Ya no pienso a Cuba como una isla, aunque pesen sobre mí todos los relatos insulares que la inmortalizan en su patrimonio intangible. Si tuviera que definir a Cuba, tal vez las palabras no fueran suficientes. La dibujo en mi cabeza como un mapa pequeñito en medio del Caribe, y atados a la cintura con lazos imaginarios, muchos de sus hijos, que se mueven por el mapamundi como buscando un sitio donde algo se les parezca al hogar. La pienso quizás como un conjunto de barcos que zarpan y vuelven, o una caravana de nómadas que se refugian en el pasado.
Migrar es añorar, y en el caso de los cubanos la migración ha sabido construir muchas Cubas allí donde se encuentre; mas no todo migrante se va por la misma razón, ni vive los mismos dolores. No todos partieron en iguales circunstancias y eso hace que Cuba comparta todo con el mundo, aunque no se parezca mucho al resto de los países. En Cuba, hasta la sociedad civil es trasnacional.
“Anoche yo tuve un sueño, qué cosa más placentera, yo me encontraba bailando en una esquina habanera” (Willy Chirino: La esquina habanera)
La Revolución cubana significó en 1959 un cambio radical en la dinámica migratoria. El proceso de migración tras esa fecha transita por diversas etapas. Entre 1959 y 1975 salieron hacia Estados Unidos aproximadamente 550 000 personas. La diáspora inicial se componía de sectores vinculados al gobierno de Fulgencio Batista, personas inconformes con el nuevo sistema político, otras cuyos bienes fueron expropiados y muchas más tras familiares que partieron por algunas de las razones anteriores. En este sector de la diáspora primaría el rechazo al nuevo orden político, y en sus demandas históricas al Estado cubano está recuperar posesiones expropiadas y el retorno a la vida republicana que una parte de ellos ejercía como clase privilegiada en la Isla.
Ese grupo migró fundamentalmente a Estados Unidos en medio del diferendo cubano-norteamericano instituido desde siglos anteriores y reforzado durante la Guerra Fría. La disputa política entre un gobierno declarado socialista en 1961, que arrebata su neocolonia más preciada al imperio más poderoso del mundo, configura para la diáspora cubana un contexto excepcional, marcado por leyes que favorecen su estancia en el país de acogida como refugiados políticos y la convierten en juez y parte de un combate político trasnacional que trasciende hasta nuestros días y que las administraciones norteñas han sabido financiar y potenciar para sus intereses.
Tales estrategias de subversión tienen como respuesta el blindaje legal y el discurso en torno a la seguridad nacional que despliega el gobierno cubano, así como la construcción de un imaginario de plaza sitiada que favoreció la criminalización del disenso tanto a nivel del Estado como de la ciudadanía.
Es importante resaltar desde la lectura afectiva de la migración y teniendo en cuenta los transnacionalismos de índole cultural, que desde esa primera migración cubana comienza a construirse una nueva Cuba en la Florida, donde se reproduce arquitectónicamente a La Habana añorada, se conservan hábitos y prácticas gastronómicas ya extintas en la nación actual y se afianzan tradiciones religiosas y culturales en todo el espectro de la palabra. De ahí que el sándwich cubano y la croqueta original sean más populares en Miami que en La Habana.

Sandra Ramos: «Los problemas del peso» / Tomada de ADMagazine
Se trata, además, de cubanos que añoran el retorno de la República anterior a 1959 y la Constitución de 1940; que se organiza como sociedad civil para, en muchos casos, pedir el refuerzo de medidas unilaterales coercitivas con el fin de derrocar a la «dictadura»; una sociedad civil trasnacional y heterogénea que incluye a otros activismos de existencia más reciente, constituidos para solidarizarse con sus compatriotas en momentos de catástrofe o precariedad, o que, en casos de organizaciones como Puentes de Amor, abogan por la normalización de las relaciones entre ambos países.
La existencia de esa diáspora inicial con las características ya mencionadas conviene no solo al gobierno norteamericano en su diferendo político, sino también al cubano que legitima la exclusión, politiza el tema y refuerza su discurso nacionalista. Se trata, según según la doctora en Sociología Velia Cecilia Bobes, de «exportar la oposición», «utilizar la migración como válvula de escape a presiones internas» y como carta de negociación con el gobierno de Estados Unidos.
