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Medios y financiamiento en Cuba

por Alina Bárbara López Hernández 26 agosto 2020
escrito por Alina Bárbara López Hernández

La necesidad de una democratización de la política y la sociedad cubanas pasa necesariamente por un proceso similar de la esfera comunicacional. En su texto «Retos para una política pública de comunicación en Cuba», el doctor José Ramón Vidal Valdez, profesor titular de la Universidad de la Habana, considera como rasgos esenciales en el sistema comunicacional cubano a 1) la propaganda en defensa de la Revolución [gobierno] como función primera y esencial de los medios y 2) el secretismo como mecanismo de defensa ante situaciones realmente excepcionales.

Este autor demuestra que en Cuba fue penetrando hasta consolidarse el modelo de prensa soviético, en el cual se intensifica la intromisión del aparato auxiliar del Partido en la conducción cotidiana de la prensa. Como resultado, considera que: «Se produce una hipertrofia de la función propagandística, con tintes apologéticos de la obra de la Revolución, en detrimento de la función informativa, de la crítica oportuna y necesaria para cualquier proyecto político y del uso de los medios como plataformas de participación democrática de la ciudadanía en los asuntos públicos».

Por su parte, el investigador Alexei Padilla Herrera, en «Doutrinas, normas jurídicas e políticas que regem o exercício do direito à comunicação em Cuba», explica que la versión más reciente de la política de comunicación, aprobada en enero del 2018, reafirma el papel hegemónico del Partido y es guiada por el principio «dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada», enunciado por Fidel Castro en 1961. Argumenta en tal sentido, que dicho principio reproduce la noción de libertad de expresión defendida por el marxismo soviético, que refuerza el carácter instrumental atribuido a los medios y en la cual los líderes políticos tienen el poder de decidir discrecionalmente cuáles declaraciones o actos son o no subversivos o inconvenientes.

Tanto en la Constitución de 1976 (art. 53), como en la de 2019 (art. 55), «la prensa, la radio, la televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son de propiedad estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada»; sin embargo, a lo largo de la historia del socialismo, tanto del implosionado bloque socialista europeo como del cubano, ha quedado claro que no basta con declarar la propiedad estatal o social sobre los medios como garantía de que estos estén verdadera y totalmente al servicio del «interés de la sociedad».

La demostración más evidente de que el sistema comunicacional en general y el ejercicio profesional de los medios de comunicación no contribuyen con efectividad al interés social ni a la continuidad del proyecto revolucionario original, es la explosión de la sociedad civil cubana en medios digitales, reconocidos como alternativos a los oficiales. Ellos son la consecuencia visible de la llegada de internet a Cuba y el crecimiento del acceso a la red de redes, amén de su altísimo costo; pero también el resultado evidente de las deudas del proyecto cubano, acumuladas por décadas de inmovilismo y desconocimiento de las necesidades y exigencias de la ciudadanía.

El Partido/Gobierno no reconoce a estos nuevos actores mediáticos y los acusa en pleno de ser financiados desde el exterior en función de una agenda subversiva para derrotar al socialismo. Hay en este tema algunos aspectos a dilucidar:

¿Es coherente reprochar a medios que no son admitidos por la legislación cubana ni reconocidos por esta, que reciban financiamiento del exterior?

En mi criterio —más allá de la postura oficial, siempre prohibitiva—, se impone aquí una cuestión ética, que tiene que ver con el hecho de que algunos de esos medios se debilitan ante la propia opinión pública nacional porque reciben fondos de un gobierno que ejerce constantes e ilegales presiones extraterritoriales sobre Cuba y que fomenta vías para subvertir el sistema político, atribución que no le corresponde legítimamente.

Pero habría que sumar a esta ecuación otro elemento: que al no reconocer a esos medios en Cuba, se los aparta de poder recibir fondos por caminos internos más transparentes y autónomos, como donaciones, anunciantes del patio u otras vías tradicionales y legales para sostenerse.

¿El financiamiento en sí mismo es reprobable?

En la historia de la prensa republicana en Cuba, raros son los casos de medios que no acudieran a financiamiento desde su génesis. Según el investigador Pedro Cubas, solo la revista Social (1916-33 y 1935-38) funcionaba como una empresa con sólidos resultados y generación de ganancias. Dado el peculio personal de su creador, Conrado Massaguer,[i] este realizó inversiones para introducir el método de la fotolitografía —que convirtió a Cuba en el primer país de América Latina en disponer de esa tecnología—, unido a la utilización de buen papel, una visualidad poco común y el diseño interior y de cubiertas, donde primaba la tendencia art decó. Aun así, en sus páginas también se incluían anuncios.[ii]

La mayoría de los medios debió buscar fuentes de financiamiento para sostenerse. Cuando estas fallaron fue su fin, como ocurrió con la revista Cuba Contemporánea (1913-27).

Revista de Avance (1927-30), líder del vanguardismo en Cuba, puso en  práctica un novedoso sistema de atracción de fondos que le permitiera la mayor  independencia económica posible, apelando a varias vías: suscripción,  propaganda y patrocinios. A pesar de ello, a lo largo de sus páginas se observan comentarios que indican que tales fondos siempre resultaban insuficientes.[iii]

Ningún medio, sin embargo, fue tan ingenioso y tuvo tanto éxito en lograr fuentes de financiamiento como Noticias de Hoy, órgano oficial de los comunistas cubanos en su período legal (1938-1953). Junto al de Chile, serían los únicos de su ideología en llegar a un senado y una cámara burgueses en América, instancias en las que se mantuvo, a diferencia de su par suramericano, inclusive en el período de Guerra Fría que potenció el anticomunismo en la región.

Habiendo entrado tarde a los cauces legales de la política, se puso al día muy pronto. Tenía que lidiar con medios de ideología diversa y debía ser competitivo. Por ello no incurrió en la puritana costumbre implementada tras 1959, que consideró una blasfemia mezclar ideología y publicidad. El periódico comunista publicó, desde el primero hasta el último día de su existencia, anuncios de productos y servicios, especialmente de empresarios y profesionales cubanos, que fueron fieles y no les retiraron su apoyo a pesar de que el comunismo fue satanizado por la política macarthista luego de la Segunda Guerra Mundial.

Aquí podrán observar estos anuncios, uno corresponde al primer número de Noticias de Hoy  —fue una edición de propaganda del 30 de abril de 1938, en saludo al 1ro. de mayo, pues la salida oficial sería el 16 de mayo de 1938— y el otro es el último número, del domingo 26 de julio de 1953, día en que fueron clausurados.

Publicidad en el primer número de Noticias de Hoy, 30 de Abril 1938.
Publicidad en el último número de Noticias de Hoy, 26 de Julio 1953.

Véanse estas solicitudes: a los anunciantes para que utilizaran las páginas de Noticias de Hoy, y a los lectores para que consumieran los referidos productos y servicios.

Invitan los lectores a que se anuncien.
Los comunistas cubanos invitan a los anunciantes a su periódico.

 

También fue importante, aunque en menor medida, la suscripción popular. Con el fin de motivar a los lectores se celebraban concursos, en los que se entregaban premios costeados por los propios anunciantes.

Piden a lectores un aguinaldo de fin de año.
Publicidad de la lotería en el órgano de los comunistas cubanos.

No obstante, su más importante conquista fue conseguir unos modernos talleres propios. Con ese objetivo se concibió la campaña nacional «Pro talleres para Hoy», en la que demandaron la colaboración del pueblo, de intelectuales y artistas. La suma necesaria era 30 mil pesos, cantidad enorme en aquella época. En la primera plana se publicaba todas las semanas el estado de la colecta, que fue completada finalmente.

Recaudación para los talleres del periódico del movimiento comunista.
El periódico explica por municipios el estado de la colecta para su taller.

El nuevo taller se ubicó en Desagüe números 108 y 110, apartado no. 2422, dirección telegráfica: NOTI–HOY. Noticias de Hoy salió sistemáticamente con dos ediciones y una paginación de entre ocho y doce páginas; tuvieron un suplemento dominical y, en 1940, se agregó el Magazine de Hoy.

Estas fuentes de financiamiento eran legales en una sociedad en que la prensa no era controlada férreamente por un partido político. Se puede afirmar entonces —con una terminología al uso—, que Noticias de Hoy fue una publicación «próspera y sostenible». Y lo fue sin dejar de defender su ideología y de enfrentarse y criticar a sus contendientes.

¿Y el financiamiento de los sucesores?

