Trump vs Biden: el primer round

por Consejo Editorial
trump

“Un show de mierda” (a shitty show), “el caos”, “un desastre total”. Según el sitio digital Vox, éstas fueron algunas frases utilizadas por observadores que comentaron el primer debate presidencial entre Donald Trump y Joe Biden el martes 29 de septiembre. Chuck Todd, el conductor de Meet the Press, lo resumió: “Fue una catástrofe ferroviaria. Pero fue una catástrofe ferroviaria provocada por una sola persona. Quiero decir, sabemos quién lo creó. El presidente Trump lo hizo”.

Ha pasado una semana y las repercusiones siguen, ahora matizadas por la infección por COVID del presidente. La ironía es evidente: Trump enfermó precisamente por no cuidar las reglas de distanciamiento objeto de sus burlas contra Biden. Además, quedó en el aire la celebración del segundo debate el 15 de octubre.

Efectivamente fue un espectáculo abominable que decepcionó a buena parte del electorado y dejó mal sabor en una campaña ya compleja. Desde la Habana, limitarse a hacer constar el fracaso y reprobarlo no es suficiente.

  1. El contexto.

El hecho contextual más relevante es que estas elecciones tienen lugar en un momento de polarización política, enmarcada en un cuadro de múltiples crisis que precedieron a la pandemia actual y se han agravado por su causa. Como ha argumentado George Packer en un texto aparecido en junio en The Atlantic, bajo el título “We Are Living in a Failed State”, no ha sido el virus el que ha quebrantado Estados Unidos, lo que hizo fue revelar lo que ya estaba quebrado.

Ante esa situación hubiera sido preferible que la ciudadanía pudiera escoger entre dos candidaturas más diversas. Sin embargo, habrá que elegir entre dos hombres blancos y adultos mayores pertenecientes a la clase dominante.

Sabemos mucho de quién es y qué representa Donald Trump. Su propia sobrina ha descrito su carácter en los siguientes términos: narcisista, sociópata, racista, misógino, mentiroso, entre otros. Sus negocios han recibido la calificación de “lumpencapitalismo” como ha propuesto Samuel Farber, en un artículo para la revista Nueva Sociedad. Antes del 2016 no tuvo una membresía fija en ningún partido.

Como líder político, Trump se ha comportado como un populista autoritario que se ha impuesto a su partido y lo ha convertido en un dócil instrumento de una administración de claros rasgos patrimoniales. El presidente ignora las instituciones y gobierna con su familia y con sus asociados.

En contraposición a Trump, Joe Biden tiene un origen más modesto y una trayectoria más estable y discreta. Se le puede describir como abogado, demócrata, político de profesión y de origen modesto en el estado de Pennsylvania. Ha servido como senador por Delaware de 1972 a 2008 (36 años) y como vicepresidente en la administración de Barack Obama de 2009-2017 (8 años). En su niñez y adolescencia tuvo que lidiar con una limitación física, era tartamudo.

Ya siendo adulto perdió a su primera esposa y una hija en un accidente de tránsito (1972) y a un hijo que enfermó de cáncer terminal del cerebro (2015). Aspiró a la presidencia por primera vez en 1988. Ha sido una pieza clave de los manejos políticos de su partido en el senado. Una buena parte de la izquierda progresista lo ve como un político burgués más, incluso partidario del neoliberalismo.

Trump dirige un partido republicano que sigue siendo el partido del sector más conservador del gran capital. Es también el partido favorecido por los grupos reaccionarios y de supremacistas blancos. En los últimos años, y gracias en gran medida al populismo del presidente, se le han sumado sectores de la clase media y obrera que ven amenazada su identidad nacional por la creciente diversidad de la sociedad norteamericana y su estatus económico por las políticas globalizadoras de las elites de poder.

El partido demócrata, aunque también sirve al gran capital, es asimismo el partido al que afluyen tradicionalmente las minorías oprimidas. No es extraño que en sus filas se hayan manifestado ideas progresistas y hasta socialistas. Esto último ha tenido mayor influencia en los últimos años bajo el liderazgo del Senador Bernie Sanders, como ha argumentado el Profesor Patrick Iber de la Universidad de Wisconsin recientemente, en la revista Nueva Sociedad.

La coyuntura.