«¿Qué clase de libertad van a darte?» (Pablo Milanés: Yo me quedo)
Hasta 1962 ocurre el primer flujo migratorio entre Cuba y Estados Unidos, que utiliza vuelos regulares. No obstante, con la crisis de los misiles el presidente John F. Kennedy suspende los vuelos comerciales hacia y desde la Isla, y la migración comienza a producirse de manera ilegal. Entre 1962 y 1965 llegan al menos 30 000 cubanos irregularmente a territorio norteamericano.
En octubre de 1965 en la Isla se abrió el puerto de Camarioca para que los residentes en Estados Unidos recogieran a sus familiares por vía marítima, y así salieron al menos 3 000 personas. Nuevamente es la migración una moneda de cambio político entre los gobiernos. La tensión favorece un memorando de entendimiento entre las partes, que trae consigo la creación de un puente aéreo Varadero-Miami prolongado hasta 1973, cuando el presidente Richard Nixon lo elimina.
Con la suspensión de los acuerdos de 1965 concluyó la «segunda oleada» migratoria, durante la cual abandonaron a Cuba, por vía legal o ilegal, alrededor de 400 000 personas en poco más de diez años. Para 1980 existía una población de 670 000 cubanos en Estados Unidos.

Éxodo por Boca de Camarioca 1965 / Tomado de LASA
A finales de la década de 1970, un acercamiento diplomático dio lugar al establecimiento de Secciones de Intereses en La Habana y Washington. Como resultado del diálogo y las modificaciones a la legislación, desde 1979 los emigrados pudieron regresar a su patria y visitar a sus familiares, aunque en calidad de turistas. El humor popular convirtió a los otrora «gusanos» en «mariposas», pero en materia legal, la Constitución de 1976 mantuvo el rechazo a la doble ciudadanía y eliminó el derecho al libre tránsito.
En 1980 sobrevino una nueva crisis migratoria, tras la apertura del puerto del Mariel como resultado de la entrada de cerca de 10 000 cubanos a la embajada del Perú en busca de asilo político, y el incidente tuvo como resultado la migración de alrededor de 7500 personas a países centroamericanos por vía aérea. Ante la escalada de tensión, nuevamente el gobierno abrió la frontera marítima para quienes quisieran partir por esa vía.
Mas los llamados «marielitos» no fueron acogidos con tanta hospitalidad como los inmigrantes anteriores, al cargar con el estigma de ser de clases bajas y marginalizados ―un rechazo replicado hasta hoy con los «balseros». El propio Fidel Castro expresaría en el acto conmemorativo del primero de mayo de 1980: «Ese, ese es este pueblo, no los lumpens que quieren presentar como imagen del mismo, no la escoria que se alojó en la embajada de Perú! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Que se vayan!”, “¡Abajo la escoria!”, “¡Que se vayan todos los que no quieren trabajar!”, “¡Pim, pom, fuera, abajo la gusanera!”)».

Tomada de HavanaTimes
Por ende, la estigmatización de los migrantes cubanos en dicho contexto está mediada por no ser estos «víctimas» expropiadas por el socialismo, sino de desposeídos que salen de la Isla por las razones más diversas y que en muchos casos tenían un expediente criminal, o simplemente eran miembros de la comunidad LGBTIQ+, rechazada por la vieja guardia de ambas orillas.
Es importante destacar que, desde 1959 hasta los 80’s, no paró el estigma político sobre los migrantes por parte del Estado cubano, ya sea entendiéndolos como «escoria» o como «burgueses inadaptados», aunque necesariamente quienes migraban no lo hicieran por razones políticas sino económicas o de reunificación familiar. En este período se intensifican los actos de repudio como una forma de criminalización del disenso o simplemente de señalar a los familiares que quedaban en territorio nacional. Esos actos de repudio, condenados más adelante por la propia ciudadanía, se repetirían contra activistas opositores en los últimos años —aunque de forma menos intensa— principalmente tras los sucesos del 11J.
«… y ya no le dijeron más gusano, porque empezó a ser un comunitario…» (Frank Delgado: La otra orilla)
Las nuevas olas migratorias de la década del 80 en adelante no poseen un marcado carácter político. Paulatinamente deja de entenderse al migrante como «el extraño», «el contrarrevolucionario» o «la escoria». En la crisis económica de los años 90, tras la caída del muro de Berlín, el gobierno cubano se ve obligado a abrir sus puertas al turismo y poco a poco, con el advenimiento del nuevo siglo, quienes habían migrado retornan a visitar a sus familiares con regularidad.
