La República repartera

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En su cumpleaños número 30, Chocolate MC, quien no necesita más presentación que su nombre, dio a luz La República Repartera (Buya music Productions, 2021). En la portada posa coronado, frente a un reino en llamas, poniendo toda la simbología en función de demostrar que es él y solo él el fundador y líder del reparto en Cuba —y zonas aledañas—.

El disco cierra con una suerte de reparto «trapeado» que recurre a la creatividad del autor para la sonoridad y la letra sui generis, por siete minutos. Pelagathus es, de todos, el tema que más atentamente he escuchado, como un resumen de cuanto significa o intenta narrar el reparto:

Vengo de Los Sitios, pipo,

chispa, crack y solares (…)

y no había dólares (…)

con dolor en el bolsillo,

en el estómago calambre del hambre.

En esos tiempos el dolor era grande, grande.

Dime qué sabes tú (…)

era pa’ los calabozos de Zanja y de Zanja pa’l Combinado,

dime tú,

cuándo tuviste que apoyar la cabeza en la almohada

y en la barriga un prú,

dime tú,

quieres que te explique, que te simplifique, con mi dedo indique,

dime tú,

en un calabozo sin luz con un pedazo

de pan viejo que tenían puesto arriba’e un vaso,

con un mocho de lápiz componiendo en una Biblia,

construyendo el futuro’e mi familia (…)

No estoy segura de que Chocolate sea consciente del fenómeno que representa desde que, hace años —creo que ocho— se hiciera público un video de un par de hombres violentándolo mientras le hacían repetir de su propia voz que él era abakuá, dejando entredicho el motivo de la violencia ejercida sobre él.

Chocolate ha enfrentado cargos de todo tipo desde que está en Miami —sin poder entrar a Cuba—, la mayoría de ellos por tenencia y tráfico de estupefacientes, y violencia a sus parejas. Él resalta estos hechos constantemente en sus canciones porque en lo que se conoce como «el ambiente», término que Tato Quiñones llevó incontables veces a sus textos, estar en «el tanke», ser «un tanke», es una especie de linaje inquebrantable.

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Imagen: Magazine AM/PM

El llamado «Rey del Reparto» es heredero del estilo de Elvis Manuel Martínez Nodarse, el de «La Tuba» y el «Ditú», aquel adolescente de 18 años, negro, pobre, de Arroyo Naranjo, que el mar se tragó cuando intentaba llegar a la costa de la Florida. Chocolate era un adolescente, también pobre y negro, de Los Sitios, que se ganaba unos pesos como utilero de los propios underground del momento. Siguió la ruta de la paila que se incorporaba al reguetón. Pasaron los años y llegaron los tantos subgéneros, la mayoría certificados por el propio Chocolate, ya MC.

El reparto es un fenómeno genuinamente cubano, como es dominicano el dembow, como Bad Bunny es todo lo puertorriqueño que se puede ser. Vivo reflejo de un amplio sector poblacional que ha sido apartado de la «tarima» por las voces influyentes de una tierra colonizada y eurocéntrica hasta las entrañas.

Asimismo, el reparto es un fenómeno digno de estudio. En sus códigos se trenza una trama compleja que narra la historia alternativa, desde que el primer negro esclavizado puso un pie en esta Isla y los bolsones de pobreza comenzaron a crecer y sobrevivir a los siglos, desde que —27 años antes del alumbramiento de Céspedes en La Demajagua— la belleza del Palacio de Aldama borrara el recuerdo de los lukumí que levantaron las propias herramientas de trabajo para rebelarse contra la explotación bestial de la esclavitud.

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Ilustración: Jennifer Ancízar/AMPM Magazine

Musicalmente, es cierto, no hay nada relevante más allá del compás poco creativo de la paila y el pa-pa-pa de la clave cubana, un ligero cambio del 4×4 reguetonero al 3×4 y, a veces, un chequeré y un pedal. Hay una explicación para ello: el reparto vende bien y rápido. El ejemplo claro lo tengo todos los lunes cuando, junto al equipo de Magazine AM:PM, única revista cubana que actualiza su playlist (Newness Cuba) al ritmo de la exacerbada producción nacional, tengo que votar por las novedades musicales y, casi sin excepción, el mayor porcentaje del contenido que nos llega es reparto.

