Ella es Barbie: solo otra feminista blanca

por Ella Fernández

La Barbie de Greta —sí, la de Mattel— tiene una casa de ensueño, un auto descapotable, camina en puntitas de pie y viste de colores pasteles. Barbie piensa en la muerte y cita a Proust. Puede ser todo lo que ella quiera ser: doctora, premio Nobel, presidenta, legisladora. Pero al final del día, Barbie, la Barbie estándar, es, sobre todas las cosas, otra feminista liberal blanca. 

Spoiler alert a continuación. 

Barbie, la comedia escrita y dirigida por Greta Gerwig, se estrenó durante el pasado mes de julio en diferentes países, tras una extensa campaña publicitaria que ha durado más de un año. La cinta —primera película a imagen real de la conocida muñeca de Mattel— está protagonizada por Margot Robbie, quien asume el papel de Barbie, y Ryan Gosling, encargado de dar vida a Ken. Además, presenta un cast «diverso» que incluye mujeres trans, de talla grande y de diferentes etnias. 

La trama comienza en Barbieland, una presunta sociedad matriarcal donde todas las Barbies son autosuficientes y exitosas, sujetos sin genitales que ponen por encima la independencia femenina y la sororidad sobre cualquier relación sentimental, mientras que los Kens son seres adyacentes, sin ocupación y propósito, y cuya identidad depende enteramente de las Barbies. Sin embargo, esta utopía es irrumpida por una serie de cuestiones, entre ellas la presencia de celulitis, que la lleva a emprender, en compañía de Ken, un viaje al «mundo real» —en este caso, la ciudad de California—, donde se presentan nuevos personajes: los empresarios de Mattel; Gloria, la secretaria de la compañía de juguetes y su hija, Sasha. 

En «el mundo real», Ken aprende sobre las lógicas del patriarcado y decide reproducir este sistema en Barbieland. La meta de Barbie entonces consiste en derrocar a los patriarcas y restaurar el antiguo orden. 

Tal como se pronosticó, el filme ha sido un éxito de taquilla recaudando, hasta el momento, un aproximado de 810 millones de dólares en el mundo y haciéndolo merecedor de varios títulos, entre ellos, el de «mayor estreno de 2023», «mayor estreno de una directora» y «mayor estreno de una película basada en juguetes». La película también ha sido considerada por varios medios y especialistas de la crítica, un hito dentro de la narrativa feminista cinematográfica. Una comedia sobre lo que significa ser «una mujer de verdad». 

Pero, ¿qué significa ser «una mujer de verdad»?

Tomada de Glamour UK

Barbie y el feminismo blanco. El concepto de la «mujer empoderada» 

Al principio de la cinta, la narradora —en voz de la actriz británica Helen Mirren— nos cuenta que antes las niñas solo jugaban con bebés, hasta que llegó Barbie. Barbie empezó como una muchacha linda en un traje de baño, pero ahora tiene su propio dinero, su propia casa, su propio auto, su propia carrera. «Barbie puede ser cualquier cosa», porque las mujeres pueden ser lo que quieran. 

«Gracias a Barbie, todos los problemas del feminismo han sido resueltos», dice irónicamente. 

Barbie es la representación viva —mejor dicho, plástica— de lo que significa ser una mujer empoderada, liberada. 

Personalmente, tengo un pequeño problema con la palabra «empoderada». Me explico. 

Primero, es necesario reconocer que no todas las mujeres partimos del mismo terreno en esta carrera por la revalorización o la emancipación. No todas tenemos las mismas oportunidades, ni los mismos privilegios. Es ingenuo, y hasta problemático, obviar factores como la diferencia de clase, cultura, etnia, la transfobia… etc. En sociedades patriarcales y capitalistas no es tan fácil para comunidades marginalizadas por el propio sistema conquistar ese posible —o imposible— sueño del «poder». Por eso se me eriza la piel cuando escucho los gritos de «mujer, empodérate». Un cántico perpetrado en su mayoría, para no decir exclusivamente, por el feminismo liberal blanco; un feminismo de clase media y heteronormativo: tan frágil y tan colonial.

Tomada de Telediario

El feminismo liberal, debido a su propia construcción histórica, asume posiciones individualistas y por tanto, le es difícil entender cómo las estructuras sociales subyacentes generan desventajas y desigualdades para las mujeres. Pero este es el feminismo mainstream, el que más se consume —por decirlo de alguna manera—, y seamos sinceros, la película de Barbie es un subproducto de él. 

