En el Mes del Orgullo, conmemoración internacional con el objetivo de poner la mirada en los derechos de la comunidad LGBTIQ+, La Joven Cuba (LJC) conversa con Adiel González Maimó, activista y teólogo cubano actualmente residente en Brasil.
En esta entrevista comenta sus opiniones sobre la evolución de la sociedad cubana en el respeto a los derechos de las personas LGBTIQ+, las polémicas relativas a la aprobación del Código de las Familias, el auge de los fundamentalismos religiosos y movimientos antiderechos en Cuba y en América Latina, y las demandas insatisfechas del activismo cubano.
LJC: Llevas unos cuantos años en el activismo. ¿Cuánto crees que ha cambiado la sociedad cubana en relación con el respeto de los derechos LGBTIQ+?
Yo comencé en el activismo de manera completa en el año 2013. En estos diez años he percibido un salto enorme en cómo la sociedad cubana asimila a la comunidad LGBTIQ+ y sus derechos.
Pongo algunos ejemplos concretos. Todavía en la segunda década de este siglo, había que encarar denuncias por abusos policiales y redadas en los sitios de encuentro a los que asistían hombres gays y personas trans. Esto ocurría, incluso, en lugares más públicos, como el Malecón de La Habana: los llevaban para la estación, los mantenían detenidos una o dos noches y luego los sacaban con una carta de advertencia.
Poco a poco eso fue disminuyendo. Hoy puede darse algún que otro caso, como el de la muchacha trans en Cabaiguán durante la Covid-19, pero nada que ver con lo que se experimentaba antes.
El otro tema ha sido la toma de conciencia de las propias personas LGBTIQ+ de sus derechos dentro de la sociedad. Aunque siguen las denuncias por homofobia en la escuela o padres que expulsan a los hijos por ser gays o trans, es en mucha menor cuantía.
Otro medidor de cuánto más seguras se sienten ahora las personas LGBTIQ+ es que con mayor frecuencia se ven parejas del mismo género de mano por la calle o demostrando su cariño. Al principio casi siempre lo hacíamos sólo los activistas para mover el debate. Claro, depende mucho de los lugares: no es lo mismo el centro y occidente que el oriente del país, ni las capitales y municipios cabeceras que las zonas rurales.

Tomado del perfil de Facebook
LJC: La aprobación del Código de las Familias implicó un amplio esfuerzo, no solo de las instituciones oficiales, sino de los activismos independientes. Una zona de la oposición afirma que se trató de un pinkwatching del Estado para desviar la atención sobre otras problemáticas. ¿Qué opinión tienes al respecto?
En torno a ese proceso hubo de todo. Sí hubo pinkwatching, pues, principalmente a partir de los sucesos del 11j, ha habido un deterioro de la imagen del gobierno cubano a nivel internacional, incluso dentro de los movimientos de izquierda, por el autoritarismo y la restricción de libertades civiles y políticas. Entonces el Estado utilizó el Código para demostrar su respaldo popular al someterlo, injustamente, a un referendo.
Por otro lado, y esto es una opinión muy personal, yo creo que el presidente Díaz-Canel y algunas personas del alto mando cubano sí están verdaderamente sensibilizados con la temática LGBTIQ+. Al menos Diaz-Canel lo ha demostrado en su trayectoria desde Santa Clara, y de esto da fe gente que lo conoció como primer secretario del PCC en esa provincia. Ha cometido errores y violaciones, pero una cosa no quita la otra.
#Cuba saluda el Día Internacional contra la homofobia, la transfobia y la bifobia, en un contexto de intenso trabajo legislativo a favor de leyes orientadas a garantizar todos los derechos para todas las personas. pic.twitter.com/Ve1Zk0aEpD
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) May 17, 2022
Asimismo, en que las instituciones del Estado hayan llegado a entender los derechos LGBTIQ+ como derechos humanos, y en la aprobación del Código de las Familias, tiene mucha responsabilidad el activismo, tanto el institucional, que no se puede desconocer, como el independiente, el cual ha trabajado durísimo para sensibilizar a la población en la importancia de aprobar el Código; principalmente, a las personas que estaban indecisas o descontentas, hacerlas entender que, aunque el gobierno pretendiera instrumentalizarlo, se trataba de derechos humanos que se necesitaban ahora.

