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Cultura

Estudio de fenómenos culturales, su simbología e impacto social

noticiero

Rescatar la crítica del Noticiero ICAIC

por Enrique Colina 14 enero 2020
escrito por Enrique Colina

En el recién terminado 2019 se conmemoró un aniversario más de la creación del ICAIC, del Noticiero ICAIC Latinoamericano, dirigido por el cineasta Santiago Álvarez y también del centenario de su nacimiento. La obra de Santiago Álvarez ha sido profusamente elogiada como expresión de un periodismo revolucionario militante que, a través de reportajes marcados por la impronta artística documental de su particular autoría, ha salvaguardado para la memoria histórica nacional e internacional acontecimientos relevantes de la Revolución Cubana y una constante denuncia contra la injerencia imperialista a nivel mundial.

Sin embargo, la obra de Santiago en el noticiero no se circunscribe solamente a su trabajo como cineasta, hay que reconocerla también como director de este espacio periodístico semanal, que abrió sus puertas a jóvenes que comenzaban a entrenarse como realizadores dirigiendo, bajo su tutela, muchas de las ediciones de su producción semanal. Santiago aprobaba el plan temático de las filmaciones, supervisaba en la mesa de edición el montaje final antes de enviarlo al corte de negativo e impresión de copias en el laboratorio, y asumía la responsabilidad y defensa de los noticieros críticos.

Su aniversario se inscribe en las incontables conmemoraciones, celebraciones, efemérides y galas que se promueven públicamente a través de los medios de información siguiendo el patrón político propagandístico vigente. Fechas afirmativas de una identidad cultural y nacional, todas inscritas en el ideal épico y humanista de la Revolución, siempre subrayado por ese solemne y devoto ritual de reconocimiento a la memoria de aquellos acontecimientos y personajes, modelos fidedignos para su continuidad.

Sucede que la información y la interpretación de la memoria histórica de los procesos políticos está y ha estado siempre en función de los intereses ideológicos dominantes del presente y esto contribuye a que cierta tendencia conservadora del momento, corra una cortina de silencio sobre aquellas manifestaciones preteridas del pasado cuya interpretación actual exprese una incómoda visión crítica del devenir, siempre con el pretexto de preservar en los medios solamente los valores positivos de nuestro proceso social.

Hablar del noticiero, de las películas y documentales del ICAIC supone insertarlos en el debate que durante años de Revolución ha mantenido y mantiene en pugna ideológica a los que pretenden imponer una visión dogmática y censora contra lo que califican de “Diversionismo Ideológico” que da armas al enemigo; y aquellos que defienden la visión más abierta y contradictoria de una realidad en constante cambio, sin que por ello se banalice la agresión imperialista contra la que seguimos luchando.

Obviar la información sobre los errores y sus causas impide rectificar lo mal hecho y atenta contra el derecho ciudadano de conocer el grado de eficiencia con que afecta su calidad de vida la gestión administrativa de su gobierno.

En las primeras etapas de consolidación del proceso revolucionario, amenazado y agredido por el Imperialismo norteamericano, la ayuda económica y militar que la URSS ofreció a Cuba para la supervivencia de su Revolución contribuyó a fortalecer el peso político de una de las tres organizaciones políticas que apoyaban a la Revolución (el Partido Socialista Popular, el Directorio Revolucionario 13 de Marzo y el 26 de Julio).

De esas Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), la procomunista del PSP aprovechó aquella dependencia de la URSS para fortalecer su influencia ideológica privilegiando y copiando del modelo soviético su tendencia censora y sectaria, la que intentó aplicar en su valoración de lo que consideraba o no revolucionario, lo que debía o no ser informado, impuesto y aceptado públicamente.

Así sucedió en los años 60 con la intención del director del periódico Hoy, Blas Roca, en el polémico debate que sostuvo con Alfredo Guevara, Presidente del ICAIC, de solo exhibir filmes que cumplieran una función educativa y pedagógica del arte, controlando y prohibiendo la exhibición en los cines de las películas producidas en los países capitalistas.

Hasta mediados de los ‘60 las tendencias estaban en pugna, polemizaban y se ganaban o perdían batallas o espacios de uno y otro lado, pero es a finales de los ‘60 en 1968 y, en particular, después del revés de la zafra del ‘70, la entrada de Cuba al CAME y la celebración del Congreso de Educación y Cultura del ’71, donde ganan predominio los dogmáticos.

Así sucedió con prohibiciones y acosos injustos, determinados por prejuicios históricos y diversos, como había acontecido ya con el internamiento de homosexuales y religiosos en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP); con la excomulgación política a renombrados escritores por considerar su obra no revolucionaria; y a la “parametración” teatral que prohibió trabajar en el escenario a connotados actores y directores del teatro nacional cuyas obras habían dado popularidad y colocado a esta manifestación artística en la cima de los logros culturales de la Revolución.

El 9 de septiembre de 1970, a través de la revista Verde Olivo, se cuestionó oficialmente, y se tildó de “diversionismo ideológico”, el debate que a nivel internacional se estaba produciendo en torno a la interpretación soviética que se hacía del marxismo-leninismo y de su carácter “científico”. Esta inquietud político-filosófica encontró eco en la revista Pensamiento Crítico, la cual fue censurada y sus colaboradores tachados de ser portadores de posiciones teóricas inadmisibles.

En 1977,  luego de la apertura informativa generada al crearse en 1976 la Asamblea Nacional del Poder Popular y de superarse esa etapa sectaria y conservadora de acoso intelectual y artístico conocida como el “Quinquenio Gris”, jóvenes directores como Daniel Díaz Torres y Rolando Díaz iniciaron con sus reportajes periodísticos una denuncia crítica, marcada por un fuerte acento irónico en su expresión, en contra de la ineficiencia burocrática manifiesta en el deterioro de las calles de la ciudad; en el mal servicio gastronómico; en la falta de mantenimiento y chapucerías en las construcciones; en el incremento de los vertederos y basureros en barrios y vías urbanas; en los servicios del transporte público; telefonía, etc.

Uno de los más connotados noticieros de esta producción fue el de Daniel Díaz Torres titulado, La Ventana. En esta edición se criticaba el deterioro de cientos de ventanas de madera expuestas a la lluvia y a la humedad por un mal almacenamiento, confrontando a los que las producían con el abandono y la desidia de los responsables de su distribución y preservación.

Estos señalamientos críticos se redujeron al principio de los ’80 cuando los acontecimientos del Mariel confirmaron un descontento latente y bastante generalizado por carencias en la mejoría del consumo y la calidad de vida. Cabe señalar que el tratamiento que se dio a la información sobre este inesperado suceso en la embajada y su posterior desenlace migratorio (gracias a la autorización oficial para el éxodo masivo) volvió a tergiversarse y se atribuyó al carácter de escoria de sus protagonistas, así sirvió para alentar los lamentables y dirigidos actos de repudio, presentados como espontáneas reacciones populares contra los que optaron por el exilio.

Sin embargo, la reacción a esta crisis fue la de mejorar una oferta de consumo a través de un mercado estatal paralelo y la autorización a particulares de administrar agro-mercados y ferias artesanales. Esta etapa de prueba se caracterizó por un “tira y encoge” en su apertura y cierre, marcado por dos operaciones policiales contra vendedores acusados de enriquecerse, conocidos como “los macetas”. Una se realizó en el agro de Mariano, la operación “Pitirre en el Alambre”, y la otra conocida como la operación “Adoquín” que se ejecutó en la Plaza de la Catedral.

En 1981, se reanudó la producción en el noticiero ICAIC de este tipo de reportajes críticos. Pero bajo las amenazas del nuevo Presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, renació el enfoque de plaza sitiada con el consiguiente cambio de la política informativa del Estado. A la par de la estrategia defensiva de “la guerra de todo el pueblo” se notó cierta atenuación en la intensidad del tono crítico y aparecieron muchos señalamientos indirectos y hasta subliminales, basados más en la actitud de denunciar algo mal hecho que en hallar las relaciones causa-efecto que facilitarían encontrar las soluciones de los problemas planteados.

En 1987 los vientos desatados por la Perestroika y la Glasnot para renovar el Socialismo en la URSS llegan a Cuba y producen un nuevo cambio de la política informativa del Estado, que crea bajo el auspicio de Fidel, un proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas. En el Noticiero ICAIC aumentan el número de críticas, se  intensifica el tono directo, llegando a ser acusatorio e irónico en muchos casos –como en los noticieros de José Padrón— y humorístico –como los de Francisco Puñal—, referidos todos a los recurrentes temas de ineficiencias administrativas: el transporte; el descontrol con el despilfarro de agua; el mal abastecimiento de la luz brillante para las cocinas; el abandono de las fábricas de hielo en la capital, alto número de divorcios y abortos en el país, las quejas de la población sobre la falta de coronas de flores para los fallecidos, el cual fue retirado de la exhibición un día después de su estreno y sobre todo, la práctica de confundir el Socialismo con el “Sociolismo”.

