En el cine, un arte cuyas bases están conectadas con las realidades sociales y la cosmovisión de sus creadores, no pocas obras generan polémica, sea entre políticos, académicos, crítica especializada o espectadores. En la historia de la cinematografía nacional hay ejemplos muy conocidos de censuras y tensiones despertadas por audiovisuales que en su momento fueron mal acogidos por la institucionalidad.
Entre los más citados figuran PM, Alicia en el pueblo de Maravillas, Guantanamera o, los más recientes, Regreso a Ítaca, Santa y Andrés o Sueños al Pairo, que han provocado fuertes disputas de los cineastas frente al poder. En el caso del último filme mencionado, propició tales contradicciones que terminó generando la desintegración del espacio llamado Muestra Joven ICAIC, debido a la oposición de su junta directiva a la propuesta de censura de su organismo rector.
El Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, fundado en 1979 por Alfredo Guevara, según su convocatoria fundacional, con el objetivo de «promover el encuentro regular de los cineastas de América Latina que con su obra enriquecen la cultura artística de nuestros países», ha sido el certamen del séptimo arte más importante en la Isla y sigue estando entre los más reconocidos del continente. Asimismo, constituye uno de los principales espacios de intercambio del público habanero con obras de la cinematografía cubana y universal.
La presente edición estuvo marcada por varias polémicas: la retirada arbitraria de la película Vicenta B de su selección oficial, las palabras de la actriz Andrea Domeadiós en su gala inaugural y los criterios emitidos por el realizador Javier Gómez Sánchez sobre la selección del Festival y la producción cinematográfica en la Isla.
En el presente texto se expone una selección de las principales posturas alrededor de estas disputas, que trasciende el propio certamen y abordan otras temáticas como la libertad de creación, el humor político, las problemáticas del arte cinematográfico o la relación de las instituciones culturales con los artistas.
Vicenta B, ¿retirada o censurada?
Días antes del inicio del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano aconteció una polémica en redes sociales sobre la retirada de la película Vicenta B, del realizador cubano Carlos Lechuga. El 17 de noviembre, el director en su perfil de Facebook, agradeció a los trabajadores del Festival por luchar contra la presión del Ministerio de Cultura (Mincult), que pretendía censurar su filme.
Tres días después, Lechuga emitió un comunicado informando que su obra no se vería en los cines de La Habana, pues había sido retirada arbitrariamente de la selección oficial. En palabras del cineasta, un diseñador del Festival le pidió una foto y sinopsis de Vicenta B, pero nunca le confirmaron su aprobación.
Más adelante vio «la programación del Festival de Cine de La Habana que la habían subido a un grupo de Telegram. Allí estaba Vicenta B, en la sección Concurso Latinoamericano en el cine YARA a las 5 y 30 de la tarde del sábado 3 de diciembre. Luego el grupo, al parecer por pedido del Festival, tuvo que borrar la programación».
El realizador agradeció a sus colegas que intentaron defender la cinta ante el Mincult y dio detalles sobre la alternativa que le habían ofrecido y por qué la había rechazado:
«La propuesta de Cuba es sacar la película de la competencia, quitarle pases, ponerle solo dos pases en el cine Acapulco. Rebajar nuestra película. A una semana de empezar el festival nos dicen que la única cosa que les han permitido hacer es eso. O sea, no es una decisión del festival, no es una decisión artística. Es una orden policial. […] Por eso nuestro equipo ha decidido no aceptar esas migajas. Esperamos que nuestra película sea tratada como el resto de obras».
Asimismo, relató otras controversias anteriores con las autoridades culturales y políticas cubanas a partir de la censura de su película Santa y Andrés y la reciente negativa a que se proyectara su filme Melaza en un circuito programado por el ICAIC, por considerar el espacio como una «muestra oficialista en la isla que tenía como función contrarrestar el movimiento de cine independiente».
Luego de esto, Ramón Samada, director del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC), en una entrevista publicada en el portal del Mincult, respondió a la polémica:
Es una película que recibió el apoyo de la segunda convocatoria del Fondo de Fomento. El jurado, integrado por prestigiosos cineastas, valoró la calidad de su guion, el diseño de producción y el acercamiento a una zona compleja de los problemas de nuestra sociedad.