Lo que hace significativos los debates no es que sean decisivos, aunque a veces lo han sido. Definir un “ganador” puede ser una empresa ilusoria. Para muchos observadores Hillary Clinton “ganó” los tres debates del 2016 pero eso no impidió que perdiera las elecciones.

La importancia de los debates está dada porque es la única ocasión en que la ciudadanía puede ver a los principales candidatos enfrentándose mano a mano y explicando cuáles serán sus programas de gobierno. O al menos así estuvieron diseñados durante años.

Al momento de celebrarse este debate, la coyuntura política se caracterizaba por la sostenida ventaja de Biden en las encuestas de opinión, instrumento controversial pero irremplazable para analizar las campañas electorales. Entre 5 y 10 puntos a nivel nacional y entre 1 y 7 puntos en los estados péndulo más importantes, ganados por Trump en el 2016: Arizona, Carolina del Norte, Florida, Michigan, Pennsylvania y Wisconsin. Esto imponía el mayor reto al presidente: cómo producir un viraje en esa situación.

Aunque Donald Trump era el que estaba más obligado a lograr sus objetivos, Joe Biden era el que tenía más que perder. Cualquier error de su parte podía erosionar esa ventaja que le dan las encuestas. Debía prevenirse de cuatro líneas de ataque que le lanzaría el presidente: está muy viejo y débil; su hijo más pequeño, Beau Biden, se ha beneficiado de tratos corruptos con gobiernos extranjeros; está controlado por el ala izquierda y socialista del partido; y es un político muy débil cuando se necesita mano dura para mantener la ley y el orden desafiada por movimientos violentos como el Black Lives Matter.

Aunque Biden arriesgaba más, su objetivo era más limitado: exponer sus puntos de vista de manera ponderada y coherente para así desbaratar los ataques del presidente que, generalmente agresivos y mendaces. Y resistir la tentación de involucrarse en una competencia de epítetos con Trump.

El vicepresidente debía, además, focalizarse en el objetivo principal de su campaña: estas elecciones son un referendo sobre el presidente y su manejo de la crisis pandémica. Al propio tiempo atacarlo en el tema de los impuestos no pagados y algún otro flanco débil.

A diferencia de la campaña del 2016 en que pudo asumir una actitud ofensiva por ser el candidato opositor, en el 2020 Donald Trump llevaba más de 3 años en el gobierno y tenía una trayectoria que defender.

Como señaló David Leonhardt en su columna matutina en el New York Times del 1ro de octubre, aún antes de que fuera electo candidato demócrata, el vicepresidente era considerado como el contrincante más difícil por el propio Donald Trump. Contrario a los cálculos de este último, el partido demócrata resolvió sus debates internos y se creó una plataforma y una alianza entre Joe Biden y Bernie Sanders. Esto era su peor pesadilla aún sin la pandemia y sin las manifestaciones contra el racismo estructural del verano.

Otros elementos políticos presentes en el 2020 diferentes del 2016 son: se espera que haya muchos votos adelantados y por correo y de hecho ya se está votando; según las encuestas, el porciento de indecisos este año es mucho menor, 3-4% contra 8-10% en el 2016; y, finalmente, la estrategia de desprestigiar al contrincante, que fue tan efectiva contra Hillary Clinton, no ha funcionado de la misma manera contra Biden.

El fallecimiento de la jueza de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg el 18 de septiembre fue una oportunidad para Trump y el partido republicano. Pero era un asunto que había que manejar con pinzas. Las encuestas indicaban que el electorado prefería que no se propusiera a nadie para sustituirla hasta después de las elecciones, como sucedió en el 2016 con el fallecimiento del magistrado Antonin Scalia.

Entonces Mitch McConnel, el líder de la mayoría republicana en el Senado se había negado a procesar la propuesta del Presidente Barck Obama alegando la cercanía de unas elecciones generales. Es una contradicción, y sin embargo, tanto Trump como McConnell siguieron adelante en una abierta jugada de copar la  Corte con jueces conservadores. Encuestas realizados por esos días indican que la ciudadanía preferiría que la vacante en la Corte sea cubierta por el que sea electro presidente el 3 de noviembre.

Del lado negativo, al presidente le salió otro problema imprevisto, “una sorpresa de septiembre”, el 27 de septiembre, 48 horas antes del debate, el New York Times reveló que poseía documentos que demostraban que había estado o desfalcando o aprovechándose de las fisuras fiscales para no pagar impuestos durante años.

