Al parecer entramos en una nueva luna de miel en las relaciones Rusia-Cuba. El mismo enemigo nos acerca y nos une, una vez más. La tendencia comenzó a perfilarse poco antes de la maldita pandemia. El entonces primer ministro, Dimitri Medvede, la segunda figura más importante de Rusia, visitaba Cuba y prometía la próxima ejecución de varios proyectos importantes (prospección petrolera, tren central, otras áreas de la minería, renegociación de la deuda y otros).
Luego vino la pandemia con sus múltiples efectos desastrosos para la economía cubana y todo quedó en suspenso. Superada la covid-19, el conflicto entre Rusia y Ucrania, que venía gestándose desde comienzos del nuevo siglo, desembocó en una guerra ya prolongada por año y medio, y con ello, nuevos aplazamientos en cualquier posibilidad de mejoría en las relaciones bilaterales. Para fines del pasado año —y sobre todo después del viaje de Díaz-Canel a Rusia en noviembre— las relaciones parecían entrar en una nueva, y mucho más positiva, fase. La posición de Cuba ante el conflicto Rusia-Ucrania era un elemento que favorecía semejante giro.

Tomada de Forbes Mexico
¿A qué nivel se encuentran estas relaciones en la actualidad? Veamos primero los elementos positivos. El comercio bilateral se triplicó en el 2022, alcanzando los $730 millones de dólares (60 mil millones de rublos). En los primeros cuatro meses de 2023 el comercio se multiplicó por cuatro, en comparación con el pasado año (datos aportados por el actual primer ministro ruso, Mikhail Mishustin).
En el plano financiero, se anunció que los bancos cubanos comenzarán a aceptar el uso de la tarjeta de crédito MIR, el equivalente de la Mastercard o Visa, y que próximamente se regularizará el uso del rublo como forma de pago bilateral.
Además, Rusia asumiría de lleno la modernización de Antillana de Acero, restableciendo la producción de acero en gran escala. Algo similar se prometía con la recuperación y modernización del central Uruguay y con la termoeléctrica de Cienfuegos, sumado a las promesas de abundantes suministros de repuestos para la rehabilitación del Sistema Electroenergético Nacional (SEN) de la Isla. Se aseguraba asimismo un suministro de 30 mil barriles diarios de petróleo, un alivio de alguna importancia para la crisis energética por la que atraviesa el país, luego de la sensible reducción de los suministros petroleros provenientes de Venezuela.

Dmitry Chernyshenko Viceprimer ministro de Turismo, Deporte, Cultura y Comunicaciones de Rusia inaugurando una acería de Antillana de Acero / Foto: ACN
Al mismo tiempo, se ha anunciado la reanudación de los vuelos de Aeroflot y la regularización de los vuelos charter de sus compañías subsidiarias Rosiya y Norwind. La Habana, Varadero y Cayo Coco serán sus destinos por ahora con vuelos tres veces por semana. Esto significa una normalización de los flujos turísticos desde Rusia —interrumpidos durante la pandemia y bloqueadas sus rutas regulares hacia Cuba por la Unión Europea, con motivo de la guerra con Ucrania. Esto asegurará la normalización del flujo de turismo ruso a Cuba —estimado en sus mejores tiempos representó un 20%—. La vocera de Rosiya declaró por estos días que «La demanda de boletos (a Cuba) es enorme».
No obstante, y estos son los aspectos más negativos, Mishustin no ha mencionado ni de pasada el estado de ejecución o materialización de los grandes proyectos prometidos, así como tampoco el replanteo de los términos de la abultada deuda por parte de Cuba, cosa que tampoco se precisó durante la visita de Díaz-Canel a Moscú en noviembre de 2022.
Muchos lectores podrán suponer que así de normales y fructíferas fueron siempre las relaciones de Cuba con la desaparecida Unión Soviética —de la cual sería un simple satélite según algunos en Washington y Miami—, y desde 1991 con Rusia. Se equivocan. Un breve repaso de las relaciones bilaterales muestran una trayectoria bien compleja y harto conflictiva. Pasemos revista a algunos de sus episodios más sobresalientes.
Rusia-Cuba: una alianza estratégica repleta de diferencias y choques
Uno
El embajador soviético en La Habana (mayo de 1960 – marzo de 1962), Kudriatsev, era portador de bien definidas instrucciones: Fidel Castro, así como el Che, no eran del todo confiables, una suerte de electrones sueltos, cargados de prejuicios anticomunistas (entiéndase hostiles a los PPCC de América Latina y la política soviética hacia esta región), aliados inseguros, aventureros. La opción más segura y confiable era el binomio Raúl Castro-Aníbal Escalante, por ser los más indicados para asegurar la primacía y control absoluto por parte de los miembros del Partido Socialista Popular (PSP) de las principales posiciones del gobierno, la Seguridad del Estado y las FAR —empezando por todo su aparato político.