En mi artículo «Lo novedoso» el pasado año, me referí a los pronunciamientos del presidente Miguel Díaz-Canel en el Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), donde mencionó la necesidad de financiación de los medios, para lo que recomendó alternativas generadoras de ingresos por vía de la publicidad y el patrocinio, sin que ello significara la retirada del presupuesto estatal.

Al respecto manifesté:

[…] La situación de la prensa cubana es incoherente en muchos aspectos. Nuestra Constitución norma la existencia del PCC como Partido único; sin embargo, dada la enorme cantidad de órganos oficiales de prensa que posee el mismo, tal parece que coexistiera en un escenario interno de extrema hostilidad ideológica, lo que es desmentido a su vez por las declaraciones de los dirigentes que patentizan su confianza en el apoyo del pueblo a la Revolución. Además del periódico Granma, existe un órgano oficial del Partido en cada provincia, para un total de quince, y prefiero ser cautelosa pues ignoro si en las provincias experimentales de Artemisa y Mayabeque también se establecieron.

A todas luces es innecesaria esa abundancia de órganos oficiales, pero lo peor es que cada uno de ellos lo financia el presupuesto del Estado, es decir todos y cada uno de nosotros. ¿Es justo que un país con una situación económica tan compleja como Cuba deba derrochar en proporción semejante, a pesar de que los requerimientos al ahorro son constantes en el discurso político? […]

Han transcurrido más de dos años y no se aprecian cambios en esa dirección. Todo lo contrario, en medio de la enorme crisis estructural de la economía cubana —que la pandemia ha agudizado pero que casi paralizó el país a finales del 2019—, los periódicos comenzaron a publicarse a colores, lo que los moderniza indudablemente pero a costa de mayores inversiones.

El aparato ideológico sigue preocupándose más por el financiamiento externo que tienen los medios alternativos, sin entender que debería justificar las fuentes internas que sustentan a la prensa oficial.

Cada día se promueve una separación mayor entre lo que refleja un periódico como Granma y las opiniones de la ciudadanía. Al respecto el periodista Ariel Montenegro publicó en su página de Facebook una respuesta contundente al autor del artículo «Revictimizada mil veces», divulgado en el referido órgano oficial del PCC, y rechazado de modo contundente por muchas personas:

[…] tu texto no es sobre el femenicidio en Cuba. Lo usas solo como el macabro set para uno de los temas preferidos por esa publicación: «La prensa pagada por el imperialismo». Pero de la enorme falta de carácter y amor propio que significa destinar líneas de un medio para desacreditar a otros, no voy a hablar ahora. Ese texto vendrá más adelante. Solo diré que lo que toda la prensa no estatal diga me preocupa menos que lo que diga la estatal, puesto que sus enormes edificios, sus computadoras, su papel, su internet, sus vehículos, su combustible y el salario de sus periodistas, los pagamos todos los cubanos con el dinero que no se usa para los baches de la calle, para arreglar los salideros de agua o para construir viviendas […]

En lugar de abrir sus anquilosadas páginas a la publicidad de los empresarios cubanos, como hizo su predecesor, el Granma las abre a Carlos Luque para que provoque roces innecesarios con las nuevas formas de gestión privadas.

Si la empresa privada en el capitalismo no opuso reparo en anunciarse en la prensa comunista, considero que la prensa actual, heredera de aquella, no debe oponerse a que los cuentapropistas utilicen sus espacios.

Esto debería instrumentarse tanto en el único órgano oficial, Granma, como en los periódicos de todas las provincias, que dejarían de identificarse como órganos oficiales del Partido. En todos los casos se podría mantener un apoyo del presupuesto estatal para los mensajes y campañas de bien público, pero la mayor parte de los egresos serían asumidos por las propias publicaciones.

Todos los medios precisan fuentes de financiamiento, los alternativos también. Es necesario sufragar los salarios de los periodistas, contratar editores y diseñadores, disponer de fondos para encargar textos a expertos en campos que merecen recibir una contribución adecuada a su nivel científico, y, por supuesto, costear los altísimos precios del acceso a internet.

Por tanto, no hay que satanizar a los medios que reciban donaciones o ingresos por publicidad. Lo ideal sería que los recibieran legalmente dentro de su país, que pudieran hacer campañas similares a las de Noticias de Hoy. Pero eso es obstaculizado en Cuba. Si el Partido los reconociera podría exigir de ellos una claridad en su financiamiento, para lo cual debería, antes, darles ejemplo.

[i] Pedro Cubas Hernández: Cuba 1922- 1930. Cuatro ensayos de indagación e interpretación de nuestra cultura, Centro de Información del Instituto de Investigación y Desarrollo de la Cultura Juan Marinello (Inédito)

[ii] Alina López Hernández: «La revista Social, la generación del veinticinco y la experiencia soviética», revista Matanzas, no. 3 de 2016.

[iii] Ana Suárez Díaz: Multimedia de Revista de Avance, Ediciones Cubarte.

26 agosto 2020 51 comentarios 846 vistas
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Juan Vilar entrevista a Max Lesnik (I)

por Juan Vilar 18 agosto 2020
escrito por Juan Vilar

La Habana. Agosto Pandémico del 2020.

A Ricardo Figueredo: lo que se sabe, no se pregunta.

A diferencia de casi todo el universo conocido, en Cuba el deja vú no cumple su función de sorpresa o de recuerdo, porque el lento pasar de los días se repite intacto salvo la vejez que como ley natural y drama humano, tiene descrita su finitud de antesala de la muerte. Los cubanos, generalmente, morimos viviendo en circunstancias similares a las que nacemos: la misma casa, la misma escuela, las mismas ropas, los mismos recuerdos, los mismos parques, los mismos cines, la misma historia, los mismos Pablo y Silvio, los mismos líderes y el mismo porvenir… Quizás por eso aquella vieja entrevista que no publiqué podría salir cualquier miércoles o lunes o jueves del futuro.

Nuestra vida es como la rueda del molino de agua que carga la misma cantidad y la vierte en el mismo cauce. Solo el viento cambia de dirección mientras mueve las aspas que repiten velocidad y destino. Esa es mi impresión hoy 15 de agosto del 2020 mientras a mi madre la sacude otra isquemia transitoria. Nada nuevo ha ocurrido, al menos nada impredecible, después del 17 de diciembre del 2014 cuando el general de ejército Raúl Castro y el presidente Barack Obama entraron juntos de la boca en la historia de Cuba, queriendo resolver un conflicto al que Fidel no le puso mucho entusiasmo, a pesar de dedicarle casi todo su tiempo de vida. Tan solo un mes después del punto de giro del 17D el comandante publicó: “No confío en los Estados Unidos ni he intercambiado una palabra con ellos, sin que esto signifique, ni mucho menos, un rechazo a una solución pacífica de los conflictos o peligros de guerra”.

Hasta el momento en que el general presidente -al decir del abad Eusebio Sieyès Leal- y el primer presidente negro en la historia de los Estados Unidos aparecieron simultáneamente en la televisión, los dos eran una anécdota en el tiempo, porque sé que la historia del mundo se circunscribe y acomoda a numerosas batallas recordadas para gloria de un solo nombre: Atila, Julio César, Luis XIV, Napoleón, Martí-Gómez-Maceo… Solo los estudiosos, los específicos, los memoriosos, recuerdan los nombres de aquellos que acompañaron la grandeza de unos pocos.

Los arqueólogos y los antropólogos estudian rigurosamente el pasado para comprender el futuro, mientras la filosofía y la historia documentan la relación entre los hechos y el presente. Es la zona lúdica de la experiencia humana en que se mueven la mayoría de los autores que solventan la vanidad: descubrir, alertar, escribir su nombre propio en letras doradas. Pero el reconocimiento llega tan pronto como el después intuido por el tango: “Que importará el después. Toda mi vida es el ayer que me detiene en el pasado. Eterna y vieja juventud, que me ha dejado acobardado, como un pájaro sin luz.”

Primera parte: La Habana. Diciembre finales del siglo XX.

Lo vi atravesar el lobby del Hotel Nacional de Cuba acompañado por su hija y perderse en el elevador. Intenté abordarlo en la Catedral de La Habana pero el contexto no era favorable: demasiados moros en la costa. Recién visitó a Jimenito acompañado por Alfredo Guevara y Roberto Cavada. La visita me inquietó. ¿Por qué Alfredo lo acompañó a visitar a Jimenito: el gran perseguido? Que se hayan conocido en el pasado nunca es una buena razón; al menos, en política, suficiente razón. Un amigo común que siempre lo acompaña en sus vistas a Cuba le comentó mi interés por entrevistarlo a lo cual gentilmente accedió Max Lesnik.