El debate.

Como ya se apuntó, el debate fue descarrilado por el presidente con sus constantes interrupciones. Llegó a hostilizar tanto a Biden, ignorando al moderador Chris Wallace, que este tuvo que llamarle la atención. También hizo evidente que no quería o no podía responder las preguntas muy concretas que éste le hizo sobre el plan de salud con el cual pretende sustituir la Ley de Salud de Obama (Affordable Care Act) o sobre los impuestos que no ha pagado.

Pero el error más importante que cometió Trump fue evadir reiteradamente el condenar a los grupos supremacistas blancos y a la violencia de derecha racista para terminar con una frase ambigua que ha puesto en una situación incómoda a los propios legisladores republicanos.

En tanto, la estrategia central de lograr que Biden cometiera algún error que demostrara su falta de agudeza y senilidad fracasó por las propias interrupciones del presidente, quien no lo dejaba desarrollar ninguna idea.

Joe Biden no tuvo una participación espectacular, pero si decorosa, con lo cual evitó lo peor que le podría haber pasado, en este caso ayudado por las propias interrupciones de Trump. Por otra parte, logró encajar algunos golpes, sobre todo cuando dirigiéndose a las cámaras de TV enfatizó la necesidad de cuidarse del contagio y de respetar las medidas de distanciamiento social o cuando argumentó, para rebatir el ataque de Trump respecto a su hijo, que el debate no era sobre las familias respectivas de cada contrincante sino sobre la familia de norteamericanos comunes que sufrían con la pandemia.

Su llamado se reivindicaría cuando no habían pasado 72 horas y el presidente reconocía que se había contagiado con el COVID.

La actuación de Biden no estuvo exenta de algunos errores: se dejó arrastrar a intercambios personales con el presidente, calificándolo de “payaso” en un momento del debate.  Aunque en condiciones normales esta frase hubiera sido criticada por irrespetuosa, no tuvieron mayor significación por la forma en que Trump se comportó.

El presidente sí cometió reiterados errores al negarse a responder, interrumpir a Biden o combinar las dos cosas. Debe ser antológica la respuesta a una pregunta sobre su programa económico, en la que argumentó que Estados Unidos vivía su mejor momento, pero la economía se hundiría si elegían a Joe Biden, sin decir por qué.

La reacción de Biden a los ataques de Trump por su acercamiento a la izquierda pudo crearle un problema pues dijo: “El Partido Demócrata soy yo”. Sin embargo, después del debate, rápidamente Bernie Sanders aclaró que ello no le preocupaba y anunció que comenzará a hacer campaña por el vicepresidente.

En resumen, como argumentó un titular del New York Times, la actuación de Biden no fue perfecta pero su performance en el mismo estuvo muy por arriba del listón tan bajo que la propia campaña de Trump promovió.

Un punto final y quizás lo más grave fue que en un agresivo intercambio con el moderador Chris Wallace, Trump se negó comprometerse en que acataría los resultados, un hecho inédito en la historia de las campañas presidenciales. Agregó que en el voto por correo se estaban dando fraudes como los que nunca se habían visto antes y llamó a sus seguidores a hacerse presentes, lo que se interpretó como un intento de intimidación. La táctica del presidente es transparente: va a cuestionar las elecciones si el resultado no le es favorable. Incluso para eso el nombramiento de una jueza conservadora al Tribunal Supremo le vendría como anillo al dedo.

Como quiera que se analice, el resultado del debate no fue bueno para Donald Trump, aunque puede haber complacido a sus bases. Su constante intervención puede haber dado la impresión de que ganó, pero su objetivo central no se logró: provocar un error a Biden. Aunque su comportamiento pudo haber consolidado el apoyo de sus bases, no parece ser que su estilo le haya favorecido en expandirlas.

El retador, sin embargo, salió sólo con heridas menores a pesar de barraje del presidente. Dos síntomas favorables a este último es que las encuestas inmediatas hechas por algunos medios dieron unánimemente que había ganado y, por otra parte, su campaña anunció haber recibido unos 4 millones de dólares en donaciones inmediatas en las primeras horas después del debate.

