Los triunfos electorales de individuos como Donald Trump en Estados Unidos y ahora Jair Bolsonaro en Brasil, por solo mencionar dos casos, no pueden menos que llenarnos de estupefacción. Uno no logra entender cómo es posible que candidatos con un discurso tan contrario a determinados valores que la tradición demócrata ha conquistado y que han signado la tendencia del movimiento progresista en el mundo consigan una votación popular tan favorable.
A veces pienso que reflexiono sobre una realidad tan inconsistente como arena movediza. Tal vez sea así porque la información que poseo, la que poseen la mayoría de las personas comunes, es una mediatizada. Ha pasado por el prisma de distintos medios de difusión los cuales se adhieren a una perspectiva específica. Esto tiñe dicha información de determinados intereses y subjetividades que la convierten en una realidad otra, bastante distorsionada.
No obstante, es sobre esa realidad mediatizada que puedo y debo operar. Aun así, conociendo su mixtificación, la mente que sabe leer entre las líneas de la madeja mediática no deja de hallar sustento para cierto análisis sensato.
¿Cómo es posible que, según se nos dijo, si el Partido de los Trabajadores sacó adelante al Brasil de la extrema pobreza, la extensa miseria y la inseguridad que lo corroían, ahora quede tan detrás por decisión de un notable número de sus beneficiarios? ¿Cómo puede ser que alguien que promueve el blindaje militar de una nación, la más desenfrenada privatización de los medios económicos y esgrime un pensamiento contrario a determinadas minorías, consiga ser elegido por una diferencia considerable sobre su rival de más nobles intenciones en su proyecto según se nos informó?
Los analistas de izquierda hablan de la nociva influencia de operaciones mediáticas bien pensadas y dirigidas a serruchar el piso del Partido de los Trabajadores y sus líderes, así como de planes de la derecha internacional con Estados Unidos a la cabeza para desmontar el sistema progresista conseguido. Sin embargo cuesta creer que quienes votaron por Bolsonaro, unos 80 millones 850 mil brasileños de todas las clases, sean todos unos embaucados sin criterio propio.
Como una práctica sistemática se sigue culpando a agentes externos de las causas que originan nuestros problemas. Por supuesto sabemos que los medios de información tienen su agenda particular y en cada caso su información está sesgada por ella. Igualmente conocemos que los gobiernos de signo contrario también tienen sus planes para sacar del juego a los que no se alinean en sus tendencias. Esto no deja de afectar el desarrollo normal de los procesos políticos en los distintos países y de ser causante de muchos entuertos. Sin embargo ello incide pero no decide.
Recordemos a San Carlos Marx, uno de los apóstoles principales de la izquierda. Él señalaba que, por la ley de la unidad y lucha de contrarios, todo fenómeno estaba condicionado por determinadas contradicciones, unas externas y otras internas. Pero si las externas influyen son las internas las que determinan. La izquierda ha vivido buscando un enemigo externo a sus propias limitaciones y errores. En su absoluta seguridad de tener toda la razón, hacerlo todo bien y por tanto tener el triunfo garantizado, los postulados suplantaron la verdad, el entusiasmo diluyó la crítica y el compromiso atenuó la moralidad. Ello ha dado paso no solo a la falsificación del estado real de los asuntos sino, además y aun peor, a la corrupción (que por supuesto también se da por otras razones en la derecha) que corroe y genera como respuesta desencanto en sus seguidores.
El examen de los factores externos que afectan a un determinado proceso político-social no está mal si viniera acompañado de un análisis minucioso de la propia actuación de los implicados. Esto ha acorralado a la izquierda en asombrosos descalabros. Es indispensable que ella se aparte de los dogmas y eufemismos optimistas y se empeñe en autoanalizarse con estudios más profundos y realistas de sus procesos internos. Solo así estará apta para superarse y conquistar de nuevo un lugar fiable en la sociedad con más amplia base social.