[…] Por otro lado, su director ha roto públicamente con la Revolución cubana, con todas las instituciones culturales, […] utilizando un lenguaje cada vez más ofensivo y vulgar hacia compañeros de la dirección del país, de sus instituciones y hacia artistas e intelectuales que no comparten sus ideas. […] La obra ha sido invitada para su exhibición en el evento y los productores, en uso de sus derechos, han declinado la propuesta que le hicimos. Vicenta B no está censurada.
El funcionario no ha aclarado quién tomó la decisión de que la obra no concursara, ni si hubo razones artísticas para ello. Por su parte, el Festival tampoco se pronunció públicamente al respecto ni compartió en sus canales oficiales ninguna de las posturas de Samada y Lechuga.
Una inusual inauguración
La inauguración del evento tampoco estuvo exenta de polémica. La gala fue conducida por la actriz y humorista cubana Andrea Doimeadios, quien encarnó su peculiar personaje de Noelia Bermellón, surgido del programa El motor de Arranque, cuya esencia es parodiar a las presentadoras televisivas.
Sorprendentemente, la gala no fue transmitida por los medios cubanos como era costumbre en el evento. El actor Daniel Triana, presente en la cita, indicó en sus redes sociales que hubo un abucheo al ministro de Cultura Alpidio Alonso y reportó la presencia de agentes de la Seguridad del Estado.
Días más tarde, El Toque publicó un audio con un fragmento de las palabras pronunciadas por Noelia, en las cuales se refirió a la emigración de actores cubanos y los bajos salarios que pagaba el ICAIC. Pero lo más controversial fue su presentación de los directivos que se encontraban en el lugar: «(…) Rogelio Polanco, jefe del Departamento Ideológico del Partido Comunista de Cuba. Siempre me he preguntado de qué se hablará en ese departamento [aplausos], es una pregunta que siempre he tenido, igual que la canción de Arnaldo y su Talismán “¿Viste lo que te dije?”. Nadie nunca va a saber qué fue lo que dijo Arnaldo».
A partir de ese momento, la actriz recibió críticas y ataques en redes sociales, tanto de perfiles anónimos como de activistas a favor del gobierno cubano. El perfil Tavarich Rojo calificó sus palabras como «ofensivas en primer lugar con Fidel, la Revolución, el Partido, el pueblo cubano y latinoamericano, los grandes escritores y artistas que forman parte de la historia de ese festival, y por supuesto de los compañeros dirigentes del Partido y el Gobiernos que presidieron dicha inauguración».
La cuenta nombrada Ashly Medina resaltó la idea de lo irrespetuoso de sus palabras, al tiempo que cuestionó su talento y al Festival por no haber tenido un mayor control sobre lo que decía la actriz: «Andrea al parecer no heredó mucho de su padre, ni talento, ni vergüenza, no le vendría mal sentarse a ver las actuaciones de su padre en series como LCB [Lucha Contra Bandidos]. Quizás así pueda entender las cosas que “no entiende” esa niñita engreída. […] ¿El encargado de revisar y aprobar guiones, hilos conductores o lo que sea, de eventos de esta magnitud, donde estaba? ¿O lo dejaron a la libre espontaneidad?».
La activista e influencer Tere Felipe fue más allá, la llamó directamente cobarde y oportunista, calificó sus palabras hacia Polanco de irrespetuosas y remarcó: «no necesitamos a algunos que se han ido, esos que se venden y anulan su moral con tal de ser aceptados».
En los comentarios de las tres publicaciones se pueden ver varias opiniones sobre cancelar a la actriz y controlar más la producción y exhibición de cine en Cuba. Mas ninguno de los cuestionadores explicó por qué debería asumirse como irrespetuoso una interrogante que no ofende al político presente y cuya respuesta solo presupondría mayor transparencia en los procesos del único partido admitido legalmente en Cuba.
En contradicción, otras figuras públicas defendieron la intervención de Doimeadiós, como el director Orlando Cruzata, quién expresó: «Nuestra sociedad dista de la perfección, que de paso no existe. Y quienes llevan riendas de la misma son seres humanos, que aciertan y equivocan, demoran y oscurecen. Siempre estarán en la mirilla de la sátira. Quien no lo entienda. Quien se incomode, solo está ayudando a desarrollar otro imparable chiste. Por su ya expuesta rigidez social». Por su parte, el periodista uruguayo radicado en Cuba, Fernando Ravsberg, calificó su presentación como «una clase de humor político inteligente».
