Israel y Gaza: violencia genera violencia

por Redacción
Israel-Gaza

El sábado 7 la organización yihadista Hamás lanzó un ataque con cohetes desde la ocupada Franja de Gaza a las ciudades de Tel Aviv y Jerusalén. La acción se acompañó de la ocupación de forma temporal de varias comunidades israelíes y la toma de rehenes, tanto militares como civiles.

Esta acción de Hamás, que los principales medios de prensa occidentales e Israel han calificado de «ataques terroristas horripilantes», constituye una importante escalada del conflicto israelo-palestino. Si bien es obvio su carácter terrorista, no se puede entender la naturaleza de todo el proceso sin tener en cuenta que la Franja de Gaza es una gigantesca prisión a cielo abierto —calificada por Antonio Guterres, Secretario General de Naciones Unidas como «el infierno en la tierra»— en la que están secuestrados más de dos millones de palestinos que viven en condiciones infrahumanas, y que Hamás, quien a su vez cuenta con el apoyo de Irán por motivo de afinidades religiosas, es la organización política más representativas de ese territorio.

Por su parte, el primer ministro Benjamín Netanyahu ha respondido con múltiples bombardeos a la Franja de Gaza, así como el aviso de que su país iniciaba una guerra. Los contrataques han incluido varios edificios multifamiliares y una mezquita. El gobierno israelí calificó a Hamás de «animales inhumanos» y proclamó que lo aniquilará. Por si fuera poco, su ministro de defensa prometió aislar totalmente a Gaza, cortándole la electricidad, el agua y el suministro de alimentos.

Hasta sus aliados reconocen que en muchas ocasiones anteriores el Primer Ministro israelí ha reaccionado de manera desproporcionada ante los ataques de Hamás y otras organizaciones guerrilleras, incrementando hasta lo indecible el sufrimiento de las poblaciones palestinas, especialmente en Gaza. Sin embargo, nunca le han negado apoyo militar, lo que ha convertido a las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) en el ejército más poderoso del Medio Oriente, capaz de infligir enormes daños a sus enemigos.

A pesar de todas sus fortalezas, las fuerzas de seguridad israelíes no fueron capaces de prevenir este ataque, lo que ha sido calificado por algunos especialistas como un «grave fracaso» del Mossad y de la inteligencia norteamericana. Esto explicaría la colérica reacción del Netanyahu y de su ministro de defensa.

Ambas acciones han ocasionado múltiples calamidades a la población civil de ambas partes, que incluyen muertes, heridos, destrucción de viviendas, y el agravamiento de la ya existente crisis humanitaria en Gaza. Actualmente organismos y medios de prensa internacionales calculan que hay aproximadamente más de 900 muertos por el lado israelí y más de 700 por el palestino, civiles en su inmensa mayoría. De continuar las acciones militares, no cabe duda que se impondrá la asimetría en armamento entre las FDI y Hamás, lo que provocará aún mayores bajas del lado palestino.

Hamás controla la mayor parte del territorio de la Franja de Gaza, reclamada tanto por Israel como por la Autoridad Nacional Palestina. Desde 2006, incumpliendo los acuerdos y recomendaciones de las Naciones Unidas, el Estado Israelí ha arreciado el bloqueo total en la región, que ha provocado una gravísima crisis humanitaria, además de una fuerte represión a los palestinos. A esto se le suma la anexión de varios territorios otorgados por la ONU a Palestina en 1947 durante el Plan de Partición.

Israel-Palestina

Expansión de Israel / Foto: La Izquierda Diario

Observadores extranjeros y organizaciones internacionales, como Amnistía Internacional y Human Right Watch, califican la política israelí de «apartheid». Esta situación ha alimentado el empoderamiento Hamás como organización extremista que propone la violencia como única salida al conflicto. No obstante, al pueblo palestino tampoco le han permitido otras vías legales y pacíficas para garantizar su soberanía y desarrollo.

Como suele suceder en contiendas de este tipo, cada Estado se posiciona ante los hechos, dejando  de lado la empatía con todas las víctimas y priorizando las alianzas geopolíticas por encima de los hechos. En este caso en particular, se evidenció la polarización de las diferentes potencias militares.