Evidentemente nos falta un conocimiento veraz y exacto sobre el contexto en que se movieron contrincantes como los ya mencionados y otros más. Pienso que las personas de espíritu progresista deben contar con un sentido más crítico y objetivo de la realidad para evitar fiascos teóricos así como estos frustrantes impactos. Bien decía el escritor Álvaro Mutis que optimista es alguien a quien le faltan los datos. Es obvio que nos han faltado datos.
En muchos casos a la izquierda latinoamericana la ha obnubilado ese optimismo panglosiano sin sustento en la verdad verdadera
En un análisis reciente que hacía el expresidente de Ecuador, Rafael Correa, sobre los retrocesos de la izquierda latinoamericana en el momento actual, este llegaba a interesantes conclusiones. Las mismas nos pueden servir de pautas para nuevas aproximaciones mesuradas y verídicas de nuestra realidad. Plantea Correa:
“Tenemos personas que superaron la pobreza y que ahora —por lo que se llama muchas veces prosperidad objetiva y pobreza subjetiva— pese a que han mejorado muchísimo su nivel de ingreso, piden mucho más, y se sienten pobres no en referencia a lo que tienen, peor aun a lo que tenían, sino a lo que aspiran”
Más adelante, en un tono metafísico poco común entre analistas de izquierda aborda un concepto principal en la filosofía tradicional occidental. Se interroga acerca de la izquierda: “La pregunta es, ¿estará luchando contra la naturaleza humana?” (Rafael Correa, “El desafío estratégico de la izquierda latinoamericana”, Granma, lunes 19 de febrero de 2018)
Aquí aparecen dos conceptos clave: las aspiraciones y la naturaleza humanas. Son estos puntos esenciales para una reflexión más concordante con las circunstancias que atravesamos.
Los seres humanos están movidos por sus aspiraciones pues en estas ponen en acción y se demuestran las potencialidades de realización que tienen. La vida humana más que cumplir ciertas funciones biológicas consiste en desempeñar las potencialidades existenciales, físicas y espirituales de cada individuo. Esta es una carrera sin límites, pues el único que se le presenta es el fin de la vida. Todo ser humano desea superarse a sí mismo, ir más allá de lo logrado. De no ser así, todavía estuviéramos en las cavernas, satisfechos y tranquilos. Esto precisamente es lo que conforma la naturaleza humana, su nivel de sueños, de aspiraciones, de vida creativa y espiritual, en fin, de trascendencia. Y tal entramado de deseos y anhelos es sumamente diverso y complejo.
No se puede ver a toda la sociedad como algo homogéneo que puede adaptarse a un único programa socio-económico. Tratar de homogeneizarla es cortarle sus potencialidades y, por tanto, promover conflictos. Si eso no se entiende no se puede conformar un proyecto humano sensato y enriquecedor. Otro error ha sido el considerar que, por ser portadores de buenos propósitos, los de la izquierda no solo poseen la verdad sino que además todo cuanto hacen es bueno y no es necesario mejorarlo.
Pienso que muchas veces la izquierda ha obviado esto y ha visto su instalación en el poder y la erradicación de ciertos problemas desarrollados históricamente como la meta y no como un punto de ascenso que debe ser elevado cada día. Ha dado por satisfechas las necesidades de sus súbditos como si estas fueran algo finito y definitivo sin posibilidad de renovación. De modo que ha sido poco dialéctica.
Hay que renunciar a la idea de la sociedad como una colectividad de sujetos aunados en torno a un plan social de enfoque único e irrevocablemente categórico. Ninguna dictadura es buena, ni la de las minorías sobre la mayoría, ni las de la mayoría sobre las minorías. Se impone rescatar el sentido prístino de democracia, aquel sistema donde todos contribuyen por diversas vías de acción ciudadana a concertar las opciones más beneficiosas y menos lesivas para todos, con independencia a sus diferencias de toda índole. La democracia no es tal si está dictada por el estado que se asume como intérprete de los intereses de todos. El estado no tiene que interpretar solo hacer cumplir y arbitrar para que se cumpla justamente lo que soberanamente sus individuos conciertan.
