El agua que no llega a la fuente

por Consejo Editorial
agua

El parquecito de la fuente seca, ubicado en la calle Monserrate, acogió en sus bancos y quicios a una veintena de vecinos el pasado sábado. Desde temprano, diversas representaciones de algunas familias de La Habana Vieja llegaron al parque y, apropiándose de sus escasos metros, montaron una especie de campamento. Más de seis horas estuvieron allí.

A la derecha de la fuente, una joven madre amamantó alrededor de cinco veces a su bebé. En otra esquina, tres generaciones de una misma casa compartieron miradas de cansancio, bebida de un único pepino y esporádicas meriendas. Un hombre con muletas que iba solo entabló amistad con el parqueador de la zona; sus conversaciones, con el entusiasmo propio del cubano, discurrieron entre la Serie Nacional de Béisbol y el contagio de Trump.

Aunque el grupo trató de mantenerse unido, sufrió dos bajas. La primera fue la señora del nasobuco azul, que cometió el “crimen” de recostarse a una de las barandillas que delimita el parque. No pasaron cinco minutos y ya tenía en sus manos una multa de 200 pesos. La pagó al momento, desistió de la espera y se fue a casa. Poco después, otro “quiso probar fuerza” y repitió la acción de la sancionada, pero la sonora negativa al pago de su “deuda con la sociedad” lo hizo merecedor de un viaje exprés a la estación de policía.

Los vecinos congregados reclamaron justicia, pero ninguno abandonó los límites del parque. Nadie quería ganarse la multa colateral, mucho menos un boleto a la unidad. El revuelo se fue como mismo llegó y continuó la espera.

¿Qué hacían esas personas aglomeradas en el minúsculo espacio? Aunque ninguno pretendía entrar al centro comercial Harris Brothers o al Mercado Ideal San Juan de Dios, que figuraban a sus espaldas, sí estaban al acecho de un producto. El más indispensable de todos: agua.

En este empeño, el parquecito les ofreció una posición estratégica para emboscar el camión de cisterna que abastece el estanque del mercado.

¡Qué cruel mofa del destino esa! Cerca de veinte personas esperando a la pipa justo en el parque de una fuente vacía, sobre la cual descansa el busto de Manuel Fernández Supervielle, el alcalde que se suicidó en 1947 cuando no pudo cumplir su promesa de resolver el problema del agua en la capital. Como versa el slogan de los 500: La Habana, real y maravillosa.

Ese sábado se cumplían dos días de sequía total en La Habana Vieja. El desesperado gesto de los habitantes del municipio responde a una de las peores crisis de abastecimiento del recurso hídrico en los últimos años. Crisis que no parece entender de coronavirus, cuarentena o extrema higiene.

En la capital cubana cerca de 500 mil personas sufren afectaciones en el suministro de agua. En el municipio que transcurre esta anécdota, más de 91 mil habitantes padecen el mal. Tras la cursada excusa de la falta de lluvias, las víctimas de la sequía también aguantan la pasividad con que se enfrenta el problema en el país. Ninguna gota acaba de colmar el vaso de la mala organización y la desidia.

El titular del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), Antonio Rodríguez, declaró en comparecencia televisiva que, de las 111 fuentes de abastecimiento de agua existentes en la capital, 89 están afectadas parcialmente y otras 22 de forma total. En este momento, solo se encuentra en estado favorable una de las cinco cuencas que proveen a La Habana.

Un desajuste tremendo que, en medio del rebrote de la actual pandemia, atenta contra la contención del virus en la provincia más afectada en estos siete meses. Un acto de negligencia en mayúsculas. Aun así, son reprendidos los que se apoyan en barandillas de parques.

En La Habana Vieja, muchos pensaron que la cuarentena pondría fin a los constantes viajes semanales de los carros de cisternas, a las peleas de los residentes por el llenado de sus cubitos y al habitual alarido: “¡llegó la pipa, caballero!”. Nada más lejano a la realidad. Lo que naturalizó la cuarentena fueron las reuniones en el parque de Supervielle y la necesidad de “tocar” con más pesos al que abre la manguera.

Entre multas, la fuente seca y la espera de la pipa transcurrió una nueva batalla habanera contra la sequía. El característico ruido del camión espabiló a los reunidos. Cualquier vínculo creado en más de seis horas de espera juntos desapareció ante la posibilidad de pasar un día más sin agua.

4 comentarios

tony antigua. 9 octubre 2020 - 11:49 AM

Supuestamente las obras hidráulicas mas recientes en la avenida del Puerto se justificaban por la solucion de ese problema, aunque ya el comentario general es que solo los nuevos hoteles se beneficiaron.
Por cierto, desde la terminacion de la obra, en las laderas de la Loma del Burro, Lawton, la escasez del agua se ha tornado desertica.
El clásico santo desvestido, pero esta vez se vistieron hoteles.

Atanasio 9 octubre 2020 - 3:17 PM

Costará dinero pero la solución al problema del agua en La Habana tendrá que resolverse con plantas de ósmosis reversible, utilizando el agua de mar

Joaquin Benavides 9 octubre 2020 - 4:10 PM

Tienes toda la razon, Karla. Es una verguenza que a esa zona de la Habana no le llegue el agua corriente. Mucha mas verguenza si ni siquiera le lleguen las pipas regularmente. Y lo de las multas de 200 pesos por apoyarse en la baranda es una arbitrariedad. ¿Se ocupa de eso el intendente de ese municipio, que cuida mas las barandas del parque que el agua de los vecinos? ¿Si no lo hace, de que es de lo que se ocupa? Supervielle se pego un tiro porque no pudo resolverlo, pero 74 anos despues y con las enormes inversiones que se han hecho en los Recursos hidraulicos, ya es tiempo suficiente para que la capital de la Republica pudiera entregar agua corriente todos los dias a sus ciudadanos. De eso deberian ocuparse hasta que se resuelva, el Intendente, el Gobernador de la ciudad y el Presidente del Instituto de Recursos hidraulicos.

MIguel Saludes 9 octubre 2020 - 4:27 PM

Que bueno ver que el espacio de Ustedes ocupa un sitio para crónicas y artículos como este y no solo de opinión. Tan importante o más, porque la mirada crítica se hace necesaria en cualquier sociedad, no para que sirva, y mucho menos se vea, como una actividad contestataria o disidente, sino poque ella ayuda a ver y revelar los problemas que afectan a los ciudadanos, al país y al mismo estado. Allá los morbosos que se pasan el tiempo buscando estas notas para regodearse en el mal de fondo para enfocar el problema en el tema politico e incluso hasta se les ve el goce con las imagenes y descripciones en cuestion de las que buscan sacar filón. Hay que pasar por encima de ello y de ellos. El ojo critico es necesario porque sirve a los que sufren el problema. Tal vez no sea la solución pero contribuye a encontrarla o al menos a aliviar el problema. Felicidades una vez más.

Los comentarios están cerrados.

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