Aníbal Escalante (izq.) en la redacción del diario Hoy, órgano del Partido Socialista Popular
Así se gesta un proceso que busca neutralizar, aislar y reducir al máximo el poder de Fidel Castro, en una suerte de maniobra golpista. Este último se percata claramente de lo que está ocurriendo y adopta contramedidas urgentes: a. Advierte y neutraliza a Raúl; b. Destituye y expulsa de Cuba para Moscú a Aníbal Escalante; c. En menos de 24 horas, expulsa al Embajador soviético Kudriatsev bajo fuerte escolta militar; lo monta en un avión para Moscú; d. «Limpia» mediante numerosas destituciones de muchas de las figuras claves del PSP, la enorme influencia adquirida por estos entre 1960 y 1962; e. Advierte a Moscú acerca de lo inaceptable e improcedente de semejante proceder por intermedio del que será el nuevo embajador, Alexander Alexeev, el iniciador de los contactos cubano-soviéticos en septiembre de 1959.
Dos
El choque frontal y bastante público de Fidel Castro con la dirigencia soviética con motivo de todo el manejo (y grosera manipulación por parte de Moscú) de la llamada Crisis de Octubre o Crisis de los Cohetes, en octubre de 1962. Fidel Castro se siente traicionado, manipulado, marginado por parte de la dirigencia soviética, por los arreglos con EEUU a sus espaldas.
El mando de las tropas soviéticas en Cuba se coloca al lado de Fidel Castro, y Moscú se ve forzado a enviar urgente una delegación encabezada por Anastas Mikoyan, viceprimer ministro de la URSS, para «apaciguar» y reiterar garantías a Fidel Castro. Este ignora su presencia y apenas le presta atención.
Con Mikoyan viene un grupo de generales que destituye y sustituye al mando soviético en la Isla. En 1963, viaja Fidel Castro a la Unión Soviética como parte de una frágil y efímera reconciliación con el dirigente Kruschev, o Jrushov, en su versión castellanizada.

Fidel Castro junto a Nikita Jrushov
El golpe de Estado que destituye a Kruschev en el verano de 1964 (con Brezhnev a la cabeza) abre un período de cuatro años de intensos choques políticos entre Moscú y La Habana, que provoca una sensible reducción de la colaboración económica y militar entre ambos países. Se producen los primeros «apagones» en Cuba y nuestros aviones de combate no estarían en condiciones de despegar por falta de repuestos y combustible.
Tres
Los años 1964 – 1968 representan una etapa particularmente crítica en las relaciones soviético-cubanas. Cuba respalda y promueve todas las opciones de lucha armada en América Latina. Por eso, choca con todos los PPCC del continente y, por extensión, con la Unión Soviética, que los dirige y alimenta. Solo el Partido Comunista de Venezuela (PCV) por algún tiempo promueve la lucha armada y apoya a Cuba, pero para 1966 traiciona esta posición. Fidel Castro los crucifica pública y privadamente, destacando y apoyando a Douglas Bravo y Luben Petkoff, dirigentes comunistas venezolanos que mantendrían la línea de la lucha armada por un par de años más, línea que abandonarían hacia 1968.
La fundación por Cuba de la Organización de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAAL, más conocida como Tricontinental) a fin de articular una lucha más eficaz de los pueblos frente al imperialismo norteamericano y los restos del colonialismo, teniendo como eje la solidaridad con Viet Nam, así como las nuevas formas de dominación neocolonial, encontró una hostilidad y torpedeo sistemáticos de parte de la Unión Soviética y China —país que hasta 1964 había apoyado activamente las posiciones de Cuba, y el único país socialista en suministrarle armamento gratuitamente—. Las autoridades chinas se habían distanciado y atacado a Cuba desde que nuestro país intentara una mediación entre Beijing y Moscú, enfrentados estos violentamente desde los albores de la década de 1960.
Las acciones soviéticas y chinas contra la Tricontinental, terminarían asfixiando este proyecto revolucionario, lesionando severamente las proyecciones de política exterior de Cuba, que por entonces plasmaba su estrategia frente a EEUU, la Unión Soviética y China con la famosa frase del Che: «Crear dos, tres, muchos Viet Nam…»
A la altura de 1965, en el marco del Seminario Económico Afro-Asiático celebrado en Argel, el Che pasaba a criticar en su ponencia las muchas inconsistencias, debilidades y errores de la políticas de la Unión Soviética y sus aliados europeos, incluyendo la práctica de cobrar por la asistencia militar y el suministro de armamentos a países del Tercer Mundo, lo que fuera muy celebrado por los movimientos de liberación nacional y países que emergían del yugo colonial.