“La revolución del 33 la capitaliza Grau San Martín, digamos que por temor reverencial de la nueva generación. Aquella generación no se sentía capaz de sustituir a los “Veteranos y Patriotas” y “Generales y Doctores”. Por suerte apareció Antonio Guiteras, motor de ese movimiento revolucionario antiimperialista”.

JP: ¿No fue una revolución liderada por los comunistas?

ML: Los comunistas no entendieron la situación del momento y se colocaron en posiciones extremas que le hicieron el juego a la embajada estadounidense, al incipiente movimiento fascistoide de los abecedarios (por sus siglas A.B.C.) y a la derecha que quería derrocar a Grau. Del 33 quedó una revolución frustrada y el surgimiento del Partido Revolucionario Cubano Auténtico; herencia del partido de Martí.

JP: ¿Por qué los comunistas pactan con Batista?

ML: Moscú dio la instrucción de que todos los partidos tenían que pactar con la realidad, y la realidad podía llamarse Batista en Cuba, como podría ser cualquier otra dictadura. No había alternativas; o aceptabas o te ibas. Y fíjate donde voy a llegar, los Auténticos se convierten en la izquierda política del país, y el Partido Comunista con contadas excepciones, se va aislando y amarrando a la situación electoral con Batista.

JP: ¿Qué representa el Partido Ortodoxo?

ML: La ortodoxia representa la rebeldía frente a la corrupción. Nosotros encarnamos la línea recta de la revolución que arranca de Varela, Martí, Mella, Guiteras, Grau es la frustración y Chibás recoge las banderas.

JP: ¿Por qué se suicida Chibás?

ML: Porque no tuvo la sanidad mental para plantear el debate con Aureliano en términos más pragmáticos. Chibás era un revolucionario populista; se acorraló en su propia palabra. Tenía cultura, conocía el marxismo y la dialéctica, pero no tenía el entrenamiento para dar un paso atrás. Si hubiera leído a Maquiavelo hubiera comprendido que El Príncipe no puede cumplir su palabra cuando lo que está en juego es su política. Pero quiso cumplir su palabra con unas pruebas que no tenía, y va al suicidio para probárselo al pueblo que lo había abandonado.

JP: ¿Pero su entierro fue multitudinario?

ML: Yo soy testigo de excepción. Estaba ese sábado montado en su cuña conversando con él, que me invitó a pelarme en una barbería que había en el Hotel Inglaterra. De la esquina una multitud le gritó burlándose: ¡Chibás saca la maleta! (en alusión a las pruebas). Le vi el rostro constreñido; la vergüenza. Lo mató la vergüenza y se suicidó.

JP: Algunos piensan que el suicidio es un acto de cobardía.

ML: Yo respeto ese criterio, pero conozco muchos buenos revolucionarios que se han suicidado por la vergüenza o por la vida. Y en la propia revolución cubana los hay.

JP: ¿Quiénes componían la ortodoxia?

ML: Lo mejor de esa generación que se llamó del Centenario. Gente joven que quería estar en contacto con las masas para influir de verdad en ellas. Y si tú te lees el documento que hizo la Juventud Ortodoxa en 1948 -donde yo soy uno de sus exponentes- afincando el pensamiento político e ideológico de la juventud cubana, te vas a encontrar que ahí proclamamos primero que somos socialistas, segundo, se esbozan planteamientos radicales para cualquier país de América Latina en la actualidad.

JP: ¿Por ejemplo?

ML: Los sistemas de salud, educación y deportes que existen están planteados en ese documento por nosotros con las limitaciones de la época. El concepto de las nacionalizaciones de las industrias básicas empezando por la azucarera. La nacionalización de las compañías extranjeras de petróleo. La reforma agraria para repartir las tierras a los campesinos a través de cooperativas. El enfrentamiento a la política norteamericana de mantener el control de la economía y la política del país. También dijimos que el enfrentamiento con los comunistas no era por razones de ideología, porque hicimos un análisis marxista de la situación, sino porque el P.S.P, que debía ser una fuerza motor del proceso, estaba aliado a otro bando.

JP: ¿Cuál era la estrategia inmediata de ustedes como fuerza revolucionaria para llevar a cabo ese programa?

ML: Influir en el proceso cubano y en las dos generaciones. Lo que estaba planteado en el país era corrupción o no corrupción y pensábamos que lo lógico era liquidar la corrupción para llegar a las reformas sociales en el futuro.

JP: ¿Por qué no darle prioridad a las reformas sociales?

ML: Porque plantear las reformas sociales como si fueran lo fundamental convertía nuestro programa en más radical que el que tenían los comunistas.

JP: Eso no me parece mal.

ML: Es que también eran un partido browderista. Ellos decían que el socialismo en Cuba era consecuencia del socialismo en Estados Unidos; nosotros no. Ah, tú estás esperando a que Lenin tome el poder en la General Motors. No por casualidad la mayoría de los que hoy están en la disidencia, eran comunistas. Se acabó Moscú, entonces vamos a mirar para Washington. Todos estaban al servicio de la política de los norteamericanos, empezando por el viejo Blas Roca.

JP: No te simpatizan mucho los comunistas.

ML: Cada vez que veo un radical, pero que al final no hace otra cosa que esperar que otros hagan lo que a él le corresponde, me surgen graves sospechas.

JP: Sin embargo, ustedes aceptaron abundantes contribuciones de gente que no era muy católica que digamos.

ML: De gente muy rica y poderosa asqueada de la corrupción. Gente conservadora como Fico Fernández Casas; también contribuyente del 26 de Julio. No estoy hablando de gente que cuando sonó la palabra revolución se mandó a correr, no. Se mandó a correr cuando las contradicciones lo llevaron a perder sus intereses.

JP: La muerte de Chibás deja un vacío…

ML: …que se llena con una candidatura electoral creada por un golpe de mano de factores del partido que se aprovechan de las circunstancias, y escogen a Agramonte, un profesor honorable candidato a vicepresidente, pero sin condiciones políticas para dirigir el partido.

JP: Muchas son las opiniones que rodean el 10 de marzo de 1952. ¿A tú juicio, por qué se produce el golpe?

ML: Fundamentalmente por dos cosas: Grau no tiene prestigio y Chibás está muerto. Si Grau llega a tener prestigio no hay golpe de estado. Y si Chibás está vivo tampoco. No porque Chibás vaya a Columbia a disputarle el poder a Batista, sino porque a Batista no se le ocurre darlo.

JP: ¿Ustedes tenían alguna relación con el ejército?

ML: En 1950 nos reunimos en el Hotel Nacional, Ugalde Carrillo, Chibás y yo. Hablaron aparte, pero después Chibás me contó que Carrillo vino a ofrecerle un golpe de estado. Chibás le contestó -después lo dijo por radio sin mencionar el nombre- que lo único que quería era que la unidad de jóvenes del ejército que estaba descontenta por la corrupción, le garantizara las elecciones libres. Salvó al corrupto Prío para sostener la institucionalidad.

JP: ¿Después del golpe de estado, cuál es el panorama político que se observa?

ML: Comienzan las inquietudes estudiantiles y juveniles pero no hay partidos políticos, porque los tradicionales -conservador y liberal- se fueron con Batista. Los auténticos, encabezados por Prío -que tenía dinero- y Aureliano, en desbandada; la ortodoxia sin lideratura, pero con muchas masas.

JP: ¿Y el P.S.P (comunista)?

ML: Buscando dialécticamente donde ubicarse. Batista no los puede llamar de nuevo porque los americanos le dicen que no, pero ellos tampoco adoptan una línea de confrontación porque entienden creo, y no les faltaba razón, que la represión más violenta iba a ser contra ellos. Se mantienen en oposición pero cuidando que sus cuadros no los vayan a matar Ventura o Carratalá, porque les costó mucho trabajo formarlos.

JP: ¿Por qué dices que ustedes no tienen líder?

ML: Recuerdo la frase que me dijo Agramonte el día del golpe cuando va a tocarme la puerta: ¡Todo el mundo boca abajo! Era realmente eso, porque hay un golpe de estado. ¡Pero esa no es la respuesta de un líder!

JP: ¿El poco liderazgo de Agramonte influye en las filas ortodoxas?