La realización de estos reportajes estaba inspirada en un pensamiento de Rabindranath Tagore, enmarcado y colgado en la pared de la oficina de Santiago: “Cuando se cierra la puerta a los errores, también la verdad se queda fuera”. Estos últimos noticieros fueron realizados por Francisco Puñal, Melchor Casals, Vivien Argilagos y José Padrón.

Algunos de los más debatidos fueron los de Padrón sobre los barrios insalubres permanentemente contaminados: Un día en las cuarterías de Atares-#1488, El barrio marginal del Aguardiente Coronilla-#1456, El Viandazo #1464, Los Albergados”-#1460. Este último reportaje, en particular cuestionado por la censura, refería la insensibilidad de los responsables de la situación de familias albergadas desde hacía diez años en un régimen de separación entre los hombres y las mujeres sin que se priorizara una urgente solución.

Bajo el impacto del Periodo Especial el noticiero ICAIC desaparece en el año 1990, así como la profusión de documentales críticos hechos por el ICAIC. Fue en este periodo que aparece el corto titulado Olfato Mutilado, de Irene López Kuchilán, que abordaba de manera metafórica que en la sociedad hay otro tipo de basura aparte de la que echa la gente en la calle.

Esta última etapa (1987–1990) de abordaje crítico contra las deficiencias administrativas tuvo una culminación siniestra con la realización en junio del año 1991 de la película, Alicia en el Pueblo de Maravillas, del director Daniel Díaz Torres, que en los años 70 había confrontado con sus noticieros críticos la experiencia que le permitió inspirarse en hechos reales para construir el argumento satírico del filme.

En él se narraba la vivencia de una joven instructora de arte que debía realizar su trabajo en ese pueblecito ficticio, remedo rural de un purgatorio fantástico, donde operaba el director mefistofélico de un sanatorio al que iban castigados y a lavar sus culpas los que habían cometido infracciones burocráticas. Considerado un filme contrarrevolucionario, su aprobación para la exhibición pública provocó la injusta destitución del director del ICAIC, el cineasta Julio Gracia Espinosa, y el propósito de hacer perder al ICAIC su autonomía institucional.

El 13 de mayo del 91 el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros decidió crear una comisión para fusionar ICAIC-CINE ICRT-CINE-ECTVFAR. Al conocer la noticia publicada en el periódico Granma, que nació el grupo de los 18 directores de cine que protestamos contra esa intención, desencadenada por el filme Alicia… Sabíamos que lo que estaba detrás era acabar con esa “tendencia crítica” del ICAIC a realizar, no solo los noticieros sino también documentales y largos de ficción como Plaff, Papeles Secundarios y otros, que se preparaban en el tintero, como Adorables Mentiras. Producciones todas que contribuyeron a que los censores se refirieran peyorativamente a nuestros cineastas como, “los perestroikos” del ICAIC.

Afortunadamente, gracias a la intervención de Fidel, animada por la resistencia argumentada revolucionariamente que rodilla en tierra opusimos los directores de cine a esta censura –fue Santiago el que se encargó de hacérsela llegar a Fidel—, se dio marcha atrás, el filme fue reivindicado y gracias a este reconocimiento del error, el ICAIC pudo seguir haciendo películas en los años 90 de gran impacto social y de renombre internacional como Fresa y Chocolate, Guantanamera, Madagascar, Miel para Oshún, etc.

Sin embargo, la censura a películas y documentales producidos por el ICAIC o de manera independiente se ha mantenido, pero procurando la discreción en su aplicación. A partir de la crisis de los noventa se produjo el cierre espontáneo de la mayoría de los cines con la reducción del público potencial para ver los filmes. Por otra parte, la televisión nacional ha mantenido un estricto control selectivo del contenido de las producciones cubanas presentando solamente aquellas que no abordan temas críticos y conflictivos sobre la realidad.

Filmes como Melaza, del realizador Carlos Lechuga –sobre el efecto desestabilizador que produjo el masivo cierre de los ingenios azucareros en la vida personal y comunitaria de sus trabajadores—, y La Obra del Siglo, del director Carlos Quintela, –sobre la suspensión del proyecto para la instalación de una central electronuclear junto a la bahía de Cienfuegos—, son producciones no censuradas abiertamente, pero nunca presentadas por la TV Nacional.

Lo mismo sucede con los filmes “conflictivos” de la mayoría de jóvenes realizadores, cuya presentación y debate solo se circunscribe al recinto cerrado de la Muestra de Cine Joven. No obstante, las precauciones tácticas para evitar las prohibiciones oficiales explícitas, el siguiente filme de Lechuga, Santa y Andrés –donde se denuncia un injusto acto de repudio contra un escritor homosexual—, fue agresivamente censurado por representantes de la UNEAC y un alto asesor cultural, en contra de la opinión de varios cineastas que consideraron improcedente la decisión.

La confirmación de esa insistente actitud censora, que intenta preservar su espacio histórico en los medios de manera indirecta y solapada, lo fue, ya en el siglo XXI, el programa de la TV Nacional dedicado a celebrar la obra poética de Pavón, bajo cuya dirección se aplicaron las peores decisiones del “Quinquenio Gris”. Esto encendió la llamarada de protesta de artistas e intelectuales, a través de lo que se dio en llamar, “la Guerrita de los E-mails”, que condujo a una reunión pública en la Casa de las Américas.

Volviendo al Noticiero, toda esta información de alerta hecha bajo la tutela revolucionaria, comprometida y combativa de Santiago contra la censura, la remito al presente que hoy vivimos 30 años después de la desaparición del Noticiero ICAIC Latinoamericano, donde aquello que se denunció ha empeorado luego de la crisis del Periodo Especial que siguió a la desaparición de la URSS y de su ayuda económica.

La proyección actual de aquellos Noticieros críticos, realizados décadas atrás, confirmaría que muchos de los problemas señalados no se han resuelto, sino que han empeorado, y facilitaría establecer juicios, valoraciones y correcciones para optimizar el sano devenir de nuestro modelo socialista, el que la burocracia quebranta y vulnera con su dogmatismo hierático.

A pesar de todos los plenos, congresos y asambleas de la UPEC donde se hacen llamados a promover un periodismo crítico que active la conciencia ciudadana y promueva su sentido de pertenencia social, los medios masivos siguen omitiendo las causas de los fenómenos negativos que se manifiestan en la cotidianeidad de nuestras vidas, alterando también con su silencio la memoria histórica de un proceso que necesita asumir sus contradicciones para superarse.

Ahí están hoy los medios digitales alternativos, con sus buenos o malos propósitos, cuyo acceso masivo hace evidente esta carencia informativa, la que ya no se puede esconder impunemente sin afectar la confianza del ciudadano en el respeto a la verdad que le deben los medios de comunicación nacionales.

La mirada crítica hacia la inmediatez de su entorno en el día a día de una realidad marcada por un constante fluir de acontecimientos disímiles y a menudo conflictivos, es imprescindible para corregir y superar los errores precisando causas y responsables. Si, por ejemplo, se denuncia la indisciplina social en abstracto apelando solamente a la necesidad de desarrollar una conciencia de la pertenencia, solidaridad y el deber ciudadano sin la aplicación de medidas coercitivas, como multas o la obligación de pagar con trabajo para enmendar lo mal hecho en el área de servicio afectada por esa indisciplina, entonces todo quedará en el apelativo moral idealista y utópico desvinculado de su nexo concreto con la realidad material.

El Che hacía un llamado a la conciencia del trabajo voluntario, pero el primero en cumplir con su prédica era él. Esa indisciplina está referida a los mismos y añejos temas descuidados en la realidad de nuestro vivir cotidiano: vertederos de basura, mal servicio en el comercio; chapucerías en arreglo de calles; salideros de agua infecciosos y con mosquitos; problemas con el transporte público; cuarterías y viviendas apuntaladas; barrios marginales por el aumento de la población oriental inmigrante hacia la capital –conocidos sus miembros como “los palestinos” esa a la que los Van Van  dedicaron la letra de su canción, “La Habana que no aguanta más…”—; inmigración que se gana la vida con la reventa de productos en el mercado negro por la ausencia de tiendas mayoristas; contaminación sonora ambiental que invade la tranquilidad de los espacios públicos sin una intervención policial, cuya mera presencia evitaría esas expresiones invasoras con su bullicio y la serie de concatenaciones sociales y culturales que arrastra.

Hasta ahora es bastante habitual que el propio aparato administrativo del gobierno a los niveles municipales inferiores no respete, viole y contradiga orientaciones hechas por las más altas instancias políticas del Estado y el Partido. El compañero Raúl Castro, Primer Secretario del Partido, y nuestro actual Presidente de la Republica, el Miguel Díaz-Canel, han insistido más de una vez en la convivencia social civilizada y educada de la población dentro del marco del respeto a la tranquilidad, consideración y decencia ciudadanas evitando esa polución sonora ambiental, animada con reguetones y canciones de la peor calaña y vulgaridad, promovidas por los responsables “culturales” del Poder Popular en las ferias comerciales montadas en barrios de la capital, así como también sucede con la instalación de quioscos para el expendio de bebidas alcohólicas con sus respectivos acompañamientos “musicales”, en parques y lugares públicos rodeados de las viviendas particulares, agredidas por el ruido que no se apaga hasta altas horas de la noche.