Detrás de este fenómeno hay productores muy bien posicionados en el mercado latinoamericano, que han puesto recursos humanos y económicos suficientes para respaldar a sus artistas estrellas. El reparto ha desplazado en rating a la música popular bailable y se paga mucho mejor: cientos de miles de pesos pasan de bolsillos privados, dueños de los bares más concurridos de La Habana, al bolsillo del manager y, de ahí, al cantante estrella y un poco menos a los músicos acompañantes. Lo mismo que pasaba en los tiempos del boom reguetonero y aquel famoso concierto de Baby Lores e Insurrecto que cerró por capacidad la discoteca del Hotel Capri, con un cover de 100 cuc por persona.

Los ya «plantados» producen menos pero siempre pegan: de ahí que el público de un muchacho como Wampi sea fiel y llene bares hasta en Canadá, en Perú, y donde sea que varios cubanos emigrantes —o no— se puedan agrupar. Los novatos también van produciendo a velocidades tremendas, con mucho menos recursos, intentando pegar un tema de tantos y que así los productores fundamentales se fijen en ellos y los fichen, lo que se traduce en popularidad y dinero garantizado.

El rostro de un sueño en el reparto – Del canto y el tiempo
Tomada de CIDMUC

Conclusiones: aunque Wampi, por usar el mismo ejemplo, haya estudiado música en la Escuela Nacional de Arte —que lo hizo— no es interés del manager y sus mecenas innovar en la estructura musical, pues hay que responder a un público ávido de más reparto e ir a la par de un mercado que fagocita las «estéticas analógicas». Pero el reparto es un ente vivo, como el lenguaje, evaginación de la propia música popular cubana y, como tal, se irá modificando con los años…ya lo ha ido haciendo.

Feminismo y reparto: ¿qué pasa con la cosificación?

El componente activo del debate es la «vulgaridad» del lenguaje que utilizan los reparteros para hacer rimar sus líneas, a veces forzado con tal de cumplir una «dosis» recomendada para pegar un tema, como si «echar un palo» —mejor si es agudo y divino— fuera escandaloso y exclusivo del reparto y sus reparteros.

El verdadero flanco débil del género es la cantidad de patrones sexistas que reproduce. Una constante cosificación de la mujer que refleja —no agrava— el problema que nos atañe: una sociedad cis hetero patriarcal que no se debilita con los años, al contrario, se masifica.

El reparto, como todo lo que se mira con perspectiva feminista, no está exento de violencias, está hecho en su mayoría por hombres y como tal, se cimenta en sus códigos. Entonces, dónde dejamos la trova, dónde quedará El guayabero, inmortalizado por su «gracia» para el doble sentido, cómo nombramos a El Tosco y su «bruja», qué hacemos si al cruzar el océano encontramos a Sabina y sus letras totalmente machistas o, saliendo de los apuntes musicales, cómo hacer referencia a Julio Cortázar y la Maga, por citar poquísimos ejemplos.

El debate feminismo-reparto genera culpa y contradicciones, sobre todo cuando recae la culpa de la existencia del reparto «macho» en las mujeres que lo consumen. Para esta cuestión hay solo una opción: resignificar el género, educar a la gente y avivar una ciudadanía que logre reconocerse dentro del reparto —y las muchas músicas—, democratizar todos los ámbitos de la vida de modo que las desigualdades sean diluidas, empezando por el machismo que no solo compone canciones con letras violentas, sino que mata, en el sentido más literal de la palabra.

Y si lo pensamos mejor, el «perreo» bien podría ser usado como un espacio de lucha donde nos conocemos y soltamos nuestro cuerpo sin que importe la mirada depredadora, con la posibilidad, también física, de ser autónomos y negar o consentir, tanto la cercanía en una pista de baile como el acto sexual. Además, siendo justos, el baile que deriva del reparto —que no es perreo propiamente dicho— es incluso menos sexualizado que el del reguetón.

Concierto de reguetón en Cuba. Foto: Javier Arrizurieta.
Tomada de elTOQUE

Nos queda entonces la convicción de que el fenómeno del reparto sobrevive a Chocolate MC y sus letras diseccionadas como muestra barriobajera de nuestra sociedad, tan heterogénea. En los alrededores del trono están los reparteros que, como en toda buena República, tienen su propia escala de valores, su propio «comportamiento político».

Tal vez sin darse cuenta, Chocolate MC declaró la República bajo sus propias legislaciones, aunque al final del disco diga, como quien no quiere las cosas, que los presidentes cambian cada cuatro años y por eso él seguirá siendo El Rey.

Nota del Editor: A partir de la polémica generada por el texto «La visión de la mujer en el reparto cubano» La Joven Cuba publica otros trabajos con visiones diferentes sobre el asunto, con el objetivo de mostrar un panorama diverso de opiniones informadas.