El filme presenta un discurso feminismo que, sin que nadie se lo pidiera, habla por todas las mujeres del mundo. Un feminismo homogéneo en cuyo centro se ubica un solo y único sujeto: una mujer. Una mujer sin clase, raza, ubicación, geografía e intereses políticos. La película nos intenta vender la idea de que todas las mujeres compartimos los mismos niveles de opresión y al final, llegado el momento, todas seremos capaces de liberarnos de los Kens. La cinta invisibiliza el contexto y las problemáticas con las que lidian las negras, las mujeres procedentes de comunidades originarias, las migrantes, las tercermundistas, las precarizadas, las gays, las trans. La cinta gira alrededor de la Barbies-estándar, es decir, la mujer blanca acomodada y sus metas: el empoderamiento a través de la profesionalización en el capitalismo; la ruptura del mítico techo de cristal, cuyos vidrios «alguien racializada/o empobrecida/o seguro le tocará limpiar», cómo diría la escritora trans Mikaelah Drullard

Barbie

Tomada de Fotogramas

La película incluso bromea con la sarcástica descripción del white savoir complex, pero no por ello deja de reproducirlo. Y no, no la salva que la presidenta de Barbieland sea una mujer negra. La diversidad de representación se limita, única y exclusivamente, a tener un casting diverso. lo cual no sirve de nada si el guión no cuestiona, o por lo menos explora, los sistemas de opresión como la gordofobia, el racismo o la transfobia. Negar  su existencia es un acto violento porque no existe liberación posible sin la erradicación de estas problemáticas. 

El discurso salvador que da Gloria —una mujer de origen latino, por cierto— es un corte y pega de la narrativa individualista del feminismo blanco. 

«Es imposible ser mujer», dice. «Siempre tenemos que ser extraordinarias, pero de alguna forma siempre lo estamos haciendo mal. Tienes que ser delgada, pero no tan delgada. Nunca puedes decir que quieres ser delgada, tienes que decir que quieres ser saludable. Tienes que tener dinero, pero no puedes pedir dinero. Tienes que ser la jefa, pero no puedes ser agresiva». 

Lo que podía haber sido un momento clave en la película para hablar sobre  la lucha por los derechos reproductivos, los movimientos obreros, las diferentes formas de violencia machista, lo que podría haber sido un contundente mensaje político, termina siendo una retórica casi superficial de la temática, cuyo objetivo final es recuperar las mansiones robadas por los Kens. 

Gloria en Barbie

Personaje de Gloria en Barbie / Tomada de Geek Ireland

Barbieland y el matriarcado

Barbie vive en un mundo «perfecto» y muy rosa, que ignora y objetifica a los Kens, en lo que se supone es un matriarcado, una sociedad ginocéntrica, la presunta luz al final del túnel. Sin embargo, pregunto: ¿es esta la meta final de los feminismos? 

Dejemos a un lado el exceso de rosa. Primero hay que partir de la base de que los feminismos no hablan de superioridad, sino que en su accionar combaten las desiguldadaes sociales, económicas y morales que sufren las mujeres —tanto cis como trans— por su condición de ser exactamente eso, mujeres. La lucha antipatriarcal debe incluir en su agenda de trabajo las masculinidades, porque los hombres también son producto de ese sistema patriarcal. De lo contrario, no tendríamos forma de romper el ciclo. Pero la cinta, por el contrario, nos reduce las lógicas feministas a una lectura binaria de hombres vs. mujeres, la lucha entre Barbies y Kens por ocupar el poder. Una lectura bastante clasista del fenómeno en sí. 

Ken Barbie

Tomada de The Times

Pero en este mundo que nos presenta Gerwig y Mattel —no nos olvidemos de esta parte—, Barbie es feminista, porque tiene casa y carro, porque representa todas las profesiones con cierto grado de reconocimiento dentro del sistema social y porque es capaz de acumular bienes. Es una mujer liberada porque no solamente es dueña de todas estas cosas, sino porque es útil dentro del sistema productivo del capitalismo.  

Como he ido apuntando en este análisis, a mi entender, el capitalismo y la mercantilidad juegan un papel subliminal, casi omnipresente, en la cinta. Pero no como raíz del sistema patriarcal, sino como acompañante. No se hace mención a la relación de valores, cuando el mero hecho de adquirir y jugar con una Barbie no es un recuerdo presente en la mayoría de las infancias en el mundo. Es un privilegio. La película, además, recurre al mito de que cualquier persona puede alcanzar el éxito si se esfuerza lo suficiente, ocultando la desigualdad estructural que caracteriza a este sistema y deslegitmando la lucha de clases. 