Pero quizás lo más significativo es que apenas 48 horas después se conoció que el presidente se había infectado con el coronavirus aparentemente como consecuencia de un evento público organizado en la Casa Blanca el sábado 26, precisamente para presentar a la jueza Amy Coney Barrett, sin que se aplicaran con rigor las directivas de distanciamiento social. Este hecho le ha dado un giro inesperado a la campaña y ha puesto sobre el tapete la principal crítica que le hace Joe Biden, la ineficiencia de su respuesta a la pandemia del COVID.

20 comentarios

Alex Garcia 7 octubre 2020 - 7:14 AM

…”como sucedió en el 2012 con el fallecimiento del magistrado John Scalia”

El nombre del juez era Antonin Scalia y fallecio en 2016.

tony antigua. 7 octubre 2020 - 7:44 AM

Si todo el esfuerzo e inteligencia de gente valiosa que se consume en Cuba analizando la politica norteamericana, se dedicara al examen crítico del sistema cubano, con un enfoque comprometido con el imprescindible cambio en contraste con el concepto de continuidad oficial que lastra cualquier dinamica dialéctica….

Alina Lopez 7 octubre 2020 - 2:07 PM

Estimado Tony Antigua, si Cuba no estuviera tan presente en la campaña presidencial norteamericana yo concordaría con usted, pero desgraciadamente no es así, además de que muy pronto veremos cómo, el que resulte electo uno u otro presidente encauzará decisiones en política doméstica que nos afectarán, ya lo vimos durante la campaña contra el centrismo. Entonces, que un analista del calibre de Carlos Alzugaray le dedique un espacio es necesario y muy pertinente.

tony antigua. 7 octubre 2020 - 4:18 PM

Estimada profesora Alina.
Si el destino de Cuba se decidiera en esas elecciones yo le daría la razón.
Quiza me equivoque pero no me parece a mi que sea asi, como ha sido demostrado en mas de diez elecciones anteriores.
Creo que el fatalismo geográfico nos abruma y no podemos despegar los ojos de alli, lo cual tambien es una forma de dependencia. Claro que es necesario observar al vecino, pero nuestra vida se decide aquí, donde no hay debates ni buenos ni malos.
Reconozco que quizas el mesurado análisis del profesor Carlos no haya sido el contexto mas oportuno para mi comentario. Lo acepto, pero ciertamente creo que sobran analisis de las elecciones y faltan voces que se acerquen a nuestra realidad
Por otro lado, tengo la impresión de que se sobrevalora en general tanto “el tema Cuba”, como el voto cubano en la Florida, mayoritariamente republicano pero que no garantiza el triunfo como se ha demostrado en las ultimas dos elecciones donde el candidato conservador ha perdido el Condado Dade donde se concentran esos votantes.
Hoy mismo la publicidad televisiva en Miami acerca de la eleccion general por ambos partidos se enfoca en la pandemia, los impuestos, la economia, los fondos de la policia, la ideologia de los candidatos. Nadie habla de Cuba y con razon.
Quizá el triunfo de uno de los candidatos promueva una confrontación mas light, pero no significaría el cese del bloqueo en su totalidad.
De poco servirá si aqui no se abandona el concepto de continuidad en favor del cambio necesario.
Mis respetos para Usted.

Alex Garcia 7 octubre 2020 - 8:33 PM

El barraje constante en los “medios de informacion” en Cuba sobre los EUA y; su replica, casi identica en algunos medios Miami, del tema Cuba, pueden tener el efecto de hacer creer a los cubanos que Cuba es un tema constante y prioritario en el debate politico norteamericano. No es asi, en cuanto se cruzan los limites del condado Dade, Cuba se convierte en algo que se menciona muy esporadicamente. Cualquier persona que haya vivido en ese pais, fuera del mencionado condado, por un periodo de tiempo, puede dar fe de ello. Mas aun, muchos coinciden en que el goteo constante de medidas contra Cuba de esta Adimnistracion no son mas que medidas suplementarias en su duelo contra Venezuela, ahi si hay enfasis, porque, y para simplificarlo al minimo, alli hay petroleo. Se que a los cubanos nos cuesta trabajo no ser el foco de toda la atencion, a los que gobiernan Cuba les conviene que sigamos en la creencia de que es asi, pero ya es hora de que nos acostumbremos al hecho de que no lo somos y de que ello tiene sus ventajas.