A las denuncias hechas por ciudadanos contra esas malas prácticas se suma a menudo la insensibilidad, falta de seguimiento y falta de respuesta oficial por delegados de circunscripción, Gobierno y Partido municipales, incluidos sectores locales de la PNR que, ante lo que consideran infracciones menores (erróneamente no penadas legalmente) se conforman, si acaso, con llamar la atención a los responsables para que disminuyan un poco el motivo que dio razón a la denuncia… y cuando en el mejor de los casos esto se hace, se retiran y… ¡sanseacabó!, misión cumplida, los infractores vuelven a las mismas  y la vida sigue igual…

Esto confirma que para rectificar lo mal hecho y cambiar lo que debe ser cambiado es necesaria una crítica insistente, comprometida y acompañada de sanciones que luchen contra el inmovilismo de ese lánguido y parsimonioso burocratismo que venda los ojos y agudiza con su ineficiencia y desidia el efecto de su incumplimiento con las orientaciones y recomendaciones hechas por la alta dirección de la administración estatal.

Hoy en este proceso de transición generacional en el poder que vivimos se siente una voluntad de luchar contra esa parálisis conservadora, unas veces hipócrita y oportunista, y en otras ocasiones demasiado cautelosa y sin malas intenciones, pero sí equivocadas. Se ha sacado a los ministros de sus despachos y los han puesto a relacionarse y a seguir de cerca la actividad de sus funcionarios en el cumplimiento de sus tareas. Se trabaja también en la interconexión ministerial para disminuir las importaciones y aumentar las exportaciones para buscar soluciones a las carencias y no justificar con ellas el incumplimiento de los planes aprobados; se conmina a pensar con cabeza propia.

Ahora bien, existe el aislamiento burocrático y acomodado del dirigente segregado de la vida común y ajeno a las condiciones de vida que la población mayoritaria tiene que asumir diariamente.  Muchos de esos “cuadros” tienen asignados carros y chofer –que también utilizan para sus necesidades personales—, sin que necesiten desplazarse en una guagua del servicio público para ser puntuales en el cumplimiento de sus deberes; ni tampoco suelen habitar en zonas más comprometidas con la realidad concreta de pobreza en la que viven miles de ciudadanos ganando un salario exiguo y no en los barrios elegantes, antiguos reductos de la burguesía criolla.

No se les ve nunca participar en la limpieza de la contaminación en zonas costeras, ríos; o en las cosechas de productos agrícolas mientras alientan con sus arengas a que los campesinos y obreros se afanen en sus labores. En su lugar esta carencia no cesa  de ser sustituida por la tediosa, repetitiva y adormecedora propaganda transmitida por los medios de comunicación, basada en las celebraciones, efemérides, aniversarios, asambleas, congresos, medallas, diplomas de reconocimientos con su recital de consignas que semejan los ritos y los rezos de un culto religioso y conforman la rigidez de un sistema ideológico empeñado en las conmemoraciones robóticas y solemnes para confirmar el indiscutible carácter heroico, inquebrantable y único de nuestra Revolución.

Pienso que es necesario acabar con la sordera y la ceguera que excluyen de la información los temas que alimentan esa indisciplina social echándole la culpa a los infractores de la población sin indagar en las verdaderas causas del deficiente control administrativo que la propicia. Esto alimenta la manipulación informativa de nuestra realidad que a través de las redes digitales realiza el imperialismo para desacreditar nuestro sistema socialista, unida al incremento del bloqueo con el que pretende la asfixia económica del país.

Ahora bien, la manipulación informativa no es exclusiva de los medios de la derecha: la que reproducimos internamente nos daña vulnerando por omisión la posibilidad de rectificar los errores, condenando al sistema a sumirse en la ineficiencia, a su envejecimiento y al peligro de su extinción en un futuro no muy lejano, cuando los jóvenes que hoy mecánicamente corean consignas en las marchas y reuniones tengan que integrarse a un medio socio-económico y cultural que no satisfaga los requerimientos de sus expectativas y aspiraciones en su calidad de vida, precisamente por no haber alertado a tiempo los medios contra esos obstáculos inmovilistas.

Ahí está la alerta de Fidel en noviembre 17 de 2005, siete meses antes de su retiro por razones de salud, advirtiendo que la Revolución tenía como mayor peligro ser destruida desde el interior de ella misma. La realidad sigue su curso imparable de cambios conflictivos, los retos son inmensos y aún no hemos sacado en profundidad las lecciones de lo que pasó en la URSS y el Campo Socialista.

El cambio debe ir a lo esencial: fortalecer la conciencia individual ciudadana con medidas concretas de participación y también con regulaciones coercitivas. Dentro de estas coordenadas el NTV Nacional ha mejorado su presentación visual transmitiendo para el espectador la valoración del factor estético como motivación y demanda cultural implícita en la calidad de su imagen. También ha incorporado a locutores y periodistas negros en respuesta a la urgencia de dar una representatividad visual a nuestra cultura mestiza, aunque existen espacios complementarios como La mesa redonda donde el tema de un racismo agazapado, que todavía existe en nuestra realidad, debería ser debatido a calzón quitado.

Algunas veces se han hecho críticas socio-económicas y culturales más profundas y serias por buenos periodistas del noticiero, pero generalmente se pierde el tiempo y espacio dedicándoselo a temas reiterativos de las visitas del secretario de tal o más cual organización haciendo llamados a incrementar la producción, a no justificar los incumplimientos, etc. y ahí se queda el buen consejo. Se pierde espacio y tiempo en la información sobre los innumerables congresos y asambleas de las múltiples instituciones y organizaciones (CDR, ANAP, FMC, UJC, ANIR, UPEC, CTC, etc.), algunas ya vaciadas de su contenido original y que hoy flotan en una deriva que no llena las necesidades ciudadanas a satisfacer y que pudieran activarse de acuerdo a los requerimientos del presente.

Para colmo de la repetición y la pérdida de tiempo en el horario establecido del noticiero muchas veces se presenta un reportaje con el resumen esencial del discurso de un dirigente, y luego, al terminar el noticiero, se repite completo el mismo discurso. Todo esto incide en el reflejo indirecto y justificativo de la impuntualidad que, además de otras carencias concretas como la del transporte, caracteriza el funcionamiento de muchas actividades en el país que no prestan sus servicios en el horario establecido. Alterar los horarios solo es aceptable cuando condiciones excepcionales lo reclaman como imprescindible por su impacto público.

En sucesivos plenos de la UPEC se plantea la necesidad de realizar un análisis de las estrategias de comunicación en los medios masivos para transformar nuestro sistema de prensa con un quehacer más crítico y menos triunfalista. Hay que someter el discurso ideológico oficial a un análisis imparcial para evaluar su validez. La eficiencia del trabajo ideológico en las propuestas informativas de los medios depende del interés que sea capaz de despertar en el ciudadano para pensar y asumir su pertenencia y responsabilidad hacia su realidad, cuidando siempre de no aburrirlo con el empalagoso blablablá al que nos han acostumbrado los reportajes periodísticos vacunados contra el análisis complejo de la realidad y siempre controlados para su aprobación y difusión por un aparato ideológico no siempre acertado en sus orientaciones.

Y aquí me detengo en esta área política tan sensible y determinante para el ejercicio de ese periodismo indagador y militante contra la censura inquisidora que ha predominado históricamente en las decisiones sectarias de algunos de sus dirigentes, condenando a un ostracismo a creadores y artistas en el sector cultural a partir de prejuicios, entre otros también homofóbicos, provocando conflictos innecesarios que han dañado el prestigio de nuestra Revolución.

Creo que la trayectoria histórica seguida por algunos funcionarios de los más renombrados en la aplicación de una rigidez ideológica inquisitorial, los cuales han sido asignados y después depuestos como secretarios de este importante departamento por razones de su incompetencia o de sus desmedidas ambiciones políticas, habla por sí sola de que nada ni nadie es perfecto y que las decisiones profesionales y éticas están y estarán siempre marcadas por la personalidad y los intereses humanos, a menudo en contradicción con una moral revolucionaria más estricta y coherente con la necesidad representativa de asumir lo positivo y lo negativo del aval revolucionario de nuestro proceso.

Son hombres concretos los que interpretan, dan sentido y materializan el cumplimiento y la aplicación de los principios ideológicos revolucionarios, hasta ese momento nominales y abstractos, funcionarios potencialmente investidos de un poder impositivo para determinar su cumplimiento obligatorio, como el que le compete controlar a una institución guardiana de la ideología sistémica.