Barbie

Tomada de BBC

Pero, sobre todo, los empresarios de Mattel, quienes no son presentadoscomo los villanos del filme —aunque así parecen ser—, son torpes, incapaces de cumplir con sus objetivos, machistas estereotipados pero casi inofensivos. Todo esto en una película que lleva en producción el sello de Mattel. El único personaje que se atreve a cuestionar las lógicas preestablecidas es Sasha, la hija de Gloria, descrita como una adolescente oscura, antisocial y cruel. 

Una comedia, para un público 

Al final del día, se puede decir que la película de Barbie cumple su objetivo: nos regala un feminismo cómodo para las audiencias, fácil de digerir. Un feminismo mainstream que, por lo menos, nos hace reir y no nos hace cuestionar toda nuestra vida al salir de la sala de cine. Y, para ser sincera, no esperaba otra cosa de ella. 

Nunca pensé que Barbie fuera a ser «el alegato feminista» de nuestra época o «el segundo sexo» en la era de TikTok. Porque… cuál es la moraleja de un filme si al final la protagonista deja de ser una muñeca para convertirse en una mujer cis y blanca. Lo que sí es importante recordar —y esto tenemos que llevárnoslo tatuado en piel— es que existe una pluralidad de feminismos que no se ven reflejados en la Barbie estándar.

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8 comentarios

Alberto Ramirez 8 agosto 2023 - 10:24 AM

Dice la autora que “En sociedades patriarcales y capitalistas no es tan fácil para comunidades marginalizadas por el propio sistema conquistar ese posible —o imposible— sueño del «poder»”. Y yo le pregunto: es posible para esas comunidades alcanzar ese poder en sociedades patriarcales de socialismo totalitario? Y qué tiene de malo el individualismo y que Barbie tenga su propia casa y su propio carro? No se ha enterado de que el igualitarismo ha fracasado en todas partes y que hasta los dirigentes cubanos están arremetiendo contra él?

Andrés 10 agosto 2023 - 12:42 PM

Alberto, yo no veo a la autora defendiendo el totalitarismo y el igualitarismo por ningún lado. Su discusión es dentro del contexto de la sociedad capitalista desarrollada en su estado actual, en el que ciertamente aún cuesta mucho a miembros de comunidades marginalizadas establecer su perspectiva (a pesar de los avances en términos de representación formal). Y, ciertamente, en este asunto no hay mucha diferencia con lo que ocurre en sociedades con gobiernos totalitarios, socialistas o no. El asunto es que a las últimas nadie las ve, y muy a lugar, como punto de referencia. Sin embargo, las sociedades capitalistas altamente desarrolladas se han representado como la personificación de la democracia y han sido vistas, al menos hasta hace poco, como referencia civilizatoria. Yo creo que en esto último hay algo de verdad, pero queda muy lejos del paradigma que dicen representar, y es importante someterlo a esctutinio precisamente por la influencia que tiene en todo el mundo, incluyendo Cuba.

Los hechos acontecidos en los últimos tiempos en estos lugares deberían ponernos a pensar. Cómo es posible que en lugares, como los Estados Unidos por ejemplo, dónde se viene hablando de feminismo desde hace más de cinco décadas exista ahora más resistencia política (hablando de las críticas a las políticas de la identidad y a la “woke” culture) a estos asuntos que antes? Algo ha salido muy mal ahí. Y, en mi opinión, creo que tiene que ver mucho con la orientación occidentalista que ha prevalecido en la defensa de estos temas. Ciertamente, en el tema del feminismo, ha sido el sector privilegiado, mayoritariamente blanco, con sus demandas particulares y a veces supremacistas en términos de clase, de raza y de género, el que se ha arrogado el derecho de hablar por todos los demás sectores de mujeres. Se ha creado la falsa impresión de que estas posturas representan a toda la crítica feminista. Esto ha generado un rechazo grande en parte importante del pueblo norteamericano, y con razón diría yo. Pero lo triste es que están lanzando el agua sucia con bebé y todo, pues se han comenzado a cuestionar derechos que otrora se consideraban, justificadamente, no controversiales. Y allá va el resto del mundo industrializado, y no industrializado, a imitar. El auge de formaciones políticas de corte extremista, y de corte antidemocrático en paises de la Europa occidental ya no se puede ignorar, y es un reflejo de lo que también ocurre en los Estados Unidos. Cualquiera que sea nuestra idea política, no creo que ignorar estas tendencias antidemocráticas nos convenga. De ahí que creo que es importante que se articule una crítica a las patologías sociales propias del contexto capitalista actual, particularmente en el mundo desarrollado.