Todo el que ha prestado atencion a esta y otras contiendas electorales puede asegurarles que el tema Cuba carece de importancia en los Estados Unidos, fuera de Miami repito. Todo el que conozca la enorme cantidad de horas que se invierten en las campañas electorales se da cuenta de que los 15 o 20 minutos que Biden le dedico a Cuba en su visita a Miami son una gota en el oceano. En estas elecciones, la politica exterior es un tema con muy poca relevancia para el votante, y una de las razones principales es el hecho de que EUA, en este momento, no se encuentra involucrado en ningun conflicto armado de gran escala, con las consecuencias mediaticas y presupestarias que ello trae.

Ahora, desde Cuba, en estas elecciones, pareciera que nos jugamos la vida y ello esta dado porque la URSS es ya solo un recuerdo lejano para los que peinan canas, Venezuela esta en bancarrota, los chinos todavia recuerdan cuando les acusabamos de traidores al marxismo-leninismo, en el final de los 70′ y a principios de los 80′, y con toda razon no regalan nada. La ultima y mas reciente esperanza de los lideres insulares fue la apertura Obama, oportunidad que desperdiciaron pero en la que, el observador atento podia ver, por parte del gobierno cubano, un intento de regreso a los viejos vicios; frenazo a la iniciativa privada (cuentapropismo), recordemos que se suspendio la entrega de licencias durante casi 2 años y una absurda e inflexible subida de precios en la oferta hotelera. Como un viejo jugador empedernido, que no puede desprenderse de sus habitos, volvieron a jugarselo todo a una sola carta y, otra vez mas, les salio mal. Ahora rezan porque San Biden gane y les de otra oportunidad, que les permita no adoptar lo que bien saben es la unica solucion. Es muy probable que Biden gane, pero hay rumores de que no tiene interes en retomar las cosas, exactamente, donde las dejo Obama. Cuba y los cubanos empezaran otro ciclo de lo mismo con lo mismo, a menos que despertemos del letargo y, de una vez y por todas, empecemos a actuar como adultos en cuyas manos, y solo en ellas, esta su futuro.

Si todavia por ahi hay quien no este convencido de que los EUA pueden vivir, eternamente y sin sobresaltos, de espaldas a nosotros pero nosotros no podemos hacer lo mismo con ellos, que despierte. La buena nueva es que, no podemos vivir de espaldas a ellos pero no tenemos que depender de ellos. Hay que trabajar duro, con astucia y pragmatismo, pero podemos ser exitosamente independientes, algo de lo que algunos alardean mucho, pero la cantidad de tinta que se gastan hablando del poderoso vecino los desmiente.

tony antigua. 8 octubre 2020 - 7:57 AM

Estimada profesora Alina.
Si el destino de Cuba se decidiera en esas elecciones yo le daría la razón.
Quiza me equivoque pero no me parece a mi que sea así, como ha sido demostrado en mas de diez elecciones anteriores.
Creo que el fatalismo geográfico nos abruma y no podemos despegar los ojos de allí, lo cual tambien es una forma de dependencia. Claro que es necesario observar al vecino, pero nuestra vida se decide aquí, donde no hay debates ni buenos ni malos.
Reconozco que quizas el mesurado análisis del profesor Carlos no haya sido el contexto mas oportuno para mi comentario. Lo acepto, pero ciertamente creo que sobran analisis de las elecciones y faltan voces que se acerquen a nuestra realidad.
Por otro lado, tengo la impresión de que se sobrevalora en general tanto “el tema Cuba”, como el voto cubano en la Florida, mayoritariamente republicano pero que no garantiza el triunfo como se ha demostrado en las ultimas dos elecciones donde el candidato conservador ha perdido el Condado Dade donde se concentran esos votantes.
Hoy mismo la publicidad televisiva en Miami acerca de la eleccion general por ambos partidos se enfoca en la pandemia, los impuestos, la economía, los fondos de la policia, la ideologia de los candidatos. Nadie habla de Cuba y con razon.
Quizá el triunfo de uno de los candidatos promueva una confrontación mas light, y sin duda sectores del pueblo lo agradecerian y evidentemente el gobierno opera en base a esa variante, pero no significaría el cese del bloqueo en su totalidad.
De poco servirá si aquí no se abandona el concepto de continuidad en favor del cambio necesario. Ese es mi punto.
Mis respetos y admiración para Usted.

