Cine rojo

por Eduardo Del LLano
cine rojo

De haber estado inventado entonces, ¿cómo habría sido el cine de los Césares romanos? ¿O el azteca, el del imperio de Mali, el de los jacobinos? ¿Cómo sería el equivalente audiovisual del arte con que los identificamos? ¿Tendrían también visionarios, disidentes, autores?  

Me hago esas preguntas dolorosamente ociosas porque en estos días he estado descargando un puñado de películas soviéticas que Mosfilm ha restaurado, con subtítulos en inglés o español y que ha permitido (o no ha conseguido evitar) que estén disponibles en buena calidad en Youtube. 

Para mucha gente joven o radical (o ambas cosas), ese es un cine aburrido y muerto. Hay personas que rechazan cualquier producto musical o cinematográfico simplemente porque es viejo. Recuerdo a un tipo de unos treinta años que una vez vino a arreglarme un problema en la computadora y descubrió de pronto que yo tenía El gran dictador, de Chaplin: me miró como si hubiera visto que yo dormía en una cama de clavos. El novio de una amiga mía hace poco aceptó, con reticencias, ver Moscú no cree en lágrimas, de Vladimir Menshov, porque ella y yo le insistimos mucho. Y, bueno, porque descubrió que había ganado un Oscar. La película, por supuesto, le gustó. Mentiría si dijera que la experiencia borró todos sus prejuicios, pero desde luego los suavizó un poco.

Aquí les sugiero un puñado de títulos que cuento entre mis favoritos. No sólo del cine soviético, sino del antiguo bloque socialista.

Una comedia checa: Limonada Joe. En mi adolescencia reí con ella: ahora he vuelto a hacerlo, admirando además su hechura. Una parodia del western llena de memorables gags y soluciones ocurrentes, con la imagen coloreada como en fotografías antiguas —recurso que también empleara su coterráneo, el extraordinario animador Karel Zeman— y una banda sonora divertida y activa.

Dos polacas, ambas mejores de lo que las recordaba: la primera, El director de orquesta, de Andrzej Wajda. Increíble. El funcionamiento de mecanismos humanos universales —la envidia, la mala leche, los celos, la culpa— y sociales —provincianismo, burocracia, triunfalismo— con una sobriedad pasmosa, a través de la interrelación de un director de orquesta en una oscura ciudad polaca, otro director de orquesta emigrado, y la esposa del primero e hija del gran amor del segundo. Una reflexión acerca del arte y la moral, lo que supongo también podría decirse de la segunda, Yesterday, de Radoslaw Piwowarski: la historia de un cuarteto de chicos que quieren ser los Beatles en ¿otra? oscura ciudad polaca, en los años sesenta; de la represión y la muerte de sus sueños. Y de la grisura del presente, o mejor, la grisura del adulto-ciudadano correcto.

Y después, bueno, tres del ruso Nikita Mijalkov: Pieza inconclusa para piano mecánico, Cinco atardeceres y Sin testigos. Lo más grande de la vida. Por diferentes razones, desde mi adolescencia los cubanos solíamos llevar al cine soviético bastante recio: el ritmo, el tema recurrente de la guerra, la falta de espectacularidad nos parecían defectos insalvables. Es más, decíamos que las películas se clasificaban en cuatro grandes grupos: buenas, regulares, malas y soviéticas. Cuando se estrenó Pieza inconclusa…, recuerdo a un amigo que me dijo: «¿Qué clase de ladrillo puede llevar ese nombre?» Se comprenderá entonces que, a diferencia de las obras que mencioné anteriormente, no había visto ninguna de las tres de Mijalkov hasta hace relativamente poco. Y vaya con lo que me estaba perdiendo.

No sé ni por dónde empezar a elogiarlas. Si debo escoger una, me quedo con Cinco atardeceres, pero espero no tener que hacerlo, porque las tres son maravillosas, críticas, inteligentes, conmovedoras. Y las actuaciones, por Dios, esa Liudmila Gúrchenko en los Atardeceres, ese Mijaíl Uliánov de Sin testigos… Las tres se desarrollan en espacios únicos, cerrados (la finca de Pieza inconclusa está abierta solo en apariencia; la gente llega, nunca sale) pero la cámara, la historia, los diálogos te mantienen en vilo. Es una frase trillada, pero tengo que decirla: ya no se ven películas como esas. Mijalkov —que además es un actor extraordinario— maneja con milagroso tacto el drama espolvoreado con amargos granitos de comedia, y le habla al alma eterna: sus películas no se quedan en Rusia o en los años comunistas, no son coyunturales, no pierden sentido.