Tomada de Cubadebate
LJC: Durante la aprobación del Código se evidenció el auge de los fundamentalismos religiosos en Cuba, con una defensa hacia la llamada «familia tradicional». Como cristiano y activista, ¿cuál crees que sea la real magnitud del fundamentalismo? ¿Qué tan fortalecidos están los grupos cristianos que abogan por los derechos LGBTIQ+ con respecto a los que no?
El mundo occidental está viviendo un incremento de los segmentos antiderechos integrados por conservadores y fundamentalistas, políticos y religiosos. Está ocurriendo en Estados Unidos y Europa con el boom de grupos neofascistas, y en América Latina con el auge del fundamentalismo cristiano, que es la misma derecha de siempre, con ropaje religioso.
Cuba no está exenta de ser influida por esos retrocesos y miradas antiderechos, y en donde más se ha manifestado ha sido en los movimientos fundamentalistas religiosos cristianos. En la Isla, como en el resto de América, el cristianismo más fuerte y organizado sigue siendo el fundamentalista.

Tomada del perfil de Facebook de
En medio de la crisis, estos grupos tienden a hacerse más fuertes todavía. Utilizan los medios económicos que tienen por sus vínculos con las iglesias conservadoras de los Estados Unidos, para resolver necesidades básicas que el Estado no está satisfaciendo. Con esa libra de arroz que les dan a las personas pobres —y que tanto lo necesitan—, viene el adoctrinamiento, enfocado, sobre todo, en defender lo que llaman familia y valores tradicionales, y en negar los derechos humanos de las personas LGBTQ+, frenar la emancipación de la mujer e intentar violentar la existencia misma de otras religiones fuera del cristianismo conservador.
No obstante, debo reconocer que mis preocupaciones con el Código de las Familias fueron por encima de lo que ellos hicieron realmente. Su articulación durante la consulta de la Constitución de 2019, no fue tan evidente en 2021. Se hicieron notar más con la campaña «A la escuela, pero sin ideología de género», eficaz al punto de lograr que no se aplicara la Resolución del Ministerio de Educación sobre educación sexual.

Tomada de Evangélico Digital
Con respecto al Código, se movieron y presionaron desde las redes sociales, llegaron, incluso, a la televisión, pero, sobre todo luego de la aprobación, sintieron una derrota aplastante. Aunque después han mantenido su dinámica de siempre, perdieron, al menos de forma visible, aquel pulso de competir con el Estado para eliminar los derechos de las personas LGBTIQ+. Aun así, no dejan de ser un movimiento peligroso, alineado a sus homólogos en el resto del mundo.
En contraste, los grupos cristianos que abogan por los derechos de la comunidad LGBTQ+, o al menos están abiertos de forma general a sus integrantes, tienen un impacto limitado, son mucho más pequeños y están menos organizados. Se trata de segmentos diversos, en los cuales conviven distintas posiciones —más conservadores o más liberales— en el seno de las mismas iglesias o agrupaciones. Eso dificulta un posicionamiento único y explícito, a diferencia de los fundamentalistas, que sí tienen sus posturas unificadas.
Sin embargo, es una buena noticia que los grupos cristianos afirmativos que apoyan a las personas LGBTIQ+ en Cuba hayan crecido en los últimos años. Cuando yo empecé mi activismo, dentro de la fe cristiana era bien difícil asumirse gay, porque, aun los espacios que se consideraban inclusivos, en la práctica terminaban siendo tan opresores como los demás.