Tomada de La Tizza
Aquí encontramos un episodio notablemente negativo: Raúl Castro, de visita por varios países de la Europa llamada socialista, en reuniones con grupos de estudiantes cubanos en esos países, desmentía, desautorizaba y atacaba la ponencia del Che presentada en Argel, no obstante ser absolutamente ciertas todas y cada una de las afirmaciones del Che. A esto seguirían las fallidas operaciones del Che en el Congo Leopoldville y en Bolivia, las que siempre contaron con el apoyo de Fidel, como parte importante de la estrategia de entonces.
Los choques con los soviéticos, engendraron dentro de Cuba un proceso de críticas y hostilidad entre sectores de los viejos del PSP contra las políticas de Fidel, nuevamente encabezado por Aníbal Escalante y sus partidarios. Este y su grupo se complotaban nuevamente con la embajada soviética y otras embajadas socialistas, las que los respaldaban y alentaban en su hostilidad a Fidel. La dirigencia cubana consideró intolerable semejante posición, los denunció públicamente en un proceso conocido como «la microfracción». Las relaciones de Cuba con los soviéticos y sus aliados alcanzaba su nivel más crítico.
Pero para fines de agosto de 1968, tendría lugar un cambio radical. Se producía la invasión soviética a Checoslovaquia, so pretexto de suprimir la llamada «Primavera de Praga», en la que la dirigencia checa promovía reformas y pronunciamientos contrarios al modelo y políticas soviéticos. ¿Qué debía hacer Cuba? La inclinación inicial era la de condenar semejante invasión, pero en aras de evitar una crisis mayor en las relaciones con la Unión Soviética —que ya lesionaba severamente la dependencia estratégica de Cuba de los soviéticos— se decidió apoyar la invasión, pero acompañada de una andanada de severas críticas que haría Fidel, tanto a la política soviética como a los dirigentes checos. A partir de aquí sobrevendría un relativo proceso de normalización en las relaciones de Cuba con Moscú y sus aliados europeos.

Primavera de Praga / Tomada de The New York Times
Cuatro
Al amparo de esta normalización de relaciones, se mejoraron las relaciones de colaboración militar, acometiéndose un importante proyecto que incluía la construcción de una base soviética de submarinos en Cienfuegos. Esto tenía lugar entre 1969 y 1970, pero una vez más se producía una violenta amenaza de parte de EEUU, que exigió la cancelación de semejante proyecto, frente a lo cual —una vez más, recordando los días de Octubre de 1962— Moscú decidía replegarse y cancelar la ejecución de la base de submarinos en Cienfuegos, lo que provocó hostilidad y crítica de parte de Fidel, por advertir en esta decisión de los soviéticos, un acto de cobardía política.
Cinco
Un importante ángulo —muy ignorado siempre— de las relaciones soviético-cubanas, es la posición de Fidel hacia los partidos y modelos de la socialdemocracia en diferentes partes del mundo, en abierto contraste con la posición hostil, sectárea y dogmática de Moscú. Fidel se negaba a atacar o condenar los proyectos de algunos PPCC europeos que Moscú atacaba sistemáticamente, como era el caso del PC Italiano y en particular del PC Español, y su nueva plataforma lanzada por su secretario general, Santiago Carrillo, conocida como «Eurocomunismo». Al mismo tiempo, Fidel establecía las mejores relaciones con los socialistas españoles y con Felipe González personalmente, a quien incluso ayudaría económicamente en su campaña política —y accediendo a su pedido de dar asilo a figuras de la ETA—.