Po último, creo que bien podría ser un tema legítimo de debate el hecho de como el patriarcado se manifiesta en sociedades totalitarias. Pero esto no tiene que ser necesariamente una demolición de la idea socialista. No existe necesariamente una relación. Creo que en general la distinción estricta capitalismo/socialismo se ha convertido en un problema, pues no hay un sólo capitalismo ni hay un sólo socialismo… Tampoco hay un único feminismo, idea que en sí misma es también una forma peligrosa de totalitarismo, pues confluye con otros totalitarismos, como el del culto desmedido al dinero por ejemplo. En mi opinión, no hay nada malo en tener casa y carro propios, o en querer tenerlos, pero tampoco es malo pedir que eso no sea lo único que nos identifique. Mucho menos marginar al que no ha llegado a este estatus material, ya sea por razones personales o estructurales. Sin embargo es en esa zona dónde el feminismo mainstream se mueve, y esto no ha sido bueno para la sociedad norteamericana. No quiero ni siquiera imaginar si países como el nuestro se deciden montarse a ese carro.

haha75 IVI 8 agosto 2023 - 10:59 AM

El feminismo blanco al servicio de uno de los defectos del capitalismo, el objetivo es hacer “dinero” con este concepto…

Harold Cárdenas Lema 8 agosto 2023 - 11:20 AM

Buen texto. Supongo que la película es simultáneamente una victoria y una derrota del feminismo, la autora ya ha señalado muchas de las razones. Yo agregaría que hacer masiva la conversación sobre fragilidad masculina y el patriarcado, es algo muy relevante. Por otro lado, es una versión muy sanitizada, blanca, occidental y privilegiada sobre el feminismo, que puede masificarse porque no es problemática al mercado. La película también es muy consciente de las dinámicas corporativas, Mattel ha sido bien astuta en permitir que se ridiculice a su dirección (que sí, mayormente son hombres que deciden el mercado de juguetes para niñas) y eso hace que uno se sienta menos incómodo viendo un comercial de dos horas sobre un juguete con pasado sexista, pero por mucho que se reconozca, la película no cambiará el hecho de que el billón de dólares que ha hecho, seguirá yendo a los bolsillos de esos ejecutivos que ellos se burlan, al final el personaje de Will Ferrell se sale con la suya.

Andrés 10 agosto 2023 - 11:27 AM

Coincido Harold.

Manuel Figueredo 8 agosto 2023 - 12:12 PM

En primer lugar informaré que no he visto la película. Me dí a la tarea de consultar la misma
entre 5 personas 3 entre edades de 40 y 20, las restantes oscilan sobre los 15 y 9 todas sin excepción me dijeron que les gustó y las volverían a ver. En realidad desconozco como se interpretará la misma en los países donde todo es politizar, al margen de los buenos resultados de la misma. Estoy hablando desde la tierra donde nuestro Apóstol arengaba a los Tabaqueros a unirse y recaudar fondo para la gesta Cubano. Buen Día 😊 para todas y todos..

Andrés 10 agosto 2023 - 11:22 AM

Me fuí a ver la película con mi hija y coincido con el enfoque de esta crítica y con la conclusión que de ella emana. En efecto, existen varios tipos e feminismos, algunos incluso contrapuestos entre sí. Presentar este asunto como un monolito no sólo ignora la evidencia histórica más obvia sino que es también problemático por sus implicaciones, particularmente en entornos, como el cubano, dónde se glorifica la herencia occidental y se niega la contribución de otras cosmovisiones. Un recorrido breve por la prensa oficialista cubana podrá dar fe de que este feminismo mainstream es el que prepondera. Hablamos además de entornos, como el cubano, dónde el derecho a réplica es un problema, lo cual tiende a perpetuar acríticamente cualquier idea, por descabellada que suene, que se le ocurra propagar al poder.

Free-Lancer 13 agosto 2023 - 9:13 AM

obviamente no puede haber un feminismo socialista o igualitario porque el filme no viene dirigido a países de ese corte (no creo que existan todavia)… me da la impresión que pronto en cuba harán algo desastroso y parecido… la Barbie de la cola del pollo

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