Alzugaray 7 octubre 2020 - 8:15 AM

Gracias, Alex, efectivamente. El error es mío que no lo revisé. Saludos, Carlos

Alex Garcia 7 octubre 2020 - 6:52 PM

De nada, por el resto del texto me di cuenta que fue algo inadvertido. Un saludo para ud.

Omar 7 octubre 2020 - 9:46 AM

Ojala, nosotros, los cubanos, tengamos, algún día, aunque sea un debate. Después veremos.

Livio Delgado 7 octubre 2020 - 10:02 AM

Profesor Alzugaray me alegro que se mantenga lucido y bien informado del posible destino “del enemigo:” en el que sus opiniones como estudioso y especialista sin duda alguna es usted una voz autorizada, yo también vi el debate y tengo opiniones pero al no ser ciudadano americano el show mediático y todos esos calificativos que usted bien señala me incumben poco. Pero le pregunto, será algún día posible, a corto plazo, ver por televisión nacional un debate televisivo, no moderado por Randy Alonso por supuesto porque estamos hablando de DEBATE, de por ejemplo el Ministro de Economía y alguno de los destacados economistas cubanos residentes en la isla con criterios bastante diferentes en cuanto a tiempos, prioridades y políticas a seguir para lograr que la economía Cubana salga del marasmo y la ineficiencia crónica que adolece. O este otro creo yo muy esperado debate que se podría lograr, entre el Ministro de la Agricultura y cualquiera de los destacados ingenieros agrónomos y hasta doctores en ciencias agrícolas que hoy cultivan pequeñas parcelas de tierra como negocios privados y logran abastecer restaurantes privados, empresas estatales mediante contratos y hasta exportar pequeñas producciones pese a todo los impedimentos existentes. Vamos para ir comenzando a aceptar y dar visibilidad a esas dos caras de la moneda que siempre el arte de gobernar debe respetar.

Domingo Amuchastegui 7 octubre 2020 - 10:06 AM

Excelente recapitulación, sazonado con atinado análisis y no menos correctas conclusiones de lo que podemos esperar en los otros dos debates o “rounds.”

Juan Antonio Rojas 7 octubre 2020 - 10:28 AM

No tiene q ser igual,pero bien pudiera el delegado o el presidente del consejo presentar una propuesta en cuanto a los objetivos q se plantea lograr en beneficio de la comunidad teniendo en cuenta que el municipio será el fundamento de la estructura económica,política y social de la nacion.Seria una utopia este propósito?rihashurt rojashurtado44@

Rafael Perez 7 octubre 2020 - 11:45 AM

Ah!, el debate. Por lo menos aquí hay debate. En Cuba hay monólogo… y desde hace más de 60 años.

El Zurdo 7 octubre 2020 - 1:54 PM

Yo no sé porqué nos preocupamos tanto por las elecciones en EEUU si de todas formas todo en Cuba seguirá en las mismas.

Yunior Jr 7 octubre 2020 - 2:25 PM

Coincido con el análisis con que Trump perdió el debate si eso vale para algo.
No coincido en muchas de las argumentaciones pues parecen un recuento de los análisis de los medios menos afines al actual presidente.

Si Trump hubiese dejado a Biden responder, sobre si nominar o no jueces adicionales, el New Green Deal, donde Biden se contradijo en 1 segundo, el condenar las organizaciones que están al frente de la violencia y los saqueos, en apoyar la ley.

Hay bastantes videos de Trump mencionando grupos supremacistas y condenándolos no hay uno de Biden condenando BLM o Antifa, mas bien diciendo que no existen y la realidad es que hasta que las encuentas empezaron a verse negativas no salio a condenar la violencia y los robos.

No creo que Trump sea un buen presidente, pero menos lo será Biden a estas alturas que parece mas un títere, lo bueno de USA es que los americanos todavía creen en las instituciones.