9 COMENTARIOS

  1. El tal chocolate no es más que un delincuente y de músico no tiene ni un pelo,lamentablemente como dejan mucha plata ,los medios y las emisoras lo publicitan,nos invaden con los seudo músicos y la porquería de su música

  2. La misma canción protesta de Bruce Springsteen, Silvio antes de la bipolaridad o el Mismisimo Iroel Rojas, solo cambia contexto background cultural y pureza en la linea de trabajo, amen de las Mecenidades.

  3. Creo que la reproducción de contenido, música o whatever, violento, misógino y machista como si fuera lo mas natural del mundo, si empeora la situación. Tiende a normalizarla, y por tanto, la fomenta.

    • Es complejo el fenómeno!!!
      Con «chocolate» se han unido varias cosas. La generación de «chocolate» nació en la Cuba de los 90,la Cuba de la escasez, del dólar extendido, del boom de la música salsa cubana, donde abundaban muchísimos grupos musicales de todo tipo y donde la denigración de la mujer comparada con la q ahora se exhibe estaba en pañales. El género urbano cubano daba sus primeros pasos,pero lo hacia también el reguetón con «el general»; todo ello unido a su al orígen humilde y delincuencial y la coincidencia de la proliferación y auge de las redes sociales así como la tecnología( que hace mucho más fácil hacer música) han conducido a q semejante sujeto tenga seguidores y detractores por doquier.
      Sería interesante ver en el futuro como serán las nuevas generaciones que escuchaban y seguirán a chocolate, a la generación de la recistencia creativa,a la generación de las colas, sin transporte ni medicinas y huyendo en manada del país, la generación con no ya dos monedas sino con una gran variedad de ellas y una q es la que más vale y no existe(mlc) ,me encantaria ver eso.

  4. Efectivamente Adriana, este es un fenómeno sociocultural complejo que captura de cierto modo la forma en que se produce, reproduce y consume cultura viva en contextos marginados, vigilados y preteridos, dónde, sin embargo, y al igual que en el resto de los espacios humanos, campean por su respeto todas las veleidades humanas, todas las luces y también todas las sombras. Como sugieres en tu artículo, se trata además de ambientes dislocados e inhabilitados históricamente al extremo de convertirse en una suerte de contracultura dentro de la modernidad occidental. Para cultores y público estos son espacios de libertad, de ritual, de resistencia, pero también de licencia y permisividad. No es raro encontrarse a dios y al diablo en estos sitios, a veces al mismo tiempo.

    Sin embargo, por encima de todo se trata de asuntos dinámicos, en movimiento, dónde constantemente se negocian atributos, significados y contenidos. No hay nada escrito en el particular. Y ocurre en muchos generos paralelos.. Por ejemplo, hay mujeres cómo la boricua Ivy Queen que han redefinido (resignificado) el reguetón a su modo y han influenciado a mujeres y hombres cultores del género. Su tema «Quiero bailar» viene al caso. Sus textos, en general, combaten la discriminación, tratan temas sociales, ponen en su sitio a los machistas y aún así ha seguido siendo una representante de lujo del género, incluso respetada por sus colegas machistas. En el hip hop la historia es larga. A mi me vienen a la mente Nicky Minaj y Cardi B; ambas son propietarias absolutas de su sexualidad femenina, la cual celebran sin remilgo de ninguna especie y a todo tren. Pero la cosa es cuando y como ellas digan, ellas son los sujetos de su celebración. Se pueden poner otros ejemplos en disímiles caminos del arte y de la vida, pero creo que el punto está claro. Algo similar podría ocurrir con nuestra variante cubana Es un error pre-juzgar al género y partir de la base que es inamovible. Es el tipo de solución conveniente que emana de los centros de cultura dominante que tratan de imponer su cosmovisión moral sin más justificación que su propio poder y volición. No es racional sino impuesto, pero es precisamente el modo en que estos poderes han procedido, y proceden, en nuestra Cuba, «tierra colonizada y eurocéntrica hasta las entrañas», como bien mencionas..Y esto tiene paralelos en todas las geografías. Se trata de un debate transnacional, dónde se cuestionan y negocian, entre otras cosas, el alcance y atribuciones de occidente para definir lo que es y lo que no es. Y es importante que Cuba no pierda ese tren.

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Adriana Fonte Preciado
Adriana Fonte Preciado
Graduada de Medicina por la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana. Escritora. Colabora con medios de prensa independiente

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