Más adelante, las remesas se convertirían en un sostén para las familias en la Isla y la percepción de la migración cambiaría desde ambas partes. Como enuncia Cecilia Bobes, «En los años 90, nuevas modificaciones reconfiguran el escenario migratorio, esta vez asociadas a la crisis del Periodo Especial, la reforma constitucional (1992), la reforma económica (1993) y la “crisis de los balseros” (1994)». A esos repudiados que regresan a visitar a su familia, cargados de regalos, con cadenas de oro y rentando carros, se les comienza a llamar jocosamente, «comunitarios».

Crisis de los Balseros / Tomada de BBC
Según dicha autora, a partir de los años 2000, medidas como «la aceptación de la inversión extranjera (mixta y de capital privado) en diversos sectores, la legalización del trabajo por cuenta propia y la tenencia de divisas» abren las puertas al envío de remesas, que revaloriza socialmente a la migración.
La profesora de la Universidad de Massachusetts Denisse Delgado (2020) afirma respecto al cambio de postura de la diáspora cubana en Estados Unidos, que se produce «en la medida en que las generaciones más jóvenes, las que emigraron después de 1995, así como las segunda y tercera generaciones, mantienen lazos estrechos con la Isla».
Según la encuesta de 2018 a cargo de la Universidad Internacional de la Florida el 57 % de los encuestados estaban de acuerdo con el viaje sin restricciones de todos los norteamericanos a Cuba, y un 51% apoyaba el embargo —esto último cambia significativamente respecto al mismo sondeo de 2016, en el cual el apoyo solo fue de un 36% de la muestra—. En los últimos años estos criterios se han movido un poco. El mismo instrumento aplicado en 2022, arrojó que solo el 47% —10% menos que en 2018— apoyaban los viajes a la Isla sin limitaciones, y el acuerdo con continuar a las sanciones creció a un 63%.

Gráfico elaborado con los datos de la Universidad Internacional de la Florida 2016, 2018 y 2022
En estos criterios es probable que haya influido el paso del presidente Donald Trump por la Casa Blanca y una narrativa agresiva hacia gobierno de La Habana que fue amplificada por políticos e influencers en la Florida, sumado a hechos visibles de violaciones de derechos humanos en la Isla. Ambos elementos han contribuido a aumentar la polarización y el extremismo político entre los cubanos.
«a la pura yo se lo prometí…» (Kimiko y Jordi: El campeón)
Solo con la reforma migratoria de 2013 los cubanos pudieron viajar libremente. Más adelante, ante la crisis política suscitada por la covid 19 y la crisis económica, el gobierno facilitó una salida migratoria con el libre visado para Nicaragua. De acuerdo con datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP) «casi 40.000 cubanos llegaron a la frontera sur entre noviembre de 2021 y febrero de 2022». En octubre de 2021, «el número de los que llegaron a la frontera de EE. UU. oscilaba en los 5.000, y en febrero de este año superaban los 16.000».
Se trata de la mayor ola migratoria de la historia cubana, durante la cual muchos han perdido la vida, por ser un trayecto peligroso que puede incluir el cruce de la selva del Darién o del Río Bravo en México. Las cifras mencionadas solo se refieren al fenómeno migratorio hacia Estados Unidos vía Nicaragua, pero no contemplan a quienes migran hacia otros destinos con libre visado como Rusia, Emiratos Árabes o Ecuador, con procesos migratorios similares, pero en menor escala.

Migrantes cubanos cruzando el Río Bravo / Tomada de The New York Times
La fuga de cerebros es otro de los factores para tener en cuenta, puesto que miles de universitarios cubanos se van sin retorno para cursar becas de maestría y doctorado en el extranjero. El abandono de misiones internacionalistas y los intelectuales o deportistas que salen del país a algún evento o competición y no regresan, es también una ruta.
Tras el 11J se da un nuevo proceso de marcada migración política, pues muchos activistas, periodistas independientes o presos políticos y sus familiares han debido abandonar su tierra a causa del proceso de criminalización del disenso y acoso al que han sido sometidos por parte del Estado. Otros, incluso, han sido exiliados, al no permitírseles regresar al territorio cubano. En estos casos, la migración no solo se centra en Miami, sino en destinos como Madrid, Alemania y Serbia, entre otros.