Pero peor es que en Cuba el debate no existe… y las instituciones todas responden al mismo… PCC…

Jose A. Huelva G 7 octubre 2020 - 4:53 PM

Es que le dedicamos mas tiempo a la política del Norte que a la propia. Criticamos debates en el Norte y jamás hemos visto uno real en Cuba. No nos damos cuenta que con esto le estamos siguiendo el juego al gobierno de la isla que es quien realmente tiene una agenda en función de lo que pase en el EEUU, pero en la cual el nacional de a pie seguirá igualmente jodido. Si gana Biden, no es que vayan a haber libertades de expresión, reunión, negocios y demás. Significa que habrán dineros para que los corruptos ahora en el poder vivan mejor. Es mejor ponerse rojo de una buena vez, que rosado todos los días. Todos los desmanes que a diario criticamos aquí, no van a mejorar manteniendo a los mediocres del gobierno actual. Y muchos de los que opinan aquí a favor de Biden lo saben.
Con todo deberíamos tener una análisis de esta magnitud preguntándole al gobierno para cuando tendremos la oportunidad de tener en TV un debate televisivo sobre los miles de problemas que aquejan a nuestros compatriotas día a día, sobre el porqué de los problemas del transporte, de la salud, de la agricultura, de la corrupción, de la falta de valores, en fin sobre el porqué tenemos una sociedad tan enferma. Siempre digo que nos hacemos nosotros mismos mucho mas daño que el que nos hacen desde EEUU, pero si ni siquiera somos capaces de reconocer que tenemos el problema, ¿cómo entonces seremos capaces de hacer lo mínimo indispensable para resolverlo? Es mejor mirar a los problemas del Norte. Lo siento, pero creo que a estas alturas antes de sentarse a hacer análisis de lo que ocurre en con los gobiernos de EEUU, hay que decirle a nuestros “gobernantes” de los muchos problemas propios que gracias a ellos no se pueden resolver y para nada dependen de EEUU.

Joaquin Benavides 7 octubre 2020 - 7:11 PM

Alzugaray, muy buen articulo. Algunos comentarios sobre tu rticulo son ciertos, en especial, segun mi opinion, sobre que seria beneficioso que ae hicieran debates sobre el funconamiento de la economia con los ministros correspondientes. Creo que nos ayudaria.
Pero tambien me parece que a algunos les molesta que se critique a Trump. Alla ellos, Yo defiendo que en nuestro Pais se debata sobre el proceso electoral norteamericano. Eso nos educa a todos, porque esa democracia, yo por lo menos no la quiero para nuestro pais.

Observador 2020 8 octubre 2020 - 5:07 PM

El que pudiera derrotar a Trump este 3 de Noviembre es la pandemia del Covid-19 y sus consecuencias economicas, pero para nada el partido Demócrata y menos Biden, demasiado agotados y sin brújula adecuada para resolver los evidentes problemas de violencia, inmigración, ausencia de programas eficaces de salud publicas, etc. Si no hubiera sido por ese virus, muy pocos dudarian de la victoria de ese intempestivo, altanero e imprevisible presidente en su empeño de reelegirse.
Evidentemente, el primer debate fue desastroso para los que esperaban un intercambio adecuado de ideas, programas, soluciones, pero con Trump como protagonista eso era improbable y se comportó como tiene acostumbrado. Biden logro aguantar la tormenta, pero su imagen de debilidad y falta de liderazgo no fue totalmente desdibujada.
Es probable que el contagio y recuperación de Trump le aporte mas vitalidad y votos a su candidatura y lo que Trump alegue al respecto puede que le beneficie. Del Covid se puede decir ya cualquier cosa. La OMS se ha contradicho tanto que ya da lástima. Recien ha dicho que estima que un 10% de la población mundial ha sido contagiada y que muchos ni se han enterado que la padecieron. 10% de la población mundial son 700 millones y si ha habido 1 millon de fallecidos, entonces no ha sido tan letal, 0.0014. Nada, que Bolsonaro y Trump parece no estaban tan despistados.

Habra que ver los dos debates restantes. Pence, contra lo que se esperaba, logro anular a la Harris, que necesitaba dar buena imagen cono sustituta probable de un senil Biden. Eso significa que los republicanos todavía no estan derrotados y pueden pasar cosas hasta el dia de la eleccion.

Manuel* 8 octubre 2020 - 6:34 PM

Y después dicen que en los países capitalistas no hay verdadera democracia porque gobierne quién gobierne van a hacer lo mismo.

Nelson García Valdes 11 octubre 2020 - 10:20 AM

Un detalle a Hilary Clinton la ley electoral norteamericano le arrrbato la presidencia pues fue la de mayor voto popular, pero la democracia norteamericana no tiene eso en cuenta.

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