ML: Divide el partido entre agramontistas y millistas, que es la corriente frustrada, porque es a Millo Ochoa al que le correspondía ser el candidato presidencial. Los agramontistas se abroquelan en la independencia política de no pactar con nadie, lo cual les permitía mantener la supuesta pureza del partido. Los millistas, que es la corriente a la que pertenezco yo, viendo que teníamos la mayoría del pueblo de Cuba y no contábamos con recursos pactamos con los Auténticos, lo que se conoce como el Pacto de Montreal.

JP: ¿Pero los Auténticos son los corruptos?

ML: Se supone que es el esfuerzo conjunto de dos partidos que en un momento dado tuvieron una misma ideología, ahora separados por la corrupción. Como no están en el poder dejan las diferencias para después e intentan reconquistar el sistema democrático. Dentro de esas fuerzas estaba Fidel, que era de Millo, aunque ellos dos no tenían buenas relaciones.

JP: Algo que siempre me gusta hacer en Miami es tomar café en el Versalles, digamos que a las siete de la mañana. La inmensa mayoría de las personas de más de sesenta años con que converso dicen haber conocido a Fidel en su época de agitador. ¿Era realmente popular antes del Moncada?

ML: En la universidad si. Era conocido por los elementos más jóvenes y bien conocido en La Habana, porque no te olvides que Fidel aspiró a Representante de esa provincia por el Partido Ortodoxo. Además, tenía una hora de radio…

JP: La Hora de Pardo Llada.

ML: No, no. Pardo Llada tenía un noticiero muy popular que servía de caja de resonancia de la gente más inquieta de la izquierda, incluyendo a los comunistas. Pardo era el vocero y Fidel lo utiliza.

JP: Entonces su popularidad antes del Moncada es parte del mito.

ML: Bueno, dentro de las filas del partido si era muy conocido; logró una militancia fidelista. Era el más caracterizado acusador, aunque no era radical. Es más, los elementos de la juventud ortodoxa ideológicamente se expresaban de una forma más radical. Como aspiraba a Representante tenía el cuidado de no colocarse en una posición extremista, porque ni contribuía con eso a su éxito, ni al del Partido; y tampoco podía hacer mucho por esas ideas.

JP: Fue una buena estrategia de su parte. ¿El Moncada?

ML: A partir del asalto al Moncada evidentemente se concreta una nueva lideratura generacional que no tiene lo que llamaríamos el temor reverencial de la del 33, y pudo establecer la conciencia de que podían.

JP: De alguna manera desestimas a la generación anterior.

ML: La generación nuestra es distinta. Cuando entregamos parte del poder público a gente mayor no es porque nos consideramos incapaces, sino porque hace falta enmascarar la juventud de nuestro movimiento para que nos crean. Tan es así, que siendo Fidel el líder indiscutido de todo el movimiento revolucionario -desde el punto de vista generacional-, el frente político no se consolida hasta que suben a la Sierra Raúl Chibás y Felipe Pazos.

JP: ¿Y Urrutia?

ML: ¿Qué es Urrutia? Un Grau San Martín sin talento. Grau se pudo robar el movimiento cuando los estudiantes le entregan el poder porque sabía más que los estudiantes. Pero cuando Fidel le entrega la presidencia a Urrutia, Fidel sabía más que Urrutia. Esa es la realidad.

JP: ¿Cómo recibe el movimiento revolucionario el asalto al Moncada?

ML: El grupo ortodoxo de Agramonte ve una complicación en un hecho que provocó, digamos, temor justificado, pero temor. El grupo de Millo lo vio bajo la misma óptica que los comunistas: como una aventura. Porque todas las aventuras que no tienen éxito son aventuras. Los ortodoxos de Millo sienten que Fidel se adelantó al Pacto de Montreal; la revolución, el golpe que nunca llegaba.

JP: ¿Cuál es la reacción inmediata de Batista?

ML: Cogió preso a auténticos, ortodoxos y comunistas. Ahí entonces se refleja abiertamente por parte de los pesepianos una actitud de crítica, como que era un golpe puchista.

JP: Tengo entendido que Carlos Rafael condena el hecho durante el juicio a los comunistas.

ML: No conozco ese hecho, pero si leí lo que publicó La Carta Semanal. Hay un grupo de comunistas que no aceptan esa línea como César Vilar y Alfredo Guevara, que se va para México. Es el tránsito hacia una posición más revolucionaria.

JP: Franqui también.

ML: Lo de Franqui fue anterior. Carlos Franqui se va del partido porque no le dan la dirección del periódico Hoy; no se va por contradicciones ideológicas. Y después, resentido con los comunistas, adopta una posición antibatistiana y llega a ser un personaje dentro del 26 de Julio. Ahora, Guevara y ese grupo de gente se van con Fidel porque lo conocen de la universidad. Ellos no van al vacío.

JP: ¿Y los Auténticos?

ML: Por supuesto que se desentienden. Fidel los ha fustigado duro.

JP: El Moncada pone sobre la mesa la lucha armada. ¿Qué hacen ustedes?

ML: Estábamos a favor de la lucha armada por la vía clásica de derrocar al gobierno con apoyo del ejército. Eso es lo que se enseñaba en todas las escuelas revolucionarias.

JP: Entonces Fidel no asistió a la misma escuela que ustedes.

ML: Tampoco quiere decir que estuviera contra el ejército totalmente, pero si como institución. Fíjate la diferencia. Fidel dice: si hay buenos en el ejército que vengan al lado revolucionario y que se acabe la institución, que es la que está atada a históricos convenios con los Estados Unidos.

JP: ¿Cómo eran tus relaciones con los estudiantes?

ML: Cuando ocurre el asalto al Palacio Presidencial yo estaba en la dirección de la Juventud Ortodoxa, muy vinculado a la Universidad que era el centro -otra laguna de la historia-, y no participo porque factores dentro de la F.E.U. se oponen diciendo que el ala política de la ortodoxia era de los Auténticos. No obstante, mantengo el vínculo con los estudiantes. Conservo en Miami una carta de Carbó Serviá antes que lo mataran en Humboldt 7, dándome las gracias por las colaboraciones que yo le había hecho, y dice además, que otros lo han abandonado refiriéndose a Carlos Prío.

JP: ¿A través de los estudiantes te alzas en el Escambray?

ML: No, a través de elementos ortodoxos que ya estaban en el Escambray, como Sargén; no el que está en Miami, que es un farsante, sino el hermano que ya murió. En La Habana la cosa se había puesto muy difícil; la represión era violenta y yo estaba bastante huérfano de relaciones revolucionarias.

JP: ¿Todos los alzados eran ortodoxos?

ML: Éramos un frente popular donde también habían del 26 de Julio y elementos estudiantiles. Cada cuál llevaba su brazalete. Comunistas no habían.

JP: Se ha dicho que ustedes nunca combatieron.

ML: Lo que no había era lucha ideológica interna, cada cual tenía su pensamiento. Un frente común era luchar contra el ejército de Batista en las Villas, pero no había luchas internas. Eso comienza a tomar más fuerza ideológica cuando llega el Che.

JP: ¿El enfrentamiento con el Che los convierte en una fuerza estigmatizada dentro del movimiento revolucionario?

ML: En política siempre las cuestiones personales gravitan mucho y luego se revisten de diferencias ideológicas. El Che que llega al Escambray viene con la instrucción de la Sierra Maestra de unir a todos los elementos bajo un mando, pero eso ya existía allí; era Menoyo, con una escisión del Directorio que no lo aceptaba. Mira, en lógica política el entendimiento del Che debió ser con Menoyo.

JP: ¿Pero es el Directorio el que pacta con el Che?

ML: Lo que pasa es que es muy difícil poner las cosas en su lugar hoy día. Pero el Che llega al Escambray sin conocer Cuba, sin conocer a los cubanos. Y si tú llegas a un país extranjero y tienes un amigo que te dice las cosas, tú le crees. El Che llega con una visión educada, con cierta preparación política, y la opinión de los pesepianos que se le han sumado en el camino.

JP: Además tropieza conque entre ustedes no hay comunistas.

ML: La estrategia comunista no era alzarse, y nosotros no íbamos a decir: Blas Roca, ven para que te alces con nosotros.

JP: ¿Por qué piensas que lo lógico debió ser un pacto entre Menoyo y el Che?

ML: Porque el Directorio le disputaba al 26 de Julio la hegemonía de la revolución. El asalto a Palacio es un golpe de los auténticos para impedir que la Sierra Maestra y la insurrección generacional, controlen el proceso revolucionario.