“Librémonos de la ridícula creencia de que todo lo sabemos; librémonos de la ridícula creencia de que somos infalibles. Nuestro primer deber es saber que somos falibles, que podemos equivocarnos una y muchas veces. Que más que poder decir que lo sabemos todo, todo, podemos decir que lo ignoramos casi todo; que debemos estudiar, que debemos meditar, que debemos pensar, razonar y ampliaremos nuestra capacidad de comprender”. (Discurso pronunciado por el Fidel el 13 de marzo de 1966)

Temprana y sabia advertencia contra el grave peligro que promueve un conservadurismo sabelotodo que se autocalifica e impone su criterio como el único correcto y en la práctica política niega cambiar lo que debe ser cambiado. Riesgo de no activar los mecanismos que eliminen periódicamente y no acumulen con su potencial de descontento explosivo los óvulos muertos de las decisiones erróneas y estériles y los sustituyan por la fertilidad crítica que reanima la necesidad de luchar contra todo lo que contribuya a vulnerar los logros alcanzados y evitar así la instauración de una revolución menopáusica que termina por agotarse y desaparecer, como resultó con el modelo soviético de socialismo hermético y sectario que, al abrirse con la glasnost-perestroika a una súbita transparencia, hizo estallar con su presión contenida las válvulas del sistema hasta provocar su propia desaparición.

Ahora bien, el sistema soviético había sufrido desde antes una descomposición político-social interna que hizo metástasis desde la cúpula a amplios sectores de toda la sociedad. Los que tomaron el poder en 1964 siguieron un proceso de corrupción y desidia que condujo al fracaso el objetivo que tenían aquellos animados con las buenas intenciones de sanear el sistema en 1985.

Cuba no es la URSS. En su búsqueda por encontrar un modelo de socialismo inspirado en la ideología marxista siempre tuvo la conducción de un líder popular que impregnó sus decisiones con la sinceridad y honestidad de un dirigente revolucionario consciente de que como hombres no somos infalibles. Obligado por circunstancias históricas ineluctables, pero inclinado a favor del debate entre revolucionarios, Fidel siempre estuvo empeñado en mantener la unidad entre esas tendencias, favorables unas a la autocrítica y la otra al hermetismo inspirado en el modelo soviético, marcado este por la herencia censora del estalinismo que nunca dejó totalmente de existir y que también exportó a los países socialistas y contribuyó a su desintegración.

Han pasado ya 60 años, y aunque el espíritu ideológico censor y su oponente crítico todavía coexisten, en la actualidad sigue existiendo un solo partido presidido por Raúl, pero integrado mayoritariamente por generaciones nacidas después del triunfo revolucionario sin el crédito moral de haber vivido el riesgo del sacrificio heroico, salvo de aquellos sobrevivientes de la lucha contra la dictadura batistiana, contra la invasión mercenaria de Playa Girón, la lucha contra bandidos y en las misiones internacionalistas.

Estos comunistas actuales tienen su fundamento político-ideológico en el referente fidelista de su interpretación marxista –sin que hoy se acuda a Marx, Engels y a Lenin para avalar algo—.

Por eso quiero terminar remitiéndome a ese discurso premonitorio de Fidel en la escalinata universitaria el 13 de marzo de 1966, en el que anunciaba el peligro del envejecimiento del dirigente, trasladando hoy, medio siglo después, la interpretación de esa amenaza al peligro del envejecimiento del propio sistema:

“Esta revolución es afortunadamente una revolución de hombres jóvenes. Y hacemos votos porque sea siempre una revolución de hombres jóvenes; hacemos votos para que todos los revolucionarios, en la medida que nos vayamos poniendo biológicamente viejos, seamos capaces de comprender que nos estamos volviendo biológica y lamentablemente viejos.

¿Y para qué sirve un partido donde todo gira alrededor de un hombre? ¿Para qué sirve un partido si se endiosa a un hombre, y se le endiosa hasta tal grado que ni siquiera los nombres de Marx, Engels y Lenin se vuelvan a mencionar? ¿El dirigente revolucionario es necesario como instrumento del pueblo, es necesario como instrumento de la Revolución?

Mas, la relación entre pueblo y dirigente no puede ser un acto reflejo, no puede ser la resultante de un reflejo condicionado, sino un problema de conciencia, un problema de ideas. Volviendo a los votos que hacía porque todos nosotros los hombres de esta Revolución, cuando por una ley biológica vayamos siendo incapaces de dirigir este país, sepamos dejar nuestro sitio a otros hombres capaces de hacerlo mejor.

Preferible es organizar un Consejo de Ancianos donde a los ancianos se les escuche por sus experiencias adquiridas, se les oiga, pero de ninguna manera permitir que lleven adelante sus caprichos cuando la chochera se haya apoderado de ellos. ¿No han leído la Dialéctica de la Naturaleza de Engels?, pues Engels dice que con el transcurso de los años hasta el sol se apagará.

Qué tiene de importancia que la brillantez, la lucidez, la luz de un mortal se apague con los años”.

Escribo estas líneas animado por la intención de contribuir a una reflexión sincera y comprometida de todos los revolucionarios en el propósito de cooperar con la imperiosa necesidad que se le impone a esta nueva generación de gobierno de definir, con los cambios que promueva o no, el compromiso con el sentido y la especificidad actual del carácter socialista que se le dé a su más reciente consigna, la que a todos nos concierne y que reza: “Somos Continuidad”.

Al observar el dinámico empuje con que el Presidente de la República trata de estimular la creatividad en la administración estatal, de combatir la morosidad por falta de iniciativas y coincidir con la intención de remover de sus impurezas el ancho diapasón de temas sujetos al cambio con la preservación de una memoria histórica manifiesta en toda su complejidad, confío entonces en que la herencia, auténticamente revolucionaria del Noticiero ICAIC latinoamericano, sea definitivamente rescatada.

14 enero 2020 17 comentarios 698 vistas
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facundo

The downfall of Facundo

por Giordan Rodríguez Milanés 12 enero 2020
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

The downfall of Facundo happened slowly. It all began when the character Claro, from the ‘Dale Taller’ segment in the show Deja que yo te cuente, disappeared even before it was created.

The trial began when that controversy between Alfredo Guevara and Blas Roca was left unfinished in the pages of Hoy newspaper. The argumentation for the sentence is surgically picked out from Fidel Castro’s ‘Words to the Intellectuals’, turned into anathema by the usual extremists and reductionists: ‘Within the Revolution, everything; against the Revolution, no rights’.

Was Andy Vázquez setting Facundo against the Revolution when he made the video about the events at Cuatro Caminos? Or were those who poorly organized that whole business of the inauguration of the famous market the ones who put the Revolution at risk, or those whose purpose was it to keep the enemy –they mentioned the enemy– from ruining the much anticipated inauguration?

Those are the questions we Cubans of 2020 have to ask ourselves in order to understand not only what happened to Andy Vázquez, but also to Yasel Porto a few months ago, and to the character Claro a few years ago, and to Enrique Arredondo with that ad lib in Alegrías de Sobremesa that punished a child to watching only Russian cartoons for a week.

Georgina Mendoza Cedeño was a radio broadcaster from Manzanillo with more than forty years of experience. In that time she had trained generations of producers with her radio host workshop for children; she received multiple awards in national radio festivals; she was a founder of the Hermanos Saíz Brigade and of the Cuban National Union of Writers and Artists (UNEAC); she directed and hosted first-rate radio programs; she had been head of programming and director of Radio Granma, with excellent results.

Right when her program Para ti, mujer had the highest radio ratings in the province of Granma, Georgina received in her home the visit of her daughter’s husband, who lived in Chicago, and another Cuban residing in the US, who she fell in love with. It was more than the municipal Party office could take, and they pressured Pedro Espronceda Figueredo –Georgina’s lifelong comrade and colleague– so he would not only take away from her the direction of that popular program, but also ‘force’ her to retire.

Georgina spent several months at home with no salary; they wouldn’t even let her set foot in the studios of the station to which she had practically dedicated her life, until she got her pension checkbook.

The Cuban Institute of Radio and Television (ICRT) never gave UNEAC an answer. All they did was honor her, two years later, at the gala for the 80th anniversary of the radio in Manzanillo, which yours truly had the privilege of writing and directing.

What legal basis was there for Georgina Mendoza’s forced retirement?

None.

What legal basis is there for the ‘break’ given to the character of Facundo Correcto, in the very own words of the director of Cubavisión?

None.

However, for the guys at the Ideological Department of Central Committee of the PCC, who are the ones running the radio and television in Cuba after all, both cases, and all the other ones before, have a political and ideological basis they cannot allow themselves to question beyond certain limits: i. e., the myth of the infallible cadre educated by the Revolution. With time and the determinant weight of the course of history, they’ve had to accept that a cadre or leader can be wrong, be corrupted even, or be treasonous, but only as an individual.