Ninguna dictadura es buena, ni la de las minorías sobre la mayoría, ni las de la mayoría sobre las minorías
Lo curioso es que la izquierda siempre ha flameado la bandera de la utopía, sin embargo han pretendido mantener al ser humano en un topos predeterminado desde un núcleo de poder (casi siempre el partido) y único para todos. Si en algo tiene valor el término utopía es como búsqueda de lo ansiado y no como acomodo a lo obtenido.
Personalmente no creo que la humanidad llegue algún día a ese estado idílico donde todos piensan, actúan, sueñan y tienen lo que necesitan puntualmente. Dejaría así de ser humanidad, seres sintientes, sufrientes y anhelantes. Ya el hombre tuvo su etapa de comunismo primitivo y lo abandonó para internarse en la interminable aventura humana de avanzar a aspiraciones mayores.
Es esa la gran tensión que presupone el progreso: cómo ser justos sin dejar de ser y soñar diferentemente. Es algo que todos, la izquierda y la derecha, deben entender de una vez para poder llegar a un estado de bienestar y paz imperfecto pero practicable por y soportable para todos. Tal vez con inteligencia y buena voluntad lo consigamos un día antes que el sol se apague definitivamente.
6 comentarios
Es complejo tener un análisis final del asunto que este post plantea, creo que lo más productivo es que más gente se sume a las distintas aristas del problema. La izquierda en latinoamerica ha perdido terreno porque se desarrolla en un marco económico que no ha podido y no sería conveniente cambiar radicalmente, porque en un mundo global donde las inversiones tecnológicas son necesarias para desarrollarse podrían hacerte el boicot que traería más penurias que las que las ventajas de una supuesta radicalization económica y social. Por tanto se ha movido esa izquierda en un marco de corrupción inherente al sistema y ese entramado es muy difícil de destruir en 10 años, me atrevería a decir que el capital que más avanza y se reproduce en nuestra América es la inversión ligada a las corruptas licitaciones estatales para obras públicas y allí existe un bosque de funcionarios estatales que de tanto tiempo en sus funciones conocen las “maravillas” de esquivar controles. Por tanto la izquierda cuando llega al poder no está exenta de la misma corrupción, además sigue utilizando las mismas prácticas de la derecha para repartir a conveniencia partidas presupuestaria con vista a obtener favores elecciónarios.
Por otra parte se sigue dependiendo de las viejas prácticas del caudillismo, haciendo demasiada atención a la personalidad en la historia en vez de programas políticos enriquecidos por la discusión con las bases…el pueblo siente que es una figura más de las carismáticas que también se encuentran en la derecha.
Hay que segur pensando y como bien dice este post criticar todo lo que hay que criticar para superarnos.
Saludos
Demasiado bueno este post, de lo más balanceado que he visto en mucho tiempo en la blogosfera cubana.
Una de las pocas cosas con las que no concuerdo es con el pesimismo y aceptación del autor de operar sobre una realidad mediatizada, eso se resuelve(parcialmente por supuesto) buscando información por uno mismo y comparando fuentes y sobre todo observando resultados.
Si el comentarista deportivo te garantiza que el púgil X es el que va a ganar con 100% de seguridad y el tipo pierde y vuelve a perder, indiscutiblemente que el comentarista no está haciendo un análisis correcto, algo falta. Ese “algo” es responsabilidad de cada quien buscarlo para acercarse más a la verdad.
Lo peor de todo es que puede llegar el momento donde nos creemos que nuestro púgil es tan bueno que entonces la única explicación para comprender su derrota es que el otro equipo tuvo que hacer trampas y allí normalmente caemos en los facilismos que tanto daños han hecho.