JP: Esas son conjeturas sectarias.

ML: Fíjate que cuando el Che viene para La Habana, la instrucción que le da Fidel, y eso estará en algún libro por ahí, es que no venga con el Directorio. ¿Después del triunfo con quién fue la bronca, con nosotros o con el Directorio? ¿Por qué el Directorio toma Palacio? ¿Por qué toman la Universidad? ¿Por qué se llevan las armas de San Ambrosio? ¿Para qué?

JP: ¿Y ustedes qué hicieron?

ML: Sabíamos que habían problemas, pero no tomamos ninguna posición militar porque ya Fidel había ganado y no queríamos confrontación. Lo hubiéramos hecho primero que nadie, porque la primera tropa que llegó a La Habana fue la de Menoyo; fuimos nosotros. Eso está en la historia. El que mandó a acuartelar a la policía de Batista fui yo, que llamé al jefe y le dije: Guárdenme las perseguidoras porque las vamos a tirotear.

JP: Sobre ustedes pesan acusaciones de asesinatos en el Escambray.

ML: Anoche estábamos hablando con Manuel Piñeiro sobre el tema de Carreras y los asesinatos. Las seis personas que mató están bien muertas pero mal matados, porque Carreras en vez de establecer un juicio formal, él mismo ajusticiaba a los que había que matar. Ahora, ningún tribunal revolucionario hubiera absuelto a ninguna de las personas que él mató.

JP: También tiene un enfrentamiento personal con el Che.

ML: Carreras estaba molesto con el manifiesto de la Sierra para que todos los soldados del 26 se incorporaran al Che. Carreras tomaba. Tienen una discusión que agrió las relaciones con toda nuestra organización, hecho que fue aprovechado por algunos elementos.

JP: ¿Cómo ves las cosas desde hoy?

ML: El Che las tuvo que haber visto de otra manera; es permitido. Pero Menoyo también. El Che no era un político y Menoyo dejaba pasar las cosas; no tenía lideratura política, no tenía estatura para ver las consecuencias de ese enfrentamiento.

JP: La cuestión no es quién tiene la razón. La cuestión es el respaldo popular.

ML: Lo mejor es tener la razón y la fuerza, pero si tienes la razón y no tienes los medios para imponerla, o para convencer a la mayoría de que tú tienes la razón, de que vale.

JP: Han pasado cuarenta años. ¿Qué piensa Max Lesnik?

ML: Si tú analizas mi pensamiento político a la luz de lo que yo te he contado, la revolución que yo soñaba era una revolución sin Washington y sin Moscú. En la línea martiana, mellista…

JP: ¿Te refieres a Julio Antonio Mella, que era comunista?

ML: No es verdad. Mella era ideológicamente comunista, pero tan cubano como la Palma. Si esa hubiera sido la línea de la revolución en el 59 los americanos nos hubieran arrasado. Ninguna, ninguna revolución hubieran permitido. Ni la más pequeña; y menos comunista.

JP: ¿De qué se dio cuenta Fidel que ustedes no?

ML: Que al igual que en la guerra, el enemigo le da cierto margen al adversario para que se mueva a posiciones negociables.

JP: ¿Pero muchos lo siguieron desde entonces?

ML: El problema es que yo no sé si lo entendieron. No es lo mismo entender a Fidel que seguirlo y decir: él sabe lo que hace. Porque no creo en Mandrake. Prefiero cuarenta años después reconocer que no tenía la razón, a haber adoptado sin creer toda una doctrina filosófico-religiosa.

JP: ¿Religiosa?

ML: ¿A quién tú crees que respeta más Dios, al que dice que no cree, porque no cree, o al que dice creer y no cree? Ahí es donde está la clave de la cuestión: si yo no creo, no te sigo.

JP: Para finalizar, ¿Fidel y usted no fueron enemigos?

ML: No, nunca; en lo personal siempre fuimos amigos. Siempre hubo una buena relación.

(La segunda parte de esta entrevista será publicada el jueves 20 de Agosto)

18 agosto 2020 29 comentarios 1.089 vistas
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Mientras avanza la derecha, nosotros…

por Giordan Rodríguez Milanés 10 junio 2019
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

Mi abuelo Wanchy olía a tinta y cobre. Montaba en la caja de linotipos los poemas de Navarro Luna para la revista Orto. Nunca estuvo en un cocktail ni recibió cartas credenciales. A veces bebía una porción del alcohol de la imprenta sin haber aspirado nunca a escanciar un vaso de vodka junto a Stalin, o a fumarse un hábano frente a Churchill.  Sus compañeros de la primera célula del Partido Comunista de Manzanillo contaban que era un hombre de silencios trascendentes. Cuando, en vez de versos, le pedían imprimir octavillas, sus compañeros sabían que antes de delatarlos se dejaría matar si lo sorprendían los sicarios de Machado. Si un día cualquiera se animaba a conversar, hacía alta política, quizás, sin saberlo.

La noche en que Lennon le pidió a los ricos que agitaran sus joyas, él no lo sabía: nos estaba hablando de El Manifiesto Comunista. Sin disparar un proyectil, los Beatles contribuyeron decisivamente a derrotar el obsoleto sistema de valores sobrevivientes de las dos guerras mundiales. Puesto que es más difícil y laborioso destrozar un prejuicio que incinerar los tanques de Guderian, cuando Lennon promulgó aquella deliciosa tontería de que eran más famosos que Cristo, nos daba una clase de materialismo histórico, y enfrentaba a millones de adolescentes contra sus padres domeñados por los créditos y la ilusión de bienestar. Aunque lo hicieran sir, nunca ni el dinero ni el disparo a orillas del Dakota pudieron exorcizarle a Lennon el espíritu de los soldadores de los astilleros de Liverpool. Pueda ser que me equivoque, creo que Lennon jamás estuvo en un palacio de convenciones, ni esgrimió desde la tribuna los argumentos de una conferencia magistral.

Zuckeberg, el gran capitalista de las redes sociales, no podría imaginar que estaba fundando el instrumento comunicativo que, al fin, podría servir de plataforma para la comprobación empírica de las ideas de Paulo Freyre. Con Facebook los alumnos al fin podrían disentir de sus maestros, cuestionarle a las autorities su sistema de valores sin correr el riego de que los desaprobaran o los expulsaran de una organización estudiantil patrocinada por el Estado.

Cuando los españoles dieron aquel voto de castigo a Aznar por, entre otros chanchullos, culpar a los separatistas vascos del atentado del 11M, la intelectualidad de izquierda del mundo dio -dimos- loas a las redes sociales y la internet, y los sms y la transferencia de datos. Unos cuantos años después, algunos gurús de la izquierda criolla poseída por el poder, declaran a esas mismas redes sociales enemigas de la cultura y el progreso. Contrarias a la decencia y las buenas normas de conducta. Territorio libre de intelectuales amigos de la Revolución.

La culpa la tienen los chicos del equipo de campaña de Trump por dejar en el ridículo a todos los que auguraron la derrota del blanquito supremacista. En ridículo quedaron, incluso , nuestros analistas de La Mesa Redonda, algunos de esos tipos con un par de doctorados y constantes viajes a Caracas o New York. Unos cuantos de los que colman los anaqueles de las editoriales políticas y académicas en las ferias del libro de La Habana. Embajadores, agentes de inteligencia de alta gama, politólogos de un mundo inexistente y comediólogos de la poética aristotélica. Nada, que no los vieron venir.

A los ricitos de oro del equipo de campaña de Trump no les importó la estulticia de ningún posible votante. No se detuvieron ante si a los electores les gustaba bailar tap o regueton, se inyectaban heroína o fumaban marihuana. No excomulgaron a los que posaban en Instagram o nos contaban en Facebook sus cuitas insalubres. Si alguien podía o no recitar de memoria el acta de la independencia en el inglés de Shakaspeare o en spanglish, no era trascendente por tal de que votaran por el nuevo Hitler.

Y ganaron allí donde donde las joyas son de bisutería, y hay candilejas y oropeles, y los eminenes y pitbules son los beatles del momento. Y ganaron con el lenguaje incorrecto que los políticos de cuello y corbata no saben usar, mucho menos los de guayabera. Y ganaron contra la prensa tradicional, los medios hegemónicos y los emergentes, los cómicos liberales de Broadway y los comics conservadores del lejano western.