Más allá del Festival: ¿Un cine decadente?
La polémica en torno al Festival no concluyó con Noelia. El realizador cubano y actual decano de la Facultad de las Artes de los Medios de Comunicación Audiovisual del Instituto Superior de Arte en su perfil de Facebook, además de calificar la actuación de la actriz como un «show kitsch», cuestionó la proyección del logotipo de Amazon como parte de los productores del filme que abría el evento: Argentina, 1985, sobre la dictadura militar en la nación sureña, el cual también se alzó luego con varios premios Corales.
Gómez Sánchez cuestionó la obra por no mostrar que «los militares condenados no fueron más que el brazo armado, con asesoría estadounidense, de una oligarquía y una clase media alta derechista» y que «esa “democracia” se encargó de implementar el más feroz capitalismo neoliberal en Argentina». También criticó el documental Mi país imaginario, sobre las protestas de Chile en 2019, por considerarlo «una visión superficial, ingenua, del conflicto social actual en ese país. Insiste en la supuesta ausencia de ideología en los manifestantes», defiende el autor del post.
Sin embargo, el texto no se limitó a ejercer su derecho a emitir criterios sobre las obras presentadas en el Festival, sino que calificó al cine cubano como «un arte de la decadencia», caracterizado por «la superficialidad, la deshonestidad, la doble moral, el empobrecimiento intelectual, el llamar “exilio” a la migración, “censura” al olvido, buscando el discurso más conveniente. El aplauso fácil de un mundo con el que cada vez es más difícil identificarse».
Igualmente, instó a estimular un cine que hable de «los que han regresado, […] los que mueren tratando de llegar, […] la realidad de muchos de los que emigran, […] la corrupción, la violencia estructural de nuestra sociedad y todas las violencias que padecemos, incluyendo la violencia policial y la violencia institucional».
En respuesta a este y otros cuestionamientos, el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano en su página de Facebook publicó la declaración Gracias, Festival, a nombre de «un grupo de cineastas cubanos». El texto calificaba al espacio como «fiel a sí mismo y al cine cubano en su historia y su presente; profesional, de alegría, de reencuentros y planes; revolucionario en el sentido activo y de futuro de esta palabra».
La mencionada declaración también resaltó que el cine presentado en el certamen llamaba «exilio al exilio, migración a la migración, olvido al olvido y censura a la censura» y que los cineastas «no necesitan ni admiten que nadie les diga de qué deben hablar sus películas ni con qué estética».
Unido a esto, el ministro de cultura Alipio Alonso, en un encuentro en el Mincult con los realizadores extranjeros que visitaban el país, expresó: «Vamos a seguir defendiendo el sentido, la orientación que ha tenido y mantiene este Festival, vamos a seguir defendiendo que este Festival siga siendo ese espacio de encuentro de ese cine de la emancipación, de ese cine que reivindica la verdadera libertad creadora».
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Si bien el debate político y cultural en Cuba comúnmente se ha manejado entre «los que están a favor y los que están en contra de la Revolución (Estado/Partido/Gobierno)» o «los que están dentro y los que están fuera de las instituciones culturales», el presente Festival y la polémica alrededor demuestran una mayor diversificación de las posturas de los creadores y gestores de procesos culturales en Cuba.
Aunque los organismos superiores del Estado siguen interviniendo de forma autoritaria y a partir de criterios políticos en decisiones que deberían tener como fundamento el hecho artístico en sí, son cada vez más los artistas, productores e incluso organizaciones que, aunque mantienen un vínculo con el Estado cubano, se niegan a justificar esa censura.
Asimismo, otros que habitualmente llaman a apoyar incondicionalmente los proyectos creativos surgidos a partir de 1959, no tienen reparos en descalificarlos cuando no responden a sus intereses. La sociedad civil evidencia así su diversidad y pluralidad en medio de fuerzas que pretenden unificarla o segmentarla en bandos únicos e irreconciliables.
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