Tomada del perfil de Facebook
Hoy esa realidad es diferente, y siento que hemos contribuido a ello. Existen varias denominaciones e iglesias con un enfoque inclusivo, cuyo trabajo es extremadamente importante porque, aun cuando no sea tan extenso como el de los fundamentalistas, marca la diferencia en la sociedad cubana.
Yo sueño con que algún día todas las iglesias y grupos cristianos progresistas crezcan y expandan su influencia en la sociedad para contrarrestar el daño que hace el fundamentalismo.
LJC: Actualmente vives en un país que hace menos de un año estaba gobernado por un presidente caracterizado por sus claras expresiones homo/trasfóbicas. ¿Qué implicó esto para la comunidad LGBTIQ+ en Brasil? ¿Qué pudieras decir del auge de partidos y líderes ultraconsevadores en América Latina con una marcada agenda antiderechos hacia esta comunidad?
Brasil es el país con el mayor índice de crímenes por homofobia y transfobia del mundo. La transfobia, sobre todo, es muy fuerte en algunas regiones.
El pasado 11 de junio estuve en la Marcha del Orgullo de San Pablo, donde se presentaron varios políticos importantes para valorar la situación de los derechos LGBTIQ+ y explicar cómo el gobierno actual se compromete a trabajar por protegerlos.
Era evidente la satisfacción por haber salido de un partido de ultraderecha marcadamente homo/trasfóbico. Como los discursos oficiales siempre alientan o desalientan sentimientos, es importantísimo tener al frente un político que hable a favor de nuestros derechos, porque eso se va a reflejar en cómo los ciudadanos actuarán en su día a día.
En la época de Bolsonaro las personas LGBTQ+ tenían mucho miedo. No sabría decirte si los índices de homo/transfobia se dispararon, pero se estimulaba desde la presidencia criminalizar y desvalorizar las relaciones homo/afectivas y a las personas trans. Por suerte, la democracia funcionó y también el activismo LGBTIQ+ se movilizó para que la derecha no ganara.

Tomada de OpenDemocracy
No obstante, no se puede perder de vista que, aunque el gobierno promueva oficialmente políticas a favor de la comunidad LGBTQ+, sigue habiendo en espacios institucionales personas homo/transfóbicas. Además, a pesar de la existencia del matrimonio igualitario y la adopción, todavía hay muchas cuestiones en materia de salud pública, de integración de las personas trans, los accesos a técnicas de reproducción asistida, entre otros, que no están garantizados para todo el mundo.
Lo que ocurrió en Brasil con Bolsonaro es lo mismo que sucedió con Trump en Estados Unidos, con Meloni en Italia, y en España con el creciente liderazgo de VOX. Es el peligro permanente de la entrada al poder de esos grupos antiderechos utilizando el conservadurismo prexistente en la población para reaccionar al avance de los colectivos progresistas. Aprovechan el temor ante lo nuevo para posicionarse, tomar el poder e ir agresivamente contra los derechos de las llamadas minorías, no solo personas LGBTIQ+, sino pueblos originarios, mujeres, afrodescendientes…
Mas los movimientos progresistas en América Latina también son fuertes. El conservadurismo que ganó en Brasil en 2019, ahora perdió. El progresismo ha triunfando además en Colombia, México, Argentina, Chile… Hay un tiempo diferente, pero con peligros de volver atrás, como está sucediendo en Estados Unidos, donde se ve un enorme retroceso, principalmente en las temáticas trans y la educación sexual con enfoque de género. Es algo muy peligroso que se debe seguir con sumo cuidado porque influye, irremediablemente, en toda Latinoamérica.

Tomada del perfil de Facebook
LJC: ¿Con la aprobación del Código de las Familias en Cuba se acaba el activismo? ¿Qué demandas quedan inconclusas?
El documento es súperavanzado, moderno e inclusivo. Es quizás uno de los mejores instrumentos legales que en materia de familia se ha hecho en el mundo, y recoge casi todas las demandas históricas del activismo LGBTIQ+ en relación con las familias homoparentales: el matrimonio igualitario, unión de hecho, adopción, gestación solidaria, reproducción asistida, aplicables para todo tipo de parejas.
Eso es lo que nosotros soñamos y exigimos desde hace tantos años. Pero con la aprobación del Código no acabó el activismo. De hecho, no va a acabar nunca, porque mientras se vulnere el mínimo derecho, ahí estaremos. Aun cuando estén recogidos en ley, nunca hay seguridad de que se vaya a implementar correctamente.