Lo usan todo: memes, fakes news, falsos positivos, citas apócrifas, desde el reguetón hasta el jazz, desde una novela rosa hasta Juego de Tronos. Desde un youtuber misógino y payaso hasta The Washington Post.

Los chicos de Trump se propusieron ganar, y ganaron. Con una fórmula tan sencilla que espanta: escándalo en función de la tontería que multiplica la suma de la descalificación y el rumor, todo elevado a la falsa promesa. Su área bajo la curva es esa zona de la condición humana donde el hedonismo nubla cualquier razón y el divertimento soslaya el dicurso rancio, con una ojeada. Y ganaron justamente porque entraron en las únicas dimensiones donde un imbécil derrota la sapiencia.

Y mientras la derecha gana, nosotros con el acto “político-cultural”  -como le llaman-  que no emociona ni a quienes lo programan, la seriedad importada de los discursos de barricadas, las consignas con hambre creativa. Así nuestros doctores de la izquierda reniegan de mi abuelo con olor a tinta y a cobre, que no sabía una mierda de filosofía, pero su machismo ancestral le dictaba dejarse matar antes de delatar a un compañero. Y de Lennon, que nunca anduvo por el Palacio de las Convenciones.

Tú, por ejemplo, para defender la Revolución en la radio cubana necesitas un título universitario, si tienes una maestría mejor. No importa que tu voz sea descolorida y fea, que tu entonación aburra o desconcierte, que no tengas talento para la imaginería y la persuasión. Si has pasado los diplomados correspondientes y portas un carnet de militante, adelante compañera o compañero, aunque no cautives a nadie, y tu programa no lo oigan ni los custodios en la recepción de tu propia emisora.

Y aquí estás, en la asamblea o el congreso, ya sea porque te conceden la palabra o la tomas desde el podio. Vienes a pedirnos que sigamos perdiendo, ahora por abandono, que demos por perdidos 800 millones de enlaces y otras tantas cuentas en las redes sociales, del mismo tipo de aquellos que derrocaron a Aznar. Caramba, que hay cada gurú que andan tan a nivel Dios, que ni siendo ateos uno los entiende cuando nos conminan a dejarle ciertos asuntos a los que saben.

10 junio 2019 76 comentarios 222 vistas
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La nueva religión

por Alina Bárbara López Hernández 8 abril 2019
escrito por Alina Bárbara López Hernández

En un artículo anterior valoré como inoportuna la campaña publicitaria lanzada por la UJC el verano pasado, que demandaba disfrutar Cuba con alegría precisamente cuando se percibía un arreciamiento de la crisis económica. Al ver la campaña pre-congreso que concibieron para el 4 de abril pasado, mi sugerencia es que despidan al equipo de relaciones públicas de la organización.

Acabamos de vivir un período de efervescencia cívica, debates y controversias sobre la nueva Constitución. Se afirma que ya inició el relevo generacional. Se hace referencia constante en los medios al carácter revolucionario y combativo de la juventud cubana. No obstante, esta campaña parece más un culto religioso con matices mesiánicos —que incluye una velada en Tierra Santa—, que la rememoración de un político considerado ideológicamente afín al marxismo.

Se desconoce la determinación del propio Fidel, dada a conocer tras su fallecimiento, de no hacer de su figura un foco de culto.

No es la primera vez que un objeto atribuido a una figura histórica se entrega como alegoría. El machete de Máximo Gómez, por ejemplo, se otorga en Cuba a personas e instituciones cuya obra y desempeño hayan trascendido. Pero entre un machete y una cuna como emblemas existen significativas diferencias.

El primero posee resonancias heroicas, nada de interferencias divinas ni mucho menos, puro valor y coraje para enfrentar a ejércitos mejor armados… y vencerlos. Eso sí transmite un mensaje, codifica una idea aglutinadora, que a fin de cuentas es la función de un símbolo.

De la segunda no logro comprender el sentido alegórico. En una cuna un niño simplemente puede yacer y dormir, funciones necesarias para la vida de cualquier persona. Hasta donde recuerdo, solo un niño realizó un acto heroico en su cunita: Hércules cuando liquidó a las serpientes, pero eso es parte de la mitología grecolatina.

La cuna fue entregada como “símbolo de continuidad”. Mi pregunta es sencilla, ¿qué paradigma podemos recepcionar de un bebé de pocos meses? Si hubieran entregado la réplica de la comandancia de La Plata, o un arma personal de Fidel, hubieran sido más consecuentes. Sin embargo, la cuna enfatiza en la idea de que debemos agradecer el simple hecho de que el líder naciera. Esto contradice la dialéctica marxista y sus categorías de casualidad y necesidad.

Secretariado de la UJC entrega réplica de la cuna de Fidel y Raúl al Primer Secretario del Partido de Holguín. Foto: Roberto Suárez/JR

A cambio propongo que sea entregado un micrófono como símbolo. Quizá entonces la Secretaria General de la UJC sea capaz de improvisar un discurso motivador y elocuente, como era característico del gran orador que fue Fidel.

“Nuestros enemigos, en la guerra cultural e ideológica que nos hacen, apuestan por la desunión y el individualismo”, afirmó Susely Morfa en el acto. Considero que además de cuidarnos de los adversarios, potenciales y reales, la organización se mire por dentro y se ajuste más a los tiempos que vivimos y a las exigencias de las jóvenes generaciones.

La convocatoria a un “congreso transformador” no se relaciona en lo absoluto con la imagen tradicionalista y cuasi religiosa de la cunita. Bien criticaba Engels al líder proletario Weitling, fundador de la Liga de los Justos, por intentar conducir el comunismo por las vías del cristianismo primitivo. Nuestra UJC parece presta a lo mismo. Al menos ya tenemos pesebre.

8 abril 2019 64 comentarios 759 vistas
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La militancia necesaria

por Miguel Alejandro Hayes 26 febrero 2019
escrito por Miguel Alejandro Hayes

Los comunistas pensamos que tenemos una tarea histórica: combatir la explotación y empoderar a la clase obrera. Pero la lucha no debe plantearse solo ahí, para poder cumplir con ello, además hay que hacer frente a las prácticas que conducen al inmovilismo y todo lo que se desvía de los principales objetivos de la lucha política y social.

En 1852 Engels escribe un texto por encargo de Marx. En él, se quejaba de que la falta de movilidad y desarticulación de los partidos habían llevado a un grupo de militantes a actuar de manera secreta y por su propia cuenta.

Según describe Engels, la naciente dirección comunista no supo estar a la altura, por lo que pasaron aquellos grupos a formar numerosas organizaciones clandestinas, independientes de aquellos, con el objetivo de reactivar la lucha. Si la dirección de la organización no le era funcional a las aspiraciones de sus miembros, estos iban contra todo burocratismo y tomaban la iniciativa. Esa práctica alcanzó cierta generalización entre los comunistas revolucionarios de aquella Europa. A su vez, parte del espíritu proactivo de las filas del partido en aquel entonces, presiento que se transformó en disciplina. Así llega hasta hoy.

Ser comunista no es comportarse como el más disciplinado de los soldados o como el más fiel caballero de una orden templaria

No es casual que ya los clásicos del marxismo podían advertir que lo que conocemos actualmente como comités centrales y élites partidistas, no siempre son la puntera de lo que demanda la transformación social. Hecho que deviene en contradicción con los que son verdaderamente revolucionarios. La tradición socialista, tampoco puede desatender esas cuestiones, sobre todo porque en la sociedad que lleva ese nombre, no necesariamente desaparecen.

La experiencia histórica ha mostrado que no han sido pocos los partidos comunistas que una vez instaurados en el poder, una de sus tareas principales ha sido mantener en este a su máximo líder y sus cercanos, lo que casi invierte los objetivos de lucha. Tal forma termina por degenerar el carácter revolucionario de la organización y distanciarla de las masas. A pesar de eso, la militancia comunista afiliada se dedica a servir a la dirección partidista, y no precisamente a quien se supone que debe apoyar: a los proletarios, yendo en ocasiones contra estos,  de ser necesario.

Si bien es cierto que se requiere cierta disciplina partidista –en un sentido de tener responsabilidad, valores, etc.-, hay que ver con respecto a qué. No se trata de seguir a ultranza directrices. No se trata ser un autómata de una vanguardia burocrática y acomodada.

Tomemos la experiencia de los militantes rusos, mientras su nación se destruía, esperaron una orden que nunca llegó. Prefirieron -inconscientemente algunos- traicionar a su pueblo y al socialismo, que a su máxima dirección. En nuestra historia patria tenemos más de un ejemplo donde hubo traición,  como pudo ser el Error de Agosto o el apoyo a Batista en elecciones.