Lo que facilita la migración hacia España es la posibilidad de los cubanos de optar por la ciudadanía de ese país, como resultado de las medidas de nacionalización por origen familiar. En el caso de otros destinos dentro de la Unión Europea, suele ser consecuencia del libre visado hacia Serbia y las escalas de los vuelos hacia ese país, en Alemania o Suiza, donde muchos viajeros procedentes de la Isla piden asilo político.
«Tú cinco nueve, yo doble dos» (Yotuel Romero, Descemer Bueno, Gente de Zona, Maykel Osorbo y El Funky: Patria y vida)
La migración cubana posee un amplio matiz político, pero, a fin de cuentas, aunque el Estado reniegue de ella ―tanto al no otorgarle derechos de ciudadanía, como al condenarla en su discurso―, es la parte de la sociedad civil cubana más activa. En ello influye la no restricción directa del gobierno cubano y los contextos en que las diferentes generaciones diaspóricas abandonaron la Isla, además de las características del país de recepción. Parte de esa sociedad civil diaspórica tiene una postura de no diálogo con el Estado cubano y basa su agenda en el cambio de régimen, lo cual ha sido el escudo histórico del gobierno de la Isla, para no reconocerla.
La sociedad civil diaspórica es heterogénea y está en pugna constante a su interior. Desde el 11J se aprecia una mayor politización signada por la denuncia de la criminalización de la protesta en Cuba, que es objeto de enfrentamiento entre sus miembros.

Tomada de The New York Times
No se puede pensar a la sociedad civil trasnacional cubana sin su propio proceso histórico y postura en el diferendo Cuba-Estados Unidos, ni obviando la heterogeneidad de los emigrados, fuertemente influida por el momento y las circunstancias históricas en que abandonaron su país, su postura política y cómo fueron tratados por el gobierno cubano y la nación de acogida.
Es fundamental en su configuración el componente afectivo y la nostalgia de una Cuba pre-1959, la pertenencia a una clase social o generación específica, la presencia o no del financiamiento norteamericano en sus campañas políticas y los motivos particulares de cada migrante, que pueden ser políticos, económicos, de reunificación familiar…
Finalmente, no debe pasarse por alto el rol del liderazgo de los activistas políticos desterrados o emigrados ni el capital simbólico-político acumulado por una diáspora que posee varias generaciones de organización política (en el caso de Miami) e influye en la política del país de recepción respecto a Cuba.
A pesar de que el discurso oficial cubano se niega a reconocer una sociedad civil más allá de las organizaciones de masas, y a pesar de que dentro de la Isla todo activista del signo político que sea puede llegar a ser criminalizado, la sociedad civil cubana existe. Y aunque no sea la soñada por las izquierdas oficialistas o críticas, aunque cargue con todo el dolor que supone la migración en contextos políticos hostiles como los descritos, aunque incluso adquiera tonos de derecha anticomunista; es un hecho, no se puede negar.
El fantasma de la sociedad civil siempre ha recorrido la Isla y el futuro de Cuba depende de ese diálogo trasnacional, que no implica necesariamente ponernos de acuerdo, pero debe implicar el cese de las falacias de ambas partes y el reconocimiento, por un lado, de Cuba como Estado indispensablemente independiente, soberano y libre de injerencia, y por el otro, de la sociedad civil cubana, trasnacional y heterogénea.
9 comentarios
Gracias por este interesantísimo artículo sobre la sociedad cubana. Como dices en tu conclusión, hay que acabar con las injerencias de todo tipo.
Hay que reconocer que no es fácil, porque los emigrantes presionan al sistema político del país que los ha acogido y eso, sin duda, entra dentro del concepto de injerencia.
Hay un fenómeno en Europa con la inmigración turca, donde el poder político turco anima a esta inmigración a entrar en el país y actuar así en la dirección deseada por el país de origen, que es un poco lo contrario de lo que ocurre con la inmigración cubana…
Excelente analisis!! Deberia poder publicarse en medios oficiales… pero eso seria pedir demasiado, me imagino!
¿ Excelente análisis ?
¿ Diálogo con el que dió la orden de
combate para masacrar al pueblo ?