Estoy de acuerdo con algunos de los argumentos con los que el autor trata de explicarse el auge de la derecha radical. Mencionó dos ejemplos, pero podemos recordar también lo que está pasando en Europa y lo que acaba de suceder en Andalucía, donde la derecha se ha impuesto luego de 30 y pico de años de hegemonía socialista, con la aparición, además, de VOX un partido de ultra derecha salido de la nada y que ha ganado 12 asientos en el parlamento andaluz.
Aparte de otras muchas razones, como las mencionadas por el autor, hay otro elemento que ha servido también a estos personajes que representan la derecha radical y es el populismo… el populismo sirve lo mismo a la izquierda que a la derecha; y en este caso la derecha ha basado su populismo en decir todo lo que es políticamente incorrecto, pero que mucha gente quiere escuchar. La política se ha hecho muy blanda y ningún político cometería el suicidio de expresarse contra los emigrantes, contra el medio ambiente, contra los países vecinos y contra la madre de los tomates. Sin embargo, hay mucha gente que; ya sea por desinformación o por observar solo lo que se presenta ante sus ojos, sin conocer sus causas; que ven en la emigración, la ecología y los países vecinos, la causa de sus desgracias. Entonces aparece un tipo que dice lo que ellos quieren escuchar y nadie dice, las personas más informadas nos reimos de él, pero muchos desesperados o aburridos de la política o gente que nunca a votado, va a sus mitines y luego lo votan. Y como las personas más informadas no vamos a votar, resulta que estos tipos ganan las elecciones. Casi siempre por los pelos pero ganan. Esto está pasando también.
A Joven Cuba: ¿Cómo podría comunicarme directamente con el autor? Gracias por adelantado.
Decía el Che que el socialismo es la ciencia del ejemplo, y aunque no necesariamente todas las izquierdas comulguen con el socialismo, sí creo que una vez en el poder la corrupción ha sido uno de los elementos que más han contribuido a su desprestigio, si en campañas políticas yo me autocalifico como un abanderado contra la corrupción y una vez en el poder hago lo mismo que los que critiqué, eso es fatal y lamentablemente resulta lo más visible y mediático aunque se hayan sacado a millones de la pobreza, y es que se puede ser un político honesto y al asumir la presidencia tener buenos y sinceros propósitos, pero ¿Y los demás? ¿El resto de los funcionarios partiendo desde los ministerios hasta los rangos menores? Es ahí donde empieza el problema, son conocidos los escándalos de corrupción en PDVSA y en petrobras por solo poner 2 ejemplos que han tenido un costo político muy alto para los respectivos gobiernos.
Respecto a muchos reveces que estamos sufriendo, en efecto es fruto de nuestros propios errores y, también, como dices el condicionamiento externo. Pero no entiendo como es que elegimos a nuestros propios opresores. Macri despidió a muchos trabajadores, cortó una serie de conquistas sociales y reprime, etc Bolzonaro anuncia políticas económicas de esta misma especie. Tengo la impresión que nos falta información y comprensión de nuestra realidad. Tenemos alimentos suficientes para que nadie muera de hambre; sin embargo, como en el caso de Perú, casi el 50% de los niños tienen anemia, más de un 12% sufre de desnutrición infantil, etc. Y por qué votamos por éstos, por que prometen las milmaravillas para el pueblo y más tarde, cuando llegan al poder, cambian su programa en contra de los pobres.
Pero, también, algunos presidentes “progresistas” no implementaron un programa a favor del pueblo, alli tenemos al propio Correa,que desarrolló un programa medio light, (contratos petroleros),en Argentina con la Krisner dejo afincarse la transnacional Monsanto, en Chile con la Bachelet con una izquierda neoliberal.
En cambio en ustedes no sucede eso, tampoco con Venezuela, Bolivia.
Abrazos
Juan Verástegui V.
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