Facundo’s problem is that, more than a generalizing relation with reality, he made it specific about the events in Cuatro Caminos. Andy Vázquez’s problem is the same as Georgina Mendoza’s: understanding that we’re all Cuban no matter where we live, and that he can perform for –or, like Georgina, fall in love with– the ‘Cubans in Miami (…) and also go to old people’s homes in Cuba (…) to Canada, and also to elementary schools in Cuba where children go wild with joy. (…)

To Punta Cana, and to hospitals on Doctors’ Day’, as Luis Silva has said on Facebook, which is extensive to Andy Vázquez and Facundo. That inherent free will of the human condition and the arts is something the guys at the Ideological Department and the administrators of ICRT cannot understand and much less accept.

That’s why Enrique Ubieta, for example, replied to Luis Toledo Sande in a Facebook comment, according to Arturo Chang: ‘actually, his contract was rescinded, he wasn’t given a sanction (it’s not the same), nor was he expelled from TV and not for his most recent Miami video, which for some time he has produced using a character and even the show name of Vivir del Cuento, all of it without the authorization of the Cuban TV’.

Beyond the fact that Ubieta’s comment contradicts that of the director of Cubavisión, who says the character of Facundo ‘has only been given a break’, that is, he doesn’t mention the contract being rescinded, it is a fact that Cuban Television has no exclusive rights on Vivir del Cuento, and there doesn’t seem to be an exclusive rights clause for any of its characters in favor of the Cuban Television.

Therefore, there’s no legal basis for rescinding or ‘giving a break’. It’s not the case either that, as we’ve seen, legal basis is something of any interest for those who punished Enrique Arredondo, disappeared Claro or forced Georgina Mendoza to retire. You know who said it: ‘Within the Revolution, everything; against the Revolution, no rights’. And for the censors, an artist’s will is obviously against the Revolution.

(Translated from the original)

12 enero 2020 0 comentario 420 vistas
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facundo

La condena de Facundo

por Giordan Rodríguez Milanés 6 enero 2020
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

Aquel personaje de Claro, del segmento “Dale Taller” del programa Deja que yo te cuente, había desaparecido aún antes de su creación. El juicio comenzó cuando quedó inconclusa aquella polémica en el periódico Hoy entre Alfredo Guevara y Blas Roca. La argumentación de su sentencia las entresacan quirúrgicamente de las palabras de Fidel Castro a los intelectuales, convertidas en anatema por los extremistas y reduccionistas de siempre: “Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, ningún derecho”.

¿Estaba Andy Vázquez poniendo a Facundo contra la Revolución cuando hizo el video cuyo referido fueron los sucesos de Cuatro Caminos? ¿O estaban poniendo en riesgo a la Revolución aquellos que organizaron mal todo aquel asunto de la inauguración del famoso mercado, o aquellos que debían evitar que el enemigo –ellos mencionaron al enemigo—, malograra la tan, pero tan publicitada inauguración?

Esas son las preguntas que nos tenemos que responder los cubanos del 2020, para entender no solo lo sucedido a Andy Vázquez, sino también a Yasel Porto hace unos meses; al personaje de Claro, hace unos años: a Enrique Arredondo con aquella morcilla en Alegrías de Sobremesa, que castigaba a un niño a una semana de muñequitos rusos.

Georgina Mendoza Cedeño era una radialista manzanillera con más de cuarenta años de experiencia. Durante ese tiempo había formado generaciones de realizadores desde su círculo de interés de locución infantil; multipremiada en festivales nacionales de la radio; fundadora de la Brigada Hermanos Saíz y la UNEAC; directora de programas y locutora de radio con evaluación de primer nivel; había sido jefa de programación y directora de Radio Granma con magníficos resultados durante su gestión. Justo cuando su programa Para ti, mujer tenía el mayor índice de audiencia de la radio en la provincia de Granma, Georgina recibió en su casa al esposo de su hija, residente en Chicago, y a otro cubano residente en Estados Unidos de quien se enamoró. El Partido municipal de Manzanillo no podía soportar aquello, y presionó a Pedro Espronceda Figueredo –compañero de filas y de la emisora de toda la vida de Georgina—, para que no solo le quitara la dirección de aquel popular programa, sino además la jubilara “forzosamente”.  Varios meses estuvo Georgina en su casa sin cobrar un centavo, sin dejarla ni siquiera pisar los estudios de la emisora a la que le había dado prácticamente toda su vida, hasta que le llegó la chequera. Nunca el ICRT le dio una respuesta a la UNEAC. Se limitaron a entregarle una distinción, dos años después, en la gala por el 80 aniversario de la radio manzanillera, que este servidor tuvo el privilegio de escribir y dirigir.

¿Qué sustento legal tuvo la jubilación forzosa de Georgina Mendoza?

Ninguno.

¿Qué sustento legal tiene el “descanso” que le han dado al personaje de Facundo Correcto, según las palabras del director de Cubavisión?

Ninguno.

Para los chicos del Departamento Ideológico del Comité Central del PCC, que en definitiva son los que dirigen la radio y la televisión en Cuba, sin embargo, ambos casos, y todos los anteriores, tienen un sustento ideopolítico que no pueden permitirse cuestionar más allá de determinados límites: el mito del cuadro infalible forjado por la Revolución. Con el tiempo y el peso determinante del decurso histórico, han tenido que aceptar que un cuadro o dirigente puede equivocarse, corromperse e incluso, traicionar, pero solo como individualidad.

El problema de Facundo es que, más allá de una relación generalizadora con la realidad, la concretó con los acontecimientos de Cuatro Caminos. El problema de Andy Vázquez es el mismo de Georgina Mendoza: entender que todos somos cubanos vivamos donde vivamos, y que lo mismo puede actuar para –o enamorarse de, como Georigina—  los “cubanos de Miami (…) también a los asilos de ancianos de Cuba. (…) a Canadá, y también a las escuelas primarias de Cuba donde los niños se vuelven locos de contentos. (…) A Punta Cana, y lo llevo a los hospitales el Día del Médico”, según ha declarado en Facebook Luis Silva, lo cual es extensivo a Andy Vázquez y Facundo. Ese albedrío inherente a la condición humana, y el arte, los chicos del Departamento Ideológico y los directivos del ICRT, no lo pueden entender ni mucho menos, aceptar. Es por ello que Enrique Ubieta, por ejemplo, le comenta en Facebook a Luis Toledo Sande, según Arturo Chang: “en realidad se le rescindió el contrato, no fue sancionado (no es lo mismo), ni expulsado de la TV y no por su más reciente video miamense que a lo largo del tiempo ha realizado utilizando un personaje e incluso el nombre de Vivir del Cuento, todo sin autorización de la TV cubana”.

Más allá de que el comentario de Ubieta contradice el del director de Cubavisión que plantea que al personaje de Facundo “solo se le ha dado un descanso”, o sea: tampoco habla de rescindir contrato. Es un hecho que la Televisión Cubana no tiene derechos exclusivos sobre Vivir del Cuento, y no parece haber ninguna cláusula de exclusividad de ninguno de los personajes a favor de la Televisión Cubana. De tal modo, no hay ningún sustento legal para rescindir o “poner a descansar”. Tampoco es, como se ha visto, que el sustento legal le interese mucho a los que castigaron a Enrique Arredondo; desaparecieron a Claro o jubilaron forzosamente a Georgina Mendoza. Ya lo dijo quien lo dijo: “Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, ningún derecho”. Y para los censores el albedrío del artista, evidentemente, está contra la Revolución.

6 enero 2020 42 comentarios 428 vistas
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liga

La Liga cubana de pelota

por Mario Valdés Navia 3 diciembre 2019
escrito por Mario Valdés Navia

El pueblo aficionado al béisbol está convocado oficialmente a emitir sus criterios para sacar al querido pasatiempo nacional del pantano de arenas movedizas en que está hundido. Aprovecho para adelantar el mío: hacer lo que hacen los amantes del béisbol en el resto del planeta Tierra, crear una liga. Los cubanos decimos pelota a este deporte, por tanto, propongo llamarla Liga Cubana de Pelota (LCP).

Creo que al béisbol cubano lo primero que le falta es lo que Napoleón pidió al senado francés para vencer a los ingleses: “dinero, dinero y más dinero”. Este es uno de los deportes más caros y complicados del mundo. Cuba tuvo un alto desarrollo en él gracias a Su Majestad el Azúcar que daba tantos dividendos que hasta una poderosa Liga Azucarera tuvimos, de la que salieron muchos estelares del profesionalismo y de las series nacionales.

El primer escollo para la LCP ya desapareció. Para ir a la Serie del Caribe y poder alquilar peloteros cubanos en ligas extranjeras –ojos puestos en la Gran Carpa− se declaró a los nuestros como profesionales y se les asignó un salario. De un plumazo, borrón y cuenta nueva: adiós a todo aquello de: “la pelota esclava”, “los hombres mercancía” y “la mafia del béisbol rentado”. La ideología fue expulsada del análisis por la propia dirección de este deporte.