Fidel Castro junto a Felipe Gonzalez / Tomada de El Pais
No menos importante eran sus relaciones con figuras como los socialistas de Suecia, con Olof Palme a la cabeza. En no menor medida fueron importante sus relaciones y contactos con políticos que nada tenían que ver con la ideología comunista, como varios presidentes de México, un Janio Quadros de Brasil y otros. Fidel no encajaba ni formaba parte de la línea soviética contra las diversas tendencias de la socialdemocrcia europea y latinoamericana.
Seis
Victoria de Allende y la Unidad Popular (Chile), 1970-1973. Honesto y convencido socialdemócrata, el socialista chileno fue amigo sincero y aliado seguro de la Revolución Cubana y de Fidel desde sus comienzos y junto a él, su hija Beatriz, la Tati.

Fidel Castro junto a Salvador Allende / Tomada de Telesur
A la victoria electoral de Allende y la UP, Cuba y Fidel extendieron todo su respaldo político —contrastando con su línea pro-lucha armada y su apoyo simultáneo al MIR— ayudando también financieramente a la campaña electoral de Allende, y dando muestra así de su flexibilidad política. La Unión Soviética asumía una posición completamente diferente, indiferente y hostil, prejuiciada como siempre. Cuando se hizo evidente —tras el secuestro y asesinato del general Schneider por la ultraderecha chilena— la inevitabilidad del enfrentamiento armado, Moscú no movió un dedo para apoyar los mecanismos de seguridad y defensa de la UP, patrón de conducta totalmente opuesta a la posición y acciones de Fidel. Cuando Allende decidió viajar a la Unión Soviética en búsqueda de ayuda financiera para poder enfrentar la asfixia económica a la que lo sometía EEUU por entonces, Fidel le dijo bien claro: «No esperes ése tipo de ayuda de los soviéticos; no pierdas tu tiempo». Y así fue.
Siete
Para la segunda mitad de los años 70 una nueva etapa de signo particularmente negativa; las relaciones soviético-cubanas entrarían en una nueva ronda de choques. El apoyo de Cuba al MPLA y la «Operación Carlota» (apoyo militar cubano al MPLA frente a la agresión del FNLA, con respaldo de Kinshasa/Mobutu/CIA y mercenarios y de la UNITA respaldada por Suráfrica) se ejecutaba sin consultar a los soviéticos en momentos en que Moscú negociaba importantes acuerdos con EEUU, en la Conferencia de Helsinki sobre Cooperación y Seguridad, cuya acta final fue suscrita por 35 naciones.

Operación Carlota / Tomada de Escambray
Moscú consideró que semejante acción cubana enturbiaba las buenas relaciones que buscaban con Washington, al calor de los acuerdos de aquella conferencia. Poco después de alcanzada la independencia, los soviéticos empezaron a promover a sus candidatos «pro-soviéticos» dentro de la dirigencia del MPLA. Su cabeza más visible fue Nito Alves, ministro del Interior, el que finalmente acomete un golpe de Estado el 27 de mayo de 1977, y que fracasa estrepitosamente gracias a la intervención directa de las fuerzas cubanas estacionadas en la capital y que de inmediato se alinearon en apoyo al gobierno de Agostinho Neto.
Para fines de esa década, Fidel decidía ponerle fin a la asesoría militar soviética, sustituyéndola por asesores vietnamitas en lo que por entonces Fidel definiría como estrategia de «guerra de todo el pueblo», y la formación de las Milicias de Tropas Territoriales (MTT).
Vinieron años de enfriamiento de las relaciones, que desembocaron en la ruptura de la comisión militar tripartita (soviético-cubana-angolana) en la primera mitad de los años 80, y tras lo cual Moscú asumió toda la asesoría militar en Angola. Frente a la gran ofensiva de la UNITA y Suráfrica en 1986, y los reveses del MPLA asesorados por los soviéticos, la dirigencia angolana decidió acudir a la ayuda directa de los cubanos. Fidel fue categórico en su respuesta: Ayudaremos, pero tienen que retirar toda la asesoría soviética, asumiéndola los cubanos en todos los niveles y el despliegue de las fuerzas cubanas en la defensa, primero, y ofensiva después frente a la agresión surafricana y sus aliados de la UNITA. Los angolanos expresaron su conformidad y así se produce el esquema defensivo que habrá de culminar en la ofensiva victoriosa de Cuito Cuanavale (1987-1988), que conduciría a las negociaciones Angola-Cuba, Suráfrica, EEUU.
El distanciamiento con los soviéticos a fines de los 70 alcanzaba sus niveles más agudos, los que se agravaban todavía más con la oposición soviética a la ayuda cubana para la revolución en Etiopía, posición que fue rechazada por Cuba. A esto siguió el episodio de Yemen del Sur —desde donde se había organizado el apoyo a la revolución en Etiopía—, donde el ejército asesorado por los soviéticos intentaba un golpe de Estado, y las milicias, asesoradas por los cubanos, frustraban semejante intentona (junio de 1978).
Ocho
No Alineados 1979 (Cumbre de La Habana) vs. Afganistán. Un episodio importante de la política exterior cubana a fines de los 70 fue la celebración de la Cumbre de los No Alineados (Septiembre de 1979, con la asistencia de 93 países) en La Habana, con la que el gobierno cubano se aseguró la presidencia de este importante movimiento. La Habana garantizaba así la posibilidad de desplegar diversas iniciativas en materia de relaciones internacionales que, indudablemente, reportarían no pocos beneficios para su política exterior. Lamentablemente, Moscú vendría a liquidar por completo tales posibilidades al lanzar su invasión a Afganistán (24/12/1979) —país miembro del NOAL— en apoyo a una de las fracciones de izquierda que se disputaban el poder en ese país.