Tales comportamientos no son revolucionarios sino una deshonra para el ideal comunista

Me gustaría soñar con una militancia generalizada diferente. Ya que es tan sencillo ser corrompido por el poder -más cuando es altamente centralizado y no está sujeto a control-, los militantes deberían velar  que su organización y sus líderes no se muestren arrogantes, autoritarios y autosuficientes. Incluso deberíamos intentar superar esa racionalidad dogmática que se arrastra, con el objetivo de crear una lógica que sea orgánica a los objetivos de lucha y no a las figuras. Hacia ahí debiera apuntar su accionar.

Téngase presente que la destitución de un capital en el poder, y el advenimiento de un proceso socialista es solo el comienzo a una nueva etapa, que conserva aquellos viejos peligros a lo interno de sus filas, que en el socialismo hay que enfrentar al igual que en el capitalismo.

Por tanto, hay que cuidar a las propias filas de los mismos  excesos de poder, sin importar su origen, aunque eso vaya aparentemente contra la propia práctica y política institucionalizada de la organización. Con ello se evitará, lo nocivo que puede ser a la lucha por las mejoras y las conquistas para la clase obrera, que parte de revolucionarios tengan que crear otras acciones por  iniciativa propia –incluso, cercana al sectarismo en algunos casos- como en la época de Marx y Engels, o la pasividad como la de los rusos antes mencionada.

Eso también es deber del comunista hoy. Es parte necesaria en la militancia.

26 febrero 2019 6 comentarios 653 vistas
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portico

En el pórtico del 2019

por Alina Bárbara López Hernández 6 diciembre 2018
escrito por Alina Bárbara López Hernández

Estamos en el pórtico de diciembre. Mes de júbilo y festividad en todo el mundo. Otro año concluye y con él las esperanzas de que la situación económica de los cubanos mejore. A mediados del 2017 el anterior presidente del Consejo de Estado y de Ministros explicó que la economía decrecería en el segundo semestre de ese año y aún para el primero del 2018, pero que después de esa fecha se apreciaría una recuperación en los suministros y una tendencia hacia la mejoría.

Nuestro gobierno, una vez más, ha sido incapaz de un vaticinio correcto en el corto plazo. Los pronósticos del 2018 fueron particularmente erróneos y pendulares. Si el verano comenzó con una campaña totalmente enajenada del contexto insular, donde se le pedía a la familia cubana que disfrutara Cuba con alegría; el año casi finaliza y sabemos que la economía apenas creció un 1%, y en las reuniones del presidente Díaz-Canel con el consejo de ministros se ha insistido en que van a disminuir todavía más las importaciones.

Diciembre, que debería ser un mes alegre, se torna sombrío. La escasez de harina ha reducido la producción de pan y existen largas colas en las panaderías; el precio de la carne de cerdo asciende por días en un mes de tradicional aumento de la demanda, y ya es exorbitante; el importe de los vegetales es tal, que parecen cosechados en invernaderos del ártico para ser vendidos en el trópico; el detergente y el aceite son acaparados, pues vox populi dice que los proveedores vietnamitas de detergente no garantizan el producto hasta que no se les pague lo adeudado, ¿será cierto?

Muchos se refieren a un nuevo período especial, aunque nunca hemos salido del primero. Lo que sí se constata es que las reformas económicas implementadas no evidencian sus primeras señales de éxito. Y si en el corto plazo son tan errados los cálculos, qué pensar entonces de visiones más prospectivas.

La intención explícita de los cambios en Cuba es que “las transformaciones que prevén los Lineamientos y el Modelo son económico-sociales, no políticas”.[1]La tardanza extrema de las reformas en indicar avances demuestra que no es posible concebir un proceso de cambios sin una visión dialéctica que visibilice y respete las necesarias interrelaciones entre los aspectos de la realidad. No debe perderse de vista que al modificarse, unos fenómenos afectan a otros. La idea de totalidad, esencial para el marxismo, aplicada al análisis histórico-social supone la interrelación del todo y las partes y de las partes entre sí.

Considero que es imposible conseguir trasformaciones efectivas en la esfera económica  y social sin formular asimismo cambios políticos. Como bien se sabe, la política es la expresión concentrada de la economía.

El término transformaciones políticas es recibido con gran desconfianza por los ideólogos oficiales, que temen en él la oreja peluda del capitalismo. Sin embargo, los debates suscitados acerca del Proyecto de Constitución muestran que la ciudadanía reclama cambios políticos para un verdadero socialismo.

Un parlamento profesional con mayor representación de los diversos grupos y sectores de la sociedad y menos preeminencia de la burocracia; elecciones directas de todos los cargos políticos; mecanismos de control de la ciudadanía sobre las decisiones económicas; transparencia política, es decir,la obligación del gobierno de dar cuenta a los ciudadanos de todos sus actos, especialmente del uso del dinero público y prevenir así los casos de corrupción, además de proporcionar información sobre los costos reales de los proyectos, el manejo de los fondos y sobre los mecanismos instituidos de acceso a la información… Estos son solo algunos ejemplos de los cambios políticos que podrían potenciar las reformas económicas y sociales.

Un cambio de actitud de los dirigentes ante la ciudadanía, que los haga “gobernar obedeciendo”, también es parte inherente de los requerimientos políticos. En el umbral del 2019 es imprescindible convencer de nuevo, pero no con los ardientes discursos de un liderazgo carismático propio de una época ya fenecida; sino con un plan científicamente elaborado, donde las cubanas y cubanos vean reflejadas sus necesidades y aspiraciones y donde sean actores participantes y no meros espectadores.

Debe ser un plan concreto, con estaciones de llegada en corto, mediano y largo plazo, pues el tiempo de la ciudadanía no es el tempo de la burocracia, y no puede serlo dada la notable diferencia entre sus modos de vida. En lugar de visitar empresas, cooperativas y centros de trabajo para explicarle a los trabajadores que el país necesita mayor laboriosidad y dedicación; es necesario que los que dirigen indaguen de los trabajadores qué necesitan ellos y cuál es su opinión sobre la forma en que se administra el país y, sobre todo, viabilizar que participen en esa administración.

En su discurso a los mexicanos desde la plaza del Zócalo, el presidente López Obrador presentó un plan ciertamente ambicioso y proyectado para seis años, aunque parece muy bien concebido. ¿Lo logrará?

En Cuba la Revolución va a cumplir en muy poco sesenta años. Faltan once para arribar al 2030, fecha en la que nuestro gobierno pretende una nación “soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible”. Visto lo mal que se despide la economía cubana el 2018, ¿lo lograremos?

[1]Martha Prieto (Profesora titular de Derecho Constitucional de la Universidad de La Habana), en la sección Controversia ¿Qué pasa con las leyes? Legislación, política y reordenamiento, en Temas, nros 89-90, enero-junio de 2017.

6 diciembre 2018 26 comentarios 542 vistas
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Ya no es antes

por Alina Bárbara López Hernández 19 noviembre 2018
escrito por Alina Bárbara López Hernández

En la década del ochenta, cuando estudiaba Marxismo Leninismo e Historia en el Instituto Superior Pedagógico de Matanzas, era raro que en cada grupo universitario no existiera un comité de base de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). A veces más de la mitad de los alumnos eran militantes. Esa era la cantera natural de entrada al Partido Comunista de Cuba (PCC), aunque también había otras vías, como la selección de trabajadores en sus centros laborales que no hubieran sido previamente militantes de la UJC, pero que por su actitud social y profesional fueran aceptados para “hacerles el proceso”.

Esa situación ha cambiado desde entonces. Es mi apreciación personal, que se apoya en las preguntas realizadas a varios colegas, profesores de Universidades en diversas provincias de Cuba, sobre la presencia de militantes entre sus alumnos. Las respuestas que me ofrecen son indicadoras de que existe una disminución ostensible de la membresía. Por ejemplo, en una misma carrera, entre tres grupos de más de veinticinco estudiantes cada uno, hay solo seis militantes. Ya no es posible en esos casos conformar un comité de base grupal, y tiene que ser organizado a nivel de facultad.

Ello no es exclusivo del ámbito universitario, igual ocurre en centros de trabajo donde no existen militantes de la UJC, o son muy pocos y tienen que conformar los comités de base incluyendo a personas que laboran en centros cercanos y con los que no tienen vinculación personal ni profesional. Por otra parte, en ocasiones algunos miembros de la UJC no desean ingresar al Partido y, dado que el proceso es voluntario, causan lo que se conoce como “baja natural”.