Ahora salta a colación que Cuba no quiso eliminar el profesionalismo, sino que fueron las autoridades de los Estados Unidos las que nos cerraron las puertas. En 1959, Fidel declaró que Cuba tenía interés en mantener a los Cuban Sugar Kings −el famoso equipo cubano que jugaba en las Ligas Menores− en el torneo vecino. Fueron ellos los que prohibieron a los cubanos alistarse en su liga sin renunciar a su ciudadanía, por tanto, nosotros no renunciamos al profesionalismo, sino que fuimos expulsados de él.

Claro que esto ya es un poco más duro de aceptar si se recuerda que Cuba lo prohibió en todos los deportes, no solo en el béisbol, por razones ideológicas. En el extinto campo socialista, el deporte solo podía ser amateur y no se cobraba  por practicarlo a ningún nivel, solo el salario que cada uno percibía en su centro de trabajo. Por tanto, los atletas de alto rendimiento vivían en permanente licencia deportiva: una versión socialista de la antigua botella.

El otro escollo actual es mucho más complicado: ¿de dónde saldrá el dinero para hacerlo? Vuelvo a mirar al resto del mundo, añado las peculiaridades cubanas y hallo cuatro fuentes principales: la taquilla de los estadios, la venta de bisutería deportiva, el presupuesto nacional y los aportes de los patrocinadores. Analicemos cada uno con más detalle.

Estadio de Las Tunas, liga cubana de béisbol. Foto: Ramón Barreras Valdés (Vanguardia)

Estadio de Las Tunas, liga cubana de béisbol. Foto: Ramón Barreras Valdés (Vanguardia)

Lo de la taquilla ya existe. Si antes era gratis, hace años que se paga un peso por ver los juegos. Por cierto, nunca nadie da cuentas de esos ingresos. Incluso los narradores no saben decir cuántas personas entraron al estadio. ¿Será que es información clasificada para no dar datos al enemigo? ¿Alguien pudiera informarme sobre lo ingresado en esta serie? Aunque sea en CUP, miles de pesos son una cifra respetable, creo yo.

De todos modos, bien que podría elevarse el precio de entrada siempre que los estadios invirtieran en asientos y servicios de calidad. Por dejar de sentarme en el suelo –en la antigua Grecia y Roma, los estadios tenían almohadones−, estaría dispuesto a pagar cinco pesos, y hasta veinte si tuviera un palco pegado al terreno, algo que nuestros “precavidos” estadios no poseen por razones que ignoro totalmente.

Lo de la venta de bisutería con imágenes e informaciones sobre equipos, deportistas y estadios es algo que se pide a gritos por la afición desde hace años. Que se pueda comercializar la imagen del Che y no la de Omar Linares me parece increíble. Muchos chicos andan con pullovers de Messi, pero no encuentran ninguno de Huelga, Kindelán, o Cepeda.

El presupuesto nacional podría cubrir una parte de los gastos de manera equitativa entre todos los equipos. Los de las provincias y municipios también podrían poner lo suyo. De todas formas, el esquema estrictamente territorial lo considero obsoleto y contraproducente hace rato. La propia práctica lo ha superado y hoy es solo un consuelo para la burocracia vividora del béisbol, pues los deportistas juegan donde los contratan. Pregúntenle a Industriales y Matanzas que son los principales importadores a nivel nacional.

Los sponsors sobrarían: cubanos y extranjeros. Empresas de todo tipo, cooperativas, trabajadores por cuenta propia, instituciones, individuos… todos podrían contribuir si existieran sistemas de control de los aportes transparentes y confiables. Precedentes sobran. Ahí va uno de mi experiencia personal: en 2014, la Dirección Provincial de Cultura de Matanzas pagó unos cien mil pesos a la conga del estadio Victoria de Girón por amenizar los partidos. El jolgorio también cuesta.

La estructura que propongo:

—Seis equipos en dos niveles: A y B. Doce en total. Cada uno con su propia junta directiva

—Dicha junta es escogida mediante elecciones entre peloteros y fans.

—Escuela de béisbol, sucursal femenina y equipos de contratación, especialistas deportivos, economía, salud y comunicación.

—Contratos individuales de los peloteros, según oferta y demanda, en moneda nacional y con los compromisos fiscales al uso.

—Calendario similar al de sus homólogas del área.

He dicho y salvado mi alma. ¡¡Play ball¡¡

3 diciembre 2019 10 comentarios 392 vistas
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amores

Amores y solo amores

por Giordan Rodríguez Milanés 29 noviembre 2019
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

Amores, y solo amores en Cuba. Mientras el odio arrecia, los trovadores convierten “al grito  y al llanto en arte”. Los “agoreros de las falacias” no perdonan la coherencia de vivir y soñar “de atreverse con la vida” y “aceptarle el puñetazo”.  El cantautor intenta “tratar de comprender lo que pasó”, consciente de que “la impostura en un suicidio a pleno sol”.

El emperador lo dejó muy claro desde sus primeros berreos: desmontaría todo acercamiento y búsqueda de la normalización de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. Obviamente, en el mundo actual, los impactos psicosociales de cualquier política hay que potenciarlos y se verifican en las plataformas comunicativas: los medios ya tradicionales, la blogosfera  y las redes sociales. Si antes un emperador sin bufones era aburrido, en la actualidad es ineficiente sin una vanguardia que se encargue de  tronchar el vuelo de la libélula.

Cuando el dinero corre, sobran los aspirantes a bufón imperial. Fluyen las babas del  descrédito y demonización por las comisuras de los pretorianos del rencor. Eventualmente felices los rabiosos de una orilla. Eventualmente tranquilos  los cobardes y acomodaticios que, desde  la cota propia, habían  dejado de dormir  desde que el emperador anterior, fresco y jovial, se ganara la simpatía de una buena parte del mismo pueblo que nunca dejó de intentar atenazar.

Pero así somos los comunes: solemos creer más en un discurso, una sonrisa y la aparición en una comedia, que en las persistentes multas del Departamento del Tesoro a quienes comerciaran  con la isla maldita o, en oposición, tampoco creer en el desarrollo de las fuerzas productivas desde la iniciativa individual y la participación ciudadana sin el padrinazgo del Estado.

Persistentes, como el infante herido que se niega a dejar de mirar el ocaso, tal vez el último ocaso, los artistas continúan viviendo  la prisión y la libertad de la fe como remedo  contra  “ser otro eslabón del cinismo”. Hacen uso de la capacidad de retoño. Si una verdad se sostiene, aún bajo tierra, en algún momento tendrá que germinar… y germina.

Escuché Carnal, el disco de Buena Fe “antes que solo fuera himno y vítores”, en medio de ese  preludio aún espeso y desafinado,  que todo parto trae consigo. Música, solo música. Ni cartas a la novia, ni tesis doctorales, sino “provocaciones al viento”, sinceridad para acariciar con amor a quienes se arriesgan a romper el odio. El más violento y contundente golpe en modo belleza  para devolver el rencor y la rabia a los aspirantes a bufones imperiales y los viejos jinetes del horror.

Canciones, solo canciones. Sin estribillos pegajosos ni construcciones melódicas utilitarias de fácil repetición. Un reto para quienes –sobradas de simpatías—, aún se ven a sí mismas sobre los hombros del compañero de la universidad, o aquellos que veinte años después se aferran a la entrepierna de la amiga prohibida y  pegada a su cervical mientras el coro proclama que no nacimos ángeles.

Claro que no nacimos ángeles, ni lo somos los diletantes, ni menos los trovadores. Los ángeles no crecen ni maduran como mis hermanos de la buena fe. Los ángeles no dudan, no son atacados en las redes sociales, no  tienen que escoger entre la dignidad y una gira escamoteada. Los artistas honrados, coherentes, patriotas, sí tienen que hacerlo. Y, sin son cubanos, mucho más. ¡Hasta los quieren obligar a que se pronuncien acerca de lo que no desean hacer!

Es por eso que, aún si haber escuchado el producto final, cuando  Israel me compartió fragmentos de aquella conversación con un médico cubano que le sirvió como una de sus fuentes inspiradoras para la canción “Valientes”, supe que Carnal, además de solo música y canciones, sería un disco que connotaría ese potencial de decencia y comprensión mutua que todo Ser Humano, incluso los de peor calaña, llevamos dentro.

Cuando vi cantar a los estudiantes norteamericanos de Carlos Lazo, en el Teatro Karl Marx, confirmo ese afán de querernos los humanos –y los cubanos— de todos lares y de todos los credos, por más que los ideólogos de la aversión nos acosen a cada instante, y nos quieran hacer creer que las diferencias y los disensos pesan más que los determinantes familiares y los valores humanos.

En definitiva se resume en amores, y solo amores.  En la certeza de que “somos la misma humanidad, todos ante un mismo acertijo”. No tenemos derecho a pedirles más sin dar, por lo menos, la natural decencia y comprensión mutuas a cambio, y la buena fe.

*Todos los entrecomillados son versos de Israel Rojas Fiel.