Buen esbozo de la sociedad civil, con sus crisis y evoluciones, excepto en la descripción de los emigrados en Miami. Según la periodista Moya González “no se debe pasar por alto el rol del liderazgo de los activistas políticos desterrados o emigrados, ni el capital simbólico-político acumulado por una diáspora que posee varias generaciones de organización política.” Una evaluación limitada y desinformada, si bien muchísimos emigrados han logrado éxito por su capacidad y tenacidad en sus profesiones y negocios, muchos políticos cubanoamericanos en Miami han sacado partido a la constante retórica contra Cuba, ellos son los hermanos Díaz-Balart, Giménez, Menéndez, Ros-Lehtinen, Rubio, Salazar, Suarez y otros más. Pero son los “líderes del exilio” quienes han sacado más partido mediante sus organizaciones contra Cuba y el apoyo al embargo. El mejor ejemplo es el magnate Jorge Mas quien es millonario y famoso por sus conexiones políticas en la Fundación Nacional Cubanoamericana fundada por su padre que le abrió muchísimas puertas, al punto de lograr atraer a Lionel Messi a su equipo Inter. En su mayoría los politiqueros han usado “la democratización” de Cuba para su avance y bienestar personal. Son los mismos que lograron que el presidente Biden apretara más las sanciones contra Cuba después de las protestas del 11 de julio en Cuba en 2021 y los beneficiarios de los $20 millones de dólares autorizado por Biden al Programa de Cuba de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
Perdone usted que me extienda en este comentario, sensaciones encontradas con su escrito señorita Lisbeth Moya, quizás su juventud le complique el análisis de esos primeros años de revolución y exilio, complicar tanto el tema migratorio Cubano lejos de facilitar su perspectiva y reconocimiento complica a futuro lo que ha de llegar, de aquella primera oleada de emigrados que básicamente fueron personas que el triunfo de la revolución no estuvieron de acuerdo con la colectivización forzada bajo el nuevo dueño, estado, por la cual TODO el tejido empresarial y comercial fue expropiado y emigraron, de ese sector mucho mas radical queda vivo por ley natural solo unos pocos, le ola migratoria del 80 ya mostro ese sector de la sociedad que no concomitaban con el proceso de institucionalización revolucionaria llevado a cabo a mediados de la década del 70, resaltemos que hay sobradas pruebas de que junto a los “desafectos o gusanos de la epoca” un gran números de reclusos se les ofreció la emigración por esa vía como cambio de medida. El desmerengamiento del bloque comunista hundió en una crisis económica y social la cual al día de hoy no ha sido superada, esa ola migratoria llamada crisis de los balseros del 94 fue la válvula de escape que el propio gobierno abre para descompresionar el cumulo de descontento, con la llegada de Chávez al poder en Venezuela el poder logra importante apoyo económico y toman pésimas decisiones económicas, la tarea Álvaro Reinoso condena a muerte a la llamada primera industria y locomotora económica la industria azucarera, una revolución energética que lejos de apostar por el mejoramiento y ejecución de inversiones de las unidades térmicas de gran capacidad apuesta por lo que hoy llaman la generación distribuida que a futuro mostro el altísimo costo de explotación y reposición, y finalmente revierten en lo posible todo un movimiento inicial de trabajadores privados, que hicieron llamar por cuenta propia y volvió a enrarecer el panorama económico del país. Raúl acomete el cambio de las leyes vigente de salida del país año 2013, casi al unísono del periodo de gracia y coqueteo al máximo nivel del segundo mandato del presidente Obama que cambio por parte del gobierno archienemigo del norte su visión del conflicto, poco duro el dulce sabor a concordia, Trump gira 180 grados y los ya hoy viejos “aguerridos guerrilleros revolucionarios” vuelven a meter el país en la trinchera de la soberanía y la subsistencia pero ya metidos en una profunda crisis económica que el COVID remata en tragedia, la estampida ocurrida en estos últimos 4 años es un muy claro reflejo del fracaso del sistema, evidentemente una tan prolongada historia migratoria tiene en la diversidad de destinos e intereses la diáspora Cubana de hoy, pero mientras ocurra que para el gobierno en el poder los emigrados dejamos de tener derechos económicos y políticos en nuestra patria, la solución queda vedada a la posible sociedad civil dentro de Cuba que solo esta representada por organizaciones políticas y de masas poleas del propio gobierno.