Tomada de Cubadebate
La indignación de Fidel Castro por semejante acción fue tremenda; sus críticas al gobierno soviético fueron en extremo severas, aunque —como en la experiencia de Checoslovaquia— La Habana votaría en apoyo de semejante acción soviética. Fidel enviaba a Moscú a Carlos Rafael Rodríguez con instrucciones precisas de condenar y explicar los enormes perjuicios por semejante acción. Con el tiempo, Afganistán se convertiría en el Viet Nam —como lo fue para EEUU— de los soviéticos, forzados a una retirada humillante en febrero de 1989. Fidel se los había advertido.
Nueve
Choques bilaterales en su etapa final. Primero, con los giros cruciales que se inician en la Unión Soviética en la segunda mitad de los años 80, debido al ascenso de Gorbachov a la dirigencia del país y sus proclamadas políticas de restructuración (perestroika) y transparencia (glasnost), la ya bien visible crisis del sistema se hizo más aguda.
En Cuba, en una fase inicial, se manifestó una fuerte tendencia de simpatía en círculos dirigentes de la clase política, del mundo académico y la intelectualidad. Muy pronto, Fidel se encargaría de disipar cualquier ilusión de ecos pro-perestorikos en la Isla. Echaba por tierra cualquier ilusión al respecto; prohibía la circulación de publicaciones soviéticas y se arremetía oficialmente contra cualquier corriente de simpatía «pro-perestroika».
Ser calificado de pro-perestroika era casi un delito… A su juicio, la alternativa planteada por Gorbachov no hacía sino acelerar la crisis y eventual disolución de la Unión Soviética. Así se lo planteó a Gorbachov cuando este visitó La Habana, en abril de 1989, con lo que el margen de diferencias se amplió todavía más. No pasaría mucho tiempo antes de que el diagnóstico de Fidel se cumpliera al pie de la letra, y de aquí nace una conclusión suya que todavía pesa, de manera retardataria, en los círculos dirigentes cubanos. Advertía Fidel: «Si aflojamos, lo perdemos todo».