29 noviembre 2019 13 comentarios 273 vistas
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abandono

Antídoto para el abandono

por Alina Bárbara López Hernández 21 noviembre 2019
escrito por Alina Bárbara López Hernández

Esto es un antídoto para el abandono. Yo, que no soy poeta, espantada de todo quise refugiarme, por un día al menos, en la poesía. Confié en que, quizá, algunos de los premiados en el concurso Milanés, convocado anualmente en noviembre por la filial matancera de la UNEAC, seguirían los pasos del jovencito Juan Marinello, que a inicios de los años veinte del siglo pasado, todavía con ecos modernistas, ensimismado y ascético, proclamaba: Oh grata soledad dulce y querida/ que en el retiro amable y escondido/ das nuevos sueños a la triste vida.

Pretendía olvidar por unas horas la realidad. Sustraerme de guerras, golpes de Estado y errores políticos. Evadir los ojos vaciados de los estudiantes chilenos. Olvidar que una mascota, cuando muere, puede romperte el corazón. Insensibilizarme ante los animales maltratados. Omitir los hoteles de lujo que nunca visitaré o las tiendas atestadas que solo puedo mirar. No pensar en continuidades vacías y consignas huecas.

Dar la espalda a los que consideran progresismo o guanajera al pensar diferente, al sopesar opiniones, al no aceptarlo todo sin  ningún tipo de cuestionamiento.

Vana intención. La poesía me recibió armada para el combate. Belicosa y provocadora. “Yo no soy almohada para descansar” —me dijo—, “a esta altura del juego ya no es posible estar fuera del juego”. Y se mostró, en forma de poemario, de la mano del holguinero Moisés Mayán.

Mentalidad de enjambre es su título, publicado bajo el sello de Ediciones Matanzas. Una prosa poética que me devolvió la energía, el atrevimiento y la osadía. Aquí comparto una muestra con los lectores de LJC.

Gigantografía

Asistimos a la marcha vestidos de blanco. Vestidos de rojo. Vestidos de azul. Las mujeres, con flores en el cabello (mariposa/margarita/marpacífico). Los hombres, esparciendo consignas a la geométrica sombra de las pancartas. Los niños, con sus banderitas de papel donde no falta el blanco, el rojo, y el azul. Desde la gigantografía, la insondable mirada del Héroe Nacional. Vestido de negro. De luto, dicen, por la Patria.

La Gran Colmena

Tu país puede ser la Gran Colmena. Tu familia puede ser la Gran Colmena. La fábrica, la escuela, el edificio pueden ser la Gran Colmena. Pero es posible que la Gran Colmena esté donde debió estar tu cerebro. Por eso el abejeo en los oídos cada mañana. Ese gusto dulzón en la rugosa superficie de la lengua. Los enjambres prefieren espacios abovedados. Espacios vacíos. Tu cráneo es el sitio perfecto.

El zángano y el caimán

Soy el zángano de la colmena. Pienso que puedo vivir de la poesía. Voto por el reconocimiento del oficio de poeta. El más productivo de los oficios. En el ápice de la pirámide laboral. Mi trabajo consiste en golpear teclas como si activara puntos de presión en la espalda del país. Duele mi espalda, me ha dicho el país cuando despierta. ¿Cuándo despierta? Creo que hoy tampoco iré a trabajar, repite el país y vuelve a enfundarse en el saco de su historia.

Los estadistas hablan de un letargo en la economía nacional, del estancamiento del producto interno bruto. Parece un caimán dormido. Dormido es el adjetivo exacto. Soy el zángano de la colmena, y sé que no es saludable contradecir al país.

Los nombres y los hijos

Quería que nuestro primer hijo se llamara País, pero los registradores se negaron a inscribirlo. “No tenemos País en la relación de nombres admitidos”, explicaban en tono burocrático. Quería que nuestra primera hija se llamara Patria, pero los registradores aullaron: “¿En qué país se ha visto una niña llamada Patria?”.

Entonces bauticé a mis hijos con nombres comunes. Jorge o Luis. Ana o María. Jorge Luis y Ana María. Como otros jóvenes de su generación, terminaron marchándose del país. Jorge Luis regresa cada Navidad. Ana María no quiere saber más de su patria.

Crítica de arte

Toda obra de arte demanda su censura. Alguna nota prohibitiva. La coerción de los círculos de poder. De los cenáculos religiosos. Los comentarios tóxicos de ciertos camaradas, La obra de arte que no padece ningún tipo de censura pasa inobjetablemente al olvido. Sin penas ni glorias. Con más penas que glorias. Por esa razón algunos políticos planifican la censura. Es decir, planifican la trascendencia. La formación del canon. Restricciones que avivan la curiosidad del Gran Público. La censura, lo sabemos, es solo crítica de arte.

Termina el encuentro. Visitamos a José Jacinto Milanés. Su estatua se yergue a un lado de la catedral de Matanzas. Rosas rojas para él. Dicen que estaba loco, pero transcendió. Leemos algunos de sus poemas. Uno de ellos provoca aplausos atronadores.

Se trata de las estrofas finales de la composición con que respondió al vate mexicano Ignacio Rodríguez Galván, que le invitara en versos a marcharse de la Isla en busca de una atmósfera más libre y propicia:

Hijo de Cuba soy: a ella me liga

un destino potente, incontrastable:

con ella voy: forzoso es que la siga

por una senda horrible o agradable.

 

Con ella voy sin rémora ni traba,

ya muerda el yugo o la venganza vibre.

Con ella iré mientras la llore esclava,

con ella iré cuando la cante libre.

 

Buscando el puerto en noche procelosa,

puedo morir en la difícil vía;

mas siempre voy contigo ¡oh Cuba hermosa!

Y apoyado al timón espero el día.

(22 de julio de 1842)

La gente que pasa mira asombrada. Algunos se detienen. Escuchan. También aplauden.

21 noviembre 2019 9 comentarios 662 vistas
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política cultural

La (otra) política cultural

por Giordan Rodríguez Milanés 3 julio 2019
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

La (otra) política cultural no es difícil de reconocer. Desde los barracones hasta las periferias urbanas donde habitaba el incipiente proletariado de La Habana y Matanzas, durante el último cuarto del siglo XIX, se fue sedimentando La Rumba. La poliritmia de los africanos se impuso y evolucionó hasta conformar las esencias identitarias de la nación cubana. España nos legó la danza, la décima, la génesis recitativa que dio origen a La Tonada. Luego ese legado se convirtió en contradanza y danzón, punto cubano. Bailes del chachachá y el casino durante el siglo posterior.

Ni la herencia africana ni la española nos fueron impuestas por centros de poder foráneo. En todo caso esa herencia, contribuyó decisivamente a nuestra emancipación de la metrópoli, como la canción “La Bayamesa” de Céspedes, Fornaris y del Castillo. Fue el resultado estético del sistema de valores sociales en un contexto marcado por la transculturación.

En 1922 surge la radiodifusión cubana. La primera música que transmite  contenía el alma de nuestros genuinos modos de hacer. Los conjuntos soneros, repentistas y trovadores, eran habituales en la programación. El son, la tonada, la canción romántica, la guaracha y el pregón, eran géneros protagónicos. No había ni remotamente una política cultural pero sí había cultura.

La radiodifusión cubana pasaba de artilugio artesanal a empresa capitalista mientras se desarrollaba el disco de vinilo y las poderosas industrias disqueras norteamericanas invadían el mundo. Pero la RCA Victor, CBS o Columbia, no lograron desplazar del espectro radiofónico cubano la música de Ignacio Cervantes, García Caturla, Gonzalo Roig, Ernesto Lecuona, Rita Montaner, el Trío Matamoros, Joseíto Fernández, Pérez Prado, Enrique Jorrín, la Sonora Matancera, Benny Moré, el Septeto Nacional y La Aragón, por una razón simplísima: los pueblos de Cuba y Latinoamérica los seguían prefiriendo.

La interinfluencia entre nuestra música y el jazz, por ejemplo, no pudo subsumir la creación criolla sino, por el contrario, nuestra percusión marcaría la mayor influencia foránea que el jazz haya tenido en su historia. Desde que Chano Pozo, Dizzy Gillespie y Charlie Parker interpretaran “Manteca” en Radio Cadena Azul,  hasta la actualidad. Si en Estados Unidos había un Elvis Presley; en Cuba y buena parte de Latinoamérica estaba Benny Moré.

¿Cuándo y por qué la política cultural cubana se apartó de lo nacional? ¿Fue  con la globalización e Internet o mucho antes, con una pretendida y absurda “cerrazón” a todo lo que nos remitiera antes del 59?

Desintegrados los Zafiros y confinado el “feeling” al Callejón de Hamlet. Fracasado el intento de imponer el mozambique como “ritmo de la nueva Cuba”. Entre 1968 y bien avanzada la década del 90, estuvieron dormidos en las fonotecas los discos del Benny, el Trío Matamoros, las cintas de Manuel Corona, Sindo Garay, Teofilito y María Teresa Vera. Los émulos de Papito Serguera y Armando Quesada apostaron por el “inofensivo” pop español al estilo de Los Brincos y los Fórmula V, en programas como Nocturno de Radio Progreso, para “competir” contra el diversionismo ideológico anglófono.