¿Alguien recuerda Los vengadores incapturables, la saga de Edmond Keosayan? ¿Los dacios, del rumano Sergio Nicolaescu? ¿El frío verano del 53, de Alexander Proshkin? ¿La fuente, de Yuri Mamin? ¿La animación checo-francesa El planeta salvaje, de René Laloux? Búsquenlas. Vale muchísimo la pena.

Había, como en cualquier otra cinematografía, mucho cine rojo chato y aburrido, sin peso artístico. (Para saber más de películas, censura y entresijos, recomiendo El cine soviético del principio al fin, de Zoia Barash, que ya va —cosa rara en Cuba fuera de ciertos textos educativos o de propaganda política— por su segunda edición revisada y ampliada).  Eso no justifica, sin embargo, lo difícil que resulta encontrar por ahí joyas como las antedichas. Hace años, en España, pude bajar un par de títulos, ahora remasterizados (Ascensión, de Larisa Shepitko, un ejemplo ilustre), pero ni siquiera en la FNAC madrileña encontré gran cosa editada en la época del DVD y el Blu ray.

Ahora bien, el difícil acceso es solo parte del problema; lo más grave es el olvido. Era como si, a la caída del comunismo, hubieran querido tirar al bebé con el agua sucia. Si hallas por ahí títulos de directores del bloque rojo, casi siempre se trata de los emigrados: Milos Forman, Polanski, Kieslowski, Tarkovski…, nombres tan grandes como escasos. Y para mucha gente, cine ruso es sinónimo de películas recientes de acción y fantasía a lo Hollywood, o de implacables críticas al pasado.

 Ah, este mundo descolorido…

10 comentarios

Taran 6 agosto 2023 - 7:57 AM

Excelente artículo!

Nilka 6 agosto 2023 - 4:34 PM

Soy una guajira de las márgenes del Cauto pero mi padre después de estibar sacos para el almacén del batey trabajaba como proyeccionista del único cine del caserío y allá iba yo con el asombro de mi cinco años y asomada al hueco del proyector asistía todas las noches a las tanda y ese guajiro de luces que es mi padre me enseñó el encanto reposado de los bosques de abedules, lo ardiente que puede ser la nieve cuando los hombres batallan y el misterio del vuelo de las cigüeñas y crecí asomada al hueco del proyector y admirando esas películas que después mi padre ayudaba a decodificarlas y ya después no hizo falta que lo hiciera, me enamoré de esa otra mirada, de ese otro tempo, de esos otros sonidos…gracias Eduardo por traer a mi lo mejor de mi infancia.

Carlos Espinoza 7 agosto 2023 - 10:34 AM

Hombre anfibio, todo un clásico que no envejece,bella película.

Luis Rey Yero Pérez 6 agosto 2023 - 8:25 AM

Debo decir lo mismo de Taran: excelente artículo. Desde muy joven, ahora rondo los 75 años de edad, aprecié filmes del extinto cine socialista que en la actualidad son joyas de la cinematografía universal. De ellos aprendí sobre las contradicciones humanas, la buena factura y el aliento poético que las envolvía. No puedo olvidar, entre otras, Paisaje después de la batalla, de Wajda o Ascensión, de Larisa. Gracias por recordar ese buen cine.

mepiamo 6 agosto 2023 - 8:58 AM

Dios nos libre de la grizura del Socialismo.

Emilio Ortiz Torres 6 agosto 2023 - 12:20 PM

Excelente artículo y muy pertinente. Podría agregar otros filmes memorables, tales como La tierra prometida y Cenizas de Wadja, El primer maestro y Siberiada de Konchalovsky. En nuestra etapa juvenil tuvimos la oportunidad de ver muchas películas valiosas, las cuales no deben ser olvidadas y son útiles para entender mejor el presente

Daniel Garcia 7 agosto 2023 - 3:25 PM

Excelente artículo. El cine soviético y de otros países del área en esa época merece un mirada nueva, a mi alrededor, puedo asegurar, encuentro jóvenes
universitarios que en un afán de descubrimiento buscan esa cinematografía sorprendidos por su riqueza y calidad de las propuestas. Hemos llegado a establecer comparaciones con el actual cine ruso. Creo que podría ser una oferta educativa para uno de nuestro canales de tv y sí fuese conducido por un talentoso Eduardo del Llano mucho mejor.

Taran 6 agosto 2023 - 4:29 PM

Derzú Uzala, tambien gano Oscar.

José 6 agosto 2023 - 5:01 PM

Le recomiendo una que para mi es magnífica y marcó a toda una generación, la película se llama Corazón de perro y está basada en la novela homónima de Mijail Bulgakov, todo un clásico con actuaciones impecables

mepiamo 6 agosto 2023 - 5:11 PM

Los Amores de una Rubita. La Calle Principal. La Tierra Prometida. A Reporte sobre la fiesta y los invitados. Limonada Joe. Jan Hus.

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