Tomada de Línea Política
A renglón seguido, tras el derrumbe de la Unión Soviética, aparece como figura clave de la Rusia post-perestroika, Boris Yeltsin (1991-1999). Como parte de sus esfuerzos por congraciarse con Occidente y EEUU, bajo su mandato reduce el comercio con Cuba de un 85% a apenas un 20%, pone fin a los restantes proyectos de colaboración y, en particular, cancela la continuación del importante proyecto de una planta nuclear en Juraguá, en las proximidades de Cienfuegos, que debía significar un ahorro del 15% que por entonces consumía el país (acordado en 1976, iniciada su construcción en los 80 y abandonada definitivamente en 1992).
Finalmente, entra en escena Vladimir Putin (2000-2008 y regresa en un segundo mandato en el 2012 hasta ahora) con el apoyo de Yeltsin. Ensaya —como Yeltsin— una etapa inicial de acercamiento a Occidente y EEUU, etapa en la que visita Cuba (diciembre del 2000) sin resultados significativos. El año siguiente decide, de manera unilateral e inconsulta con los cubanos, retirar la base radio-técnica de Lourdes y la evacuación de todo el personal ruso, lo que le valió un rosario de críticas de parte de Fidel, sin trascender las mismas al plano público. Previsoramente, ya para entonces Fidel había construido su propia base radio-técnica equiparable a la de los rusos.
Diez
Luego de una década de muy lenta normalización de las relaciones entre ambos países, la política de Rusia hacia Occidente, la OTAN y EEUU entraban en una fase bien conflictiva (expansión de la OTAN hacia las fronteras rusas y el proyecto, inadmisible para los rusos, de incorporar a Ucrania a dicho bloque militar). En este contexto y haciéndose visible —como nunca antes— una mejoría de las relaciones entre Cuba y EEUU, durante el segundo mandato del presidente Obama, y al amparo de la cual, luego de arduas negociaciones con el Club de París, Cuba logra una monumental reducción de su deuda externa.
A esto contribuyó Rusia de manera decisiva al perdonar a Cuba 32 mil millones de su deuda en el 2013. Era, sin dudas, el gesto más positivo y constructivo de parte de la administración Putin hacia Cuba. ¿Se repetirá nuevamente? Esta posibilidad sigue pendiente en la agenda bilateral, al igual que otros proyectos de gran importancia para la economía de Cuba, como la renovación del sistema energético cubano, el tren central, la prospección petrolera off-shore (en aguas profundas), y, eventualmente, en algunos proyectos de minería. Entretanto, las relaciones de cooperación militar y de seguridad se han restablecido.

Tomada de Telemadrid
En el caso de la gravitación del conflicto Rusia-Ucrania, cabe apuntar que Cuba, en la votación de condena que tuvo lugar en la ONU, se alineó con el importante bloque de países que se abstuvieron de secundar dicha condena. Luego vino la visita de Díaz-Canel a Rusia en noviembre del 2022, absteniéndose de cualquier pronunciamiento explícito de apoyo a la invasión rusa de Ucrania, pero sin que ello haya empañado o perjudicado la visible mejoría de las relaciones entre ambos países.
Con posterioridad, han tenido lugar no pocas visitas de figuras rusas de alto nivel a La Habana, entre ellas Nikolai Patrushev, secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Igor Sechin, director general de Rosneft, Serguei Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores y de Dimitri Chernyshakov, vice-primer ministro.
Indudablemente se advierte una notable mejoría de las relaciones bilaterales, lo que sugiere claramente que se avanza hacia una nueva luna de miel en momentos particularmente difíciles para ambos países.
6 comentarios
La relación con Rusia es importante para poder convertir a Cuba en un país de oligarcas (oligarquitas porque solo hay los hoteles que se están construyendo para ellos mismos) que es el sueño de los herederos de aquella generación que convirtió a Cuba en la dictadura más vieja de Occidente.
Sería por los decenios 60-90 Rusia o la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas URSS, bloque socialista con los partidos comunistas de cada país al frente de manera única en todos aquellos países del bloque.
Es hoy la Rusia Zarista Putiniana un “país amigo” del pueblo cubano, o una oportunidad de que las oligarquías resultantes, por decantación o lazos familiares al poder, exploten más eficientemente para sus propios intereses de clase dominante de ambos países, que caminan por el capitalismo de Estado a diferentes niveles por ser Rusia un basto y rico pais y Cuba una pequeña isla en el Caribe jodida pero muy codiciada por las potencias actuales, EU y la China imperial emergente.
De su escrito algo si queda claro, si cuando las cosas estaban supuestamente bien porque compartíamos los mismos intereses y éramos amiguitos y una mente brillante se encargaba de mantenerlos a raya, no escatimaron de intentar meternos el dedo en el c……., ahora que se ha de entrar de espalda al capitalismo oligárquico ruso actual, con tal que aporte al precario estado de equilibrio mágico, y sirva de soporte a la lenta agonía de “la continuidad” sin futuro. No ha de extrañarnos que nos vendan al mejor postor porque estamos en medio de burdos negociantes de almas incluso, no hemos de creer “eso del mismo enemigo los unen” con que usted encabeza el escrito, acá hoy priman intereses y oportunidades porque son capitalistas y bastante primitivos por cierto.
Gracias, muy buena información.
PIB menor que el de Italia y enredado en una guerra que no puede terminar: Ese pollo no tiene pechuga.
Genial artículo. Conocía poco de los episodios de desamor entre la URSS y la Rusia imperialista de Putin.
En esta nueva luna de miel, ya sabemos por donde le van a dar a Cuba los voraces capitalistas rusos.
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