociedad Civil, mientras las palabras de los intelectuales no encuentren eco en el pueblo, cualquier intento de diálogo constituye un “suicidio” o un trámite de visa.

  13. Es ibn desperdicio que tanto talento y conciencia cívica no tengan una presencia decisiva en el ambiente intelectual del país.
    Entre la?aquiescencia y el oportunismo por defecto estamos agonizando de tontería y perogrullada insolente.
    Mis respetos para la Sra.

  14. Excelente texto, querida Alina, como siempre. Solo hoy he podido leerlo por falta de tiempo. Especialmente importante destacar el papel de los intelectuales en el abordaje de los problemas políticos del país. Gracias por tus luces.

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Alina Bárbara López Hernández
Alina Bárbara López Hernández
Profesora, ensayista e historiadora. Doctora en Ciencias Filosóficas

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