(Puede interesarle: Quinquenio Gris: la música “prohibida”)

Desde entonces hasta la actualidad: ¿Cuántas veces en horarios estelares de las emisoras territoriales o nacionales, fuera de programas genéricos o hacia destinatarios específicos, se radió, televisó o amplificó en un espacio público,  con sistematicidad e intencionalidad comunicativa, una rumba, una tonada, un son montuno, una guaracha, un danzón, un bolero interpretado por un trío, una habanera, una bunga, una pieza de órgano oriental…?

Gracias a nuestra política cultural, toda una generación de cubanos “del interior” descubrimos que Mata Ciguaraya y Melao de Caña eran obras tan cubanas como La Guantanamera, sólo cuando Oscar de León vino al Festival de Varadero. Tampoco supimos que Polo Montañez existía hasta que triunfó en Colombia. Mucho menos que siempre existió un Compay Segundo, un Mongo Rives, un Eliades Ochoa hasta que a María se le ocurrió salir a las calles de Europa y Estados Unidos, sin pintarse los labios, y de la mano de Ry Cooder.

No fueron los think tank imperialistas los que nos hicieron creer que la música de Silvio, Pablo, Santiago, Vicente Feliú, Osvaldo Rodríguez (hasta que le dio por emigrar), Miriam Ramos y Amaury Pérez, sólo servía para actos políticos o fechas patrias, para duelos oficiales y días de la defensa. Mientras en los programas jóvenes de las emisoras territoriales se siguió la vida y milagro de Rudy La Scala, Michael Jackson, Celine Dion o Los Bukis, se limitaba/censuraba a Pedro Luis Ferrer, Carlos Varela y luego Ray Fernández. O se “barajan” las canciones del disco Extremistas Nobles de Buena Fé y Frank Delgado.

Así se fomentó esa inapetencia por lo propio, lo cubano o caribeño. Y tal inapetencia se refleja, en la actualidad, en las preferencias creativas de la mayoría de nuestros egresados de las academias musicales, o graduados de nuestras facultades de comunicación audiovisual. La política cultural cubana ha sido incapaz de solucionar esto.

Sin soslayar su influencia, no es sano explicar únicamente con la globalización y las trasnacionales del entretenimiento, que en las vitrolas de los años 50 un chileno llamado Lucho Gatica cantara nuestros boleros, y ahora en nuestras guaguas de Transtur o VíaAzul, los turistas de Chile o cualquier otra parte, oigan el peor reguetón o trap, en vez de música cubana auténtica y de calidad. No por casualidad, los agoreros del odio entre cubanos, presionan desde Miami para eliminar el intercambio cultural entre las dos orillas. Tal es el poder humanizante de la música cubana más auténtica y de mayor calidad. Ellos lo saben. Nosotros, a veces, lo olvidamos en términos de promoción mediática.

Hay que “mirarse por dentro”, -como la letra de aquella canción del grupo Moncada-, artistas, funcionarios y dirigentes de los medios de comunicación, no sólo en el ámbito capitalino, sino en todo el país. Se ha avanzado mucho en el vínculo entre el Instituto de la Música y el ICRT -el mejor ejemplo es el Canal Clave de la TVC-, pero el camino para glorificar lo nuestro es largo y complejo. Este pasa por la mente y los corazones de muchos, acaso mal formados estéticamente, con los que habrá que lidiar, cautivar y seducir desde lo auténtico, en un mundo cada vez más a expensas del mercado cultural, con distancias comunicativas cada vez más reducidas por la tecnología.

No podemos reescribir nuestros errores en el campo de la cultura pero sí evitar otros nuevos. Que nuestra política cultural, en lo que se refiere a la música, sea una sola. Y que la banda sonora que algún día contará la historia de este país, sea la misma que suena en la radio.

3 julio 2019 29 comentarios 468 vistas
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ovaciones

Reiteradas ovaciones

por Giordan Rodríguez Milanés 1 julio 2019
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

Ovaciones. Reiteradas ovaciones. Tantas que, frente al televisor de plasma, ya no ante el Krim de la era soviética, uno podría confundirse y regresar a la época en que Fidel hablaba por los dos únicos canales nacionales. El presidente combina el enfoque historicista con el método de conceptualizar lo general y definir lo particular. Nos dice a escritores, artistas e intelectuales lo que hace mucho hemos querido escuchar de un representante de las estructuras del poder.

No hay nada que emocione y compulse más a un artista que comprobar que una entidad superior -en este caso, el gobierno de la República-, reconozca que ese artista ha tenido la razón. Si bien Abel Prieto durante su primera temporada como ministro insistía en que las instituciones sólo tienen valor porque existen los creadores que la conforman, nunca antes un presidente del Consejo de Estado lo había dicho así, tajantemente, con todas sus letras. Ni había amplificado el secreto a voces que esa disfuncionalidad institucional burocrática traiga consigo el inmovilismo, el desamparo y la corrupción.

Tampoco ningún representante de la jerarquía gubernamental o partidista había reconocido jamás, pública y mediáticamente, el sesgo ideopolítico a que fuera sometido “Palabras a los Intelectuales” de Fidel Castro. Y menos había connotado lo que sabemos -y muchos hemos escrito o dicho: la preocupante cantidad de funcionarios y directivos que no conocen “Palabras…” o lo han reducido el discurso a una consigna que, a priori, puede interpretarse como excluyente. Todo lo contrario de su esencia inclusiva en pos de la unidad.

Pronunciado por el máximo dirigente administrativo, el discurso de clausura del IX Congreso de la UNEAC ha sido, sin dudas, un planteamiento político que recibe numerosas ovaciones.

Primero porque incide sobre la esfera motivacional de los miembros de una organización necesitada de fe. Fe en el sistema que debe darle vida, y fe en sí misma. Fe en su capacidad de ser escuchada por sus órganos de relación: el Ministerio de Cultura, el ICRT y el ICAIC. Y digo fe porque el resultado de las palabras de Díaz-Canel están por ver.

Si esos delegados al congreso se quedan en las ovaciones y la satisfacción personal que da saber que no se ha estado equivocado, y no llegan a sus territorios con la adarga dispuesta a luchar contra los molinos de viento de la unimencia y la girovagancia, se corre el riesgo de convertir en demagogia lo que hoy mueve a la esperanza.

Segundo porque, a primera vista, aquella definición de cultura general e integral de Fidel Castro no parece ser la pauta del discurso. Infiero -puedo y quisiera equivocarme- que Díaz-Canel trata de circunscribir el rol social del artista y escritor a lo que llama ‘la cultura’ y que valdría haber acotado sus referentes como ‘cultura artística’. De tal modo, uno no puede evitar sospechar que, para él, este congreso de la UNEAC se trata únicamente de los asuntos de la creación artística y literaria, y su relación con el sistema de instituciones que deben sustentar y viabilizar la promoción de la obra estética.

Esta mirada no está mal desde lo organizacional si recordamos que no es posible deslindar lo artístico de los otros componentes de la cultura en tanto huella material y espiritual del trabajo, o sea: de lo jurídico, tecnológico, religioso, ideopolítico. Y que un artista o escritor -o sus promotores-, no puede ni debe soslayar jamás esos otros componentes aunque no les sean esenciales para la creación de la obra en sí.

Un creador es, ante todo, un sujeto social, un ciudadano en términos jurídicos, y un ente ideopolítico con potencialidades transformadoras y liderazgos. Y no verlo así conduciría a la contradicción antagónica entre el espíritu libertario del artista y el talante enajenante de los aparatos ideológicos del Estado althusseriano.

Hay que obrar. No sólo crear en sentido estético, sino obrar en la producción de contenidos axiológicos que sustenten esos valores del humanismo socialista que mencionó el presidente. Después de un discurso que arranca ovaciones como el de clausura del IX Congreso de la UNEAC, no sería serio ni admisible que tengamos en cinco años más otro cónclave para repetir los mismos problemas y retrocesos.

Espero que, el recién electo presidente de la UNEAC y el ministro de cultura, estén conscientes de ello tanto como, al menos, cada uno de los miembros de sus equipos de dirección. Una situación problémica más enrevesada y difícil de diagnosticar sería si los directivos de cultura en los ámbitos provinciales, y sus mentores de los departamentos ideológicos de los comités provinciales del Partido, también van a ser consecuentes con el enorme riesgo de convertir este discurso en un sainete de los anhelos escamoteados.

No se trata de cambiar estilos, sino esencias.

Cambiar la percepción heurística provinciana de que la cultura artística es un mero instrumento ideopolítico -carne de actos, golpes de efectos propagandísticos y coro de consignas-, por un concepto y su implementación, que pongan el arte en su centro emancipador, cuestionador de nuestra realidad, comprometido cívica y socialmente, y revolucionario en el más holístico sentido de la palabra. Sólo así la esperanza se convertirá en certeza y la ovación en la música sublime de los humildes de la Patria.

1 julio 2019 8 comentarios 357 vistas
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