En las filas del PCC ocurre asimismo un proceso de disminución de su militancia. Conozco a numerosas personas en mi entorno profesional (instituciones culturales), y también en medios universitarios, que han solicitado la “desactivación” de la organización. Así se denomina en los estatutos del Partido a la decisión de abandonar sus filas.

Ante la disminución de su membresía, el PCC ha matizado ciertas decisiones. Si durante largo tiempo no aceptaron entre sus militantes a personas que asumieran otra ciudadanía además de la cubana,[1]han modificado esa actitud y ya se admite a los que estén en la referida situación, lo que indica que el Partido se adapta al cambio de contexto. Sin embargo, las personas que obtienen otra ciudadanía muchas veces se radican por determinados períodos fuera de Cuba, o viajan con frecuencia, y su pertenencia al PCC les ocasiona una molesta consecuencia: la obligación de informar y solicitar autorización de su núcleo del Partido cada vez que decidan salir del país. Esta información la obtuve al indagar entre ex militantes que se dedican a importar mercancías desde el exterior, o que viajan a visitar a familiares, y que optaron por la desactivación.

Otra causa de desactivación parece ser la jubilación. Aunque existen núcleos zonales del PCC que agrupan a los jubilados, de acuerdo a los testimonios ofrecidos, algunos sienten que “son personas extrañas, ajenas, porque no las une relación alguna, apenas se conocen”.

El PCC declara una membresía de poco más de 600.000 militantes, y la UJC se atribuye una cifra equivalente. Pero existen aspectos que indican, con toda lógica, que las trasformaciones que sufre nuestra sociedad deben haber influido en una reducción de esos números. Las altas tasas de emigración definitiva de cubanos, residencia temporal en otro país, constantes viajes al exterior o decisión de causar baja natural o desactivarse, le restan militantes, efectivos o potenciales, a ambas organizaciones. Si además tenemos en cuenta la ampliación del sector privado en nuestra economía, también es un factor que puede limitar el ingreso a las filas del PCC, pues este acostumbra a seleccionar a sus militantes entre los trabajadores ejemplares elegidos en asambleas realizadas al efecto en sus centros laborales, sobre la base del principio de la voluntariedad. ¿Cómo se materializará esto en la empresa privada? No conozco de ningún caso en que en una de ellas se haya efectuado una asamblea de trabajadores ejemplares, lo que no quiere decir que no ocurra, simplemente no tengo los datos.

Comprendo perfectamente que estos análisis no establecen tendencias. ¿Cuáles son las cifras reales de ingresos al PCC y a la UJC? ¿Cuáles las de aquellos que asumen la decisión de no entrar o de desactivarse de sus filas? ¿Cuál es la edad promedio de la militancia del PCC? No las tengo, y advierto que este análisis las requeriría para ser verdaderamente objetivo, pero si los científicos sociales cubanos no nos acercáramos a un tema por falta de cifras e información veraz, pasaríamos buena parte del tiempo cruzados de manos.

Lo cierto es que el PCC se considera, de acuerdo a sus estatutos, “máxima expresión de la voluntad unitaria del pueblo cubano de cuyos mejores hijos nutre sus filas (…)”. Sería útil conocer más acerca de cómo se constituyen esas filas.

[1]Lo que era un contrasentido, ya que el PCC original fue fundado en 1925 principalmente por extranjeros residentes en la Isla, en su mayoría españoles y hebreos. Su primer secretario general fue precisamente el español José Miguel Pérez.

19 noviembre 2018 20 comentarios 314 vistas
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Ser comunista en Cuba

por Miguel Alejandro Hayes 15 febrero 2018
escrito por Miguel Alejandro Hayes

El comunismo está llamado a ser la doctrina de lucha de la clase obrera. El comunista lucha por la emancipación de esta sin distinción alguna. Pero, ¿se sabe lo que es realmente ser comunista?

Las tesis de lo que hubiese podido ser el movimiento comunista, fue elaborada por Marx (y Engels), y en su mayor parte, expuestas en su famoso texto El Manifiesto Comunista. Años más tarde, para la batalla (de la liberación de los obreros), explicaba Marx: ‘’…la lucha por la emancipación de la clase obrera no es una lucha por privilegios y monopolios de clase, sino por el establecimiento de derechos y deberes iguales (1)’’. 

Viendo esto, puede salir a la luz cuál es el papel que debe jugar ese militante comunista en cualquier sociedad, y sobre todo en la cubana. Tiene que romper con cada postura de comodidad (y es difícil hacerlo), y luchar por el bienestar, no de los que ya están bien, sino de esos obreros que van detrás en los niveles de vida.

La doctrina comunista, debe mirarse, desde el mismo tipo de ojos que fue creada: desde el marxismo. Esto implica que su lectura no puede ser a golpe de fe, sino que reconstruya el pensamiento, cómo se va perfeccionando, y contextualizarlo  a nuestros días.

Hay que comprender las numerosas limitaciones (que no expondré aquí) del Manifiesto Comunista, ya que sobre de la interpretación de este, se ha hecho todo el programa ideológico de los que dicen ser seguidores de esas ideas. A grandes rasgos, este era, en el mejor sentido de la palabra, un panfleto. Un documento para que los obreros se llenaran de esa efervescencia revolucionaria y estallara la revolución social contra la burguesía explotadora. Eran tiempos de revolución. Solo hay que ver que pocos meses después de su publicación, estalló la revolución de 1848, para comprender los aires que respiraban sus autores.

El joven Marx, dio grandes saltos en su pensamiento y dejó de ser aquel muchacho tomador y alocado. Se convirtió en un pensador serio, que no se dejaba arrastrar por romanticismos. Sus ideas, fueron tomando la forma lógica  que él mismo vaticinaba en los textos de la juventud [1]. A la luz de su Economía Política, todo su trabajo previo era sacudido por un nuevo pensamiento. Ya en 1850, es la última vez que aparece escrito por él, la palabra comunismo[2].

No hay que afirmar nada acerca del abandono o no de este proyecto social. Sobre todo, que si él supuestamente lo hizo, no implica que nosotros (los cubanos) debamos hacerlo. Aun más, cuando las condiciones por las que surgió el comunismo, existen en nuestro país. Sea lo que sea, con o sin burgueses en el poder, aún queda mucho que conquistar para los obreros cubanos.

No podemos permitirnos, como sociedad, que muchos se pongan la etiqueta de algo que no son. Las estructuras burocráticas y los estatismos de las mentes dogmáticas no pueden ahogar la esencia revolucionaria del militante comunista.

Es necesario, que nuestros militantes, asuman la lucha que lleva implícita su condición. Nuestro partido, el comunista, está ahí, no para perpetuar el estado actual de las cosas, ni las élites en el poder. El comunista no puede quitar un clero para poner otro. Su compromiso, es con  los obreros, y de ellos, con los de más atrás, con todos esos. Y no es un secreto para nadie que apenas les alcanza el salario.

A decir de Foucault: ‘’…aliarse con el proletariado significa aceptar sus posiciones, su ideología y sus motivos de combate (2)’’, en pocas palabras: con los problemas que estos tienen. En Cuba tenemos obreros, que son proletarios.  El comunista cubano, no puede olvidar eso. La lucha, sigue siendo, por el más desposeído. Si no es por eso,  no tiene sentido hacerla ni vanagloriarse de presumir de la más alta condición de un marxista revolucionario: la de decirte comunista.

Bibliografía

  1. Marx, Carlos. Estatutos Generales de la Asociación Internacional de los Trabajadores. Obras Escogidas en tres tomos(II). Moscú : Progreso, 1973, págs. 14-17.
  2. Acanda, Jorge Luis. De Marx a Foucault, poder y revolución. De Marx a Foucault, poder y revolución.

Notas al pie

[1] Con esto me refiero, a que en trabajos como los Manuscritos del 44 y La Ideología Alemana, hacía ya la presentación de todo un sistema de razonamiento (su dialéctica), pero que no era totalmente consecuente con esto. Así por ejemplo, era un Marx, que no comprendía aun el carácter fetichista de las categorías de la Economía Política,  a pesar de saber que estaba ocurriendo.

[2] La referencia última al comunismo, es en una serie de artículos publicados entre 1848 y 1850 titulados La lucha de clases en Francia.

15 febrero 2018 83 comentarios 517 vistas
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