En esto si coincido con usted “el futuro de Cuba depende de ese diálogo trasnacional, que no implica necesariamente ponernos de acuerdo” pero para que exista dialogo tienen que haber como mínimo dos partes, mutuamente reconocidas y con mínimo de respeto mutuo, y honestamente pienso que con el partido único y plenipotenciario que hoy mantiene secuestrada la sociedad Cubana, ese dialogo nunca va a llegar, recuerde que la orden de Combate ya fue dada, mientras seamos usted y yo, Cubanos emigrados quizás por diferentes razones y a un país que no es el archienemigo del norte, ENEMIGOS, la suerte esta echada.
Mientras crezcan y prevalescan los extremistas, por ambas partes, no habrá diálogo posible, y mientras los extremistas, además, resulten premiados, gratificados, remunerados y exhaltados por su violencia extremista precisamente, más lejos estará el diálogo. Es reconocido no solo el dineral que destina el gobierno norteamericano a la oposición cubana, sino también la influencia de ésta diaspora, cada día más violenta e irracional desde el 2017 para acá en el Senado y el Congreso norteamericano, por tanto más influyente en el gobierno. También por la parte cubana continúa, con creces el rechazo total a cualquier tipo de acercamiento, a ese extremismo de la inmigración que desgraciadamente prevalece hoy en día o al menos, es el que más ruido hace. Solo cuando ambas partes de éste largo y doloroso conflicto decidan dialogar y no insultarse, exigirse sin reclamarse mutuamente actuando ambas partes a favor de Cuba como país, y a favor de todos los cubanos de allá y acá. Cuando ambas partes entiendan que lo más importante debe ser Cuba como país independiente y libre totalmente, solo entonces y quizas podrá existir diálogo entre la diaspora y los que aún viven en la Isla.
Conociendo el carácter de los cubanos, que “o no llegan, o se pasan” como decía Máximo Gómez, eso por ahora resulta una “Misión Imposible”.
Si, nada honorable ha sido el papel del gobierno archienemigo y satánico del norte…pero saben que? Al menos no monopoliza el micrófono, ni criminaliza el disenso ni llama a la guerra civil contra los ciudadanos a quienes supuestamente sirve, y por cierto ha abierto un espacio en su sociedad para los refugiados y migrantes… y no reconocer que muuuucha gente de este pais, compatriotas de todo tipo huyó de la “justicia revolucionaria” de hordas voceando “paredón ” abiertamente (aunque algunos merecieran juicio por execrables actos) el juicio promedio duraba…3 minutos antes de que un iluminado sellara el destino a plomo, y, a otros sin ton ni son se les despojo de sus casas o propiedades (o ambas inclusive), todavia hoy el poder, el establishment, los intocables innombrables e improtestables te quitaran lo que se les antoje bajo el supuesto argumento-titulo interés social o alguna barrabasada semejante. No olvidar como mas tarde se repartieron casas y propiedades entre funcionarios importantes de su nueva clase-gobierno que por cierto, no construyo casi ninguna de las mansiones que ¿usurpó-ocupo? Y todavía lo hacen con todas las “propiedades sociales”
Con el último párrafo no sé si reírme o llorar: el gobierno cubano, según la cantidad de dinero que necesite, así trata a la diáspora. Yo nunca he sabido de nadie que no reconozca a Cuba como estado independiente: lo que muchos no reconocen como legítimo es al gobierno, cosa muy diferente. Y soberanos no somos ni en sueños, porque aquí -a contrapelo de lo que dice la Constitución- el poder no emana del pueblo, sino que se ejerce contra él. El futuro de Cuba pende de un hilo: el grupo pequeño y envejecido que manda y ordena podría quebrarse; la válvula de escape de la migración hacia EEUU podría cerrarse; alguna de tantas medidas erradas podría ser la gota que colme la copa de la paciencia; podría aparecer un líder que movilice las masas en cualquier dirección. Soñar con un diálogo serio del actual gobierno con la emigración es sólo eso: soñar.
El “corralito bancario” que afecta a TODOS por igual: millonarios de la nueva clase y obreros y retirados que viven de la Caridad exilada presenta una nueva oportunidad para el abusado y paciente pueblo de manifestar de forma activa ante este nuevo acto confiscatorio de atropello ilegal
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