Como ejemplos de ello puede citarse el declarado apoyo incondicional de la Administración Biden al Estado Israelí y el anuncio de envío de refuerzos militares a la zona de guerra; mientras el canciller ruso Serguéi Lavrov centró su discurso en las violaciones sostenidas de Israel sobre Palestina como el principal el causante del conflicto, evitando cualquier crítica a Hamás. La misión iraní ante las Naciones Unidas afirmó: «apoyamos enfáticamente y sin dudas la causa de Palestina; sin embargo, no estamos implicados»

Por su parte, China hizo un llamamiento a la calma y la moderación de todas las partes, a un alto el fuego y a priorizar la protección de los civiles, al tiempo que ofreció su disposición para buscar una solución que garantizara la existencia de un estado palestino que pudiera vivir en paz.

En América Latina hubo diversidad de posiciones, pero países como Colombia se han mantenido neutrales reconociendo la responsabilidad de ambas partes, y haciendo un llamado a evitar más muertes civiles. 

El gobierno cubano, si bien esquivó condenar el ataque terrorista y la retención de rehenes por parte de Hamás, llamó a «la paz y a la búsqueda de una solución por la vía de la negociación que evite una mayor escalada de un conflicto». No es el único que ha adoptado esa posición.

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Aunque algunas de las acciones de Hamás son claramente manifestaciones de terrorismo y, por tanto, condenables, las causas más profundas del conflicto residen en la posición radical de las autoridades israelíes que han expandido los asentamientos en territorios ocupados y mantienen a Gaza en un estado de bloqueo total que ha avivado la posición radical de Hamás.

En estas condiciones, la solución no es fácil. Pero de lo que si no cabe duda es de que no habrá paz en la región hasta que no se le garantice al pueblo palestino, y particularmente a los habitantes de la Franja de Gaza, su soberanía y condiciones mínimas para vivir y desarrollarse.

Mientras Estados Unidos mantenga su gigantesco apoyo político, económico y militar al gobierno de Israel, y la mayoría de los países occidentales la pasividad ante las acciones israelitas, será muy difícil encontrar una solución pacífica al conflicto. El lobby israelí en Washington es sumamente poderoso y garantiza que ese apoyo no desaparezca. La sangre de los civiles israelíes está en las manos de Hamás, pero la sangre de los civiles palestinos está en manos de Netanyahu y sus aliados.

Las acciones de Hamás merecen el repudio de la comunidad internacional en la medida en que convierte a ciudadanos israelíes en víctimas, no obstante, ese repudio no será creíble hasta tanto no se solucione el problema de fondo: la existencia de Palestina y el derecho de su pueblo de vivir en paz y con razonables posibilidades de desarrollo.

3 comentarios

Marco 10 octubre 2023 - 3:54 PM

Muy acertado el artículo

Esther 10 octubre 2023 - 5:59 PM

Lamentables hechos. Paz y negociación es la única solución. Muy bien por La Joven Cuba.

haha75 10 octubre 2023 - 6:45 PM

Los problemas causados por los colonos judíos en Cisjordania, ocupada por Israel desde 1967, llevaron a B. Netanyahu a llevarse al Norte la mayor parte de las tropas encargadas de vigilar la Franja de Gaza, lo que permitió a los combatientes de Hamás llevar a cabo sus actividades terroristas en los kibbutz vecinos sin ninguna oposición real para defenderse.
En pocas palabras, B. Netanyahu ha preferido consolar a sus electores (la ultraderecha), que son los colonos de Cisjordania, en lugar de garantizar la protección de los habitantes de los kibbutz, relativamente pobres y más bien socialistas, en la pura tradición de lo que prevalecía cuando se fundó Israel en 1948…
Cabe recordar que el movimiento de extrema derecha dirigido por B. Netanyahu se opuso a la firma de los Acuerdos de Oslo en 1993 y sus discursos influyeron sin duda en el asesinato de Y. Rabin en 1995.

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