Tomada del perfil de Facebook
El trabajo del activismo no es solo demandar la aprobación de leyes, es también velar por su adecuado cumplimiento y estar atentos para luchar ante cualquier signo de retroceso.
En cuanto a las exigencias pendientes, está la Ley de Identidad de Género para las personas trans, o que, en su defecto, se incluyan sus demandas en la próxima Ley de Registro Civil. Todos sabemos que la comunidad trans es dentro del grupo LGBTIQ+, la más vulnerada y discriminada.
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Parece que el próximo año ocurrirá algo al respecto, por lo que han dicho algunos periodistas de medios estatales. Hay que estar atentos, porque dicha ley garantizaría para las personas trans un derecho humano que se les está vulnerando. No debe depender de una resolución o instrucción ministerial, fácilmente eliminable, o quedar a criterio de los funcionarios que la ejecutan, sino una ley explícita que garantice el reconocimiento y protección por parte del Estado de un derecho básico como la identidad.
En la Ley de Salud también vendrán cuestiones vinculadas a las personas trans, y el derecho a los servicios médicos que requieren, junto al funcionamiento de las técnicas de reproducción asistida.

Tomada del perfil de Facebook
Queda pendiente, asimismo, la inclusión en el Código del Trabajo de la identidad de género como no causal de discriminación. En 2011 se incluyó la orientación sexual, pero se excluyó la identidad de género, de ahí que deba modificarse ese Código para adaptarlo a lo estipulado por la Constitución.
Por otro lado, sigue detenida la implementación de la Resolución 16 del Ministerio de Educación, por las presiones de los grupos fundamentalistas. Las autoridades se justificaron con que las condiciones no estaban listas; entonces, debemos hacer que lo estén.
Otra cuestión que trasciende a la comunidad LGBTIQ+, pero la incluye, es el poder contar con una Ley de Asociaciones que contemple a las organizaciones de activismo independientes, que se encuentran en un total desamparo legal.
Por supuesto, hay que continuar, educando, sensibilizando, nunca bajar la guardia, porque la homo/transfobia siempre está al doblar de la esquina.

Cortesía del entrevistado
2 comentarios
Quienes no vivimos del modo en el que el sistema patriarcal esperaría, tenemos que estar más unidxs, mostrarnos poderosxs y proyectar una imagen de fuerza, pero para ello debemos dejar atrás el individualismo exacerbado que ha marcado los últimos años. Debemos organizarnos mejor, al menos de un modo tan eficaz como aquel de la gente que se encuentra todos los fines de semana en sus diferentes templos. En torno a una nueva religión no dogmática, atea/agnóstica (o por lo menos no teísta), feminista, antirracista, ecologista y aliada de LGBTIQ+ lo estaríamos, y podríamos conseguir que se estableciesen comunidades de mujeres, hombres y personas de géneros no binarios en muchos lugares, autogestionadas y con fuertes relaciones de cuidados entre sus integrantes. En el blog infinito5.home.blog escribo sobre ella.
Todo lo que el entrevistado plantea esta siendo cuestionado poco a poco en las sociedades actuales, de hecho ya existe una batalla o guerra cultural como se le quiera llamar. Dicho esto tenemos de un lado el bando de los grandes grupos de poder e influencia, tanto económica como mediática con su agenda 2030 como punta de lanza, su esencia es la cancelación de todo lo que se oponga a lo que ellos entienden que es lo políticamente correcto, dígase igualdad de género(payasadas de los grupos lgbt incluidas) , políticas pro aborto, adoctrinamiento escolar sin la aprobación de los padres y muchas aberraciónes más . En fin quieren borrar la familia como institución. Del otro lado están las familias que se oponen a que se le cuestione su fe, la forma de criar a sus hijos y que se le imponga la cultura WOW. De Cuba que podemos decir la agenda 2030 es dinero y tal como está la cosa está gente se va con cualquiera que aporte, no tiene nada que ver con derechos lgbt ni nada por el estilo es dinero.
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